Historia de España - EBAU

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1.

ROMANIZATION

INTRODUCTION- Tras la Primera Guerra Púnica, los Cartagineses vinieron a la península.


Sin embargo, en el año 219 a.C, Anibal atacó Sagunto y por consiguiente rompió el Tratado
del Ebro (pactado para separar a Cartagineses de Romanos). En respuesta, los Romanos
enviaron las tropas del Senado republicano romano a la península en el desembarco de los
Escipiones en Ampurias, Gerona en el 218 a.c. Su objetivo era cortar los suministros por la
retaguardia al ejército de Aníbal que marchaba hacia Roma pero comenzó así la Segunda
Guerra Púnica. Después de que Roma ganase la guerra, logró conquistar la península. El
proceso de conversión de las sociedades prerromanas a la cultura Romana se conoce
como Romanización. Dicho proceso trajo la aculturación de las sociedades indígenas, es
decir, la adopción del idioma, la religión, las leyes, la administración y las costumbres
romanas además de la pérdida de las suyas.
Es importante saber que la romanización no fue igual en todas partes. La zona
Mediterránea se vio afectada de manera más profunda por su localización y sus relaciones
internacionales.

BODY- Los principales elementos que contribuyeron al proceso de romanización fueron el


ejército, que trajo orden; los veteranos, que se asentaban en los territorios; las relaciones
comerciales entre regiones; la creación de infraestructuras; el crecimiento de los latifundios
y la expansión del sistema administrativo romano.

Fuera de Italia, los territorios conquistados estuvieron controlados por la provincia, que era
el principal elemento administrativo romano. Consistía en espacios geográficos limitados,
gobernados por magistrados romanos. Estos estaban obligados a pagar impuestos
periódicamente.

La República Romana dividió Hispania en dos provincias tras la primera conquista: Citerior
en el norte, teniendo su capital en Tarraco y Ulterior en el sur, cuya capital era Corduba.
Posteriormente, cuando Roma se convirtió en imperio en el 27 a.C., Hispania se dividió
nuevamente en tres. Fueron: Tarraconensis (Tarraco), Lusitania (Emerita Augusta) y Bética
(Corduba); cada uno con sus respectivas capitales. La Península también se reestructuró en
otras ocasiones como la división de Tarraconensis en Gallaecia, Carthaginensis y Balearica
o la creación de la Diocesis Hispaniarum (comarcas regionales de provincias) formadas por
Tarraconensis, Baetica, Gallaecia, Lusitana, Carthaginensis y Mauritania Tingitana.

A pesar de que los pueblos prerromanos ya tenían ciudades, Roma logró el desarrollo de
una red urbana. Esto permitió la difusión de la cultura romana y, por tanto, promovió la
romanización. Sin embargo, no todas las ciudades eran iguales. Las ciudades estipendiarias
fueron tierras indígenas conquistadas por los romanos. Allí estaban obligados a pagar una
suma de dinero (estipendio o impuesto) y eran gobernados tanto por los magistrados como
por el ejército. A diferencia de las ciudades estipendiarias, las federadas se habían rendido
pacíficamente y no tenían que pagar impuestos. Ejemplos de estas son Malaca, Sagunto y
Emporion. Por último, las colonias eran ciudades financiadas por los romanos para los
veteranos a los que se les concedía la ciudadanía. Se parecían a Roma en la gestión
política y administrativa. Zaragoza, Mérida, Sevilla y Valencia son ejemplos de ello.
Las calzadas romanas fue el nombre que se le dio a la red de carreteras que conectaba
todas las ciudades. Dicha red contribuyó al desarrollo del territorio, proporcionando medios
de movimiento, comercio y comunicación. La Vía Augusta era la más larga y concurrida,
mientras que la Ruta de La Plata era un camino comercial y de peregrinación que
conectaba Mérida con Astorga.

Una colonia era una capital a cargo de las provincias gobernantes. En Hispania, las
instituciones romanas eran ocho: las provincias, la colonia, el municipio, las magistraturas,
los cuestores, los ediles, duoviros y quattuorviros, y la Curia.

La sociedad romana era jerárquica, dividida en esclavos y libres. Entre los libres, su estatus
se estableció por ascendencia, por rango en el censo, por obtención de honores y por
ciudadanía. Además, había varias clases sociales. En la cima estaba la clase senatorial,
formada por propietarios y terratenientes italianos (latifundios). A estos le siguieron la clase
ecuestre (caballeros), los decuriones y, al final, los plebeyos. Aunque las mujeres nacidas
libres eran cives (ciudadanas), no podían votar ni ocupar cargos políticos.
En cuanto a los esclavos, no se les consideraba ciudadanos y podían ser castigados o
recompensados según su comportamiento. Aquellos a los que se les permitía ganar dinero,
a menudo podían comprar su libertad.

Los recursos naturales en Hispania llamaron la atención de Roma desde el principio. La


conquista de Hispania aportó esclavos, oro, mercurio, cobre, estaño, plata y plomo de la
explotación de las minas. La agricultura se basó en la tríada mediterránea que cultivaba
trigo, viñedos y olivos. La producción agrícola pudo aumentar, gracias a los nuevos métodos
de riego e invenciones, alimentando así a Roma. Además, los mercados romanos estaban
llenos de tejidos de lana, armas y productos de la pesca como el garum (una deliciosa salsa
de pescado fermentada que se usa como condimento).

A día de hoy, la huella cultural romana permanece en Hispania. El latín se convirtió


gradualmente en la lengua utilizada por los hispanos por imposición, erradicando el resto de
dialectos a excepción del euskera. De Hispania surgieron importantes figuras históricas
como intelectuales como Séneca y Martial o como emperadores romanos como Trajano y
Teodosio. Hoy, nuestro sistema legal tiene sus raíces en el Derecho Romano. Lo más
destacado fue la ciudadanía romana, un estatus político y legal privilegiado otorgado a los
individuos libres. Son varios niveles, en descenso estaban Cives Romani, Latini, Socii,
Provinciales, Peregrini ... sin embargo, los esclavos no tenían ningún tipo de derechos. En
el 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía a todos los habitantes del imperio.
La romanización también dejó un valioso legado artístico en la obra que se conserva en la
actualidad. En cuanto a la estructura, las ciudades tenían una forma ortogonal regular y se
construyeron para la defensa militar y la conveniencia civil. Consistían en un foro central
rodeado por una cuadrícula rectilínea de calles encerradas por un muro de defensa. Las dos
calles principales eran el decumanus, que iba de este a oeste, y el cardo, que lo cruzaba
perpendicularmente de norte a sur. Ciudades ejemplares de esta estructura son Mérida,
Uxama, Clunia, Cartagena etc. Algunos de los edificios principales fueron; templos, teatros,
circo, basilicae, faros, domus, villas, molinos de agua… Además, dejó atrás su arquitectura,
ingeniería y estilo decorativo; mosaicos, hipocausto (suelo radiante), obeliscos, jardines
romanos, arcos de triunfo, columnas de la victoria, acueductos (Segovia), calzadas (Vía
Augusta), puentes (Alcántara), murallas defensivas (Lugo, Zaragoza, León, Córdoba etc),
cisternas canales, presas …
En lo que respecta a la religión, Roma inicialmente respetó las creencias indígenas, pero
impuso el culto al emperador una vez que se convirtió en un Imperio. Tiempo después, el
cristianismo se introdujo en el siglo I y creció hasta convertirse en la religión oficial a finales
del siglo IV. En el año 313 d.C., el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán,
cesando la persecución contra los cristianos y permitiendo el culto y la tolerancia libres.
Luego, Teodosio I estableció el cristianismo como la iglesia estatal, lo que condujo al
crecimiento rico y privilegiado de dicha religión. A pesar de todo esto, surgieron algunas
sectas heréticas como el priscilianismo o el arrianismo.

La caída del Imperio Romano se produjo como un proceso gradual, impulsado por las
presiones combinadas de la invasión, la guerra civil, la peste y la crisis económica. La falta
de mano de obra esclava afectó la producción, aumentando los impuestos, el costo de vida,
la concentración de la propiedad y la degradación de la moneda. Como resultado, la vida
urbana colapsó.
Políticamente, el caos trajo emperadores de los cuarteles y los problemas sucesivos dieron
lugar a continuas guerras civiles. Pronto el Imperio Romano fue invadido ya que se volvió
incapaz de defender sus fronteras por tribus del norte como los carpianos, godos,
vándalos ... En el año 395 el Imperio Romano fue dividido en dos por el emperador
Teodosio I; el Imperio Romano Occidental que sobrevivió hasta 476, y el Imperio Bizantino
que sobrevivió hasta 1453, con la caída de Constantinopla.

CONCLUSIÓN- La Segunda Guerra Púnica trajo a los Romanos a Hispania y tras la


conquista, que duró dos siglos, Roma impuso su cultura en la península. Con ello, dejó un
legado que permanece en el territorio a día de hoy reflejado en la administración, las leyes,
el urbanismo, el latín, las instituciones, el arte etc. No obstante, la Romanización supuso la
aculturación de los pueblos prerromanos.
La política en Roma afectó a Hispania. Cuando la república se hizo demasiado grande para
ser gobernada por una oligarquía, el régimen político fue transformado por Julio César, y su
sobrino Octavio Augusto, que se convirtió en el primer emperador de Roma. Con los
triunviratos, Roma dejó de ser una república y se convirtió en imperio. A pesar de que Roma
casi borró la herencia de los pueblos prerromanos, su legado perdura hasta hoy en
ejemplos concretos como las facultades de derecho, la lengua española, los trazados
urbanos ortogonales, las técnicas agrícolas, las carreteras, la dieta mediterránea, el modo
de vida latino, los horarios, los modales etc…Hispania no sólo proporcionó materias primas,
esclavos y alimentos a Roma, también filósofos, poetas, emperadores, soldados,
comandantes militares y una de las principales provincias del Imperio Romano.
Con Roma, Hispania entró definitivamente en la historia y se convirtió en parte de la
civilización occidental. Ninguna otra cultura ha dejado una huella cultural tan importante
como la de Roma en España. Su caída anunciaba la llegada del feudalismo a la vez que el
cristianismo se asentaba completamente.

2. AL-ÁNDALUS

INTRODUCTION- A finales del siglo VII, la monarquía de los visigodos se enfrentaba a


problemas y disputas por la sucesión de tronos. Las tropas islámicas se aprovecharon de la
situación y se apoderaron de la Península Ibérica en 711. El Islam era una nueva religión
monoteísta fundada por Mahoma en 622. Creían en Alá y vinculaban fuertemente la política
a sus creencias (recopiladas en el Corán). Una vez conquistada la Península, la nombraron
Al-Ándalus. Este territorio, que duró desde 711 hasta 1492, incluía España, Portugal y
partes de Francia. La Iberia musulmana, pasó por varias etapas, desarrollándose hasta
convertirse en un centro cultural y económico a lo largo de la cuenca mediterránea, desde
su conquista hasta el Emirato de Granada y su caída. Abarcando su mejor época: el Califato
de Córdoba, un período inolvidable.

BODY- Experimentando una rápida expansión, el Islam sometió a los visigodos en el año
711, conquistando la Península. El punto de acceso a la Península era el estrecho de
Gibraltar por donde entraban los bereberes. Los bereberes eran gente rural del norte de
África enviada como tropas. Los otros tipos de musulmanes eran las élites gobernantes de
Oriente, como los omeyas. Los visigodos estaban ante una guerra civil entre Witiza y
Rodrigo, quien luego fue derrotado en la batalla de Guadalete en 711. Una vez disuelto el
ejército visigodo, Wali Musa y Tariq aprovecharon para conquistar los puntos clave de la
península en tan solo 4 años. Lo hicieron por la fuerza militar o por acuerdos. Algunos de
estos acuerdos fueron capitulaciones firmadas por familias nobles como la de Teodomiro o
impuestos pagados para mantener las prácticas religiosas indígenas.

En un principio, la conquista musulmana no tenía la intención de detenerse en España, pero


fracasó en sus intentos de avanzar en Cantabria y fueron derrotados en su persecución por
el Norte en la batalla de Covadonga en 722 por Don Pelayo. Este noble se convirtió en el
primer rey de Asturias, planificando la Reconquista cristiana. Finalmente el avance fue
detenido en Poitiers en 732 por Carlos Martel.

La evolución política de Al-Ándalus se divide por etapas. Al principio, después de la


invasión, la Península se convirtió en una provincia del Califato Omeya en Damasco. Pero
no fue permanente:
La distribución desigual de la tierra entre árabes y bereberes resultó en tensiones políticas y
en la rebelión de los bereberes, trayendo consigo dos consecuencias principales. En primer
lugar, los bereberes descuidaron el control de la cuenca del Duero, lo que permitió a Alfonso
I de Asturias ampliar su reino cristiano. En segundo lugar, la autoridad del Califato de
Damasco sobre las provincias occidentales se derrumbó.
En el año 750, la familia Abasida eliminó a toda la familia Omeya a excepción de Abd al-
Rahman (que huyó a Al-Ándalus). Los Abasidas tomaron el control de Damasco y luego
trasladaron la capital del Califato a Bagdad.

Con el incidente anterior, Abd al-Rahman I se autoproclamó emir de Córdoba en 756, dando
lugar a la siguiente etapa: el Emirato Omeya de Córdoba. A pesar de que el emirato fuera
política y militarmente independiente del Califato de Bagdad, no lo fue en términos de
religión. Todo esto condujo a la primera ruptura del Imperio Islamico.
El nuevo emir aumentó la arabización, fomentó el desarrollo de Córdoba y ordenó la
construcción de su gran mezquita en 784. Sus descendientes también hicieron un gran
trabajo reformando el Ejército y aumentando la recaudación de impuestos. También
intentaron recentralizar el poder y lograron sofocar las revueltas de los mozárabes y los
muladíes. Al final Abd al Rahman III, restauró el poder omeya en todo al-Ándalus y se
proclamó califa de Córdoba.
En 929, comenzó el período conocido como el Califato de Córdoba, que duraría hasta 1031.
Abd al Rahman III, un verdadero autócrata, reforzó la administración, aumentó el dominio de
los árabes en los puestos políticos y administrativos, y aumentó la prosperidad del califato.
Como gobernante fuerte, mantuvo bajo control los reinos cristianos al detener sus intentos
de recuperar territorios. Además, impuso tributos a cambio de renunciar a las campañas de
saqueo. Más importante aún, convirtió a Córdoba en la ciudad más próspera, más grande y
más políticamente poderosa de Europa. Gracias a las capacidades de sus gobernantes, su
prosperidad económica, su agricultura avanzada, su desarrollo urbano y comercial y sus
grandes cantidades de oro, el Califato fue espléndido. El Califato de Córdoba pasó a la
historia como centro cultural tanto para musulmanes como para no musulmanes. Visitantes
venían a menudo del extranjero a estudiar en las famosas bibliotecas y universidades de Al-
Andalus, principalmente tras la creación de la Escuela de Traductores de Toledo. Esto
contribuyó al surgimiento del Renacimiento en Europa.
El sucesor de Abd al Rahman III fue Al-Hakam II en 961, quien continuó con su legado
político, militar y cultural, lidiando con reyes cristianos y rebeldes del norte de África. Cabe
señalar que durante su reinado, el califato se encontraba en su apogeo intelectual y
académico. Por ejemplo, logró reunir alrededor de 500.000 volúmenes en la biblioteca real
del palacio de Medina Azahara. Antes de su muerte, nombró sucesor a su hijo Hisham II, sin
embargo, el gobierno pasó a manos de Al-Mansur, un líder militar experimentado que hizo
incursiones contra los reinos cristianos. En 1002, cuando murió Almanzor, comenzó la
inestabilidad y el califato se derrumbó en 1031, dividiéndose en taifas independientes.
El Califato de Córdoba tenía cuatro pilares: poder absoluto del monarca, modelo de
administración copiado del sistema persa, impuestos fuertes y un ejército poderoso.

Las taifas eran pequeños reinos independientes. Hubo tal inestabilidad en ellos que tuvieron
que asegurar su supervivencia pagando un tributo (parias) a los reinos cristianos. Más aún
entraron en pánico cuando finalmente Alfonso VI capturó Toledo en 1085. Por ello, tuvieron
que convocar al sultán almorávide del norte de África, Yusuf ibn Tasufin en busca de ayuda.
Este derrotó al rey leonés en 1086. En todo eso, las Taifas gozaron de un importante
desarrollo cultural; florecieron las artes, la ciencia y la cultura.

Después de que los almorávides cruzaran el Estrecho y derrotaran a los cristianos en la


batalla de Sagrajas en 1086, procedieron a anexar todas las taifas. Sin embargo, no
pudieron recuperar todos y perdieron algunos territorios ante El Cid Campeador.
Inicialmente, ganaron el apoyo popular. Sin embargo, en pocos años su dominio entró en
crisis, apareció la corrupción política y los impuestos comenzaron a subir nuevamente. El
Imperio almorávide comenzó a desmoronarse tras la conquista de Zaragoza en 1118. Todo
ello derivó en varias rebeliones y la aparición de segundos reinos taifas en 1145.

La segunda Taifas fue un período entre los almorávides y los almohades. Después de que
el descontento contra los almorávides surgiera en 1121, Ibn Qasi inició revueltas que
llevaron a la independencia de muchos territorios. Sin embargo, a excepción de la segunda
Taifa de Murcia gobernada por el Rey Lobo, todos sucumbieron en menos de 5 años al
imperio almohade.
Las segundas taifas pidieron ayuda a los almohades para frenar el avance cristiano.
Finalmente, establecieron un poderoso imperio (a pesar de que Ibn Mardanís, el rey Lobo,
resistiera durante 20 años) y detuvieron la expansión cristiana en la batalla de Alarcos en
1195. A pesar de esto, no pudieron mantener los territorios conquistados y después de la
derrota en las Navas de Tolosa en 1212, el reino almohade se derrumbó.

En 1212 se formaron nuevos reinos taifas. Este tercer período transcurrió entre la
dominación almohade y el reino nazarí de Granada. Este fue el único reino musulmán que
quedó después de que Jaime I de Aragón conquistara Valencia, Játiva y Murcia y Fernando
III El Santo conquistara Baeza, Córdoba y Sevilla.

Por último, Mohamed-Ben-Nazar estableció el emirato de Granada en 1238, un emirato que


se extendería por Almería, Málaga y Granada. Aunque fue el último dominio en pie de Al-
Ándalus, era rico (cultural y económicamente próspero). El 2 de enero de 1492, los Reyes
Católicos tomaron Granada y Muhammad XII entregó la ciudad y la Alhambra.

CONCLUSION- Se sabe que la irrupción del Islam en 622 y la guerra civil visigoda fueron
los hechos que llevaron a la llegada de los musulmanes a Hispania en 711. La primera
forma política de Estado que se estableció en lo que los árabes llamaron Al-Ándalus, fue el
emirato. El primer emirato o reino dependió del califato omeya. Posteriormente, el emirato
omeya se independizó y se convirtió en el califato de Córdoba cuando Abderramán III se
autoproclamó califa. Esta fue la época dorada de Al-Andalus por su importancia política,
económica y cultural en Europa. Tanto el avance cristiano como las luchas internas llevaron
al reino a dividirse en Taifas, a unirse como imperio almorávide, a separarse una vez más
en la segunda Taifas, a unirse como imperio almohade y a desintegrarse nuevamente en la
tercera Taifas. La consecuencia de esto fue la inevitable caída de Al-Ándalus, dejando el
reino de Granada como único en pie hasta 1492 cuando los Reyes Católicos lo derrotaron.
Al igual que la romanización, este período histórico ha dejado un legado importante en
nuestra historia, desde las innovaciones agronómicas, el legado clásico, el legado
lingüístico, en la poesía, la música, la arquitectura, etc.
Sin embargo, el proceso fue diferente. La romanización convirtió Hispania en una provincia
romana hasta el reino visigodo, mientras que Al-Andalus pasó de ser una provincia a un
emirato independiente e incluso a un califato.
3. CASTILLA Y ARAGÓN

INTRODUCTION- Los siglos XIV y XV presenciaron crisis, epidemias, hambre, guerras


civiles y revueltas campesinas. En este período, Castilla y Aragón establecieron sus bases
como futuros estados modernos. Por un lado, Castilla evolucionaría hacia una monarquía
autoritaria donde las Cortes no podrían legislar. Por otro lado, Aragón se convertiría en un
sistema feudal basado en el pactismo entre el rey y las Cortes (que podían legislar a
diferencia de Castilla).

BODY- El contexto histórico al que se enfrentaron estos reinos en los siglos XIV y XV fue el
de todo tipo de crisis. Entre las causas estaban el abandono de los cultivos y las tierras
arables, aumento de precios e impuestos, el hambre, la peste negra de 1348 y la
catastrófica mortalidad provocada por todo ello. El descontento popular avivó revueltas
como las Irmandiñas gallegas, las Cofradías Vascas, La Biga, La Busca y las Remesas
catalanas. En medio de todo esto, se encontró una víctima a la que culpablilizar: los judíos.
Se produjeron pogromos, matanzas masivas contra los judíos, y muchos tuvieron que huir o
convertirse al cristianismo por seguridad.
Políticamente, Castilla se convirtió en un reino grande e importante. La romanización se
reflejó en la monarquía autoritaria, que se basó en el derecho romano y permitió a los
déspotas reclamar más poder. Tanto Alfonso X como Alfonso XI tenían el objetivo de
alcanzar el poder absoluto y trabajaron para lograrlo. Sin embargo, la monarquía se
centralizó a través de las siguientes instituciones: el Consejo Real, la Cancillería, el Tesoro
Real, los Consejos municipales y las Cortes.

Durante la sucesión de reyes, algunos destacaron por tomar decisiones que marcaron el
curso de la historia. A partir de 1252, Alfonso X contribuyó a la grandeza de Castilla:
reformó la administración y reforzó el poder real con el Fuero Real, el Espéculo y las Siete
Partidas. También creó el Honrado Concejo de la Mesta.
Alfonso XI también reforzó el poder de la corona durante su propio reinado suprimiendo las
hermandades. Realizó reformas legislativas que culminaron con el Ordenamiento de Alcalá
en 1348 donde se distinguió las tierras de realengo de las tierras de dominio.
Pedro I el Cruel o el Justo incrementó su autoridad real sobre los nobles reforzando su
alianza con las ciudades. Reorganizó la administración e intentó aliviar a los judíos. Los
plebeyos lo apodaron el Justo o el Vengador pero fue asesinado por su hermanastro
Enrique II de Trastámara.
Enrique estableció la dinastía de los Trastámara en Castilla e hizo amplias concesiones a
los nobles. Protegió también a los judíos y tuvo que convocar las Cortes muchas veces.
Su sucesor Juan I limitó los privilegios otorgados a los nobles por su padre. Su política
exterior obligó a Castilla a hacer esfuerzos más allá de sus posibilidades, pero aún así
fracasó en sus intentos de apoderarse del trono de Portugal en la batalla de Aljubarrota en
1385. Posteriormente reconstruyó el reino y reformó el ejército con el Ordenamiento de
Lanzas.
Enrique III pacificó la nobleza y restauró el poder real apoyándose en ellos. Promovió la
figura de los corregidores en las ciudades, restauró la economía y disminuyó las
persecuciones judías. (presencia castellana en canarias). Juan II fortaleció la monarquía y
derrotó a sus oponentes de Aragón en la batalla de Olmedo. Sin embargo, la nobleza
recuperó el poder.
Su sucesor Enrique IV, el impotente restauró el poder real con el apoyo de juristas,
ciudades y pequeña nobleza. Presionado, admitió que Juana la Beltraneja no era su hija
legítima y designó a su hermana Isabel como heredera al trono. Más tarde, como le
disgustó el matrimonio de Isabel con Fernando de Aragón, volvió a declarar heredera a su
hija. Esto desembocó en la guerra de sucesión castellana que terminó con el Tratado de
Alcaçovas, reconociendo a Isabel y Fernando como reyes. Establecieron una unión
dinástica donde ambos gobernaron pero mantuvieron fronteras, leyes, idiomas e intereses
separados.

Económicamente, la cría de ovejas y la exportación de lana merina beneficiaron a la


monarquía a través de impuestos. El comercio internacional se basaba en el eje cantábrico
Burgos-litoral (lana, hierro, telas, alimentación, ferias de Medina del Campo) y el eje litoral
atlántico andaluz que unía los puertos mediterráneos con los del atlántico.
En el siglo XV, Castilla y Aragón se expandieron a través del Mediterráneo, mientras que
Portugal se expandió a través del Océano Índico. En este momento, las Islas Canarias
fueron conquistadas.
Políticamente, el reino de Aragón se convirtió en una confederación formada por Aragón,
Cataluña, Valencia y Mallorca en el siglo XIII. Dado que se basaba en el pactismo, el poder
del rey estaba limitado por las reglas de cada territorio, que tenía sus propias cortes (con
algún poder legislativo). Para centralizar el poder, se reforzaron la Cancillería y el Consejo
Real. También se mejoró la Real Hacienda para controlar los gastos. En las Cortes
catalanas, la Diputación pasó a ser permanente y pasó a denominarse Generalitat y se
convirtió en la principal institución administrativa y política. El resto de territorios no tenía
funciones políticas. A pesar de eso, tenían una institución de justicia común: Justicia de
Aragón. Interpretó la ley tradicional y juzgó las disputas entre los nobles.

Los reyes aragoneses también tomaron decisiones notables que influyeron en la tierra para
bien o para mal. Fueron por este orden Jaime I, Pedro III, Alfonso III, Jaime II, Alfonso IV,
Pedro IV, Juan I, Martín I, Fernando I, Alfonso V y Juan II (cuyo reinado terminó en la guerra
civil). Algunas de las cosas que hicieron:
Jaime luchó contra los nobles pero firmó la Concordia de Alcalá para ganar estabilidad en el
reino y comenzar su Reconquista.
Su sucesor Pedro III también se enfrentó a los nobles y finalmente les otorgó el Privilegio
General. Promueve la Justicia de Aragón, el Consejo del Reino y las Cortes.
Aunque Alfonso III también otorgó algo: el Privilegio General de la Unión, mediante el cual
prometió convocar a las Cortes en Zaragoza cada año, todavía recuperó el poder para
someter a los nobles.
Jaime II también sometió a los nobles, esta vez, con el apoyo de las ciudades. Además de
consolidar la Corona, marcó las fronteras entre Aragón y Cataluña.
A continuación, Alfonso IV también intentó modificar la tierra dividiendo el reino entre sus
hijos (poniendo en riesgo la unidad). Fue durante su reinado que Cataluña inició un declive
demográfico y económico.

La economía aragonesa estuvo ligada al exterior especialmente en Catalunya y Mallorca.


Sin embargo, cuando llegó la peste en 1348 y la crisis se agravó, la zona comercial catalana
quedó arruinada, convirtiendo a Valencia en la nueva fuerza económica.
Al final de la Reconquista, se intentó dominar a los Pirineos con fracaso. Debido a esto,
creció el interés por el Mediterráneo, comenzando la expansión de Aragón en el siglo XIII. El
número de tierras adquiridas creció hasta mediados del siglo XIV cuando comenzó a
declinar.

CONCLUSION- Después de que Castilla y Aragón se establecieran como estados


modernos durante la reconquista, Castilla se convirtió en una monarquía autoritaria,
mientras que Aragón evolucionó como una monarquía basada en el pactismo. Ambos reinos
intentaron encontrar apoyo en la gente y el florecimiento de dinero y ambos sufrieron
guerras civiles. Políticamente, acabaron uniendo dinastías con el matrimonio de Isabel y
Fernando, pero mantuvieron leyes, lengua, moneda, etc. separados. También mantuvieron
intereses diferentes a medida que Castilla se expandía por el Atlántico y Aragón por el
Mediterráneo. Todo terminó en la Reconquista de 1492 por parte de los Reyes Católicos
cuando tomaron Granada.

7. CONSTITUCIÓN DE 1812
CLASIFICACIÓN:
El texto presente es una recopilación de artículos de la Constitución de 1812 promulgada el
19 de Marzo por las Cortes de Cádiz.
Tuvo validez legal y por consiguiente se clasifica como un texto político-jurídico. Habiendo
sido escrita en el momento histórico, es una fuente directa y primaria del conocimiento de
los hechos. Su finalidad es pública, pues busca divulgar el conocimiento del proceso de
abolición del Antiguo Régimen. Fue redactada por varios autores como una comisión de
políticos y juristas o un colectivo presente en las Cortes.
El momento histórico preciso en el que se desarrolló dicho acontecimiento fue durante la
guerra de la independencia contra Napoleón. Las Cortes se habían reunido para dotar de
representación a las colonias españolas y evitar rebeliones criollas secesionistas.
El destinatario es el pueblo español y el alcance es al principio nacional. Sin embargo, tras
servir de inspiración para otras constituciones, lo que en un principio había impactado
únicamente a la nación, logró un alcance internacional.

ANÁLISIS:
La Constitución de 1812, conocida como ‘la Pepa’ se considera la más larga de la historia
de España. Entre sus 384 artículos se han seleccionado algunos artículos de los principios
fundamentales del liberalismo español.
Primero se reflejan las ideas de la Nación y la soberanía nacional en los artículos 1, 2, 3 y 4.
Concibe la Nación como una organización, la cual yace de la voluntad del pueblo. Establece
a su vez que es libre y no depende de ninguna corona ni familia real; pero esto no es lo
único que pugna contra la monarquía. Establece los derechos civiles del pueblo entre los
que insta que la soberanía reside en la Nación, frente a la soberanía absoluta residente en
los monarcas durante el Antiguo Régimen. Además de eso, presenta restricciones al Rey en
el artículo 172 como no poder impedir las celebraciones de las Cortes ni engañar a la
nación ni traspasar su autoridad a otra persona.
Menciona la separación de poderes en los artículos 15, 16, y 17. En ellos, la Constitución
clarifica que aunque el poder judicial reside exclusivamente en los tribunales, tanto el
legislativo como el ejecutivo son compartidos. Este último es más concretamente un
ejecutivo dual, donde pese a que el poder reside en el rey, el Gobierno responde ante las
Cortes. Por último, restringe la libertad religiosa e impone la Católica como oficial del
Estado. Esto contrasta con el liberalismo político reflejado en el resto de artículos.

CONTEXTO:
Tras las abdicaciones de Bayona en 1808, José I Bonaparte se convirtió en rey de España.
Sin embargo, no fue bien recibido y el pueblo de Madrid se echó a la calle el dos de mayo
de 1808 para impedirlo, comenzando así la Guerra de la Independencia. Esta duró hasta
1814. Poco a poco, se fueron creando Juntas Locales y Provinciales de defensa, entre
patriotas. Más tarde, se creó la Junta Suprema Central para coordinar los esfuerzos de
todas las juntas y actuar de gobierno. Esta fue presidida por el conde de Floridablanca y su
sede se estableció tras un traslado, en Cádiz. Entre sus objetivos estaba elaborar una
Constitución que diera respuesta al Estatuto de Bayona o Carta Otorgada por José I y a las
alarmantes noticias que llegaban de América sobre una rebelión independentista.
Finalmente, el Consejo de Regencia se encargó de convocar las Cortes.
En Septiembre de 1810 comenzaron las reuniones de los Diputados entre los que se
encontraron profesionales liberales, eclesiásticos y funcionarios civiles y militares (elegidos
por sufragio indirecto sin pertenecer a ningún partido político). Dentro de los diputados
reunidos podemos distinguir tres tendencias ideológicas. En primer lugar, los absolutistas
querían que la soberanía residiera exclusivamente en el Monarca y defendieron el Antiguo
Régimen y sus privilegios, la Inquisición y el poder absoluto del Rey. Entre los absolutistas
figuraban Pedro Inguanzo, Francisco Alvarado y Blas de Ostolaza. En segundo lugar, los
moderados abogaron por una soberanía compartida entre el Rey y las Cortes siendo los
precursores del liberalismo moderado y conservador. Creían que las Cortes deberían ser
bicamerales, aceptaron la división de poderes y asumieron una gran parte del programa
reformista de la Ilustración. Entre ellos destacaron Meléndez Valdés, Francisco Cabarrús y
Cea Bermúdez. Y por último, los liberales, que no eran mayoría, pero formaban un equipo
cohesionado, con notable formación intelectual y capacidad de iniciativa. Consideraban que
la soberanía debería recaer exclusivamente en la nación, representada en las Cortes.
Algunos de ellos fueron: Diego Muñoz-Torrero, Agustín de Argüelles, Conde de Toreno,
Antonio Alcalá Galiano y Manuel José Quintana.

Finalmente, las posturas de los liberales se impusieron a las otras tendencias, y se


inspiraron en Montesquieu y su teoría de la separación de poderes; en El Contrato Social de
Rousseau, en la escuela de derecho natural inglesa de John Locke; y en el pensamiento
ilustrado. Además, cogió influencia de la Revolución Francesa con documentos como la
Declaración de los Derechos de 1789 y la Constitución francesa de 1791. Sin embargo, los
liberales se encontraban rodeados militarmente por las tropas imperiales invasoras
francesas, y los absolutistas. Por ello, los liberales apelaron a la heroica resistencia de los
comuneros, y a la tradición medieval castellana, cuyas cortes limitaban el poder del rey.
Las Cortes formaron una Asamblea Constituyente y proclamaron la soberanía nacional, así
como la igualdad legal de todos los ciudadanos (incluidos los americanos) cosa que
significó un ataque frontal contra la estructura política del Antiguo Régimen. Además
decretaron la libertad de prensa, la libertad de imprenta, el fin del manorialismo, la
derogación de los gremios, la supresión de la Mesta, la confiscación de tierras municipales,
la abolición de la Inquisición y la abolición de la tortura.
Finalmente las Cortes de Cádiz promulgaron la primera constitución de España, conocida
como “La Pepa” el 19 de marzo de 1812. Con su carácter liberal, estableció los principios de
soberanía nacional, la separación de poderes, libertad e igualdad de los ciudadanos, el
sufragio universal masculino, libertad de prensa, libre empresa, abolió el feudalismo y
estableció una monarquía constitucional con un sistema parlamentario. Las ideas
principales de la Constitución son: El principio de soberanía nacional (art 3), y la separación
de poderes, que regulaba el poder legislativo que correspondía “a las Cortes con el Rey”
(artículo 15). En cuanto al resto de poderes, el poder ejecutivo estaba integrado “por el rey y
los ministros”. En él, el rey estaba completamente sometido a la ley en una monarquía
constitucional. Mientras tanto, el poder judicial correspondía solo a los tribunales de justicia,
actuando con independencia del rey y las Cortes. Asimismo, se estableció la igualdad
judicial con las mismas reglas para todos en todo el territorio y se creó la institución de la
Corte Suprema.
La Constitución tuvo muchas dificultades para ser plenamente efectiva: Nobleza y clero se
opusieron a ella y no tuvo efecto en los territorios gobernados por los franceses. Muchos de
los territorios de ultramar no reconocieron la legitimidad de la constitución, lo que condujo
a un vacío de poder en esas colonias. Seis semanas después de regresar a España,
Fernando VII abolió la constitución, persiguió y encarceló a los liberales y derribó todos sus
monumentos. La constitución fue restablecida durante el Trienio Liberal , y nuevamente
entre 1836 y 1837.
CONCLUSIÓN:
La Constitución de Cádiz obedece a un proyecto liberal inconcluso, pues fue derogada por
Fernando VII en Valencia a su regreso a España en 1814. Hubo que esperar a la etapa del
Trienio Liberal (1820-1823) y hasta la muerte de Fernando VII para que definitivamente
triunfasen los principios liberales. La obra de las Cortes de Cádiz fue una plasmación parcial
del proyecto liberal de la burguesía y de algunos representantes del clero, ya que los
opositores a ella lo impidieron. Por último, aunque la Constitución de 1812 tuvo una
longevidad limitada, su importancia estriba en el precedente que sentó en la Historia de
España, ya que se convirtió en un referente para el progresismo español y una influencia
para las constituciones progresistas de 1837 y 1869. La Constitución de 1812 es
considerada aún una constitución casi mítica para la doctrina liberal, con un enorme
prestigio no solo en España sino también en otros países de Europa y América, ya que las
colonias americanas, la tomarían como modelo.

8. MANIFIESTO DE LOS PERSAS

CLASIFICACIÓN:
Este texto es una extracción del ‘Manifiesto de los Persas’, un texto de carácter absolutista
utilizado para justificar la abolición de las obras legislativas de las Cortes de Cádiz. Al ser
contemporánea a los hechos pero careciendo de validez jurídica o legal, se clasifica como
un texto de naturaleza político-circunstancial. Es además una fuente primaria y directa de
los acontecimientos, pues proporciona testimonio directo de lo ocurrido sin reinterpretación
de ello. Es preciso mencionar que fue el primer documento de España que recogía ideas de
un grupo político y a día de hoy aporta conocimiento básico sobre el pensamiento
reaccionario y absolutista. Sus autores fueron un grupo de diputados absolutistas, entre los
cuales se encuentran Mozo de Rosales, Gerónimo Castillón y Obispo de Almería. Dichos
diputados se dirigían a Fernando VII en su viaje de regreso a España. Más concretamente,
se dirigían a él con su redacción el 12 de Abril de 1814, tras la firma del Tratado de
Valencay el año anterior. El tratado proclamó tanto el fin de la ocupación militar francesa en
España como la liberación de Fernando y su regreso.
A pesar de llegar a ser publicado en una Real Orden, la finalidad del manifiesto era privada
y su alcance, nacional.

ANÁLISIS:
En cuanto al análisis, el desorden que trajo la ausencia del rey y la obra liberal de las cortes
de Cádiz son presentadas como idea principal del texto. Estas ideas sirvieron como
argumento para demostrar la necesidad de un gobierno fuerte bajo un soberano con poder
absoluto. Acuden al ejemplo de los antiguos persas, quienes por costumbre se permitían
cinco días de anarquía tras el fallecimiento de su rey. Los firmantes establecen un símil
entre aquella anarquía y el liberalismo de su época (gaditano).Tras legitimar al nuevo rey
como absoluto, los defensores del absolutismo, que se consideran a sí mismos
representantes del reino, establecen su oposición al liberalismo. Más allá de sus conflictos
por ideas, acusan al gobierno liberal de ilegitimidad y falta de representatividad.
Así pues, desarrolla una argumentación teórica en defensa de la legitimidad de la
monarquía absoluta. La considera como la única capaz de resolver el antagonismo entre la
nobleza y el pueblo. A su juicio, es “una obra de la razón y la inteligencia”, identificando la
monarquía absoluta con orden, obediencia, razón e inteligencia.

CONTEXTO:
En 1807, Napoleón introdujo las tropas en la península con la excusa de atacar a Portugal
mediante el Tratado de Fontainebleau. Por eso, desde 1808 a 1814 la monarquía española
se encontró bajo el control del emperador de Francia, Napoleón. Este hecho dio lugar a las
abdicaciones de Bayona, la retención de la familia real en Francia y el posicionamiento de
su hermano José Bonaparte en el trono de España. La invasión provocó un movimiento de
liberación contra el invasor francés que estalló el 2 de mayo de 1808 en Madrid, y
simultáneamente produjo un movimiento revolucionario liberal que culminó con la
convocatoria de Cortes Constituyentes en Cádiz (promulgadores de la Constitución de
1812). Con el tiempo, entre factores como la guerra en el frente ruso, y el apoyo de Gran
Bretaña a España con un ejército, Napoleón perdió la Guerra de la Independencia y decidió
devolver en 1813 el trono a Fernando VII (Tratado de Valençay). Había una enorme
expectación sobre cuál sería el rumbo que el nuevo monarca daría a la política española.
Por su parte, las Cortes se trasladaron desde Cádiz a Madrid esperando al rey. Sin
embargo, aunque salió de Valençay el 13 de marzo de 1814, no llegaría a Madrid hasta el
13 de mayo. Para su decepción, aun en Francia, ya empezó a dejar claras sus intenciones
de restaurar el absolutismo y de abolir toda la obra de las Cortes. Fernando no dudó en
alterar el itinerario de su viaje retrasando intencionadamente su llegada a la capital para
evitar pronunciarse sobre la Constitución de 1812 hasta calibrar la situación y sus apoyos.
A su llegada a Valencia fue recibido con un discurso del general ultra-absolutista Elio y con
el conocido “Manifiesto de los Persas” entregado por el diputado absolutista Bernardo Mozo
de Rosales. Estos claros apoyos le confirmaron su decisión de volver el absolutismo.
Consecuentemente, Fernando VII publicó el decreto del 4 de mayo por el que derogó la
Constitución de 1812, volviéndose al régimen absolutista y comenzando la cruel represión
contra los liberales.
Para preparar su entrada triunfal en Madrid, Fernando envió al general Francisco de Eguía,
absolutista radical, a organizar la represión en la capital arrestando a los liberales
“doceañistas” y a los ministros y miembros de la regencia (defensores de la Constitución de
1812 y la soberanía nacional). Tras la disolución de las cortes el 11 de mayo, Fernando VII
hizo su entrada triunfal en Madrid dos días después. En su camino hacia el Palacio Real, los
caballos de su carroza fueron desenganchados y sustituidos por un grupo de personas
(mujeres y hombres) mientras la multitud aclamaba al rey con el famoso grito: “¡Vivan las
cadenas!”, y “¡Muera la libertad!”, que se convirtieron en el lema absolutista.
Tras la derogación de la Constitución se volvió a las viejas instituciones del absolutismo: La
Inquisición, el régimen señorial, la organización gremial, la Mesta, devolvieron al clero sus
posesiones, permitió la vuelta de los jesuitas a España y se anularon las libertades civiles.
En este Sexenio absolutista, se volvió evidente la fractura social entre liberales y
absolutistas. Entre los que apoyaron este giro hacia el absolutismo estaban la nobleza, el
clero y gran parte del pueblo (totalmente ignorante en las cuestiones políticas).
En cuanto a la economía, la situación del país era ciertamente desastrosa como
consecuencia de tantos años de guerra, con la consiguiente destrucción de fábricas,
caminos, pueblos y ciudades. No obstante, la nobleza y el clero recuperaron su privilegio de
exención de impuestos.
En cuanto a la oposición, el sector liberal del Ejército no aceptó el retorno al absolutismo e
intentó en varias ocasiones restablecer la Constitución a través de pronunciamientos
militares (todas fallidas). En cambio, el pronunciamiento encabezado por Riego el 1 de
enero de 1820, dio lugar al siguiente periodo político del reinado de Fernando VII conocido
como el Trienio Liberal.

CONCLUSIÓN:
Este manifiesto cumplió con el objetivo que se habían propuesto sus firmantes y consiguió
influir en el ánimo del Rey al mostrarle que tenía el apoyo del ejército, los diputados
absolutistas y el favor del pueblo. Las consecuencias inmediatas de la reimplantación del
absolutismo durante el reinado de Fernando VII fueron la persecución, encarcelamiento,
exilio y ejecución de los liberales. Por el decreto de 4 mayo de 1814, el monarca declaraba
nula la Constitución y todos los decretos de Cádiz pero la Constitución de 1812 se
restablecería con el Trienio Liberal (1820-1823). El Manifiesto de los Persas demostró a
Fernando VII que una parte de la clase política, reflejo de la sociedad de entonces reacia a
los cambios, y del ejército deseaban la restauración del absolutismo y de la tradición
monárquica española que daba la espalda a las nuevas ideas políticas ilustradas venidas de
Francia.

9. EL CONVENIO DE VERGARA

CLASIFICACIÓN:
El texto es un fragmento del Convenio de Vergara validado el 31 de Agosto de 1839 entre
generales de los bandos Isabelinos y Carlistas. Se trata de un texto de naturaleza jurídico-
político ya que su carácter de tratado de paz le otorga rango de ley. Es contemporánea a los
hechos y proporciona información histórica primaria de manera directa. Se dirige a los
combatientes y al pueblo español públicamente y su alcance es nacional.
El acuerdo fue redactado entre Don Baldomero Espartero, quien ejerció de regente de
España durante la minoría de edad de la reina, y Don Rafael Maroto, quien durante la
Guerra de la Independencia se inclinó por el bando carlista. El momento histórico específico
del evento fue al final de la guerra Carlista tras dos años de acercamientos y negociaciones.
Lord John Hay tuvo un papel mediando entre bandos hasta la llegada del Convenio el 31 de
Agosto, que acabó con un abrazo entre Espartero y Maroto.

ANÁLISIS:
La idea principal del texto es la de un compromiso mediante el cual se finaliza la 1º guerra
Carlista. Se trata de un Convenio conciliador que trae paz y fin a las disputas. Esto queda
simbolizado en el abrazo.
Además de la principal, es posible destacar ciertos compromisos como ideas secundarias.
Un ejemplo de esto es la propuesta de las Cortes de la modificación y concesión de los
fueros. También es ejemplo el respeto a los empleos de los mandos del ejército carlista
siempre que jurasen respeto a la Constitución de 1837 o la posibilidad de retirarse
libremente. Lo acordado en el Convenio no fueron palabras vanas. Testigo de esto fueron
las Vascongadas, quienes conservaron sus fueros y privilegios hasta 1876. Adicionalmente,
pese a que se respetó el derecho de seguir en el ejército o retirarse libremente, la mayoría
de mandos militares carlistas siguieron fieles e irredentos a Carlos Mª Isidro.

CONTEXTO:
Este texto se enmarca históricamente en la regencia de María Cristina, y más
concretamente al final de la Primera Guerra Carlista. La causa directa de la guerra fue el
problema sucesorio con la derogación de la Ley Sálica y la promulgación de la Pragmática
Sanción de Fernando VII, que impedía el acceso al trono a su hermano Carlos María Isidro.
Para defender los derechos de su hija y evitar ser expulsada del trono por los carlistas, la
Regente María Cristina llegó a un acuerdo con la facción liberal del ejército. Al morir
Fernando VII estalló la primera Guerra Carlista. La guerra se inició en otoño de 1833, y
abarcó toda la regencia de María Cristina. Podemos dividir el conflicto en tres etapas.
En la primera etapa destacaron los triunfos carlistas hasta 1835, cuando el general carlista
Zumalacárregui murió. Se cambió así el curso de la guerra. Por lo que en la segunda etapa
comenzaron a producirse victorias del bando isabelino, sobre todo gracias al liderazgo de
Baldomero Espartero. En la tercera etapa, la guerra estaba decidida a favor de los liberales,
lo que provocó una división interna en el carlismo entre moderados (partidarios de alcanzar
un acuerdo honroso de paz) y los intransigentes (se negaban a ello). El agotamiento llevó al
general Maroto, un carlista moderado, a negociar la paz con el general Espartero. Esto
desembocó en la firma del Convenio de Vergara, en agosto de 1839, también llamado
“Abrazo de Vergara”. Los carlistas se rendían y los liberales se comprometían a mantener
los fueros vasco y navarro.
El convenio puso fin a la guerra en Vascongadas, pero los intransigentes continuaron la
guerra en el Maestrazgo hasta que el general Cabrera fue derrotado en 1840. No obstante,
el carlismo seguía irredento y dispuesto a combatir de nuevo.
Las consecuencias más importantes de la guerra carlista fueron; la inclinación de la
monarquía hacia el liberalismo, el protagonismo de los militares en la vida política con
constantes pronunciamientos, y por último, la desamortización de las tierras de la Iglesia
para financiar los gastos de la guerra. Los comienzos de la Regencia fueron difíciles. Las
reformas de Cea Bermúdez y la de Javier de Burgos (reforma provincial) no contentaron a
los liberales. Entonces, Mª Cristina llamó al liberal moderado Martínez de la Rosa para
formar gobierno, con tal de realizar la transición hacia el liberalismo, concretado en la
promulgación del Estatuto Real en 1834. Al fracasar los gobiernos en su estrategia de poner
fin a la guerra, los exaltados o progresistas se movilizaron. Esto originó el nombramiento de
Juan Álvarez de Mendizábal, primero como ministro de Hacienda, y después como primer
ministro. Mendizábal puso en práctica la desamortización de los bienes eclesiásticos y su
posterior venta en subastas públicas. En mayo de 1836, Mendizábal fue destituido por la
reina, lo que motivó la rebelión de los sargentos. Tras esto, la reina se vio obligada a jurar la
Constitución de 1812 hasta que se elaborara otro texto constitucional y a instaurar un
gobierno progresista, a cuyo frente se situó José María Calatrava.
La tarea principal del nuevo gobierno progresista fue concluir la obra iniciada por
Mendizábal y derribar los vestigios del Antiguo Régimen. Así, se profundizó en la
desamortización de las propiedades del clero, se abolieron los gremios y el diezmo y se
promulgó la Constitución de 1837. En esta constitución destacaron: la soberanía nacional,
amplios derechos para los ciudadanos, división de poderes, con el poder legislativo
compartido, sufragio censitario, cortes bicamerales (Congreso, Senado), y la manutención
de la Iglesia Católica.
Finalmente el desgaste de la guerra y la división en el ejército carlista, motivó que algunos
militares como Rafael Maroto, optaran por no prolongar más tiempo un derramamiento de
sangre inútil. El 31 de agosto de 1839, se llegó a la firma del Convenio de Vergara. A pesar
de la victoria sobre los carlistas, la escasa duración de los gobiernos en el poder no dio
estabilidad política al sistema. Los moderados ganaron las elecciones de octubre de 1837, y
los progresistas pasaron a la oposición. Las diferencias cada vez mayores entre
progresistas y moderados, y el favoritismo de la regente hacia los moderados hizo que los
progresistas buscasen apartarla de la regencia. La nueva Ley de Ayuntamientos provocó un
nuevo movimiento insurreccional progresista por todo el país con el objetivo de apartar a la
regente, obligando a Mª Cristina a recurrir a Espartero. Sin embargo, cuando éste presentó
su programa de gobierno la regente renunció y se exilió, siendo nombrado regente
Espartero, héroe popular de la Guerra Carlista y el militar de más prestigio.

CONCLUSIÓN:
La firma de este Convenio tuvo como consecuencia inmediata el final de la primera guerra
carlista. Sin embargo, el Convenio de Vergara fue sólo un paréntesis en el problema
carlista. No obstante, el carlismo irredento ya no representó un problema grave para la
imparable implantación en España de un régimen liberal. El contenido del texto es
sumamente conciliador. Este Convenio, conocido también como Abrazo de Vergara, fue un
acuerdo para la satisfacción de ambas partes, ya que el vencedor, Espartero, prometió
hacer lo posible para que los fueros de los territorios carlistas fuesen respetados, así como
el mantenimiento de los cargos militares con sus salarios para todos los que habían luchado
en el bando carlista. También se concedió la posibilidad de que los militares que no
deseasen jurar la Constitución de 1837 y fidelidad a la reina Isabel II, pudiesen pasar al
retiro, con el sueldo correspondiente. Era pues un pacto entre caballeros, que no satisfizo al
aspirante al trono, don Carlos María Isidro que huyó a Francia.
La figura del general Espartero, convertido ahora en salvador y héroe popular y éste utilizó
ese apoyo popular y su prestigio para asegurarse la fidelidad de sus partidarios entre el
cuerpo de oficiales y alcanzar así el poder en 1840, convirtiéndose en regente.

10. LAS DESAMORTIZACIONES

INTRODUCTION:
Con el fin de reducir la deuda pública y del Estado, además de efectuar una reforma agraria
para repartir equitativamente la propiedad, se inició el proceso de desamortización. Este
proceso histórico que se extendió hasta el siglo XX, fue iniciativa de Manuel Godoy. Su
desarrollo consistió en la expropiación forzosa de las propiedades y tierras de dueños como
las “manos muertas”, la Iglesia Católica, las órdenes religiosas e incluso tierras comunales
municipales. Tras venderlas en subastas, la desamortización permitiría convertir esas tierras
en bienes de propiedad privada.
Pese a que Godoy fuera el precursor de dichas desamortizaciones en España, fueron los
liberales en la época de Isabel II quienes promovieron la mayor parte de la obra. Creían que
un paso hacia la eliminación de las formas jurídicas y económicas del antiguo régimen sería
la desvinculación de la propiedad (del señorío nobiliario y ciertas instituciones). Para
comenzar con estos cambios, promulgaron leyes que habilitaron la desvinculación de los
bienes de la nobleza junto a la desamortización de los bienes eclesiásticos y municipales.
Primero, el Estado se adueñó de esos bienes por expropiación forzosa. Una vez convertidos
en bienes nacionales, se sacaron a la venta mediante subasta pública, consiguiendo así
financiación para los gastos del Estado.

BODY:
Desde la primera desamortización en 1798, se produjeron una serie de desamortizaciones
hasta la última vigente en 1924.
El primero que tuvo lugar fue el de 1798, cuando Carlos IV obtuvo el permiso de la Santa
Sede para desamortizar bienes de la Compañía de Jesús, para enjugar la deuda pública.
De su puesta en marcha se encargaron Mariano Luis de Urquijo y Miguel Cayetano Soler
pese a que el primer ministro era Godoy.

Años después en 1809, José Bonaparte ordenó la venta de bienes del clero regular y la
nobleza antifrancesa. En ese mismo periodo, las cortes de Cádiz pertenecientes al bando
patriota, nacionalizaron bienes de instituciones como es la de las Cuatro Órdenes Militares
en 1813. Se confiscaron fincas de la corona además de baldíos y realengo. Sin embargo, el
regreso del rey absolutista Fernando VII impidió que se llevase a cabo.

Durante el trienio liberal, el gobierno se encontró frente a la deuda acumulada durante el


sexenio absolutista. Su manera de enfrentarlo fue revalidando el decreto de las cortes de
Cádiz, añadiendo a los bienes desamortizados las propiedades de la Inquisición. No
permitieron dinero en efectivo sino únicamente vales reales. También desamortizaron los
bienes del clero regular, más toda esta obra legislativa se declaró nula en cuanto volvió de
nuevo al trono Fernando VII.

Juan Álvarez Mendizábal, fue un empresario político liberal progresista.


Entre los años 1835 y 1837 ocupó el puesto de ministro de Hacienda y presidente del
consejo de Ministros. Por las leyes de Mendizábal de 1836 y de 1837, se decretó la
disolución de las órdenes religiosas, excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia
hospitalaria. Adicionalmente, se declararon en venta todos los bienes pertenecientes al
clero regular (frailes y monjas) y los bienes del clero secular (curas, obispos...).
Mendizábal se proponía con ello destinar los fondos obtenidos a pagar la deuda pública y la
guerra contra el carlismo; ampliar los apoyos al liberalismo; y mejorar el reparto, la
productividad y la rentabilidad de la tierra. Estos decretos ordenaban la expropiación y
subasta de las propiedades de compañías religiosas que habían sido suprimidas. Su fin era
lograr un crecimiento económico general que estimulase la demanda y el desarrollo
industrial. Adicionalmente otro de sus objetivos era beneficiar a quienes, como él mismo,
pertenecían a la élite financiera y comercial. Cuando los moderados tomaron de nuevo el
mando del gobierno, suspendieron las subastas.
El proceso de Mendizabal, aunque fuera bien intencionado, tuvo fallos. En primer lugar, en
el sistema de lotes, no siempre se sacaron de forma dividida en las subastas las tierras que
fueron repartidas en partes más pequeñas y asequibles. Al final, sólo podían adquirirlos
personas con alto poder económico.

En segundo lugar, las comisiones municipales debían también velar por que una misma
persona no comprase todos los lotes. Sin embargo, estos grandes propietarios utilizaron en
muchos casos a intermediarios o testaferros para comprar varios lotes. Por último, el
gobierno de Mendizábal, decidió aceptar los vales de deuda pública como forma de pago.
Como fueron aceptados por su valor nominal en vez del valor real, que era superior, se
recaudó mucho menos de lo planeado.
Las consecuencias de la desamortización de Mendizábal fueron muy variadas. Trajo el
desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza;
no resolvió el problema de la deuda, pero contribuyó a atenuarlo; no produjo un aumento
espectacular de la producción agraria; y acentuó el latifundismo en Andalucía y
Extremadura y el minifundismo en el Norte.

Más tarde, en 1841 Baldomero Espartero, impuso la desamortización de bienes del clero
secular, proyecto que elaboró Pedro Surra Rull. Esta ley duró escasamente tres años y al
hundirse el partido progresista la ley fue derogada.

En última instancia, el ministro de Hacienda Pascual Madoz realizó una nueva


desamortización (1855) durante el bienio progresista. Se declararon en venta todos los
bienes de propiedad colectiva; como los de los ayuntamientos, del Estado, del clero, de las
Órdenes Militares, cofradías, obras pías, de los bienes de los pueblos, los bienes comunes
utilizados por los vecinos del lugar, los de la beneficencia y de la instrucción pública
(escuelas, academias, archivos y museos, con las excepciones de las Escuelas Pías y los
hospitalarios de San Juan de Dios).
Fue ésta la desamortización que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una
importancia superior a todas las anteriores. El objetivo fundamental de esta era obtener
ingresos para construir el ferrocarril y terminar definitivamente con las propiedades
vinculadas. Los ingresos obtenidos casi duplicaron a la de Mendizábal, ya que en esta
ocasión no se aceptaron vales de deuda pública como método de pago.

En general el desenlace de las desamortizaciones no siguió su curso previsto. No


produjeron una verdadera reforma agraria y en cambio tuvieron importantes repercusiones
para el futuro del país. Sus principales consecuencias fueron la modificación del régimen
jurídico de la propiedad de la tierra; la consolidación e inmutabilidad de la estructura de la
propiedad; el aumento de la producción, pero no de la productividad además de la
deforestación y monocultivo; y un mayor riesgo de hambre. Por otra parte, sólo fueron
beneficiados la nobleza y la burguesía urbana; en contraposición de la Iglesia, los
ayuntamientos y los campesinos pobres (atraídos por ello hacia la anarquía) que fueron
perjudicados.

CONCLUSION:
No se logró sacar el máximo partido de las desamortizaciones a la hora de hacer una
verdadera reforma agraria. En su lugar, se buscó la alianza de la burguesía comercial y
financiera que tanto dinero había prestado al Estado, sin velar por mejoras en la
productividad ni la modernización económica del país.
A pesar de causar conflicto entre conservadores y liberales, en un momento dado todos los
partidos reconocieron en unanimidad que era necesario rescatar los bienes inactivos para
invertirlos en el desarrollo de la nación. No obstante, esta idea no progresó tal y como se
planeó. Las condiciones de gran parte de la población fueron inestables y en deterioro.

Los rendimientos, a su vez, tampoco mejoraron, pues sus nuevos propietarios (en su
mayoría burgueses absentistas) subieron los alquileres. Además, no invirtieron en las tierras
adquiridas ni en nuevos negocios. Adicionalmente, no hubieron grandes innovaciones
técnicas en el campo de la agricultura, lo que llevó entre otras cosas a que la demanda de
productos industriales siguiera débil. En definitiva, las consecuencias de las
desamortizaciones son visibles aún hoy en aspectos tales como la estructura agraria de la
propiedad, el impacto medioambiental y la pérdida del patrimonio natural y artístico.
11. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO

INTRODUCTION:
El Sexenio Democrático, también conocido como el Sexenio Revolucionario, duró desde el
triunfo de la revolución de septiembre de 1868 hasta el pronunciamiento del General
Martínez Campos (en diciembre de 1874). El final de este período decisivo en la historia de
España supuso el inicio de la Restauración borbónica y el reinado de Alfonso XII.
El Sexenio Revolucionario puede dividirse en cuatro etapas. La primera comienza en
septiembre de 1868. La Revolución Gloriosa, duró hasta octubre de ese mismo año, dando
comienzo a la segunda etapa: el Gobierno provisional. Esta etapa se extendió tres años
hasta 1871 el inicio del reinado de Amadeo I. Por último, en febrero de 1873 se proclamaría
la Primera República española. Éste periodo final se divide a su vez en la República Federal
y la dictadura de Serrano, cuya fecha de conclusión fue en 1874.

BODY:
Durante el sexenio revolucionario existieron cinco bloques políticos. Estaban los unionistas
del General Serrano; los progresistas dirigidos por Juan Prim; los demócratas monárquicos;
los republicanos federales liderados por Figueras, Salmerón y Castelar entre otros; y el
partido Moderado encabezado por Cánovas del Castillo. Las tensiones entre los distintos
partidos generó problemas en la época. A estas tensiones se sumaron la Primera guerra de
Cuba, la Tercera guerra Carlista, la abdicación de Amadeo I, la primera República, la
insurrección cantonal y los conflictos sociales y obreros para atraer dificultad al sexenio.

Frente al descrédito de la monarquía, y la crisis tanto agraria como industrial y financiera,


las ideas democráticas comenzaron a penetrar en la oposición. Por eso, en 1866,
incentivado por el general Prim, se tuvo la iniciativa de establecer el pacto de Ostende con
el fin de derrocar a Isabel II. La sublevación comenzada por Juan Bautista Topete en Cádiz,
pronto se extendió por Andalucía y posteriormente por toda España. Esto desembocó en el
manifiesto de “España con honra“, donde se divulgó el deseo de la expulsión de la reina, la
regeneración política, el sufragio universal etc. Con la unión liberal del lado de la revolución,
se alcanzó un gobierno provisional de unionistas y progresistas. Finalmente, tras la derrota
de Isabel en la Batalla del Puente De Alcolea, frente a las tropas del General Serrano,
Isabel abandonó para siempre España el 30 de Septiembre.

A raíz de eso, con el objetivo de promulgar una constitución, se formó el 8 de octubre el


Gobierno Provisional presidido por Serrano junto con Prim, Topete, López de Ayala y
Práxedes Mateo Sagasta. Al año siguiente, en enero de 1869, se convocaron las primeras
elecciones a Cortes Constituyentes celebradas en España por sufragio universal masculino.
Una coalición monárquico-democrática formada por progresistas, unionistas y demócratas
monárquicos ganó las elecciones. Por consiguiente, las Cortes quedaron compuestas por
cuatro fuerzas políticas: los moderados de Cánovas del Castillo, la coalición centrista de
progresistas, unionistas y demócratas monárquicos, los carlistas y los republicanos,
divididos en dos tendencias: unitarios, dirigidos por Emilio Castelar y federales, dirigidos por
Pi y Margall. Entre ellos, se elaboró una constitución, promulgada en 1869: la primera
constitución democrática de España. Dicha constitución reemplazó a la de 1845 pero fue
abolida en 1874.
En ella, se decidió la monarquía constitucional como forma de gobierno. Se estableció la
libertad de cultos por primera vez, aunque se mantenía la confesionalidad del Estado. Entre
el resto de sus características principales cabe destacar la soberanía nacional, el sufragio
universal, los amplios derechos individuales (expresión, reunión y asociación, derechos
procesales etc). Por último, la división de poderes fue la siguiente: el legislativo
correspondía a las Cortes, el judicial a los tribunales, y el ejecutivo al rey. Aunque esta
Constitución era la más liberal y se colocaba a la vanguardia de las europeas, no satisfizo a
casi nadie.
Además de la Constitución, el Gobierno Provisional tuvo otros proyectos y reformas. Para
empezar, adoptó la peseta en 1868, sustituyó el proteccionismo por el librecambismo y
promulgó la Ley de Minas, que puso a la venta los principales yacimientos mineros del país
para pagar la enorme deuda pública. Adicionalmente, tras la aprobación de la Constitución,
se puso en marcha la búsqueda de un monarca que fuese aceptado por las fuerzas políticas
españolas y la comunidad en general. Lo consiguieron el 16 de noviembre de 1870, cuando
las Cortes Constituyentes eligieron como nuevo rey de España a Amadeo I.

Amadeo I llegó a España el mismo día del fallecimiento de su principal apoyo político, el
general Prim (víctima de un atentado). La estabilización del régimen fue imposible debido a
factores como que se le consideró un rey ilegítimo o que hubo una lucha por la sucesión en
el partido progresista entre Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla.
Mientras tanto, la nobleza e Iglesia rechazaban la democracia, la libertad de culto y la
separación de la Iglesia del Estado; la burguesía desconfiaba de un régimen que atentaba
contra sus intereses; hubieron agitaciones sociales de campesinos y obreros; los
republicanos pretendían imponer una República; y los moderados continuaban fieles a los
Borbones. En medio de todo, surgieron problemas como el estallido de insurrecciones
federalistas y anarquistas y la Guerra de Cuba o la Tercera Guerra Carlista (ambas guerras
desembocando en el sistema de quintas). Finalmente, la división dentro del partido
progresista dejaron al rey falto de apoyos y abdicó en febrero de 1873.

Al día siguiente, el congreso proclamó la 1ª República, lo cual no era constitucional. La 1ª


República se dividió en dos periodos. La primera fue la República Federal, de Febrero de
1873 a Enero de 1874, y segunda fue la República Unitaria o Dictadura de Serrano (hasta
Diciembre de ese año). En 11 meses la 1ª República tuvo cuatro presidentes; Estanislao
Figueras, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.

El primer gobierno de la República tuvo que afrontar situaciones difíciles: un déficit


presupuestario elevadísimo, la Tercera Guerra Carlista, la Guerra de Cuba y la gran crisis
mundial de 1873. Esto culminó en el aumento del paro, las manifestaciones, las huelgas y
las ocupaciones de tierras. Como primer objetivo se planteó la redacción de un proyecto de
Constitución federalista, la de 1873 pero no pudo llegar a promulgarse. Esta nueva norma
establecía: una república federal integrada por 17 Estados, una estricta separación de
poderes, soberanía nacional con sufragio universal, amplios derechos, libertad de culto,
separación Iglesia-Estado, supresión de quintas y la organización del Estado en 3 niveles;
Municipio, Estado Regional y Estado Federal o nación. Irónicamente, los principales
enemigos de la república fueron los propios republicanos, quienes promovían un
federalismo de abajo a arriba. A esto se unieron las reivindicaciones propias del movimiento
obrero, las ocupaciones de fincas por jornaleros andaluces, y una huelga general en Alcoy,
lo que terminó derivando en el cantonalismo.
La Rebelión cantonal fue la insurrección durante la Primera República Española que acabó
con ella. Los republicanos federales obtuvieron el apoyo de la pequeña burguesía, los
trabajadores y el anarquismo en su búsqueda del federalismo radical republicano y social de
izquierdas. El movimiento comenzó con la declaración de independencia del cantón de
Cartagena, cuyo comandante general fue Antonete Gálvez, y de allí se extendió hacia
Alcoy, Andalucía y el Levante peninsular. Paralelamente a ella tuvieron lugar la Revolución
del Petróleo en Alcoy y otras guerras mencionadas anteriormente. Por eso, Pi y Margall
dimitió desbordado por la situación y fue sustituido por Nicolás Salmerón, quien envió a los
generales Pavía y Martínez Campos y dimitió también más tarde. Su nuevo sustituto Emilio
Castelar abandonó el federalismo y regresó al centralismo, cerró las Cortes tres meses y
gobernó autoritariamente mediante decretos. Finalmente se nombró como presidente de la
República al general Serrano.

Con el general Serrano al frente se formó un gobierno autoritario y conservador, de


concentración que excluyó a los republicanos federales. En su gobierno, las Cortes fueron
cerradas, la Constitución de 1869 fue suspendida, se puso fin a la rebelión cantonal y se
combatió a los carlistas. El 1 de diciembre Antonio Cánovas del Castillo publicó el
Manifiesto de Sandhurst, escrito por él y firmado por el príncipe Alfonso, para poner en
marcha la Restauración Borbónica. La Restauración fue obra de un pronunciamiento militar,
aunque Cánovas no lo deseaba.

CONCLUSION:
El sexenio revolucionario se caracterizó por ser trémulo e inestable. La cantidad de
acontecimientos que tuvieron lugar en esos seis años fue asombrosa. Entre otras cosas:
cayó la monarquía, se formó un gobierno provisional, se promulgó la constitución de 1869,
reino Amadeo I, su aplicación trajo la primera República, se restauró la dinastía borbónica
con Alfonso XII, una crisis económica, se produjeron guerras civiles y guerras con las
colonias etc.
Ante todo esto, se mostró la incapacidad del gobierno para resolver los problemas del país.
La primera República Supuso una novedad en la historia de España pese a su corta
duración y fracaso. Al final, el bipartidismo y sus ficticias elecciones sofocaron cualquier
esperanza de un nuevo cambio.
En resumen, la revolución democrática había fracasado en España y se tuvo que esperar a
la proclamación de la segunda República en 1951 para revolver a un sistema de elecciones
más libres.

12. EL RÉGIMEN DE RESTAURACIÓN

INTRODUCTION:
Antonio Cánovas del Castillo ideó la Restauración borbónica y el retorno de Alfonso XII al
trono español. Esta etapa política se extendió desde diciembre de 1874 hasta el año 1931.
La Restauración poseía estabilidad institucional bajo un modelo liberal del Estado basado
en el Rey, las Cortes, la Constitución y la alternancia entre el partido conservador de
Cánovas y el partido liberal de Sagasta. El sistema oligárquico, centralista, católico, basado
en la Constitución de 1876 permitía introducir reformas algo avanzadas.
BODY:
La Restauración puede dividirse en dos etapas. La primera es el reinado de Alfonso XII con
predominio del partido conservador. Seguido de su reinado, va la etapa de la regencia de
María Cristina de Habsburgo, con predominio de gobierno del partido liberal.
Los principios del régimen fueron recogidos en el manifiesto de Sandhurst firmado por
Alfonso XII y redactado por Cánovas en 1874. En él, Alfonso se comprometía a defender un
régimen liberal conservador basado en la tradición española, la soberanía compartida, el
constitucionalismo y la religión Católica. Los objetivos eran integrar en el régimen
monárquico a las dos grandes corrientes del liberalismo (doctrinario y progresista), alejar a
los militares de la vida política, pacificar el país y no convocar elecciones libres.

Durante la Restauración, Cánovas del Castillo configuró un sistema político basado en el


bipartidismo. Consistía en la alternancia del poder, en el conocido como turnismo pacífico,
marginando a las clases populares y al resto de formaciones políticas mediante el
caciquismo. Los partidos que se turnaban eran el Partido Conservador de Cánovas del
Castillo, que integraba a los sectores más conservadores de la sociedad; y el Partido Liberal
Fusionista, encabezado por Sagasta, que estaba formado por antiguos unionistas,
progresistas, demócratas y algunos republicanos moderados.
En 1876, durante la primera fase del Régimen, se promulgó una Constitución moderada
pero flexible. Esta se caracterizó por velar por una soberanía compartida; un Estado
confesional católico; derechos y libertades restringidos; carácter centralista; independencia
del poder judicial; cortes bicamerales y sufragio sin definir. Por su parte, la Corona lucía el
mando supremo del Ejército.
El turnismo pacífico mencionado anteriormente, era la alternancia pactada entre los dos
grandes partidos para acceder al gobierno sin recurrir a los pronunciamientos militares y fue
acordado en el Pacto del Pardo de 1885. Su funcionamiento era el siguiente: el rey
encargaba formar un nuevo gobierno al partido de la oposición una vez que uno de los dos
partidos se desgastaba. El nuevo gobierno convocaba unas elecciones que siempre ganaba
gracias al fraude electoral y los caciques. Los caciques eran individuos o familias que
controlaban una zona electoral (a los alcaldes, a los jueces, a los funcionarios...) comprando
el voto a cambio de favores o amenazas . Si aún así no se ganaba, se recurría al pucherazo
electoral, es decir, la falsificación del censo. Uno de los métodos era excluyendo a votantes
pero también se modificaban las actas electorales.

Aunque la Restauración supuso algo de estabilidad política, poco a poco la oposición fue
tomando fuerza contra el sistema. Los tres grandes bloques opositores fueron: los
republicanos, el movimiento obrero y el nacionalismo.
Por un lado, los republicanos estuvieron perseguidos por el nuevo régimen, debilitados y
divididos en cuatro: Partido Republicano Progresista, Partido Republicano Federal, Partido
Republicano Unionista y Partido Posibilista. Todos tenían en común la defensa de la
república, la separación Iglesia-Estado, el sufragio universal y la preocupación por los
problemas de las clases populares. Con la recuperación del sufragio universal masculino en
1890, los republicanos mejoraron sus resultados electorales y acabaron unificándose en la
Unión Republicana.
El socialismo y el anarquismo tuvieron que pasar a la clandestinidad por ser considerados
por Cánovas como un peligro. Respecto al socialismo, Pablo Iglesias fundó el PSOE en
Madrid en 1879 en defensa de reivindicaciones laborales y derechos de asociación, reunión
y sufragio universal. Más tarde, en 1888 se fundó el sindicato, UGT (Unión General de
Trabajadores), que defendía el derecho a la huelga. En cuanto al anarquismo, se difundió
entre las clases populares y se centró en la lucha sindical, sobre todo en Cataluña
A partir de 1890 se sucedieron acciones terroristas contra altas instituciones del Estado;
miembros del gobierno, la iglesia y el ejército al punto en que Cánovas del Castillo fue
asesinado por un anarquista. El terrorismo eventualmente dividió al anarquismo en
anarcocomunistas y anarcosindicalistas.
En último lugar, el nacionalismo llegó a España a finales del siglo XIX en oposición al
modelo de Estado liberal, centralizado y uniforme. El nacionalismo catalán se desarrolló en
varias etapas. Primero el movimiento intelectual Renaixença y después Valentí Almirall creó
el Centre Catalá, en denuncia del caciquismo. Tras eso, Prat de la Riba fundó Unió
Catalanista que aprobó las Bases de Manresa (1892), en el que exigía autogobierno. Para
finalizar, en 1901 la Lliga Regionalista de Francesc Cambó fue fundada pidiendo autonomía
política. A su vez, el nacionalismo vasco surgió para recuperar la cultura vasca pero se fue
radicalizando políticamente debido a la llegada de inmigrantes. Sabino Arana fundó en 1895
el Partido Nacionalista Vasco (PNV) cuyas reivindicaciones principales fueron:
Independencia de Euskadi y creación de un Estado Vasco, el anti- españolismo, exaltación
de la raza vasca y la pureza racial, defensa de los fueros y la religión católica (herencia
carlista) y la promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas.

Políticamente, la Restauración se divide en dos periodos: El Reinado de Alfonso XII (1875-


1885) y la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902).
Los principios del nuevo sistema se establecieron durante el reinado de Alfonso XII. En este
tiempo, el partido Conservador fue el protagonista encabezado por Cánovas del Castillo. Su
ambición era alejar al ejército de la actividad política y del pronunciamiento militar, estando
únicamente para pacificar el país. Cabe destacar entre sus mayores acontecimientos el fin
de la Tercera Guerra Carlista además de la firma de la Paz de Zanjón, poniendo fin al
conflicto con Cuba. Sin embargo, se perdió Cuba a pesar de ella en 1898. Asimismo, la
alternancia en el poder o turnismo se inició en 1881 hasta 1883 con el partido Liberal de
Sagasta. Este gobierno tomó medidas para restablecer unas cuantas libertades a exclusión
del sufragio universal.
Mediante el Pacto del Pardo, ambos partidos se comprometían a mantener la
monarquía y a respetar los turnos por lo que durante la Regencia, Cánovas le cedió el poder
a Sagasta. En este gobierno, se llevaron a cabo reformas trascendentes de carácter liberal:
se decretó la libertad de asociación, se creó un nuevo Código Civil, se estableció el juicio
por jurados y se aprobó el sufragio universal masculino para mayores 25 años en 1890.
Llegando a finales de siglo, el sistema daba muestras de agotamiento, ya que los gobiernos
no supieron resolver los problemas que hacían de España un país muy atrasado con altas
tasas de analfabetismo, desequilibrios en las cuentas públicas, mantenimiento
sistema de quintas y la ausencia de reformas sociales.

CONCLUSION:
El sistema político que ideó Cánovas produjo una gran inestabilidad política.
Tuvo como propósito restaurar la monarquía borbónica alejando a los militares de la política
e impidiendo elecciones libres.
Este periodo fue marcado por la aparición de movimientos nacionalistas en Cataluña y el
País Vasco y la guerra con los Estados Unidos que desembocó en el desastre del 98. En
esto influyeron la crisis social y económica y el aislamiento internacional, los cuales
condicionaron el régimen de la Restauración, incapacitandolo de mantener su dominio.
Una de las consecuencias de la crisis del 98 fue el cambio de mentalidad de los militares,
quienes fijarían su vista en Marruecos en la búsqueda de una “compensación territorial“.
Adicionalmente, incentivó la aparición de movimientos como el “Regeneracionismo” de
Joaquín Costa, que pretendía modernizar la economía y la sociedad además de alfabetizar
a la población. Cabe destacar que no solo él mostraría preocupación por España, sino que
también un grupo de poetas conocidos como la generación del 98. Aquí se puede distinguir
a Unamuno, Machado, Baroja y Azorín entre otros.
Con el ascenso al trono de Alfonso XIII en 1902, se inicia la segunda etapa de la
Restauración. Este mismo sistema acabaría con la dictadura de primo de rivera en 1923-
1930. Desgraciadamente, tras la restauración, España no tuvo aprendizaje político
democrático y la sociedad siguió distancia no sé cada vez más en posiciones políticas
alejadas.

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