Los Límites de La Globalización
Los Límites de La Globalización
Los Límites de La Globalización
Matías Romani
(CBC-IIGG/UBA)
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del proceso de trabajo sobre la base de adoptar los principios de la producción aligerada o lean
production (Gorz, 2003, p. 39), es decir, modificar un sistema de producción rígido y
verticalmente organizado por uno mucho más flexible y estructurado de manera autónoma. De
esta manera, la primera medida del capital frente a la caída de la tasa de ganancia fue que las
empresas más competitivas apuntaran a abandonar la organización fordista del proceso de
trabajo, para copiar el toyotismo como modelo empresarial.
Sin embargo, las particularidades culturales de Oriente junto con las dificultades para
readaptar estos principios a la gran industria estadounidense derivaron en una adopción parcial
de este modelo productivo incorporando, únicamente, la lógica del kan-ban y el just in time al
proceso de trabajo. De modo que este nuevo circuito de información para la toma de decisiones
y la flexibilización de la estructura corporativa permitieron dar una fisonomía definitiva a una
empresa organizada ya no, como una arquitectura piramidal, sino bajo la forma de red (Castells,
2001) con vistas a ganar una mayor flexibilidad para adaptarse a un contexto de innovación
generalizada.
El segundo intento para recuperar la rentabilidad del capital se produjo mediante una
ofensiva generalizada contra el salario. Esto significó la necesidad de una reconfiguración del
espacio de valorización que permitiera separar las condiciones de costos de las condiciones de
demanda. Lo que en la práctica significaba: una tendencia a la tercerización de las manufacturas
pequeñas, como las textiles, las autopartes y la microelectrónica, en la medida en que todas
éstas poseen un tamaño adecuado para el transporte internacional. Por eso mismo se sostiene,
desde el punto de vista económico, que la globalización ha significado, principalmente, la
desnacionalización de la producción y el consumo de mercancías con un crecimiento sostenido
del comercio internacional.
Por eso si se observa con detenimiento, hasta bien entrada la década de 1990, la
importancia de las nuevas tecnologías para la globalización del capital resulta bastante limitada.
Frente a un momento inicia de escasa difusión, los altos niveles de inversión en infraestructura
que se dan en la segunda mitad de la década de 1990, propiciaron una nueva estrategia del
capital consistente en la incorporación de la alta tecnología, basada en la microelectrónica y la
informática (Lipovetsky, 2007, p. 72).
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la década de 1990 fue el primer paso evolutivo para combinar la automatización del proceso de
trabajo con personalización del producto en el contexto de una economía organizada
integralmente desde un paradigma digital cuyo máximo potencial va a verse reflejado a partir
del nuevo milenio.
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garantizar una resolución definitiva de los conflictos entre los modelos de desarrollo económico
y los diferentes sistemas de organización social.
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ingresó en una fase de crecimiento anémico, o semi estancamiento, con tasas en promedio
inferiores al 3% anual (Canals, 2017, p. 4). Todo esto causado por una débil inversión,
curiosamente, en un contexto general de liquidez. Para tener una idea aproximada del impacto
de la contracción según los datos del FMI: la formación de capital bruto fijo en EEUU creció a
una tasa anual del 5,1% entre 1996 y 2005, pero al 0,5% entre 2006 y 2015. Esta retracción de
la inversión productiva se observa en el incremento del ejército de reserva a escala global. “El
shock inicial de la crisis implicó que el desempleo se dispara drásticamente en todas partes del
mundo. Por ejemplo, en los EEUU se duplicó, pasando del 5% al 10% en su punto más alto”
(Srnicek, 2018: p. 36).
Desde el punto de vista tecnológico, la crisis financiera global del 2008 abre el camino
para la evolución posterior dentro de la denominada industria 4.0 y de las Smart factories
(Gilchrist, 2016) en donde se empieza a explotar las tecnologías de la conectividad digital:
Internet de las cosas, Machine Learning, Big Data, etc. Durante esta última fase se produce el
crecimiento de las plataformas GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) que culmina en la
creación de un ecosistema de medios conectivos (van Dijck, 2016, p. 66) basados en la utilización
de algoritmos y en la mercantilización digital. Si bien aún en la actualidad, es demasiado
prematuro hablar del fin de la globalización, aun en el contexto de la pandemia global asociada
al COVID-19, resulta por demás evidente que algunas de las tendencias desplegadas desde la
década de 1990 han encontrado un límite o, en muchos casos, una progresiva atenuación desde
el año 2008.
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dieron protagonismo a una serie de movimientos sociales que operaban por fuera de la política
tradicional, dentro de la tradición de izquierdas, (Occupy Wall Street, Syriza, Podemos, etc.),
aunque, la mayoría de ellos se han institucionalizado definitivamente dentro del sistema de
partidos.
Sin embargo, a partir del 2014, el crecimiento de las medidas de corte proteccionista
abrió el camino para el retorno de nuevos nacionalismos a la escena pública. Lo que también
representa un síntoma de la crisis del sistema democrático y de las formas de representación
vigentes dentro del paradigma republicano-liberal. En este sentido, la aparición de fenómenos
políticos como el de VOX en España, Donald Trump en EEUU, Jair Bolsonaro en Brasil, etc. han
cambiado por completo el mapa de la globalización. No solo porque se percibe un
desplazamiento ideológico hacia las posiciones radicales sino también porque van debilitándose
los diques institucionales de contención frente al componente autoritario (Levitsky & Ziblatt,
2018). La aparición de posiciones extremistas de derecha, en esta última década, exacerban las
medidas xenófobas, la creación de chivos expiatorios y la violencia simbólica y material contra
las minorías a escala global.
Basta con ver, la multiplicación de la fake news o de las burbujas de filtros (Pariser,
2017) de las tecnologías automatizadas, para visualizar la erosión de los mecanismos
tradicionales sobre los que, históricamente, se ha erigido la construcción de la ciudadanía, como,
por ejemplo: la opinión pública, el sistema de partidos, la libertad de información, etc. Si en un
primer momento, se creía que el crecimiento de las redes sociales garantizaba una ampliación
del espacio público basado en la aparición de criterios de representación más democráticos,
horizontales y participativos; en la última década, el crecimiento de las tecnologías algorítmicas
en el procesamiento de la información ha llevado a un achicamiento de los canales tecno
culturales en donde se articula la diferencia.
Dicho esto, la distancia que separa a la primera etapa de las redes sociales y el rol
preponderante que han tenido en el triunfo de Barak Obama, la Primavera árabe (2010-2012) y
el 15M (2011), contrasta con los últimos años mucho más dominada por el escándalo de
Cambridge analítica, los ejércitos de la inteligencia artificial y el Big Data. Lo que, en última
instancia, demuestra que su potencial democratizador puede ser puesto en duda.
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A fin de cuentas, esta evolución de las plataformas hacia una cultura de la conectividad
resulta un proceso concomitante a la llamada crisis del extremo centro que se observa en el
norte global en la medida en que, al menos en este aspecto, las nuevas tecnologías de
información y comunicación parecen responder a la tendencia general hacia la des globalización
del capitalismo, la cual tiene como correlato, en el plano socio político, la des-ciudadanización y
la despolitización (García Canclini, 2019, p. 25) de la sociedad civil. Por lo que la democracia
representativa durante la segunda década del siglo XXI, se encuentra en menor medida asediada
por la falta de compromiso de la política del consumo (Sennett, 2007) y el terrorismo global, que
por la fragmentación del espacio público y de la aparición de posiciones irreductibles. El lento
crepitar de la vieja gubernamentalidad liberal va quedando subsumida bajo la razón algorítmica.
Referencias
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Sennett, R. (2007). La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona: Anagrama.
Srnicek, N. (2018). Capitalismo de plataformas. Buenos Aires: Caja Negra.
Van Dijck, J. (2016). La cultura de la conectividad: Una historia crítica de las redes sociales.
Buenos Aires: Siglo XXI.
Williamson, J. (1990). What Washington Means by Policy Reform. In Latin American Adjustment:
How Much Has Happened? (p. 445). Washington: Institute for International Economics.
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washington-means-policy-reform