Acuerdo 438-2021

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SAIN MARCELO FABIAN C/ PROVINCIA DE SANTA FE S/ AMPAROS


21-04192863-5
Cámara de Apelación Laboral (Sala III)
N° 438 Rosario, 03 de noviembre de 2021.-

Y VISTOS : Los presentes caratulados “SAIN MARCELO


FABIAN c/ PROVINCIA DE SANTA FE s/ ACCION DE AMPARO”,
CUIJ 21-04192863-5, venidos del Juzgado de Primera Instancia
Laboral N° 2 de la ciudad de Rosario, en virtud del recurso de
apelación opuesto por la actora, ante el rechazo in limine, mediante
decreto de fecha 22.10.21, de la acción de amparo intentada.
Y CONSIDERANDO :
Pasados los autos a estudio, los Sres. Vocales dijeron en el
siguiente orden:
El Dr. Pastorino dijo: a título de introducción al tema, para
un mejor tratamiento y resolución, corresponde desglosar
determinadas situaciones que surgen del expediente de marras,
que estimo, deben ser expresamente detalladas y valoradas.
I.- Presentada el acción de amparo, de carácter excepcional e
interpretación restrictiva, el magistrado designado, en uso de la
facultad que le asigna el art. 6 de la ley 10456, la rechaza in
límine, por considerarla “inadmisible”.
Realiza tal aseveración, mediante un simple y abreviado
decreto en el que sólo menciona una serie de situaciones
meramente enunciativas (fallo de la CSJSF, causa política, y no
direccionado a auto o resolución definitiva) eludiendo ahondar en
cada una de ellas los fundamentos de su rechazo, lo que se
traduce en un mero dogmatismo, que no se compadece con el
potencial mérito que debió guardar al respecto, lo que al menos
mereció plasmarse mediante el dictado de un auto interlocutorio.
De tal modo, se evidencia por parte del magistrado
interviniente, una absoluta orfandad argumental en los términos de
la decisión tomada.
II.- Ante lo visto sobre la instrumentación del rechazo, la
actora debió haber interpuesto recurso de revocatoria y apelación en
subsidio, dado que para la apelabilidad de los decretos y autos
dictados sin sustanciación se alzan las disposiciones del art. 347
CPCC, conforme la aplicación supletoria, y reenvío implícito a las
normas rituales civiles y comerciales (cfr. art. 13 Ley 10.456).
Así, tratándose de un decreto dictado sin sustanciación,
correspondía articular la reposición a fin de que el juez de grado
revisara su postura, o bien brindara los argumentos de su rechazo.
Por el contrario, la quejosa formuló directamente la apelación, lo que
estimo aconteció con sostén en el art. 10 Ley 10.456.
En tal sentido, es sabido que existen diferentes posturas en
cuanto al tema, que la CSJSF abordó en autos “Saborido Osmar
Dardo y ots. c/Escuela de Enseñanza Media Particular incorporada N°
3031 San Antonio de Padua -Acción de Amparo s/Recurso de
Inconstitucionalidad”, A y S. t. 182, p. 230-235, del 25.09.02,
señalando que, “... pone en evidencia que el elemento común de las
respuestas reseñadas, independientemente que conduzcan a negar o
afirmar la vigencia del recurso de reposición dentro del régimen
recursivo del amparo, es lograr el mayor respeto posible a la
economía y celeridad procesal que deben imperar en este tipo de
procedimiento”.
Esta Sala Tercera del Trabajo que integro, se ha expedido al
respecto en autos “Pereira Sergio c/SERPI SRL s/Amparo y cautelar”
(Auto N° 226 de fecha 06.07.21).
En los presentes, si bien lo referido, de la conjunción de la
particularidad de la pretensión, los principios constitucionales en
juego, el fin de preservar el derecho de defensa y dar respuesta a
una efectiva tutela judicial, es que entiendo corresponde el
tratamiento del recurso impetrado.
III.- Abocados a los términos del recurso interpuesto, el quejoso
introduce en sus agravios; “Absoluta falta de fundamentación”, “La
acción de amparo y la declaración de inconstitucionalidad”, “En torno
al anterior pronunciamiento de la Corte”, “Las cuestiones políticas no
judiciables” y, “El inoponible requisito de definitividad de auto o
resolución”.
Abordando el primer agravio, tal como lo expresara en el punto
I.-, la carencia de fundamentación luce palpable a la simple lectura
de la providencia venida en crisis, sin que el juez de grado
descifrase el porqué de cada una de las situaciones enumeradas, lo
que sin margen de duda enerva el mandato constitucional provincial
del art. 95 al exigir “motivación suficiente”.
De tal modo, del juego armónico del precepto referido y la
norma procesal inserta en el art. 362 del CPCC, ante la verificada
precariedad argumental por parte del magistrado interviniente
plasmada en el decreto definitorio de fecha 22 de octubre de 2021,
corresponde receptar la queja respecto del primer agravio, lo que
torna inoficioso el tratamiento de los restantes.
En consecuencia, y sin que signifique adelantar opinión sobre
la procedencia o no de la acción intentada, corresponde -conforme
las pautas referidas- declarar la nulidad de la providencia en
cuestión y los actos que sean su consecuencia, debiéndose remitir
los autos al juzgado que por nominación corresponda, a los fines
de que se imponga de la demanda incoada.
A la misma cuestión, el Dr. Angelides dijo: Coincido con los
fundamentos y resultado del voto precedente. Abundando, agrego:
1.
El punto tercero del decreto dictado el 22/10/21, resuelve la
acción de amparo iniciada, declarando su inadmisibilidad.
Entonces, más allá de la forma adoptada (decreto) el acto -al
rechazar la acción- es asimilable a una sentencia, y por lo tanto
impugnable conforme lo dispuesto por el art. 10 de la ley 10456.
2.
Como estima el Dr. Pastorino, le asiste la razón a la quejosa
en que el acto que impugna carece de fundamentación. Es que se
advierte con meridiana claridad, que el juez de primera instancia no
brinda los motivos de hecho y derecho, con referencia a la acción
deducida, por los cuales resuelve declararla inadmisible.
Así, expresa en el punto individualizado (siendo los restantes
de forma):
“3) Atento el objeto del amparo -búsqueda de la declaración
de inconstitucionalidad de la ley 14.016 (modif. Ley 13.013 y conc.)
tema sobre el cual se expidió la Corte Local (Expte. 21-03678784-5),
sumado a que numerosos párrafos el proponente alude a una causa
política -por ende exlcuido del análisis de la Justicia
(WWW.saij.gob.ar/FA20000018) -y que el remedio heroico no está
dirigido contra a un auto o resolución definitiva de órgano alguno; al
amparo; no ha lugar por inadmisible (art. 6 Ley 10.456).” (sic, fs. 66).
En la primera afirmación, sobre el “objeto del amparo”, el juez
de primera instancia no individualiza el acto que el accionante estima
lesivo de derechos de índole constitucional. A su vez, el aserto que
“sobre el tema” se expidió la CSJSF, sin más, no se erige en
fundamento válido, por cuanto el magistrado no alude a la identidad
entre las causas, ni al motivo por el cual entendería que en el caso,
lo resuelto en el precedente que señala, es de obligatorio
seguimiento. Además, no expresa compartir o hacer suyo el criterio
de la mayoría del Máximo Tribunal, eludiendo brindar su opinión.
Continuando, “suma”, “a que numerosos párrafos el proponente
alude a una causa política” (sic). No individualiza los párrafos a los
que referiría, ni fundamenta el motivo por el cual consideraría que el
amparo se dirige contra una decisión política. En su caso, debió
expresar cuál es, y porqué.
Finalmente, adiciona, “-y que el remedio heroico no está
dirigido contra a un auto o resolución definitiva de órgano alguno;”
(sic). Resulta inadmisible, que siquiera individualice el acto (“auto o
resolución”) contra el cual se dirigiría -a su criterio- la acción.
Tampoco expresa el motivo por el cuál -a su entender- no sería o no
se asimilaría, a uno de carácter definitivo.
El dogmatismo apuntado aparece de toda evidencia.
Abundando, y soslayando las falencias de redacción, las meras
afirmaciones resultan también confusas, no pudiendo siquiera
colegirse qué entendió el juez de grado sobre la finalidad que
perseguía la acción de amparo en el caso concreto.
3.
Conforme directriz constitucional, toda decisión judicial debe
estar suficientemente fundada (conf. arts. 1, 18 y 33 CN; art. 95
CPSF). La constitución de nuestra provincia, en su art. 95 dispone
que las sentencias y los autos interlocutorios, bajo pena de nulidad,
deben tener motivación suficiente. Huelga abundar al respecto.
Es que la jurisdicción debe brindar al justiciable los motivos
por los cuales toma determinada decisión, en el caso, la
declaración de inadmisibilidad de una acción de amparo. Las meras
afirmaciones dogmáticas resultan intolerables para el Poder
Judicial, a la par que niegan la respuesta motivada que el
justiciable merece.
Coincidiendo con Luigi Ferrajoli, a diferencia de cualquier otra
actividad jurídica, la jurisdiccional es una actividad prescriptiva que
tiene por necesaria justificación una motivación en hecho y
derecho, total o parcialmente cognoscitiva; y es que el poder
judicial, en contraste con otros poderes públicos, no admite una
legitimación de tipo representativo o consensual, sino sólo una
legitimación de tipo racional y legal, precisamente por el carácter
cognoscitivo de los hechos y de su calificación jurídica (Ferrajoli,
Luigi; “Derecho y razón”, ed. 3°; Madrid, Trotta, 1998, págs. 544 y
sgtes.).
4.
De acuerdo con lo tratado precedentemente, el punto tercero
del decreto dictado por el juez de primera instancia, ya
individualizado, es nulo.
La nulidad de que se trata, es de orden público. La ausencia
de fundamentación, conforme se consideró, es notoria.
Por su parte, más allá de la claridad de la Constitución de la
Provincia de Santa Fe sobre la nulidad que impone sin
condicionamientos, puede advertirse perjuicio, v.gr., al violarse el
derecho de defensa, atento que el perdidoso carece de
consideraciones de las cuales agraviarse. También, en cuanto
conculca el derecho a la doble instancia, por no haber recaído
sentencia fundada en la primera.
5.
Consecuencia de lo considerado, es que el Tribunal debe
pronunciar la nulidad del punto “3” del decreto dictado por el juez
de grado en fecha 22 de octubre de 2021, obrante a fojas 66 de
autos, por ausencia de motivación -ello, más allá de que el
impugnante no haya interpuesto el recurso pertinente (conf. art. 125
CPCC)- y remitir los autos al juzgado que corresponda conforme el
orden de nominación, a los fines de que se pronuncie sobre la
admisibilidad de la acción iniciada, y, en su caso, le imprima el
trámite de ley, así también sobre la medida cautelar.
Al respecto, si bien el art. 362 CPCC, de aplicación subsidiaria,
dispone que si la nulidad proviniese de la forma o contenido de la
resolución, el Tribunal de Alzada deberá declararla y dictar la que
corresponda, en el caso se advierte, por un lado, que la eventual
declaración de admisibilidad implicará la tramitación de la causa, que
deberá efectuarse en primera instancia. Además, la afirmación del
juez de grado, que sobre el tema, “se expidió la Corte Local”, lo
condiciona sobre una futura resolución, en caso de que -ante una
eventual declaración de admisibilidad- le sea devuelto el expediente.
Así también debe declararse la nulidad del proveído por el cuál
el juez de primera instancia, el 27/10/21, concede el recurso de
apelación (art. 129 CPCC).
A la misma cuestión la Dra. Aseff dijo: que coincido con los
fundamentos y la decisión de los Vocales que me precedieron en el
voto, a lo que deseo agregar, solo a mayor fundamentación:
Que si bien la Constitución Nacional no consagra la doble
instancia como presupuesto de la defensa en juicio puesto que su
inviolabilidad sólo exige que el litigante sea oído, sin depender,
necesariamente, del número de instancias que las leyes procesales
establezcan según sea la naturaleza de la causa, puesto que no está
contenida en el art. 75 inciso 12 en relación a los asuntos que
corresponde legislar a las jurisdicciones locales, ni emana de la
formulación genérica de la garantía contemplada en el art. 18 que
consagra la inviolabilidad de “la defensa en juicio de la persona y de
los derechos”, ni de las normas referentes a la justicia nacional (art.
108 y ss.), ni del artículo 5º, que sólo exige a las provincias el
aseguramiento de la administración de justicia, en caso de duda
sobre su procedencia, debe estarse a su favor.
Oscar Zas, partiendo del art. 8.- 1. de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos que se titula “Garantías Judiciales”, explica
que éstas son referidas a la determinación de los derechos y
obligaciones de toda persona, incluyendo expresamente en su
enumeración (que no es taxativa) a las obligaciones de orden
laboral, entendiendo que lo legislado y decidido en materia penal
debe extenderse como igual garantía para el proceso laboral.
Analizando los sistemas adoptados por distintas
constituciones provinciales, Loutayf Ranea, sin perjuicio de insistir
en que la doble instancia no hace a la garantía de la defensa en
juicio, recomienda llevar a cabo una interpretación sistemática de
todo el articulado de cada Constitución para determinar si la
alusión a las “cámaras de apelaciones”, o “tribunales de
apelaciones” o al “recurso de apelación” se hace como exigencia de
la doble instancia en todos los casos – como sucede en esta
provincia – si se deja librada a la ley la determinación de los
supuestos en los que debe existir y los que no, o si se trata de la
enunciación de una simple posibilidad, pero que no lleva
necesariamente a su exigencia, salvo que la doble instancia
estuviera instituida por ley - en cuyo caso integra este concepto -
por lo que la frustración injustificada a su acceso configuraría un
agravio cierto a esta garantía, lo que justifica la decisión aquí
adoptada de remitir los autos al tribunal que por orden de
nominación corresponda, a fin de asegurar el pleno derecho de
defensa de ambas partes.
En tal sentido Bidart Campos enseña (en “Manual de la
Constitución Reformada”, Ediar, Buenos Aires, 2003, Tomo II, P.
331/332) que conforme a la jurisprudencia de la CSJN, si en
cualquier clase de proceso la ley ha establecido la doble instancia,
es inconstitucional impedir el acceso a ella.
Habida cuenta de que luego de la reforma del año 1994, la
incorporación a la Constitución Nacional de algunos tratados
internacionales que consideran a la doble instancia jurisdiccional
como una garantía más del debido proceso, ha modificado la
situación normativa, puesto que a partir de su incorporación estos
instrumentos han alcanzado la misma jerarquía que la Constitución,
operando como fuente externa del sistema de derechos.
La incorporación de distintos pactos internacionales a nuestro
derecho interno mediante su expresa ratificación, unida a la manda
de la cláusula contenida en el art. 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional indicarían, entonces, como tendencia, que la doble instancia
debe ser entendida como una garantía de raigambre constitucional
“en ascenso” que debería ser escrupulosamente respetada en todos
los casos, aunque como es sabido, no todas las posiciones son
coincidentes en cuanto a la jerarquía normativa que le otorgan a las
reglas contenidas en estos pactos.
Es que el art. 8 - 2. h) de la Convención consagra la garantía
de recurrir todo fallo ante un juez o tribunal superior, la que, reitero,
no se limita solamente al proceso penal, según lo sostiene la propia
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que se extiende a
todos los órdenes jurisdiccionales enunciados en el numeral 1 del
artículo 8, incluido el laboral.
En este sentido, cabe señalar que la CSJN se remitió a los
precedentes de este tribunal para fundar el alcance del debido
proceso establecido en art. 8 -1. del Pacto de San José de Costa
Rica, habiendo dicho:
“…Que, por su parte, la Corte Interamericana ha señalado que
“es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un
Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención
Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también
están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de
las disposiciones de la Convención no se vean mermados por la
aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio
carecen de efectos jurídicos”. En otras palabras, el Poder Judicial
debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las
normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado sino
también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte
Interamericana, intérprete última de la Convención Americana (CIDH
Serie C Nº 154, caso “Almonacid” del 26 de septiembre de 2006,
parágrafo 124) (CSJN, M 2333.XLII, 13.07.2007, “Mazzeo Julio Lilo y
otros”).
“De todos modos, parece ineludible la obligatoriedad para los
jueces y tribunales argentinos de la doctrina establecida por la
Corte Interamericana en los casos del Tribunal Constitucional,
Baena y Bronstein, por aplicación de la propia jurisprudencia
constante y reiterada de la CSJN respecto a la obligatoriedad de la
interpretación de las normas de la Convención realizada por el
máximo tribunal americano (conforme a los precedentes “Giroldi”
del 07.04.95, “Verbitsky” del 03.05.05 y “Simón” del 14.06.05).
“Con relación al derecho de recurrir consagrado en el art.
8.2.h. de la Convención Americana, la CIDH ha señalado (en el
caso “Herrera Ulloa c/ Costa Rica”, sentencia del 02.07.2004):
“…el derecho de recurrir el fallo es una garantía primordial
que se debe respetar en el marco del debido proceso legal, en aras
de permitir que una sentencia adversa pueda ser revisada por un
juez o tribunal distinto y de superior jerarquía orgánica. El derecho
de interponer un recurso contra el fallo debe ser garantizado antes
de que la sentencia adquiera calidad de cosa juzgada. Se busca
proteger el derecho de defensa otorgando durante el proceso la
posibilidad de interponer un recurso para evitar que quede firme
una decisión que fue adoptada con vicios y que contiene errores
que ocasionarán un perjuicio indebido a los intereses de una
persona…” (Publicado en el libro de mi autoría “Laboralia”. Editorial
Juris, Rosario, 2011, Páginas 241/247).
En virtud de lo expuesto precedentemente, la Sala Tercera
(integrada) de la Cámara de Apelación en lo Laboral de Rosario,
RESUELVE : 1. Declarar la nulidad del punto “3” del decreto dictado
en fecha 22 de octubre de 2021, por el cual el juez de grado
declaró no hacer lugar a la acción de amparo por inadmisible. Así
también del proveído de concesión del recurso de apelación
interpuesto por la actora. 2. Disponer que el expediente se remita
al juzgado que corresponda a los fines que se pronuncie conforme
a derecho sobre la acción de amparo iniciada, y en su caso, le
imprima el trámite correspondiente, expidiéndose también sobre la
medida cautelar peticionada. 3. Sin costas, atento la declaración
oficiosa.
PASTORINO ANGELIDES ASEFF

GUTIERREZ
(Se cre t a rio )

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