Panoplia Ayunar
Panoplia Ayunar
Panoplia Ayunar
Hay tres logismoi que atacan la parte concupiscible del alma, aquella donde residen los
impulsos más básicos, a saber: la nutrición, la reproducción y el mantenimiento material;
instintos buenos en sí, pero que a causa del pecado se pervierten en gula, fornicación y
avaricia. Como se deduce del orden en que son expuestos, la gula está en la base de los vicios y
siempre es la antesala de la fornicación, por lo que Evagrio Póntico escribió “Establece con
moderación tu pan y bebe con medida tu agua, y huirá de ti el espíritu de fornicación”[5].
Hasta aquí hemos tratado sobre la lucha que los monjes establecieron contra los
demonios para, luego de vencerlos por la gracia de Dios, ser habitados por el Espíritu Santo.
Para conocer al Enemigo que ataca por los logismoi -pensamientos, vicios, pasiones- el monje
practicó la nepsis -atención interior, guarda del corazón- y con el hambre debilitó su carne
corruptible para enriquecer su alma inmortal. Aun así, el ayuno es del todo inútil sin un
elemento fundamental de la ascética y de la vida de todo cristiano: la oración. De ella
hablaremos próximamente en la tercera y última entrega de la “Panoplia Monástica”.
Tú, cuando lleguen los pensamientos, invoca con continuidad y constancia al Señor Jesús, y
ellos huirán porque no toleran el calor del corazón. Dice [san Juan] Clímaco: “Flagela a los
adversarios con el nombre de Jesús (…)” Gregorio el Sinaíta
Pablo Sepúlveda
[2] García Colombás, El monacato primitivo, pp. 574-575. Biblioteca de Autores Cristianos.