Cantini Cap13
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CAPITULO XIII
TITULOS Y HABILITACIONES
"Cada Facultad dará los certificados de exámenes en virtud de los cuales la Universidad
expedirá exclusivamente los diplomas de las respectivas profesiones científicas (ley
1.597, art. 1°, inc. 4°).
"Son funciones de las universidades, de las cuales no podrán apartarse: (...) Preparar
para el ejercicio de los profesiones liberales, de acuerdo con las necesidades de la
Nación, los adelantos técnicos mundiales y las transformaciones sociales, otorgando los
títulos habilitantes, con carácter exclusivo" (ley 13.031, art. 2°, inc. 5°).
3. En 1955 se produjo una primera innovación en este régimen, a raíz de la sanción del
decreto - ley 6.403/55, que, por primera vez en nuestra legislación universitaria, previó la
existencia de universidades privadas, con las siguientes atribuciones:
"La iniciativa privada puede crear universidades libres que estarán capacitadas para
expedir diplomas y títulos habilitantes siempre que se sometan a las condiciones
expuestas por una reglamentación que se dictará oportunamente" (art. 28).
A partir de entonces y hasta 1980 hubo dos regímenes legales paralelos, a saber:
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"Las universidades tienen las siguientes atribuciones: (...) Otorgar grados académicos y
títulos habilitantes con validez nacional. (...) Al Consejo Superior corresponde: (...) fijar el
alcance de los títulos y grados" (ley 20.654, arts. 4°, inc. e, y 28, inc. e).
A partir de 1968, en virtud de lo dispuesto por la ley 17.778, el artículo 87 de la ley 17.245
se hizo extensivo a los títulos y grados otorgados por las universidades provinciales con
reconocimiento nacional.
Esta norma, aplicable, como se acaba de ver, tanto a las universidades privadas cuanto a
las provinciales, tiene especial importancia porque desencadenó el proceso de
generalización y proliferación de las llamadas "incumbencias", cuyo origen, evolución y
desnaturalización han sido descriptos y analizados exhaustivamente por Emilio F.
Mignone 3, pero cuya noción nunca fue definida jurídicamente 4.
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Como se puede apreciar, las normas transcriptas, además de extender, como ya se dijo,
las atribuciones del Ministerio al ámbito de las universidades nacionales, no las limitaban,
como en el decreto 939/75, a las profesiones cuyo ejercicio está regulado por el Estado.
Este régimen perduró hasta 1994, pues no fue alterado por las posteriores leyes de
ministerios (22.520, de 1981, y 23.023, de 1983), que respetaron textualmente los dos
incisos de la ley 22.450 antes transcriptos; ni tampoco por la ley 23.068, que
expresamente dispuso:
5. El resultado de la aplicación del régimen legal de las incumbencias durante las dos
décadas de su vigencia fue una gran confusión conceptual y jurídica, que conviene
analizar brevemente. En épocas anteriores, cuando las universidades giraban en tomo de
un reducido número de carreras liberales tradicionales - principalmente medicina y
abogacía - los respectivos campos profesionales eran social y jurídicamente valores
entendidos. Por lo tanto, la habilitación profesional correspondiente a cada título no
necesitaba determinación alguna de sus alcances.
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Lo que sucedió más tarde, con el correr de los años, fue que, al enumerarse las
actividades profesionales para cuyo ejercicio habilitaba un determinado título, dejó de
hacerse la distinción - que sí hacía aquel decreto - entre las reguladas por el Estado y las
que eran de ejercicio libre, englobándoselas a todas bajo el rótulo de "incumbencias". El
paso siguiente fue aplicar el mismo tratamiento a los títulos y carreras cuyo campo
profesional era en su totalidad de ejercicio libre, por lo cual no podían interferir de ninguna
manera en otros campos profesionales, regulados o no por el Estado. Las
"incumbencias", en su sentido original, quedaron de este modo desvirtuadas.
"A partir de la fecha del presente decreto sólo se fijarán incumbencias a aquellos títulos
cuyo ejercicio profesional pudiera comprometer el interés público y únicamente respecto a
las actividades que efectivamente lo comprometan. El Ministerio de Cultura y Educación
determinará, por resolución ministerial, los títulos que requieran incumbencias (...)" (art.
3°).
"El ejercicio de aquellas actividades comprendidas en las incumbencias que se
determinen de conformidad con lo dispuesto en el artículo anterior queda reservado
exclusivamente para quienes hayan obtenido el título correspondiente en una universidad
legalmente autorizada" (art. 4°).
El primer artículo significó un retorno a la buena doctrina, la del decreto 939/75, esta vez
aplicada tanto a las universidades privadas cuanto a las nacionales. El segundo
constituye una novedad absoluta en la normativa emanada del gobierno federal, cuya
constitucionalidad, frente a los poderes no delegados de las provincias, es, a nuestro
juicio, dudosa 9.
7. Dentro de la misma línea, pero de forma aún más enérgica, es la reacción plasmada en
la ley 24.521. Comencemos por transcribir textualmente sus disposiciones:
"El reconocimiento oficial de los títulos que expidan las instituciones universitarias será
otorgado por el Ministerio de Cultura y Educación. Los títulos oficialmente reconocidos
tendrán validez nacional" (art. 41).
"Los títulos con reconocimiento oficial certificarán la formación académica recibida y
habilitarán para el ejercicio profesional respectivo en todo el territorio nacional, sin
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perjuicio del poder de policía sobre las profesiones que corresponde a las provincias. Los
conocimientos y capacidades que tales títulos certifican, así como las actividades para las
que tienen competencia sus poseedores, serán fijados y dados a conocer por las
instituciones universitarias, debiendo los respectivos planes de estudio respetar la carga
horaria mínima que para ello fije el Ministerio de Cultura y Educación, en acuerdo con el
Consejo de Universidades" (art. 42).
a) Refuerza la distinción hecha en el decreto 256/94 entre las profesiones reguladas por el
Estado y las no reguladas, tipificando con sentido netamente restrictivo a las primeras.
c), Introduce, como novedad absoluta, la acreditación periódica obligatoria de las carreras
correspondientes a profesiones reguladas por el Estado. El decreto reglamentario 499/95
dispone una acreditación previa a su reconocimiento y luego acreditaciones cada seis
años (arts. 6° y 7°) 10.
d) Finalmente, habida cuenta del desgaste sufrido por el término "incumbencias" a causa
de los abusos cometidos en su nombre, lo elimina, no sólo del texto de la ley de
educación superior, sino también del de la ley de ministerios.
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8. Para concluir este largo recorrido a través de nuestra legislación universitaria histórica
en materia de títulos y habilitaciones debemos retomar al punto de partida, esto es, a la
relación de ambos con la autonomía universitaria.
a) Respecto del título académico, no cabe duda que su otorgamiento constituye una
atribución inherente a la autonomía universitaria. Su regulación, en lo relativo a la carga
horaria mínima de las respectivas carreras, prevista en el artículo 42 de la ley, no parece
afectar esa autonomía, siempre que se razone en términos de sistema universitario más
que de instituciones universitarias aisladas, sobre todo si se considera que, ante el alto
número de universidades nacionales, provinciales y privadas (85 a mediados de 1996)
que otorgan títulos nominalmente similares, la fijación de algunas reglas mínimas
comunes constituye un asunto de verdadero interés público.
La ley 24.521, como se puede advertir, no adoptó ninguna de estas soluciones, sino que,
como dice Mignone, continuó la tradición iniciada el siglo pasado para las universidades
nacionales y hace un cuarto de siglo también para las provinciales y privadas, en cuanto
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Notas
"La iniciativa privada podrá crear universidades con capacidad para expedir títulos y
diplomas académicos. La habilitación para el ejercicio profesional será otorgada por el
Estado nacional. Los exámenes que habiliten para el ejercicio de las distintas profesiones
serán públicos y estarán a cargo de los organismos que designe el Estado nacional" (art.
1°).
2. La ley 17.604 estuvo vigente durante 28 años, hasta la sanción de la ley 24.521. Sus
decretos reglamentarios, 8.472/69, 1.868/72, 451/73, 2.971/73 y 197/76, luego derogados
y reemplazados por el decreto 2.330/93, mantuvieron sin modificaciones sustanciales el
régimen analizado en este trabajo.
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6. Este es uno de los puntos en los cuales ha habido mayor continuidad a través de los
distintos regímenes y gobiernos de las dos últimas décadas, sin resistencia de las
universidades. Por razones obvias, no podría asegurarse que ninguna universidad
nacional haya dejado de elevar el correspondiente pedido de aprobación de las
"incumbencias" de sus nuevos títulos; pero lo cierto es que, bajo todas las
administraciones, el Ministerio, previo informe de sus oficinas técnicas, las aprobó en gran
cantidad, a pedido tanto de las universidades nacionales corno de las provinciales y
privadas.
7. Por ejemplo, entre los nuevos títulos de ingeniero expedidos por la Universidad
Tecnológica Nacional y los otorgados hasta ese momento por las universidades
tradicionales y, dentro de la Universidad de Buenos Aires, entre algunos títulos de
licenciado otorgados por la Facultad de Ciencias Exactas y otros títulos tradicionales
expedidos por la Facultad de Farmacia y Bioquímica.
10. No todo está claro en la ley. En primer término, el artículo 42 comienza diciendo que
los "títulos con reconocimiento oficial (...) habilitarán para el ejercicio profesional
respectivo", norma que debería estar en el artículo 43, referente a las profesiones
reguladas por el Estado, pues las no reguladas no requieren habilitación oficial alguna.
Más difícil de interpretar es la mención de la "formación" de los habitantes entre los
factores que comprometen el interés público, porque, si se la toma al pie de la letra, la
totalidad de los títulos universitarios quedarían comprendidos en el artículo 43, toda vez
que ellos habilitan para la docencia universitaria y, supletoriamente, también para la de
niveles inferiores. De prevalecer esta interpretación, se habría reimplantado el régimen de
la ley 22.207. Por otra parte, la última frase del artículo 43, sobre las "actividades
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11. Sanguinetti, Régimen administrativo.... p.67. La cita figura en la tercera y última parte
de la obra, intitulada "Policía profesional", esto es, totalmente independiente de las dos
primeras, dedicadas al régimen interno de la universidad y a sus relaciones con el poder
central.
12. Como se señaló en la nota 6, puede decirse que éste es un principio aceptado
pacíficamente por las universidades, pues son ellas las que, desde hace dos décadas,
han venido solicitando expresamente al Ministerio el otorgamiento de la validez nacional y
la aprobación de las "incumbencias" de sus títulos.
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