El Señor Presidente
El Señor Presidente
El Señor Presidente
Biografía
El escritor nació en Ciudad de Guatemala, en el seno de una familia con ciertos beneficios en la
dictadura guatemalteca de Estrada Cabrera, por la profesión de su padre, como agente del estado, pero
en cierto momento el padre del escritor, al cumplir su deber como juez, descontenta al dictador y por
esto pierde su trabajo y se tienen que mudar a la casa de los abuelos del escritor en Salamá, donde por
primera vez tiene contacto con los indígenas de Guatemala, debido a que su niñera era una indígena.
Cuando el escritor cumple los nueve años vuelve a la capital. Donde termina su bachillerato en el
Instituto Nacional Central para Varones. Entra a la Universidad Nacional donde participa en un
movimiento para derrocar al el dictador Estrada.
Se ve la importancia de la naturaleza, los dioses y los sonidos en su poesía, pues, estilísticamente
Asturias incorpora sentidos sensuales y referencias a la naturaleza para apoyar sus temas. En su
poesía, no se puede separar lo poético de la naturaleza, la utiliza para expresarse. Cualquier palabra es
una metáfora, y su poesía es más cruda que estilística. Como se ve en su lectura para el Premio Nobel
en 1967, estilísticamente Asturias usa frases cortas pero muy profundas. A veces, sus frases
solamente tienen una o dos palabras, pero él tiene el gran talento de expresarse e invocar muchos
sentimientos con pocas palabras. Las frases cortas, las referencias a la naturaleza y los dioses, y la
sensualidad se combinan con el tema de la lucha de la gente indígena contra la comercialización de
los maiceros en la obra principal de Asturias, Hombres de maíz.
Movimiento Literario
Boom Latinoamericano
Influencia
Sus influencias autobiográficas como el tiempo que vivió bajo la dictadura militar de Carlos Castillo
de Armas y posteriormente su exilio. También tiene influencia la cultura de américa precolombina.
Campo temático:Denuncia, Política, Abuso de Poder, Cultura Latinoamericana, Pueblos indígenas,
Injusticia Social.
Estilo: Uso de recursos estilísticos, principalmente Metáforas. Simbología comprendida
principalmente con toques de Naturaleza.
Tono: Denuncia
Señor Presidente :
Dividida en tres partes, la primera se desarrolla temporalmente los días 21, 22 y 23 de abril y
comprende once capítulos, relativamente breves, que preparan la trama de la novela: la muerte del
Coronel José Parrales Sonriente alias “el hombre de la mulita”, la intervención de Cara de Angel en la
fuga del general Canales, y en la desaparición y el matrimonio “in articulo mortis” de Camila. La
segunda parte comprende los días 24, 25, 26 y 27 de abril, con dieciséis capítulos en los que se pinta
el terror del pueblo al solo nombre del Señor Presidente. La tercera parte, cronológicamente
comprende “semanas, meses, años…”, en un total de catorce capítulos más un epílogo.
Descripción de El señor presidente
De acuerdo a la Crítica, El señor presidente es un retrato de las dictaduras vividas en el país
natal del escritor, así también como una de las novelas más icónicas del Realismo Mágico,
género en que se considera a Miguel Ángel Asturias como uno de los más destacados
representantes. Así mismo, algunos especialistas en la obra de este autor han mencionado que
El señor presidente está basada también en un cuento que había escrito con anterioridad, a fin
de denunciar las terribles injusticias y olvido al que fue sometido su pueblo natal, luego de
ser azotado y destruido por un terremoto.
Igualmente, algunas fuentes señalan a la figura del dictador guatemalteco Manuel Estrada
Cabrera como la inspiración del presidente que Asturias retrata en sus líneas, aun cuando este
personaje aparece pocas veces, siendo más bien presente su obra y sus devastadoras
consecuencias, pues como han indicado los críticos Asturias trata sobre todo al tejer su
historia exponer las terribles acciones de un Dictador y cómo estas pueden afectar a los
ciudadanos, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Es importante destacar también la gran influencia que tuvo esta obra en los escritores jóvenes
y contemporáneos a Asturias, convirtiéndose también en un verdadero fenómeno en ventas,
después de su salida al mercado editorial, siendo desde entonces traducida a varios idiomas,
reeditada numerosas veces por varias editoriales a nivel mundial, y llevada también al Cine y
al Teatro, género éste en donde también se ha convertido en un verdadero clásico de algunas
Compañías icónicas de Latinoamérica, como el montaje que hace de esta obra, la agrupación
venezolana Rajatabla, compañía que la ha llevado alrededor del mundo, a varios Festivales
Internacionales de Teatro.
Resumen de El señor presidente
Esta novela, de Miguel Ángel Asturias cuenta con tres partes, en las cuales se desarrolla la
historia que sirve de excusa para colocar en escena los terribles excesos que puede traer
consigo una cruenta dictadura, así como la falta de Libertad. A continuación, resulta
pertinente entonces, hacer un breve resumen de cada una de sus partes:
Primera parte
Asturias comienza su novela, situando a un grupo de mendigos reunidos en “El portal del
señor”, en donde acostumbran a pasar la noche. Así mismo resalta el personaje de un
mendigo llamado Pelele, quien se queja de que el fantasma de su madre lo persigue. Ante sus
incomodidades, el coronoel José Perrales Sonriente, uno de los hombres duros del presidente,
no hace más que burlarse, situación que desata la ira de Pelele, quien termina asesinando al
militar, huyendo después en una especie de euforia.
Sin embargo, esta situación da pie para que el Presidente aproveche las circunstancias para
implicar a Eusebio Canales, militar retirado quien en algún momento integró su grupo de
hombres, así como al abogado Abel Carvajal. De esta manera, los militares a servicio del
Presidente comienzan a torturar a los mendigos, testigos del crimen, a fin de que acusen a los
hombres que quieren involucrar. De hecho llegan a matar a uno de los que señala a Pelele
como el culpable.
Así también, el Presidente envía a Miguel Cara de Ángel para que trame un plan que
provoque que el general Canales huya, lo cual terminaría de configurarlo como el culpable
perfecto. De esta manera, Cara de Ángel llega hasta un bar, en donde apropósito le dice a
Lucio Vásquez, cercano a Canales, que quiere secuestrar a Camila, hija de este militar. Unos
momentos después, Vázquez y Genaro Rodas, después de compartir en el bar, salen a la calle.
Al hacerlo, se topan con Pelele, Vásquez sin más le dispara. El crimen es presenciado por un
titiritero. Rodas queda impresionado, así que le cuenta a su esposa el hecho, anunciándole
también que la policía arrestará al día siguiente a Canales. Por otro lado, Canales decide huir
del país, justo a tiempo antes de que la policía allane su casa. No obstante, Cara de Ángel
logra tener a Camila, llevándola a una taberna.
Segunda parte
Tratando de hacer bien, la esposa de Rodas, Fedina se apresura en ir a la casa de Canales,
para advertirle del plan. Llega tarde, y para su mala suerte se topa frente a frente con un
asesor del Sr. Presidente, quien la arresta, acusándola de ser cómplice de Canales. Es una de
las escenas más fuertes de la novela, pues se describe a precisión cómo la mujer es torturada
para que indique el paradero de Canales, el cual por su puesto desconoce. Los militares,
entonces, le quitan a su bebé, y mientras tanto colocan cal en sus pechos, luego le dan a su
hijo, quien rechaza el sabor del seno de su madre, única fuente de alimento, lo que termina
matándolo de hambre.
Así mismo, Cara de Ángel comienza a buscar un hogar para Camila, encontrando que ni
siquiera su propia familia quiere recibirla, pues todos consideran que por ser la hija de un
enemigo de El señor presidente, pues podría traerle problemas. Extrañamente, este hombre
parece estar dividido, pues por una parte trata de defender a esta muchacha, y por otro lado a
veces quiere aprovecharse de ella también.
Cerca del final de esta parte de la historia, Camila enferma gravemente, situación que hace
que Cara de Ángel acuda rápidamente en su ayuda. Por otro lado, Fedina, quien ha sido
torturada, ha sufrido la muerte de su hijo, ahora es liberada y vendida a un prostíbulo por
parte del hombre del Presidente, que la arrestó. No obstante, logra salvarse de esa suerte,
siendo enviada a un hospital cuando las personas descubren que sostiene en los brazos a su
bebé muerto, sin querer soltarlo. Así mismo, se narra cómo el general Canales logra pasar las
fronteras del país, para escaparse.
Tercera parte
El final de esta historia, cuenta el encuentro de un sacristán y el abogado Carvajal, quienes
han sido recluidos en la misma celda. En paralelo se ve cómo la esposa de este abogado trata
de hablar con todas las personas influyentes que conoce para poder ayudar a su esposo. Sin
embargo, Carvajal –sin que su esposa consiga ayudarlo- y sin poder defenderse, es
condenado a la pena máxima: será ejecutado.
Por otro lado, Cara de Ángel recibe la revelación de que la única forma de salvar a Camila es
casándose con ella, si verdaderamente la ama. De esta forma, contraen matrimonio, logrando
recuperarse de la enfermedad que parecía llevársela. En cuanto a su padre, se narra también
cómo muere de forma repentina, mientras dedicaba sus fuerzas desde el exilio para organizar
una revolución subversiva que acabe con el régimen del señor presidente. Según lo que
plantea la historia, la muerte le es provocada cuando le informan mentirosamente que el
padrino de la boda de su hija, es su principal enemigo: el Señor Presidente.
Los recién casados, sin sospechar nada, celebran que Cara de Ángel ha sido enviado a una
misión diplomática. Creyendo que parten a la felicidad, se disponen a irse. En el aeropuerto,
Cara de Ángel es apresado por los hombres del presidente. Camila parte sola y embarazada.
Termina viviendo en el campo con su hijo Miguel. Cara de Ángel es desaparecido, y llevado
a una celda, en donde muere de tristeza cuando le cuentan mentirosamente que su esposa se
ha convertido en la querida del Presidente, noticia que lo condena a muerte.
Epílogo
Finalmente, la obra cuenta con un capítulo, en donde se muestra cómo la dictadura del Sr.
Presidente va afectando a personas distintas cada vez. La novela termina entonces con la voz
de una mujer, recitando el rosario, y la respuesta de Kyrie Eleison, quien concluye pidiendo
para que el “Señor tenga Piedad”, en un juego de palabras, que apuntan simultáneamente a
Dios y al Señor Presidente, que parece el dueño de las vidas que constantemente destruye.
Sin embargo, hay quienes ven en ese final un canto a la esperanza.
El señor Presidente
Argumento:
Es una denuncia del poder deformante de la dictadura, manifestada, a su vez, en la violencia
y en el desarraigo de todo valor moral. Presenta también como la expresión de un mundo que
parece Pútrido, irrespirable, que resalta una sucesión de actos indignos, vejaciones, hipocresía
y bajas formas de prostitución moral, donde las notas predominantes son el terror, la
violencia y la extrema inseguridad de la vida humana.
La oscuridad: La oscuridad juega un papel muy importante produce inseguridad e
incertidumbre y si estamos a la expectativa de algún peligro, el miedo se convierte en terror.
Luz y la sombra:
los siguientes símbolos ayudan a ambientar la obra en su aspecto infernal completo, el
presidente vestido de negro,zapatos negros etc y camila siendo el ángel en la tierra de blanco,
por último cara de ángel qué es descrito como alguien vestido de gris como un híbrido entre
el bien y el mal
Personajes secundarios:
Algunos de estos son figuras trágicas, otros dan un alivio cómico a la obra.
El secretario del Presidente oía al doctor Barreño. —Yo le diré, señor secretario, que tengo
diez años de ir diariamente a un cuartel como cirujano militar. Yo le diré que he sido víctima
de un atropello incalificable, que he sido arrestado, arresto que se debió a..., yo le diré, lo
siguiente: en el Hospital Militar se presentó una enfermedad extraña; día a día morían diez y
doce individuos por la mañana, diez y doce individuos por la tarde, diez y doce individuos
por la noche. Yo le diré que el Jefe de Sanidad Militar me comisionó para que en compañía
de otros colegas pasáramos a estudiar el caso e informáramos a qué se debía la muerte de
individuos que la víspera entraban al hospital buenos o casi buenos. Yo le diré que después de
cinco autopsias logré establecer que esos infelices morían de una perforación en el estómago
del tamaño de un real, producida por un agente extraño que yo desconocía y que resultó ser el
sulfato de soda que les daban de purgante, sulfato de soda comprado en las fábricas de agua
gaseosa y de mala calidad, por consiguiente. Yo le diré que mis colegas médicos no opinaron
como yo y que, sin duda por eso, no fueron arrestados; para ellos se trataba de una
enfermedad nueva que había que estudiar. Yo le diré que han muerto ciento cuarenta soldados
y que aún quedan dos barriles de sulfato. Yo le diré que por robarse algunos pesos, el Jefe de
Sanidad Militar sacrificó ciento cuarenta hombres, y los que seguirán... Yo le diré...
—¡Doctor Luis Barreño! —gritó a la puerta de la secretaría un ayudante presidencial. —... yo
le diré, señor secretario, lo que él me diga. El secretario acompañó al doctor Barreño unos
pasos. A fuer de humanitaria interesaba la jerigonza de su crónica escalonada, monótona,
gris, de acuerdo con su cabeza canosa y su cara de bistec seco de hombre de ciencia. El
Presidente de la República le recibió en pie, la cabeza levantada, un brazo suelto
naturalmente y el otro a la espalda, y, sin darle tiempo a que lo saludara, le cantó: —Yo le
diré, don Luis, ¡y eso sí!, que no estoy dispuesto a que por chismes de mediquetes se
menoscabe el crédito de mi gobierno en lo más mínimo. ¡Deberían saberlo mis enemigos para
no descuidarse, porque a la primera, les boto la cabeza! ¡Retírese! ¡Salga!..., y ¡llame a ese
animal! De espaldas a la puerta, el sombrero en la mano y una arruga trágica en la frente,
pálido como el día en que lo han de enterrar, salió el doctor Barreño. —¡Perdido, señor
secretario, estoy perdido!... Todo lo que oí fue: «¡Retírese, salga, llame a ese animal!...»
—¡Yo soy ese animal! De una mesa esquinada se levantó un escribiente, dijo así, y pasó a la
sala presidencial por la puerta que acababa de cerrar el doctor Barreño. —¡Creía que me
pegaba!... ¡Viera visto..., viera visto! —hilvanó el médico enjugándose el sudor que le corría
por la cara—. ¡Viera visto! Pero le estoy quitando su tiempo, señor secretario, y usted está
muy ocupado. Me voy, ¿oye? Y muchas gracias... —Adiós, doctorcito. De nada. Que le vaya
bien. El secretario concluía el despacho que el Señor Presidente firmaría dentro de unos
momentos. La ciudad apuraba la naranjada del crepúsculo vestida de lindos celajes de
tarlatana con estrellas en la cabeza como ángel de loa. De los campanarios luminosos caía en
las calles el salvavidas del Ave María. Barreño entró en su casa que pedazos se hacía. ¡Quién
quita una puñalada trapera! Cerró la puerta mirando a los tejados, por donde tina mano
criminal podía bajar a estrangularlo, y se refugió en su cuarto detrás de un ropero. Los
levitones pendían solemnes, como ahorcados que se conservan en naftalina, y bajo su signo
de muerte recordó Barreño el asesinato de su padre, acaecido de noche en un camino, solo,
hace muchos años. Su familia tuvo que conformarse con una investigación judicial sin
resultado; la farsa coronaba la infamia, y una carta anónima que decía más o menos:
«Veníamos con mi cuñado por el camino que va de Vuelta Grande a La Canoa a eso de las
once de la noche, cuando a lo lejos sonó una detonación; otra, otra, otra..., pudimos contar
hasta cinco. Nos refugiamos en un bosquecito cercano. Oímos que a nuestro encuentro venían
caballerías a galope tendido. Jinetes y caballos pasaron casi rozándonos, y continuamos la
marcha al cabo de un rato, cuando todo quedó en silencio. Pero nuestras bestias no tardaron
en armarse. Mientras reculaban resoplando, nos apeamos pistola en mano a ver qué había de
por medio y encontramos tendido el cadáver de un hombre boca abajo y a unos pasos una
mula herida que mi cuñado despeñó. Sin vacilar regresamos a dar parte a Vuelta Grande. En
la Comandancia encontramos al coronel José Parrales Sonriente, el hombre de la mulita,
acompañado de un grupo de amigos, sentados alrededor de una mesa llena de copas. Le
llamamos aparte y en voz baja le contamos lo que habíamos visto. Primero lo de los tiros,
luego... En oyéndonos se encogió de hombros, torció los ojos hacia la llama de la candela
manchada de rojo y repuso pausadamente: «¡Váyanse derechito a su casa, yo sé lo que les
digo, y no vuelvan a hablar de esto!...» —¡Luis!... ¡Luis!... Del ropero se descolgó un levitón
como ave de rapiña. —¡Luis! Barreño saltó y se puso a hojear un libro a dos pasos de su
biblioteca. ¡El susto que se habría llevado su mujer si lo encuentra en el ropero!... —¡Ya ni
gracia tienes! ¡Te vas a matar estudiando o te vas a volver loco! ¡Acuérdate que siempre te lo
digo! No quieres entender que para ser algo en esta vida se necesita más labia que saber.
¿Qué ganas con estudiar? ¿Qué ganas con estudiar? ¡Nada! ¡Dijera yo un par de calcetines,
pero qué...! ¡No faltaba más! ¡No faltaba más!... La luz y la voz de su esposa le devolvieren la
tranquilidad. —¡No faltaba más! Estudiar..., estudiar... ¿Para qué? Para que después de
muerto te digan que eras sabio, como se lo dicen a todo el mundo... ¡Bah!... Que estudien los
empíricos; tú no tienes necesidad, que para eso sirve el título, para saber sin estudiar... ¡Y... no
me hagas caras! En lugar de biblioteca deberías tener clientela. Si por cada librote inútil de
ésos tuvieras un enfermo, estaríamos mejor de salud nosotros aquí en la casa. Yo, por mí,
quisiera ver tu clínica llena, oír sonar el teléfono a todas horas, verte en consultas... En fin,
que llegaras a ser algo... —Tú le llamas ser algo a... —Pues entonces... algo efectivo... Y para
eso no me digas que se necesita botar las pestañas sobre los libros, como tú lo haces. Ya
quisieran saber los otros médicos la mitad de lo que tú sabes. Basta con hacerse de buenas
cuñas y de nombre. El médico del Señor Presidente por aquí... El médico del Señor
Presidente por allá... Y eso sí, ya ves; eso sí ya es ser algo... —Puesss... —y Barreño detuvo
el pues entre los labios salvando una pequeña fuga de memoria—... esss, hija, pierde las
esperanzas; te caerías de espaldas si te contara que vengo de ver al Presidente. Sí, de ver al
Presidente. —¡Ah, caramba!, ¿y qué te dijo, cómo te recibió? —Mal. Botar la cabeza fue todo
lo que le oí decir. Tuve miedo y lo peor es que no encontraba la puerta para salir. —¿Un
regaño? ¡Bueno, no es al primero ni al último que regaña; a otros les pega! —y tras una
prolongada pausa, agregó—: A ti lo que siempre te ha perdido es el miedo... —Pero, mujer,
dame uno que sea valiente con una fiera. —No, hombre, si no me refiero a eso; hablo de la
cirugía, ya que t lo puedes llegar a ser médico del Presidente. Para eso lo que urge es que
pierdas el miedo. Pero para ser cirujano lo que se necesita es valor. Créemelo. Valor y
decisión para meter el cuchillo. Una costurera que no echa a perder tela no llegará a cortar
bien un vestido nunca. Y un vestido, bueno, un vestido vale algo. Los médicos, en cambio,
pueden ensayar en el hospital con los indios. Y lo del Presidente, no hagas caso. ¡Ven a
comer! El hombre debe estar para que lo chamarreen con ese asesinato horrible del Portal del
Señor. —¡Mira, calla!, no suceda aquí lo que no ha sucedido nunca; que yo te dé una
bofetada. ¡No es un asesinato ni nada de horrible tiene el que hayan acabado con ese verdugo
odioso, el que le quitó la vida a mi padre, en un camino solo, a un anciano solo...! —¡Según
un anónimo! Pero, no pareces hombre; ¿quién se lleva de anónimos? —Si yo me llevara de
anónimos... —No pareces hombre... —Pero ¡déjame hablar! Si yo me llevara de anónimos,
no estarías aquí en mi casa — Barreño se registraba los bolsillos con la mano febril y el gesto
en suspenso—; no estarías aquí en mi casa. Toma: lee... Pálida, sin más rojo que el químico
bermellón de los labios, tomó ella el papel que le tendía su marido yen un segundo le pasó los
ojos: Doctor: aganos el fabor de consolar a su mujer, ahora que el hombre de la mulita pasó a
mejor bida. Consejo de unos amigos y amigas que le quieren. Con una carcajada dolorosa,
astillas de risa que llenaban las probetas y retortas del pequeño laboratorio de Barreño, como
un veneno a estudiar, ella devolvió el papel a su marido. Una sirvienta acababa de decir a la
puerta: —¡Ya está servida la comida! En Palacio, el Presidente firmaba el despacho asistido
por el viejecito que entró al salir el doctor Barreño y oír que llamaban a ese animal. Ese
animal era un hombre pobremente vestido, con la piel rosada como ratón tierno, el cabello de
oro de mala calidad, y los ojos azules y turbios perdidos en anteojos color de yema de huevo.
El Presidente puso la última firma y el viejecito, por secar de prisa, derramó el tintero sobre
el pliego firmado. —¡ANIMAL! —¡Se...ñor! —¡ANIMAL! Un timbrazo..., otro..., otro...
Pasos y un ayudante en la puerta. —¡General, que le den doscientos palos a éste, ya ya!
—rugió el Presidente; y pasó en seguida a la Casa Presidencial. La comida estaba puesta. A
ese animal se le llenaron los ojos de lágrimas. No habló porque no pudo y porque sabía que
era inútil implorar perdón: el Señor Presidente estaba como endemoniado con el asesinato de
Parrales Sonriente. A sus ojos nublados asomaron a implorar por él su mujer y sus hijos: una
vieja trabajada y una media docena de chicuelos flacos. Con la mano hecha un garabato se
buscaba la bolsa de la chaqueta para sacar el pañuelo y llorar amargamente —¡y no poder
gritar para aliviarse!—, pensando, no como el resto de los mortales, que aquel M i g u e l Á n
g e l A s t u r i a s E l s e ñ o r p r e s i d e n t e 21 castigo era inicuo; por el contrario, que
bueno estaba que le pegaran para enseñarle a no ser torpe —¡y no poder gritar para
aliviarse!—, para enseñarle a hacer bien las cosas, y no derramar la tinta sobre las notas —¡y
no poder gritar para aliviarse!... Entre los labios cerrados le salían los dientes en forma de
peineta, contribuyendo con sus carrillos fláccidos y su angustia a darle aspecto de condenado
a muerte. El sudor de la espalda le pegaba la camisa, acongojándole de un modo extraño.
¡Nunca había sudado tanto!... ¡Y no poder gritar para aliviarse! Y la basca del miedo le, le, le
hacía tiritar... El ayudante le sacó del brazo como dundo, embutido en una torpeza macabra:
los ojos fijos, los oídos con una terrible sensación de vacío, la piel pesada, pesadísima,
doblándose por los riñones, flojo, cada vez más flojo... Minutos después, en el comedor:
—¿Da su permiso, señor Presidente? —Pase, general. —Señor, vengo a darle parte de ese
animal que no aguantó los doscientos palos. La sirvienta que sostenía el plato del que tomaba
el Presidente, en ese momento, una papa frita, se puso a temblar... —Y usted, ¿por qué
tiembla? —le increpó el amo. Y volviéndose al general que, cuadrado, con el quepis en la
mano, esperaba sin pestañear—: ¡Está bien, retírese! Sin dejar el plato, la sirvienta corrió a
alcanzar al ayudante y le preguntó por qué no había aguantado los doscientos palos.
—¿Cómo por qué? ¡Porque se murió! Y siempre con el plato, volvió al comedor. —¡Señor
—dijo casi llorando al Presidente, que comía tranquilo—, dice que no aguantó porque se
murió! —¿Y qué? ¡Traiga lo que sigue!
Capítulo 5: Ese Animal!
Argumento Personaje Tema Tono Estilo
- Camila, aun enferma en cama, es visitada por - Cara de Angel - El pecado - Religioso - Lenguaje
un cura para que ella se confiese. - El Cura - La religión - Descriptivo coloquial
- Cara de Ángel está escuchando junto a la - Camila - La hipocresía - Psicológico - Descripción
Masacuata y las vecinas. - La Masacuata de la religión - De estrés detallada.
- Cuando se va el cura, Cara de Angel va a - Las vecinas - El vicio - Angustioso - Uso de recursos y
buscar al Mayor Farfán para advertirle de que lo - El Mayor Farfán - La indiferencia - Pensativo simbolismos
están buscando. - La madre de ante la petición religiosos
- Tras escuchar que el Mayor Farfán no está en Ismael Mijo del pueblo - Uso de repetición
la cárcel, va a buscarlo a su casa, y después a un - El oficial - El miedo -técnicas
burdel. - La Marrana - El motivo surrealistas, tintes
- Finalmente, Cara de Ángel le cuenta a el oculto apocalípticos
Mayor Farfán y le dice que intente ganarse la - La muerte
confianza del Señor Presidente - La recompensa
divina
- El sufrimiento
por amor al
prójimo
- La fe
- La esperanza
divina
- La purga
- La limpieza
espiritual
-la
insensibilidad
ante el dolor
humano
-El capítulo empieza con una -El estudiante -religión -esperpéntico -uso de anáfora
conversación en un lugar -el sacristán -juventud -trágico -metáforas
oscuro y tenebroso donde no -Licenciado -revolución -religioso -greguerías
hay contacto con el mundo Carvajal -desesperanza -nostálgico -uso de figuras
exterior (una prisión) entre (Primera voz, -ateísmo -de pavor literarias
tres voces desconocidas que segunda voz, -confusión -de desesperación -lenguaje
más tarde se reconocen como tercera voz, -desorientación -deshumanizante coloquial
El estudiante, el sacristán y cuarta voz) -pérdida de la -oscuro -elemento
Abel Carvajal y más tarde se -Auditor de noción del tiempo -tenebroso simbólico: el no
une una cuarta voz cuyo guerra (es -miedo -desesperante callar
nombre se desconoce. mencionado -la represión -poético
- Al principio se puede -añoranza del - de protesta
deducir que han capturados pasado
ya que hay bastante -abuso de poder
confusión y todos han -secuestro
perdido la noción del tiempo -claustrofobia
(¿que dia es? ¿que hora es?) -privación de
-A lo largo del capítulo la libertad
tercera voz que se dice es -engaño
Carvajal, repite -poder político
constantemente que tiene -demencia
miedo y que todos sigan -encarcelamiento
hablando y nadie calle. -la paranoia
-Todo cuentan los motivos de
su captura y cómo fueron
secuestrados por gente
relacionada al señor
presidente. El único que calla
es el estudiante y solo recita
un poema.
-hay discusiones entre el
estudiante y el sacristán
porque este repite que hay
que rezar (religión) y el
estudiante que no hay que
hacerlo y más bien romper la
puerta e iniciar una
revolución, que hay que
hablar de libertad.
-Cara de Ángel es llamado a la casa -Miguel cara de La preocupación -De Preocupación -Uso de
presidencial y tiene un conflicto interno sobre Angel El alcoholismo - Exaltado metáfora
si quedarse con Camila o dejarla sola. -El Subsecretario La burla De burla -Lenguaje
- Se dirige a la casa presidencial y en el de Guerra El espionaje De amenaza coloquial
trayecto se pregunta nerviosamente la razón del - El Presidente El Miedo De remordimiento -Elementos
señor presidente de llamarlo. -Camila La ira De indecisión Esperpénticos
- El presidente lo recibe en estado de ebriedad Desmitificación -grotesco -Adjetivación
y se ríe haciendo referencia a los motivos del del presidente -denigrante -Uso de
casamiento de Miguel -Ridiculización Aliteración
- El señor presidente se lamenta sobre haber del presidente
perdido a Parrales Sonriente y vomita encima -Omnipresencia
de Miguel. del presidente
-El subsecretario de Guerra le dice que el -Hipocresía
presidente ordenó publicar la noticia sobre su Odio/ aversion
boda y le cuenta sobre el descontento del señor propia
presidente Matrimonio
-El subsecretario le advierte que debe mudarse La ironía
y le ofrece su carruaje