Disregard, Dra. Canal 1ra Parte
Disregard, Dra. Canal 1ra Parte
Disregard, Dra. Canal 1ra Parte
*
Dra. en derecho, Directora del Grupo Spes, subgrupo Debates y Propuestas Laborales
1
Martorell, Ernesto. “Nuevamente sobre la responsabilidad ilimitada y solidaria de directores y controlantes
de sociedades anónimas por fraude laboral y previsonal: replanteo a la luz de los escándalos corporativos
internacionales de “Enron” y “Worldcom” (EEUU). Jurisprudencia Argentina-18/12/2002-JA-2002-IV,
fascículo 12
1
Este movimiento ejemplarizador no solo polariza
las opiniones, sino que nos hace pensar en torno al rol del
derecho.
2
Vanossi, Jorge Reinaldo A. “El estado de derecho en el Constitucionalismo Social”. Eudeba. 2000.
2
social por el resto de la comunidad, y muchos de los
desfavorecidos permanecen convencidos de que no vale la
pena reclamar, porque nunca serán escuchados, o que el
único modo de hacerlo es mediante la revuelta, ubicándose
justamente, en el lugar en donde se los quiere colocar para
justificar la negación de todo estado de derecho.
Sin embargo, es cuestión de tiempo. El rol del
derecho ya cambió, y más tarde o más temprano, deberán
unos y otros aceptar que, como regulador de conductas, es la
pauta que todos deben respetar porque, de otro modo,
deberán atenerse a las consecuencias que él mismo tiene
previstas.
3
origen del desprecio hacia nuestra disciplina, que ha
permitido por un lado, un vaciamiento de su competencia y,
por el otro, una minimización de sus contenidos teóricos.
No otra cosa se esconde tras la descaminada
afirmación, de que los jueces laborales no pueden echar
mano a normas del derecho común4, para resolver análoga y
complementariamente las cuestiones, en olvido de que el
derecho es un todo en el cual (aún via jura novit), los jueces
deben abrevar. Una visión como la que proponen, por el
contrario, termina por cerrar el círculo: no corresponde la
sanción del descorrimiento del velo tanto por el sujeto
(trabajador), cuanto por el operador jurídico (juez laboral).
Técnicamente inaceptable en un estado de democracia
constitucional, ¿verdad?. Sin embargo, esto se afirma desde
cierto sector de la doctrina (aún de los propios laboralistas),
y de la jurisprudencia, que termina en la práctica vaciando de
sentido toda acción antifraude, con visiones anacrónicas en
torno a la cosa juzgada, la prescripción y la competencia5,
entre muchas otras.
El rol de la norma
4
conducta como la descripta en la norma, deberá aplicar la
consecuencia prevista en ella.
Por el otro, uno de tipo indirecto (y, en nuestra
opinión, más importante aún porque hace a la eficacia del
derecho antes del conflicto7), que es el mensaje que el
derecho le hace llegar al ciudadano, indicándole qué
comportamiento se espera de él, porque de no hacerlo, se
actualizará la orden impartida al juez.
Este doble juego que hacen las normas implica, a su
vez, que el ciudadano tenga la visión de que, llegado el caso,
efectivamente los jueces harán aplicación de la sanción8. Y
es aquí en donde hace su aparición la sentencia contra
Ebbers.
El stablishment estaba acostumbrado en los EEUU
que contra él no se iba, que por más que las normas
antifraude estuviesen vigentes, esto como mucho podía
afectar a las corporaciones, pero nunca a las personas físicas
que la integraban. Sin embargo, se cebaron, porque el status
quo se mantuvo hasta que la víctima ya no fue el simple
ciudadano, sino uno de ellos mismos (white collar case).
Anticipamos que esto empezaba a suceder hace un
9
tiempo , cuando el perjudicado era el propio Estado a través
de las acciones por daño ambiental (enviromental) y por
violación al sistema de salud (medicare), pero con Enron,
Xerox, Andersen y demás, el fiel del perjuicio se corrió hacia
Wall Street, y fueron los propios poderosos inversionistas los
que se quejaron por el uso indebido que hacían algunos
empresarios de las ficciones legales, para medrar con sus
beneficios, obteniendo un lucro indebido.
En este choque de sujetos, queda al descubierto la
ilicitud del acto en sí mismo, que termina llevando a esa
mentada graduación de la pena (único sentido en el que es
posible hablar de un continuo entre la A y la Z), y que en el
caso se concreta en una condena de tipo penal, que en
palabras de la propia jueza del caso10 implica prácticamente
“una cadena perpetua, puesto que Ebbers cuenta con 63
7
Cañal,Diana. “Una visión Pragmática del derecho” (Prólogo Dr. Tulio Ortiz). Bs. As. Argentina. Editorial
Quorum. 2003.
8
Hart, Herbert. “El concepto de Derecho”. Bs. As. Argentina. Depalma . 1968
9
Cañal, Diana. “Análisis de las recientes interpretaciones de los precedentes Cingiale, Kanmar y Vera, sobre
responsabilidad de socios y directores de sociedades comerciales”. Bs. As. Argentina. Revista Derecho del
Trabajo, La ley. 2003.
10
Bárbara Jones, Tribunal de distrito de Manhattan.
5
años”, mas a su juicio “cualquier otra cosa no reflejará la
importancia del crimen”.
Como vemos, la juez no tuvo en cuenta la naturaleza
del sujeto al que condenaba, sino la conducta por el mismo
realizada, resultando curioso que una de las alegaciones de
su defensa (Reid Weingarten), fuese que Ebbers había
efectuado donaciones en beneficio de la comunidad: esos
otros sujetos para los cuales, tal vez, la legitimación del
reclamo de un disregard hubiese rseultado negada. Un tanto
contradictorio.
6
dice, implica un inválido recurso a mediums. Extraño
método, ajeno a todo mecanismo científico, que busca forzar
a los jueces de modo de negarles a los trabajadores una vía.
Por el contrario, la justicia norteamericana ha buscado
dar un claro mensaje de eficacia: la conducta ilícita lo es
siempre, aunque quien la cometa sea un cuello blanco.
14
Cañal, Diana. “Una visión Pragmática del derecho” (Prólogo Dr. Tulio Ortiz). Bs. As. Argentina. Editorial
Quorum. 2003.
Cañal, Diana. “La tensión entre las normas de fondo y de forma. Una visión desde el derecho del trabajo”.
Tesis doctoral en imprenta.
15
Vítolo, Daniel Roque. “Sociedades constituidas en el extranjero con sede o principal objeto en la
república”. El Derecho. Colección Académica. Febrero 2005.
7
sistemas de contralor que permite un cómodo desarrollo
de la actividad negocial;
b) un lugar que ofrece ventajas fiscales, una buena
infraestructura financiera y profesional y una legislación
“benevolente” en relación al comercio y al tratamiento de
las ganancias, así como plena seguridad jurídica en cuanto
a la inatacabilidd de los activos y de las
disponibilidades financieras por parte de gobiernos o
terceros;
c) un lugar donde “domiciliarse” a efectos de escapar al
cumplimiento de las normas vigentes en los territorios en
los cuales se pretende llevar a cabo la actividad societaria
–justamente uno que no sea el territorio del país de
domicilio-;
d) un régimen para el ocultamiento de personas y bienes
destinado al manejo de capitales dentro de un mecanismo
de evasión fiscal, ingresos y ganancias no declaradas, y,
eventualmente, de otras operaciones delictivas.
Agrega Vítolo que “hacer negocios off shore es
atractivo para los inversores –y una enorme cantidad de éstos
así lo buscan- por diversas razones entre las cuales pueden
mencionarse: a) ello puede disminuir o evitar impuestos; b)
puede brindar protección o inmunidad contable frente a
los acreedores –con una burocracia administrativa mínima-
y c) puede generar una suerte de inmunidad atento a que
el sistema proporciona respeto absoluto al derecho privado
del titular de la sociedad y confidencialidad” (negrita nos
pertenece).
De allí, los archifamosos tax heavens o paraísos
fiscales, donde “la sociedad”,con suerte, es un edificio vacío,
de la que se desconoce el origen de su capital, así como el
objetivo de sus inversiones que, tantas veces, sirven para
para alimentar el terrorismo y el narcotráfico, total, nadie
fue.
Para evitar este juego ignominioso, entre muchas
otras, fueron dictadas las siguientes resoluciones: Resolución
General 7/2003, fijando requisitos para la identificacion de
los verdaderos propietarios de los paquetes accionarios en
caso de inversores extranjeros, determinando su origen,
fijando su responsabilidad y combatiendo su ocultamiento a
través de personas jurídicas interpuestas; RG8/2003,
8
obligando a la registración de los actos aislados cumplidos
por las sociedades constituidas en el extranjero respecto de
bienes inmuebles; RG6/2004, disponiendo la verificación
efectiva de la sede social y lugar de asiento de los negocios,
etc.
En medio de toda esta política de blanqueo, que todos
han debido reconocer como bien intencionada16, se destacó la
vieja disputa (en la que con variantes se enrolara la Corte
Suprema de Justicia en su anterior integración, en los casos
“Cingiale” y “Palomeque”17, entre otros), según la cual con
medidas como estas se afecta la inversión. Como si la
inversión en violación a las reglas de derecho pudiese ser
aceptable.18
Esta polémica se vio jaqueada a fines del año pasado,
con los tristísimos sucesos de Cromagnon, de donde
resultara la muerte de tantas personas, quedando al
descubierto según nos cuenta Ernesto Martorell19 que “las
propiedades incendiadas pertenecieron –originariamente- a
una sociedad constituida en las Islas Vírgenes, existiendo
anonimato respecto de sus integrantes; dichos bienes raíces
habrían sido adquiridos por la suma de U$S 2.200.000 en el
año 1994, para ser vendidos 4 años después (1998), a otra
sociedad off shore –esta vez uruguaya- por
U$S700.000”………en favor de una compañía cuyas
acciones son al portador, concretándose los trámites
notariales ante un escribano que luego fue destituído de su
cargo sin que nadie controlara nada…….la sociedad
organizadora recaudó solamente en la noche del siniestro
recital…..entre $80.000 y $120.000, esto es unos
U$S40.000, el capital social de dicha compañía es de solo
$12.000 y estuvo en varias ocasiones al borde de la
disolución por pérdida del mismo, lo que fue evitado
formalmente y a último momento, mediante “milagrosos”
“aportes irrevocables” efectuados por personas no
identificadas en cada oportunidad”.
Si el derecho orienta conductas y los jueces respetan
las reglas sin distinción, de no mediar anonimato hubiera
16
Opiniones varias vertidas en el Suplemento especial de la Revista Jurídica Argentina La Ley, bajo la
dirección de Julio César Rivera. Diciembre 2004.
17
Ib.4.
18
(recordemos, como ejemplo, que una de las críticas a los precedentes de la Sala III de la Cámara del
Trabajo al aplicar el artículo 54 de la LSC, era que el pago en negro constituía simplemente lucro, como si el
mismo pudiese ser obtenido de cualquier modo).
19
Kabas de Martorell, Elisa y Martorell, Ernesto. “Revisión crítica de la interpretación del derecho societario.
Enseñanzas de la tragedia República de Cromagnon”. La Ley. 4 de marzo de 2005.
9
sido menos probable que los verdaderos “dueños” de los
capitales se hubiesen arriesgado a violar todas las reglas en
materia de seguridad, ante la certeza de que serían
alcanzados por las mismas. Y, como señala Nissen, de haber
mediado transparencia, al menos se habría asegurado la
reparación económica de las víctimas20.
Curiosamente, el funcionario que hasta ese momento
era objeto de todos los ataques, pasó a ser mirado con otros
ojos: esta vez, ya no se trataba de un trabajador que buscaba
cobrar su indemnización, que se fugaba junto con los
capitales hacia “terceros” (personas físicas o ideales); de un
trabajador que pretendía responsabilizar a los socios que
lucraban personal e irregularmente tras el recurso de la
personalidad diferenciada; de un trabajador que perseguía a
un conjunto económico cuyas empresas pretendían la
ajenidad del ilícito laboral con el manejo fraudulento; de un
trabajador contra la contratista o la empresa de servicios
eventuales que no hacían más que formar parte de un mismo
negocio económico, manejado irregularmente, etc. (hipótesis
todas ellas de disregard hacia adentro o de disregard hacia
afuera21), sino de muchas, demasiadas víctimas, como para
pretender ignorarlas por su carácter de sujeto “no
privilegiado”. La crisis moral de nuestra comunidad,
afectada por el doble discurso, se había tornado demasiado
evidente para todos, así como el cansancio de la comunidad
ante ella.
En síntesis, o el derecho nos protege a todos, o está
al servicio de un sector, y si nos protege a todos, esto no
debe quedar en una mera enunciación.
20
Nissen, Ricardo. Clumna de Opinión. La Ley. 7 de abril de 2005.
21
Cañal, Diana.“Responsabilidad ilimitada y solidaria de directores y socio de sociedades comerciales”. Bs.
As. Argentina. Editorial Quórum. 2001
10