Sanidad Interior 49
Sanidad Interior 49
Sanidad Interior 49
Hay una parte del comercio y de la riqueza que es justo y necesario para los pueblos de la
tierra. Pero en forma muy sutil la iniquidad, la semilla del diablo, lo tomaron como el terreno
fértil para desarrollar en él su suprema maldad. Todas las naciones han participado de su
seducción y por ende están atrapadas en sus redes.
«Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la
tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia
de sus deleites. Y oí otra voz que decía: Salid de ella pueblo mío, para que no seáis
partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas» (Apocalipsis 18:3-4).
El comercio y la riqueza llegan a tener un ESPLENDOR que se vuelve la puerta por la cual
penetra la iniquidad. Este esplendor es una gloria que no es la de Dios. Es un brillo y una
sensación de seguridad artificial, de poder, que se levantan para competir y tomar el lugar
de Dios. Es un esplendor que fascina y seduce los ojos del mundo. La riqueza produjo en el
corazón de Luzbel una narcosis, un embelesamiento de sí mismo en el cual empezó a creer
que el poder de su abundancia lo ponía a la par del Altísimo.
Este mismo pensamiento es el que está sembrado en el corazón de los hombres en esa
semilla satánica que heredamos en nuestro nacimiento. Desde el principio de las edades, el
hombre en su iniquidad ha buscado más el oro que a Dios.
El comercio ha sido impregnado con iniquidad en todas las formas posibles. Y en mayor o
menor grado esto es una constante en la línea generacional de sangre de casi todos los
hombres. Por amor a las posesiones los pueblos se han matado entre en sí. El oro a través
de los siglos ha sido manchado de sangre una y otra vez.
¡El que más tiene es el más poderoso! Ha sido el slogan por excelencia de todas las
civilizaciones occidentales. El oro ha sido buscado para ser ofrecido a los dioses paganos, en
casi todas las culturas .Ha sido el símbolo de poder de los reinos Europeos.
Todo tipo de pactos satánicos, brujería y alta magia rodean las riquezas del mundo. Las más
abominables organizaciones del alto y del bajo crimen provienen del amor y la búsqueda de
la riqueza. Aún millones de cristianos, ponen mucho más énfasis en su búsqueda de
la riqueza que en la de Dios.
Nuestras iglesias se llenan de iniquidad cuando el pueblo está volcado en los bienes y la
comodidad de este mundo; y se olvida de los pobres de la tierra. Cuando son más impor-
tantes las joyas y los vestidos visibles, que los invisibles, cuando es prioritario luchar con
sacrificio por obtener algo de este mundo, que poner nuestra vida en sacrificio para
encontrarnos en niveles cada vez mayores con Dios, estamos llenos de iniquidad. Cuando
nuestras posesiones, nuestro sueldo o nuestro negocio son nuestra seguridad y no
Dios, hemos caído en las mismas contrataciones que hicieron caer a Luzbel.
La economía del mundo está llena de iniquidad, de derramamiento de sangre. Por dinero se
hacen guerras, se venden armas a grupos terroristas, se deja morir de hambre naciones
enteras, para mantener un precio en el mercado.
Los sistemas bancarios están llenos de corrupción, de usura y de mentira. Los gobiernos
venden su integridad por dinero. La justicia es corrompida. Con oro, se silencia el homicidio
y se persigue al desamparado. Se hacen fraudes con el dinero de los ciudadanos.
Se roba a Dios por todos lados, en diezmos y ofrendas, el que no tiene justifica el defraudar
y mentir al hermano. Es tan fácil que alguien te pida prestado y nunca más lo vuelvas a ver,
porque es más importante el dinero que la amistad.
Es en el rubro de las finanzas donde menos temor de Dos he visto. Y lo que la gente no sabe
es que el refugiarse en el dinero y servirlo es hacer directamente un pacto con la muerte.
Fíjese como la iniquidad alrededor de las riquezas está íntimamente ligada a espíritus de
muerte: Salmo 49:5-6 y 13-15.
El Seol, es el lugar de los muertos, sin embargo en este Salmo, se ve como este lugar ejerce
una influencia y un poder aún sobre los vivos. De la misma manera que el cielo ejerce su
poder sobre justos e injustos también la muerte es un imperio que cautiva y pastorea a los
que están sujetos a ella a través de la iniquidad, la rebelión y el pecado.
El dinero, el cual debiera ser tan solo un instrumento, para muchos es un refugio que Dios
ya ha empezado a juzgar; por eso dice: ¡Salid de ahí pueblo mío! Refiriéndose a la
estructura financiera babilónica.
«Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con Seol;
cuando pase el turbión del azote no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro
refugio en la mentira; y en la falsedad nos esconderemos. …Y ajustaré el juicio a cordel y a
nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira y aguas arrollarán el escondrijo»
(Isaías 28:15 y 17).
Confiar en las riquezas no es tan solo algo que se atribuye solo a los ricos y
poderosos, sino a todo aquel que dependa del dinero, de su sueldo, de sus ahorros,
o de sus seguros como fuente de sustento y seguridad. La iniquidad financiera atrae
en forma poderosa juicios de ruina.
«Por tanto yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el
Señor. Convertíos y apartaos de todas vuestras transgresiones y no os será la iniquidad
causa de ruina» (Ezequiel 18:30).
Esto lo he visto tantas veces, tanto en forma individual como en colectiva. En mi propia
vida, veía como en mi familia desde mis abuelos, todos venían de una posición financiera
buena, sin embargo todos sin excepción caían en la ruina. Cuando yo llegué al Señor, era
tremendamente pobre y cada vez que recibía una fuerte bendición económica en mi vida, de
inmediato el diablo me la arrebataba. Fui despojada muchas veces de cosas que
legítimamente me pertenecían. Aún la herencia tanto de mi padre como la de mi madre,
las dos me fueron quitadas injustamente. No sabía que estaba pasando. No fue sino hasta
que empecé a entender la iniquidad que pude cambiar el curso de mi destino.
Debido a que fue la riqueza y las contrataciones comerciales las que produjeron el orgullo y
la caída de Satanás, él busca siempre como infiltrarse en esta área. Por esta causa es
importante analizar el origen de toda actividad comercial y detectar la posible fuente de
iniquidad que tarde o temprano traerá ruina.
Por ejemplo muchos negocios han sido consagrados a ídolos, en otros pudo haber sido el
despojo injusto de alguna persona. O se da el caso de que fue hecho con dinero cuyo origen
no era limpio. En otros se pudo haber hecho una sociedad con alguien impío cuyo pecado
está afectando el negocio. Hay negocios hechos con mercancías ilegales, o con abuso de los
empleados, con medidas injustas, con fórmulas mentirosas. O puede existir cohecho en la
obtención de permisos. A veces se puede estar vendiendo un producto falsificado o estar
ofreciendo una calidad al promover el producto y dar otra al entregarlo. En fin los casos son
muy diversos, pero todos dignos de analizar.
Muchas personas piensan que Dios quiere bendecirles económicamente, no importando los
medios. He visto muchos abusos hechos por gente que se llama cristiana sobre inconversos
escudándose en que el dinero de los pecadores pasará a manos de los justos, como lo
estipula (Proverbios 13:22).
Hoy, muchos métodos de mercadotecnia están llenos de mentira y engaño, con tal de
atrapar al cliente de inmediato. Todo esto es muy serio delante de Dios y hace que no
escuche nuestras oraciones. Lee Isaías 59:1-2.
Para salir de esta situación hay que confesar nuestro pecado y nuestra iniquidad, y
en caso de haber agraviado a alguien es necesario restituir en la medida de lo
posible. Habrá casos que será imposible. En el caso de que se esté haciendo algo indebido,
hay que enderezar el curso y dejar de hacer lo malo, ya que esto tarde o temprano traerá
ruina sobre la persona y sobre sus descendientes.
La Iniquidad y la Obstinación.
El Señor está continuamente revelando nuevas cosas y dándonos luz sobre otras que
conocíamos parcialmente. Métodos y revelaciones que fueron gloriosas en el pasado, quizás
el eje de un avivamiento, Dios las puede transformar o completar.
Si estamos tan atados a una forma de pensar o a una revelación o doctrina que no nos
permitimos ni que Dios la toque, estamos ante un caso de iniquidad por obstinación y
necesitamos arrepentimos. Dios tiene que ser soberano en cada minuto de nuestra
vida. No perdamos nunca la humildad que le permite a Dios moldearnos y usarnos como
quiera.