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Colegio María Inmaculada

Comprensión Histórica del Presente

Guía de Lectura 1

Estrategia Comprender el objeto de estudio de la Historia Reciente, a través de comprensión lectora, fomentando la
reflexión.

Actividad:
1. Leer el texto, poniendo énfasis en las ideas centrales que plantea el autor.
2. Subraye o destaque aquellas ideas centrales de cada párrafo.
3. Con la ayuda de un diccionario busque al menos 10 palabras que no conozca su significado.
4. Responda las siguientes preguntas:
*¿Cuál es la importancia de la Historia Reciente?
*Explique el significado de la siguiente frase: “El presente construye futuro y el pasado está presente”
*¿Cuál es la importancia del “contexto histórico” para la historia de un país?
* ¿Por qué es importante estudiar el pasado para lo comprensión de la Historia?
* Según lo que pudo leer en el texto ¿Se puede hacer una proyección al futuro? Fundamente.

Introducción al Curso de Historia reciente:


Historia reciente, la experiencia como campo.

Pedro Rosas A. 1

La historia reciente, que abordaremos en este curso, surge como respuesta reflexiva a la
vorágine histórica de tiempos de convulsión y cambios (históricos) que arrastran a los individuos a
identificar su lugar, explicar el mundo y tomar posición ante las disputas por la memoria social, la validez de
los proyectos de cambio y la necesidad de restaurar heridas y traumas sociales y políticos.

La historia reciente como campo en construcción en que lo social y lo político se encuentran. El


presente construye futuro y el pasado está presente. La segunda guerra mundial y su ordenamiento
mundial posterior, el holocausto y las dictaduras del Cono Sur, resistencias de los pueblos, el pasado como
trauma y posibilidad, relaciones entre historia y memoria, necesidad de lo político como derecho humano
histórico a reconquistar, un pasado que no deja de pasar. La historia reciente es un campo porque hay un
conflicto abierto que trasciende la historiografía.

Conocer esos procesos y esos actores implica el desafío teórico e historiográfico de ir encontrando
“el significado que los actores dan a su acción y a la situación en la cual interactúan”2 por lo que la
obligada referencia al contexto acompaña a un espacio para el significado del hablante respecto de su praxis,
donde el significado, resulta tan potente e informativo como el acontecimiento3.

En la historia reciente, historia y memoria se aproximan y articulan en tanto la historia es una


experiencia que se recuerda y compone una sujeción al presente teniendo como horizonte la posibilidad de
construir de futuro.

La historia reciente remite así a una experiencia o más bien una experiencia colectiva. En tanto que
experiencia (y que como tal es tomada y se diferencia de lo que podemos llamar historia contemporánea)
remite a procesos de construcción social de subjetividad y de saberes e inteligencias sociales del conflicto.
Estas son el resultado de experiencias históricas que muchas veces se viven como trauma, quiebre, derrota o
aplazamiento costoso de la conquista de lo social como tejido de factura política. Es lo que se da en llamar
utopía y que ha transitado de ideal a construir a un imaginario de lo irrealizable. Otro síntoma del trauma o
de la resignificación de los significados sociales por el “bando triunfante”.

1
Director de la Escuela de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC);
académico del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile (USACH)
2
Guillermo Briones, Filosofía y Método de las Ciencias Sociales, Santiago, Ed. Dolmen, 1999, p. 198.
3
Portelli Alessandro (1987), "Las peculiaridades de la historia oral", en Memoria Histórica y sujeto popular nº 16, et. al., Santiago,
Ed. Eco. p.39.
Para conocer y auto-reconocerse en la historia reciente como experiencia histórica, la historia
reciente como campo hace necesario establecer primero la existencia de unas experiencias históricas de
dimensiones disruptivas en el contexto político chileno y que solo es posible, removiendo el prejuicio que
las narrativas del poder instalan sobre nuestra historia y nuestra historicidad. En Segundo lugar y habiendo
recuperado la politicidad de esa experiencia, dimensionar su situación respecto de un contexto internacional
del cual se hacen parte y en el cual despliegan referencialidades y vinculaciones.

Teniendo como lugar de enunciación la historia reciente nos manifestamos aquí como parte de un
campo que ha tenido su desarrollo a partir de la historia social y la historia política a partir del último tercio
del Siglo XX y que ha implicado una ampliación de los contornos metodológicos, temporales y
epistemológicos de la disciplina. El definir la historia reciente no tiene un alcance cronológico y en eso se
diferencia de la llamada historia contemporánea de la cual Pierre Chaunu ha dicho que abarca los últimos 50
años delimitando una caracterización cronológica de aproximación a los acontecimientos4. Para otros autores
como Ulrich Beck la historia del tiempo presente se asocia al ingreso a una segunda modernidad, más
específicamente a la globalización5. Sin embargo si bien los cambios culturales en América Latina y en
Chile no se disocian del fenómeno descrito por Beck, nos parece más apropiado establecer la vinculación
entre historia reciente e historia del tiempo presente como un lugar que teórica y casuísticamente remite a
problemas propios de la modernidad y sus proyectos y de las tensiones y contradicciones de eso que se ha
llamado la posmodernidad.

Nos parece más pertinente romper con definiciones de adscripción teórico-temporales pues la
modernidad es un horizonte cultural caracterizado por la proyección al futuro como modus vivendi, un
imaginario de progreso y sentido de historicidad que ha movilizado a los actores de la historia reciente
configurando una subjetividad que se sobrepone a cada particular genérico. Se trata de un proceso de
individuación donde lo político ha sido constitutivo. Nos parece pertinente el alcance que hace Reinhart
Koselleck en el sentido que son un espacio de experiencia y el horizonte de futuro, lo que define a los
actores y procesos como modernos y políticos6.

La historia reciente, en tanto que experiencia, nos inscribe en un ímpetu que en la vorágine histórica
de tiempos de convulsión y cambios (históricos) arrastran a los individuos a identificar su lugar, explicar el
mundo y tomar posición. Tiempos históricos en que, como señala el Manifiesto Comunista, “Todas las
relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas… quedan rotas… Todo lo
solido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado, y los hombres al fin, se ven forzados a
considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”7.

En ese vértigo de la historia reciente como experiencia, la historia reciente como campo y la historia
del tiempo presente son hermenéuticamente pertinentes en tanto se conmueven hoy por el desafío que el
futuro propone. Nos lleva a buscar en el pasado como pasado-presente las luces para dar sentido al carro de
la historia como futuro posible. Así emerge la historia reciente como un campo en construcción8 que es hija
del dolor tanto como de los utopismos, de los fracasos y de las derrotas tanto como de los proyectos
humanizantes y su posibilidad futura.

En la historia reciente, como campo, lo social y lo político se encuentran y las estructuras muestran
su dimensión de producción cultural y de temporalidad. El presente construye futuro y el pasado está
4

8
presente. La segunda guerra mundial y su ordenamiento mundial posterior, el holocausto y sus aprendices,
las dictaduras del Cono Sur, nuestras resistencias, las preguntas sobre la barbarie de la civilización, el pasado
como trauma y posibilidad, las relaciones entre historia y memoria y la necesidad de lo político como
derecho humano histórico a reconquistar, son un pasado que no deja de pasar. La historia reciente es un
campo porque hay un conflicto abierto que trasciende la historiografía y nos pone así ante disyuntivas… en
la historia.

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