Resumen Parte III
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Resumen Parte III
CAPÍTULO III
DERECHO DE FAMILIA
El derecho de familia trata acerca del lugar que una persona ocupa dentro de esta
institución, a la que denominamos familia. A este respecto conviene recordar que según
el status familiae es posible distinguir entre personas alieni iuris y personas sui iuris,
siendo los primeros quienes están sometidos a la potestad de un pater familias y los
segundos aquellos que no se encuentran sometido a esa potestad.
En Roma el concepto de familia fue evolucionando y así en una primera época,
hablar de familia romana implica pensar en un grupo más o menos amplio de personas,
subordinado a la autoridad de un jefe, el paterfamilias, las que estaban unidas a éste ya
sea por filiación legítima, ya sea por otro vínculo jurídico.
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discreción todo hijo nacido de su cónyuge. La adopción juega un rol importante y los
adoptados tienen el mismo status que los hijos procreados por el pater o su
descendencia legítima, siendo una institución tendiente a evitar la extinción de la
familia.
Los sui iuris varones, cualquiera sea su edad, son paterfamilias, expresión que
significa simplemente que ellos están o pueden estar a la cabeza de una familia y que
pueden tener otras personas bajo su potestad.
2.- EL PARENTESCO
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La cognatio servilis
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Es el vínculo que une a un cónyuge con los parientes cognados del otro. Así, por
ejemplo, son afines: suegro (socer) y yerno (gener), suegra (socera) y nuera (nurus),
cuñado (vivi frater) y cuñada (levir), etc.
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LA PATRIA POTESTAD
1.- Sólo pertenece al jefe de familia, el pater, que podía ser el padre, el abuelo u otro
ascendiente. Para estar investido de ella se requería ser sui iuris, de allí que quien
tuviera muchos ascendientes varones en la línea paterna estaba bajo la potestad del más
lejano.
2.- Sólo corresponde a los varones.
3.- Es una institución propia del ius civile y sólo puede ejercerla un ciudadano romano
sobre sus descendientes, también ciudadanos romanos.
4.- Es perpetua, esto es, la edad no liberaba al hijo de la potestad mientras viviese el
pater familias. Con el tiempo esto varió, haciéndose costumbre que cuando los hijos
llegaban a una determinada edad el padre los emancipara.
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3.- Derecho de reclamar al hijo de cualquiera que lo retenga. Para recuperar al hijo,
el padre tenía una acción denominada Vindicatio in Patriam Potestatem.
Posteriormente, el pretor le concedió dos acciones más, pertenecientes a la clase de los
interdictos. Los interdictos tenían en determinadas circunstancias ventajas de índole
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procesal, de procedimientos. Entre otras, el interdicto tiene una tramitación mucho más
rápida y urgente que otras acciones procesales. Los interdictos en referencia eran los
siguientes:
a) Interdicto de liberis exhibenda: tenía por finalidad exigir que se le
presentase al hijo,
que se le mostrase.
b) Interdicto de liberis ducenda: tenía por objeto que se le entregase al hijo
por quien lo retenía. Si este alegaba que tenía la patria potestad, ello debía resolverse
esto en un juicio previo.
A partir de la época de los Antoninos se concede, mediando justos motivos, una
excepción a la madre, con la finalidad de que ésta retuviera al hijo.
En principio, todos los bienes que el hijo adquiere a cualquier título pasaban al
dominio del pater familias, haciéndose éste dueño de ellos. Lo único que tenía el hijo
era una expectativa de heredar a su pater. La potestad del pater absorbe todo, lo que se
adquiere pasa a su patrimonio y todos los sujetos bajo su potestad son instrumentos
para adquirir cosas y derechos. El paterfamilias es, por tanto, el único integrante de la
familia con derechos patrimoniales, en razón de lo cual dispone del patrimonio familiar
a su voluntad y todo lo que adquieren los demás miembros de la familia le pertenece.
Este principio no fue modificado, pero sí su rigor se atenuó. De este modo, en
los hechos la situación varió y el hijo de familia pudo tener para sí ciertos bienes, ya
sea bajo su administración, ya sea bajo su dominio, a los cuales se les llamó peculios. A
ellos ya nos referimos en el acápite anterior al tratar de las Personas, ahora reiteraremos
lo fundamental. El establecimiento y regulación que se perfeccionó en torno a los
peculios, se alejaron de los viejos principios del derecho civil y contribuyeron a dotar al
hijo de familia de una autonomía en el ámbito patrimonial.
Los peculios
Se trata de una cierta cantidad de bienes cuya administración, o bien, el dominio
corresponde al hijo. Los principales peculios que reconoció el derecho romano en
relación con el hijo de familia fueron:
a.- El peculio profecticio
b.- El peculio adventicio
c.- El peculio castrense
d.- El peculio cuasi castrense
a.- El peculio profecticio. Consiste en una cierta cantidad de bienes, o dinero, que el
pater entrega al hijo para que este goce de ellos y los administre, pero no puede
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disponer de los mismos. No puede enajenarlos, pues el pater familias continúa siendo
el propietario. Este peculio es esencialmente revocable y, a la muerte del hijo, los
bienes que lo componen retornan al patrimonio del pater, del cual realmente nunca han
salido. Cuando el hijo se emancipa, el pater recupera el peculio, pero si por cualquier
motivo continúan en poder del hijo, éste puede llegar a adquirir los bienes que lo
componen por usucapión (1 año para los muebles, 2 años para los inmuebles). Cabe
hacer presente que este peculio también puede concederse al esclavo. En relación al
peculio profecticio, es del caso recordar la existencia de la actio de peculio vel in rem
verso.
b.- El peculio adventicio. Se encuentra constituido por todo lo que el hijo adquiere de
su madre (bona materna), de los abuelos maternos (bona materna génesis) y, en
general, de los bienes que no provengan del pater y que no formen parte del peculio
castrense o cuasi castrense. Sobre los bienes que conforman este peculio, el hijo tiene
el dominio y el pater la administración y el usufructo. Fue introducido en la época de
Constantino, a principios del siglo IV d.C.
c.- El peculio castrense. Estaba constituido por los bienes que el hijo adquiría en su
condición de militar, esto es, sueldos, botín de guerra, herencias y legados de otros
militares, donaciones con motivo de su partida a campaña, etc. Con respecto a este
peculio el hijo de familia era reputado sui iuris, teniendo el dominio o propiedad de los
bienes que lo componían. Podía disponer de ellos tanto por acto entre vivos como por
testamento (mortis causa). El pater no podía pretender ningún derecho sobre los
mismos, salvo los derechos sucesorios que le correspondieran de acuerdo a las reglas
generales.
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2.-Por legitimación
La legitimación es una institución, mediante la cual los hijos naturales, esto es,
los nacidos en concubinato, adquieren la condición de legítimos. Cabe advertir que sólo
podían legitimarse hijos naturales, por cuanto tenían una filiación paterna cierta. Se
introduce en la época de Constantino, quien la concibió como un remedio transitorio,
pero posteriormente Justiniano la establece como institución jurídica permanente. Las
formas de legitimar a un hijo eran las siguientes:
a.- Por matrimonio subsecuente de los padres (per subsequens
matrimonium)
b.-Por oblación del hijo a las curias (per oblationem curiae)
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muerto todos sus hijos. Eran incapaces de adoptar los castrados (no los impotentes cuya
incapacidad era desconocida a los ojos del derecho en Roma), los que tuvieran
descendientes legítimos, los tutores y curadores mientras no rindieran cuentas y
aquellos cuya fortuna fuere inferior a la del adoptado, salvo casos excepcionales.
Tampoco pueden arrogar los menores de 60 años. Finalmente, no podía adoptar
nuevamente quien después de haber adoptado a una persona, luego la emancipaba.
Era la adopción de personas sui iuris. Se dice que es la forma más antigua de
adopción. En ella se advertirían los rasgos de un régimen de vida de íntima comunidad,
propia de una época profundamente arcaica.
Era un acto jurídico, político y religioso, pues determinaba la extinción de una
familia y de su culto doméstico, mediante el cual un pater (varón, púber sui iuris)
pasaba a poder de otro, tomando el culto doméstico de éste. En suma, un pater familias
adoptaba (arrogaba) a un sui iuris, incluyendo a todas las personas que se encontraban
bajo la potestad de éste.
En conformidad al derecho antiguo debía hacerse en Roma, ante los comicios
curiados, presididos por un Pontífice, quien pedía su consentimiento al adoptante, al
adoptado, y por último, al pueblo reunido en los comicios por curias. Este pueblo era
representado formalmente, desde fines de la República, por 30 lictores.
En la época imperial, Antonino Pío autorizó, bajo ciertas cautelas, la arrogación
de los impúberes. Finalmente, ya en la época helénica-romana, se permitió mediante un
rescripto imperial realizar el acto en provincias y arrogar también a las mujeres.
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Efectos de la adopción
Se distingue entre los efectos comunes y efectos propios a cada una de ellas.
a) Efectos comunes: en ambos casos el arrogado o adoptado ingresa a la familia
del arrogante o adoptante, adquiriendo la situación de hijo unido por vínculo
agnaticio. Adquiere asimismo derechos sucesorios respecto del adoptante o
arrogante. Cabe destacar que se conserva el vínculo cognaticio.
b) Efectos propios:
1. De la adopción propiamente tal. El adoptado se separaba de su familia
originaria, perdiendo todos sus derechos en ella, adquiriendo los mismos
derechos que los demás miembros de su nueva familia, de forma tal que, si el
adoptante emancipaba al adoptado, éste perdía todo derecho a la herencia de
aquél. A su vez, como por la adopción había perdido sus derechos en la sucesión
de su padre por naturaleza, quedaba desamparado. Ello llevó al pretor a disponer
que, en ese caso, se entendía como no hecha la adopción, lo cual no solucionó
todos los problemas. Justiniano distinguió entre la adopción plena y la menos
plena (minus plena), según si el adoptado era un descendiente del adoptante o
no. Se llama plena cuando se da en adopción un hijo a un ascendiente (abuelo),
sólo ésta producía el efecto de privar al adoptado de los derechos hereditarios
respecto de su padre por naturaleza y de someterlo a la patria potestad del
adoptante.
2. De la arrogación. El arrogado se convertía en alieni iuris, sufriendo una capitis
deminutio mínima. Pasaba con todo su patrimonio y las personas sometidas a él
a poder del arrogante, adquiriendo el culto de la familia del arrogante. Cabe
destacar, en lo referente a los bienes, que en una primera época eran adquiridos
a título universal por el arrogante. Justiniano estableció que pasaran a éste sólo
en usufructo, correspondiéndole también la administración, no el dominio. De
esta forma, el tratamiento que se da al patrimonio del arrogado es similar al de
un peculio adventicio.
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a) La muerte del pater familias o del hijo. A la muerte del pater sus hijos pasan a
ser sui iuris, pudiendo los varones ser jefes de su propia familia.
b) La caída en esclavitud del pater o del hijo. Pero si la caída en esclavitud fue por
prisión de guerra, existe una expectativa de recuperarla en virtud del ius postliminii. c)
Por la pérdida de la ciudadanía romana del pater o del hijo.
e) Por diversas causales. Así, por ejemplo, cuando el hijo asumía ciertos cargos o
dignidades, como la de cónsul, o bien, cuando una hija ingresaba al colegio de las
vestales. En el bajo imperio, la sola circunstancia de asumir un alto cargo político o
religioso determinaban la liberación de la patria potestad.
2.- Causales voluntarias:
a) Por dar un hijo en adopción. En este supuesto no se adquiere la condición de sui
iuris, pues el adoptado sólo cambia de pater familias.
b) Por la arrogatio del pater. Por ella cambian de pater todos los sometidos al
arrogado, ahora como nietos o bisnietos del arrogante. Estos vuelven a estar bajo la
potestad del arrogado, si el arrogante muere o sufre capitis deminutio máxima o media.
c) Por una conventium in manus en el caso de una hija o nieta. Si una hija, o nieta,
contrae matrimonio cum manus sale de la familia agnaticia de su pater originario
ingresando a la de su marido.
d) Por emancipación. Esta causal de poner término a la patria potestad, por la
importancia que tuvo en el derecho romano, es la que estudiaremos con mayor detalle.
La emancipación
Para efectos de este curso, diremos que se trata de un acto jurídico consistente
en una declaración de la voluntad del pater, en virtud de la cual libera a una persona
sometida a su patria potestad sin someterla a otra, haciéndola, por tanto, sui iuris.
Requisitos de la emancipación
1.- La voluntad del pater. En general, la emancipatio es un acto que depende del solo
designio del pater, pero en ciertos casos éste podía ser obligado a emancipar al hijo.
Como, por ejemplo, cuando lo maltrataba, cuando había intentado corromperlo, o si lo
había abandonado, cuando aceptaba una herencia que se le dejaba con la condición de
emanciparlo, o bien, cuando tratándose de un hijo adoptado siendo impúber éste
alcanzada la pubertad y solicitaba ser emancipado.
2.- La observancia de ciertas formalidades. El pater no podía por su propia voluntad
romper el vínculo agnaticio o civil, pues además debía cumplir con ciertos requisitos
formales. Las formalidades variaron con el tiempo, distinguiéndose según las épocas,
tres clases:
a) Emancipación antigua o clásica: el pater enajena al hijo a una persona
de su confianza (pater fiduciarius), valiéndose de tres mancipatios fiduciarias.
Luego de la última, el adquirente lo liberará, quedando el hijo en calidad de sui
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Efectos de la emancipación
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LA MANUS
1.-La confarreatio. Era una ceremonia religiosa, solemne, propia de los patricios,
celebrada ante el Pontífice Máximo, ante el sacerdote de Júpiter (flamens dialis), de
otros sacerdotes y de diez testigos. Consistía en un sacrificio en el cual se ofrecía a
Júpiter una torta de harina (pani farreus), al tiempo que los contrayentes pronunciaban
ciertas palabras sagradas sentados sobre la piel de una res que acababa de ser
sacrificada.
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3.-El usus. Tal como lo señalamos, podía darse el caso de que el marido no adquiriera
la manus de la mujer al momento de la celebración de matrimonio. No obstante, podía
adquirirla mediante el usus, la forma menos solemne de esta adquisición. Se trata de
una especie de usucapión o prescripción adquisitiva, que es un modo de adquirir el
dominio de las cosas ajenas por haberlas poseído durante un cierto lapso de tiempo y
concurriendo los demás requisitos legales. En lo relativo a la manus, ésta podía
adquirirse por el usus, por haber estado la mujer un año continuo bajo la dependencia
del marido. No obstante, la mujer tenía una forma de impedirlo, la llamada tricnotii
usurpatio, que consistía en que antes que se cumpliera el año, la mujer abandonaba
durante tres noches seguidas la casa de su marido para regresar a la de su pater
familias. Una vez ahí, participaba en las fiestas religiosas de su antigua domus (casa,
hogar) para demostrar que seguía sujeta a su pater originario.
Efectos de lamanus
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que alguien retenga a la mujer, dándole la facultad de exigir que le sea exhibida y luego
conducida a su presencia.
1.- Todos los bienes que la mujer sui iuris tenía al momento de contraer matrimonio o
adquiera durante él, a cualquier título, pasan a ser de dominio del marido o del pater de
éste en caso de ser alieni iuris.
2.- Por su parte, todas las deudas de la mujer sui iuris, anteriores al matrimonio, se
extinguen por la capitis deminutio mínima que ella sufre, lo cual conducía a situaciones
injustas que se prestaban para fraudes. De allí, que el pretor interviniera concediéndole
a los acreedores una acción especial, una in integrum restitutio en cuya virtud se tenía
por no celebrada la conventium in manus en lo referente a los bienes de la mujer, de
modo que los acreedores podían cobrarse en ellos.
3.- La mujer in manus no puede obligarse contractualmente por ser alieni iuris.
4.- La mujer tiene derechos sucesorios sobre los bienes del pater, o su marido, por
cuanto forma parte de la familia agnaticia de éste.
Extinción de la manus
La manus se extingue por la muerte o capitis deminutio del pater, salvo en caso de ser
el marido alieni iuris, y por la venta formal mancipatoria (remancipatio) o por la
ceremonia religiosa de la difareatio. La remancipatio se utilizaba para los casos de
adquisición de la manus por coemptio o usus. La difareatio para el caso de adquisición
por confareatio.
II.EL MATRIMONIO
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idea plena de la institución de las épocas clásica y subsiguientes. En efecto, desde fines
de la República y durante todo el Imperio el matrimonio es una unión entre un hombre
y una mujer, esencialmente disoluble. Casi nunca conlleva la potestad del marido sobre
la mujer, ni hay entre ellos ninguna comunicación de derechos divinos y humanos, pero
sí conlleva una comunidad plena y una cierta fusión de dos personas, tomando la mujer
el rango social y los títulos del marido. Al matrimonio romano se lo denomina también
iusta nuptiae. El adjetivo iustus hace referencia a la conformidad de una institución con
el ius. Así, iustae nuptiae es el matrimonio que está de acuerdo con las normas del
derecho romano.
El matrimonio romano es una institución del ius civile, es decir, únicamente
posible entre ciudadanos romanos y entre aquellos que gozaran del ius connubi. Los
hijos concebidos en tal matrimonio, llamados legítimos, están sometidos a la patria
potestas del pater familias.
1.- Pubertad.
2.- Ius connubii.
3.- Capacidad de los contrayentes o ausencia de impedimentos matrimoniales
4.- Consentimiento o affectio maritalis
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1.- LA PUBERTAD: se exigía una edad apta para procrear, lo cual se explica por el
fin mismo del matrimonio, que consiste en la perpetuación de la especie. En concreto,
se exige que tanto el varón como la mujer sean en razón de su edad sexualmente
capaces.
Impedimentos matrimoniales
Son aquellos que imposibilitan que alguien contraiga matrimonio con cualquiera
otra persona. Vale decir, el afectado no puede contraer matrimonio con nadie. Los
principales impedimentos absolutos para contraer matrimonio en el derecho romano
eran los siguientes:
1) La impubertad
2) La castración: se estableció en una época tardía, señalándose que se
habría tomado de prácticas orientales. El matrimonio exigía estar dotado de los órganos
esenciales para la reproducción, sin llegar a exigir fertilidad o fecundidad. Por esa
razón se consideraba capaz de copular al estéril, pero no al castrado, por carecer de los
órganos necesarios para la cópula.
3) Vínculo matrimonial no disuelto: al respecto recordaremos que en
Roma el matrimonio fue siempre monogámico. Del contexto de las definiciones
entregadas y de los efectos que produce el matrimonio, que más adelante estudiaremos,
se desprenden los argumentos para afirmar que los romanos no conocieron la
poligamia.
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4) La viuda antes que transcurriera el año de luto: esta norma existe para
impedir la incertidumbre de la paternidad (turbatio sanguinis o partus) que otro
matrimonio contraído antes del plazo máximo de gestación podía originar. Por este
motivo se le impuso a la viuda la obligación de dejar pasar un determinado lapso, que
se fijó en un año, antes de contraer un nuevo matrimonio. La misma exigencia se
impuso posteriormente a la mujer divorciada.
5) La demencia: para contraer matrimonio se exigía que los contrayentes
tuvieran la capacidad para entender el alcance de sus actos.
B. Impedimentos relativos
Son aquellos que imposibilitan que alguien contraiga matrimonio con ciertas y
determinadas personas. Quien se encuentra afecto por tal impedimento puede casarse,
salvo con ciertas personas. Los principales impedimentos relativos para contraer
matrimonio en el derecho romano eran los siguientes:
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autorización del pater, era absoluta, pero a comienzos del Imperio con las leyes Julia y
Papia se atenuó, generalizándose las siguientes soluciones:
a.- Si el hijo se había casado sin la autorización de su pater, éste podía después
de contraído el matrimonio ratificarlo o confirmarlo, con lo cual se subsanaba cualquier
vicio que se derivara de la falta de autorización paterna, o sea la ratificación posterior
confirma el matrimonio ya contraído.
b.- Si el pater no puede prestar su consentimiento por encontrarse ausente,
prisionero de guerra o padecer algún impedimento que le imposibilitare otorgarlo,
puede prescindirse de este requisito. Se estableció en el derecho justinianeo que podía
precindirse del mismo si hubiesen transcurrido tres años de ausencia, reduciéndose
incluso este plazo si pareciere verosímil que el pater no se opondría al matrimonio.
c.- Si el pater no puede prestar el consentimiento en razón de que se encuentre
afecto por alguna enfermedad mental, el consentimiento debe ser otorgado por el
magistrado oyendo al curador y a los miembros más importantes de la familia.
d.- Si el pater de la contrayente se niega a prestar el consentimiento sin que exista
causa o motivo suficiente, puede ser suplido por el magistrado. Ello no ocurre cuando
el pater familias del varón es el que rehusa su consentimiento, pues aquí rige un
principio según el cual a nadie puede hacérsele un heredero contra su voluntad.
Finalmente, Justiniano equipara a los hijos de ambos sexos.
Cabe destacar que tratándose de las mujeres sui iuris, en virtud de dos
constituciones de Constantino, se exige para el matrimonio de las menores de 25 años
el consentimiento del padre, de la madre y a falta de ésta, de los parientes más
próximos. En el caso de una mujer sui iuris mayor de 25, algunos autores consideran
que debía intervenir la autorización del tutor, pero cesada la tutela en razón del sexo,
sólo se exigía el consentimiento de los parientes próximos y en caso de disenso, la
intervención de la autoridad judicial.
REQUISITOS FORMALES Y RITUALIDADES DEL MATRIMONIO
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instrumentos, confesión de los interesados, etc. Hay que destacar que, la propia
convivencia marital era un importante elemento probatorio del consentimiento
matrimonial. En todo caso, para muchos la convivencia marital sería un elemento
objetivo del matrimonio, pero el consentimiento de las partes no exige estar sostenido
por una cohabitación efectiva.
Para efectos del curso, vamos a distinguir entre los efectos respecto de la mujer
(uxor) y los efectos respecto de los hijos.
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Esta materia ya fue analizada al estudiar la manus, por lo que nos remitimos a lo
señalado en aquella oportunidad.
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El caso de los bienes parefernales: la mujer sui iuris casada sine manus podía
confiar a su marido la administración de todo o parte de sus bienes
(ordinariamente lo hacía bajo inventario que suscribe el marido), los que
recibían el nombre de bienes parafernales (expresión de origen griego que
significa dote=ferne). Se trataba de bienes de la mujer que no estaban incluidos
en la dote. La mujer podía recuperarlos y en el caso que el marido se negara a
ello, la mujer contaba con las acciones de mandato y de depósito para
obtenerlos.
4.- Si bien en el Derecho antiguo y en la primera parte del clásico, el cónyuge
sobreviviente, cuando se trataba de matrimonio sine manus, no heredaba al pre
muerto, esta situación cambió por obra del derecho pretorio.
5.- Se prohiben, por regla general, las donaciones entre cónyuges. Con esta
prohibición se protege, en igualdad de circunstancias, el patrimonio del marido
y el de la mujer, pues se creía que por la debilidad del sexo o por las especiales
circunstancias de confiar sus bienes a la gestión del marido, la mujer podía verse
particularmente perjudicada por inmódicas donaciones.
6.- El marido tiene la obligación de procurar a la mujer los medios de
subsistencia necesarios y de soportar las costas de la vida en común. No podían
considerarse una liberalidad, o donación, del marido el proporcionar a la mujer
alimentos, vestidos, servicios, habitación y otros similares, pues lo que está
haciendo es atender a las cargas de la familia. En todo caso, entre cónyuges
existía la obligación mutua de proporcionarse alimentos, según sus posibilidades
y necesidades.
7.- Entre los cónyuges se puede invocar el beneficio de competencia, esto es, en
caso de existir deudas entre ambos, debería dejarse al deudor lo necesario para
una modesta subsistencia atendiendo a su condición social o clase.
Se llama dote al conjunto de bienes que por la mujer (res uxoria) o alguien a
nombre de ella se entregan al marido para contribuir a sostener las cargas del
matrimonio (onera domus). Históricamente, se otorgaba tanto en los matrimonios cum
manus como en el sine manus. En un principio, era considerada sólo una obligación
moral, pero ya avanzado el derecho postclásico, y con seguridad en tiempos de
Justiniano, se establece para ciertos parientes, el padre u otros ascendientes paternos, la
obligación legal de dotar.
En un principio, se entendía que los bienes dotales pasaban en propiedad al
marido. Posteriormente, y atendido el notable aumento de divorcios, se hizo costumbre
que el marido al recibir la dote prometiera, mediante estipulación, restituirla en el
evento de divorcio. Por otra parte, por la interpretatio a fines de la República, se
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consideraba que el marido era sólo usufructuario de la dote, creándose una acción para
que la mujer pudiera solicitar su restitución (actio rei uxoriae).
La dote podía constituirla la mujer, su padre o un ascendiente paterno, la madre
o un ascendiente materno o bien un tercero. Lo cual da lugar a la clasificación de la
dote en:
a) Dote profecticia: constituida por el padre de la mujer o alguno de los
ascendientes paternos.
b) Dote adventicia: constituida por la mujer o alguno de sus ascendientes
maternos, o, por un tercero que deseare dotar a la mujer.
c) Dote recepticia: cuando quien constituye la dote se reserva su restitución
para el caso de disolución del matrimonio.
Se señalan como efectos del matrimonio en relación con los hijos a dos
instituciones importantes del Derecho Romano: la filiación y la patria potestad. No
obstante, recordemos que la patria potestad no supone necesariamente matrimonio,
pues existen otras fuentes de adquisición de la misma, según se señaló al exponerla.
Habiéndose estudiado ya la patria potestad, nos limitaremos ahora sólo al estudio de la
filiación.
LA FILIACIÓN
La filiación es el vínculo que une al hijo con su padre o madre, pudiendo ser
legítima si el hijo es concebido dentro iusta nuptia, o ilegítima, si el hijo es concebido
fuera de ella.
Clases de filiación
1. Filiación legítima
2. Filiación ilegítima:
a) Filiación natural
b) Filiación ilegítima propiamente tal
c) Filiación espúrea
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a) Iusta nuptia entre los progenitores: con respecto al matrimonio romano, nos
remitimos a lo anteriormente expuesto.
b) Concepción dentro del matrimonio: el hijo debe ser concebido dentro de iusta
nuptia. Al no ser posible determinar con precisión el momento de la concepción y
siendo la duración de la gestación variable, la ley lo presume partiendo de un hecho
conocido, el parto. Para ello los juristas romanos tomaron en consideración los límites
extremos de duración del embarazo. El límite menor del embarazo se estimaba de 180
días y el mayor en 300. En atención a esto se establece una presunción de derecho
según la cual la concepción ha debido preceder al nacimiento en no menos de 180 días
y en no más que 300 días cabales, contados hacía atrás desde la medianoche en que
principie el día nacimiento. De esta forma, se entienden concebidos dentro de justa
nuptia aquellas criaturas que nacen transcurridos 180 días contados desde la
celebración del matrimonio y hasta dentro de los 300 días siguientes a su disolución.
c) Maternidad: se requería que la madre del hijo fuera la cónyuge del padre. A
este propósito, se menciona un aforismo que nos dice que la madre siempre es cierta
(mater semper certa est). En este sentido, cabe destacar, que la maternidad es algo fácil
de demostrar. Supone dos elementos: que la mujer haya dado a luz a un hijo y que el
hijo que pasa por suyo sea realmente el producto de ese parto (identidad del parto). De
allí que para impugnar la maternidad basta con destruir cualquiera de estos dos
supuestos.
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reputa concebida en iusta nuptia y se tiene por padre al marido, salvo que éste la
impugne y pruebe lo contrario. Para ello deberá, por ejemplo, demostrar que durante
todo el tiempo en que es dable presumir la concepción estuvo en absoluta
imposibilidad de tener acceso a la mujer, o bien, que es físicamente imposible que él
sea el padre de la criatura y, además, sobre la base del adulterio de la mujer.
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2.- La capitis deminutio máxima (caída en esclavitud) de uno o ambos cónyuges. Cabe
destacar, que el ius postliminii no extinguía el efecto de la separación material de los
cónyuges, pues el matrimonio era considerado un hecho y no un vínculo jurídico y la
separación material constituía un hecho innegable que se oponía a la aplicación del
postliminium.
3.- La capitis deminutio media (pérdida de la ciudadanía) de uno o ambos cónyuges. La
pérdida de la ciudadanía conllevaba la pérdida del ius connubii, lo que hacía que
terminara el matrimonio.
4.- Por incapacidad sobreviniente de uno o ambos cónyuges. En principio la capitis
deminutio mínima (emancipatio, adoptio y arrogatio) no afecta al matrimonio, salvo
que de alguna manera cree un parentesco que lo transforme en insubsistente. Por
ejemplo, si el padre de la mujer (alieni iuris y casada sine manus) adoptaba al marido
de ella, en este supuesto ambos comienzan a ser hermanos, lo que hace que este
matrimonio no pueda subsistir.
5.- Por cesación de la affectio maritalis, o por voluntad de los cónyuges, o divorcio.
Es conviene recordar ahora que, según la concepción romana, básicamente el
matrimonio consiste en la convivencia de hombre y mujer con affectio maritalis. Así
entonces, la affectio maritalis no sólo se exige al momento de celebrarse el
matrimonio, sino que también se requiere mientras subsista. Por este motivo, cesando
la affectio maritalis debe cesar asimismo el matrimonio. Pero la terminación de esta
affectio debe exteriorizarse, lo que se realiza mediante el divortium o divorcio.
EL DIVORCIO
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Clases de divorcio
b) Repudio: respecto a esta clase de divorcio, en una primera época era necesario
distinguir entre matrimonio cum manus y matrimonio sine manus. En el primero sólo
podía repudiar el marido. Al respecto Plutarco menciona una supuesta ley de Rómulo
que permitía al marido repudiar a su mujer, derecho que no se reconocía a favor de la
mujer, sin perjuicio que luego se extendió a ambos. En todo caso, si bien el repudio
estaba exento de formalidades, sus efectos dependían de la concurrencia o no de ciertos
requisitos.
La Lex Iulia de Adulterii, de la época de Augusto, estableció que para que pudiera
operar el repudio, aquel que repudiaba debía notificar al otro cónyuge su intención en
este sentido. Dicha notificación se efectuaba normalmente por medio de un liberto y
delante de siete testigos. Hasta la época de los emperadores cristianos no existió interés
por limitar esta facultad, sin perjuicio de que los romanos y las romanas, en especial de
la clase alta, usaron y abusaron de esta libertad.
c) Divorcio ex justa causa: uno de los cónyuges optaba por poner término al
matrimonio aduciendo una causal basada en la culpa del otro, como un crimen o
atentado en su contra, crímenes que hubiese cometido contra el emperador, adulterio o
malas costumbres de la mujer, falsa acusación de adulterio por el marido, infidelidad
reiterada del marido dentro o fuera de la casa conyugal. En este caso, el repudiado
pierde la dote o la donatio propter nupcias, y si se trata de una adúltera, es encerrada
en un convento.
d) Divorcio bona gratia: se refiere al caso en que uno de los cónyuges optaba por
poner término al matrimonio alegando una causal que justificara ponerle término, pero
que no era imputable al otro, como por ejemplo, el caso del marido que iba a recibir
órdenes sacerdotales, la incapacidad de generar, la ausencia del soldado sin dar noticias
por más de cuatro años, reclusión en un convento, etcétera.
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LOS ESPONSALES
1- El concubinato
Era la unión estable entre un hombre y una mujer, sin intención o sin posibilidad
de contraer justa nuptiae. Se dice también, que es la convivencia estable de un hombre
con una mujer libre sin affectio maritales, ni honor matrimonnii, ni trato matrimonial.
En una primera época, y así ocurre también durante la República, el concubinato
era una relación de hecho que no estaba prohibida ni reconocida por la ley, ni
reprobada por la opinión pública. Normalmente vivían en concubinato un hombre y una
mujer cuando entre ellos existían grandes diferencias sociales, o bien, que en razón del
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cargo o situación no era posible la iusta nuptia. Al igual que el matrimonio, era una
simple situación de hecho, pero, a diferencia de aquél, no producía efectos
patrimoniales ni personales. En efecto, la mujer recibe el trato de concubina y no de
uxor. Por esta razón, los juristas sostuvieron que la concubina no comete adulterio
cuando yace con otro varón, pero no se acepta que la concubina del patrono tenga
relaciones con su hijo o nieto.
Los hijos tenían una situación jurídica especial. Constantino, les reconoció la
calidad de hijos naturales, condición que era mejor a la de los demás hijos procreados y
nacidos fuera de justa nupcia, pues podían ser legitimados por sus padres mediante el
matrimonio subsecuente. Con posterioridad, se aceptaron otras formas de legitimación,
ya estudiadas. Justiniano les confirió a los hijos habidos en concubinato derechos
alimenticios y hereditarios respecto de su padre.
2. Matrimoniosine connubiio matrimonio del derecho de gentes
Era una unión o convivencia entre hombre y mujer en la que cualquiera de los
dos, o ambos, carecían del ius connubii. Esta unión fue aceptada por el derecho
romano. Este matrimonio era plenamente válido, mas no producía los efectos de la
iusta nuptia. No obstante, podía llegar a convertirse en legítimo matrimonio o iusta
nuptia, si con posterioridad el marido, la mujer o ambos según el caso, adquirían el ius
connubii.
Cabe destacar, que si un ciudadano romano demostraba que se había equivocado
al momento de contraer matrimonio en el sentido de creer que su cónyuge tenía el ius
connubii, pero que en realidad era latina, el matrimonio sine connubii podía
transformarse en iusta nuptia (erroris causae probatio).
Los hijos son cognados de la madre y de los parientes maternos, y si la madre es
ciudadana romana al momento del parto, nacen sui iuris.
3. El contubernio
Era la unión entre una esclava y un esclavo, o también la unión entre un esclavo
y una mujer libre, o una esclava y un hombre libre.
En un principio no tenía reconocimiento jurídico, pero en el derecho romano
clásico se reconoció la existencia de vínculos por consanguinidad entre los esclavos, a
los que se denominó cognatio servilis. Este reconocimiento se implantó,
principalmente, para impedir las uniones entre esclavos con relaciones de parentesco
consanguíneo muy cercano. De este modo, por ejemplo, esta unión se prohibió en toda
la línea recta y entre hermanos. Igualmente se trató de evitar la separación de los unidos
en contubernio y de sus hijos.
Los hijos nacidos de contubernio recibían la calificación de hijos espurios y
seguían la condición de la madre.
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