Los Remediosde Edgar Cayce Final 2015

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Los remedios de Edgar Cayce

RECONOCIMIENTOS

La realización de este libro se remonta a veinticinco años atrás, a


lo que denomino los primeros días en el camino, dando conferencias
sobre salud, sueños, hogar y matrimonio, y sobre los diversos fenó-
menos paranormales de Edgar Cayce. Elsie y Bill Sechrist me sugi-
rieron que le pusiera por título «Qué hacer hasta que se produzca la
remisión espontánea», pues habían estado conmigo y con Gladys a lo
largo de muchos viajes, charlas y experiencias.
Pero realmente fue a través de mis experiencias con los conceptos
de los escritos de Edgar Cayce sobre la salud y la curación como llegó
a realizarse este libro. Hugh Lynn Cayce me impulsó una y otra vez a
trabajar en las conferencias sobre el cuerpo físico que su padre había
dado. También fue Hugh Lynn quien me aconsejó escribir y vivir
según los consejos que expresaba en los escritos. Gladys Davis Turner
ha sido en todo momento fuente de inspiración, colaboración e
información durante y desde el verano de 1967, mientas me hallaba en
Virginia Beach escribiendo veinticinco comentarios médicos.
Los doctores con los que he colaborado, los miles de pacientes con
los que he intentado dar solidez a los conceptos curativos con que
estábamos trabajando, las muchas secretarias que han estado junto a
mí a lo largo de los años, el personal de la clínica A.R.E.; todos ellos
han sido mis maestros. Sin embargo, dentro de mí había siempre un
impulso incesante que me llevaba a escribir, y tenía que escribir algo
significativo, algo que cambiara las vidas de otras personas. Encontré
ese algo en las conferencias de Cayce, y éste fue sin duda el factor
más importante en la elaboración del libro.
No habría podido terminar mi labor sin los ánimos incesantes, la fe
y la constancia de mi esposa, Gladys, y sin sus aseveraciones de que
mi estilo literario era excelente, aunque en el fondo yo sabía que a
menudo no era así. Para sacar el máximo rendimiento a la mayor parte
de los esfuerzos de quien escribe, no hay como un buen corrector, y
Richard I. Abrams, con su mente perspicaz y su sensibilidad dio el
repaso final a la obra.
Hay cientos de corresponsales que han contribuido a mis expe-
riencias y a la realización de este volumen. No puedo mencionarlos,
pero les doy las gracias, como se las doy a todo aquel que encuentre
mejor la vida como resultado de la lectura de estas páginas.

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Dr. William A. McGarey

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Los remedios de Edgar Cayce

Prólogo

Conocí al doctor William McGarey en 1965, en Virginia Beach,


Virginia, en la sede central de la Association for Research and En-
lightenment (ARE) que alberga los voluminosos archivos que contie-
nen las transcripciones de las interpretaciones psíquicas de Edgar
Cayce.
Bill McGarey me contó que, en 1955, diez años después de la
muerte de Cayce, empezó a interesarse por las conferencias sobre
salud del propio Cayce. Trabajando con diagnósticos propios, em-
pezó a tratar casos difíciles con compresas de aceite de ricino y otros
remedios de Cayce. Sorprendentemente, daban resultado.
Unos quince años después, McGarey instaló una clínica en Phoe-
nix, Arizona, especializándose en realizar los tratamientos según los
conceptos de Cayce. Desde entonces, más de treinta mil pacientes de
todas las edades y tipos han pasado por la clínica.
He conocido a algunos de tales pacientes. Todos ellos recibían
tratamientos como los recomendados años antes por Cayce para do-
lencias similares. En todos los casos, el paciente mejoró. Uno, un
niño, curó de un estado de asma bronquial que desafiaba la terapéu-
tica tradicional y amenazaba su vida. Otra, una mujer anciana, fue
tratada de un cáncer «incurable» como hubiera propuesto hacerlo
Cayce, con igual atención al cuerpo, la mente y el espíritu. Hoy, diez
años después, la mujer está más sana y animosa que nunca.
Al principio, atendían la clínica solamente McGarey y su esposa,
Gladys, que también es doctora en medicina, y un puñado de ayu-
dantes. Hoy trabajan allí más de cuarenta personas, entre médicos,
personal de primeros cuidados, enfermeras, terapeutas, técnicos, in-
vestigadores y personal subalterno. Las actuales instalaciones son en

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Dr. William A. McGarey

sí mismas un Centro de Bienestar holístico con biofeedback, músico-


terapia y programas educativos y de investigación sobre nutrición,
ejercicio físico, meditación y naturaleza de la enfermedad en sí. Está
en proyecto un espacioso Centro de Regeneración en un hermoso pa-
raje desértico en Casa Grande, a sesenta kilómetros de Phoenix.
Mucho antes de que McGarey apareciera en escena, el doctor
Ketcham trabajaba ya directamente con Cayce para ayudar a aque-
llos a los que no servía la terapéutica ordinaria. La colaboración
entre ambos duró varios años. A su término, un admirado Ketcham
afirmaba ante Cayce: «Dentro de cien años, los médicos estudiarán
lo que usted ha dicho y tratarán a los pacientes como usted ha pres -
crito». Proclamamos aquí que el doctor McGarey es uno de los que
van a convertir en profeta a Ketcham.

JESS STEARN
Malibu, California, enero de 1983

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Los remedios de Edgar Cayce

Introducción

Hace más de setenta y cinco años que Edgar Cayce dio su primera
conferencia, un discurso sobre su propia salud desde un estado físico
y mental que algunos han denominado trance y otros estado
expandido de conciencia. Cayce murió en 1945, dejando para su
posterior estudio un gran volumen de información que surgía de su
mente inconsciente y que se refería a temas tan diversos como la
prehistoria o las predicciones de catástrofes en la tierra.
Sin embargo, la mayor parte de sus obras se referían al cuerpo
humano y las enfermedades, su naturaleza y sus capacidades curati-
vas. De las 14.879 lecturas psíquicas registradas y catalogadas en la
biblioteca de la Association for Research and Enlightenment en
Virginia Beach, Virginia, 8.968 fueron hechas a individuos que esta-
ban preocupados por su bienestar físico.
Como médico en activo, he trabajado con el material de Cayce a
nivel clínico desde 1957. Como director de la División de Investiga-
ción Médica de la fundación Edgar Cayce, he tenido el privilegio de
estudiar los conceptos de funcionalidad corporal descritos en esos
documentos, observar los resultados producidos por la aplicación de
los principios en ellos contenidos, y mantener correspondencia con
muchos miembros de la ARE sobre cuestiones referentes a su salud y
al modo en que cada uno ha utilizado el material que han encontrado
en los antedichos documentos.
La concepción de la salud y la curación que se observa en el
material de Cayce recibe el calificativo de holística, pues Cayce, en su
estado psíquico especial, no dejaba de concebir al ser humano como
una unidad completa en el tiempo y el espacio. «El espíritu es la vida,
la mente es el constructor, y el cuerpo físico es el resultado.» Este

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Dr. William A. McGarey

parece ser el punto esencial de la valoración del estado del hombre


aquí en la Tierra, según Cayce. Este considera al hombre como un
viajero del tiempo y del espacio, un extraño en la Tierra que tiene su
origen y su destino en el reino espiritual, que nosotros percibimos la
mayor parte de las veces sólo a través de los ojos interiores y de las
palabras de aquellos a los que se concede tal privilegio. Así, cada uno
de nosotros es un ser eterno que ha existido en una forma que es
autoconsciente antes del nacimiento, y que continúa esa existencia
cuando muere el cuerpo físico.
Sin embargo, el físico es nuestro actual estado de existencia, y
Cayce dirigió la mayor parte de sus sugerencias sobre curaciones
hacia el cuerpo físico. Parecía estar indicando que el proceso que
atravesamos al ser curados de nuestras incapacidades físicas y men-
tales es una aventura en la conciencia.
¡Adelante, pues, con la aventura!
Este volumen no será un estudio exhaustivo de la obra de Cayce.
El material de sus escritos es demasiado variado y extenso para poder
hacerlo. En cambio, voy a tratar unas ideas que se han convertido en
parte de mi sistema de vida en la práctica de la medicina, y describiré
cómo se produce la curación, según mi opinión. También exploraré
descubrimientos creativos de otros que, no siendo médicos, han
puesto en marcha conceptos curativos o modalidades sencillas de
terapia que Cayce describió en un momento u otro.
La Primera parte es una sección de ideas, conceptos y la naturaleza
del hombre y la curación. La Segunda parte describe técnicas e ideas
para la curación del cuerpo. La Tercera parte se centra en zonas
específicas del cuerpo donde reside la enfermedad. Por último, la
Cuarta parte, a modo de conclusión, resume el material presentado,
convirtiéndolo de manera más clara en un todo.
Finalmente, debo advertir que mi éxito y el de otros con las
técnicas curativas aquí descritas pueden no ser convenientes para to-
dos los lectores. Los tratamientos correspondientes deben ser admi-
nistrados o seguidos sólo después de consultar a un médico o persona
experta, o bien bajo su supervisión.
Sería adecuado decir que este libro trata de la curación, y ésta, en
el fondo, es asunto de todos: desde la madre que da un beso en el
dedito herido de su hijo y esto le mejora, hasta el médico que ex tirpa
un apéndice inflamado que es un peligro para la vida. Todos tenemos
un papel en la curación del cuerpo humano.

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Los remedios de Edgar Cayce

Primera parte

El marco

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Dr. William A. McGarey

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Los remedios de Edgar Cayce

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¿Qué es el cuerpo humano?
¿Por qué la enfermedad?

Cuando tenía ocho años, solía contemplar el cielo nocturno. Veía


todas aquellas hermosas estrellas resplandecientes y me preguntaba
hasta dónde alcanzaría realmente el espacio. Por el colegio, sabía que
en él las distancias se medían en años luz, no en kilómetros, y que la
estrella más lejana que había podido estudiarse debía de estar a miles
de millones de años luz de nuestro planeta Tierra. Pero ¿cuánto
representaba eso? Y, una vez se alcanzara el final del espacio, ¿qué
había más allá?
Estas preguntas me hacían vacilar y, pasados algunos años y ya
más maduro, he llegado a la conclusión de que el espacio no debe de
ser una unidad tridimensional. Debe de tratarse de algo como la fuente
de todas las cosas que llamamos Dios. Algo que sencillamente resulta
incomprensible para nuestra funcionalidad mental actual, muy
limitada.
El cuerpo humano y sus misterios son como el espacio y su
infinitud, como el átomo y su vastedad, pues no comprendemos
ninguno de ambos con nuestras mentes finitas actuales, igual que sólo
entendemos a Dios parcialmente y nuestra propia naturaleza espiritual
con pobreza de visión. Sin embargo, tenemos el reto de seguir
adelante e intentar comprender estas cosas al tiempo que
desarrollamos las tareas cotidianas de la vida, y mis tareas me han
llevado hacia ese misterio que llamamos el cuerpo humano, con sus
enfermedades y su necesidad de ser curado y convertido en un ente
completo.

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Dr. William A. McGarey

En su estado expandido de conciencia, Edgar Cayce veía la


enfermedad y la salud ligadas a actos correctos o erróneos; sin
embargo, todo estaba superpuesto en un plan cósmico que situaba al
hombre en el centro de todas las cosas, con un origen espiritual y un
destino igualmente espiritual. Según las fuentes de información de
Cayce y según el relato del Antiguo Testamento, el hombre fue creado
como ser espiritual antes de que este universo empezara a existir.
El rabino Herbert Weiner, autoridad en la interpretación de la
Cébala —el libro judío de la sabiduría—, suele contar la historia
cabalística del Ángel del Olvido. Parece que toda persona, antes de
nacer, tiene la posibilidad de ver lo que le va a suceder. El Ángel del
Olvido lleva al individuo a un lugar especial y le muestra todos los
acontecimientos futuros importantes en su vida, si el individuo escoge
nacer en ese momento. Si se decide a hacerlo, el Ángel le toca en el
centro del labio superior, olvida todo lo que acaba de ver, e
inmediatamente nace.
Sean o no exactamente así las cosas (y eso es algo que cada uno
debe decidir, a menos que uno lo recuerde), es sin duda una ventaja el
hecho de no poder prever el futuro. Ya tenemos suficientes difi-
cultades con el presente para además ver lo que nos aguarda, aunque
para entonces hayamos podido acumular un poco más de experiencia
y, cabe esperar, bastante más sabiduría.
Mirar al pasado es diferente. Si convenimos en que hemos vivido
muchas otras vidas para alcanzar nuestro presente estado de exis-
tencia, el pasado tal como lo entendemos está ya terminado y sólo
puede volverse a conocer cuando se recoge la cosecha de lo que se ha
hecho o sembrado. Esta ley se denomina, karma, o ley de causa y
efecto. De todos modos, el pasado queda atrás.
Así, es en parte la curiosidad y en parte la intención de compren-
der o conocer más lo que lleva a muchas personas a buscar informa-
ción sobre las vidas pasadas y sobre lo que sucedió en las regiones
oscuras y nebulosas de los tiempos ya periclitados. Los textos sobre la
vida, que forman una parte significativa del material legado por
Cayce, ofrecen gran cantidad de información sobre vidas pasadas.
Hoy, al contrario de lo sucedido incluso en el pasado reciente, las
personas recuerdan más y más experiencias de vidas anteriores, y
existen muchos individuos que pueden exponer a quien lo solicita una
visión de sus vidas anteriores.

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Los remedios de Edgar Cayce

En el campo de la curación, no se puede provocar un auténtico


cambio a menos que se tenga en cuenta la progresiva experiencia vital
que uno recorre en el período de muchas reencarnaciones..., siempre,
claro está, que la reencarnación sea cierta. Y yo he llegado a la
conclusión de que, en efecto, lo es.
La enfermedad y la salud suelen tener su origen en las vidas
anteriores. Las tendencias de las emociones surgen en las glándulas
que son depositarías de los recuerdos de las vidas pasadas. Tales
tendencias llevan indefectiblemente a una falta de equilibrio o a un
mayor grado de equilibrio, que representan, a su vez, la enfermedad y
la salud. La comprensión de estas tendencias, la tolerancia ante la
«resaca» física del karma, nos ayudan a ser pacientes con nosotros
mismos en la búsqueda de la salud y de una conciencia reavivada.
Podemos decir que somos seres espirituales, dotados de mente y
cuerpo, que hemos experimentado vidas anteriores aquí, en la Tierra,
y que somos parte de un proceso vital en marcha que busca la
dirección que nos llevará hasta la meta que instintivamente sabemos
que es nuestro destino espiritual.
Un estado patológico no aparece milagrosamente de repente. Se
desarrolla en un proceso que lleva tiempo. Algunos de tales estados
nos narran la historia de sus inicios y de su desarrollo, y sin estos
retazos de realidad patentes en algún lugar del organismo, la enfer-
medad no puede llegar a existir. La enfermedad no existe fuera del
cuerpo. Los agentes patógenos, las bacterias, virus y carcinógenos,
existen como realidades cuando no están en contacto con el orga-
nismo, pero las enfermedades que causan son sólo potenciales, y los
denominados factores desencadenantes de las enfermedades nunca
llegan a causar enfermedades en un ciento por ciento de los casos.
Dentro del cuerpo se encuentran todas las defensas naturales, que en
la mayor parte de los casos protegen al cuerpo contra los organismos
patógenos.
Probablemente, el punto más importante a tener en cuenta en la
prevención de las enfermedades es. que los mecanismos protectores
inherentes a cada organismo humano pueden ser deficientes, pero
pueden ser reforzados y potenciados. Los momentos críticos se pro-
ducen cuando, debido a la actividad perturbadora de la mente o de las
emociones, o quizás a la falta de atención sobre las necesidades del
propio cuerpo (como la dieta, el ejercicio físico y el sueño), se

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Dr. William A. McGarey

produce una desaparición de las defensas y se abre la puerta, por


decirlo así, al proceso patológico.
Una vez producido el inicio, la enfermedad progresa hasta con-
vertirse en un hecho grave que, en ocasiones, puede incluso amenazar
la vida del individuo. No obstante, la enfermedad puede ser
interrumpida o frenada y hecha retroceder, en cualquier estadio en que
se encuentre. Además, el retorno a la actividad normal puede ser
rápido o prolongarse en un largo período de tiempo. En ocasiones, el
retorno o curación puede ser casi instantáneo. Con todo, la naturaleza
de la enfermedad es fundamentalmente un proceso porque el hombre
—también un proceso en el transcurrir del tiempo— está donde se
produce la enfermedad.
La idea de que el hombre es cuerpo, mente y espíritu y que los tres
son una sola cosa, en un sentido muy real, debe ser expuesta y
meditada cada vez que el paciente entra en contacto con el médico, el
sanador, el terapeuta, la enfermera o el personal de la administración.
Cuando se busca la causa de la enfermedad o el mejor programa
terapéutico, este concepto holístico del ser humano necesita ser
reconocido y valorado.
Entre los conceptos de los escritos de Edgar Cayce, se suele repetir
que la enfermedad es un pecado, es estar fuera de la armonía y no
experimentar la unión con Dios. Si toda enfermedad es un pecado,
debemos preguntarnos cuáles eran los fundamentos de la actuación de
Cayce en el proceso vital. Según Cayce, una persona puede requerir
aceite de ricino si es «consciente», o sensible, a dicho aceite; o bien
puede resultarle más beneficiosa la penicilina, si es «consciente» a
ésta. Para conseguir una curación, puede ser de elección un
tratamiento de diatermia, o bien puede precisarse la intervención
quirúrgica, todo según la naturaleza de la conciencia de la persona. No
es de extrañar, entonces, que existan tantísimos caminos para alcanzar
el estado que denominamos duración. Más aún, si podemos utilizar
medios físicos para vencer la enfermedad, que es el pecado, seremos
capaces también de utilizar los medios mentales y los auxilios
espirituales para invertir el proceso patológico.
Si consideramos la experiencia del hombre a lo largo de muchas
vidas, y las enfermedades que se desarrollan por la ley de causa y
efecto, ¿será posible invertir los mencionados procesos por medio de
los frutos del espíritu o mediante asistencia física? Esta es una
pregunta que cualquier persona que conozca la idea de la reencar-

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Los remedios de Edgar Cayce

nación debe formularse. En el transcurso de mis investigaciones sobre


los escritos de Cayce, he llegado a la conclusión de que las
enfermedades degenerativas graves a largo plazo son de naturaleza
kármica: la enfermedad de Parkinson, la artritis reumatoide, la
esclerosis lateral amiotrófica, la distrofia muscular y otras. Existen
puntos de vista al parecer contradictorios en cuanto a la potencial
reversibilidad de tales enfermedades en la literatura mundial, la Biblia
y los escritos de Cayce.
Para el médico, es fundamental que se alcancen conclusiones
acerca de la cuestión de la reversibilidad, pues tendrán una poderosa
influencia en el modo en que debe tratarse a un paciente. Por ejemplo,
si se lleva a su conclusión lógica la frase de la Biblia que dice: «Quien
mata con la espada, morirá bajo la espada» (Rev. 13, 10), el karma
que aflige al cuerpo deberá cumplir su curso. Se pueden citar otros
muchos casos que le llevarían a uno a pensar que sería inútil pretender
un retorno pleno a la normalidad en una dolencia kármica real.
Con todo, siempre hay un punto donde el karma cesa y, como toda
deuda, queda «satisfecho». No existe ley alguna que establezca que la
deuda debe satisfacerse sólo cuando una persona muere en su cuerpo
físico, poniendo fin con él a la enfermedad. Siempre hay un punto en
que el karma finaliza, y parece que este es el punto en que se produce
la comprensión espiritual, en que la «lección» es aprendida. Este
punto podría denominarse «Donde el Karma Termina y Empieza la
Gracia». Y lo que llamamos gracia parece ser el punto en el cual el
perdón es aceptado por la persona que experimenta el karma. Este
autoperdón puede haberle sido ofrecido al individuo desde hace
mucho tiempo, pero éste puede haber rechazado la idea de
autoaceptación. Los escritos de Cayce parecen dar solidez a la idea de
que tal rechazo es una rebelión, y que la rebelión es un pecado igual
que la enfermedad. Así, la autoaceptación debe ser parte del proceso
curativo, y debe ser parte del aprendizaje espiritual que el individuo
experimenta durante su tiempo en la Tierra.
Entonces, si se puede hacer frente a las fuerzas kármicas con
propósitos espirituales concretos, el médico que se ocupe de las
enfermedades «incurables» debe sentirse estimulado a trabajar con
tales pacientes como individuos que pueden haber aprendido la
lección que provocó la experiencia de la enfermedad. En conse-
cuencia, el programa del tratamiento debe seguir una dirección es-
piritual, y debe estimularse a la mente a producir el necesario proceso

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Dr. William A. McGarey

educativo. El médico debe trabajar pacientemente con el enfermo que


trata de superar lo que se ha convertido en parte de su experiencia
vital total.
Como médico, se hace realmente apasionante contemplar la cu-
ración del cuerpo humano como una aventura de la conciencia total
del individuo y como una oportunidad de ser testigo de la gracia que
se hace actuante en el proceso de la enfermedad.

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Los remedios de Edgar Cayce

2
Una observación profunda
del cuerpo humano

Debemos profundizar en el misterio que llamamos cuerpo hu-


mano. En el campo de la medicina, se convierte en el campo central
de la investigación, aunque hoy probablemente no se reconozca así.
De hecho, en la medicina actual la atención se centra más en la
enfermedad, en su estudio y medición, como si en realidad la enfer-
medad existiera aparte del misterio y la complejidad del ser humano
individual.
La medicina existe para el paciente individual, y la mayor fuente
de información debe buscarse en ese individuo..., y el paciente es
usted, o yo. Un editorial publicado hace algunos años en el Journal of
the Medical Society of New Jersey (febrero de 1973), resume quizá
mejor este punto de vista:

El paciente es realmente la fuente de toda investigación. Las personas


imaginativas siempre tratan de diseñar proyectos de investigación, pero a
menudo dejan sin estudiar la única fuente inagotable de ideas y la fuente de
los datos reales: la única que debemos aprender a comprender. El paciente es
un libro que espera para ser leído por un ojo sensible y una mente inspirada.
Cada paciente ofrece una oportunidad para una observación nueva de los
hechos. En las ecuaciones de la investigación médica, representa lo
desconocido, y convertir lo ignorado en algo conocido es el objetivo de la
investigación médica. Si uno aparece agotado ante la repetición de las mismas
cuestiones investigatorias, puede encontrar nuevas fuerzas en el retorno a la
fuente primera: el paciente.

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Dr. William A. McGarey

Al efectuar una observación detallada del cuerpo humano, es


necesario desarrollar un conocimiento de lo que tiene lugar en el
sistema nervioso. Cayce comprendió la importancia de la electricidad
y su papel en el funcionamiento del cuerpo humano. Describió en
muchas oportunidades el modo en que las células nerviosas se
extienden buscando nuevas conexiones. También profundizó en la
causalidad y trató sobre la fuente o naturaleza de la electricidad que se
halla tanto dentro como fuera del cuerpo:

... pues toda Fuerza, todo poder, emana de una fuente. Y así, lo que
conforma incluso la energía electrónica —que el hombre conoce por
electrones o energía en forma de electricidad, y que puede ser utilizado como
instrumento, como necesidad para la experiencia humana—, surge del propio
Dios.
4757-1

En sus escritos, Cayce habla de la relación entre los sistemas


nerviosos autónomo y cerebroespinal. Indica que el sistema nervioso
autónomo afecta a la mente inconsciente y a sus actividades, mientras
que el sistema cerebroespinal se centra en la mente consciente.
Una clave para la comprensión del cuerpo y de su funcionamiento
recae, entonces, en el conocimiento de que los impulsos eléctricos y
electrónicos son básicos para ese funcionamiento: son imprescindibles
para el pensamiento, para la percepción del mundo que nos rodea,
para la digestión y demás actividades del organismo y para la creación
de actividades tanto constructivas como destructivas en nuestras
vidas. Todos esos impulsos deben coordinarse en el organismo o se
produce la confusión y desorganización.
El concepto de descoordinación aparece regularmente en los
escritos de Edgar Cayce al tratar el funcionamiento fisiológico del
cuerpo humano. Para mí, esta idea representa un hito en la com-
prensión de la enfermedad y la salud, pues ésta no puede obtenerse en
modo alguno cuando los órganos y sistemas no funcionan con-
juntamente con el organismo. Es el funcionamiento coordinado el que
permite la adecuada asimilación de los alimentos y la eliminación
correcta. Cuando los sistemas nerviosos se cambian de fase o sufren
alguna descoordinación, aunque sea mínima, surgen los problemas, en
ocasiones graves y otras veces de poca importancia, pero siempre
aparecen.

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Los remedios de Edgar Cayce

Cayce ayudó mucho a comprender el concepto de que existen en


el cuerpo tres sistemas nerviosos. Ello difiere radicalmente de lo que
se enseña en las facultades de medicina. Mucho se habla y se estudia
sobre los cinco sentidos y su importancia, pero en nuestros libros de
fisiología y anatomía no están agrupados como un sistema que
funciona como una unidad, de manera similar al funcionamiento del
sistema nervioso autónomo y del sistema nervioso cerebroespinal. En
cambio, los escritos de Cayce explican este concepto, y es fácil ver
que está cargado de lógica. Cayce sugiere, por ejemplo, que los
colores, al ser percibidos por el ojo, tienen un mayor impacto en el
sistema nervioso autónomo y probablemente alcanzan esa zona con
más rapidez y definición que el sistema cerebroespinal, es decir, el
cerebro. Hoy sabemos que los colores influyen en nuestras emociones
incluso cuando no somos conscientes de ello.
El organismo produce diversos estados de descoordinación no sólo
en el propio sistema nervioso, sino que puede provocarlos entre las
funciones de los órganos. Los órganos eliminatorios, por ejemplo,
deben trabajar a la vez o se producirán dificultades. El hígado, los
intestinos, la piel, los pulmones y los riñones se ocupan
respectivamente de una serie de sustancias que deben ser eliminadas
del cuerpo. Si los riñones fallan, denominaremos al problema uremia,
estado en el que los residuos corporales que normalmente eliminan los
riñones no pueden ser eliminados por ninguno de los demás órganos
eliminatorios. Si esto continúa el tiempo suficiente, la acumulación de
tantas toxinas corporales produce la muerte. La tecnología moderna
ha hecho posible la diálisis renal y el trasplante de riñones, pero
todavía no ha resuelto la cuestión de por qué falla el riñón en un
principio.
Mucho puede escribirse sobre cualquiera de los temas que tratan
del organismo y sus funciones, pero debe tenerse siempre presente
que cada órgano funciona no sólo independientemente, sino coordi-
nado con otros órganos y con el organismo como un todo unitario.
Siempre me ha parecido que el cuerpo humano fue diseñado en un
principio para satisfacer las necesidades del ser espiritual al que
llamamos hombre para vivir en cooperación con y en esta tercera
dimensión para que pudieran cumplirse ciertos designios. Ello signi-
fique que todas las partes del cuerpo deben trabajar juntas por el bien
del conjunto, y que ninguna puede actuar con total independencia del
resto.

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Dr. William A. McGarey

La coordinación puede ser llamada también equilibrio. En el


cuerpo humano el resultado del equilibrio es la homeostasis, estado
del cuerpo en el que el proceso vital prosigue sin dificultades
manifiestas.
Uno de los modos en que el cuerpo adquiere un equilibrio es la
relación ácido-base, o ácido-alcalina. Cada vez estoy más convencido
que este tipo de equilibrio, según se expresa en los tejidos corporales,
es algo crítico. Sabemos que numerosos tejidos, fluidos y tractos del
organismo dependen de su pH, o nivel de acidez, para un normal
funcionamiento. La sangre, por ejemplo, debe mantener el pH dentro
de unas variables muy limitadas o el organismo enferma de gravedad.
El tracto vaginal, el fluido linfático y los jugos gástricos, por
mencionar algunos, deben mantenerse a niveles específicos de acidez
o alcalinidad para funcionar adecuadamente y resistir el acecho de la
enfermedad.
Si come usted algo que resulta alcalino en su reacción con el
cuerpo, se producirá una alcalinidad que deberá eliminarse del cuerpo
o hará más alcalinos los tejidos, ya que el torrente sanguíneo
permanece notablemente estable en este aspecto. De igual modo, un
exceso de acidez en la dieta o provocado por el modo en que uno
piensa o se emociona, puede producir acidez en tejidos debilitados o
bajo tensión, en lugar de ser simplemente eliminado por la vejiga o los
intestinos.
Si el estómago y el intestino delgado realizan adecuadamente su
función de digerir y asimilar la sustancia alimenticia necesaria (con-
tando, naturalmente, con que la dieta sea adecuada), y si las elimi-
naciones del organismo se mantienen normales y evitan así la acu-
mulación de sustancias tóxicas, y si los pensamientos y emociones, el
ambiente y la herencia y la influencia kármica son todos construc-
tivos, entonces parece razonable pensar que la unidad cuerpo-mente-
espíritu que llamamos ser humano tendrá salud en ese momento
determinado.
Sin embargo, este no es el caso necesariamente. El sistema in-
munológico puede haber sufrido un ataque tiempo atrás y no haberse
recuperado todavía. Este sistema inmunológico es el sistema tímico, o
del timo, e incluye todo el tejido linfático del cuerpo, el hígado y el
bazo, el propio timo, las amígdalas, el apéndice y las placas de Peyer, 1
1 Las glándulas o placas de Peyer son unas placas ovales de tejido linfático que se
encuentran en las paredes del intestino delgado, el duodeno, el yeyuno y el íleon.

18
Los remedios de Edgar Cayce

y todos los nódulos y canales linfáticos. Este sistema es objeto de


profundos estudios en las especialidades de inmunología y trasplantes
de órganos. El sistema proporciona defensas para todo el organismo y
es también el principal canal eliminatorio de todas las células del
organismo. La linfa está siempre en equilibrio alcalino cuando goza
de un estado sano.
Cayce consideró el sistema linfático como algo importante para
asimilar del alimento ingerido ciertos valores y disponerlos de modo
que puedan ser «utilizados para revivir, revitalizar y recargar el
organismo entero» (1055-1). También observó otras funciones que
describió y a las que aludió en su propia terminología. Hoy, tales
funciones se describen en términos de inmunología, o estudio de las
influencias protectoras del organismo que mantienen bajo control las
infecciones y así prolongan la vida.
Cuando tenemos en cuenta que el cuerpo entero, con sus miles de
millones de células (¿y cuántos átomos?), surge de la unión de dos
células, el espermatozoide y el óvulo, podemos entender que tenemos
en nuestro cuerpo una creación espléndida y siempre cambiante que
desafía un conocimiento completo y exhaustivo. El cuerpo es en cierto
sentido una unidad, pues se expresa como una persona. Pero también
tiene diversas actividades, y llega a ser o bien hombre, o bien mujer.
Refiriéndose a la unidad y la polaridad, Edgar Cayce estableció en
cierta ocasión que el proceso de creación es, en cierto sentido, el
movimiento de la sustancia de lo espiritual convirtiéndose en mate-
rialidad por la adopción de la polaridad: la negatividad y la positivi-
dad. El átomo en el reino espiritual es una unidad, pero en el mundo
material tiene sus cargas positivas y negativas. Cayce también
concibió el átomo como poseedor de conciencia, y en mitad de una
lectura física ofrece esta información:

... según lo vemos, cada átomo del cuerpo es un universo completo o un


elemento en sí mismo. O bien coordina o bien favorece las fuerzas
desorganizadoras al ser expulsada del organismo su actividad por la acción
del sistema eliminatorio...
759-9

Somos realmente criaturas notables, si tales conceptos son válidos,


y la suma de la conciencia total de un individuo es un mundo en sí
mismo.

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Dr. William A. McGarey

En cierta ocasión, durante una lectura, se le preguntó a Cayce


cómo podía uno desarrollar el poder para curar. He aquí la respuesta:

... a través de Aquel que da toda fuerza y todo poder como


manifestaciones a los individuos, que Su gloria se manifieste entre los
hombres. En cuanto al desarrollo del poder que se otorga, depende de a quién
va dirigida la glorificación que se está manifestando. Por ello, uno puede
poseer mucho conocimiento, mucho poder, y no saber aprovecharlo por
quererlo dirigir a su propio provecho. Con el mismo poder y conocimiento,
los deseos, las metas y el propio yo se hacen uno con El, por medio de Él
puede producirse mucha comprensión.
255-11

Así, puede tocarse el conocimiento interno del organismo, pero


deben cumplirse una serie de requisitos si se quiere que el curso de los
acontecimientos tome la dirección correcta.
Mi esposa, la doctora Gladys McGarey, ha palpado durante años
este conocimiento interno en sus relaciones con los pacientes. Para
ella, este conocimiento es inherente al individuo y se muestra como la
capacidad para soñar. «Me gustaría consultar —se dice al paciente—
no con uno de los médicos de su localidad, sino con el médico que
lleva usted dentro.» Existe la facultad de sacar datos de este
conocimiento interno de modo que las instrucciones necesarias para
diagnosticar o tratar una enfermedad puedan ser llevadas a la
superficie, siendo el modo más habitual por medio de un sueño. Un
caballero preocupado por los dolores que sentía en las articulaciones
me contó este sueño:

Escuché unos golpes a la puerta y era un anciano de aspecto afable que


me hizo un gesto con la cabeza, entró en la casa sin que realmente le invitara a
hacerlo, y me indicó que le siguiera. Me llevó al sótano, me enseñó las
tuberías que venían de los baños de la casa y me dijo que estaban todas muy
atascadas y que apenas dejaban pasar el agua. Así terminó el sueño.

No hace falta ser ningún genio para interpretar el sueño como un


signo de que el sistema eliminatorio del cuerpo estaba en malas
condiciones, y que debía corregirse si el caballero quería recuperar la
salud de su organismo.

20
Los remedios de Edgar Cayce

La comunicación entre la mente inconsciente y la consciente


aparece más a menudo a base de símbolos muy complicados, pero
para quienes bucean en el contenido del sueño e intentan compren-
derlo, siempre aparece el mensaje.
Y es, así, mediante la investigación, la búsqueda de la respuesta,
tanto si está en nuestra propia conciencia como si se halla en otra
parte, como empezamos a tener una comprensión global del cuerpo y
sus maravillas, y el conocimiento para buscar la curación en la
paciencia, la insistencia y la coherencia.

21
Dr. William A. McGarey

3
22
Los remedios de Edgar Cayce

La curación y la salud

Desde que inicié la práctica de la medicina, hace más de treinta


años, me he sentido siempre fascinado por lo que denominamos
proceso curativo. Pues, como ya hemos descubierto, el propio ser
humano es un proceso viviente, y el retorno a la salud debe conside-
rarse también como un proceso.
En mis investigaciones, he observado que existe una auténtica
multitud de métodos que se presentan como «lo último» para dar la
salud al cuerpo humano. En el terreno de la medicina alopática, se
utilizan medicamentos, cirugía o rayos X para reducir el proceso que
llamamos enfermedad. En realidad, prestamos una atención
terriblemente escasa al desarrollo de la salud del organismo. Por su
parte, los expertos en nutrición actúan como si la adecuada combi-
nación de alimentos y vitaminas pudieran curarlo todo. Los expertos
en hipnosis producen cambios en organismos enfermos que en
ocasiones parecen casi milagrosos. También los osteópatas, quiro-
prácticos y especialistas en acupuntura aseguran que sus métodos
curativos son la respuesta definitiva a la enfermedad.
Quienes asisten a los servicios religiosos de Kathryn Kuhlman y
quienes peregrinan a la gruta de Lourdes suelen haber abandonado
cualquier otra terapéutica, en la esperanza de que en esos lugares
encontrarán la curación final. Podría seguir en esta línea: hierbas,
Ciencia Cristiana, Unidad, homeopatía, fisioterapia, imposición de
manos, terapia mediante oración. Existen, realmente, muchos modos
de provocar una mejoría en el estado de salud del cuerpo.
Como médico, me he interesado por el estado de armonía que
suele producirse en el paciente que busca ayuda profesional. La
armonía tiene mucho que ver con la salud, y ésta es precisamente lo
que anda buscando el paciente.
Naturalmente, no es sólo el médico quien ofrece este tipo de
terapia. Muchos pacientes me han dicho: «No sé por qué razón, pero

23
Dr. William A. McGarey

en cuanto entro en la clínica, ya me siento mejor». ¿Se debe eso a la


sonrisa de la recepcionista? ¿O a la calidez de la enfermera? ¿Es acaso
la confianza que inspiran los componentes del equipo terapéutico? Sea
lo que sea este hecho mágico y escurridizo que denominamos
curación, guarda relación con el propio Espíritu de la Vida, como se
manifiesta en las personas que buscan ayuda y en quienes la ofrecen.
En los escritos de Cayce referidos al proceso curativo, aparece una
y otra vez el tema de la conciencia. Esto siempre me ha parecido
razonable, ya que la aventura entera de la vida de un hombre aquí en
la Tierra es una aventura en la conciencia. La curación del organismo
debe ser, ciertamente, una aventura similar. Cayce apuntó que incluso
un átomo puede ser concienciado de la influencia que puede regenerar
o reconstruir el propio organismo. Quizá la curación se produzca
cuando se alcanza verdaderamente esa conciencia.
La curación del cuerpo siempre es, en alguna medida, una rege-
neración del tejido, aunque en general se entiende, en el campo de la
medicina, que la única regeneración verdadera en el organismo
humano es la que se produce en la curación de un hueso tras una
fractura. El hueso fracturado se vuelve a alinear lo máximo posible
(en medicina esto se llama reducir una fractura) y el organismo
procede a la licuefacción de la zona. Por último, se forma un callo que
con el tiempo desaparece al crecer el hueso en el lugar donde se ha
producido la fractura. Una vez terminado el proceso, a menudo no se
observa la menor cicatriz y no se puede diferenciar la parte del hueso
fracturada y la que no ha tenido ninguna lesión.
Fue este conocimiento, junto con el hecho observado de que la
salamandra puede regenerar normalmente una extremidad que le haya
sido amputada, lo que llevó al doctor Robert Becker, del centro
médico Upstate de la universidad estatal de Nueva York, a investigar
las causas de que los hechos se produzcan así. Eso sucedía hace dos
décadas, y desde entonces Becker ha ido publicando sus
descubrimientos, conformando una teoría sobre la regeneración local
de los tejidos. Administrando corriente eléctrica de bajo amperaje,
Becker consiguió regenerar extremidades en ranas, y posteriormente
en ratas. Tras trabajar con ratas que presentaban lesiones cardíacas,
Becker postula que la regeneración de los tejidos en el hombre será
una práctica casi rutinaria a fines de este siglo. Trabajos semejantes a
los de Becker se están llevando a cabo actualmente en varios puntos

24
Los remedios de Edgar Cayce

de Estados Unidos, y los primeros resultados parecen muy


prometedores.
¿Y la regeneración sin estimulación externa a base de electricidad?
Los conceptos de curación que se encuentran en los escritos de Cayce
dirían que es posible, pues en el sistema nervioso del hombre existe
actividad a niveles de amperaje muy bajos. En este punto, surge la
cuestión de si pueden controlarse los pensamientos para producir las
condiciones óptimas para la regeneración. Para ello se precisaría una
conciencia interna del cuerpo respecto a su origen divino y a la
presencia de lo que Cayce denomina Fuerzas Divinas en el interior de
las propias células relacionadas con la regeneración. Así, Cayce
comentaba:

Pues toda curación —mental y material— sintoniza cada átomo del


cuerpo y cada reflejo del cerebro con una conciencia de lo Divino que se
encuentra en cada célula del organismo.

3384-2

¡Sepas que todas las fuerzas curativas se encuentran en el interior de uno,


y no fuera! Las intervenciones desde fuera sirven únicamente para crear
interiormente una fuerza mental y espiritual coordinada.

1196-7

Recuerda que el cuerpo se renueva gradual y constantemente. No


consideres las dolencias que has sufrido como permanentes e incapaces de ser
erradicadas. Reafírmate en este CONOCIMIENTO —no lo consideres una
mera terapia— de que el cuerpo PUEDE renovarse, y que así sucede
REALMENTE.

1548-3

Así pues, la curación —en el contexto del material legado por


Cayce— es ciertamente una aventura en la conciencia tanto para el
paciente como para el médico, y la conciencia de la persona como un
todo se convierte en una acción responsable para las dos partes

25
Dr. William A. McGarey

involucradas en el proceso. Quizás esta idea sea uno de los conceptos


que surgen en el mundo hoy, cuando el hombre avanza hacia una
nueva era de conciencia.

4
26
Los remedios de Edgar Cayce

Regeneración y longevidad

La regeneración y la longevidad son una realidad que puede


producirse dentro de la propia vida individual. Hoy estamos en
condiciones de estudiar la posibilidad de una vida prolongada y los
requisitos necesarios para conseguir tal objetivo. Además, este ob-
jetivo implica que la persona mantenga un alto grado de salud y de
conciencia, y si esta conciencia está relacionada con la naturaleza del
hombre y con la vida, se hace todavía más valiosa.
La salud y la vida prolongada tienen mucho que ver con las
corrientes eléctricas que recorren el sistema nervioso y los tejidos del
cuerpo. La salud y la vida prolongada se ponen asimismo en contacto
directo con la idea de conciencia y se enfrentan a la necesidad de
obedecer la ley de ciclos que actúa en el interior de nuestro
organismo. La propia regeneración es la reconstrucción constante del
organismo mediante la división celular y la capacidad del cuerpo para
restaurar la normalidad en las diversas partes del mismo que han
perdido su viabilidad. Adecuadamente aplicados, los conceptos
curativos que ya hemos expuesto llevarán a la persona a prolongar la
vida y a aumentar el estado de conciencia. No obstante, hay mucho
todavía por entender si queremos utilizar con más plenitud la
información que nos ofrecen los escritos de Cayce.
En primer lugar, debemos entender y aplicar el concepto de
conciencia. Según Cayce, la conciencia difiere en cierto modo de la
mayoría de las definiciones. Recuerdo un caso en el que alguien
preguntó a Cayce, en pleno trance de éste, si le convenía el uso de
compresas de aceite de ricino para su dolencia. Cayce, con la since-
ridad de su especial estado psíquico, contestó: «Si tienes conciencia
del aceite de ricino, tómalo». A menudo he aplicado este concepto en
mi práctica médica, pues muchos de mis pacientes tienen conciencia
de la penicilina, y necesitan este fármaco. En sus mentes, no se curan
según el programa establecido por ellos mismos a menos que se les

27
Dr. William A. McGarey

administre penicilina, y por tanto se la administro pues necesitamos


establecer comunicación a algún nivel, y yo me ocupo de discernir ese
nivel..., cuando soy capaz de hacerlo.
Cayce habló de la conciencia de las células del organismo, e
incluso de los átomos. Cada parte del cuerpo, cada átomo del mismo,
tiene un trabajo que realizar. Sin embargo, según señala Cayce, no
sucede que las células de la zona situada bajo las uñas de los dedos
empiecen a producir tejido nasal, ni viceversa. Cada célula sabe lo que
se espera de ella, y cumple su cometido; y cada célula contribuye a la
conciencia total de nuestro ser.
Uno de los conceptos realmente revolucionarios de los escritos de
Cayce es que dichas células del cuerpo pueden permanecer com-
pletamente ignorantes de su destino o, por el contrario, estar total-
mente «iluminadas». Quizás el aumento de la propia conciencia esté
relacionado con el proceso de gradual despertar a la conciencia que se
produce en estas células individuales no despiertas. Si este concepto
es válido en un sentido holístico, ¿no habrá entonces una tendencia
dominante en la dirección o las acciones del individuo, determinada
por el equilibrio de fuerzas en el interior del cuerpo entre los grupos
de células «despiertas» y «dormidas»?
Posiblemente, nuestras acciones individuales estén dictadas con
gran frecuencia por el «voto» adoptado por tales células, más que por
nuestra decisión de actuar según nos dé a entender nuestra mente.
Quizás ésta sea la expresión más creativa, pues significa la presencia
de una voluntad que se encuentra por encima de la conciencia de las
células y de una facultad de la mente que es parte de lo divino, y que
nos lleva a discernir qué es creativo. Según Cayce, tales posibilidades
existen realmente.
La conciencia puede existir también a nivel inconsciente. Ello
parece una contradicción, pero en realidad no lo es, ya que la con-
ciencia es simplemente un despertar, y siempre estamos despiertos de
un modo u otro, incluso cuando soñamos estando dormidos. El mismo
Cayce estaba sin duda despierto a muchas cosas incluso cuando se
sumergía por completo en su particular estado de expansión de
conciencia. Quizá podría decirse que la conciencia inconsciente es un
estado de expansión de conciencia.
Dentro de la conciencia de nuestro cuerpo se cuenta el reconoci-
miento de la importancia de los ciclos. Existe el gran ciclo de los
renacimientos, que produce en nuestro cuerpo las influencias bené-

28
Los remedios de Edgar Cayce

ficas y maléficas, las constructivas y las destructivas. También existe


el ciclo de los siete años en el cual, según ciertas fuentes médicas y —
por supuesto—- según el punto de vista expresado en los escritos de
Cayce, se renuevan por completo todos los átomos de dicho or-
ganismo.
Existe asimismo el ciclo menstrual mensual que parece estar
dirigido por la glándula pineal pero que, desde luego, está afectado en
cierta medida por la luna. Después está el ciclo diurno diario, que nos
produce problemas cuando nos desplazamos a grandes distancias
hacia el este o el oeste. Estos ciclos se hallan profundamente
arraigados en nuestros cuerpos y juegan un papel en la vida humana.
En los escritos de Cayce se insiste continuamente en la importancia de
ingerir medicamentos o vitaminas de modo cíclico. Uno de los
conceptos que con más frecuencia daba Cayce a quienes pretendían
recuperar la salud consistía en efectuar la actividad prescrita
continuadamente y a la misma hora del día, si ello es posible. Cayce
solía decir que el propio organismo se rebela si se empieza algo y
luego no se continúa. La meditación también debía realizarse, según
él, a la misma hora del día.
El libro Biological Rhythms in Human and Animal
Physiology, una excelente publicación del Instituto Nacional de Salud
Mental norteamericano, de la que es autor Gay Gaer Luce,
proporciona numerosos ejemplos de la importancia de los ciclos. Por
ejemplo:

 La administración de anfetaminas en determinadas dosis a cobayas


durante una parte determinada del ciclo diario de actividad produjo una
tasa de mortalidad del 6% en el grupo; la misma dosis, administrada
durante otro momento del ciclo diario de actividad, produjo una tasa de
mortalidad ¡del 77 %!
 Debido a las variaciones en el ritmo de los aminoácidos, se recomienda a
las personas que desean perder peso que hagan la colación más importante
durante la mañana.
 Entre aquellos que recorren grandes distancias en avión hacia el este o el
oeste, o que cambian los esquemas de actividad diurno y nocturno por
alguna razón, existen pruebas de que transcurren entre tres y cinco
semanas hasta que los diversos ciclos del organismo vuelven a
coordinarse en su funcionamiento.

29
Dr. William A. McGarey

Dejando aparte la cuestión de los ciclos y hasta haber expuesto a


grandes rasgos la cuestión de la conciencia, podemos preguntarnos
qué significa realmente vivir mucho tiempo. La respuesta de Edgar
Cayce a tal pregunta sería indudablemente que, en primer lugar
nosotros mismos contribuimos a la prolongación o acortamiento de
nuestras vidas con nuestros propios conceptos sobre cuánto tiempo
deberíamos vivir. Debemos tener una actitud productiva, hacer algo
para cumplir nuestro propósito individual en la vida, contribuir al
mundo con algo, o de lo contrario perderemos nuestro deseo de seguir
aquí..., y moriremos.
Hace algunos años, un estudio normativo sobre el envejecimiento
realizado por la Agencia de la Administración para los Veteranos de
Guerra preveía una expectativa media de vida para un norteamericano
de entre 120 y 140 años. Casi al mismo tiempo que se publicaba este
informe, en 1973, apareció en los periódicos una noticia sobre Charlie
Smith, quien celebraba ese año su 131 aniversario en Bartow, Florida.
Charlie era por entonces la persona de más edad de los Estados
Unidos inscrita en el censo de beneficiarios de la Seguridad Social.
Según el artículo, el anciano no usaba gafas, oía perfectamente y le
encantaba conversar.
También está Shiralri Mislimov, quien a sus 168 años todavía
cuidaba su huerto, montaba a caballo y tomaba parte activa en la
política local de su pueblo, en Rusia, junto a su «joven» esposa de
sólo 106 años. Apenas transcurrieron dos años desde que Shiraii saltó
a la fama por ser el hombre más anciano del mundo, cuando de
repente falleció. Fue casi como si de pronto descubriera que, de todos
los habitantes del planeta, era el más anciano y, por tanto, el candidato
con más probabilidades de ser el siguiente en morir..., como así
sucedió.
Todos deseamos vivir mucho tiempo, parece, siempre que poda-
mos conservarnos vigorosos y relativamente sanos en el proceso y que
mantengamos clara nuestra mente. Todas las informaciones válidas
apuntan a la idea de que si la mente se mantiene activa en temas
creativos, seguirá funcionando con el paso de los años. Los escritos de
Cayce apoyan esta idea. En Rusia y otras partes del mundo
encontramos gente que ha vivido más allá de la frontera
tradicionalmente aceptada de los 110 años, lo que demuestra sin
ninguna duda que es posible conseguirlo. Otra cuestión es si podemos
entrar en posesión de la fórmula para alcanzarlo.

30
Los remedios de Edgar Cayce

¿El secreto? Edgar Cayce daba a entender que todo conocimiento


es accesible en nuestro interior si lo buscamos con paciencia,
insistencia y coherencia. Al hablar de la longevidad, los escritos de
Cayce hablan de las fuentes de vida, el destino, el origen y las
diversas manifestaciones de la energía vital.
Cayce consideraba al hombre como la mayor creación del uni-
verso, creado como ser espiritual con cualidades y potencias
semejantes a las de Dios, que se manifiesta en un aparente ser físico
en esta esfera tridimensional, con la conciencia dominando su natura-
leza y con unos propósitos e ideales dominantes que a menudo
controlan incluso la duración de su vida en la Tierra. Este ser espiri-
tual mantiene la vida y la identidad más allá de lo que llamamos
muerte, pues regresa a la dimensión donde tuvo origen, y de allí puede
volver una y otra vez al plano terrestre para profundizar, experimentar
y aumentar la conciencia.
Así pues, el propósito de la vida no es prolongarla simplemente,
sino disfrutarla durante el período en que uno siga en este plano, dure
lo que dure, de modo que se cumpla con la máxima plenitud el
propósito del alma. Cayce afirmó en repetidas ocasiones algo que los
videntes y profetas han mantenido como cierto a través de los
tiempos: que el objetivo de la vida es la calidad —paciencia, bondad,
perdón y comprensión—- y no la cantidad. Lo que cuenta es cómo
vive uno, y no cuánto.
Cierta vez, Cayce dio la siguiente cita de uno de sus escritos a un
hombre que acababa de cumplir los cuarenta años:

Pues dentro del organismo normal existe todo lo necesario para


reabastecerse. Y si se consigue esa conciencia, desaparece incluso la
necesidad de un envejecimiento del organismo físico, salvo la que proviene
del deseo nominal de un organismo de ceder a las fuerzas que lo circundan o
para su propio descanso.
1299-1

¿Qué se entiende, entonces, por «ceder a las fuerzas que lo


circundan»? Quizá sea sucumbir a la presión de las tensiones que
surgen en el transcurso normal del día, o a los acontecimientos
desusados que se presentan en la vida de cada persona. Me parece
sumamente arduo el trabajo de mantener el tipo de actitud que le

31
Dr. William A. McGarey

permita a uno librarse de los acontecimientos del mundo actual y de


sus actividades con tal ecuanimidad.
El envejecimiento o abandono del cuerpo «para su descanso» es
mucho más comprensible, y lo podemos observar casi cotidianamente.
Cuando un cónyuge cruza la puerta que llamamos muerte, su pareja
puede sentir que la necesidad de descansar es mayor de lo que el
propio organismo puede resistir, y en consecuencia pasa a la otra vida
muy poco después que aquél.
Los científicos que buscan la fuente de la juventud han descubierto
que sus esfuerzos pueden tener mejores resultados si se centran en los
sistemas inmunológico y endocrino. En su estudio del proceso de
envejecimiento, estos científicos han llegado colectivamente a la
conclusión de que los órganos del cuerpo no se deterioran de manera
espectacular con la edad..., y tampoco el cerebro, el nivel de
testosterona, el corazón sano o el hígado. Al contrario, opinan que los
Churchill y los Adenauer estaban en tan buenas condiciones a edades
avanzadas porque gozaban genéticamente de sistemas endocrinos
equilibrados y de sistemas inmunológicos que conservaban su vigor.
Sin embargo, desde la perspectiva de Edgar Cayce, estos dos sistemas
orgánicos y su buen estado son producto de emociones constructivas,
de pensamientos que tienen una naturaleza constructiva, y de un ideal
y un objetivo en la vida que tiene sus cimientos espirituales en los
eones del tiempo, el espacio y la paciencia.
En el estudio de los siete centros endocrinos o espiritual-
glandulares del organismo, se menciona al timo o glándula tímica
como centro del corazón o del amor. En los últimos años, muchas
investigaciones han identificado esta glándula como la rectora de las
fuerzas inmunológicas del cuerpo en todas sus actividades. La
timosina es una hormona producida por el timo que un equipo de
investigadores médicos de la universidad de Texas ha relacionado
directamente con el proceso de envejecimiento. Al parecer, la
timosina está directamente relacionada con el control inmunológico, y
la administración de esta hormona a cobayas aumenta su capacidad
inmunológica y su resistencia a la enfermedad. Es un hecho conocido
desde hace algún tiempo que las células del timo emigran a otras
partes del organismo y se convierten en centros de actividad linfática.
Entre los más notables de dichos centros se cuentan las placas de
Peyer.

32
Los remedios de Edgar Cayce

Resulta interesante que en los escritos de Cayce se atribuya gran


importancia a las placas de Peyer, una serie de nódulos linfáticos
agregados que se encuentra en el tejido que forma el intestino del-
gado. Según Cayce, estas placas tienden a reducir su número cuando
el cuerpo se debilita, y por ello apunta que el uso regular de
compresas de aceite de ricino puede tender a rejuvenecer estas placas
o glándulas, convirtiéndose así en un factor principal en el
rejuvenecimiento del organismo entero. Profundizando más en los
escritos de Cayce, podría afirmarse que la carencia de tensiones y la
capacidad para dominarlas adecuadamente, así como una fe intensa
que se manifieste en la vida de uno, o una vida marcada por la oración
y la meditación continuadas, pueden estar directamente relacionadas
con el número de placas de Peyer presentes en e! organismo de la
persona, lo cual, a su vez, puede ejercer también una poderosa
influencia en cuántos años viva dicha persona.
La reconstrucción de las placas de Peyer es, en esencia, un proís
ceso regenerativo, igual que la reconstrucción del sistema nervioso, y
ambos conducen a la longevidad y a la salud. Un artículo sobre la
regeneración cerebral (Medical World News, 21 de julio de 1972) se
iniciaba con el siguiente párrafo:

La tradición médica ha considerado el cerebro maduro como algo estático,


que sólo se modifica mediante la enfermedad, la lesión o la senilidad. Esta
imagen está cambiando rápidamente. Las nuevas pruebas nos muestran un
órgano central dinámico, capaz de desarrollar nuevas capacidades, reparar los
daños y, quizás, incluso aceptar un trasplante nervioso.

Cayce indicó en sus escritos que las dolencias neurológicas podían


corregirse y que enfermedades como la esclerosis múltiple podían
eliminarse, indicando con ello que el tejido nervioso, las envolturas de
mielina, etcétera, pueden realmente regenerarse, restaurando el
organismo hasta la total renovación y el perfecto estado físico. En
ningún momento se afirma que conseguirlo resulte sencillo o fácil,
pero se mantiene abierta la posibilidad. En otras palabras, el cerebro
puede ser recuperado y recargado.
No obstante, en el proceso de conseguir un estado de longevidad
en un organismo, la actividad regenerativa o rejuvenecedora no está
limitada al sistema tímico o al sistema nervioso. Todas las partes del
cuerpo poseen esta capacidad, y quizás en mayor medida de lo que

33
Dr. William A. McGarey

estamos dispuestos a aceptar. Nos encontramos muchas veces pro-


gramados por el modo de pensar que nos impone nuestro ambiente, y
probablemente por las muchas existencias vividas anteriormente, en
las cuales se nos ha convencido de que la edad máxima que podemos
sobrevivir en este cuerpo físico es de cincuenta, sesenta o setenta
años.
Cayce, igual que la mayoría de los parapsicólogos y personas
sensibles a los fenómenos psíquicos, ha estado considerado durante
años como un «chiflado», pero los tiempos están cambiando. Las
investigaciones científicas empiezan a aportar pruebas de que la
verdad puede revelarse en la mente humana mucho antes de que se
determine y se demuestre según la constante, laboriosa e importante
metodología utilizada por la ciencia.

34
Los remedios de Edgar Cayce

5
Salud holística
y cuidado de uno mismo

Existe una nueva dirección en la atención a la salud, denominada


por algunos movimientos en pro del cuidado de uno mismo, que está
consiguiendo cada vez más adeptos. El doctor Lowell Levin, profesor
de la universidad de Yale en la Escuela de Salud Pública, ha abogado
por el desarrollo de actividades favorables a la salud por parte de
personas legas en medicina, indicando que promete ser en el futuro
uno de los principales movimientos en pro de la salud. Al exponer el
modo en que una persona normal podría realizar tareas relacionadas
con su salud y bienestar, el doctor Levin señala que hoy en día el ama
de casa ya utiliza el termómetro, el aparato de medir la presión
sanguínea y el cepillo de dientes (así como las aspirinas, la
mercromina, el agua y jabón sin más y el contacto curativo). Cuando
se ceda o delegue en el enfermo la responsabilidad de su propia salud,
será posible utilizar a los médicos «con menos frecuencia, con más
precisión y con mucha más eficacia» (Arizona Health, julio de 1977).
Recuerdo que el doctor Art Ulene, ginecólogo de la Costa Oeste,
nos animó en una reunión profesional hace algunos años a que
«devolviéramos el organismo a su auténtico dueño». Éste es el tipo de
afirmaciones que se apuntan en los escritos de Cayce, y es también el
lema del movimiento que se denomina curación holística o salud
holística. Resulta reconfortante que profesores universitarios y
doctores en posiciones de liderazgo dentro del mundo de la medicina
empiecen a reconocer y enseñar algo que muchos profesionales
conocen desde hace años: el paciente tiene que ser parte del proceso
curativo. Sin embargo, dicho paciente sólo será parte del proceso si se

35
Dr. William A. McGarey

le da autoridad y responsabilidad para dicho papel, y si acepta la


responsabilidad de lo que resulte.
Edgar Cayce fue un adelantado a su tiempo durante la primera
mitad de este siglo, cuando llegó a realizar más de catorce mil
consultas. Cayce consideraba al hombre como un todo único: cuerpo,
mente y espíritu. Sus sugerencias para la curación del cuerpo
mediante píldoras, compresas de aceite de ricino, imposición de
manos, plegarias o mediante el bisturí del cirujano, se hallaban casi
siempre entremezcladas con comentarios dirigidos a que el individuo
reconociera su origen espiritual y su destino asimismo espiritual. De
ello sacaba en consecuencia que todo acontecimiento en la vida de la
persona, tanto si se trataba de una experiencia en las relaciones
humanas o de una enfermedad del organismo, era realmente una
aventura en la conciencia y llevaría a dicha persona, si accedía a ser
guiada, a un estado más holístico.
La salud es un proceso dinámico, no una estructura o un estado al
que hay que llegar. Debe aspirarse a conseguirla y debe ser
mantenida, pues significa la actividad coordinada de todos los órganos
y sistemas del cuerpo humano. Requiere una asimilación adecuada e
insistente en un proceso de eliminación en buen funcionamiento, y el
sistema circulatorio es vital para su consecución. La salud no la
conseguimos en absoluto mediante la administración de un antibiótico
o sometiéndonos a una intervención quirúrgica. Con ello sólo
eliminamos el mal que amenaza la supervivencia del organismo para
conseguir nuevamente la homeostasis del cuerpo, aunque el nivel de
funcionamiento del organismo quede lejos de lo que definiríamos
como salud. Ésta se define tradicionalmente como un estado de
equilibrio perfecto, y el proceso curativo es lo que produce la
recuperación de esta especie de equilibrio.
Entre las técnicas de curación mediante el cuidado de uno mismo,
se cuenta un enfoque holístico formulado por algunos médicos que
han pasado gran parte de sus vidas buscando en primer lugar el
aspecto espiritual. En 1978, Herbert Puryear, psicólogo clínico y
eminente estudioso de la obra de Edgar Cayce, definió en el discurso
de apertura de un simposio el sistema de vida holístico del modo que
sigue:

1. Un equilibrio entre los aspectos interno y externo de la vida.

36
Los remedios de Edgar Cayce

2. Un equilibrio entre las partes física, mental y espiritual de la


persona.
3. Observación de los ciclos de la vida y complacencia en su sucesión:
las cosas se producen a su debido tiempo. Cumplimiento de los
propósitos de los ciclos de nuestros cuerpos, de nuestras energías y
de la vida misma.
4. La vía del término medio. Ni Jesús ni Buda eran extremistas. La
complacencia en el término medio demuestra nuestra aceptación de
la naturaleza de las cosas como son, de los valores del término
medio y de nuestra voluntad de abandonar la tendencia a expresar
los extremos en nuestros actos.
5. Debe haber un ideal, un centro, un lugar al que poder regresar.
Debemos saber en qué creemos, en Quién creemos, y en la
centralidad de nuestras propias vidas.

Para clarificar más los progresos en el movimiento en pro del


cuidado de uno mismo y en lo que se ha venido en llamar cuidados
holísticos, debe hacerse mención de un movimiento que se inició
dentro de la profesión médica en 1978 y que resulta altamente pro-
metedor para tales cuidados holísticos con vistas al futuro. Me refiero
a la Asociación Norteamericana de Medicina Holística, que en nueve
meses consiguió más de cuatrocientos socios entre médicos y
osteópatas. Los principios éticos de esta organización encajan per-
fectamente en lo que venimos exponiendo:

EL PRIMER PRINCIPIO: El médico debe rendir servicio a la humanidad con


pleno respeto a la dignidad de la humanidad en general y del individuo como
unidad, en particular. El médico debe tener en cuenta las necesidades totales
del individuo y encarar el tratamiento a la persona considerándola como un
todo: a su cuerpo, su mente y su espíritu. El tratamiento deberá ser, en
cualquier circunstancia, el que más se adecúe a los intereses del paciente.

OTRO PRINCIPIO: El médico debe reconocer que el paciente posee el


derecho inalienable a participar en la toma de decisiones relativas a su propio
tratamiento. El médico debe guiar y educar al paciente para que consiga su
objetivo, y animarle activamente a compartir la responsabilidad de su propio
cuidado.

37
Dr. William A. McGarey

Al reflexionar sobre estos signos de los tiempos y sobre la situa-


ción del mundo de hoy, me doy cuenta de que estamos en una era de
un gran cambio conceptual y en un mundo que busca la evolución
hacia los objetivos reales que la humanidad ha acariciado desde
siempre..., y alcanzo a sentir la bondad que se está abriendo paso en la
mente del hombre.

38
Los remedios de Edgar Cayce

6
Una investigación individual

Edgar Cayce decía: «Toma esas cosas, investígalas y luego escribe


sobre ellas». La investigación viene primero, y luego la iluminación.
De ahí el nombre de la organización que el propio Cayce fundó: la
Association for Research and Enlightenment (ARE).
Un caso que ejemplifica la frase de Cayce me fue confiado por un
miembro de la ARE procedente de West Palm Beach. El interés de
este investigador se había sentido estimulado por una cita de Cayce
que aparecía en un folleto sobre gemas y piedras preciosas:

No tome esto como un objeto de superstición o como algo que le dará


buena suerte mágicamente. Si lleva usted sobre su persona o en el bolsillo —
preferiblemente en el pantalón— un metal que sea acero carbonatado, éste
producirá una ionización del cuerpo por sus propias vibraciones, y le ayudará
a prevenir el resfriado, la congestión y demás propensiones a trastornos de las
membranas mucosas de los conductos de la nariz y de la garganta.
1842-1

Tras asimilar esta información, al menos en parte, nuestro inves-


tigador decidió hacer algo al respecto. Pegó con goma un pedazo de
acero de herramienta a una llave para poderlo llevar colgado de una
cadena, guardado en el bolsillo. Descubrió que funcionaba una y otra
vez. En ocasiones, según su informe, nota que está a punto de pillar
un resfriado —por un ligero escozor en la nariz o la garganta—, pero
la sensación le dura un par de horas y después desaparece. Nuestro
hombre ya no tiene ningún temor a estar cerca de alguien que padezca
un resfriado o una gripe.

39
Dr. William A. McGarey

La investigación a nivel personal nunca producirá en el científico


o el investigador el impacto de los trabajos realizados a nivel univer-
sitario, pero no por ello carece de valor. Uno de sus valores es que el
individuo se da cuenta de que ha sucedido algo real dentro de su
propia experiencia, y que cuenta con datos significativos que a me-
nudo son de utilidad para otras personas cuando los comparte con
ellas.
Un ejemplo interesante de lo que estamos tratando me fue con-
fiado por un corresponsal del Medio Oeste. Este individuo había
observado que padecía repetidos accesos de amigdalitis aguda. Em-
pezó a utilizar aceite de ricino en compresas alrededor del cuello y
advirtió que una sola aplicación, durante una hora, producía exce-
lentes resultados. Repitió el tratamiento cinco veces y desde entonces,
hace más de cinco años y medio, no ha vuelto a padecer ningún
episodio de amigdalitis.
Mi comunicante era un hombre emprendedor, además de miembro
de la ARE, y al enterarse de que una sobrina y una amiga de ésta
padecían laringitis, les sugirió que siguieran el tratamiento. Los
resultados fueron también excelentes. Por último, su esposa padeció
una infección del útero que fue objeto de nuevas investigaciones por
parte de mi corresponsal. Éste indicó a su esposa que se aplicara
compresas de aceite de ricino en el bajo abdomen durante una hora o
una hora y media. Después de tres aplicaciones, los resultados fueron
los mismos que en las ocasiones anteriores. Quizás el entusiasmo de
mi comunicante exageró ligeramente los resultados, pero tal vez sus
deseos de obtener un buen resultado añadieron la energía curativa que
no siempre resulta fácil conseguir. Sea cual sea la verdad del relato,
tanto si se debe al ricino y a su aceite como si era consecuencia del
puro deseo de sanar o de la calidad curativa de las vibraciones
generadas por nuestro corresponsal, el resultado concreto era, a los
ojos de los individuos afectados, la curación del organismo enfermo.
¿No se trataba acaso de conseguir precisamente eso?
Con el paso de los años, hemos llegado a la conclusión de que
nuestros pacientes valoran sobre todo un enfoque del proceso curativo
que podríamos denominar multidisciplinario. Los problemas que
presenta un paciente llevan al médico a utilizar diversos métodos
terapéuticos dirigidos, en su mayor parte, a potenciar las funciones del
organismo que en el momento de la consulta no están respondiendo
con normalidad. Entre estos métodos se cuenta una buena dieta

40
Los remedios de Edgar Cayce

alimenticia que mejore la asimilación, una serie de masajes que


movilice los nódulos linfáticos hacia una mejor actividad y algunas
otras medidas que suelen ayudar al paciente a alcanzar un nivel de
salud más aceptable.
Con todo, el enfoque de la recuperación de la salud desde este
punto de vista no se limita al médico. Uno de los médicos de nuestra
clínica recibió una carta de un corresponsal que había llevado a cabo
una terapia muy similar por su propia cuenta:

Me encuentro ahora libre de los dolores que tenía en el cuello y la espalda


desde hace cinco años. El dolor desapareció de repente hace varias semanas, y
no ha vuelto a presentarse. Ya no necesito tomar relajantes musculares o
píldoras para el dolor. ¡No es necesario que le diga el milagro que esto ha
representado para mí!... Creo que debo mi recuperación a tres factores:
1. Me he aplicado compresas de aceite de ricino en el abdomen y la
espalda diariamente durante casi seis meses;
2. Mi actitud ante la enfermedad y ante mi vida en general ha
cambiado radicalmente a mejor desde que empecé a conocer la
filosofía de Edgar Cayce; y
3. Muchas personas, como usted, han rezado por mí.

Asistencia física, cambios en la actitud mental («la mente es la


constructora») y ayuda espiritual: resulta difícil resistirse a una terapia
así.
En casi veinte años de trabajo siguiendo los conceptos de salud y
regeneración expuestos en los escritos de Cayce, mi experiencia y mi
mente me dicen que todas las personas deberían tener al menos la
oportunidad de producir curaciones, sea de uno mismo o de otras
personas a las que se puede ayudar. Utilizando el mismo concepto
según el cual toda curación proviene del interior del cuerpo, la
oportunidad de conseguirla puede darse por la aplicación de com-
presas de aceite de ricino o de vinagre y sal, o de algún remedio
semejante que, muchas veces, no sólo demuestra una eficacia espec-
tacular, sino que satisface también el deseo de curarse. La experiencia
de una mujer de Kansas City es un ejemplo de lo que estamos di-
ciendo:

En primer lugar, créame, en lo que concierne a la salud de mis hijos no


tengo la intención de correr el menor riesgo, así que no creo que obrara

41
Dr. William A. McGarey

impulsivamente o que corriera más riesgos de los habituales. Todo empezó un


domingo por la mañana cuando mi hijo, de cinco años, se quejó de que se
había hecho daño en el pie y nos enseñó unas rayas rojas que le habían
aparecido en el tobillo. Le tomé la temperatura y era normal, pero la zona en
la que se había dado el golpe contra un clavo el día anterior estaba ahora
totalmente enrojecida y dos o tres rayas, abultadas como cinturones, le subían
hasta casi la rodilla. Yo jamás había visto hasta entonces unas vetas como
aquellas pero tenía la certeza de que se trataba de un envenena miento de la
sangre, aunque mi esposo no compartía esa opinión.
Como era un domingo por la mañana, la perspectiva de hacer un viaje al
servicio de urgencias del hospital no resultaba muy agradable. Me acordé
entonces de las compresas de aceite de ricino de Cayce y de la terapia de
calor, y decidí aplicárselas durante un máximo de cuatro horas. En caso de
que le subiera la fiebre o de que su estado empeorara, llamaría
inmediatamente al médico. Yo había utilizado ya las compresas en
contusiones e hinchazones, pero jamás las había usado para algo realmente
grave. Le apliqué la compresa y la adherí a su pierna mediante una venda
elástica, y coloqué sobre ésta la bolsa de agua caliente. Después hice que mi
hijo se sentara, manteniendo el pie en alto. Al término de las cuatro horas, las
vetas rojas estaban desapareciendo claramente, y la hinchazón había remitido.
El dolor también había desaparecido casi por completo y en ningún momento
presentó fiebre. Dejé la compresa y la bolsa de agua caliente sobre la zona
afectada durante el resto del día y, al llegar la noche, quité la bolsa de agua
caliente y dejé solamente la compresa.
A la mañana siguiente, el pie tenía un aspecto completamente normal y,
cuando mi hijo se puso de pie y lo apoyó, no le produjo el menor dolor.
Durante los días siguientes vigilé atentamente la pierna del niño, pero los
síntomas no volvieron a aparecer y todo siguió normal. Sin inyecciones ni
píldoras, sin médicos y sin facturas de hospital, el problema se resolvió con
toda prontitud. Desde este episodio, he utilizado este método curativo en el
mismo tipo de infecciones, con idénticos resultados.
Resulta curioso: cuando se trabaja con niños, los que creen que el
tratamiento dará resultado, mejoran. En cambio, mi hija, que no cree en los
remedios caseros y en la curación por la fe, no tuvo ninguna mejoría con las
compresas.

42
Los remedios de Edgar Cayce

7
Unas breves observaciones

Hemos expuesto la salud y la curación desde muchos puntos de


vista. Los escritos de Edgar Cayce parecen decirnos que toda terapia
que tenga por objetivo la curación del cuerpo debe hacer que las
vibraciones del organismo entren en armonía o equilibrio con las
vibraciones del plano físico en que vivimos.
La curación del cuerpo es a menudo como la conocida «rendija del
tiempo», o bien como el espigón de un dique. En el primer caso,
produce una renovación total del organismo, en el segundo, conforma
un sólido muro contra el agua que amenaza desbordarse. Cada vez
estoy más convencido de que el proceso curativo es muchas veces, en
realidad, un movimiento único destinado a reinstaurar el equilibrio en
el cuerpo humano.
A menudo, la curación es un misterio incluso para el médico. En el
archivo de Virginia Beach existen unas nueve mil citas que tratan de
uno u otro modo sobre la filosofía de la curación, así como sobre los
modos, medios y razones que participan en la recuperación de la
normalidad por parte del organismo. Al exponer su concepción del
proceso curativo y del modo de ponerlo en acción, Cayce parecía
fiarse más de la cualidad espiritual que de cualquier otro factor. De
igual modo, hablaba más de la insistencia que de las demás cualidades
espirituales. Alguien ha dicho que ni el talento, ni el genio, ni la
educación, le garantizan a uno el éxito; en cambio, la insistencia,
combinada con la determinación —que es una mezcla de paciencia y
coherencia— no puede dejarse de lado. Funciona en todas las facetas
de la vida y, con toda certeza, en la curación del organismo.
El término que hemos adoptado para referirnos al tipo de trata-
miento diseñado para regenerar los tejidos y devolver la salud a

43
Dr. William A. McGarey

nuestros pacientes es el de rehabilitación fisiológica. Como es lógico,


la curación es la curación sea cual sea el método utilizado, y su
resultado es un organismo humano normal y saludable. Quizá sería
más preciso decir un organismo más saludable. Así, la rehabilitación
no es simplemente la restauración de la estructura y coordinación
muscular, sino la regeneración de la estructura celular y el buen
funcionamiento de los tejidos nervioso, glandular y orgánico. Si se
consigue equilibrar estos tejidos, todo el organismo físico empieza a
funcionar a un nivel más normal.
La paciencia es una necesidad en el proceso curativo, sobre todo
cuando un problema que el cuerpo arrastra desde tiempo atrás se
encuentra en alguno de los diversos estadios de disolución, o cuando
la persona lleva un prolongado período de tiempo padeciendo un
determinado problema. Si el paciente es joven y no ha experimentado
muchos años de vida con sus vicisitudes, opino que resulta más difícil
aceptar el programa terapéutico a largo plazo. Entonces surge la
pregunta inevitable de cuánto tiempo será necesario continuar tal
programa terapéutico. Cayce, en un trance, se refirió a esta cuestión
mientras estudiaba un caso de problemas de vitíligo o albinismo
adquirido:

Pregunta 11: ¿Puede concretar el periodo de tiempo que transcurrirá hasta


que las manchas desaparezcan definitivamente?
Respuesta 11: ¿Cuánto tiempo antes de mañana? ¿Cuánto tiempo antes o
después de ayer? Eso son cosas del concepto mental. Si existe el deseo,
esfuérzate hacia él. Sin embargo, ¿ese deseo es por el resultado o por el estado
real? ¿Es de naturaleza espiritual o puramente material? Estudia lo que estás
preguntando, y ten presente que las fuentes no tienen en cuenta el tiempo.
1490-4

En los escritos de Cayce aparece una y otra vez la cita de que toda
curación viene de una fuente, sea mediante la oración, una píldora, un
bisturí o un tratamiento eléctrico..., sea de vibraciones altas o bajas.
Muchos de los que han leído los escritos legados por Cayce creen
erróneamente que la medicina, la cirugía y los rayos X no tienen
cabida en el régimen sugerido por esta fuente psíquica inconsciente.
Lo cierto es que tales tratamientos, que pueden traer —y de hecho
traen— la curación del cuerpo, quedan enumerados entre los métodos
curativos que se pueden encontrar en los escritos. No obstante, como

44
Los remedios de Edgar Cayce

todo tratamiento, deben ser utilizados del modo correcto y teniendo


presente los objetivos finales del mismo, que son la curación del
organismo o la devolución a éste de sus fuerzas normales de vitalidad
y de vida. Un ejemplo que viene al caso es el episodio en que Cayce
sugirió someter su propio cuerpo físico a una intervención quirúrgica.
Se trataba de una apendicetomía que los médicos que le atendían no
consideraban necesaria. Al final, resultó que Cayce tenía razón y,
durante la intervención, se descubrió que el apéndice estaba
prácticamente roto.
La curación, de la naturaleza que sea, se produce de modos
diversos en individuos diferentes. Existe gran cantidad de métodos
para restaurar la salud del cuerpo y devolverle su normal funciona-
miento. Creo que siempre es importante tener muy presente este
concepto pues, como ya hemos indicado, la restauración del funcio-
namiento normal es la auténtica curación del cuerpo, y toda curación
verdadera está directamente relacionada con la conciencia:

Pues toda curación proviene de una única fuente. Y tanto si se consigue


por medio de controles dietéticos, ejercicios físicos, medicamentos o incluso
intervenciones quirúrgicas, es fundamental que se adquiera conciencia de las
fuerzas que actúan en el organismo, lo cual ayuda a reproducir la conciencia
de las fuerzas divinas o creadoras.

Las sugerencias que aparecen en los escritos de Cayce provienen


de un hombre que estaba en contacto con las Fuerzas del Universo, y
están expuestas de modo que la persona con pocos conocimientos de
su propio cuerpo pueda empezar a utilizar tal información en sí
misma. Esto no sólo ahorra dinero, sino que ayuda a los gobiernos de
los países a solucionar un importante problema de los tiempos
actuales: el de la prestación de atenciones sanitarias. Cuanta mayor
sea la eficacia con que la persona aprenda a conservar la salud y a
curarse sus propias dolencias menores (y a veces no tan menores),
menor será la necesidad de formar médicos y construir instalaciones
para el cuidado de la salud.
La curación del cuerpo parece ser una necesidad humana univer-
sal. En la Biblia, Jesucristo relaciona la curación con el perdón de los
pecados, pero hoy nos mostramos recelosos en nuestra actitud ante el
pecado. Dudamos en si lo cometemos, y dudamos todavía más a la
hora de definirlo. Cayce no mostraba ningún escrúpulo en hablar de la

45
Dr. William A. McGarey

relación existente entre enfermedad y pecado. Según sus palabras, «la


enfermedad es un pecado tendido ante la propia puerta de uno». Y se
apresuraba a añadir que, en su definición, el pecado era
fundamentalmente una actividad vital dirigida hacia uno mismo, en
lugar de estar volcada al servicio de los demás.
El servicio a los demás es el tema principal de los escritos de
Cayce, y es el modo en que la persona encuentra la unidad con Dios.
En esos mismos escritos se hace evidente que la capacidad de la
persona de desviarse de su camino durante una vida determinada
puede no mostrar su karma (la cosecha de lo que uno ha sembrado)
hasta la siguiente reencarnación, o la otra. A menudo nos deja
anonadados el ver a alguien enfermo o afectado por alguna dolencia
sin ninguna razón aparente, hasta que enfocamos la situación con la
adecuada perspectiva, esto es, hasta que entendemos al individuo
como un ser activo en varias vidas o reencarnaciones, y no en una
sola.
Jesucristo, cuando sanaba a una persona, le despedía diciendo:
«Ve, y no peques más». Nosotros podemos añadir a esto una frase
dirigida a nosotros mismos: «¡Médico, cúrate a ti mismo!». La ter-
minología de Cayce cambia sin el menor esfuerzo de lo físico a lo
metafísico, y siempre parece estar refiriéndose a la misma cosa con
términos diferentes. Cayce contemplaba una unidad del cuerpo, una
unidad de todos los seres, y una unidad entre Dios y el hombre.

46
Los remedios de Edgar Cayce

Segunda parte

La puesta en acción

47
Dr. William A. McGarey

48
Los remedios de Edgar Cayce

8
Usted puede hacerlo

A lo largo de mis treinta y cinco años de práctica y experiencia


médica, me ha impresionado el número de personas que parecen
recobrar la salud espontáneamente. Estas recuperaciones espontáneas,
sin embargo, no están envueltas realmente en el misterio si las
situamos en el contexto de la información presentada en la primera
parte de este volumen. Existen funciones del organismo que rechazan
la enfermedad y producen un rejuvenecimiento del mismo. El factor
vital siempre está a punto para ser utilizado; no tenemos más que
reconocer su existencia y evocarla de un modo u otro.
Quizás estas curaciones que denominamos espontáneas sean en
realidad el resultado de la aplicación a la mente, al espíritu y al cuerpo
físico del paciente —bien por parte de la misma persona afectada o
bien por parte de alguien próximo a ella— de un procedimiento
sencillo que invierte el proceso interno, dando lugar a que la salud
inicie su viaje de vuelta al organismo. En la actualidad, es innegable
el papel de la mente en el proceso curativo. Indudablemente, es muy
importante que aquellas personas que padecen enfermedades crónicas
sepan reconocer con su mente cuál es su posición en relación con la
salud, para que el verdadero proceso curativo pueda progresar.
Los individuos enfermos suelen rebelarse contra lo que ha pro-
ducido su dolencia, sin advertir que el origen de sus problemas no se
encuentra en ninguna parte más que en su propia puerta. La auténtica
rebelión, la auténtica pugna, se establece en el interior de sus cuerpos.
Deben abandonar su actitud de rebelión e iniciar de nuevo el sendero
que les lleve a la paz; entonces empezará a producirse el proceso
curativo. Siempre resulta un relato fascinante cuando uno alcanza la
conciencia de que realmente debe aceptarse a sí mismo y empezar a

49
Dr. William A. McGarey

trabajar desde un nuevo nivel de conciencia. La mayor parte del


tiempo no somos capaces de ver el bloqueo mental de nuestras
conciencias que nos niega el proceso curativo, y por ello no
conseguimos recuperarnos. En consecuencia, quizá sepamos aprender
la lección a través de la enfermedad. Sin embargo, si realmente
aportamos un poco de comprensión respecto de nuestra estructura
interna, resulta posible reconocer este bloqueo.
Una frase extraída de los documentos de Cayce puede ayudarnos a
comprender este punto, y a profundizar en sus ramificaciones de
mayor alcance.

Luego está el cuerpo mental, a menudo afectado por la actividad de los


reflejos o impulsos de los sistemas nerviosos del individuo.
2402-1

Cayce acababa de referirse al cuerpo físico y continuó su disqui-


sición hablando del cuerpo espiritual, pero el cuerpo mental quedó
envuelto en una capa de misterio. Cayce parecía decir que suele
atribuirse a la mente —que es la constructora— la capacidad de
razonar, de actuar de modo creativo, cuando en realidad solamente
reacciona por reflejo a partir de tipos de comportamiento, de energía y
de electricidad creados por el propio individuo en su sistema nervioso.
Tal reacción se parece a la que yo obtengo cuando utilizo el
martillo para buscar el reflejo rotuliano con el paciente sentado en la
mesa de exploraciones. La pierna de éste se levanta súbitamente y, a
menudo, el paciente se echa a reír y comenta: «Mire eso: la pierna se
levanta sola».
La mente actúa a través del sistema nervioso, y lógicamente crea
muchas respuestas que se convierten en hábitos. Resultaría difícil
vivir normalmente sin tales hábitos. Pero no sólo existen las res-
puestas del cuerpo físico; también se dan los modelos mentales
creados por nuestro entorno, como las creencias religiosas, las ten-
dencias políticas o el modo de gastar o ahorrar el dinero. Estos y otros
modelos de comportamiento con base neurológica se convierten en
parte del «¡así soy yo!». O, por lo menos, eso afirmamos. Así, cuando
uno afronta una situación en la que se precisa una actividad mental, es
muy probable que sintonice sus procesos de pensamiento con los
modelos de comportamientos que ya ha creado en base a las
experiencias de las vidas anteriores y presente y, en tal caso, la

50
Los remedios de Edgar Cayce

persona, más que actuar, reacciona. Así, sería conveniente que


consideráramos las decisiones de nuestras mentes de igual modo que
el paciente consideraba su pierna, y por ello diremos: «Mire eso, la
mente funciona sola».
De hecho, a veces se atribuye a la mente una actividad que es sólo
un reflejo o un impulso del sistema nervioso cerebroespinal, o del
autónomo. Sin embargo, la mente creativa debe saltar las barreras de
los modelos de comportamiento electroneurológicos y alcanzar la
libertad del pensamiento verdadero antes de poder encontrar solución
a los problemas de este mundo. Y, ciertamente, quienes buscan la
remisión espontánea para sí mismos deben alcanzar tal libertad si
quieren curarse. La mente clara y creativa debe ser activa, y el cuerpo
debe entonces ponerse en acción de acuerdo con el pensamiento.
Teniendo esto presente, pasemos a examinar los procesos de
visualización y de sugestión, que son dos procesos de la mente que
permiten al cuerpo ponerse en acción.

Visualización y sugerencias

La visualización consiste en realidad en hablar a la mente in-


consciente en su propio lenguaje. La mente inconsciente se halla en el
sistema nervioso autónomo y en sus centros de control, y nos envía
mensajes a través de imágenes y símbolos. Los sueños son prueba de
ello. Poco a poco, se ha comprendido que el inconsciente no acepta
órdenes de la mente superior a menos que tales órdenes sean emitidas
en el lenguaje simbólico del inconsciente, y a menos que el mensaje lo
alcance sin ser manipulado maliciosamente. Si le decimos al
estómago, «deja de producir tanto ácido perjudicial», el estómago no
obedecerá, pese a que nuestra mente superior tiene realmente derecho
a pedir —o incluso exigir— al estómago que cumpla dicha orden.
En cambio, si permitiéramos que nuestros cuerpos se relajaran por
completo —quizá con un acompañamiento de música de fondo como
el Adagio para cuerdas de Barber— y visualizáramos entonces con
nuestras mentes un valle en el campo en el que las aguas bravas
hubieran abierto surcos en el suelo y no pudieran arraigar más que
unas pocas plantas, estaríamos iniciando el proceso de hablar a
nuestro sistema nervioso autónomo. Estaríamos diciéndole al in-
consciente que el estómago es como ese valle. El inconsciente lo
entendería y, sin duda, estaría de acuerdo. Entonces tendríamos que

51
Dr. William A. McGarey

visualizar la salida del sol, una nubes alejándose y un cielo claro; el


valle recobra la calma, la hierba comienza a crecer y la vegetación
empieza a cubrir y curar los surcos del terreno.
Mediante tal comunicación simbólica, establecemos un puente
entre el consciente y el inconsciente. Con la ayuda de la música y una
buena relajación, estaremos en disposición de observar cómo nuestro
estómago empieza a mostrar síntomas de recuperación.
Cayce se adelantó a su tiempo con este método curativo. La
lectura de sus explicaciones sobre este tema ayuda a conseguir una
comprensión general del proceso y a profundizar en sus fundamentos.
Por ejemplo:

Pregunta 3: ¿Algún consejo espiritual para este cuerpo?


Respuesta 3: El cuerpo es espiritual en sus aspectos y su reacción. Si el
cuerpo ayuda al yo en aquellas tareas en que le es posible, dedícate a
contemplar el yo en los períodos en que el cuerpo entra en reposo y obsérvalo
sano como podría estarlo el cuerpo. La visión del yo aumenta mucho con
dicha ayuda. Aprende para qué es cada ayuda viendo y haciendo eso en tu yo.
Conserva la mente en la actitud que posibilita la continuidad de las fuerzas
que se manifiestan a través del yo. formando un flujo continuo, ¿comprendes?

326-1

Las vibraciones que pueda producir la actividad concertada de los


individuos, las que puedan surgir de las propias fuerzas imaginativas (si se
quiere llamarlas así) dentro del yo con el fin de ver desarrollarse tales
actividades dentro de las fuerzas activas del cuerpo, se verán potenciadas por
esta voluntad, como podremos comprobar. Busca y encontrarás; llama y se te
abrirá. Visualiza que todo se desarrolla así, y esa voluntad te ayudará en gran
manera.
5576-1

Así, para aprender a curar nuestros propios cuerpos debemos usar


la mente de manera creativa. La mente es, ciertamente, la
construcción de todas nuestras molestias, pero también lo es de
nuestra salud, de nuestro rejuvenecimiento y de la longevidad que
deseemos alcanzar.
Hace algunos años, una amiga me contó que había resbalado en la
cocina de su casa y que, al intentar sostenerse, había puesto el revés

52
Los remedios de Edgar Cayce

de la mano sobre un quemador al rojo vivo. Se hizo una considerable


quemadura. Mi amiga cree en el poder curativo de la mente, pero de
todos modos puso la mano en agua fría. No quiso inspeccionar la
herida pese a que a su esposo no le gustaba el aspecto de los dedos.
Era casi hora de acostarse y la mujer puso la mano en agua helada, en
un balde junto a la cama. Según me dijo, al cabo de un rato se dio
cuenta de que los poderes curativos de la mente no eran compatibles
con el agua helada y se decidió por los primeros, abandonando el
tratamiento a base de hielo. No se puso ningún vendaje y pudo dormir
bien. Por la mañana, sólo habían restos muy ligeros de cicatrices
donde habían estado las quemaduras.
Y a continuación expongo el relato que me contó el psiquiatra
osteopático Fred Martin acerca de una paciente que se había lesionado
la rodilla. La terapia que utilizó el doctor en este caso es
sorprendentemente similar al proceso de visualización:

Tras la tercera visita con una paciente externa de psicoterapia, ésta sufrió
un resbalón en el hielo y se torció la rodilla derecha. (...) Cuando al cabo de
una semana de haberse lesionado se presentó en la consulta, cojeaba
visiblemente pese a que las radiografías efectuadas por el médico de cabecera
no mostraban ningún problema importante. La rodilla aparecía claramente
hinchada y se apreciaba un hematoma de tamaño moderado en la cara interna
de la rodilla. La paciente venía caminando apoyada en los dedos del pie con la
rodilla derecha flexionada entre quince y veinte grados, y tomó asiento
manteniendo el mismo ángulo de flexión. Durante la hora de consulta, no se
habló de la rodilla hasta que, al final, le dije que tenía algunas sugerencias que
quizá le aliviaran el dolor. Ella se mostró interesada. Se encontraba en un
estado mental que denominaría «de gran relajación», que presenta algunos
parecidos con un estado de hipnosis ligera. En ese estado, la sugestión
sintónica del yo es bastante bien aceptada, aunque sigue funcionando con toda
normalidad su capacidad crítica. Utilizando algunas ideas que he desarrollado
a partir de los escritos, le sugerí que podía desarrollar alrededor de la cadera,
el muslo y la pierna hasta más abajo de la rodilla un campo de energía
curativa sintonizada con las fuerzas creativas del universo, y que aquel campo
de energía procedería a mantener en una especie de vida suspendida todos los
tejidos, de modo que pudiera fluir y eliminarse la hinchazón, que pudieran
llegar a la zona más fluidos y más sangre, y que pudieran calmarse los nervios
irritados, tras lo cual aportarían los impulsos necesarios para desencadenar la
curación. También le sugerí que este proceso restablecería el equilibrio

53
Dr. William A. McGarey

normal de fuerzas en los tejidos lesionados y en el organismo entero, y que el


proceso podía tener lugar a un ritmo notablemente rápido. El campo de
energía debía seguir presente hasta que la curación se hubiera completado.
A la siguiente visita (cuatro días después) (...) la rodilla se encontraba
«bien». No había hinchazón ni dolor y el hematoma había desaparecido de la
noche a la mañana. (...) Desde entonces, la paciente no ha vuelto a quejarse de
la rodilla.

Fred me dijo que no sólo se presentó sin cojear y sin mostrar el


menor problema de rodilla, sino que los síntomas le habían
desaparecido la misma mañana siguiente a la consulta en que le dio
los consejos.

Planificación del proceso curativo

No sólo podemos usar nuestras mentes creativas en curarnos, sino


que deben jugar un papel principal en el momento de planificar el
proceso curativo. En una situación determinada, existen numerosos
métodos que pueden aplicarse, además de la mente y de las fuentes
espirituales. Se trata de los métodos de curación prácticos y concretos
del cuerpo físico, y la mayor parte de este libro está dedicada a
estudiar dichos métodos, y especialmente su aplicación al organismo
en el caso de estados de enfermedad específicos o en el de
disfuncionalidad de un proceso fisiológico.
El modo más evidente de determinar si uno está enfermo es,
simplemente, reconocer la existencia de una incomodidad en el
organismo, o bien sometiéndose a un examen físico completo en una
consulta médica. Sin embargo, este sistema no refleja muchas veces
las tensiones de la vida que experimentamos, ni calcula el precio que
debe pagar el cuerpo ante tales tensiones.
Los cambios en la vida producen siempre tensión. No importa si se
trata de cambios agradables o desagradables, de si te gusta que tengan
lugar o de si te desagrada verlos venir. El doctor Holmes, de la
Medical School del estado de Washington, diseñó una tabla que mide
los valores de los diferentes acontecimientos de la experiencia vital y
ofrece una buena estimación del grado en que las tensiones de la vida
afectan al nivel de salud de la persona. Nosotros utilizamos esta tabla
rutinariamente en todos nuestros exámenes físicos para detectar
propensiones, pues las propensiones son quizá más importantes

54
Los remedios de Edgar Cayce

incluso que la enfermedad manifiesta. Las propensiones pueden


corregirse, como si diéramos marcha atrás al descubrir que hemos
tomado una dirección equivocada. Siempre podemos dar media vuelta
y regresar al camino correcto.
La salud es un continuo proceso de cambios, y es razonable
señalar que los hábitos positivos y constructivos en la comida, el
sueño, el ejercicio físico, las acciones, los pensamientos y las creen-
cias cambian el organismo a mejor, mientras que lo contrario también
se cumple. Una vida tensa significa un modo de comer, dormir, hacer
ejercicio, actuar, pensar y creer que ocasiona problemas al cuerpo
humano. Medir las tensiones «positivas» o «negativas» es valorar
cuánta de esa actividad destructiva se produce; al mismo tiempo,
significa una ayuda para saber cuándo debe producirse el cambio para
no seguir avanzando por un callejón sin salida. Además de las
tensiones internas, también existen tensiones que provienen del
exterior.
El doctor Thomas H. Holmes, de la universidad de Washington, en
Seattle, diseñó una Escala de Adaptación Social. Presentamos esta
escala al final de este capítulo. En nuestra clínica, donde hemos
utilizado esta escala durante los diez o quince últimos años, la deno-
minamos Carta de Cambios Vitales de Holmes. El doctor Holmes
apunta que cuando uno mide su actividad durante el año anterior
confrontándola con los valores de la carta, puede predecir su ten-
dencia a la salud o la enfermedad en el futuro próximo. Con 150 a 299
unidades de cambios vitales, la persona tiene un cincuenta por ciento
de probabilidades de enfermar en el futuro próximo; con menos de
150 unidades de cambios vitales, sólo existirá un treinta por ciento de
probabilidades de enfermar en el futuro próximo.
El doctor Holmes ofrece las siguientes sugerencias para la utili-
zación de la Escala de Adaptación Social en el mantenimiento de la
salud y en la prevención de la enfermedad:

1. Familiarizarse con los acontecimientos de la vida y con la cantidad


de cambio que requieren.
2. Colocar la escala en algún lugar donde usted y su familia puedan
verla fácilmente varias veces al día.
3. Con la práctica, llegará a reconocer cuándo se produce un cambio
total.

55
Dr. William A. McGarey

4. Piense qué significado tiene el acontecimiento para usted, e intente


identificar alguno de los sentimientos que experimenta.
5. Piense en los diferentes modos de que dispone para afrontar el
acontecimiento con la mejor actitud.
6. Tómese su tiempo antes de llegar a una decisión.
7. A ser posible, prevea los cambios vitales y planifíquelos bien por
anticipado.
8. Mantenga el ritmo normal. Hay tiempo para todo aunque no se
apresure.
9. Considere el cumplimiento de una tarea como una parte de la vida
diaria, y evite considerarlo un «punto de descanso» o un momento
para la relajación».

En la clínica, utilizamos esa información para decir al paciente


que existe una tendencia determinada, y que pueden hacer algo al
respecto mediante la creación de actividades más constructivas en sus
vidas: una mejora de la dieta alimenticia, más horas de sueño, y un
ejercicio físico más regular y razonable. Con un poco de sabiduría
aplicada —y reconociendo que la mente es la constructura—, cada
uno puede ser su propio consejero en temas de salud. Con algunas
revelaciones y reestructuraciones de la actividad diaria, la persona
puede adoptar los pasos necesarios para mantener o mejorar su nivel
de salud. Como diría Edgar Cayce: «Comienza donde estés..., toma lo
que tengas a mano..., ¡y ponte en marcha!». Póngase en marcha.
¡Usted puede conseguirlo!

La Escala de Adaptación Social2


2 T. H. Holmes y R. H. Rahe, «La Escala de Adaptación Social», Journal of Psy-
chosomatic Research 11 (1967): 213-18.

56
Los remedios de Edgar Cayce

Acontecimientos Valor en puntos

1. Muerte del cónyuge


100
2. Divorcio 73
3. Separación matrimonial 65
4. Detención en una cárcel u otra institución 63
5. Muerte de un familiar próximo 63
6. Lesión o enfermedad graves de la persona 53
7. Matrimonio 50
8. Ser despedido en el trabajo 47
9. Reconciliación matrimonial 45
10. Jubilación 45
11. Cambios importantes en la salud o el comportamiento
de un familiar 44
12. Embarazo 40
13. Dificultades sexuales 39
14. Aumento de los miembros de la familia 39
15. Gran reajuste en los negocios 39
16. Cambios importantes en el estado financiero (por ejemplo,
mucho peor o mucho mejor de lo habitual) 38
17. Muerte de un amigo íntimo 37
18. Cambio de trabajo 36
19. Cambio importante en el número de discusiones
con el cónyuge 35
20. Obtener una hipoteca o un crédito para una
adquisición importante 31
21. Liquidación antes de plazo de una hipoteca o préstamo 31
22. Cambios importantes en las responsabilidades profesionales 29
23. Un hijo o una hija se van de casa 29
24. Problemas con los parientes políticos 29
25. Logro personal sobresaliente 28
26. La esposa empieza o deja de trabajar 26
27. Inicio o terminación de los estudios 26
28. Cambios importantes en las condiciones de vivienda 25
29. Revisión de los hábitos personales 24
30. Problemas con el jefe 23
31. Cambios importantes en las condiciones
de trabajo o en el horario laboral 20

57
Dr. William A. McGarey

32. Cambio de residencia 20


33. Cambio a una nueva escuela 20
34. Cambios importantes en las diversiones 19
35. Cambios importantes en las actividades religiosas 19
36. Cambios importantes en las actividades sociales 18
37. Obtención de una hipoteca o préstamo para una
adquisición menor 17
38. Cambios importantes en los hábitos de sueño 16
39. Cambios importantes en el número de reuniones
Familiares 15
40. Cambios importantes en los hábitos alimentarios 14
41. Vacaciones 13
42. Navidad 12
43. Infracciones menores de la ley 11

58
Los remedios de Edgar Cayce

9
Compresas de aceite de ricino

En 1967 escribí un libro sobre el uso de las compresas de aceite de


ricino en la práctica clínica de la medicina. En el libro se exponían
ochenta y un casos individuales estudiados en profundidad. De todas
las terapias que he utilizado en mi práctica de la medicina, jamás he
encontrado algo que supere al aceite de ricino en utilidad, cualidades
curativas y extensión de las aplicaciones terapéuticas. Personalmente,
he utilizado y recomendado el aceite de ricino en compresas,
aplicaciones locales, gotas y grandes dosis por vía oral miles y miles
de veces, y sólo en dos o tres casos he encontrado pacientes alérgicos
o sensibles a este producto. Los problemas que la gente ha sorteado
con el aceite de ricino van desde la apendicitis al escleroderma, y
entre ellos cabe anotar los síndromes dolorosos, los pinzamientos de
discos, la hiperactividad, los tumores, el tintineo torácico, las náuseas,
etcétera.
El ricino común, la planta de donde se extrae el aceite, recibía
durante la Edad Media el nombre de Palma Christi —la palmera de
Cristo—, aunque nadie sabe en realidad porqué recibió tal nombre. 3
Sin embargo, resulta interesante valorar la importancia de los símbo-
los y del papel que juegan éstos en las vidas de los hombres. ¿ Fue
sólo una coincidencia que nuestro hijo David, de ocho años, nos
contara una mañana al despertar que había tenido un sueño en el cual
Jesús le ponía la mano en la espalda, y que realmente su espalda
demostrara una apreciable mejoría? David había sufrido una grave
caída en el borde de un escalón cubierto por la moqueta poco antes de
irse a dormir, y nosotros teníamos cierto temor a una posible fractura
3 William A. McGarey, Edgar Cavce and the Palma Christi (Virginia Beach, ARE
Press, 1967).

59
Dr. William A. McGarey

de vértebras. Al acostarse, le había dolido tanto que nada le aliviaba


salvo permanecer inmóvil. Colocamos una compresa de aceite de
ricino sobre el punto de la lesión y esa noche la pasó acostado en el
suelo a nuestro lado, muy inquieto hasta aproximadamente las cuatro,
en que de pronto se tranquilizó y se durmió profundamente.
Cuando despertó y nos contó el sueño que había tenido, examina-
mos su espalda. Estaba absolutamente normal en todos los aspectos.
No le dolía ni había señales de la lesión. ¿Qué motivó su curación?
¿Fue la imaginación? ¿Fue sólo el alivio proporcionado por la com-
presa? ¿Fue un efecto vibratorio? ¿O fue una curación espiritual?
Desde luego, mi experiencia de más de veinte años con lesiones de
este tipo me lleva a decir que, como mínimo, debería haber presentado
un fuerte dolor de huesos y músculos en la zona por la mañana. Pero
no era así. David viajó ese día con nosotros más de setecientos
cincuenta kilómetros y fue examinado por el doctor Mayo Hotten,
quien no encontró rastros de lesión alguna.
En otra ocasión, uno de nuestros cuatro hijos tropezó con un
colgador metálico de tres púas y, al derribarlo, se clavó las púas en la
planta del pie, produciéndose dos heridas bastante profundas. Una vez
detenida la hemorragia, aplicamos a la herida una contundente
compresa de aceite de ricino, que conservó hasta que la curación fue
casi completa (en apenas tres días). El dolor cesó de inmediato tras la
aplicación de la compresa, y al segundo día ya pudo hacer fuerza con
el pie al pisar. La curación progresó sin descanso, y realmente el
tiempo de recuperación se redujo en gran manera.
Las facultades curativas de la compresa de aceite de ricino colo-
cada en el abdomen fueron señaladas por un comunicante que
escribió:

He utilizado la compresa de aceite de ricino para un tumor fibroide en el


útero. Me aplicaba un paño triple de franela con el aceite y una manta
eléctrica tres o cuatro noches por semana. Empezaba a las nueve y media de la
noche y leía hasta que me entraba sueño y apagaba la luz al tiempo que la
manta eléctrica, dejando ésta sobre la compresa en el abdomen. Después
dormía hasta que era momento de darme la vuelta (hacia la una de la
madrugada) y quitármelo todo. Así continué durante seis meses. En mi
siguiente chequeo anual, el doctor dijo que el fibroma había desaparecido.
Hace algún tiempo me llegó otra carta de una mujer que exponía
una información sobre sí misma: «Creo que le interesará saber que mi

60
Los remedios de Edgar Cayce

madre tenía un bulto cerca de la vagina-. Le pusimos aplicaciones de


aceite de ricino y de aceite alcanforado. En tres semanas, su tamaño se
redujo del de una nuez al de un guisante; a las cinco semanas había
desaparecido por completo, y no ha vuelto a reproducirse».
Recientemente, apareció en mi consulta un muchacho de unos
quince años. Venía con muletas, pues cuarenta y ocho horas antes
había sido sometido a una sutura por un desgarro en el tobillo en una
sala de urgencias. El desgarro no era muy grande, de apenas un
centímetro y medio, pero le dolía tanto que no podían apoyar el pie en
el suelo. Por eso llevaba las muletas. Examiné la herida y vi que
estaba curando satisfactoriamente, sin rastro de infección. Estaba
extremadamente sensible al tacto y pensé que el tejido nervioso estaba
afectado en exceso, ya que el tendón estaba intacto. Indiqué al
muchacho que se aplicara una compresa blanda saturada de aceite de
ricino en la herida durante las noches siguientes, manteniéndola fija a
ésta mediante una venda elástica. El dolor casi había desaparecido por
completo a las veinticuatro horas; a las cuarenta y ocho horas, no
notaba la menor molestia y, a las setenta y dos, volvía a jugar a rugby
(contraviniendo las recomendaciones médicas)..., antes incluso de que
le extrajeran los puntos de sutura.
Siempre resulta difícil determinar por qué las compresas producen
los efectos que con tanta frecuencia pueden observarse. Hay pacientes
que me han asegurado que la compresa de aceite de ricino les va
mejor que cualquier tranquilizante que jamás hayan tomado. Parece
dar paz al cuerpo de un modo que resulta misterioso pero eficaz.
Quizá por ello es tan efectiva para hacer desaparecer los síndromes y
enfermedades a que todos estamos sujetos.

¿Por qué funciona?

Un concepto que me ayuda a comprender la razón de que las


compresas sean efectivas en tal variedad de dolencias es la naturaleza
del aceite de ricino cuando se ingiere por vía interna. Así adminis-
trado, limpia todo el tracto intestinal y, por razón de la proximidad de
las corrientes sanguínea y linfática a la cavidad intestinal, limpia
también estas corrientes vitales de fluidos.
La linfa es un fluido similar a la sangre, pero carece de glóbulos
rojos. La linfa posee también otras características que la diferencian
de la sangre. Es más alcalina que el torrente sanguíneo. También tiene

61
Dr. William A. McGarey

su principio en los espacios intracelulares del organismo, reuniéndose


así minúsculas corrientes de linfa en canales mayores hasta que —
principalmente a través del conducto torácico— se vacía en los
canales venosos del mediastino del pecho y se convierte en parte
integrante del fluido sanguíneo. Actúa como limpiadora de las células
individuales pues los capilares de la corriente arterial no pueden
recoger en los vasos algunos productos de deshecho y otras partes
manufacturadas de actividad celular. Y la linfa pasa a través de los
diversos nódulos linfáticos, los tabiques de los intestinos, el hígado y
las placas de Peyer.
Por la observación del modo en que diversas dolencias responden
a las compresas, parece que el aceite de ricino tiene el efecto de
estimular la actividad de las corrientes linfáticas al tiempo que poten-
cia la eliminación de sustancias tóxicas de las células en la zona
donde se aplica el aceite de ricino.
Cuando una zona lesionada o inflamada, por una razón u otra, es
tratada mediante compresas, el tejido celular de esa zona es capaz de
responder con más normalidad si se eliminan las toxinas, y así puede
ocuparse de solucionar la infección o inflamación.
Un ejemplo de este tipo de actividad llegó a mi atención proce-
dente de una doctora cuyo hijo se había aplastado la mano entre dos
rocas. No había fracturas, pero la mano aparecía «profundamente
contusionada y erosionada». Según explicaba en su carta:

En contra de lo estudiado en la facultad por mí y por mi marido,


decidimos aplicarle una compresa de aceite de ricino en la mano. A la mañana
siguiente, los resultados eran espectaculares. La hinchazón había remitido por
completo y la curación total se produjo en un plazo increíblemente corto. Al
tercer día, había sanado por completo. (...) La otra cosa notable aparte de la
curación en sí fue la total desaparición del dolor tras una hora escasa después
de haber aplicado la compresa.

Los relatos que añaden nuevas evidencias al concepto de esti-


mulación linfática y acción limpiadora abundan en mi consulta: un
dolor de garganta «se evaporó repentinamente en quince minutos,
produciendo la sensación de un chorro de agua corriente» después de
colocar al paciente una compresa sobre el abdomen. Dos nódulos de
gran tamaño en las cuerdas vocales, diagnosticados mediante
laringoscopia y que producían ronquera a un chico de doce años,

62
Los remedios de Edgar Cayce

desaparecieron gradualmente en el plazo de tres meses a base de


compresas en el cuello tres días seguidos, con dos días de descanso
entre aplicación y aplicación. Un quiste sebáceo en el tórax se abrió y
curó espontáneamente después de tres semanas de aplicaciones diarias
de aceite de ricino. Una respuesta mucho más importante se produjo
en un caso de accidente de tráfico diagnosticado como posible rotura
de bazo. Se aplazó la intervención quirúrgica, se aplicaron compresas
de aceite de ricino y, en el plazo de cuatro días, el paciente fue dado
de alta, reconociendo el médico los beneficiosos efectos de las
compresas.
Durante los primeros años en que utilizaba las compresas, cuando
sugería tal terapia los pacientes solían decirme: «¿Qué demonios es
una compresa de aceite de ricino?». Yo se lo explicaba detenida-
mente, o al menos lo intentaba, diciéndoles que habían sido sugeridas
por un hombre de grandes poderes parapsicológicos llamado Edgar
Cayce, etc., etc. Generalmente, el paciente mostraba un gran asombro
al enterarse, y aproximadamente la mitad se decidían a utilizar la
compresa.
Finalmente, me decidí a imprimir hojas de instrucciones con
nuestro membrete, en las que se ofrecían los detalles sobre cómo
hacer una compresa y cómo utilizarla. A partir de entonces, cuando un
paciente preguntaba: «¿Qué demonios es una compresa de aceite de
ricino?», yo le respondía: «¿De veras no ha oído hablar nunca de las
compresas de aceite de ricino?». Y con gran asombro en la voz y en el
rostro, les entregaba una hoja de instrucciones. Me significó un gran
alivio.

Cómo preparar y utilizar una compresa de aceite de ricino

Para hacer una compresa de aceite de ricino, se precisan los siguientes


materiales:
1. Un retal de franela.
2. Una hoja de plástico de mediano grosor.
3. Una manta eléctrica pequeña.
4. Una toalla de baño.
5. Dos imperdibles.
Primero, prepare un retal de franela, preferiblemente de lana,
aunque sirve también la de algodón si no se dispone de ésta. El retal
debe doblarse en dos o en cuatro, y debe medir unos 25 cm de ancho y

63
Dr. William A. McGarey

30 o 35 cm de longitud una vez doblado. Este es el tamaño requerido


para una aplicación abdominal; otras zonas del cuerpo necesitarán un
tamaño diferente, variable según el área a la que vaya a aplicarse.
A continuación, vierta un poco de aceite de ricino en el paño.
Esto puede hacerse sin manchar si se coloca un retal de plástico bajo
el paño. Compruebe que el paño está impregnado de aceite pero sin
llegar a rezumar. Aplique entonces el paño a la zona que necesita
tratamiento,
Aplicar después una cubierta de plástico sobre el paño impregna-
do en aceite. Sobre todo ello coloque una manta eléctrica de tamaño
pequeño y póngalo en posición «media» al principio, pasando luego a
máximo si el cuerpo lo tolera. Por último, es probable que le resulte
conveniente envolver toda la zona con una toalla de baño doblada en
sentido longitudinal y fijado mediante un par de imperdibles.
Debe mantenerse la compresa en la zona entre una hora y una
hora y media. Después debe limpiarse la piel con una solución de
bicarbonato de sosa a razón de dos cucharaditas por litro de agua.
No es necesario eliminar cada compresa después de una aplica-
ción, sino que puede mantenerse en un recipiente de plástico para
futuros usos. La frecuencia recomendada para el uso de una compresa
de aceite de ricino puede variar entre un día por semana, hasta siete
días consecutivos por semana. A menudo se recomienda también la
ingestión de cantidades tolerables de aceite de oliva después de cada
tres aplicaciones.

Hablemos de la fe: ¿dónde se ubica en este método curativo?

A menudo, el médico debe afrontar esta cuestión tan real. Y si


realmente descubre estos instantes de verdad en su interior, también
deberá interrogarse acerca de la auténtica naturaleza de la curación.
¿Qué es exactamente? ¿Cómo se produce? Recientemente, he recibido
una carta de una persona que probablemente no conoce a fondo lo que
le sucede en el interior del organismo fenomenológicamente, pero
cuyo caso es sin duda una demostración del lugar que ocupa la fe en
el proceso curativo. Esto trae también a mi mente la afirmación que
hizo Cayce en cierta ocasión, en la descripción de cómo el aceite de
ricino afectaba a los tejidos de manera que ponía el espíritu en
comunicación más íntima con el cuerpo material. Una afirmación
extraña, pero he aquí lo que sucedió.

64
Los remedios de Edgar Cayce

La persona que me escribió fue sometida a una intervención


quirúrgica de una hernia de hiato en diciembre pasado y tuvo una fase
postoperatoria desfavorable, en parte quizá porque el personal
hospitalario se puso en huelga el segundo día después de la operación.
La recuperación fue lenta. La paciente se alegró de regresar a casa,
pero presentó una tromboflebitis en el antebrazo derecho que no
respondió bien al tratamiento habitual. Se le administró además un
medicamento que le provocó varias complicaciones graves más.

En una semana, había aumentado cinco kilos de peso, tenía el rostro


abotargado y no era capaz de orinar ni de evacuar, así que al cabo de unos
días me sentía reacia a introducir en mi organismo ninguna sustancia más.
Todavía tenía la visión borrosa y carente de profundidad; me resultaba difícil
encontrar el centro de una puerta abierta para pasar de una estancia a otra.

Esto sucedía unas ocho semanas después de la intervención y,


apenas unos días después del problema de la tromboflebitis, se
despertó un lunes por la mañana con un intenso dolor abdominal. Tras
consultar con una amiga que había utilizado las compresas de aceite
de ricino, empezó a aplicárselas en el estómago inmediatamente.
Aquel mismo lunes se hizo dos aplicaciones de compresas.

El martes desperté con una clara sensación de comodidad y mejoría; ese


día, por la tarde, me apliqué la compresa durante una hora y media.
El miércoles por la mañana sentía una comodidad casi completa en toda la
zona abdominal, y esa noche volví a aplicarme la compresa durante otra hora
y media.
El jueves, al despertar, no noté la menor distensión o incomodidad en
punto alguno del torso. Tras mis habituales dos tazas de té, una evacuación
totalmente satisfactoria me produjo un gran confort tanto físico como mental,
seguido dos horas después de un alivio completo y absoluto.

La señora continuó utilizando las compresas durante cuatro se-


manas más y consiguió una total recuperación. Sin embargo, la clave
de su éxito quizá se encuentre en el siguiente fragmento de su carta:
Esas cuatro tardes, mientras tenía las compresas en la zona
correspondiente, leí y releí fragmentos del libro Edgar Cayce and the Palma
Christi, asegurándome de encontrarme en un marco mental positivo y

65
Dr. William A. McGarey

meditativo. Tuve entonces, tengo ahora y tendré siempre una absoluta


confianza en la eficacia de las compresas...

La fe forma parte del cuadro, ¿no es así? Quizás esta mujer posee
una fe tan profunda que despierta los poderes curativos que Cayce
solía mencionar. Quizá sea ella misma una sanadora. Si nos guiamos
por lo que aparece en el material recogido en las sesiones psíquicas de
Cayce, la curación es una influencia divina que interpone en la
naturaleza atómica, eléctrica, del ser humano y de su entorno.
Como el individuo expresa su fe en el poder curativo incluso de
las compresas de aceite de ricino, quizá podría decirse que «el yo
aporta las pequeñas cosas necesarias (...) y así la entidad se convierte
en el sanador». Y la curación es una subida de fuerzas atómicas en
una vibración positiva, y un rompimiento de las fuerzas negativas.
Es decir, un material curativo realizado a través de Fuerzas Creativas,
que son manifestaciones de Dios. ¿Quién o qué realiza la curación?
¿El médico? ¿El paciente? ¿Las compresas? ¿La fe? ¿O quizá toda
curación es una manifestación ligeramente distinta de un poder
original sobre el que reconocemos saber muy poco?
Los relatos que explican la utilización de estas compresas —
sea o no la fe el factor más importante en la curación— me resultan
fascinantes porque parecen indicar que realmente existe en ciertas
sustancias muy sencillas la capacidad de revivir o despertar las capa-
cidades vitales normales y sanas dentro de los tejidos, y de estimular
la conciencia del organismo a producir la curación de las dolencias
más inusuales del cuerpo.
¡Qué extraña sustancia, este aceite de la semilla del Ricinus
communis. Ahora empieza a comprender uno la razón de que, en la
Edad Media, se denominara a esta planta la palmera de Cristo, o
Palma Christi. En los escritos de Cayce, sólo se sugería en contadas
ocasiones la administración por vía oral en lugar de su utilización en
forma de compresas aplicadas externamente sobre el cuerpo. Sin
embargo, como dijo Cayce en cierta ocasión, «si tiene usted con-
ciencia del aceite de ricino, tome aceite de ricino».

66
Los remedios de Edgar Cayce

10
Dieta y nutrición

Es muy importante que el ser humano individual, al decidir los


alimentos que va a llevarse a la boca, escoja aquellos que son cons-
tructivos para sus propias necesidades particulares y que vayan a ser
asimilados. El cuerpo no vive y prospera por lo que se come, sino que
más bien toma vida de lo que se digiere, absorbe en la linfa y la
sangre, y pasa a formar parte de las células vivas y en perpetua
división y crecimiento del organismo. Este proceso se denomina
asimilación, y muchos factores pueden desviar lo que parece ser
alimento en los canales de eliminación mucho antes de que puedan ser
utilizados por los tejidos del cuerpo como energía para crecer.
En un reciente suplemento de 165 páginas del Journal of the
American Medical Association, en el que había cientos de cursos,
programas, conferencias y seminarios sobre temas tan diversos como
el aborto o la neurocirugía, la palabra nutrición no era mencionada
una sola vez. Sin una buena nutrición para guiar el propio crecimiento
corporal, su desarrollo y buena salud, la persona ve debilitado también
su pensamiento y su desarrollo de una vida orientada espiritualmente.
En cambio, el mensaje de los escritos de Edgar Cayce es que
somos lo que comemos, además de lo que creemos y lo que pensa-
mos. Probablemente sean cientos las dietas que con diversos propó-
sitos sugieren los escritos. Nuestra experiencia nos dice que toda dieta
estará poderosamente influida por las emociones, actitudes y
actividades que la acompañen. Así, aunque uno coma lo mejor para su
cuerpo y tenga el potencial de asimilar este alimento a través de todos
sus pasos, las propias actitudes de la persona pueden destruir los
beneficios nutricionales bloqueando la asimilación; el alimento,
entonces, se desperdicia.

67
Dr. William A. McGarey

También hemos observado y entendido que toda dieta puede ser


ayudada y quizá corregida en un organismo determinado mediante la
práctica de rezar sobre la comida antes de ingerirla. Por último, no
podemos olvidar el precepto bíblico de que, en el fondo, importa más
lo que sale de la boca que lo que entra, pues lo que entra en la boca
acaba por pasar a través del cuerpo y es eliminado, pero lo que sale
por la boca procedente del corazón lleva el bien o el mal, y las
correspondientes influencias constructivas o destructivas sobre el
cuerpo.
Con toda probabilidad, el estado de nuestros sistemas eliminatorio
es el factor más importante en el control de la salud de lo que
asimilamos. ¿Cómo funciona? Es preciso que nos demos cuenta que
las eliminaciones inadecuadas a través de cualquier canal eliminatorio
crean un exceso de toxinas o venenos que deben ser extraídos del
cuerpo. Estas toxinas permanecen en la sangre o se depositan en los
tejidos del organismo, no como alimento, sino como lo que Cayce
denominaba «impurezas». La conciencia de los órganos eliminatorios
se ve disminuida por estas impurezas y el proceso de regeneración
falla, aunque sólo sea en un grado poco importante, siendo este fallo
el inicio de la enfermedad.
Los beneficios de una asimilación adecuada están bien ilustrados
por el relato de una paciente mía de sesenta y tres años que se quejaba
de una gran fatiga. Al examinarla, observé que estaba anémica, con
una cuenta de hemoglobina de 9,5 gramos. Así pues, empecé a
administrarle hierro y seguí el tratamiento hasta dos meses después,
en que presentó unos eccemas que atribuí al hierro. La cuenta de
hemoglobina seguía siendo de 9,5 gramos, pero aun así interrumpí el
tratamiento con hierro. Con objeto de limpiar las toxinas que le
causaban el eccema, sugerí que ingiriera una onza de aceite de ricino
por la boca como vehículo catárquico, y que repitiera el tratamiento a
los cuatro días. Por último, le indiqué que volviera a la consulta al
cabo de una semana.
La paciente sólo entendió a medias mis instrucciones. Tomó el
aceite de ricino ese mismo día, repitió la toma cuatro días después, y
la repitió al cabo de otros cuatro días, etcétera, hasta que, al cabo de
seis semanas, regresó a la consulta. Todavía seguía tomando el aceite
de ricino. La hacía sentirse estupendamente. Le había desaparecido el
eccema y se sentía perfectamente. Además, tenía un aspecto
excelente. Hice una nueva prueba de hemoglobina pensando que

68
Los remedios de Edgar Cayce

podría empezar de nuevo con el hierro, pero esta vez la cuenta de


hemoglobina era de 13,4 gramos y me olvidé del hierro.
Los problemas de asimilación y eliminación pueden ser parte de
muchos síndromes y enfermedades y, como cabía esperar, recibieron
una gran atención por parte de Cayce. Sus escritos insisten también en
los efectos benéficos del ejercicio físico, el masaje y la manipulación
tanto para la asimilación como para la eliminación. La relación entre
estas tres funciones clave debe tenerse siempre presente si queremos
reconstruir el cuerpo o mantener una buena salud.
El siguiente capítulo trata del ejercicio físico, la manipulación y el
masaje.

Sugerencias dietéticas

En uno de sus escritos, Cayce expone la siguiente dieta como uno


de los principales puntos de un programa terapéutico que incluía
manipulaciones osteopáticas, enemas y gran variedad de métodos
catárquicos suaves. Esta dieta me parece una excelente ayuda para el
establecimiento de una dieta básica que sirve prácticamente para
todos:

MAÑANAS: Zumos de cítricos o cereales con leche, pero no ingerir los


cereales y los cítricos en la misma comida; de lo contrario veremos que
cambia la actividad de los zumos de cítricos con los jugos gástricos del
estómago al combinarse los que son ácidos de los que dan reacción alcalina
pero son de naturaleza ácida. Jamón frito, tostadas de trigo integral, galletas
integrales, huevos cocidos, fruta al horno, fruta fresca; todo esto está bien,
pero no mezclándolo en la misma comida.

MEDIODÍA: Preferiblemente, una ensalada de verduras frescas, con tomate,


apio, lechuga, pimientos, rábanos, zanahorias y similares. Se pueden rallar o
picar muy menudas, todas revueltas. Puede utilizarse aceite crudo.

TARDES: Dieta de verdura en general, bien equilibrada con tres verduras


crudas y algún tipo de tubérculo. Verduras bien cocidas y sazonadas. Entre las
carnes, sólo se escogerá el cordero, las aves o el pescado. No tome marisco,
sino peces de agra dulce, que son mucho mejores para el organismo. Puede
añadir a esa cena algunos condimentos. Procure no tomar demasiados dulces.

69
Dr. William A. McGarey

Son favorables las tartas o pasteles de frutas, los bollos y similares, pero no
conviene tomar sólo pastel. Café y té con moderación.

549-1

En la clínica ARE hemos elaborado una «dieta básica» que


utilizamos habitualmente como punto de partida para muchos indi-
viduos. Puede seguirse estrictamente como método de control de peso
seguro y eficaz, o bien puede aumentarse ligeramente para adecuarse
a cualquier persona a quien se la recomienda la persona a cargo de los
primeros cuidados.
Otra noción interesante respecto a la dieta de los escritos de Cayce
es su sugerencia de que el cuerpo tiene necesidad de ingerir alimentos
que contengan algunos de los minerales o vibraciones del lugar donde
uno vive.

Al hablar de la terapéutica de varias enfermedades durante sus


estados de conciencia expandida, Cayce solía seguir un plan dietético
básico que incluía la eliminación del azúcar blanco y la harina blanca,
los fritos y el cerdo, y que era muy restrictiva con los dulces.
Recomendaba en cambio muchas frutas, verduras y ensaladas frescas,
y pescado, ave y cordero como proteína. También indicaba que se
podían realizar importantes variaciones en esta dieta para dirigirla a la
consecución del equilibrio alcalino o ácido-ceniza, según las
necesidades de cada individuo. En los estados en que el organismo
tiene un exceso de ácido en los tejidos, Cayce sugería una dieta
mucho más alcalina. Causas frecuentes de este exceso de acidez eran
los trastornos emocionales, el sueño o el ejercicio físico inadecuados,
las enfermedades o la ingestión excesiva de dulces y féculas.

Entre las instrucciones y recomendaciones dietéticas de los escri-


tos de Cayce se cuentan una gran variedad de alimentos y hierbas
especiales que resultan indicados por sus especiales cualidades. Entre
ellos se cuentan las alcachofas de Jerusalén o pataca, el mosto de uva,
las cebollas, la gelatina, el ginseng silvestre, la corteza de cerezo
silvestre, la raíz de zarzaparrilla, la raíz de abeto negro, el jarabe de
ruibarbo y el azafrán. Estas hierbas y productos recomendados sirven
para purificar, reconstruir, revitalizar y curar el organismo.

70
Los remedios de Edgar Cayce

Las vitaminas

Las vitaminas no fueron pasadas por alto o despreciadas en los


escritos de Cayce; sin embargo, la lectura de éstos sugiere que es
preferible obtener las vitaminas de los alimentos mismos, si es posi-
ble. Es importante recordar que a principios del presente siglo los
alimentos eran mucho más ricos en vitaminas y mucho más pobres en
esos aditivos y productos químicos que infestan los alimentos de hoy.
El siguiente extracto de los escritos de Cayce, aunque bastante
extenso, nos ofrece un cuadro interesante de sus opiniones respecto a
las vitaminas:

Pregunta 12: ¿Qué relación existe entre las vitaminas y las glándulas?
Indique las vitaminas específicas que afectan a las distintas glándulas.
Respuesta 12: ¡Podría escribirse un libro entero sobre ese tema!
Las vitaminas también son alimentos. Son el producto del cual las
glándulas toman las necesarias influencias para suministrar las energías que
permitan a los diversos órganos del cuerpo reproducirse. ¿Había pensado
alguna vez que las uñas de los dedos del pie se reproducen gracias al mismo
producto que afecta al pecho, la cabeza o el rostro? ¿O que la cutícula es
suministrada por el mismo producto que aporta la capacidad de reproducción
de las células del corazón? Estos productos son aportados por las
GLÁNDULAS que controlan la asimilación de los alimentos, y de los
elementos y vitaminas necesarios para sostener las diversas fuerzas que
posibilitan que cada órgano y cada función del organismo desarrollen sus
fuerzas creativas o generativas.
Las vitaminas empiezan por la A, que suministra porciones a los nervios,
al hueso y a la propia fuerza cerebral; ésta es la función de la vitamina A,
aunque no terminan aquí sus beneficiosos efectos.
Las vitaminas B y B1 aportan la capacidad de las energías o fuerzas
motoras de los nervios y del suministro de linfa, así como de la energía
nerviosa en la propia fuerza nerviosa o el propio cerebro, y la capacidad de los
reflejos simpáticos o involuntarios a través del cuerpo. Y eso se refiere a todo,
sea el movimiento de los dedos del pie o de las orejas, el pestañeo de los ojos,
o cualquier otro movimiento. Encontramos entonces que aportan al quilo la
capacidad de controlar la influencia de las grasas, que es imprescindible (¡y de
ello el cuerpo nunca tiene suficiente!) para llevar a cabo la reproducción de
los aceites que previenen las tensiones en las articulaciones, o que impiden

71
Dr. William A. McGarey

que las articulaciones se atrofien, se sequen o crujan. ¡En ocasiones, el cuerpo


ha sufrido algunos crujidos!
En la vitamina C observamos el aporte de las influencias necesarias para
las flexiones de cualquier naturaleza, las reacciones del corazón, las
contracciones de los riñones o del hígado, o el acto de abrir y cerrar la boca, el
parpadeo, el aporte de saliva y las fuerzas musculares del rostro. Todo esto es
aportado por la vitamina C. Entiéndase que ésta no es el único aporte, sino
una parte del mismo. A partir de esa vitamina se almacenan los recursos de las
partes estructurales del organismo, que después se van utilizando conforme se
hace necesario. Y cuando existe carencia o déficit de la misma al haber sido
consumida por el organismo, resulta necesario aportar a éste ..nuevas
cantidades en las proporciones precisas; de lo contrario, las dolencias se
agravan hasta el punto de provocar una mala eliminación por incoordinación
del tracto alimenticio o digestivo, así como del corazón, el hígado y los
pulmones, mediante la expulsión de aquellas fuerzas que son parte de la
porción espiritual del organismo.
La vitamina G aporta las energías generales, es decir, las fuerzas
simpáticas del propio organismo.4
Estos son los principios.
2072-9

Ayunos

El ayuno significa la abstención total de cualquier alimento, o bien


el uso de dietas en las que se practica una exclusión parcial de las
sustancias alimenticias. A través de los tiempos, el ayuno ha sido
considerado como un medio de crecimiento espiritual en el seno de
muchas religiones; también se ha utilizado como protesta contra
injusticias civiles o contra la presunta injusticia de la ley de la pro-
piedad de la tierra, y como medio de juramentarse para llevar a cabo
una venganza o para defender el honor personal. En los últimos años,

4 Vitamina G/Riboflavina. Es el factor estable al calor del complejo vitamínico B.


Funciona como una coenzima o grupo protésico activo de flavoproteínas, e interviene en los
procesos de oxidación. Aparece en la leche, los músculos, el hígado, los riñones, los huevos,
la hierba y diversas algas.
La riboflavina estimula el crecimiento en cobayas y previene la aparición de cataratas
nutricionales en ratas y de una dermatitis específica en pavos; resulta un elemento nutriente
esencial para el hombre, cuyas necesidades varían según el tamaño corporal, el índice
metabólico y el índice de crecimiento.

72
Los remedios de Edgar Cayce

el ayuno se utiliza también como preparación para la intervención


quirúrgica.
Sin embargo, en el contexto de los escritos de Cayce, el ayuno se
convierte en algo muy diferente. Se convierte en un marco aparte de
nuestros propios conceptos de cómo y qué debe hacerse. Significa
para el individuo la oportunidad de convertirse en un canal a través
del cual Dios actuará. Significa el aporte al cuerpo de una energía que
potencia la coordinación de los órganos y sistemas y que favorece la
asimilación y la eliminación. Así, al purificar una mente que se
encuentra en un estado de confusión, el ayuno acompañado de la
oración es un mecanismo de la mente, no del cuerpo o de la dieta. Es
un acto del hombre para limitar la propia actividad, para rebajarse de
modo que pueda ponerse de manifiesto la fuerza creativa de Dios.

¿Qué puede considerarse seguro y demostrado?

No hace mucho, una mujer miembro de la ARE procedente de


Minneapolis, nos informó del uso que hacía de una hierba llamada
verbasco o candelaria. La mujer cultiva esta planta en el jardín de su
casa, entre lechugas y zanahorias. Cuando su esposo padeció una
enfermedad catalogada de tromboflebitis en el tobillo derecho, el
médico de cabecera le recetó cierta medicación. No obstante, tanto el
enfermo como su mujer prefirieron utilizar el remedio a base de tés de
verbasco que Edgar Cayce había sugerido tantas veces en sus escritos.
La respuesta del paciente al té de verbasco fue excelente, por lo que
no llegó a pasar de las primeras dosis del medicamento que le había
sido recetado.
Es correcto, pues, hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué no se
han hecho investigaciones sobre el verbasco o candelaria? La res-
puesta depende de la definición de «investigación» que uno utilice. El
verbasco ha sido utilizado desde hace miles de años, igual que
muchísimas otras hierbas. En el pasado, los médicos y los pacientes
observaban qué sucedía a la persona enferma cuando utilizaba la
hierba. Comprobaron que, en ocasiones, la hierba funcionaba,
mientras que otras veces no producía ningún efecto. Esa comproba-
ción se denominaría hoy día «observación clínica». Sin embargo, hoy
es también el tiempo de los estudios estadísticos «de doble ciego», y
cualquier producto o terapia que no supere satisfactoriamente esa

73
Dr. William A. McGarey

prueba «de doble ciego» tiene escasas posibilidades de sobrevivir o


imponerse.
¿Dónde está lo seguro y demostrado? El mismo Einstein declinaba
responder a tal pregunta. Por su parte, el famoso físico Max Planck
afirmaba:

... la nueva verdad científica no triunfa a base de convencer a sus


oponentes y hacerles ver la luz; se impone, más bien, porque sus opositores
acaban por morirse y llega una nueva generación que ya está familiarizada
con ella.

Lo mismo cabe decir de muchas de las sugerencias de Cayce sobre


dieta y nutrición.

74
Los remedios de Edgar Cayce

11
Ejercicio físico,
manipulación y masaje

La fuerza vital que reside en el interior de cada uno de nosotros


debe manifestarse mediante acciones en este mundo. La acción
significa movimiento, y sólo mediante el movimiento y la flexibilidad
se puede mantener el libre fluir de la energía vital a través de nuestros
cuerpos. El movimiento del cuerpo se produce mediante nuestras
actividades diarias, pero el estiramiento, el alcanzar los límites del
movimiento, sólo puede provocarse mediante acciones que podríamos
clasificar de ejercicios físicos, o mediante alguna forma de
manipulación o masaje que nos aporte los mayores beneficios.
La actividad del hombre de la Tierra se expresa mediante los
movimientos musculares conscientes o voluntarios, tanto si dirigen
sus manos, sus pies, su voz o cualquier otra parte. De hecho, si el
hombre no tuviera la capacidad de controlar estos músculos —que
llamamos músculos estriados—, no podría influir en el mundo que le
rodea. Quizás el hombre utilizaría su mente como herramienta y
enviaría ondas de pensamiento, pero no podría dirigir su cuerpo físico.
El cuerpo en acción es una manifestación evidente de la vida
individual en este mundo y en esta dimensión.
Cuando el cuerpo humano está en reposo —cuando duérmelas
actividades externas, musculares, están prácticamente ausentes. Sin
embargo, la vida sigue presente y las actividades se dirigen al interior
de la persona, en lugar de al exterior. La digestión se lleva a cabo, la
comida se convierte en energía para sostener el cuerpo, los órganos
eliminatorios actúan sobre los desperdicios para librarse de ellos, el
corazón y los pulmones prosiguen sus incesantes tareas y el sistema

75
Dr. William A. McGarey

nervioso se ocupa de mantener esas funciones, al tiempo que sueña


una tormenta y ayuda al individuo a conseguir una guía y una
dirección en la vida.
Los escritos de Cayce insisten en la importancia de los sistemas
nerviosos, tanto del autónomo —que mueve y regula lor órganos y
sistemas de funcionamiento interno— como del cerebroespinal, que
mueve y regula nuestros movimientos musculares externos. El sistema
nervioso autónomo es el mediador y director de la fuerza vital dentro
del cuerpo humano, y constituye un sistema inconsciente que nos
otorga la capacidad de poseer vida en esta dimensión. Por su parte, el
sistema nervioso cerebroespinal nos ofrece la capacidad de manifestar
conscientemente esa vida en actividades constructivas —o
destructivas— en el mundo que nos rodea. Ambos sistemas son
necesarios, y ambos cumplen su destino en el ser humano activo y
normal.
Cayce sugería a menudo que cuando el sistema nervioso autónomo
de una persona no está coordinado con el sistema nervioso
cerebroespinal —o cuando padece algún trastorno dentro de sí mismo
—, se presentan problemas y dificultades. A estos problemas los
denominaba trastornos y, si se hacían persistentes, les daba la
categoría de enfermedades o dolencias estructurales. La necesidad de
que en el cuerpo se produzca una relación coordinada entre esas dos
partes del sistema nervioso llevaba a Cayce a formular en sus escritos
repetidas recomendaciones en favor de aquellas actividades que
restauren dicha coordinación y que contribuyan a producir la
curación. La necesidad de tal coordinación existe no sólo entre los
sistemas nerviosos, sino entre los diversos órganos en funciona-
miento, así como en la verdadera estructura del ser humano:

Y debe entenderse bien, entonces, que estos —cuerpo, mente y alma—


DEBEN coordinarse y cooperar si se desea la mejor reacción en lo físico, lo
mental y lo espiritual.
1189-2

Es importante advertir que el ejercicio físico, el masaje y la


manipulación están relacionados. Cada uno actúa moviendo las partes
estructurales del cuerpo a su manera específica. Todos influyen en la
relativa integridad de la actividad interna de los sistemas nerviosos del
organismo. Todos ejercen una influencia sobre la actividad de los

76
Los remedios de Edgar Cayce

nódulos linfáticos así como en las eliminaciones del organismo


asociadas a la linfa. Por último, todos contribuyen a producir la
coordinación entre las diversas actividades internas del organismo.
Cada uno tiene su lugar en el proceso curativo. El ejercicio, por
supuesto, es algo que cada uno puede llevar a cabo sin ayuda. El
masaje y la manipulación, en cambio, precisan de la ayuda de un
terapeuta, de un experto en tales artes. Pero todos son beneficiosos,
todos son útiles y todos pueden jugar un papel fundamental en la
curación del cuerpo y el mantenimiento de su bienestar.

Ejercicio físico

La conciencia del mundo moderno en las dos últimas décadas ha


enviado a multitudes de practicantes del jogging a trotar y trotar a
primeras horas de la mañana o últimas de la tarde por nuestras
ciudades. Y la salud de nuestros pueblos se ha elevado: el estado
cardíaco ha mejorado, el peso ha bajado y el estado general de salud
ha mostrado una pronunciada curva ascendente. Las más con-
servadoras de estas personas dedicadas a mejorar su salud caminan en
lugar de correr, y muchas veces han obtenido el mismo resultado
positivo de sus esfuerzos.
En las lecturas de Cayce, caminar era el ejercicio físico único
sugerido más a menudo: 163 lecturas recomendaban caminar como
parte de un programa terapéutico para todo, desde la artritis y los
problemas circulatorios a las neuritis, incoordinaciones, obesidades y
toxemias. En diecisiete casos se sugirió caminar a mujeres emba-
razadas, y con frecuencia aparecía la máxima de que «caminar es el
mejor ejercicio» (2582-4), o «el ejercicio consistente en caminar es el
mejor» (2759-1). A un joven mecánico, que no dormía bien y tendía a
tener síntomas de artritis, Cayce le respondió lo siguiente:

Pregunta 7: ¿Qué ejercicio debería emprender el cuerpo para incrementar


el peso y ayudar a los pulmones?
Respuesta 7: Primero purifica el organismo y deja que los ejercicios
vengan después; no mientras el cuerpo se está recuperando de las dolencias
existentes en el presente.
Caminar, por supuesto, y trabajar, son el mejor ejercicio.
Pregunta 8: Recomiende un deporte.
Respuesta 8: Correr, caminar, pescar, jugar al golf y similares.

77
Dr. William A. McGarey

2157-2

A una joven asténica de veinte años falta de peso, Cayce le sugirió


«una o dos horas de paseo diarias, ella sola, con las fuerzas mentales
dirigidas a construirse físicamente» (136-3).
No debe hacerse ejercicio hasta el punto de causar irritación o
tensión al cuerpo. Esto parece muy razonable, pero es muy importante
tenerlo en cuenta. No sobrecargue el cuerpo. ¿Cuál puede ser la
distancia ideal de un paseo para una persona normal? Con cierta
frustración, quizás, al ver que sus sugerencias no eran seguidas, Cayce
le dijo cierta vez a un hombre: «Tanto si es un kilómetro como si es
un paso, haga lo que hace sentirse mejor al cuerpo: salga al aire libre»
(257-204). Posteriormente quedó aclarado y establecido en los
escritos que no debe emprenderse el paseo demasiado pronto después
de una comida si el ejercicio a que va a someterse al cuerpo llegará a
sobrecalentarlo.
Generalmente, hoy se acepta que caminar puede hacerse como un
ejercicio físico, y por tanto debe practicarse vigorosa y relajadamente.
Una buena norma es caminar para alcanzar el índice de pulsaciones
más adecuado a cada uno. ¿Cómo se determina ese índice? Reste su
edad al número 220 y calcule el 70 a 85 por ciento del resultado: su
índice de pulsaciones debe encontrarse entre las dos cifras que
obtenga para conseguir un efecto óptimo en el sistema vascular y en el
organismo. Por ejemplo, si tiene usted 55 años, reste 44 de 220. Son
165. El 70 por ciento son 116; el 85 por ciento son 140. En tal caso,
debe caminar lo bastante rápido como para aumentar su ritmo de
pulsaciones hasta 116-140. Si no se siente cómodo, deberá progresar
lentamente en los paseos hasta conseguir ese nivel.
¿Cuánto tiempo se debe caminar? Quizá media hora diaria al
menos tres veces por semana. Tómese el pulso, en la arteria carótida,
en el cuello. Es el lugar más sencillo. En cuanto al ritmo que puede
adoptarse al iniciar esta actividad, cuente sus pasos con la ayuda del
reloj y adopte un ritmo de 55 a 65 pasos de cada pie por minuto
(¡basta con contar los pasos del pie derecho!). Fíjese en lo bien que se
siente al terminar. Según los escritos, se debe caminar vigorosamente
y durante el tiempo suficiente —una media hora- para producir sudor
en el organismo.
Cayce dijo a una mujer de treinta y siete años con un leve exceso
de azúcar en la sangre que el mejor ejercicio para ella sería «caminar,

78
Los remedios de Edgar Cayce

y los ejercicios estáticos: por la mañana los correspondientes a troncos


y brazos, y por la tarde los de caderas y piernas, estos son los
preferibles para el cuerpo» (2772-3). Por supuesto, hay otros
ejercicios beneficiosos: correr, hacer jogging, nadar, jugar al tenis y
muchos más. A un hombre artrítico de apenas treinta y un años se le
indicó «meterse en el agua en cuanto le sea posible; pues la capacidad
de realizar movimientos en el agua será beneficioso para las fuerzas
circulatorias internas» (849-32).
En mi labor diaria con muchos individuos que deseaban aumentar
sus años útiles y vitales, les he animado a hacer ejercicios que
mantengan flexible la columna vertebral. Cayce apunta que uno de los
mejores movimientos para alcanzar la longevidad es el que realiza el
gato al estirarse.
El doctor Rex Conyers, director de la División de Investigación
Osteopática de la Fundación Edgar Cayce, aconseja a quienes adopten
un programa de ejercicios que empiecen por esta afirmación: «Padre,
Dios, deseo que esta actividad cree en mí un canal mayor para que sea
hecha tu voluntad». A continuación apuntamos tres ejercicios
sugeridos por el doctor Conyers que indican cuál era su pensamiento
respecto a lo que debe considerarse beneficioso para el cuerpo:
De pie: Bien erguido y con los pies separados. Estire los dedos de los
pies y respire profundamente. Extienda los brazos hacia arriba todo lo
que pueda, uno después de otro, y cierre los puños mientra los eleva.
Estírelos alternativamente de esta manera, al tiempo que se pone de
puntillas y respira profundamente.

De pie: Coloque los antebrazos en las caderas, póngase de puntillas y


efectúe profundas flexiones de rodilla a la cuenta de tres. Al cabo de un
período muy breve, conseguirá mantener el equilibrio con toda facilidad.
Inspire profundamente al ponerse de puntillas y exhale el aire completamente
al llegar a la posición de agachado. Inspire de nuevo profundamente al
recuperar la posición de firmes e intente permanecer de puntillas. Vuelva a
exhalar el aire al volver a agacharse. Repita este ejercicio cuantas veces
quiera.

Sentado: Empiece sentado en el suelo con las piernas extendidas delante,


lo más estiradas posible. Primero, dóblese hacia adelante por la cintura y
agarre un pie con ambas manos. Mantenga la posición unos segundos, suelte y
vuelva atrás, con las manos en el regazo o a los costados. Repita el

79
Dr. William A. McGarey

movimiento de extensión asciendo ahora el otro pie, mantenga la posición y


vuelva a la posición de sentado, con el cuerpo erguido. Repita el ejercicio
varias veces.

Conyers apunta que en los escritos se establece con bastante


claridad que los ejercicios de pie deben hacerse por la mañana, al
levantarse, mientras que los ejercicios horizontales deben hacerse por
la noche, antes de acostarse.
Parece que ciertos habitantes de la jungla realizan espontánea-
mente ejercicios que les mantienen fuertes y sanos..., al menos en
parte. ¿Ha visto alguna vez a un miembro de la familia de los felinos
es...ti..rán...do...se? Yo he visto al león y al leopardo en el zoo, así
como a los gatos que en una u otra época han vivido en nuestra casa.
Todos ellos se despiertan, echan un vistazo ocioso alrededor, boste-
zan, se levantan y estiran los músculos. Los escritos afirman que esto
no sólo es beneficioso para los felinos, sino también para el hombre.
Yo expongo a mis pacientes un plan diario con varios ejercicios, pues
sé que muchos de ellos tienen problemas de falta de tiempo y están
sometidos a las tensiones y nervios de la vida actual. Estos ejercicios
están dirigidos a crear una flexibilidad de la columna vertebral, así
como un estiramiento y relajación de los músculos a lo largo de la
misma y en las extremidades. Cuando la columna vertebral está móvil
y libre de las limitaciones impuestas por las vicisitudes de la vida,
resulta lógico que los impulsos nerviosos que vienen y van al córtex
cerebral, al sistema nervioso autónomo (la mente inconsciente) y a las
estructuras musculares y orgánicas del cuerpo, resulten más
inteligibles y precisos en las instrucciones que transmiten a los
órganos receptores que si tales ejercicios no se hubieran realizado
nunca. De hecho, el cuerpo tiende a anquilosarse si está inactivo: por
ejemplo, el codo puede quedarse doblado permanentemente y perder
utilidad en cierto grado si se deja enyesado demasiado tiempo.

Programa de ejercicios matutinos

Primero: Estirarse como un gato resulta más sencillo inmediata-


mente después de levantarse. Hacer este ejercicio, según Cayce,
prolonga la vida. Por tanto, se puede decir que Cayce afirmaba que
este ejercicio de estiramiento, debidamente utilizado, produce una
mejoría continuada de la salud total del cuerpo.

80
Los remedios de Edgar Cayce

Segundo: El ejercicio de cabeza y cuello tonifica el sensorio del


organismo. Nosotros percibimos esta dimensión terrestre sólo a través
de los sentidos y, si queremos cumplir en ella un propósito que sea
significativo, debemos permanecer en contacto con este mundo y sus
actividades, que nos rodean y nos influyen. La vista, el oído, el tacto,
el olfato y el gusto mejoran y se tonifican notablemente mediante este
ejercicio.
Cayce sugería siempre que utilizáramos cualquier clase de terapia
repetitiva con paciencia, insistencia y coherencia. Así pues, su efecto
sobre los sentidos se apreciará durante meses e incluso años, y
también se observará un mayor grado de equilibrio entre los sistemas
nerviosos autónomo y cerebroespinal, mejorando por tanto su
actividad orgánica y, a su vez, aumentando la vitalidad y la duración
de la vida.
Un escrito relativo a un caso de mala visión ilustra cómo le habría
indicado Cayce que realizara el ejercicio, y cómo sacar provecho de
él:

Cuando quitamos las presiones de las fuerzas tóxicas mejoramos la visión.


También son muy útiles los ejercicios de cabeza y cuello. Realícelos
habitualmente y no los abandone a temporadas. Al contrario, realice este
ejercicio regularmente por las mañanas y por las noches durante seis meses y
verá una gran diferencia. Siéntese erguido, incline la cabeza hacia delante tres
veces, luego hacia atrás tres veces, a la derecha tres veces más, a la izquierda
otras tres, y luego haga girar la cabeza haciendo tres círculos en cada
dirección. No se apresure durante el ejercicio, tómese el tiempo necesario.
Los resultados son manifiestos.

3549-1

Tercero: En mi preparación matinal hay también un grupo de


ejercicios pensados para mantener flexible la zona lumbar y dorsal, de
igual modo que el ejercicio de cabeza y cuello mantiene móvil la zona
cervical. Se puede empezar con cualquiera de los tres movimientos
básicos. Habitualmente, yo realizo cada uno de los ejercicios unas
quince o veinte veces, pero eso es cuestión de cada uno.

81
Dr. William A. McGarey

Entre los ejercicios para la zona dorsal y lumbar se cuenta el


anterior-posterior: puesto en pie con los pies bastante cerrados,
extienda ambas manos por encima de la cabeza y hacia atrás todo lo
que pueda, doblándose hacia atrás. Efectúe entonces el mismo mo-
vimiento hacia delante hasta tocar la punta de los pies sin doblar las
rodillas, o doblándolas sólo lo imprescindible.

El segundo movimiento es el ejercicio lateral. Éste se hace no


girando el cuerpo, sino doblándose lateralmente primero a la derecha
y luego a la izquierda con el rostro vuelto siempre hacia el frente y
extendiendo la mano a lo largo del cuerpo cuando éste queda doblado
a un lado y a otro.

El tercer movimiento de este grupo de ejercicios es denominado


«el gran columpio». Para realizarlo se parte de la posición en pie, con
los pies separados unos veinte a veinticinco centímetros, estirando los
brazos a cada lado. Después se gira el cuerpo hacia la derecha,
siguiendo el giro con la cabeza y los ojos todo lo posible, dejando que
los brazos se balanceen lateralmente con bastante fuerza, tirando en
cierto modo del cuerpo para completar el movimiento de balanceo.
Cuando este gran giro a un lado se completa, aproveche el impulso
para girar el cuerpo completamente a la izquierda. Este gran balanceo
continúa hasta que se completa el número de dobles giros calculado.

Cuarto: Presentamos ahora un ejercicio tomado de los chinos. Va


dirigido 3 mejorar la visión y consiste en dar masaje a unos puntos de
acupuntura en la órbita del ojo siguiendo un círculo, siete veces en
una dirección y siete en la opuesta. El masaje sobre la ceja va
simplemente en dirección lateral a partir del punto central. Aquí no
hay movimiento circular.

Quinto: El último de estos ejercicios matinales lo he diseñado yo


mismo. No obstante, también tiene sus raíces en China, donde nació el
concepto de auriculoterapia. Esta terapia puede aplicarse a cualquier
parte del cuerpo mediante el uso de agujas o electroterapia
transcutánea aplicadas a la oreja humana. Todo el cuerpo está
representado en la oreja, y existen médicos que limitan todos sus
programas terapéuticos al tratamiento de la oreja.

82
Los remedios de Edgar Cayce

83
Dr. William A. McGarey

84
Los remedios de Edgar Cayce

El ejercicio se realiza asiendo ambos pabellones auditivos —la


oreja derecha con la mano derecha, y la izquierda con la mano
izquierda— de modo que la palma quede plana sobre el pabellón
auditivo y los dedos aprieten firmemente éste contra aquélla. Entonces
se mueven ambas orejas al mismo tiempo en sentido circular, tirando
de ellas hasta donde resulte cómodo. No debe hacerse daño, pero el
movimiento es fundamental. Puede realizarse este movimiento entre
veinticinco y cincuenta veces en una dirección, y luego el mismo
número de veces en la dirección opuesta. A continuación, sin quitar
las manos y con los codos en jarras, se aplicará presión a los oídos por
ambos lados simultáneamente, el mismo número de veces.
El movimiento circular del pabellón auditivo actúa como estimu-
lación suave y equilibradora de todos los puntos de auriculoterapia de
la oreja, proporcionando al cuerpo un buen tono general muy
apreciable. El ejercicio de presión final tiende a aumentar la presión
en el canal auditivo interno, produciendo así un suave ejercicio del
tímpano y una estimulación del tejido del canal interno.
Hacer ejercicio es importante para el cuerpo, y el que se efectúa
durante la jornada diaria de trabajo rara vez es suficiente para

85
Dr. William A. McGarey

mantener móvil la columna vertebral y permitir el libre flujo de los


impulsos neurológicos sin obstrucciones o impedimentos. El ejercicio
físico suficiente, realizado de manera regular y planificada, puede
eliminar en gran medida la necesidad de manipulaciones o masa es,
pues los tres actúan, en realidad, según el mismo principio; es decir,
influyendo en el tono y vitalidad musculares, extendiendo los
tendones y movilizando las estructuras óseas, además de mejorar el
flujo linfático y los impulsos y comunicaciones neurológicas.
Sin embargo, cuando se empieza a hacer ejercicio debe adoptarse
aquel tipo de ejercicio que va a practicarse, preferiblemente, el resto
de la vida. Pues si se empieza por uno y luego se deja, el cuerpo se
rebelará, lo cual es exactamente lo que el ejercicio pretendía evitar:
las rebeliones de la misma conciencia de los tejidos del cuerpo
humano.

Manipulación

La manipulación puede considerarse, según los escritos de Cayce,


como parte del equipo necesario para devolver el equilibrio al
organismo. Al contrario que los ejercicios físicos, es administrada por
otra persona, y no por la que va a obtener el efecto benéfico. A
diferencia también del masaje, la manipulación es más definida, está
orientado más específicamente al movimiento articular pasivo y al
realineamiento, en cierto sentido, de grandes masas musculares.
Cayce no siempre recomendaba las manipulaciones de buen
principio; al contrario, en casos de personas débiles o intoxicadas
sugería a veces un curso de eliminaciones o fortalecimiento antes de
iniciar esta terapia. Y, por supuesto, había miles de casos en que ni
siquiera se mencionaba la manipulación. No obstante, hay estados del
organismo que no podrían corregirse de ordinario sin terapias
manipulativas o de ajuste, y Cayce era muy firme en este punto.
Por los escritos, parece que en tiempos de Cayce la osteopatía era
superior a otros métodos correctivos. Hoy, en cambio, no sólo hay
médicos que dedican seria atención a tales técnicas manipulativas,
sino que algunos osteópatas, quiroprácticos y médicos están
realizando terapia craneal, y una variedad de diferentes técnicas
correctivas mecánicas están cruzando las anteriores barreras médicas
y profesionales. Por tanto, puede decirse que cuando alguien tiene un
problema que puede responder a manipulaciones o ajustes, deberá

86
Los remedios de Edgar Cayce

tener más en cuenta las capacidades del terapeuta en sí, que el método
que utilice o el grado profesional que tenga.
La imagen que se trasluce de los escritos de Cayce, sin embargo,
indica que la osteopatía crea un equilibrio en el organismo, una
coordinación, una liberación de energía en los tejidos en ocasiones,
pero reteniendo tales energías donde resulta conveniente. Los trata-
mientos osteopáticos estimulan los fluidos, los órganos, las células,
incluso los átomos del cuerpo para que funcionen correctamente, en
coordinación con otras partes del organismo, en un equilibrio, una
armonía de acción, de vida misma.
Para mantener una opinión equilibrada, debemos recordar que
estos tratamientos —como algunas medicinas, entre ellas las com-
presas de aceite de ricino, el masaje o el ejercicio, la visualización o la
oración— sólo son correctivas o estimulantes, y no son realmente
curativas en esencia. Cayce señalaba lo anterior a un consultante:

Recuerde que los ajustes mecánicos (osteopáticos), pese a que tengan las
benéficas propiedades de la medicina natural, son sólo correctivos, y que es la
NATURALEZA, o ia fuerza DIVINA, quien efectúa la curación.
1467-9

En los escritos, la osteopatía cubría una amplia gama de valores


terapéuticos. Dolencias graves, como problemas de ataques epilép-
ticos, fueron llevadas específicamente hacia tratamientos manipula-
tivos. Sin embargo, este tipo de terapia fue utilizada también en
programas de mero mantenimiento de la salud. La lesión osteopática
—a veces considerada como una masa de células nerviosas en una
bolsa de fluido linfático— era mencionada a menudo como parte
específica en una diversidad de enfermedades. Cayce vio casos de
epilepsia que, según dijo, estaban causados por dichas lesiones, y que
podrían solventarse mediante tratamientos osteopáticos, dieta y
compresas de aceite de ricino colocadas sobre el abdomen. Estos
casos de actividad epiléptica tenían su etiología, o causa, en lesiones
osteopáticas en el abdomen o a lo largo de la columna vertebral, y no
en el cerebro, como se cree habitualmente. La línea maestra de estos
tratamientos consiste en la liberación de las tensiones a lo largo de la
columna vertebral allí donde los nervios espinales salen de la médula
espinal, la alteración del equilibrio ácido-base del organismo mediante
regímenes dietéticos, y la mejoría del flujo linfático y la utilización de

87
Dr. William A. McGarey

los alimentos en la cavidad abdominal mediante el uso de las


compresas de aceite de ricino.
Estos programas terapéuticos suelen fallar porque los pacientes y
los que colaboran con ellos no actúan con la paciencia, insistencia y
coherencia necesarias. Porque restaurar la normalidad en una
anormalidad celular requiere tiempo y cambios a nivel molecular-
celular. Es un buen ejemplo de cómo las sugerencias de Cayce siguen
un curso de regeneración en la fisiología del organismo, en lugar de
una intervención o un exceso de medicación. Se trata de una
restauración de la normalidad, pero los resultados no son fáciles de
obtener cuando la enfermedad está profundamente arraigada. Sin
embargo, resulta posible.
La equilibrada opinión de Cayce puede ilustrarse mejor, proba-
blemente, con el siguiente comentario:

Según veremos, es aconsejable continuar los tratamientos osteopáticos al


menos dos veces por semana. Aunque la curación de cualquier clase debe
partir desde dentro, depende de la actitud hacia todos los elementos e
influencias de la experiencia como manifestación de la vida en el plano
material. En el cuerpo físico, como hemos dicho, cada átomo es un universo
entero en sí mismo, y es una porción del todo. Cuando hay coordinación
dentro del yo, del yo interno —donde el santuario interno recibe el impulso—,
la curación es completa; sin embargo, cada influencia atómica recibe un
impulso de varias formas de aplicación a un cuerpo material, o a una
demostración material o manifestación de una influencia espiritual animada
mediante un cuerpo material.
275-32

Masaje

En los escritos de Cayce se sugiere como forma de terapia más


frecuente el masaje. El doctor Harold Reilly, terapeuta a quien Cayce
envió a centenares de personas, dijo en cierta ocasión que «un masaje
equivale a un paseo de seis kilómetros». Depende, naturalmente, del
tipo de masaje, y estoy seguro de que el doctor Reilly se refería al
aumento de la circulación sanguínea que se produce como resultado
de un masaje, así como a la mejoría de la comunicación neurológica,
pues el masaje envía millones de impulsos a través de la red
neurológica del organismo.

88
Los remedios de Edgar Cayce

Cayce no sólo sugería los masajes completos, sino que con fre-
cuencia daba información sobre masajes localizados que producen
efectos beneficiosos. El siguiente párrafo, extraído de sus escritos
señala por ejemplo los pies como beneficiarios, y los resultados que
pueden tenerse:

Los masajes, en nuestra opinión, son buenos, excelentes. Podríamos dar


más masajes en el arco del pie, debajo de los dedos, en el empeine y en el
talón. El aumento de estimulación en esta dirección hará que se revitalicen los
nervios de las terminaciones de la ciática. Hilo producirá en ocasiones
comezón en la pantorrilla, pero no representa nada grave e indica al
organismo que se está restableciendo la comunicación, por decirlo así, entre
las extremidades inferiores o locomotoras y las fuerzas del organismo.
2778-6

El masaje es una terapia importante en nuestro programa en la


clínica ARE y, siguiendo la línea de los escritos de Edgar Cayce, la
recomendamos para diversos problemas.
La tensión y las presiones de la vida moderna producen en muchos
organismos humanos un estado que calificaría de problema de
asimilación. Esto puede o no ir asociado a una úlcera de estómago,
pero a menudo se diagnostica como exceso de acidez. Y el problema
real es la incapacidad —debida a esas tensiones— de ingerir alimento
en el tracto digestivo y modificarlo adecuadamente de modo que
pueda ser absorbido por las células del tejido intestinal y llevado a las
corrientes sanguínea y linfática. Este alimento debe modificarse
después para que pueda llegar hasta las células del cuerpo y ello se
realiza por medio del hígado y de los centros linfáticos por los que
pasa; por último, el alimento pasa al propio organismo mediante el
sistema circulatorio y es utilizado para reparar, recargar, rehabilitar o
reconstruir la estructura del cuerpo. La incapacidad de absorber el
alimento puede producirse en alguno de los puntos donde tienen lugar
tales actividades. Si existe una falta de buen funcionamiento en algún
punto, se presenta un problema de asimilación, con la consiguiente
falta de una estructura adecuada y, en consecuencia, de un
funcionamiento adecuado en el cuerpo humano. Este mal
funcionamiento puede ser mínimo, pero está presente.
Sin entrar en los detalles de cómo puede causar este tipo de
síndrome la tensión de la vida cotidiana, consideremos que el sín-

89
Dr. William A. McGarey

drome ya se ha producido y veamos qué decía Cayce al respecto. Me


parecen especialmente interesantes dos extractos, uno de los cuales se
refiere a una zona que es importante en el campo de la acupuntura, y
que se conoce por el nombre de «Puerta de la Vida». Es una zona de
la espalda, justo debajo de la caja torácica. Aquí encontrará una
referencia a ella, y las sugerencias tienen que ver con el masaje con
vibrador mecánico, un aparato que puede adquirirse en cualquier gran
almacén o en las principales tiendas de alimentos naturales.

Consideramos que éstas se produjeron, y que las dolencias se agudizaron


gradualmente, gracias a la falta de la adecuada asimilación de las fuerzas
digestivas del organismo.
Si se produce un regreso a las dietas alimenticias y se llevan a cabo éstas
con la constancia y rigidez que hemos indicado, acompañadas de frotamientos
ocasionales para potenciar la circulación, observaremos cómo el cuerpo se
recupera y mejora apreciablemente su estado.
También cabe decir que pueden mejorarse mucho las dolencias mediante
la utilización del vibrador eléctrico, que también tiene efectos beneficiosos
sobre el sistema cerebroespinal; estos efectos benéficos se extienden
especialmente a las extremidades inferiores y tienen aplicaciones específicas
en las lumbares, la novena dorsal y la cabeza y el cuello.
389-9

A otra persona, que acudía por primera vez a consultarle, Cayce le


indicó que tenía problemas en su cuerpo físico como consecuencia
«de grandes tensiones emocionales»:

Cada noche, al disponerse a acostarse, aplíquese durante veinte minutos el


vibrador eléctrico. Utilice la punta del vibrador recorriendo con él ambos
lados de la columna vertebral, así como la propia columna vertebral, desde la
base del cráneo hasta la rabadilla. Tras aplicar el vibrador por toda la zona,
extiéndalo sobre la zona del diafragma arrastrándolo sobre la piel desde la
espalda, esto es, cruzando el cuerpo por la parte inferior de la caja torácica a
partir de la espalda. Aplicar entonces el aparato a la zona sacra, que es la parte
inferior de la columna a la altura de las caderas; aplicar entonces el vibrador
al nervio ciático en el muslo, y especialmente detrás de las rodillas y hasta los
mismos pies. Tómeselo con calma y seriedad, y no meramente como algo a lo
que debe someterse para obtener la curación.
2452-1

90
Los remedios de Edgar Cayce

El masaje suele efectuarse con un aceite lubricante. En los escritos


de Cayce se recomienda sobre todo el aceite de cacahuete, que ha
recibido grandes alabanzas de quienes lo han utilizado para mejorar
las articulaciones reumáticas y los músculos doloridos. En nuestra
clínica hemos utilizado el aceite de cacahuete en el masaje en miles de
pacientes, y consideramos que es de gran ayuda para conseguir el
máximo efecto del masaje en el alivio de diversas dolencias humanas.
Siempre me he preguntado qué mecanismos fisiológicos tienen
lugar en el masaje. ¿Cómo actúa sobre el cuerpo humano, o en el
interior del mismo? ¿Produce realmente esos efectos que Cayce
denominaba «vibratorios»? Al revisar algunos escritos de Cayce, di
con el siguiente párrafo que arrojaba cierta luz no sólo sobre mis
interrogantes, sino también sobre los efectos del aceite de cacahuete:

Debe tenerse en consideración el por qué funciona el masaje: la


inactividad provoca lasitud o tensión de muchas de las vértebras de la
columna a partir de las cuales se emiten mensajes a los diversos órganos, o
hace que algunos de éstos reciban impulsos mayores que otros. El masaje
ayuda a los ganglios a recibir impulsos de las fuerzas nerviosas y contribuye a
mejorar la circulación por las diversas partes del organismo.
2456-4

Y también:

Dé masaje al cuerpo cada día, durante al menos entre media hora y una
hora y media; no lo haga con brusquedad ni fuerza, no intente llegar al ajuste
del cuerpo..., al menos durante las primeras semanas. Aplíquese aceite de
cacahuete. Sí, el humilde aceite de cacahuete tiene en sus componentes algo
que contribuye a estimular la circulación superficial y las fuerzas estructurales
superficiales, así como la piel y la sangre, creando en ellas las influencias que
harán más dúctil la piel, los músculos, los nervios y los tendones, aportando
así una buena ayuda a las partes estructurales del organismo. Su absorción e
irradiación por el cuerpo fortalecerán asimismo la actividad del propio cuerpo
estructural.
2968-1

Los escritos de Cayce se refieren muchas veces a masajes especí-


ficos, que son recomendados a muchas personas. Sin embargo, en
ningún momento fijan una rutina que pueda ser seguida por una

91
Dr. William A. McGarey

persona normal que necesite un masaje general. Con el paso de los


años, nuestra experiencia con la información presentada por el doctor
Reilly nos ha llevado a diseñar unas técnicas para realizar un masaje
completo del organismo, pues nos ha sido necesario enseñar a los
familiares del paciente el arte del masaje para poder así continuar el
régimen de tratamiento en el hogar, después de ser iniciado en la
clínica.

El abecé del masaje

EQUIPO NECESARIO:
1. Mesa: 80 cm de ancho, sólida y de la altura adecuada.
2. Dos sábanas y dos cojines (uno para la cabeza y otro bajo las
rodillas).
3. Aceite, Mezclar los siguientes ingredientes:
1 cucharadita de lanolina disuelta en
6 onzas de aceite de cacahuete, más
2 onzas de aceite de oliva y
2 onzas de agua de rosas.

DIRECTRICES GENERALES:
1. Lávese las manos.
2. Empiece con un contacto amistoso.
3. Orden para el masaje general: cuello, brazos, parte frontal en
las piernas, abdomen, parte posterior de las piernas, espalda.
Este orden puede alterarse por razones particulares.
4. Mantener un contacto constante con el sujeto.
5. Estar atentos al dolor, sensibilidad o rigidez, y dar el masaje
teniéndolos presente.
6. Potenciar la relajación por parte del sujeto y evitar las
conversaciones. Si el sujeto quiere hablar un poco, déjele.
Sin embargo, evite las controversias y no presente nuevos
temas de conversación. Si se estimula a hablar al sujeto, éste
perderá parte de los efectos beneficiosos del masaje.
7. No haga daño al sujeto. Observe su rostro por si da señales
de dolor o incomodidad.
8. Utilice ambas manos rítmicamente, manteniendo juntos los
dedos y adaptándolos al contorno del cuerpo. No los
«hunda» en los músculos del sujeto.

92
Los remedios de Edgar Cayce

9. Realice masajes firmes en dirección al corazón, y suaves en


la dirección opuesta.
10. Administre el masaje con una actitud de amor y compasión
por el sujeto.
11. El masaje general se realiza en un tiempo de entre 40 y 45
minutos.

MÉTODOS DE MASAJE:
1. Con masajes largos, aplicar suficiente aceite para que las
manos se deslicen con suavidad sobre la piel del paciente.
2. CUELLO:
Para proteger del aceite los cabellos largos, conviene
envolver éstos en una toalla, que puede cerrarse con un poco
de esparadrapo o un imperdible. Trabaje de pie junto a la
cabeza del sujeto. Sostenga la cabeza apoyada en una mano
y, con la otra, aplique un masaje a los canales linfáticos del
cuello, bajo el oído, en dirección al pecho o a los hombros.
Haga girar la cabeza del paciente hacia el otro lado y realice
un masaje similar en este lado del cuello. Coloque los dedos
bajo el cuello del sujeto, en la base del cráneo. Las puntas de
los dedos estarán a cada lado de las vértebras. Aplique un
movimiento en W desde la base del cráneo hacia debajo de
los hombros, hasta donde le sea posible. Baje hasta los
hombros y luego regrese a la base del cráneo aplicando una
ligera presión al movimiento. Esto puede efectuarse tres
veces seguidas. Termine con varios masajes recorriendo
lentamente el cuello hacia abajo, y subiendo después con una
presión muy ligera.
3. EXTREMIDADES SUPERIORES:
Brazo: Empiece por un masaje alrededor del hombro, con
impulsos fuertes en dirección al corazón e impulsos suaves
en la dirección opuesta. La mano que da el masaje debe
encajarse con el cuerpo, moviéndose con suavidad y
calentando la piel.
Antebrazo: Doble el brazo del sujeto por el codo y siga
dando masaje en dirección al corazón como en el apartado
anterior.
Mano: Dé masaje a los dedos en dirección al corazón y
extienda la palma de la mano del sujeto. Trabaje cada dedo

93
Dr. William A. McGarey

por separado. Efectúe movimientos articulares en muñeca,


codo y hombro. Efectúe presiones nerviosas con pulgares e
índices desde el hombro hasta la muñeca, pasando por alto la
zona interna del codo, y cuente uno o dos segundos en cada
presión. Termine el masaje de las extremidades superiores
con movimientos largos y firmes desde la muñeca hacia el
hombro, y vuelva hacia la muñeca con un movimiento cálido
y lento.
4. EXTREMIDADES INFERIORES:
Articulación de la cadera: Trabaje esta zona con
movimientos circulares profundos.
Muslos: Dé masajes a fondo en la parte lateral y superior del
muslo. Utilice un movimiento profundo de masaje y presión
en dirección al corazón, igual que hacía con el brazo. En la
cara interna del muslo, utilice también este movimiento
intenso hacia arriba y más moderado hacia abajo. Para quien
da el masaje, resulta menos fatigoso utilizar el movimiento
adelante y atrás impulsándose con todo el cuerpo desde la
rodilla.
Rótula: Dé masaje sobre la rótula con los pulgares en un
movimiento semicircular, y con movimientos circulares
alrededor del hueso.
Pierna: Efectúe masaje a ambos lados del hueso de la
espinilla con un movimiento rotatorio, como si estuviese
amasando. Evite presionar el hueso.
Pies: Trabaje alrededor de los huesos del tobillo con las
yemas de los dedos. Utilice las palmas de las manos sobre las
plantas de los pies como si hiciera rodar una pelota entre las
manos. Dé masaje a los tobillos, talones, costados, las yemas
de los dedos y la parte del empeine. Trabaje siempre en
dirección al corazón. Extienda y comprima cada dedo con
suavidad. Termine el masaje de la pierna con unos
movimientos largos y firmes desde el tobillo hasta la cadera,
volviendo luego con un movimiento lento y ligero. En
algunos sujetos, resulta beneficioso dar un ligero tirón a la
pierna acompañado de unas cuantas sacudidas.
5. ABDOMEN:
Utilice siempre en el abdomen movimientos circulares en la
dirección de las agujas del reloj. Efectúe un gran movimiento

94
Los remedios de Edgar Cayce

circular sobre la zona del colon aplicando siempre la presión


en el sentido de las agujas del reloj. Estimule el colon
ejerciendo sobre él una presión en el sentido de las agujas del
reloj.
A cada costado de la caja torácica, aplicar masaje en
dirección opuesta al corazón con pequeños movimientos
semicirculares.
Dé masaje a ambos lados de la cintura con un
movimiento arriba y abajo. Evite el hueso de la cadera. Haga
vibrar el hígado y el páncreas colocando las manos encima y
debajo de la caja torácica.
Efectúe con las manos un movimiento desde la espalda
hacia arriba, en dirección al abdomen y la cintura. A
continuación, haga que el paciente dé media vuelta,
descansando sobre el estómago.
6. PARTE POSTERIOR DE LAS EXTREMIDADES
INFERIORES:
Muslos: Acuérdese de aplicar los masajes más fuertes en los
movimientos que se dirigen hacia el corazón. Trabaje el
muslo empezando por la parte externa, junto a las nalgas.
Con masajes rítmicos de ambas manos, una después de otra,
trabaje el muslo hacia abajo. La cara interna del muslo debe
trabajarse con un masaje de arriba abajo, formando pequeños
círculos y aplicando bastante fuerza.
Parte posterior de la rodilla: Estimular la zona posterior de
la rodilla con movimientos hacia arriba en forma de aspa.
Pantorrilla: Tras dar masaje a la pantorrilla con movimientos
amplios y potentes, debe doblarse la pierna por la rodilla y
continuarse el masaje. De este modo, la fuerza de la gravedad
contribuye a estimular la pierna. Trabaje la zona que rodea la
articulación del tobillo hacia arriba y hacia abajo. Inicie las
presiones nerviosas en la parte posterior de las extremidades
inferiores, empezando bajo los glúteos y dirigiéndose hacia el
tobillo, saltándose la zona posterior de la rodilla. Por último,
utilice movimientos largos en dirección a las nalgas y unos
masajes suaves y estimulantes en el recorrido inverso hacia el
tobillo, terminando así el masaje de esta parte.

95
Dr. William A. McGarey

7. ESPALDA:
Divida la espalda en dos partes, la superior (zona cervical
hasta la novena dorsal, que se encuentra a unos dos
centímetros por debajo de la base del omoplato) y la inferior
(del sacro a la novena dorsal).
Parte superior: Dibuje corazones con las yemas de los
dedos, la mano derecha en el lado derecho de la columna, y
la izquierda en el lado izquierdo, empezando desde el cuello
y descendiendo hacia la novena vértebra dorsal. En
ocasiones, cuando el sujeto es una persona musculosa o de
mucho peso, o cuando se precisa una atención especial a esta
zona, es mejor trabajar ambos lados por separado. Dé masaje
en la misma zona al menos tres veces, y luego vaya haciendo
más amplios los movimientos hasta abarcar toda la amplitud
de la espalda, estirándola.
Parte inferior: Efectúe el masaje de la parte inferior de la
espalda como el anterior, con movimientos en forma de
corazón, pero ahora suba desde el sacro hacia la novena
vértebra dorsal.
Costados y parte posterior de los hombros: Trabaje ambos
costados del tronco con movimientos arriba y abajo,
ascendiendo hacia las axilas, y efectúe grandes movimientos
circulares alrededor de los hombros y omoplatos, bajando
luego por las zonas musculares hasta las nalgas. Haga ese
ejercicio en ambos costados, trabajando desde el costado
contrario del cuerpo y por encima de éste; una vez terminado
un costado, colóquese en el lado correspondiente y dé masaje
al lado opuesto siguiendo las mismas indicaciones.
Nalgas: Dé masaje a los glúteos y procure la estimulación
del nervio ciático dando un profundo movimiento a los
tejidos.
Manipulación final de la espalda: Presione ambos lados de
cada vértebra desde la base del cráneo hasta la novena dorsal,
y desde el sacro hacia dicha novena dorsal. Allí donde se
note congestión, mantenga la presión durante doce segundos.
El movimiento continuado en esas zonas libera el fluido y los
nódulos linfáticos de la columna vertebral.
Colóquese luego tras la cabeza del sujeto. Sitúe ambas
manos a los lados de la columna vertebral, justo debajo del

96
Los remedios de Edgar Cayce

cuello, haga presión con las palmas y deslícelas lentamente


por toda la espalda hasta el final del sacro, antes de llevarlas
de nuevo hacia arriba recorriendo la espalda con un ligero
masaje a ambos lados de la columna. Efectúe este ejercicio
tres veces, la última con una presión muy leve.

Recuerde que el masajista debe mantener contacto con el sujeto en


todo momento, y que el objetivo del masaje es la relajación, la
limpieza del sistema linfático y el equilibrio de los sistemas nerviosos.

97
Dr. William A. McGarey

98
Los remedios de Edgar Cayce

12
Oración y meditación

Sería preferible denominar a la curación del cuerpo humano un


aumento de la conciencia, un nuevo entendimiento de la Divinidad en
nuestro ser. La auténtica curación, según los escritos de Cayce, es
siempre una aventura en la conciencia que nos lleva a una nueva
comprensión de las cosas. Cayce apunta que una curación del cuerpo
físico que no aporte esperanza a la naturaleza espiritual de su ser será
«como guardar el cuerpo para su destrucción en la materialidad». Las
dos aventuras más comunes y utilizadas que unen lo material y lo
espiritual son la oración y la meditación. Ambas son recomendadas y
utilizadas regularmente en la mayoría de los pacientes que acuden a la
clínica ARE para el fortalecimiento de sus cuerpos físicos.
En los escritos de Cayce se revelan informaciones que llevan a
pensar que cualquier persona que desee sinceramente estimular en
otra ese crecimiento de la conciencia que caracteriza toda verdadera
curación, se debe contar indudablemente entre quienes han sido
llamados al sacerdocio de la curación. Que posea o no el grado
académico tiene entonces poca importancia. Mucho más significativo
es, en cambio, que los frutos del espíritu deben participar de las
actividades totales del sanador.

Oración

La actividad que la persona desarrolla inconscientemente al rezar


o meditar es el cultivo del discernimiento espiritual. La oración no
tiene que ser necesariamente una plegaria en silencio o en voz alta.
Puede ser una acción, como la imposición de manos —proceso en el
que se traspasa energía de un individuo a otro—, lo que produzca

99
Dr. William A. McGarey

cierto grado de curación. El doctor Arthur Bernstein, presidente de la


Sociedad Médica de Essex County, Nueva Jersey, tiene varias ideas al
respecto.
De un artículo del British Medical Journal que describe el pro-
blema de la imposición de manos en Inglaterra —problema que tiene
indudable importancia en todos los países anglosajones—, extracta lo
que sigue: «Hemos perdido la capacidad de darnos alivio y tenemos
una actitud muy fría para con extraños y extranjeros. (...) Ello produce
la necesidad de acudir con frecuencia a la consulta del médico para
ser examinado». Bernstein cree, al parecer, que ello es resultado del
temor de la gente a tocarse, e insta al médico a utilizar cada vez más
la imposición de manos como medio de tratar este tipo de temor, este
sentimiento de soledad y extrañeza.
Bernstein encumbra considerablemente la bandera de su profesión
al afirmar:

El médico no es un verdadero «doctor» si no logra comprender y perdonar


a la gente su debilidad. Debe tener la humildad de reconocer que sabemos
realmente poco sobre la fisiología humana, y mucho menos sobre la
farmacología humana. El médico debe ser paciente con cada uno de sus
pacientes. No es cuestión suya si se comportan de modo moral o inmoral de
acuerdo a sus principios. Su función es tratar a todos con respeto para
restablecer la dignidad humana del paciente en sus horas de sufrimiento.

En los escritos de Edgar Cayce, se habla mucho del perdón, que


Bernstein considera debe ser parte del bagaje de un «auténtico
doctor». El siguiente extracto de uno de los escritos se refiere preci-
samente a este concepto:

Evidentemente, otros han tenido aparentemente ideales y no han llegado


ni con mucho a dar vida a tales ideales. (...)
Pero vosotros sabéis en quién y en qué habéis creído. Y de igual modo
que Él deseaba y desea perdonar, así también la entidad que lleváis dentro
deseará y tendrá capacidad para perdonar, igual que la entidad sería
perdonada. (...)
Entonces, no perdonar sería como dar vía libre al yo de un modo que le
haría caer en un estado peor incluso que el de aquellos que en un momento de
ofuscación han abierto el camino a que se instale en ellos la dolencia o el
trastorno que experimenta el cuerpo.

100
Los remedios de Edgar Cayce

Como vosotros querríais ser perdonados, así debéis perdonar, si queréis


encontrar la paz y la armonía en el ser. Y así podéis ayudar a aquéllos; no ya
absolviéndolos, sino al menos no condenándolos. Pues condenar es
convertirse en parte de la condena y, si con tal medida condenáis a otros,
seréis culpables de tal condena.
2293-3

Bernstein quizá no es consciente de las energías que pueden pasar


de un individuo a otro como portadoras de potencias curativas para el
cuerpo humano, pero sí es consciente de la importancia de la
comprensión, la compasión, la ternura, el amor, la paciencia y el
perdón, de todas esas cualidades que forman parte de lo que la Biblia
reúne bajo el nombre de los frutos del Espíritu o verdadero Amor. Y
este Amor es la mayor fuerza curativa del espíritu humano y del
cuerpo físico.
Durante siglos se ha puesto de manifiesto que la oración y la
curación tienen una relación de causa-efecto, pero demostrarlo es otra
cosa. Resulta difícil encontrar el medio de traducir la acción divina en
datos científicos «aceptables». La oración se ha denominado «hablar
con Dios», pero ciertamente es más que eso. Desconocemos en
realidad qué puede llegar a ser la oración, y nos resulta difícil
comprender la naturaleza de la acción de Dios en el proceso curativo.
Un médico, llamado Playton Collipp, publicó recientemente un
estudio sobre la eficacia de la plegaria en un estudio controlado de
jóvenes con leucemia. Descubrió que de diez jóvenes que recibían
oraciones, siete seguían con vida al cabo de quince meses. De los
ocho que no las habían recibido, sólo dos seguían con vida al cabo de
ese período. No obstante, su estudio fue criticado posteriormente
porque los miembros de cada grupo no tenían las mismas edades,
padecían tipos de leucemia distintos y no seguían los mismos métodos
de tratamiento.
Collipp respondió que era consciente de estas limitaciones cuando
expuso sus descubrimientos, pero afirmó: «No creo que cambien las
conclusiones del artículo en absoluto». Collipp seguía diciendo: «Mi
opinión final es que el estudio apoya la idea de que la oración es
beneficiosa y eficaz. El estudio no lo determina definitivamente, pero
apoya tal opinión. Creo que deberían realizarse más estudios al
respecto. No creo que a Dios le importe».

101
Dr. William A. McGarey

La clínica ARE tiene un programa activo de oraciones curativas.


Varios grupos de estudio de la zona de Phoenix reciben cada mes una
lista con los nombres de quienes han pedido ser curados. Esta lista se
reelabora cada mes. Una mujer que lleva en la ARE muchos años y
que es paciente de la clínica, pidió recientemente ser puesta en la lista
de oraciones. Había padecido un accidente un año antes y había
salvado la vida por poco. Sin embargo, su recuperación a lo largo de
los meses ha sido muy esperanzadora. No obstante, tenía dificultades
de visión que no habían desaparecido, y desconocía previamente la
existencia de la lista de oraciones. Por eso acudió. Su problema era
que siempre veía doble, con una imagen visual más alta que otra a
menos que torciera la cabeza a un lado. No podía leer, coser ni
conducir. No sólo resultaba exasperante, sino que limitaba todo su
esfuerzo vital. Una semana después de que su nombre apareciera en la
lista de oraciones, acudió a la clínica e informó a su médico que de
pronto, una mañana, la visión se le había normalizado al despertar, y
que desde entonces no había sufrido ninguna recaída, hasta hoy.
Otro relato sobre curaciones similares proviene de un miembro
muy activo de la ARE en la zona central de Estados Unidos. En su
grupo de oraciones y curaciones han utilizado recientemente la im-
posición de manos al serles solicitada, con algunos casos de éxito
completo. Una mujer a quien se había diagnosticado un probable
cáncer de mama en la consulta médica, y a quien se había recomen-
dado una biopsia, solicitó a mi corresponsal que fuera el «canal» de la
energía curativa del grupo hacia ella.
Mi informador exponía lo que sigue:

Sentí que me atravesaban las energías curativas (había puesto la mano


derecha sobre el cuello de la mujer aproximadamente a la altura de la glándula
tiroides).
Sentí mucho calor, no sólo en las manos sino en todo el cuerpo. La mujer
sintió la entrada de las energías y notó el calor. Todos los miembros del grupo
afirmaron notar el flujo de energía. (...) El lunes siguiente, cuando acudió al
hospital para someterse a un nuevo examen, la revisaron cuatro médicos. El
tumor había disminuido de tamaño hasta alcanzar el de un guisante, y se
decidió que no había razones para realizar una biopsia. Los médicos se
mostraron un tanto sorprendidos y preguntaron qué había sucedido. La mujer
les habló de la imposición de manos. Se imaginará usted la consternación.
Uno de los médicos, una mujer, siguió a nuestra amiga fuera dé la sala de

102
Los remedios de Edgar Cayce

revisiones del hospital y dijo que ella siempre había sido capaz de «ver» la
enfermedad de un paciente antes de realizar la revisión física, pero que jamás
se lo había contado a nadie porque la hubieran tomado por una chiflada .

Es una lástima que tales episodios no sean más ampliamente


aceptados pero, por otra parte, es magnífico que existan informes de
casos como éste, y que cada vez sea mayor el número de médicos que
toman conciencia de su realidad.

Meditación

La meditación está considerada como una parte del proceso


curativo porque se la considera eficaz potenciadora de la tendencia del
ser a una más íntima sintonía con la fuerza divina interna, con el Dios
que hay dentro de cada uno. La meditación es atender a la voz de
Dios, en el mismo sentido en que la oración es hablar a la Divinidad.
En la meditación, el cuerpo se serena y la mente se tranquiliza
progresivamente. Hay un movimiento de energía espiritual que sube
desde la base de la columna vertebral tocando los siete centros
espirituales que la tradición oriental ha venido en llamar chakras y
produciendo una limpieza y equilibrio de estos centros, y del cuerpo
entero hasta donde alcanza la efectividad de dicha meditación (véase
página 103).
La meditación es una disciplina practicada por millones de indi-
viduos en todo el mundo, que se lleva a cabo —como podía esperarse
— mediante multitud de técnicas y procedimientos. Todos ellos
parecen tener una cosa en común: todos afirman sintonizar el yo con
la parte del ser que yace en lo más hondo, y que se considera sagrado,
inabordable y de naturaleza divina.
El nivel de conciencia que se adquiere en los estados de medita-
ción ha sido denominado «alfa». En 1973, Lindsay Jacob, psiquiatra
de Pittsburgh, habló de la relajación en un simposio médico celebrado
en Phoenix, informando sobre cómo se alcanza el estado alfa
mediante el proceso de relajación descrito por primera vez por
Schultz. Los pasos enumerados por Jacob preparan a la persona para
un entrenamiento autógeno al elevar a ésta a un nivel de conciencia
que se corresponde con el que provoca la curación. He aquí los pasos:
1. Relaje el cuerpo desde la cabeza a los pies, o desde los pies a la
cabeza.

103
Dr. William A. McGarey

2. Cree un estado de calor moderado a través de todo el cuerpo


3. Aminore un poco el ritmo cardíaco. Provoque una cierta regulación
cardíaca.
4. Respire más lentamente. Este es un paso de transición en la que uno
adquiere el estado de «ello respira a través de mí». Aquí se inicia la
conciencia de la separación del cuerpo físico. La conciencia y el
cuerpo físico se separan el uno del otro.
5. A continuación, desarrolle un estado de calor abdominal.
6. Cree ahora una sensación de frialdad en la frente.

Éste es, pues, el estado de conciencia que se denomina «estado


alfa». En este estado pueden corregirse las dolencias físicas, y tam-
bién puede aumentarse la conciencia psíquica mediante su utilización.
El doctor Jacob exploró esta idea en su laboratorio.

104
Los remedios de Edgar Cayce

Tras estudiar y discutir en cierta profundidad varios estados de lo


que podría denominarse alteraciones de conciencia, me descubrí
recordando el capítulo sobre la meditación del libro La búsqueda de
Dios, de Edgar Cayce. He aquí algunos párrafos de la obra que
merecen citarse:

Cuando tranquilizamos el cuerpo físico sintonizando la mente hacia sus


máximos ideales, se excitan vibraciones físicas reales como resultado de la
actuación de la influencia espiritual en los centros vibratorios sensibles del
cuerpo, estimulando los puntos de contacto entre el alma y su cobertura física.
(...) Con la aparición de la imagen, o ideal, esta fuerza vital (de las glándulas
reproductoras) fluye a lo largo de lo que se conoce por Vía Apia, o cordón de
plata, hasta el centro pineal del cerebro, de donde puede dispersarse a los
centros que dan actividad al conjunto del ser físico y mental. (...) Así, al
interiorizarse, la meditación produce una manifiesta excitación de las
glándulas reproductoras que envían el impulso a la pituitaria por intermedio
de la glándula pineal. El ideal de la persona, sea cual sea, es potenciado y
encuentra expresión en la actividad de las fuerzas imaginativas. Si este ideal
es material, se edifica progresivamente en el cuerpo un amor y una tendencia
hacia las cosas terrenas. Si el ideal o imagen es de naturaleza espiritual, se
produce un desarrollo espiritual. Las fuerzas psíquicas sólo son un medio de
despertar las facultades anímicas gracias a la actividad de estos centros.
Limpiar el cuerpo con agua pura. Sentarse o yacer en una posición
cómoda, sin objetos que aprieten parte alguna del cuerpo. Inhalar tres veces
por la fosa nasal derecha y exhalar el aire por la boca. Inhalar tres veces por la
fosa nasal izquierda y exhalar por la fosa derecha. Entonces, por medio de un
poco de música suave" o de un mantra que lleve al yo a apreciar más
profundamente el sentido de unidad con las fuerzas creativas del amor, entrar
en el santa santórum. Cuando el yo sienta o experimente la aparición de éste,
contemple con el ojo interior (no el físico) cómo se difunde hacia el que ha de
aportar un mayor conocimiento a la hora de afrontar una dolencia en la
experiencia corporal. Después, podremos escuchar la música que suena
cuando cada centro del cuerpo responde a la nueva fuerza creativa que se está
difundiendo, cada centro por medio de su propio canal. Observaremos que,
poco a poco, la meditación nos posibilita renovarnos física, mental y
espiritualmente.
La búsqueda de Dios, vol. II, pp. 129-130.

105
Dr. William A. McGarey

Habitualmente, una no está para meditaciones durante los estados


finales del embarazo, y menos cuando el inicio de los dolores y la
pérdida de líquido amniótico se produce cuando aún quedan cinco
semanas para la fecha señalada. Sin embargo, una paciente de la
clínica ARE inició realmente las labores del parto bajo tales cir-
cunstancias. Se la examinó en la clínica inmediatamente y los tests
con papel de nitracina determinaron que casi había perdido medio
litro de líquido amniótico, y que la paciente tenía contracciones
regulares del útero.
La mujer fue ingresada de inmediato en la sala de partos del centro
médico y se le acopló un monitor para registrar las contracciones
uterinas y el ritmo cardíaco del feto. Entonces fue cuando entró en
escena la meditación. La paciente y su marido habían practicado la
meditación de modo regular desde hacía más de un año, y el médico
sugirió a la mujer que, mediante la meditación, podía llegar a sellar
las membranas por las que perdía el líquido y detener las
contracciones. Para tranquilizarse, la paciente se puso inmediatamente
manos a la obra, junto a su marido. Cuando se hizo un nuevo test
después de tener quieta a la paciente durante cerca de cinco horas, el
índice de pérdida de líquido amniótico fue nulo.
La importancia de tal efecto no escapa al especialista en obstetri-
cia. Cuarenta y ocho horas de medicación intramuscular a estas alturas
pueden producir una maduración de los pulmones del feto de modo
que no existan prácticamente problemas de dolencias en la membrana
hialínica si el niño naciera prematuro. Si puede retrasarse el parto en
ese momento, existe la posibilidad de que el embarazo pueda
mantenerse durante cinco semanas más. Entonces, el bebé tiene todas
las posibilidades de nacer con plena normalidad. Muchos obstetras
tratan de detener las contracciones administrando a la parturienta
alcohol por vía intravenosa para relajar el útero. Ello proporciona el
tiempo preciso para que maduren los pulmones del niño, pero también
intoxica a la madre y al niño.
Mediante la aplicación de las técnicas de relajación, puede evitarse
el uso del alcohol y, al mismo tiempo, los padres pueden crecer
espiritualmente al comprender mediante la práctica que en el cuerpo
hay energías que pueden utilizarse de modo constructivo para
provocar las reacciones adecuadas cuando más desesperadamente se
necesitan. En el caso que exponemos, la madre practicó la meditación
para provocar una relajación de todo el organismo. Las contracciones

106
Los remedios de Edgar Cayce

uterinas cesaron. Después intentó visualizar la detención del líquido


que rezumaba por las membranas hasta la vagina. Esto no dio
resultado. Entonces, pensó que quizá las membranas que perdían
estaban situadas más arriba, en el útero. Así, empezó a tejer
mentalmente una red que rodeaba el interior del útero, desde cerca de
la parte superior hasta la zona en contacto con la abertura del cuello
del útero. El goteo del líquido amniótico cesó.
¿Resultado final? Debería esperarse una continuación del emba-
razo hasta completar los nueve meses. No obstante, al menos se
cumplieron las cuarenta y ocho horas. Con todo, la madre dio a luz
prematuramente. El niño, gracias a la medicación intramuscular, tuvo
tiempo suficiente para madurar sus pulmones y no hubo más
problemas, aparte de su llegada prematura. El recién nacido superó el
trauma y pronto fue dado de alta y llevado a su casa, junto a su madre.
En resumen, tanto la oración como la meditación deben ser parte de la
actividad diaria de la persona. Por intermedio de ellas —según
señalaba Edgar Cayce en muchos de sus escritos—, la persona puede
conseguir un mayor conocimiento interior de sí mismo y, por tanto, un
mejor equilibrio y una mejor salud, tanto física como mental y
espiritual.

107
Dr. William A. McGarey

108
Los remedios de Edgar Cayce

13
Actitudes que contribuyen
a la curación

Las actitudes o modos de pensar no se producen espontáneamente,


sino que son construidas por la mente y pueden ser modificadas
simplemente reconociendo que se encuentran bajo nuestra dirección y
control, y deseando intensamente tal modificación. Una actitud mental
es como una dirección. Si una persona va de Kansas a Nueva York
pero en realidad quiere ir a Los Ángeles, primero tiene que darse
cuenta de que se está dirigiendo hacia el este, y luego debe dar media
vuelta y tomar la nueva dirección.
Si un padre critica constantemente el rendimiento escolar de su
hija adolescente y las relaciones de ésta con los chicos, y al mismo
tiempo desea intensamente la intimidad de unas relaciones padre- hija
basadas en el cariño, es preciso que el hombre reconozca primero que
esa actitud de crítica destructiva (y a veces incluso de crítica
constructiva) crea distancias en cualquier relación, en lugar de
potenciar la intimidad y la confianza. Después, una vez reconocido y
aceptado el hecho, ese padre necesita dar media vuelta y tomar una
nueva dirección, aceptando en las actividades, trabajos y vestidos de
la hija las maravillosas virtudes que le ha exigido a ésta. Con ello,
conseguirá crear esa intimidad. El reconocimiento de la necesidad y la
correspondiente acción emprendida en la nueva dirección son dos
elementos fundamentales imprescindibles para modificar las actitudes
que puedan causar tensión e infelicidad.
Cuando un individuo ingiere la medicación más eficaz para una
determinada enfermedad pero su actitud es la de «¡eso no me va a
producir ninguna mejoría!», lo más probable es que no se recupere.

109
Dr. William A. McGarey

Cuando uno de mis pacientes perdió a su esposa, me preocupó verle


deprimido, convencido de que la vida ya no tenía sentido para él. Al
poco tiempo el anciano presentó una neumonitis en los pulmones, y
aunque las bacterias eran sensibles a diversos antibióticos, ni siquiera
una medicación adecuada con estos pudo detener lo que se había
convertido en una infección imparable, y el hombre falleció.
En el material de Cayce se recomendaban diversas aplicaciones al
cuerpo físico como eficaces contribuciones a la salud. Entre estas
aplicaciones o técnicas se contaban el masaje, la diatermia, los rayos
violeta, la lámpara ultravioleta y las compresas de aceite de ricino. Sin
embargo, las actitudes constructivas formaban siempre parte del
tratamiento general y no debían ser olvidadas. En un escrito, Cayce lo
exponía así:

¡Que nuestra actitud sea siempre constructiva! Vea en las aplicaciones


terapéuticas adoptadas no sólo algo rutinario, algo que se debe hacer, sino
algo creativo en y a través del individuo (pues toda fuerza activa, sea cual
fuere su naturaleza, es una obra de influencia divina). Así pues, considere en
cada aplicación terapéutica la creación de las energías necesarias para
promover la cooperación con el servicio que el Creador haya querido poner en
manos de la experiencia de la persona.
Pues todos se convierten en testigos de Su gracia. Su piedad, por la
experiencia de las actividades del plano material.
1424-1

Las emociones y actitudes pueden obstaculizar o favorecer la


efectividad de una persona en todo tipo de situaciones. Así, la
actividad que uno escoja y adopte afectará no sólo al tipo de trabajo
que pueda conseguir y al tipo de pareja que pueda atraer, sino que
determinará también en cierto grado los desequilibrios fisiológicos y,
por tanto, los síndromes y enfermedades presentes en su cuerpo. Las
opciones que la persona adopte, por tanto, puede tener importancia en
relación a cómo estructura el individuo su personalidad.
Veamos qué tenía que decir acerca del orgullo el famoso Benjamín
Franklin, en su autobiografía. Un amigo le había señalado que en
ocasiones resultaba insoportable e incluso insolente. Franklin dio una
muestra de humildad que debería sumarse a la lista de virtudes de las
que fue ejemplar guardián, y escribió:

110
Los remedios de Edgar Cayce

No puedo ufanarme de haber logrado grandes éxitos a la hora de


conseguir la realidad de esta virtud, pero tengo bastantes datos relativos a su
aspecto. He convertido en norma personal no intervenir en ninguna
contradicción directa con los sentimientos de los demás, y abstenerme de toda
afirmación positiva personal. Incluso me he prohibido el uso de cualquier
palabra o expresión del lenguaje que signifique uno opinión fija, como pueden
ser «ciertamente», «indudablemente», etcétera, y he adoptado otras que las
sustituyan: «me parece», «estimo que», «imagino que», o «así parece ser en la
actualidad».
Pronto he empezado a notar las ventajas de este cambio de actitud; las
conversaciones en las que intervengo resultan más placenteras. La sencillez y
modestia con que expongo mis opiniones procura a éstas una más fácil
aceptación y menores contradicciones; cuando me equivoco, la humillación
que recibo es menor; y cuando acierto o tengo razón, me resulta más sencillo
conseguir que los demás acepten su error y me sigan.

Por desgracia, la actitud humilde no está muy valorada hoy día.


Respecto al proceso curativo, también es una desgracia que la actitud
del paciente no sea considerada importante en términos generales, y
que rara vez sea considerada parte del propio proceso curativo.
La atención holística del paciente exige que éste sea tenido en
cuenta, que sea considerado un colaborador en el proceso curativo o
un estorbo para éste, dependiendo de él y de sus actitudes como punto
central de todo el proceso. Uno de los escritos de Cayce señala este
concepto en concreto, por ejemplo, en un paciente con esclerosis
múltiple que aparentemente estaba «abatido», al menos en la época en
que acudió a la consulta. Cayce señaló que el problema era
principalmente glandular, aunque agravado por varias subluxaciones
en la zona lumbar. Con todo, era un ejemplo muy típico de esclerosis
múltiple precoz en un varón de veintiocho años de edad. Antes de
sugerir tratamiento alguno, Cayce comentó:

Primero en la actitud mental:


No permita que las frustraciones —de no ser como los demás— produzcan un
efecto depresivo excesivo sobre los propósitos, objetivos y esperanzas del
cuerpo. Sepa que el autor de la vida, el autor de la esperanza, igual que en Él,
es capaz de provocarlas en la propia experiencia de la persona, a través de la
cual uno puede ofrecer a los demás las mayores bendiciones y aportar así —

111
Dr. William A. McGarey

día a día— en sus asociaciones con otros, una esperanza y una glorificación
de su santo nombre.
2929-1

¿Cómo puede uno inspirar confianza en el paciente, si la esperanza


es en sí una poderosa fuerza curativa? ¿Puede aspirar el médico a ser
otra cosa que cálido, amable, comprensivo y útil en su actitud hacia el
paciente, si desea ver resultados sólidos y curativos en su tratamiento?
Esta era la actitud de la obra de Cayce que siempre ha inspirado a la
gente, y que aún hoy sigue haciéndolo: principalmente, según creo,
debido a la naturaleza constructiva del consejo emitido, que lleva a
magnificar las virtudes —en un sentido muy real— y a minimizar las
faltas. Debe insistirse siempre en el potencial del ser humano, y el
«paciente» debe experimentar siempre un cambio real en su
conciencia si quiere producir la curación.
Las actitudes, me parece, son los medios por los cuales la mente
creativa entrena las emociones, los centros glandulares del cuerpo.
Las actitudes son escogidas conscientemente, pese a la opinión, tan
frecuente —por ejemplo, después de un estallido de furia—, de que
«así es como soy». La razón de que yo sea como soy es que yo mismo
me he creado así. Yo he escogido una actitud de rechazo, reacción,
rebelión y desagrado ante cualquiera que no esté de acuerdo conmigo,
y pongo en práctica esa actitud. Con el tiempo, esta actitud se
convierte en hábito, como todas las actividades repetitivas de la
persona, y entonces parece que «yo soy así, y basta».
La corrección de las actitudes puede encontrarse ya en la Biblia,
pero no bajo el título que uno podría esperar. El factor de corrección
se denomina «frutos del Espíritu», y se halla en la Epístola a los
Gálatas, en el Nuevo Testamento. Este libro fue escrito por san Pablo,
quien instaba a los primeros cristianos a no prestar atención a su
naturaleza inferior, sino dedicarse a la práctica de estos frutos del
Espíritu.
Imagine qué sucedería en la cabeza de un hombre dado a la cólera
si de pronto decidiera comprender a su oponente, perdonarle y ser
paciente con él, en lugar de matarle. Quizá sea demasiado pedir a los
hombres que se amen los unos a los otros, pues eso es lo que
pretenden los frutos del Espíritu. No obstante, lo importante de todo
ello es que las actitudes que llevamos con nosotros son autoge-
neradas y autoperpetuadas, pero que —al igual que las respuestas

112
Los remedios de Edgar Cayce

glandulares emotivas y habituales— pueden ser reconducidas en la


dirección que uno quiera. De nuevo vemos que, si alguien se descubre
viajando hacia Nueva York cuando en realidad desea ir a Los
Ángeles, deberá dar media vuelta y empezar a moverse en la nueva
dirección. Para ello se precisa pensar, decidir y ponerse en acción.
La mente, sin embargo, parece ocuparse de construir muchas cosas
para nosotros por su propia cuenta y riesgo, sin que se le ordene
hacerlo. Quizá deberíamos llamarla la mente de las emociones, pues
son éstas las que parecen mantener el control de la actividad mental la
mayor parte del tiempo. No obstante, a veces la imaginación se
mezcla con la imagen y hay quien crea una actitud acorde con un
suceso que sólo puede ser imaginado. Hace algunos años leí un
artículo en Today's Health (agosto de 1970) titulado: «Los
estigmatizados: ¿Milagro o cuestión mental?». El artículo se centraba
en el fenómeno de las llagas y hemorragias que se producen en las
mismas partes del cuerpo por las que sangró Jesucristo en la cruz hace
casi dos mil años. Los estigmatizados (unos trescientos cincuenta
según los recuentos actuales), desde los tiempos de san Francisco de
Asís, en el año 1224, hasta la historia contemporánea del padre Pío,
son objeto de un interesante estudio en este artículo. El padre Pío
falleció hace más de diez años, pero durante su vida experimentó la
estigmatización en muchas ocasiones. También se dice de él que con
frecuencia levitaba mientras se celebraba la misa. El Vaticano envió
varios representantes para investigar los informes. Estos
representantes fueron testigos de la estigmatización y de la levitación
del padre Pío, y no consiguieron detectar la presencia de agujas o
cuerdas que pudieran explicar el fenómeno.
El autor del artículo comparaba la estigmatización con ciertos
casos de sensibilización autoeritrocitosa, estudiaba las semejanzas y
llegaba a la conclusión de que la estigmatización era una
«combinación de hemorragia de origen psicogénico y sensibilización
autoeritrocitosa».5 Lo que me preocupa es la frecuencia con que
quienes informan de tales casos olvidan mencionar o estudiar datos
importantes que contribuirían a aclarar el tema. Por ejemplo, si la
hemorragia del padre Pío era de origen psicogénico, ¿podía consi-
derarse éste el origen de su capacidad de levitación durante la cele-
bración de la misa? ¿Fue acaso la comunión de san Francisco con los
5 En la sensibilización autoeritrocitosa, los glóbulos rojos (eritrocitos) sufren un proceso
de sensibilización automático v sangran espontáneamente por la piel.

113
Dr. William A. McGarey

animales silvestres otro producto de un defecto psicogénico que le


causó la estigmatización? ¿Son producto de una mente trastornada
todas las visiones que reciben los hombres? ¿Son cambios de origen
psicológico todas las curaciones registradas en Lourdes y todas las
producidas durante los servicios religiosos de la señora Kuhlman? Mi
auténtica pregunta es: ¿Por qué debemos estudiar siempre la relación
entre Dios y el hombre como si sólo la ciencia fuera capaz de
determinar lo que está sucediendo, y además en unos términos y
puntos de vista materialistas que no admiten la existencia de un Dios
creador?
Por los datos con que contamos, incluso sin el material de los
escritos de Cayce, no es preciso ser un genio para comprender que la
mente y el cuerpo son un misma cosa en todas las partes de lo que
denominamos cuerpo, y que esa conciencia existe en todas las partes
de nuestro ser. Parece mucho más razonable pensar que la sen-
sibilización autoeritrocitosa es resultado de un estado de conciencia en
un tipo de personas cuya conciencia está centrada en el cuerpo en un
grado indebido; en cambio, el estigmatizado ha deseado compartir una
parte del dolor experimentado por otra persona y, utilizando su
imaginación, dirige su conciencia hacia aquél que para él simboliza
mejor la realidad de Dios en su vida. Estos fenómenos están causados,
en mi opinión, por una diferencia de conciencias, por diferencias de
experiencia en la imaginación creativa, siendo quizá los cambios
físicos un resultado de la conciencia presente.

Las actitudes mentales pueden crear problemas o pueden contri-


buir a su solución —o ambas cosas—, según puede colegirse de los
escritos de Edgar Cayce. Veamos un caso particular que ayuda a
profundizar en esta idea. El caso 3.100 era un hombre de treinta y
nueve años que padecía la enfermedad de Parkinson. El paciente no se
había casado, vivía con su madre y formaba con ella una pareja
inseparable. El paciente pidió una consulta con Cayce y el discurso
físico de éste resultó orientado al bienestar mental y espiritual del
paciente. Aparentemente, el hombre bebía mucho y hablaba aún más,
dejando quizá de escuchar las respuestas de los demás con la
frecuencia que debiera. Cayce le dio sugerencias dietéticas, reco-
mendándole los platos sencillos, las ensaladas de verduras crudas, el
pescado, las aves y el cordero como únicas carnes, señalándole que se
abstuviera de comidas fritas. También le sugirió el masaje de la

114
Los remedios de Edgar Cayce

columna vertebral y la electroterapia, mediante el uso de una batería y


una vasija con una solución de clorato de oro y nitrato de plata en
capas alternativas en el lado positivo del circuito.
Cayce apuntaba que la causa de la enfermedad era «esos ele-
mentos de oro y plata (...) que faltan en esos períodos de gestación, y
cuya carencia produce en el primer ciclo de actividad la incapacidad
de las glándulas para crear». También sugería que esos elementos
podían ser introducidos en el cuerpo por este método, de modo que
pudiera mejorarse el bienestar físico del cuerpo y, progresivamente,
alcanzar la normalidad (aunque esta mejoría total «resulta
cuestionable» según muchas fuentes).
No obstante, Cayce dedicó una gran parte de su consulta al
bienestar espiritual de aquel desgraciado individuo, y sus comentarios
resultan interesantes, sobre todo en lo que se refiere al período de diez
años que siguió a la consulta.

Pues, aunque encontramos trastornos patológicos, éstos indican en su


propia naturaleza una disposición prenatal. Así, si se quiere tener una ayuda
física o material, el primer paso del cuerpo deberá ser necesariamente el
estudio del yo.
Y no en la actitud de «yo no lo he causado» o «yo no he tenido nada que
ver en que me trajeran a la tierra», ni en la atribución a otro de tales actitudes
o en la falta de consideración ante el nacimiento.
Sino más bien considerando que el ser cuenta con una oportunidad, aquí y
ahora —si la acepta— no sólo de interpretar, comprender y ser de ayuda a uno
mismo, sino de contribuir en algo al bienestar de otros en todos sus estadios
de desarrollo, o a la búsqueda de consuelo físico, mental y espiritual.
(...) La presunta actividad real de esta interpretación, la comprensión de
esta entidad anímica, queda indicada por la toma de opción del alma y por el
uso que hace de esta oportunidad para entrar en la manifestación material.
Entonces, según su elección y su necesidad, interprétela adecuadamente.
(...) Utilice estas facultades de la mente de tales maneras y en tales
medidas que se conviertan incluso en una influencia positiva para la creación
de la paz, armonía, amor, amabilidad, apoyo y esperanza en las mentes y los
corazones de todos aquellos con quienes entre en contacto cotidianamente.
Estos son los primeros requisitos previos si busca y quiere encontrar
ayuda.
Si no puede aceptar estos principios, olvídelo todo. Ni siquiera inicie el
tratamiento.

115
Dr. William A. McGarey

3100-1

En el turno de preguntas, el hombre quiso saber por qué se le salía


de sitio una y otra vez la parte derecha de la mandíbula. La respuesta
fue directa y contundente: «Habla demasiado, y además es parte del
avance de la enfermedad, ante la cual no se ha hecho nada». En su
segunda respuesta, Cayce repetía el aviso sobre la necesidad de un
cambio en las actitudes espirituales y en la conveniencia de ser
guiado. Si esto no se producía, las aplicaciones curativas materiales
no conseguirían nada, por supuesto.
Aparentemente, el hombre no cambió sus actitudes ni su dirección.
Los diversos tratamientos que recibió no le sirvieron de nada. El
problema, al parecer, permanecía en su actitud, y diez años después de
haber acudido a Cayce el hombre fallecía de trombosis coronaria.
Una de las actitudes más útiles es la alegría. Reír, hacer que
alguien sonría al menos tres veces al día. Este es uno de los remedios
de Cayce que siempre he recordado. La alegría en la mesa, en lugar de
las discusiones, puede significar la diferencia entre un estómago sano
y otro con úlceras y problemas intestinales crónicos. O la
hipertensión. En mi casa, intentamos que durante las comidas la
conversación sea alegre y ligera, pues cuando la gente come junta,
ocurre algo especial. Recuerdo el relato bíblico de Jesucristo tras la
resurrección, caminando con dos discípulos por el camino de
Emaús. Ellos no le reconocieron hasta que, cuando por fin se
sentaron y compartieron el pan, supieron que estaban con su Maestro.
Hoy no tenemos experiencias de ese tipo, pero nunca podemos
saber cuándo estamos invitando a un ángel sin reconocerlo, así que
debemos mantener la conversación en la mesa con temas creativos,
alegría y felicidad.
Por el contrario, la enfermedad suele surgir de las controversias,
las discusiones, los desacuerdos a veces desmedidos que tienen lugar
en el hogar. Las influencias kármicas parecen reunir a aquéllos que
tienen problemas internos personales que resolver, y ello suele verse
entre padres e hijos. Un padre que tuvo que afrontar un caso
demostrativo de lo que decimos fue paciente mío hace muchos años.
El hombre mantenía un conflicto constante con su hijo, que no
deseaba seguir la profesión a que se había dedicado el padre toda su
vida. La enfermedad culminó en este caso en un cese total en la
producción de las glándulas suprarrenales, y el padre falleció a con-

116
Los remedios de Edgar Cayce

secuencia de ello. No obstante, es interesante reflexionar sobre el


hecho de que, antes de su muerte —cuestión de menos de dos meses
— padre e hijo enterraron el hacha de guerra, llegaron a una
resolución pacífica de sus diferencias y se hicieron buenos amigos.
Quizás este final era el objetivo principal de su vida para el padre.
Resulta difícil de saber.
No obstante, en los escritos de Cayce el hogar no aparece como un
lugar adecuado para plantear conflictos como manera de resolver
dificultades. Más bien, como apuntaba Cayce:

El hogar es el lugar de la tierra (donde hay unidad de propósito en el


grupo) más adecuado para la relación del hombre con su Hacedor.

3577-1

Y si cada entidad viviera en este plano material como si estuviera


destinado a ser su hogar eterno, se conseguiría mucha más belleza, mucha
más alegría y mucha más paz.

1872-1

Otro padre, que desea permanecer en el anonimato, descubrió que


este tipo de información contenida en las palabras de Cayce era un
factor real en su vida y escribió a su hijo mayor una carta que no sólo
reflejaba cómo creía que debía ser su relación con el hijo, sino que
formaba un esquema que creaba entre ambos un lazo que el padre cree
durará mientras existan estos lazos creativos y constructivos... Y estoy
seguro de que eso significa muchas reencarnaciones. El hombre me
dio permiso para publicar la carta, por si puede ser de utilidad a la
hora de aconsejar a esos padres e hijos que tienen dificultades en su
relación y que con el tiempo pueden presentar dolencias y
enfermedades del cuerpo físico si no las eliminan.

Hijo mío:
Sólo hay tres regalos que quisiera ofrecerte, pues los tesoros de este
mundo que puedas querer, deberás obtenerlos casi siempre sólo tras una larga
y, a veces, amarga lucha. Mis regalos son gratuitos.
Este primer regalo es sólo un concepto, pero te lo doy gratis y sólo te pido
que lo recuerdes y lo conserves en tu corazón: tú eres parte de Dios, pues Dios

117
Dr. William A. McGarey

está en ti. Por ello, piensa de manera divina y actúa como habría actuado
Dios.
También esto voy a ofrecerte como regalo: que nada sea verdad para ti
hasta que lo hayas probado. Por ello es conveniente que pienses siempre
buenas ideas, y cuando hayas demostrado una verdad viviéndola, asimílala a
tu ser. Así crecerás en estatura.
El tercer regalo, como los anteriores, sólo será tuyo si te lo metes en lo
más hondo de tu mente: ¡Piensa! Ouita todas las barreras que puedan limitar
la actuación de la más maravillosa facultad que cada uno de nosotros ha
recibido de Dios. Si no piensas, ¿cómo vas a poder hacerte más parecido a
Dios?
Recuerda estas cosas, hijo mío, y mis regalos vivirán para siempre dentro
de tu ser, y con tu constante enriquecimiento, yo también me enriqueceré.

Este padre reconocía que su enriquecimiento interior se produce


realmente cuando él puede ser útil y colaborar en el proceso de
enriquecimiento de otro, en este caso su hijo. La actitud de ayuda, de
esperanza, de mantener abierta la mente y saber que todas las cosas
son posibles, contribuye a reforzar la salud de la persona y ayudan a
superar la enfermedad.
La enfermedad, me parece, es a menudo como un escollo con el
que uno tropieza en la oscuridad de la noche. Pues la enfermedad
viene en realidad de nuestra falta de conciencia de dónde nos llevan
nuestras actividades, emociones o actitudes, o de que en ocasiones no
nos importa.
Por ello es importante evaluar nuestras propias actitudes. Veamos
si contribuyen a nuestra enfermedad. Mejor aún, evaluemos dentro de
nosotros mismos qué actitudes constructivas queremos desarrollar
para edificar la salud y lograr un vigoroso equilibrio corporal. A
continuación, deberemos actuar, pues la acción hace reales las
actitudes, y es así como progresa la curación.

14
118
Los remedios de Edgar Cayce

Soñar con la salud y la curación

Remontando los siglos de existencia del hombre en la Tierra, los


sueños han sido un compañero constante de éste en sus horas de
reposo, aportándole información, conocimiento, autoconciencia y
comunicaciones de otras dimensiones de la vida. En el Antiguo
Testamento, los sueños salvaron la vida de José en Egipto, le con-
dujeron a la jefatura de su pueblo y le proporcionaron un destino entre
el pueblo escogido de Dios. De modo similar, en el Nuevo
Testamento, fue mediante un sueño como María recibió la orden de
poner a su hijo aún no nacido el nombre de Jesús, y fue un sueño lo
que hizo a José y María huir a Egipto.
A principios del siglo XX, los estudios de los grandes psicólogos
Freud y Jung proporcionaron un conocimiento más profundo que
nunca respecto a la naturaleza de los sueños. Más recientemente, se
han estudiado los sueños en el laboratorio y se ha aprendido mucho
acerca de su frecuencia —probablemente siete o más cada noche— y
sobre el grado de reposo en que se producen. Son muchos los libros
que se han escrito sobre los sueños, y gran cantidad de observadores
de sueños han reconocido que éstos proporcionan abundante
información y conocimiento acerca del propio cuerpo, su estado de
salud y los requisitos necesarios para mejorarla. Las advertencias
sobre la proximidad de la muerte son tema habitual en los sueños;
también, del mismo modo, durante el sueño puede producirse una
verdadera curación.
Son habituales en la experiencia cotidiana de las personas los
sueños que advierten sobre el estado de salud del organismo, sobre lo
que nos tiene reservado el futuro o sobre el camino a tomar en
nuestras vidas. En ocasiones, el argumento es sencillo y claro, y no
requiere interpretación alguna. Otras veces, debe estudiarse e inter-
pretarse la simbología del sueño para que quede claro su significado.

119
Dr. William A. McGarey

Por fin, hay otros sueños que son simplemente resultados de una mala
digestión o de un estado de confusión mental al acostarse.
Según mi propia experiencia, he tenido sueños de todo tipo y los
he anotado para que me sirvieran de material de estudio. Como
médico, he trabajado junto a mis pacientes para desenredar los hilos
de algún sueño difícil pero importante, y siempre me ha sido útil el
estudio previo. Frecuentemente, retamos a nuestros pacientes a soñar
en el médico que hay dentro de cada uno y seguir sus sugerencias.
Pues dentro de cada uno existe el conocimiento de lo que está mal
cuando la persona está enferma, y también de lo que es más necesario
para restablecerse.
Un paciente que me contó sus experiencias, llevaba varios meses
afectado por una bursitis que le impedía casi mover el brazo. Los
diversos tratamientos que le habían recomendado varios médicos no
habían dado resultado. Entonces empezó a leer sobre el karma y cómo
se expresa en diversos problemas físicos. Una noche, se acostó y en
un sueño —¿o visión?— preguntó: «¿Tiene origen kármico esta
dolencia?». Una voz le respondió entonces: «No. ¡Levanta los
brazos!». En ese instante, el hombre despertó y descubrió que tenía
los dos brazos por encima de la cabeza, posición que había sido
incapaz de alcanzar en estado consciente desde hacía meses. Desde
entonces, no ha vuelto a sufrir problemas de bursitis.
Los sueños de este tipo, aunque no muy comunes, tampoco son
raros. Cada noche, en la experiencia de la persona tienen lugar todo
tipo de sueños y, si se estudian y conocen, pueden proporcionar a
quien los sueña ayuda en tiempos de dificultad e inspiración cuando
se trata de ayudar.
El legado de Edgar Cayce es una rica fuente de conocimiento y de
utilización de los sueños. En el transcurso de su vida, Edgar Cayce
hizo más de novecientas interpretaciones de sueños. En varias
ocasiones, Cayce evocó de nuevo en la mente de quien los había
soñado detalles de la escena que, en estado de conciencia, el individuo
había olvidado.
A un individuo, Cayce le sugirió en tres ocasiones distintas el
sentido y utilización de los sueños:
(...) Los sueños, según los vemos, se convierten en entidades en las
formas de lo físico, lo espiritual y lo subconsciente, y cuando se estudian
correctamente puede obtenerse de ellos el más perfecto conocimiento respecto
a las fuerzas manifiestas de esa fuerza creadora en un mundo físico.

120
Los remedios de Edgar Cayce

136-16

(...) Los sueños, tal como llegan al cuerpo, son las correlaciones de los
estados físicos a través de cuerpo y alma, con las fuerzas subconscientes de la
entidad, y pueden ser desarrolladas hasta el punto que el subconsciente
indique el sentido en que se debe avanzar, por medio de sugerencias al
organismo en el estado de conciencia subyugado, ¿comprende?
136-18

Estos sueños, según mi opinión, son estados que han llegado al desarrollo
mental del ente de tiempo en tiempo. Pueden ser aplicados, pueden ser
puestos en práctica en la vida cotidiana del ente.
136-21

En sus escritos, Cayce establecía también que a veces nos resulta


difícil diferenciar los sueños de las visiones, pues probablemente
ambos tipos de comunicación llegan a nosotros para nuestra ilumi-
nación, si nos decidimos a aceptarlos. Cayce hablaba también del
sentido de los sueños como un «sexto sentido», una mayor capacidad
interior para nuestra aventura aquí, en este plano de la conciencia que
denominamos la Tierra.
Al trabajar sobre sueños, conviene hacerlo en grupo. Encontrar
significado a los sueños propios resulta difícil. Requiere tiempo,
disciplina para recordarlos y práctica para analizarlos.

Algunos sueños

«Los sueños del caserón antiguo» podría ser el título de la serie de


material simbólico presentado a la conciencia dormida por una de mis
pacientes, hace entre quince y veinte años. La mujer narra parte del
relato en sus propias palabras:

Durante los últimos veinte años o más, he soñado en grandes caserones


antiguos con grandes habitaciones, todas ellas en extremo desorden y muy
revueltas. Siempre, los caserones tenían habitaciones de tamaños exagerados,
y en número incalculable. Y fuera cual fuese el tipo de casa que aparecía en el
sueño, siempre me parecía familiar, como si fuera mi hogar.
Las estancias tenían a veces muros desconchados o muy sucios. Las
alfombras tenían agujeros y el mobiliario estaba fuera de sitio. El suelo

121
Dr. William A. McGarey

también tenía agujeros y, en general, la casa aparecía siempre echa una


lástima.
En todos los sueños yo deseaba limpiar la casa, pero siempre me parecía
tan difícil, tan inútil y tan imposible que me quedaba inmóvil en medio de la
estancia con una sensación de depresión extrema, sin saber cómo adecentar
mi hogar y con una sensación de gran impotencia.
Al despertar de estos sueños, en ocasiones tardaba diez minutos en
advertir que sólo era un sueño. La depresión, en cambio, persistía al menos
dos horas tras el sueño. Yo tenía la impresión de que cada vez que tenía uno
de aquellos sueños de la «casa revuelta», me encontraba en un estado de
profundo reposo.
Desde que empecé a acudir a la ARE en otoño de 1963, he dejado de tener
sueños de viejos caserones. En octubre de 1963, fecha en que pasé a ser
miembro de un grupo de estudios, los sueños no se han vuelto a producir.
En cambio, en enero de 1964, tuve un sueño en el que aparecía una casa
no tan grande como las que siempre soñaba anteriormente. Al contrario, era
una casa de medidas normales. En este sueño, yo terminaba empapelando una
estancia con un nuevo papel pintado de color beige, con un ribete verde.
Además, había comprado dos bidones grandes de pintura para pintar otra
estancia.

Evidentemente, estos bidones de pintura significaban un nuevo


principio para la mujer, pues en sueños posteriores seguía pintando la
casa, haciéndola cada vez más hermosa y amplia, hasta que años
después un nuevo sueño la llevó hasta ella, mostrándosela como una
gran mansión que alcanzaría un valor de millones de dólares. Natu-
ralmente, la mujer tenía otros sueños que le hablaban de problemas en
la chimenea, de humos en la casa de vez en cuando, etc. Con todo, la
dirección del sueño era constructiva, alegre y llena de esperanza. No
se necesitan grandes dotes interpretativas para advertir en estos sueños
el espectacular cambio que tiene lugar en la conciencia y el estilo de
vida de la persona que sueña durante el curso de esa sencilla serie de
sueños.
Las consultas con el médico en la Nueva Era se producen a veces
de la manera más inusual. Tenemos una amiga que quería ver a un
dentista en la zona de Scottsdale, en Arizona. En el sueño, la mujer
vio el nombre del dentista en la puerta de la oficina. Se despertó y
buscó el nombre en la guía de teléfonos. Naturalmente, allí estaba el
nombre soñado, en el mismo Scottsdale. Nuestra amiga concertó una

122
Los remedios de Edgar Cayce

visita y, en la hoja de información que rellenó en la consulta, dijo que


había acudido a ella por referencias de un sueño.
Un relato de este tipo no es suficiente. Hace algún tiempo, la
doctora Gladys McGarey visitó en su consulta a una mujer, y se le
ocurrió preguntarle cómo se había decidido a acudir a la clínica.
Entonces surgió la historia: un sueño la había despertado en plena
noche. Escuchó el nombre de McGarey. Antes de acostarse, se había
estado preguntando qué hacer para tener una guía clara y precisa para
mantener la salud. Después de despertarse a medianoche, logró
dormirse de nuevo, pero los sueños la despertaron dos veces más. Y
en ambas ocasiones llegaron a ella las palabras: «McGarey te
ayudará... McGarey te ayudará».
Por la mañana, la mujer preguntó a su marido si conocía a alguna
persona con ese nombre, pero no era así. Esa noche, la mujer fue al
cine con una amiga y, en un momento determinado, le preguntó a ésta
si conocía a alguien que se apellidara McGarey. La amiga respondió:
«Naturalmente. Son un matrimonio de médicos de la clínica ARE)».
Tras una llamada, concertó una visita y en la hoja de información
escribió (llevada por un comprensible titubeo) que la había enviado
«una amiga» y no un sueño. ¡También los sueños pueden ser amigos
de uno!
Al enseñar a otros a cuidar de sí mismos según los principios
holísticos, no puede pasarse por alto el estado de reposo y los sueños
que en él se producen. A través de los sueños nos llegan consejos,
ayuda y guía tanto para el cuerpo físico como para el individuo en su
totalidad. Una de mis pacientes me explicó recientemente un sueño
muy interesante. La paciente está en tratamiento por artritis según los
principios sugeridos en los escritos de Cayce, además de presentar un
persistente problema de eliminaciones. La visité y hablé con ella del
sueño diez días después de que éste se produjera. He aquí el sueño de
la mujer:

Soñé que estaba limpiando la casa. Había levantado el recipiente donde


teníamos la escobilla de limpiar el retrete y, al sacar aquélla, vi que tenía rota
una de sus partes. Con todo, aún podía utilizarse y pensé en guardarla hasta
que comprara otra; sin embargo, al final decidí no hacer una limpieza a fondo
y, por tanto, eché la escobilla a la basura.
Al despertar, la mujer supo que el sueño se refería a su cuerpo y
supo también que tenía una erupción cutánea en la espalda. En el

123
Dr. William A. McGarey

sueño no se había mencionado nada de ello, pero la mujer supo de


algún modo que tenía la mencionada erupción. Por tanto, fue a mi-
rarse en el espejo, pero no vio rastro alguno de alteración en la piel.
La idea, pese a todo, no se le fue de la cabeza y al día siguiente, al
volver a la clínica para su tratamiento terapéutico, pidió al terapeuta
que le examinara la espalda para ver si tenía alguna erupción. No
había rastro de ella. Cuando el terapeuta le preguntó qué tipo de erup-
ción creía tener, la mujer respondió: «Como el grano que tengo en la
pierna». El grano mencionado le había aparecido varios días antes.
Después, en el transcurso de los tres días siguientes, apareció real-
mente en su espalda la mencionada erupción, que la llevó a la clínica
una semana después de haber tenido el sueño. Yo le diagnostiqué una
pitiriasis rosada. Realmente, es este un caso de contacto mediante
sueños muy interesantes, pues se recibe información física
precognitiva de la mente inconsciente, que evidentemente debe ha-
berla poseído con anterioridad. Y el sueño mismo habla de problemas
eliminatorios y de limpieza del organismo.

Una noche, otro de mis familiares sufrió un verdadero acceso de


gula por la fruta y se comió un kilo entero de peras en conserva justo
antes de acostarse. Esa noche, tuvo el sueño siguiente: «Estaba en un
bote de pesca cuyo avance se veía dificultado porque el piloto había
intentado, temerariamente, atravesar en línea recta una gruesa capa de
algas». El hombre se despertó, con la urgente necesidad de ir al
retrete. Cuando empezó a recordar el sueño, advirtió que el nombre
botánico de las algas era Macrocystis pirifera, que significa vejiga
grande portadora de peras».

Aparentemente, el sueño le estaba comunicando algo que ya sabía:


que había comido en exceso de un solo producto antes de acostarse.
Sin embargo, también le indicaba que aquel «viaje de pesca» —lo que
podría denominarse su objetivo espiritual en el estado de sueño— se
veía estúpidamente dificultado por sus hábitos alimenticios.
Asimismo, advirtió que las peras, al menos en conserva y en su caso
particular, podían ejercer una influencia activa en su vejiga. Por ello,
debía tener cuidado.

124
Los remedios de Edgar Cayce

Otras dimensiones

Edgar Cayce apuntaba que, en cierto modo, estamos más vivos


cuando soñamos que mientras caminamos por la dimensión física que
algunos han dado en llamar el mundo de la dualidad. Esto concuerda
con la creencia religiosa de que somos fundamentalmente criaturas
espirituales y de que nuestro hábitat normal es el espiritual, y no el
material. En ocasiones, los individuos entran en un estado de
expansión de conciencia que ha sido denominado «recuerdos
akásicos». Hay quien ha definido éstos como un tapiz que cada
individuo teje con todos sus pensamientos, sentimientos y acciones en
este mundo de experiencias. Otros los definen como un libro en una
inmensa biblioteca. Parece que la Akasha puede ser comprendida de
tal modo que adquiera un sentido tridimensional para la persona que
la localiza. Es importante decir lo que se ha descubierto a otros que
sólo alcancen a entenderlo en los términos habituales de este mundo.
Cayce vio la Akasha de diferentes modos durante su vida.
Este concepto me recuerda un sueño que le contó hace algún
tiempo una niña a su madre, pero que quedó tan impresionado en la
pequeña que su recuerdo volvía vívidamente a ella desde ese instante.
Este sueño nos muestra cómo esta niña percibía algo que
evidentemente pertenecía a otra dimensión, pero que al mismo tiempo
debía resultar comprensible para una niña de diez años:

Cuando tenía nueve años, me extirparon las amígdalas y los adenoides.


Mientras estaba bajo los efectos de la anestesia, escuché a las células de mi
cuerpo hablar unas con otras. Todas estaban atareadas realizando las tareas
que tenían asignadas. Un grupo le decía a otro: «Hasta aquí llegamos, ahora es
cuenta vuestra, etcétera». Esto sucedía por todo mi cuerpo y yo parecía
comprenderlo. Había una gran actividad, y cada una hacía el trabajo
encomendado, y disfrutaba haciéndolo. Mientras escuchaba todo aquello,
pensé: «Así debe de ser como se inicia la vida y como se forma el cuerpo;
cada célula tiene su inteligencia propia y una tarea señalada que cumplir».
Desde entonces, durante toda mi vida, he pensado a menudo en ese sueño.

Cuando uno se detiene a pensar que se han hecho cultivos de


células hasta el extremo de crear sistemas celulares en miniatura del
cerebro, del corazón y otros órganos, y cuando uno advierte que las

125
Dr. William A. McGarey

placas de Peyer producen células con una memoria fantástica, uno


empieza a comprender que las células tienen una especie de con-
ciencia, son capaces de avanzar hacia un objetivo y tienen el poder de
la memoria. Cayce, aparentemente, se comunicaba con el cuerpo —o
con la conciencia del cuerpo— cuando hacía una lectura psíquica. Por
lo tanto, cabe razonar que las células pueden poseer un lenguaje que
puede aplicarse a esta dimensión mediante la facultad de interpretar
los sueños. ¡En realidad, somos más maravillosos de lo que
estaríamos dispuestos a creer!
El fallecimiento de un ser querido suele percibirse en el sueño
mucho antes incluso de que se produzca. Nunca parece ser la propia
muerte de la persona lo que aparece en el sueño. Cuando uno muere
en un sueño, habitualmente es un símbolo de una nueva conciencia
que surge a la existencia; ello es, realmente, una muerte a una realidad
de la conciencia y un nacer a otra. Por tanto, la muerte en el sueño
significa, como es fácil comprender, una nueva vida.
Un buen amigo mío me explicó recientemente sus sueños acerca
de su madre. Los dos iban caminando por un sendero umbroso, re-
pleto de hermosas flores y con árboles alineados en las cunetas. Los
paseantes llegaban hasta un lugar donde el camino se dividía en dos.
La madre quería ir a la derecha con su hijo, pero le dijo a éste, en
cambio, que deseaba tomar el camino de la izquierda. Este fue uno de
una serie de sueños similares que precedieron a la muerte de la madre,
producida unos meses después.
La muerte del cuerpo físico también se predice cuando parece
difícilmente razonable para la mente consciente en vigilia. Ello su-
cedió en una familia que es, a la vez, amiga y cliente mía. El marido,
que tenía un largo historial de problemas cardíacos, se había negado a
acudir a las revisiones cardíacas anuales, insistiéndole a su esposa que
se trataba «de su propio corazón», incluso la misma noche de su
defunción. Una semana antes del ataque cardíaco que le provocó la
muerte, la esposa tuvo también un sueño. Los dos caminaban por una
carretera abajo que se extendía muchos kilómetros delante de ella.
Había otro camino que se desviaba a la izquierda un poco más
adelante y, antes de llegar a la bifurcación de la carretera, se veía un
puente que cruzaba un río, también a la izquierda.
Junto al puente se alzaba un pequeño edificio. El hombre y la
mujer venían discutiendo. Él quería cruzar el puente y ella quería
tomar el camino que se desviaba a la izquierda. También era llano y

126
Los remedios de Edgar Cayce

bien pavimentado, y la mujer estaba convencida de que era el acer-


tado. Se acercó al pequeño edificio junto al puente y encontró a una
mujer gorda y alegre que le informó cordialmente que el camino
escogido por ella era el correcto. Entonces miró hacia el puente y vio
en medio de éste unas figuras menudas y sinuosas, mal definidas, que
se movían y se arrastraban. Le resultó muy difícil definir aquellos
seres y sintió miedo por su esposo y fue a buscarlo, pero no consiguió
encontrarlo. El sueño terminó en este punto.
Transcurrió menos de una semana entre el sueño y el ataque
cardíaco de su esposo. Estoy convencido de que la mente inconsciente
de la esposa recibió el mensaje, pero su mente consciente no estuvo
segura de su significado hasta que lo analizó conmigo unas semanas
después. Entonces comprendió las implicaciones espirituales de la
vida y la importancia de los sueños, así que fue un buen
acontecimiento para su vida el conocer que su esposo había muerto
por su propia elección.
Los sueños seguirán siendo siempre una fuente de información, de
guía y de ayuda, no sólo para el observador interesado sino también
para el que busca ayuda para su estado físico. Pues lo físico, lo mental
y lo espiritual son en realidad una misma cosa, y necesitamos toda la
ayuda que podamos conseguir para mantener en buen estado la parte
de nosotros que podemos ver y sentir, aunque sigamos sin comprender
en realidad su funcionamiento total.

127
Dr. William A. McGarey

128
Los remedios de Edgar Cayce

15
El programa curativo personal

Cuando empezamos a recopilar los datos —los conceptos, la


naturaleza del hombre, la verdad de la curación, los instrumentos para
ella y los métodos a utilizar—, debemos empezar a considerar nuestro
objetivo como un proceso. La curación nunca es en realidad algo
instantáneo. A cada instante, mueren en nuestro organismo algunas
células, mientras otras nuevas inician su existencia. Nos encontramos
en un estado de constantes cambios y debemos comprender que cada
siete años cambian los átomos de nuestro organismo. La curación,
pues, se convierte en un cambio de nuestro ser físico, mental y
espiritual, y tal cambio es un proceso que se produce en un período de
tiempo determinado.
La mayoría de nosotros no desea esperar a que algo quede co-
rregido. Queremos que el cirujano lo extirpe o que el especialista en
cirugía plástica lo corrija. O exigimos que el antibiótico destruya las
bacterias. Si tenemos éxito, podemos haber conseguido un gran logro
pero, por otra parte, no habremos aprendido qué es la paciencia, y no
habremos comprendido que necesitamos conocerla. Pues, como con
tanta frecuencia indican los escritos de Cayce, nuestras almas exigen
paciencia. En la tercera dimensión del espacio y el tiempo en la que
realizamos nuestro trabajo.
También tenemos dificultad en ver los cambios que se producen
cuando nosotros mismos somos quienes realizamos el seguimiento.
Cuando parece que un estado empeora, nos ponemos nerviosos; estas
ansiedades son, en sí mismas, una barrera para el proceso curativo. Y
también afrontamos la cuestión del karma y su fórmula,

129
Dr. William A. McGarey

aparentemente irrebatible: tal como siembres, así recogerás. Nos


sorprendemos preguntando qué estados son kármicos, y si hay algún
modo de superarlos.
Para tener éxito en la acción sobre este maravilloso organismo
que denominamos cuerpo humano, sin embargo, tenemos que guardar
una perspectiva de observación paciente de lo que sucede, recordando
siempre que el cuerpo es capaz de la regeneración y que las
oraciones, la meditación, la buena nutrición, el ejercicio, el masaje,
los sueños y las terapias sencillas producen un impacto en el cuerpo y
llevan a una mejor salud. Estas directrices deben tenerse siempre
presentes.
En el proceso de cuidar de nosotros mismos, al elaborar el pro-
grama, puede que no tengamos éxito y tengamos que realizar un viaje
a la consulta de nuestro médico. En todo caso, debemos recordar
siempre que tenemos derecho a ser escuchados en lo que se refiera a
nuestra propia salud.6 Tenemos bastantes cosas importantes que decir
respecto a nuestra propia salud y bienestar, y debemos decirlas.
El objetivo central de este libro es trabajar por el mantenimiento
de la vida y la creación de la salud donde ha existido en otro
momento la enfermedad. La clave está en la atención preventiva, en
las cosas que deben hacerse para mantener lejos la enfermedad.
Consideramos que será de interés para quienes se interesan por la
prevención conocer el modo en que la información de los escritos de
Edgar Cayce es utilizada por los miembros de la ARE y por los
pacientes de los numerosos doctores que siguen los conceptos ex-
presados en los escritos. Hemos recibido miles de cartas de personas
que han utilizado las ideas de sus escritos para curar una enfermedad
o, más especialmente, para prevenirla. Pues el aliento de los escritos
impulsa a la persona a un estilo de vida que previene la enfermedad
por sí misma:
Pues toda curación viene de una única fuente. Y tanto si se consigue por
medio de controles dietéticos, ejercicios físicos, medicamentos o incluso
intervenciones quirúrgicas, es fundamental que se adquiera conciencia de las
fuerzas que actúan en el organismo, lo cual ayuda a reproducir la conciencia
de las fuerzas divinas o creadoras.

6 Este derecho es señalado con gran énfasis en el libro Between Doctor and Patient
(«Entre médico y paciente»), del doctor Donald M. Hayes (Valley Forge, PA: Judson Press,
1977).

130
Los remedios de Edgar Cayce

2696-1
Si la conciencia de las fuerzas creativas es el elemento curativo en
el ejercicio físico, la alimentación, la medicina o la cirugía, entonces
todo aquello que aporte tal conciencia al organismo antes de que surja
la enfermedad, prevendrá ésta. Y, de hecho, es la inconsciencia, la
falta de conciencia de la Divinidad, la causa última de la enfermedad,
tal como se deduce de la lectura en profundidad de los escritos de
Cayce.

La medicina de la Nueva Era

Los médicos que se encuentran en el umbral de la medicina de la


Nueva Era pasan una mala época, pues observan que sus pacientes
empiezan a cuidar de sí mismos de un modo creativo. Sin embargo,
también observan cuestiones prácticas acerca del derecho de tales
personas a escoger el tipo de tratamiento que desean o que creen más
conveniente. El derecho a escoger es una «patata caliente» política.
¿Hasta qué punto debe el profesional médico invadir la vida de las
personas para proteger a éstas? En el fondo de esta cuestión se debate
qué debe hacerse ante los curanderos que utilizan algunos de los
tratamientos más controvertidos para la salud: laetrile para el cáncer,
terapia de quelatos para la arteriosclerosis o picaduras de abeja para
la artritis.
La cuestión de sus efectos benéficos o perjudiciales no puede
juzgarse simplemente por la precisión científica de los tratamientos a
considerar. Deben tenerse en cuenta también otros factores, además
de su validez científica. El doctor John Bunker, médico y miembro de
la junta de la Escuela Médica de la universidad de Stanford, ha
señalado que ni siquiera las cuestiones científicas tienen fáciles
explicaciones. «Entre un tercio y la mitad de las decisiones que toma
el médico se basan en pruebas no definitivas, o carecen totalmente de
evidencias. Los datos de que se dispone suelen ser imperfectos o
contradictorios.» Añadía el doctor Bunker que a menudo los
investigadores «buscan sólo ¡os datos que concuerden con sus propias
predicciones o intereses. Todos tenemos prejuicios». El propio doctor
Bunker afirma que, cuando los expertos no se ponen de acuerdo sobre
un tema, «les parece lógico que sea el propio individuo el que llegue
a las conclusiones debidas». Sin embargo, al mismo tiempo, el doctor
Bunker aseguraba que debía protegerse a la población de los abusos

131
Dr. William A. McGarey

más notorios, ya que un mar de incertidumbre es una invitación al cu-


randerismo, y resulta en exceso optimista esperar del público en
general que tome por sí mismo decisiones que pueden ser «ho-
rrorosas».
Para tratar estos temas, habrá siempre dificultades hasta que unos
ideales y conceptos basados en lo espiritual sean infundidos en las
tomas de las decisiones hasta el grado de que las personas sean
reconocidas como lo que son en realidad: seres espirituales creados a
imagen del Creador, con capacidad ilimitada para comprender,
escoger y convertirse más y más en la imagen de Aquel que les ha
dado el ser.
Los métodos sugeridos en los escritos de Cayce para la preven-
ción y corrección de la enfermedad están dirigidos a mejorar el
funcionamiento del cuerpo y del alma, mientras que la mayoría de las
terapias va dirigida en realidad contra la enfermedad, sin advertir que
ésta no es sino el producto de unas funciones fisiológicas
inadecuadas o confusas. Y el cuerpo físico, ciertamente, tiene la
facultad de regenerarse. Todo esto ya ha sido tratado anteriormente,
pero merece la pena recordarlo de nuevo. Cayce lo exponía de este
modo:

En este organismo debe tenerse en cuenta que, en el momento de su


creación, el cuerpo físico recibe la facultad de reproducirse. Así, cada órgano,
cada parte del cuerpo segrega de la vida física, mental y espiritual aquello que
necesita para reproducirse, para crecer y prosperar a un estado mejor, o al
reino para e1 que se prepara. Cuando estas actividades se interrumpen, deben
ser suplidas o se extenderán a otras partes del organismo, que a su vez se
verán sobrecargadas o desnutridas. Esta desintegración empieza en una forma
u otra.
3337-1

Cuando esta desintegración se ha hecho realidad y se administran


al cuerpo influencias para que recupere la normalidad, existe a
menudo una sensación de desánimo o frustración porque la curación
no llega tan de prisa como se hubiera deseado. Uno llega a
preguntarse si realmente está teniendo lugar en el organismo algo útil
o creativo. El mensaje para aquellos que están adoptando un
programa holístico de curación es sencillamente: «No se desanime ni
se muestre ansioso en exceso». Si se produce el desánimo o el exceso
de ansiedad por los resultados, el proceso curativo puede verse

132
Los remedios de Edgar Cayce

seriamente dañado, pues tales emociones crean el desconcierto dentro


del organismo.

No se ponga ansioso en exceso pues, tenga la seguridad, la mente es la


constructora, y el exceso de nerviosismo o ansiedad puede levantar barreras
para las reacciones beneficiosas en el organismo, sea en relación a las fuerzas
circulatorias, a las asimilatorias o a las eliminativas.

Pero si se mantienen estas influencias en el organismo—una eliminación


normal, una asimilación casi normal— sin accidentes, entonces el organismo
se reproduce en todas las fases de su experiencia. (...) Mantenga éstas física y
mentalmente con una base espiritual de constructividad para las actitudes
mentales. Pues los malhumores, las animosidades, los odios y los excesos de
ansiedad son una parte de la mente y se convierten en estados reactivos en las
fuerzas físicas.
818-9

Cuando uno se enfrenta a una enfermedad grave, una enfermedad


crónica, y se le indica un tratamiento terapéutico a seguir —una
terapia dirigida a alterar y mejorar el funcionamiento del organismo
—, puede pensar que tal enfermedad, que apenas responde al
tratamiento o no lo hace en absoluto, es de origen kármico. Conocer
el karma es conveniente, porque proporciona la perspectiva de la
reencarnación y la posibilidad de otra vida donde los problemas
encuentren solución. Sin embargo, siempre queda la pregunta:
«¿Podré superar la enfermedad?». Hace tiempo aprendí que casi todas
las dolencias pueden corregirse, y que la ley del karma es reversible
mediante la ley de la gracia, del perdón. Cayce dijo una vez que «esta
ley de causa efecto es inmutable por elección». Ello significa,
naturalmente, que en lo más profundo de nuestro ser podemos
escoger entre ser curados o soportar el mal toda nuestra vida, pues
quizá sea la única manera de que, por nuestra obstinación y nuestra
cabezonería, aprendamos la lección que el maestro nos está dando.
Conjugar y resumir en un programa holístico el plan concreto para
cada uno significa varias cosas. No creo que lleguemos nunca a
prescindir de los médicos y de su experiencia, adquirida a lo largo de
muchos años de estudios intensivos. Sin embargo, todos somos
creativos y tenemos el conocimiento en lo más íntimo de nuestro Ser.
Por ello no debemos subestimarnos. Debemos darnos a nosotros
mismos la oportunidad y la confianza de que conseguiremos la

133
Dr. William A. McGarey

mejoría de nuestros cuerpos con una dosis de seguridad y grandes


expectativas.
Podemos tener en la cabeza estas dos citas de los escritos de
Cayce mientras trabajamos con nuestros cuerpos y nuestras mentes:

Encuentra tus ideales en las cosas espirituales, y luego las mentales y


materiales serán el resultado de ellas.

Construye (...) más bien sobre las cosas que son como influencias eternas
en la experiencia; y éstas traerán armonía donde hasta ahora no había más que
confusión.
2284-1

Pues curar un cuerpo físico y no darle esperanza en lo espiritual es salvar


un cuerpo para la destrucción en la materialidad.
518-1

Mantengamos viva esa esperanza en nuestra naturaleza espiritual,


así como buscamos mejorar la salud de nuestro mundo provocando la
curación en nosotros mismos, en nuestro cuerpo, mente y espíritu.
Sometámonos al proceso de reconocer cuál es el fundamento de la
curación; mantengamos una dieta constructiva y un buen programa de
ejercicios físicos; seamos creativos a la hora de establecer actitudes
constructivas. Busquemos en nuestro lado profundo a través de los
sueños y llevemos adelante una práctica constante de la oración y la
meditación. Después, añadamos aquellos otros medios que sean
precisos para nuestro actual estado de existencia.

134
Los remedios de Edgar Cayce

Tercera parte

Estudio funcional
Del organismo

135
Dr. William A. McGarey

136
Los remedios de Edgar Cayce

16
Introducción a las funciones
y órganos

Esta tercera parte está dividida según el orden de las funciones y


órganos del cuerpo que han empezado a actuar inadecuadamente. La
terapia indicada se dirige a la restauración de la actividad normal de la
zona afectada. En ocasiones, como en los problemas de asimilación y
eliminación, los órganos o sistemas del cuerpo se identificarán como
títulos de capítulos. En nuestro organismo existen dos órganos de
asimilación —los pulmones y el tracto intestinal superior— y cuatro
canales de eliminación —la piel, los pulmones, los ríñones y el tracto
hepato-intestinal—. En estos capítulos a veces nos extenderemos en

137
Dr. William A. McGarey

demasía, inevitablemente, pero merece la pena insistir en que estamos


más pendientes de la actuación, de la funcionalidad, que del órgano
en sí.
Depende del lector identificar dónde están sus problemas, pues
toda la ayuda que este libro le pueda aportar sólo se convertirá en real
si se consigue un mejor equilibrio del organismo, una mayor
coordinación en el funcionamiento de éste como conjunto, y una
mayor conciencia de lo Divino dentro del ser, pues ello inspira salud
al tiempo que curación y alivio de los males. Recuerde que el cuerpo
es el templo del Dios vivo.
Como ayuda, he aquí una lista de comprobación que puede
utilizar al iniciar cualquier programa tendente a la mejoría de la salud
que pueda diseñar para usted mismo o para un ser querido. Debe
revisar esta lista como parte de cada programa terapéutico para
conseguir el máximo de sus esfuerzos.
1. ¿Se ha identificado usted como ser espiritual?
2. ¿Ha reconocido que ia regeneración es posible?
3. ¿Ha iniciado una dieta que le sea conveniente?
4. ¿Ha iniciado un programa de ejercicios físicos regular?
5. ¿Ha establecido un período de tiempo diario para la oración y la
meditación? ¿Ha pedido a otros que recen por usted?
6. ¿Ha empezado a desarrollar actitudes y emociones creativas y
positivas?
7. ¿Ha buscado una guía por intermedio de los sueños?
8. ¿Ha utilizado alguna técnica de visualización creativa?

Añadiendo a esto lo específico de cada uno de los siguientes


capítulos y su propia naturaleza individual, empecemos a confeccio-
nar nuestro propio programa curativo.

138
Los remedios de Edgar Cayce

17
Los pulmones y la respiración

Cada bocanada de aire que inspiramos modifica el organismo


humano de un modo que todavía no comprendemos del todo. La
respiración aporta oxígeno a los alveolos pulmonares, unas pequeñas
bolsas de aire donde el oxígeno entra en íntimo contacto con los
minúsculos glóbulos rojos o capilares pulmonares; a continuación es
recogido en el torrente sanguíneo en una combinación química deno-
minada oxihemoglobina, y transportado a todas las partes del cuerpo,
manteniendo así con vida cada una de nuestras células. No podemos
vivir más de unos minutos sin respirar el aire y su elemento
constitutivo más importante, el oxígeno. Mediante el aire que respi-

139
Dr. William A. McGarey

ramos entran en el organismo otras sustancias más sutiles que ayudan


al organismo de forma menos notoria, pero también importante.
Los pulmones y el tracto respiratorio deben clasificarse, pues,
como parte de los órganos del cuerpo que contribuyen a la función
vital que denominamos asimilación, es decir, la ingestión, transfor-
mación y utilización de sustancias importantes para la función y
reproducción celulares.
Al intercambiar oxígeno, los pulmones proporcionan el meca-
nismo necesario para eliminar de la sangre unas sustancias que son
denominadas metabolitos, y que Cayce llamaba en ocasiones «fuerzas
utilizadas y rechazadas». Éstos metabolitos son los productos de
desecho, principalmente dióxido de carbono, excretados por los
pulmones y expulsados mediante la respiración, después de haber
absorbido el oxígeno en la inspiración. Junto con el dióxido de
carbono, son eliminadas del torrente sanguíneo otras sustancias me-
nos definidas.
Así pues, para clarificar más exactamente la función del tracto
respiratorio en su conjunto, debemos concederle la categoría de
órgano eliminatorio, pues ayuda a eliminar del cuerpo las sustancias
que, de permanecer en él, actuarían como toxinas para todos los
tejidos. Los pulmones, por tanto, forman parte de lo que denomina-
mos sistema eliminativo del organismo, que engloba también la piel,
los riñones y el conjunto de hígado y tracto intestinal.
Además de los pulmones, otras partes que forman el sistema
encargado de la función respiratoria son: los bronquios, la tráquea, la
laringe, la faringe, la boca, la nariz y los senos. Todas estas
estructuras reflejan la sabiduría del organismo para definir una es-
tructura según la función que se precisa. Los cilios microscópicos,
unos pelillos que recubren interiormente el conducto de la tráquea y
las dos ramas o bronquios en que ésta se divide, llevan las sustancias
extrañas hacia arriba para poder expulsarlas por la boca, contribu-
yendo así a la limpieza general de esta parte del organismo.
Todas las partes del tracto respiratorio pueden verse afectadas por
el ambiente, mejorando o perjudicando su buen funcionamiento. El
sistema nervioso, debido a una incoordinación espontánea, puede
crear confusión en los músculos y partes activas del sistema. O bien
los nervios pueden funcionar en mutua armonía. También aquí el
torrente sanguíneo puede verse perjudicado en su fluir o contener
sustancias lesivas. También puede suceder que los glóbulos blancos,

140
Los remedios de Edgar Cayce

que son parte de los componentes normales de la sangre, no


funcionen regularmente por diversas razones, permitiendo que surjan
en el organismo ciertas dificultades a las que se denomina
enfermedades. Por último, el aire que respiramos puede ir cargado de
unas sustancias nocivas que pueden trastornar más aún la función
celular, o causar verdadero daño patológico.
Los componentes celulares de la respiración responden lo mejor
que pueden bajo todas las circunstancias; sin embargo, si hay dema-
siadas influencias perturbadoras y destructivas, se produce la enfer-
medad. Son cientos las enfermedades asociadas a las estructuras que
soportan la función respiratoria.
Si nos decidimos a considerar la funcionalidad del órgano como
lo más importante, y no el nombre de una enfermedad, la persona
debe llevar a cabo ciertas medidas terapéuticas para mejorar aquellas
funciones que estén desarrollándose inadecuadamente. Si se aplican
tales medidas en un esfuerzo equilibrado, se provoca una respuesta
general que frecuentemente basta para reinstaurar la función normal.
Mi secretaria, por ejemplo, sabe que seguir una dieta que excluya la
mayor parte de azúcares y almidones durante la época de elevado
contenido de alérgenos en la atmósfera le produce una mejoría en las
alergias que padece. Aunque se requiere mucho más que una dieta
para corregir permanentemente el estado alérgico, iniciar el régimen
alimenticio es un buen principio.
La terapia para los problemas respiratorios puede dirigirse ini-
cialmente a la recuperación de las funciones generales, y añadir a
continuación los tratamientos específicos que parezcan adecuados.
Una dieta alimenticia básica proporciona un sólido cimiento sobre el
que asentar una terapia adecuada para cualquier parte del sistema
respiratorio. En la mayoría de los casos, la dieta tenderá a eliminar los
dulces, el azúcar y la harina blanca, y todos los fritos. Esta dieta será
baja en almidones y alta en frutas y verduras (crudas o cocidas). El
mejor aporte proteínico lo proporciona el pescado, las aves y el
cordero. Un componente importante de la terapia es el descanso, así
como la evitación de excesos de tensión emocional. Suelen ser de
utilidad los tratamientos manipulativos y masajes, especialmente en la
parte superior de la espalda, así como el uso de un inhalador. Debe
estimularse la eliminación corporal.

141
Dr. William A. McGarey

Así pues, los cinco puntos básicos de la terapia son: 1) la dieta; 2)


el descanso; 3) los tratamientos manipulativos; 4) los inhaladores, y
5) la estimulación de las eliminaciones.
La eliminación está íntimamente relacionada con la dieta. En los
escritos de Cayce existe un concepto vital de la fisiología que los
libros de texto ni siquiera mencionan. Se trata de que la asimilación y
la eliminación deben encontrarse en equilibrio para que exista salud.
Ello significa que todas las actividades relacionadas con la ingestión
de alimentos por el organismo y en su utilización en los procesos
metabólicos de construcción del cuerpo deben desarrollarse teniendo
en cuenta cómo se libera el cuerpo de los desperdicios. Como ya se ha
indicado anteriormente, la eliminación se lleva a cabo mediante los
pulmones, la piel, los riñones y el hígado y tracto intestinal. Según
Cayce, cada uno de estos cuatro canales de eliminación debe estar
equilibrado adecuadamente como una unidad al compararse con la
asimilación.
Según mi propia experiencia en la aplicación de los escritos de
Cayce a las dolencias respiratorias más comunes, he observado que
existe un sinnúmero de modos de eliminar tales dolencias, y que
todos ellos guardan relación con la idea de establecer el equilibrio
dentro del organismo. La mayoría de las infecciones de esta parte del
cuerpo está asociada a una hiperacidez de los tejidos y, frecuen-
temente, la simple recuperación de un equilibrio alcalino normal
permite a las células del organismo vencer a los cuerpos infecciosos.
Jim, uno de mis corresponsales extranjeros, descubrió que esta
tesis es cierta. Mientras volvía a casa de un viaje de negocios de
cuatro días con un fuerte resfriado y lo que él denominaba «una gripe
fuerte», hizo que sucedieran tres cosas casi simultáneamente: recordó
un artículo de ARE News, «Equilibrio: el fin del resfriado común»; un
miembro de su grupo de estudios le indicó que utilizara bicarbonato
de sosa con agua caliente para el resfriado y, en tercer lugar, recibió
una llamada a larga distancia de su madre para recordarle que ella
también había recomendado siempre el bicarbonato en agua caliente
para el resfriado.
Jim tomó media cucharadita de bicarbonato en un vaso grande de
agua caliente y lo tomó a sorbos hasta acabarlo. Repitió el tratamiento
cada hora hasta acostarse, tomando un total de cinco vasos de agua y
dos cucharaditas y media de bicarbonato. Al día siguiente, al
despertar, empezó otra vez con un vaso cada dos horas. Ese día tomó

142
Los remedios de Edgar Cayce

muchos líquidos y zumos de naranja. Por la tarde fue a una reunión.


Ya no estaba resfriado ni tenía gripe, pero se sentía débil todavía. El
tercer día trabajó media jornada, tomando agua con bicarbonato por
la mañana y por la tarde. Finalmente, el cuarto día, Jim se sintió
perfectamente, habiendo recuperado totalmente la normalidad.
Pero lo más extraño que le sucedió a Jim fue precisamente lo que
menos esperaba. Durante cuatro meses había padecido la inco-
modidad de un exceso de sudoración en el escroto, con eliminación
de orina inadecuada, vaciamiento incompleto de la vejiga y orina-
ción espasmódica. En ocasiones, la necesidad de orinar se le hacía tan
imperiosa que se mojaba los pantalones antes de llegar al baño. De
hecho, siempre llevaba una muda de ropa interior y unos pantalones
de más, en prevención de tales emergencias.
Al cabo de esos cuatro meses, mientras experimentaba la alegría
de haberse recuperado de un resfriado fuerte, advirtió que sus pro-
blemas de orina habían desaparecido. En los seis meses que
siguieron, no se observó repetición de síntoma alguno. ¡Equilibrio!
Cayce dejó dicho en sus escritos que con un equilibrio alcalino
adecuado, nadie podía ser víctima de un resfriado. Sin embargo, Jim
descubrió que hay otras ventajas derivadas del equilibrio en el
organismo.
En una de sus lecturas (8-2), Cayce sugería a una mujer propensa
a los catarros que alternara los lavados de boca con glicotimolina y
con listerina, tragándose el resto que quedara tras expulsar la mayor
parte del líquido. Después tenía que ingerir 1/80 de gramo de alofene
a la semana, al tiempo que se sometía a manipulaciones osteopáticas.
Todo ello iba dirigido a ayudarla a conseguir el equilibrio interno.
La mayoría de las personas que visito están más allá de los
límites del mero resfriado. Habitualmente tienen un cierto grado de
infección secundaria, se sienten peor de lo que deberían sentirse con
un mero resfriado y llegan al punto de no poder acudir al trabajo. Por
ello les sugieran que limpien su organismo, que aumenten la
circulación, que consigan un equilibrio ácido-base más normal y que
estimulen poco a poco las células para un mayor funcionamiento, al
tiempo que se proporciona un mayor descanso al organismo. Estos
diversos grados de asistencia fisiológica pueden desencadenarse, sin
duda alguna, a través de un médium o por autosugestión. No obstante,
éste me resulta un medio difícil de trabajar y, por tanto, confío a
menudo en medios más físicos, al alcance de cualquier médico de

143
Dr. William A. McGarey

cabecera. Así pues, éste es el programa que indico habitualmente a


estas personas:
1) Un enema de agua tibia con una cucharadita de sal y otra de
bicarbonato de sosa.
2) Un baño caliente para provocar la sudoración, seguido de un
frotamiento enérgico en el baño para evitar enfriarse. Después,
administración de masaje en el pecho, cuello y pies con una solución
a partes iguales de grasa de carnero, esencia de trementina y esencia
de alcanfor, mezclando los ingredientes en el orden mencionado. A
continuación, acostarse bien tapado durante dos horas, y durante los
primeros días efectuar mucho descanso.
3) Una dieta de frutas y zumos de frutas durante las primeras
veinticuatro horas, con mucha agua, y añadir después gradualmente
verduras, comidas ligeras, carne y, por último, almidones a ritmo muy
lento durante los primeros días. Es fundamental una dieta ligera, y las
frutas y verduras actuarán como cabe esperar de los alimentos de
reacción alcalina. Una tableta de complejo vitamínico en cada comida
durante unos cuantos días sostiene el cuerpo durante esta época de
tensión.
4) Una cucharadita de un inhalante colocada en un recipiente con
un cuarto de litro de agua hirviendo. El vapor de ésta se inhala a
través de un cucurucho de papel colocado sobre el recipiente de modo
que los vapores no se escapen. Este inhalante se elabora como sigue:

Aceite de eucaliptus90 mínimos / gotas


30 mínimos / gotas
5 mínimos / gotas 5
mínimos/gotas 110
mínimos/gotas
Esencia de trementina refinada Aceite de agujas de pino
Solución de tolueno Tintura de benzoína compuesta

Según indica Edgar Cayce, el inhalante actúa limpiando las


células que recubren el tracto respiratorio, de modo que puedan
actuar con más normalidad. No sólo aclara la tos casi siempre, sino
que con frecuencia ayuda a la resolución de la infección. No obstante,
además de esto, proporciona al paciente algo que le resulta creativo
como individuo, que le hará sentirse parte de su propio proceso

144
Los remedios de Edgar Cayce

curativo en mucha mayor medida que la mera ingestión de una


pildora.
Pese a que este procedimiento no cura, naturalmente, el ciento por
ciento de los resfriados, puede convertir en creyentes a parte de
quienes lo adopten. Uno podría pensar: ¿cómo puede combatir un
resfriado un grupo de cosas tan sencillas como las expuestas? La
respuesta es que proporcionando al organismo la suficiente ayuda,
éste recupera la salud, y en un cuerpo sano no puede existir,
simplemente, un resfriado. Así de sencillo.
Las sugerencias y terapias de Cayce para el alivio del resfriado
común y la tos que lo acompaña son muy numerosas. En el caso 585,
Cayce sugería tres dosis de sal hepática a intervalos de dos horas; a
continuación, media cucharadita de aceite de ricino cada hora hasta
que quede limpio el tracto digestivo. A este mismo individuo se le
indicó que tratara la fiebre poniendo los pies en agua caliente cada
cuatro horas y, a continuación, darse una friega desde las caderas
hasta los pies, incluyendo éstos en el masaje ya mencionado con la
mezcla de partes iguales de grasa de cordero, esencia de trementina y
esencia de alcanfor, incorporadas en el orden expuesto.
Esta combinación de ingredientes fue sugerida también en otras
ocasiones para su utilización en la garganta y el pecho, y sobre los
senos, pero añadiendo habitualmente una parte igual de tintura de
benzoína compuesta a la mezcla.
Baños de vapor con friegas, tratamientos con saunas, masajes,
instilaciones nasales, las ya mencionadas gárgaras de glicotimolina y
listerina alternadas, y diversos jarabes para la tos. Todos estos instru-
mentos parecen ser de utilidad en diversas circunstancias para restau-
rar el equilibrio normal en el organismo.

Una sugerencia muy interesante fue la dada al caso 288-44: man-


téngase el cuerpo alcalino, y se eliminará el resfriado. Así dice

Cayce: «En lugar de husmear, ¡ESTALLE! En lugar de


resentimientos, ¡ame!».

El enfisema es un estado crónico de los pulmones, de difícil trata-


miento, en el cual se ha destruido mucho tejido y se produce una
grave carencia de intercambio de aire. Naturalmente, su gravedad

145
Dr. William A. McGarey

varía. Uno de mis pacientes predilectos estaba afligido por un


enfisema y, en octubre de 1968, inicié con él un tratamiento con
inhalaciones de un tonel de roble chamuscado lleno hasta la mitad de
coñac de manzana.

El hombre tuvo algunos problemas con su jefe, que observó que el


coche utilizado por Jeff —quien era inspector de zona y viajaba
mucho— olía como una destilería clandestina e insistió en recibir una
carta mía en la que se dijera que Jeff sólo aspiraba los vapores, y no
se bebía el líquido. No obstante, los vapores inhalados pronto
empezaron a mostrar sus efectos pues al cabo de cierto tiempo se
observó que no era especialmente eficaz para curar el enfisema de mi
paciente, pero —en cambio— parecía mantenerle libre de infecciones
respiratorias. Un intercambio de correspondencia con el jefe de una
destilería nacional confirmó que los vapores de los edificios donde se
envejecía el brandy en toneles de roble chamuscado mantenían, en
efecto, a los empleados libres de cualquier tipo de infección
respiratoria durante un período de muchísimos años. Posteriormente,
tuve la oportunidad de comprobarlo en Jim y, seis años después de
empezar la inhalación, observé que no había padecido la más leve
infección del tracto respiratorio. Padeció, eso sí, una gripe, pero fue
algo generalizado y no le afectó a los pulmones o la garganta de
forma significativa o especial.
Cayce sugirió que este tipo de terapia por inhalación era espe-
cialmente recomendable para los casos de tuberculosis. He aquí
algunos extractos que pueden resultarle interesantes y estimulantes:

Prepare un tonel de roble chamuscado, de entre seis y ocho litros. Si es de


seis litros, ponga en el tonel tres litros de brandy puro de manzana.

El tonel estará preparado de tal forma que en una de las tapas tenga dos
agujeros. Uno actuará simplemente como ventilación cuando por el otro se
inhalen los vapores evaporados del brandy hasta los pulmones y la garganta.
Esta segunda apertura estará preparada con un tubito —bien de goma, de
metal o de vidrio— que no llegará a tocar el brandy sino que quedará por
encima de la superficie de éste. Los vapores del brandy se inhalarán por esta
abertura dos o tres veces al día. El tonel debe colocarse en algún lugar donde
se evapore más rápidamente de lo habitual; no debe aplicarse tanto calor que
la evaporación sea excesiva, sino que será suficiente crear algo más de la

146
Los remedios de Edgar Cayce

evaporación ordinaria. Cuando no se utilice, mantenga las aberturas del tonel


bien cerradas.
2978-1

Inhale esos vapores dos o tres veces al día. Al principio no inhale mucho.
Aspírelo únicamente, no lo trague. Aunque tragarlo no le perjudicará,
tampoco resulta beneficioso para el cuerpo. El gas no sólo actúa como
antiséptico sino que, acompañado efe las propiedades que deben
incrementarse en el cuerpo, ayuda a cambiar la circulación, potenciando a los
elementos químicos en la proporción adecuada para la asimilación y la
actividad corporal, o conjunto de fuerzas digestivas, y elimina la causa de la
infección pulmonar. Con ello veremos cómo se cierran gradualmente las
aberturas que existan y cómo se recuperan los conductos, pues las adherencias
que éstos sufren son el mayor elemento irritativo en la respiración profunda.

5097-1

Al tratar el problema más común en la tuberculosis, Cayce su-


giere que los hallazgos fundamentales aquí son la alcalosis sisté-
mica, o más exactamente las partes del cuerpo que son excesivamente
alcalinas, y el problema de la asimilación de nutrientes en el sistema
circulatorio que carece de una adecuada actividad en el propio
sistema pulmonar..., debido principalmente al desequilibrio ácido-
alcalino.
El asma, en los escritos de Cayce, tiene su origen casi siempre en
el sistema nervioso, por presiones en los ganglios o células nerviosas
dorsales y, en ocasiones, cervicales. Otras causas diversas pueden
potenciar o incluso causar esta enfermedad, entre ellas las lesiones en
la laringe y el tronco bronquial como resultado de episodios
anteriores de infección respiratoria aguda o crónica, o las dificultades
durante la gestación o el parto que hayan provocado problemas en los
ganglios.
La terapia para el paciente asmático (partiendo de la base que
estos factores son causativos) utiliza cuatro técnicas coincidentes.
Primero, debe acomodarse el régimen alimenticio. En la mayoría de
los pacientes asmáticos, la dieta debe hacerse más alcalina, pues el
cuerpo suele tener un exceso de acidez en sus tejidos. Debe seguirse,
pues, una dieta que incluya gran cantidad de verduras y frutas, y
excluir los fritos y el cerdo, reduciendo al mínimo los dulces y las
féculas y basando la asimilación de proteínas en el pescado, las aves
y el cordero. Segundo, deben realizarse cíclicamente ajustes

147
Dr. William A. McGarey

osteopáticos, tanto específicos como generales. Tercero, deben


administrarse enemas cuando resulte posible, con una frecuencia
semanal durante las primeras tres semanas, y luego quizás una vez al
mes.
Cuarto, Cayce sugiere la administración de una serie de atomi-
dina para restaurar el equilibrio en el sistema glandular, que también
considera deficiente. En el caso 1413, se administró al paciente una
gota diaria durante cinco días, en medio vaso de agua; después se
suspendió la administración durante tres días; después, se le dieron
dos gotas diarias durante cinco días; se suspendió de nuevo la
administración durante tres días más; se reanudó el tratamiento con
una gota diaria durante cinco días, seguidos de un descanso, y luego
dos gotas diarias seguidas de tres días de descanso, continuando el
ciclo así establecido. La experiencia nos ha enseñado que es mejor
colocar primero en el vaso la gota de atomidina y después añadir el
agua, para que así ambas sustancias queden bien mezcladas. La
atomidina, naturalmente, se vende con receta y debe ser autorizada
por un médico. No obstante, en la facultad de medicina no se enseña
a administrar medicamentos de esta manera cíclica, así que el método
de administración sugerido en los escritos probablemente resulte
extraño a la mayoría de los médicos.
Son muy importantes los movimientos intestinales regulares y
diarios. En los ataques agudos, a veces resulta útil un cambio de
clima o un producto inhalante. Son muy abundantes los textos que
pueden consultar tanto médicos como miembros del ARE, y nadie
que esté seriamente interesado en las sugerencias de Cayce sobre el
asma debe quedarse sin estudiarlos.
Al escribir sobre el tema de la alergia respiratoria según se
expone en los escritos de Cayce, el doctor Jim Kwako señalaba que
las aplicaciones físicas para la corrección de tales problemas se centra
en el uso de inhalantes, la manipulación y una dieta controlada. La
sugerencia más común para los individuos afectados de coriza, goteo
postnasal o sinusitis era el uso del inhalante, y existían muchas
fórmulas de lo que ha venido en denominarse inhalante alcohólico.
Cayce sugería que estos inhalantes eran limpiadores y antisépticos
para las membranas mucosas del tracto respiratorio. En una lectura,
sugería que se utilizase una botella de ocho onzas con una boca ancha
y un corcho con dos tubos de cristal, uno con una burbuja en un
extremo para acoplarlo a la fosa nasal e inhalar la mezcla. Se insistía

148
Los remedios de Edgar Cayce

en la necesidad de mantener la botella bien tapada hasta que fuera a


utilizarse. Entonces, se agitaba y se inhalaba profundamente hasta los
pulmones por ambas fosas nasales, cada noche y cada mañana. En
algunos casos, las instrucciones eran inhalar los vapores por la boca,
pero las técnicas utilizadas eran muchas, la mayor parte de ellas
destinadas a provocar el proceso de limpieza de los canales mediante
el paso de los vapores por las membranas mucosas.

En la página 144 anotamos las diferentes mezclas sugeridas en los


escritos de Cayce, que muestran parte de las variaciones que pueden
darse.
Cinco o seis gotas de aceite de ricino por vía oral una vez al día
suele resultar beneficioso para el control y, en ocasiones, la desapa-
rición del problema de las alergias. En ocasiones hemos utilizado esta
terapia sola, y otras veces la hemos acompañado de las demás
sugerencias expuestas en este capítulo.

(1) (2) (3)

Alcohol etílico 4 onzas 4 onzas 2 onzas


Aceite de eucalipto 20 mínimos 20 mínimos 30 mínimos
Esencia de trementina refinada 5 mínimos 5 mínimos 10 mínimos
Tintura de benzoína compuesta 15 mínimos 10 mínimos 20 mínimos
Aceite de agujas de pino 10 mínimos 5 mínimos
Tolueno en solución 10 mínimos 30 mínimos 15 mínimos
Bálsamo del Canadá 5 mínimos
Benzosol, solución saturada 5 mínimos
Creosota refinada 3 mínimos

Los problemas en los senos suelen responder con compresas de


glicotimolina sobre la zona afectada, y también hemos utilizado la
terapia que Cayce sugería en la siguiente cita:

Calor y combinaciones de los aceites según se han indicado en sebo de


carnero, esencia de trementina, esencia de alcanfor y tintura de benzoína
compuesta. Esto quita la congestión si se aplica calor. Pues cada una de las

149
Dr. William A. McGarey

sustancias ejerce una actuación sobre las membranas mucosas para ayudar a
aliviar, a sanar y a calmar mediante la penetración.

Se puede concluir que existen ciertos factores que afectan a la


alcalinidad de los tejidos corporales en el tracto respiratorio, que
crean un desequilibrio del control neurológico de esa zona, o que
perturban la circulación sanguínea hasta el punto de provocar cam-
bios en las células de los pulmones y demás estructuras respirato-
rias.
Por ejemplo, tratar la comida sin masticarla bien puede provo-
car problemas, igual que sucede con las habitaciones
excesivamente calientes, el exceso de fatiga, la falta de sueño, las
corrientes de aire, los pies húmedos o los cambios de temperatura.
En ocasiones, el malhumor por sí solo puede hacer el trabajo, y
otras veces la enfermedad puede deberse a un exceso de carnes y
féculas. Siempre existen muchas causas. De igual modo, la
corrección de los problemas suele incluir más de una medida
terapéutica. Sin embargo, siempre exige un esfuerzo para
restablecer un mejor equilibrio corporal total.

150
Los remedios de Edgar Cayce

18
Los órganos digestivos

Para comprender los fáciles pasos que debemos adoptar para


mejorar el funcionamiento de los órganos digestivos, debemos saber
primero que tales órganos son el estómago, el páncreas, el hígado, la
vesícula biliar, el bazo, el duodeno, el yeyuno, el íleon, el apéndice,
las placas de Peyer, los nódulos linfáticos mesentéricos y la
circulación sanguínea y linfática asociadas a estas estructuras. Las
emociones y el sistema nervioso autónomo que suministran energía a
los órganos digestivos juegan también un papel clave en el estado de
buena o mala salud que experimentemos.

151
Dr. William A. McGarey

Cuando observamos el modo en que el flujo y la red de aporte


nervioso autónomo del tracto digestivo se coordina con la actividad
opuesta del parasimpático para crear la peristaltis o movimiento
esencial del alimento hasta el estómago y el tracto intestinal, el
proceso empieza a complicarse. Así, cuando estudiamos el sistema
tímico (linfático o retículo-endotélico), su importante papel en la
asimilación de elementos alimenticios esenciales, el modo en que
protege a su vez al organismo de elementos extraños y el papel que
juega en el mantenimiento del equilibrio ácido-alcalino, podemos
darnos cuenta de que ingerir el desayuno es mucho más que poner un
trozo de comida en la boca, masticarlo y tragarlo.
Más aún, tenemos que comprender que las glándulas suprarre-
nales están en íntima relación con el plexo nervioso celíaco (solar)
localizado en la parte central de la cavidad abdominal. Las glándulas
suprarrenales ponen en estado de alerta a todo el organismo cuando
aparece un peligro o cuando surge una discusión en la mesa,
aplicándose a reducir la actividad del tracto digestivo y enviando
sangre a los músculos para que estén preparados para actuar. Este
proceso interno se desarrolla en parte mediante hormonas, pero
fundamentalmente por intermedio del plexo celíaco, la mayor acu-
mulación de células nerviosas, aparte de la cabeza, que aporta fibras
nerviosas simpáticas a la zona entera de la digestión. Si no se libera
mediante la acción la energía del organismo estimulada por el reco-
nocimiento de un peligro, los problemas se acumulan gradualmente
en el cuerpo, muy comúnmente en el tracto digestivo.
Así pues, es evidente que son muchas las fuerzas que actúan para
coordinar el recorrido de los alimentos que entran por la boca y se
convierten finalmente en sustancias moleculares que pueden ser
asimiladas mediante el proceso vital de las células del organismo.
Manipular todas estas fuerzas cuando pierden su efectividad resulta
una tarea sumamente difícil. No es de extrañar que la gastroentero-
logía sea una especialidad en el campo de la medicina.
No obstante, resulta muy importante también advertir que el
cuerpo humano, cuando se le dan oportunidades razonables, recupera
el equilibrio normal, y que no precisa normalmente de un exceso de
manipulaciones. Esta es la clave de la salud del sistema digestivo,
como lo es de otras partes del cuerpo.
En consecuencia, podemos preguntarnos qué es preciso llevar a
cabo para potenciar los procesos internos que conducen a la salud.

152
Los remedios de Edgar Cayce

Estos son:

1. Llevar una dieta alimenticia adecuada.


2. Hacer ejercicio físico regular.
3. Reconsiderar las emociones y actitudes y adoptar otras nuevas allí donde
se observe una falta de actividad constructiva.
4. Corregir las eliminaciones inadecuadas por el intestino.
5. Corregir el equilibrio ácido-alcalino lo más ajustadamente posible.
6. Seguir tratamientos manipulatívos si es necesario.
7. Estudiar los sueños.
8. No dejar de utilizar la oración y la meditación.
9. Añadir específicos cuando sea preciso.

Para cuidar de nuestros organismos adecuadamente, es preciso


que recordemos el papel que juegan nuestras oraciones; también
debemos recordar que el flujo de nervios de la médula espinal,
especialmente en la zona de la cuarta a la novena vértebras dorsales,
forma parte de este sistema, que el sistema tímico, las glándulas
endocrinas y los sistemas nerviosos simpático y parasimpático parti-
cipan de él, y que el torrente sanguíneo y los canales linfáticos
aportan sustancias vitales y eliminan los desechos de los tejidos que
forman el sistema. La asimilación de alimentos y la actividad elimi-
natoria se desarrollan conjuntamente y sin interrupción. ¿Cómo
afrontar tales complicaciones y solucionar nuestro problema con
éxito? A veces no resulta posible, pero siempre merece la pena
probar, pues podemos obtener un buen resultado.

Medidas preventivas

Durante sus sueños, Edgar Cayce decía muchas cosas que desa-
fían la imaginación de cualquiera. Por ejemplo, todos hemos oído
hablar de la ambrosía, una de las plantas que más problemas de
alergia produce. Al parecer, crece en todas partes y los fabricantes de
suero antialérgico se arruinarían si no fuera por el polvo y las
ambrosías. Cuando Cayce hablaba de esta planta, lo hacía alabándola
y atribuyéndole una capacidad terapéutica tremenda.
Gracias a ciertas investigaciones meticulosas desarrolladas por
Bob Clapp en la sede central de la ARE de Virginia Beach, sabemos
que cuando se ingiere esta planta en forma de tónico o té, puede

153
Dr. William A. McGarey

actuar —como decía Cayce— sobre el tracto intestinal y potenciar un


mejor funcionamiento del mismo. Puede mejorar la actividad del
hígado, las eliminaciones y realizar otras muchas acciones
beneficiosas. Repase este extracto de los escritos:

Si se administra al organismo a intervalos regulares, estas propiedades no


producen hábito ni son efectivas en la creación de estados en los que sea
necesaria la catarsis para la actividad del canal alimentario —sea relativo al
colon, al yeyuno o al íleon—, sino que modifican las vibraciones de tal modo
que se clarifiquen las asimilaciones y se ayude a recobrar un equilibrio
normal al páncreas, el bazo, el hígado y la circulación hepática. Las
propiedades se encontrarán en la ambrosía del siguiente modo: a 6 onzas de
agua destilada, añadir 3 onzas de ambrosía verde, dejar en infusión hasta que
la cantidad se reduzca a la mitad. Escurrir, añadir a esto 2 onzas de jarabe
sencillo con 1 onza de alcohol etílico. Remueva la solución antes de ingerir la
dosis. Esta será de media cucharadita dos veces al día cuando llegue el
período de tomarla, o bien tómela durante tres o cuatro días, cada mes
aproximadamente. Esto le ayudará a mantener en buen estado el sistema
digestivo y será beneficioso también para el conjunto del sistema
eliminatorio.
454-1

Ingerir un té como el mencionado puede ser un excelente modo


de prevenir las dificultades del tracto intestinal. De igual modo, no
comer en exceso, seguir una dieta razonable de reacción alcalina, no
discutir con el cónyuge mientras se come, tomar vitaminas de vez en
cuando, hacer las paces con uno mismo y con los demás... Todo esto
son excelentes medidas preventivas para evitar una situación en la
que el organismo exclame: «¡Ya no puedo digerir más esta situa-
ción!». O puede contener su irritación ante la «bilis» de su enemigo
favorito, que no es otro que usted mismo. Así podemos prevenir la
aparición de una úlcera de estómago o un ataque de vesícula.
La práctica de medidas preventivas, ya sean las anteriormente
indicadas o bien la oración y la meditación, la guía mediante los
sueños, la introspección mediante biofeedback o la imaginación vi-
sual dirigida, es preferible a la corrección de un problema médico una
vez se ha implantado ya en el cuerpo.

154
Los remedios de Edgar Cayce

El estómago

Cuando una úlcera de estómago que ha sido tratada con éxito


vuelve a aparecer, suele resultar muy difícil curarla nuevamente.
Quizás ello pueda atribuirse a respuestas emocionales y de actitud fija
e inmutable, o bien a cambios patológicos profundamente arraigados.
Sin embargo, a veces la respuesta a la terapia es altamente
satisfactoria, para gran alegría del paciente y del médico. El doctor J.
S. Meda, uno de nuestros médicos de referencia, informa que un
hombre de treinta y siete años a quien había estado tratando de una
úlcera péptica sangrante (comprobada mediante radiografía), tras un
período de dos años y medio de remisión total y continuada,
experimentó intermitentemente síntomas de recaída de gravedad
moderada durante un período de cuatro o cinco meses. En realidad,
no aparecían síntomas físicos significativos; sólo la mala digestión, la
incomodidad y el «gas». No se volvieron a hacer radiografías.
En este caso, la terapia que se aplicó se basaba en las sugerencias
simplificadas del material de Cayce acerca de la dieta alimenticia. El
doctor Meda sugirió una dieta de verduras crudas, yogurt, salvado,
uvas, leche y agua en abundancia; también dijo al paciente que
evitara el azúcar y la harina refinadas, las bebidas carbónicas y los
fritos. Después se indicó al paciente que bebiera un té de azafrán
antes de las comidas. La respuesta del paciente fue muy satisfactoria
y los síntomas desaparecieron por completo al cabo de cuatro días,
sin que se hubieran repetido en ningún caso hasta el momento de
redactarse el informe del doctor Meda, semanas después de la ini-
ciación de la dieta. En tal situación, los escritos de Cayce sugerían
también que se añadiera la proteína básica en forma de pescado, ave o
cordero, mientras que se mantenían las restricciones indicadas.
La limpieza del estómago puede estimularse bebiendo grandes
cantidades de agua pura. No obstante, Cayce sugería el agua de olmo
a varias personas que tenían una considerable irritación de estómago,
y sugería que sólo ingiriesen este tipo de agua. El agua de olmo se
prepara añadiendo un pellizco de olmo en polvo en una taza de agua
con un cubito. Después de dejar que la mezcla se empape durante tres
minutos, bébase fría. El agua de olmo contrarresta de forma
manifiesta la acidez existente.

155
Dr. William A. McGarey

El té de azafrán, realizado con azafrán amarillo o americano, era


sugerido también con frecuencia en los escritos para «cubrir adecua-
damente todo el estómago». Este té debe ingerirse justo antes de cada
comida y se elabora añadiendo tres cucharaditas de azafrán en
dieciséis onzas de agua caliente y dejando la mezcla en reposo du-
rante un período de entre media hora y cuarenta y cinco minutos. No
obstante, si la comida consiste únicamente en verduras crudas no será
necesario tomar antes ningún té de azafrán. En ocasiones, Cayce
sugería también la ingestión de una cucharadita de leche de magnesia
después de las comidas, con objeto de limpiar y relajar la tensión del
estómago.
Uno de los consultantes de Cayce (389-9), un hombre de cin-
cuenta y nueve años que anteriormente había recibido otra indicación
de Cayce sobre el mismo problema, recibió ahora de éste varias
sugerencias para mejorar la asimilación. En primer lugar, Cayce le
dio algunas instrucciones respecto a la dieta alimenticia, parecidas a
las que había expresado en otros casos parecidos. En segundo lugar,
sugirió la administración regular de un masaje, en concreto la apli-
cación diaria de una sesión de masaje mediante vibrador eléctrico,
utilizando éste por toda la columna vertebral y a lo largo de las
extremidades. Por fin, se le indicó al paciente que tomara una cu-
charadita de bisodol media hora después de la comida principal del
día.
Una mujer (2452-1) que había estado sometida a una considera-
ble tensión emocional, padecía dificultades digestivas. Cayce le su-
girió el siguiente régimen: 6 gotas de elixir de lactato de pepsina en
agua, durante dos días, después de la comida principal de la jornada;
al tercer día, 10 gotas de la misma sustancia en 2/3 de vaso de agua y
añadiendo 1/2 cucharadita de leche de bismuto; después, el cuarto
día, se le dijo a la paciente que se administrara un enema. También se
le aconsejó que se sometiera a tratamiento de masajes vibratorios.
A un hombre (19-3) que experimentaba hiperacidez de estómago,
se le indicó un tipo de tratamiento distinto. Así, utilizaba sustancias
alcalinas como la glicotimolina o el lavons para hacer gárgaras,
tragando algunas gotas de la solución que quedaban en la boca al
expeler el líquido; también se le indicaron tés de azafrán y camomila
a partes iguales, dejados macerar durante treinta minutos e ingeridos
varias veces al día. Después, al día siguiente, debía tomar una
cucharadita de leche de magnesia y otra de leche de bismuto. Debía

156
Los remedios de Edgar Cayce

seguir esta rutina a días alternados y, el tercer día, podía adminis-


trarse un masaje.

La vesícula biliar

Si la hiperacidez y la ulceración del estómago es el problema más


común de los órganos intestinales de la digestión y la asimilación, los
problemas de vesícula ocupan el segundo lugar, muy cerca de aquél.
La coleocistitis (inflamación de la vesícula) y la coleolitiasis
(formación de piedras en la vesícula) son, para muchos, problemas
relacionados cronológicamente: la inflamación aparece primero, se-
guida de la formación de piedras. Mientras se sigue debatiendo esta
teoría, la razón última que se oculta tras el desarrollo de cualquier
tipo de patología de la vesícula biliar sigue siendo en cierta medida
desconocida. Las emociones, ciertamente, juegan un papel impor-
tante, creando quizá la estructura en la que pueden desarrollarse los
verdaderos problemas fisiológicos.
Según un informe presentado a la Asociación Médica Británica
por el doctor K. W. Heaton, de la universidad de Bristol, las piedras
en la vesícula y la dolencia vesicular que debe necesariamente existir
para que se formen las piedras son productos de la civilización. Los
verdaderos culpables, señala, son los hidratos de carbono refinados
que, al ser ingeridos regularmente, producen un aumento de peso.
Aunque son más dulces y fáciles de digerir, resultan pobres en fibras
esenciales, y son menos nutritivos, menos masticables y a la larga
menos satisfactorios. Así, si se quiere mantener la vesícula en buenas
condiciones, es responsabilidad del individuo conformar una dieta
para su propio consumo que esté libre de alimentos refinados. La
fibra presente en los alimentos no refinados que se venden en muchas
tiendas es de gran ayuda para la prevención del cáncer intestinal.
En los escritos de Edgar Cayce existen continuas sugerencias
relativas a la dieta de los individuos con dolencias de vesícula:

La dieta general sería:

Mañanas: Frutas cocidas, pasteles de arroz o de trigo integral, o de otros


cereales integrales molidos, ¿comprendes? También un poco de té o café, no
demasiado fuerte.

157
Dr. William A. McGarey

Mediodía: Todas cuantas verduras se quiera poner en una ensalada que se


aderezará a base de aceite, sea éste en forma de simple aceite, o de mayonesa
o vinegarette. En este período se puede tomar un poco de leche, de la clase
que sea, aunque preferiblemente en forma de suero o bien tratada con lo que
produce la adecuada fermentación.
Noche: Pequeñas cantidades de carne, aunque únicamente de las que no
tengan grasas.
356-1

En el tema de la dieta, abstente de los fritos. Aumenta la cantidad de


alimentos crudos, esto es, lechuga, apio, zanahorias, rábanos, todo lo cual
tomarás en ensaladas, con mayonesa unas veces y otras con gelatinas.
5024-1

En los escritos de Cayce, muchas veces se muestra cauteloso en lo


que respecta a la terapia de los problemas de vesícula. Primero se
corrige la dieta, luego se administra al individuo un tratamiento
manipulativo y finalmente se administran compresas de aceite de
ricino en el abdomen durante varios días consecutivos. Después se le
administra aceite de oliva por vía oral. La cantidad varía según lo que
el individuo sea capaz de ingerir sin notar molestias en el estómago, y
puede ir desde una cucharadita a media taza o más. Sin embargo, es
muy importante ir con precaución. Esta técnica se repite hasta que se
obtiene alivio. Durante años hemos recibido informes acerca de que,
si se siguen estas instrucciones, los resultados son satisfactorios y las
piedras son excretadas por la bilis y el conducto habitual, hasta el
tracto intestinal.
Debemos comprender la perspectiva utilizada por Cayce para
ofrecer una definición de lo que «veía» en la persona que acudía a
consultarle. Siempre les veía como individuos, como entidades con
capacidad creativa que habían creado en realidad la enfermedad que
existía ahora en sus cuerpos. Así, la coleolitiasis no es en realidad una
entidad por sí misma, y no debe tratarse como tal; más bien es cada
persona quien, por una serie de circunstancias, construye la
posibilidad de que se formen las piedras dentro de su cuerpo. El
resultado es la aparición de grandes piedras en una persona, de
racimos en otra, o de arenilla en una tercera. La etiología y el origen
de la enfermedad son diferentes en cada persona, y por ello Cayce
quiso individualizar el programa terapéutico apuntado. Ello no

158
Los remedios de Edgar Cayce

significa que no sea beneficioso un programa terapéutico general,


pero cada persona debe ser considerada individualmente y el médico
o terapeuta debe dar consideración y relevancia a la naturaleza de tal
individualidad. Así, para una persona el único modo de tratar las
piedras es su extirpación quirúrgica, mientras que otra puede deshacer
fácilmente las mismas si se le aplica una terapia y unas condiciones
adecuadas.
En la lectura 5060-1, Cayce describía la arenilla en la vesícula. Su
plan de tratamiento era sencillo: utilizar una compresa de aceite de
ricino sobre el estómago durante cinco días seguidos, luego empezar
a tomar aceite de oliva, una cucharadita cada cuatro horas durante
cinco días. Un programa terapéutico distinto fue el diseñado para el
hombre que realizó la consulta número 2278-1. También a éste se le
indicó que se aplicara compresas de aceite de ricino durante cinco
días pero, mientras las llevaba, debía permanecer acostado sobre el
lado derecho con una almohada. Después, tras la serie de compresas,
debía ingerir dos cucharaditas de aceite de oliva. Un tercer programa
terapéutico fue el indicado al caso 1857-1. A éste se le indicó que
prolongara la terapia varias semanas, utilizando compresas de aceite
de ricino tres días consecutivos cada semana, seguidos de dos
cucharaditas de aceite de oliva cada vez.
Con frecuencia, en otras lecturas, Cayce sugería cantidades ma-
yores o menores de aceite de oliva. Casi siempre recomendaba el uso
de compresas de aceite de ricino. La dieta solía ser parte de la terapia
en casi todos los casos. En ocasiones, sugería el masaje en el
abdomen, la administración de enemas o el tratamiento osteopá- tico,
y a veces indicaba la conveniencia del uso de un vibrador eléctrico en
la columna vertebral.
He aquí un relato sobre dolencias vesiculares remitido por una
mujer que se ha hecho socia del ARE muy recientemente. La mujer
me escribía esta carta sobre su experiencia, que le ha hecho cambiar
la conciencia:

Llevaba quince años o más sufriendo dolores abdominales pero no los


consideraba más que «gases». Como tenía una historia de úlceras y no era de
las que corrían al médico por cualquier dolorcillo, padecía en silencio.
Siempre llevaba conmigo un poco de bicarbonato.
Sin embargo, el pasado otoño, cuando volvía de una estancia en la ARE
de la que me había hecho miembro muy recientemente, encontré mi vida

159
Dr. William A. McGarey

personal en un estado muy inestable. Los dolores, que antes sólo me venían
de vez en cuando, impre- deciblemente, me acompañaban ahora en todo
instante. Una hora después de haber comido, sobre todo por la noche, me
retorcía de dolor y cada noche pasaba horas caminando arriba y abajo por el
jardín intentando conseguir alivio, hasta que por fin conseguía dormirme de
puro agotamiento.
Naturalmente, había acudido a Dios en mi dolor. Sin embargo, el
torbellino de mi vida privada parecía seguir en su habitual confusión y
constantemente me veía enfrentada al miedo, el odio, la duda y la
destrucción.
Una noche estaba sentada, sola, a las dos de la madrugada. Había estado
repasando los libros de Edgar Cayce y de la ARE, con la esperanza de
encontrar una respuesta, un tratamiento que probar. Ante mí estaban el
«Palma Christi» y el Libro Negro de la ARE núm. 1. Abrí este último al azar
y no llevé la mirada inmediatamente a sus páginas, sino que seguí mirando al
vacío. Cuando finalmente bajé los ojos al libro abierto ante mí, en la parte
superior de la página derecha y en grandes letras negras había impresas dos
palabras: VESICULA BILIAR. Me quedé anonadada. Leí inmediatamente el
artículo y cada palabra quedó impresa en mi mente. Una gran sensación de
alivio me inundó. ¡Por fin lo sabía!
Unos simples tratamientos de aceite de ricino con una bolsa de agua
caliente sobre el abdomen y sobre la vesícula en series de tres días sí y tres
días no, con la ingestión de aceite puro de oliva a días alternos. Las dos de la
madrugada no era hora para empezar tratamientos de aceite de ricino, así que
me acosté sabiendo que, al menos, mi búsqueda había tenido resultado.
La noche siguiente, a las nueve, empecé el tratamiento. ¡En seguida
empecé a notar alivio! Tras dos series tal como se recomendaban, los dolores
habían desaparecido por completo. He proseguido el tratamiento durante tres
meses y después lo he interrumpido durante varios meses más, y jamás he
vuelto a sentir esos dolores. Casi puedo comer cualquier cosa que me plazca
sin notar después las consecuencias.

¡Y ahora viene lo más extraño!


Aunque no había hablado con nadie de mi experiencia, una amiga, que
también se quejaba de problemas de estómago, me preguntó qué había hecho
para aliviar los míos. Acudí a buscar el artículo que había sido mi guía y
salvación y, pese a revisar el Libro Negro y el «Palma Christi» entonces y
muchas veces después, jamás he vuelto a encontrar la cita que vi esa noche.

160
Los remedios de Edgar Cayce

El hígado

La vesícula biliar no es, en cierto modo, más que el almacén de la


bilis producida por el hígado, encargado de producir esa bilis y
vaciarla en el duodeno cuando sea necesario. El hígado envuelve la
vesícula biliar y la cobija, dificultando la acción del cirujano que
tiene la tarea de extirparla. Sin embargo, el hígado es un gran órgano,
ciertamente uno de los más importantes de todo el cuerpo humano.
Sus funciones son múltiples: se le ha llamado «el gran desintoxica-
dor» y produce más linfa que ninguna otra parte del cuerpo. Su bilis
contribuye a la eliminación de ciertas sustancias y a la digestión. Es
importante en la mayoría de nuestros sistemas vitales.
La hepatitis es el problema más habitual que afecta al hígado. La
hepatitis infecciosa suele responder bien al uso de compresas de
aceite de ricino y un estricto y continuado régimen alimenticio. Una
de las respuestas más satisfactorias en este tipo de problema fue el
caso de un hombre de cincuenta y nueve años que presentaba una
hepatitis solapada de gripe intestinal. En su segunda visita a la
clínica, se hizo evidente que nuestro diagnóstico original era inco-
rrecto, y con la ayuda de análisis de laboratorio se comprobó que se
trataba de un caso de hepatitis infecciosa. El paciente ya había
empezado a aplicarse compresas de aceite de ricino en el abdomen a
recomendación nuestra, dada la distensión abdominal, que había
motivado su primera visita a la clínica. Así, en su segunda visita, pese
a su apariencia de ictericia (todo amarillento en la piel), se sentía ya
un poco mejor. En el borde junto a las costillas, el hígado había
aumentado dos o tres dedos de tamaño. Su dieta se redujo
básicamente a líquidos y alimentos con bajo contenido de féculas o
proteínas. Día a día, mejoró y, al quinto día, empezó a tomar una
mezcla de agua, fruta escarchada sin azúcar, proteína en polvo y
levadura en polvo. Se añadió pescado a la dieta y se constató una
mejoría clínica diaria. Pasó a régimen ambulatorio pero se le reco-
mendó que descansara mucho. Sus resultados en laboratorio me-
joraron de unas cifras altas el segundo día a la normalización de todos
los informes el vigésimo octavo día. La cuenta de GPT fue la última
en volver a la normalidad, descendiendo de un 755 en la primera
prueba a un 40 en la última. La ictericia desapareció rápidamente y el
total de bilirrubina en sangre volvió a la normalidad al decimoquinto

161
Dr. William A. McGarey

día. El día diecinueve de tratamiento, se permitió al paciente volver al


trabajo, sintiéndose normal en todos los aspectos. La dieta siguió
siendo ligera, con pescado, ave y cordero como únicas proteínas, y
con un alto consumo de verduras y de frutas. La papilla acompañó a
la dieta durante los dos meses siguientes. Las compresas de aceite de
ricino se aplicaron diariamente durante tres semanas, y luego tres días
a la semana durante los tres meses siguientes.
Una de las enfermeras de la clínica logró terminar sus cursos
porque siguió un régimen como el mencionado durante un período de
breves vacaciones y de baja por enfermedad gracias al diagnóstico
que se realizó a sí misma. Sin que la escuela tuviera noticia de los
detalles, utilizó compresas de aceite de ricino, hizo una rigurosa dieta
y llevó a cabo algunas experiencias de meditación que le pro-
porcionaron una nueva visión de sí misma y que facilitaron la total
desaparición de los síntomas y problemas físicos. Si hubiera perdido
más clases en la escuela, la muchacha no habría podido regresar a
ella, por lo que el momento era crítico para ella.
Las enfermedades asociadas al hígado, a la vesícula biliar y al
estómago constituyen la mayor parte de las dificultades experimen-
tadas por el tracto intestinal superior. También se observan algunas
alteraciones del bazo y del páncreas. El trastorno pancreático más
corriente es el causado por una disminución en la actividad de los
islotes de Langerhans de dicho órgano. Es una dolencia que deno-
minamos diabetes, o exceso de azúcar en la sangre.

Equilibrio ácido-alcalino

En mi experiencia, casi todas las funciones de los órganos diges-


tivos y su aporte nervioso y vascular pueden mejorarse si prestamos
atención al equilibrio ácido-alcalino y nos esforzamos en corregirlo.
Nunca nos ofrece una información completa el test del pH de la saliva
o la orina, pues en el torrente sanguíneo hay un pH constante y todas
las células del cuerpo pueden hacerse ligeramente demasiado ácidas o
demasiado alcalinas. Es en las células que actúan de cualquier
órgano, glándula o sistema donde las influencias de naturaleza
perjudicial pueden provocar la enfermedad en el organismo.
Resulta difícil determinar simplemente si el cuerpo es demasiado
ácido o demasiado alcalino. Cayce apuntaba que las enfermedades
graves y crónicas, como la artritis reumatoide o la escleroderma, eran

162
Los remedios de Edgar Cayce

excesos alcalinos, siendo éste un estado mucho más difícil de


corregir. Y sugería que si el cuerpo pudiera mantenerse siempre
ligeramente alcalino, que es un estado normal, jamás tendríamos un
resfriado. Aparentemente, las defensas del cuerpo se encuentran algo
bajas cuando el cuerpo pasa, aunque sólo sea levemente, a estar
ácido.
Existen alimentos —féculas, dulces y carnes, principalmente—
que tienen una reacción ácida por naturaleza. Hay otros que son más
neutros, como la leche, por ejemplo. Y otros reaccionan en el cuerpo
para crear un estado alcalino, principalmente las frutas y verduras.
Ello significa que una dieta, si se sigue estrictamente, puede producir
un estado más alcalino en el cuerpo si se le alimenta principalmente
de productos de reacción alcalina. Lo mismo cabe decir,
naturalmente, a la inversa. Ello ayuda a comprender lo que sucede en
el cuerpo cuando se siguen ciertos hábitos dietéticos. Cayce señala
que los dulces, el chocolate y las féculas son la principal causa de
problemas cutáneos como el acné y la psoriasis. Quizás estos
problemas sean la respuesta de la piel a una sobrecarga de sustancias
inútiles en el torrente sanguíneo, que es preciso eliminar.
Existen también algunas actividades en las que participa el ser
humano que pueden volver las células más ácidas o más alcalinas. El
ejercicio provoca una ligera alcalinidad. El trabajo sedentario, pensar,
trabajar con la mente y no con el cuerpo, pelearse, discutir,
preocuparse: todo esto contribuye a una mayor acidez. La actividad
del sistema nervioso asociada al ejercicio físico es simpática, aso-
ciada a la producción suprarrenal, y crea una ligera alcalinidad. Por el
contrario, en las preocupaciones, pensamientos, actividades se-
dentarias, discusiones y peleas, actúa el sistema nervioso parasim-
pático. La función del nervio vago (el parasimpático cervical) es
producir la secreción de ácido en el estómago como parte del proceso
digestivo. La suprarrenal (simpático), por el contrario, mediante su
función en el ejercicio, provoca la detención de la actividad
estomacal y del flujo de ácidos al estómago.
Para simplificar —aunque perdiendo algo de precisión— pode-
mos decir que la preocupación, el pensar y la tensión activan el
sistema nervioso parasimpático, que absorbe la alcalinidad del cuerpo
y produce acidez. El ejercicio físico produce el efecto opuesto en el
sistema simpático, absorbiendo el ácido y produciendo alcalinidad.
En general, es cierto que la gente dedicada a trabajos de esfuerzo

163
Dr. William A. McGarey

físico no suele padecer úlceras. En cambio, son más propensos a ellas


aquellos cuyo trabajo requiere poca actividad física. La tensión, las
preocupaciones y la frustración, que también provocan úlceras,
pueden darse en ambos grupos, por lo que la hiperacidez causada por
la tensión es un problema común a todos los grupos de personas.
Corregir el estado de desequilibrio del organismo significa mu-
chas cosas. Puede llevarse a cabo simplemente con una dieta o
ejercicios como los tratados anteriormente para hacer el cuerpo más
alcalino y mejorar la eliminación, pues las impurezas del sistema
sanguíneo provocan un trastorno-del flujo linfático que, mencioné-
moslo, tiene una alcalinidad normal. Cuando la linfa se vuelve lige-
ramente ácida, los linfocitos no funcionan bien y la resistencia a la
enfermedad decrece, ya que los linfocitos son los principales defen-
sores del organismo en el torrente sanguíneo. Cayce los llamaba «los
guerreros».
La corrección del equilibrio ácido-alcalino puede exigir un cam-
bio en el sistema de vida. Puede significar la adopción de un nuevo
modo de considerar las cosas, de modo que aporten satisfacción en
lugar de frustración. Siempre hay al menos dos modos de mirar las
cosas. Puede requerir el desarrollo de un cambio total de actitudes.
«Primero, cambie su actitud hacia lo mental y lo espiritual. Luego
haga tales cosas.» Así era como Edgar Cayce solía expresar el prin-
cipio básico, un principio fundamental para recordar y, al propio
tiempo, para poner en práctica.

164
Los remedios de Edgar Cayce

19
Trastornos intestinales

Los intestinos y sus estructuras asociadas están íntimamente re-


lacionadas con los órganos de digestión, pues si no existe un equili-
brio entre asimilación y eliminación, no puede mantenerse durante
mucho tiempo la salud del intestino. Entre las dolencias más comunes
que tendremos en cuenta en este capítulo se encuentra el estre-
ñimiento y su opuesto, la diarrea. La colitis puede ser una situación
más seria que guarda relación con unos inadecuados o, más frecuen-
temente, excesivos movimientos intestinales. La diverticulitis, infla-

165
Dr. William A. McGarey

mación de los sacos que parten de los intestinos, es un problema


común a muchas personas. Por último, trataremos las hemorroides,
que son casi tan frecuentes como el estreñimiento y que a menudo
parecen consecuencia de éste.
Como el intestino en su totalidad es la única gran estructura que
trataremos, no hay demasiadas funciones de que ocuparnos: sólo nos
interesa el funcionamiento de las propias células del intestino, el
suministro de sangre y linfa y las fibras nerviosas autónomas que
dirigen las actividades del intestino en toda su extensión. Sin em-
bargo, pese a su aparente sencillez, y quizá debido a su extrema
importancia para el funcionamiento total del cuerpo, los problemas
del intestino se dan con mucha mayor frecuencia que los de cualquier
otra parte del organismo. Las personas suelen sufrir estreñimientos
crónicos o ataques agudos. La diarrea y las hemorroides son
preocupación frecuente, y no es raro encontrar «fijaciones»
psicológicas con el intestino y su funcionamiento. Los psicólogos
reconocen que los individuos que no expresan sus pensamientos,
sentimientos y emociones suelen quejarse de estreñimiento. Se lo
guardan todo dentro, incluso físicamente, enviando al mundo, en
cierto sentido, el mensaje que son incapaces de expresar verbal-
mente.
Aunque a mis pacientes y corresponsales no les daba más miedo
la corrección del estreñimiento que el uso de inhaladores para acabar
con un resfriado, no cabe duda de que lo primero es más importante,
pues el cuerpo necesita eliminar esas sustancias que consideramos
productos de desecho. De no hacerlo, moriríamos. Además, si el
funcionamiento de esta parte del cuerpo queda afectado de modo
crónico, los síntomas intestinales serán habitualmente los primeros en
aparecer, pero con el tiempo enfermará también el resto del cuerpo. O
bien el trabajo de eliminación se transfiere a otro de los órganos
eliminatorios y éste se ve sobrecargado de trabajo hasta colapsarse, o
bien la acumulación de toxinas y subproductos del metabolismo
influye destructivamente en el funcionamiento digestivo o en el
sistema vascular. Un equilibrio en la salud significa que tanto la
asimilación como la eliminación deben trabajar normalmente. No hay
modo de evitar este hecho.

Diverticulitis

166
Los remedios de Edgar Cayce

Potenciar el intestino y su actividad significa normalizar la pe-


ristalsis (las contracciones musculares ondulatorias) y el aporte
neurológico a los músculos del recto. Significa llevar el necesario
aporte sanguíneo a los tabiques intestinales, normalizar el flujo
linfático a través de los vasos y nódulos linfáticos del intestino y el
mesenterio, o pliegues membranosos que conectan los intestinos con
el tabique abdominal posterior, y limpiar las células estimulándolas
para que respondan con normalidad. Estos objetivos rara vez son
fáciles de alcanzar, sobre todo porque la mente y las emociones están
muy íntimamente relacionadas a las funciones corporales y siempre
resulta difícil cambiar las propias actitudes. Después de todo, llevan
con nosotros mucho tiempo. No obstante, en ocasiones, algunas
técnicas muy sencillas a nivel físico pueden provocar los cambios de
conciencia necesarios, dando por resultado una respuesta tremenda.
Uno de los grandes privilegios de la vida ha sido para mí la
oportunidad de visitar en varias ocasiones a Sarah Hesson, la única
hermana viva de Edgar Cayce. La señora Hesson nos escribió re-
cientemente para hablarnos del uso que hacía del aceite de ricino:
Le escribo para informarle de mi reciente experiencia con las compresas
de aceite de ricino (aunque he de decirle que estoy realmente entregada a este
remedio curativo porque siempre ha producido en mí efectos maravillosos).
Hace un año estaba en el hospital y, a consecuencia de una serie de
radiografías que me hicieron, el doctor Gupton me informó que, aparte un par
de huesos rotos, padecía «diverticulitis», de lo cual debía ser informada. Pues
bien, la semana pasada, una tarde, noté un intenso dolor en el colon, un dolor
muy fuerte, aunque a ratos desaparecía. Me acosté y caí dormida sin hacer
nada para aliviarme. Sin embargo, desperté de madrugada con el mismo dolor
agudo, así que me levanté y me apliqué una compresa de aceite de ricino,
volviendo a la cama a continuación. Tras llevar la compresa encima varias
horas, empecé a notar que la gravedad e intensidad del dolor remitía, y al
mediodía había desaparecido por completo, sin que volviera a presentarse
más. No obstante, durante tres noches seguidas seguí aplicándome la
compresa y después he sido más cuidadosa con mi dieta. Creo que el
resultado ha sido milagroso.

La experiencia nos ha enseñado que la mayoría de los problemas


asociados a la diverticulitis puede controlarse mediante el uso regular
de compresas de aceite de ricino, y modificando gradualmente la
dieta alimenticia aumentando el contenido de productos de alto

167
Dr. William A. McGarey

contenido en fibra vegetal, que normalmente no se recomiendan a los


pacientes con este problema. La diverticulitis (inflamación) y la
misma dolencia sin irritación —diverticulosis— están asociadas muy
frecuentemente al estreñimiento. No he visto nunca pruebas radio-
gráficas de una verdadera desaparición de los divertículos o sacos
después de haber aparecido en escena, pero estoy convencido de que
ello puede suceder. Para ello es imprescindible efectuar cambios
permanentes en el funcionamiento, pensamientos, emociones y estilo
de vida que han dado lugar a la propia aparición de la dolencia. Si se
inicia el camino en esa dirección y se siguen al detalle las
aplicaciones físicas, este cambio en los intestinos puede producirse
en su grado máximo.

Estreñimiento

Muy a menudo, el estreñimiento tiene su origen en la acidez


creada por el sistema asimilatorio del organismo. Según veíamos
anteriormente, los escritos de Edgar Cayce indican que la tensión, los
estados de gran nerviosismo, las discusiones, los desacuerdos, la ira y
otras manifestaciones negativas de la actividad de la glándula supra-
rrenal producen la mencionada acidez en la zona estómago-duodenal.
Cuando existe en el estómago un exceso de acidez, la actividad
linfática se reduce, creando una inactividad hepática; ello conduce a
una menor producción de enzimas y a un consiguiente descenso en la
función digestiva y de asimilación. Ello, a su vez, reduce aprecia-
blemente las fuerzas disponibles para efectuar una eliminación nor-
mal. Así, diversos productos que en otras circunstancias resultan
aceptables para el organismo, se convierten ahora en tóxicos y el
cuerpo se ve sobrecargado de «fuerzas usadas y rechazadas»: los
productos de desecho del metabolismo, los alimentos rechazados por
el cuerpo, las sustancias producidas por el metabolismo alterado, y
los desechos intestinales reabsorbidos por los tabiques intestinales.
Cuando esto se produce, surge una dolencia que provoca un
embolsamiento de materia fecal en el intestino. Esta dolencia recibe
el nombre de estreñimiento.
Debe tenerse en cuenta que el estreñimiento se produce como
resultado de diversos tipos de enfermedad, pero el proceso de desa-
rrollo descrito en el párrafo anterior es probablemente el más común.
Asociadas al estreñimiento casi siempre, y a veces como causas

168
Los remedios de Edgar Cayce

desencadenantes del mismo, se observan diversas presiones y


dislocaciones menores de las regiones cervical, dorsal y lumbar. Una
dieta inadecuada, como puede ser la de carne y patatas, de reacción
ácida, mantenida durante un tiempo considerable, resulta también un
factor importante en la aparición del estreñimiento.
Las consecuencias de esta dolencia suelen ser subestimadas, muy
probablemente porque no se han comprendido en profundidad.
Cuando las toxinas o venenos son reabsorbidos en la circulación, el
hígado pierde progresivamente la capacidad de excretar tales
sustancias, así como la capacidad de segregarías. Generalmente, los
riñones responden a esta menor actividad hepática sobrecargándose
en su función eliminatoria de sustancias tóxicas o improductivas del
cuerpo. Entonces aparecen los síntomas de disuria (orinación
dolorosa y difícil) asociada a inflamaciones de riñón, vejiga y
conductos asociados al sistema renal. La piel y los pulmones —
nuestros otros órganos eliminatorios— son impulsados a un fun-
cionamiento más enérgico para mantener un equilibrio general ra-
zonable en el cuerpo. Inicialmente pueden presentarse halitosis,
dolencias respiratorias y diversos trastornos de la piel. Cuando la
situación se agudiza y se hace más seria, pueden aparecer enferme-
dades graves en los dos sistemas mencionados.
¿Cómo afrontó Cayce este problema? Pues bien, a cada paciente
le indicaba un programa pensado para cada individuo en concreto,
variando ligeramente las medidas a desarrollar y adecuándolas a las
circunstancias personales. No obstante, exponemos ahora un ejemplo
que puede resultar interesante y bastante representativo. Cayce se
refería al sistema nervioso, y decía lo siguiente:

(...) Aquí encontramos que el organismo se ha sobrecargado en gran


manera debido a las PREOCUPACIONES por las cosas que acosan a la
mente del ente; muchas de tales cosas no han llegado a suceder y quizá no se
produzcan nunca, pero en ocasiones llegan a ser tan perturbadoras para el
organismo como si realmente fueran parte de la experiencia.
Esta es la tendencia que produce en el organismo las depresiones que
afectan a las fuerzas nerviosas del mismo.
Ante las dolencias donde se ha observado un descenso de la actividad de
un órgano determinado, es preciso potenciar una mejor coordinación entre el
sistema nervioso cerebroespinal y el simpático, especialmente en la zona de
la novena vértebra dorsal, que se obtiene mediante la relajación de la zona

169
Dr. William A. McGarey

superior de las dorsales y las cervicales inferiores, con ciertas correcciones de


las zonas sacra y lumbar. Estas zonas deben relajarse en forma simétrica,
vértebra a vértebra: es decir, primero la zona desde la novena dorsal hasta las
cervicales y después desde la zona lumbar hasta la sacra. Por último, se
potencia la coordinación de la novena dorsal tanto con la zona cervical cómo
con la zona dorsal superior. Este tratamiento se administrará dos veces por
semana.
Y también iniciaremos, tan pronto como sea factible, la potenciación de
una buena irrigación del colon. Adminístrese un enema, seguido de otro al
cabo de diez días. Después, aplíquese otro enema al cabo de dos semanas.
Después quizá pase un mes antes de administrarse el siguiente. El enema le
puede ser administrado por la misma persona que le aplica las
manipulaciones osteopáticas, ¿comprende?
La noche antes del día en que se va a administrar el enema, aplicaremos
las compresas de aceite de ricino calientes sobre la zona del hígado y del
ciego, es decir, en el costado derecho. Doble la compresa de franela al menos
tres veces, hasta formar una compresa de un groso apreciable, y aplíquesela
con el aceite de ricino durante un mínimo de dos o tres horas. También puede
aplicar sobre la compresa una bolsa de agua caliente o una manta eléctrica
para que mantenga el calor, no en tal medida que produzca un exceso de
irrigación, pero sí lo bastante para tranquilizar y relajar el organismo de
modo que los enemas reduzcan gradualmente este estado pletórico (que
produce presión en el conducto de la vesícula y en la zona hepática por medio
de las fuerzas nerviosas. Las compresas se aplicarán SÓLO la víspera del día
en que vaya a administrarse el enema.
No se incline excesivamente por las propiedades médicas del laxante.
Utilícelo, desde luego, cuando sea preciso. Sin embargo, para USTED que ha
acudido a mi consulta, le aconsejo sobre todo el laxante de sal de frutas. Las
sales Eno son muy adecuadas, y es un producto a base de sales de frutas.

En cuanto a la dieta alimenticia, procure consumir gran cantidad de


alimentos crudos y de zumos de frutas, ingeridos sobre todo en una comida
diaria. El cuerpo le indicará si le conviene más hacer éste por la noche, a
mediodía o cuando sea. No tome alimentos fritos en ningún momento. En
cambio, las verduras son muy convenientes.
1930-1

En otro caso, en que los riñones y el estómago ya estaban afectados por la


reabsorción de desperdicios del organismo, Cayce sugería la leche de bismuto

170
Los remedios de Edgar Cayce

o el elixir de lactato de pepsina, junto con los tratamientos osteopáticos.


Presentamos ahora un consejo que dio en relación a un caso de estreñimiento.

No obstante, deberemos llevar rigurosamente la dieta; conforme cambien


las estaciones del año, será conveniente ir añadiendo más verduras, al menos
una o dos o bien una combinación de ellas en ensalada.
Las sales Eno —una cucharadita cada mañana antes de las comidas
durante cinco días, después una semana de descanso y otros cinco días de
ingestión, repitiendo el ciclo al menos tres o cuatro ciclos o rondas—
contribuirán a la limpieza del organismo y ejercerán una cierta actividad en
los riñones para aliviar y expulsar del organismo las «impurezas».
1191-3

Un muchacho de diecinueve años presentaba celulitis o inflama-


ción de los tejidos debajo de la piel. Cayce daba sugerencias sobre
aplicaciones locales, pero también indicaba la necesidad de una
limpieza corporal por medio de los intestinos: «Como producto
eliminativo, usaremos aceite de ricino, seguido a las cuarenta y ocho
horas de dosis reducidas de Castoria de Fletcher». (670-3.)
Opino que en todos los casos en que se observa una inflamación
grave y el cuerpo está expulsando las toxinas y los restos de células
muertas en el torrente circulatorio, debe potenciarse la eliminación
ayudando al cuerpo a realizar su función adecuadamente. Esto no es
aplicado así por la mayoría de los médicos, sencillamente porque en
las facultades de medicina no se hace hincapié en una fisiología
aplicada de la función, sino en la terapia de la enfermedad.
Para los niños, Cayce suele sugerir la Castoria, un preparado a
base de aceite de ricino. Un niño de seis años venía sufriendo fiebres
intermitentes y «congestión por el canal alimentario». Cayce hizo las
siguientes recomendaciones en este caso:

Existen algunas tensiones producidas en el ciego y en la zona hepática y


motivadas, según observamos, por adherencias.
Aplicaremos primero aceite de ricino en compresas sobre el ciego y la
zona del conducto láctico, a la mayor temperatura que el cuerpo pueda
resistir; en primer lugar, ello sirve para relajar el cuerpo, ¿comprende?

Después, tras dejar las compresas en los sitios indicados durante tres o
cuatro horas (cambiándolas, naturalmente, cuando se enfríen, empezaremos a

171
Dr. William A. McGarey

administrar las dosis reducidas de Castoria de Fletcher para la evacuación de


las fuerzas fecales que provocan la intoxicación del organismo. Este producto
debe administrarse a dosis reducidas; hágalo del modo siguiente: media
cucharadita cada media hora hasta que se produzcan dos o tres movimientos
plenos v completos en el canal alimenticio.
927-1

Al investigar los escritos se hace evidente que uno de los medios


principales para limpiar el organismo es ayudar al canal alimentario a
evitar lo que a menudo se produce en la enfermedad, es decir, la
reabsorción en la sangre de los productos de la actividad vital del
organismo. Es preciso eliminar estos productos de la sangre. A menos
que se mantenga una actividad intestinal normal, los efectos en el
resto del cuerpo pueden ser de largo alcance y, en ocasiones, de suma
gravedad.

Hemorroides

Una de las complicaciones más problemáticas del estreñimiento es


el cambio muscular que denominamos hemorroides, y que se produce
en la abertura anal. Esta dolencia se produce como resultado de un
colapso de la integridad de las venas de la zona anal. Debido a la
tensión, los tabiques de la vena se distienden y, gradualmente, surge
el problema. Resulta difícil tratar correctamente y con éxito una
hemorroide, si se desea obtener una solución médica del problema,
sin acudir a la intervención quirúrgica. La mayor parte de los
pacientes que he tratado de esta dolencia no desean seguir los pasos
recomendados por Cayce. A todos nos resulta difícil modificar los
hábitos de forma permanente, cambiando el sistema de vida, al
enfrentarnos a un problema como las hemorroides, problema del que
no nos gusta hablar y que no parece tan grave. No obstante, tras esos
problemas se ocultan otros, que finalmente tenemos que afron-, tar
cara a cara con nosotros mismos. He aquí los consejos de Cayce a una
mujer de sesenta y dos años que padecía hemorroides:

Respuesta 2: Cambie el estado del cuerpo. Prepare una combinación de


aceites para inyectarlos. Esto puede causar un poco de irritación, pero su uso
regular, una vez cada diez días, bastará para eliminar por completo este
estado. Ponga dos gotas de ácido fénico en una onza de glicerina y mézclelo

172
Los remedios de Edgar Cayce

todo enérgicamente. Añada luego dos onzas de usolina. Remuévalo de nuevo


con energía y utilice a continuación el instrumento adecuado para
introducirlo en el recto. La cantidad de preparado será suficiente para al
menos dos o tres aplicaciones. Este preparado aliviará las tensiones de esa
zona. Sin embargo, es más importante excitar la circulación y las eliminacio-
nes, y borrar las fuerzas tóxicas de la manera indicada. Ello eliminará
también el dolor del duodeno y, a través del canal alimentario, aliviará la
tensión del corazón, el hígado y los ríñones. También la garganta quedará
limpia en la primera serie de aplicaciones al conducto vesicular y la zona del
ciego.
3550-1

Las «aplicaciones» a que se refiere Cayce en este escrito tienen


que ver con las compresas abdominales de aceite de ricino. En otros
escritos, mencionaba también los enemas, baños de vapor con agua
de hamamelis, masajes generales en todo el cuerpo y ciertas precau-
ciones dietéticas. Estas sugerencias, como siempre, van dirigidas a
dolencias específicas del organismo cuando es preciso, pero parecen
dirigidas, por encima de los casos individuales, a la obtención del
equilibrio de las energías, al sistema nervioso y a la circulación
sanguínea de todo el organismo. Una vez más, todo cuanto Cayce
aconseja en sus escritos se refiere al cuerpo en su con junto, pues es
todo el organismo el que debe ser potenciado para que pueda recu-
perar su unidad.
Una recomendación habitual de Cayce para el alivio de las he-
morroides es el ejercicio de extender hacia arriba ambos brazos al
tiempo que se tensan los músculos de la cintura, y doblar luego el
cuerpo hacia adelante. Este ejercicio se repetirá varias veces al día.
Durante esta experiencia se mantendrá de puntillas, lo cual hace más
difícil el ejercicio, y realizará seis flexiones de tronco cada vez.

Colitis

La colitis, uña inflamación del colon, es con frecuencia una en-


fermedad bastante seria. Se presenta tanto en los niños como en los
adultos, y puede ser espástica o mucosa. El problema se presenta aquí
como en el estreñimiento (aunque con distintos resultados), pues
siempre ocurre en conjunción con trastornos linfáticos. Los conductos
lácticos del tracto intestinal, los vasos linfáticos y las placas de Peyer

173
Dr. William A. McGarey

quedan afectados a veces por este trastorno, inflamándose. Cuando se


produce la inflamación de los tabiques intestinales, el propio fluido
linfático suele hacerse tóxico para todo el organismo, y en especial
para el hígado. Dado el efecto tóxico sobre las placas de Peyer y los
conductos lácticos, ambos íntimamente relacionados con el proceso
asimilatorio, el alimento ingerido no puede ser asimilado
adecuadamente, y no alcanza a participar en la reconstrucción de los
tejidos orgánicos.
En cierta ocasión, unos padres llevaron a Cayce a su hijo de un
mes para una consulta (2892), debido a su colitis aguda. La respuesta
fue inmediata y espectacular cuando se le indicó un régimen de
estricto ayuno; dos gotas de glicotimolina tres veces al día, enemas
diarios con un poco de glicotimolina en el agua de la misma (en
ocasiones se mencionaba el aceite de oliva como primer producto a
utilizar en un enema), compresas de glicotimolina en el abdomen,
aplicadas a la temperatura máxima que pueda resistirse y dejadas
sobre la zona hasta enfriarse (quince o veinte minutos) dos o tres
veces al día, una o dos gotas de Castoria cada hora hasta obtener
movimiento cada dos o tres días, y té de azafrán amarillo tomado en
cantidades mínimas durante el día, hecho cada mañana. En apenas
unas horas, el bebé se había recuperado, pero la terapia siguió
adelante hasta conseguir una construcción del cuerpo un poco más
normalizada. Esto parece ser siempre una norma a seguir; no sólo
hacer desaparecer los síntomas, sino intentar devolver al cuerpo su
estado normal.
En todos estos casos, Cayce no recordaba a quienes acudían a
consultarle que adoptaran una mejor actitud hacia lo espiritual, que
meditaran o rezaran cada día, o que realizaran la terapia en una
actitud que aportara unidad mediante la actuación del Espíritu en los
propios tejidos del cuerpo, sino que aparentemente seguía más bien
otra de sus recomendaciones: «Si eres consciente al aceite de ricino,
usa aceite de ricino». A las personas que le solicitaban ayuda, él se la
proporcionaba de un modo que les fuera comprensible. Si el
solicitante seguía las instrucciones con paciencia, insistencia y
coherencia, los resultados positivos acabarían por producirse. Cayce
dijo una vez que hay tanto de Dios en una plegaria como en una
cucharadita de aceite de ricino.

174
Los remedios de Edgar Cayce

Al actuar sobre la colitis de un adulto, las indicaciones son un


poco distintas. La dieta sugerida a una persona afectada por esta
dolencia fue la siguiente:

Evite las carnes. Sólo tomará pescado o aves, y nunca fritos. NINGÚN
TIPO DE COMIDAS FRITAS. Tomará en cambio alimentos constructores
para el organismo, que aporten fuerzas —especialmente muchas frutas y
zumos de fruta—, incluidos zumos de cítricos, naturalmente. Combine un
poco de zumo de limón con zumo de naranja. Muchas ciruelas. Muchas piñas
tropicales y similares. Estos serán los componentes principales de la dieta,
pero habrá más. Absténgase de tomar muchos pasteles. Entran en la dieta las
leches malteadas y similares. No abuse de los dulces y caramelos, aunque de
vez en cuando puede tomarse leche con chocolate, cacao o similares.

2085-1

La recuperación de la normalidad de los nódulos linfáticos signi-


fica seis pasos graduales, según los escritos de Cayce:

1. Descanso.
2. Eliminación del proceso inflamatorio.
3. Equilibrio de la tasa ácido-alcalina del organismo mediante la
potenciación de la actividad de los nódulos linfáticos.
4. Limpieza de los nódulos linfáticos.
5. Equilibrar las eliminaciones y la actividad del hígado.
6. Coordinar la actividad del sistema nervioso.

Ayudas específicas que Cayce recomendaba eran las compresas


de glicotimolina en el abdomen, las uvas concord prensadas y apli-
cadas sobre el estómago durante un período de entre una hora y
media y cuatro horas, el ejercicio moderado al aire libre, el masaje
con aceite alcanforado en el abdomen y la columna vertebral, los
tratamientos osteopáticos y, simplemente, más descanso. También
infusión de ginseng silvestre, una de las principales terapias utilizadas
para la colitis.

Diarrea

175
Dr. William A. McGarey

En Egipto, cuando un turista padece este trastorno se dice que ha


recibido «la maldición del rey Tutankamón». En Arizona, se le llama
«la maldición de Moctezuma». En nuestro Centro de Control de la
Enfermedad de Atlanta, este síndrome podría llamarse «del turista», y
cuenta con un remedio que ha superado las pruebas médicas entre los
niños apaches y entre los jóvenes de los campos de refugiados de
Bangla Desh, zonas y grupos donde la diarrea es un grave problema.
El remedio parece sacado de los ancianos y su sabiduría, pero el
director del estudio, doctor Eugene J. Gangarosa, no divulgó la fuente
en que se basó. El procedimiento es sencillo:

Use dos vasos de los de agua. En el primero, ponga ocho onzas de zumo
de frutas. Añada media cucharadita de miel o jarabe de maíz y una pizca de
sal. En el otro vaso, vierta ocho onzas ilc agua hervida o carbonatada y añada
un cuarto de cucharadita de bicarbonato de sosa.
Para utilizar el remedio, debe tomarse un sorbo de un vaso seguido de un
sorbo del otro, alternándolos hasta acabar ambos
En el número del 20 de agosto de 1977 del Arizona Republic,
Julian DeVries, redactor médico, cita a Gangarosa en su afirmación
de que la diarrea experimentada por los turistas es un modo natural de
expulsar sustancias nocivas. «Detener el proceso mediante fármacos
—decía— es ir contra la naturaleza.» Esta frase parece indicar que los
esfuerzos por tratar al paciente, en lugar de tratar la «enfermedad»,
han invadido por fin uno de los puntos fuertes de la ciencia.

Cayce consideraba importantísima la necesidad de un equilibrio


del tracto intestinal. En ocasiones apuntaba que la diarrea se produce
a consecuencia de la falta de una asimilación adecuada de los
alimentos; otras veces, según él, es debida a la introducción de
sustancias tóxicas, como las que pueden encontrarse en los alimentos
o bebidas que no son normales para el individuo. Sugería la terapia de
aplicación de compresas de aceite de ricino en el abdomen, junto con
vasos de agua a los que se añade una cucharadita de leche de bismuto
y diez gotas de elixir de lactato de pepsina. Se remueve bien el agua y
se toma lentamente, a sorbos. En ocasiones, se sugerían
manipulaciones osteopáticas. En un niño con diarrea, daba la
siguiente sugerencia:

176
Los remedios de Edgar Cayce

Ponga pequeñas dosis de glicotimolina, algunas gotas, en casi toda el


agua que consuma. Este producto es un antiséptico intestinal que reducirá la
inflamación del colon.
2289-6

Tanto en las sugerencias de Cayce como en el régimen de trata-


miento desarrollado en el Centro para el Control de la Enfermedad de
Atlanta, la dieta es primordial. El Centro tiene a sus pacientes en una
dieta muy estricta: bebidas carbonatadas, agua hervida o té, nada de
leche ni alimentos sólidos. El material de Cayce recomienda
igualmente el ayuno de alimentos sólidos al principio, dirigiéndose
gradualmente a un régimen que restringe los almidones y las féculas.
Es lo que denominamos una dieta de reacción alcalina, que
contribuye a potenciar la resistencia de esos trastornos intestinales.
Estoy convencido de que Cayce tenía presentes las placas de Peyer
cuando hacía estas sugerencias, pues estas placas —en el contexto de
los escritos— son zonas curativas, asimilatorias y de control del
equilibrio ácido-base del organismo de singular importancia.
Quizá lo más importante a recordar acerca del intestino y de su
cuidado sea el hecho de que todas las cosas, mecánicas o vivientes,
parecen realizar sus funciones mejor y más normalmente si están
limpias. El cuerpo humano necesita ciertamente la limpieza, tanto del
cuerpo como de la mente, y nosotros podemos potenciar nuestro
estado del ser más de lo habitual si mantenemos adecuadamente el
funcionamiento del intestino delgado, limpiando así el cuerpo en
muchos aspectos.

177
Dr. William A. McGarey

178
Los remedios de Edgar Cayce

20
La vejiga y los riñones

El tracto urinario como unidad forma uno de los cuatro sistemas


eliminatorios del cuerpo humano, siendo los otros tres el hígado y los
intestinos, los pulmones, y la piel. Probablemente puede afirmarse
que los riñones y la vejiga urinaria no funcionarían mal si los demás
órganos eliminatorios se mantuvieran en el adecuado equilibrio. El
problema empieza realmente cuando otras partes del cuerpo empiezan
a influir en la actividad de los riñones y de la vejiga. En ese momento
se produce el inicio real de la enfermedad.
Un estudio de los escritos de Cayce revela que la mayor parte de
los casos de cistitis, o inflamación de la vejiga urinaria, por ejemplo,
están asociados a enfermedades de otras partes del cuerpo. Son muy
pocos los casos en que la cistitis es el único trastorno, o incluso el
trastorno más grave, entre quienes acudieron a consultar a Cayce.
Ello indica la necesidad de mantener una buena salud física general
para prevenir la cistitis.
Es interesante apuntar que Cayce considera la circulación hepática
como relacionada también con los riñones; aparentemente, incluye la
circulación de la vena porta y el suministro arterial al hígado como
residuo de la circulación hepática. La circulación de la vena porta es
el flujo venoso de los órganos de la digestión, que va directamente al
hígado antes de entrar en el sistema venoso y regresar al corazón.
Cayce lo describía de esta manera:

Como un órgano (para un más perfecto conocimiento del cuerpo, pues


esto puede ser discutido por algunos), el hígado y los riñones forman la
circulación hepática. El suministro de sangre al organismo pasa dos veces por
el hígado, y sólo una por el corazón.

179
Dr. William A. McGarey

1140-2

En otros casos, Cayce consideraba que los trastornos en la circu-


lación hepática venían de diversos trastornos funcionales, pocos de
los cuales tienen nombres específicos y concretos en nuestro actual
esquema de nomenclatura médica, por ejemplo, colon descendente
prolapsado, trastornos de los glóbulos rojos sanguíneos, lesiones
cerebroespinales, hígado apático, etc. Y muchos de esos problemas
crean una tendencia a la hiperacidez y posterior irritación o inflama-
ción de la vejiga y otras partes del organismo. Si pueden adoptarse
medidas en una fase temprana del proceso, es mucho más fácil
restaurar la salud sin recurrir a la medicina de crisis, el ideal de todo
programa de salud preventiva. Por desgracia, la necesidad del alma de
aprender trae a menudo por consecuencia la aparición de la
enfermedad en todo su vigor, y debe ser tratada creativamente o bien
debe dejarse que siga su curso.
La clave de la prevención de los problemas del tracto renal reside
en mantener un equilibrio alcalino en los tejidos del cuerpo y en
conservar un estado general de buena salud en todo el organismo. En
otras palabras, ¿ha iniciado usted un buen régimen alimenticio, un
programa de ejercicios físicos, una meditación o plegaria continuada
y una potenciación de sus emociones y actitudes? ¿Estudia usted sus
sueños como guía a la salud? ¿Ha formado en su mente imágenes
visuales o ejercicios autogénicos, o ha impulsado en sí mismo el
aporte de alimento mental constructivo a través de las lecturas o las
visiones? Una vez hecho todo ello, pocos serán habitualmente los
problemas que encontrará en esta área de los órganos eliminatorios.
Cuando el problema se presenta, sin embargo, pueden adoptarse otras
medidas que ayudarán a recuperar la salud:

1. Continúe los esfuerzos preventivos apuntados anteriormente.


2. Ayude a las eliminaciones intestinales mediante el uso de ene-
mas. Pueden ser necesarias otras medidas para mantener regular el
movimiento intestinal, pero esta ayuda a las eliminaciones es impor-
tante para el funcionamiento del riñón y la vejiga.
3. Debe prestarse una especial atención a la dieta alimenticia. En
la cita 3050-1, Cayce decía:

180
Los remedios de Edgar Cayce

(...) No debe haber gran cantidad de carne. Nunca cerdo, salvo en


ocasiones un poco de panceta crujiente. Las carnes deberán ser de ave o
cordero o pescado, no todos los días y nunca fritos.
Las verduras de hojas son preferibles a los tubérculos o bulbos. Una
comida diaria debe consistir en una ensalada, acompañada de algo más. La
ensalada puede llevar zanahoria cruda, lechuga, apio, berros y,
especialmente, hojas de remolacha. Todo debe tomarse crudo y
adecuadamente preparado. Para el cuerpo que tengo delante, será mejor
comer sólidos que zumos, aunque para otros cuerpos pueden ser mejores los
zumos.
En cuanto al pan, utilizar sólo pan de maíz con huevo o pan de trigo
integral. Estos son los preferibles.

4. Pueden precisarse manipulaciones osteopáticas, según las do-


lencias que se observen. En general, las manipulaciones deben apli-
carse en la zona de la novena vértebra dorsal, que lleva al plexo solar,
y a los segmentos lumbar y sacro de la columna vertebral, que
inervan la zona pélvica.
5. En los escritos se apunta la hidroterapia y masaje como méto-
dos de mejorar la circulación, probablemente la circulación hepática
mencionada anteriormente. Las compresas de glicotimolina sobre la
zona púbica, calentadas con una compresa de sal calentada y
colocada sobre la compresa de glicotimolina, ayudan a aliviar ciertas
tensiones.
6. Con frecuencia se menciona en los escritos el té de semillas de
calabaza o un poco de Coca-Cola como purificador de la orina
cuando ésta tiende a ser ácida. En la consulta 3390-1, Cayce decía:
«En la dieta habitual, incluya en ocasiones bebidas como la Coca-
Cola, pero con agua normal, sin gas. Estas bebidas son necesarias
para purificar la actividad de los riñones y la vejiga urinaria». En
cambio, en la consulta 540-11, Cayce sugiere un poco de Coca-Cola
con gas, que puede actuar como el té de semillas de calabaza para
«purificar los conductos de los riñones, reduciendo así las fuerzas e
influencias generales en la zona».

Dentro de los seis puntos anotados arriba debe apuntarse también


el comentario de Cayce a un caballero que padecía de piedras en el
tracto urinario. Al exponer su dieta alimenticia, Cayce le hizo notar
que masticar bien la comida proporciona a la glándula salival una

181
Dr. William A. McGarey

actividad productora de «lácticos», productos alcalinos, al introducir


el alimento en el organismo. Siempre conviene recordar esta norma,
especialmente en los estados en que se da la hiperacidez.

Nosotros también hemos utilizado otro procedimiento especial


como agente contra la irritación de la zona de la vejiga. Después de
someter la vejiga a un masaje completo con una mezcla compuesta de
partes iguales de sebo de carnero, esencia de trementina, esencia de
alcanfor y tintura de benzoína compuesta, se aplica una compresa de
sal caliente en la misma zona, a la temperatura suficiente para poderla
resistir, pero no tan alta que pueda quemar la piel.

Próstata

La próstata es una parte de esa zona general y puede considerarse


una parte de la anatomía de la vejiga y la uretra, pues casi rodea a ésta
a la salida de la vejiga. Nosotros siempre hemos tratado las próstatas
inflamadas mediante masaje con el dedo a intervalos de varios días a
la semana. Las seis sugerencias antes apuntadas son también
beneficiosas para la próstata, pero los ejercicios son especialmente
útiles.

El doctor Harold Reilly es una leyenda en la historia de la vida y


consejos de Edgar Cayce. Muchas veces, Cayce le enviaba pacientes
desde la soledad de su estado alterado de conciencia. Reilly, hoy
octogenario, todavía ofrece cursos de terapia física de nivel superior
repartiendo su tiempo entre Virginia Beach y su hogar en Nueva
Jersey. Dirige también la división de Investigación Terapéutica de la
Fundación Edgar Cayce. Siempre es un placer basarse en sus
utilísimos y sencillos remedios curativos, que pueden resultar muy
beneficiosos en los casos de prostatitis. En una carta a un amigo que
reside en Houston, le sugería darse unos golpes en las nalgas con los
puños cerrados, con bastante fuerza, en tres series diarias de una
docena de golpes cada una. Y, como ayuda adicional:

Acostarse sobre una manta extendida en el suelo (no en la cama).


Doble las rodillas hacia arriba y mueva las nalgas arriba y abajo
golpeando el suelo al caer con cierta fuerza (al principio no demasiada) para
crear una vibración en la región pélvica, cuatro veces al día al principio, y

182
Los remedios de Edgar Cayce

después en dos series de cuatro veces cada una. Después, pasar a dos series
diarias de ocho golpes cada una, aumentando los golpes a uno por semana,
alcanzando los ocho al cabo de un mes.

Esta cita es de Reilly, no de Cayce.


Otro ejercicio resultante de los mismos escritos de Cayce es:
póngase erecto. Levante poco a poco las manos hasta llevarlas en-
cima de la cabeza, póngase de puntillas e intente permanecer en esta
posición. Contenga la respiración hasta que empiece a recuperar la
posición inicial, exhalando el aire gradualmente, mientras vuelve a la
posición de firmes con las manos a los costados.

Retención urinaria

Evidentemente, hay muchos modos de proporcionar salud al


cuerpo. Las dos distintas soluciones al problema de la retención
urinaria son un buen ejemplo. Y, según veo que se suceden las cosas,
recuerdo siempre la admonición de Cayce respecto a que curar es
traer la conciencia de lo Divino a la conciencia de las fuerzas que
actúan en el cuerpo. Es un principio terapéutico, y no un específico
concreto, lo que ocupa el lugar primordial al referirnos y tratar el
cuerpo humano.
Un hombre que padecía ataxia locomotriz acudió a la consulta en
1930. Le resultaba imposible evacuar y, por alguna razón, quienes le
atendían no eran capaces de aplicarle los catéteres. Cayce consideró
este caso como una tendencia a crear una constricción del cuello de la
vejiga, y ofreció la siguiente información:

(...) Actuaremos de la siguiente manera, además de aplicar las compresas


que han ayudado a los riñones pero que no han terminado de aliviarlo del
todo.
Meter en la boca un pedazo de resina, del tamaño de un guisante. Dejarla
disolver, o masticar un poco y tragarla una vez transformada con las
reacciones salivares, al tiempo que se mantiene o guarda otra parte en la
boca. Preparar también aproximadamente una cucharada de sebo de cerdo
puro con una cucharadita rasa de esencia de trementina y aplicarlo sobre un
paño o cataplasma y mantenerlo caliente sobre el cuerpo, encima del cuello
de la vejiga urinaria. Eso aliviará la presión al instante.
2504-9

183
Dr. William A. McGarey

Trece años después, una mujer informó que había conocido ese
consejo en concreto. Su padre se había lesionado en una caída y se
hallaba en grave estado e incapacitado para evacuar, por lo que ella le
había recomendado masticar una bola de resina en la boca; el
resultado fue el mismo alivio que el experimentado por el caso 2504,
y se produjo casi de inmediato.
Algunas de mis experiencias más interesantes proceden de la
generación de los mayores. Hay un paciente en concreto que no actúa
en absoluto como se supone que debería hacerlo a sus ochenta y dos
años. Sigue trabajando en activo, guiña los ojos continuamente,
mientras sonríe, y está claramente interesado en mantener su buena
salud. Un sábado por la mañana fue incapaz de vaciar la vejiga. La
retención aguda no remitió pese a sus intentos de abstenerse de
ingerir agua, de tomar agua en exceso y, por último, de beberse un
par de cervezas, que transformaron su experiencia en algo sumamente
doloroso. Finalmente, según me contó, decidió utilizar la terapia por
digitopuntura que había conocido en un libro. Todo, menos acudir a
mí o al servicio de urgencias. Para él, aquello significaba el hospital,
la cirugía, y no estaba dispuesto a someterse a eso. En consecuencia,
empezó a aplicarse masajes digitales en los tobillos, entre el maléolo
y el calcáneo. Según dijo: «No les di masaje una sola vez. ¡Me estuve
frotando los tobillos medio día!». De pronto, sintió la urgencia de
orinar y procedió a evacuar casi un litro de orina. Casi cuatro días
después de ello le miré la próstata y la tenía normal, pero me dijo que
su flujo de orina era mejor de lo que había sido desde su juventud.
Todavía no sé cuál fue la causa de la retención urinaria, pero desde
luego no fue una infección.
Un aspecto interesante de este relato es que las zonas del tobillo
en las que se aplicó el masaje están repletas de puntos de acupuntura
pertenecientes a los meridianos tanto renales como de la vejiga, e
indudablemente trabajó el punto 7 del riñón, que es el punto de
tonificación de ese meridiano y es utilizado cuando se produce la
retención de orina. Este tipo de masaje ha resultado ser muy benefi-
cioso para cierto número de nuestros pacientes a lo largo de los años,
pero en algunos casos no tuvo éxito en el alivio de la retención
urinaria. Un hombre de sesenta años con la próstata aumentada de
tamaño se dedicó intensamente a esta terapia, pero le fue necesaria la
colaboración de nuestro consejero en temas de urología, que llevó a
cabo la resección transuretral indispensable en su caso.

184
Los remedios de Edgar Cayce

El masaje se aplicaba en todos estos casos a la zona del tobillo,


entre el hueso calcáneo y los maléolos, y la respuesta resultaba casi
siempre esperanzadora si se realizaba una aproximación lo bastante
constante e insistente al problema. Recientemente he recibido otra
carta de una amiga íntima de uno de nuestros pacientes, que nos
relataba la historia de un episodio de retención de orina. «Había
padecido una infección de vejiga durante un mes hasta que llegó un
punto crítico en que era totalmente incapaz de evacuar, por lo que fui
llevada a la sala de urgencias e ingresada posteriormente como
paciente, dependiendo totalmente de los catéteres». Durante nueve
días, se le administró medicación, se le sometió a cateterización y
estuvo en consulta con un urólogo, un neurólogo, un internista y un
psiquiatra. Todas las opiniones llevaban en la misma dirección, por lo
que fue operada de nuevo para aplicarle un catéter de Bonomo,
introducido a través de una abertura suprapúbica. La mujer utilizó
este catéter durante seis días, sumida en una cada vez más profunda
depresión, hasta que su amigo le explicó el asunto del masaje.
Seis horas de masaje en los tobillos (y después en otros puntos) le
produjeron el primer flujo espontáneo de orina. Entonces, la mujer
prosiguió los masajes con gran fe.

(...) y cada día que pasaba era capaz de evacuar con menos dolores y
menos tensión. Mientras tanto, el doctor me decía que drenara la orina
residual por el catéter y la midiera tras cada evacuación. Cuando las
cantidades residuales fueron menos de dos onzas para un período de
veinticuatro horas, me quitó el catéter (cuatro días después de haber iniciado
la terapia por digitopuntura) v día a día fui sintiéndome mejor. Hoy, tres
semanas después, evacúo con normalidad y sigo la medicación, pues mi
índice de sedimentación sanguíneo es elevado y todavía noto cierto malestar
en la zona de la uretra cuando evacúo. Yo diría que estoy bien al 93 por
ciento.

La acupuntura no aparece mencionada en ninguna ocasión en los


escritos de Cayce. Quizá se deba a que no había nadie a su lado para
administrar tratamientos de este tipo. No obstante, siempre he
mantenido que cualquier terapia, si se administra en el entendimiento
y la esperanza en la naturaleza espiritual del hombre, se convierte en
una fuerza constructora y constructiva. Sin embargo, el paciente tiene
que convertirse en parte de ese proceso. En línea con ese concepto, la

185
Dr. William A. McGarey

cirugía, la terapia por rayos X, los medicamentos, la terapia física, la


oración y la imposición de manos producen en el cuerpo una
conciencia que clama por la curación.

Cálculos renales

La información de las lecturas de Cayce sobre los cálculos de


riñón no ha sido suficientemente investigada o utilizada, pero hay
puntos de información que nos permiten tener una visión del proceso
y su resolución.
Un individuo que al parecer estaba expulsando una piedra (o
intentándolo) recibió el consejo de añadir un cuarto de litro de
esencia de trementina en un litro y medio de agua caliente. Después
había que meter paños en esa solución, sacarlos, escurrirlos y
aplicarlos al bajo abdomen, cambiándolos muy a menudo. Cayce
continuaba así:

Observamos que la aplicación de esencia de trementina sobre la zona


según se indica ofrecería un medio de producir la desintegración del cálculo
hasta el punto de que se posibilite 'su expulsión sin más fuerzas operativas,
debido a la propia naturaleza de las influencias penetrativas de la trementina.

843-5

Mucho de cuanto ya se ha dicho al referirnos a soluciones para los


problemas del tracto urinario cabe aplicarlo también a las piedras del
riñón. Según afirman los escritos de Cayce, la mayor parte de los
cálculos pueden disolverse sin necesidad de cirugía, aunque todavía
no existan datos y estadísticas clínicas que sostengan teóricamente tal
observación.

Nefritis

Utilizando acupuntura —así como otras diversas terapias— he


observado a dos individuos diferentes (ambos varones de menos de
treinta años y afectados de nefritis o inflamación de los riñones)
recuperar la normalidad tras haber alcanzado un grado de gravedad tal
en su función renal que, en opinión de los especialistas que les
atendían, resultaba inevitable la diálisis. Tras aplicación de acupun-

186
Los remedios de Edgar Cayce

tura, las pruebas en laboratorio de sangre, urea, nitrógeno y creati-


nina volvieron a sus valores normales. Siempre resulta difícil decir
qué es lo que devuelve la normalidad a un cuerpo enfermo cuando se
utilizan diversas modalidades terapéuticas a la vez. Sin embargo,
intentar definir una de ellas sería como querer valorar cuál de los
jugadores de un equipo de baloncesto es el fundamental para hacerles
a todos campeones. ¿Es en realidad un individuo, o quien verda-
deramente cuenta es el conjunto de todos ellos? Quizá la misma
pregunta cabe hacerse en cuanto se refiere a la curación del cuerpo
humano, pues son muchas las fuerzas fisiológicas que actúan y, o bien
cooperan entre ellas y coordinan su actividad, o nunca podrán ganar el
campeonato del cuerpo sano.

187
Dr. William A. McGarey

188
Los remedios de Edgar Cayce

21
La piel

La epidermis que cubre el cuerpo humano es al mismo tiempo


necesaria, conveniente, con frecuencia hermosa y, desde luego, el
mayor órgano del cuerpo en tamaño. También es centro del mayor
número de dificultades, probablemente porque da al exterior y, por
tanto, es la parte más fácilmente afectada por las agresiones externas.
La piel es la primera línea de defensa del cuerpo, y repele las lesiones
casi siempre. Nuestras actitudes y emociones la afectan cuando menos
lo sospechamos. También la perjudica o beneficia enormemente el
tipo de dieta alimenticia que sigamos, y responde a los problemas
eliminativos abriéndose de muy diversos modos. Produce verrugas,
llagas, cánceres y una serie de otras particularidades no identificadas
que frecuentemente deben ser objeto de tratamientos de primeros
auxilios.
Un miembro de la ARE me escribió contándome que tenía un
gran lunar en el cuello, justo donde le irritaba el cuello de la camisa.
Se aplicó aceite de ricino en una tirita protectora adhesiva y, tras
sucesivas aplicaciones, el lunar empezó a disminuir de tamaño. «Se-
guí el mismo tratamiento —informaba el hombre— y a finales de la
segunda semana el lunar se había secado por completo, dejando una
pequeña huella y un trozo de piel desescamado. Al cabo de pocos días
desapareció todo rastro y desde entonces no ha vuelto a aparecer.»
Otro intrépido buscador de la salud tenía una verruga en la planta
de cada pie. Adoptó unas sugerencias de los escritos de Cayce y se
aplicó ácido clorhídrico en las verrugas, pero éstas no hicieron sino
aumentar de tamaño. Entonces, en una visita a la biblioteca ARE de
Virginia Beach, hizo ciertas investigaciones en otros escritos de

189
Dr. William A. McGarey

Cayce y advirtió la presencia de sugerencias sobre la esencia de


alcanfor y el bicarbonato de sodio. Dos semanas de tratamiento diario
en las verrugas, que ya habían alcanzado un diámetro de dos
centímetros y medio, las hicieron desaparecer casi por completo. El
hombre tenía también una lesión en la piel en forma de cono de medio
centímetro de diámetro, que en mi opinión debía ser un epitelioma,
situado en la mejilla izquierda. Utilizando la misma combinación que
había usado en las verrugas de la planta del pie, la excrecencia se
redujo de tamaño, pero no desapareció. Cuando interrumpió el
tratamiento, el epitelioma reapareció, así que el paciente probó a
humedecer bicarbonato en aceite de ricino, usando tiritas adhesivas
para mantener la mezcla en la mejilla. Al cabo de dos semanas, la
excrecencia se redujo a un pequeño bulto blanco. Tras seguir
aplicando la mezcla de bicarbonato y aceite de ricino en forma de
masaje sin tiritas protectoras, la piel terminó por recuperar la
normalidad al cabo de unos dos meses.
Uno de nuestros médicos cooperantes, Eileen O'Farrell, nos
informó de que había obtenido éxito en el tratamiento de las verrugas
mediante la simple aplicación de atomidina; y de los escritos de
Cayce surge esta interesante observación:

Pregunta 7: ¿Qué puedo hacer con el lunar del cuello, en el que el médico
me puso un poco de ácido para eliminarlo?
Respuesta 7: Nada de momento. Cuando las propiedades sugeridas
empiecen a tener efecto y se produzcan ajustes en la circulación, veremos que
éstos eliminan gradualmente las dolencias.
Podemos empapar algo suave en una combinación a partes iguales de
sebo de carnero (fundido), esencia de trementina y esencia de alcanfor; se
procurará aplicar esta mezcla más alrededor del lunar que sobre el mismo,
para que así sea absorbido el lunar por efecto de las propiedades mediante las
radiaciones, ¿comprende?
2426-1

En los escritos de Cayce, la dermatología se convierte en algo


muy distinto a lo que me enseñaron en la facultad de Medicina.
Ahora veo la piel como un órgano eliminativo y protector, una unidad
que debe coordinarse con los demás órganos eliminatorios —
pulmones, riñones, hígado, intestinos— para que sigan en estado sano
y capacitados para realizar su trabajo. La piel tiene conciencia, como

190
Los remedios de Edgar Cayce

las demás partes del cuerpo, y desea realizar su papel de un modo útil
y creativo. No obstante, está afectada por la alimentación y por unos
impulsos neurológicos aberrantes que con frecuencia precisan una
terapia manipulativa para su corrección. Al mismo tiempo, es una
parte importante de la estructura del cuerpo al presentar al mundo
exterior un relato simbólico de lo que está sucediendo en el mundo
interior y en la conciencia de la persona. Dado que la piel es un
reflejo de lo que está sucediendo en otras partes del organismo, así
como del ambiente externo, podemos suponer acertadamente que
responderá a los tratamientos terapéuticos dirigidos a otros órganos o
a otras funciones, además de a los remedios que se le apliquen
localmente.

Acné

El acné, la plaga de los jóvenes, tanto chicos como chicas, está


causado según los escritos de Cayce por un engrosamiento de los
tabiques intestinales, lo que motiva la contaminación de la sangre que
riega tales tabiques y la piel. Aunque no se ha determinado con
precisión si este problema se inicia por las emociones o se debe a la
herencia, sí queda claro que el bloqueo del sistema nervioso autó-
nomo es en parte la causa de dicha dolencia, y frecuentemente se
hace preciso el tratamiento manipulativo osteopático. También es
cierto que la dieta se convierte en un factor importante entre las
causas del acné, y la dieta alimenticia se convierte en una recomen-
dación constante en los escritos, como lo es para los individuos que
he tratado en mi consulta por problemas de acné.
A menudo, en un esfuerzo por contribuir a la regeneración de los
tabiques intestinales engrosados, receto una cucharadita de una
mezcla preparada quizá con una cucharadita de sales de Rochelle, una
de azufre y una de crema de tártaro, muy bien mezcladas,
preferiblemente con un mortero y su correspondiente mano. Esta
mezcla debe ingerirse una vez al día, antes de la comida, con un vaso
de agua. Tras un período de dos o tres semanas, indico al paciente la
conveniencia de algunos tratamientos osteopáticos.
Un tratamiento sencillo y muy eficaz para el acné consiste
simplemente en aplicar aceite de ricino en las partes afectadas de la
piel antes de acostarse cada noche. Yo sugiero siempre, también, un
cambio en la dieta alimenticia pero, aunque esto no se siga

191
Dr. William A. McGarey

seriamente, el aceite de ricino ayuda mucho. Quizás en este caso sea


el drenaje linfático —potenciado por el aceite de ricino— lo que
proporciona la terapia.
La dieta que yo sugeriría debe estar libre de los elementos que
puedan causar problemas de piel. Advirtiendo que siempre hay
excepciones en toda regla, recomiendo las siguientes:

1. Tome un pastel de levadura o un paquete de levadura seca y


mézclelo con ocho onzas de zumo de tomate. Puede añadir otros
zumos si lo desea. Un chorrito de zumo de lima o salsa
Worcester añade algo de sabor a la mezcla. Tome ésta una vez al
día durante diez días. Luego suspenda la ingestión durante una
semana, y repita el proceso.
2. Consiga un poco de jarabe de Coca-Cola en una de las máquinas
de servir esta bebida. Ingiera una cucharadita de jarabe en un
vaso de agua sin gas, una o dos veces al día.
3. No tome chocolate, azúcar, helados, pasteles o caramelos.
4. No tome bebidas carbonatadas, ni siquiera las dietéticas. Abs-
téngase de cervezas o tónicas.
5. No consuma carne de cerdo. Está permitido, sin embargo, tomar
alguna loncha de panceta frita crujiente.
6. Limite las féculas a una comida al día, trátese de pan, arroz,
patatas, espagueti, maíz, etc. No tome pan blanco.
7. No tome comidas fritas, ni siquiera patatas fritas o similares.
8. Las verduras le convienen. Tome muchas ensaladas, sopas ve-
getales y verduras cocidas. Se pueden aliñar las ensaladas.
9. Son beneficiosas las frutas propias de cada estación, salvo la
manzana cruda, las fresas y los plátanos.
10. Carnes: recomendamos especialmente el cordero, las aves y el
pescado. La ternera sin grasa también se admite.
11. Puede tomar leche (descremada), huevos y queso.

Verrugas

Las verrugas del cuerpo humano crean a veces un problema


grave en aquellas personas que parecen especialmente susceptibles.
Desde hace décadas se sabe que en las verrugas se encuentran pre-
sentes varios virus, lo que ha llevado a mucha gente a considerar
estos virus como la causa de esa dolencia. Sin embargo, nadie ha

192
Los remedios de Edgar Cayce

podido explicar con claridad el origen o destino de los virus y si éstos


realmente provocan el problema, o bien si son producto de tal
problema.
En los escritos de Edgar Cayce se describe un cuadro de las
verrugas absolutamente distinto: un cuadro que parece decir que las
verrugas surgen debido a procesos vitales que se han desviado de la
normalidad y que necesitan corrección:

Es la acumulación de fuerzas celulares intentando actuar cada una por su


lado. O, según lo vemos, cada átomo del cuerpo es un universo completo o
un elemento en sí mismo. O se coordina, o crea fuerzas destructoras al ver
expulsada del organismo su actividad por medio de la acción del sistema
eliminatorio; y cuando se acumula, reúne todo eso a su alrededor y no es
absorbido. Por eso nos aparecen lunares o verrugas.
759-9

Puede observarse que la conciencia humana tiene mucho que ver


con la formación de verrugas así como de su eliminación del
organismo. Al propio tiempo, todo el sistema inmunitario está rela-
cionado, en su actividad y en su respuesta, con la conciencia del
propietario del cuerpo. ¿Cómo podríamos, si no, explicar la curación
de las verrugas mediante hipnosis, o mediante el contacto con una
persona especial, o por simple sugestión, o en lo que denominamos
«remisión espontánea»? Todo esto ha sucedido, ciertamente, y de ello
han informado las publicaciones médicas.
Mi propio hermano, John, tenía un problema de verrugas. Su hijo
le había estado insistiendo para que utilizara el aceite de ricino, pero
en mi familia, al parecer, cada uno tiene que seguir su propio impulso
creativo en cuanto a métodos para recobrar la salud. Por ello, John
reflexionó un poco recordando lo que habíamos hablado del yodo
como agente curativo y decidió utilizar tintura de yodo en las
verrugas. Se aplicó varias veces un sencillo apósito de yodo en los
puntos de las verrugas y al cabo de poco tiempo éstas habían
desaparecido. De hecho, hay muchos métodos distintos de eliminar
estas molestas excrecencias.
Recientemente, encontré en una carta de una de nuestras pacientes
un pedazo de piel con un lunar pigmentado, envuelto en una capa de
plástico. Mi corresponsal indicaba que, una noche, aquel gran lunar
que su esposo había llevado en la espalda desde que la mujer le había

193
Dr. William A. McGarey

conocido pareció haber aumentado de tamaño. El médico internista


del matrimonio les indicó que no era preciso extirparlo
inmediatamente, pero que deberían vigilar su evolución con mucho
cuidado. Poco después, una noche, según explicaba la mujer:

De pronto, tuve el impulso de aplicar aceite de ricino en el lunar,


cubriéndolo con una tirita adhesiva empapada en el aceite. Don consideró que
sería un experimento interesante, aunque ninguno de los dos recordábamos
que Cayce hubiera dicho nada de los lunares y el aceite de ricino. Proseguí el
tratamiento hasta el 13 de abril, fecha en que Don se ausentó de la ciudad
varios días por motivos laborales. La última noche antes de irse, advertí que la
tirita adhesiva seguía intacta y sugerí que volviéramos a nuestra atención
diaria al lunar. Al quitar la tirita, advertí que el lunar tenía los bordes sueltos.
Alcé uno de los extremos y el resto, todavía pegado a la piel, saltó en seguida.
Debajo, apareció una capa de piel sana, rosada e intacta.

Todo el proceso abarcó un período de veinte días. El espécimen


patológico llegó a mis manos un par de días después. El informe de
laboratorio indicó que el lunar contenía melanina, como es típico en
estas formaciones, y que no existía rastro alguno de neoplasia o tu-
moración.

Cicatrices

Las cicatrices son mencionadas con bastante frecuencia en los


escritos de Cayce. Éste sugería diversas combinaciones de trata-
mientos: aceite de oliva y tintura de mirra alternada con aceite
alcanforado; aceite alcanforado solo; aceite alcanforado, agua de
hamamelis y aceite mineral (como en el tratamiento del acné); aceite
alcanforado, lanolina y aceite de cacahuete; manteca de cacao y
aceite de oliva; compresas de sales de Epsom seguidas de frotamien-
tos de manteca de cacao, y aceite de oliva y aceite alcanforado a
partes iguales, por mencionar sólo algunas. Debe apuntarse también
que, en los tiempos en que Cayce ofrecía sus sesiones de consulta, el
aceite alcanforado se realizaba con aceite de oliva y un poco de
alcanfor puro, mientras que hoy día se elabora principalmente con
aceite de semillas de algodón.
Cayce estableció, en el caso 487-17, que «todo tejido cicatrizado
limita la salud física general del organismo», y recomendaba cons-

194
Los remedios de Edgar Cayce

tantemente medidas como las enumeradas para la eliminación de las


cicatrices. La eliminación fisiológica se produce a través de los siste-
mas eliminatorios del cuerpo, poco a poco, pero debe realizarse en
orden y concierto. Esto quedaba apuntado en sus escritos de forma
muy directa:

(...) No rompa los depósitos del tejido cicatrizado, o depósitos de calcio,


más de lo que puede conseguirse regular o naturalmente mediante el aumento
de las eliminaciones; es decir, no rompa más tejido cicatrizado del que puede
ser eliminado por el cuerpo. Este tejido debe eliminarse no sólo a través del
sistema respiratorio y espiratorio, sino también a través del canal alimentario.
Tras cada período de utilización de compresas y sales de Epsom, dar masaje
alrededor del pie con manteca de cacao y provocar gradualmente los cambios
que produzcan una mejor posición de las zonas estructurales del pie, el
empeine y las bolsas del tendón de Aquiles.
4003-1

Hemos observado resultados altamente satisfactorios cuando el


paciente se compromete a utilizar la loción para las cicatrices en
forma paciente y continuada durante un período de tiempo suficiente.
Sin embargo, nunca hemos obtenido resultados como los conseguidos
por una de nuestras corresponsales, que sufrió un accidente de esquí
en enero de 1972. La rodilla sufrió un desgarramiento de cartílagos,
que le fueron extirpados un mes más tarde en una operación
quirúrgica. El dolor en la zona afectada siguió siendo intenso durante
las seis primeras semanas tras la operación, y después fue
decreciendo poco a poco. Un año de tratamiento terapéutico de
recuperación le permitió flexionar la rodilla a noventa grados, aunque
la paciente notaba que tenía mucho tejido «duro» alrededor de la
articulación de la rodilla afectada.
En octubre de 1973 empezó a utilizar un preparado para las
cicatrices compuesto de un 80 por ciento de aceite de oliva alcanfo-
rado, un 18 por ciento de aceite de cacahuete y un 2 por ciento de
lanolina. Aunque al principio nuestra comunicante sólo se aplicaba la
mezcla en las cicatrices quirúrgicas, una noche, antes de acostarse,
decidió utilizarla sobre la zona completa de la rodilla. Cuando lo
hizo, según informó, notó que la rodilla se le ablandaba en las zonas
de tejidos duros. Al día siguiente repitió el proceso y apreció que la
rótula recobraba la movilidad y los tejidos alrededor se ablandaban.

195
Dr. William A. McGarey

Al tercer día de este tratamiento advirtió que la rodilla tenía ya un


tamaño normal y que era capaz de flexionarla normalmente, igual que
la pierna no lesionada. El dolor y la rigidez habían desaparecido por
completo y podía mover la rodilla con toda normalidad. Esta mejoría
se mantuvo y se produjo la recuperación total.
La fórmula más común de la composición de esta loción para las
cicatrices es, sencillamente, dos onzas de aceite alcanforado, media
cucharadita de lanolina disuelta o fundida y una onza de aceite de
cacahuete. Se ha sugerido la utilización diaria del aceite hasta que la
cicatriz se haya hecho tan débil que no pueda apreciarse. Un relato
que recibí de una muchacha de Cedar Rapids habla del uso de esta
loción en una cicatriz quirúrgica:

Empezamos a administrar esta loción a mi hermana de quince años, que


tenía una cicatriz de 15 por 3 cm en la espalda como consecuencia de una
intervención quirúrgica, el pasado verano. Durante los tres primeros días de
aplicación, un agujero que había dejado un catéter en la cicatriz se llenó
rápidamente de tejido o piel nueva, a pesar de que hasta entonces los
progresos curativos se habían producido de manera muy lenta. La cicatriz
aparece ahora algo más pequeña pero —algo aún más importante— está
perdiendo su blancura y se asemeja cada vez más a la piel normal, tanto en
color como en textura.

Envenenamiento de la sangre

Cuando yo era pequeño, la linfangitis y la celulitis eran denomi-


nadas «envenenamiento de la sangre». Recuerdo lo terriblemente
asustados que se sentían mis padres ante la posibilidad de que apa-
reciera en la familia tal dolencia. Russ Simondson, un antiguo amigo
mío, encontró excelentes respuestas a una sugerencia de Cayce sobre
la linfangitis. Allí donde unas vetas rojas señalan los canales
linfáticos gravemente infectados por una herida —habitualmente en la
mano, el pie, el brazo o la pierna—, Russ utiliza una compresa de sal
humedecida en esencia de trementina con la que cubre la zona, atada
a la extremidad correspondiente. La compresa no debe cubrir la
herida en sí, ni tampoco toda la extensión de la linfangitis. Es
preferible colocarla a cinco o seis centímetros de la herida, entre ésta
y el corazón. Russ afirmó que una compresa de ese tipo no sólo

196
Los remedios de Edgar Cayce

eliminaba las vetas rojas que denominamos linfangíticas, sino


también la celulitis original o la inflamación origen de la herida.
Las picaduras de abeja también pueden tratarse del mismo modo
que la linfangitis. No debe cubrirse con la compresa el punto de la
picadura en sí, sino que se colocará, como en el caso anterior, en las
proximidades de la picadura, a unos centímetros de ésta.

Prurito

El excelente resultado experimentado en el caso que ahora ex-


ponemos puede haberse debido a una terapia múltiple, o quizá sea
únicamente el efecto producido por una continuada aplicación de
paciencia. O incluso puede que se deba simplemente al agua de olmo.
Probablemente no lleguemos nunca a conocer la auténtica causa, pero
la respuesta es indudablemente un factor de gran importancia para
hacer de la vida una experiencia realmente agradable para una
muchacha de diecisiete años. La protagonista tenía quince años
cuando fue llevada a la consulta de un médico cooperante de la
División de Investigación Quiropráctica de la Fundación Edgar
Cayce. Presentaba un prurito (escozor) generalizado e intenso aso-
ciado a una dermatitis crónica, y había estado al cuidado de varios
especialistas toda su vida. El programa terapéutico prescrito para ella
consistía en una dieta alimenticia estricta que evitaba carnes, leche,
productos lácteos, cereales, féculas y dulces. Se le administró té de
azafrán regularmente y se le aplicaron tratamientos manipulativos
normales. Al cabo de tres meses, no presentaba ninguna mejoría. Los
padres, a petición del doctor, visitaron la clínica, donde se les sugirió
que añadieran agua de olmo (corteza de este árbol en agua).
Transcurrieron otros cinco meses con altibajos, pero se notó una
mejoría general. Hoy, tras otro año con el mismo régimen alimenticio,
la madre escribe que «nuestra hija puede llevar una vida casi normal y
ha mejorado mucho».
En los escritos, hay un caso de un hombre de cuarenta y ocho
años (437-7) que padecía un prurito constante e intenso desde hacía
varias semanas. Entre las causas se enumeraba un adelgazamiento de
los tabiques del yeyuno, una parte del intestino delgado, debido a la
falta de «reacciones» adecuadas. La dolencia resultante era una
confusión, por decirlo así, del suministro sanguíneo que recorre los
tabiques intestinales. Ello, a su vez, producía un trastorno en la

197
Dr. William A. McGarey

circulación y una irritación subcutánea que se interpretaba como un


escozor. En pocas palabras, era un problema de eliminaciones. Se
sugirió una dieta, junto con pequeñas cantidades de aceite de oliva
por vía oral y algunas aplicaciones locales, así como reajustes
osteopáticos.
En un nuevo escrito, los dos primeros párrafos son de especial
interés en cuanto a la causa del prurito. El sujeto del caso, un joven de
veinticuatro años, se quejaba de un escozor intratable la mayor parte
del tiempo, y que había sido un auténtico rompecabezas para los
médicos:

Según lo vemos, hay unos trastornos en los procesos químicos del cuerpo
debido a la falta de eliminaciones o drenajes adecuados repartidos por todo el
cuerpo de modo que las sustancias tóxicas, que deberían ser expulsadas por el
canal alimenticio o mediante la actividad de los riñones y la vejiga, son
eliminadas por el sistema respiratorio.

Estas actividades en el organismo producen unos cambios químicos, y


éstos producen presiones en zonas de la columna donde se han formado unas
lesiones menores, especialmente en las zonas desde la primera vértebra
dorsal, o primero la tercera cervical, después las dorsales superiores y la zona
de la novena dorsal.
5157-1

Emociones, sexo y piel

Las emociones, el sexo y la piel tienen relación. Una paciente mía


padecía un caso crónico y rebelde de inflamación seca de la piel, o
eccema, que existía paralelamente a una relación amorosa insatis-
factoria y, en ocasiones, tormentosa. La mujer había agotado prác-
ticamente el surtido de medicinas de la farmacia, varias clínicas,
muchos dermatólogos y todo tipo de literatura sobre nutrición, sin
ningún éxito. En palabras de ella misma:

Así pues, durante estos cuatro años mantuve una relación bastante
irregular con un hombre. Y cuando rompimos y me alejé de él, el eccema
pareció disminuir. (...) Sin embargo, he aprendido una cosa. No se debía a él
personalmente, sino a mis emociones confusas sobre la relación sexual.

198
Los remedios de Edgar Cayce

Cuando me ponía en tensión al hacer el amor, las manos prácticamente «se


hacían» un gran eccema al cabo de un par de días.

Cayce tenía muchas cosas que decir acerca de este tipo de rela-
ciones. En una lectura, sugería que el paciente, un ingeniero de
cuarenta y cuatro años, leyera y estudiara el Exodo y el capítulo 30
del Deuteronomio (aplicado en los términos del salmo 23), y también
le recomendó ciertos tratamientos terapéuticos físicos muy in-
teresantes. La advertencia final de Cayce al término de la lectura fue:

Según vemos, en el organismo hay trastornos. Muchos de ellos, sin


embargo, están ligados a la naturaleza emocional del cuerpo. Y aquí
encontramos uno de los estados que gran número de cuerpos deben evitar: la
abertura de los centros en el cuerpo espiritual sin dar a éstos la dirección
correcta, lo cual puede llevar al naufragio del cuerpo físico y, en ocasiones,
mental. Debes conocer dónde vas antes de iniciar el análisis de los entes
espirituales, mentales y materiales.
Esto no significa menospreciar la búsqueda de conocimiento, ni tampoco
aconsejar a los individuos —o individuo— a buscar el conocimiento. Pero el
conocimiento sin el uso del mismo sigue siendo, como siempre, un pecado.
¡Y ten la seguridad que tus pecados te descubrirán!
Aquí tenemos un cuerpo emocional versado en el estudio de la
meditación, el estudio de la transmisión del pensamiento, con la facultad de
controlar a otros.
No controles a otros, ¿no ves que Dios te controla sin que tu voluntad
pueda hacer nada? ¿Qué serías, qué habrías sido sin Él?
Sino que tú has sido hecho a imagen de tu Creador, para ser Su
compañero, no por encima de los demás, sino compañero de tu hermano y no
por encima de él. Por ello no debes actuar como lo haces, pues tienes la
capacidad superior o el conocimiento superior de controlar a otros.

Pregunta 1: ¿Dónde está el punto focal de la enfermedad, en el cerebro o


en otra parte del cuerpo?

Respuesta 1: Como ya he indicado, está en los centros —los siete centros


corporales— donde los sistemas nerviosos simpático y cerebroespinal se
coordinan más: en la primera, segunda y tercera vértebras cervicales, la
primera y segunda dorsales, la quinta v sexta dorsales, la novena dorsal, la
undécima y duodécima dorsales, y las zonas lumbar y sacra. Estas son las

199
Dr. William A. McGarey

fuentes. No existe infección; hay falta de coordinación entre los impulsos del
ser mental y los nervios centrales y el aporte sanguíneo.

Pregunta 2: ¿Existe algún cambio orgánico debido a la enfermedad?

Respuesta 2: Todos los cambios orgánicos se deben a este estado de falta


de coordinación.

Pregunta 3: ¿Está provocada esta dolencia por la expresión o la represión


sexual? ¿Tiene ésta algún efecto en la enfermedad?

Respuesta 3: Estas razones han estado en el inicio de la dolencia, pues


cuando las glándulas de Lyden (Leydig) se abren en las gónadas —o centros
por medio de los cuales se inicia la expresión de la generación— actúan
directamente en los centros repartidos por el cuerpo. A menos que encuentren
expresión, se desintegran, o bien mediante su asociación provocan la
disociación en los impulsos v los nervios centrales del organismo.

Pregunta 4: ¿Existe alguna actitud "mental entre las causas


desencadenantes de la enfermedad?

Respuesta 4: Las indicadas.

Haga lo que se ha sugerido y tendremos los resultados según lo que le


diga su fe y su esfuerzo; no se curará sólo por la fe, sino por la fe y las obras.

3428-1

Heridas punzantes

Hace algún tiempo traté una mordedura de gato con compresas de


aceite de ricino aplicadas continuamente —sin calor— durante
dieciséis a veinte horas diarias. Esto se hacía además de las terapias
habituales. La mano y la muñeca curaron de modo notablemente
rápido, mucho más de lo que había experimentado en el pasado.
Desde entonces, cuando tenemos algún caso de rasguños o pinchazos
al trabajar en las palmeras y otras plantas típicas de la vegetación del
desierto, aplicamos aceite de ricino frotado en la piel varias veces al
día, y los resultados son excelentes. En dos ocasiones tuvimos que

200
Los remedios de Edgar Cayce

actuar un par de días después del pinchazo y hemos tenido que


extraer de la herida, donde había quedado entre los tejidos, la punta
de madera que se había introducido. Sin embargo, nunca se ha
producido una infección y siempre se ha observado una rápida
curación.
En cierta ocasión, nuestro hijo menor trajo de la escuela un
cobaya cuya vida como animal de laboratorio había terminado. Pues
bien, aunque David se cuidó del cobaya, en nuestra habitual fiesta y
meditación de Año Nuevo para los niños y sus padres alguien volcó
la jaula de Zorba. El cobaya se escapó y aunque no se mostraba
agresivo demostraba pánico ante la cantidad de humanos que tendían
sus manos hacia él para devolverlo a la jaula. Gladys, mi esposa, puso
en acción sus mejores técnicas de una anterior encarnación como
veterinaria, asió a Zorba y lo colocó en su lugar. Zorba, sin embargo,
bajo los efectos de la respuesta adrenalínica al temor, y justo antes de
que Gladys lo soltara, lanzó al dedo de mi esposa un mordisco con
sus afilados dientecillos. Aunque esta historia es interesante, lo más
importante del suceso fue que el aceite de ricino frotado en el
mordisco del animal durante los dos días siguientes produjo la
curación total de la herida, sin más preocupaciones o dolores. Ello
ilustra todavía más el uso que hemos hecho de este aceite, derivado
de la semilla del Ricinus communis, sobre los pinchazos, mordiscos,
cortes y erosiones menores, con un grado muy elevado de éxitos.

Psoriasis

La psoriasis es una enfermedad de la piel, crónica pero no conta-


giosa, que se caracteriza por la inflamación y unas manchas blancas y
escamosas. Recientes avances en el arte y la ciencia médica
relacionan por primera vez la psoriasis y la diálisis peritoneal. Los
investigadores de la universidad de Missouri, en Columbia, informan
de unas promesas desusadamente prometedoras en la terapia de los
pacientes de psoriasis.
El doctor Zbylut J. Twardowski notó una respuesta benéfica en
pacientes de psoriasis sometidos a diálisis peritoneal en el Hospital
para Mineros de Bytom, Polonia (Medical World News, 17 de abril de
1978). Durante un año sabático en Columbia, instó a los doctores
Nolph y Anderson, jefes de los departamentos renal y dermatológico,
a realizar un estudio piloto. Un informe preliminar en dieciséis

201
Dr. William A. McGarey

pacientes resultó muy estimulante. «El primer paciente que tratamos


era antes incapaz de mover las articulaciones o sentarse, había
quedado en el desempleo y amenazaba con suicidarse. Sus lesiones se
solucionaron al cabo de apenas cuatro tratamientos, y a los diez
meses estaba libre de la enfermedad», afirmaba el doctor Nolph.
Su hipótesis de trabajo era que en la psoriasis hay algún com-
puesto orgánico o metabolito —aún por identificar— no excretado
por el riñón pero lo bastante pequeño para ser dializado o separado.
Quizás el riñón lo filtra, pero la sustancia es entonces reabsorbida de
igual modo que el riñón reabsorbe la glucosa, según el doctor Nolph.
Con los años, el «metabolito» se va fortaleciendo en los fluidos del
cuerpo y finalmente alcanza el nivel necesario para que se desarrolle
la psoriasis. Entonces, cuando el paciente es dializado, el nivel en
líquido de ese «metabolito» alcanza la cantidad que provoca el
problema. Aunque los resultados hasta el momento son estimulantes,
los investigadores siguen mostrándose cautelosos y persiguen un
estudio de doble ciego lo bastante controlado como para hacer
incontestables las conclusiones.
Es interesante observar que estos investigadores no estudian las
causas básicas de la producción del «metabolito», que ciertamente
deben dar pistas del proceso en sí. La sustancia está ahí. Quizá no
haya nada erróneo en esa observación, pero sigue siendo un hecho
inamovible que existe una anormalidad de funcionamiento o de
estructura que produce tal metabolito, el cual a su vez, cuando
aparece, provoca la psoriasis y afecta la función excretora del cuerpo,
pues la piel, igual que los riñones, el hígado y el intestino, es un
órgano eliminatorio.
En el material reunido a lo largo de los años en las consultas
psíquicas de Edgar Cayce, la psoriasis era un tema frecuente de
conversación. El doctor Fred Lansford escribió un comentario médico
sobre la psoriasis, y la información que aporta es especialmente
interesante si se pone en relación con la obra realizada en Columbia
con la diálisis. Permítanme citar aquí tres lecturas sencillas que
pueden leerse en su manuscrito:

Existen trastornos que impiden el mejor funcionamiento de este cuerpo.


Tienen que ver principalmente con un trastorno intestinal y con la falta de
adecuada coordinación de los sistemas eliminatorios. Después, hay unas
dolencias en el duodeno y el yeyuno cuyo efecto es un adelgazamiento de los

202
Los remedios de Edgar Cayce

tabiques, como si las paredes del duodeno hubieran sido alisadas, en lugar de
tener los pliegues que debería, con los jugos gástricos que deberían invadir
esas zonas en los períodos digestivos. El resultado es un trastorno del flujo
sanguíneo y una irritación de la circulación superficial, de modo que en estas
zonas la epidermis muestra actividades eliminativas que deberían ser llevadas
por el canal alimenticio, pues éstas tienen que ser eliminadas a través del
sistema de glándulas sudoríparas.
3373-1 (V., 74 años)

Pregunta 1: ¿Proviene la psoriasis siempre de la misma-causa?


Respuesta 1: No, pero la mayor parte de las veces se debe a una carencia
de la adecuada coordinación en los sistemas eliminatorios. En ocasiones, las
presiones pueden darse en las zonas que perturban el equilibrio entre el
corazón y el hígado, o entre el corazón y los pulmones. Pero siempre está
causado por un estado de falta de circulación linfática a través del canal
alimentario y por absorción de tales actividades a través del cuerpo.
5016-1 (N., 25 años)

En el pasado, en alguna ocasión, ha habido una dolencia motivada por


fuerzas tóxicas o por la acumulación de eliminaciones inadecuadas a través
del canal alimentario, produciendo un trastorno rebelde. Esta tensión de las
fuerzas fecales del sistema tendía a producir un adelgazamiento de los
tabiques del propio intestino, elaborando una secreción que —al tener que ser
absorbida y neutralizada por la linfa y emuntorios, y al estar empobrecida la
sangre— produce un escozor en las fuerzas exteriores del organismo, en
ocasiones.
622-1 (V., 29 años)

El material de Cayce siempre parece ver los problemas del cuerpo


humano como prolongaciones de una fisiología anormal que a su vez
tiene su origen en actitudes mentales, modos de reaccionar
emocionales o causas espirituales. Siempre parece haber unos pa-
trones de reacción que a menudo están tan arraigados que se con-
vierten en habituales y no son comprendidos a fondo; cuando se
manifiestan en el cuerpo humano, se hacen reales, adoptan forma
física concreta y entonces las denominarnos enfermedades.
El trabajo de los investigadores debe aportar una nueva esperanza
a quienes padecen psoriasis, y debe darles también más comprensión
de que en las sugerencias terapéuticas expuestas en los escritos de

203
Dr. William A. McGarey

Cayce se pueden observar y constatar sus efectos benéficos para la


piel. Todo ello está presente en mi consulta cuando visito a pacientes
con psoriasis. He experimentado muchas veces cómo el paciente
quedaba libre de esta enfermedad utilizando las sugerencias de Edgar
Cayce. Existen recomendaciones específicas para una terapia de
naturaleza orgánica dirigida a: 1) potenciación de las funciones de
asimilación de alimentos y de los procesos eliminatorios; 2) una
limpieza de sustancias tóxicas acumuladas en los sistemas
circulatorio y alimentario; y 3) la curación de las lesiones intestinales
que permite que las sustancias tóxicas vayan al sistema circulatorio.
Así pues, utilizando manipulaciones osteopáticas, agua de olmo,
azafrán amarillo y té de verbasco, con una dieta alimenticia que
elimine las grasas, los dulces y pasteles, y añadiendo unas dosis de
sales triples de vez en cuando (azufre, sales de Rochelle y crema de
tártaro mezclada a partes iguales) utilizando una cucharadita un par
de veces al día durante unos cuantos días, hemos observado grandes
mejoras en nuestros pacientes con psoriasis.
La psoriasis es un problema terrible para una chica de catorce
años. Así lo descubrió Sally. Sus padres la llevaron al dermatólogo en
el hospital general del condado donde vivían, después de no mostrar
ninguna mejoría en tres meses de tratamientos por rayos ultravioletas,
aceites de baño y champús especiales para el cuero cabelludo. Bajo
un nuevo régimen de lámpara solar, ungüentos y aceite Baker's P &
S, mejoró ligeramente durante un tiempo y de pronto, durante el
cuarto mes de tratamiento, las lesiones se multiplicaron y
empeoraron. Entonces, los padres de Sally sometieron a la niña a la
dieta recetada por Cayce: se aplicó localmente aceite de cacahuete en
lo peor de las lesiones y en el cuero cabelludo, y se utilizaron los tés
de camomila, azafrán, verbasco y olmo. Rápidamente (un par de
semanas), la muchacha empezó a mejorar y, al cabo de un año de
terapia, ha quedado liberada del problema, con la excepción de dos
pequeñísimos puntos en el cuero cabelludo, que también parecen
sanar a menos velocidad.
Indudablemente, el alivio de la psoriasis se consigue mejor a
través de un ajuste de la dieta alimenticia. Este tema aparece una y
otra vez en los escritos de Cayce y en nuestra propia experiencia. No
obstante, existen otros factores que pueden ayudar en gran medida.
Con frecuencia, se aconsejan también los tratamientos osteopáticos.
Mientras se utilizan estos recursos terapéuticos, debe tenerse

204
Los remedios de Edgar Cayce

paciencia y deben aplicarse los tres principios básicos: paciencia,


insistencia y coherencia... Tres palabras que se repiten continuamente
en los escritos de Cayce y que son la clave para el éxito de toda
curación.

Escleroderma

El escleroderma es una enfermedad perteneciente a un grupo de


dolencias denominadas «del colágeno» o trastornos del tejido co-
nectivo del organismo. Otras manifestaciones de esta anormalidad en
el cuerpo son la periartritis nodosa, el lupus eritematoso sistémico, la
dermatomiositis y lo que podemos denominar variantes de la
poliartritis. A menudo resultan difíciles de diagnosticar y más
difíciles aún de tratar. Existe un gran número de escritos y multitud
de sugerencias de Egar Cayce relativos a esta enfermedad, de resul-
tados muy destructivos.
En 1968, Alan R. Cantwell, Jr., dermatólogo de California, nos
proporcionó la información comprobada en laboratorio de la pre-
sencia de bacterias resistentes a los ácidos en la piel de los pacientes
con escleroderma. La documentación relativa a estos descubrimientos
se presentó por primera vez en nuestro primer simposio médico,
celebrado en Phoenix. Al propio tiempo, el doctor Cantwell señaló la
precisa clarividencia médica que Cayce demostraba tan a menudo,
pues Cayce dijo ya en los años veinte que tales bacterias estaban
presentes en la piel de esos pacientes.
No obstante, Edgar Cayce no consideraba que el escleroderma
estuviera causado por estas bacterias. La enfermedad es un proceso
bastante complicado que afecta no sólo a la piel, sino también a las
zonas estructurales productoras de sangre como el hueso y el propio
tejido pulmonar. Es un proceso que produce el endurecimiento o
coagulación de la sangre, principalmente como consecuencia del
intento de la propia sangre por producir la coagulación, el proceso
creativo en el interior del organismo que representa la construcción
de nuevo tejido cuando el antiguo muere naturalmente. Esto se
observa más gráficamente en la piel, donde la circulación superficial
en las diversas capas de la misma queda afectada por el proceso.
Entonces, las terminaciones nerviosas de estas zonas sufren una
merma en su vitalidad debido a que se ven afectadas por el proceso,
produciéndose entonces un dolor agudo y también unos reflejos en el

205
Dr. William A. McGarey

sistema nervioso autónomo, que a su vez se ve afectado. De este


modo, todo el organismo queda perturbado por el proceso.
En el organismo existen unas glándulas —en el caso del esclero-
derma, se trata principalmente de la tiroides, las suprarrenales y el
hígado— que no consiguen aportar los elementos que habitualmente
mantienen normales todas las partes de la piel. Estos elementos
glandulares son necesarios para la formación de una estructura a
partir de la energía, en un proceso que Cayce describió en incontables
ocasiones. En ausencia de estas hormonas, el efecto de las glándulas
parece ser la producción de un bacilo tubérculo o germen en los
nódulos linfáticos de la piel como resultado directo de la destrucción
y endurecimiento de la misma a un ritmo mayor del que el organismo
puede sustituir por células nuevas. Esto se convierte en una dolencia
«consumidora», con inflamación de la linfa de esa zona entre las
partes exterior, intermedia e interna de la piel.
Naturalmente, los casos donde la enfermedad ha progresado más
presentan la afección en casi todas las partes del cuerpo. Así, el poco
oxígeno que el sistema respiratorio en mal estado puede aportar al
cuerpo no basta, y el organismo queda sometido a una gran tensión.
Cuando la enfermedad progresa, la asimilación se hace más difícil y
menos capaz, y la falta de actividades reconstructivas en el cuerpo se
hace cada vez más aguda. Cabe señalar, pues, las glándulas como
principal y primera causa que puede conducir a un difícil final a
menos que se adopten medidas para dar marcha atrás al proceso y
reconstruir el cuerpo en toda su salud.
Un régimen exhaustivo de terapia, según aparece en los escritos
de Cayce, puede consistir en el uso de atomidina y pilas húmedas
para hacer funcionar el sistema glandular y los nervios, y para aportar
al cuerpo las energías que necesita; un régimen dietético y el cuidado
de los órganos de asimilación para proporcionar lo necesario a través
del canal alimenticio; una terapia local de la piel con masajes y
aplicaciones de productos como el aceite de ricino; unos inhalantes
para purificar los pulmones y aumentar el aporte de oxígeno, y otras
terapias como los enemas y demás medidas que puedan precisarse en
casos más avanzados.
La dieta a seguir es siempre de naturaleza alcalino-formante o
alcalino-ceniza. El ingrediente principal serán las verduras de hojas.
Las mejores proteínas son el pescado, las aves y el cordero, pero
nunca comidas fritas. Se recomiendan las sopas de verduras y otros

206
Los remedios de Edgar Cayce

platos de fácil asimilación. No debe cocerse carne en las sopas de


verduras.
El escleroderma, como proceso patológico, retrocede muy a me-
nudo de la manera más gratificante siguiendo el régimen de rehabi-
litación que Cayce sugirió. El fallecido doctor Frank Dobbins, que se
retiró a Key West tras muchos años de consulta en Nueva York,
inició el tratamiento de un paciente con esta enfermedad justo antes
de alcanzar el retiro. Recibí la carta del caballero en cuestión, que se
había quedado sin médico durante varios meses. Su respuesta era tan
notable que he pensado que les gustaría leer algunas citas de su carta.

Antes de iniciar estos tratamientos, como miembro de la ARE, recibí la


información de Cayce sobre el escleroderma y procedí a friccionarme la zona
afectada con aceite de ricino, aceite de cacahuete y aceite de oliva durante un
año antes de «ver a Dobbins». Antes de las fricciones y compresas de aceite
de ricino, tenía los tobillos y las pantorrillas de color rojo sangre, y ahora
tienen un aspecto normal.
Me siento feliz, doctor, de informarle que parezco recuperarme del efecto
debilitador del escleroderma, y algunas zonas de mi cuerpo parecen libres de
la dolencia o muy mejoradas. Ahora puedo pellizcarme y estirar la piel del
antebrazo, cuando antes estaba dura como una piedra y nada flexible. Siento
mejor las piernas y soy capaz de caminar bastantes calles antes de que me
sienta cansado. También me duelen mucho menos las articulaciones y tengo
tacto con las yemas de los dedos y las plantas de los pies. Lo mejor que puedo
decir es que mis parientes y amigos han dejado de tratarme como si estuviera
a punto de morir.

El aceite de ricino y el escleroderma suelen aparecer juntos


cuando tratamos a individuos afectados por esta grave dolencia. Las
compresas de aceite de ricino tienen muchos efectos positivos, entre
ellos el de ablandar la piel localmente allí donde se aplican. En
muchos escritos, Cayce las recomendaba a los enfermos de esta
dolencia. También he observado con frecuencia en ellos la sugerencia
de lavar la piel con bicarbonato de sosa en agua antes de la aplicación
de las compresas de franela impregnadas en aceite de ricino. Dado
que la sosa efectúa un trabajo excelente para la limpieza de la piel
una vez extraídas las compresas, y al ser una de las pocas sustancias
que absorbe el propio aceite, supongo que la sugerencia de Cayce iba
dirigida o tenía alguna relación con la eliminación de toxinas de la

207
Dr. William A. McGarey

piel antes de aplicar las compresas, de modo que no sean introducidas


en el organismo al utilizar el calor y las compresas.
Cáncer de piel

Los cánceres de piel son preocupantes en sus primeras fases y,


naturalmente, un peligro cierto de muerte si no son tratados antes de
que se extiendan a otras partes del cuerpo. Mi propósito aquí es
simplemente tocar algunos modos simples de detener el crecimiento
temprano de los cánceres de piel. En ocasiones, estos métodos re-
sultan eficaces; en otras, no. Son muchos los factores que entran en
juego en el cuerpo humano cuando se produce un cáncer. El cáncer
de piel es, ciertamente, una dolencia que engloba todos los conceptos
que hemos repasado en este capítulo y en este libro. Nunca se hará
suficiente hincapié en que los cánceres deben curarse local- mente o
eliminarse mediante la adecuada terapia. De lo contrario, la propia
vida del paciente queda amenazada cuando el cáncer alcanza la
metástasis, es decir, se extiende a otras partes del organismo.
El cáncer de piel parece desarrollarse en el rostro y las zonas
expuestas de los brazos y manos más que en cualquier otra zona. He
recomendado la aplicación de aceite de ricino a varias de estas
lesiones diariamente y he observado a veces la desaparición de la
lesión, y otras veces su progreso. Nunca he utilizado atomidina en
uso tópico en estos problemas de piel, aunque-me ha parecido útil
para el tratamiento de pequeñas irritaciones cutáneas e infecciones
menores. Recientemente, recibimos una carta de uno de nuestros
corresponsales de Birmingham, Alabama, quien nos explicó cómo se
está tratando un cáncer de piel en el rostro con atomidina. El hombre
llevaba veinticinco años padeciendo cánceres de piel y le habían sido
extirpados algunos quirúrgicamente, con un tratamiento de rayos X a
continuación. El examen patológico confirmó que las lesiones eran,
en todos los casos, malignas.
En los últimos años ha adoptado una nueva dirección en sus
esfuerzos por recuperar la salud. Habiendo leído en alguna parte de
los escritos de Cayce que el uso de la atomidina estimulaba la activi-
dad glandular, razonó que también podía dar efectos beneficiosos en
un cáncer. Por lo tanto, empezó a utilizarlo en aplicaciones tópicas.
He aquí otra cita con sus palabras:

208
Los remedios de Edgar Cayce

Primero limpié la zona con «jabón Sayman para pieles grasas», para
quitar el aceite y permitir que la atomidina entrase en contacto con la piel.
Después, apliqué una gota de atomidina con un cuentagotas y dejé la gota
sobre la piel cancerosa hasta que se secó. Repetí el proceso mañana y noche.
El único inconveniente fue el leve escozor hasta que se secaba la atomidina.
En la zona se formó una pequeña hinchazón y un enrojecimiento de un
diámetro de medio centímetro, pero desapareció al cabo de unos días.
Continué el tratamiento durante una semana o más. Un examen meticuloso
descubría en algunos casos una levísima depresión en la piel, pero en grandes
líneas no me quedaron cicatrices. Por este método he eliminado diez o doce
principios de cánceres en la piel, sin ningún tipo de efectos perjudiciales.
Como alternativa a la cirugía, mi corresponsal considera su si-
tuación más que aceptable. Cuando la atomidina permanece en la piel
entre treinta segundos y un minuto, empieza a escocer un poco,
aunque no excesivamente. Sin embargo, esto no resulta perjudicial y
no he visto ningún caso en que produjera daños en la piel cuando se
ha utilizado.
El aceite de ricino se ha utilizado ampliamente en los casos de
cáncer de piel. Un médico que ha trabajado intensamente con los
remedios sugeridos por Cayce informó:

Respecto a la piel, un hombre de unos 68 años tenía una lesión en el oído


de mal aspecto, probablemente un carcinoma de células escamosas en fase
temprana; no se había realizado biopsia. Esta lesión había estado presente
desde hacía años. El paciente había sido sometido a extirpación de un
carcinoma basal en el oído izquierdo, muy cerca de la nueva lesión. La
aplicación durante dos semanas de aceite de ricino y aceite alcanforado
produjo la desaparición de la lesión, que no ha vuelto a presentarse. El
tratamiento se inició en diciembre de 1969.

Otra paciente, una mujer de 61 años, tenía una lesión en el oído, en el


conducto auditivo externo, que estaba rugoso y escamoso, y utilizó la mezcla
de aceite de ricino y aceite alcanforado. La lesión desapareció y no ha vuelto a
presentarse tras unas tres semanas de tratamiento. No ha habido ninguna
reaparición de la dolencia desde el 22 de abril. Esta lesión había sangrado
ligeramente, y creo que ello hizo todavía más espectacular el resultado de la
aplicación de la mezcla de aceites.
Otras afecciones de la piel

209
Dr. William A. McGarey

La dermatitis en la mano ha sido la lamentación constante de una


amiga mía. La mano de esa mujer no había estado libre de un molesto
escozor en los últimos doce años. Había acudido a muchos médicos y
había utilizado docenas de medicamentos, pero no había notado
ninguna respuesta de verdad. Cierta vez, leyó el uso que Cayce
sugería hacer del agua de hamamelis en sus escritos, y empezó a
aplicársela en la mano varias veces al día. Al cabo de dos semanas, la
mano había mejorado mucho y estaba casi normal. El agua de
hamamelis tiene su origen en un pequeño arbusto denominado
Hammamelis virginiana. Las hojas y la corteza de esta planta se
utilizan para elaborar ese antiguo remedio. Este producto tiene dos
formas, una alcohólica y otra no alcohólica. Se ha utilizado por vía
oral para la disentería, pero casi siempre es utilizada como astringente
o como baño para las heridas, rasguños, irritaciones cutáneas y otras
formas de inflamación interna.
Las pequeñas ulceraciones en la boca, las ampollas causadas por
la fiebre, las úlceras aftosas y demás parecen íntimamente relacio-
nadas pese a habérseles dado diferentes nombres. En 1972, el doctor
Harvey Rose informó de una serie de casos en los que primero había
utilizado atomidina aplicada a la lesión, dejándola sobre ésta durante
treinta segundos. A continuación aplicaba glicotimolina a la zona en
tratamiento. Esto produce un alivio casi instantáneo del trastorno y,
según el doctor, se produce la curación en un plazo de uno a tres días,
incluso en los casos más resistentes.

Anotación a la curación

Tener paciencia, insistencia y coherencia mientras se aplica una


terapia al cuerpo humano —tanto si se trata de un cáncer de piel como
si es una sinusitis— exige de la persona la necesidad de asentir a las
sugerencias que se le dan, de consentir en su conveniencia, de
permitir que se produzcan los cambios y de aceptar los resultados
como éstos surjan.

210
Los remedios de Edgar Cayce

22
El corazón y el sistema vascular

Cuando algo funciona mal en el corazón o en parte del sistema


vascular en su conjunto, se produce con frecuencia un episodio
crítico. No obstante, tal episodio es el resultado de una secuencia de
acontecimientos que se han desarrollado a lo largo de un período de
tiempo prolongado. Por ejemplo, lleva varios años elaborar las sufi-
cientes placas de colesterol en las arterias coronarias del corazón para
desencadenar una obturación coronaria típica, o trombosis; después,
existe también un período de años, que a veces se prolongan todo el
resto de la vida, en que debe mantenerse una meticulosa atención para
evitar la repetición de un ataque cardíaco de este tipo.
El objeto de este libro, y de este capítulo en particular, es aportar
conceptos y métodos que al aplicarse actúan previniendo estas graves
enfermedades, o ayudando a la regeneración del cuerpo tras un
suceso como un ataque coronario. Además, este libro pretende
también presentar remedios que uno puede aplicarse en su propio
hogar y que tienden a invertir otros problemas muy comunes que nos
afectan en un momento u otro de nuestras vidas.
Debe comprenderse que todas las enfermedades con que nos en-
contramos como seres humanos representan procesos extendidos en
el tiempo de déficits fisiológicos de alguna clase. En otras palabras, la
fuente de los problemas se halla en nuestro propio ser, bien sea a
partir de una inquietud emocional que reduce la resistencia del
organismo conduciendo a la infección, o bien a partir de una lesión
con cierto sabor kármico que produce ciertas actividades neurológi-
cas adversas que terminan en un proceso patológico como la escle-
rosis múltiple. Así pues, para evitar que surja una enfermedad o para

211
Dr. William A. McGarey

rehabilitar y regenerar el cuerpo tras la aparición de una enfermedad,


la persona debe emplear —en ambas circunstancias— los principios
terapéuticos que permitan al cuerpo invertir la dirección de su salud,
corrigiendo la lesión o restaurando la integridad de los sistemas
corporales que da como resultado la inmunidad del organismo y evita
la infección.

Angina de pecho

Según la información que aparece en los escritos de Cayce, la


angina de pecho o dolor agudo del pecho se produce debido a una
serie de trastornos de funcionamiento fisiológicos que tienen que ver
con la asimilación de alimentos, la eliminación del cuerpo de las
«fuerzas usadas y rechazadas», el equilibrio del sistema circulatorio y
la relación entre los sistemas nerviosos autónomo y cerebroespinal.
También afecta a la coordinación y la íntima interrelación entre el
hígado, los pulmones y el corazón. La terapia va dirigida sobre todo a
la funcionalidad, y significa la aplicación de ciertas técnicas físicas
que pueden provocar los resultados deseados, incluso si la persona no
es capaz de conseguirlos mediante la actividad de la mente y del
espíritu.

1) En todos los casos, «deben ser eliminados los venenos». Un


enema al mes puede considerarse una eficaz colaboración para
mantener en un estado de normalidad las eliminaciones diarias. Una
adecuada función urinaria, un buen ejercicio físico para hacer que el
cuerpo sude regularmente (ejercicio físico que se iniciará poco a poco
y se irá aumentando gradualmente) y una mejoría en los hábitos
respiratorios del cuerpo son, todos ellos, métodos que contribuyen a
la consecución de una actividad eliminatoria equilibrada en el
organismo.

2) La dieta alimenticia debe ser la que hemos denominado «nor-


mal básica». Deben utilizarse cereales integrales, pero no el azúcar
blanco o los productos elaborados con harina blanca. No deben
tomarse comidas fritas o preparadas, sino grandes cantidades de
verduras y frutas frescas. Abstenerse del cerdo y tomar ternera sólo
en ocasiones. Resulta aceptable la carne de ave y de cordero, y el
pescado. Cayce sugiere que no deben añadirse concentrados vitamí-

212
Los remedios de Edgar Cayce

nicos; no obstante, si el individuo se considera bajo en vitaminas con


los alimentos que debe utilizar y que están a su alcance, pueden
añadirse dosis de vitaminas para ayudar al cuerpo.

3) En los escritos de Cayce se apuntaba el uso de atomidina para


contribuir a equilibrar el sistema circulatorio.

4) También se aconseja con frecuencia en esos escritos el masaje


de las extremidades inferiores en toda su extensión para aumentar la
circulación en piernas y pies. Una combinación de aceites sugerida
por Cayce es la siguiente:

Aceite de oliva 1 onza


Tintura de benzoína compuesta 1 onza
Aceite de mostaza 5 gotas

5) Con frecuencia, se recomiendan también los tratamientos es-


teopáticos o masajes profundos, especialmente en la parte superior de
la espalda, llevado a cabo en ocasiones durante largos períodos de
tiempo. A un individuo que acudió a consultarle, Cayce le sugirió
tratamientos semanales durante treinta semanas, mientras que a otro le
recomendó dos tratamientos semanales durante diez semanas.

La angina no siempre se produce antes de un ataque cardíaco,


pero los principios generales de prevención y atención al enfermo de
angina de pecho tienen ciertamente una relación directa con la
arteriosclerosis coronaria, o construcción de zonas endurecidas en los
vasos coronarios del corazón. La arteriosclerosis observada en las
arterias puede ser reducida e incluso hecha desaparecer de modo muy
similar a como se formó anteriormente, es decir, modificando primero
el procedimiento que controla el depósito de calcio o colesterol en
forma de placas o de endurecimientos de los tabiques arteriales.
Durante años, no hubo pruebas científicas contundentes de que
tales placas pudieran ser eliminadas. Sin embargo, en 1978, se pu-
blicó un estudio en el que se observaba que puede producirse real-
mente un cambio a mejor en las arteriosclerosis. David Blankenhorn
informó que su grupo realizaba arteriografías femorales en pacientes
con hiperlipoproteinemia de tipo II y de tipo IV, utilizando un proceso
de imagen digital para obtener una valoración computarizada del

213
Dr. William A. McGarey

tamaño de la lesión arteriosclerótica. El equipo de este doctor realizó


las mediciones iniciales, después sometió a veinticinco pacientes a un
programa de dieta alimenticia y medicación adecuado para su estado,
y repitió las arteriografías al cabo de trece meses. El tamaño de la
lesión había disminuido en catorce pacientes y no había aumentado en
otros cuatro casos.
Todos los médicos que han utilizado un programa basado en la
nutrición y el ejercicio físico en sus pacientes afectados de un mani-
fiesto trastorno de las grandes arterias, han observado clínicamente
que la actividad —que refleja en gran medida el estado de la
estructura— ha mejorado notablemente en casi todos los casos. En mi
experiencia clínica, utilizando conceptos sacados de los escritos de
Cayce y referidos a la práctica médica, he visto con frecuencia este
tipo de respuesta; sin embargo, sigue siendo tema de los centros de
investigación el confirmar lo que la intuición clínica de uno lleva a
afirmar ya en voz alta que es cierto. Uno de los consejos de Cayce
establece una relación cuerpo-mente-espíritu en el concepto de
regeneración del cuerpo o regresión de las placas:

La persona debe darse cuenta, como en el caso de este cuerpo, que el


cuerpo físico tuvo y tiene desde su creación la capacidad para reproducirse.
Así, cada órgano, cada parte del cuerpo segrega de la vida física, mental y
espiritual lo que precisa para reproducirse o para alcanzar un mejor estado y
funcionamiento en la actividad para la que está preparado. Cuando estas
actividades se interrumpen, tienen que ser realizadas o provocadas por otras
partes del cuerpo, y así empiezan las tensiones que pueden llevar a la
desintegración de las funciones orgánicas.
3337-1

Apoplejías

Otras enfermedades habituales del sistema vascular —la apople-


jía, la hipertensión y la tromboflebitis, por mencionar algunas— son,
en un sentido verdadero, productos finales de un metabolismo
perturbado, estado que habría podido prevenirse mediante el uso de
los mismos conceptos de atención sanitaria que ya hemos descrito en
este capítulo. Bajo la aparición de un ataque de apoplejía, por
ejemplo, se observa la acumulación de tóxicos en el cuerpo debido a
eliminaciones incorrectas, a una dieta alimenticia inadecuada o a un

214
Los remedios de Edgar Cayce

mal funcionamiento de la actividad asimiladora de los alimentos. Por


encima de todo ello se superpone probablemente en todos los casos
una hipertensión, o presión sanguínea elevada, que no ha sido
compensada a tiempo. El resultado es una crisis muy grave, que
puede llegar a amenazar la vida del paciente.
Al estudiar la fisiología relacionada con una apoplejía, es impor-
tante recordar que la actividad de las extremidades y del aparato
locomotor (capacidades musculares) no depende por entero del ce-
rebro y de la dirección que éste indique. Si los centros de control
locomotor, los centros nerviosos de la médula espinal y de los gan-
glios simpáticos recuperan el equilibrio tras el ataque de apoplejía,
debe recuperarse la plena funcionalidad del organismo, siempre que
la lesión cerebral no sea lo suficientemente importante como para
provocar la muerte del afectado. El equilibrio de funciones entre el
sistema circulatorio, el sistema nervioso simpático y los centros lo-
comotores es un factor importantísimo. Es preciso seguir cuatro
fundamentos terapéuticos básicos:

1) Mediante el uso de baños prolongados, sudoración, enemas, masajes,


etc., impedir que la circulación alcance un estado más tóxico y
desequilibrado.
2) Utilizar al principio una dieta de alimentos ligeros, como zumos,
huevos cocidos con tostadas, o alimentos bien cocidos. No deben ingerirse
comidas fritas, ni cerdo, ni productos con alto contenido de harina blanca o
azúcar refinado. Como carnes, el cordero y las aves, y también el pescado,
serán los únicos a utilizar. Además, como siempre, son muy convenientes los
zumos de fruta.
3) Aliviar las presiones en los centros simpáticos y en los centros
locomotores mediante tratamientos osteopáticos, terapia física o masajes
intensos.
4) Promover el cambio emocional y de actitudes que ayude al
organismo a reconstruir la normalidad. Esto debe aplicarse no sólo a los
esfuerzos del propio paciente aquejado de apoplejía, sino también a los
miembros de su familia y a los profesionales externos que presten la
asistencia médica.

Convendría mucho estudiar el folleto de la ARE sobre la apo-


plejía. Este folleto ofrece más detalles de los que podemos ofrecer
aquí, pero los principios son los mismos. Cayce puede parecer repe-

215
Dr. William A. McGarey

titivo en sus sugerencias, pero es coherente al decir que la corrección


sólo se producirá cuando uno aplique una terapia constructiva,
seguida con paciencia, insistencia y coherencia.

Tromboflebitis

La tromboflebitis, o formación de coágulos sanguíneos en las


venas, es en ocasiones una dolencia grave. Puede desprenderse una
parte de un coágulo y recorrer el circuito de retorno venoso hasta el
corazón y quedarse alojado en el pulmón, provocando una grave
embolia pulmonar y, en ocasiones, la muerte. Si se cuida adecuada-
mente el sistema vascular, estos trombos no se producirán. Un caso
de tromboflebitis en la pierna de un miembro de nuestra propia
familia nos dio ocasión a utilizar algunos de los conceptos expuestos
en los escritos de Edgar Cayce. En estos se dice al médico que cada
uno lleva dentro un «cúrate a ti mismo». Guiados por esto, Gladys y
yo nos dispusimos a actuar sobre la vena safena mayor de su pierna
izquierda, que tenía inflamada desde hacía varios años. Observamos
sensibilidad, dolor de moderado a intenso y trombosis palpable, pero
no había edema o excesiva acumulación de fluido en los tejidos. Al
progresar la enfermedad, apareció una inflamación en el recorrido de
la vena, en la zona interna de la rodilla. La inflamación afectaba
clínicamente a unos diez o doce centímetros de dicha estructura. Los
síntomas surgieron una tarde, empeoraron durante la noche y no
iniciamos el tratamiento hasta media mañana del día siguiente. El
tratamiento que utilizamos fue el siguiente:

1. Dieta alimenticia ligera, de alto contenido vitamínico, con abun-


dancia de líquidos.
2. Compresas de aceite de ricino sobre la zona afectada, mantenidas
en su posición mediante esparadrapo.
3. Aumento de la ingestión de vitaminas (probablemente no nece-
sario si se sigue el punto número 1).
4. Las manos curativas de un amigo.

La dieta alimenticia, en nuestra opinión, es un instrumento tera-


péutico muy valioso en toda enfermedad, pero especialmente en las
afecciones agudas. La compresa de aceite de ricino ha sido siempre el
más importante de los tratamientos en estos casos y otros similares,

216
Los remedios de Edgar Cayce

desde hace mucho tiempo. Habitualmente, no disponemos a nuestro


alrededor de personas experimentadas que puedan proyectar energía
curativa con sus manos, así que nosotros tuvimos que contentarnos
con el amor que yo pudiera poner en mis manos al aplicar las
compresas de aceite de ricino y demás elementos terapéuticos.
Debido a que tanto Gladys como yo trabajamos casi inin-
terrumpidamente prestando atenciones físicas para devolver la salud a
nuestros pacientes, hemos desarrollado una conciencia que responde
a tales atenciones más fácilmente y, en caso de tener que limitarnos a
una sola terapia, habríamos escogido las compresas de aceite de
ricino.
Los resultados con Gladys fueron notables, como lo habían sido
en algunas de nuestras experiencias previas en casos de tromboflebi-
tis superficiales. Dejamos las compresas aplicadas en la zona durante
las horas diurnas los dos primeros días. Una vez transcurridas
veinticuatro horas, no se apreciaba enrojecimiento ni dolor alguno, y
sólo una leve sensibilidad residual. A las treinta y seis horas, no
quedaba ningún síntoma u observación anormal. Gladys estaba re-
cuperada, y no ha vuelto a tener recaídas.
La respuesta habitual a la terapia convencional para la trombo-
flebitis —vendaje elástico y agente antiinflamatorio— es experi-
mentar alivio del dolor y la hinchazón en un plazo de entre cinco y
siete días. Si para entonces no se han resuelto, suele recomendarse la
intervención quirúrgica vascular. La escisión de las venas afectadas
puede entonces precipitar la curación y prevenir la extensión
profunda del trombo y la posible embolia pulmonar. En la literatura
médica convencional no se habla en absoluto de la importancia de los
principios dietéticos en la prevención y en el tratamiento de las
tromboflebitis y, naturalmente, las compresas de aceite de ricino no
han entrado todavía a formar parte de los métodos aceptados gene-
ralmente en la práctica de la medicina.

Venas varicosas

Las venas de las extremidades inferiores pueden padecer muchos


otros tipos de problemas. Cuando existe suficiente toxicidad o
traumatismo mecánico en el organismo, pueden desarrollarse varices.
Estas se producen habitualmente en las piernas porque las venas de
las mismas son las que soportan más tensión en el organismo, debido

217
Dr. William A. McGarey

a la posición erecta del cuerpo y a la fuerza de la gravedad sobre los


tabiques de dichas estructuras.
El embarazo causa varices en ocasiones, debido a la presión que
ejerce la posición del feto en desarrollo dentro del útero. Sin
embargo, casi siempre existen otros problemas subyacentes (afec-
ciones de la vesícula biliar, trastornos en el funcionamiento del
hígado o los riñones, toxicidad general, etc.) que ponen las bases para
la aparición de las venas varicosas. A su vez, es habitual que las
varices posibiliten la formación de tromboflebitis. Así pues, dentro
del sistema vascular existen muchas relaciones. Entre la terapia que
se ha mostrado eficaz para las varices, se cuentan algunas de las
sugerencias que ya hemos señalado en otros lugares:

1. Mejoramiento de la circulación de las extremidades inferiores


mediante: vendas o medias elásticas mientras se desarrolla la actividad diaria,
elevación frecuente de las piernas cuando la ocasión lo permita, masaje en las
piernas mediante el uso de un aceite estimulante (partes iguales de aceite de
oliva, tintura de mirra y tintura de benzoína compuesta, por ejemplo), y
potenciación de la costumbre de caminar en lugar de permanecer quieto en
posición de pie. Caminar, como dijo Cayce, es siempre el mejor ejercicio.
2. Manipulaciones osteopáticas destinadas a aliviar las presiones de los
caminos nerviosos afectados.
3. Mejoramiento de las eliminaciones.
4. Aplicación de factores dietéticos que produzcan un mejor equilibrio
ácido-alcalino.
5. Administración de tés de verbasco.

Ingiera té de verbasco no más de tres veces por semana, pero hágalo


nuevo cada vez que lo tome. Prepare un té a base de verbasco. Para
uniformarlo, utilice verbasco seco, poniendo un pellizco por taza. Ponga
primero el verbasco y eche en éste el agua hirviendo. Déjelo reposar treinta
minutos, escúrralo y bébalo. El verbasco reacciona en el hígado, el corazón y
los riñones, produciendo la coordinación de la actividad circulatoria. El
verbasco afecta a los órganos mencionados y produce también una mejoría
del estado general a través del canal alimentario.
5148-1

218
Los remedios de Edgar Cayce

Taquicardia paroxística

Me gustaría dejar de lado por un instante el tema de los vasos


sanguíneos para exponer un tratamiento terapéutico inusual de la
taquicardia paroxística. Ese tipo de problemas se produce cuando el
suministro eléctrico al corazón queda desorientado, por decirlo así, y
se forma un punto de estimulación del latido en los tabiques
cardíacos, en lugar de permitir que las contracciones del corazón sean
dirigidas por el grupo de nervios externos de este órgano diseñados
para tal fin. Esto produce un ritmo de latidos doble o incluso triple al
que se considera normal, y a menudo el afectado nota un dolor en el
pecho que le lleva a pensar que ha sufrido un ataque cardíaco. Es una
dolencia bastante frecuente y en la mayoría de los casos puede
prevenirse o eliminarse siguiendo las sugerencias ya apuntadas en
este capítulo; sin embargo, los síntomas inmediatos se tratan
mediante diversas medidas de carácter innovador que han sido
diseñadas por médicos creativos a lo largo de los años. En ocasiones,
estas medidas alcanzan el éxito, mientras que otras veces no producen
resultados de ningún tipo.
Hace dos o tres años, una mujer de edad adulta llegó como
paciente a la clínica y el médico que la atendió le sugirió un nuevo
modo de resolver la taquicardia. Se indicó a la mujer que aspirara una
profunda bocanada de aire y luego sumergiera el rostro en agua muy
fría, sólo un instante. La mujer consideró que este tipo de tratamiento
resultaba muy extraño y no lo puso en práctica hasta su segunda o
tercera visita, una vez interrogada sobre la eficacia del mismo. El
médico reforzó sus sugerencias, la mujer sumergió su rostro en el
agua, y la taquicardia cesó inmediatamente. Es como contener la
respiración, respirar dentro de una bolsa o hacer presión en los
costados de la nuca. Al parecer, ejerce un efecto de shock en el
sistema nervioso autónomo, lo cual produce una interrupción del
latido excesivamente acelerado del corazón.

Comentarios adicionales

Es evidente que no hemos tratado algunas dolencias cardiovas-


culares que provocan considerables incapacidades y, con frecuencia,
la muerte. Sin embargo, en estos casos se aplican también los
principios de prevención y de rehabilitación o regeneración general,

219
Dr. William A. McGarey

que pueden utilizarse para promover una mejor salud en el individuo


que escoge usarlos. No resulta fácil conseguirlo, pero habitual- mente
merece la pena el esfuerzo necesario.

220
Los remedios de Edgar Cayce

23
Huesos, articulaciones y ligamentos

Cuando pienso en huesos y articulaciones, viene de inmediato a


mi recuerdo un paciente que estaba próximo a su edad de jubilación y
presentó un cuadro de dolores y rigidez en la rodilla. El paciente
estaba obeso y jamás había seguido un buen régimen alimenticio. Le
gustaba castigarse. Cuando acudió a mi consulta para tratarse de una
leve hipertensión, indicó que la rodilla venía causándole problemas
desde hacía varios meses. Al darme cuenta de que no era una persona
muy cuidadosa a la hora de seguir instrucciones específicas, le sugerí
el remedio más sencillo que conocía: darse masaje en la rodilla con
aceite de cacahuete. Un mes más tarde, cuando volví a verle en la
consulta, su rodilla había quedado libre de todo síntoma. El masaje de
aceite de cacahuete en la articulación afectada era una de las
sugerencias más comunes en los escritos de Cayce al referirse a
problemas de ese tipo.
Los esguinces, fracturas y artritis precisan tratamiento por parte de
especialistas en estas áreas cuando el problema es grave, pero cada
persona puede hacer mucho por sí misma antes de que sea preciso
consultar a un ortopeda, y muchas veces todavía puede hacer más
después de haber acudido a éste. Cayce dejó escritas muchas
opiniones sobre la artritis y su terapia.
En la década de los treinta, Cayce sugirió específicamente a un
doctor naturópata que acudiera al hospital John Hopkins para realizar
una necesaria intervención quirúrgica en un paciente con hundimiento
de la bóveda craneal cuyas fracturas no habían curado adecuadamente
y todavía le causaban presión en el cerebro. En este paciente, ni el
masaje ni la aplicación de terapias físicas podrían restaurar la

221
Dr. William A. McGarey

normalidad. Con todo, Cayce consideraba todos los tratamientos


como aplicaciones físicas dirigidas a la curación, y siempre las
relacionaba con una conciencia de la presencia de Dios:

Recuerde: los remedios físicos o mecánicos, la medicación y todas las


fuerzas activas similares son una expresión de lo divino; como deben serlo
las oraciones y meditaciones si se quiere que potencien la recuperación del
cuerpo.
1289-2

Las fracturas y esguinces tienen un tratamiento especial en los


escritos de Edgar Cayce, y se basan en el concepto de que el hombre
es en esencia un ser orientado y activado eléctricamente, sujeto a
cambios por medio de influencias «vibratorias» como los campos
magnéticos y las sustancias cargadas eléctricamente. Ya se ha de-
mostrado en laboratorios que la inducción de electricidad en la zona
de una fractura ósea no cerrada puede producir la curación en casos
en que no había podido obtenerse anteriormente. Cayce sugería en
estos casos un masaje con una mezcla de vinagre y sal —conocidos
electrolitos— y la experiencia ha demostrado que la administración
de tales masajes es indudablemente beneficiosa.

Algunas terapias para esguinces y fracturas

En 1976, recibí una carta de Frank y Dorothy Oswald, miembros


de la ARE que habían estado en algunas reuniones en Virginia Beach.
A continuación cito un extracto de su carta:

Oímos hablar de usted el verano pasado en Virginia Beach. Mi marido era


el cursillista que se había roto la clavícula. Cuando llegamos de nuevo a casa,
iniciamos un tratamiento con masajes a base de sal, vinagre, mirra y aceite de
oliva. El especialista de huesos me dijo después de la siguiente visita (al cabo
de casi un mes): «Jamás había visto curarse una clavícula tan de prisa en un
adulto».

En el consejo ofrecido a un hombre de cuarenta y cinco años de


edad (438-5) que se estaba recuperando de una fractura de rótula,
acompañada de rigidez de los ligamentos, Cayce recomendaba:

222
Los remedios de Edgar Cayce

El primer día utilice un masaje a partes iguales de aceite de oliva y tintura


de mirra.
El segundo día utilice sal de mesa y vinagre puro de manzana como
masaje.
Use ambos a días alternos; al principio pueden causarle dolor.

Uno de mis mejores amigos padeció una dislocación del hombro,


que le fue tratada y reducida por un cirujano ortopeda. No obstante,
mi amigo continuó sintiendo dolores e hinchazones en el hombro, con
una limitación funcional del cincuenta por ciento. Empezó el mismo
curso de tratamiento antes apuntado y, gradualmente, en el transcurso
de varios meses, el hombro recuperó la normalidad. Ésta llegó gracias
a su paciencia e insistencia en dar masaje al hombro, que le
proporcionó la normalización de la articulación.
He aquí otro aceite recomendado por los escritos para contribuir a
la recuperación de una fractura de la rodilla:

Aceite de cacahuete 4 onzas


Aceite de agujas de pino 1 onza
Aceite de raíz de azafrán 1 onza
Lanolina fundida 1/2 onza

Estas sustancias, añadidas por el orden mencionado, se utilizarán


como masaje, alternando éste con friegas de sal y vinagre.
Los ingredientes de la mezcla aquí apuntada no son la única
terapia posible de los esguinces. Recuerdo a una mujer que vi en la
sala de urgencias del hospital hace algunos años, y a la cual no había
visto nunca con anterioridad. Había sufrido un esguince de tobillo
que le estaba causando un gran dolor. Los rayos X no indicaban
fractura alguna, así que le sugerí que envolviera el tobillo en una
compresa de aceite de ricino utilizando esparadrapo para mantenerla
sujeta, conservándola todo el tiempo que le fuera posible durante un
fin de semana. Volví a visitarla a principios de la semana siguiente y
la mujer me indicó que le había desaparecido totalmente el dolor y la
hinchazón.
En el programa de terapia semanal de la ARE en Asilomar State
Park, en California, una mujer de cincuenta y cinco años que asistía a
una de mis clases se produjo un esguince de tobillo no muy grave,

223
Dr. William A. McGarey

pero sí doloroso y lo bastante acusado como para hacerla cojear


notablemente durante toda la tarde y a la hora de cenar. Por la noche,
durante una hora y media, la mujer se envolvió (por propia voluntad)
una compresa de aceite de ricino en el tobillo con una pequeña manta
eléctrica sobre la compresa. Después, al acostarse, se quitó la manta
eléctrica y envolvió la compresa en una toalla. A la mañana siguiente
la vi pasear por los terrenos anexos a Asilomar, disfrutando del
paisaje sin el menor dolor y la menor cojera. En mi posterior examen,
no observé tampoco hinchazón alguna, ni síntomas residuales del
esguince.
En los escritos de Cayce existe una respuesta a una consulta sobre
pies planos que pone de manifiesto algo importante sobre la curación
y la voluntad de la persona por obtenerla.

Pregunta 18: ¿Por qué siempre tengo tan débil el arco del pie?
¿Conseguiré alguna vez caminar con comodidad sin tener que llevar
plantillas en los zapatos?
Respuesta 18: Puede estar seguro, sobre todo si estimula las piernas y los
pies, especialmente en las bolsas del tobillo y en el talón de Aquiles. Para tal
estimulación (además del masaje en los plexos sacro y lumbar que estimula
los impulsos en las extremidades inferiores), aconsejamos utilizar un
compuesto preparado de esta manera (¡que también obligará al cuerpo a
ponerse en funcionamiento y actuar!):
Cada noche, antes de acostarse, sumerja los pies y las piernas hasta la
rodilla en un ácido tánico muy suave que preferiblemente se confeccionará
con granos de café molidos para estas dolencias. Cuando ya haya utilizado el
café para hacerse una taza, ponga el marro (una taza) en cinco litros de agua.
Déjelo hervir durante diez minutos, cuélelo y deje enfriar el agua hasta una
temperatura en que pueda sumergir el pie en ella. Aplíquese un masaje en las
piernas y los pies, especialmente en los talones, los arcos plantares y los
dedos, mientras los mantiene sumergidos en la solución, ¿comprende? Debe
utilizarse toda la cantidad, naturalmente; una vez hecho esto, mantenga las
extremidades y el pie en el agua durante veinte minutos.
Después de sacarlos de la solución, darles masaje durante cinco o diez
minutos con el compuesto que a continuación describimos, recordando
siempre que deben añadirse los ingredientes en el mismo orden que se
expone:

Acebuche blanco 1/4 litro

224
Los remedios de Edgar Cayce

Agua de hamamelis 2 onzas


Alcohol para friegas 4 onzas
Aceite de azafrán 3 mínimos
Tintura de capsicina 2 mínimos

Esto bastará para producir una intensa sensación de calor en la zona. Frote
esta solución sobre la piel sólo en la cantidad que ésta absorba. Remueva bien
la solución, pues el aceite de azafrán tiende a ocupar la superficie. Vierta una
pequeña cantidad en un platillo y aplíquese el masaje sólo en los pies y en las
piernas hasta las rodillas, incluidas éstas. Aplíquese el masaje usted mismo.
Así conseguirá librarse de ese problema y ayudar al organismo de muchos
modos distintos. Así podrá hacer quince kilómetros andando, en lugar de sólo
cinco.
386-3

Artritis

Existen dos grandes tipos de artritis, que se diferencian notable-


mente uno de otro: la osteoartritis (hipertrófica), que provoca la
acumulación de calcio en las articulaciones, tendones y ligamentos, y
la artritis reumatoide (atrófica), que produce cambios inflamatorios y
descalcificación progresiva. Se trata de dos problemas complicados y
de lenta solución, y son miles los médicos que están dedicando sus
vidas al tratamiento y estudio de los seres humanos que padecen
artritis.
Probablemente, bastará decir que, según los escritos de Cayce, la
artritis está causada generalmente por unas eliminaciones inade-
cuadas. Sin embargo, la solución a esta dolencia no es tan sencilla
como la causa que la provoca. La gravedad de la dolencia conocida
por artritis reumatoide, junto con su diagnóstico correcto, podría
llevar a cualquiera a sospechar que tal trastorno fisiológico tiene un
origen mucho más profundo y que posee ramificaciones mucho más
extensas. Al propio tiempo, existen ciertos factores básicos desen-
cadenantes que tienen un carácter común en ambas dolencias artrí-
ticas, cual es el mal funcionamiento del sistema eliminatorio, con el
trastorno consiguientemente asociado al mismo: una asimilación
inadecuada e imperfecta. Así pues, la dieta alimenticia que uno siga y
el buen funcionamiento del sistema eliminatorio a lo largo de los
cuatro canales se convierten en elementos de máxima importancia

225
Dr. William A. McGarey

para conseguir una recuperación satisfactoria de los síntomas de la


artritis. Tanto la asimilación como la eliminación pueden ser influidas
de muchas maneras y, en ocasiones, la terapia no va dirigida
directamente hacia esas funciones, aunque todavía conservan una
influencia importante.
Tomemos el caso de un hombre de sesenta y ocho años de edad a
quien he visitado desde hace muchísimo tiempo. La primera vez que
acudió a mi consulta, hace de ello casi diez años, presentaba una
columna semirrígida debido a una artritis hipertrófica avanzada. Sólo
podía volver la cabeza a izquierda y derecha unos cinco grados en
cada dirección, y la columna vertebral sufría drásticas limitaciones en
su movilidad en todas direcciones. Durante todo un año, su esposa
utilizó un aparato eléctrico de masaje en la parte superior de la
espalda y el cuello del paciente en sesiones de diez minutos diarios
antes de acostarse. El tratamiento se llevó a cabo cada noche, sin
saltarse una sola. Al cabo de ese año, la capacidad de torsión de la
cabeza había aumentado a treinta grados en cada dirección, e incluso
alcanzaba a atisbar por encima del hombro para ver si se le acercaba
algún automóvil por detrás. También tenía la columna mucho menos
rígida y se sentía muy animado. En la actualidad, posee una
capacidad de rotación completa de la cabeza tras haber proseguido el
tratamiento con ciertas modificaciones. Siguió desde el principio
nuestros consejos de que cambiara su dieta alimenticia y ha
mantenido en todo momento una actitud positiva acerca de su
recuperación. Dado que el organismo es capaz de absorber calcio, la
actividad funcional de varias vértebras severamente calcificadas pudo
ser restaurada. Sin embargo, todo ello no se produjo gracias a los
efectos locales derivados del masaje diario administrado por su
esposa, aunque ejerció una considerable influencia en los órganos
asimilatorios —estómago, páncreas, hígado, vesícula biliar, etc.—,
debido a la actividad neurológica provocada por el masaje de los
ganglios simpáticos en la zona dorsal superior de la columna
vertebral. Así pues, vemos que la ayuda para la curación viene por
muchos caminos distintos.

La dieta alimenticia para un paciente con artritis juega un papel


principal al iniciar el programa terapéutico recomendado en los
escritos de Cayce. En todos los casos, esta dieta parece tener una
naturaleza laxante. Una y otra vez, Cayce aconseja la ingestión

226
Los remedios de Edgar Cayce

frecuente de apio, lechuga, zanahorias y berros, junto con gelatina, en


forma de ensaladas. Esto potencia los valores que poseen las verduras
y la propia gelatina, y resulta beneficioso para el organismo. En
algunos casos, Cayce recomendaba también dátiles e higos como
elementos de efecto laxante, y señalaba como especialmente
beneficiosos los zumos de verduras. También mencionaba siempre
grandes cantidades de zanahorias, remolachas y verduras hervidas de
todo tipo. A mediodía, solía sugerir una comida de verduras crudas.

Las principales fuentes de proteína animal que Cayce señalaba


eran el pescado, las aves y el cordero, y quedaban excluidos total-
mente los fritos. Es cuestionable si la persona aquejada de artritis
debe utilizar mucha sal. Deben evitarse las féculas y los dulces
juntos, y ello significa abstenerse de pasteles y pastas. Se pueden
tomar jarabes de miel o de maíz o pasteles de trigo o maíz integral,
pero nunca mezclados con pan blanco. Al parecer, cuando la harina
blanca que se usa en panadería y pastelería se combina con productos
endulzantes, los efectos son perjudiciales para el organismo. La dieta
debe estar bien equilibrada pero no debe contener féculas. Las
verduras de hojas son siempre excelentes, y se utilizarán con prefe-
rencia a las verduras de tipo bulbo o tubérculo. Los artríticos pueden
comer también carne de caza. Una indicación frecuente en los
escritos es la de aumentar el consumo de verduras frescas, reducir las
carnes, eliminar las bebidas carbonatadas, el alcohol y los esti-
mulantes, y evitar las grasas: el objetivo de esta dieta parece ser
producir un estado de alcalinidad en el organismo.

Para aumentar las eliminaciones, resultan útiles diversas técnicas:


compresas de aceite de ricino, cinco o seis gotas de aceite de ricino
por vía oral cada noche antes de acostarse, enemas, etc. También es
útil la hidroterapia en diversas formas: baños calientes normales,
baños en sales de Epsom (de uno a dos kilos de sales, y hasta cinco en
una bañera llena de agua, dejando el cuerpo sumergido durante cinco
a diez minutos, o incluso más, hasta que se produzca una buena
sudoración), baños de vapor, tratamientos en baños turcos, saunas,
etc. El masaje, los tratamientos mediante aparato vibrador eléctrico
para masajes, y los tratamientos osteopáticos son medios importantes
para aumentar el drenaje linfático y para la relajación de los músculos
y tendones. El ejercicio también realiza estas funciones. Con

227
Dr. William A. McGarey

frecuencia, el masaje se lleva a cabo con unas mezclas de aceites


determinadas; son especialmente eficaces el aceite de oliva y el aceite
de cacahuete, dos onzas de cada con una onza de lanolina. En el caso
3244, que aparentemente tenía un gran problema de asimilación,
Cayce recomendó usar la siguiente combinación de aceites:

Usolina o nujol (acebuche blanco) 4 onzas


Aceite de agujas de pino 1 onza
Aceite de oliva 1 onza
Aceite de cacahuete 1 onza
Lanolina licuada 1 onza

Otra combinación de aceites que los escritos de Cayce recomien-


dan usar únicamente después de un baño con sales de Epsom es la
que exponemos a continuación. Esta mezcla produce un cierto grado
de calor e irritación, que en realidad puede ser preferible en algunas
ocasiones:

Usolina o nujol 4 onzas


Aceite de cacahuete 2 onzas
Aceite de raíz de azafrán1/ 2 onza
Aceite de agujas de pino 1/2 onza
Aceite de mostaza 1/4 onza

En los escritos se sugiere la ingestión de atomidina por vía oral en


casi todos los casos de artritis. Las menciones a la atomidina aparecen
en numerosos ciclos de escritos, y siempre en ciclos. Nuestra
recomendación más habitual a los pacientes ha sido la ingestión de
una gota el lunes, dos el martes, tres el miércoles y así hasta el
viernes (cinco gotas); entonces se interrumpe la administración du-
rante el fin de semana y se vuelve a iniciar con una gota el lunes
siguiente. Este procedimiento se seguirá las tres primeras semanas de
cada mes.
Sin embargo, las personas que nos escriben rara vez se limitan a
seguir el tratamiento prescrito. Una mujer que padecía artritis desde
hacía mucho tiempo nos escribió para decirnos que había dejado de
tomar cualquier tipo de medicación para su artritis, pese a que llevaba
más de diez años con la enfermedad. He aquí lo que nos contaba:

228
Los remedios de Edgar Cayce

Recientemente empecé a tomar aceite de oliva. Tomé aproximadamente


seis cucharadas diarias (durante las horas diurnas) durante dos semanas, y
luego una cucharada diaria durante otras dos. Me desapareció el dolor de la
articulación. Detuve el tratamiento al llegar a este punto, considerando que
quizá la artritis había remitido, como sucede en algunos casos.
Al cabo de tres semanas, empecé a notar nuevamente algunos dolores. Me
di cuenta de que el alivio se debía al aceite de oliva, así que empecé a tomar
tres cucharadas al día durante una semana y luego suspendí el tratamiento. Al
cabo de otras dos semanas, me volvieron los dolores aunque mucho más
ligeros. Entonces empecé a tomar tres cucharadas sólo un día a la semana, y
los efectos me duran una semana, período durante el cual no sufro dolor
alguno.

Este tipo de terapia no aparece nunca en los escritos, aunque da la


sensación de que esta mujer sólo está calmando y eliminando los
síntomas, sin atacar el problema de raíz e invertir las causas que lo
provocan. No obstante, quizás otros dos relatos sobre los aceites y su
utilidad puedan aclarar algunas cosas.

Tras leer el libro Edgar Cayce, de Jess Steam, anoté con sumo interés sus
referencias a la artritis y al uso de aceite de cacahuete purificado. Como
enfermo de artritis reumatoide, he observado que este aceite me proporciona
un gran alivio en mi dolencia. Tras utilizar el aceite de cacahuete como
vehículo en mis masajes durante varios años, me declaro de acuerdo con la
opinión de Cayce de que no sólo lubrica, sino que también cura. Estoy seguro
de que, si hubiera conocido este aceite y su utilización hace unos años, me
habría ahorrado muchos dolores. ¿Por qué no se conoce mejor la utilidad del
aceite de cacahuete para reducir las inflamaciones y dolores motivados por la
artritis? ¿Acaso la profesión médica lo rechaza, considerándolo un remedio
casero?

Ahora, otro de California:

Mi madre padecía una artritis tan fuerte que estuvo internada en un


hospital. Permaneció allí dos semanas y fue dada de alta sin ninguna mejoría
evidente. La artritis le afectaba sobre todo los dedos, que tenía agarrotados
con las manos cerradas, y mamá pensaba que jamás volvería a ser capaz de
abrirlas. Papá la trajo a casa y empezó un tratamiento a base de aceite de
ricino caliente, frotándole manos, brazos, hombros y piernas tres veces al día.

229
Dr. William A. McGarey

Al cabo de unos tres o cuatro meses, su estado había mejorado hasta el punto
de poder caminar, utilizar los brazos y extender las manos. Hoy está
absolutamente curada. En el peor momento de la enfermedad, mamá tenía
setenta y cinco años. Hoy tiene ochenta y uno.

230
Los remedios de Edgar Cayce

24
Ojos y oídos: los sentidos

En los escritos de Edgar Cayce se describen tres sistemas nervio-


sos y no los dos habituales. Uno es el sistema nervioso cerebroespi-
nal, preparado en el hombre para controlar la actividad consciente y
el movimiento muscular: es el componente funcional del organismo
humano para la mente consciente. El segundo es el sistema nervioso
simpático, o lo que hoy se denomina sistema nervioso autónomo. En
los tiempos en que Cayce ofreció sus conocimientos, el sistema
nervioso autónomo fue denominado durante cierto tiempo sistema
simpático o vegetativo.
El autónomo es el sistema nervioso de la mente inconsciente. El
tercer sistema nervioso es el sensorial, que funcionalmente representa
el vínculo que nos relaciona con el mundo tridimensional que nos
rodea. Este último sistema consta de canales nerviosos que sirven a
cada sentido y está íntimamente relacionado y mezclado con los otros
dos sistemas de transmisión neuronal.
Uno de los conceptos interesantes que surgen en este modelo
neuronal trinitario es que las percepciones sensoriales (color, por
ejemplo) son comunicadas en realidad al sistema nervioso autónomo
antes de que sean registradas conscientemente por el cerebro. Esta
relación primaria puede aportarnos una cierta comprensión de por qué
nuestro apetito se ve incrementado por los colores llamativos de un
restaurante, en tonos rojos y anaranjados, mientras que el desgraciado
propietario de otro establecimiento de comidas de la misma calle
pierde clientes porque su restaurante está pintado en tonos azules y
blancos.

231
Dr. William A. McGarey

También reconocemos la realidad de esta íntima relación neuro-


nal cuando advertimos que el aroma de un determinado perfume nos
lleva irremisiblemente a un tiempo, un lugar y una persona
determinada; o quizá cuando unos suaves compases de una canción
oída hace mucho tiempo nos recuerdan una experiencia lejana, cálida
y llena de evocaciones. Y así aparece en la popular tira dibujada de
«Snoopy», el personaje de Linus, firmemente asido de su «frazada»:
cuando la toca, parece recordar algo en su subconsciente.
Puede afirmarse fácilmente que el sistema nervioso sensorial es
el autónomo, o parte del mismo al menos; en realidad, todos actua-
mos como seres únicos, conformando con nuestras diversas partes un
único individuo. No obstante, si queremos continuar percibiendo a
cada ser humano como un ente vivo, como un ser espiritual con un
destino en un reino espiritual que apenas podemos entrever ligera-
mente, se nos hace razonable contemplar nuestro cuerpo como un
medio creado por nosotros para experimentar este mundo. Nuestras
mentes inconscientes nos dirigen la mayor parte del tiempo, aunque
muchas veces no somos conscientes de los movimientos del cuerpo o
del control de la mente. Esta, además, puede proyectarse no sólo
como realidad inconsciente, sino como mente consciente que trata
nuestra dimensión terrena. Y es el sistema nervioso sensorial el que
proporciona los medios para comunicarse con este mundo.
Este aparato sensorial es el que nos permite estimular los recuer-
dos y ponernos en contacto con los hábitos y modelos de comporta-
miento que son parte de lo que hemos hecho, sentido, visto, olido,
gustado y oído quizás a través de las eras y los tiempos en nuestros
sucesivos ciclos vitales en la Tierra.
El sistema nervioso sensorial era para Edgar Cayce una unidad
que permite al hombre tomar conciencia de su medio ambiente
externo. Tal relación queda aún más puesta de manifiesto por el
siguiente relato. Carter C. Collins, profesor de biofísica de la Pacific
School of Medical Sciences, informó hace algunos años que había
diseñado una pequeña cámara de televisión montada con lentes que
permitía a los ciegos ver una serie de imágenes identificables a través
de las terminaciones nerviosas de la piel del abdomen. Al. cabo de
cierto período de preparación, el invidente conseguía que la
información de la piel alcanzara los centros de conciencia como una
imagen visual, y no en la sensación táctil que podría esperarse.

232
Los remedios de Edgar Cayce

También se cuenta otro experimento realizado con unas criaturas


unicelulares denominadas Tetrahymena pyriformis (parecida al
conocido paramecio). Estas criaturas tienen una reacción específica
de repulsión que las lleva a detenerse, retirarse y cambiar de direc-
ción cada vez que encuentran un obstáculo. En el tanque de agua
donde vivían se introdujo una pequeñísima corriente eléctrica. Al
introducirse la electricidad, las tetrahymenas se detuvieron, se reti-
raron y tomaron una dirección distinta. Se dirigió entonces un potente
foco hacia el agua. Cuando se encendía la luz solamente, sin la
electricidad, no había respuesta por parte de las tetrahymenas. Des-
pués se encendió a la vez la luz y la corriente eléctrica diecisiete o
dieciocho veces consecutivas. En cada ocasión, se produjo la reac-
ción de repulsión. A continuación, se procedió a encender la luz sin
conectar la corriente eléctrica del agua. Las tetrahymenas se detu-
vieron, se retiraron y tomaron otra dirección distinta. Lo importante
de la historia no es que estos seres unicelulares puedan aprender (es
decir, que tengan conciencia), sino que en el mecanismo de una
célula individual existe una percepción de la luz y de los estímulos
dolorosos, pese a que dicha célula no tiene sistema nervioso ni
órganos sensoriales, ni medios visibles donde apoyar tal conciencia.
Si las criaturas unicelulares pueden hacer todo esto, y si un ciego
puede ver mediante las células de su abdomen, eso significa que en
realidad nos queda mucho que aprender sobre el hombre como en-
tidad que experimenta la Tierra a través de sus sentidos.

Cayce describió algunas de las interrelaciones entre los sentidos,


las funciones orgánicas del cuerpo y las emociones, que funcionan a
través de las glándulas y sus hormonas. Según indicaba, las emocio-
nes, como estados psicológicos, crean patología en los órganos su-
ministrados por el sistema nervioso autónomo y en los propios senti-
dos. A una mujer que le describía su estado, le respondió lo que sigue:

Las emociones son estados psicológicos. Sus efectos se notan en el


hígado, el bazo, el corazón y el sistema sensorial: esos son los auténticos
estados patológicos.
2452-1

233
Dr. William A. McGarey

Ceguera al color

Aunque las dolencias genéticas se consideran generalmente in-


curables, éste no es el caso si se tienen en cuenta las premisas de los
escritos de Cayce, según las cuales la curación siempre se cuenta
entre las posibilidades y el cuerpo —como producto de la mente y del
espíritu— siempre posee posibilidades ilimitadas. Veamos la ceguera
al color. Según entendía Cayce las cosas, la ceguera al color empieza
como una desviación de la energía nerviosa del nervio vago en su
origen en el segundo, tercer y cuarto ganglios simpáticos dorsales.
Normalmente, estos impulsos nerviosos se coordinan a través del
nervio vago con similares zonas de control neuronal existentes en el
tercer, cuarto y quinto ganglios cervicales. Estos últimos ganglios son
los centros ópticos que controlan diversas funciones de los ojos. Así,
las energías nerviosas que deberían fluir a los centros ópticos son
desviadas debido a trastornos en la zona dorsal superior, y los centros
ópticos se encuentran entonces carentes de la energía de control
circulatorio que pudiera a su vez ir dirigida al ojo. Entonces se
produce una complicada serie de acontecimientos. El párpado
presenta hinchazón, enrojecimiento e irritación, igual que partes del
globo ocular «y en las características de lo que se refleja en el iris y
en la respuesta del propio nervio óptico» (820-2).
La terapia para la ceguera al color según los escritos de Cayce se
encuentra en uno de los folletos explicativos de la Sede Central de la
ARE de Virginia Beach, y reúne los siguientes puntos: dieta ali-
menticia, tratamientos osteopáticos (primero en la zona dorsal y
después en la cervical) y tratamientos de rayos ultravioleta y de pilas
húmedas, administrados en ciclos de tres semanas. La ceguera al
color no es un episodio frecuente, pues sólo una de las miles de
consultas celebradas por Cayce sobre diversos temas se refería a esta
dolencia en concreto. Sin embargo, los ojos y los oídos tienen
problemas mucho más comunes.

Inflamación del ojo

El orzuelo u hordeolum es una invasión por bacterias con


inflamación del tejido conjuntivo del párpado junto a un folículo
piloso. Puede ser externo o profundo, siendo este último el más
problemático. Normalmente no nos llegan muchos casos a la consulta

234
Los remedios de Edgar Cayce

porque, por lo general, se pueden cuidar en casa sin control médico.


En algunos lugares de los escritos de Cayce debo de haber leído algo
acerca del uso de cataplasmas de patata en los párpados para estas
dolencias, pero no he encontrado nada actualmente en los archivos.
No obstante, pese a no hablar en concreto del orzuelo, existe gran
cantidad de información sobre la blefaritis o inflamación del párpado.
Probablemente un setenta y cinco por ciento de los escritos sobre
blefaritis apuntan el uso de la cataplasma de patata. Hemos utilizado
esta particular terapia de los viejos tiempos en cierta cantidad de
casos de orzuelos y ha resultado extremadamente eficaz, eliminando
las inflamaciones normales en un plazo de entre veinticuatro y treinta
y seis horas, y habitualmente después de una sola aplicación de la
cataplasma.
Cayce sugería que las eliminaciones eran un problema en la
mayoría de los casos de blefaritis, por lo que habitualmente sugería
tanto el uso de cataplasmas como la mejora de las eliminaciones del
organismo. Las cataplasmas, según él, calmaban en cierto modo la
inflamación. Era importante utilizar patatas viejas, no nuevas, y se
aplicaba envuelta a veces en una fina tela de gasa; en otras ocasiones,
se colocaba directamente sobre el párpado. Se trata de uno de esos
remedios sencillos que se remontan en el tiempo y que funcionan en
muchos problemas oculares como si fuera por arte de magia. Quizás
el efecto tenga algo que ver con los enzimas que se liberan cuando se
corta una rebanada de patata para formar una cataplasma en forma de
parche para el ojo. También sospecho que tiene un efecto beneficioso
en todo el globo ocular, mejorando muy probablemente el drenaje
linfático, limpiando los tejidos y dándoles una mayor y mejor
capacidad funcional.

Cataratas

Las cataratas son comunes entre las octogenarias, aunque las


octogenarias no son muchas. En ocasiones, en la clínica ARE obser-
vamos que es muy importante tratar a la persona según esté su
conciencia, improvisando en cierto modo a partir de nuestra expe-
riencia lo que consideramos necesario hacer. Al utilizar nuestro
conocimiento de la fisiología, llegamos a la conclusión de cuál es la
terapia específica que debe utilizarse.

235
Dr. William A. McGarey

Una paciente ya anciana que quería mejorar su estado físico sin


someterse a las dificultades de una intervención quirúrgica, deseaba
encontrar algo que pudiera aplicarse ella misma, ya que vivía sin
compañía. Se le indicó que se pusiera compresas de patata dos veces
por semana. La mujer utilizaba también los ejercicios físicos de
cuello y cabeza, que son convenientes de realizar en todas las dolen-
cias de los sentidos. Además, se le recomendaron compresas de
glicotimolina para los senos nasales, que le estaban ocasionando
algunos problemas.
La anciana siguió nuestras instrucciones al pie de la letra y utilizó
en todo momento la paciencia, la coherencia y la insistencia. Quince
meses más tarde, un examen oftalmológico reveló que todavía tenía
las cataratas pero que éstas no habían progresado, al tiempo que su
capacidad de visión había mejorado. Su carta, de la misma fecha, nos
explica mejor la historia:

Tengo que acudir a su consulta dentro de dos meses, pero no puedo


resistirme a contarle la buena nueva. Vuelvo a usar gafas, y parece que me
van perfectamente. Ahora puedo leer con los dos ojos, en lugar de con sólo
uno. Hacía un año y medio que había dejado de utilizarlas porque me costaba
mucho enfocar con ellas, y después de seguir su tratamiento con rodajas de
patata cruda y compresas de glicotimolina, mi visión parecía mejorar bastante,
así que continué aplicándomelas. Me di cuenta de que cada vez estaba mejor,
pero no pensé en probarme las gafas hasta el pasado sábado. Naturalmente,
esto me da mucha mayor confianza a la hora de conducir un automóvil,
actividad que casi había abandonado, sobre todo para conducir por autopistas
o carreteras muy transitadas. Le doy las gracias a Dios y le envío a usted mis
bendiciones.

Otras dolencias oculares

Los llamados párpados granulomatosos responden bien a un


tratamiento a base de un baño en una solución floja de ácido bórico y
el posterior uso de la cataplasma de patata dos veces por semana, por
la noche, antes de acostarse. Hemos observado que estas cataplasmas
suelen ser útiles en la mayoría de las dolencias oculares, pero en los
escritos de Cayce se especifican también otros remedios.
Para la conjuntivitis, un baño ocular con una solución de una
parte de glicotimolina y dos partes de agua destilada puede dar

236
Los remedios de Edgar Cayce

buenos resultados. Es una solución más fuerte que la sugerida por


Cayce en otra consulta, donde las cantidades eran dos cucharadas de
glicotimolina en un litro de agua. Sin duda, algunos individuos son
más sensibles que otros a sustancias como la glicotimolina.
El doctor Mayor Hotten me informó de una reducida cantidad de
casos en que había tratado perigión ocular utilizando compresas de
aceite de ricino hasta reducir la inflamación lo suficiente como para,
quizás, «evitar la intervención quirúrgica». Otro corresponsal nos
escribió también para informarnos de un fructífero uso del aceite de
ricino en un orzuelo del párpado inferior. Habitualmente, esos
orzuelos repetidos precisan una incisión y posterior drenaje.
Lee Sannella, médico que coopera en el programa de la Funda-
ción Edgar Cayce, es psiquiatra y especialista en oftalmología. Al-
gunos de sus trabajos recientes han llamado la atención de quienes
trabajan en el entrenamiento por biofeedback. Un informe de
Behavior Today habla de su labor con el glaucoma. Utilizando ciertas
técnicas entre las que se contaban los ejercicios de Bates, técnicas
reflexológicas, entrenamiento autogénico, ejercicios de autorrit-
mización, seguimiento alfa/theta y otros métodos. Lee informó que
cinco de seis personas aquejadas de glaucoma habían conseguido
reducir la presión ocular con un día de entrenamiento. Sus comenta-
rios sobre este trabajo son tan interesantes como sus resultados:

Parece haber un factor esencial de consentimiento y acuerdo en la


curación. Un consentimiento o afirmación de que el paciente realmente desea
verse libre de la dolencia, y un acuerdo en que el nivel funcional formante,
cotidiano, debe ser dejado de lado en favor de un contacto a nivel más
profundo con la fisiología del cuerpo. Una vez se da al cuerpo la posibilidad
de empezar la regulación o curación, esta tendencia se extiende por todo el
organismo.

La obra de Sannella me recuerda muchos escritos en los que


Cayce señalaba la importancia de la mente como constructora, y que
la fuente de toda curación procedía del Espíritu Creador o Dios.

Limitaciones auditivas

Los problemas del oído y de la audición no son, probablemente,


tan numerosos como los que afectan al ojo; sin embargo, producen

237
Dr. William A. McGarey

parecidas incomodidades. Cuando uno estudia la sordera en sus


rasgos generales, aparecen como presuntas causas inmediatas los
trastornos físicos; sin embargo, existen detrás de ellas otros factores
psicológicos y espirituales que son sus causas fundamentales. La
psiquiatría moderna reconoce que los problemas de audición de las
personas de edad están causados en muchas ocasiones porque el
afectado está «cansado» de oír a los demás, y desarrolla una dolencia
física real debido a su reacción emocional. La sordera se ha descrito a
menudo en los escritos de Cayce como una dolencia kármica,
resultado de haber hecho «oídos sordos» ante las necesidades de
alguien en algún momento crítico de una vida anterior.
Sea cual fuere la causa proveniente del inmutable pasado, hay
dolencias físicas concretas que se han desarrollado hasta crear la
sordera en aquellos que están en algún grado sordos físicamente.
Cayce lo podía apreciar cuando realizaba sus consultas físicas y, en
una típica observación procedente del estado inconsciente, emitía la
siguiente información sobre una mujer de treinta y cinco años que de
repente se quedó sorda:

Según vemos, hay dolencias perturbadoras que provienen principalmente


de un estado acatarrado de los conductos nasales y de la garganta. Estos
efectos en el cuerpo producen un alto grado de acidez, y la falta de
eliminaciones produce la supresión del aporte del flujo de energías a los
órganos del sistema sensorial.
5315-1

Al hacer recomendaciones a una serie de personas, Cayce sugería


varias técnicas terapéuticas, entre ellas la osteopatía o mecanote-
rapia de la zona cervical, la cirugía digital en la zona de las trompas
de Eustaquio, la limpieza del tracto intestinal, el tratamiento con pilas
húmedas, la construcción general del cuerpo, los ejercicios para la
cabeza y cuello, y varias otras modalidades en diversas ocasiones.
Entre las recientes actividades en el campo de los defectos audi-
tivos se cuentan algunos trabajos fascinantes efectuados por investi-
gadores del Centro para el Habla y la Audición, de Cleveland, Ohio.
Allí, una unidad parecida a un teléfono emite una señal de radio de
baja frecuencia a los nervios auditivos, que así son estimulados y se
reactivan, al menos en cierto grado. El doctor Jenkins- Lee, que dirige
el trabajo, compara el oído interno con un completo electroquímico,

238
Los remedios de Edgar Cayce

muy similar a la batería eléctrica de un coche (de hecho, todas las


células del cuerpo son realmente unidades de electricidad galvánica)
y el instrumento, en cierto modo, recarga el aparato auditivo,
significando una mejoría en la audición.
Los médicos chinos visitan a los niños en colonias especiales y
les tratan diariamente con métodos de acupuntura sencillos pero
eficaces. Todos los niños son lo que nosotros llamamos
«sordomudos» cuando se inicia el tratamiento. Sin embargo,
empiezan a oír y a hablar, y se les enseña a cantar para mejorar sus
voces. Es sabido que el sonido del mundo exterior que llega hasta el
cerebro crea el estímulo necesario para que el niño empiece a hablar.
Si el niño pasa dos o tres años de su corta vida sin sonidos por un
problema de pérdida de audición de cualquier clase, el habla de ese
niño será deficiente, si es que llega a tenerla. Recientes trabajos del
doctor Philip Peltzman bajo el patrocinio de la asociación Telephone
Pioneers of América han utilizado la computadora y el
electroencefalograma para determinar si existe pérdida de audición en
el recién nacido. En caso afirmativo, pueden tomarse las medidas
adecuadas para ayudar a oír al pequeño, y con ello pueden evitarse
muchas penas y dificultades en la vida. Estos ejemplos nos recuerdan
que los cambios de naturaleza aparentemente irreversible pueden
corregirse, al menos en parte, y que es precisamente en los
componentes funcionales del organismo humano donde nosotros
debemos trabajar y esforzarnos.
La pérdida de audición en una persona muy joven es algo alta-
mente perturbador para los padres, y en ocasiones lleva incluso al
médico a desear haber escogido otra profesión, pues las respuestas a
la terapia son habitualmente muy lentas y difíciles de ver. Un caso
que vamos a exponer demuestra algunos de los conceptos de rehabi-
litación fisiológica a los que ya nos hemos referido. Jill nació en
febrero de 1968 y vino a nuestros cuidados cuando tenía dos años con
deposiciones líquidas y algunos vómitos. En junio de 1970, su madre
nos informó que Jill parecía tener problemas de audición pese a que
aparentemente no podía tener relación con infecciones de oído, que
no había padecido. Habían probado a darle jarabe triamínico sin
éxito. En noviembre, fue visitada de otitis media en el oído izquierdo,
es decir, una inflamación de oído, y fue tratada con unas gotas
analgésicas y un antibiótico por vía oral. También había síntomas de
infección respiratoria en el tracto superior, y tenía las amígdalas muy

239
Dr. William A. McGarey

grandes o hipertróficas. La niña siguió teniendo problemas todo el


invierno y fue visitada en enero de 1971 por un especialista de oído,
principalmente debido a su limitada capacidad auditiva. El médico
hizo el siguiente informe:

El examen reveló tímpanos deprimidos bilateralmente y un diagnóstico de


adenoides hipertrofiados con otitis serosa media bilateral. Aconsejé la
realización de adenoidectomía y miringotomía bilateral y la inserción de
cánulas. La niña iba a ser intervenida el 23 de febrero en el hospital St.
Joseph.

La madre no deseaba en realidad someter a su hija a esta inter-


vención y se negó a ella. Yo visité a la pequeña a mediados de
febrero, fecha en que todavía tenía las amígdalas hinchadas. Los
oídos parecían normales, igual que su respiración, y la madre afirmó
que, en su opinión, la niña oía mejor. Se le administraron pequeñas
dosis de atomidine durante varias semanas y se puso bien hasta
marzo, en que presentó una nueva otitis media en el oído izquierdo.
Volvió a tener una buena respuesta al antibiótico, pero su capacidad
auditiva fue haciéndose progresiva y apreciablemente menor, lo cual
la llevó de nuevo a nuestra consulta a finales de junio. La remití para
un examen audiométrico al Hospital del Buen Samaritano. El director
de esta institución me escribió informándome de lo que sigue:

En resumen, los datos de tono puro indican que la audición de su paciente


en el oído derecho está dentro de los límites de la normalidad, mientras que en
el oído izquierdo se aprecia una pérdida leve con un componente conductivo
significativo que quizá sea bilateral. Los resultados de las pruebas han sido
expuestos a la consultante, y se le ha sugerido que la paciente sea devuelta a
la consulta de usted para tratarse del trastorno auditivo.

En esa etapa, la madre de Jill informó al examinador que el


problema auditivo de la niña había sido constante durante un período
de dos años, por lo que era evidente que nunca había llegado a
solucionarse, al menos en consideración de la madre. A fines de junio
se inició la terapia con ejercicios físicos de cabeza y cuello, según los
había descrito con tanta frecuencia Edgar Cayce; se inició de nuevo
la administración de atomidina con media gota en medio vaso de
agua cada mañana cinco días por semana; y, varios días después,

240
Los remedios de Edgar Cayce

empezó a utilizar un inhalante, cinco respiraciones profundas cada


vez tres veces al día. El inhalante se componía de los siguientes
ingredientes:

Alcohol etílico 4 onzas


Aceite de eucalipto 20 mínimos
Bálsamo del Canadá 5 mínimos
Benzoato de guiacol 5 mínimos
Creosota refinada 3 mínimos
Tintura de benzoína 10 mínimos
Esencia de trementina refinada 5 mínimos
Bálsamo de tintura de tolueno 30 mínimos

La madre de Jill informó, a principios de julio, que tenía la


certeza de que la audición de la pequeña estaba mejorando, así que se
decidió realizar un nuevo audiograma el 18 de agosto. La gráfica de
este informe evidenciaba que Jill oía ahora con normalidad. Se indicó
a la madre que mantuviera el mismo programa terapéutico durante
otras seis semanas antes de detenerlo y hacer una nueva revisión en la
clínica.

Una teoría de lo sucedido podría ser ésta: mediante el uso de los


ejercicios físicos de cabeza y cuello que afectan a la columna verte-
bral, la médula espinal, las salidas de los nervios espinales, los
ganglios simpáticos y los centros circulatorios y sensoriales que se
encuentran en la zona, se produce una mejora del aporte nervioso y
circulatorio al aparato sensorial. Cayce apunta en sus escritos que la
atomidina, incluso en cantidades tan mínimas, estimula las células
glandulares del organismo a una mejor respuesta mientras tratan de
«hacer su trabajo». ¿Cuál es la función del inhalante? Éste produce
una limpieza de los tejidos y células de todo el tracto respiratorio
superior, fosas nasales, adenoides, amígdalas, senos y trompas de
Eustaquio.

Si se le ofrecen los adecuados incentivos, la adecuada asistencia,


las adecuadas actitudes y la dieta más conveniente, el cuerpo puede
llegar a rehabilitarse, a situarse en un estado de equilibrio y ho-
meostasis que denominamos curación.

241
Dr. William A. McGarey

Terapia musical

No podemos cerrar el tema de los sentidos sin tocar algunos de


los efectos que produce la música cuando es utilizada como terapia.
Las emociones, ciertamente, se ven suavizadas o excitadas según los
diversos tipos de composiciones musicales: las hay que nos tranqui-
lizan y nos adormecen, mientras que otras excitan nuestros instintos
marciales o nuestros impulsos y estímulos básicos.
Hace algunos años, me llamó la atención que un investigador
francés estuviera tocando las obras de los maestros musicales me-
diante un aparato que influía en las células al transformar los sonidos
en vibraciones directas. El paciente escucha la música mientras las
vibraciones de ésta son transmitidas directamente al cuerpo mediante
electrodos. Al propio tiempo, un médico italiano estaba utilizando las
fugas de Bach para tratar indigestiones, y había comprobado que
Mozart era el compositor ideal para trabajar con pacientes
reumáticos. Beethoven era considerado bueno para las hernias,
mientras que Haendel ayudaba a los «corazones rotos» y otros esta-
dos emocionales perturbados. ¿Insomnios? Pruebe con Schubert...
En este capítulo nos hemos referido ya a cómo actúan los tras-
tornos psicológicos a través de las glándulas endocrinas y sus hor-
monas, para provocar la enfermedad en el cuerpo y en los sentidos.
De igual modo, si la música es de naturaleza creativa y de efectos
puramente psicológicos, resulta razonable prever que pueda experi-
mentarse un beneficio hormonal en el cuerpo y que pueda corregirse
la enfermedad.
En un programa con una cantidad limitada de pacientes llevados a
cabo en nuestra clínica, utilizamos la música como puente entre las
mentes consciente e inconsciente. Cuando se toca música de alta
calidad en una intensidad mayor de la normal y se combina con la
aplicación de un masaje corporal al ritmo de la música, se rescatan de
la información almacenada en la mente subconsciente los recuerdos y
los trastornos subconscientes, e incluso se rescata la memoria de las
propias células del organismo, que también la tienen. La gente
recuerda así vidas anteriores, y recuerda relaciones —de ésta y de
anteriores vidas— que pueden desarrollarse de un modo constructivo
en un ambiente acogedor. Nosotros denominamos a esto «Programa
del Templo Maravilloso», tiene una duración de diecisiete días e
incorpora muchas otras modalidades en un único plan de tratamiento.

242
Los remedios de Edgar Cayce

Otras terapias

La auriculoterapia es un método que consiste en utilizar la acu-


puntura en el pabellón auditivo, influyendo desde éste en el funcio-
namiento de todos los órganos del cuerpo. Algunos médicos utilizan
solamente este tipo de tratamiento, descartando todos los demás. En
el capítulo 11 he descrito un ejercicio del oído que puede ser de
utilidad para la audición, de modo similar a como el ejercicio chino
para los ojos ayuda a tantísima gente a conservar bien la vista en ese
inmenso país. La principal diferencia con éste es que el ejercicio para
los oídos influye en todo el organismo, y no solamente en la audición.
El grado de ayuda que pueda aportar sólo puede demostrarse
mediante su uso, pues su acción se produce por medio de impulsos
neuronales que no pueden registrarse ni medirse.
Un paciente que llevaba bastante tiempo aquejado de tinnitus o
tintineo y zumbamiento de oídos, acompañado de mareos, nos in-
formó del tratamiento que había diseñado para sí mismo, y que le
había dado buen resultado. Nuestro informante no había sufrido
tapones de cera en los oídos, que muchas veces producen síntomas
similares a los descritos. Conocedor de la diversidad de empleos que
pueden darse al aceite de ricino, el paciente decidió aplicarse algunas
gotas en los conductos auditivos. Continuó este tratamiento con
regularidad durante un período de tiempo de unos dos meses, y le
desaparecieron totalmente los mareos, al tiempo que el zumbido y el
tintineo quedaron amortiguados casi por completo.
Otro corresponsal nos escribió para comunicarnos que su madre
había empezado a hacer los ejercicios de cuello y cabeza junto con
algunos ejercicios respiratorios y «tras un drenaje extremo, su audi-
ción es prácticamente normal cuando antes teníamos que hablarnos
prácticamente a gritos para hacernos entender».
El lóbulo de la oreja también se beneficia de la acción del aceite
de ricino, aunque en este caso debe administrarse localmente. Una
antigua miembro del ARE relata su experiencia con el aceite de
ricino, compartida con su hermana:

(...) Hace cuatro años (...) me hice un desgarro en las orejas. Se me


infectaron y siguieron así durante un tiempo. Me gasté una pequeña fortuna
en médicos y medicinas. Finalmente, recordé el aceite de ricino y lo utilicé

243
Dr. William A. McGarey

varias veces al día; en un plazo de tres días, mis oídos se curaron por
completo y desde entonces no he vuelto a sufrir problemas o recaídas.

Pero a continuación, nuestra corresponsal prosigue su relato:

Mi hermana también utilizó unas gotas de aceite de ricino calentado en los


oídos cuando los médicos le informaron que padecía un trastorno en la
audición como consecuencia de un disparo de carabina realizado muy cerca
de ella. Tenía una pérdida de audición del cincuenta por ciento y un agudo
zumbido. Desde que empezó el tratamiento con las gotas de aceite de ricino,
su capacidad auditiva ha mejorado y el zumbido casi ha desaparecido. Espero
seguir asociada mucho tiempo a la ARE.

¡No es de extrañar!

Terapia para una buena percepción sensorial

En los escritos de Cayce se da por hecho que la percepción


sensorial mejora con el uso adecuado de la dieta alimenticia, de los
ejercicios físicos de cuello y cabeza y de los tratamientos osteopáti-
cos o quiroprácticos, y con la adopción de una dirección emocional y
de actitud en la vida que nos lleve a aceptar nuestra realidad. Pues los
sentidos pueden cerrarse si uno rechaza lo que nuestra experiencia
terrena trata de enseñarnos, y son el único medio de que disponemos
como seres humanos para entrar en relación con esas lecciones. Por
ello nos será conveniente aceptar lo que la vida nos ofrezca, pues ello
nos hará mantener alerta en nuestra capacidad sensorial durante el
tiempo que pasemos en esta existencia.

244
Los remedios de Edgar Cayce

25
Problemas específicos de la mujer

La ovulación, la concepción y el parto son temas próximos a todo


el mundo. La medicina, la religión y la ciencia tienen puntos de vista
específicos sobre cómo se produce cada una de estas actividades. Los
escritos de Edgar Cayce añaden también algunas observaciones de
interés.
La ovulación es un acto de la naturaleza y tiene sus propios ciclos
y peculiaridades que dependen de una diversidad de factores. La
concepción es otro asunto: cuando el espermatozoide penetra en el
óvulo, se produce la concepción, pues las dos células se convierten en
una y se inicia el proceso de división celular, dando lugar a un nuevo
cuerpo físico. La concepción es considerada un acto de la naturaleza,
pero nadie parece tener en cuenta que la penetración de un
espermatozoide de entre los miles que pueden hacerlo significa la
presencia de un fenómeno eléctrico específico. Cada membrana
celular es parte de una unidad eléctrica celular. En los escritos de
Cayce, se sugiere repetidas veces que la electricidad es una manifes-
tación de la Fuerza Creativa, o Dios. Ello subraya la veracidad del
aserto de Cayce, según el cual la concepción es un «acto divino».
Es interesante apuntar que tanto la ciencia como la religión
afirman que existen algunas contadas ocasiones en que puede pro-
ducirse un nacimiento sin intervención de los espermatozoides. Los
investigadores científicos han descubierto este fenómeno entre los
pavos, donde esta inmaculada concepción produce siempre un macho.
De modo similar, la Iglesia Católica acepta que no sólo Jesucristo fue
concebido sin mancha por la Virgen María, sino que ésta misma fue

245
Dr. William A. McGarey

concebida de igual manera por su Madre, santa Ana. Es interesante


apuntar que los escritos de Edgar Cayce están de acuerdo con estos
postulados. Cayce consideraba la concepción como un acto divino, y
como el destino que nos está reservado en nuestra calidad de seres
humanos:

(...) Las almas evolucionarán hasta poder traer al mundo almas puras,
como hizo la Virgen María. Y ello sucederá cuando las almas de los hombres
y las mujeres se hagan progresivamente conscientes de que estos canales,
estos templos del cuerpo son, realmente, el templo de Dios vivo y que pueden
ser utilizados para las comunicaciones con Dios, el Padre de las almas
humanas.
1158-5

Tensión

Después de la concepción vienen los nueve meses de embarazo.


Durante este período, se presentan tensiones. En ocasiones, estas
tensiones se compensan, pero otras veces provocan daños. Existen
también otras influencias en el niño no nacido que no se han com-
prendido bien; influencias que tienen que ver con lo que la madre
piensa y siente, y con la actitud que tome el padre durante este
período.
Hace tiempo que se ha señalado que las madres propensas a la
ansiedad dan a luz niños de menor peso. La tradición popular apunta
que la embarazada puede «perder el hijo» si está sometida a temores
o a grandes ansiedades. La tensión materna en el embarazo, y sus
efectos en la salud y la vitalidad del niño por nacer han sido
estudiados en diversas situaciones. Adamsons (Contemporary
OB/GYN, vol. 5, enero 1975) informa de algunos trabajos que ayudan
a clarificar los mecanismos mediante los cuales la tensión afecta al
niño. Adamsons señala el sistema nervioso autónomo como portador
de los mensajes que dirigen tales tensiones, y ha demostrado lo reales
que son éstas en los primates (monos). Aunque estos animales no son,
ciertamente, personas, la reducción del flujo sanguíneo uterino y el
aumento de la excitabilidad uterina en la mona puede significarse
como importante, y es aplicable al ser humano en semejantes
circunstancias.

246
Los remedios de Edgar Cayce

Puede parecer que la ansiedad intrínseca con que cada mujer se


enfrenta al embarazo no guarda la debida correlación con el tipo de
cambios fisiológicos que el médico conoce. Así, con frecuencia se
olvida el estado mental de la embarazada y del niño, dedicándose
únicamente a apuntar los efectos fisiológicos. Adamsons apunta que
puede haber un gran número de recién nacidos cuyas lesiones cere-
brales no tengan nada que ver con los factores genéticos o con la
manipulación durante el parto, sino que se deban más bien a la actitud
mental, a las emociones o al estado alterado del sistema nervioso
simpático de la madre. Incluso cabe decir que gran parte de las
anormalidades de los recién nacidos podrían evitarse si se adoptara
una acción preventiva para aliviar la tensión y el profundo
nerviosismo emocional de la embarazada.
Siempre me he sentido fascinado por el modo en que Edgar Cayce
manejaba conceptos y los dejaba profundamente sentados mucho
antes de que los modernos métodos científicos pudieran formular
unas pruebas demostrativas. Hasta el momento, la medicina no ha
reconocido que el estado mental del padre pueda tener algún tipo de
efecto en el niño. Cayce afirmó que así era. Más aún: apuntó que el
estado físico y mental de la madre tenía relación con lo que éramos
cada uno como seres humanos desde el primer momento:

Como entidad individual, presenta el hecho de un cuerpo, una mente, un


alma, que le han sido dados como promesa, como oportunidad al hombre
para que, por medio del coito, establezca, cree un canal mediante Dios, el
Creador, pueda dar a los individuos la oportunidad de ver y experimentar Su
obra.
Así pues, estudia las actitudes mentales de tu cónyuge y de ti mismo para
crear esta oportunidad; pues no sólo depende de la naturaleza, sino también
del estado mental y la actitud personal el carácter que pueda producirse en la
experiencia material.
Deja pues los aspectos espirituales a Dios. Prepara el cuerpo físico y
mental, según la naturaleza, para darle el carácter de alma que se pretende.

457-10

No hace falta decir que la ansiedad y la tensión no pueden


coexistir con el amor y el afecto, con las actitudes que significan una
vida equilibrada y una satisfacción congas cosas bien hechas. Quizá

247
Dr. William A. McGarey

lo que debe hacerse en obstetricia es enseñar las cualidades que tan a


menudo recomendaba Cayce, y que en la Biblia son llamadas «los
frutos del espíritu». Cuando estas cualidades son aprendidas, el nivel
de ansiedad se reduce y la salud del niño por nacer aumenta. A la
inversa, cuando los frutos del espíritu no forman parte de la
experiencia que vive la futura madre y de su ambiente, surgen com-
plicaciones.
Uno de los conceptos más interesantes que he observado en el
material de Cayce, y que todavía no ha sido estudiado en profundi-
dad, es la idea de la utilización de compresas de aceite de ricino en el
abdomen durante todo el embarazo, tomado en ciclos, naturalmente.
Hemos efectuado el seguimiento de varias embarazadas que seguían
este consejo, y los hijos han nacido todos sanos; no obstante, cabría
decir, por supuesto, que esos niños habrían nacido normales y sanos
de todas maneras. Cuando existe un peligro de aborto, siempre
indicamos a la madre la conveniencia de ponerse una compresa de
aceite de ricino en el vientre. Con frecuencia, la hemorragia cesa y se
evita el aborto. Por nuestro conocimiento de cómo realiza su acción
fisiológica la compresa de aceite de ricino, parece lógico que
saquemos ciertas consecuencias: que el flujo linfático al abdomen —
y especialmente al útero— mejora y que por tanto las células se
mantienen en un grado más alto de salud, que el sistema nervioso
autónomo consigue un mayor equilibrio en su funcionamiento, y que
la sensación de relajación a menudo descrita hace más eficaz la
circulación en todo el organismo, beneficiando así tanto a la madre
como al niño.

Verrugas vaginales

Una complicación del embarazo que resulta muy molesta para el


paciente y también para el médico es la dolencia conocida por ve-
rrugas vaginales. Infrecuente hace un par de décadas, se ha conver-
tido en una enfermedad normal en nuestros días. Una paciente bajo
nuestros cuidados en la clínica ARE presentó racimos de verrugas
vaginales en forma de coliflor en los genitales externos, el tabique de
la vagina que rodea el cuello del útero, y en el propio cuello del útero,
durante el primer examen ginecológico, realizado a las quince
semanas de gestación. Durante las cinco semanas siguientes, la mujer
fue tratada con podofilina en aplicaciones locales, y las verrugas de

248
Los remedios de Edgar Cayce

los genitales externos se hicieron un poco más pequeñas. En cambio,


las verrugas vaginales y del cuello del útero no respondieron al
tratamiento. No se creyó conveniente proseguir el tratamiento una vez
llegados a este punto, sino que se aconsejó a la paciente que utilizara
suaves duchas vaginales empleando primero una cucharada de
glicotimolina y a la vez siguiente diez gotas de atomidina, siempre
disueltas en un litro de agua.
Las posteriores visitas, durante las doce semanas siguientes, pu-
sieron de manifiesto una progresiva desaparición de las verrugas
hasta que, cuatro semanas antes de la fecha calculada para el parto,
las lesiones desaparecieron por completo. Quizá resulte difícil decir
qué medida terapéutica fue más efectiva, o si más bien la recupera-
ción fue espontánea. Lo más importante es que la parturienta dio a luz
espontáneamente, evitando con la desaparición de las verrugas que
tuviera que efectuársele una intervención cesárea.

Tumores

Nos ha llegado de Inglaterra un caso que nos lleva de nuevo a la


utilización de ese viejo remedio curativo que se extrae de la planta
Ricinus communis y que se conoce popularmente como Palma
Christi, o aceite de ricino. Carrol Yap, médico cooperante de la ARE,
cuenta la historia clínica de una paciente con un fibroma uterino que
en el transcurso de cinco años había aumentado de tamaño hasta
alcanzar el volumen de una naranja. Un primer embarazo en 1971 dio
como resultado un parto fracasado. El segundo parto fue realizado
mediante cesárea. Durante la intervención quirúrgica se apreció que
el fibroma invadía la cavidad uterina, por lo cual se decidió someter a
miectomía a la paciente tres meses después. No obstante, antes de
realizar la intervención, el doctor Yap quiso asegurarse del tamaño
del fibroma. Así, se le realizó una exploración bajo anestesia tres
meses después del parto. Seis semanas antes de esta exploración el
doctor Yap empezó a aplicar regularmente compresas de aceite de
ricino sobre la zona abdominal de la mujer, tres veces por semana.
Cuando la exploración reveló al tacto la existencia de un bultito
apenas discernible y las biopsias y raspados quirúrgicos no mostraron
el menor signo de tumor uterino, la operación de miectomía fue,
naturalmente, cancelada.

249
Dr. William A. McGarey

Una mujer de cuarenta y seis años, que visitó por primera vez la
clínica el 3 de noviembre de 1970, se quejaba de dolores en el
músculo cuadrado crural derecho que le venían afectando desde hacía
dieciséis años, y que se habían iniciado tras pasar un grave episodio
de peritonitis o inflamación de la membrana que recubre el tabique
abdominal. Sus síntomas eran: sensibilidad en el punto de McBurney
sin rigidez, labio menor izquierdo hinchado, útero distendido con un
mioma o tumor del tamaño de un huevo de gallina en el fondo
derecho, y flebitis crónica de una vena de la pierna izquierda.
La paciente fue sometida a un programa de rehabilitación de 1)
compresas de aceite de ricino sobre el bajo abdomen tres veces por
semana (tres días seguidos); 2) ejercicios físicos diarios de cabeza y
cuello, y 3) ligero masaje con una combinación de aceites señalada
por Cayce en la pierna izquierda, cada noche antes de acostarse. Tres
meses más tarde, el examen pélvico ya no mostraba el menor rastro
de fibromas; el útero tenía un tamaño normal y no presentaba
sensibilidad; el abdomen ya no causaba ninguna molestia a la pa-
ciente y tampoco presentaba sensibilidad; los labios menores no
habían experimentado cambios, y la variz de la pierna izquierda había
mejorado algo con el uso del masaje. La mujer había sido
extremadamente coherente e insistente en el seguimiento de la terapia
que se le había indicado.
Un médico cooperante de la clínica me escribió desde Pennsyl-
vania para hablarme de otro caso inusual:

Tenía una paciente a la cual había practicado una histerectomía vaginal y


una reparación plástica de la zona. La mujer presentó un curso postoperatorio
febril que resultó debido a un gran absceso en la pelvis. Siguiendo un
tratamiento de antibióticos y enzimas proteolíticas, la paciente mejoró algo,
pero siguió presentando una masa persistente de 10 por 10 centímetros de
tamaño, que resultaba muy sensible. Quise realizar una nueva operación para
extirparla, pero ella se negó. Hice el seguimiento de la paciente durante varias
semanas, pero su estado no mejoraba. Tenía mareos, fiebre y dolor en el bajo
abdomen, y seguía presente la masa pélvica sensible.
La paciente seguía sin aceptar la intervención quirúrgica, así que le sugerí
que utilizara compresas de aceite de ricino diariamente, además de la
medicación normal. Volví a verla al cabo de un mes. Aunque todavía sentía
cierta incomodidad, se sentía feliz ante lo que catalogaba de mejoría
considerable. Según me comentó, «las compresas siempre me han permitido

250
Los remedios de Edgar Cayce

dormir y sentirme mucho mejor en general». La exploración a la que sometí a


la paciente mostró una remisión casi completa del absceso pélvico. Sólo
quedaba una pequeña zona de durezas en la parte del saco vaginal, que seguía
ligeramente sensible. Me sorprendió y alegró mucho el resultado de la
exploración, y le dije a la mujer que consideraba que la intervención
quirúrgica ya no era necesaria.
La paciente comentó también que consideraba mucho menos caro
el tratamiento a base de franela y aceite de ricino que una nueva
intervención quirúrgica.

Mastitis quística

La mastitis quística causa considerables incomodidades y suele


ser un trastorno muy doloroso. La irritación crónica de los quistes que
se forman en las glándulas mamarias productoras de leche suelen
persistir muchos años. Cierta vez nos llegó a la clínica una paciente
inusual de cuarenta y un años que se quejaba de trastornos en los
pechos, iniciados seis años antes. El caso era inusual porque durante
los dos últimos años de ese período de seis había estado alimentando
naturalmente a su hijo mejor. En realidad, llevaba ya seis meses sin
darle el pecho, pero no había dejado de sentir punzadas de dolor que
su anterior médico había considerado relacionadas con algún quiste.
Al acudir a nuestra consulta, la mujer consideró que le gustaría seguir
los conceptos terapéuticos de los escritos de Edgar Cayce, y por ello
le sugerimos que se efectuara masajes en los pechos —no masajes
profundos, sino suaves y firmes— en forma circular a partir de los
pezones y hacia la parte exterior de los mismos, durante un período
de cinco minutos diarios. Una noche, el masaje debía efectuarse con
manteca de cacao, y a la noche siguiente con ungüento Iodex. Tras
una semana con este tipo de tratamiento, el dolor desapareció y no ha
vuelto a presentarse, ni siquiera durante el período menstrual. Según
palabras de la propia paciente, ésta cree que los quistes han
disminuido de tamaño, pero puede tratarse sólo de un anhelo.
También he recibido las plegarias de un grupo de apoyo, y yo misma
he rezado mucho. Asimismo, he vuelto a practicar el jogging (al menos
un kilómetro y medio al día). He pensado que le gustaría conocer
estos factores adicionales. Ha sido como debía ser: pueden haber
muchos modos de obtenerla, pero la curación proviene siempre de
una fuente divina.

251
Dr. William A. McGarey

Vaginitis

La vaginitis es uno de los problemas más frecuentes que afectan a


la mujer. En nuestra experiencia, la mayor parte de estas infecciones
responden bien a una serie de duchas, utilizando una vez una
cucharada de glicotimolina en un litro de agua, y al cabo de dos días
una cucharadita de atomidina, también en un litro de agua. Es mejor
efectuar las duchas vaginales por la noche, y seguir este tratamiento
alternado de glicotimolina y atomidina durante al menos dos semanas.
En ocasiones, nosotros recomendamos el uso de compresas de aceite
de ricino en el abdomen y tratamientos osteopáticos en la parte baja
de la espalda. Además, una dieta alimenticia básica asegura la
asimilación correcta de los alimentos por el organismo y reduce las
posibilidades de que se reproduzca la vaginitis.
Durante mis años de intercambio epistolar con el doctor Ernie
Poole, éste me escribió entusiásticamente sobre el uso de las duchas
de glicotimolina (y no de atomidina) para el tratamiento de la vagi-
nitis. Más adelante, me puso al corriente de sus técnicas, extendién-
dose en sus benéficos efectos:

Gracias a la sugerencia de un paciente, he comprobado que los mejores y


más sostenidos resultados se producen saturando un tampón vaginal (un
tampax) con glicotimolina y aplicándolo a la vagina. Habitualmente, el
tampón saturado debe llevarse día y noche durante dos semanas; a
continuación se interrumpe su aplicación y se observan los resultados. Si
observo algún caso de recaída (aunque no son frecuentes), me limito a repetir
simplemente el tratamiento. El periodo inicial de dos semanas no es seguido
por muchas pacientes, dado que los síntomas remiten y no hay necesidad de
un uso más prolongado.

Casi al mismo tiempo que este informe, recibí la carta de un


médico retirado, Theodore Maday, en la que recordaba algunos de los
casos más notables en que había utilizado las sales de Epsom; entre
ellos, había alguno en que había indicado la aplicación directa de las
sales en la vagina. Su carta despertó de nuevo mi admiración ante la
amplia variedad de terapias con que cuenta el ser humano para cuidar

252
Los remedios de Edgar Cayce

sus enfermedades. Cayce ya lo señalaba al insistir una y otra vez en


sugerir métodos múltiples de acceder a la resolución satisfactoria de
casi todos los problemas. Las medicaciones o tratamientos
individuales eran utilizadas en los escritos de Cayce de muy
diferentes modos. Al investigar sobre el aceite de ricino en el material
de Cayce, dejé de contar los usos distintos que sugería para el aceite
de ricino cuando ya había descubierto más de cincuenta.
Los problemas específicos de la mujer se centran principalmente
en los trastornos de los órganos pélvicos y del pecho. Los que hemos
estudiado en este capítulo son problemas típicos, muy corrientes, y
los hemos afrontado con medidas terapéuticas tomadas de los escritos
de Cayce. Entre el material legado por éste existen programas de
tratamiento adicionales diseñados para enfermedades más graves de
los pechos y de la pelvis, pero su exposición requeriría más espacio
del que disponemos en este volumen.

253
Dr. William A. McGarey

254
Los remedios de Edgar Cayce

26
Problemas infantiles

Gladys y yo hemos tenido seis hijos, el menor de los cuales,


David, tiene ahora veintitrés. Aunque ninguno de ellos es ya un niño,
recuerdo cuando David tenía apenas un par de años. Era un auténtico
generador de energía. Si alguna vez ha intentado seguir a un niño de
esa edad aunque sólo sea parte de la jornada, se dará cuenta de que
resulta prácticamente imposible. La propia esencia de este «estallido
de vida» en los niños debe ser parte de las razones por las que caen
enfermos, como sucede en la mayoría de los casos. El crecimiento del
niño es tan rápido que el equilibrio ácido-alcalino de sus organismos
queda fácilmente perturbado, convirtiéndose en hiperácido y creando
las bases para una infección.

Alimentación natural materna

Lo más importante en el cuidado del niño es su dieta alimenticia,


seguida de cerca por la atención al ambiente psíquico. ¿Se acuerda la
madre de darle el beso en la rodilla que acaba de golpearse? ¿Se
apoya, ama, aprecia y acepta al niño? Estos actos de amor afectan al
niño al nivel del timo o centro cardíaco y ayudan eficazmente al
sistema inmunológico en su tarea. No obstante, el sistema inmuno-
lógico recibe su mayor apoyo de la costumbre, profundamente
arraigada, de alimentar al niño dándole el pecho. Como médicos de

255
Dr. William A. McGarey

cabecera, siempre hemos animado a las madres a alimentar de esta


manera a sus hijos, y en nuestra casa los seis hijos que hemos tenido
fueron nutridos por Gladys, al menos durante un tiempo. Según
nuestra experiencia clínica, los bebés alimentados con la leche ma-
terna no resultan tan propensos a las enfermedades como los nutridos
a base de biberones, tanto durante sus primeros meses de vida como
más adelante, cuando cesa la lactancia y se administra la alimentación
normal. Recientemente, varias pruebas investigatorias realizadas en la
universidad de Columbia, así como las conclusiones alcanzadas por
un grupo de pediatras suecos (Medical Tribune, 12 de octubre de
1977), indican que esta observación clínica está sostenida por las
evidencias recogidas en laboratorio.
Según la doctora Jane Pitt, la glándula mamaria es un órgano
inmunológico. Parece que la leche humana contiene casi el mismo
número de linfocitos —o células linfáticas— cargados de anticuerpos
que el torrente sanguíneo periférico. Al parecer, el bebé alimentado
por el pecho de la madre recibe continuamente elementos
potenciadores de su capacidad de resistencia a todos los agentes
patógenos que puedan agredirle. ¿A qué se debe esto? Nuevas
pruebas obtenidas en Suecia indican que las madres que dan el pecho
a sus hijos están colonizadas por los mismos microorganismos que
los pequeños encuentran en el período postnatal o neonatal. La
doctora Pitt afirma que esto representa una modificación frente a lo
que se creía anteriormente, cuando se consideraba que eran los hijos
quienes eran colonizados por la madre. Aparentemente, la inmunidad
puede tener lugar directamente en el tejido mamario, o bien mediante
el propio canal alimenticio. La doctora Pitt y sus colegas apenas están
empezando a reconocer el fenómeno del «albergue», por el cual los
compartimientos del sistema inmunológico —como el canal
alimenticio y la mama— pueden quedar intercomunicados.
Un estudio realizado por el doctor Alan Cunningham en Coo-
perstown, Nueva York, en 1974, con 253 bebés como sujetos, mostró
que la incidencia de enfermedades de todo tipo era entre dos y tres
veces superior entre los alimentados con biberón que entre los que
habían sido nutridos con el pecho de sus madres. Esto se observaba
tanto entre las familias de ingresos bajos como entre las más
acomodadas. Los ingresos hospitalarios eran entre ocho y nueve
veces más frecuentes entre los alimentados con biberón. Asimismo,
entre estos se observaban dos veces más otitis medias, quince veces

256
Los remedios de Edgar Cayce

más problemas respiratorios y dos veces y media más dolencias


gastrointestinales.
Así, vemos que la insistencia de muchos médicos de cabecera en
que la mujer que acaba de dar a luz alimente a su hijo dándole el
pecho, está respaldada por las observaciones e investigaciones. Es un
hecho muy coherente y lógico, dado que las mamas de la mujer se
formaron con este propósito y que la leche materna, evidentemente,
tiene valor alimenticio y emocional para el recién nacido. De todas
maneras, se alimente al niño dándole el pecho o no, es probable que
surja en el pequeño algún problema o infección común. Cuando
aparece uno de estos problemas menores, lo más conveniente es dar
de inmediato los pasos necesarios para resolverlo en sus primeros
estadios.

Terapia con aceite de ricino

Ya hemos visto que las aplicaciones del aceite de ricino y las


compresas o gotas de glicotimolina se cuentan entre los métodos
terapéuticos más utilizados, y probablemente entre los más efectivos.
Hemos utilizado las compresas de aceite de ricino de manera habitual
en las diarreas y cólicos, y las gotas de aceite de ricino para curar
afecciones en los oídos de los niños. También hemos utilizado
compresas de aceite de ricino en gargantas irritadas, en los primeros
estadios de las apendicitis y en la hipercinesia (niños hiperactivos).
Por último, hemos aplicado aceite de ricino localmente en muchas
partes del cuerpo, en contusiones, arañazos y heridas punzantes.
Un paciente de diecisiete años que se había hecho un corte en el
tobillo derecho con un trozo de cristal fue intervenido en la sala de
urgencias del Hospital Baptista de Scottsdale. Tenía tal sensibilidad y
tal grado de dolor que terna que utilizar muletas para moverse.
Cuando le vi, a los tres días de la intervención, le dolía todo el tobillo
y la herida le producía dolor al tacto. No estaba infectada, pero
aprecié que el aporte nervioso a la zona había quedado limitado y que
posiblemente aquellos síntomas tan extremos habían sido producidos
por una laceración o desgarro ligamentoso. En todo caso, se le indicó
que se aplicara compresas de aceite de ricino sobre la herida. Dos
días después, el muchacho se sentía notablemente mejor y fue capaz
de moverse sin muletas. Transcurridos siete días, se le quitaron las
suturas y nuestro joven volvía a jugar a fútbol una semana más tarde.

257
Dr. William A. McGarey

En lugar de presentar sensibilidad en la zona lesionada, sólo


apreciaba ahora un leve dolor sordo, por lo que le indicamos que
continuara dándose masajes de aceite de ricino en la zona hasta que
también esa sensación desapareciera.
La apendicitis sigue siendo un problema difícil de diagnosticar y
de tratar en la práctica de la medicina. Hace algunos años, un
paciente de once años presentó los signos clásicos de un apéndice
inflamado. La aplicación de compresas de aceite de ricino durante la
noche mantuvo un estado de semiequilibrio en la situación. Su cuenta
de glóbulos blancos era de sólo 5.300, con un 70 por ciento de
polileucocitos, y la orina mostraba un bajo contenido de tales
glóbulos blancos, junto con trazas de albúmina. Dieciséis horas
después de los primeros síntomas, se le aplicó un tratamiento de
acupuntura justo debajo del estómago, en el punto número 36, lo cual
alivió en gran medida la sensibilidad. No se observaron vómitos,
aunque sí la presencia de una fiebre moderada. La alimentación
consistió simplemente en pequeñas cantidades de líquidos suaves.
Una consulta quirúrgica a las veinticuatro horas de la aparición de los
síntomas indicó la conveniencia de una intervención inmediata. No
obstante, los padres la rechazaron, considerando que había razones
suficientes para esperar la recuperación. A las treinta horas de los
síntomas iniciales, se realizó una nueva sesión de acupuntura. Tras
una segunda noche con aplicación constante de compresas, todos los
síntomas y signos anormales habían desaparecido a la mañana
siguiente. El paciente reanudó sus actividades sin posteriores
problemas, y la cuenta sanguínea de control dio un resultado normal.
Este caso apoya claramente mis observaciones apuntadas en el
libro Edgar Cayce y la Palma Christi, donde doce de entre trece
casos diagnosticados clínicamente como apendicitis fueron resueltos
utilizando solamente compresas de aceite de ricino, con sorbos de
líquidos fríos como única alimentación. En estos pacientes, se indicó
la conveniencia de aplicarse habitualmente compresas de aceite de
ricino tres veces por semana durante los cuatro meses siguientes, para
prevenir cualquier nuevo ataque.
Una pareja de jóvenes me escribió cuando vieron que les resul-
taba imposible encontrar remedio para su hijo, de un año de edad, que
padecía diarreas crónicas y persistentes desde hacía cinco o seis
meses. Como los conocía desde hacía varios años, les escribí indi-
cándoles la conveniencia de utilizar las compresas de aceite de ricino,

258
Los remedios de Edgar Cayce

y la posibilidad de usar también compresas de glicotimolina. Más


adelante, la pareja me escribió para decirme que el niño había
cumplido los veintidós meses sin el menor problema en el tracto
intestinal general. La diarrea había desaparecido completamente con
el simple uso de las compresas de aceite de ricino indicadas.
La otitis media o inflamación del oído resulta a veces difícil de
combatir en los niños de un año de edad. Por lo general, los niños son
más propensos a este tipo de enfermedades infecciosas que los
adultos. Una enfermera titulada de la Costa Oeste me escribió para
contarme que su hijo pequeño había presentado problemas de oído a
los nueve meses de nacer. El pediatra le había recetado antibióticos y
un descongestivo. Tras un mes de tratamiento, el pequeño presentaba
acumulación de fluido tras el tímpano izquierdo, acompañada de una
inflamación residual. Un cambio de descongestivo y su uso durante
un mes más dejó el otro oído más inflamado todavía, lo cual motivó
un nuevo cambio de producto descongestivo, más la promesa de una
consulta a un especialista de oído si en tres semanas el aparato
auditivo del pequeño no presentaba una manifiesta mejoría. Fue
entonces cuando la madre inició su correspondencia con nosotros.
Basándome en mi experiencia en el terreno de las curaciones y en lo
observado en los escritos de Cayce, le escribí a la mujer lo que sigue:

En pocas palabras, creo que pueden serle de utilidad para el tratamiento de


su hijo las medidas que a continuación expongo. Yo procuraría darle a su hijo
una dieta muy alcalina. Resulta un poco difícil de elaborar para un pequeño de
apenas un año, pero creo que podría ser muy importante. A continuación,
administre unas gotas de aceite de ricino en los oídos al acostar al niño y al
levantarse por la mañana. Una vez al día, durante media hora, aplíquele en el
cuello una compresa de glicotimolina, cubriendo con ella las glándulas
cervicales. Administre también al pequeño mucha vitamina C, que en dosis
altas resulta muy beneficiosa. Creo que ahora puede conseguirse en las
farmacias en forma de líquidos, más fáciles de aceptar por el pequeño.
También son aconsejables los masajes en la zona superior de la columna
vertebral durante quince o veinte minutos diarios, y la aplicación de
compresas de aceite de ricino en el abdomen. Esto debe llevarse a cabo una
vez al día durante una hora, y puede acompañarse del uso de una manta
eléctrica o bolsa de agua caliente.
No olvide que la imposición de manos por parte de quienes aman al niño
es parte del proceso general de curación y, si se dedica usted —como así es—

259
Dr. William A. McGarey

a una profesión relacionada con la sanidad, es muy probable que esté dotada
de la capacidad suficiente para llevar a cabo tal remedio terapéutico. Yo le
sugiero que coloque a su hijo sobre el regazo mientras duerme —en la siesta o
en cualquier otro momento— y ponga las manos alrededor de la cabeza del
pequeño, por detrás de las orejas y cubriendo éstas. Es probable que al niño
no le guste tener los oídos tapados por las manos, pero si no muestra rechazo
será mucho mejor. Una vez en esta posición, conviértase en canal de
transmisión de la energía curativa y deje que la energía fluya a través de su
cuerpo hacia los oídos afectados por la dolencia.
Lleve a cabo estas medidas durante cierto tiempo y estoy seguro de que
pronto observará los resultados.
Transcurrieron dos meses antes de que me llegaran noticias de los
resultados. La madre me escribió entonces en nombre de su hijo,
expresándome el reconocimiento de éste al programa terapéutico que yo había
diseñado para él. He aquí la carta de la mujer:
El pequeño está ahora perfectamente, y sus oídos han curado por
completo. Justo antes de recibir su carta, había empezado a administrarle
dosis altas de vitamina C, a frotar un poco de aceite de ricino sobre la zona
abdominal por la noche, y a saturar también con el mismo producto la parte
delantera de sus pañales. Sin embargo, no utilicé aplicaciones de calor.
Asimismo, le administré ocasionalmente unas gotas de glicotimolina por vía
oral porque consideré que el pequeño tenía una cierta tendencia a tener el
organismo ligeramente ácido. En cuanto me llegó su carta, empecé a añadir
sus sugerencias a este tratamiento. Cuando llevé de nuevo el niño al médico al
cabo de unos días, se quedó sorprendido de observar que los oídos del
pequeño estaban completamente curados. La mejoría le resultó especialmente
desconcertante pues mi hijo había rechazado el medicamento que me había
recetado desde la última visita a su consulta. Gracias por dedicarme su tiempo
y enviarme su información. Con nuestro amor y nuestras bendiciones...

Hace aproximadamente doce años que Gladys utilizó por primera


vez las compresas de aceite de ricino en un niño hiperactivo, y no lo
hizo debido únicamente a la hiperquinesis, sino porque el pequeño
Jimmy, de cinco años de edad, se quejaba a su madre de dolor de
estómago. Al explorarle en la consulta, el niño no presentaba ningún
síntoma de apendicitis u otros problemas importantes; sin embargo,
se le administraron las compresas porque habitual- mente eliminan
los trastornos estomacales en los niños. Durante este examen en la
consulta, Jimmy resultó ser un verdadero huracán destructor. Lo puso

260
Los remedios de Edgar Cayce

todo patas arriba, como suelen hacer los niños hiperactivos. No


obstante, en ocasión de su segunda visita, un mes más tarde, Jimmy
era un niño totalmente distinto. Actuaba como un niño normal sin
arrancar las páginas de las revistas, sin abrir y cerrar puertas y
cajones, etcétera.
Desde entonces, iniciamos la administración de compresas de
aceite de ricino en diversos niños con trastornos del sistema nervioso.
Las compresas han parecido ejercer en todos los casos un efecto
curativo y tranquilizante. A mediados de los años setenta, el doctor
Ernie Pecci realizó algunas experiencias relacionadas con este
método en el tratamiento de dieciséis niños que presentaban
«trastornos cerebrales mínimos». Estos niños fueron tratados en los
centros ambulatorios de Contra Costa County, en Oakland,
California, donde Pecci es director médico. La mitad de los niños
recibieron un régimen de compresas de aceite de ricino en el abdo-
men, una dieta alimenticia especial y un complemento de vitaminas
E y C, más un complejo polivitamínico, mientras que la otra mitad de
los pequeños permanecieron sin tratamiento durante el período de
prueba, que se prolongó cinco semanas. Se realizaron tests de
diversos tipos en los niños de ambos grupos, tanto antes como des-
pués del período de prueba. La valoración de los resultados se realizó
conjuntamente con los padres, maestros y psicólogos. En este breve
período de tiempo no se descubrieron hechos capaces de crear una
conmoción mundial, pero seis de los ocho niños a quienes se
aplicaron las compresas presentaron una franca mejoría. Los
resultados apuntados son ciertamente interesantes: mejoraron sus
hábitos de sueño, se notó aumento de peso en algunos, la reducción
de la hiperactividad fue generalizada, mejoró el color de la piel, se
potenció la memoria y los niños se mostraron más tranquilos, menos
confusos en el hablar e, incluso, uno de ellos informó que su capaci-
dad visual, de algún modo, «parecía haber mejorado».

Retraso mental

Tras pedir prestado un ejemplar del folleto sobre el Mongo- lismo


y las Anormalidades Mentales Infantiles, una miembro de la ARE nos
informó del uso que le había dado. Al parecer, la mujer no había
conseguido encontrar un médico que quisiera trabajar con ella en el
cuidado de su hijo recién nacido, que era quien tenía el problema.

261
Dr. William A. McGarey

Ante esta situación, la comunicante decidió actuar por su cuenta. Esto


me recuerda lo que con tanta frecuencia decía Cayce: es preferible
hacer algo, aunque sea erróneo, a no hacer nada en absoluto. Pues
bien, la mujer se puso en acción, pero lo que hizo no resultó
perjudicial para el pequeño. He aquí su relato:

Me pregunta usted en qué forma me sirvió ese folleto. Verá: nuestro hijo
padece un síndrome de Down y, durante sus primeros seis meses de vida, le
dimos masaje cada noche con partes iguales de aceite de oliva, de cacahuete y
de ricino. Actualmente le llevamos dos veces por semana a un
quiropracticante colaborador de la ARE para conseguir los ajustes
recomendados por Cayce. Estamos muy animados, pues el niño está más
despierto y responde mejor. Su apetito y sus eliminaciones han mejorado
mucho, se encuentra más fuerte físicamente y el regalo que nos ha ofrecido en
su primer aniversario, el 29 de agosto, ha sido batir palmas cuando le hemos
incitado a «hacer una monería». Damos nuestras gracias a Dios y a su
intervención milagrosa.
Un niño a quien se ha diagnosticado atrofia cerebral y síndrome
cerebral orgánico no parece tener unas perspectivas muy esperanza-
doras. Sin embargo, cuando los% padres trabajan con un hijo así
dedicándole sus cuidados con paciencia, insistencia y coherencia, se
producen magníficos resultados.

Cuidados infantiles

Los cuidados infantiles se convierten ciertamente en un amor y


una atención constantes a lo largo de toda la vida en algunos casos;
sin embargo, la mayoría de los problemas y dolencias no son tan
duraderos y, por fortuna, pueden ser resueltos mediante el uso
correcto de ciertas medidas de sentido común y otras sencillas suge-
rencias. El departamento de inscripción de nuevos socios de la ARE
ha editado un folleto sobre Cuidados Infantiles, y muchos miembros
de la asociación han utilizado las sugerencias en él apuntadas para el
cuidado de sus hijos. Un ejemplo de su utilización es el que nos
remitió una corresponsal que vive en Cleveland:

Mi esposo y yo nos hemos hecho socios de la ARE muy recientemente, y


es la primera vez que hemos trabajado verdaderamente con los consejos
físicos de Cayce. (...) Pues bien, me siento feliz de anunciar que, siguiendo

262
Los remedios de Edgar Cayce

una cita del folleto sobre Cuidados Infantiles (General), he utilizado vaselina
mezclada con ácido fénico en una irritación de la piel del rostro de nuestra
hija pequeña, un bebé. Me parece que el eccema que tiene en el rostro se debe
a la irritación causada por la leche que vierte al mamar, y que se le derrama
por la cara. La vaselina con ácido fénico resolvió el problema en veinticuatro
horas y ahora la uso como medida preventiva para proteger la piel de la niña.
Me he apresurado a indicar a mi cuñada la eficacia de la vaselina, que ella ha
utilizado para un eccema más complicado que padece su hija a causa de los
pañales. Mi sobrina también ha mostrado una gran mejoría. Mi hija tiene tres
meses y he utilizado con ella muchos tipos de crema hasta encontrar la
vaselina con ácido fénico, pero ninguno de ellos me ha servido en absoluto.

Las verrugas suelen ser un problema que se presenta a muchas


madres cuando sus hijos crecen. El problema afecta también al
médico, pues a menudo resultan de difícil y lenta curación. Hace
algunos años, uno de estos pacientes no respondía a la aplicación
continuada de aceite de ricino. El padre tomó entonces el asunto en
sus manos, se dedicó a frotar una rodaja de patata en las verrugas
(igual que su madre le había hecho a él cuando era pequeño) y enterró
la rodaja de patata en el jardín cuando no le miraba nadie.
Las verrugas empezaron a desaparecer inmediatamente, y al cabo
de dos semanas habían desaparecido por completo.
Recuerdo haber leído en la revista British Medical Journal el
método utilizado por un médico para eliminar las verrugas de los
crédulos muchachitos de cuatro, cinco o seis años: les pagaba seis
peniques por cada una que les desaparecía. Este curioso método le
daba resultado, aunque en la actualidad el precio ya debe de haber
aumentado.
Las lombrices intestinales infantiles producen, según se ha indi-
cado, irritabilidad, hiperactividad, falta de atención en la escuela,
pérdida del apetito e insomnio, con las consecuentes dificultades de
aprendizaje. Se ha dicho que una décima parte de la población de los
Estados Unidos padece la presencia de estos parásitos intestinales. Se
han presentado muchas sugerencias para prevenir la recaída en la
infección y la transmisión de los huevos de lombrices a otros
individuos, y todas ellas giran en torno al tema central del aseo. El
aseo es un atributo de la Divinidad, si hacemos caso de las instruc-
ciones bíblicas, pero en los escritos de Cayce hay ideas que rara vez
tratan del aseo. Si llega a sus manos el folleto sobre Lombrices

263
Dr. William A. McGarey

Intestinales, encontrará en la cita 2015-10 unas informaciones fasci-


nantes. La cita trata sobre una niña de tres años que padecía diversos
trastornos, aunque aparentemente la principal causa de dificultades en
la época en que se efectuó la consulta con Cayce eran las lombrices.
Tres preguntas resumen esta interesante historia:

Pregunta 3: ¿Tiene nuestra hija normales los huesos de los pies? ¿Acaso
tiene el arco hundido o plano, ya que los zapatos no se le sostienen, o bien ella
se los quita?

Respuesta 3: Según vemos, en la actualidad están normales. La causa es la


tendencia natural del cuerpo. Veremos que con la eliminación de esa
tendencia en los intestinos, se eliminará la tendencia del cuerpo a volver los
dedos de los pies hacia abajo o hacia adentro.

Pregunta 4: ¿Cómo se ha originado el problema de las lombrices


intestinales? ¿Cuál ha sido su causa?

Respuesta 4: ¡La leche! Verá: en cada individuo existe, dentro del tracto
intestinal, la materia que produce una forma de lombriz intestinal. Esta se
encuentra en todos nosotros. Sin embargo, cuando se sigue una determinada
alimentación en la que la leche posee algún bacilo, la dieta hará gradualmente
que estas lombrices aumenten en número, desarrollándose o multiplicándose
entonces con gran rapidez; luego pueden desaparecer si se toman verduras
crudas.

Pregunta 5: ¿Deberíamos cambiar el tipo de leche que le damos?

Respuesta 5: No resulta muy importante el cambiar el tipo de leche que se


necesita. Añada las verduras crudas como se ha indicado, o administre
aquellas propiedades que eliminen la fuente de las lombrices. Pero es
preferible, si resulta factible, inducir al organismo a comer lechuga, apio y
zanahoria, aunque sea en pequeñas cantidades. Una hoja de lechuga destruirá
mil lombrices.

Cayce conmociona todo el pensamiento médico convencional


referido a la etiología de esta dolencia tan común con el concepto de
que el cuerpo puede crear, y de hecho crea, lombrices capaces de
producir huevos y de reproducirse. Esta idea es acorde con la premisa

264
Los remedios de Edgar Cayce

de que el hombre es un individuo realmente creativo, o creador.


Quizá merezca la pena guardar un sano escepticismo ante la respuesta
dada por Cayce en esta consulta: que las lombrices del tracto
intestinal hacían que la niña volviera los dedos de los pies hacia
adentro y que la lechuga ingerida le haría conservar los zapatos en los
pies. Extraña cosa, este cuerpo humano, ¿verdad?

En otras consultas sobre lombrices intestinales, Cayce sugería,


además de la lechuga, la ingestión de col y de otras verduras crudas
como la zanahoria y el apio, junto con la fruta fresca. Quizás en el
mundo moderno no damos a nuestros hijos los suficientes alimentos
crudos. La historia siguiente me llegó de una corresponsal en Bir-
mingham que había tenido problemas con las lombrices intestinales
en su familia unos cuantos años antes:

Me gastaba mucho dinero en medicamentos. Si un miembro de la familia


aparecía con lombrices, el tratamiento tenía que hacerse a todos, y se hervían
las ropas y nos pasábamos las noches sin dormir.

Entonces leí en alguna parte los escritos de Cayce sobre la ingestión de


col cruda y la reducción de la ingestión de leche durante un tiempo y, a partir
de entonces, cuando necesitábamos ayuda acudíamos inmediatamente al
tratamiento con la col y la persona afectada por las lombrices quedaba libre de
ellas inmediatamente. Éramos tres niñas en casa cuando la mayor empezó a ir
a la escuela. Entonces fue cuando empezaron los problemas con las lombrices,
pero puedo garantizar que la col es una gran ayuda, con el cambio de la leche
por zumos durante unos cuantos días.

Las heridas y lesiones producen muchos trastornos entre los


niños. Cuando un niño se ve afectado por un accidente, pueden
producirse a veces lesiones graves como las conmociones cerebrales.
Para comprender este tipo de lesiones, es preferible observarlas como
un proceso continuado del organismo viviente que como un
acontecimiento producido en un instante único. Un traumatismo
físico produce siempre un estado que podemos catalogar de conmo-
ción, pero las células del organismo están en constante cambio y, o
bien el efecto de la lesión aumenta progresivamente la dolencia de
todo el organismo, y el estado patológico del sistema nervioso, o bien

265
Dr. William A. McGarey

el cuerpo en su conjunto limpia en efecto los desperdicios,


convirtiendo el organismo de nuevo en una unidad casi total.

Hace algunos años, tuve hospitalizada a una niña de doce años


que había sido arrollada por un automóvil mientras iba en bicicleta.
Estuvo inconsciente cinco o diez minutos, pero se recuperó lo sufi-
ciente para hablar con coherencia, y no observamos ninguna fractura
visible. Las radiografías en el hospital pusieron de manifiesto, sin
embargo, una fractura de cráneo en forma de raya del cabello. Se
recomendó a la pequeña que permaneciera muy quieta y tranquila.
Conforme avanzaba la tarde, fue entrando en un estado de progresivo
letargo, hundiéndose poco a poco en el coma. Empecé a administrarle
inyecciones de un preparado de enzimas de uso frecuente en esa
época, pues consideraba que si se producía hinchazón de los tejidos o
la menor hemorragia en el tejido cerebral, las inyecciones ayudarían
al cuerpo en el proceso de curación. Teníamos alertados también a
algunos grupos de estudio, que se dedicaron a rezar por ella. Por la
noche, entre las diez y las once y media, nuestra paciente estaba
comatosa y nosotros nos hallábamos a punto de llamar a los
neurocirujanos, y entonces empezó a despertarse y moverse otra vez.
Gradualmente, fue recuperando la conciencia, poniéndose más y más
activa hasta que, por la mañana, estaba tan fresca como antes de caer
ante las ruedas del coche.

Me imagino la variedad de actividades fisiológicas que debieron


producirse dentro de aquel cuerpo durante aquellas horas críticas.
Todavía no sabemos si fueron los enzimas o las plegarias las que
dieron la vuelta a la situación, o si fue un hecho espontáneo que no
estuvo influido por ninguna de ambas. El resultado, no obstante,
resultó gratificante.

Recientemente, recibimos una carta de una amiga nuestra de


California. Su hijo de seis años había tenido un feo accidente con la
bicicleta. He aquí lo que nuestra amiga nos contó:

Tenía un chichón enorme sobre la sien derecha y la zona alrededor de


ésta. Le miré los ojos y me pareció que enfocaban correctamente. Le pregunté
si quería ir a la iglesia o quedarse en casa, y decidió ir a la iglesia (...), pero en
lugar de ir a su clase dominical en la parroquia, se quedó conmigo, con la

266
Los remedios de Edgar Cayce

cabeza en mi regazo. Cuando regresamos a casa, se quejó de que no se sentía


bien y vomitó. Hablando con él, descubrí que no podía recordar nada de lo
que le había sucedido entre el momento de caer de la bicicleta y algún
momento de nuestro camino a la iglesia. Para entonces yo ya estaba
preocupada, pensando que tenía una conmoción sin importancia. Le puse una
compresa de aceite de ricino en el golpe y alrededor de la cabeza y le pedí que
se acostara y permaneciera todo lo quieto que pudiera. Si recuerdo bien, al
cabo de una hora y media empezó a pedirme algo de comer, se puso a jugar en
la cama con su hermana y, cuando fui a ver cómo iba el chichón, éste había
desaparecido. Le quité la compresa y se levantó. Por la noche, volví a
ponérsela hasta la mañana. Desde entonces no he podido apreciar ninguna
consecuencia o efecto secundario del accidente.
¿Terapia para niños...? La preocupación de una madre, la capa-
cidad de una niña para recuperarse, una plegaria y aceite de ricino. ..
¡No se puede subestimar ninguna de ellas!

267
Dr. William A. McGarey

268
Los remedios de Edgar Cayce

27
Trastornos que son un peligro
para la vida

Probablemente, no es correcto denominar incurable a ninguna


dolencia del organismo, pues en el curso de la historia humana han
sucedido los hechos más extraños. No obstante, con propósitos me-
ramente prácticos, se consideran incurables aquellas dolencias que
resisten regularmente a todos los tratamientos terapéuticos. Muchos
individuos aquejados de ellas no alcanzan la curación y sus cuerpos
físicos mueren. Sin embargo, incluso aunque la muerte esté cerca,
todavía se puede auxiliar al paciente aliviándole el dolor y haciéndole
más confortable y llevadera la existencia hasta que se produce el
final.
En el cáncer terminal, la complicación más temida por el enfermo
quizá sea el dolor. Cabe preguntarse dónde tiene su origen exacto ese
dolor, pues la sensación dolorosa es quizás el síntoma más difícil de
concretar y el menos comprendido. En mis experiencias con enfermos
de cáncer cuyas dolencias estaban demasiado avanzadas para poder
aliviarlas con las técnicas de curación del cáncer actualmente
existente, he observado que algunos remedios tradicionales aportan
un considerable alivio para el dolor durante sus últimos días.
En 1975, un hombre de sesenta y dos años presentó un cáncer
cerebral. Cuando se sometió a observación médica, el mal ya estaba
muy avanzado. Después se descubrió una segunda neoplasia (cáncer)
en el tabique de la vejiga, y la única terapia aplicable al enfermo fue
una serie de sesiones de quimioterapia. Cuando los familiares

269
Dr. William A. McGarey

acudieron a nuestra consulta, el paciente se hallaba en estado


terminal, en la cama, padeciendo dolores y, evidentemente, no le
quedaba mucho tiempo de vida. Aconsejamos la aplicación de com-
presas de aceite de ricino en el abdomen, y con ello le desaparecieron
los dolores hasta veinticuatro horas antes de morir. En las últimas
horas presentó dolores en un costado y, cuando se le aplicó
localmente una nueva compresa de aceite de ricino en la zona,
también allí se le calmaron los dolores y recuperó la calma.
Otro caso de uso de estas compresas se produjo hace casi veinte
años, cuando fui llamado para atender a una mujer que presentaba un
cáncer abdominal masivo que ya se hallaba muy avanzado cuando
realicé mi primera visita. La paciente era ya incapaz de cuidar de sí
misma, pero se negó a ser sometida a intervención quirúrgica y se
trasladó a una casa de reposo, dado que no tenía familiares vivos. En
el centro de reposo se le aplicaron diariamente enemas de café y
compresas de aceite de ricino en el abdomen durante los cuarenta días
que pasó allí hasta su fallecimiento. En ningún momento se vio
acosada por dolores, ni siquiera en la fase terminal.
Otro relato de complicaciones desagradables y amenazadoras para
la vida del paciente canceroso nos lo remitió uno de nuestros médicos
cooperantes. La paciente, en este caso, era una mujer de treinta y tres
años que dos años antes había sido sometida a una intervención
quirúrgica en la que se le practicó una mastectomía radical. Durante
los dos años transcurridos se le habían administrado todo tipo de
terapias: cirugía, cobalto, radiaciones, betatron, 5FU y otros métodos
de quimioterapia. Pese a todo, empezó a perder la batalla,
presentando úlceras pépticas y problemas elimina- torios. Finalmente,
presentó distensión abdominal, desorientación y falta de contacto con
la realidad. Tras la hospitalización, empezó a aplicársele compresas
de aceite de ricino sobre todo el abdomen. El tracto urinario empezó a
funcionar correctamente otra vez, y la distensión abdominal fue
remitiendo gradualmente. La paciente todavía se encontraba mal
pero, al cuarto día, empezó a presentar cierta actividad intestinal. Al
quinto día, tuvo sus primeros movimientos intestinales regulares
desde hacía varias semanas. Sus alucinaciones se diluyeron, su visión
mejoró considerablemente y pudo abandonar el hospital y regresar a
su hogar.
Ciertamente, las compresas de aceite de ricino no pueden resolver
la dolencia que denominamos cáncer, pero pueden ayudar al sistema

270
Los remedios de Edgar Cayce

nervioso y sensorial como sucedió con esta mujer al provocar una


significativa mejoría en las funciones eliminatorias. Asimismo, las
compresas han ofrecido una valiosa colaboración a las personas que
se disponen a pasar a la otra vida mediante el nacimiento que
denominamos muerte.
Pues, siguiendo el concepto de la continuidad de la vida que
hemos explorado en este libro, la muerte se convierte en el gran
sanador. Cuando el individuo experimenta los hechos de la vida que
le enseñan las lecciones que ha venido a aprender a este mundo, el
alma del individuo sabe inmediatamente que ya está dispuesta para
pasar a la otra vida. La muerte es, pues, un nacimiento; y por ello
podemos considerar que la muerte —el nacimiento a la otra vida— se
convierte en la curación de las enfermedades que han constituido
parte de la experiencia vital en este mundo.
Cuando tratamos a personas que presentan uno de estos proble-
mas que hemos venido en llamar incurables —cáncer, esclerosis
múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, narcolepsia, epilepsia y mu-
chas otras—, es muy importante que clarifiquemos exactamente lo
que intentamos hacer. Debemos efectuar una elección. O bien tra-
tamos la enfermedad, o bien tratamos a la persona, reconociendo que
el individuo es cuerpo, mente y espíritu, y que es un aventurero en la
Tierra.
Si tenemos la titulación, la práctica y la experiencia suficientes,
podemos tratar la enfermedad únicamente, o la enfermedad y la
persona a la vez. Sin embargo, tratar al individuo como una unidad es
otra cosa. Puede consistir simplemente en ser amable. Recuerdo una
de las afirmaciones que hizo Cayce a un individuo que acudía a pedir
consejo respecto a su hijo, que padecía una enfermedad mental. «El
mejor pensamiento que puede llegar a la mente de un hombre es que
alguien se preocupa de él» (3365-1). Tratar a una persona puede
significar rezar por ella o ayudarla físicamente de un modo u otro.
Pero también puede significar la utilización de un remedio tradicional
potenciador de la fisiología del organismo que ayude a éste a
recobrarse, aunque sólo sea en parte, y a esforzarse por recuperar la
normalidad.
Aplicar compresas de aceite de ricino, modificar la dieta alimen-
ticia, establecer un programa de ejercicios físicos, rezar por una
persona o administrarle enemas son actos que no precisan de una
licencia para la práctica de la medicina. Sin embargo, Félix Martí-

271
Dr. William A. McGarey

Ibáñez tenía algo que decir a los médicos respecto a la atención y


cuidado de aquellas personas que tienden a una actitud de desespe-
ranza respecto a las propias posibilidades. En una conferencia a
nuevos licenciados en medicina, pronunció las siguientes palabras:

Vuestro deber para con los pacientes será obrar con ellos como lo haríais
con vosotros mismos; con amabilidad, cortesía y sinceridad. Debéis aprender
cuándo y cómo ocultar la verdad al paciente si silenciando algunos datos
clínicos se puede aportar consuelo o alivio al mismo. Pues, en efecto, a veces
se puede curar al enfermo y a veces sólo se le puede aliviar, pero la esperanza
es algo que debe ofrecerse siempre. Recordad que los informes de laboratorio
no son una sentencia irrevocable; detrás de todos los informes y datos, hay un
ser humano que sufre dolores y angustias al que debe ofrecerse algo más que
un antibiótico, una inyección o una intervención quirúrgica; el médico debe,
con su actitud, sus palabras y sus actos, inspirar fe y confianza en el paciente
y aportarle consuelo y comprensión.

En sus escritos para aquellos que se encuentran enfermos y pa-


decen diversas dolencias, Edgar Cayce exponía, que el individuo sólo
tiene un corto período de tiempo en el que desarrollar su vida. En
ocasiones, reconocía que no podía hacerse nada por un enfermo. Sin
embargo, invariablemente, Cayce se dirigía entonces a quienes debían
hacerse cargo de dicho enfermo, indicándoles cómo ayudarle a
preparar el tránsito al otro mundo. Cayce siempre exponía a quienes
le consultaban la naturaleza del ser humano, el hecho de ser criaturas
eternas y de que todos los acontecimientos de la vida, tanto los
buenos como los malos, tanto la salud como la enfermedad, son parte
de esa aventura del alma.
En los casos en que podía prestarse ayuda —incluso en las enfer-
medades «incurables»—, ésta iba dirigida a la potenciación de la
fisiología del organismo. Cayce incluso recomendaba en ocasiones la
intervención quirúrgica y diversos métodos terapéuticos como la
radioterapia, la penicilina y otros, que podían cumplir «las exigencias
de la enfermedad», según sus palabras. No obstante, la mayor parte
de los tratamientos que apuntaba iban dirigidos a potenciar el mejor
funcionamiento del organismo, a lograr superar sus desequilibrios y
descoordinaciones y a restaurar la normalidad.

272
Los remedios de Edgar Cayce

Esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple es una de esas enfermedades en que resul-


tan estériles todos los esfuerzos por ayudar a las glándulas del orga-
nismo a un mejor funcionamiento y a una regeneración del tejido del
sistema nervioso cuya actividad resulta deficiente. La esclerosis
múltiple es una enfermedad con episodios de remisión y de agrava-
miento. La enfermedad, en cierto sentido, viene y se va, dejando al
paciente muy debilitado en un momento dado, y recuperado hasta
casi la normalidad la vez siguiente que se efectúa el control. Se cree
que estas oscilaciones se deben a la falta de coherencia eléctrica
causada por la cubierta mielínica de las células nerviosas. Estas
envolturas de mielina quedan afectadas por la enfermedad y apa-
rentemente presentan mejorías, pero de pronto vuelven a empeorar.
Es muy importante que las envolturas de mielina estén intactas para
conseguir la adecuada transmisión de los impulsos nerviosos.
Entre las sugerencias de los escritos de Cayce se apuntan la dieta
alimenticia, tratamientos con pilas húmedas y masajes. Las pilas
húmedas utilizan una corriente eléctrica de bajo voltaje. Según se
expone en los escritos de Cayce, la electricidad, sea cual sea su
fuente, actúa sobre las fuerzas vitales, especialmente en la forma
«débil» de la energía eléctrica. En un caso en el que se indicaba al
consultante el uso de las pilas húmedas, Cayce sugería que en la tierra
existen elementos a los que responden todos los átomos del
organismo. El hombre que hacía la consulta, de sólo treinta y dos
años, recibió la siguiente sugerencia:

Utilizaremos las aplicaciones de pilas húmedas de bajo voltaje, pues


producen la vibración más similar a la energía vital que puede encontrarse en
la experiencia humana. Pues toda la vida es energía eléctrica. La producción
de fuerza vital proviene de las combinaciones de los principales elementos de
la aplicación de pilas húmedas, preparadas del modo que se ha indicado, en
las debidas proporciones para la carga normal.
3491-1

Muchos individuos afectados por la esclerosis múltiple acuden a


nuestra clínica, y allí la mayoría son visitados por el doctor Ray Bjork
al menos en una ocasión durante su estancia. A menudo, Ray tiene
junto a él en la consulta a su esposa Mabel, pues los dos llevan más

273
Dr. William A. McGarey

de veinte años trabajando juntos en estos problemas, desde que Ray


padeció un episodio de esclerosis múltiple y tuvo que abandonar la
práctica médica. Él y Mabel aplicaron los conceptos y terapias de los
escritos de Cayce en el propio cuerpo de Ray, y consiguieron una
mejoría tal que permitió a éste reincorporarse al trabajo activo en la
clínica. Hoy, el doctor Ray Bjork todavía visita ocasionalmente a los
pacientes en su consulta, pese a que ya se ha jubilado y se encuentra
en camino de su ochenta aniversario.
Un extracto de una carta remitida recientemente por la esposa de
uno de los pacientes de Ray resulta muy revelador:

Como ya le conté por teléfono. Bruce lleva más de año y medio sin sufrir
ataques de esclerosis múltiple (que antes le acosaban una o dos veces al año)
y ha aprendido a escuchar lo que su organismo le dice. Cuando está cansado,
sabe que es momento de dejar lo que está haciendo y no ponerse en tensión.
Sigue un régimen alimenticio bajo en grasas (la dieta Swank), y recientemente
hemos sabido que su cifra de colesterol es de 130, lo cual no está nada mal.
Bruce considera especialmente valiosa su introducción a las técnicas de
meditación (que llevó a cabo mientras estaba en Phoenix). Ha aprendido a
combinar en su tiempo libre el tratamiento mediante pilas húmedas y la
meditación, lo cual ha modificado significativamente su vida en muchos
aspectos. Las maravillosas cartas que usted nos escribe nos hacen ver que
usted también, igual que nosotros, tiene una profunda fe en los poderes
curativos de Dios.

Narcolepsia

La narcolepsia es una afección infrecuente, pero no rara, en la


experiencia médica. Puede estar causada por lesiones estructurales
que afectan al sistema nervioso y produce una excesiva somnolencia.
Estos son los tipos de narcolepsia denominados secundarios. El
síndrome primario y principal es el más corriente y, según los textos
de medicina, sus causas son desconocidas. La enfermedad va desde
episodios un tanto embarazosos de somnolencia durante conferencias
y actos oficiales o durante las conversaciones después de una comida,
hasta un estado de somnolencia más grave en el que la persona
enferma se pasa prácticamente todo el día en un estado de
duermevela. Cuando la dolencia se instala en el cuerpo en las pri-
meras etapas de la vida, suele continuar sin disminuciones aprecia-

274
Los remedios de Edgar Cayce

bles durante toda la vida de la persona, a menos que se le administren


estimulantes para evitar el sueño. Esta terapia no siempre resulta
efectiva, y tiene considerables efectos secundarios.
En los escritos de Cayce, existe al menos un tipo de narcolepsia
que parece tener su origen en un trastorno de una parte del sistema
glandular. El siguiente extracto procede de la respuesta a una consulta
realizada por una mujer de treinta años:

Pregunta 5: ¿Y la somnolencia?
Respuesta 5: Proviene de la fatiga de los nervios y de las fuerzas
musculares; y vemos que se producirán correcciones en esta dirección si se
mejora la salud general y si se corrige la disminución de la velocidad de la
circulación sanguínea en la parte superficial del organismo.
Pregunta 6; Recientemente me ha vuelto a aparecer una sensación de
adormecimiento muy parecida a la que sufrí a los diecisiete años, cuando
pasé prácticamente un verano entero durmiendo. ¿Tienen ambos fenómenos
una misma causa?
Respuesta 6: En parte, aunque entonces fue más agudo de lo que ha
llegado a ser en la actualidad. La causa es el trastorno glandular y la
disminución de la velocidad de la circulación sanguínea superficial, con la
correspondiente carencia de energías transportadoras a los órganos
locomotores del cuerpo.
Pregunta 7: ¿Se trata de algo similar a la enfermedad del sueño?
Respuesta 7: Sí, podría decirse que son primas hermanas.
2769-1

Hace unos seis meses, examinamos en la clínica ARE a una mujer


de cuarenta años a la que se había diagnosticado una narcolepsia
aparecida unos cuatro años antes. La mujer había observado que
experimentaba ataques de catalepsia (un estado del cuerpo similar al
trance, con rigidez de los músculos) cada vez que se reía a carcajadas.
Esta es una observación diagnóstico, y había sido característica en su
historial clínico durante los tres años anteriores a su primera visita a
nuestro centro. La paciente había tomado diversos productos
estimulantes que le permitían funcionar con cierta normalidad, pero
que en realidad no llegaban a mantenerla despierta. También se había
sometido a diversos tratamientos de acupuntura, pero no le habían
servido de nada.

275
Dr. William A. McGarey

Se diseñó para ella un tratamiento basado en el concepto de que la


enfermedad está causada, en realidad, por un desequilibrio glandular,
como sugería Cayce. Resulta interesante el dato de que la catalepsia
se produce cuando la paciente se ríe: eso es una expresión de
emotividad, ¿no es cierto? La paciente empezó entonces un
tratamiento con atomidina a dosis progresivamente mayores. Durante
el mes siguiente la dosis aumentó a diez gotas diarias durante cinco
días a la semana. Este tratamiento iba apoyado por el uso de
compresas de aceite de ricino, ejercicios físicos, paseos y ciertas
técnicas de yoga en que la mujer estaba interesada. La catalepsia cesó
inmediatamente y la paciente presentó muy pronto un modelo
energético normal. A los cuatro meses de haber iniciado el trata-
miento, nuestra paciente afirmaba que no se había sentido tan bien y
tan llena de energía desde que sus hijos eran pequeños (hacía doce o
quince años de ello), y poco después volvió a ocuparse normalmente
de sus cosas sin cansarse. Los escritos de Cayce afirman
implícitamente que la atomidina tiene un gran valor para el trata-
miento de las deficiencias glandulares.

Epilepsia

La epilepsia es otra enfermedad que debe incluirse en este capí-


tulo pues resulta infrecuente que el individuo afectado pueda curar
por completo ese trastorno por medio de los tratamientos habituales.
A lo largo de los siglos, la epilepsia ha sido asociada a la genialidad.
Esta creencia ha continuado hasta las últimas cinco o seis décadas, en
que se ha extendido el uso de fármacos para tratarla. Debido a los
efectos sedantes y tóxicos impuestos a estos enfermos por el uso de
medicamentos como el fenobarbital y la difenilhidantoína, esos
genios en potencia, ignorados y reprimidos, ven reducidas cada vez
más las posibilidades de explotar sus capacidades. No obstante, los
afectados por la enfermedad se han mostrado de acuerdo con la
utilización de los fármacos en forma prácticamente universal, debido
al temor a las convulsiones y a que dichos fármacos reducen el
número y la gravedad de las convulsiones.
En nuestro estudio continuado de la epilepsia y del uso de una
terapia sugerida en los escritos de Cayce, hemos observado que de la
oscuridad del estado en que dejan tales fármacos surge un individuo
nuevo, brillante y creativo. Cuando los pacientes aquejados de

276
Los remedios de Edgar Cayce

trastornos convulsivos inician el tratamiento con compresas de aceite


de ricino, una buena dieta alimenticia de bajo contenido en hidratos
de carbono, masajes y el uso adecuado de actitudes y cuidados
beneficiosos emocionalmente, se hace más evidente la idea
tradicional de que muchos genios padecían también epilepsia. En
realidad, los fármacos reprimen la actividad mental. Cuando se piensa
en la razón fundamental del uso de las compresas de aceite de ricino
en el abdomen según se expone en los escritos de Cayce, se está en
condiciones de efectuar la difícil elección entre una aproximación
regenerativa al problema y el uso de fármacos.
Uno de los doctores cooperantes de nuestra clínica tuvo cierta vez
como paciente a una niña de nueve años a quien se había diag-
nosticado epilepsia unos cuatro años antes. Desde entonces, había
estado sometida a tratamiento con dilantin, y su madre la describía
como una niña nerviosa y llorona que tendía al pánico en las situa-
ciones de tensión. La pequeña se quejaba casi constantemente de
dolores de estómago y molestias en el pie derecho. Cuando llegó a
nuestra consulta, fue sometida a un cambio de programa terapéutico.
Durante dos meses, se le administraron regularmente compresas
de aceite de ricino, masajes, manipulaciones osteopáticas y un régi-
men dietético bastante estricto. Su maestra nos remitió una nota en la
que afirmaba que la pequeña «estaba totalmente cambiada desde
principios de año». Estaba considerablemente más relajada, tenía una
actitud feliz ante la vida, ya no sufría las pesadillas que en otro
tiempo la habían acosado y presentaba un color más sano en el rostro.
También habían cesado los dolores de estómago y las molestias del
pie que antes le aquejaban. Pese a que todavía se encontraba bajo
medicación con dilantin, los cambios observados en su actitud
despierta ante los estímulos, en su salud general y en su sintomato-
logía hablan claramente de los progresos de la niña en un período de
apenas dos meses. Los padres prosiguen actualmente el tratamiento,
muy esperanzados, y piensan seguirlo todo el tiempo preciso hasta
que se produzca la total curación.

Cáncer

La literatura médica sobre el cáncer llenaría indudablemente


miles de estanterías. En las pocas páginas que le podemos dedicar en
este libro exponemos ciertas informaciones que simplemente le harán

277
Dr. William A. McGarey

pensar y que le serán de utilidad si se ve usted en el trance de tener


que cuidar a algún enfermo de cáncer. Primero, existe algo en la
naturaleza del cáncer que es preciso relacionar con la naturaleza del
ser humano. Existen ciertas ideas, que pueden parecer estimulantes o
algo chocantes, de las cuales puede extraerse un concepto útil
respecto a qué hacer con el paciente canceroso que ya ha recibido
todos los tratamientos posibles.
Usted puede tener cáncer e ignorarlo toda la vida, incluso estando
enfermo. Esta es la controvertida declaración realizada por un
investigador de UCLA, Jean DeKernion. Hablando ante un grupo de
médicos, DeKernion señaló que las defensas naturales del organismo
pueden vencer la neoplasia o cáncer (Arizona Republic, 19 de marzo
de 1978). «Los tumores poseen antígenos que no se encuentran en las
células normales. Estos antígenos ponen en alerta el sistema
defensivo del organismo que considera el tumor como un invasor
extraño y se lanza a atacarlo. La eficacia de este ataque determinará si
el cáncer puede o no ser conquistado», afirma DeKernion.
Durante los últimos tiempos se han conocido muchos datos res-
pecto al «sistema defensivo» del organismo. El timo es la torre de
control y el sistema reticuloendotelial es el centro de coordinación
donde los linfocitos y otras células mononucleares de mayor tamaño
planifican la batalla contra el invasor. El campo de batalla es el
organismo. Sin embargo, lo más habitual es que la célula cancerosa
no sea un invasor, sino una célula normal que, sometida a un estado
de desnutrición, se vuelve loca y empieza a combatir el mundo que la
rodea. Quizás ello se deba a que no llega suficiente oxígeno u otras
sustancias vitales para mantener la célula en estado normal. Al
producirse esta circunstancia, el sistema defensivo va detrás de la
célula errática y habitualmente consigue destruirla. Si la defensa no
tiene éxito, las células cancerosas proliferan y extienden su influencia
y su territorio, hasta que finalmente destruyen el organismo si no son
detenidas antes.
¿Cuál es la solución de DeKernion cuando el sistema defensivo
no consigue su propósito? La vacuna antituberculosa, quizá; o ex-
tractos celulares tomados de animales que padezcan cáncer; o suero
de pacientes curados de cáncer; o extractos de bazo y nódulos linfá-
ticos tomados de corderos a los que previamente se haya inoculado
células humanas cancerosas. Según el mencionado investigador, to-

278
Los remedios de Edgar Cayce

dos estos métodos presentan problemas y todavía no se ha podido


medir con exactitud la respuesta del organismo.
Una fuente de energía curativa que los expertos como DeKernion
no han investigado a fondo es la capacidad intrínseca del propio
organismo para responder al pensamiento, a la sugestión, a la
potenciación de la salud general del cuerpo y a los específicos reco-
mendados por las personas a quienes habitualmente se denomina
curanderos o sanadores. Y, sin embargo, parece que cada vez
contamos con más conocimientos y bases en esta dirección. El trabajo
realizado por Carl Simonton en Fort Worth ha demostrado que la
visualización aumenta la capacidad del cuerpo para vencer al cáncer.
Centrándonos únicamente en este tipo de evidencias, sin tomar
siquiera en consideración los casos documentados de remisión del
cáncer en personas que han recibido el apoyo de otros en forma de
oraciones, o que han practicado el ayuno, se pone de manifiesto la
posibilidad de que el individuo pueda alterar el destino de las células
cancerosas mediante una sencilla modificación del estado emocional
o mental del cuerpo humano.
En los escritos de Edgar Cayce, esta teoría es llevada un paso más
adelante, superando la relación mente-emociones-organismo para
incluir en primer lugar la verdadera naturaleza del ser humano: su
esencia espiritual. Uno de los escritos de Cayce que más valoro desde
hace años es el que se refiere a ese estado del ser que existe en cada
uno de nosotros, que nos pone en relación con las Fuerzas Creativas y
nos indica que la vida tiene un valor al que debe tender el individuo
pues, de lo contrario, éste estará creando situaciones que resultarán
destructivas para sí mismo. A estas situaciones les hemos dado el
nombre de enfermedades. La opinión de Cayce respecto a que cada
uno de nosotros experimenta a lo largo de las eras machas vidas
sucesivas proporciona un punto de partida que facilita una mejor
comprensión de esta perspectiva.

Pregunta 5: ¿Me pondré bien algún día?


Respuesta 5: ¿Llegará el día de mañana? Eso dependerá de los propósitos,
objetivos, deseos, esperanzas y temores. ¿Desea el cuerpo restablecerse?
¿Está Dios en el paraíso? ¿Están potenciadas las vidas y actividades de
quienes le rodean mediante la propagación de Su obra? ¿Necesita realmente
ponerse bien? Todo esto tiene respuesta en el yo interior. Dios no oculta nada
que pueda beneficiar a quienes Le sirven. Recordémoslo, creámoslo y

279
Dr. William A. McGarey

conozcámoslo TODOS, pues es la auténtica VERDAD. Toda enfermedad,


todo trastorno es un pecado ante tu puerta.
2526-5

Todos estamos profundamente relacionados con esta vida y, una


vez llegamos a la conclusión de que la vida tiene un propósito y
adoptamos los pasos necesarios para el cumplimiento de lo que se
deduce de esta conclusión, nos encontramos con el deseo de superar
la dolencia que nos aflige. Siempre me he sentido impresionado por
la idea de que la mejor defensa es un buen ataque. No todo el mundo
está de acuerdo con ello pero, si desea usted observar lo que significa
tal ataque en el interior del organismo, debe usted ver un documental
de la Sociedad Norteamericana del Cáncer titulado «La célula en
guerra». Es una película fascinante, que se hace cortísima, en la que
se observan linfocitos en un tejido vivo en el momento de destruir
unas células cancerígenas. Estos linfocitos actúan inteligentemente y,
si se les dota de una ayuda suficiente, serán indudablemente capaces
de desarrollar su labor—que a menudo no consiguen realizar—, cuál
es la destrucción del cáncer en el interior del organismo antes de que
las células cancerosas puedan asentarse realmente en alguna parte del
mismo. Esto explica nuestra afirmación anterior de que muchos de
nosotros podemos tener ahora mismo algunas de esas células
cancerosas en nuestro organismo. Mientras nuestros activos y vitales
linfocitos sigan ganando la batalla y destruyéndolas, nosotros
permanecemos ignorantes de lo que está sucediendo.
David Weiss y sus colaboradores, especialistas en inmunología de
la universidad Hebrea de Jerusalén, en Israel, opinan que el cáncer se
produce cuando el sistema inmunológico del organismo se
descontrola. Este grupo de expertos han dirigido sus esfuerzos a la
mejora del sistema defensivo del cuerpo y a hacer que sea el propio
organismo el que venza al cáncer. En un experimento, tomaron
glóbulos blancos de animales con cáncer y los incubaron en un
cultivo de tales células cancerosas. A continuación, añadieron lo que
consideraban el factor clave (residuos de alcohol metílico en
extracción), que se elabora a partir de las mismas bacterias utilizadas
para conseguir la vacuna antituberculosa y que tiene la facultad de
estimular el sistema inmunológico. Los glóbulos blancos son
estimulados mediante esta técnica en su facultad de combatir las
sustancias extrañas al cuerpo —facultad que constituye su principal

280
Los remedios de Edgar Cayce

responsabilidad—, y son introducidos nuevamente en el torrente


sanguíneo del mismo animal, donde actúan selectivamente en la
búsqueda y captura de las células cancerosas. Según Weiss, los gló-
bulos blancos así preparados tienen un gran éxito en la destrucción
del cáncer del animal. Explicado en otras palabras, se educa quími-
camente a los glóbulos blancos, que después son enviados a realizar
su trabajo con las células cancerosas, a las que ahora son capaces de
vencer. Antes de ser enseñados, los glóbulos blancos ya sabían
reconocer las células afectadas, pues conseguían destruir algunas,
pero ahora, una vez reforzados, tiene una capacidad de combate
mucho mayor. Un concepto muy interesante, ¿no cree usted?
El doctor Edmund Klein, de Buffalo, Nueva York, hizo algunos
trabajos similares a éste hace algunos años. El doctor extrajo glóbulos
blancos de ciertos pacientes cuyos cánceres de piel habían sido
tratados con éxito con diversos medicamentos aplicados a la piel.
Según afirma el doctor Klein, durante el tratamiento con estos fár-
macos, los glóbulos blancos aprenden a reconocer las células cance-
rosas como tejido extraño, y las combaten. Cuando se inoculan estos
glóbulos blancos «educados» en otros pacientes que sufren el mismo
tipo de cáncer de piel, los propios glóbulos blancos del receptor
captan rápidamente el mensaje de cómo reconocer las células
cancerosas del cáncer y se movilizan para combatirlas y destruirlas.
El proceso de aprendizaje sólo precisa cinco horas; a continuación,
los linfocitos ya saben por sí solos cómo buscar y destruir las células
cancerosas.
Dado que estos informes, junto con cientos de otros similares,
señalan al sistema inmunológico como clave fundamental de las
defensas del organismo contra el cáncer y como medio que posee
aquél para derrotarlo, ¿de qué modo podemos aumentar la capacidad
y el conocimiento de dicho sistema? Quizá las compresas de aceite de
ricino puedan ser una ayuda efectiva. También jugarán un papel
importante la visualización, la oración, la meditación, la imposición
de manos, las hierbas, el masaje, las vitaminas, las medidas generales
de construcción de la salud y, desde luego, la dieta alimenticia.
El cáncer gástrico no es hoy día tan frecuente como era en otro
tiempo. Sin embargo, la intervención de los factores asociados a la
incidencia de este tipo de cánceres queda espectacularmente puesta
de manifiesto en una colaboración de Graham y colegas (Graham,
Schotz y Martino, «Factores alimentarios en la epidemiología del

281
Dr. William A. McGarey

cáncer gástrico», Cáncer, octubre de 1972). Estos investigadores


observaron, por ejemplo, que las personas que presentaban cáncer
gástrico con más frecuencia que el grupo de control ingerían más
patatas y menos lechuga, comían de un modo más irregular y utiliza-
ban con más frecuencia productos purgantes. Los pacientes del grupo
de control en esta serie de observaciones comían más cantidad de
verduras crudas que el grupo de pacientes cancerosos. El menor
riesgo de cáncer gástrico estaba asociado a la ingestión de lechuga,
tomates, zanahorias, col blanca y col lombarda, y los índices más
bajos se daban entre quienes tomaban estas verduras en su estado
natural, crudas.
Quizá la recomendación más sobresaliente que aparece en los
escritos de Cayce para las personas que padecen cualquier tipo de
cáncer es pasar a una dieta de verduras frescas; y cuando el paciente
ya tiene un cáncer en grado avanzado, Cayce apunta una dieta «como
la que tomaría una vaca o un conejo». De los escritos de Edgar Cayce
cabe deducir que este tipo de alimentación no sólo es importantísimo
para la prevención del cáncer, sino que resulta también muy útil en el
tratamiento terapéutico de la enfermedad.
Durante siglos, el chaparral americano —un arbusto que crece
profusamente en los desiertos del sudoeste de Estados Unidos— ha
sido para los indios nativos de la zona un medio curativo que muy
pocas hierbas igualan en eficacia. En el libro de Virginia Sculley, A
Treasury of American Indian Plants («Recopilación de plantas de los
indios norteamericanos»), editado por Crown Publishers Inc., la
autora narra que los indios utilizaban el chaparral, o arbusto de la
creosota, como tónico, como eliminador de sustancias tóxicas en los
riñones y, mezclado con aceite de tejón, como ungüento para las
quemaduras. También lo utilizaban en forma de infusión para los
resfriados o catarros, los trastornos intestinales, el reumatismo, las
mordeduras de serpiente, el tétanos y las rozaduras y contusiones.
Otras fuentes de información opinan que el chaparral es, fundamen-
talmente, un estimulante de la actividad hepática. Recientemente se
ha observado un espectacular aumento en su utilización, pues los
herbolarios han comprimido las hojas y sugieren su administración
por vía oral, mascando las hojas, en lugar de ingerirlas en forma de
infusión. Se cuenta la historia, bastante reciente, de un hombre con
cáncer facial que habría requerido una intervención quirúrgica grave
en un hospital de Utah. El hombre rechazó la operación y empezó a

282
Los remedios de Edgar Cayce

tomar infusiones de chaparral siguiendo el consejo de un anciano


indio amigo suyo. Unos meses más tarde, apareció por el hospital
para hacerse un nuevo examen y su cáncer había desaparecido. El uso
de la hoja del chaparral americano contra el cáncer todavía está
siendo investigado. Mientras, muchas personas con trastornos muy
diversos han empezado a tomar infusiones de chaparral una vez al
día, utilizándolas para todo tipo de trastornos, desde resfriados
comunes hasta artritis o cánceres.
Linus Pauling y la vitamina C están íntimamente unidos en la
mente de la mayoría de norteamericanos desde que, hace algunos
años, la profesión médica discutió vehementemente con Pauling la
afirmación de éste sobre los efectos beneficiosos de la vitamina C
para combatir el resfriado común. En la actualidad, nos llega del
Instituto Linus Pauling de Ciencia y Medicina una información que
va a levantar todavía más controversias: la vitamina C puede ayudar a
los pacientes cancerosos. El Instituto Pauling desarrolló, en cola-
boración con el hospital escocés Vale of Leven, un estudio cuyos
resultados fueron publicados en el número de 1976 de la revista
Proceedings of the National Academy of Sciences. Según este estu-
dio, se administró a un centenar de enfermos de cáncer en fase
avanzada una dosis diaria de diez gramos de ascorbato de sodio
(vitamina C), además del tratamiento normal. Otro centenar de
pacientes en las mismas condiciones clínicas recibió idéntico trata-
miento, a excepción de la vitamina C. Los pacientes que tomaron la
vitamina C han sobrevivido, en promedio, cinco veces más tiempo
que los pacientes del grupo de control, después de haber sido decla-
rados «enfermos terminales».
Según un reciente informe del grupo de investigación oncológica
de la universidad de Wisconsin publicado en Modern Medicine (15 de
abril de 1978), la vitamina B6 puede prevenir las recaídas de cáncer
de vesícula en algunos pacientes. Entre un total de 121 pacientes con
recaída en la mencionada enfermedad, divididos en dos grupos, uno
sometido a tratamiento de la mencionada vitamina y otro al que se
administró un placebo, «el grupo que recibió las dosis de vitamina B6
presentó una menor cantidad de tumores, que resultó significativa».
Esta prueba se llevó a cabo después de que el profesor Raymond
Brown apuntara que muchos de los pacientes con cáncer de vesícula
presentaban carencia dé vitamina B6. No todo el grupo sometido a la
prueba respondió positivamente, pero no se observaron efectos

283
Dr. William A. McGarey

secundarios tóxicos y la vitamina puede ser ingerida por vía oral sin
dificultades. La teoría en que se basa el efecto de la vitamina B6 es
que, o bien reduce el carcinoma vesicular, o bien refuerza el sistema
inmunitario del organismo.

Programa del Templo Maravilloso

Muchas de las enfermedades crónicas y a veces incurables no han


sido tratadas en estas páginas. ¿Qué se podría o debería hacer en estos
casos? A estas alturas, debe resultar evidente que existen ciertas
técnicas —al alcance de cualquiera— que pueden ayudar a restaurar
la salud en el ser humano, sea cual sea el problema O quizá no
lleguen a restaurar del todo la salud, pues el individuo tiene
facultades creativas y puede preferir, por alguna razón desconocida e
inconsciente, seguir viviendo con el problema que ha creado en el
interior de su propio cuerpo.
¿Cómo podemos, desde nuestra situación de profesionales de la
salud, afrontar problemas de este tipo? Habitualmente, llegan a
nosotros pacientes con enfermedades que amenazan su vida cuando
ya se han sometido a cuantas terapias específicas están a su alcance.
Con los años, hemos utilizado en nuestra práctica cotidiana todos los
conceptos de apoyo que hemos venido exponiendo en estas páginas.
Finalmente, en 1978, iniciamos un programa de terapia de grupo que
reunía la mayor parte de estos remedios en un curso de tratamiento de
diecisiete días de duración que denominamos Programa del Templo
Maravilloso. El nombre recuerda un lugar de curaciones legendario
del antiguo Egipto al que se refirió en ocasiones Edgar Cayce, y que
se llamaba precisamente Templo Maravilloso. Este programa
terapéutico fue diseñado para ayudar a cada participante a darse
cuenta de que su propio cuerpo es, de hecho, el auténtico Templo
Maravilloso, y que se puede comportar como tal si se adoptan los
pasos necesarios para convertir este ideal en una realidad tangible.
En uno de estos programas, celebrado recientemente en nuestra
clínica, de las once personas participantes había siete gravemente
enfermas (aunque todavía estaban en la categoría de tratamiento
ambulatorio). Cuatro de los siete presentaban cáncer de mama en
estado preoperatorio o postoperatorio, uno padecía esclerosis múl-
tiple, otro era un joven que recientemente había presentado una
esclerosis lateral amiotrófica, y el séptimo (con dolencia renal here-

284
Los remedios de Edgar Cayce

ditaria) estaba apenas a dos semanas de iniciar un tratamiento de


diálisis. Además de ser sometido a una revisión médica completa,
cada participante recibió un programa nutricional, masajes y enemas,
y fue entrenado en ejercicios autogénicos y de visualización mediante
entrenamiento de biofeedback y consejo especializado. En las
sesiones en grupo, los participantes experimentaron con la música, el
color y el baile y se pusieron en armonía con sus mentes
inconscientes, utilizando la música como puente y el arte como
médium, y recibieron masajes a ritmo de música a manos de fisiote-
rapeutas expertos en esta modalidad curativa.
Los participantes soñaron y aprendieron a interpretar sus sueños,
encontrando nuevas perspectivas a sus actitudes y emociones; casi
todos ellos experimentaron verdaderos descubrimientos en estos
aspectos de su personalidad. Se celebraron sesiones de imposición de
manos en las que tomaron parte imponiéndolas y recibiéndolas de
otros, y la oración y la meditación se convirtieron en una experiencia
habitual por las mañanas. El ejercicio físico se convirtió también en
una parte del programa, dependiendo en cada caso del estado de salud
del individuo, y se utilizaron las compresas de aceite de ricino.
Algunos de los participantes utilizaron asimismo la terapia con pilas
húmedas. Se evocaron experiencias de vidas anteriores, ayudando al
participante a buscar en el pasado con comprensión, y en el futuro con
esperanza.
¿Se curaron todas estas personas? Todavía es pronto para decirlo,
pero creo que una zona profunda de cada participante fue sometida a
un proceso curativo que se convirtió en parte de lo que podríamos
denominar «crecimiento del alma». Si esto se manifiesta o no en
forma de curación física es algo que sólo el tiempo nos dirá, y que
dependerá de la voluntad de esa persona y del destino que escoja.

285
Dr. William A. McGarey

286
Los remedios de Edgar Cayce

Conclusión

A estas alturas, poco es lo que queda por añadir. Hemos tocado


diversas enfermedades del cuerpo desde la perspectiva de estimular el
buen funcionamiento del cuerpo, o lo que en realidad podríamos
denominar su regeneración. Sin embargo, se han quedado sin
mencionar un número mucho mayor de dolencias. No cabía esperar
mucho más al constreñirnos a un solo volumen de extensión, y no me
disculpo por ello. Quizá la estimulación de la mente que se produce
cuando se sugieren nuevas ideas y nuevas visiones de la curación del
cuerpo se demuestre lo suficientemente valiosa como para producir
una mejor comprensión de la salud y del organismo.
Muchos de los remedios terapéuticos que se han enumerado en
estas páginas pueden parecer pasados de moda, pero no hace mucho
tiempo me encontré por casualidad algo que sitúa la medicina actual
en una perspectiva más justa y que nos ofrece una profundidad de
comprensión que de otro modo quizá se nos habría escapado. En la
revista Today (enero-febrero de 1976), del antes llamado Women's
Medical College of Pennsylvania, hoy Medical College of
Pennsylvania, aparecían diversos artículos de interés. Rindiendo
tributo a la celebración del bicentenario, la publicación reproducía
noticias y artículos de actualidad en el año 1750 y siguientes,
relativos a la medicina de la época. Entre las noticias se contaba la
siguiente:

Los indios descubren la aspirina


(también descubren remedios para el escorbuto y la malaria)

Médicos de las colonias informan que han aprendido varios tratamientos


importantes en la medicina practicada por los indios de Sudamérica. El
remedio para el escorbuto se elabora con la corteza del árbol abeto-cicuta, y
para la malaria se usa un tratamiento a base de corteza del árbol de la quinina
del Perú. El uso por los indios de una sustancia conocida por salicina
(aspirina) se ha demostrado eficaz, asimismo, para reducir el dolor reumático.

Junto con este reconocimiento de la fuente de nuestro curalotodo


común, la publicación también llama la atención (en 1750) acerca de

287
Dr. William A. McGarey

los exorbitantes costes de la atención sanitaria a los colonos, pues


cada visita médica en casa del paciente costaba unos veinticinco
centavos. Fue también por esa época cuando los hombres rompieron
el tabú que les impedía asistir a los partos, y el varón entró por fin en
el campo de la obstetricia. «Vestidos a veces con ropas de mujer para
salvaguardar la buena fama de la familia, se dice que los parteros
varones tienen más conocimientos y utilizan técnicas más seguras,
por lo cual su popularidad es creciente en todas las colonias.»
Cabe decir que a nuestra civilización occidental le queda todavía
mucho por descubrir y utilizar —y quizá también estudiar en pro-
fundidad— para promover una mejor salud y la curación de ciertas
dolencias. El hecho de que el aceite de ricino aparezca descrito ya en
el papiro de Ebers, y que fuera utilizado en forma de compresas sobre
el abdomen en toda Europa durante siglos, así como los cono-
cimientos de acupuntura que se han utilizado en el Lejano Oriente
durante miles de años, demuestran que la aceptación generalizada o el
rechazo de una modalidad curativa en nuestro país no se corresponde
necesariamente con su historia o con su validez.
En cambio, las indicaciones terapéuticas de Edgar Cayce, acep-
tadas o no por quienes se arrogan el derecho a aprobar o desaprobar,
señalan un sistema de vida realmente holístico, identificando al
hombre como criatura eterna que desarrolla su vida en la Tierra en
cuerpo, alma y espíritu. Es por ello que denominamos a la curación
una aventura de la conciencia, pues el proceso de restaurar la salud es
una actividad en la que se ve profundamente involucrada el alma,
provocando con ello un crecimiento de la misma.
El cuadro de la curación, la salud, la regeneración, la longevidad
y el cuerpo humano debe observarse desde una nueva perspectiva, si
el material legado por Cayce tiene validez... Y todo parece indicar
que así es, ya que cuando se utiliza siguiendo sus sugerencias, los
resultados que se producen son muy estimulantes.
No puede seguirse considerando el cuerpo como un laboratorio
bioquímico que funciona sin una dirección determinada y sometido a
enfermedades que le vienen del exterior. El nuevo cuadro considera el
cuerpo como una unidad junto a la mente y la esencia espiritual —el
ser eterno—, y muestra que el funcionamiento del cuerpo está
dirigido por la propia vida, en forma de energía eléctrica,
electromagnética y vibratoria. Los propios átomos, las células del

288
Los remedios de Edgar Cayce

cuerpo, los órganos y los tejidos tienen conciencia propia, y les cabe
la posibilidad de conseguir una plena normalidad.
La posibilidad de que cada ser humano restaure su cuerpo hasta
alcanzar un estado pleno de salud normal y vibrante es absolutamente
real. No obstante, debemos advertir una vez más que esta salud sólo
podrá producirse en el contexto de un origen espiritual, de un destino
espiritual, y de los objetivos y propósitos que deben acompañar a este
estado del ser. Para alcanzar esa salud se precisa un cambio en la
conciencia, la dirección y la actividad del propio cuerpo-alma. La
Nueva Era dice que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de
su propio ser, y en realidad somos nosotros mismos los que creamos
las situaciones en las que luego nos encontramos; y entre estas
situaciones hemos de apuntar, destacadamente, las dolencias y
enfermedades que nos aquejan.
¿Cómo puede usted utilizar este libro para conseguir la curación
en esa aventura de la conciencia? En primer lugar, aprenda estas cinco
reglas de oro de la salud y sígalas en su propia vida día a día, con
paciencia, insistencia y coherencia:

1. Concédase el descanso adecuado para sus necesidades; anote


y estudie sus sueños.
2. Establezca un programa nutricional básico equilibrado, y
sígalo estrictamente.
3. Realice ejercicios físicos con regularidad. No importa si hace
mucho o poco, pero sea constante. Recuerde que el mejor ejercicio es
pasear.
4. Rece y medite habitualmente.
5. Practique el arte de utilizar pensamientos, palabras y actos
constructivos constantemente, y continúe el proceso de identificar la
diferencia entre lo que es constructivo y lo que es destructivo.

Después, repase el capítulo 15 de este volumen. Seguidamente, en


conjunción con lo indicado en el capítulo 16, realice un inventario de
usted mismo y de su situación en cuanto a la conciencia y al propio
cuerpo. Por último, haga lo que Edgar Cayce solía sugerir: empiece
donde esté, utilice lo que tenga a mano, ¡pero comience ya! Así se
pondrá usted en camino hacia su propia aventura personal en la
conciencia. Buena suerte, y que Dios le acompañe.

289
290
Unas palabras sobre la clínica ARE

La clínica ARE de Phoenix, Arizona, es una organización benéfica


dedicada a la curación holística —física, mental y espiritual— del
individuo. Esta concepción de la salud incorpora lo mejor de la
medicina establecida, de la curación de la Nueva Era, y de los
conceptos expuestos en los escritos de Edgar Cayce relativos al
cuidado, la investigación y la educación de los pacientes.
La clínica ARE fue fundada en 1970 y ha crecido gracias al
trabajo de dos médicos, los doctores William y Gladys McGarey, y a
su dedicación a la investigación y aplicación de los conceptos sobre
cuidados sanitarios expuestos en los escritos de Cayce. Durante su
vida, Cayce celebró más de catorce mil consultas, que fueron regis-
tradas y transcritas; más de nueve mil de estas consultas se referían a
la salud, la fisiología y la curación. La afirmación de Cayce según la
cual «el espíritu es la fuerza vital, la mente es la constructora, y el
cuerpo físico el resultado», describe con precisión la filosofía de la
clínica respecto a los cuidados sanitarios.
El nombre de ARE se utiliza gracias a un convenio con la Asso-
ciation for Research and Enlightenment (ARE), de Virginia Beach,
Virginia, que cedió sus iniciales para el desarrollo de este trabajo
práctico hospitalario. La ARE es una organización formada por un
extenso número de socios que propugna el estudio, la investigación y

291
la aplicación de las informaciones que aparecen en los escritos de
Edgar Cayce, a todos los niveles.
En la actualidad, la extensión de los servicios que ofrece la clínica
abarca también las técnicas de biofeedback, acupuntura, masaje e
hidroterapia, consejo médico, terapia de movimiento y de color,
música, osteopatía, dietética, meditación, estudio de los sueños,
curación por imposición de manos y demás tratamientos terapéuticos
expuestos en los escritos de Cayce. El número de personas que
trabajan en nuestra clínica ha ido aumentando desde las siete iniciales
en 1970 hasta las casi cuarenta de la actualidad, entre médicos,
enfermeras auxiliares clínicos, practicantes de cabecera y médicos
ayudantes, fisioterapeutas especializados en masaje y biofeedback, y
personal de investigación, educativo y administrativo. Asimismo, en
1982 se inauguró un «Centro de Regeneración» en Casa Grande,
Arizona, en unos terrenos cedidos a la clínica.
Además de ofrecer un tipo de «medicina general establecida» a
los pacientes de la zona de Phoenix, la clínica ha diseñado diversos
programas destinados a cubrir necesidades específicas. En Oak
House, la hermosa residencia de la clínica, los pacientes pueden vivir
y participar en una experiencia curativa intensiva de ocho o diecisiete
días (que denominamos Programa del Templo Maravilloso). Al
mismo tiempo, estos pacientes forman parte también de un grupo o
pequeña comunidad que comparte comidas, ejercicios físicos y
sueños, y que se anima mutuamente al tiempo que estimula los
cambios y el crecimiento del ser en su plenitud en el transcurso de
este programa terapéutico. Quienes se han sometido a él informan
que no sólo han experimentado una mayor sensación de bienestar y
de buena salud, sino que han obtenido una nueva profundidad en el
conocimiento de sí mismos, lo cual les ha ayudado verdaderamente a
cambiar su vida.
En la actualidad, el equipo de investigadores de la clínica está
desarrollando un nuevo programa orientado a conseguir una buena
pauta en el tratamiento de la tensión nerviosa de individuos que
disfrutan de una relativa buena salud e interesados en potenciar su
propia sensación de bienestar.

Para más información, puede escribir a la siguiente dirección:

ARE Clinic

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4018 N. 40th St.
Phoenix AZ 85018
Estados Unidos

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