Ensayo
Ensayo
Ensayo
Al niño lo llamaron Jesús, y llegó a ser el hombre más sabio que haya vivido en la
Tierra. También fue el mejor maestro, pues explicaba las cosas difíciles de modo
que fuera fácil entenderlas.
Jesús enseñaba a las personas en todo lugar: a la orilla del mar y en las barcas,
en las casas y cuando andaba por los caminos. Como entonces no se conocían
los automóviles ni los trenes ni los autobuses, Jesús viajaba a pie de un lugar a
otro enseñando a la gente.
Podemos aprender muchas cosas de otras personas, pero las cosas más
importantes las aprendemos de Jesús, el Gran Maestro. Cuando leemos sus
palabras en la Biblia, es como si él nos hablara directamente.
¿Por qué era Jesús tan buen maestro? Una de las razones es que él también tuvo
alguien que le enseñara. Además, Jesús sabía que era muy importante escuchar.
Pero ¿a quién escuchaba? ¿Quién le enseñó?... Fue su Padre, y el Padre de
Jesús es Dios.
Antes de venir a la Tierra, Jesús vivía en el cielo con Dios. Por eso fue tan
diferente a los demás hombres, porque fue el único que vivió en el cielo antes de
nacer en la Tierra. En el cielo, Jesús había sido un buen hijo que escuchaba a su
Padre. Por lo tanto, pudo enseñar a los seres humanos lo que había aprendido de
Dios. Si tú escuchas a tus padres, estarás imitando el ejemplo de Jesús.
Jesús era un gran maestro por otra razón: porque amaba a las personas y quería
ayudarlas a aprender de Dios. Jesús amaba no solo a los adultos, sino también a
los niños. Estos disfrutaban de estar con él porque hablaba con ellos y los
escuchaba.
Cierto día, algunos padres llevaron sus hijos a Jesús. Pero los amigos del Gran
Maestro pensaron que él estaba demasiado ocupado para hablar con niños, y les
dijeron que se marcharan. ¿Qué hizo Jesús?... Ordenó a sus amigos: “Dejen que
los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos”. En realidad, Jesús quería que
los niños se acercaran a él. Aunque era un hombre muy sabio e importante,
dedicó tiempo a enseñarles.
¿Sabes por qué enseñaba Jesús a los niños y los escuchaba? Entre otras cosas,
porque quería hacerlos felices, y por eso les hablaba de Dios, su Padre celestial.
¿Cómo puedes tú hacer felices a otras personas?... Contándoles lo que has
aprendido sobre Dios.
Una vez, Jesús utilizó a un niño para enseñarles una importante lección a Sus
amigos. Puso al niñito en medio de sus discípulos, o seguidores, y les indicó que
aunque eran adultos, debían cambiar de actitud y llegar a ser como aquel niño.
¿Qué quiso decir Jesús con esto? ¿Sabes cómo podría un adulto, o incluso un
jovencito, ser como un niño?... Bueno, un niño no sabe tanto como una persona
mayor y quiere aprender. Así pues, lo que Jesús quiso decir fue que sus discípulos
debían ser humildes, como los niños. Lo cierto es que todos podemos aprender
mucho de otras personas. También deberíamos comprender que las enseñanzas
de Jesús son más importantes que nuestras propias ideas.
Otra razón por la que Jesús era tan buen maestro es que hacía que las cosas
resultaran interesantes para los demás, pues las explicaba de manera sencilla y
clara. Hablaba de los pájaros, las flores y de otras cosas conocidas para ayudar a
la gente a saber más de Dios.
Además añadió: ‘Aprendan una lección de los lirios del campo. Crecen sin
esfuerzo, y fíjense en lo lindos que son. Ni siquiera el rey Salomón tuvo ropas tan
hermosas. Entonces, si Dios cuida de las flores del campo, ¿no cuidará también
de ustedes?’.
Cuando Jesús terminó su discurso, ¿qué pensaron los que estaban allí?... La
Biblia dice que se quedaron asombrados por su forma de enseñar. Les encantaba
escucharlo, y sus consejos ayudaban a la gente a hacer lo bueno.