Primer Imperio

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PRIMER IMPERIO

México surgió como país independiente en septiembre de 1821, después de haber


vivido una guerra que se prolongó durante once años. Fue precisamente Agustín de
Iturbide quien más ayudó a combatir a los primeros insurgentes y quien se llevó al
final las palmas de la victoria, al proponer y lograr un pacto con los representantes
de todos los grupos sociales, políticos y económicos que no querían quedar al
margen de un proceso inevitable, que se presentaba muy prometedor y que todos
abrazaron con gran optimismo. Independencia, religión católica y unión de
españoles y americanos, simbolizadas respectivamente por el verde, el blanco y el
rojo de su nueva bandera, fueron las tres garantías que ofreció Iturbide y que su
ejército juró defender.

La forma de gobierno con la que la antigua Nueva España, ahora imperio mexicano,
anunció al mundo su existencia fue la de una monarquía moderada constitucional
hereditaria, que buscaría a su príncipe en la corte borbónica española. Mientras, fue
instalada una Junta provisional Gubernativa y una regencia, y dado que no
encontraron respaldo en los príncipes propuestos por los tratados de Córdoba,
tuvieron que convertir al héroe de la consumación de la independencia en el nuevo
monarca. El criollo Agustín de Iturbide no sólo fue vitoreado como el líder de la
causa independentista —en la que sí tuvo un fuerte sustento— sino que luego fue
proclamado emperador por un oscuro movimiento promovido por algunos militares,
que encontró apoyo entre la gente de la llamada "plebe" y en muchos congresistas,
quienes, en su mayoría, un día después lo eligieron como tal.

Proclamación de Agustín I y coronación solemne

La noche del 18 de mayo de 1822, Agustín de Iturbide fue proclamado emperador


por una facción del ejército al que se había incorporado el regimiento de Celaya. De
éste provenía un sargento, Pío Marcha, quien según Lucas Alamán hizo tomar las
armas a la tropa declarando el nombre de Agustín I en medio del estruendo de las
salvas de artillería de todos los cuarteles, de la movilización de la gente de los
barrios, y de los repiques de las campanas de catedral. Pasaron primero por su
casa conocida como el palacio de Moncada, asunto del que muestro una bella
imagen que desde ese tiempo intentó recrear la escena como una prueba de
legitimidad del hecho— a gritarle vivas, y concluyeron en la noche en el teatro,
donde se interrumpió la función para que su ayudante, el coronel Rivero,
comunicará la proclamación en medio del aplauso de los concurrentes.
A la mañana siguiente, reunidos desde muy temprano, los diputados invitaron a
Iturbide, quien se presentó en la sesión a las diez de la mañana junto con sus fieles,
que entraron gritando vivas al emperador y mueras a los traidores. Al fin de un
acalorado debate, 67 diputados contra 15 lo eligieron emperador constitucional. Dos
días después el 21 de mayo Iturbide, aludiendo a que por nombramiento del
Congreso era emperador de "Méjico", juró ante ellos invocando a Dios y los santos
evangelios que defendería la religión católica;

Un supuesto festejo del "inmenso pueblo"

Muchas villas, pueblos y ciudades a través de sus jefes políticos comenzaron a


mandar al monarca sus felicitaciones por su "exaltación al trono". Mientras tanto, la
relación de éste con los diputados empezó a ser tirante. Para el mes de agosto,
varios de ellos fueron encarcelados porque los consideraban parte de una
conspiración, querella que culminó el 31 de octubre de 1822 con la disolución del
Congreso. Semanas después, las noticias eran que la revolución contra el imperio
se alzaba en varias regiones, pero sobre todo en Veracruz, enredada con el
desembarco del brigadier español Francisco Lemaur —quien permanecía
pertrechado en el castillo de San Juan de Ulúa— en las costas de ese puerto el 1o.
de noviembre al mando de 300 hombres. Esto llevó además al gobierno a una
declaración de guerra contra España.

Pocos días después de que se anunció la victoria del capitán José Antonio
Echévarri y del brigadier Antonio López de Santa Anna contra la acción de Lemaur,
las noticias decían que Santa Anna se había insubordinado y que estaba de
acuerdo con los españoles por sentirse resentido contra Iturbide. A pesar de que el
nacimiento de su octavo hijo estaba próximo, don Agustín decidió ir a Jalapa a
remover personalmente al brigadier, al que se le comunicó que sus servicios eran
necesarios en la ciudad de México. Cuenta Alamán que el recibimiento de los
veracruzanos fue tan frío que el mismo emperador comentó que sentía que España
empezaba en Jalapa. Antonio López alegó no tener dinero para el viaje a lo que
Iturbide le ofreció 500 pesos de su bolsa.

Mientras éste emprendía el regreso a la capital el 1o. de diciembre, Santa Anna


anunciaba desde Jalapa, el mismo día, que se separaba del emperador. Se trasladó
al día siguiente a Veracruz, donde al frente de 400 hombres recorrió las Calles
proclamando la República, en medio de vivas y repiques de campanas.

Por cerca de dos meses el Ejército Imperial combatió a la facción rebelde dirigida
por Santa Anna. El camino de la contienda se vislumbraba favorable para el Imperio
que confiaba salir victorioso de aquel pronunciamiento al contar con un mayor
número de fuerzas y recursos, mientras que los rebeldes habían quedado reducidos
a unos cuantos grupos guerrilleros cuyas acciones se encaminaban a interceptar la
línea de suministros y correspondencia de las fuerzas iturbidistas, sólo en unas
contadas acciones las fuerzas rebeldes habían causado graves daños, sin embargo
los suministros enviados por Agustín de Iturbide llegaban puntualmente alimentando
la lucha para sostener el Imperio.

La guerra terminó por concentrarse en la plaza de Veracruz, quedando sitiados los


principales líderes del movimiento proto-republicano: Santa Anna y Guadalupe
Victoria, este último había sido designado a finales de enero como líder del
levantamiento con la finalidad de negociar con las fuerzas de Iturbide las cuales
eran dirigidas por el general José Antonio Echávarri, quien había sido compañero de
Santa Anna. Juntos habían organizado un ataque para poder tomar la fortaleza de
San Juan de Ulúa, mismo que fracasó, lo que ocasionó la discrepancia entre ambos
brigadieres.

La rivalidad entre los dos generales era conocida por Agustín de Iturbide, razón por
la cual había designado a Echávarri para combatir a su antiguo excompañero. Sin
embargo, cuando Guadalupe Victoria asumió, por petición de Santa Anna, el mando
de las tropas rebeldes, se abrió la posibilidad de entablar un canal de comunicación
entre ambas facciones.

A partir de la documentación que se resguarda en el fondo documental Iglesias


Calderón, se sabe que Guadalupe Victoria de inmediato buscó comunicarse con
Echávarri, quien en un principio rechazó cualquier diálogo con el “faccioso”. No
obstante, entre ambas personas se entabló una discreta comunicación por escrito.

La reunión entre ambas facciones se concretó el 1 de febrero de 1823 en el


depósito de pólvora conocido como Casa Mata, en donde se confabularía el Plan
que fue firmado con el homónimo del lugar, el contenido del documento deja ver que
la opinión se centró en reconocer el principio de la soberanía nacional, la cual reside
en el pueblo representado a través del Congreso.

Plan de Casa Mata en algunos puntos puede ser considerado el antagonismo de


los Tratados de Córdoba mismos que permitieron a Agustín de Iturbide poder
acceder al trono del Imperio Mexicano, ya que sostenía que la soberanía residía
esencialmente en la Nación y a pesar de reconocer la personalidad del emperador
como representación nacional quedaba subyugado a las deliberaciones del
Soberano Congreso.
Asimismo, el Ejército Imperial sólo se comprometía a respetar la integridad del
Emperador sin embargo los cuerpos que componían dicho ejército solamente
debían juramento a sostener a toda costa la representación nacional misma que
recaía en la representación nacional del Congreso.

Como consecuencia de este pronunciamiento el Imperio Mexicano perdió su brazo


de acción, único sostén que mantenía al emperador Agustín de Iturbide quien
carecía de todo título de legitimación, necesario para sostener una monarquía y un
Rey.

Una vez que Agustín I, abdicó, el Congreso formó un gobierno provisional integrado
por Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete. El Congreso
había optado ya por el sistema federal y había expedido el Acta Constitutiva de la
Federación. Cuando todo parecía estar en paz, afloró en Oaxaca un movimiento
antiespañol y para reprimirlo, Guadalupe Victoria fue enviado a pacificar la región.

Entretanto, el Congreso inició los trabajos electorales para nombrar al primer


presidente de la república. Los candidatos eran quienes en ese momento ejercían
provisionalmente el poder ejecutivo y se decidió por Victoria.

Según la ley electoral de ese momento, el Congreso de cada Estado nombró a dos
personas para participar en la elección y los mayores sufragios los obtuvo
Guadalupe Victoria, seguido de Nicolás Bravo, quienes fueron nombrados
presidente y vicepresidente, respectivamente. En el decreto expedido el 2 de
octubre de 1824 por el Congreso, se lee: “El soberano congreso general
constituyente de los Estados-Unidos Mexicanos, habiendo calificado las elecciones
de presidente y vicepresidente de los mismos Estados, hechas por las legislaturas
de Chihuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, México, Michoacán, Nuevo León,
Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y
Zacatecas… decreta… Es presidente constitucional de los Estados-Unidos
Mexicanos, el ciudadano general de división Guadalupe Victoria, por haber obtenido
él solo la mayoría absoluta de los votos de las legislaturas, y calificándola el
congreso general con arreglo a la ley…Es vicepresidente constitucional de dichos
Estados-Unidos, el ciudadano general Nicolás Bravo, por haber obtenido la mayoría
absoluta de los votos del congreso general por Estados”.

Como presidente, Victoria fue el encargado de reconstruir la devastada economía,


resultado de la larga guerra de Independencia, creó la marina mercante del país,
con la que abrió rutas comerciales con los puertos de los países americanos que
habían reconocido la independencia nacional y con los que se establecieron
relaciones diplomáticas.

Guadalupe Victoria es un héroe nacional, Benemérito de la Patria, fundador y


forjador de la República Mexicana y es precisamente el legado de Guadalupe
Victoria lo que guía la actuación acertada que nos ha permitido tener la valentía e
inteligencia de superación de los problemas a través de un proceso democratizador
y de participación conjunta en el quehacer político, que redunda en importantes
logros en el bienestar de todos los mexicanos.

En su toma de protesta el presidente Guadalupe Victoria, expresa ante el Congreso:


“Estoy consciente de que la nave del Estado ha de surcar un mar tempestuoso y
difícil; que la vigilancia y las fuerzas del piloto no alcanzan a contener el ímpetu de
los vientos; que existen averías en el casco y el norte es desconocido... mi limitación
e inexperiencia habrán de producir errores y desaciertos que nunca, nunca serán
efecto de la voluntad. Yo imploro, pues, vuestra indulgencia… Estos son, Señor, los
votos de mi corazón: estos mis principios. ¡Perezca mil veces si mis promesas
fueren desmentidas, ó burlada la esperanza de la Patria!”

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