Autocontrol o La Ciencia de La Voluntad
Autocontrol o La Ciencia de La Voluntad
Autocontrol o La Ciencia de La Voluntad
de la Voluntad
Cómo funciona la voluntad, por qué es tan
importante y qué podemos hacer para mejorarla
1
Este material está basado en el programa ‘La Ciencia de la Voluntad’, de la
la mente y el cuerpo.
costumbre de dejar las cosas para mañana, prestar atención a lo que hacemos
y manejar el estrés.
2
Estaban intentando activar una región cerebral descubierta por otros
científicos que les producía a las ratas una respuesta de miedo.
¿Se habían equivocado los otros científicos sobre los efectos de estimular esa
región del mesencéfalo en las ratas? ¿O les había tocado una rata
masoquista?
Olds colocó las palancas en los extremos opuestos de una rejilla electrificada
y las modificó, para que las ratas solo recibieran una descarga cada vez de
cada palanca. Los roedores iban y venían por la rejilla hasta quemarse tanto
3
las patas que no podían seguir. Olds se convenció más si cabe de que lo
único que podía provocar esta conducta era gozo.
Al poco tiempo, un psiquiatra creyó que sería buena idea probar este
experimento en seres humanos. Robert Heath, de la Universidad Tulane,
implantó electrodos en el cerebro de sus pacientes y les dio un aparatito
con el que podían estimularse el centro del placer recién descubierto. Lo
más asombroso es que los pacientes de Heath se comportaron de una
manera muy parecida a las ratas de Olds y Miller.
Heath, como Olds y Miller, supuso que, como estos individuos se estaban
autoestimulando continuamente, e ignorando la comida para darse
4
descargas eléctricas, estaban siendo “recompensados” con un extraordinario
placer. Y es cierto que los pacientes dijeron que las descargas eléctricas eran
placenteras.
Como podemos intuir, este sistema no solo se puede activar con electrodos
implantados en el cerebro. Nuestro mundo está lleno de estímulos —
desde los menús de restaurantes y los boletos de lotería, hasta los
5
anuncios televisivos— que pueden convertirnos en la versión humana de
la rata de Olds y Miller persiguiendo la felicidad prometida. Cuando esto
ocurre, el cerebro se obsesiona con “quiero”, y le cuesta mucho más decir “no
lo haré”.
6
En 1927, Pávlov observo que cuando hacía sonar una campanilla antes de
darles de comer, los perros salivaban en cuanto la oían, aunque no vieran
aun la comida. Habían aprendido a asociar el tintineo de la campanilla con la
cena prometida. Knutson tuvo el presentimiento de que el cerebro también
saliva a su propia manera cuando espera una recompensa y que, en esencia,
esta respuesta del cerebro no es la misma que cuando recibe la recompensa.
Cualquier cosa que creamos que nos va a hacer sentir bien, activa el
sistema de recompensa: la imagen de una comida tentadora, el aroma del
café recién hecho, el signo de “-50 %” en el aparador de una tienda, la sonrisa
de una persona desconocida muy sexy, el publirreportaje que promete
hacerte rico.
7
A la evolución no le importa lo más mínimo nuestra felicidad, pero usa la
promesa de alcanzarla para que sigamos esforzándonos para mantenernos
vivos. La promesa de la felicidad —y no la experiencia directa de felicidad—
es la estrategia del cerebro para que sigas cazando, recolectando, trabajando
y cortejando.
8
Cuando a este primitivo sistema de motivación le añadimos la
gratificación instantánea de la tecnología moderna, desembocamos en
mecanismos liberadores de dopamina imposibles de frenar. Como
sabemos que quizá tengamos un mensaje de correo electrónico o que en
YouTube habrá un vídeo nuevo que nos hará partirnos de risa, seguimos
dándole a las teclas una y otra vez, pinchando en el siguiente enlace y
consultando nuestros aparatos electrónicos compulsivamente.
Es como si los móviles y los portátiles tuvieran una línea directa con nuestro
cerebro y nos dieran constantemente dosis de dopamina.
Hay muy pocas cosas con las que sonar, fumar o inyectarse que sean tan
adictivas para el cerebro como la tecnología. Por eso somos esclavos de
nuestros artilugios electrónicos y, por más que los usemos, siempre
volvemos a ellos en busca de más emociones.
9
Los principales síntomas reflejan el papel de la dopamina al motivarnos a
actuar: movimientos lentos o temblorosos, depresión y, en algunos casos,
una catatonia absoluta. El tratamiento más corriente para la enfermedad es
una combinación de dos fármacos: la L-dopa, que ayuda al cerebro a
producir dopamina, y un agonista dopaminérgico, que estimula a los
receptores de dopamina del cerebro a que imiten la acción de la dopamina.
10
Si eres un humano, te deja en el mejor de los casos con la cartera más liviana
y la barriga más llena, y en el peor, cayendo en una espiral de obsesiones y
compulsiones.
Por ejemplo, al ver imágenes eróticas, los hombres tienden a correr más
riesgos financieros, y fantasear con que les toca la lotería lleva a la gente a
comer en exceso. Dos maneras de soñar despierto con unas recompensas
inalcanzables, que nos pueden meter en problemas.
Un alto nivel de dopamina hace que una recompensa inmediata nos atraiga
más y que nos preocupemos menos por las consecuencias a largo plazo.
Los supermercados tampoco son tontos. Quieren hacerte comprar bajo los
efectos de la mayor cantidad de dopamina posible, por eso colocan los
productos más tentadores en la entrada y en el centro de la tienda.
11
Los investigadores de mercadotecnia de la Universidad de Stanford han
demostrado que las muestras de comida y bebida aumentan el deseo de los
consumidores de comer y beber, y los hace entrar en un estado de búsqueda
de recompensa. ¿Por qué? Porque las muestras combinan dos de las
mayores promesas de recompensa: gratuito y comida. Si la persona que te
ofrece las muestras es además atractiva, le puedes añadir una tercera
promesa, en cuyo caso te estarás metiendo en un serio problema.
También existen las triquiñuelas de los precios para hacer que la parte
primitiva de tu cerebro se precipite. Cualquier cosa que te haga sentir que
has pillado una ganga abrirá las compuertas de la dopamina, desde los
carteles que dicen “Compra 2 x 1” hasta los que gritan “i60% de descuento!”.
Los carteles de las tiendas de saldos con precios “altísimos” junto al precio
rebajado del articulo son especialmente poderosos.
12
día, la inquietante frase “hasta agotar existencias”), estarás cazando y
recolectando como si hubieras encontrado la última migaja de comida en la
sábana.
El mundo de las ventas también se vale de los olores para producir deseo
allí donde no lo hay. Un aroma apetitoso es una de las formas más rápidas
de activar la promesa de recompensa; y, en cuanto las moléculas
aromatizadas se posan en tus receptores olfativos, el cerebro se pone a
buscar de dónde vienen.
La página web de Scent Air, líder en el campo del marketing de los aromas,
se jacta de atraer a los visitantes a una heladería situada en la planta baja de
un hotel con un sistema estratégicamente ubicado que despide aromas,
difunde la fragancia de galletas de azúcar en la parte alta de las escaleras, y
de cucuruchos de barquillo en la baja. Los transeúntes creen oler el aroma
de estos dulces caprichos. Pero en su lugar están aspirando productos
químicos concebidos para maximizar la descarga de las neuronas de
dopamina para que ellos —y su cartera— bajen directos por las escaleras.
13
oler a Caramelos de Halloween, y los despachos de los asesores fiscales a
Martini seco.
A la semana siguiente vuelven con historias de cómo sus tiendas favoritas los
están manipulando, desde las velas aromatizadas que arden en la tienda de
artículos para el hogar, hasta las tarjetas rasca y gana de descuentos que
regalan en las tiendas del centro comercial. Se dan cuenta de por qué una
cadena de tiendas de ropa tiene pósteres de modelos desnudas colgados en
las paredes, y por qué los subastadores abren la puja con precios irrisorios.
14
Dale un buen uso a la dopamina
15
está protegido y puedes sacarlo siempre que quieras pero, en lugar de
garantizarte un interés, participas en sorteos en los que puedes ganar
grandes premios en metálico. A los que no tienen ni un dólar en el banco y
compran boletos de lotería, les entusiasmará mucho más ahorrar dinero, si
cada vez que depositan una cantidad en la cuenta, pueden ganar 100.000
dólares.
16
Para motivarte a buscar el objeto de tu deseo, el sistema de recompensa se
vale de dos armas: una zanahoria y un palo. La primera, claro está, es la
promesa de recompensa.
Pero el sistema de recompensa tiene una segunda arma que funciona más
bien como el proverbial palo. Cuando tu centro de recompensa libera
dopamina, también envía un mensaje al centro del estrés del cerebro. En
esta región del cerebro, la dopamina activa la liberación de hormonas del
estrés.
17
Confundimos la promesa de recompensa con la felicidad
Cuando Olds y Miller observaban a las ratas que se negaban a comer, yendo
y viniendo por la rejilla electrificada, cometieron el mismo error que todos
hacemos al interpretar nuestra conducta motivada por la dopamina.
18
En el mejor de los casos, ceder a una tentación elimina la ansiedad
producida por la promesa de recompensa para que la desees más aún. Pero
al final te quedas frustrado, insatisfecho, decepcionado, avergonzado,
cansado, enfermo o simplemente menos feliz que antes.
Aunque coman, vayan de compras, lleven una vida social y tengan relaciones
sexuales, no esperan ilusionados el placer producido por estas actividades. Al
no poder experimentarlo, se desmotivan.
19
Cuesta levantarse de la cama cuando no se nos ocurre nada que nos
haga sentirnos bien. Esta completa desconexión del deseo destruye las
esperanzas y, a muchos, las ganas de vivir.
En conclusión…
20
hacernos estar constantemente deseando cosas que pocas veces nos
satisfacen.
21