Derecho Civil Contratos
Derecho Civil Contratos
Derecho Civil Contratos
La responsabilidad extracontractual.
La responsabilidad que emana del delito civil, del cuasidelito civil y de la ley,
constituye la denominada "responsabilidad extracontractual", cuya fuente principal
son los delitos y cuasidelitos civiles. Los casos de responsabilidad legal son
excepcionales.
Estas expresiones de "delitos" y "cuasidelitos" se emplean tanto en el derecho civil
como penal, y si bien es cierto que en ambas ramas del derecho se trata siempre de
hechos ilícitos, los que constituyen delitos y cuasidelitos presentan tales diferencias
entre sí que no es posible confundirlos. Así, el delito civil "es el hecho ilícito
cometido con la intención de dañar y que ha causado injuria o daño en otra persona".
El cuasidelito es el hecho culpable cometido sin la intención de dañar y que ha
inferido injuria o daño a otra persona (arts.1437 y 2284).
Lo que caracteriza al delito y cuasidelito civil es el hecho de inferir injuria o daño a
otra persona. Por ello, un hecho ilícito que no causa injuria o daño a otra persona no
constituye delito ni cuasidelito civil, porque la consecuencia del delito y cuasidelito
es el deber de reparar el daño, y ello sólo es procedente cuando el daño se ha
causado: "sin daño no hay responsabilidad civil" (así fluye de los arts.1437 y 2314).
El delito y cuasidelito civil se asemejan entre sí en que ambos son hechos ilícitos,
ambos causan daño y ambos producen obligaciones.
La diferencia que existe entre ellos se encuentra en la intención que el autor ha
tenido. Así, el delito civil es el hecho ilícito cometido con la intención de cometer
daño; aquí la voluntad del autor era causarle daño a otra persona. En cambio, el
cuasidelito se ha ejecutado sin intención de dañar. Lo que sucede es que el delito
civil supone dolo: el daño ha sido deseado por el autor del hecho; en tanto que el
cuasidelito civil supone culpa, es decir, una falta de diligencia o de cuidado del autor.
Es por eso que en materia civil un mismo hecho puede ser delito o cuasidelito según
si ha habido o no intención de dañar a otra persona.
Esta distinción entre delito y cuasidelito es una distinción clásica y tradicional, pero
en realidad ella no presenta utilidad y, aún más, hoy en día se sostiene que es
totalmente inútil hacer esta distinción, y también se señala que carece de justificación
teórica porque ambos son hechos ilícitos, porque uno y otro obligan al autor a reparar
el daño causado en su totalidad y el monto de la indemnización se regula
atendiéndose al daño causado y no a la naturaleza del hecho que originó el daño.
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Luego, es muy posible que la indemnización causada por un cuasidelito civil sea
mayor a la originada en un delito civil. Es por estas razones que el CC sometió a los
delitos y cuasidelitos civiles a una misma y única reglamentación en los arts.2314 y
siguientes. Estos hechos ilícitos pueden consistir en la ejecución de un hecho, lo cual
recibe el nombre de culpa in cometendo; o también pueden constituir una abstención,
caso en cual se habla de culpa in omitendo.
En el primer caso son de acción, como el que mata a otro intencionalmente o el que
hiere a otro al disparar un arma imprudentemente. En el segundo caso estamos frente
a una omisión, como sería el caso de aquellas personas que estando obligada a
realizar una acción, no lo realiza.
El CC admite estas clasificaciones en varios artículos (2320, 2321, 2322, 2323), pero
esta es una clasificación más bien doctrinaria, porque desde el punto de vista práctico
todas ellas producen el mismo efecto y se rigen por las mismas reglas: obligan al
autor a indemnizar el daño causado si el hecho o la abstención que lo originaron es
ilícito.
Para que exista responsabilidad civil es requisito indispensable que se haya causado
un daño, sea a la persona o a la propiedad de otro y, este daño puede originarse en la
violación o incumplimiento de un obligación preexistente, o en la ejecución de un
hecho ilícito y, aún sin culpa alguna, como sucede en la responsabilidad legal.
El efecto que de ella se deriva es la obligación de reparar el daño causado. Debe
tenerse presente que la responsabilidad penal y la responsabilidad civil delictual o
cuasidelictual pueden coexistir respecto de un mismo hecho, ello sucede cuando el
delito o cuasidelito del cual derivan la responsabilidad civil y penal sea a la vez
delito o cuasidelito civil y penal, ello porque ha inferido un daño a la persona o
propiedad de otro y, además, porque es una acción u omisión penada por la ley. Es lo
que sucede en el caso del hurto, del robo, de las lesiones, que son a la vez delitos
civiles y penales.
Pero, no obstante que pueden coincidir, estas 2 responsabilidades son independientes
entre sí y su coexistencia resulta solamente de que el mismo hecho es a la vez civil y
criminalmente delictuoso. La independencia de estas dos formas de responsabilidad
queda en claro en algunas disposiciones del CC, como sucede en el art.2314 ("...sin
perjuicio de..."); lo mismo sucede en el art.10 CPP. Por otro lado, estas dos clases de
responsabilidad presentan diferencias:
1. Hay diferencias en cuanto a la sanción, pues, tratándose de delitos y cuasidelitos
civiles, la sanción es la indemnización del daño causado; en tanto que, en el caso
de los delitos y cuasidelitos penales, las sanciones son de carácter represivo
(presidio, reclusión, relegación, etc.). En este último caso, el objeto de la sanción
no es la reparación del daño que se ha causado, sino que es el proteger a la
sociedad de la acción del delincuente.
2. Es también diferente la jurisdicción llamada a conocer y juzgar una y otra clase de
responsabilidad. Tratándose de la responsabilidad penal, la jurisdicción le
corresponde a los tribunales con competencia en lo criminal; en tanto que de la
responsabilidad civil pueden conocer la justicia civil o la criminal, a menos que la
acción tenga por objeto la restitución de la cosa o su valor, ya que en tal caso
deben deducirse ante el juez que conoce del proceso penal.
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Para esta teoría son 2 los requisitos fundamentales que deben reunirse para que exista
responsabilidad extracontractual:
1. El daño,
2. Que el daño se haya originado por culpa o dolo de quien lo ha provocado.
Se le denomina justamente teoría de la responsabilidad subjetiva o por culpa porque
el fundamento mismo de la obligación indemnizatoria es la actuación ilícita del autor
del daño.
Esta teoría subjetiva es la que sigue el CC francés y también el CC chileno.
Según esta teoría, como las personas pueden actuar libre e independientemente, cada
una de ellas debe aprovechar los beneficios que le reporta su actividad y soportar los
daños que le causa la naturaleza o el hecho ajeno. No basta, para esta teoría, con que
una persona sufra un daño en sí misma o en sus bienes para que surja la obligación de
repararlo.
Para que exista obligación de indemnizar ese daño, es necesario que provenga del
dolo o culpa del autor: sin dolo o culpa no hay responsabilidad.
Josserand señala que el dolo y la culpa en materia de responsabilidad extracontractual
son una especie de pecado jurídico, de manera que quien no ha actuado con dolo o
culpa no tiene responsabilidad.
Esta teoría subjetiva es criticada en la actualidad, señalándose que ella se conformaba
a los requerimientos de la sociedad de la época de su formulación, pero que no
responde en manera alguna a los de la sociedad actual, ello porque en este sistema la
víctima de un daño va a poder obtener la reparación del daño mismo sólo si prueba el
dolo o la culpa del autor. De tal manera que, si no logra probar ese dolo o esa culpa,
su demanda va a ser rechazada, debiendo la víctima soportar la totalidad del daño. Es
precisamente esta prueba la que enfrenta a la víctima del daño a un serio problema,
porque en numerosos casos la prueba de la culpa o del dolo es sumamente difícil y en
otros es imposible; así, por ejemplo, a un trabajador de una empresa que sufre un
accidente de trabajo le será sumamente difícil probar que ese accidente se debió a
culpa o dolo de la empresa.
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Ahora, si bien es cierto que este es el gran defecto de esta teoría, se han buscado
diversos caminos para palear sus inconvenientes. Tanto la ley, la jurisprudencia como
la doctrina, sin alterar el fundamento subjetivo de esta teoría, han adoptado diversas
medidas y soluciones a los problemas que ella plantea. Así, en primer lugar, el
legislador, para liberar a la víctima de la prueba de la responsabilidad, ha establecido
en su favor diversas presunciones legales (en nuestro CC tales presunciones se
encuentran en los arts.2320, 2322, 2326, 2328 y 2329). Cuando existen estas
presunciones, la víctima va a tener que probar solamente los hechos de los cuales la
ley deduce la culpa; luego, establecidos estos hechos, se va a presumir la culpa de la
persona civilmente responsable y le va a corresponder a ella probar que no hubo
culpa para exonerarse de responsabilidad. Estas presunciones pueden ser simplemente
legales o de derecho:
Son simplemente legales en todos los artículos señalados precedentemente.
Son de derecho en los arts.2321 y 2327.
En segundo lugar, la jurisprudencia ha ampliado cada vez más el concepto de culpa;
así por ejemplo: se ha resuelto que el ejercicio abusivo de un derecho puede importar
culpa y generar responsabilidad; también se ha resuelto que hay culpa en el no
ponerse a tono con el progreso (ejemplo: empresario que trabaja con máquinas
obsoletas).
También se ha inventado otro camino, que es el de sustituir la responsabilidad
delictual o cuasidelictual por la contractual, y ello porque la responsabilidad
contractual pone al acreedor en una posición más ventajosa que la de la víctima en la
responsabilidad extracontractual, desde el momento en que el peso de la prueba en la
responsabilidad extracontractual recae o le incumbe al deudor. Ahora, Cómo se hace
esta sustitución? Partiendo de la base de que ciertos contratos, además de las
obligaciones y derechos consignados en ellos, generan una obligación de seguridad
(es lo que sucedería con el contrato de trabajo, el cual daría origen a una obligación
de esta naturaleza, porque el empleador está obligado a garantizar la seguridad de los
trabajadores, de tal modo que si se produce un accidente de trabajo, él constituiría
una infracción a este deber de
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Por otro lado, hay que tener presente que el derecho civil se funda principalmente en
la teorías subjetivas, y en estas materias no puede dejar de considerarse a la persona y
a su accionar para adoptar un criterio meramente material, considerándose sólo el
efecto que se ha producido.
Así, incluso el ejercicio de un derecho se hace ilícito cuando lo único que se persigue
es causarle un daño a otra persona.
El dolo se aprecia en concreto, según las circunstancias del autor, porque el dolo
incluye un elemento sicológico: la intención de causar el daño y la prueba de este
dolo le va a corresponder a la víctima del daño, ello porque el dolo no se presume.
En cuanto a la culpa, el CC la define en el art.44, referida ella a la culpa contractual,
que es la única que admite las graduaciones que ahí se señalan. Pero, el concepto
mismo de culpa es igual en ambas clases de responsabilidad. De todas las
definiciones que da el art.44, se puede concluir que la culpa es "la falta de aquella
diligencia o cuidado que los hombres prudentes emplean ordinariamente en sus actos
o negocios propios". En cuanto a la forma de apreciar la culpa, en la doctrina hay dos
concepciones:
a) la de la culpa objetiva o en abstracto.
b) la de la culpa subjetiva o en concreto.
a) En la culpa en abstracto se compara la actitud del autor del daño con la actitud
que habría tenido una persona prudente expuesta a la misma situación, es decir,
aquí se adopta un tipo ideal y se determina cómo habría reaccionado éste
enfrentado a la misma situación que dio origen al daño.
b) En tanto que, en la culpa subjetiva o en concreto se procede a determinar la
situación personal del autor del daño al tiempo del hecho que lo originó.
El CC chileno adopta la primera posición, esto es, la de la culpa en abstracto, y
establece también cuál es el sujeto ideal de comparación, siendo éste el del buen
padre de familia (art.44). Es decir, en el sistema del CC lo que debe hacerse es
comparar la conducta del autor del daño con la que habría tenido un hombre prudente
de la misma profesión u oficio, colocado en el mismo lugar, tiempo y circunstancias
externas que el autor del daño, y lo que habrá que determinar es si este tipo ideal
habría actuado o no en igual forma o habría tomado otras precauciones que el autor
del daño. Si se concluye que habría actuado de modo diferente al autor del daño, hay
culpa, en caso contrario no.
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Hay ciertas obligaciones que están establecidas por la ley o en algún reglamento. Si
el daño se produce por infracción a esta obligación, no es necesario proceder a la
apreciación de la culpa del autor, porque en ese caso estamos ante lo que se denomina
"culpa contra la legalidad".
Lo que sucede es que es frecuente que el legislador o la autoridad, con el fin de
precaver accidentes o daños, dicte ciertas normas prohibiendo la ejecución de
determinados actos. En tales casos, cuando una persona infringe esa prohibición, va a
existir culpa por el solo hecho de realizar el acto prohibido, o bien, por no haber
realizado lo ordenado por la ley, significando aquello que no se ha dado
cumplimiento por el autor del daño a las medidas de prudencia o precaución
establecidas por el legislador para evitar la producción de un daño.
En materia de cuasidelitos civiles la culpa no admite graduaciones, es decir, no se
diferencian en esta materia entre culpa grave, leve o levísima, como sucede en
materia de responsabilidad contractual. En este campo, cualquiera que sea la culpa,
hace al autor del daño responsable de la totalidad de éste.
En cuanto a la prueba de la culpa, la regla general en materia de responsabilidad
extracontractual, es que ella tiene que ser probada por la víctima. La regla es
diferente de aquella que se aplica en responsabilidad contractual, en la cual la culpa
se presume y corresponde al deudor probar que no ha incurrido en culpa (art.1547
inc.3). En materia de responsabilidad extracontractual no existe una norma similar a
la del art.1547 inc.3, por consiguiente, tiene que aplicarse la regla general en materia
probatoria que es el art.1698. Este hecho hace que sea difícil para la víctima obtener
la reparación del daño causado, ya que la prueba de la culpa presenta dificultades, no
obstante que aquí no existen limitaciones en materia de prueba porque se trata de
probar hechos, pudiendo por consiguiente, recurrirse a todos y cada uno de los
medios probatorios. No existen en este campo limitaciones a la prueba testimonial,
como sucede en la responsabilidad contractual.
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para ciertos y determinados casos; así sucede, por ejemplo, en los casos de
responsabilidad por el hecho ajeno, de responsabilidad por hecho de las cosas, en
los casos de accidentes de tránsito, etc.
En relación con esta materia se ha planteado entre nosotros una discusión acerca
de lo que establece el art.2329 inc.1 en relación con lo dispuesto en el art.2314 y
que tiende a determinar cuál es el alcance de la norma del art.2329.
Algunos estiman que esta norma lo único que hace es reiterar lo establecido en el
art.2314, norma que impone a quien ha cometido un hecho ilícito la obligación de
reparar el daño que de el se deriva.
Pero, Alessandri estima (en su obra sobre la responsabilidad extracontractual) que
en el art.2329 hay una presunción de responsabilidad por hecho propio, en
aquellos casos en que el daño proviene de un hecho que por su naturaleza o por
las circunstancias en que ese hecho se realizó, puede atribuirse a dolo o culpa del
autor. Para ello, se funda principalmente en 3 puntos para sustentar su tesis:
En la ubicación del art.2329, el cual está situado inmediatamente después de las
presunciones de responsabilidad por hecho ajeno o por hecho de las cosas.
En cuanto a la redacción del art.2329, esta norma nos dice "...que pueda
imputarse..." y no "que sea" imputable: entonces, para que exista responsabilidad
basta con que sea lógico entender que hubo culpa.
Por último, argumenta con los ejemplos del art.2329, ya que todos ellos suponen
por sí solos que hubo culpa.
Sin embargo, estos no son los únicos casos de presunción de responsabilidad,
porque también existen algunas presunciones de derecho de responsabilidad y es lo
que sucede en los casos de los arts.2321 y 2327. En esta materia hay que tener
cuidado en no confundir los casos de presunción de responsabilidad con la llamada
"responsabilidad objetiva", porque cuando hay presunción de responsabilidad y se
trata de presunciones simplemente legales, el deudor puede eximirse de
responsabilidad acreditando que no hubo culpa de parte suya; en cambio, en la
responsabilidad objetiva,
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a) El abuso de derecho:
La regla en esta materia es que si una persona actúa ejerciendo un derecho que le
corresponde, aunque cause daño a otro no tiene responsabilidad. Pero, en ciertos
casos, el ejercicio de un derecho puede hacer responsable al titular de ese derecho
cuando lo ejerce en forma abusiva. Esto es lo que configura la llamada "teoría del
abuso de derecho".
La doctrina no está de acuerdo en cuáles son los requisitos que deben concurrir para
que haya abuso de derecho, pero en general se aceptan los siguientes requisitos:
1. - Tiene que existir un derecho: si una persona actúa sin que exista un
derecho y causa daño a otro, se está ante los casos generales de
responsabilidad.
2. - Ese derecho tiene que ser de ejercicio relativo, lo cual constituye la regla
general. Pero, hay algunos casos en que la ley le da a ciertos derechos el
carácter de absolutos, es decir, no les señala limitación alguna: en estos
derechos absolutos no cabe el abuso de derecho. Como ejemplos de derechos
absolutos, podemos citar los siguientes:
El derecho del padre o de la madre de autorizar el matrimonio: estos no
tienen que dar razones para fundar su negativa.
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También son diferentes estas cláusulas de los seguros en favor de terceros, porque
cuando hay seguros en favor de terceros lo que sucede es que hay un cambio de la
persona a que hay que indemnizar: aquí no va a indemnizar el autor del daño, sino
que el asegurador; en tanto que cuando existen estas convenciones no hay obligación
de indemnizar o esta se reduce.
La regla general en materia de delitos y cuasidelitos civiles ha sido sostener la
ilicitud de estas cláusulas, ilicitud que se funda en que las reglas sobre
responsabilidad delictual y cuasidelictual civil son, en su mayor parte, de orden
público y, por consiguiente, no pueden ni modificarse, ni derogarse por los
particulares.
En lo que si hay general acuerdo es en que después de cometido el hecho ilícito la
víctima pueda renunciar o transigir respecto de las indemnizaciones que le
corresponden. Lo que no se admite es que con anterioridad al hecho ilícito se
establezca la irresponsabilidad o se atenúe la responsabilidad del eventual autor del
daño.
Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una tendencia que dice que aquella
posición incurre en una confusión de algunos aspectos de la responsabilidad penal
con algunos aspectos de la responsabilidad delictual y cuasidelictual civil, señalando
que en materia penal sí está en juego el interés social, el cual está representado por la
represión del delito, pero que en el campo de los delitos y cuasidelitos civiles, en lo
que dice relación con la indemnización del daño causado, está en juego sólo el interés
personal de la víctima, la cual puede perfectamente renunciar a la indemnización
antes o después del delito.
c) El daño tiene que lesionar un derecho o interés legítimo: el hecho ilícito puede
lesionar derechos patrimoniales (como el derecho de dominio) o extrapatrimoniales
(como el honor de una persona). Puede ser que una persona víctima de un hecho
ilícito sobreviva a ese hecho ilícito y muera con posterioridad sin haber cobrado su
indemnización; en este caso, el derecho a demandar la indemnización es
transmitido a sus herederos, porque la víctima adquirió el derecho a ser
indemnizada, de modo que ese derecho estaba en su patrimonio y por eso pasa a
sus herederos.
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Pero, si la víctima del hecho ilícito fallece instantáneamente, nada transmite a sus
herederos, porque nada alcanzó a adquirir; pero, en este caso, los herederos,
personalmente ahora, podrían haber sufrido un daño como consecuencia del
fallecimiento de la víctima y, en este caso, si concurren los requisitos legales para
la indemnización de perjuicios, los herederos podrán demandar perjuicios, pero no
los cobran en su calidad de herederos sino que en su calidad de víctimas del daño
personal que ellos han experimentado.
del hecho cometido por la persona por quien se responde, tienen que concurrir todos
los elementos de la responsabilidad delictual o cuasidelictual civil.
4.- La víctima va a tener que probar la culpa del subordinado o dependiente: esto es
así porque lo que la ley presume es la culpa del guardián, es decir, de la persona
que tiene a su cargo a otra persona, pero no se presume la culpa del hechor y por
eso la víctima, para que se configure la otra presunción, debe probar la culpa del
hechor.
De tal suerte que un curador de bienes no va a tener responsabilidad por los hechos
ilícitos que hubiere cometido el pupilo por la sencilla razón de que él no tiene el
cuidado personal de éste (la curaduría de bienes está tratada en los arts.473 y
sgtes.).
Si el pupilo no tiene capacidad delictual o cuasidelictual civil, no existe la
responsabilidad por hecho ajeno, es decir, no opera la presunción de culpa y el
guardador sólo va a responder si se prueba su culpa conforme a las reglas generales
(art.2319).
Ahora bien, no obstante existir esta presunción, el guardador puede liberarse de la
responsabilidad que recae sobre él probando que no pudo evitar el hecho ilícito no
obstante haber ejercido la autoridad que le corresponde y haber empleado el cuidado
a que estaba obligado en su calidad de tal (art.2320 inc. final).
3.- La responsabilidad del marido por los hechos de la mujer: la potestad marital, tal
como la contempla el CC en la actualidad, le confiere al marido ciertos derechos y
atribuciones sobre la persona y bienes de la mujer (art.131 inc.2). Esta situación
de la potestad marital existe cualquiera que sea el régimen matrimonial que exista
entre los cónyuges.
En Chile, el régimen matrimonial normal es el de la sociedad conyugal, de tal suerte
que si al contraer matrimonio los cónyuges nada dicen, va a haber entre ellos
sociedad conyugal. Pero, ellos pueden sustituir antes del matrimonio este régimen por
el de separación total o parcial de bienes y, durante el matrimonio, pueden sustituir el
régimen de sociedad conyugal o el de separación parcial por el de separación total de
bienes.
Ahora, la existencia del régimen de separación total de bienes altera las facultades del
marido sólo en lo que se refiere a la administración de los bienes de la mujer,
conservando su autoridad sobre la persona de la mujer y, siendo así, el marido
responde de los hechos ilícitos de la mujer no sólo cuando están casados bajo el
régimen de sociedad conyugal, sino que también cuando están casados bajo el
régimen de separación total de bienes.
Hace excepción a esta responsabilidad el caso del divorcio, pero el divorcio a que
nos referimos es el que se establece en Chile (arts.19 y sgtes. de la Ley de
Matrimonio Civil), el cual no produce la disolución del vínculo matrimonial, sino que
solamente libera a los cónyuges de
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la obligación de vivir juntos (por definición, uno de los fines del matrimonio es que
los cónyuges vivan juntos: art.102). Para que cese esta obligación legal de vivir
juntos la ley contempla el divorcio, definido en el art.19 de la Ley de Matrimonio
Civil, que señala lo siguiente: "el divorcio no disuelve el matrimonio, sino que
suspende la vida en común de los cónyuges". Al ser así, el marido no puede ejercer su
autoridad sobre la mujer y, al no poder ejercerla, es evidente que no va a poder
impedir la comisión de hechos ilícitos por parte de ella y, es por ello que el legislador
lo libera en ese caso de la presunción de responsabilidad.
En la situación normal, esto es, cuando el marido y la mujer viven juntos (operando
la presunción de culpa), el marido puede liberarse de su responsabilidad probando
que con su autoridad no pudo evitar el hecho ilícito (art.2320 inc.final).
A la disolución de la sociedad conyugal operan las recompensas (art.1748) y el
marido va a poder obtener lo que pagó con bienes propios por los perjuicios causados
por la mujer.
4.- La responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus discípulos: estas
personas están afectadas por una responsabilidad por los hechos ilícitos de sus
discípulos mayores o menores de edad (la ley no hace distinción). Pero, esta
responsabilidad existe y subsiste sólo mientras el discípulo esté al cuidado del jefe
de la escuela o colegio respectivo.
También en este caso, los jefes de escuelas o colegios pueden liberarse de su
responsabilidad probando que no obstante su autoridad no pudieron impedir el hecho.
5..- La responsabilidad de los artesanos y empresarios: según el CC, se entiende por
artesano la persona que ejerce un oficio o arte meramente mecánico y, por
empresario, la persona que se encarga de la ejecución de una obra o explotación de
un determinado servicio o espectáculo.
Los artesanos y empresarios responden de los hechos ilícitos de sus aprendices o
dependientes. Por aprendiz se entiende aquella persona que se está iniciando en el
conocimiento de un determinado oficio y, por dependiente, la persona que está al
servicio de otra y sujeta a su autoridad. La responsabilidad de los artesanos y
empresarios por los hechos de los aprendices o dependientes se refiere o comprende
solamente los hechos ejecutados por el aprendiz o dependiente
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1.- Responsabilidad por hecho de los animales: está tratada en los arts.2326 y 2327,
disposiciones que establecen la responsabilidad del dueño o de la persona que se sirve
de un animal ajeno por el daño causado por éstos, e incluso por aquellos daños que
causaren después de haberse soltado o extraviado.
La responsabilidad se funda en estos casos en el deber de vigilancia de esas personas
que deben mantener con el objeto de evitar que el animal cause daño a otro. De tal
suerte que si el animal causa daño a un tercero, se presume que el dueño o el que lo
tenía bajo su responsabilidad no emplearon la debida vigilancia o cuidado y les
corresponde entrar a probar la ausencia de culpa. La víctima nada deberá probar,
porque la culpa se presume.
Hay ciertos casos en que la prueba de culpa por parte del dueño o del que tenía el
animal bajo su responsabilidad ni siquiera es admisible, como sucede en la situación
contemplada en el art.2327 respecto del animal fiero del que no se reporta utilidad
para la guarda o servicio de un predio.
2.- La responsabilidad por ruina de un edificio: está tratada en los arts.2323 y 2324.
En estas disposiciones las expresiones "edificio" y "ruina" están tratadas en un
sentido muy amplio. La palabra "edificio" se refiere a toda construcción que se
adhiera al suelo en forma permanente y "ruina" no implica necesariamente la
destrucción total de la obra.
Esta responsabilidad recae sobre el propietario cuando ha omitido las reparaciones
necesarias o ha faltado de alguna manera al cuidado de un buen padre de familia. Esto
es así porque al propietario de un edificio le corresponde mantenerlo en buenas
condiciones y, si no lo hace, el incumplimiento de esta obligación se mira como una
culpa del propietario.
Ahora, si la ruina del edificio se debe, no a la falta de cuidado del propietario, sino
que a defectos en la construcción del mismo, la responsabilidad va a recaer sobre el
constructor y, para hacerla efectiva, habrá que considerar el respectivo contrato de
construcción.
3.- El daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio: (art.2338)
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Aquí debe tratarse de una cosa que no forma parte del edificio (no debe estar
adherida a éste), porque si así fuera no se estaría en esta situación, sino que en la
anterior, esto es, en el caso de la ruina de un edificio con la consiguiente
responsabilidad del dueño. En este caso, la responsabilidad no es del dueño.
LOS CONTRATOS
Una de las clasificaciones de los actos jurídicos es aquella que distingue entre actos
jurídicos unilaterales y actos jurídicos bilaterales, atendiéndose para efectuar esta
clasificación al número de partes necesarias para que el acto nazca a la vida del
derecho.
Es acto jurídico unilateral aquel que para formarse necesita de la manifestación de
voluntad de una sola parte y, es acto jurídico bilateral, aquel que para su formación
requiere del acuerdo de voluntades de 2 o más partes.
Los actos jurídicos bilaterales también se llaman convenciones. Por convención
debemos entender "el acuerdo de voluntades que tiene por objeto crear, modificar o
extinguir derechos y obligaciones". A su vez, la noción de contrato, entre nosotros,
descansa esencialmente en el acuerdo de voluntades de las partes y, queda ello en
claro por la circunstancia de ser el contrato un acto jurídico bilateral, esto es, una
convención que crea obligaciones. Es decir, de acuerdo a la teoría contractual, la
voluntad de las partes tiene un poder soberano para engendrar obligaciones: es la
fuente de las obligaciones contractuales. Est significa que la voluntad o la intención
de las partes configura y domina la formación o el nacimiento del contrato.
Pero, esta voluntad no solamente está presente en la formación o nacimiento del
contrato, sino que también lo está en los efectos o consecuencias que del contrato
derivan, porque en materia contractual la voluntad de las partes no sólo interviene en
la generación del contrato, sino que es también la que genera los derechos y
obligaciones que del contrato surgen.
Esta concepción del contrato no es otra cosa que una consecuencia de la doctrina de
la autonomía de la voluntad y, es justamente en base a esto que un fuerte sector de la
doctrina niega al matrimonio el carácter de contrato, no obstante que el art.102 define
al matrimonio precisamente como un contrato. Se le niega el carácter contractual
porque la voluntad de las personas de los contrayentes solamente tiene intervención
en el acto inicial de la formación del matrimonio. Pero todos los derechos y
obligaciones que surgen del matrimonio no emanan de la voluntad de las partes, sino
que se encuentran establecidos por el legislador.
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Del mismo modo, se dice que este contrato contravendría la norma del art.1545,
según la cual los contratos pueden invalidarse por el mutuo consentimiento de las
partes, situación que no se da con el matrimonio.
Lo importante es que la voluntad de las partes configura el contrato, e incluso es la
voluntad de las partes la que puede crear contratos, como ocurre, por ejemplo, con el
contrato de leasing.
Lo que sucede es que, desde el punto de vista de la perspectiva voluntarista, en la
formación del contrato intervienen dos ideas básicas, que constituyen los principios
de la autonomía de la voluntad: son el consensualismo y la libertad contractual. La
teoría de la autonomía de la voluntad que propugna el consensualismo en materia
contractual no es partidaria de los contratos solemnes.
Por otro lado, una vez creada la relación jurídica, esto es, el contrato, como
estructura jurídica y económica, juegan en él dos principios fundamentales: la fuerza
obligatoria del contrato y el efecto relativo del mismo, principios éstos que también
corresponden a la doctrina de la autonomía de la voluntad.
Hasta tal punto juega la voluntad en materia contractual que, en caso de duda sobre el
alcance de un contrato, sobre las consecuencias que éste produce o dudas sobre la
extensión de sus efectos, el juez va a tener que buscar cuál fue la intención que las
partes tuvieron al momento de celebrar el contrato, porque al buscar esa intención,
está tratando de buscar cuál era la voluntad de éstos la contratar (art.1560).
Si comparamos la norma del art.1560 (norma esencial y básica en materia de
interpretación de los contratos) con la del art.19 (norma fundamental de la
interpretación de la ley), veremos que son diametralmente opuestas.
La razón del art.1560 es por la concepción de la teoría voluntarista. Esta norma y la
del art.1545 son las dos normas que demuestran que el CC sigue esta teoría.
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económica no puede concebirse sin la noción o injerencia del contrato. Es hasta tal
punto importante por su injerencia económica el contrato, que la vida de todas las
personas está plena de contratos que celebran permanentemente y, en muchas
situaciones, sin siquiera percatarse de ello.
La importancia que el contrato tiene subsiste cualquiera que sea la naturaleza del
régimen económico que esté vigente. Puede suceder que alguno de los principios que
informan el contrato sufran algunas alteraciones como consecuencia del régimen
económico que esté vigente en un determinado momento, pero su esencia básica
subsiste como fenómeno social y económico. Así, en caso de mayor intervención
estatal se va a ver restringida la autonomía de la voluntad en relación con un sistema
que no contemple dicha intervención.
2.- Función social del contrato: el contrato no sólo cumple con un rol de satisfacer
necesidades individuales de las personas, sino que muchas veces es un medio para
obtener la cooperación o la colaboración entre los individuos.
En materia de trabajo, en el acceso a la vivienda, en la educación, en la recreación,
transporte urbano, existe una cooperación entre diversas personas y en todas esas
actividades está presente la relación contractual.
Esta función social del contrato se hace patente principalmente a contar de este siglo,
porque durante el siglo 19 la aplicación irrestricta y sin contrapeso del principio de la
autonomía de la voluntad permitía que el contratante más fuerte impusiera sus
condiciones al contratante más débil, lo cual motivó la intervención del legislador, el
que dictó normas para regular los principales efectos de los contratos que socialmente
tenían más importancia.
Así, apareció el contrato dirigido, que estaba destinado a cautelar los intereses de las
personas que no tenían poder negociador.
Pero, no siempre esta cooperación entre individuos viene impuesta por la autoridad,
sino que en muchas ocasiones dicha cooperación resulta espontáneamente de los
participantes en la relación contractual.
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Desde otro punto de vista, la función social del contrato también se cumple por la
aplicación del principio de la buena fe, que impone a cada una de las partes el deber
de lealtad y de corrección frente a la otra durante todo el proceso contractual, es
decir, durante las conversaciones preliminares hasta el cumplimiento mismo de las
obligaciones contractuales. Según esto, cada parte debe cumplir fielmente todo
aquello a lo cual se obligó.
Pero, así como hay una función social y económica, partiendo de estas dos grandes
funciones, se pueden encontrar subfunciones del contrato:
A)Función de cambio o circulación de los bienes: se realiza a través del los contratos
traslaticios de dominio, como son la compraventa, la permuta, la donación y el
aporte en sociedad.
En Chile hay que tener presente que por la naturaleza compleja del procedimiento
para adquirir el dominio, el solo contrato, aisladamente considerado, no cumple por sí
mismo esta función de cambio, sino que es necesario que se agregue el modo de
adquirir tradición, porque mientras ésta no opera, no hay transferencia de dominio.
Algunos estiman que esta función de cambio o de circulación de los bienes no se
cumple solamente a través de los contratos traslaticios, sino que también se estaría
cumpliendo a través de los contratos de mera tenencia por un tiempo prolongado,
porque estos contratos operarían un cambio temporal, pero de larga duración, de las
cosas a que se refieren. Es lo que sucedería con el contrato de arrendamiento a largo
plazo y con el contrato de leasing.
B) Función de crédito: función de carácter generalmente oneroso y la cual opera a
través de los contratos de mutuo, de apertura de crédito y, en general, de todos los
contratos bancarios; es decir, todo contrato que pone a disposición de otra persona
ciertos bienes, principalmente dinero, con cargo de restituirlos en ciertas y
determinadas condiciones.
La regla general es que estos contratos sean onerosos, excepcionalmente la función de
crédito se cumple a través de un contrato gratuito, cual es el contrato de comodato.
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El Consentimiento
El contrato y la idea misma de contrato descansa sobre una base fundamental: el
consentimiento de las partes. Por consentimiento se entiende "el acuerdo de
voluntades de dos o más partes sobre el objeto jurídico".
Todo contrato, sin excepción alguna, cualquiera que sea su naturaleza o calificación,
cualquiera que sea la obligación u obligaciones que genere, sea que obligue a una o
ambas partes, supone siempre el consentimiento de éstas, porque el contrato nace del
acuerdo de voluntades. Si no hay acuerdo de voluntades, esto es, si no hay
consentimiento, no hay contrato. En doctrina, la falta de consentimiento produce la
inexistencia del contrato. Pero, el hecho de que el contrato nazca o se origine en el
acuerdo de voluntades, tiene ciertas consecuencias:
a) Los derechos y obligaciones que nacen del contrato sólo afectan a quienes han
concurrido con su voluntad a la celebración. En otras palabras, sólo las partes
contratantes se ven beneficiadas por los derechos que surgen del contrato o
afectadas por las obligaciones que emanan de él (es lo que dice el art.1545). De tal
modo que, todos aquellos que no han consentido en la celebración del contrato son
terceros ajenos a él y, por consiguiente, no pueden invocar los derechos que nacen
del contrato, como tampoco les afectan las obligaciones que él impone.
Esta es la regla general, pero no tiene carácter absoluto, porque hay ciertos casos en
que la ley, por consideraciones de interés público o general, admite que ciertos
contratos puedan afectar a personas que no han concurrido con su voluntad a su
celebración. Esta situación excepcional se presenta en los llamados "contratos
colectivos",
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definidos como aquellos que afectan y obligan a todos los miembros de un grupo o
colectividad determinada, aunque no hayan consentido en el contrato, por el hecho de
formar parte de dicho grupo o colectividad.
El ejemplo más clásico de contrato colectivo es precisamente el denominado
"contrato colectivo de trabajo", que afecta a todos los trabajadores involucrados en la
negociación, aún cuando ellos no concurran con su voluntad a su celebración. Esto
es así, porque si el legislador exigiere en forma rigurosa la aplicación del principio
de que el contrato obliga sólo a quienes han consentido, serían muy numerosos los
casos en que no habría contrato, porque siempre va a haber alguien que se oponga a
su celebración y, lo que le interesa al legislador es que el interés de la mayoría prime
por sobre el de la minoría.
Esta no es la única excepción que se plantea al principio del art.1545, ya que tenemos
lo mismo en el convenio judicial de acreedores, en que prima la voluntad de la
mayoría por sobre la de la minoría, y en los acuerdos que adoptan los tenedores de
debentures.
Pero, la regla general sigue siendo que el contrato sólo obliga a quienes concurrieron
a su celebración.
b) Algunos acostumbran a distinguir entre contratos de derecho patrimonial y
contratos de derecho de familia. Hay también determinados autores que en materia
de derecho de familia numerosos actos que se denominan contratos, no
corresponden a tales. Pero, en general, se señala lo siguiente: en los contratos de
derecho patrimonial el elemento fundamental, la ley del contrato, es la voluntad de
las partes.
Impera en esta materia el principio de la autonomía de la voluntad, de tal suerte que
las personas tienen plena libertad para celebrar los contratos que deseen y, muy
especialmente, para convenir y determinar su contenido, sus efectos y su extinción.
La voluntad es entonces la ley superior en todos los contratos creadores de derechos y
obligaciones de carácter patrimonial. Ello es así porque estos contratos dicen relación
con bienes.
En materia de derecho de familia la situación no es la misma, porque aquí quien
señala los efectos del contrato es la ley y las partes no pueden modificar esos efectos,
ni tampoco atribuirle efectos distintos.
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La duración del contrato está también determinada por la ley y las partes tampoco
pueden fijarle una duración distinta, como, asimismo, tampoco pueden someterlos a
modalidades en la mayor parte de los casos: no puede haber condición ni plazo en el
matrimonio, ni en la adopción que también presenta caracteres contractuales. En
realidad, en estos contratos, el único aspecto contractual que encontramos en ellos es
que nacen del concurso de voluntades de las partes. Pero, una vez que hay acuerdo de
voluntades (consentimiento), termina la voluntad de las partes y ellas tienen que
someterse a los efectos que señala la ley para su respectivo contrato.
El principio de la autonomía de la voluntad rige con plena amplitud en las relaciones
patrimoniales relativas a los derechos o créditos; porque, tratándose de derechos
reales, el juego de la voluntad de las partes no es tan absoluto. Así, el derecho de
dominio, recaiga sobre bienes muebles o inmuebles, está organizado por la ley,
siendo ella la que nos dice cómo se adquiere el dominio, cuáles son los efectos de la
adquisición y cuáles son los derechos que él confiere. En pocas palabras, todo lo
concerniente a la organización de la propiedad está regulado por la ley y en esto no
tiene injerencia la voluntad de las partes, porque éstas son normas de orden público.
En cambio, en los derechos personales la voluntad de las partes prácticamente no
tiene limitación alguna y puede desarrollarse en forma ilimitada y sin restricciones.
Es en virtud del imperio de este principio que las leyes en materia contractual son
supletorias de la voluntad de las partes y entran a aplicarse única y exclusivamente
cuando éstas no han reglamentado determinadas materias: la ley en materia
contractual se aplica sólo en silencio de las partes.
También en este mismo principio está inspirada la regla fundamental en materia de
interpretación de los contratos, porque siendo la voluntad de las partes la que genera
el contrato estableciendo sus efectos, contenido, etc., la misión que va a pesar sobre
el juez en caso de un problema con un contrato determinado, va a ser la de establecer
cuál era la voluntad de las partes al contratar. Por consiguiente, no puede el juez
entrar a crear o a sustituir esa voluntad de las partes. Por lo demás, así lo dispone el
art.1560.
Pero, si bien este principio es sumamente amplio, ello no significa que no tenga
algunas restricciones o limitaciones, es decir, no es una libertad irrestricta. Entre las
limitaciones establecidas por el legislador encontramos las siguientes:
1. - Las partes no pueden alterar o modificar los elementos de la esencia, porque en
tal caso el contrato no produce efecto alguno o degenera en otro contrato distinto
(esto es lo que nos dice el art.1444). En este caso, la voluntad no tiene el poder
suficiente para pasar por sobre los elementos esenciales exigidos por la ley.
2. - La voluntad no tiene poder suficiente para crear un contrato que según la ley no
puede existir.
3. - También ha limitaciones establecidas por el legislador y que se fundan en el
orden público o en la defensa de las buenas costumbres o de la moral. Las partes
no podrían celebrar un contrato que atiente contra el orden público y, en general,
pasando por sobre prohibiciones establecidas por la ley. Si las partes celebran un
contrato que la ley prohibe, ese contrato adolece de objeto ilícito conforme al
art.1466 y, siendo así, tiene por sanción la nulidad absoluta conforme al art.1682.
Esta idea o principio de la autonomía de la voluntad no es otra cosa que el reflejo en
materia contractual de los principios que inspiraron a la revolución francesa. Se dice
que si los derechos son meras facultades que la ley reconoce a los individuos para la
satisfacción de sus necesidades, es lógico que éstos tengan plena autonomía para
desarrollar los actos que estiman más convenientes a sus intereses, pero siempre
dentro de ciertas limitaciones.
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Según esto, la voluntad de las partes sólo puede ser limitada por el legislador en
casos extremos, de tal suerte que la intervención tiene que reducirse al mínimo,
porque en esta teoría se parte de la base que el contrato es un acuerdo de voluntades
entre dos o más personas que se encuentran en un mismo plano de igualdad.
Hay autores que han extremado esta teoría de la autonomía de la voluntad llegando a
sostener que muchas disposiciones legales no son otra cosa que la interpretación que
hace el legislador de la presunta voluntad de los individuos, así por ejemplo: algunos
dicen que la sociedad conyugal como régimen matrimonial nace a falta de otra
estipulación, porque esa ha sido en el fondo la voluntad de los contribuyentes.
También dicen que al establecerse en materia de sucesión intestada los órdenes
sucesorios, el legislador no hace otra cosa que interpretar y exponer cuál habría sido
la voluntad del causante.
En realidad, esto que parece una verdadera exageración del principio y la aplicación
irrestricta del mismo, ha creado problemas hasta tal punto que alguno le han negado a
la voluntad toda fuerza creadora de obligaciones.
Se señala, entre otras críticas, que este principio parte de supuesto de que quienes
contratan se encuentra en un mismo plano de igualdad, lo cual puede ser efectivo
desde un punto de vista jurídico, pero puede haber desigualdad en otros aspectos que
provoquen como consecuencia que una de las partes imponga sus condiciones a la
otra, con lo cual se estaría desvirtuando uno de los fundamentos de este principio y,
es justamente por esta razón, que se ha producido la intervención del legislador en
materias contractuales, estableciendo limitaciones a la voluntad de los contratantes y,
así, han surgido figuras como el contrato dirigido y el contrato forzoso entre otros.
Pero, no obstante las críticas y defectos que pueda presentar, este principio sigue
inspirando toda la estructura contractual.
Sin embargo, ésta no es una regla absoluta, porque hay ciertos casos de contratos que
por su esencia misma son gratuitos, razón por la cual las partes no pueden alterar su
estructura, es lo que sucede, por ejemplo, con el comodato, ya que si se altera su
gratuidad, se transformaría en un contrato diferente. Pero, la regla general, es que las
partes pueden alterar el carácter del contrato, salvo situaciones excepcionales.
Existe la tendencia a estimar que el contrato gratuito importa la disminución del
patrimonio de una de las partes (de aquella que soporta el gravamen); pero esto puede
ser así como también puede no serlo. Importa una disminución patrimonial para quien
sufre el gravamen el más típico de los contratos gratuitos: la donación. Pero, hay
contratos que no importan una disminución patrimonial y éstos constituyen aquellos
contratos que en doctrina se denominan "contratos desinteresados". Son contratos
gratuitos porque una sola de las partes reporta utilidad, pero la contraparte no reporta
una disminución de su patrimonio, porque en esos contratos no hay una transferencia
de bienes. Así, por ejemplo, en el mandato gratuito es evidente que se produce una
utilidad para el mandante y no existe disminución patrimonial alguna para el
mandatario. Lo mismo acontece en el mutuo sin intereses o en el comodato.
El problema que nos plantea esta clasificación es que en la práctica es difícil
determinar si un contrato es gratuito u oneroso, porque para establecer si tiene una u
otra calidad debe entrar a considerarse la operación en su conjunto. Por consiguiente,
va a ser necesario analizar no solamente la utilidad material que se produzca, sino
que también la intención de los contratantes. De ahí que habrá que atender a las
relaciones preexistentes o futuras entre las partes; así, por ejemplo, tratándose de
prendas e hipotecas, cuando es el propio deudor el que las constituye, estamos ante
contratos onerosos, porque persiguen la utilidad de ambas partes. Pero, el problema
se nos plantea cuando estas cauciones son constituidas por terceros: si no hay ninguna
clase de remuneración para ese tercero, la constitución de la caución va a ser un
contrato gratuito, porque el tercero no va a reportar utilidad alguna de él, sino que
solamente lo hará la otra parte.
Determinar si un contrato es gratuito u oneroso es una cuestión de hecho,
correspondiendo su calificación a los jueces de fondo.
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En los contratos consensuales, para que haya contrato es necesario que las partes se
hayan puesto de acuerdo en los elementos esenciales de ese contrato.
Cuando la ley dice que el contrato es consensual, no está diciendo que este se
perfecciona por el consentimiento de las partes, ya que en todo contrato se requiere el
consentimiento, sea este real, solemne o consensual. Lo que la ley nos dice es que en
el contrato consensual basta con el solo consentimiento, es decir, que no se necesita
ningún otro elemento para el perfeccionamiento del mismo.
Por su parte, contrato solemne es aquel que además del consentimiento, requiere por
disposición de la ley de la observancia de ciertas formalidades, de tal modo que si no
se da cumplimiento a esas formalidades, el contrato no produce ningún efecto civil.
Lo que sucede es que en estos contratos no se producen los efectos que le son
inherentes mientras el consentimiento no se preste por las partes en la forma que la
ley prescribe, porque la ley entiende que si no se da cumplimiento a las
solemnidades, el consentimiento no se produce. Las solemnidades pueden ser de
distinta índole:
- instrumento público o privado.
- escrituración.
- la presencia de un funcionario.
Hay que tener presente que no todas las formas externas son solemnidades, porque lo
son solamente aquellas que la ley prescribe en consideración a la naturaleza misma
del acto o contrato. Si la solemnidad se exige atendiendo al estado o calidad de las
partes, no es una solemnidad propiamente tal, sino una formalidad habilitante o de
protección a ciertas personas. Por eso, no siempre que estamos en presencia de una
formalidad el contrato será solemne, porque las formalidades puede ser de distinta
naturaleza:
1. solemnidades propiamente tales.
2. formalidades habilitantes.
3. formalidades por vía de prueba
4. formalidades por vía de publicidad.
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Ahora, es muy frecuente que un mismo contrato se forme por la reunión de 2 o más
contratos nominados, cada uno de los cuales conserva su individualidad y está, por
consiguiente, sometido a sus propias reglas: es el llamado "contrato mixto o
complejo". En esta circunstancia, no hay un contrato innominado, sino 2 o más
contratos nominados agrupados, pero conservando cada uno su individualidad, de tal
modo que cada uno de ellos tiene existencia propia y puede incluso producirse la
extinción de uno de estos contratos subsistiendo el otro.
Tener en claro este concepto de contrato mixto o complejo es importante porque a
veces nos enfrentamos a contratos innominados que presentan las características de
varios contratos nominados. Así, por ejemplo, la persona que se va a alojar a un hotel
celebra un contrato de hospedaje, siendo éste un contrato innominado que puede
presentar las características de varios contratos nominados:
- arrendamiento, por el uso de la habitación.
- depósito, por las cosas que se introduzcan en el hospedaje.
- compraventa, por los alimentos, etc.
b) Terceros relativos.
Pero, hay un aspecto que se esboza en la ley y que es indispensable para que exista la
estipulación: el estipulante no debe ser mandatario, representante legal, ni gestor de
negocios del tercero beneficiario, porque si se contrata en virtud de un mandato o de
una gestión de negocios ya no vamos a estar en el campo de la estipulación en favor
de otro, sino que vamos a estar en el ámbito del mandato o de la agencia oficiosa.
Justamente a esto se debe la redacción del art.1449, al señalar "...aunque no tenga
derecho para representarla...".
2.- Requisitos respecto del promitente: también debe tener capacidad para
celebrar el contrato prometido y además tiene que tener la intención de
crear el derecho en favor del tercero.
3.- Requisitos respecto del tercero beneficiario: en relación con los requisitos
que deben concurrir en el tercero beneficiario hay que tener presente la
especial situación en que éste se encuentra, porque dicho tercero no tiene
injerencia o intervención en la celebración del contrato, ya que éste se
celebra exclusivamente entre el promitente y el estipulante. Esto tiene
especial importancia en relación con la capacidad que debe reunir el
tercero beneficiario, porque no se requiere que éste tenga capacidad para
contratar, ya que, como señalábamos, él no interviene en la celebración del
contrato; entonces, no requiere capacidad de ejercicio, bastando que tenga
capacidad de goce. De ahí que lo más frecuente, tratándose del contrato de
seguro, por ejemplo, es que éste se celebre en favor de personas que son
absolutamente incapaces (como el hijo impúber, por ejemplo).
Pero, no obstante esto, el tercero beneficiario tiene que estar en la situación jurídica
de poder adquirir el derecho establecido en su favor, siendo esto de suma importancia
y algo que frecuentemente se olvida o se pretende olvidar.
Otro aspecto que se ha discutido bastante es si el tercero beneficiario tiene que ser
persona determinada o no. En tiempos pasados, la doctrina no aceptaba la
estipulación en favor de persona indeterminada, como tampoco en favor de personas
futuras (esto es, que no existen al momento de estipularse en favor de ellas).
Actualmente, la tendencia es inversa, ya que se acepta la estipulación en favor de
persona indeterminada o de persona futura. Lo que se exige es que al momento de
reclamarse el derecho esa persona esté determinada y exista.
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Esto es muy frecuente en materia de contrato de seguro, porque ocurre que una
persona puede contratar un seguro de vida en favor de los herederos que tenga al
tiempo de su fallecimiento, caso en el cual el seguro va a beneficiar a todos los que
tengan la calidad de herederos al momento de fallecer el estipulante y, no solamente a
aquellos que existían cuando se realizó la estipulación.
La única exigencia que han hecho los tribunales a este respecto es que si la promesa
dice relación con bienes raíces o con derechos reales constituidos en ellos, la
ratificación tiene que hacerse por escritura pública.
La Inoponibilidad
Las normas sobre inoponibilidad se aplican a los sucesores a título singular, esto es, a
aquellos terceros que después de la celebración del contrato entran en relación
jurídica con las partes contratantes.
Por consiguiente, se excluyen los terceros absolutos, los terceros sucesores a título
universal y los propios contratantes.
La expresión inoponibilidad es contraria al CC, no obstante que el legislador usa
términos semejantes, como por ejemplo: "no podrá oponerse".
En relación con la inoponibilidad, hay que distinguir en cuanto al contrato mismo y
en cuanto a los efectos que éste produce, porque la inoponibilidad no afecta o alcanza
al contrato en sí: el contrato inoponible es un acto jurídico plenamente válido en sí,
esto es, al cual no le faltan los requisitos de existencia o de validez. Lo que sucede es
que los efectos emanados de ese contrato no pueden oponerse a terceros y, ésta es
justamente la gran diferencia que existe entre la nulidad y la inoponibilidad. Cuando
un contrato es declarado nulo por sentencia judicial, ese contrato se extingue entre
las partes y también respecto de terceros y se considera como si ese contrato no se
hubiere celebrado jamás; en cambio, cuando hay inoponibilidad no se ataca o afecta
la validez del contrato, produciendo éste todos sus efectos entre las partes; lo que
sucede es que se priva al contrato de sus efectos respecto de terceros.
Por otro lado, hay nulidad cuando se ha omitido algún requisito exigido para la
validez del contrato. En cambio, hay inoponibilidad cuando estamos frente a un
contrato válido, sólo que por haberse omitido ciertos requisitos no van a afectar a
terceros.
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Efectos de la inoponibilidad:
En esta materia debemos hacer una diferencia entre:
- efectos respecto de las partes,
- efectos respecto de los terceros.
1. - Efectos respecto de las partes: el acto o contrato, aun cuando sea inoponible,
produce todos sus efectos entre las partes.
2. - Efectos respecto de terceros: aun cuando el acto sea perfectamente válido, no va
a alcanzar a afectar a estos terceros. Pero, a este respecto hay que tener en
consideración que cuando se priva de eficacia a un acto o contrato respecto de
terceros, es justamente en aquellos casos en que existe interés por poder hacerlo
valer respecto de éstos y, no cabe duda que al ser inoponible el acto respecto de
terceros, ello en alguna forma va a repercutir en las relaciones entre los
contratantes. Así, por ejemplo, si en la venta de cosa ajena el dueño reivindica la
cosa vendida y el comprador se ve ante la amenaza de ser privado de todo o parte
de la cosa por una sentencia judicial, éste va a poder hacer valer la "acción de
garantía" que emana del contrato de compraventa y, entonces, podrá citar de
evicción al vendedor para que éste comparezca en juicio y le indemnice de la
evicción, si ésta se produjere. En este caso, evidentemente la inoponibilidad que se
hace valer respecto del tercero va a producir una consecuencia en las relaciones
entre los contratantes.
Por último, en este orden de ideas, la inoponibilidad se encuentra establecida en
interés del tercero. Por consiguiente, va a depender del arbitrio de éste el hacer valer
o no esta inoponibilidad.
Si no tiene interés en hacerla valer, puede renunciar a ella, porque la ley la establece
en su interés y beneficio.
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Extinción de la inoponibilidad:
No es posible establecer reglas generales en esta materia, esto es, establecer reglas
que abarquen todas las situaciones posibles en cuanto a la extinción de la
inoponibilidad.
Pero, podemos decir que la inoponibilidad por falta de publicidad se sanea por el
cumplimiento de las formalidades que se omitieron en su oportunidad.
También se puede señalar que toda inoponibilidad se extingue por la respectiva
renuncia de la misma, teniendo presenta que dicha renuncia es de efectos relativos,
esto es, que solamente produce efectos respecto del tercero que la ha renunciado, de
modo que otros terceros pueden perfectamente invocar esa inoponibilidad. Pero, a
este respecto, hay que tener muy en cuenta la situación que se plantea respecto de la
inoponibilidad por falta de concurrencia, porque ella deriva de que una persona no
concurrió con su voluntad al acto o contrato y, por consiguiente, sólo esa persona
puede invocar la inoponibilidad. En este caso, el acto se sanea totalmente, tomando la
renuncia el nombre de "ratificación".
La inoponibilidad también se sanea por prescripción, al extinguirse la acción de
inoponibilidad por el transcurso del tiempo. En esta materia se aplican las reglas
generales de la prescripción extintiva.
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El Autocontrato.
Es una figura jurídica que se presenta cuando una misma persona interviene en un
negocio jurídico invistiendo dos o más calidades jurídicas distintas.
Esta situación puede darse en los siguientes casos:
1. - Cuando una persona actúa por sí misma y, a la vez, como representante legal o
convencional de otra.
2. - Cuando esa persona concurre en el mismo acto o contrato como representante
legal o convencional de dos o más personas naturales o jurídicas.
El problema que plantea el autocontrato es que interviene en él una sola persona
asumiendo dos o más calidades jurídicas distintas y es evidente que estas dos
calidades representan intereses distintos. Se trata de dos posiciones distintas y,
debido a esta contraposición de intereses que se plantea, es que los autores en general
no son muy partidarios de la autocontratación, aceptándola solamente en
determinadas condiciones:
a) Que el autocontrato no esté prohibido expresamente por la ley, así por ejemplo, se
prohibe a los curadores celebrar ciertos contratos en que tengan interés los mismos
o ciertos parientes suyos (aquí se prohibe expresamente la autocontratación).
b) Que el legislador la autorice expresamente: es otro caso en que se permite la
autocontratación; o bien, cuando no hay contraposición de intereses en la gestión.
Hay ciertos casos en que el legislador la permite, concurriendo ciertos requisitos. Es
lo que sucede en los casos previstos en los arts.2144 y 2145.
Ahora bien, la doctrina nos señala que la situación de la autocontratación es
discutible en los casos en que ella no está expresamente autorizada y que no hay duda
de que no es procedente cuando está expresamente prohibida. Pero, la situación de
validez o no de la autocontratación se plantea en aquellos casos en que dicha figura
no está prohibida ni autorizada expresamente por el legislador y en que no hay
contraposición de intereses en la gestión. Algunos han pretendido ver en las
prohibiciones legales de la autocontratación una manifestación de una regla general
en esta materia para negar validez a la misma.
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Algunas definiciones:
1. - Andrea Torrente "es un contrato por el cual las partes se obligan a concluir un
contrato futuro".
2. - Rafael Projina "es un contrato por el cual una de las partes, o ambas, se obligan,
dentro de cierto lapso, a celebrar un contrato futuro determinado".
3. - Fernando Fueyo "es el contrato preparatorio general por el cual una o ambas
partes se obligan a celebrar otro que ha de ser legalmente eficaz y que se especifica
de momento, por lo menos en sus elementos esenciales, estipulándose al mismo
tiempo un plazo y/o una condición, que fije su futureidad y, concediendo la ley los
medios judiciales eficientes para su ejecución forzada".
4. - La jurisprudencia "es aquel por el que las partes se obligan a celebrar otro
contrato determinado en cierto plazo o en el evento de cierta condición" (Revista
de Derecho y Jurisprudencia, Tomos 58 y 60).
2.- Es válida
a) Se hacen cargo de la posición que estima que este contrato no es posible en virtud
de lo dispuesto en el art.1554 n.4, porque si bien esa disposición exige la
"especificación" del contrato prometido, esto no significa que la promesa deba
tener la misma esencia y naturaleza del contrato que se pretende celebrar. De ser
así, no sería posible, por ejemplo, en una promesa bilateral prometer la celebración
de un contrato unilateral, como el mutuo, lo cual sin duda puede hacerse.
b) No existe disposición legal alguna que exija que en la promesa las partes se
obliguen recíprocamente.
c) Hay disposiciones en las cuales se desprende su validez:
El art.1438, al definir el contrato no exige que pese una obligación sobre
ambas partes.
Por su parte, el art.1439 indica que los contratos pueden ser uni o
bilaterales.
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Análisis particular:
1.- Que la promesa conste por escrito (art.1554 n.1):
El contrato de promesa es solemne, consistiendo la solemnidad en la escrituración del
contrato, ya en instrumento público ya en uno privado. Si se omite la escrituración
adolece de nulidad absoluta (art.1443, 1554 y 1682) y, además, dicho contrato no va
a poder probarse, porque para probar un acto solemne no se admiten más medios de
prueba que la respectiva solemnidad.
En una época se planteó la duda en relación a la exigencia de este requisito. Se decía
que la solemnidad del contrato de promesa es que ésta conste por escrito, pero: Se
mantiene esta norma cuando el contrato prometido debe constar por escritura pública,
como sucede, por ejemplo, con la promesa de compraventa de un bien raíz?? En
tiempos pasados se pensó que cuando el contrato prometido debía constar por
escritura pública, también la promesa debía cumplir con dicha exigencia, situación
ésta que se da específicamente con la promesa de compraventa de un inmueble. Los
argumentos para apoyar esta opinión son:
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2.- Que el contrato prometido no sea de aquellos que la ley declara ineficaces
(art.1554 n.2)
Lo primero que debemos establecer aquí es qué debemos entender por eficacia. La
eficacia del contrato prometido se entiende en el sentido de que éste produzca efectos
jurídicos, esto es, establezca un vínculo jurídico entre las partes que origine derechos
y obligaciones entre ellas. Así, un contrato de promesa en que se conviene a celebrar
a futuro un contrato en que se va a ejecutar un hecho inmoral o prohibido, sería
ineficaz porque adolecería de objeto ilícito.
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Lo mismo ocurriría si por el contrato de promesa una parte se obliga a hacer algo
físicamente imposible.
Lo que desea el legislador al establecer este requisito es que el propósito de las partes
al celebrar el contrato de promesa no sea en el futuro el celebrar un contrato nulo por
estar prohibido por la ley. En otras palabras, la promesa tiene que ser un medio para
celebrar contratos válidos en el futuro y no para llegar a la celebración de contratos
nulos e ineficaces.
El problema que se plantea en este punto es el determinar en qué momento hay que
considera la eficacia o ineficacia del contrato prometido:
- si al momento de celebrarse la promesa,
- o al momento de celebrarse el contrato prometido.
A este respecto no cabe duda que si se celebra un contrato de promesa respecto de un
contrato que al tiempo de cumplirse la promesa va a ser nulo, la sanción va a ser la
nulidad de la promesa por infracción a lo dispuesto en el inc.2 del art.1554. Pero, la
duda se plantea cuando el contrato prometido es ineficaz al momento de celebrarse el
contrato de promesa, pudiendo llegar a ser válido al tiempo de cumplirse ésta. El
contrato de promesa va a se válido en esta situación siempre que las partes sujeten
este contrato a la condición de que el contrato prometido sea válido al momento de
cumplirse la promesa. Ejemplo de esta situación sería la siguiente: le vendo el
mueble embargado, pero con la condición de que al celebrarse el contrato de
compraventa se haya alzado el embargo.
La eficacia del contrato prometido se analiza al momento de celebrarse éste y no al
momento de celebrarse el contrato de promesa.
Otro problema que se nos plantea con este requisito y que vamos a analizar en
relación con un ejemplo es el siguiente: qué sucede en la promesa de venta o hipoteca
de un inmueble perteneciente a un incapaz, Habría que cumplir ya en el contrato de
promesa con las autorizaciones que la ley exige para la celebración del contrato
prometido?? Tomemos como ejemplos las siguientes disposiciones:
a) el art.255 señala que "no se podrán enajenar ni hipotecar en caso alguno los
bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional, sin la
autorización del juez o con conocimiento de causa".
. Derecho Civil IV “Contratos”
116
3.- Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de celebración del
contrato (art.1554 n.3):
Este requisito es de la esencia del contrato de promesa. Lo que ha pretendido el
legislador con esta exigencia es que el contrato de promesa se haga sobre una base
cierta en el sentido de que tiene que haber un tiempo o una condición que determine
la época en que las partes del contrato deben cumplir lo prometido.
La fijación de la época de la celebración del contrato prometido debe hacerse por
medio del establecimiento de un plazo o de una condición en el contrato de promesa,
no existiendo ningún impedimento para que concurran ambas clases de modalidades
en la promesa, esto es, que establezca un plazo y condición a la vez, para que en
defecto de la condición pueda celebrarse de todas maneras el contrato prometido, ya
que la condición puede fallar.
Veamos cada una de estas formas de determinar la época de celebración del contrato
prometido:
Lo que sucede es que en este aspecto el plazo, debe entenderse en relación con la
exigibilidad de las obligaciones y con la mora; así, si el plazo es suspensivo, el
cumplimiento de la obligación sólo va a poder exigirse una vez vencido. En cambio,
si el plazo es extintivo se puede exigir ese cumplimiento en cualquier momento antes
de su vencimiento, no pudiendo hacerse una vez que haya vencido éste, ya que ahí se
extingue el derecho.
En lo que respecta a la mora, si el plazo es suspensivo: la parte cae en mora por su
solo transcurso; en tanto, que si el plazo es extintivo, según algunos, para que se
produzca la mora, debe requerirse judicialmente al deudor conforme al art.1551;
según otros, la mora se produce por el solo vencimiento del plazo.
Para evitar este problema se recurre a la siguiente norma: se pacta un plazo
suspensivo, pero agregando uno extintivo, el cual correrá después del vencimiento del
primero y durante el cual se podrá exigir el cumplimiento de la promesa. O bien, se
sujeta la promesa a un plazo extintivo con la estipulación expresa de que no será
exigible ésta una vez vencido este plazo.
En lo que respecta a la mora, en la práctica se acostumbra a señalar que las partes
caerán en mora si no comparecen a firmar la escritura en que se contiene el contrato
prometido, en determinada notaría, el día tanto y a tal hora, y que bastará para
acreditarlo un certificado del notario respectivo que así lo señale.
4.- Que en la promesa se especifique de tal manera el contrato prometido que sólo
falten para que sea perfecto la tradición de la cosa o las solemnidades que las
leyes prescriban (art.1554 n.4):
Este requisito de la especificación del contrato prometido ha originado problemas, ya
que tanto en doctrina como en la jurisprudencia existen diversas opiniones acerca de
la extensión que debe dársele. El punto de discusión es qué debe entenderse por
"especificación" del contrato prometido. Las distintas posiciones son a saber tres:
1. - Especificar significa identificar las estipulaciones de dicho contrato, esto es, que
nada de lo que ha de convenirse en el contrato prometido puede faltar en la
promesa. Incluso señalan, que debe estar presente el consentimiento de obligarse,
propio del contrato prometido.
. Derecho Civil IV “Contratos”
120
Como consecuencia de esto, los efectos del contrato de promesa son generalmente
distintos de los efectos que produce el contrato prometido. Así, en la promesa de
celebrar un contrato de compraventa el efecto de ésta es una obligación de hacer: la
de celebrar el contrato prometido. En tanto que en la compraventa (contrato
prometido) surgen obligaciones de dar.
Ahora, si hay un incumplimiento del contrato de promesa, el art.1554 nos remite al
artículo precedente, que se refiere precisamente a las obligaciones de hacer,
disposición que nos señala también qué actitud puede adoptar el acreedor cuando el
deudor de la obligación de hacer se constituye en mora, porque nos dice que junto
con la indemnización de la mora podrá pedir el acreedor a elección suya cualquiera
de las tres cosas que en dicha disposición se señala. Pero de los tres números que
contempla el art.1553, sólo dos de ellos son aplicables en el caso de haber
incumplimiento del contrato de promesa: los Ns.1 y 3. Pero, esta norma debe
complementarse con aquellas del CPC relativas al juicio ejecutivo en las obligaciones
de hacer, específicamente con la del art.532, que señala que "si el hecho debido
consiste en la suscripción de un instrumento o en la constitución de una obligación
por parte del deudor, podrá proceder a su nombre el juez que conozca del litigio, si
requerido aquél, no lo hace dentro del plazo que le señala el tribunal".
Precisamente, aquí estamos ante un caso en que el juez, asumiendo legalmente la
representación del deudor, presta por él el consentimiento con el cual se forma el
contrato prometido.
De manera que esta remisión no implica una alteración de la regla general contenida
en el art.1489, aplicable en el caso de incumplimiento de un contrato bilateral. Por
consiguiente, respecto del contrato de promesa bilateral, existe para el acreedor la
alternativa que le confiere el art.1489, es decir:
1. - Puede demandar el cumplimiento del contrato. Si opta por este camino tendrá que
recurrir a lo dispuesto en el art.1553.
2. - Puede demandar la resolución del contrato de promesa.
En ambos casos podrá hacerlo con indemnización de perjuicio.
Mirando la situación desde el punto de vista del deudor, demandado de cumplimiento
o resolución del contrato de promesa, éste perfectamente puede defenderse haciendo
valer "la excepción del contrato no cumplido" a que se refiere el art.1552, cuando el
acreedor demandante no haya cumplido ni se allanara a cumplir la obligación de
hacer que a él le impone el contrato de promesa en la forma y tiempo debidos.
. Derecho Civil IV “Contratos”
123
Es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en
dinero (art.1793).
El contrato de compraventa supone para su existencia necesariamente dos partes: una,
que se obligue a dar una cosa (vendedor), y la otra que se obliga a pagarla en dinero
(comprador).
El CC no las ha definido limitándose en el art.1793 a señalar que la parte que se
obliga a dar la cosa se dice vendedor y la que se obliga a pagarla comprador. Pero de
los términos claros del art.1793 se desprende sin lugar a dudas quién es cada una de
ellas en el contrato de compraventa.
Naturaleza o clasificación:
Según sus características, se clasifica:
1. - Es un contrato bilateral. Las partes se obligan recíprocamente. En otras palabras,
origina dos obligaciones recíprocas que consisten en: una en dar una cosa y la otra
en pagarla en dinero. Ambas obligaciones son esenciales en la compraventa, pero
no son las únicas. Las otras obligaciones que existen en este contrato, son
accesorias a estas dos obligaciones esenciales, porque no existirían si alguna de
ellas no tuviere a su vez existencia.
Así, el vendedor tiene sobre sí la obligación de saneamiento, que comprende el
saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios (art.1837). Esta obligación no
es otra cosa que una consecuencia de la obligación del vendedor de dar la cosa.
Son las obligaciones de dar la cosa y la de pagar su valor en dinero las que
constituyen la esencia del contrato de compraventa. De tal manera que si una de estas
obligaciones no existe, o no hay compraventa o degenera en un contrato distinto
(art.1444).
. Derecho Civil IV “Contratos”
124
Aspectos a destacar:
La regla general es que el contrato de compraventa sea consensual y la excepción es
que sea solemne. En estos casos excepcionales cuando el contrato de compraventa es
solemne, la solemnidad consiste en que se otorgue por escritura pública. Esta
solemnidad de acuerdo al art.1804 inc.2, se exige en la venta de los bienes raíces,
servidumbres y censos y la de una sucesión hereditaria, de tal suerte que dicha venta
no es perfecta mientras no se haya otorgado la respectiva escritura pública.
Pero a este respecto hay que tener presente que tratándose del contrato de
compraventa de bienes raíces celebrada por ciertas instituciones (específicamente el
Serviu), la ley 14171 en su art. 67, suprimió la solemnidad de la escritura pública en
los casos a que se refiere y estableció un procedimiento especial de otorgamiento de
instrumento privado en el art. 68. Así, las ventas que hace el Serviu, se efectúan por
instrumento privado firmado ante notario y debidamente protocolizado en el plazo de
treinta días, contado desde la fecha de su suscripción, hecho lo anterior queda
perfecto el contrato de compraventa.
. Derecho Civil IV “Contratos”
125
Por eso es que si no hay cosa vendida en el hecho no habrá contrato de compraventa,
produciéndose la destrucción del mismo. En realidad, no puede concebirse ni desde el
punto de vista jurídico ni desde el punto de vista material, una venta en que no haya
cosa vendida.
La cosa vendida puede ser corporal o incorporal y, para que el contrato de
compraventa sea válido, ésta debe reunir los siguientes requisitos:
a) tiene que ser comerciable,
b) tiene que ser real,
c) tiene que ser determinada o determinable,
a) La cosa vendida tiene que ser comerciable : sólo pueden ser objeto del contrato
de compraventa las cosas comerciables, entendiéndose por tales a aquellas cuya
enajenación no esté prohibida por la ley. Es decir, son cosas comerciables aquellas
que pueden constituir un objeto lícito al enajenarse, siendo incomerciables aquellas
que al enajenarse constituyen un objeto ilícito.
En relación a este punto nos encontramos con el art.1810, según el cual "pueden
venderse todas las cosas corporales o incorporales cuya enajenación no esté prohibida
por ley". Si se vende una cosa cuya enajenación está prohibida por ley nos
encontraremos en presencia de un contrato que la ley prohibe, el cual, por
consiguiente, adolece de objeto ilícito (art.1466) y, siendo así, su sanción va a ser la
nulidad absoluta por el art.1682.
Ejemplos de cosas cuya enajenación está prohibida por la ley:
1. Art.1464 Nº1: las cosas que no están en el comercio.
2. Art.1464 Nº2: los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otras
personas.
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b)La cosa vendida tiene que ser real: esto significa que la cosa vendida tiene que
existir efectivamente al tiempo de celebrarse el contrato de compraventa, ya que si
así no fuere, dicho contrato carecería de objeto y, por consiguiente, dentro de
nuestro ordenamiento jurídico, según la tesis aceptada mayoritariamente,
adolecería de nulidad absoluta (arts.1461 y 1814).
Pero no solamente las cosas que existen al momento de la celebración del contrato
pueden ser objeto de éste, sino que también aquellos que no existen, pero se espera
que existan, es decir, las llamadas "cosas futuras". En realidad, el objeto de la venta
debe tener existencia material, de otro modo no podría formarse el contrato de
compraventa. Pero, esta regla sufre excepción respecto de las cosas que si bien no
existen al tiempo de celebrarse el contrato de compraventa, existirán con
posterioridad. En este caso, la venta se va a perfeccionar una vez que la cosa que se
espera que exista adquiera existencia material.
Se dice que "cosa futura" es aquella que no tiene existencia real y positiva al
momento de prestarse el consentimiento. Esta cosa que no existe en ese momento
existirá posteriormente y entonces se formará la venta definitiva y, si no llega a
existir, el contrato de compraventa será nulo absolutamente (según nuestro
ordenamiento jurídico) por falta de objeto. Sin embargo, hay casos en que la venta de
cosa futura es válida aunque la cosa no llegue a existir: esto es lo que sucede cuando
lo que se vende es la suerte o la esperanza.
En síntesis, pueden existir dos especies de venta de cosa futura, según sea que se
venda la cosa misma que va a existir, o bien, la esperanza o la suerte de que pueda
realizarse un hecho o producirse una cosa.
Cuando lo que se vende es la cosa misma que va a existir, la venta es condicional,
porque se entiende hecha bajo la condición de que la cosa llegue a existir; en tanto
que, cuando se vende la esperanza o la suerte de que pueda producirse una cosa o
realizarse un hecho, la venta es aleatoria, reputándose perfecta desde que hay acuerdo
sobre la cosa futura y el precio.
El CC se preocupa tanto de la venta condicional como de la aleatoria en el art.1813.
Atendiendo al tenor literal de nuestro CC, la regla general es que la venta de cosa
futura sea condicional, es decir, la venta se entiende celebrada siempre bajo la
condición de que la cosa llegue a existir.
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Pero el mismo artículo consagra la excepción a esta regla: aquel caso en que la venta
no recae sobre la cosa misma que se espera que exista, sino sobre la suerte. Pero esta
especie de venta tiene cabida solamente cuando así lo expresan las partes o cuando de
la naturaleza misma del contrato aparece que lo comprado fue la suerte.
Esto tiene importancia porque en caso de duda de si la venta es condicional o
aleatoria, el juez va a tener que declarar que la venta es condicional, porque ello es
más coincidente con el carácter conmutativo del contrato de compraventa y, además,
porque la ley dice expresamente que la venta de cosa futura se entiende hecha bajo
condición de que la cosa exista. Establece aquí el art.1813 una presunción a la cual el
juez debe atenerse, a menos que ella sea desvirtuada por otra prueba en contrario,
cual sería:
en primer término, que las partes hayan expresado en el propio contrato de
compraventa que éste tiene un carácter aleatorio;
en segundo término, que el carácter aleatorio del contrato se desprenda de la
propia naturaleza de éste.
Sólo existiendo esta prueba contra la presunción el juez va a poder declarar que el
contrato es aleatorio y no condicional, lo que significa establecer que no es un
contrato cuya existencia dependa de que la cosa vendida llegue a existir, sino que es
un contrato puro y simple.
De manera entonces que, cuando la venta es condicional (regla general), si la cosa no
llega a existir falla la condición y no hay contrato de compraventa. En cambio,
cuando la venta es pura y simple o aleatoria, la obligación del vendedor es aleatoria,
debiendo cumplirla sólo si la cosa llega a existir; en tanto que la obligación del
comprador de pagar el precio tiene que cumplirse siempre.
c)La cosa vendida debe ser determinada o determinable : que sea determinada nos
está indicando que ella tiene que consistir en una especie o cuerpo cierto, o bien,
en una cantidad determinada o determinable de un género también determinado
(art.1461).
La cosa vendida también puede consistir en una cuota de un derecho que se tiene
sobre la cosa conjuntamente con otras personas, es decir, puede consistir en una cuota
de un derecho pro indiviso. (1907).
. Derecho Civil IV “Contratos”
131
D)La cosa vendida no debe pertenecer al comprador : esto está expresamente dicho
por el legislador en el art.1816. El hecho de que el legislador establezca
claramente que la venta de cosa propia no vale, se debe a que ésta carecería de
causa, pues no se ve cuál sería el motivo jurídico o sicológico que pudiera inducir
a una persona a comprar una cosa que ya le pertenece.
2.- El precio
Es el objeto de la obligación del vendedor. Define lo que se entiende por precio el
art.1793 en su frase final: "el dinero que el comprador da por la cosa vendida se
llama precio".
El precio es un elemento esencial del contrato de compraventa, tanto como lo es la
cosa vendida, de tal manera que si en el contrato de compraventa no hay precio, en
definitiva no habría contrato por carecer éste de objeto (faltaría el objeto de la
obligación del vendedor).
1.- Tiene que ser real: esto significa que el precio tiene que ser fijado de tal manera
que quede de manifiesto que el acreedor (vendedor) tiene derecho a exigirlo y que el
deudor (comprador) tiene la obligación de pagarlo.
Bajo estos términos no será precio real el simulado, ni tampoco el irrisorio o ridículo,
entendiéndose por tal a aquel que no guarda ninguna proporcionalidad con el valor de
la cosa vendida, de tal forma que queda de manifiesto que no hay un propósito serio
entre las partes de que ese precio sea exigible.
. Derecho Civil IV “Contratos”
135
Debe considerarse también que si bien el precio tiene que ser real, no es requisito del
precio que tenga equivalencia con el valor de la cosa vendida, porque la falta de
equivalencia entre los valores y el precio cobran entre nosotros importancia jurídica
solamente cuando da origen a la lesión enorme en materia de compraventa de bienes
raíces (arts.1889 y 1891).
2.- El precio tiene que ser determinado : lo que significa que debe conocerse la
cantidad precisa de dinero que constituye el precio. Esa cantidad puede estar
precisamente establecida en el contrato, o bien, puede ser determinada por reglas o
datos contenidos en el contrato (art.1461 incs.1 y 2).
Así por ejemplo, la venta de cosa fungible al precio corriente de plaza, es una venta
con precio determinable en su cantidad por los datos que contiene el contrato de
compraventa. En este caso se aplica la regla del art.1808.
Luego, la determinación del precio puede hacerse de cualquier modo explícito en el
contrato y, ello, va a constituir una de las materias objeto de la interpretación del
contrato. En relación con la determinación del precio, hay un principio fundamental,
y es que "jamás el precio puede quedar al arbitrio de uno solo de los contratantes"
(art.1809 inc.2). En caso contrario, se estaría yendo en contra de lo dispuesto en el
art.1801 inc.1.
Sin embargo, esto no es obstáculo para que las partes convengan que la fijación del
precio quede en manos de un tercero (art.1809 inc.1).
3.- El precio tiene que ser pactado en dinero : lo que la ley exige es que el precio se
pacte en dinero. Por consiguiente, no es forzoso que se pague en dinero, ya que puede
suceder que después de celebrado el contrato de compraventa se produzca en relación
con el precio una novación o una dación en pago. En estos casos, si bien el precio se
estipuló en dinero, no se va a pagar en dinero.
Si el precio no se pacta en dinero, sino que se conviene que el valor va a consistir en
una cosa ,no vamos a estar ante un contrato de compraventa, sino ante un contrato de
permuta (art.1897).
. Derecho Civil IV “Contratos”
136
Puede darse como alternativa también que las partes convengan un precio que va a
consistir: parte en dinero y parte en especie. En este caso, se discute si estamos ante
una compraventa o ante una permuta. La ley da la solución al problema, señalando en
el art.1794 que dice que "se entenderá permuta si la cosa vale más que el dinero; y
venta en el caso contrario".
Entre esta clase de ventas y las ventas voluntarias existen dos diferencias:
1. - En la venta forzada el juez es el representante legal del vendedor o deudor.
2. - En cuanto a la forma de establecer el precio, en la compraventa voluntaria
el precio se establece por un acuerdo entre comprador y vendedor; en
cambio, en la venta forzada la situación es distinta, porque esta venta se
realiza en pública subasta y el precio se establece por la pugna entre los
interesados.
1. - Incapacidad para comprar y vender: el art.1796 señala que "es nulo el contrato de
compraventa entre cónyuges no divorciados perpetuamente y entre el padre o
madre y el hijo de familia".
. Derecho Civil IV “Contratos”
141
comprador de pagar el precio. Sin embargo, esta regla tiene una excepción, que la da
la venta condicional, porque en tal caso, si la cosa perece antes del cumplimiento de
la condición, el riesgo es del vendedor (deudor) (arts.1550 y 1820).
Tanto cuando hay plazo como cuando hay condición suspensiva, la exigibilidad de la
obligación queda en suspenso ante el cumplimiento del plazo o de la condición, en su
caso (art.1826).
2.En caso de que el valor de la extensión que falta para completar la cabida declarada
excede en un 10 por ciento el valor de ésta, el comprador tiene un derecho
alternativo:
a) aceptar la disminución del precio que hiciere el vendedor,
b) demandar la resolución del contrato con indemnización de perjuicios por
incumplimiento de la obligación del vendedor.
Ejemplo: cabida declarada= 100 hectáreas==> $1.000 c/u.
Supongamos que en lugar de entregar las 100 hcts., el vendedor sólo entrega 50.
La extensión faltante son 50 hcts. por un valor de $50.000. El 10 por ciento de la
cabida declarada es de $10.000. En este caso, el valor de la extensión que falta para
completar la cabida declarada, excede de un 10 por ciento del valor de la misma.
. Derecho Civil IV “Contratos”
152
Los tribunales han entendido que este plazo de un año se cuenta desde la entrega real
o material, porque solamente allí el comprador va a poder comprobar la verdadera
cabida o superficie que se le ha entregado.
Esta prescripción, por tener un carácter especial, no se suspende.
Gastos de la entrega:
Los gastos en que se debe incurrir para la entrega de la cosa vendida al comprador
son de cargo del vendedor, a menos que en el contrato se haya estipulado otra cosa
(arts.1806 y 1805).
Acciones del comprador en contra del vendedor que no cumple de la obligación de
entregar:
Puede suceder que el vendedor no cumpla la obligación de entregar que le impone el
contrato de compraventa, o bien, que la cumpla imperfectamente, esto es, no
ajustándose a lo estrictamente estipulado.
Por el hecho de ser la compraventa un contrato bilateral que no se puede dejar sin
efecto por la voluntad de una de las partes, este incumplimiento por parte del
vendedor no produce por sí solo la extinción del contrato de compraventa. Muy por el
contrario, el contrato de compraventa subsiste plenamente quedando entregado a la
voluntad del comprador el hacerlo subsistir o ponerle fin.
. Derecho Civil IV “Contratos”
155
El saneamiento de la evicción :
Consiste en la obligación del vendedor de garantizar al comprador la posesión
pacífica de la cosa, esto es, una posesión que no sea perturbada por terceros. Por esta
misma razón es que se denomina también "obligación de garantía".
Cuándo entra a jugar esta obligación: cuando el comprador es perturbado en su
posesión por terceros que pretenden derechos sobre la cosa vendida.
El art.1838 señala que hay evicción de la cosa comprada, cuando el comprador es
privado del todo o parte de ella, por sentencia judicial.
1.- Que el comprador sea privado del todo o parte de la cosa. Se entenderá que
esto sucede, no solo cuando se quita el todo o una parte de la cosa que le
fue vendida, sino que también cuando por sentencia judicial se declara en
favor de un tercero la existencia de un derecho anterior sobre la cosa que
limite de cualquier modo el dominio del comprador de la cosa. Así, habrá
privación total cuando se vende una cosa y después el verdadero dueño de
ella ejerce la acción reivindicatoria contra el comprador para privarlo de la
cosa vendida y, se ordena la restitución de la cosa a su verdadero dueño.
Cuando el acreedor hipotecario ejerce la acción de desposeimiento en
contra del comprador y en virtud de ella se priva al comprador de la cosa
que él compró.
Hay privación de parte de la cosa cuando se declara en favor de un tercero
un derecho real sobre la cosa limitativo del derecho de dominio, como
cuando se establece que un tercero tiene un derecho de usufructo sobre la
cosa o la existencia de la propiedad fiduciaria.
2.- La evicción tiene que originarse en una causa anterior al contrato de
compraventa. Este requisito está contemplado en el art.1839 y se ajusta
claramente a la lógica y equidad, pues no sería lógico ni justo hacer
responsable al vendedor por hechos que se han producido con posterioridad
a la venta y en los cuales a éste no ha cabido participación alguna. El
vendedor solamente podrá responder por las cosas que hubieren sucedido
con anterioridad al contrato de compraventa y en los cuales él tuvo
participación.
3.- Que la privación del todo o parte de la cosa sea por sentencia judicial. Esto
es precisamente lo que caracteriza a la evicción. Si la privación del todo o
parte de la cosa no se hace por sentencia judicial, no hay evicción, es decir,
si alguien arrebata o quita materialmente la cosa al comprador, éste va a
poder ejercer la acciones que la ley le confiere a ese respecto: acción
posesoria o reivindicatoria según sea procedente. Pero no va a haber lugar
a la evicción, porque ésta requiere de sentencia judicial.
. Derecho Civil IV “Contratos”
159
Pero, puede suceder que el comprador desee continuar adelante con el juicio,
lo cual puede hacer perfectamente, pues es un derecho que le corresponde.
Pero, si adopta esta actitud y pierde el litigio, no va a poder demandar al
vendedor el pago de las costas del juicio ni el valor de los frutos con que
hubo de satisfacer al tercero (art.1845).
b) Si analizados los antecedentes del juicio el vendedor llega a la conclusión
que las pretensiones del tercero carecen de fundamento, en ese caso, asume
la defensa del demandado. En este evento, la relación procesal se va a
mantener entre el tercero y el vendedor y, por eso, todas las gestiones y
actuaciones en el litigio se van a producir entre ellos, dejando el comprador
de ser parte principal en el proceso, pudiendo intervenir, eso sí, como
coadyuvante en defensa de los derechos que le pertenecen (art.1844).
Es en esta forma como se sigue adelante el juicio y, de lo cual pueden
resultar dos situaciones:
I. - El vendedor gana el litigio: esto significa que la acción intentada por el
tercero no prosperó. En tal caso, de conformidad al art.1855, el vendedor no
tiene ninguna responsabilidad: no será obligado a la indemnización de los
perjuicios que la demanda hubiere causado al comprador (es decir, el
comprador no tiene derecho a que se le indemnicen las costas del litigio,
sino en cuanto la demanda fuere imputable a hecho o culpa del vendedor).
II. - El vendedor pierde el litigio: termina aquí la primera etapa de la
obligación de saneamiento de la evicción, es decir, finaliza la obligación de
defender al comprador y surge la obligación que pesa sobre el vendedor, que
es la de indemnizar al comprador. De manera entonces que esta segunda
obligación nace una vez evicta la cosa por sentencia judicial.
Evicción parcial:
Como su nombre lo indica, es la privación que sufre el comprador de parte de la cosa
que compró en virtud de una sentencia judicial y por una causa anterior al contrato de
compraventa.
El legislador ha considerado también la situación del vendedor que sabía del vicio
redhibitorio y guardó silencio al respecto (no lo hizo presente al comprador). En este
caso, el vendedor queda obligado no solo a la restitución de la cosa o a la rebaja del
precio, sino que también debe indemnizar perjuicios en favor del comprador
(art.1861).
Tratándose de las ventas forzadas, el legislador da una regla especial en el art.1865,
señalando que la acción redhibitoria no tiene lugar en ellas salvo que el vendedor no
pudiendo o no debiendo ignorar los vicios de la cosa vendida, no los hubiera
declarado a petición del comprador.
De modo que si para el pago del precio las partes han fijado un plazo o una
condición, habría que atenerse a ese plazo o condición. Si nada han dicho las partes,
se aplican las reglas generales indicadas en el art.1872. Sobre esto hay que tener
presente que el pago del precio no puede hacerse por parcialidades (art.1591). Si de
parte del vendedor hay resistencia de recibir el pago, se puede pagar por
consignación.
La ley confiere al comprador un derecho de retención del precio, que se traduce en
que la obligación de pagar el precio por el comprador se suspende cuando éste
deposita el precio en el tribunal con la aprobación del juez, a causa de haberse
perturbado su posesión de la cosa o de existir acciones reales sobre ella, no conocidas
del comprador. Se trata aquí no de un pago por consignación, sino de un depósito en
el tribunal, lo que es una retención judicial del precio que dura hasta que el vendedor
haga cesar las perturbaciones o caucione las resultas del juicio (art.1872 inc.2). Así
por ejemplo, se ha resuelto que si se trata de la compraventa de un inmueble y un
tercero obtiene una medida precautoria consistente en la prohibición de gravar o
enajenar el inmueble (lo cual se traduce en la prohibición de hacer la tradición del
mismo), el comprador perfectamente va a poder hacer valer este derecho de
retención.
Si el comprador se constituye en mora de pagar el precio, el vendedor va a poder
demandar a su arbitrio el pago del precio o la resolución del contrato, en ambos
casos, con indemnización de perjuicios. Es decir, va a poder poner en acción la
condición resolutoria tácita contemplada en el art.1489 y que se encuentra reiterada
en materia de compraventa en el art.1873.
Pacto Comisorio :
Es necesario hacer distinciones entre:
a) Doctrina
b) Derecho positivo.
a) En doctrina en general, se entiende que el pacto comisorio es "La estipulación que
hacen las partes de que el contrato se resolverá, si uno de ellos no cumple su
obligación". Es decir, el pacto comisorio en doctrina no es otra cosa que la
estipulación expresa de la condición resolutoria tácita.
El pacto comisorio procede en toda clase de contratos en virtud del principio de la
autonomía de la voluntad, lo cual es importante, especialmente respecto de los
contratos unilaterales, toda vez que la condición resolutoria solamente procede en los
contratos bilaterales.
b)En el derecho positivo chileno se plantea un problema: El pacto comisorio está
definido y tratado en el contrato de compraventa en relación con la obligación del
comprador de pagar el precio (art.1877). Luego, en estricto derecho, el pacto
comisorio se aplica solamente en la compraventa y respecto de la obligación de
pagar el precio. De no ser así, no podría hablarse de pacto comisorio, y los
tribunales en ciertos casos así lo han entendido, hablando no de pacto comisorio
sino que de "condición resolutoria tácita expresada".
No obstante que ésta pareciera ser la doctrina correcta, se acostumbra a denominar,
como pacto comisorio, a la estipulación expresa de la condición resolutoria tácita.
. Derecho Civil IV “Contratos”
174
2. - Debe estipularse un precio que el vendedor va a tener que pagar por la cosa
cuando vuelva a comprarla. En caso que nada se diga a este respecto, ese precio
será el mismo de la compraventa.
3. - Debe señalarse un plazo dentro del cual el vendedor va a poder recuperar la cosa
que ha vendido (art.1885).
Las partes tienen una relativa libertad para fijar este plazo, porque ellas pueden
estipular el plazo que deseen siempre que no exceda de 4 años. Encontramos aquí una
situación similar a la que se presenta en el pacto comisorio por incumplimiento de la
obligación de pagar el precio de la compraventa por parte del comprador, en el cual
las partes pueden fijar el plazo de prescripción, siempre que no exceda de 4 años.
El problema que se ha planteado en el plazo del pacto de retroventa es si se trata de
un plazo de prescripción o de caducidad. Se ha resuelto que se trata de un plazo de
caducidad.
Pacto de retracto.
Concepto: "Se trata de una venta sujeta a una condición resolutoria que consiste en
que, si dentro de cierto plazo, que no puede pasar de un año, se presenta un tercero
como comprador ofreciendo un mejor precio que el que se estipuló en la
compraventa, se va a producir la resolución de ésta, a menos que el comprador o su
adquirente mejore el precio en los mismos términos".
Una vez producida la resolución en virtud del pacto de retracto, se aplican a éste, las
mismas reglas aplicables al pacto de retroventa.
De las cauciones.
Cuando estudiamos el derecho de prenda general, vimos que este se traducía en que el
deudor responde de su obligación con la totalidad de su patrimonio (art.2465). El
problema que aquí puede plantearse es que puede producirse una disminución del
patrimonio del deudor, originando un daño a sus acreedores. Si bien es cierto que
existe la acción pauliana justamente para situaciones como ésta, hay que recordar que
esta acción no siempre es procedente, ya que si no se reúnen los requisitos del
art.2468, no puede ejercerse y además presenta el problema que tiene un plazo de
prescripción muy breve (un año contado desde la fecha del acto o contrato).
Había entonces que precaver la eventual insolvencia del deudor y evitar los posibles
riesgos originados en la improcedencia de la acción pauliana. Así el legislador, para
asegurarse de todos estos riesgos, estableció que el acreedor podría recurrir a las
cauciones las que se encuentran definidas en el Art.46.
Pero, en la hipoteca eso no sucede, porque en ella el ejercicio del derecho del
acreedor se traduce en la facultad de pedir la venta de la cosa hipotecada en caso de
que el deudor no cumpla la obligación garantizada con hipoteca. Es por eso que hay
autores como Planiol, que sostienen que el acreedor hipotecario tiene un derecho real
de segundo grado, y lo denominan así porque en éste no hay una relación directa
entre el titular del derecho y en la cosa en que éste recae, a diferencia de los de
primer grado en que tal relación existe.
Por el hecho de ser la hipoteca un derecho real, se ejerce sobre la cosa sin respecto de
determinada persona y, es por ello que este derecho confiere al acreedor hipotecario
el derecho de persecución que le permite perseguir la finca hipotecada de manos de
quien se encuentre, no importando el título a que esa persona lo adquirió (2428).
El art.2431 inc.1 dice que la hipoteca podrá limitarse a una determinada suma con tal
que así se exprese inequívocamente; pero no se extenderá en ningún caso a más del
duplo del importe conocido presunto de la obligación principal, aunque así se haya
estipulado. El problema lo plantea la segunda parte de esta disposición.
2.José Fabres sostiene que ésta es una obligación de carácter prohibitivo, ya que está
vedando que la hipoteca se extienda en caso alguno a más del... Señala que el
duplo del importe de la obligación principal es una garantía más que suficiente
para cualquier tipo de obligación y que si hubieren circunstancias especiales que
requirieran una garantía superior ellas no fueron consideradas por el legislador ni
pudieron serlo, porque este debe mirar sólo lo general y lo normal.
Además, la hipoteca es un gravamen que es perjudicial para el deudor, porque
constituye una limitación a su derecho de dominio y porque afectado un bien en
cumplimiento de una obligación determinada, significa que él no puede ser
considerado por eventuales acreedores para el otorgamiento de nuevos créditos.
Sin embargo, Somarriva tiene una interpretación distinta. Sostiene que en el caso que
la hipoteca exceda del duplo del mencionado límite, el deudor tiene derecho a
solicitar a que se reduzca la hipoteca y que, reducida ésta, deba hacerse una nueva
inscripción con cargo al deudor. El efecto que ello tendría es que la primera
inscripción no tendría eficacia sino hasta el monto señalado en la segunda.
Afirma que esto es aplicable sólo a las obligaciones indeterminadas, porque en las
determinadas, en cuanto a su monto, las partes sabían perfectamente a cuanto
ascendía la obligación al momento de la constitución de la hipoteca, de tal modo que
el deudor al constituir la hipoteca lo hizo teniendo clara conciencia de hasta donde se
extendía su responsabilidad, y si afectó un inmueble determinado para garantizar esa
obligación, lo hizo en consideración al monto de ello, situación que no se da en las
obligaciones indeterminadas.
Clases de hipoteca
En el derecho chileno, la hipoteca es un derecho real convencional, pero existe,
además y en forma muy excepcional, la hipoteca legal. Esta, no se encuentra
contemplada en el CC, sino que en el CPC (art. 660 y 662). El art.662, dice que en
las adjudicaciones de propiedades raíces que se hagan a los comuneros durante el
juicio divisorio, o en la sentencia final, se va a entender hipoteca sobre las
propiedades que se hayan adjudicado para asegurar el pago de los alcances que
resulten en contra de los adjudicatarios, salvo que estos se paguen al contado. Al
inscribir el título (adjudicación), el conservador debe también inscribir las hipotecas
por el valor de los alcances.
Agrega dicho art., que podrá reemplazarse esta hipoteca por otra caución suficiente
calificada por el partidor.
Es la situación que se plantea en una partición en que a uno de los comuneros se le
adjudica un inmueble que excede en su valor del 80 por ciento del haber probable de
ese comunero. En este caso hay 2 alternativas:
A)- Que el comunero adjudicatario pague al contado el exceso.
. Derecho Civil IV “Contratos”
191
3.- La capacidad: se siguen las reglas generales, debiendo tener presente el art.2414.
Respecto de los incapaces, la ley da algunas normas especiales:
- art.255 para el hijo de familia.
- art.393 para las personas sometidas a guarda.
- art.1754 para la mujer casada en sociedad conyugal.
2.- Los inmuebles que se posean en usufructo (art.2418). Esta disposición, al decir
que puede hipotecarse los inmuebles que se poseen en usufructo, induce a error
porque pareciera indicar que lo que se hipoteca es el inmueble, cuando en verdad
lo hipotecado es el derecho de usufructo. La constitución de la hipoteca sobre el
usufructo no significa que por este solo hecho el usufructuario deje de percibir los
frutos y pase a percibirlos el acreedor. El acreedor va a poder percibir los frutos
sólo cuando ejerza su calidad de tal y embargue el usufructo.
. Derecho Civil IV “Contratos”
197
3.- Pueden hipotecarse las naves. Está reglamentada en la Ley 3500 y sólo pueden
hipotecarse la naves de más de 50 toneladas de registro.
4.- Pueden hipotecarse las aeronaves; está reglamentada en el DL.1286 de 1975.
5.- Los bienes futuros (art.2419).
6.- De acuerdo al art.2416 también pueden hipotecarse los bienes sobre los cuales se
tiene un derecho eventual limitado o rescindible.
En este caso, esos bienes se entienden hipotecados con las mismas condiciones y
limitaciones a que está sujeto el derecho. Esta disposición es clara aplicación del
principio de que nadie puede transferir más derechos de los que tiene. Por otra parte,
el mismo art.2416 inc.2 nos dice que si el derecho está sujeto a una condición
resolutoria, tendrá lugar lo dispuesto en el art.1491. Esto significa que si se produce
la resolución del contrato se va a extinguir la hipoteca, perjudicando al tercero sólo si
la condición constaba en el título respectivo inscrito y otorgado por escritura pública.
7.- Pueden hipotecarse las cuotas del comunero sobre la cosa común.
8.- Puede hipotecarse la propiedad minera y los derechos de agua.
La hipoteca de cuota :
El art.2417 dice que un comunero puede hipotecar su cuota antes de la partición, es
decir, durante la comunidad y para ver qué efectos se derivan de ello, hay que atender
al resultado de la partición, porque si en la partición se adjudica al comunero el bien
que se hipotecó, la hipoteca subsiste.
Si el bien se adjudicó a otro u otros comuneros, se produce la caducidad de la
hipoteca. Pero, aún en este caso, va a poder subsistir ésta siempre que los comuneros
a quienes se adjudicó el inmueble den su consentimiento al efecto, consentimiento
que deben dar por escritura pública de la cual se va a tomar razón al margen de la
inscripción hipotecaria.
Se ha discutido aquí si lo que se hipoteca es la cuota en la comunidad o la cuota en el
inmueble. Pareciera que lo que se hipoteca es la cuota en el inmueble, porque la
hipoteca recae sobre tal clase de bienes y la comunidad no es inmueble.
5.- Por la subrogación en el crédito hipotecario: traspasa al acreedor nuevo todos los
derechos, privilegios o acciones que tenía el primitivo deudor, por ello, el nuevo
acreedor, junto con el crédito, adquiere la hipoteca que lo garantiza (arts.1610 y
1612).
Efectos de la hipoteca .
b) Una acción hipotecaria, que se hace valer sólo respecto del inmueble
gravado con hipoteca.
Cuando la acción hipotecaria se dirige en contra del deudor propiamente tal, ella se
confunde con la acción personal.
Se presenta la diferencia entre ambas acciones cuando la acción hipotecaria se hace
valer contra el tercer poseedor de la finca hipotecada.
La acción hipotecaria puede tramitarse según el procedimiento ordinario o según el
procedimiento ejecutivo.
- Ejecutivo: Cuando la obligación consta en un título ejecutivo. art.434.CPC.
- La acción hipotecaria es siempre real; emana de un derecho real.
- Es siempre inmueble: recae sobre inmuebles.
- Se dirige contra el actual poseedor del inmueble hipotecario, sea o no el
deudor principal.
Para realizar el inmueble hay que sacarlo a remate.
Las reglas se encuentran en el juicio ejecutivo. Con el producto del remate se le paga
al acreedor. Se produce una especie de subrogación entre lo obtenido en el remate
con la finca hipotecada. Así, el producto del remate reemplaza al inmueble y se paga
al acreedor.
Para establecer una base de valor del inmueble en el remate, este debe tasarse.
Tasación es: Avalúo fiscal para la contribución de los bienes raíces, salvo que se
solicite que se efectúe por peritos.
El precio del remate, normalmente se paga al contado, salvo lo estipulado en las
bases del remate al respecto.
Cumpliéndose ciertas condiciones, si no hay posturas en el remate, el inmueble se le
puede adjudicar al acreedor, quien puede optar entre esta adjudicación o que se le
saque nuevamente a remate pero con un precio inferior.
. Derecho Civil IV “Contratos”
206
Derecho de Persecución .
Mientras el inmueble hipotecado permanece en el poder del deudor, la acción
hipotecaria se confunde con la acción personal. Pero si el inmueble hipotecado pasa
a manos de un tercero, aparece con claridad la acción hipotecaria porque contra ese
tercero no pudo la acción personal. A su respecto nace para el acreedor el derecho de
persecución (art.2428).
Así, son terceros poseedores todos aquellos que tienen el dominio o posesión del
inmueble hipotecado sin haberse obligado personalmente al cumplimiento de la
obligación. El caso más claro es el del tercero que adquiere el inmueble gravado con
hipoteca.
En cuanto a la persona que hipoteca un inmueble propio para garantizar una deuda
ajena, puede encontrarse en dos situaciones según si se ha obligado o no
personalmente a la deuda:
A) si no se obliga personalmente a la deuda, es un tercer poseedor y en su
contra procede el derecho de persecución.
B) si se ha obligado personalmente a la deuda, para la cual, según el 2414 y
2430 inc.1, se requiere pacto expreso, no es un tercero poseedor, debiendo
perseguírsele igual que al deudor principal
Fiador Hipotecario.
No es tercero poseedor porque se obliga personalmente a la deuda. La característica
del tercer poseedor es que él, no se obliga personalmente a la deuda.
El tercer poseedor no puede oponer el beneficio de excusión, ya que el art.2429, le
niega esta posibilidad.
Fuera de los casos corrientes de extinción de hipoteca, el derecho de persecución cesa
si existe purga de la hipoteca y en casos de expropiación por causa de utilidad
pública.
Acción de Desposeimiento:
Es la acción hipotecaria cuando se dirige en contra del tercer poseedor del inmueble
hipotecado.
. Derecho Civil IV “Contratos”
207
Si el deudor es personal, habrá que analizar la naturaleza del título para determinar el
procedimiento a seguir en su contra. Pero, tratándose de acción de desposeimiento,
existe un procedimiento especial,art.758 a 763.
Esta acción es inmueble.art.580.
El procedimiento usado para entablar la acción de desposeimiento es que el acreedor
tiene que notificar al tercer poseedor de la finca hipotecada. De ahí, éste tiene un
plazo de 3 días para: pagar la deuda, abandonar la finca o no hacer nada.
a. - Pagar la deuda. Se subroga en los derechos del acreedor.art.2429.
b. - Abandonar el inmueble. Esto se realiza poniendo el inmueble a disposición
del tribunal antes de que haya vencido el plazo de 10 días contados desde la
notificación de la demanda. Este abandono no constituye dación en pago, no
hay transferencia de dominio. Lo que pasa es que el poseedor pone la finca a
disposición del tribunal para que este lo remate y con su producto le pague
al acreedor. Con esto, el tercer poseedor se lo libera de toda
responsabilidad.
c. - No hace nada. Aquí es donde opera la acción de desposeimiento. Se
tramitará según el procedimiento ejecutivo, si el acreedor tiene un título
ejecutivo. Y conforme al procedimiento ordinario, si carece de aquel.
El acreedor en este juicio ejecutivo lo que tiene que demandar es desposeimiento, es
decir, que el tercero abandone la finca. No puede pedir que el tercero le pague la
deuda porque este no se haya personalmente obligado a ello.
El deudor va a tener que indemnizar al tercero que abandona la finca o que es
desposeído de ella.Art.2429.inc.final.
Derecho de preferencia.
La hipoteca es un crédito de tercera clase, su preferencia es especial y recae sobre el
inmueble hipotecado. Así, si el valor del inmueble hipotecado no alcanza para pagar
el total de la deuda, el déficit va como valista. (quinta clase).art.2490.
. Derecho Civil IV “Contratos”
208
Si hay varias hipotecas sobre un mismo inmueble ellas prefieren por el orden de sus
fechas y las de una misma fecha por el orden material de las inscripciones.
Extinción de la hipoteca .
- Por vía consecuencial o de consecuencia.
- Por vía principal.
1. - Por vía consecuencial. Cuando se produce la extinción de la obligación
principal, se extingue también la hipoteca , por el principio de lo accesorio. Pero
puede darse el caso de que extinguiéndose la obligación principal, subsiste la
hipoteca: Cuando hay novación de la obligación principal y reserva de las
hipotecas. Art.1964.
2. - Por vía principal. Cuando no obstante subsistir el crédito que garantiza la
hipoteca, ella desaparece, produciéndose su extinción por uno de los modos de
extinguir del art.1567.
Renuncia de la hipoteca :
El acreedor puede hacerlo. Pero como la renuncia es de efecto relativo, si lo
renunciado es solamente la hipoteca, la obligación principal subsiste porque el
principio es que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, pero no al revés. Si se
renuncia a la hipoteca, no por ello se renuncia a la obligación principal.
La renuncia debe hacerse por escritura pública.
Ello es procedente sólo en caso que el acreedor tenga capacidad para enajenar.
art.2434.
Purga de la Hipoteca.
Es una situación especial que consiste en la extinción de la Hipoteca y se produce
cuando el inmueble es sacado a remate en pública subasta ordenada por el juez, con
citación de los acreedores hipotecarios y habiendo transcurrido el término de
emplazamiento al verificarse el remate.
. Derecho Civil IV “Contratos”
209
Si acá no se obtiene para pagar a todos los acreedores hipotecarios, se extinguen las
hipotecas respecto de los que no alcanzaron a pagarse. Acá, se produce la extinción
de la hipoteca sin haberse extinguido la obligación principal.
Puede ocurrir que un inmueble esté gravado con varias hipotecas y que, al rematarse,
no alcance para pagar a todos los acreedores hipotecarios. Los acreedores
hipotecarios que alcanzaron a pagarse con el producto del remate, verán extinguidas
las hipotecas, pero en este caso la causal de extinción es precisamente el haberse
pagado la obligación que caucionaban.
Pero las que no alcanzaron a pagarse, si se cumplen los requisitos de la ley, también
se extinguen. Respecto de estas se ha producido la Purga de la Hipoteca.Art.2428.
Pero estos acreedores hipotecarios cuyas hipotecas se extinguieron por la purga,
mantienen una acción personal.(subsiste).
La Purga de la Hipoteca opera en favor del rematante (adquirente).
Requisitos de la Purga.
1. - Pública subasta: El tercero debe haber adquirido el inmueble en pública subasta
ordenada por el juez. Se requiere que esta pública subasta se produzca como
consecuencia de un juicio. Si no es así, entonces no procede la purga de la
hipoteca.
Aquí se plantea un problema (pública subasta) en relación al CPC, ya que el Art.499,
se pone en la situación de que no se presenten postores al remate, señalando que si se
produce tal situación, puede suceder una de las dos siguientes cosas:
a. - Se adjudican los bienes embargados por los 2/3 de la tasación.
b. - Se reduzca prudencialmente por el tribunal el avalúo aprobado y que no
puede ser más que 1/3 de la tasación.
En la situación a.- el problema que se presenta es que quien pida la adjudicación, no
sea el primer acreedor hipotecario sino, uno de grado posterior. La pregunta es Qué
sucede con las hipotecas de grado inferior, se produce o no la purga de la hipoteca ??
Hay que distinguir:
. Derecho Civil IV “Contratos”
210
a) Que se persiga la finca contra el deudor personal que la posea. Ello no tiene
lugar si se persigue en contra de un tercero poseedor. Sin embargo, esto no
es correcto. Si bien así surge del tenor literal del art.492 inc.1º, el art.762
agrega que lo señalado en el art.492 se aplicará también al caso en que se
persiga la finca hipotecada en contra de terceros poseedores.
b) Que los créditos no sean exigibles. Los acreedores de grado preferente,
pueden optar entre conservar sus hipotecas siempre que su crédito sea
exigible. Si no lo es, sólo puede demandar el pago con el producto de la
subasta.
Cancelación de la hipoteca .
Esta no es una forma de extinguirla, sino que es consecuencia de su extinción. Puede
producirse en 3 formas :
a) Convencional: acreedor y deudor de común acuerdo cancelan la hipoteca, ejemplo:
el deudor pagó.
b) Resolución judicial: por ejemplo, cuando se expropia un inmueble por causa de
utilidad pública. Aquí el deudor puede demandar en juicio ordinario para obtener
la cancelación.
c) También se cancela por resolución judicial cuando se declara la nulidad de la
hipoteca, cuando se produce la purga de la hipoteca.
Posposición de la hipoteca:
Consiste en un acto por el cual un acreedor hipotecario consciente en que la hipoteca
de grado posterior a la suya pase a ser preferente. Esta posposición tiene que hacerse
por escritura pública y se requiere una nueva inscripción (no basta la anotación
marginal).
. Derecho Civil IV “Contratos”
213
El contrato de fianza
El art.2335 señala que la fianza es una obligación accesoria, en virtud de la cual una
o más personas responden de una obligación ajena, comprometiéndose para con el
acreedor a cumplirla en todo o parte, si el deudor principal no la cumple. La fianza
en realidad no es una obligación como dice el art.2335, sino que es un contrato
accesorio, que se celebra entre el acreedor y el fiador (el deudor aquí no tiene
participación).
Ahora, si el fiador resulta obligado a pagar la obligación principal total o
parcialmente, es como consecuencia de la celebración del contrato de fianza, porque
justamente es ese el efecto del contrato: el que el fiador quede obligado en subsidio
del deudor principal.
La fianza es una garantía personal, a diferencia de la hipoteca y de la prenda que son
garantías reales. En virtud de esta garantía personal el acreedor puede perseguir su
crédito en los bienes del deudor principal o en los bienes del fiador; es decir, hay dos
derechos de prenda general que garantizan una obligación:
- en los bienes del deudor,
- en los bienes del fiador.
La fianza es siempre un contrato, lo cual pudiera parecer contradictorio con lo
dispuesto en el art.2336. Pero, lo que dicho artículo prescribe es que la obligación de
rendir fianza puede emanar de la voluntad, de una resolución judicial o de la ley;
pero, siempre se constituye a través de un contrato. El art.2336 se refiere a la fuente
de la obligación de rendir fianza.
Características de la fianza:
1. - Es consensual:
Excepcionalmente adquiere carácter solemne, como ocurre por ejemplo, con la fianza
que deben prestar tutores y curadores para que se les discierna el cargo (es el decreto
judicial que autoriza al tutor o curador para ejercer su cargo, art.373 inc.2), la cual se
otorga por
. Derecho Civil IV “Contratos”
214
escritura pública (art.374); del mismo modo ocurre con la fianza mercantil, que tiene
que otorgarse por escrito y la fianza que se rinde para garantizar la libertad
provisional de los procesados.
6.- No es condicional.
Seria condicional si se obligara el fiador sólo si el deudor principal no cumple. La
obligación del fiador es pura y simple, no condicional, incluso para dirigirse en su
contra no es necesario que el deudor principal este constituido en mora.
Clasificación de la fianza:
A)- En cuanto a su origen (art.2336):
a) Convencional.
b) Judicial (arts.932, 1292, 1313).
c) Legal (arts.89, 374, 376, 775, 777).
Se atiende aquí al origen de la obligación del deudor principal de rendir fianza, no al
origen de la obligación del fiador que es siempre convencional.
Las fianzas legal y judicial se rigen por las mismas reglas que la convencional
(art.2336).
No obstante lo que dice este artículo, se presentan entre ellas ciertas diferencias:
de acuerdo al art.2337 inc.2, la fianza legal y la judicial pueden suplirse con
prenda o hipoteca. La convencional no puede suplirse en contra de la
voluntad del acreedor.
en la fianza judicial el fiador no dispone del beneficio de excusión (art.2358
N.4).
Según vimos, no es lo mismo obligarse como fiador solidario que como fiador y
codeudor solidario. En este último caso, se aplican las normas de la solidaridad y
tiene importancia porque se deja establecido que el fiador y codeudor solidario no
tiene interés en la obligación (art.1522). El art.1522 dispone que el codeudor que no
tiene interés en el negocio, en sus relaciones con los demás codeudores, se considera
como fiador. Frente al acreedor es un codeudor solidario; ante los codeudores es un
no interesado.
Pese a ser esta la regla general, hay ciertos inmuebles que no se consideran:
1. - Los inmuebles embargados.
2. - Los inmuebles litigiosos.
3. - Los inmuebles ubicados fuera del territorio nacional.
4. - Los inmuebles sujetos a hipotecas gravosas.
5. - Los inmuebles sujetos s condición resolutoria.
6. - Si el fiador está recargado de deudas que ponen en peligro no sólo los bienes que
garantizan dichas deudas, tampoco se considerarán sus otros inmuebles.
Efectos de la Fianza.
a)Efectos que se producen antes de que el acreedor demande al fiador: puede el fiador
pagar la deuda en los mismos términos que el deudor principal (art.2353). Pero, si
el fiador paga la deuda antes que ella se haya hecho exigible, no va a poder repetir
contra el deudor principal sino una vez que se hiciere exigible esa obligación
(art.2373).
. Derecho Civil IV “Contratos”
221
Cuando se ha hecho exigible la deuda lo normal es que el fiador espere que el deudor
principal tome la iniciativa y, por ello, de acuerdo al art.2356, el fiador puede
requerir al acreedor, desde que sea exigible la deuda, para que proceda de inmediato
contra el deudor principal. Si no obstante el requerimiento el acreedor no lo hace (lo
retarda), no será responsable el fiador de la insolvencia posterior del deudor
principal.
b)Efectos que se producen después que el acreedor demande al fiador: para que el
acreedor demande al fiador se requiere que la obligación sea exigible. La acción
que entable el acreedor va a depender de la naturaleza del título (si tiene título
ejecutivo, acción ejecutiva).
Demandado el fiador, dispone de cuatro derechos o defensas, que son:
I.- El beneficio de excusión.
II.- El beneficio de división.
III.- La excepción de subrogación.
IV.- Las excepciones reales y las personales.
Costos de la excusión:
Por su parte, el art.2361 señala que el acreedor tiene derecho para que el fiador le
anticipe los costos de la excusión.
El beneficio de la excusión no puede oponerse sino una sola vez (art.2363 inc.1). Por
ende, el fiador debe señalar todos los bienes del deudor al afecto, de tal suerte que no
va a poder señalar otros bienes nuevamente si los designados son insuficientes o si la
excusión no produjere resultado, salvo que hayan sido posteriormente adquiridos por
el deudor principal (art.2363 inc.2).
El beneficio de excusión en las obligaciones solidarias: se plantea una situación
especial aquí con la obligación solidaria porque si se afianza a uno de los codeudores
solidarios (en caso de que la obligación principal sea solidaria), el fiador reconvenido
tendrá derecho para que se ejerza no sólo en los bienes de aquél que afianza, sino de
sus codeudores (art.2362).
b)Derecho del fiador después de haber realizado el pago: el fiador tiene en contra del
deudor dos acciones:
1.- La acción del reembolso que emana de la fianza (art.2370).
2.- La acción subrogatoria, en virtud del art.1610 N.3.
1. - Acción de reembolso: esta es una acción propia del fiador, llamada también
acción personal, a diferencia de la acción subrogatoria, en la cual el fiador ejerce
las al acreedor, cuyo lugar pasa a ocupar.
. Derecho Civil IV “Contratos”
227
Supóngase que la cuota del fiador es de $100.000 y paga $250.000. Por el exceso de
$150.000 se subroga en los derechos del acreedor contra los demás fiadores.
En cuanto a su cuota, podrá obtener su reintegro del deudor principal, por medio del
ejercicio de la acción personal o de la acción subrogatoria.
En caso de insolvencia del fiador, la acción respectiva podrá intentarse contra el
subfiador. El art.2380 dispone: "el subfiador, en caso de insolvencia del fiador por
quien se obligó, es responsable de las obligaciones de éste para con los otros
cofiadores".
Extinción de la Fianza.
A)- Por vía consecuencial: cuando se extingue la obligación principal.
B) - Por vía principal: la fianza se extingue por vía directa por los modos generales de
extinguirse las obligaciones (arts.1567 y 2381) y, además:
por relevo de la fianza en todo o parte, concedido por el acreedor al fiador.
en cuanto el acreedor, por hecho o culpa suya ha perdido las acciones en que
el fiador tenía derecho de subrogarse.
. Derecho Civil IV “Contratos”
230
El contrato de mandato.
El art.2116 lo define como "el contrato en que una persona confía la gestión de uno o
más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera".
La regla general es que los actos jurídicos pueden realizarse por medio de mandato,
el cual incluso es procedente en el matrimonio (art.103).
6.Es un contrato de confianza. Por ser intuito personae, el error en la persona vicia el
consentimiento, terminando o pudiendo terminar por voluntad del mandante o del
mandatario. Los derecho y obligaciones de las partes no se transmiten. Art.2163
Nº5.
Pluralidad de mandantes .
Si son varios mandantes, a falta de regla especial, se aplican las reglas generales,
respondiendo todos conjuntamente. Arts.1438 y 2126.
En materia comercial si son varios mandantes hacen un encargo la responsabilidad es
solidaria. Art.299 CCom.
2.- Mandatario .
Es la persona que acepta el encargo, Puede ser una persona natural o jurídica.
El mandatario, por regla general, carece de interés directo en el negocio que se le
encomienda. Se pueden dar varias situaciones según a quien interesa el negocio:
. Derecho Civil IV “Contratos”
237
Pluralidad de mandatarios.
El art.2126 lo permite, y el art.2127 señala que si son varios mandatarios puede que
el mandante divida la gestión, o bien que no lo haga. En el ultimo caso los
mandatarios pueden dividirse a menos que el mandante lo prohiba.
Si puede dividirse cada uno es responsable de su gestión ante el mandante.
Si los mandatarios se ponen de acuerdo en no cumplir el mandato, o si cumplen
erróneamente, son responsables solidariamente. Art.2317.
Mandato aparente .
El CC no lo regula expresamente, pero acepta esta idea por el art.2173, en aquel caso
en que el mandato se ha extinguido y sigue afectando a terceros que no han tomado
conocimiento de dicha extinción. Este art.2173 regula tres situaciones:
Mandatario y terceros de buena fe.
Solo el tercero de buena fe.
Ambos de mala fe.
Pacto de irrevocabilidad.
Puede establecerse en el mandato que éste es irrevocable. En principio este pacto es
licito, porque la ley no lo prohibe, sin embargo, no se acepta en el mandato general
de administración de bienes.
. Derecho Civil IV “Contratos”
251
Contrato de Arrendamiento.
2)- Es un contrato bilateral, por ende las obligaciones que de él nacen ligan a
ambas partes recíprocamente. El arrendador debe proporcionar el goce de la cosa,
realizar la ejecución de la obra o la prestación de un servicio, y el arrendatario
debe pagar por este goce, obra o servicio un precio determinado. Al ser bilateral
tiene importancia la condición resolutoria tácita en virtud de la cual si uno de los
contratantes deja de cumplir la pactado, el diligente podrá solicitar la terminación
o el cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios.
3)- Se trata de un contrato de tracto sucesivo, por ende al aplicarle el art.1489, en
vez de resolución procederá el término del contrato. No seria valido convenir un
pacto comisorio calificado en el contrato arrendamiento de predios urbanos con
cláusula de “ipso facto”, puesto que la ley 18.101 en su art.19 dispone que los
derechos conferidos a los arrendatarios por esa ley son irrenunciables y, dentro de
estos derechos, el término del arriendo, el que debe solicitarse judicialmente por el
arrendador.
4)- Es un contrato oneroso, que tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno en beneficio del otro, siendo normalmente las prestaciones de
carácter conmutativo y equivalentes. No existe la lesión enorme en caso de que se
pague una renta muy superior al valor de la misma, sin embargo, es posible aplicar
las normas sobre lesión establecidas en el art.1544 en materia de cláusula penal,
precepto que dispone en su inc.1º que cuando por el pacto principal una de las
partes se obligó a pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por
la otra debe prestarse, y la pena consiste asimismo en el pago de una cantidad
determinada, podrá pedirse que se rebaje de la segunda todo lo que exceda el duplo
de la primera, incluyéndose ésta en él.
5)- Es un contrato nominado porque se encuentra reglamentado en la ley, y además
esta normativa es de carácter exhaustivo, dejando muy poco a la creación de los
particulares.
6)- Es un contrato entre vivos, porque está destinado a producir sus efectos en
vida de sus autores, y sus obligaciones son transmisibles, por lo que continúan
produciéndose sus efectos aun después de la muerte de cualquiera de las partes, lo
que ha confirmado reiteradamente la doctrina y la jurisprudencia. Ello.
Obviamente cuando se trata del contrato de arrendamiento de cosas, pero no ocurre
lo mismo, según veremos, en el arrendamiento de servicios y, a veces, en la
ejecución de una obra.
. Derecho Civil IV “Contratos”
255
7)- Es un contrato personal, porque subsiste por si mismo, sin requerir de otra
convención, sin perjuicio de que se acostumbra a garantizar las obligaciones del
arrendatario para asegurar el pago de la renta o las indemnizaciones que procedan,
siendo esta cauciones naturalmente accesorias.
8)- Constituye un titulo de mera tenencia. Art.714.
2. La cosa arrendada.
Debe reunir los requisitos generales del objeto de toda declaración de voluntad: ser
licito, determinado, existir o esperar que exista, y o debe ser consumible dada la
naturaleza del contrato.
. Derecho Civil IV “Contratos”
259
El art.1916 del CC nos indica la regla general en esta materia, al disponer que son
susceptibles de arrendamiento todas las cosas corporales e incorporales, que pueden
usarse sin consumirse, excepto aquellas que la ley prohibe arrendar, y los derechos
estrictamente personales, como los de habitación y uso.
Puede arrendarse aun la cosa ajena, y el arrendatario de buena fe tendrá acción de
saneamiento contra el arrendador, en caso de evicción. Esta norma es muy similar a la
de la compraventa. En ambos casos, la venta o el arrendamiento de cosa ajena son
validos, ello, sin perjuicio de los derechos del dueño, el que podrá reclamar la cosa.
El arrendador deberá indemnizar por la privación total o parcial que sufra el
arrendatario de la cosa arrendada. En consecuencia, y de conformidad al art.1916 ya
mencionado, no son susceptibles de arriendo:
1. Las cosas cuyo arriendo la ley prohibe.
2. Los derechos personalísimos.
3. Las cosas consumibles
Hoy día nos parece que, frente a la dificultad de encontrar una habitación y al hecho
de que la hospitalidad de la familia ya no existe, sería justo que el arrendador
respondiera por el lucro cesante.
C) Tiene derecho el arrendatario a obtener indemnización de prejuicios cuando el
vicio ha tenida una causa anterior al contrato. La indemnización comprende solo el
daño emergente, a menos que el vicio hubiere sido conocido del arrendador al
tiempo del contrato o tal que debió preverlo o por su profesión conocerlo. Art.1933
inc.2º.
El arrendatario no tiene derecho a indemnización en los siguientes casos:
I. Si el contrató a sabiendas del vicio y no se obligó el arrendador a sanearlo.
II. Si el vicio era tal que no pudo ignorarlo sin grave negligencia de su parte.
III. Si renunció a la acción de saneamiento por el vicio, designándolo. Art.1934.
En el arrendamiento, los vicios de la cosa arrendada tienen un tratamiento análogo a
los de la compraventa, toda vez que ambos contratos tienen estructuras semejantes,
diferenciándose principalmente en que la venta es titulo traslaticio de dominio. Sin
embargo, el arrendamiento de cosas se superpone a la venta, porque los beneficios
jurídicos que buscan las partes son análogos; por lo tanto, muchos elementos de ésta
se trasladan al arrendamiento: la evicción, los vicios redhibitorios, la condición
resolutoria tácita, etc.
En razón de esta obligación, tiene a su cargo las reparaciones que sean del caso, a
excepción de las locativas, que corresponden al arrendatario, a menos que los
deterioros de las locativas provengan de caso fortuito o mala calidad de la cosa
arrendada. Art.1927 inc.2º. En todo caso las partes pueden alterar estas reglas, pues
son de la naturaleza del contrato.
Se entiende por reparaciones locativas aquellas que, por la costumbre local,
corresponde solventar al arrendatario, y que no sean las necesarias o útiles.
Y si estas reparaciones recaen sobre tan grande parte de la cosa, que el resto no
aparezca suficiente para el objeto con que se tomo el arriendo, podrá el arrendatario
dar por terminado el arrendamiento.
El arrendatario tendrá derecho a la indemnización de perjuicios en los siguientes
casos:
A.- Si las reparaciones proviene de una causa que ya existía al tiempo del
contrato, desconocida del arrendatario, pero que el arrendador conoció o era
tal que tuviere antecedentes para temerla o por su profesión debiese
conocerla. Art.1928 inc.4º.
B.- Si las reparaciones han de dificultar el goce por mucho tiempo, de
manera que no pueda subsistir el contrato de arrendamiento sin grave
molestia o perjuicio del arrendatario. Art.1928 inc.5º.
Por su parte el art.598 del CPC otorga un derecho especial al arrendador en caso de
que se pretenda burlar el derecho de retención, a través del cual, podrá solicitar el
auxilio de cualquier funcionario de policía para impedir que los objetos sobre los
cuales puede recaer la retención sean extraídos de la propiedad arrendada.
Este derecho de retención puede ser solicitado por el arrendador en cualquier tiempo,
incluso después de dictada sentencia definitiva y, por supuesto antes del lanzamiento
o en el momento de cumplirse éste. Su tramitación es incidental y por cuerda
separada.
La cesión y subarriendo.
En relación con el cuidado de la cosa arrendada, se presentan las hipótesis de la
cesión del contrato y del subarriendo. De acuerdo al art.1946 el arrendatario no tiene
la facultad de ceder el arriendo ni de subarrendar, a menos que se le haya
expresamente concedido; pero en este caso no podrá el cesionario o subarrendatario
usar de la cosa en otros términos que los estipulados con el arrendatario directo.
En el caso del subarriendo, el arrendatario celebra otro contrato de arrendamiento con
un tercero pasando él a tener la calidad de subarrendador y el otro contratante la
calidad de subarrendatario.
. Derecho Civil IV “Contratos”
270
Este derecho fue invocado reiteradamente durante la vigencia del DL 964 por el
limite legal de renta. Las partes, en muchos casos, se excedían del limite legal
pactando rentas superiores a la permitidas y, cuando el arrendador demandaba
reconvenciones de pago por rentas impagas, el arrendatario se excepcionaba
interponiendo “la compensación” por rentas pagadas en exceso, solicitando además la
retención del inmueble arrendado.
El derecho de retención del arrendatario se encuentra consagrado en el art.1937, y
procede cuando el arrendador adeuda:
1. Trabajos o reparaciones que emprende el arrendador turbando y
embarazando el goce para el arrendatario. Se incluye en este ítem la
mutación de la cosa arrendada. Art.1928.
2. Turbación de que sea víctima el arrendatario a consecuencia de los derechos
que terceros justifiquen sobre la cosa arrendada. Art.1930 inc.4º.
3. Mal estado de la cosa arrendada. Art.1928 inc.4º.
4. Mejoras útiles introducidas en la cosa, con el consentimiento del arrendador
y con la expresa condición de abonarlas. Art.1936 inc.1º.
5. Exceso en el pago de las rentas de arrendamiento. Art.12 DL 964, art.2º
transitorio ley 18.101.
Instituciones de importancia.
1. La tácita reconducción .
Es la renovación o continuación de un contrato de arrendamiento de bienes raíces por
el consentimiento tácito de ambas partes. Se produce cuando, terminado el contrato,
el arrendatario continúa detentando el inmueble comportándose como tal, esto es,
pagando la renta y el arrendador recibiéndola. Es decir, las partes se comportan como
arrendador y arrendatario, y por ello, el legislador entiende que es su voluntad
perseverar en el contrato.
El CC admite, en términos muy restringidos, la tácita reconducción, y la trata en el
art.1956, el que establece que si la cosa fuere raíz y el arrendatario con el beneplácito
del arrendador hubiera pagado la renta de cualquier espacio de tiempo subsiguiente a
la terminación, o si ambas partes hubieren manifestado por cualquier otro hecho
igualmente inequívoco su intención de perseverar en el arriendo, se entenderá
renovado el contrato bajo las mismas condiciones que antes, pero no por mas tiempo
que el de tres meses en los predios urbanos, y el necesario para utilizar las labores
principales y recoger los frutos pendientes en los predios rústicos.
De acuerdo a lo anterior, para que tenga lugar la tácita reconducción es menester:
1. Que el arrendamiento recaiga en bienes raíces.
2. Que el arrendatario conserve la tenencia de la propiedad.
3. Que el arrendatario cancele, con el beneplácito del arrendador, una renta
correspondiente a un periodo posterior del a la extinción del contrato.
4. Que las partes hayan demostrado por hechos inequívocos su intención de
perseverar en el contrato.
La tácita reconducción constituye una excepción, siendo la regla general la no
renovación del contrato por la llegada del plazo. La tácita reconducción supone un
nuevo contrato, es por ello que se extinguen las cauciones que terceros constituyeron
para garantizar el arrendamiento. Así lo dispone el art.1957, el que señala que
renovado el arriendo, las fianzas como las prendas e hipotecas constituidas por
terceros, no se extenderán a las obligaciones resultantes de su renovación.
. Derecho Civil IV “Contratos”
274
De esta manera, se plantea la duda e inquietud respecto de aquellos contratos celebrados por
representantes legales bajo la vigencia de la ley anterior, en que teníamos que entender que el
tope en el período de duración del arriendo no podía sobrepasar la mayoría de edad del pupilo.
Habiéndose rebajado esta mayoría a los 18 años, automáticamente se debería producir una
disminución en los plazos de los contratos celebrados. Sin embargo, estimamos que no se puede
dar esta interpretación, ya que en conformidad al art.22 de la Ley de Efecto Retroactivo, en todo
contrato deben entenderse incorporadas las leyes vigentes a la época de su celebración, de
manera que deben respetarse los compromisos ya asumidos que el pupilo tenga 21 años, a pesar
de haber éste alcanzado ya su mayoría de edad. Esta interpretación también se ajusta al art.1946
del CC, que incorpora la buena fe como una obligación para las partes.
En lo que se refiere a la administración de la sociedad conyugal ordinaria, efectuada por el
marido, o la extraordinaria, efectuada por la mujer, también hay limitaciones en cuanto a los
períodos de duración del arrendamiento estableciéndose, al igual que en materia de guardas, que
estos arriendos no podrán exceder de 5 años si son bienes urbanos y de 8 si son rústicos. En
conformidad a la reforma introducida por la Ley Nº 18.802 al art.1756 del CC, en estos plazos
también se comprenden las prórrogas que se hubiesen pactado. En consecuencia, estos límites
no pueden ser vulnerados a través de sucesivas renovaciones del contrato de arrendamiento,
evitando que algunos administradores inescrupulosos celebren por largos plazos estos contratos
con terceros, ocultando la real identidad de la persona del arrendatario, con simulación relativa
y perjuicio patrimonial para el representado.
Si se arrienda a tanto por día, semana, mes, el desahucio será respectivamente con una
antelación de una día, de una semana, de un mes (1951, inc.2º del CC). El desahucio empezará a
correr al mismo tiempo que el próximo período (1951, inc.3º del mismo Código). Si el
arrendamiento es de casas, almacenes u otros edificios, el artículo 1976 del CC dispone que el
desahucio debe darse con una anticipación de un período entero de los designados por la
convención o la ley para el pago de la renta. Si se trata de predios rústicos el Código Civil
regula la antelación del desahucio en el art.1985, señalando que no habiendo tiempo fijo para la
duración del arriendo, deberá darse el desahucio con anticipación de un año, para hacerlo cesar.
El año se entenderá del modo siguiente:
El día del año en que principió la entrega del fundo al colono, se mirará como el día inicial de
todos los años sucesivos, y el año de anticipación se contará desde ese día inicial, aunque el
desahucio se haya dado algún tiempo antes.
Las partes podrán acordar otra regla, si lo juzgaren conveniente.
Tanto en los bienes raíces rústicos como urbanos el juez determinará la época de restitución de
la propiedad, según las normas que se analizan en el capítulo de procedimiento y que, en todo
caso, dependen del tiempo de permanencia del arrendatario en la propiedad
casos en que la persona que le sucede en el derecho no esté obligada a respetar el arriendo.
Entre estos perjuicios estarán los que sufra el subarrendatario, y así lo señala el art.1963 del
CC al decir que entre los perjuicios que el arrendatario sufra por la extinción del derecho de
su autor, y que, según los artículos precedentes, deban resarcirle, se contarán los que el
subarrendatario sufriere por su parte.
El arrendatario directo reclamará la indemnización de estos perjuicios a su propio nombre o
cederá su acción al subarrendatario. El arrendatario directo deberá reembolsar al
subarrendatario las pensiones anticipadas:
Es decir, el subarrendatario no tiene acción contra el arrendador, pero puede obtener la
indemnización del subarrendador, o lograr que éste le ceda sus acciones. Además la ley
ordena la devolución de las rentas que se hubieren anticipado.
Además, si fuera de un modo diferente, en la práctica se podría prestar para burlar los
derechos de terceros.
B.- Todo aquel a quien se transfiere el derecho del arrendador, a título oneroso, si el
arrendamiento ha sido contraído por escritura pública, exceptuados los acreedores
hipotecarios”(Ver DFL Nº 252, texto refundido y sistematizado de la Ley General de
Bancos, publicado en el DO del 4 de abril de 1960, art. 101).
Señalamos en su oportunidad que el contrato de arrendamiento, por regla general, es
consensual pero tiene importancia que se otorgue por escritura pública en atención a
que el legislador obliga a respetar el contrato al nuevo adquirente cuando se ha
realizado con dicha solemnidad.
C.- Los acreedores hipotecarios, si el arrendamiento ha sido otorgado por escritura
pública, inscrita en el Registro del Conservador antes de la inscripción hipotecaria.
El arrendatario de bienes raíces podrá requerir por sí solo la inscripción de dicha
escritura.
En este caso los acreedores hipotecarios deben respetar el arriendo por el
conocimiento de la situación contractual de la propiedad hipotecada. Los registros del
Conservador son públicos y por ello el acreedor hipotecario va a tener pleno
conocimiento del arriendo que afecta a la propiedad hipotecada.
En esta hipótesis como el adquirente de la propiedad está obligado a respetar el
arriendo, no se produce perjuicio al arrendatario; por ello el arrendador no tiene
responsabilidad alguna y no deberá pagar indemnización
Esta disposición señala en su inc.1º que la insolvencia declarada del arrendatario, no pone
necesariamente fin al arriendo.
Es un hecho que la quiebra por sí no pone fin al arrendamiento de cosas, porque
precisamente la “insolvencia declarada” a que se refiere el Código es la quiebra.
El acreedor o acreedores podrán sustituirse al arrendamiento, prestando fianza a satisfacción
del acreedor. Mas esta facultad de los acreedores sólo podrán ejercerla en la junto de
planificación, y hasta entonces ya el arrendador puede estar pidiendo y obteniendo la
resolución del contrato si el síndico no se ha decidido por la continuación del giro
C.- Casos en que deban hacerse reparaciones en la cosa arrendada que impidan el goce de ella
en todo o en parte, según lo establece el art.1966 del CC, sin perjuicio de los derechos del
arrendatario consagrados en el art.1962 del mismo cuerpo legal.
Se exceptúan de la aplicación de esta ley, por disponerlo así su art.2º, los siguientes bienes
raíces:
Predios de una cabida superior a una hectárea que tengan aptitud agrícola, ganadera o forestal
o que estén destinados a este tipo de explotación;
Inmuebles fiscales;
Viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a 3 meses, por períodos continuos o
discontinuos, siempre que lo sean amobladas y para fines de descanso o turismo.
. Derecho Civil IV “Contratos”
285
El retiro del depósito por el arrendador no significará renuncia a sus derechos ni producirá los
efectos previstos en el inciso tercero del art.1956 del CC, esto es la tácita reconducción. Esta es
una forma especial y excepcional de extinguir las obligaciones dentro del pago por
consignación. Además, tratándose de rentas de arrendamiento periódicas se aplica el art.1601
inc.5º del CC, que dispone que cuando se trata del pago periódico de sumas de dinero
provenientes de una misma obligación, las cuotas siguientes a la que se haya consignado se
depositará en la cuenta bancaria del tribunal sin necesidad de nuevas ofertas. En materia de
arriendo, las rentas se depositarán en Tesorería, como lo establece la ley Nº 18.101, y no será
necesaria la oferta de las siguientes a la que ya se haya consignado.
No obstante que la ley facilita al arrendatario el pago, en la forma señalada, no podemos olvidar
que de todas maneras subsiste el problema de calificar la suficiencia del pago, lo que
normalmente hará el arrendador a través del procedimiento correspondiente.
Plazos de desahucio.
1. Contratos mes a mes y de duración indefinida.
El plazo en este caso es de cuatro meses, contados desde la notificación de la demanda, y se
aumentará en dos meses por cada año completo que el arrendatario hubiere ocupado el
inmueble. El plazo no puede durar mas de 12 meses. Art.3º.
2. Contratos a plazo fijo que no exceden de un año.
El plazo es de cuatro meses, contados desde la notificación de la demanda. Art.4º.
. Derecho Civil IV “Contratos”
288
En ambos casos el arrendatario puede restituir antes del vencimiento del plazo, pagando la renta de
arrendamiento solo hasta el día en que ella se efectúe.
3. Contratos aplazo fijo por mas de un año.
En este caso la ley 18.101 no dio plazo especial, por ende se aplica el art.1976 CC, que
establece la regla general remitiéndose al art.1944. El art.1951 establece la misma regla a
propósito del arrendamiento de cosas.
El propietario que haya adquirido un bien raíz por intermedio del Sistema Nacional de
Ahorro y Préstamo o a través de cualquier institución o entidad que financie la compra de
bienes raíces mediante la concesión de mutuos hipotecarios reembolsables periódicamente,
que no posea otro dentro del mismo departamento, tendrá derecho a percibir por tales
inmuebles una renta igual al dividendo que pague a la respectiva asociación u organismo
(art.2º transitorio Nº 10, ley Nº 18.101).
La renta no comprende los gastos por los servicios de calefacción, agua potable, agua
caliente, gas, energía eléctrica, ni los gastos por servicios comunes de que goce el
arrendatario, incluyéndose en ellos los correspondientes a la administración de los bienes
comunes.
El precio de estos servicios y gastos deberá determinarse independientemente de la renta, no
podrá significar lucro o beneficio para el arrendador y, cuando sea percibido por éste, deberá
expresarse en el recibo pertinente, en forma separada de la renta de arrendamiento.
Si el arrendador hubiere percibido sumas superiores por los gastos y servicios a que se refiere
este número, devolverá el exceso al arrendatario, con más interés corriente desde la fecha de
su percepción y el reajuste que proceda de acuerdo con el alza experimentada por el Indice
de Precios al Consumidor, determinada por el Instituto Nacional de Estadísticas (art.2º
transitorio, Nº 9; ley Nº 18.101).
Existen ciertas viviendas excluidas de las limitaciones al monto de la renta de arrendamiento del
art.2º transitorio de la ley Nº 18.101:
1. Las edificaciones cuyo certificado de recepción final se haya otorgado por la Municipalidad
respectiva con posterioridad al 12 de abril de 1975;
2. Los construidos conforme al DFL Nº 2, de 1959, o a la ley Nº 9.135;
3. Todas las viviendas cuyos avalúos, para los efectos del pago del impuesto territorial, sean
superiores a cuatrocientas seis unidades de fomento;
4. Los destinados a locales comerciales o industriales, oficinas, teatros y cines, y en general, a
actividades lucrativas.
Esta norma transitoria es una repetición de la contenida en el DL Nº 964.
. Derecho Civil IV “Contratos”
291
La renta en el DL Nº 993
En relación a la renta, el DL 993 no contiene normas especiales, aplicándose supletoriamente a
lo que establezcan las partes, lo prescrito en los arts. 1977 y del CC.
Sin embargo, el DL 993 en su art.11, dispone que la mora en el pago de la renta dará derecho al
arrendador, después de dos reconvenciones, entre las cuales medien treinta días, para cesar
inmediatamente el arriendo, si el arrendatario no presta seguridad competente que se verificará
el pago dentro de un plazo razonable que no bajará de 30 días.
Cuando se ejercite ante la justicia ordinaria la ación aludida en el inciso precedente, la segunda
de las reconvenciones se practicará en la audiencia de contestación de la demanda, la que se
celebrará el 31º día hábil siguiente a la última notificación.
Demandando el pago de las rentas, se entenderán siempre comprendidas en la acción, las de
igual naturaleza a las reclamadas, se devenguen durante la tramitación del juicio, hasta que la
restitución se efectúe. En lo demás, el procedimiento se seguirá en conformidad con lo
dispuesto en el art.611 del Código de Procedimiento Civil.
(Estos últimos incisos fueron agregados por el DL 2.567, publicado en el DO de 5 de abril de
1979).
Como puede apreciarse la norma es idéntica a la contenida en el art.1977 del Código Civil
diferenciándose sólo en el plazo, que es más largo por la naturaleza del negocio agrícola.
Por su parte, el art.1982 del CC vela también por el derecho del arrendador al disponer que el
colono cuidará de que no se usurpe ninguna parte del terreno arrendado, y será responsable de
su omisión en avisar al arrendador, siempre que le hayan sido conocidos la extensión y linderos
de la heredad. Esta norma atribuye responsabilidad al arrendatario por la omisión, consistente en
no noticiar al arrendador de la usurpación del predio.
3. Restituir el predio arrendado al término del contrato. Si el arrendamiento incluía ganado, se
debe restituir el mismo número de cabezas de igual edad y calidad. Si al fin del contrato no
existieran en el predio animales de calidad y edad suficientes, se pagará la diferencia en
dinero. Además, el arrendador no estará obligado a recibir animales que no estén
aquerenciados en el predio, conforme lo establece el art.1984 del CC. En este tipo de
arrendamiento se produce una figura análoga a la del cuasiusufructo, porque el arrendatario
se hace dueño de los animales y asume el riesgo. En relación al ganado, este arrendamiento
es un título traslaticio de dominio, por lo que procede aplicarse en este contrato, en el caso
del riesgo, el aforismo romano que dice :”las cosas perecen para su dueño”.
La pérdida de la materia recae sobre su dueño, esto es, sobre quien ordenó la obra, pero el
artífice es responsable cuando la materia perece por su culpa o por la de las personas que le
sirven. Art.2000 incs.1º y 2º CC: ”La pérdida de la materia recae sobre su dueño”.
Por consiguiente, la pérdida de la materia suministrada por el que ordenó la obra pertenece a
éste; y no es responsable el artífice sino cuando la materia perece por su culpa o por culpa de las
personas que le sirven”.
Al perecer la obra el artífice pierde su trabajo, aun cuando no sea su culpa o de las personas
que le sirven. En este sentido comparte riesgo con la persona que le encargó la obra.
El riesgo es íntegramente del que encargó la obra, esto es, pierde los materiales y debe pagar
el precio por el trabajo realizado en los siguientes casos:
* Cuando la obra ha sido reconocida y aprobada;
* Si no ha reconocido la obra estando en mora de reconocerla y aprobarla, y
* Si la cosa perece por vicio de la materia suministrada por el que encargó la obra, salvo
que el vicio sea de aquellos que el artífice por su oficio haya debido conocer, o que
conociéndolo no haya dado aviso oportuno (art.2000, inc.3º CC).
Las partes también pueden confiarle a un tercero la fijación del precio. es por ello que, el
art.1998 del CC expresa que si se ha convenido en dar a un tercero la facultad de fijar el precio,
y muriere éste antes de procederse a la ejecución de la obra, será nulo el contrato; si después de
haberse procedido a ejecutar la obra, se fijará el precio por peritos. La hipótesis propuesta se
sanciona con la nulidad, ya que al momento de la muerte no ha existido ni el precio ni la obra,
distinta es la situación si se ha procedido a ejecutar la obra, ya que allí lisa y llanamente
determinará el precio también un tercero, que tenga los conocimientos como para hacer una
estimación adecuada.
El arrendamiento de servicios
Es el contrato por el cual dos partes se obligan recíprocamente, la una a prestar un servicio, y la
obra a pagar por este servicio un precio determinado. La parte que presta el servicio es la
arrendadora y la parte que paga por este servicio es la arrendataria.
El arriendo de servicio puede consistir en:
- arrendamiento de servicios inmateriales;
- arrendamiento de criados domésticos, y
- arrendamiento de transporte.
. Derecho Civil IV “Contratos”
304
Esta última es de gran importancia porque se ha aplicado por analogía a otro tipo de contratos,
como por ejemplo, el contrato de hospedaje, en el cual, a falta de reglamentación expresa, se ha
dicho que debe subentenderse en él la obligación de proporcionar “seguridad”, en los términos
reglamentados en el contrato de transporte. Hoy en día la tendencia moderna es la de estimar
que todos los contratos cuyo ejercicio acarrean crear una situación de riesgo, llevan implícita
esta obligación de seguridad aunque el texto positivo nada diga.
El art.2014 del CC, impone al empresario de transporte las obligaciones del acarreador, como
responsable de la idoneidad y buena conducta de las personas que emplea. Por su parte, el
art.2015 del CC agrega que el acarreador es responsable del daño o perjuicio que sobrevenga a
la persona por la mala calidad del carruaje o navío en que se verifica el transporte. Es asimismo
responsable de la destrucción y deterioro de la carga, a menos que se haya estipulado lo
contrario, o que se pruebe vicio de la carga, fuerza mayor o caso fortuito.
Y tendrá lugar la responsabilidad del acarreador no sólo por su propio hecho, sino por el de sus
agentes o sirvientes.
Cesión de Derechos .
La cesión de derechos latu sensu es el traspaso de un derecho por acto entre vivos.
Trata el titulo XXV del libro IV de tres materias diferentes:
Cesión de créditos personales.
Cesión del derecho de herencia.
Cesión de derechos litigiosos.
De este modo, la denominación del titulo no es exacta; sugiere que se tratará de un
modo general la cesión de todo tipo de derechos.
En verdad, se ocupa de ciertos créditos o derechos personales; no trata de la cesión de
los derechos reales sino solo del de herencia, y de la cesión de derechos litigiosos
que, naturalmente, pueden ser reales o personales.
Tipos de créditos.
En principio, todos los créditos son transferibles, excepto aquellos que tienen un
carácter personalísimo.
Pero la manera de efectuar la cesión varia según la forma del titulo en que consta el
crédito. Desde este punto de vista los créditos pueden ser:
. Derecho Civil IV “Contratos”
308
Nominativos: son aquellos en que se indica con toda precisión la persona del
acreedor y que no son pagaderos sino precisamente a la persona designada. Tal es
por ejemplo, el crédito del vendedor contra el comprador por el precio.
A la orden: son aquellos en que el nombre de la persona del titular se antepone la
expresión “a la orden” u otra equivalente.
Tales créditos son pagaderos a la persona designada o a quien ésta ordene o
designe. Las letras de cambio, los pagares y cheques adoptan generalmente esa
forma.
Al portador: son aquellos en que no se designa la persona del acreedor o llevan la
expresión “al portador”. De este tipo son los billetes bancarios, los bonos
hipotecarios, los cheques en que no se han borrado las expresiones “al portador”.
La disposición deja en claro que la cesión requiere de un titulo y que este puede
adoptar diversas formas. Un crédito puede cederse, en efecto, a titulo de
compraventa, de permuta, de donación, de aporte en sociedad.
El art.1907 por su parte, reglamenta la responsabilidad que contrae el cedente en la
cesión “a titulo oneroso”. Con ello queda claro, una vez mas, que es menester un
titulo, que también puede ser gratuito, caso en el que el cedente no contrae ninguna
de la obligaciones que señala la disposición citada.
En fin, el art.1901 reproduce casi literalmente la regla del art.699: la tradición de
los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la entrega del
titulo hecha por el cedente al cesionario”.
Formalidades de la cesión.
Las formas requeridas para la eficacia de la cesión deben ser enfocadas desde un
doble ángulo: entre las partes y respecto de terceros.
Perfecta la cesión entre las partes, aun puede no estarlo respecto del deudor cedido y
de terceros.
Importa destacar que los requisitos que señala el art.1902 no son copulativos. Basta la
notificación del deudor o la aceptación del mismo.
Efectos de la cesión.
Los efectos de la cesión deben considerarse en dos aspectos. Primero será menester
examinar el alcance o extensión de la cesión. En seguida será preciso considerar la
responsabilidad que con motivo de la cesión contrae el cedente.
1. - Extensión de la cesión.
El art.1906 establece que la cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios e
hipotecas; pero no traspasa las excepciones personales del cedente.
En suma, el cesionario gozara del crédito en los mismos términos que el cedente.
Sin embargo, la cesión no transfiere las excepciones personales del cedente. Se
exceptúa la nulidad relativa que, de acuerdo con el art.1684, pueden invocar las
personas en cuyo favor la establece la ley y sus cesionarios.
. Derecho Civil IV “Contratos”
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Efectos de la cesión.
Por efectos de la cesión el cesionario adquiere todos los derechos y contrae todas las
responsabilidades del cedente.
El Código prevé algunas de las consecuencias que derivan de la calidad de heredero o
legatario de que el cesionario queda investido, desde el momento de la apertura de la
sucesión.
1. El cedente debe al cesionario todos los elementos activos de la sucesión; debe
hacerle entrega de los bienes comprendidos en la herencia o legado, deber tan
obvio que el legislador no juzgó necesario señalarlo.
2. Debe el cedente al cesionario, igualmente, los frutos que haya percibido, los
créditos que haya cobrado, los precios recibidos por la enajenación de bienes
sucesorios, etc. El art.1910 inc.2º dispone que si el heredero se hubiere
aprovechado de los frutos o percibido créditos o vendido efectos hereditarios, será
obligado a reembolsar su valor al cesionario.
3. El cesionario deberá reembolsar al cedente los costos necesarios o prudenciales
que haya hecho el cedente en razón de la herencia. Art. 1910 inc.2º.
4. El cesionario beneficia del derecho de acrecer. El art.1910 inc.3º establece que
cediéndose una cuota hereditaria se entenderá cederse al mismo tiempo las cuotas
hereditarias que por el derecho de acrecer sobrevengan a ella, salvo que se haya
estipulado otra cosa.
Las mismas reglas se aplican al legatario.
Titulo de la cesión.
La cesión de derechos litigiosos puede hacerse a diversos títulos.
El art.1912 establece que es indiferente que la cesión hay sido a titulo de venta o
permutación.
La cesión puede igualmente efectuarse a titulo gratuito. El art.1913 prevé que, en tal
caso, el cesionario carece del derecho de rescate.
Efectos de la cesión.
Los efectos deben enfocarse desde un doble punto de vista.