Sentencia Constitucional Plurinacional 0049
Sentencia Constitucional Plurinacional 0049
Sentencia Constitucional Plurinacional 0049
SALA PLENA
Por su parte el art. 18 del citado Reglamento, si bien define dos modalidades
de transferencia: a) La voluntaria; y, b) La institucional, concerniente a
satisfacer el beneficio de la institución para un mejor servicio, criterios muy
parecidos a los catalogados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH), como aquellos que podrían favorecer una amplia
discrecionalidad de las autoridades responsables, que no garantizan la
independencia judicial; finalmente el art. 20 del observado Reglamento,
despoja al juez de la posibilidad de controvertir la determinación, haciendo
que el recurso, en esencia sea ilusorio y pierda efectividad.
Precisa que pueden existir razones plenamente válidas para tomar una
decisión de transferencia, como por ejemplo, un juzgado en acefalía; pero si
no se reglamenta en el procedimiento la oportunidad de escuchar y tomar en
cuenta las opiniones, aspiraciones y la situación familiar del operador de
justicia así como las especialización y fortalezas adquiridas en el transcurso de
su carrera, y no se obtiene su libre consentimiento, se podría estar incurriendo
en tomar decisiones arbitrarias, los motivos para un traslado no pueden como
fin tomar represalias por sus decisiones o asegurar su alejamiento de alguna
causa que este conociendo; sobre los jueces provisorios, señala al caso Apitz
Barbera vs. Venezuela ante la Corte IDH, que determinó que “…puesto que el
nombramiento de jueces provisionales debe estar sujeto a aquellas
condiciones de servicio que aseguren el ejercicio independiente de su cargo, el
régimen de ascenso, traslado, asignación de causas, suspensión y cesación de
funciones del que gozan los jueces titulares debe mantenerse intacto en el caso
de los jueces que carecen de dicha titularidad”.
Solicitó que se declare la constitucionalidad de los arts. 16.I; 17.4; 19.I incs. a)
y b); y, 20 del Reglamento Transitorio de Movilidad Funcionaria de Jueces y
Servidores de Apoyo Judicial aprobado por Sala Plena del Consejo de la
Magistratura, mediante Acuerdo 041/2018, afirmando que no vulnera
derechos y garantías constitucionales mucho menos es contrario al
ordenamiento constitucional y al bloque de constitucionalidad, argumentando
que: 1) Para la movilidad funcionaria previamente deben cumplirse requisitos
como establece el art. 8 del citado Reglamento, como ser informes de la
Unidad de Control y Fiscalización, de Recursos Humanos, de Dotación y
Administración de Personal y de la Unidad Jurídica del Distrito Judicial
correspondiente, no siendo evidente que por presiones externas de otros
Órganos del Estado se realicen traslados o remociones como presión a los
jueces, afectando la independencia judicial o que por la condición de juez
transitorio no se respete la independencia judicial; 2) El art. 120.I de la CPE,
sostiene que la movilidad funcionaria es un acto administrativo sustentado en
el art. 19 de la Ley de Transición para el Tribunal Supremo de Justicia,
Tribunal Agroambiental, Consejo de la Magistratura y Tribunal
Constitucional Plurinacional -Ley 212 de 23 de diciembre de 2011- y el art.
215.III de la LOJ, de donde se desprende que toda determinación de
movilidad en el Órgano Judicial es determinada por la Sala Plena del Consejo
de la Magistratura, citando al art. 182.3 de la LOJ modificada por el art. 2 de
la Ley de Modificación a las Leyes del Órgano Judicial,del Tribunal
Constitucional Plurinacional y del Régimen Electoral -Ley 929 de 27 de
abril de 2017-, de donde se desprende que toda determinación de
movilidad funcionaria es determinada por la referida Sala Plena; por
otra parte la SCP 0782/2015-S3 de 22 de julio, sobre determinaciones de
movilidad funcionaria estableció que tales decisiones no son de orden
procesal ordinario ni disciplinario sino estrictamente administrativo, por
lo que no es aplicable la obligación de escuchar previamente al afectado;
3) Respecto al art. 178 de la CPE, alega que los preceptos impugnados no
son contrarios a la independencia judicial, por el contrario tratan que el
impartir justicia en todo el Estado se cumpla en el marco de los principios
de independencia, imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad,
probidad, celeridad, gratuidad, pluralismo jurídico, interculturalidad,
equidad, servicio a la sociedad, participación ciudadana, armonía social y
respeto a los derechos, tampoco vulnera la carrera judicial prevista en los
arts. 215, 216, 217 y ss. de la LOJ y el Reglamento de la Carrera Judicial
aprobado por Acuerdo 023/2018, no restringe ni quita recursos
económicos al juez, personal de apoyo judicial sujetos a la movilidad
funcionaria ni al Órgano Judicial; y, 4) Con relación al art. 410.II de la
CPE, el Reglamento impugnado no vulnera la jerarquía normativa
constitucional y legal puesto que se sustenta en las Leyes “211” y la Ley
del Órgano Judicial, en referencia a la necesidad institucional de la
existencia de un reglamento de movilidad funcionaria de transferencia,
permutas y rotaciones para personal jurisdiccional y de apoyo judicial,
con la finalidad de una impartición de justicia pronta y oportuna del
usuario del sistema de justicia.
(…)
“Artículo 120
I. Toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional
competente, independiente e imparcial, y no podrá ser juzgada por
comisiones especiales ni sometida a otras autoridades jurisdiccionales que
las establecidas con anterioridad al hecho de la causa”.
“Artículo 178
“Artículo 410
(…)
II. La Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra disposición
normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado por los
Tratados y Convenios internacionales en materia de Derechos Humanos y
las normas de Derecho Comunitario, ratificados por el país. La aplicación
de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía, de acuerdo a
las competencias de las entidades territoriales:
3. Las leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgánicas y
el resto de legislación departamental, municipal e indígena
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter”.
“Artículo 14
1. Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia.
Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas
garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de
carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus
derechos u obligaciones de carácter civil. La prensa y el público podrán
ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios por consideraciones de
moral, orden público o seguridad nacional en una sociedad democrática,
o cuando lo exija el interés de la vida privada de las partes o, en la
medida estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando por
circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a
los intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia penal o
contenciosa será pública, excepto en los casos en que el interés de
menores de edad exija lo contrario, o en las acusaciones referentes a
pleitos matrimoniales o a la tutela de menores.
f) A ser asistida gratuitamente por un intérprete, si no comprende o no
habla el idioma empleado en el tribunal;
7. Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya
sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la
ley y el procedimiento penal de cada país”.
“De esa manera, la Corte IDH fue precisando el contenido y alcance del
concepto de control de convencionalidad difuso en su jurisprudencia,
llegando a formar un concepto complejo que comprende las siguientes
características: i) Consiste en un examen de compatibilidad de las normas
internas con el ‘corpus iuris’ de derechos humanos; ii) Es un control que a
nivel interpretativo y de inaplicación al caso concreto, es aplicado de oficio
por toda autoridad pública en el ámbito de sus competencias, especialmente
a los vinculados a la administración de justicia en todos sus niveles; y, iii)
Su ejecución puede implicar la supresión de normas contrarias al ‘corpus
iuris’ de derechos humanos, dependiendo de las facultades y atribuciones
de la autoridad pública llamada a dar tal efecto.
(…)
La Corte IDH ha enfatizado que las garantías generales del art. 8 deben
estar presentes en la determinación de los derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter, y, por ende, en ese
tipo de materias el individuo tiene derecho también al debido proceso que
se aplica en materia penal[5]. En ese sentido, cuando la Corte IDH se
refiere al derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal
competente para la determinación de sus derechos, esta expresión se
refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa -colegiada o
unipersonal-, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones
determine derechos y obligaciones de las personas, es decir, que el art. 8.1
de la CADH no se aplica solamente a jueces y tribunales judiciales, sino
también a los que pese a no serlo formalmente, actúen como tal.[6]
Por otra parte, la SCP 1987/2012 de 12 de octubre, sobre este mismo tema
señaló que: “Este derecho fundamental, de acuerdo con la doctrina
consiste básicamente en el derecho de acceso libre a la jurisdicción, lo que
comprende el derecho de toda persona a ser parte de un proceso y poder
promover en el marco de la actividad jurisdiccional, cualquier recurso
ordinario o extraordinario…”. En este mismo sentido la SCP 0369/2013-L
de 23 de mayo, manifestó que: “Todo ello propicia que la persona que
inicie un juicio, en el que obviamente busca un resultado que le beneficie,
cuente con un juez que tome todos los recaudos necesarios legales a efectos
de que sea escuchada su necesidad, tramitada y culminada de acuerdo a
Ley, cuyo juicio, luego de haber seguido el camino legal, al final, beneficie
o no al demandante…”.
Son cuatro los elementos dentro de una facultad pública que nunca
pueden dejar de ser reglados: i) La existencia misma de la potestad; ii) Su
extensión; iii) La competencia; y, iv) La finalidad de la actuación;
agregando que, la discrecionalidad administrativa solamente puede ser
válida cuando se la interpreta a la luz del ordenamiento y en
consideración del principio de supremacía constitucional, caso contrario
se estaría ante actividad arbitraria, en la cual la calificación de los
motivos que validan el actuar solo dependiera de la libre e incondicionada
apreciación del servidor público.
Para tal labor, este Tribunal se remite a considerar que el art. 183.IV.12
de la LOJ, establece que el Consejo de la Magistratura tiene como
atribución, en materia de recursos humanos, la de establecer anualmente
políticas y lineamientos generales de planificación en el área de recursos
humanos y del Sistema de Carrera Judicial, en función a las necesidades
y requerimientos del Órgano Judicial; por ello, es de responsabilidad de
dicha institución planificar responsablemente la dotación de jueces
titulares, a través de convocatorias con concurso de méritos y examen de
competencia, a todos los juzgados acéfalos y de reciente creación; la cual,
como ya se explicó, es la medida más idónea para el efecto al ser la más
proporcional con los derechos fundamentales no solo del juez sujeto de
transferencia institucional, sino de los usuarios del sistema de impartición
de justicia, ya que la transferencia intempestiva implica afectar el normal
funcionamiento del juzgado de origen y la tramitación de sus causas; por
todo ello, se prevé que la duración máxima de la movilidad funcionaria
bajo la modalidad de transferencias forzadas (institucionales) de jueces
de un juzgado no podrá sobrepasar los tres meses, debiendo ser
restituidos a sus juzgados de origen; asimismo, el juez que fue transferido
no podrá volver a ser sujeto de una nueva transferencia institucional
dentro del mismo año judicial y el siguiente, debiendo optarse
preferentemente por transferir a otros jueces que no hayan sido sujetos a
esta modalidad de movilidad funcionaria anteriormente; entendiendo a la
transferencia en un sentido lato, como el acto administrativo discrecional
de mover o llevar a un determinado juez a otro juzgado, aunque cambie
de denominación a traslado, movilidad, rotación u otro término que
pueda ser utilizado por el legislador o en cualquier reglamento,
exigiéndose que el ejercicio de facultades discrecionales coincida y sea
armónica con la obtención de los fines y las consecuencias que el orden
jurídico consagra.
POR TANTO
Se hace constar que los Magistrados MSc. Karem Lorena Gallardo Sejas;
MSc. Carlos Alberto Calderón Medrano y Gonzalo Miguel Hurtado
Zamorano son de Voto Aclaratorio.
PRESIDENTE
MAGISTRADA
MAGISTRADA
MAGISTRADA
Fdo. MSc. Carlos Alberto Calderón Medrano
MAGISTRADO
MAGISTRADO
MAGISTRADA
MAGISTRADO
MAGISTRADO
[2] Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri vs. Perú de la Corte IDH.
Voto parcialmente disidente de la Jueza Cecilia Medina Quiroga, párrafo
2.
[6] Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 19 de septiembre de 2006 de la Corte IDH, párrafos 118; y,
Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 13 de octubre de 2011 de la Corte IDH, párrafo 118.
[7] Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 19 de septiembre de 2006 de la Corte IDH, párrafo. 119; y,
Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 13 de octubre de 2011 de la Corte IDH, párrafo 119.
[9] Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 19 de septiembre de 2006 de la Corte IDH, párr. 119; y,
Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 13 de octubre de 2011 de la Corte IDH, párrafo 119.
[36] Claros ejemplos son los siguientes: interés público, orden público,
interés social, extrema necesidad, utilidad pública, importancia y
trascendencia, bien común, capacidad contributiva, la oferta más
conveniente y poder sustancial.
SALA PLENA
Expediente: 16831-2016-34-AIA
a)
En el marco de estos valores que profesan los individuos con sus congéneres
se encuentran sus expectativas de desarrollo personal y dentro de ellas, las
facultades de exigibilidad hacia los demás que les permiten desarrollarse
plenamente y sin perturbar ilegítimamente el desarrollo pleno de los demás.
En estos casos, estamos hablando de los derechos fundamentales que al igual
que el sistema de creencias, aspiraciones y valores, no solo permiten la
cohesión y marcha conjunta de una sociedad, sino también el desarrollo pleno
de sus individuos en el marco del respeto y garantía de esos derechos. Ahora
bien, dado que la garantía y desarrollo de estos derechos no puede ser
absoluta, con peligro de colisionar con el goce del resto de individuos, así
como distorsionar los alcances de sus valores y principios, resulta necesario
limitar adecuadamente esos derechos para garantizar un equilibrio adecuado
en el goce de derechos de todos.
Así, piénsese en el caso de un transexual que cambia sus datos de sexo en los
registros públicos y accede a un puesto laboral en que el empleador exige por
las características de su servicio a mujeres en esa función, de manera que al
emplear sin su conocimiento a una persona que solo exhibe un dato de sexo
femenino cuando en realidad su “condición sexual” es masculina, le llevaría a
defraudar las condiciones laborales exigidas, así como defraudar la oferta de
su servicio ante sus clientes, quienes se sentirían engañados por el servicio
contratado. Este ejemplo adquiere mayor relevancia en aquellos ámbitos
donde se contempla el tratamiento de personas sensibles tales como menores
de edad en guarderías, enfermerías, escuelas, etc. O considérese el caso de un
paciente hombre o mujer que con el derecho que le asiste el exigir o escoger
ser tratado por un médico de su mismo sexo, sea inducido en error por el
cambio de dato de sexo en el médico tratante, los derechos de aquel también
se verían ilegítimamente mermados en cuanto a su intimidad personal.
b)
Por otro lado, la parte accionante luego de una extensa relación de lo que hace
al principio de interés superior del niño, desarrollado tanto por instrumentos
internacionales de derechos humanos y la jurisprudencia constitucional, que
entre otros aspectos, resaltan dicho principio como un criterio de ponderación
en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, así como también, un
criterio de actuación de los Estados, refiere con relación a la presente acción
que la tutela del interés superior del menor adquiere un ámbito tutelar muy
importante dentro del matrimonio o uniones libres con características de
singularidad y estabilidad formadas entre hombre y mujer con condiciones
sexuales plenas, tal como lo exigen los arts. 63 y 65 de la CPE. Esto se deduce
en mérito a que en esos mismos artículos donde se definen la conformación
matrimonial y de uniones estables, se contempla la efectividad de sus
relaciones en las relaciones con los hijos e hijas adoptados o nacidos de
aquellas. Nótese que el legislador constitucional enfatiza la existencia de los
vínculos de hijos nacidos o adoptados a raíz de la unión entre hombre y mujer
establecidos en los arts. 63 y 64 de la CPE.
c)
Resalta que el matrimonio ha sido entendido “en todas las culturas” como la
comunidad o sociedad de vida de un hombre y una mujer con la finalidad de
ayudarse mutuamente para la consolidación de la procreación. En este sentido,
la procreación no solo consiste en el alumbramiento biológico de nuevos
especímenes humanos, sino también en su cuidado, crianza, manutención y
educación, dado que, a diferencia de otras especies, el ser humano es la
criatura que más tarde adquiere independencia funcional de sus progenitores.
Por ello y en último caso, la procreación constituye una dimensión que
materializa y condiciona el derecho a la vida reconocido como derecho
fundamental y humano primordial en todas las declaraciones e instrumentos
internacionales en general y por el art. 18 de la CPE.
A esto debe añadirse que el ser humano al ser una criatura social, debe
integrarse plenamente en el entorno social donde nace y de esta manera
desarrollarse y aportar a la continuidad de su comunidad. Por consiguiente, la
función educativa manifestada a través de la inculcación de valores,
enseñanzas y actitudes que le permitan desenvolverse y aportar a su
comunidad, es consustancial a la procreación que provee la institución del
matrimonio.
d)
Surge en esta parte del análisis, la necesidad de delimitar los alcances del
concepto sexo o condición sexual, referido a su asignación como masculino o
femenino, a los fines de precisar qué se entiende por matrimonio entre hombre
y mujer, y sobre todo cómo lo entiende la Constitución Política del Estado.
La palabra “mujer” se utiliza para definir al ser humano del sexo femenino,
cuya anatomía genital se diferencia sexual y biológicamente del hombre.
Fisiológicamente puede diferenciarse a una mujer de un varón por poseer una
voz más aguda, senos más grandes, cintura más pequeña, caderas más
pronunciadas, menos vello corporal, entre otras características. Uno de los
roles más importantes que posee la mujer es la labor reproductiva y materna.
Mediante un proceso auto regulado hormonalmente llamado periodo
menstrual, cuyo proceso prepara al útero de la mujer para el embarazo todos
los meses, asimismo, la mujer cuenta con órganos sexuales reproductivos
diferenciados del hombre para llevar adelante esta función reproductiva, tales
como los senos, vagina, vulva, útero, ovarios y trompas de Falopio.
e)
Así como en el caso del contrato de compra venta es esencial que una de las
partes sea propietaria de la cosa vendida, no pudiendo alegar trato
discriminatorio quien pretenda vender algo ajeno, en el matrimonio es
esencial que las partes cumplan con los requisitos personales exigidos por la
ley, sin que eso pueda tildarse de discriminación ilegítima.
Asimismo, con esta definición legal que la misma Constitución Política del
Estado realiza expresamente se otorga al matrimonio civil todos los efectos
jurídicos para comprometer con mayor medida la tutela estatal en la
materialización del derecho a la vida.
II. CONCLUSIONES
“La presente Ley tiene por objeto establecer el procedimiento para el cambio
de nombre propio, dato de sexo e imagen de personas transexuales y
transgénero en toda documentación pública y privada vinculada a su
identidad, permitiéndoles ejercer de forma plena el derecho a la identidad de
género”.
“II. El cambio de nombre propio, dato de sexo e imagen será reversible por
una sola vez, luego de lo cual no podrán modificarse nuevamente estos datos.
En caso de reversión se vuelve al nombre, dato de sexo e imagen iniciales”.
II. Las certificaciones del SERECI y del SEGIP presentadas, deben guardar
correspondencia en la información de nombres, apellidos, fecha de
nacimiento, lugar de nacimiento y si corresponde, datos de los progenitores y
filiación. La correspondencia de datos sólo se refiere a aquellos específicos de
la interesada o el interesado”.
II.1.6. El art. 9 de la Ley de Identidad de Género, indica lo
siguiente:
II. Toda persona que solicite el cambio de nombre propio, dato de sexo e
imagen deberá presentar ante la Dirección Departamental del SERECI
correspondiente, Direcciones Regionales o Delegaciones del SERECI que
disponga el Tribunal Supremo Electoral, los requisitos establecidos en el
Artículo 8 de la presente Ley, de manera personal. En el caso de bolivianas o
bolivianos residentes en el exterior del país, se podrá efectuar el trámite por
intermedio de apoderado mediante poder específico, caso en el cual se
procederá a cumplir el proceso de peritaje dactilar definido por el SERECI.
“Son fines y funciones esenciales del Estado, además de los que establece la
Constitución y la ley:
(…)
II.2.3. El art. 14.I, II, III y IV de la CPE, cuyo contenido establece:
“I. Todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica con arreglo a las
leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución, sin distinción
alguna.
“Se considera niña, niño o adolescente a toda persona menor de edad. Las
niñas, niños y adolescentes son titulares de los derechos reconocidos en la
Constitución, con los límites establecidos en ésta, y de los derechos
específicos inherentes a su proceso de desarrollo; a su identidad étnica,
sociocultural, de género y generacional; y a la satisfacción de sus necesidades,
intereses y aspiraciones”.
II. Toda niña, niño y adolescente tiene derecho a vivir y a crecer en el seno de
su familia de origen o adoptiva. Cuando ello no sea posible, o sea contrario a
su interés superior, tendrá derecho a una familia sustituta, de conformidad con
la ley.
III. Todas las niñas, niños y adolescentes, sin distinción de su origen, tienen
iguales derechos y deberes respecto a sus progenitores. La discriminación
entre hijos por parte de los progenitores será sancionada por la ley.
II. Cualquier sanción debe fundarse en una ley anterior al hecho punible”.
Así se recuerda que dicha mención del texto constitucional refiere que: “El
Estado prohíbe y sanciona toda forma de discriminación fundada en razón de
sexo, color, edad, orientación sexual, identidad de género, origen, cultura,
nacionalidad, ciudadanía, idioma, credo religioso, ideología, filiación política
o filosófica, estado civil, condición económica o social, tipo de ocupación,
grado de instrucción, discapacidad, embarazo, u otras que tengan por objetivo
o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos de toda persona” (énfasis agregado).
Esta distinción resulta necesaria no solo a fin de evitar ambigüedades
terminológicas, sino porque las personas LGBTI (acrónimo colectivo para
referirse a las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans -transgénero,
transexuales y travestis-, e Intersexuales) históricamente han enfrentado todo
tipo de discriminación, empezando por el lenguaje utilizado para referirse o
expresarse sobre ellas. De ahí la importancia de no confundir términos ni
mezclar expresiones, en tanto lo que aparenta ser lo más básico, como la
forma en que se identifica a estas personas, es el punto de partida para
garantizar el respeto por la diferencia.
En ese sentido, la Oficina Regional para América del Sur del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
(ACNUDH) en el documento “Orientación sexual e identidad de género en el
derecho internacional de los derechos humanos” definió los conceptos básicos
del derecho internacional de los derechos humanos en relación a las personas
LGBTI, haciendo hincapié en primer lugar en la diferencia entre los conceptos
“sexo” y “género”, el primero concebido como un hecho biológico y el
segundo como una construcción social. El término “sexo” hace referencia a
las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, y el vocablo “género”, a
las identidades, funciones y atributos construidos socialmente por la mujer y
el hombre, y al significado social y cultural que se atribuye a esas diferencias
biológicas.
‘…la dignidad del hombre comprende múltiples ámbitos del desarrollo de sus
potencialidades que se traducen en el reconocimiento de otros derechos. En
este sentido, deberá ser tratado como un fin en sí mismo y no como un medio
para la concreción de objetivos de terceras personas’” (SC 0981/2010-R de
17 de agosto).
Con carácter previo, se recuerda que el texto de la citada norma, refiere que:
“La presente Ley tiene por objeto establecer el procedimiento para el cambio
de nombre propio, dato de sexo e imagen de personas transexuales y
transgénero en toda documentación pública y privada vinculada a su
identidad, permitiéndoles ejercer de forma plena el derecho a la identidad de
género”.
Sin embargo, continúan señalando que, si una parte de esta realidad natural
antropológica es transformada mediante alteraciones en alguna de sus
manifestaciones, y de manera que el resto de individuos desconozcan tal
situación a través de los canales de normal ejercicio de los derechos
ciudadanos y políticos como Registro Civil o base de datos público, se
suscitarían distorsiones en la interacción continua de las relaciones de
deberes-derechos que sostienen los individuos, lo que repercutiría en una
merma de sus relaciones de confianza y una desestabilización del principio de
seguridad jurídica de sus relaciones ciudadanas.
Por otro lado, no resulta clara la afirmación de que el cambio de dato de sexo
en registros públicos o privados altere la interrelación con otras personas, pues
al efecto cabrá recordar que las personas no se definen por su identidad de
género u orientación sexual sino por muchos otros aspectos como habilidades,
emociones, proyectos de vida, vivencias, gustos, etc., que hacen a su propia
individualidad.
Artículo 7
Artículo 8
II. Las certificaciones del SERECI y del SEGIP presentadas, deben guardar
correspondencia en la información de nombres, apellidos, fecha de
nacimiento, lugar de nacimiento y si corresponde, datos de los progenitores y
filiación. La correspondencia de datos sólo se refiere a aquellos específicos de
la interesada o el interesado”.
Artículo 9
II. Toda persona que solicite el cambio de nombre propio, dato de sexo e
imagen deberá presentar ante la Dirección Departamental del SERECI
correspondiente, Direcciones Regionales o Delegaciones del SERECI que
disponga el Tribunal Supremo Electoral, los requisitos establecidos en el
Artículo 8 de la presente Ley, de manera personal. En el caso de bolivianas o
bolivianos residentes en el exterior del país, se podrá efectuar el trámite por
intermedio de apoderado mediante poder específico, caso en el cual se
procederá a cumplir el proceso de peritaje dactilar definido por el SERECI.
Así, se concluye que sobre este punto apremia un debate democrático que
involucre a los actores e instituciones de la sociedad en su conjunto, esto es
Asamblea Legislativa, organizaciones sociales, civiles, públicas como
privadas y otras que así corresponda.
PRESIDENTE
MAGISTRADA
MAGISTRADO
MAGISTRADO
Se hace constar que los Magistrados Dra. Mirtha Camacho Quiroga y Tata
Efrén Choque Capuma, son de Voto Disidente; asimismo, el Dr. Juan
Oswaldo Valencia Alvarado se encuentra con licencia.
SENTENCIA CONSTITUCIONAL Plurinacional 0025/2018-S2
Sucre, 28 de febrero de 2018
SALA SEGUNDA
Magistrada Relatora: Julia Elizabeth Cornejo Gallardo
Acción de amparo constitucional
Expediente: 21127-2017-43-AAC
Departamento: Santa Cruz
En revisión la Resolución 05 de 21 septiembre de 2017, cursante de fs. 301 vta. a 305
vta., pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Uber
Arce Polanco en representación legal de Wilver Orellana Arispe contra Mirael
Salguero Palma y Victoriano Morón Cuéllar, Vocales de la Sala Penal Segunda del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz; y, Marianela Jimena Salazar
Siles, Jueza de Instrucción Penal Cuarta de la Capital del mismo departamento.
I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA
I.1. Contenido de la demanda
Mediante memorial presentado el 28 de junio de 2017, cursante de fs. 248 a 255 vta., el
accionante a través de su representante legal, expresó los siguientes argumentos de
hecho y derecho:
I.1.1. Hechos que motivan la acción
Dentro del proceso penal por tráfico de sustancias controladas seguido por el Ministerio
Público contra Juan Pablo Uriona Zabala y otros; se dispuso la incautación del vehículo
marca Toyota con placa de circulación 1781ADT; el cual es de su propiedad; razón por
la que interpuso incidente de devolución del motorizado, alegando en lo principal los
siguientes extremos: a) El automóvil fue adquirido en fecha anterior al hecho, con
fondos provenientes del trabajo realizado como empleado en la empresa Inversiones
Sucre S.A. CONCRETEC; b) El vehículo de referencia fue entregado al imputado Juan
Pablo Uriona Zabaleta en calidad de alquiler mediante acuerdo verbal; y, c) No existe
ninguna investigación aperturada en su contra por los delitos investigados.
Refirió además, que a pesar de haberse demostrado los hechos antes descritos, el
incidente de devolución del vehículo fue rechazado por la Jueza de la causa, al
considerar que no habría comprobado el origen lícito de los recursos para la adquisición
del motorizado; en este sentido y ante dicha determinación, formuló apelación
incidental; la cual fue resuelta mediante Auto de Vista 12 de 17 de marzo de 2017
dictado por los Vocales de la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de
Justicia de Santa Cruz, autoridades que declararon inadmisible e improcedente el
recurso presentado; decisión que junto con la de la Jueza a quo, resultan vulneratorias a
sus derechos fundamentales, pues las autoridades judiciales no valoraron correctamente
toda la documentación presentada que acreditó fehacientemente el cumplimiento de
todos y cada uno de los requisitos legales para la devolución del vehículo incautado.
I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados
Denuncia la lesión de sus derechos a la propiedad privada; al debido proceso; a la
defensa; y, a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones,
citando al efecto los arts. 56.I, 115, 117.I y 119 de la Constitución Política del Estado
(CPE).
I.1.3. Petitorio
Solicita se conceda la tutela, dejando sin efecto: 1) El Auto de Vista 12 de 17 de marzo
de 2017 y el Auto 69 de 17 de abril de igual año, de complementación y enmienda,
dictados por la Sala Penal Segunda el Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz;
y, 2) El Auto Interlocutorio 29 de 25 de julio de 2016, emitido por la Jueza de
Instrucción Penal Cuarta de la Capital del mismo departamento.
I.2. Audiencia y Resolución de la Jueza de garantías
En la audiencia pública efectuada el 21 de septiembre 2017, según consta en acta
cursante de fs. 300 a 301 vta., se produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción
El accionante en audiencia ratificó íntegramente los términos de su demanda tutelar;
agregando además: i) El imputado en el caso investigado se sometió a juicio abreviado y
fue puesto en libertad hace cinco meses; y, ii) El vehículo está en poder de un Sargento
de la Policía Boliviana, siendo utilizado; pues no se encuentra en oficinas de la
Dirección de Registro, Control y Administración de Bienes Incautados (DIRCABI).
I.2.2. Informe de las autoridades demandadas
Marianela Jimena Salazar Siles, Jueza de Instrucción Penal Cuarta de la Capital del
departamento de Santa Cruz, mediante informe cursante a fs. 274 y vta., manifestó que
dentro del proceso penal iniciado contra Juan Pablo Uriona Zabala, el accionante
presentó incidente de devolución de vehículo, el cual fue rechazado por Erwin Jiménez
Paredes, Juez titular; sin embargo, el mismo no fue de su conocimiento, toda vez que, el
proceso penal fue remitido el 5 de julio de 2017 al Juzgado de Sentencia Penal Tercero
de la Capital del mencionado departamento; en tal sentido, éste ya no radica en su
Juzgado.
Mirael Salguero Palma y Victoriano Morón Cuéllar, Vocales de la Sala Penal Segunda
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, no presentaron informe escrito ni
acudieron a la audiencia de consideración de la presente acción tutelar, a pesar de su
legal citación cursante a fs. 298.
I.2.3. Intervención de los terceros interesados
Basilio Villca Characayo en representación del Ministerio Público, en calidad de tercero
interesado, en audiencia indicó lo siguiente: a) Dentro del proceso penal de referencia,
se realizó la imputación correspondiente y se solicitó la incautación del vehículo del
impetrante de tutela, pues al interior del motorizado se encontró noventa y cinco
paquetes de marihuana; y, b) Si bien es cierto que se interpuso el incidente de
devolución del vehículo, éste fue presentado después de la etapa preparatoria; por otra
parte, en dicho actuado no se demostró la licitud del dinero para la compra del mismo;
por estas razones, la determinación de las autoridades judiciales fue correcta, al haberse
evidenciado que el motorizado fue utilizado como instrumento para la comisión del
delito; en tal sentido, las Resoluciones judiciales no vulneraron los derechos
fundamentales alegados, ya que en la tramitación del incidente se respetó el debido
proceso, todos los derechos y garantías constitucionales del solicitante de tutela.
Raúl Juan Carlos Massud Añez, Director Distrital de la DIRCABI de Santa Cruz, en
calidad de tercero interesado, no presentó informe escrito ni participó en audiencia de
consideración de la presente acción de amparo constitucional, a pesar de su legal
citación.
I.2.4. Resolución
La Jueza Pública Civil y Comercial Sexta de la Capital del departamento de Santa Cruz,
constituida en Jueza de garantías, a través de la Resolución 05 de 21 septiembre de
2017, cursante de fs. 301 vta. a 305 vta., denegó la tutela solicitada; con base en los
siguientes fundamentos: 1) De los actuados cursantes, se evidencia que dentro del
proceso penal por tráfico de sustancias controladas seguido por el Ministerio Público
contra Juan Pablo Uriona Zabala y otros; se dispuso la incautación del vehículo marca
Toyota, con placa de circulación 1781ADT, de propiedad del accionante; por cuanto el
26 de abril de 2017, dentro del motorizado conducido por Juan Pablo Uriona Zabala se
encontró noventa y cinco paquetes de marihuana; 2) También se pudo verificar que el
impetrante de tutela, interpuso incidente de devolución del vehículo que fue rechazado
tanto por la Jueza de Instrucción Penal Cuarta como por la Sala Penal Segunda del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, determinaciones que el peticionante
de tutela considera atentatorias a sus derechos, al no haberse valorado correctamente los
elementos aportados para acreditar su solvencia económica para adquirir el
motorizado; 3) Los derechos alegados como vulnerados son el debido proceso,
“seguridad jurídica”, defensa, propiedad privada e igualdad entre partes; sin embargo,
con relación al debido proceso, simplemente se hizo un relato de los antecedentes
procesales; y con referencia a la valoración de la prueba, se indicó que la misma no fue
correctamente valorada; empero, de acuerdo a la SCP 1241/2016 de 22 de noviembre, la
adecuada valoración de los hechos y del derecho no es labor propia de la justicia
constitucional, pues aquella es privativa de la jurisdicción ordinaria; razón por la que, en
el presente caso no se puede interpretar la norma penal ni lo que dilucidaron las
autoridades judiciales, mucho menos si no se cumplieron los presupuestos que la
jurisprudencia estableció; y, 4) El demandante de tutela no señaló concretamente qué
elemento del debido proceso fue vulnerado ni el nexo de causalidad entre los hechos y
derechos alegados, tampoco indicó de qué manera la valoración de la prueba se hubiera
apartado del marco de razonabilidad y cuál su relevancia constitucional; en este sentido,
debe considerarse que la jurisdicción constitucional no se constituye en un mecanismo
de impugnación de la labor que efectúan los jueces ni tribunales ordinarios; de ahí que,
en el presente caso, si bien se cuestiona la labor valorativa e interpretativa efectuada por
las autoridades demandadas, la parte accionante no invocó qué criterios interpretativos
no fueron cumplidos o habrían sido desconocidos en las Resoluciones impugnadas,
como tampoco se expuso qué valores supremos no se tomaron en cuenta en la
interpretación que se considera lesiva a sus derechos; consecuentemente, no es posible
entrar al fondo del asunto, pues para ello no resulta suficiente la mera relación de
hechos sino el cumplimiento de los requisitos exigidos.
II. CONCLUSIONES
De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se establece lo
siguiente:
II.1. Auto Interlocutorio 89/2016 de 28 de abril, emitido por el Juez de Instrucción
Penal Cuarto de la Capital del departamento de Santa Cruz; a través del cual, dispuso la
incautación del vehículo marca Toyota, con placa de circulación 1781ADT, de
propiedad de Wilver Orellana Arispe -ahora accionante- (fs. 20 a 21 vta.).
II.2. Memorial de 6 de junio de 2016; por el cual, el impetrante de tutela se apersonó e
interpuso incidente de devolución de vehículo, adjuntando como prueba documental el
Certificado de Propiedad del Registro Único para la Administración Tributaria
Municipal (RUAT) y la Resolución de Transferencia del vehículo marca Toyota, con
placa de circulación 1781ADT (fs. 39 a 40; y, 46 a 47 vta.).
II.3. Memorial de 23 de junio de 2016; mediante el cual, el Ministerio Público -ahora
tercero interesado- contestó el incidente planteado y solicitó se lo deniegue, con el único
argumento que el vehículo fue utilizado como instrumento para la comisión del ilícito
penal (fs. 86 y vta.).
II.4. Memorial de 21 de julio de 2016; a través del cual, Raúl Juan Carlos Massud
Añez, Director Distrital de la DIRCABI de Santa Cruz -ahora tercero interesado- se
apersonó y respondió el incidente de devolución del vehículo, solicitando se lo
deniegue, argumentando que el propietario no habría demostrado el origen lícito de los
recursos económicos para la adquisición del motorizado ni acreditó la relación laboral
entre el chofer y su persona; por lo que, se incumplieron los arts. 71 de la Ley del
Régimen de la Coca y Sustancias Controladas (L1008) -Ley 1008 de 19 de julio de
1988-; y, 253 y 254 del Código de Procedimiento Penal (CPP) (fs.147 y vta.).
II.5. Auto Interlocutorio 29 de 25 de julio de 2016; mediante el cual, Erwin Jiménez
Paredes, Juez de Instrucción Penal Cuarto de la Capital del departamento de Santa Cruz,
rechazó el incidente de devolución del vehículo interpuesto por el impetrante de tutela,
con el argumento que si bien este último demostró que el motorizado es de su propiedad
y que fue adquirido con anterioridad al hecho investigado, no acreditó el origen lícito
del mismo, ya que solamente se limitó a referir que proviene del fruto de su esfuerzo y
sacrificio, sin que este extremo haya sido demostrado objetivamente (fs. 148 a 149).
II.6. Memorial de 18 de octubre de 2016; a través del cual, el peticionante de tutela
interpuso apelación incidental contra el Auto Interlocutorio 29, alegando que con
relación al hecho de no haber demostrado el origen lícito del vehículo, debe
considerarse que: i) El motorizado no es ostentoso al ser modelo 1996, que por su valor
pudo ser adquirido con los sueldos percibidos; ii) Se consintió un contrato verbal de
alquiler del vehículo con el imputado para que éste cumpla el servicio de taxi; iii) Existe
certificado que acredita que su persona prestó servicios en la empresa Inversiones Sucre
S.A. CONCRETEC desde el 1 de enero de 2007, a través de un contrato indefinido y un
salario mensual; iv) Se adjuntó un documento de preliquidación de empleado de 21 de
junio de 2011, recursos que junto con los ahorros de su trabajo pudo adquirir el
vehículo; y, v) El art. 404 del CPP, faculta al recurrente a producir prueba en segunda
instancia, cumpliendo con ciertos requisitos, como es el de adjuntar la documentación
necesaria para probar el hecho alegado (fs. 202 a 203 vta.).
II.7. Auto de Vista 12 de 17 de marzo de 2017; por el que, Mirael Salguero Palma y
Victoriano Morón Cuéllar, Vocales de la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz -ahora codemandados-, declararon admisible e
improcedente la apelación interpuesta por el solicitante de tutela, sobre la base de los
siguientes fundamentos: a) El incidentista no demostró el desconocimiento acerca de
que el vehículo sería utilizado para la comisión del hecho delictivo, pues no cursa el
contrato de alquiler del que hizo referencia; y, b) Tampoco acreditó de dónde obtuvo el
dinero para la adquisición del vehículo, es decir el origen lícito (fs. 224 a 226).
II.8. Solicitud de complementación y enmienda efectuada por el incidentista a través
del memorial de 12 de abril de 2017; en consecuencia, los Vocales codemandados
emitieron el Auto 69 de 17 de abril de 2017, disponiendo no ha lugar a dicha petición
(fs. 231 a 232 vta.).
II.9. Cursa en obrados las siguientes documentales: 1) Preliquidación del Empleado
de 27 de junio de 2011 de la empresa Inversiones Sucre S.A. CONCRETEC, en la que
consigna al accionante como trabajador regular con fecha de ingreso de 1 de enero de
2017, con un sueldo mensual de Bs6 972.-(seis mil novecientos setenta y dos
bolivianos) (fs. 201); 2) RUAT y Resolución de Transferencia del vehículo con placa de
circulación 1781ADT, de 25 de febrero de 2011 (fs. 39 a 40); 3) Certificado de 24 de
junio de 2016 emitido por la Unión de Transportistas Regional Andrés Ibáñez - El
Torno, acreditando la afiliación y trabajo de Juan Pablo Uriona Zabala -imputado-,
demostrando tres años de antigüedad (fs. 88); y, 4) Acta de audiencia de aplicación de
medidas cautelares donde interviene Juan Pablo Uriona Zabala (fs.19).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
El accionante a través de su representante legal denuncia la vulneración de sus derechos
a la propiedad privada; al debido proceso; a la defensa; y, a una justicia plural, pronta,
oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones; toda vez que, las autoridades
demandadas rechazaron el incidente de devolución de vehículo sin considerar que se
demostraron y acreditaron todos los requisitos legales para la procedencia de su
petición; por lo que, solicita la concesión de tutela, la anulación de las Resoluciones
impugnadas y se ordene la emisión de una nueva resolución respetando sus derechos y
garantías constitucionales.
En consecuencia, corresponde en revisión, verificar si tales extremos son evidentes a fin
de conceder o denegar la tutela impetrada; para el efecto, se analizarán los siguientes
temas: i) La revisión de la valoración de la prueba en sede constitucional; ii) El
principio de proporcionalidad en la limitación de derechos fundamentales, respecto a la
aplicación de medidas cautelares; y, iii) Análisis del caso concreto.
III.1. La revisión de la valoración de la prueba en sede constitucional
El entendimiento que asumió este Tribunal respecto a la revisión de la valoración de la
prueba, tiene como antecedes a las SSCC 0129/2004-R de 28 de enero [1] y 0873/2004-R
de 8 de junio[2], en las cuales se establece que dicha actividad es propia de la
jurisdicción ordinaria; sin embargo, abrió la posibilidad que la justicia constitucional
pueda realizar el control tutelar de constitucionalidad, cuando la autoridad hubiere
omitido la valoración de la prueba o se hubiere apartado de los marcos de razonabilidad
y equidad previsibles para decidir; ambos supuestos fueron sistematizados por la SC
0965/2006-R de 2 de octubre[3]. Posteriormente, la SC 0115/2007-R de 7 de marzo [4],
sostiene que también era posible revisar la valoración de la prueba cuando la decisión de
la autoridad se basó en una prueba inexistente o que refleja un hecho diferente al
utilizado como argumento.
En ese marco, la SCP 1215/2012 de 6 de septiembre[5], resume los supuestos de
procedencia de revisión de valoración de la prueba, señalando que la justicia
constitucional debe verificar si en dicha labor las autoridades: a) No se apartaron de los
marcos legales de razonabilidad y equidad; b) No omitieron de manera arbitraria la
consideración de las pruebas, ya sea parcial o totalmente; y, c) Basaron su decisión en
una prueba inexistente o que refleje un hecho diferente al utilizado como argumento.
Por otro lado, en cuanto a los alcances de la revisión de la valoración de la prueba por
parte de la justicia constitucional, la referida SCP 1215/2012, en el Fundamento
Jurídico III.3.2, señaló que dicha competencia:
…se reduce únicamente a establecer la ausencia de razonabilidad y equidad en la labor
valorativa, o bien, si existió una actitud omisiva en esta tarea, ya sea parcial o total; o
finalmente, si se le dio un valor diferente al medio probatorio, al que posee en realidad,
distorsionando la realidad y faltando al principio de rango constitucional, como es la
verdad material, pero en ningún caso podrá pretender sustituir a la jurisdicción
ordinaria, examinando directamente la misma o volviendo a valorarla, usurpando una
función que no le está conferida ni legal ni constitucionalmente.
En este entendido y de la precedente contextualización de línea jurisprudencial referida
a la valoración de prueba, debe considerarse que una de las principales funciones de la
justicia constitucional es la tutela de derechos fundamentales y garantías
constitucionales; en consecuencia, debe ser una premisa en esta su labor el garantizar un
real acceso a la justicia constitucional.
A partir de lo señalado, esta Sala concluye que es posible efectuar la revisión de la
valoración de la prueba, conforme a los siguientes criterios: 1) La valoración de la
prueba es una actividad propia de las juezas y jueces de las diferentes jurisdicciones del
Órgano Judicial o de las autoridades administrativas; 2) La justicia constitucional puede
revisar la valoración de la prueba cuando: 2.i) Las autoridades se apartaron de los
marcos legales de razonabilidad y equidad; 2.ii) Omitieron de manera arbitraria la
consideración de las pruebas, ya sea parcial o totalmente; y, 2.iii) Basaron su decisión
en una prueba inexistente o que refleje un hecho diferente al utilizado en la
argumentación; 3) La competencia de la justicia constitucional en el análisis de la
revisión de la valoración de la prueba, se reduce a establecer la ausencia de
razonabilidad y equidad en la labor valorativa o a constatar una actitud omisiva en esa
tarea o finalmente, si se le dio un valor diferente al medio probatorio, desconociendo el
principio de verdad material; y, 4) Las irregularidades en la valoración de la prueba solo
darán lugar a la concesión de la tutela cuando tengan relevancia constitucional; es decir,
cuando incidan en el fondo de lo demandado y sean la causa para la lesión de derechos
fundamentales y/o garantías constitucionales.
Este entendimiento también fue asumido en la SCP 0014/2018-S2 de 28 de febrero.
III.2. El principio de proporcionalidad en la limitación de derechos
fundamentales, respecto a la aplicación de medidas cautelares
El principio de proporcionalidad fue concebido por la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Plurinacional -SCP 2299/2012 de 16 de noviembre- no solo como una
prohibición de exceso en la actuación del poder, en el entendido que las autoridades de
los diferentes órganos del poder público y las instituciones del Estado, deben actuar
conforme a las competencias otorgadas por la Ley Fundamental, sino también como una
exigencia para que sus funciones sean realizadas bajo limitaciones y responsabilidades
que la Norma Suprema establece, como el respeto a los derechos fundamentales. En ese
entendido, el ejercicio de las funciones y competencias de las autoridades requiere
proporcionalidad, en especial cuando interfiere en el ejercicio de derechos
fundamentales, por cuanto una actuación desproporcionada, quebranta las bases
fundamentales del Estado Plurinacional Constitucional.
El principio de proporcionalidad, de acuerdo a la SCP 2299/2012, se sustenta en la idea
de vinculación de los poderes públicos a los derechos fundamentales, por lo que, una
disminución en el ejercicio de los mismos debe tener una causa justificada y solo en la
medida necesaria. Este principio tiene su fundamento en el carácter inviolable de los
derechos fundamentales reconocidos en el art. 13.I de la CPE y es considerado como un
criterio hermenéutico de imperativa observancia en el ejercicio de cualquier
competencia pública, por cuanto la efectivización de un derecho fundamental no puede
ser limitado más allá de lo que sea imprescindible para la protección de otro derecho
fundamental o bien jurídico constitucional, con la finalidad de evitar el sacrificio
innecesario o excesivo de los derechos fundamentales.
Lo anotado implica, entonces, que la autoridad, al momento de elaborar una ley, emitir
una norma o aplicar una disposición legal que limita un derecho fundamental, debe
efectuar un juicio de proporcionalidad en el que se analice tres aspectos
fundamentales: a) Si la medida limitativa o restrictiva de un derecho fundamental es
idónea o adecuada para la finalidad buscada con la misma; b) Si la medida limitativa o
restrictiva es necesaria, y si acaso, existen otras menos graves, que restrinjan en menor
grado el derecho fundamental, que podrían ser adoptadas en el caso concreto para
alcanzar la finalidad perseguida; y, c) Analizar la proporcionalidad en sentido estricto,
que consiste en dilucidar si la afectación, restricción o limitación al derecho
fundamental no resulta exagerada o desmedida frente a las ventajas que se obtienen con
tal restricción y el cumplimiento de la finalidad perseguida.
El principio de proporcionalidad fue utilizado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH) para el análisis de la limitación al ejercicio de los derechos
humanos, y en especial, con relación a las medidas cautelares en materia penal; por
ejemplo, reiterando el entendimiento emitido en el Caso Chaparro Álvarez y Lapo
Íñiguez vs. Ecuador, la Sentencia de 1 de diciembre de 2016 [6] sobre Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, dispuesta dentro del Caso Andrade Salmón
vs. Bolivia, establece que la aplicación de medidas cautelares, en particular la privación
de libertad, debía ser proporcional, determinando los siguientes criterios en el párrafo
147:
Por el contrario, resulta además necesario que, en el momento de la decisión, las
autoridades judiciales justifiquen: a) que la finalidad de las medidas que restringen ese
derecho sea compatible con la Convención, esto es, el asegurar que el acusado no
impedirá el desarrollo del procedimiento ni eludirá la acción de la justicia, b) la
necesidad de su imposición en el sentido de que sean absolutamente indispensables para
conseguir el fin deseado y que no exista una medida menos gravosa respecto al derecho
intervenido entre todas aquellas que cuentan con la misma idoneidad para alcanzar el
objetivo propuesto, y c) que sean medidas que resulten estrictamente proporcionales, de
tal forma que el sacrificio inherente a la restricción del derecho no resulte exagerado o
desmedido frente a las ventajas que se obtienen mediante tal restricción y el
cumplimiento de la finalidad perseguida. De ese modo, a la hora de analizar la
imposición de ese tipo de medidas, las autoridades judiciales deben basar sus decisiones
en elementos objetivos que puedan indicar que se puedan materializar efectivamente los
peligros procesales que se buscan precaver.
Con relación a la Sentencia del Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Ecuador,
cabe mencionar al Voto Razonado del Juez Sergio García Ramírez[7], quien sostuvo en
el párrafo 7:
En fin de cuentas, pues, las medidas cautelares penales, como cualesquiera restricciones
de derechos fundamentales, debieran ser: a) excepcionales y no ordinarias, rutinarias,
sistemáticas; b) justificadas dentro de un marco preciso de razones y condiciones que
les confieran legitimidad y racionalidad; c) acordadas por autoridad jurisdiccional
independiente, imparcial y competente, que las resuelva con formalidad y exprese los
motivos y los fundamentos en que apoya el mandamiento; d) indispensables para
alcanzar el fin legítimo que con ellas se pretende; e) proporcionales a éste y a las
circunstancias en que se emiten; f) limitadas, tanto como sea factible, en intensidad y
duración; g) revisables periódicamente: por mandato de la ley y por instancia de las
partes, revisión que debe contar con las garantías inherentes a un verdadero régimen
impugnativo (independencia, eficacia y celeridad); h) revocables o sustituibles cuando
se ha rebasado el tiempo razonable de vigencia, tomando en cuenta sus características.
Todo esto, que es aplicable al sistema general de medidas cautelares penales, tiene
especial acento si se piensa en la más severa de aquéllas: la privación cautelar de la
libertad.
En el ámbito interno, estas características están descritas en el art. 221 del CPP, que
establece que la libertad personal y los demás derechos y garantías reconocidas a toda
persona por la Constitución Política del Estado, las Convenciones y Tratados
Internacionales vigentes y el propio Código Procesal Penal, “…sólo podrán ser
restringidos cuando sea indispensable para asegurar la averiguación de la verdad,
el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley” (el resaltado es nuestro). En el
segundo párrafo, el mismo artículo señala que: “Las normas que autorizan medidas
restrictivas de derechos, se aplicarán e interpretarán de conformidad con el art. 7 de este
Código. Estas medidas serán autorizadas por resolución judicial fundamentada, según lo
reglamenta este Código y sólo durarán mientras subsista la necesidad de su aplicación”.
Por su parte, el art. 7 del CPP, respecto a las medidas cautelares y restrictivas -tanto
personales como reales- establece que su aplicación será excepcional y que: “Cuando
exista duda en la aplicación de una medida cautelar o de otras disposiciones que
restrinjan derechos o facultades del imputado, deberá estarse a lo que sea más
favorable a éste” (las negrillas son añadidas); introduciendo en este punto el principio
de favorabilidad que en materia penal tiene rango constitucional y está previsto en el art.
116.I de la CPE.
Conforme a las normas procesales penales y los estándares interamericanos antes
señalados, las medidas cautelares deben ser aplicadas: 1) Con
carácter excepcional; 2) Cuando resulten indispensables para asegurar la averiguación
de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley, lo que supone que las
autoridades judiciales deban realizar en todos los casos de imposición de medidas
cautelares -que suponen una limitación a derechos fundamentales- el juicio de
proporcionalidad precedentemente explicado; 3) Deben ser impuestas a través de una
resolución judicial debidamente fundamentada y motivada; 4) Tienen que ser limitadas
en cuanto a su duración, en tanto subsista la necesidad de su aplicación, y por ende,
también son revocables o sustituibles y revisables periódicamente; y, 5) En caso de
duda respecto a una medida restrictiva de un derecho, deberá aplicarse lo que le sea más
favorable.
Ahora bien, debe recordarse que la incautación es una medida cautelar de carácter
real, que para su aplicación, debe reunir las condiciones señaladas precedentemente. De
acuerdo a la jurisprudencia constitucional, la incautación implica el “…apoderamiento
de los instrumentos y efectos del delito, ordenado judicialmente, a fin de asegurar los
resultados de un juicio o bien para darles el destino lícito correspondiente…” (SCP
0513/2003-R de 16 de abril), cuando se presuma que son bienes sujetos a confiscación.
De acuerdo al art. 254 del CPP, modificado por la Ley de Lucha contra el Tráfico Ilícito
de Sustancias Controladas -Ley 913 de 16 de marzo de 2017-, si existen indicios
suficientes acerca de la condición de bienes sujetos a incautación o confiscación, la
autoridad judicial dispondrá mediante resolución fundamentada, su incautación e
inventario, la anotación preventiva de la resolución de incautación, tratándose de bienes
sujetos a registro y su entrega a la DIRCABI.
Ahora bien, es evidente que como establece el art. 255.I del CPP, es posible que la
persona afectada presente un incidente sobre la calidad de los bienes, en el que se
debatirá:
1) Si el bien incautado está sujeto a decomiso o confiscación de acuerdo a Ley;
2) Si el bien incautado ha sido adquirido en fecha anterior a la resolución de
incautación y con desconocimiento del origen ilícito del mismo o de su utilización como
objeto del delito. En todo caso deberá justificar su origen.
Cabe aclarar que, el imputado únicamente puede fundar su incidente en la primera
causa, en tanto que si el que formula el mismo es una tercera persona, puede fundarlo en
las dos causales; lo que supone que la autoridad judicial deberá analizar si
efectivamente los bienes en cuestión están sujetos a incautación o decomiso y si se
demostró que el bien fue adquirido con anterioridad a la incautación y con
desconocimiento del origen ilícito o de su utilización como objeto del delito.
Analizados estos aspectos, la autoridad judicial a través de una resolución
fundamentada, puede ratificar la incautación del bien objeto del incidente o revocarla.
En el marco de los requisitos señalados precedentemente para la imposición de medidas
cautelares de carácter real, la autoridad judicial deberá asumir que la medida de
incautación: i) Sólo puede ser dispuesta respecto a bienes sujetos a decomiso o
confiscación; ii) Que una vez constatado ese extremo, la medida podrá ser mantenida si
no se demuestran las dos causales previstas en el art. 255 del CPP, que fueron
previamente analizadas; y, iii) Sin embargo, se debe aclarar que en dicha labor -en el
marco de los precedentes interamericanos que forman parte del bloque de
constitucionalidad- y nuestro propio procedimiento penal, debe analizarse si la misma
resulta indispensable para cumplir con su finalidad, cual es, de acuerdo a la
jurisprudencia constitucional, asegurar los resultados del juicio o darles el destino lícito
correspondiente, aplicando si corresponde, lo que sea más favorable para el
incidentista; esto supone, evidentemente, efectuar un juicio de
proporcionalidad, que implica el análisis de su idoneidad, adecuación, necesidad y
proporcionalidad en sentido estricto.
III.3. Análisis del caso concreto
Conforme los antecedentes procesales descritos en Conclusiones de la presente
Sentencia Constitucional Plurinacional y la jurisprudencia glosada en los Fundamentos
Jurídicos precedentes; y toda vez que, la problemática planteada está vinculada a la
revisión de la valoración de la prueba, esta Sala ingresará al análisis de dicha
valoración.
Así, de la minuciosa revisión de obrados y de la lectura de las Resoluciones judiciales
ahora impugnadas, este Tribunal advierte que las autoridades demandadas al tiempo de
considerar la prueba presentada por el incidentista -ahora accionante-, se apartaron de
los marcos legales de razonabilidad y equidad, por cuanto se denegó la devolución de su
vehículo en base a dos argumentos centrales, como fueron el hecho de no demostrarse la
adquisición lícita del mismo y el desconocimiento de su uso para la comisión del hecho
delictivo; sin embargo, con relación al primer argumento, el incidentista presentó
prueba fehaciente de la propiedad del motorizado, además demostró tener ingresos fijos
mensuales como asalariado desde la gestión 2007 y el cobro de beneficios sociales que
conjuntamente los sueldos percibidos, hacen posible la compra lícita del vehículo,
tomando en cuenta la gestión de adquisición -año 2011-, fundamentalmente sus
características y su posible valor comercial; en este sentido, el hecho que las autoridades
judiciales no hayan realizado un análisis de los ingresos demostrados por el accionante;
las características de vehículo incautado -auto tipo taxi de veinte años de antigüedad- y
la factibilidad de su adquisición con estos recursos, evidencia una falta de razonabilidad
y equidad en su labor intelectiva al tiempo de considerar la prueba presentada en
relación a este extremo.
Por otra parte y en referencia al desconocimiento del uso del vehículo para la comisión
del hecho delictivo; el incidentista alegó un contrato verbal de alquiler con el imputado
sobre el motorizado, para que este último realice el servicio de taxi; situación que si
bien no pudo ser demostrada documentadamente por las características de la relación
contractual; no es menos cierto que el imputado manifestó en la audiencia de medidas
cautelares, que efectivamente el vehículo no era de su propiedad y que lo alquilaba para
prestar el referido servicio, aseveración que conjuntamente la certificación laboral del
imputado que acredita su actividad como taxista -Conclusión II.9 inc. 3)-, debió ser
considerada por las autoridades judiciales en el marco de la equidad y razonabilidad, al
tiempo de considerar la devolución del automóvil, máxime si durante la tramitación del
proceso investigativo, el incidentista jamás fue sindicado o procesado en ningún grado
de participación criminal en el hecho delictivo, aspecto que hace inferir mucho más de
su desconocimiento respecto a la actividad que realizaba el imputado con su
motorizado, pues de lo contrario hubiese tenido necesariamente que ser mínimamente
sindicado en la participación del hecho.
Por todo lo expuesto, se evidencia que las pruebas no fueron compulsadas de forma
razonable ni equitativa por las autoridades judiciales demandadas; debiendo aclararse
que si los mismos tenían dudas sobre el cumplimiento de los presupuestos para la
procedencia de la devolución del vehículo en cuestión, debieron someter su análisis al
test de proporcionalidad, y en su caso, aplicar el principio de favorabilidad previsto en
el art. 7 del CPP. Así, el carácter inviolable de los derechos fundamentales reconocido
en el art. 13.I de la CPE, obligaba a los Vocales demandados a realizar un juicio de
proporcionalidad a partir de los elementos anotados en el Fundamento Jurídico III.2 de
la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, que se resumen en la idoneidad,
necesidad y proporcionalidad de la medida de incautación adoptada contra el vehículo
del accionante, que es una persona ajena al hecho delictivo. En ese orden, correspondía
a los Vocales demandados, fundamentar y motivar:
a) Si la continuidad de la medida de incautación adoptada contra el vehículo del
impetrante de tutela -que es limitativa o restrictiva al derecho a la propiedad-
era idónea o adecuada para alcanzar la finalidad perseguida por dicha medida; es decir,
asegurar los resultados del juicio o darle el destino lícito correspondiente, considerando
además, que en el caso analizado, el accionante no fue sindicado en el proceso en
ningún grado de participación criminal;
b) Si existe la necesidad de mantener la medida de incautación adoptada contra el
vehículo del demandante de tutela, negando su devolución para asegurar la finalidad
que se persigue con la incautación, o de lo contrario, es una medida que sacrifica
innecesaria y excesivamente el ejercicio del derecho a la propiedad del accionante,
máxime si el imputado aseveró en la audiencia de medidas cautelares, que
efectivamente el vehículo no era de su propiedad y que lo alquilaba del solicitante de
tutela, quien no fue sindicado en el proceso para prestar el servicio de taxi. Dicho de
otra forma, los Vocales demandados deben fundamentar y motivar, si mantener la
medida de incautación adoptada contra el vehículo del accionante, negando su
devolución, es absolutamente indispensable para conseguir el fin deseado; pues de lo
contrario, corresponde exonerar dicho bien de la incautación, conforme establece el art.
255 del CPP, que fue explicado en el Fundamento Jurídico III.2 de este fallo
constitucional; y,
c) Si existe una proporcionalidad en sentido estricto, analizando si la restricción
al derecho a la propiedad del dueño del vehículo incautado, no resulta desmedida frente
a las ventajas vinculadas a la finalidad de la incautación; en otras palabras, correspondía
analizar si se justificaba mantener la incautación y la restricción del derecho a la
propiedad para salvar los resultados del juicio o darles un destino lícito; considerando
de un lado, que la medida de incautación supone una limitación en intensidad grave al
derecho a la propiedad privada, por cuanto le impide al accionante ejercerlo sobre el
vehículo incautado; por otro lado, que el imputado, de acuerdo a la información
otorgada en audiencia, se sometió a juicio abreviado y se encuentra en libertad; y
finalmente, que el peticionante de tutela no participó en ningún grado en el hecho
delictivo.
Cabe señalar que se advierte en el presente caso, una inobservancia al principio de
verdad material, que como consecuencia directa de los postulados propios del Estado
Constitucional debe irradiar de contenido a todos los ámbitos de la vida jurídica, en
especial a las resoluciones judiciales, mismas que en este asunto, rechazaron el
incidente de devolución de vehículo, sin considerar los elementos probatorios conforme
a la razón y justicia, extremo que habilitó a esta jurisdicción constitucional verificar y
corroborar, que en la labor desarrollada por la Jueza y los Vocales demandados se
vulneraron el derecho a la propiedad privada del solicitante de tutela, por cuanto se le
impuso una limitación desproporcionada a ese derecho, sin efectuar el juicio de
proporcionalidad que exige toda restricción al mismo; igualmente se lesionó la garantía
del debido proceso, que tiene como uno de sus elementos a la valoración razonable de la
prueba, conforme lo señaló la amplia jurisprudencia constitucional -SSCC 0365/2005-
R, 0871/2010-R y 2227/2010-R; y, SCP 0873/2014 de 12 de mayo, entre otras-, lo que
indudablemente repercute en el derecho a la defensa del demandante de tutela y en la
garantía a una justicia pronta y oportuna, contenida en el art. 115 de la CPE.
Cabe aclarar, que si bien se concede la tutela tanto con relación a la Jueza demandada
como respecto a los Vocales codemandados; sin embargo, solo se dispondrá la
anulación de los Autos de Vista pronunciados por estas últimas autoridades; pues, en el
marco de una interpretación previsora, se busca la finalidad de no dilatar la ejecución de
la tutela a los derechos del accionante, dispuesta en este fallo constitucional.
Finalmente, es preciso hacer referencia a los fundamentos de la Jueza de garantías,
que a través de la Resolución 05 de 21 de septiembre de 2017 -que se revisa-, denegó
la tutela solicitada, con el fundamento que la adecuada valoración de los hechos y del
derecho, no es labor propia de la justicia constitucional, sino de la jurisdicción
ordinaria; sin embargo, conforme a la jurisprudencia citada en el Fundamento Jurídico
III.1 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, es posible la revisión de
dicha valoración cuando las autoridades jurisdiccionales demandadas se apartaron de los
marcos legales de razonabilidad y equidad, que es lo que aconteció en el caso analizado;
consecuentemente, correspondía que la Jueza de garantías examine la valoración de la
prueba efectuada por los demandados.
En consecuencia, la Jueza de garantías al denegar la tutela impetrada, no efectuó una
adecuada compulsa de los datos del proceso.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda; en virtud de la autoridad
que le confieren la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal
Constitucional Plurinacional; en revisión, resuelve: REVOCAR la Resolución 05 de 21
septiembre de 2017, cursante de fs. 301 vta. a 305 vta., pronunciada por la Jueza Pública
Civil y Comercial Sexta de la Capital del departamento de Santa Cruz; y en
consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada con relación a los Vocales de la Sala
Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz y a la Jueza de
Instrucción Penal Cuarta de la Capital del mismo departamento, por la limitación
desproporcionada a la propiedad privada del impetrante de tutela, sin efectuar el juicio
de proporcionalidad; así como por la vulneración a la garantía del debido proceso, que
tiene como uno de sus elementos la valoración razonable de la prueba; y en conexitud,
por la lesión del derecho a la defensa y a la garantía a una justicia pronta y oportuna de
la parte accionante -contenida en el art. 115 de la Norma Suprema-; disponiendo:
1º Dejar sin efecto el Auto de Vista 12 de 17 de marzo de 2017 y el Auto 69 de 17 de
abril de igual año, de complementación y enmienda, emitidos por la Sala Penal Segunda
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz; y,
2º Que, la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz,
en el plazo de tres días de notificada con esta Sentencia Constitucional Plurinacional,
emita una nueva resolución en la que:
1) Se efectúe una valoración razonable de la prueba, analizando la prueba referida a la
propiedad del vehículo, los ingresos del accionante, el cobro de beneficios sociales, las
características del motorizado incautado y su antigüedad; así como la afirmación de la
existencia del contrato verbal a partir de las declaraciones del imputado y la
certificación laboral del mismo; aplicando en lo pertinente, el principio de favorabilidad
previsto en el art. 7 del Código de Procedimiento Penal; y,
2) Se efectúe el juicio de proporcionalidad en el marco de lo explicado en el
Fundamento Jurídico III.2 de este fallo constitucional, en protección de los derechos a la
propiedad privada del accionante; y,
3º Exhortar y recordar a la Jueza Pública Civil y Comercial Sexta de la Capital del
departamento de Santa Cruz, constituida en Jueza de garantías, así como a otras y otros
jueces; y, tribunales de garantías, que corresponde la revisión de la valoración de la
prueba cuando se constate que las autoridades demandadas se apartaron de los marcos
legales de razonabilidad y equidad, con la finalidad de lograr un acceso real y efectivo a
la justicia constitucional.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.
Fdo. MSc. Julia Elizabeth Cornejo Gallardo
MAGISTRADA
Fdo. MSc. Carlos Alberto Calderón Medrano
MAGISTRADO
[1]El FJ III.3, expresa: “No obstante lo referido precedentemente, cabe también indicar
que, en resguardo de los derechos fundamentales a la seguridad jurídica, el acceso a la
justicia y a una tutela efectiva, propios de la víctima que plantea la denuncia ante el
Ministerio Público para que cumpla con su función de promover la acción de la justicia
para perseguir y sancionar al autor del delito, este Tribunal puede analizar la conducta
omisiva del representante del Ministerio Público, el juez cautelar u otra autoridad
competente para intervenir en la etapa preparatoria; conductas omisivas expresadas,
entre otras, en no recibir, producir o compulsar cierta prueba inherente al caso, en no
recibir o providenciar memoriales denegando el derecho de petición, en no realizar
actos solicitados por las partes a fin de demostrar su acusación o desvirtuar la misma, en
negar el trámite de las impugnaciones o, en su caso, en la no aplicación objetiva de la
Ley pertinente al caso; en consecuencia, la denuncia sobre las omisiones referidas podrá
ser de conocimiento de este Tribunal y examinado el caso, se tendrá o no que otorgar la
tutela”.
[2]El FJ III.3, sostiene: “Por otra parte, también es preciso recordar que la compulsa de
las pruebas que se aporten con el fin de obtener la cesación de la detención preventiva,
es facultad exclusiva del Juez Cautelar que esté a cargo del control de la investigación,
pues en los únicos casos que este Tribunal puede intervenir en la revisión de dicho
análisis será cuando el juzgador se hubiera apartado de las previsiones legales que rigen
el acto procesal como de los marcos de razonabilidad y equidad previsibles para decidir,
si estos casos no se dan, esta jurisdicción no puede intervenir para dejar sin efecto la
resolución que conceda la cesación o la rechace, ya que ello importaría una doble
valoración de la prueba”.
[3]El FJ III.2, señala: “Ahora bien, siendo competencia de la jurisdicción constitucional,
revisar excepcionalmente la labor de valoración de la prueba desarrollada por la
jurisdicción ordinaria, únicamente, se reitera, cuando en dicha valoración: a) exista
apartamiento de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para decidir;
o, b) cuando se haya adoptado una conducta omisiva expresada, entre otras, en no
recibir, producir o compulsar cierta prueba inherente al caso y, su lógica consecuencia
sea la lesión de derechos fundamentales y garantías constitucionales; dicha competencia
del Tribunal Constitucional, se reduce, en ambos casos, a establecer la ausencia de
razonabilidad y equidad en la labor valorativa o la actitud omisiva en esta tarea, pero en
ningún caso a sustituir a la jurisdicción ordinaria examinando la misma”.
[4]El FJ III.3, indica: “Ahora bien, analizados los actos de las autoridades recurridas; en
primer término los del Juez que resolvió el incidente, se debe manifestar que ha
efectuado una valoración de la prueba existente en obrados del incidente que dio lugar
al presente amparo constitucional; y tal como fue expuesto, dicha labor le corresponde
en forma exclusiva a su autoridad, no pudiendo este Tribunal efectuar un nuevo examen
de dichos medios probatorios, a no ser que la sindéresis del referido Juez exceda de los
marcos de razonabilidad y equidad previsibles, desde el punto de vista de la certeza con
que el material probatorio fue examinado, para asumir una decisión basada en la sana
crítica; dicho de otro modo, este Tribunal, para procurar la vigencia material de los
derechos fundamentales de las personas, puede analizar la valoración efectuada por los
jueces ordinarios, cuando dicha apreciación no es verificable en la prueba utilizada por
la autoridad judicial; por tanto, supone que el Juez asumió su decisión en una prueba
inexistente, o que demuestra hechos diferentes a los que se utiliza como sustento de la
Resolución judicial. En consecuencia, además de la omisión en la consideración de la
prueba, que según la SC 0419/2006-R anteriormente citada es causal de excepción de la
subregla de no valoración de la prueba, otra excepción se da cuando la autoridad
judicial basa su decisión en una prueba inexistente o que refleja un hecho diferente al
utilizado como argumento”.
[5]El FJ III.3.2, establece: “En resumen, por regla general, la jurisdicción constitucional
está impedida de ingresar a valorar la prueba, por ser una atribución conferida privativa
y exclusivamente a las autoridades jurisdiccionales o administrativas; empero, tiene la
obligación de verificar si en dicha labor: a) Las autoridades no se apartaron de los
marcos legales de razonabilidad y equidad; b) No omitieron de manera arbitraria la
consideración de ellas, ya sea parcial o totalmente; y, c) Basaron su decisión en una
prueba inexistente o que refleje un hecho diferente al utilizado como argumento”.
[6]Corte IDH, Caso Andrade Salmón vs. Bolivia (2016), párrafo 147.
Disponible en: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_330_esp.pdf
[7]Corte IDH, Caso Chaparro Álvarez y Lapo Íñiguez vs. Bolivia (2007), Voto
Razonado del Juez Sergio García Ramírez, párrafo 7. Disponible en:
http://www.corteidh.or.cr/CF/Jurisprudencia2/busqueda_casos_contenciosos.cfm
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