Radio y Cúbito
Radio y Cúbito
Radio y Cúbito
Desde un punto de vista conceptual, el cúbito y el radio pueden imaginarse como dos conos
adyacentes, pero dirigidos en sentido contrario, tal como puede verse en la figura. Son paralelos
entre sí y en sus extremos proximales disponen de una masa muscular relativamente grande.
las fuerzas lesionantes suelen provocar fracturas en ambos huesos y sus uniones ligamentosas.
En la figura 8-2 se muestran las principales uniones ligamentosas del cúbito y del radio.
Además, sus extremos proximales se hallan unidos por los ligamentos radiocubitales
ambos huesos existe una membrana interósea fibrosa que los une.
Simplificando la situación, podemos decir que el radio y el cúbito se hallan rodeados por
2. Diáfisis: El pronadar redondo se inserta en la diáfisis del radio y ejerce una fuerza de
pronación.
3. Distal: Dos grupos musculares se insieren en la parte distal del radio.
b) El braquiorradial y los abductores largo y corto del pulgar producen fuerzas deformantes,
como se aprecia en la figura 8-4. El braquiorradial ejerce la fuerza desplazante más intensa.
Al tratar estas fracturas, es importante tener en cuenta detalles como longitud correcta y
alineación.
También debe conservarse el arco lateral del radio (fig. 8-5) para permitir unas correctas
Para demostrar fracturas y desplazamientos del olécranon suelen ir bien las proyecciones de
perfil con el codo en flexión de 90 grados. Las fracturas de tipo I son no desplazadas, y por ello, la
aponeurosis del tríceps y el periostio están intactos. Una ausencia de desplazamiento en las
radiografías en extensión no pueden considerarse como prueba definitiva de una fractura de tipo 1.
Una separación entre fragmentos superiora los 2 mm indica una fractura de tipo 2.
En los niños, la epífisis del olecranon se osifica a los 10 años de edad y se fusiona hacia los 16. La
interpretación de estas fracturas puede ser difícil en los niños, y deben tomarse radiografías
comparativas siempre que exista alguna duda. Además, la presencia de una almohadilla grasa
posterior o un abultamiento anterior del mismo tipo debe ser considerada como indicativa
de fractura.
Radiología
Las fracturas de la cabeza y el cuello del radio precisan generalmente proyecciones oblicuas
para su mejor visualización. Las fracturas impactadas de cuello se ven mejor en proyección
de perfil. Si se sospecha la existencia de una fractura de la cabeza del radio, pero no llega a
radio. Además, hay que evaluar la línea radiocondílea para realizar el diagnóstico de
el centro del cóndilo humeral (fig. 8-9A) en la proyección de perfil del codo. Esta línea recibe
el nombre de radiocondílea. En las epifisiólisis mínimas, en niños (fig. 8-9C), esta línea se
halla desplazada del centro del cóndilo. En un niño, este signo puede ser el único que sugiera
Las fracturas diafisarias tienen lugar en cualquier punto del radio o del cúbito, a excepción de las
las de clase A y B son fracturas simples, mientras que la clase e incluye fracturas combinadas.
involucrado.
Radiología
Por lo general suelen bastar las proyecciones rutinarias AP y de perfil. Las fracturas
diafisarias del radio se asocian con frecuencia con lesiones serias, pero ocultas, del codo
y de la muñeca.
Las proyecciones AP y de perfil suelen mostrar la fractura. Si existe un desplazamiento
HUTCHINSON)
Radiología
debe estar en posición supina y el codo lo más extendido posible. Las proyecciones de perfil deben
sacarse con el codo en flexión de 90 grados. Para diagnosticar fracturas ocultas de cabeza de
radio, fosa coronoide o pequeñas fracturas condilares, puede resultar útil sacar algunas
Las almohadillas grasas que se aprecian en las radiografías del codo suelen ser útiles para
diagnosticar fracturas ocultas. La cápsula articular del codo está cubierta normalmente por una
Cuando la cápsula está distendida y con sangre. Debido a un traumatismo, es fácil apreciar en las
del olécranon. Como esta fosa es muy profunda, la almohadilla posterior no se ve nunca en las
intraarticular con hematoma capsular, es posible observar esta almohadilla. En los niños, en donde
centros de osificación, la detección de una almohadilla grasa posterior puede ser considerada como
En el niño o adolescente, el húmero distal tiene cuatro centros de osificación. La localización y las
edades más frecuentes se señalan en la tabla 9-1. Siempre que se sospeche una fractura en un niño
extremidad ilesa en el caso de niños. La presencia de una almohadilla grasa posterior, línea
posibilidad de una fractura oculta. Las proyecciones oblicuas ayudarán a dilucidar el caso.
Las proyecciones AP y de perfil sin líneas evidentes de fractura se estudiarán detenidamente para detectar un
posible signo de la almohadilla grasa posterior. Se calculará también la línea anterior humeral y el ángulo de
alineación para descubrir fracturas ocultas.
Las fracturas no desplazadas transcondíleas son más frecuentes que las desplazadas. La fractura de
Posadas es una fractura de flexión con el cóndilo y la tróclea desplazados en posición anterior respecto
humerales, ya sea entre sí o respecto a la diáfisis del húmero proximal. Por lo general, un mayor
desplazamiento de los cóndilos está asociado a una fuerza de lesión más intensa.
Fracturas trocleares: Las proyecciones son similares al caso anterior (fracturas condíleas)
pero se observa que el fragmento distal tiende a desplazarse en sentido anterior e inferior
fractura. Las fracturas de la superficie articular suelen ser difíciles de definir y normalmente se
utilizan signos secundarios para llevar a cabo el diagnóstico correcto. La presencia de una línea
Además, en las fracturas de este tipo aparece muchas veces una seudosubluxación inferior de la
frecuentes en pacientes ancianos. Desde un punto de vista anatómico, las fracturas del húmero
proximal incluyen todas aquellas fracturas humerales situadas cerca del cuello quirúrgico. El sistema
de clasificación utilizado en este texto es el desarrollado por Neer. Según el sistema de Neer, el húmero
1. Troquíter
2. Troquín
3. Cuello anatómico
4. Cuello quirúrgico
Este sistema clasificatorio tiene implicaciones tanto en el pronóstico como en el tratamiento, y
Después de la lesión, si todos los fragmentos del húmero proximal se hallan no desplazados y sin
desplazamiento o una angulación superior a los 45 grados respecto a la porción intacta del
desplazados individualmente del resto del húmero proximal, la fractura se denomina tripartita.
Por último, si los cuatro fragmentos se hallan individualmente desplazados, la fractura será
cuatripartita. Si existe un fragmento de hueso formado por dos segmentos desplazados del
húmero proximal, la lesión será catalogada como bipartita. Es importante insistir en que
el desplazamiento implica una separación entre fragmentos superior a 1 cm, mientras que la
húmero –proximal (fig. 11-6). Además, los autores recomiendan una proyección AP en rotación
interna, así como una proyección axilar (fig. 11-7). Estas cuatro radiografías permiten llevar a
cabo una evaluación completa del hombro y del húmero proximal, incluyendo la superficie
articular.
Las radiografías se obtienen con el paciente en posición supina, de pie o sentado, aunque los
Desde un punto de vista radiográfico, esta anomalía se refiere como pseudosubluxación e indica
la presencia de una fractura intraarticular. Otro signo radiográfico adicional que indica la
A menudo resulta útil obtener una placa AP con una inclinación del tubo de 45 grados en
las fracturas de tipo I o II. Las de tipo III, o de la superficie articular, pueden ser difíciles de
zona, pero no se halla incorporado al anillo óseo de la pelvis. Los dos huesos de la cadera y el
sacro se unen entre sí para formar un anillo por medio de tres articulaciones que son las más
articulaciones.
En el ser humano, el anillo pélvico cumple dos funciones importantes: soporta el peso del cuerpo y
protege las vísceras. El soporte del peso, tanto en posición erguida como sentada, es una función
combinada de ligamentos y huesos. Por delante, los ligamentos interpubianos articulan los dos
huesos del pubis para formar la sínfisis pubiana. Si estos ligamentos se rompen, la parte anterior
de la pelvis se abre, sin poder cumplir su misión de soporte del peso. Por detrás, la articulación
sacroilíaca se halla sostenida por ligamentos muy fuertes que permiten sólo un margen muy
limitado de movimientos. Los ligamentos sacroillacos posteriores son mucho más fuertes que los
anteriores. La rotura de los ligamentos sacroilíacos altera la función normal sustentadora del
La figura 14-3 muestra en forma diagramática las líneas de fuerza a través de esta zona en
postura erecta. El peso se transmite desde la columna vertebral al sacro, a las articulaciones
sacroilíacas y, a lo largo de la línea arcuata, a la cúpula del acetábulo y hacia abajo por el fémur.
En posición sentada (fig. 14-4), la fuerza se transmite desde la columna vertebral al sacro y
articulaciones sacroilíacas, y desde aIlí al isquion a través de la rama inferior. Una radiografía AP
fuerza. Las fracturas de la pelvis que no interrumpen o afectan estos arcos de sustentación
producen pocas molestias. Las fracturas situadas en estas zonas -ya sea en posición erecta o
desplazadas. Para que exista una fractura desplazada en el anillo se precisan como mínimo dos
Los músculos insertados en la pelvis sirven para sostener el cuerpo en la postura erecta y
proporcionar movilidad a los miembros inferiores. Debido al alcance de esta obra, nos ocuparemos
tuberosidad isquiática.
Todas las fracturas pélvicas sospechadas deben ser evaluadas inicialmente con una radiografía AP
de la pelvis. Esta proyección permite diagnosticar sin problemas las líneas obvias de fractura,
localizando asimismo las zonas supuestas de fractura y obtener a continuación las correspondientes
tomas oblicuas. Para visualizar correctamente muchas fracturas sospechadas deberá recurrirse a
importante obtener una placa post vaciado para excluir una posible extravasación del contraste.
Las proyecciones AP suelen ser adecuadas para definir el fragmento de la fractura. Los centros
aconseja al lector releer de nuevo la introducción de esta sección para mayor información.
Fracturas de las ramas isquiaticas: Se obtendrá primero una proyección AP de la pelvis para tener
una visión general de la zona. Si existe una sospecha clínica o radiográfica de fractura, se obtendrá
Fractura del isquion: Una proyección AP de la pelvis suele ser adecuada para visualizar esta
fractura.
Una proyección AP de la pelvis suele ser adecuada para visualizar esta fractura. Las placas
un desplazamiento.
Las fracturas transversas del sacro pueden resultar
proyección lateral con los muslos en flexión. Las fracturas del cóccix pueden no visualizarse
radiográficamente.
Una proyección AP rutinaria de la pelvis suele ser adecuada para visualizar esta fractura. La
articulación sacroilíaca homolateral debe ser inspeccionada con cuidado para descartar una
fractura o luxación.
Una proyección AP de la pelvis suele ser adecuada para ambos tipos de fracturas. Las fracturas
del sacro se visualizan mejor mediante una radiografía AP con inclinación cefálica.
Una proyección AP de la pelvis suele ser adecuada para visualizar estas fracturas.
Una proyección AP de la pelvis suele ser adecuada para visualizar estas fracturas. El
pubis se examinarán también con detenimiento para buscar signos de asimetría, que
indican una fractura desplazada de la pelvis. La sínfisis púbica no debe exceder de los 10
importante observar bien las articulaciones sacroilíacas y la sínfisis púbica, tal como se recomendó
Las fracturas desplazadas del acetábulo son denominadas por muchos autores fracturas-
luxaciones centrales de la cadera. Los autores de este libro consideran que estas fracturas
no son luxaciones verdaderas y por ello las incluyen entre el grupo de las fracturas de la
pelvis.
Las fracturas del acetábulo pueden ser difíciles de detectar en la radiografía inicial AP de pelvis. Es
básico inspeccionar con sumo detenimiento el entorno anatómico del acetábulo, tal como aparece en
la figura 14-26, siempre que se sospeche la existencia de alguna fractura, en cuyo caso, se obtendrán
1. AP de la pelvis.
grados, mientras que el labio posterior y la columna anterior se observan mejor sobre una
línea ilioisquiática, mientras que las de la columna anterior suelen deformar la línea iliopubiana.
Las fracturas centrales del acetábulo se visualizan mejor con una radiografía oblicua posterior.
En la figura 15-1 aparece la anatomía ósea y vascular normal del fémur proximal y la cadera.
Antes de evaluar estas lesiones hay que entender bien el escaso riego sanguíneo en esa
zona. Tal como se ve en la figura 15-1, el aporte vascular tiene lugar a través de tres vías
principales:
Cualquier lesión que altere la anatomía ósea o articular normal de la zona puede reducir
ocultas. Debe examinarse con cuidado la Iínea de Shenton (véase fig. 26-1) siempre que
exista sospecha de una fractura en la cadera. Además, en todos aquellos pacientes con
Para ello se mide el ángulo formado por las líneas trazadas a través del eje de la diáfisis y
estadio agudo. Los únicos datos pueden ser una distorsión del patrón trabecular normal o un
defecto cortical. Un buen diagnóstico se consigue con tomografías o radiografías al cabo de dos
semanas de la fractura e inicio del tratamiento. Las fracturas desplazadas se visualizan bien
situado a 6 cm proximal del tubérculo aductor.! La diáfisis del fémur es un hueso resistente con
un excelente riego sanguíneo y, por tanto, un buen potencial para la consolidación. Estas
suele ser fuente de desplazamientos. Los músculos laterales que se insertan en el trocánter
mayor pueden producir una deformidad por abducción, mientras que los que lo hacen en el
trocánter menor (psoasilíaco) producen deformaciones de flexión con rotación externa en las
tracción de los aductores medios, contrarrestada por los músculos laterales del muslo y el
tensor de la fascia lata. Antiguamente, las fracturas de la diáfisis femoral tenían un índice
cama. El tratamiento actual utiliza placas o varillas intramedulares, lo que permite una
movilización más precoz. En estas fracturas no es corriente hallar lesiones asociadas del
fracturas. Las fracturas de fatiga de la diáfisis femoral pueden no aparecer con claridad en
rodilla.
Fémur
Las fracturas del fémur distal son poco frecuentes. Estas fracturas pueden dividirse en cuatro
tipos en base a su anatomía (fig. 17-1). Las fracturas supracondíleas de tipo 1 afectan a la zona
entre los cóndilos del fémur y la unión de la metáfisis con la diáfisis del fémur. Estas fracturas son
intracondíleas y epifisarias. La musculatura que rodea el fémur distal suele ser la responsable del
desplazamiento del fragmento tras una fractura de este hueso. El cuádriceps se extiende a lo
largo de la superficie anterior del fémur y se inserta en la cresta anterosuperior de la tibia (fig.
17-2).
Tras una fractura del fémur distal, este músculo tiende a traccionar la tibia y el fragmento
gemelos y el sóleo se insertan en la cara posterior del fémur distal, siendo responsables de
insistir en la proximidad del fémur distal respecto a la arteria y la vena poplíteas, así como
a los nervios tibial y peroneo común. Las fracturas epifisarias de fémur distal no suelen ser
muy importantes, y son más frecuentes en niños de edad superior a los 10 años.
En los niños, un 65 % del crecimiento longitudinal de la extremidad inferior tiene lugar en la zona de
la rodilla, especialmente en la epífisis del fémur distal. A pesar de llevar a cabo una reducción
de Salter de tipo II). Las fracturas de Salter de tipo II son las más frecuentes de la epífisis del fémur
distal y suelen tener un pronóstico desfavorable, a diferencia de las fracturas de Salter de tipo I o II,
determinar el grado de hundimiento es muy útil sacar una radiografía centrada en la meseta tibial,
tal como aparece en la figura. Desde un punto de vista anatómico, la meseta tibial desciende en
declive desde el extremo anterior al posterior. Las proyecciones AP de rutina no detectan esta
tibial es más útil para visualizar la inclinación y permite una estimación más precisa de esas
fracturas. Las proyecciones oblicuas de la rodilla son siempre útiles para valorar la extensión de la
fractura. Todas las radiografías de la rodilla se estudiarán con mucho detenimiento para descubrir
posibles fragmentos óseos avulsionados procedentes de la cabeza del peroné, cóndilos del fémur o
articular asociado con una fractura del cóndilo opuesto puede indicar una lesión de ligamentos.
Para definir estas fracturas se precisan radiografías rutinarias en las que se incluya una
proyección en túnel.
Para demostrar esta fractura son adecuadas las proyecciones de rutina. En jóvenes pueden precisarse
radiografías comparativas cuando se sospeche una lesión de tipo l.
Rótula
Las fracturas de la rótula representan un pequeño porcentaje de las fracturas esqueléticas
Existen tres tipos de fractura de rótula, el más frecuente de los cuales es la fractura
transversa. En segundo lugar cabe citar el tipo estrellado (conminuto), que representa un
tercio de todas las fracturas, y, por último, el longitudinal o vertical (10- 20 %), el menos
distales. Las fracturas pueden interrumpir el aporte sanguíneo, dando lugar a una necrosis
vascular.
Para definir estas fracturas suelen bastar las proyecciones AP, de perfil y axial. En ocasiones
resulta difícil distinguir una fractura de rótula de una rótula bipartita. Para distinguir estos
de la rótula.
La tibia y el peroné discurren paralelos entre sí y se hallan firmemente unidos mediante
ligamentos. Es típico que una fractura desplazada en uno de ambos huesos esté asociada
con una fractura o lesión ligamentosa en el otro. 1 Las fracturas de la tibia son las más
frecuentes dentro del grupo de huesos largos y también dentro de las fracturas abiertas.
Las fracturas de la diáfisis del peroné no suelen aparecer nunca aisladas y es más
peso y cuya resección proximal no implica pérdida alguna de funcionalidad. La parte distal,
Las fracturas aisladas del peroné suelen tratarse sólo sintomáticamente y consolidan casi
Rockwood y Green. Nicoll propuso tres factores que determinan la evolución de una fractura tibial:
l. Desplazamiento inicial.
2. Grado de fragmentación.
Las fracturas de tipo 1 son fracturas ligeramente desplazadas (O al 50 %) y no conminutas. Las del
tipo Il tienen un desplazamiento superior al 50 %, pero no llegan a perder el contacto óseo y el grado
de fragmentación es pequeño. Las fracturas de tipo III presentan un desplazamiento completo con
fragmentación. Las de los tipos Il y III pueden ser abiertas o cerradas. Las fracturas de tipo 1 tienen
un 90 % de posibilidades de consolidación, mientras que las del tipo III tienen sólo un 70 %.
Las proyecciones AP y de perfil suelen ser adecuadas para definir
en contacto de la fractura.
casi todos los casos. Las fracturas debidas a avulsión de los ligamentos son transversas; las
proyección AP se examinará con todo cuidado para descartar un desplazamiento medial o lateral
del astrágalo, así como fracturas en los maléolos. La radiografía de la mortaja tibial (AP con 20
grados de rotación interna) debe ser examinada con sumo cuidado, con atención especial en la
zona radiotransparente entre el maléolo medial y el astrágalo; una sección de ligamentos puede
reducen casi siempre a un pequeño fragmento óseo avulsionado sobre la zona afectada. Para
El os del trigono, redondeado y liso, puede confundirse a veces con una fractura, pero un
Es frecuente que estas fracturas se vean acompañadas por una angulación dorsal debida a la
osificación) en la base del quinto metatarsiano puede ser confundida con una fractura (figura
22-1 C). Los centros de osificación secundaria son lisos, redondeados, bilaterales y con
aparecer una línea de fractura y, al cabo de 4 semanas, la formación de un callo óseo es bien
evidente.
Gracias por su
atención