Bibliografía UNIDAD I
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con renglones, con el encabezado correspondiente y letra clara de tamaño legible.
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nombres de filósofos y corrientes de pensamiento).
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- Coherencia argumentativa.
- Capacidad crítica, de síntesis y de construcción de conclusiones personales argumentadas.
Actividades
- Análisis de titulares y noticias de diarios nacionales y locales, de flyers y de información que circula por
redes sociales.
- Resolución de guías de estudio.
- Análisis de textos filosóficos breves (Selección de párrafos).
- Elaboración de informe monográfico.
UNIDAD 1
El proceso de construcción del sujeto y el pensamiento modernos
11
Considerando la centralidad de la educación en la carrera, pretendemos reflexionar sobre la incidencia
de las corrientes de pensamiento en la construcción de cosmovisiones1,durante los procesos históricos
desatados en torno al desarrollo del capitalismo en su vertiente económico-política y socio-cultural.
La Modernidad implicó, como veremos más adelante, una ruptura con los supuestos sobre los cuales
se fundaba la vida social en Europa a fines de la Edad Media, la que, debido a profundos cambios
económicos y científico–técnicos, se iba transformando. A la par de la crítica del viejo mundo, la
Modernidad significó la construcción de una nueva subjetividad, que determinó nuevas formas de
conocer y de ser en el mundo, un mundo diferente que requería ser explicado, cuestión a la que
contribuyó la filosofía. Durante los siglos XVII, XVIII y mediados del XIX, el principal objeto de reflexión
de la filosofía era el conocimiento, pero también el poder político, ante la necesidad de fundamentar el
Estado burgués, el que posteriormente, y desde distintas posiciones, otros filósofos se ocuparon de
criticar.
La Modernidad se gestó en Europa entre los siglos XVII y XVIII. Con ello estamos señalando que el
conocimiento es siempre situado o, más precisamente, geopolíticamente situado. Todo conocimiento
está condicionado por las relaciones de poder en cuyo seno se gesta y desarrolla. Y no se trata sólo de
las relaciones de poder al interior de una misma sociedad, sino también entre distintas sociedades y
Estados. Así, la Modernidad se desplegó hacia América Latina, a través de la conquista de los territorios,
los sujetos y las ideas. Pero la cultura y el pensamiento, no surgieron en América Latina, por obra y arte
de la Modernidad. Además, nuestra región cuenta con una rica tradición teórica, que no es mera
reproducción del pensamiento europeo.
Hablar de Modernidad implica pues, necesariamente, hablar de un pensamiento dominante y de un
pensamiento emergente o subalterno gestado en los territorios conquistados, “los bordes”, “los
márgenes”, “la periferia”. Con pensamiento emergente nos referimos a aquel que se produce en
América Latina, en África, en los países conquistados por la misma Europa que, mientras predicó la
libertad y postuló la igualdad y la fraternidad como principios de las revoluciones burguesas (Holanda en
1651, Inglaterra en 1668 y Francia en 1789), puso en práctica mecanismos de dominación y explotación
sobre los que finalmente fundó su desarrollo económico, desatando, a la vez, en las colonias de
América, las luchas por la independencia, inspiradas en pensadores ilustrados como Diderot,
Montesquieu, Rousseau y Voltaire2. De allí en más, la relación de América Latina con Europa será una
relación contradictoria, conflictiva.
Walter Mignolo (2001) sostiene que hablar de Modernidad desde América Latina, implica hablar de la
“colonialidad del ser”3. Pues no se trató sólo de la conquista de un territorio, sino también de la
conquista cultural, a través de procesos tendientes a la configuración de las subjetividades requeridas
por el capitalismo. El ser se conquista vía imposición de un aparato ideológico y conceptual a través del
cual los hombres se representan el mundo. Esta conquista del ser fue posible sobre la base del genocidio
cometido primeramente contra los pueblos nativos de América, luego de Asia y África. En la nueva
sociedad ideada por la burguesía revolucionaria europea, no tenían cabida los indígenas de América ni
los negros de África, sino como mano de obra, sin la cual el desarrollo económico de los
autodenominados “países desarrollados” no hubiese sido posible.
1 Se denomina cosmovisión (o visión del mundo) al conjunto de ideas, creencias y valores que conforman una concepción
general acerca del mundo y su funcionamiento. Es compartida por un grupo social en una determinada época histórica, y le
permite interpretar su propia naturaleza y todo lo existente.
2Entre las figuras más destacadas del ámbito político e intelectual de la Revolución de Mayo, que se inspiraron en los
racionalistas franceses figuran Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Mariano Moreno. Este último dispuso, por ejemplo, queEl
contrato social, de Jean Jacques Rousseau fuera una obra de lectura obligatoria en las escuelas.
3 Mignolo, Walter (comp.). Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Ediciones del signo, Buenos Aires, 2001.
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La Modernidad europea tuvo como antecedente cultural el Renacimiento de los siglos XV y XVI,
caracterizado por el avance inédito de la ciencia y el humanismo o retorno a la tradición clásica
(grecorromana) en el arte.
Para describir la cosmovisión que comenzó a gestarse en la Modernidad, se pueden destacar tres
grandes cambios o rupturas con respecto a la visión dominante durante la Edad Media: el cambio del
geocentrismo por el heliocentrismo, de una concepción orgánica del mundo por una concepción
mecánica y del teocentrismo por el antropocentrismo.
geocentrismo heliocentrismo
teocentrismo antropocentrismo
En la Edad Media imperaba la concepción geocéntrica del universo postulada por Ptolomeo -y
sostenida por Aristóteles-en la antigüedad clásica, según la cual, la Tierra era el centro del universo
único, finito y esférico. Esta concepción era coherente con la doctrina cristiana del universo y del
hombre: “la distancia que separa al Creador de lo creado encuentra una expresión adecuada en la
finitud del universo; la importancia especial del ser humano, como criatura suprema, encuentra una
expresión igualmente adecuada en el geocentrismo: la Tierra, morada del hombre, se encuentra en el
centro del universo”4.
En 1543, gracias al empleo de cálculos matemáticos, el astrónomo Nicolás Copérnico postuló el
heliocentrismo, basado en la concepción formulada por Aristarco de Samos hacia el 300 a. C. La teoría
copernicana postuló el Sol como centro del universo, en torno al cual giran la Tierra y todos los planetas.
La noción de la Tierra en movimiento ponía en cuestión la noción de espacio finito. El heliocentrismo
significó así un quiebre de la cosmovisión dominante, ya que, al poner en duda el carácter irrefutable de
las verdades consagradas, daba cuenta de la posibilidad de conocer del hombre.
El desarrollo de la cartografía posibilitó la conquista de América por parte de España y Portugal, en el
contexto del capitalismo mercantil emergente. Los viajes de conquista también contribuyeron a la
ruptura de la concepción geocéntrica del mundo.
Hacia mediados del Siglo XVI, Giordano Bruno sostuvo la infinitud del espacio y la existencia de
innumerables sistemas solares, con probable existencia de seres racionales. Estas ideas se estructuraron
en torno a supuestos organicistas(del universo como ser vivo, animado) ya presentes en Platón, y
panteístas (identificación del universo con Dios).
Posteriormente, las investigaciones de Newton5 y la filosofía racionalista de Descartes, contribuyeron a
reemplazar la imagen orgánica, por una imagen mecánica del mundo físico, concebido como una
máquina, formado pormateria regida por leyes matemáticas. Esta concepción dominó el pensamiento
hasta el desarrollo de la física relativista de Einstein (siglo XX). La ruptura con la concepción geocéntrica,
sirvió de fundamento para una nueva forma de comprensión de lo real.
Durante la Edad Media, en que la iglesia romana (del Cristianismo) ejercía el poder de manera
hegemónica, la génesis y el funcionamiento del mundo se explicaban por la existencia de Dios, que
4Navarro Cordón, J. M. y Calvo Martínez, J. J. Historia de la Filosofía 2. Anaya, Madrid, 2003. Pp. 87-88.
5Isaac Newton(1642-1727) Estudió los principios de la ciencia formulados por Galileo, Bacon, Descartes, Kepler y otros. Fue
uno de los protagonistas de la “Revolución científica” del siglo XVII y el “padre de la mecánica moderna”. Sistematizó las
nuevas ideas sobre el universo que circulaban en el ambiente científico de la época, a través de la formulación de una teoría
general en que se apoyó la ciencia hasta la formulación de la Mecánica Cuántica en el siglo XX. Contribuyó al desarrollo de la
Física, a través de las leyes del movimiento, la más conocida de las cuales es laLey de la gravedad.
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predestinaba la historia personal y social hacia su culminación en la vida eterna. Dios (teos) constituía el
centro de la vida humana (teocentrismo). Ese mundo sacralizado –y su sentido– se quiebran con la
Modernidad, dominada por la razón científica, que generó en el hombre una sensación de poder, no
experimentada antes. El quiebre condujo progresivamente a un proceso de secularización6, donde la
razón se constituyó en el tamiz por el cual necesariamente debía pasar todo conocimiento
pretendidamente verdadero; se trataba de una concepción de razón, separada de lo afectivo y de lo
trascendente.
Junto a los logros científico-técnicos, las traducciones de las obras clásicas, contribuyeron al
cuestionamiento del carácter absoluto de las verdades provenientes de la iglesia y de la tradición
académica. Dios dejó de ser la única fuente de conocimiento. El reconocimiento de la capacidad de
conocer del hombre, lo ubicó en el centro del universo. Se produjo así, el proceso que se conoce como
paso del teocentrismo al antropocentrismo.
Todos estos procesos fueron complejos, contradictorios y conflictivos en términos políticos y sociales.
En el siglo XVI, debido a disidencias dentro de la Iglesia Romana, se produjo en ella una fractura, que
devino en la Reforma Protestante, encabezada por los teólogos Juan Calvino y Martín Lutero y se
desataron guerras religiosas, se dividió el cristianismo y se debilitó el poder del Papa.
El avance de la ciencia incidió también en el pensamiento político. Es que la Modernidad coincidió con
el desarrollo del proyecto de la burguesía emergente, clase social que, para su desarrollo, requería una
profunda transformación política. La confianza en la razón, al servicio de la transformación de la
naturaleza y el trabajo, significaba también la posibilidad de su utilización al servicio de la
transformación del poder político, del gobierno, de las relaciones de poder.
La Modernidad es pues sinónimo de utopía7, basada en la convicción de que el hombre es capaz de
conocer y transformar el mundo gracias a la razón.
En la modernidad prima una confianza ciega en la razón universal, fuente del conocimiento, el
desarrollo y el progreso material y espiritual indefinidos. La cosmovisión moderna implica así una nueva
forma de comprender el mundo y la razón misma, una nueva forma de comprensión del sujeto, del “yo”
que conoce.
La Modernidad, como forma de racionalidad, acuñó la crítica (conocimiento y transformación) del
mundo y de sí misma.
6 “Secularización” proviene del latín saeculare, que significa “siglo”, pero también “mundo”. De ahí que secular se refiera a todo
aquello que es mundano, por oposición a lo espiritual y divino. La secularización es el proceso que experimentan lassociedades
a partir del momento en que la religión y sus instituciones pierden influencia sobre ellas, de modo que otras esferas del saber
van ocupando su lugar. Con la secularización, lo sagrado cede el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular.
7 “Utopía” proviene del griego ou (“no”) y topos (“lugar”) y significa literalmente “lugar que no existe”. Suele utilizarse para
referir a cualquier lugar, idea o proyecto, enormemente atractivo, ideal, pero inalcanzable o a un mundo idealizado y perfecto,
generalmente en términos fantásticos o aparentemente irrealizables.
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sociedad jerarquizada, que contaban con suficiente mano de obra esclava como para desdeñar el interés
por la tecnología aplicada a la producción8.
Si bien la concepción clásica de la ciencia comenzó a ser cuestionada en el Renacimiento, en la
práctica, se mantuvo la división propia de la concepción antigua: “el médico ‘clínico’ es un egresado
universitario que diagnostica a partir de antiguos tratados de medicina hipocrática (y no desdeña
consideraciones astrológicas), mientras que el ‘cirujano’ es un artesano que se ocupa de realizar
intervenciones quirúrgicas tales como entablillar un hueso fracturado o extraer muelas”.9
En el siglo XVI, debido a la demanda de la incipiente industria, las ciencias de la naturaleza, alcanzaron
un status superior, gracias a la utilización de la observación controlada y la experimentación para la
especulación teórica, orientada a la aplicación técnica industrial.
En el siglo XVII, los postulados de Galileo (1564-1642) contribuyeron al desarrollo de la ciencia
experimental. En el ámbito de la filosofía, René Descartes postuló la duda como vía de acceso al
conocimiento “indubitable, claro y distinto”10. Pensadores protestantes, judíos y católicos, en busca de
una explicación racional de la historia, contribuyeron a desocultar las relaciones de poder subyacentes
en las tradiciones religiosas, a través de la desmitificación de los relatos bíblicos.
En 1620, en Novum organum scientiarum, Francis Bacon postuló la capacidad del hombre para
dominar la naturaleza, lo que contribuyó a instalar la idea del conocimiento como sinónimo de poder.
8 Autores Varios. Pensamiento Científico 1. ProCiencia (CONICET - Ministerio de Cultura y Educación de la Nación), Buenos
Aires, 1996.
9 Ídem.
10 En el mismo siglo, Baruch de Espinoza, filósofo sefaradí holandés, se abocó a la crítica de la religión y la moral.
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dialéctica11, la concepción de la historia como proceso contradictorio y conflictivo, la idea del deseo
como motor de la subjetividad y de lo social, el lugar de la religión en la constitución de lo social, son
algunas de las ideas hegelianas que se corporizaron en teorías filosóficas, psicológicas y sociológicas
posteriores.
11 Término utilizado inicialmente por los griegos, nos interesa especialmente el sentido con que lo utilizan Hegel y Marx. La
dialéctica es la estructura de la realidad como totalidad. Lo particular remite a la totalidad y sólo puede ser comprendido y
explicado en relación con el todo, del que lo individual no es sino un momento, que se constituye y sintetiza en el todo. Según
Hegel "lo verdadero es el todo”. Por eso, es imposible pensar lo real (incluido el sujeto que piensa y el conocimiento mismo) de
manera aislada.
La dialéctica expresa tanto la contradicción del mundo como la necesidad de su superación. Que lo real es dialéctico quiere
decir que es contradictorio, indeterminado y dinámico (en constante transformación) Hay dos formas de contradicción:
interna, inherente a cada cosa o aspecto particular de la cosa y contradicción de la relación entre la cosa y aquello que aparece
frente a la cosa, como su contrario.
12 “Frankenstein”, la obra de Mary Schelley de 1816, denuncia los efectos de la concepción arrogante y soberbia de la ciencia,
nombrar a los extranjeros que no hablaban griego y cuya lengua sonaba a sus oídos como un balbuceo incompresible u
onomatopeya. Esos extranjeros eran considerados inferiores (por incultos). La denominación de “bárbaros” se apoya en una
concepción etnocéntrica de la cultura, que sirve a la legitimación de la conquista y el sometimiento de los pueblos por parte de
países dominantes.
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En el caso de Marx, la crítica de la Modernidad se centró en los efectos sociales del desarrollo
industrial, que evidencian que la desigualdad es inherente al desarrollo capitalista. “Como señaló Marx,
la historia de la humanidad es la historia del control creciente ejercido sobre la naturaleza en la cual y de
la cual vivimos. Si nos imaginamos dicha historia como una curva, ésta mostrará dos subidas muy
acentuadas. La primera corresponde a la “revolución neolítica” (…), la que trajo la agricultura, la
metalurgia, las ciudades, las clases y la escritura. La segunda es la revolución que trajo la ciencia, la
tecnología y la economía modernas. Es probable que la primera ocurriese de modo independiente, en
grados variables, en diferentes partes del mundo. La segunda ocurrió sólo en Europa y, por ende,
durante unos cuantos siglos convirtió a Europa en el centro del mundo y a unos cuantos estados
europeos, en los amos del globo”17.Marx postuló la lucha de clases18 como motor de la historia. A
diferencia de Descartes, Marx pensaba que el hombre se constituye como sujeto, ya no en el acto de
pensar, sino en la praxis, en el “hacer humano”. La praxis revolucionaria –producto de las
contradicciones del capitalismo- conduce al progreso inexorable e irreversible de la humanidad hacia
una sociedad sin clases. La idea de progreso postulada por Marx se opone a la noción mecanicista
newtoniana. Para Marx no hay progreso sin praxis revolucionaria, no hay praxis transformadora sin
conciencia de la opresión y no hay sujeto ni conciencia aséptica de la realidad, pues en el conocimiento
opera la ideología19.
Hacia mediados del siglo XIX se consolidó el capitalismo en Europa, de la mano de la burguesía, que se
convirtió en principal propietaria de la tierra, la industria, los bancos y las compañías de transporte. La
burguesía ejercía el poder político e ideológico-cultural, a través de cargos en el gobierno y de la
hegemonía20 en las universidades y academias. La política de expansión de los países capitalistas
europeos se extendió a África y Asia y adquirió dimensión imperial. También Estados Unidos se convirtió
en potencia de la mano de la burguesía, la que en América del Sur protagonizó las luchas contra los
imperios coloniales de España y Portugal. El desarrollo del capitalismo industrial generó una subjetividad
marcada por la confianza en la razón y el progreso indefinido de la historia. “Progreso, emancipación,
sujeto generador de los significados: lo histórico deja de ser, un paréntesis irracional, leído desde la
insondable racionalidad divina. Por el contrario, la historia, el hacerla, es el único camino posible para la
17 Lyotard, J.F. “Reescribir la modernidad” en Lo Inhumano. Bs. As: Manantial. 1998, 1998: 34-35).
18 A diferencia del estamento, al que se pertenece por nacimiento, la clase es la posición que ocupa un grupo de individuos en
una sociedad en relación con el proceso de producción. En el nivel inferior están los proletarios y en el superior, los dueños de
los medios de producción o capitalistas. La posición económica está relacionada con la posición política y cultural. Marx señala
que las clases dependen del desarrollo histórico de la producción y que el sistema social de clases puede ser abolido a través de
la lucha de clases.
19 Paul Ricoeur (1994) distingue tres significados del término “ideología”: 1) Como distorsión, disimulo o falsa conciencia, la
función de la ideología es producir una imagen invertida de la realidad. En sentido general la ideología es la manera como se
representa el hombre la realidad, “el procedimiento general mediante el cual el proceso de la vida real, la praxis, se falsifica por
medio de la representación imaginaria que los hombres se hacen de ella. Como falsa conciencia se opone a la ciencia que
proporciona conocimientos objetivos”; 2) Como justificación o legitimación de dominación, a través del uso de la retórica (arte de
persuadir) del discurso público; 3) Como integración, la función de la ideología se vincula con la constitución de la identidad de
una comunidad, grupo o clase, que adquiere así consistencia y permanencia, gracias a la imagen estable y duradera que se da
de sí mismo.
La función de integración se prolonga en la función de legitimación y ésta en la de disimulo en todos los ámbitos de la vida
social. Tan es así que, como señala Habermas, la representación científicay tecnológica de la realidad no escapa al carácter
ideológico de cualquier otra representación.
20 Según Antonio Gramsci la hegemonía es el rol de dirección política y cultural que ejerce un grupo social y sus aliados sobre la
sociedad y que condiciona la conquista y el ejercicio del poder por parte de los sectores subalternos. La hegemonía supone
alianzas de clases y grupos sociales. Es una síntesis de dirección y dominación, consenso y fuerza. SegúnWright Williams, la
hegemonía se ejerce a través de un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de la vida, como sistema de
significados y valores que, en la medida en que son experimentados como prácticas, parecen confirmarse recíprocamente, por
lo que se convierte en un sentido de la realidad para la mayoría de la gente.
17
realización de la razón. En esta empresa, el mundo sólo adquiere lógica, es decir, acontece con sentido,
desde la racionalidad del sujeto, dueño de las identidades y de las clasificatorias”21.
La razón moderna reformó el mundo y a sí misma. El discurso de la razón traza los límites del mundo,
que coincide con los límites de su propia discursividad. Así, bajo el discurso iluminista, la razón moderna
devela y, a la vez, encubre lo no conceptualizable, todo lo que no puede relatar a través de la lógica
científica. Tanto en su fundamento -la razón poder-como en el ámbito de la experiencia vital, la
modernidad es un proceso contradictorio. Por un lado, la razón libera y sujeta, emancipa y domina; por
otro lado, la modernidad se experimenta como sensación de vivir en dos mundos al mismo tiempo. Esa
contradicción dialéctica es inherente a la modernidad y se expresa en la célebre afirmación marxista de
que “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Dice Marx en el Manifiesto comunista: “Por un lado, en la
vida industrial y científica se ha iniciado una variedad de fuerzas que ninguna época en la historia
humana sospechó. Por el otro, hay síntomas de decadencia que rebasan con mucho los horrores de los
últimos tiempos del Imperio Romano. En nuestros días todo parece estar impregnado de su contrario. A
la maquinaria que tiene el maravilloso poder de acortar y fructificar la labor humana la mantenemos
hambrienta y con exceso de trabajo. Las novedosas fuentes de riqueza se convierten en fuente de deseo
mediante un extraño hechizo (...) Al mismo tiempo que los amos dominan la naturaleza, el hombre
parece estar encadenado a otros hombres o a su propia infamia. Inclusive la luz pura de la ciencia parece
incapaz de brillar en otra parte que no sea el oscuro fondo de la ignorancia. Pareciera que la finalidad de
nuestros inventos y progresos es reducir la vida humana a una fuerza material…Todas las relaciones
fijas, estancadas, con su antigua y venerable sucesión de prejuicios y opiniones, se desechan, y todas las
recién formadas pierden actualidad antes de cosificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo
que es sagrado se profana, y los hombres, al final, tienen que enfrentarse... a las condiciones reales de
sus vidas y sus relaciones con sus semejantes”22
Hacia fines del siglo XIX, Friedrich Nietzsche embistió contra la cultura europea, a través del
develamiento de las relaciones de poder subyacentes en la ciencia, la religión y la moral occidentales.
Nietzsche propone entender la verdad como metáfora, de acuerdo con lo cual, los hechos no serían más
que interpretaciones creadas desde una determinada perspectiva. Esta idea, al igual que la
revalorización de los instintos por sobre la razón, influyó en pensadores posteriores.
A inicios del siglo XX se desató la Primera Guerra Mundial (1914-1918), lo que marcó un punto de
inflexión en el pensamiento moderno. Este hecho revelaba, a los ojos de algunos pensadores brillantes
como Sygmund Freüd, que la sociedad fraterna es, en realidad, producto de la necesidad de goce del
sujeto. Se derrumbaba así el ideal de sociedad que la Modernidad suponía producto de la pura
racionalidad. Al sujeto, concebido por Descartes como esencialmente racional, Freüd lo pensará como
inconsciente, sujeto deseante y no ser, cuyo ser está dado porque habla y es hablado. La noción de
inconsciente como real psiquismo destruye la razón cartesiana considerada fuente de conocimiento
verdadero. La violencia se explica por la pulsión de muerte y la cultura como producto de la sublimación
de la libido.
A fines de la década del 60, los planteos de Michel Foucault contribuyeron a develar la lógica con que
operan los mecanismos de poder del sistema social, en la producción del saber. En América Latina,
mientras tanto, la crítica de la modernidad se despliega, desde mediados del siglo XX a través de
corrientes de pensamiento gestadas en torno a la necesidad de comprender y transformar lo real, de
dar respuesta a problemas estructurales generados por fuerza de las relaciones de dominación
construidas por la Europa colonialista, todavía presentes. Dentro de esas corrientes se pueden
mencionar la Filosofía de la Liberación y la Teología de la Liberación. Estas corrientes visualizan el
carácter de situado del conocimiento científico y filosófico y reconocen que la concepción universal del
tiempo - postulada por y desde Europa- por su carácter etnocéntrico, impide comprender los procesos
Bibliografía
Autores varios. Pensamiento Científico 1. ProCiencia (CONICET - Ministerio de Cultura y Educación de la
Nación), Buenos Aires, 1996.
Casullo, N. y otros. Itinerarios de la Modernidad: corrientes del pensamiento y tradiciones intelectuales desde la
ilustración hasta la posmodernidad. Bs. As. Eudeba, 2004.
Follari, R. Modernidad y posmodernidad: una óptica desde América Latina. Bs. As. Aique, 1994.
Habermas, J. “La modernidad, un proyecto incompleto”, en Foster, Hal y otros: La posmodernidad, Barcelona,
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Horkheimer, M. y Adorno, T. Dialéctica del Iluminismo. Vinci Einaudi. Turín, 1976.
Lyotard, J.F. “Reescribir la modernidad” en Lo Inhumano. Bs. As.: Manantial. 1998.
Mignolo, W. (comp.) Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Buenos Aires. Ediciones del signo, 2001.
Navarro Cordón, J. M. y Calvo Martínez, J. J. Historia de la Filosofía 2. Madrid: Anaya, 2003.
Ricoeur, P. Educación y Política: de la historia personal a la comunión de libertades. Buenos Aires. Docencia,
1994.
Guía de estudio
1. ¿Qué relación hay entre las corrientes del pensamiento, las tradiciones y las instituciones modernas?
2. ¿Qué se entiende por “moderno” en el habla cotidiana y qué es la Modernidad en sentido filosófico?
3. ¿Qué relación hay entre Modernidad y capitalismo? ¿Qué papel desempeñó la burguesía en los siglos XVII y
XVIII en esos procesos?
4. ¿A qué posiciones arribaron las discusiones sobre los inicios de la modernidad en los años 80 del siglo XX?
5. ¿Qué postula la Modernidad con respecto a la razón? ¿En qué dos sentidos la modernidad es sinónimo de
crítica?
6. ¿Qué relación existe entre pensamiento dominante y pensamiento subalterno?
7. ¿Qué implica hablar de Modernidad desde América Latina?
8. ¿Cuáles son las tres grandes rupturas que produce la Modernidad, con respecto a la cosmovisión medieval?
9. ¿Qué utopías subyacen en la Modernidad?
10. ¿Qué plantea Habermas con respecto a la caracterización que hace Weber de la Modernidad?
11. ¿En qué consiste la crítica de la Modernidad en los Siglos XIX y XX?
19
“De hecho, así es como Daniel Bell, el más brillante de los neoconservadores norteamericanos,
interpreta las cosas. En su libro Las contradicciones culturales del capitalismo, Bell argumenta que la
crisis de las sociedades desarrolladas de Occidente se remonta a una división entre cultura y sociedad.
La cultura modernista ha llegado a penetrar los valores de la vida cotidiana (…) infectada por el
modernismo. Debido a las fuerzas del modernismo, el principio del desarrollo y expresión ilimitados de
la personalidad propia, la exigencia de una auténtica experiencia personal y el subjetivismo de una
sensibilidad hiperestimulada, han llegado a ser dominantes. Según Bell, este temperamento
desencadena motivos hedonísticos irreconciliables con la disciplina de la vida profesional en sociedad.
Además, la cultura modernista es totalmente incompatible con la base moral de una conducta racional
con finalidad. De este modo, Bell aplica la carga de la responsabilidad para la disolución de la ética
protestante (fenómeno que ya había preocupado a Max Weber) en la «cultura adversaria». La cultura,
en su forma moderna, incita el odio contra las convenciones y virtudes de la vida cotidiana que ha
llegado a racionalizarse bajo las presiones de los imperativos económicos y administrativos. Hay en este
planteamiento una idea compleja que llama la atención… El modernismo es dominante pero está
muerto. La pregunta que se plantean los neoconservadores es ésta: ¿cómo pueden surgir normas en la
sociedad que limiten el libertinaje, restablezcan la ética de la disciplina y el trabajo? ¿Qué nuevas
normas constituirán un freno de la nivelación producida por el estado de bienestar social de modo que
las virtudes de la competencia individual para el éxito puedan dominar de nuevo? Bell ve un
renacimiento religioso como la única solución. La fe religiosa unida a la fe en la tradición proporcionará
individuos con identidades claramente definidas y seguridad existencial.
(…), los análisis como el de Bell sólo abocan a una actitud que se está extendiendo en Alemania tanto
como en Estados Unidos: el enfrentamiento intelectual y político con los portadores de la modernidad
cultural (…) La lucha toma la forma de exponer toda manifestación de lo que podría considerarse una
mentalidad oposicionista y descubrir su «lógica» para vincularla a las diversas formas de extremismo:
trazar la conexión entre modernismo y nihilismo… entre regulación gubernamental y totalitarismo,
entre critica de los gastos en armamento y subordinación al comunismo, entre la liberación femenina y
los derechos de los homosexuales y la destrucción de la familia... entre la izquierda en general y el
terrorismo, antisemitismo y fascismo (…).
El enfoque ad hominem y la amargura de estas acusaciones intelectuales (…) No deberían explicarse
tanto de acuerdo con la psicología de los escritores neoconservadores, sino más bien están enraizados
en la debilidad analítica de la misma doctrina conservadora.
El neoconservadurismo dirige hacia el modernismo cultural las incómodas cargas de una
modernización capitalista con más o menos éxito de la economía y la sociedad (…). Los
neoconservadores no revelan las causas económicas y sociales de las actitudes alteradas hacia el
trabajo, el consumo, el éxito y el ocio. En consecuencia, atribuyen el hedonismo, la falta de
identificación social, la falta de obediencia, el narcisismo, la retirada de la posición social y la
competencia por el éxito, al dominio de la «cultura». Pero, de hecho, la cultura interviene en la creación
de todos estos problemas de una manera muy indirecta y mediadora.
(…) Bajo las presiones de la dinámica del crecimiento económico y los éxitos organizativos del estado,
esta modernización social penetra cada vez más profundamente en las formas anteriores de la
existencia humana. Podríamos describir esta subordinación de los diversos ámbitos de la vida bajo los
imperativos del sistema como algo que perturba la infraestructura comunicativa de la vida cotidiana”.
(pp. 25-26).
Vocabulario
* Un enfoque ad hominem se funda en prejuicios contra las personas a quienes se dirige, para tratar de convencerlas o
confundirlas.
Guía de estudio
20
1. ¿De qué “problemas sociales” acusan a la modernidad del siglo XX, los neoconservadores? ¿Qué preguntas se
plantean?
2. ¿En qué países se extiende el neoconservadurismo descripto por Habermas?
3. ¿Qué forma toma la lucha de los neoconservadores, contra cualquier manifestación de oposición?
4. Según Habermas, ¿cómo se explica el enfoque ad hominem de la doctrina conservadora, acusatoria de la
modernidad?
Durante los siglos XVII y XVIII se desarrollaron en Europa dos corrientes de pensamiento que se
sintetizaron en la Ilustración23 y nutrieron el pensamiento de los siglos posteriores: el Racionalismo y el
Empirismo. En esta época, la filosofía se desarrolló como epistemología, o teoría explicativa de los
orígenes, alcances y límites del conocimiento.
Aunque se las suele presentar como totalmente opuestas, ambas corrientes habrán de coincidir en
algunos elementos fundamentales.
Las coincidencias están determinadas por el contexto de su surgimiento, marcado por la revolución
tecnocientífica, que impactó en el desarrollo del capitalismo, esquema en el que el proyecto político de
la burguesía en ascenso requería de la construcción de un nuevo orden simbólico, al que contribuirían
estas dos corrientes filosóficas. Racionalismo y Empirismo24 comparten la crítica de la filosofía
medieval25 y la necesidad de establecer un método riguroso para el desarrollo de la ciencia.
Las dos corrientes constituyen expresiones de la filosofía burguesa, en el sentido de que ofrecen una
explicación de la realidad coincidente con los intereses y valores de la burguesía, cuyo proyecto se
propusieron fundamentar.
Su repercusión en el ámbito cultural estuvo determinada por la dinámica económica y social de los
países en que surgieron. El Racionalismo se desarrolló con fuerza, principalmente en Francia y Alemania.
Entre sus representantes se destacan René Descartes, Gottfried Leibniz y Baruch Spinoza. La corriente
empirista, que surgió en Inglaterra, fue sostenida por David Hume, John Locke y George Berkeley.
Nos ocupamos aquí de René Descartes y John Locke.
metafísicos.
21
Guía de estudio
1. ¿Cuál es la esencia y cuál el fin del Estado?
2. ¿Qué relación hay entre Estado y sujeto y entre Estado y ciudadanos?
3. ¿Qué finalidad debe perseguir la educación, según Hegel? ¿Qué piensa Ud. al respecto?
4. Identifique en el texto, todos los elementos de la modernidad ilustrada.
5. Opine fundadamente, acerca de la idea de Hegel sobre América.
6. Analizar la siguiente afirmación: “Otra diferencia es que la América del Sur fue conquistada, mientras que la del
Norte ha sido colonizada.”
_______________________________________________________________________________ _____
El proyecto educacional moderno: ¿Identidad Terminal?
Tomaz Tadeu Da Silva*.
La educación escolarizada y pública sintetiza, en cierta forma, las ideas y los ideales de la Modernidad
y del Iluminismo. Ella corporiza las ideas de progreso constante a través de la razón y de la ciencia, de la
creencia en las potencialidades del desenvolvimiento de un sujeto autónomo y libre, del universalismo,
de la emancipación y la liberación política y social, de la autonomía y la libertad, de la ampliación del
espacio público a través de la ciudadanía, de la nivelación de privilegios hereditarios, y de la movilidad
social. La escuela está en el centro de los ideales de justicia, igualdad y distribución del proyecto
moderno de sociedad y política. No sólo resume esos principios, propósitos e impulsos; ella es la
institución encargada de transmitirlos, de generalizarlos, de hacer que se tornen parte del sentido
común y de la sensibilidad popular. La escuela pública se confunde, así, con el propio proyecto de la
Modernidad. Es la institución moderna por excelencia.
Es pues precisamente esa institución la que se encuentra presa del fuego cruzado de dos ataques
centrales a sus fundamentos modernos e iluministas. De un lado tenemos el cuestionamiento
posmodernista – y posestructuralista – a los presupuestos modernos de la educación pública e
institucionalizada, la existencia de un sujeto esencial, centrado y unitario, las narrativas maestras de la
razón y del progreso, el ideal de emancipación y autonomía. Del otro, el asalto neoliberal al sentido
común sobre la educación pública producido por el modernismo y por el iluminismo, y el consecuente
dislocamiento de la educación de la esfera del espacio público al espacio privado del consumo y de la
“selección”. Una de las víctimas principales de esa guerra, además de la propia idea de educación
pública, es la teorización crítica sobre la escuela y el currículum, es el propio posicionamiento de la
izquierda en relación con las ideas – modernas – sobre la educación. La posición modernista e iluminista
constituía la base común del pensamiento liberal y del pensamiento crítico de fundamentación marxista
sobre la escuela. Aún los cuestionamientos más radicales sobre la educación institucionalizada,
representados en un cierto momento por las teorías de la reproducción, en cierta forma restringían el
cuestionamiento de la educación liberal y moderna a sus promesas no cumplidas de acceso universal, de
igualdad del tratamiento y de no discriminación. La educación liberal y capitalista era condenada no por
sus ideas sino por no haberlas realizado. (No deja de ser irónico que esas ideas sean ahora cuestionadas
cuando para una gran parte de la población ni siquiera fueron realizadas). En el fondo, estaba la
posibilidad de una educación y de una escuela no contaminadas por las distorsiones de una sociedad
capitalista y mercantil y de un Estado interesado, pero en la cual los ideales de un sujeto autónomo y
racional, de emancipación y progreso y triunfo de la razón, podrían, finalmente, ser cumplidos.
Los ideales modernos e iluministas sobre la escuela siempre constituyeron el criterio último a partir del
cual se fundaba la crítica a la escuela existente: “si por lo menos pudiésemos eliminar los obstáculos
colocados a esa realización – resultantes del funcionamiento de una organización económica espúrea –
llegaríamos, finalmente, a la educación auténtica y legítima”. La ironía es que esos ideales y principios
son colocados bajo sospecha y radicalmente cuestionados precisamente en una época en que el asalto a
algunos de sus fundamentos viene de otro lado: de una “nueva”derecha dispuesta a sentar las bases de
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un nuevo sentido común sobre la educación y la escuela ¿Sobre qué bases se continuará haciendo, en
ese escenario, la crítica educacional de izquierda?
Retirados los fundamentos modernistas de nuestra crítica, ¿en qué basar nuestra evaluación del
presente asalto derechista a la educación pública? Es para intentar construir un comienzo de respuesta
a esta inquietante cuestión, que intento resumir, en la próxima sección, el cuestionamiento pos-
moderno y pos-estructuralista a la educación institucionalizada, así como los contornos de la ofensiva
neoliberal a las bases y a las justificaciones modernas de la escuela pública.
Guía de estudio
1. ¿Cómo concibe el sujeto la modernidad? ¿Qué relación hay entre el sujeto moderno y la sociedad y la política
modernas?
2. Según la perspectiva pos-moderna y pos-estructuralista, ¿qué problema esconde la producción de ese tipo
particular de sujeto?
3. ¿Cómo piensan el sujeto Foucault y Derrida, respectivamente? ¿Qué relación hay entre sujeto y verdad? ¿Cómo
piensan ambos filósofos el/ la intelectual?
4. ¿Qué acontecimientos sociales influyeron en los cuestionamientos pos-modernos y pos-estructuralistas a los
principios modernos?
5. ¿De qué ideas fundantes de la modernidad sospechan posmodernos y posestructuralistas?
6. ¿Cómo afectan los cuestionamientos pos-modernos y pos-estructuralistas a la educación? ¿Por qué?
7. ¿En qué consiste el “asalto neoliberal”? ¿Por qué este “asalto” tiene como blanco prioritario la educación?
8. ¿Qué objetivo persigue el proyecto neoliberal con respecto a la educación pública?
9. ¿Cómo traduce el proyecto neoliberal las cuestiones de derecho y de política, correlativas de la definición
moderna de educación pública?
10. ¿Qué estrategia de transformación cultural despliega el proyecto neoliberal y qué está en juego en esa
estrategia?
11. ¿Qué nueva racionalidad implica el proyecto neoliberal? ¿En qué aspectos del proyecto moderno se apoya y
con cuáles aspectos rompe radicalmente?
12. Según Gramsci, ¿en qué se basa la nueva hegemonía que construye el proyecto neoliberal?
13. ¿A través de qué noción de sujeto sustituye el neoliberalismo al sujeto humanista y altruista de la educación
moderna? ¿Qué consecuencias tiene esta sustitución en la política educativa, en la concepción del currículo, la
pedagogía, la función asignada a la educación, etc.?
14. Explicar la afirmación de Da Silva: “En suma, el proyecto educacional moderno es colonizado por el imperialismo
de la gerencia y de la ingeniería administrativa que están en el centro de las estrategias neoliberales de gobierno.”
15. Analizar el siguiente fragmento de Stephen Ball (1990:157):”El discurso de la gerencia es un discurso empirista.
La teoría de la gerencia ve al mundo social como presa de un caos irracional, como necesitando de ser traído a un
orden redentor. Construye su superioridad a través de un conjunto de poderosas oposiciones: el orden contra el caos,
la racionalidad contra la irracionalidad, la sanidad contra la locura, la neutralidad contra el sesgo político, la eficiencia
contra la ineficiencia, la meritocracia contra la influencia personal. Es la antítesis lingüística de la crisis y como tal
tiene un papel político central en los años ´80. El lenguaje de la gerencia ofrece la racionalidad y la eficiencia para
promover el control; es un régimen de jurisdicción y veracidad”
16¿En qué consiste la dislocación neoliberal del foco de lo político a lo técnico?
17. ¿En qué se contraponen el proyecto neoliberal y las vertientes críticas del proyecto moderno?
18. ¿Qué principios del proyecto educacional moderno exigen ser revisados para resistir a la ofensiva neoliberal?
72
19. ¿Qué reflexiones desató el texto en ustedes?
__________________________________________________________________________________________
COLONIZACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD. Los medios masivos en la época del biomercado
Fichado temático (El destacado es nuestro)
Nora Merlin.
Prólogo
No hay diferencias sustanciales entre la forma de mirar la televisión y el altar de una iglesia (…)
Cap. 4 El consumo
El consumo constituye una categoría problemática (…). Por un lado, si el consumo es parte necesaria
del funcionamiento del sistema capitalista, entonces debería ser un derecho; por otra, puede ser
definido como el mal mismo en el seno del neoliberalismo. En tanto derecho (…) todas las personas se
inscriben con derecho al consumo y son potencialmente libres de consumir; (…) la imposibilidad de
consumir, se traduce como exclusión de la democracia. Pero la presunta libertad de consumir, en el
neoliberalismo se ve socavada por la propia libertad de mercado, su principio fundamental (…).
La afirmación de derechos incluye a todos los miembros de una comunidad y los inscribe
simbólicamente en la misma condición de posibilidad. El reconocimiento de un derecho universal
constituye una declaración de igualdad y tiene una función democrática. El filósofo Jacques Ranciere
(2007a, 2007b) plantea la suposición de igualdad como punto de partida de la democracia para todos los
miembros de una comunidad. Luego será posible señalar la desigualdad, resultado de una distribución
injusta de la riqueza y de la clasificación social impuesta por el orden económico imperante. Según
Ranciere (2007b), solo bajo la premisa de igualdad cierto sector que se reconoce en desventaja en la
cuenta y que no está conforme con el lugar otorgado en el orden económico y social establecido puede
74
desclasificarse e ir contra ese orden. Nombrar y reconocer la igualdad (…) permite también, la
inscripción de desigualdades y demandas de los sectores que se consideran desfavorecidos, o que no
tienen parte en el orden asignado por el Estado y el mercado.
Sin embargo, (…), a la par de ese derecho democrático (el de consumir libremente) en el seno del
orden capitalista se vuelve necesario cuestionar la categoría misma de consumo, que actualmente se
revela como el principal rasgo de nuestra época. En El capital (2012), Marx describió el sistema
capitalista como un modo de producción en el que todo adopta la forma de mercancía. El capital (…),
tiene como meta su acumulación mediante la generación de plusvalía. En un movimiento circular,
incesante, compulsivo, incondicional e insaciable, que se caracteriza por su magnitud creciente y
expansiva, la producción tiene como objeto la reproducción del capital. Marx formuló el concepto de
fetichismo de la mercancía, que consiste en mistificar un objeto atribuyéndole propiedades mágicas: en
el mercado, las mercancías se intercambian como si ellas en sí mismas establecieran relaciones sociales,
mientras que (…), las relaciones productivas humanas que produjeron esas mercancías, permanecen
ocultas.
Efectuando un desplazamiento del acento puesto en la estructura económica -tal como lo hacía Marx-
a la economía del goce, Lacanintentó pensar el lazo social en el capitalismo como un discurso, en
términos de pérdida y recuperación. En el seminario El reverso del psicoanálisis (1992), Lacan
matematiza la estructura de los discursos con una topología que dispone de cuatro lugares: Agente,
otro, verdad y producto, y cuatro términos: S1, S2, $ (sujeto tachado), a, generando en principio cuatro
discursos que permiten establecer distintos modos de articulación del vínculo social: el discurso del
Amo, el Universitario, el de la Histeria y el del Analista, delimitados por el giro de un cuarto de vuelta
hacia la izquierda de los términos, sin alterar el orden de las letras del álgebra. El llamado discurso
capitalista se presenta como una excepción a esta lógica discursiva, porque distorsiona los lugares y las
secuencias que Lacan establece en el Seminario 17. En consecuencia, Lacan concluye que el capitalismo
de ninguna manera es un lazo social, como es necesario que sea un discurso, sino más bien un modo
social excepcional al lazo social.
La ciencia, transformada en tecnología, produce y oferta continuamente, a través de la publicidad y los
medios de comunicación, objetos de consumo que portan la promesa de tapar la falta estructural del
sujeto. Se establece de este modo una dialéctica incesante y circular entre falta estructural y consumo
compulsivo, exceso, plus-valor, que produce acumulación de capital para el capitalista y una modalidad
de goce fundamentada en el consumo. El discurso capitalista rechaza los límites y la imposibilidad, y no
necesita al Otro para ser representado, porque es un sistema cerrado que se basta a sí mismo. Estas
características determinan que (…), el lazo social capitalista no pueda ser definido como un discurso,
pues constituye un modo social**. (…), la cultura de masas no se basa en el lazo social, sino en un
sistema libidinal ordenado exclusivamente por identificaciones alrededor del capital y los objetos de
consumo, que funcionan como organizadores simbólicos que dividen campos (“tener o no tener”). La
masa implica un modo social que no representa un lazo discursivo, aquello que hace posible el vínculo
social. El capitalismo produjo un creciente individualismo, a la par de la declinación de los lazos sociales
y de la palabra.
Ambas concepciones, la de Marx y la de Lacan, coinciden en diagnosticar que en el capitalismo, un
lenguaje de cosas tomó a la cultura, y las relaciones sociales adoptaron la forma mercantil de objetos de
uso y de precios en el mercado, en el cual las personas valen en tanto objetos o cantidades. En el
capitalismo todo se volvió contable: el amor en sus variadas formas, el arte, la ciencia, la política, etc. Si
el consumo es la ley que regula la cultura, en los lazos sociales se ponen en juego distintas modalidades
de esa actividad; una de ellas es la de comernos entre nosotros, el canibalismo: se empieza con los
objetos para terminar consumiendo a las personas. Se configura así una erótica del capital, que tiene en
el dinero un objeto fálico privilegiado y una modalidad de satisfacción que adquiere fijación en el
consumo. El sujeto queda capturado con el anzuelo del objeto tecnológico, que posee la propiedad del
encantamiento, cuya función principal es suturar la falta del sujeto y seducirlo con la posibilidad de
75
conseguir una aparente completud. Los objetos de consumo funcionan como una anestesia que tapona
la falta propia del sujeto que posibilita el deseo, el amor, la amistad y también la angustia como afecto
principal. Convertido en un consumidor, el individuo paga sus objetos acumulables no sólo con dinero
sino al precio de su propio adormecimiento. Sin embargo, (…) esos “quitapenas” solo consiguen
adormecerlo por un rato, razón por la cual el consumo debe volverse compulsivo en un movimiento
circular, sin salida entre la falta y el exceso.
El neoliberalismo (…), conduce al fracaso de los contratos sociales y a la caída de la representación de
los lazos sociales, factores que dificultan la resolución al problema de la hostilidad entre los semejantes.
El neoliberalismo es el nombre actual del “malestar en la cultura” establecido por Freud; no hay ninguna
razón para naturalizarlo o considerarlo el fin de la historia. Otra construcción de los lazos sociales
basada en un pacto político no determinado por el mercado y otra relación con los mandatos de esta
época globalizada son posibles, a condición de que se inventen nuevas formas de hacer lo común.
Consumo y marketing
El consumo y la publicidad, presentes en todos los aspectos de la vida social, en el actual capitalismo
neoliberal pasaron a ser las tropas dominantes, configuran un dispositivo de sugestión que produce una
subjetividad determinada. La publicidad está dotada de un poder que hechiza, somete, determina
identificaciones, valores y elecciones. Aunque (…) el consumo aparenta ampliar las libertades
individuales, (…) en realidad las elecciones que permite se encuentran condicionadas por el marketing,
una disciplina dedicada al análisis del mercado y los comportamientos de los consumidores con el
objetivo de optimizar las ventas. Desde la última mitad del siglo XX, el crecimiento de los medios de
comunicación sentó las bases para la penetración del marketing en la cultura, mediante un proceso que
comenzó en los países centrales y luego se expandió al resto del mundo. A fines del siglo XX, las técnicas
de venta (…) exitosas en el ámbito comercial comenzaron a ser utilizadas en la actividad política para
construir consensos, convencer, conseguir votantes, imponer valores, creencias, hábitos, etc. El
marketing permite posicionar una marca y un producto como también una idea o un candidato. Sus
principales soportes los constituyen el diseño de la imagen y la comunicación de los medios masivos; a
través de éstos, el mercado produce e instala opinión pública en la sociedad, donde busca lograr un
consenso que no es otra cosa que un sistema de identificaciones y de uniformidad propio de la
psicología de las masas, un orden homogéneo que obtura la política. Si bien Freud y Lacan han
observado que las demandas no son necesidades naturales, básicas ni biológicas, sino construcciones
discursivas, la mercadotecnia impone demandas que aparecen como una elección libre del ciudadano.
La bestia capitalista engorda su poder a costa de la subjetividad. El Leviatán, aquel monstruo marino
con el que Thomas Hobbes (2002) representó al Estado moderno, hoy parece derrotado frente a un
mercado triunfante e ilimitado que arrasa con casi todo. Pero la democracia no puede definirse por el
sentido común o el consenso de una masa de autómatas uniformados, generado por los medios de
comunicación y “regulado” por el mercado y el consumo. Para ser tal, la democracia debe construirse
con la política, esto es, el conflicto, la pluralidad, el debate y los antagonismos. Cuando los ricos y los
pobres dicen lo mismo (por ejemplo: “quiero un cambio”) y votan lo mismo, la igualdad y la libertad se
revelan ilusorias: lo político se debilita, el marketing triunfa y la elección se subordina a la imagen
publicitaria mejor diseñada. En estas condiciones, cabe preguntarse si la relación entre cultura de masas
y democracia es viable.
La política meritocrática, en contraposición al dispositivo del marketing que instala demandas, parte
del supuesto de igualdad como principio y condición, que no debe confundirse con la uniformidad
propia de la masa, ni con un efecto de la identificación. Las demandas en democracia, entendidas como
acciones en las que se inscribe simbólicamente una falta, un pedido a las instituciones, constituyen lo
que define la política, razón por la cual no pueden consistir en una manipulación de la subjetividad.
Cuando algunos, porque se consideran desfavorecidos en la asignación determinada por un orden
instituido, expresan e inscriben un pedido al Estado, al que articulan con otros pedidos en una lógica
76
diferencial, surgen las demandas como acción política. En cambio, las demandas instaladas por el
marketing implican una producción calculada de subjetividad cuyo objetivo se orienta a que el
ciudadano “compre” el mensaje construido por los expertos en marketing.
En el neoliberalismo el mercado se pone el disfraz de la política, cuando en realidad opera un
dispositivo planificado de sugestión y manipulación montado en la utilización de técnicas de venta, que
lleva a que el accionar de los ciudadanos permanezca indiferenciado entre la libertad de elección y la
sugestión. Se adquiere una marca, una identificación y una pertenencia imaginaria a un determinado
universo de significación, sin advertirse que tras ello hay un proyecto político y económico.
El actual modelo de los medios de comunicación de masas tiende a la producción de individuos
seriados por identificación, en una situación que echa por tierra la pretendida libertad de la información
y los mensajes comunicacionales. Freud (1984c) vio en la fascinación colectiva de la masa y su efecto de
homogeneización un prolegómeno del totalitarismo. Si bien en apariencia los mensajes mediáticos
amplían la libertad individual, en sentido estricto se imponen, condicionan elecciones, valores e
identificaciones y operan sobre la subjetividad, llegando al extremo de manipularla y enfermarla. Frente
a este panorama, surgen algunos interrogantes: ¿dónde quedan las categorías de verdad, decisión
racional y autonomía del sujeto para filtrar y administrar la información y los afectos que los medios de
comunicación instalan?
Estos planteos apuntan a poner en cuestión que el neoliberalismo y la concentración comunicacional
en manos de unos pocos grupos son compatibles con la democracia. Además de protagonizar una
distribución económica injusta, el monopolio de los medios ejerce una concentración simbólica de
sentidos que se imponen y construyen la opinión pública, la sociedad y “la verdad” en una batalla
cultural desigual***. Como corolario se obtiene una subjetividad manipulada y producida por el
marketing, reducida a una cifra y sometida constantemente a procesos de uniformidad y
homogeneización. Dada la circularidad del capitalismo en su actual versión neoliberal, ¿cómo pensar la
salida en este discurso? ¿Qué resta al circuito de la mercancía? ¿Qué alternativa plantear al mercado? La
hipótesis del sujeto efecto del lenguaje, permite hacer comparecer las diferencias singulares, cuya
existencia supone un límite al avance del totalitarismo y el racismo fogoneados por el monstruo tanático
neoliberal.
Cap. 5 El machismo
Platón (1975) cuenta una alegoría que permite entender cómo funciona el sentido común. Había
ciertos hombres que tenían sus espaldas vueltas hacia la entrada de una caverna, incapaces de
contemplar el mundo exterior. Sobre la pared interior de la caverna, se proyectaban las sombras de
otros hombres. Cierto día uno de los prisioneros logró escapar y contempló la luz del día; entonces
comprendió la falsedad en la que hasta entonces había vivido. La conclusión es evidente: aquello que
tranquilamente llamamos la realidad, puede revelarse como una mera apariencia producto de la opinión
corriente, la costumbre, los prejuicios o las creencias.
La cultura actual puede ser pensada como una oscura caverna neoliberal organizada por el poder
financiero, cuyos rasgos y valores supremos son el consumo y la circulación irrestricta del capital. El
mercado impone su lógica y ensombrece la vida con reglas del juego supuestamente “naturales”, que
orientan las conductas económicas y sociales. Según Marx (2012), en el capitalismo las relaciones
sociales adoptan la forma mercantil y las personas (…) valen como objetos o precios en el mercado.
Marx detecta en el fetichismo de la mercancía, un modo de intercambio paradigmático del capitalismo:
las relaciones sociales toman la forma del intercambio que asume la mercancía. Por su parte, Lacan
(1992) indica que el capitalismo, además de ser un modo de producción y una relación económica en la
que el trabajador libre vende su fuerza de trabajo, tal como lo estableció Marx, conforma también un
lazo social. Razón por la cual, la subjetividad asume las categorías de la empresa: se habla del capital
social, rendimiento, eficacia, el emprendedor o empresario de sí mismo, etc.
77
Marx concibe lo social y la cultura como superestructura determinada (…) por la estructura económica
de las relaciones de producción (…). El capital es el punto de partida de la producción capitalista, cuya
meta es su acumulación mediante la plusvalía (la ganancia que el empresario retiene del trabajo del
obrero). Entre capitalistas y proletarios, las relaciones son de explotación, dominación, uso, poder,
sometimiento, obediencia. Desde otra perspectiva, Lacan ubica al capitalismo como un discurso más
junto al del amo, el universitario, el de la histérica y el del analista. No obstante, este discurso no cumple
con la regla de los otros cuatro, que se constituyen cambiando sus lugares un cuarto de vuelta según el
movimiento de las agujas del reloj. El discurso capitalista se constituye invirtiendo las letras de la
izquierda del discurso del amo, por lo que (…) el capitalismo conforma una excepción a los otros cuatro:
paradójicamente, conforma un modo social no discursivo. Como afirmamos en “Neoliberalismo y masa”,
la masa es (…) un modo social que no es un discurso sino un enlace libidinal organizado por la
identificación y el sometimiento inconsciente. Integrada por un agrupamiento de yoes que no
establecen vínculos, la masa es una formación individualista, una subjetividad que rechaza los límites, la
imposibilidad, y busca relaciones con objetos (tecnológicos o de consumo) que suturan la falta
estructural.
Aunque el término patriarcado remite a la organización social primitiva en que la autoridad era
ejercida por un varón jefe de la familia, es precedente al capitalismo, este añadió al patriarcado el hecho
de que las personas sean tomadas con la lógica propia de la indignidad de los objetos: se usan, se
descartan y se tiran. Se establece de este modo una erótica, entre un sujeto y un objeto, carente de lazo
amoroso, pues este último refiere a los vínculos entre personas. Configurada como poder y
sometimiento, esta erótica cobró fijeza y se instaló como una relación “natural” en la lógica capitalista.
El sujeto impulsado a poseer ilimitadamente, buscará hacer un objeto de su partenaire amoroso y
establecer con él modos de servidumbre en los que predomina el valor de uso y abuso. Freud, en (…) “El
malestar en la cultura” (1986d), puntualiza que el prójimo constituye un motivo de tentación para
satisfacer la agresividad: explotarlo, apoderarse de sus bienes, humillarlo, martirizarlo y matarlo.
(…) en este régimen político el machismo se consolidó y profundizó, a punto tal que en esta época
designa una de las relaciones más frecuentes entre hombres y mujeres. Se trata de un vínculo entre
alguien que encarna el lugar de sujeto y otro el de objeto, definido por ser una cosa de propiedad
privada, susceptible de ser usada, explotada, abusada, para ejercer sobre ella poder, dominio y
maltrato. El machismo constituye un lazo social que no se explica a partir de un presunto antagonismo
determinado por la biología o la diferencia sexual anatómica sino por una articulación topológica, lógica,
gramatical y erótica. La topología recorta lugares, el del agente y del otro; una lógica binaria definida por
el par poder-sometimiento, mientras que la gramática refiere al sujeto (activo) y el objeto (pasivo). En el
vínculo machista el agente es (…) quien detenta el poder y se abusa de maneras múltiples del otro. Este
último se somete pasivamente a un imperativo de obediencia que se naturalizó y erotizó como una de
las formas que presenta el masoquismo. Es necesario aclarar que en la pasividad hay actividad, por lo
que hablamos de un sometimiento activo, una búsqueda inconsciente de permanecer en esa posición
(no nos referimos aquí a los casos de sometimiento forzado: secuestros, trata, etc.). Remover las
prácticas machistas implica un profundo cambio cultural que involucra actitudes, conductas, prácticas
sociales y creencias.
“Ni una menos” fue un acontecimiento producido en Argentina: designa una rebelión de mujeres que
puso en cuestión algunos “patrones” (…) organizadores de la cultura. Surgió porque hay un
convencimiento y un deseo colectivo de cambio cultural, que implica fundamentalmente otra
construcción de lazos sociales, no machistas ni determinados por el mercado y los mandatos
neoliberales orientados por el consumo. Esto incluye un tejido social basado en un pacto político
distinto, democrático, horizontal y emancipado del poder entendido como imposición.
Tal vez una mayor presencia de las mujeres colabore a introducir otra forma de hacer el mundo y la
política, a construir otro tipo de lazos sociales y a establecer nuevos modos de subjetivación, maneras
de ser y hacer con los otros, más allá del circuito de la mercancía, el mundo patriarcal y la lógica
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imaginaria de la psicología de las masas; otra manera de estar, de vivir la sexualidad y el amor. La
feminización tiene que comportar algo nuevo, que implique un cambio radical, una superación del
rechazo de lo femenino y no una simple maternización en la vertiente de los cuidados.
Una política de mujer promete la posibilidad de una renovación (…) sostenida en el deseo singular y
colectivo de superar la lógica binaria del par “poder-sometimiento”, tejiendo lazos sociales no
jerárquicos y verticales del mando. Tampoco puede limitarse meramente al cambio de signo de las
representaciones conocidas, como la réplica falocéntrica invertida, la “mujer de hierro” o el maternaje.
Una política de mujer será una esperanza si somos capaces de realizar una búsqueda colectiva y
democrática que nos permita ir más allá de lo instituido y engendrar o “parir”, como afirmaba Arendt
(1997), una nueva manera de estar con los otros y habitar el mundo de los comunes con menos
patrones y mayor vida.
Esto puede tener inimaginables consecuencias para la vida.
El espacio público
Hannah Arendt (1997) afirma que el lenguaje permite crear un mundo de relaciones humanas que, a
diferencia de la vida privada, es el lugar de aparición de los sujetos. El espacio público existe entre -y no
en- nosotros, y es allí donde los seres humanos se relacionan. Arendt cuenta que en la Antigua Roma la
expresión latina inter homines esse significaba a la vez tanto “vivir” como “estar entre los hombres”. El
espacio público, la polis para los griegos, era un lugar de encuentro con los demás, un estar entre los
hombres fuera del cual no podía concebirse una vida verdaderamente humana. Arendt concibe a la
política como una relación de lenguaje que se produce entre, espacio interhumano que subraya el
aspecto relacional. Lo público, eminentemente político y plural, es el espacio en el que se teje la trama
de los asuntos humanos, donde se muestra el deseo de vivir con otros. La comunidad (…) no configura
un dato de partida ni una esencia a la que se pertenece o que se tiene, sino (…) es un efecto que se
construye, una posibilidad y una libertad. Comunidad (…) no es algo que sucede a pesar de los miembros
que la forman ni se halla garantizado; ella depende de una producción y un deseo (…) de comunidad. Es
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sabido que la política incluye conflictos, desacuerdos, antagonismos y divisiones de campos de intereses
contrapuestos, por lo que la comunidad no implica necesariamente unanimidad o acuerdo. Mediante la
acción, el ser hablante hace el mundo del que forma parte: invierte su tiempo, aporta un relato que
remite a la posibilidad humana de producir nuevos sentidos, asume su responsabilidad, que supone la
posibilidad de comprender lo que acontece en el mundo, pero también de hacerse cargo del presente y
de la inscripción histórica en un mundo común.
En la posmodernidad, los medios de comunicación de masas sustituyeron a los debates de la polis
griega, en un espacio público dominado y manipulado por corporaciones que, desde la afectividad y las
identificaciones, construyen la opinión y dan forma a sentidos que se imponen como comunes. En el
caso de la libertad de expresión democrática, en la segunda mitad del siglo XX surgió un mercado que
paulatinamente fue permeando el espacio público y que en la actualidad porta un totalitario monopolio
del sentido, que pone en cuestión el necesario lugar vacío del poder y del saber en la democracia, su
condición misma (Lefort, 2004). Los medios dirigen el espacio público con un discurso único que
homogeniza la cultura y que tiene como efecto una masa manipulada y una subjetividad colonizada,
uniformada y sometida al poder corporativo. Los “debates políticos” que se transmiten por televisión
simulan un intercambio plural pero configuran una disputa imaginaria, sede del odio y la agresión entre
las personas. La política se desvanece cuando en el espacio público se ataca al otro, a quien se concibe
como un enemigo o un objeto hostil al que se puede humillar, degradar, maltratar. En esta situación, la
cultura se convierte en un campo de guerra minado por la violencia y el odio entre los semejantes en sus
variadas expresiones, lo que contraría los pilares de la democracia y la comunidad: la libertad, la
igualdad y el contrato social.
El mal asume variadas formas en la cultura: una de ellas es hablar desde la perspectiva del odio y la
agresividad. Ambos son afectos antipolíticos, pues son destituyentes de los lazos y atentan contra la
salud de un pueblo. Con insistencia desmedida y desregulada, los medios emiten mensajes agresivos u
hostiles que incrementan el miedo y la angustia de sus receptores. En ocasiones, el derecho a la libre
expresión se confunde con la libertad de agresión verbal o las exhibiciones de odio en la escena pública.
La agresión, tal como la definió Freud (1986d), es la manifestación de la pulsión de muerte dirigida al
exterior. Cuando esa pulsión prácticamente no es acompañada por su par Eros, se presenta como una
irrupción violenta, desregulada, sin medida, y tiende a la desintegración o a la desunión de los lazos
entre los seres hablantes y del sistema social en general. En tal caso la pulsión de muerte no opera de un
modo instrumental o funcional respecto de la cultura; tampoco implica el conflicto o el desacuerdo
propios de la política, sino que conspira y atenta contra lo común.
Referencias
*En un capítulo posterior, “La potencia de la imagen”, observaremos que las relaciones virtuales son de estructura narcisista,
por lo que en ellas cobra preponderancia un macado individualismo.
** De allí que en el capítulo anterior planteamos que la masa es el paradigma del neoliberalismo.
*** En los próximos capítulos abordaremos esta cuestión.
**** El neurólogo estadounidense Fred Baughman (2006) denunció en reiteradas oportunidades el falso diagnóstico del
TDAH, por el que presentó una demanda de fraude al consumidor en el Estado de California. Niños completamente normales
fueron diagnosticados con desequilibrios químicos cerebrales ficticios por médicos que les prescribieron la toma de drogas. El
exceso diagnóstico induce a medicalizar comportamientos que simplemente se separan de la norma, sin ser propiamente
trastornos psíquicos.
Guia de estudio
1. ¿Qué es el neoliberalismo?
2. ¿Qué ocurre con el lazo social en el neoliberalismo? ¿En qué sentimiento humano se funda el plan neoliberal?
3. ¿Qué tipo de sujetos produce el neoliberalismo?
4. ¿Qué papel cumplen los medios de comunicación en la producción de la subjetividad? ¿Qué estrategias
utilizan?
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