Proyecto de Vida, Camino de Acompañamiento
Proyecto de Vida, Camino de Acompañamiento
Proyecto de Vida, Camino de Acompañamiento
Proyecto de vida,
Camino de acompañamiento vocacional en la p. juvenil y vocacional.
Presentación.
Capítulo 1:
Relación entre Pastoral Vocacional y Pastoral de
Juventud.
"Los jóvenes deben sentir que son Iglesia experimentándola como lugar de
comunión y participación... Ella los hace gradualmente responsables de su construcción,
hasta enviarlos como testigos y misioneros, especialmente a la gran masa juvenil. Se
trata de que los jóvenes y la juventud, evangelizados, evangelicen".
Nº 70. (Desarrollo de la PV...) "El mayor servicio que se puede hacer a los
jóvenes es ayudarles a descubrir y realizar el plan de Dios para con cada uno de ellos.
"La PJ es completa y eficaz cuando se abre a la dimensión vocacional".
Esto se prueba por la constatación que muestra que están surgiendo vocaciones
allí donde existe una pastoral juvenil bien organizada y articulada con la pastoral
vocacional específica, porque una y otra dan la posibilidad a los jóvenes de tener una
experiencia viva y personal con Cristo, una fuerte experiencia de comunidad cristiana,
propuesta vocacionales y acompañamiento tanto personal como de grupo.
conciencia de la realidad los ayuda a discernir las llamadas de Dios para una acción
transformadora. Este proceso pedagógico, bien aplicado, lleva a un progresivo
compromiso al servicio de la comunidad. Para eso es necesario ayudar a los jóvenes a
que perciban la variedad de servicios posibles y a experimentarlos en la práctica. La
comunidad eclesial deberá dejar más espacio para una real participación de los jóvenes.
"El período juvenil es período privilegiado, aunque no único, para la opción vocacional.
Por ello, toda PJ debe ser al mismo tiempo PV". (P. 865)
"Por ello queremos ofrecer una línea pastoral global: desarrollada de acuerdo con la
pastoral diferencial y orgánica, una pastoral de juventud que tenga en cuenta la realidad
social de los jóvenes de nuestro continente; atienda a la profundización y al crecimiento
de la fe para la comunión con Dios y con los hombres; oriente la vocación de los
jóvenes; les brinde elementos para convertirse en factores de cambio y les ofrezca
canales eficaces para la participación activa en la Iglesia y en la transformación de la
sociedad" (P 1187).
"Se procurará dar a los jóvenes una buena orientación espiritual a fin de que puedan
madurar su opción vocacional, sea laical, religiosa o sacerdotal" (P.1200).
La consideración de los obispos parte del hecho, de que toda la vida cristiana y
eclesial es vocacional. En efecto, ser cristiano es responder a la llamada de Cristo,
sellada por el Bautismo; y ser cristiano es entrar, por el Bautismo, a formar parte de la
Iglesia, comunidad de los «convocados". Entre los convocados a la fe, Dios llama a
algunos para un estilo de ser y de vivir dentro de lo que llamamos vocaciones de
especial consagración.
Capítulo 2:
Desafíos de la juventud actual
Los jóvenes de hoy presentan una serie de rasgos que hacen más difícil la PV
entre ellos. Se caracterizan por la indecisión y el miedo para un compromiso definitivo.
Esta sociedad burguesa, ambigua y en cambio relativiza todos los valores forjando en
los jóvenes miedo e indecisión ante un compromiso definitivo.
Los informes recibidos revelan cómo, sobre todo en los países occidentales, las
familias adoptan actitudes de dominio y disposición respecto de sus hijos. El descenso
de la natalidad y el fenómeno de hijos únicos agravan la situación.
Son pocos los padres que animan a sus hijos a seguir su vocación, e incluso, más
tarde, algunos de estos padres dificultan la perseverancia en le camino emprendido.
Nº 74 Inestabilidad psicológica.
Por otra parte no se puede negar que a veces se hace mucho hincapié en la
orientación a la vida matrimonial, mientras que se habla poco de la vocación
consagrada.
No todos valoran del mismo modo este fenómeno. Para unos es una prueba más
de la fragilidad psicológica de los jóvenes de hoy; mientras que para otros, la tendencia
de muchos jóvenes a emprender el camino del sacerdocio o de la vida religiosa a una
edad más madura y, con un título universitario ya adquirido, es considerada como
fenómeno positivo, especialmente por parte de los responsables de los seminarios y de
los centros de formación.
Ahora que el apostolado tradicional está siendo asumido ampliamente por los
seglares, las mujeres no ven claramente por qué sea preciso contraer las obligaciones de
la vida consagrada en los Institutos apostólicos con el fin de ejercer ciertos servicios en
favor de la Iglesia. La sensibilización ante las prerrogativas masculinas en la Iglesia,
Donde las comunidades se muestran más abiertas y aceptan jóvenes entre ellas,
están teniendo resultados positivos. Se espera que en el futuro cada Congregación esté
en condiciones de sacrificar algunas religiosas para trabajar a tiempo completo por las
vocaciones. De este modo se tendrán seguramente mejores resultados.
Hoy más que nunca, en esta cultura postmoderna, los cambios se han vuelto
vertiginosos. Se rompió la bipolaridad capitalismo/comunismo, se instauró un régimen
neoliberal capitalista como único modelo socio-económico mundial, vivimos en plena
cultura posmoderna, la tecnología ha dado pasos gigantescos hacia la informática, la
robótica y la bio-transformación. La impresión es que en cinco años recorremos un
siglo. Y con los cambios se remece todo nuestro mundo de valores, nuestra visión del
mundo, nuestra praxis personal y social, nuestros proyectos de vida. Estamos a las
puertas de una civilización universal que avasalla todas las culturas. A través de los
MCS podemos afirmar con Mc Luhan que el mundo es una aldea. Es el proceso de
“globalización” dominante.
Todas estas transformaciones tienen que ser tomadas en cuenta para determinar
diferencias de enfoque y metodología en la Pastoral Vocacional. Veamos dos de las más
importantes.
El Neoliberalismo Capitalista.
La brecha entre los pobres y los ricos se torna cada vez más y más grande con
una tendencia que podría rayar en lo "inhumano", de acuerdo con el informe anual sobre
Desarrollo Humano de la ONU. 1
1
Informe anual sobre desarrollo humano de la ONU 1996.
2
Consultar el Capítulo sobre Posmodernismo de mi libro Relación Evangelización - Cultura Edic.
Paulinas - Bogotá 1998.
b. La religión posmoderna.
El “presentismo”
Un joven “fragmentado”.
Pérdida de horizontes.
Esta cultura tiene de positivo que ha dejado de ver al cuerpo como un tabú,
como algo malo y negativo para el ser humano. También la sexualidad humana ha
recuperado su valor y expresión en el amor de pareja, y como dimensión presente en
toda relación humana y en toda opción vocacional cristiana.
La opción consagrada religiosa o sacerdotal sólo es posible cuando se vive la
sexualidad humana en un amor apasionado por Dios y su Reino, cuando descubrimos
dentro de nosotros lo que el Señor nos propone.
El individualismo confortable.
Pero otra cosa muy diferente es el subjetivismo: el considerar que, para ser libre,
no puede haber ningún impedimento a la libertad, ni ninguna ley superior de la
conciencia. Libertad se confunde con libertinaje. Que para ser persona humana, con
todos sus derechos, no puede haber una ley superior que proceda de un Dios
trascendente. Caemos, así, en un “ateismo humanista” (P. 435) que, para defender al
hombre, acaba con Dios.
También aquí es verdad lo que dice el Evangelio, que el grano que se preserva
queda infecundo, pero el que se arriesga dará mucho fruto (Jn. 12, 24). Nos hacemos
plenamente persona, cuando formamos parte de una comunidad, cuando nuestros
Capítulo 3:
Lo que deberíamos hacer en pastoral juvenil.
Esta tarea será objeto de una reflexión posterior en la que optaremos por una
estrategia y unos proyectos bien definidos dentro de las posibilidades y desafíos que nos
ha marcado el diagnóstico sobre la realidad.
2. Definición de evangelización.
Tal vez aquí encontremos la clave de las limitaciones de los tres modelos de
Pastoral que hemos analizado anteriormente.
A modo de ejemplo:
el modelo Objetivo, muy centrado en lo doctrinal, tal vez descuide la dimensión
de comunión y de servicio.
El Liberador, está muy centrado en el servicio y puede descuidar la dimensión
eclesial-comunitaria y la doctrinal del anuncio.
El Kerigmático privilegia la cohesión e identificación comunitaria y deja muy en
segundo plano el testimonio-anuncio y la función real de servir al mundo en su
promoción.
Ortodoxia y Ortopraxis.
acerca al hombre, haciendo que en Jesucristo la misma naturaleza humana se haga auto-
revelación de Dios. Porque Dios le tiende la mano al hombre, éste se hace capaz de
acoger a Dios.
El único camino para llegar a Dios es el Hijo hecho hombre y así el hombre
descubre quien es en plenitud, en la persona de Jesús. Esto es, al mismo tiempo una
verdadera revolución antropológica.
Con Cristo las acciones del hombre han adquirido definitivamente un valor
supremo, una dignidad trascendente. Esta es la verdadera revolución antropológica en
teología.
Los obispos italianos al hablar de catequesis dicen: "los que quieren hablar hoy
eficazmente al hombre, de Dios, deben partir de los problemas humanos y tenerlos
siempre presentes en la exposición del mensaje".
Así se nos abre a una prospectiva escatológica que debe estar presente en toda
pastoral. Hemos de mantener permanentemente una tensión dialéctica entre la
Encarnación y la escatología.
5. La salvación “cristiana”.
a. Dualista.
b. Espiritualista.
c. Individualista.
d. Visión integral.
Hoy existe un consenso unánime sobre la relación estrecha entre estos dos
términos. La misma E. N. Nº 9 dice:
"...la salvación, don grande de Dios, no es sólo liberación de todo aquello que oprime
al hombre, sino sobre todo liberación del pecado..."
Cuando dice: "no es sólo", está diciendo que también es.
No se trata de escoger entre uno de los niveles, porque, siendo distintos, forman
parte de y único proceso.
Dentro del pluralismo ideológico que se vive hoy, se plantean muchos jóvenes si
es necesario ser explícitamente cristiano o basta con ser una persona honrada y decente.
Esta pregunta tiene mayor importancia en nuestro país, dado que la cultura
oficial de las primeras décadas de este siglo propugna esta ética laica en la que se
inspiran muchos programas políticos y educacionales.
Por eso la Palabra de Dios no puede ser dirigida al hombre, si no se hace palabra
sobre el hombre y palabra del hombre. Para que sea alegre noticia para nosotros debe
anunciarse a Dios desde nuestras propias experiencias. Así el mensaje tiene sentido para
nosotros porque podemos leerlo a la luz de nuestras propias experiencias y porque
podemos iluminar nuestra experiencia con la luz de su Palabra.
La experiencia nos dice que hay muchos hombres que llevan una vida honrada y
que de hecho responden al plan de Dios. Pero les resulta imposible aceptar
explícitamente a Cristo, o por prejuicios educativos, o por ignorancia.
El capítulo 25 de San Mateo nos dice que se salvará el que responda a las
necesidades del prójimo. Si bien hay que tratar de que la aceptación de Jesús sea
explícita y de que haya un encuentro religioso con El, debemos aceptar que estos gestos
humanos, de alguna manera, están marcados por la gracia.
Así la existencia se hace experiencia de intimidad filial con Dios; las relaciones
interpersonales lugar fraterno de comunión; florece un modelo nuevo de referencia con
el mundo como lugar de humanización y liberación que anticipa el mundo que
esperamos.
Se trata de crear una " habilidad", una capacidad operativa que armonice las
dotes personales para hacerlas capaces de intervenir en el momento preciso en que se las
motivo.
Supone una intervención educativa que vaya creando estas actitudes, este estilo
de vida, aun con las limitaciones propias de la edad y del pecado. Esta vertiente
antropológica de la gracia requiere ser educada para la libertad y para crear actitudes
que vayan generando estos comportamientos. Por eso San Juan dice que no es posible
amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano al que vemos. Cuando yo
tengo estas actitudes correspondientes, básicas humanas, estoy predisponiendo para las
virtudes teologales.
Se trata de hacer esta experiencia con una mirada de fe. Es decir, que los jóvenes
vayan aprendiendo a vivir sus experiencias con una mirada creyente. Para esto nos
proponemos conocer a Jesús y su Evangelio, conocer la Iglesia, sus enseñanzas. Ello
nos permitirá ir haciendo un DISCERNIMIENTO CRISTIANO de todas las
situaciones que nos toca vivir. En este eje la propuesta sería:
Despertar e iluminar en los jóvenes su experiencia religiosa básica, celebrando la
presencia del Dios de la vida en medio del pueblo creyente.
Conocer, acoger vitalmente y celebrar el mensaje de Jesús, el profeta de Nazaret,
favoreciendo el proceso de conversión y su expresión fraterna en la comunidad
de creyentes.
Profundizar la Pascua de Jesús y la acción del espíritu, que invitan a un
compromiso militante.
Estos cuatro ejes en torno a los cuales gira la evangelización juvenil no se van
encarando uno detrás de otro. Desde el primer momento han de estar presentes en la
tarea educativa de la PJ. Eso quiere decir visión sincrónica. Es como si en un corte
vertical tuvieran que aparecer los cuatro ejes como las diferentes capas de un helado.
Estos no son procesos separados unos de otros, o que se vivan unos primeros y otros
después, se trata de ir simultáneamente alcanzando todos y cada uno de ellos.
La que cuenta no es la afirmación consciente del sujeto sobre estos valores, sino
la realidad profunda del proceso dinámico. En otras palabras, que estos valores se hayan
internalizado hasta tal punto que ya formen parte de la estructura personal del joven.
La vocación no puede ser como algo superpuesto.
Otra consecuencia que podríamos sacar de las reflexiones anteriores sería evitar
que las personas vocacionadas tuviesen una actitud sobrenaturalista parcializada.
La otra mediación humana son las personas que han de autentificar su vocación
en el proceso de discernimiento externo. En definitiva no es la propia persona la
instancia definitiva, sino que Dios habla por medio de la Iglesia en la aceptación o no de
los candidatos.
Capítulo 4:
Integración de la Pastoral Juvenil en la Pastoral
Vocacional
2. La situación.
Desde hace años, se viene hablando de las relaciones que deben existir entre
Pastoral Juvenil y Pastoral Vocacional.
Cada vez más, los animadores vocacionales van descubriendo que la propuesta y
el acompañamiento vocacional presuponen aspectos fundamentales de formación
humana y cristiana a los que deben hacer referencia. Tienen conciencia que ser personas
y ser cristianos es la primera gran vocación a la que todos estamos llamados y a la que
está ligada cualquier otra vocación particular.
Cada vez más también, los agentes de Pastoral Juvenil van descubriendo que la
propuesta de formación humana y cristiana que presentan a los jóvenes lleva a éstos a
comprometerse con un proyecto de vida que implica todos los aspectos de su persona,
incluyendo la definición vocacional.
Se están dando básicamente tres situaciones: en algunos lugares, hay una real
integración y trabajo conjunto entre Pastoral Juvenil y Pastoral Vocacional, como el
caso de algunas conferencias episcopales que han promovido las Pastorales juveniles
vocacionales coma un único ámbito de trabajo; en otros, hay todavía recelos,
desconfianzas, visiones distorsionadas o desconocimiento mutuo de las respectivas
propuestas; en otros, finalmente hay prescidencia, "poca reciprocidad e imposibilidad de
trabajar en común ya que unos tienen propuestas basadas en procesos bien definidos
mientras otros sólo realizan acciones esporádicas y sin continuidad.
De hecho, las vocaciones van surgiendo tanto como fruto de procesos conjuntos,
como de acciones de la Pastoral Vocacional o de la atención pastoral que se da a los
jóvenes en los grupos Juveniles y en las comunidades, sin especial intervención de
animadores vocacionales.
Ya Medellín (16) decía que "para ser plenamente auténtica, la pastoral juvenil
debe llevar a los jóvenes, por medio de una maduración personal y comunitaria, a
asumir un compromiso concreto ante la comunidad eclesial en alguno de los llamados
estilos de vida" y capacitarlos "a través de una auténtica orientación vocacional para
asumir su responsabilidad social como cristianos en el proceso de cambio de América
Latina".
Puebla (850) reconoce once años después los frutos de una acción en ese
sentido, afirmando que en muchos países los grupos Juveniles “han sido lugares
efectivos de pastoral vocacional.“
Ratifica que “toda pastoral Juvenil debe ser al mismo tiempo pastoral
vocacional” (865) y pide "reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la
vocación cristiana en general y de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los
servidores que necesita” (1189).
Propone una Pastoral Juvenil "que tenga en cuenta la realidad social de los
jóvenes de nuestro continente; atienda a la profundización y crecimiento de la fe para la
comunión con Dios y con los hombres; oriente la opción vocacional de los Jóvenes; les
brinde elementos para convertirse en factores de cambio y les ofrezca canales eficaces
para la participación activa en la Iglesia y en la transformación de la sociedad.
Santo Domingo constata que "ha crecido el Interés por una pastoral que presente
con claridad a los jóvenes, la posibilidad de un llamado del Señor "reafirma la
necesidad de estructurar" una pastoral vocacional inserta en “la pastoral orgánica de la
diócesis, en estrecha vinculación con la pastoral familiar y juvenil” y recuerda
nuevamente que la "pastoral Juvenil debe tener siempre una dimensión vocacional”.
Según este magisterio eclesial, la pastoral vocacional está "dentro de”, no "junto
a" y mucho menos "fuera de" la pastoral Juvenil y la pastoral juvenil incluye entre sus
objetivos la propuesta vocacional, aunque ésta tiene sus aspectos específicos, ya que se
preocupa de cada vocación, atiende todas las vocaciones de modo diferenciado y su
alcance llega a toda la Iglesia.
personas nuevas den sentido a sus vidas, descubran su vocación en la Iglesia y sean
protagonistas en la transformación de la sociedad además de participar de la
construcción de la Civilización del Amor (DP 1193).
5. Proyecto de vida.
Así se titula el Documento del CELAM nº 162 publicado a finales del 2003:
“PROYECTO DE VIDA: CAMINO VOCACIONAL DE LA PASTORAL JUVENIL
LATINOAMERICANA”. Es el fruto maduro de todo un itinerario cumplido por la
Pastoral Juvenil a nivel latinoamericano. Después del II Congreso Latinoamericano de
Jóvenes en Punta de Tralca, Chile, 1996, en los Encuentros Latinoamericanos de
Responsables de Pastoral Juvenil en Argentina (febrero de 2001) y Ecuador (febrero
2003), se profundizó sobre los Procesos de Educación en la Fe, y la Militancia, en
relación con el Proyecto de Vida.
(5) La verdad es que hacia los años 40 fueron muchas las vocaciones que surgieron
de la entonces floreciente Acción Católica. Con la invitación de Juan XXIII a las
Iglesias europeas para que enviasen agentes de pastoral, muchas diócesis se confiaron
en la ayuda de sacerdotes y religiosos venidos de fuera. Los que llegamos a América
Latina en aquellos años teníamos muy claro que nuestra tarea no era de suplencia, sino
de formar agentes multiplicadores. Por eso se abrieron seminarios y casas de formación,
escuelas de catequesis, escuelas de ministerios, etc.
7. Ecología vocacional.
(8) La propuesta actual es que, tanto en la pastoral juvenil, como en los otros
ámbitos donde se desarrolla la pastoral vocacional, ésta se realice en función de “una
misión compartida”. Es decir, la vocación se presenta en un nuevo contexto de
interrelación entre las diferentes identidades eclesiales en torno a la misión, señalando
así su motivación central, que no es otra que la misión de la Iglesia, al servicio de la
cual están todas las vocaciones. Dios nos llama para la misión, y la Iglesia nos convoca
para la misión, para la evangelización.
(10) Estamos ante un nuevo “ecosistema” eclesial que es muy diferente al de hace
unos años, también en Latinoamérica, aunque el proceso es más lento. La supervivencia
de la Pastoral Vocacional depende de su capacidad de adaptarse a este nuevo
ecosistema. Hay algunos que, frente a estos desafíos, prefieren mirar al pasado e imitar
los tiempos gloriosos de la pastoral vocacional. Repiten o readaptan métodos que, a la
corta o a la larga, no dan resultado. Así estamos comprobando que en muchos agentes
de pastoral vocacional se produce lo que el Papa llama “la patología del cansancio”.
Hacen una Pastoral Vocacional que ya está perimida.
(11) Algunos se deslumbran ante el aparente éxito que tienen los que se han
refugiado en una actitud militantemente reaccionaria a los cambios. De hecho hay muy
pocas “novedades” en pastoral vocacional. Las que hay, casi siempre, son refritos de los
clásicos métodos de reclutamiento. Pero también existen los que se sitúan en el presente
en una actitud positiva e intentan adelantarse a preparar y construir el futuro, sin
amedrentarse ante el salto en el vacío que a veces suponen los cambios. Estos son los
que optan por una ecología vocacional. Algunos “nuevos movimientos” han intuido
algo de esto, ya que incluyen en sus filas, de una manera u otra, a laicos, consagrados o
no, matrimonios, religiosos activos y contemplativos, etc.
(14) Esta propuesta tiene como base una nueva autocomprensión de la Iglesia:
Comunión de comunidades, toda ella ministerial, donde todos tienen una igual
dignidad que da el Bautismo. El Congreso Vocacional Brasileño (2003) tuvo
como lema “El Bautismo fuente de todas las vocaciones”.
En la Iglesia todos son protagonistas de la evangelización, y no sólo objeto de
evangelización. Los laicos no son, como antes, el brazo largo de la jerarquía,
sino que tienen una “vocación específica”, porque tienen su forma propia de
evangelizar, diferente a la de los sacerdotes y religiosos, pero igualmente
necesaria para la construcción del Reino.
El sacerdocio común de los fieles y el ministerial, se ordenan el uno al otro, sin
que supongamos preeminencia de ninguno de los dos.
Cada uno, desde su vocación, su carisma, su ministerio, se convierte en signo
para los demás (eco-sistema). Todos comparten la única misión de la Iglesia,
todos son evangelizadores.
La llamada radicalidad evangélica se presenta como característica bautismal que
se puede vivir en cada una de las vocaciones cristianas. De hecho se impone una
revisión de los textos escriturísticos vocacionales, que aplicamos reductivamente
a las vocaciones religiosas o ministeriales y que se refieren, en casi todos los
casos, a los seguidores de Jesús, en cualquiera de las vocaciones.
(15) Todos estos presupuestos teológicos son los que exigen el “salto cualitativo” del
que habla del documento “Nuevas vocaciones para una nueva Europa”.
(15) Todos estos presupuestos teológicos son los que exigen el “salto cualitativo” del
que habla del documento “Nuevas vocaciones para una nueva Europa”.
(18) Desafíos:
Ser una Iglesia profética, no tanto por las denuncias, cuanto por el anuncio
vigoroso de la comunión y participación, en la unidad y en la diversidad.
Una Iglesia con presencia maternal entre los jóvenes, especialmente con los
excluidos, que aprende a tener espacios de comunión y participación.
Que practica la pedagogía incluyente del Evangelio, servidora de la sociedad, en
tareas de reconciliación anunciando la justicia, la verdad y el amor.
(20) Desafíos:
Si se continúa con un PJ que sale al encuentro de los jóvenes considerando sus
intereses, búsquedas, etc. Y propone a Jesucristo como sentido y respuesta de su
vida, se contribuirá a su desarrollo integral, a la concreción de su proyecto de
vida y a su compromiso por transformar la realidad en que viven.
Si se continúa con una PJ que tenga objetivos y propuestas claras, que lleve a
acciones coherentes, concretas, eficaces, que garantiza la adhesión y el
seguimiento de Jesús, se contará con formas adecuadas de evangelización.
Si se sigue con la opción preferencial por los jóvenes pobres, dándoles espacios
de participación y formación, respetando su diversidad, podemos garantizar el
protagonismo juvenil en la Iglesia.
Si la PJ no propone un Proyecto de vida que se concreta en un compromiso
social, político, económico, eclesial, cultural, no habrá jóvenes felices que
(22) Planificando el proceso vocacional. Se busca una PJ que acompañe a los jóvenes
en su proceso personal y grupal de crecimiento, en el descubrimiento de su vocación, en
el discernimiento, realización de su proyecto de vida y en la concreción de su
compromiso militante.
A lo largo del proceso de formación personal y comunitaria se promueve el
crecimiento y la maduración en estas cinco dimensiones.
Capítulo 5:
Opciones pedagógicas de la PJ.
Visión sincrónica:
Incluye:
El autoconocimiento: mis intereses, valores, aspiraciones, historia, derecho,
valores, sentimientos, limitaciones y defectos.
Autocrítica: revisión personal y búsqueda de superación. Coherencia de vida.
Autovaloración: descubrimiento de la dignidad personal, autoestima y actuación
como sujeto libre.
Autorealización: sentirse amado y capaz de amar; ternura y jovialidad; saberse
constructor de su propio futuro. Opción vocacional y profesional.
persona, puesto que ese el proyecto de Dios para cada uno. Los objetivos a lograr en
este eje serían:
Ejercitar la autoconfianza y la acogida a otros, experimentando la necesidad de
apoyo mutuo para crecer.
Afianzar el proceso de identidad personal, favoreciendo la autoaclaración en las
relaciones consigo mismo y con los demás.
Favorecer la elaboración de un proyecto personal de vida, fruto de una
apreciación realista de las potencialidades personales que facilite el proceso de
maduración personal.
(26) Supone asumir los aspectos positivos de la propia cultura, tener identidad
social.
Sensibilización.
De adolescente se tiene una conciencia ingenua y deformada, encerrada en el
mundo de sus conflictos personales. El joven percibe los problemas sociales y toma
actitudes de compasión y solidaridad. No hay que desperdiciar esta etapa que ha de
superarse progresivamente.
Concientización.
De la compasión y de las pequeñas acciones llevarlos al descubrimiento de las
causas estructurales y a la realización de acciones más transformadoras. La conciencia
crítica debe partir de las necesidades sentidas, de la realidad percibida y de las acciones
realizadas.
Organización – Movilización.
Comienza por la participación en movimientos populares y termia en el
compromiso de acción organizada del pueblo para la transformación de la sociedad. La
creación de organizaciones.
Evangelización.
Crear las condiciones para la acogida del mensaje salvador. Tomar conciencia de
la necesidad ce salvación personal y social. Desmitificar las falsas imágenes de Dios y
de la Iglesia.
Re-evangelización.
El anuncio de Jesucristo mediante una catequesis adecuada. Debe llevar a una
primera conversión que se manifiesta en el cambio de mentalidad y de vida. En la
adhesión a Cristo liberador, a su Reino y en la conciencia de ser Iglesia.
(25) Intenta responder a la pregunta “¿Cómo hacer?” Gran parte de las dificultades de
los animadores de grupos y de las organizaciones populares tienen su origen en la falta
de capacitación de sus agentes en la definición y coordinación de sus estrategias de
acción. Entendemos por capacitación técnica: de los grupos de iniciación, de los
coordinadores, asesores y militantes en la planificación, ejecución y revisión de la
acción. Capacitación Técnica en vista de un proyecto político en función de la
transformación de la realidad y la construcción de una nueva sociedad. Líderes para la
militancia en los movimientos y organizaciones de transformación social, con una
práctica democrática y participativa. Capacitación técnica en vista de un proyecto de
Pastoral Juvenil. Capacitación de animadores y asesores para la militancia interna,
garantizando la eficacia y la continuidad de los procesos pastorales.
Por este camino pueden encontrarse respuestas a lo que plantea el tercer objetivo
del Congreso: “profundizar Itinerarios permanentes de formación juvenil en la
comunidad cristiana y evidenciar las más adecuadas líneas de acompañamiento de los
jóvenes en búsqueda vocacional frente a la sociedad moderna”.
La Pastoral Juvenil Latinoamericana tiene bien claro pues, que quiere promover
procesos de educación en la fe que integren la definición vocacional, pues sin ella la
maduración humana y cristiana de los jóvenes quedaría trunca.
Y eso porque cree que las vocaciones surgen allí donde se dan procesos que
permiten a los jóvenes encontrarse personalmente con el Señor Jesús, descubrir las
necesidades del mundo y de a iglesia, recibir propuestas vocacionales concretas y ser
contagiados por el testimonio entusiasta de quienes los acompañan.
De ahí que - como plantea el mismo Documento - haya “quienes exigen haber
formado parte de grupos juveniles para entrar al seminario” (86), porque son
conscientes de que "una, opción vocacional no madura solamente a través de
experiencias esporádicas de fe, sino de un paciente camino espiritual". De ahí, también,
que se consideren "inaceptables" aquellas formas de reclutamiento” que no tienen en
cuenta estos procesos de discernimiento.
Del mismo modo, para ser eficaz, la Pastoral Vocacional deberá ser capaz de
acompañar a los jóvenes, partiendo de sus situaciones concretas y comprendiéndolos en
la cambiante realidad cultural en la que viven. "Es indispensable estar en contacto
directo con ellos, conocer sus aspiraciones, su lenguaje, su mundo, que sentido dan a sus
vidas y a sus vivencias de fe (85).
Pero también hay jóvenes que reaccionan contra esa realidad (Sto. D. 112),
quieren ser protagonistas de su vida y de su historia, buscan nuevos sentidos y están
abiertos a la pregunta religiosa, sueñan con una sociedad que valorice la amistad la
cultura la vida, la fiesta, la naturaleza. No quieren más documentos y doctrinas sino
experiencias capaces de llenar de sentido sus vidas. No quieren más estructuras rígidas e
institucionalizadas, sino ámbitos donde sea posible vivir relaciones humanas
espontáneas, auténticas e igualitarias.
En una sociedad donde la familia parece influir cada vez menos en la formación
de los jóvenes, los grupos juveniles se convierten en ámbitos privilegiados para
responder a muchas de estas solicitudes y proponer un estilo de vida alternativo,
fundado en los valores del Evangelio.
Toda Pastoral juvenil que procure ayudar al joven a descubrir su vocación como
proyecto de vida, necesita de la Pastoral Vocacional para iluminar y llevar a buen
término ese proyecto. Toda Pastoral Vocacional que procure desarrollar una propuesta
educativa, necesita de una Pastoral Juvenil que la apoye y la sostenga. La Pastoral
Vocacional no entroncada en la Pastoral Juvenil puede producir algunos resultados
inmediatos, pero pronto se reconocerá ineficaz y hasta peligrosa por la desorientación
que puede provocar en los jóvenes y por el desgaste de energías a que somete a los
agentes pastorales.
Los grupos pueden crearse en los diversos “ambientes” o “medios” donde los
jóvenes viven sus diversos intereses. La adolescencia tiene un deseo enorme de liberarse
de la familia, encontrar autonomía y empezar a construir sus proyectos. En el grupo se
construyen relaciones con los iguales y se establece la propia identidad.
Qué es un grupo.
Características de un Grupo.
Evangelizar en grupo.
Así lo hizo Jesús, creó el grupo de “Los 12”. Los que llevaban una “forma de
vida apostólica”. En PJ no hay verdadero grupo si no está vinculado con algún conjunto
orgánico de la Iglesia. Se necesitan vínculos visibles. Esta vinculación orgánica permite
a los participantes del grupo abrirse a la universalidad de la Iglesia.
Proceso Grupal.
¿Quiénes son los jóvenes? ¿Cuáles son sus necesidades? ¿Cuáles son las
tendencias de la realidad social que les afectan? ¿Qué grupos de jóvenes existen? ¿A
cuantos jóvenes llegan estos grupos? ¿Qué actividades desarrollan estos grupos?.
Más tarde ya va incluyendo a los otros grupos que existen en la comunidad local
y en la Iglesia. La formación en la acción es clave para hacerse nuevas preguntas. Las
diferentes opiniones son causa de conflictos.
En esta etapa de la vida comunitaria los jóvenes se hacen preguntas como estas:
¿Qué hago? ¿Cuáles son mis valores? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿En qué puedo
participar? ¿Qué puedo hacer?.
(30)
a. Planificando la madurez para la misión.
h. Se imponen.
j. Función de la red.
k. Proceso.
(31) El documento de Puebla (en este año se cumplen sus bodas de plata) propone un
itinerario vocacional que puede servirnos como punto de referencia.
b. Fundamentación teológica.
Dios tiene un proyecto de amor de Padre que camina con su pueblo, del Hijo que
se hace camino, verdad y vida; y del Espíritu por el que no faltan las aguas que
revigoricen a todos los que descubrieron que la vida es caminar.
¿Por qué un proyecto personal de vida como herramienta para el proceso de crecimiento
en la vida de fe de los/las jóvenes? ¿Para qué un proyecto personal?; ¿qué papel puede
jugar dentro de dicho proceso de crecimiento? ¿Cómo se puede plantear esta iniciativa
para que sea bien acogida y asumida? ¿Qué actores han de intervenir en la utilización de
dicha herramienta? ¿Siempre ha de ser igual la forma de afrontar un proyecto personal
de vida?
Alguna de estas preguntas puede formar parte de nuestras inquietudes como agentes de
pastoral juvenil. Detrás de nuestro trabajo pastoral siempre está la inquietud de
favorecer que cada persona descubra una nueva forma de contemplar y de vivir la
existencia, guiada por los valores del Reino. En nuestro propio caminar hemos ido
utilizando una serie de mediaciones que nos han ayudado a ello: vivir un proceso de
crecimiento en grupo, contar con el testimonio de otros hermanos/as mayores y, entre
otros, haber realizado un proyecto personal de vida a través del cual hemos vehiculado
nuestro propio crecimiento guiados por el Espíritu.
En todo caso, que estas líneas que vienen a continuación puedan servir tanto a los que
están convencidos como a los dudosos del valor del PPV, para recibir nuevas ideas que
alimenten nuestro trabajo pastoral.
Los seres humanos nos percibimos como seres abiertos, en construcción, por hacer. En
suma, somos un proyecto de vida, nos lo planteemos o no de un modo abierto y
consciente.
Albergamos en nuestro interior una serie de preguntas existenciales a las que vamos
buscando respuesta a lo largo de nuestra vida. El camino de búsqueda de las respuestas
a estas grandes preguntas e inquietudes se teje en una serie de etapas, no necesariamente
lineales, que requieren de una lectura conjunta para que podamos comprender la
trayectoria seguida hasta el momento y la dirección hacia la que apunta para seguir
avanzando.
Por otra parte, en nuestra sociedad actual, marcada por el pluralismo de opciones vitales
y por la dificultad de encontrar grandes referentes colectivos con los que sentirse
plenamente identificados, resulta más precisa que nunca la tarea personal de construir
unas convicciones y actitudes propias que ofrezcan un marco de sentido, y de hacerlo
acompañados por otras personas que se muevan en una búsqueda común a la nuestra.
Centrándonos en nuestra actividad pastoral, los/las jóvenes que han recibido una
invitación de Jesús, “ven y sígueme”, perciben de modo intuitivo que habrá que recorrer
un camino para llegar a parecerse a ese modelo de vida que encuentran en Él. Dicha
intuición se ve reforzada por la presencia de testigos (catequistas, cristianos de otras
comunidades…), que también están en camino y a los que el/la joven puede tomar como
referencia más cercana de este proceso vital que conlleva “revestirse de la nueva
condición humana”.
Elaborar un PPV y tenerlo como referente de nuestra vida no es la solución para todas
estas cuestiones. No es “el” modo de resolver los grandes interrogantes existenciales del
ser humano, ni “el” ingrediente esencial en la construcción de la propia identidad ni, por
supuesto, “el” modo de transformarse en el hombre o mujer nuevo/a. En mi opinión es
algo más modesto, hasta prescindible en determinadas épocas de nuestra vida -al menos
como una tarea metódica y explícita- pero desde mi propia experiencia y la de
muchos/as otros/as hermanos/as, creo también poder afirmar que se puede convertir en
una herramienta de gran valor para avanzar en todos estos órdenes. Y como tal, creo que
merece la pena ser conocida y propuesta.
Alguien podría plantear con toda lógica: -Pero este proceso, ¿termina en algún momento
como para considerarlo una fase? Porque, al menos en mi caso, después de muchos años
intentando ser cristiano, me siento permanentemente en contraste.
Y tendríamos que darle toda la razón. Sin embargo, también es cierto que hay una etapa
en la que dicho proceso se da de manera particularmente significativa, en donde el
deseo de cambiar y de crecer en la dirección del evangelio resulta muy intenso.
Tras ese primer gran impulso de la fase anterior, la persona se encuentra en la necesidad
de conocer y reflexionar qué ha de hacer para pasar desde lo que “realmente es” a lo que
“realmente está llamado a ser”.
En esta fase, la pregunta no será tanto ¿qué he de hacer para vivir conforme al Dios de
Jesús y construir el Reino? sino más bien ¿cómo puedo vivir estas nuevas situaciones
que se me van dando, desde mis opciones de fe?
Esta visión del proceso de crecimiento espiritual refleja un dinamismo que podríamos
representarlo en una doble dirección:
- De manera lineal, histórica, de modo que la vivencia de una fase me va abriendo las
puertas de la siguiente.
- De manera circular y hacia abajo (como una elipse), puesto que nos vamos
encontrando permanentemente ante la necesidad de tomar opciones nuevas y de
afianzarnos en las anteriores con un mayor grado de compromiso. Y hacia abajo, para
que recordemos la paradoja de que el/la cristiano/a crece cuando se hace más pequeño,
cuando está con “lo pequeño” de nuestro mundo.
Hoy en día, ningún grupo humano que desee alcanzar sus objetivos los acometerá sin
elaborar un proyecto o un plan para conseguirlos. Individualmente no estamos tan
acostumbrados a funcionar de este modo sino en determinados aspectos de nuestra vida:
por ejemplo, podemos programarnos el tiempo de estudio para una asignatura o el
número de horas que a la semana vamos a practicar deporte. Pero nos parecería extraño
programar toda nuestra vida, desde un enfoque de proyecto.
A esta dificultad hay que sumar que, en la vida espiritual de una persona, se supone que
interactúan de manera simultánea Dios y la persona. En tono de broma, podríamos
decirnos “para qué planifico mi vida, si Dios va a hacer lo que le parezca bien”.
Asumiendo estos retos, creo que podemos decir que si alguien quiere vivir activamente
su existencia y, en este caso, su proceso de crecimiento espiritual, tendrá más
posibilidades de ir avanzando si proyecta y revisa su vida desde su fe y si lo hace “como
si todo dependiera de sí”.
3. ¿Qué es un PPV?
En los apartados anteriores hemos comentado algunas razones de por qué hemos de
utilizar el PPV en el trabajo pastoral con los/las jóvenes y también para qué sirve, al
servicio de qué proceso de crecimiento está.
Conviene que, de un modo sencillo, describamos también lo que entendemos por PPV,
para que cada lector sepa situarse debidamente.
Nos preguntábamos al inicio de este artículo quiénes son los actores implicados en la
utilización de esta herramienta pastoral. Sin ninguna duda, el protagonista principal es
el/la joven que decide hacer un PPV. Si uno no tiene la firme y decidida voluntad de
llevar algo a cabo, no sale adelante, nadie puede hacerlo por nosotros, sin nosotros.
Desde una lectura de fe, también podemos afirmar que el protagonista primero es Dios
mismo quien, a través de su Espíritu, provoca en nosotros deseos favorecedores del
crecimiento.
Sin duda que este mismo Espíritu se sirve de otras mediaciones indirectas para que el/la
joven descubra el valor del PPV y se decida a llevarlo a cabo. Veamos dos de las que, a
mi juicio, son más importantes.
Desde luego, si uno comparte el esfuerzo honesto que está llevando a cabo para ser
seguidor/a de Jesús, con nuestros aciertos y fracasos y, como parte de ese seguimiento,
damos fe del valor que ha tenido para nosotros/as realizar un PPV, suscitaremos una
base de confianza en los/las jóvenes que acompañamos que, muy probablemente,
desemboque en el deseo de hacer lo mismo. O como mínimo, nos legitimará para
plantearles la posibilidad de probar la bondad de hacerlo.
Pero además, el/la joven espera que su catequista le oriente en el modo de hacer este
PPV e incluso le dé seguimiento en los primeros momentos, hasta que vaya adquiriendo
una cierta autonomía en el manejo del mismo.
Finalmente, también los grupos comunitarios pueden, como fruto de su propio proceso,
elaborar su “proyecto comunitario” de vida. Cuando esto ocurre, es frecuente que dicho
proyecto se proponga como eje referencial desde el cual los distintos miembros elaboren
su PPV.
5. ¿Qué PPV hay que hacer en cada fase del proceso de crecimiento espiritual?
Los objetivos y pretensiones de un PPV realizado por un/a joven cuando se acerca al
mundo de la fe son muy diferentes de los que ha de tener cuando ya ha hecho una
opción fundamental por seguir a Jesús y su Reino. Vamos a proponer dos modelos de
PPV que correspondan a ambas situaciones, de modo que se pueda hacer una propuesta
más personalizada.
Para saber si nuestra propuesta de PPV es “sencilla” tendremos que establecer una
fuerte interacción con la persona, conocer su realidad, su lenguaje y cultura, así como
constatar si se adueña de los conceptos y planteamientos realizados.
La “flexibilidad” alude a una actitud que conviene fomentar desde el principio, desde la
convicción de que nuestras vidas son muy cambiantes y que, sobre todo, no es nada
sencillo interpretar qué es lo quiere Dios de nosotros o dicho de otro modo, cómo vivir
evangélicamente una determinada situación. Dicha actitud ha de favorecer que no se
tome el PPV como algo cerrado y definitivo, sino más bien como algo vivo, cambiante,
que ha de ser revisado permanentemente, para adaptarse mejor a nuestra realidad y para
responder más fielmente a lo que nos sentimos llamados a vivir.
Una vez dicho esto, este PPV inicial se puede plantear como un trabajo anual a revisar
periódicamente de manera conjunta, bien con el catequista bien con el grupo o
comunidad.
Recomendamos para la elaboración del PPV que se haga un trabajo conjunto con el/la
joven, adoptando una perspectiva de la vida del ser humano en clave relacional. En cada
una de las relaciones fundamentales de la persona, propondremos unos ideales a
alcanzar inspirados en el evangelio, frente a los que el/la joven deberá situarse, ayudado
por preguntas como ésta:
¿Qué medios o acciones puedo llevar a cabo para dirigirme hacia esos ideales?
Conocer qué imagen de Dios tengo y confrontarla con el Dios del Reino que nos
muestra Jesús. Buscar una integración entre la fe y la vida, de modo que el evangelio
oriente nuestra conducta ordinaria. Mantener una relación viva, afectiva y efectiva con
Dios, ayudándonos de la oración y los sacramentos. Descubrir nuestra pertenencia al
colectivo de seguidores de Jesús y asumir la misión al servicio del mundo.
Adquirir una conciencia crítica de lo que ocurre en nuestra sociedad, de los valores que
se proponen y saberlos contrastar con el evangelio. Incorporar nuestra realidad al
concretar lo que Dios quiere de nosotros. Caminar hacia una opción por la justicia y
solidaridad con los más pobres y débiles. Sentirse implicado, afectado, por los
problemas de nuestro mundo y actuar en consecuencia a nuestra fe.
No creo que sea muy productivo preocuparse mucho de que el/la joven elabore algo
muy sistemático. Por ejemplo, que tras cada ámbito relacional diga: mi objetivo general
es tal, mis objetivos específicos son estos, las acciones que voy a desarrollar son
aquellas, los tiempos en que voy a realizarlas son los siguientes...
A quien le ayude que lo haga así, pero lo importante en estos primeros PPV, desde mi
punto de vista, es que cada uno/a sea capaz de expresar con sus propias palabras qué
desea vivir, frente a unos ideales que se le proponen en los distintos ámbitos
relacionales que constituyen su vida. Sólo en los casos en que las expresiones sean
vagas o ambiguas, convendrá ayudar a que el/la joven haga un esfuerzo por concretar
cómo lo va a vivir y cuándo lo va a evaluar. Pero no debemos olvidar que, en la vida de
fe, no todo se puede concretar ni cuantificar; hay aspectos que son más de tipo
orientativo y motivador y que también deben aparecer en nuestro PPV.
Aconsejamos que el agente de pastoral juvenil plantee una periodicidad para revisar
conjuntamente con el/la joven dicho proyecto, para hacer los ajustes necesarios y, sobre
todo, para que no se convierta en un “fardo pesado” sino en un “tesoro”.
Este discernimiento hay que entenderlo como un diálogo interno del sujeto entre “su
propia historia”, situada en una comunidad concreta, la “historia de Dios” que nos sale
al encuentro y la historia del mundo en que le ha tocado vivir.
Estas tres historias están en permanente relación y el sujeto debe captar las
intersecciones que se producen entre ellas. Como decíamos antes, el proceso de
crecimiento espiritual conlleva: que conozca en profundidad mi persona y mi historia,
que conozca y experimente con hondura el mensaje del evangelio, que conozca crítica y
comprometidamente la realidad de nuestro mundo.
Pues bien, ese triple proceso en el que vamos creciendo simultáneamente, nos va
lanzando retos, pistas, mensajes, que son como antorchas en la noche que vamos
mirando para continuar nuestra andadura espiritual.
Opción fundamental
El/la joven ya ha hecho una opción fundamental por seguir a Jesús y construir el Reino
durante el resto de su vida
Valores y actitudes
Dicha opción fundamental se traduce en una serie de valores y actitudes que ha asumido
como propios y desde los que se quiere mover
Acciones
La elaboración del PPV desde este nuevo esquema será más fácil, a medida que yo haya
personalizado más mi opción de vida. Yo puedo llegar a una opción fundamental
genérica, válida para cualquier joven en mis circunstancias, del tipo “quiero seguir a
Jesús y comprometerme a construir su Reino”.
Pero también puedo realizar una formulación más personalizada, que responda a lo que
ha sido mi personal camino de vida en el seguimiento de Jesús; así me podría encontrar
con expresiones como: “quiero construir fraternidad como Jesús hermano”, “quiero ser
pobre entre los pobres como Jesús”. A estas expresiones personalizadas de nuestra
opción fundamental es a lo que podemos denominar “consigna espiritual”. No es que
cada persona tenga que tener una expresión propia, pero seguramente sí que se sentirá
personalmente identificado con alguna forma de percibir a Dios y de vivir su mensaje.
Pues bien, cuando en nuestro proceso vamos personalizando esa opción fundamental,
sin duda, también el modo de comprender nuestros valores y de vivir nuestras actitudes
principales va adquiriendo un colorido particular, que nos ayuda a no tener que pensar
cada vez qué tenemos que hacer o cómo tenemos que actuar para ser fieles a nosotros
mismos, sino que -por decirlo así- vamos tirando de rentas, aunque ello no nos exima de
estar en un permanente estado de discernimiento.
Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo valor de la “comunidad” como
consecuencia de su opción fundamental, pero uno comprenderla como un espacio donde
aprender juntos los contenidos de nuestra fe y cómo llevarlos a cabo, y el otro como un
espacio donde vivir esa fe que vamos descubriendo. En ambos casos, la comunidad es
Por otra parte, dichos jóvenes no tendrán que estarse planteando permanentemente si
han de vivir o no en comunidad, puesto que ya han descubierto que es un valor vital.
Eso no les eximirá a ninguno de los dos de la necesidad (y obligación) de estar
permanentemente revisando si el modo de comprender o de vivir dicho valor es acorde
con lo que Dios quiere de su persona y de su comunidad, en el momento histórico en
que lo esté discerniendo.
Como vemos, este segundo PPV es mucho más personal y dinámico que el primero, por
lo que utilizar un esquema u otro resulta todavía más secundario.
6.Conclusiones
Por otra parte, hay que reconocer que el PPV es una ayuda estupenda para cualquier
persona, independientemente de la edad que tenga. Lógicamente para el/la joven que se
está acercando al evangelio o que está queriendo vivir conforme a él, la posibilidad de
utilizar una mediación que le ayude en la construcción de su identidad como persona
seguidora de Jesús y de su Reino, puede resultar vital.
Creo positivamente que el equipo de agentes de pastoral juvenil y los diversos espacios
comunitarios que haya en cada parroquia son unos auténticos referentes tanto para el/la
joven que está iniciando su andadura en un grupo como para el que ya lleva algún
tiempo. De un modo similar a como los niños captan los auténticos valores de sus
padres, que no siempre son los proclamados, estos/as jóvenes captarán si para
nosotros/as el PPV es realmente una ayuda, que vivo o he vivido en algún momento de
mi proceso y que valoro, o un elemento más de los que me hablan en revistas o libros de
pastoral y con el que quiero probar para ver si da buen resultado.
Por último no hay que olvidar que puede ser muy interesante, que los PPV de cada
miembro de una comunidad iluminen y se realimenten del proyecto comunitario que se
haya ido forjando en esa historia colectiva de liberación.
Capítulo 4:
Pasos para elaborar el proyecto de vida
Primer momento.
(32) Suscitar inquietudes por el sentido de la vida. Haciendo que aflore lo positivo de
cada joven. Que el joven tome conciencia de su propia búsqueda.
Dar los primeros pasos prácticos, a modo de ensayo, que le sirven al joven para
comenzar a considerar la necesidad de un proyecto estable de vida.
Segundo momento.
En esta fase vamos al encuentro de las motivaciones por el sentido de la vida.
Hay motivos internos y motivos sociales. Es el momento para proponer la elaboración
de un proyecto de vida.
Tercer momento.
Se desarrolla cuando los primeros esbozos del Proyecto de vida se confrontan
en las experiencias grupales y en el desarrollo cotidiano. En esta fase vamos al
encuentro de decisiones vocacionales en que la persona se va orientando hacia un
campo específico de la evangelización en la Iglesia.
Propuesta concreta
2. Proyecto de vida.
Mi testimonio es válido,
porque sé de dónde vengo y
hacia dónde voy.
(Jn. 5, 31)
Es importante tener la certeza del para qué y el por qué de nuestra vida.
¿Quién es Jesús para mí?.
¿Qué es el Reino de Dios para mí?.
¿Cómo debe ser la nueva persona humana?.
¿Cuál es mi proyecto de nueva sociedad? (En los aspectos político, social,
económico, cultural.).
¿Cuál es la Iglesia en la que quiero vivir mi misión?.
¿Cuáles son los elementos fundamentales de la Pedagogía que quiero vivir en la
familia, en la comunidad, en mi trabajo?.
Es importante medir las fuerzas y los recursos, los límites y los errores.
Mirando lo que fui escribiendo, ¿dónde voy concentrando mis energías?.
¿Cuáles son mis mayores dificultades, límites?.
¿Cuáles son mis mayores logros, avances?.
De las necesidades que voy descubriendo, ¿cuáles voy a asumir como prioridad
para enfrentar e intentar resolver?.
¿Con qué recursos o fuerzas cuento para lograrlo?.
Por ser el punto de partida, hay varias sugerencias para que este aspecto penetre
en la integralidad de lo que somos.
Gestando mi autobiografía.
Se trata de partir de lo más cercano: mi persona, mi vida, mi historia. Para
realizarlo proponemos algunas cuestiones.
Preparado el ambiente, si es un grupo el que realiza la experiencia, cada cual
piense en el mejor modo de concentrarse para escribir su autobiografía, de la
forma más completa posible.
Inicia, por eso, tu camino con algunos datos biográficos: lugar de nacimiento,
datos familiares, estudios, experiencias religiosas, etc.
Recuerda los momentos más felices y los más tristes de tu vida; los momentos
más significativos.
Habla de tu relación con tus padres, hermanos/hermanas, amigos/amigas,
profesores/as, novio/novia, colegas de trabajo, compañeros las de comunidad,
etc. ¿Cuáles son las personas que más han influenciado en tu vida?.
¿Cuáles son para ti y cómo vives algunos de los valores fundamentales de la
persona humana?.
Libertad: ¿Qué es para ti ser libre? ¿Te consideras libre? ¿Cómo? ¿Por qué?.
Sinceridad: ¿Te consideras sincero/a? ¿Por cuál razón?.
Responsabilidad: ¿Sabes asumir compromisos? ¿Otros deben recordártelos?
¿Sabes organizarte?.
Religiosidad: ¿Te consideras superficial o profundo/a? ¿Quién es Dios para ti?
¿Qué influencia tiene Dios en tu vida? ¿Qué espacio ocupa la oración en tu
vida?.
Placer: ¿Te sientes satisfecho/a, completo/a, feliz con aquello que vives y
haces?.
Retornando a la autobiografía.
Recuerda tu historia personal a partir del relato que realizaste en tu autobiografía
y medita algunas preguntas:
¿Qué marcas/huellas tengo en mi vida?.
¿Cuáles son los momentos más felices? ¿y los más tristes?.
Elige a una persona de tu grupo o comunidad con quien tengas afinidad y
confianza y comparte con ellas los descubrimientos que realizaste, las marcas o
huellas que fuiste reconociendo en el camino de tu vida.
Comparte comunitariamente y con tu acompañante, después, ve pensando: ¿Qué
sentimientos he experimentado en esta vivencia?.
Mis relaciones.
Pinta o dibuja en una hoja de papel blanco tu "red", las relaciones que tienes y/o
estableces con: tus padres, tus hermanos/as, amigos/as, profesores/as, novio/a,
colegas de trabajo, etc.
¿Qué cuestionamientos y realidades te transmite tu dibujo?.
¿Qué sensaciones te surgen?.
Comparte con tu comunidad y con tu acompañante tus sentimientos y
aprendizajes.
¿Cómo está tu relación con el "mundo", el" cosmos", la sociedad, la Iglesia, el
otro?.
Mis valores.
Anota la historia de tus deseos más profundos y más significativos, desde el
momento que puedas recordar... Escríbelos.
Medita, después, las siguientes preguntas:
¿Alguna vez vuelven a ti esos deseos? ¿Siguen presentes con la misma
fuerza del principio?.
¿Fueron cambiando? ¿Cuándo? ¿A razón de qué?.
¿Qué nuevos deseos y sueños fueron surgiendo en tu vida?.
Comparte con una persona de tu comunidad y con tu acompañante tus
sueños y sentimientos más profundos.
Coyuntura y estructura3
3
Algunas definiciones: Coyuntura: momentos históricos específicos de una sociedad que dependen del
modo como se combinan las propuestas, las intervenciones, las acciones, en fin, la voluntad política de los
Escenarios.
Los escenarios son determinados espacios donde se desenvuelven las acciones
de la trama social y política. El escenario se puede transformar de acuerdo con el
desarrollo de la lucha social y/o política. Por ejemplo, en un contexto electoral tenemos
varios escenarios: las internas partidarias, el estado, las empresas, los partidos políticos,
etc.
Cada uno de estos escenarios presenta sus particularidades. Éstas son las que
influencian el desarrollo de la lucha. Muchas veces, el hecho de cambiar de escenario es
una condición importante de la transformación del proceso. Es importante, pues, saber
identificar los escenarios donde se desarrollan las luchas y las particularidades de los
diferentes escenarios.
La visualización de los escenarios es la forma concreta como se logra leer la
realidad en la cual vivimos, la región donde estamos, la pastoral en la que estamos
metidos, la Iglesia que se presenta... Más que un ejercicio, es una manera de exigir de
nosotros que tengamos una "postura social" más definida. Esto mismo es válido en el
análisis de los actores y en la descripción de las relaciones de fuerza.
Actores.
El actor es alguien que representa, que encarna un papel dentro de un conflicto,
dentro de una trama de relaciones. Un individuo es un actor social cuando representa
algo para la sociedad; cuando encarna una idea, una reivindicación, un proyecto, una
denuncia. También pueden ser actores: una clase social, un grupo o institución social
(sindicatos, partidos políticos, etc.), los medios de comunicación social, las ONGS, las
Iglesias, etc.
Relaciones de fuerza.
Las clases sociales, los grupos, los diferentes actores sociales están en relación
unos con otros. Esas relaciones pueden ser de confrontación, de coexistencia, de
diferentes actores sociales, con las posibilidades ofrecidas por las respectivas bases objetivas de existencia.
Análisis de estructura: análisis de la historia viva, de la historia aconteciendo y teniendo en cuenta las
estructuras y la historia pasadas.
fuerza contradictoria: la esperanza. Esperanza de que aquello que no es, puede ser y
hacerse realidad. Por eso tenemos de base la convicción de que la nueva sociedad es un
acontecimiento utópico que nos mueve a tener una imaginación creadora para tener en
cuenta el futuro real, a partir de un presente capaz de ser transformado y mejorado.
Asimismo esta convicción se enmarca en el acontecimiento del Reino de Dios, en el
cual alimentamos la esperanza de una sociedad fraterna, de paz, armonía social,
participación justa y equitativa de todos los bienes producidos por el trabajo de todos/as.
El proyecto de Jesús.
Es necesario, en este momento, profundizar la propuesta de Jesús, partiendo del
conocimiento de su realidad a través del contacto con la Palabra. Será necesario
entonces percibir cuál era la realidad en la que Jesús estaba inserto económica, social,
política, ideológica y culturalmente. Se trata de comprender el contexto histórico y la
acción concreta de Jesús, percibir cuáles son las interpelaciones, las enseñanzas, las
exigencias de transformación que el seguimiento de Jesús nos impone. Éste es el
momento de la exégesis, de las interpretaciones, de las repercusiones de la Palabra en
nuestra propia vida.
Lo económico:
¿Cómo vivía el pueblo de Jesús? ¿Qué producía? ¿Cómo era el modo de
producción?.
¿Cuáles eran los medios de producción de aquel tiempo? ¿A quién
pertenecían esos medios?.
¿Cuáles son las profesiones que aparecen en el relato evangélico?.
¿Cuál es el problema económico básico que aparece?.
Lo social:
¿Cómo aparece la división de clases o de grupos sociales?.
¿Cómo son las relaciones entre las personas (justas o injustas)?.
¿Cómo aparecen las relaciones entre las clases y grupos sociales?.
¿Cómo aparece el bienestar o malestar social?.
¿Cuál es el problema social básico que aparece?.
Lo político:
¿Qué instituciones de poder oficial aparecen (gobierno, jueces,
militares...)?.
¿Cómo aparece el poder dentro de la sociedad civil (líderes, partidos,
asociaciones...)?.
¿Quién ejerce el poder? ¿Cómo es ejercido ese poder?.
¿Cuál es el problema político básico que aparece?.
Lo cultural-ideológico:
¿Quiénes son discriminados/marginados en el tiempo de Jesús? ¿Por qué
son discriminados/excluidos?.
¿Cuáles son las prácticas religiosas del pueblo?.
¿Cómo aparece la influencia de la religión?.
¿Qué significado tiene todo eso para mí?.
e. El segundo objetivo: reunir a todos los hombres y mujeres en una sola familia,
en un solo pueblo, en una sola comunidad de hermanos y amigos.
La Iglesia es:
Pueblo de Dios, comunidad de fe, esperanza y caridad.
Signo y sacramento de la presencia salvadora y liberadora de Cristo dentro
de su pueblo.
Misión actualizada de Cristo en el hoy de la historia de la humanidad.
La Iglesia es pueblo de Dios, formado por todos los hombres y mujeres que
creen en Jesús, esperan la realización de sus promesas y que, sabiendo que son hijos
amados por Cristo hasta el extremo (Jn. 13,1) se reúnen en comunidades vivas,
hermanadas por la Palabra de Dios, por el amor fraterno, por la comunión en el Cuerpo
Eucarístico de Cristo, en la oración, en el compartir los bienes con los pobres y
necesitados, en la convivencia simple y alegre, tanto en las iglesias como en los
encuentros en las casas (Hch. 2, 42-47).
La Iglesia es signo visible, sacramento de acción, presencia salvadora y
liberadora de Cristo dentro de su pueblo. En la medida en que la Iglesia es el espacio en
que los pobres se sienten acogidos en su casa, como pueblo amado en Cristo por el
Padre, ella realiza la parábola de Cristo (Lc. 14, 15-24), en la que nos pide que
busquemos y recojamos "a los pobres, los alejados, los ciegos, los mancos" para que
ocupen un lugar en la sala del banquete del Reino.
La Iglesia, siendo la comunidad de los pobres (Lc. 10,21), cumple con el
mandato de Cristo: "Ustedes recibieron la fuerza del Espíritu Santo para ser mis
testigos" en todas las regiones del mundo (Hch. 1,8), y es, efectivamente, signo,
sacramento de la presencia amorosa y del amor actuante de Jesús, convocando,
reuniendo, liberando a su pueblo a través de la vida y de la acción de aquellos que creen
en Él.
La misión de la Iglesia.
La Iglesia tiene por excelencia una misión evangelizadora: "Vayan y hagan que
todos los pueblos sean mis discípulos..." (Mt. 28,19). El apóstol Pablo, uno de los
mayores militantes del Reino de Dios proclamados por Jesús, llegó a exclamar: "¡Ay de
mí si no anunciara el Evangelio!" (1 Cor. 9,16). Jesús confía a la Iglesia su propia
misión, aquella que el Padre le confiara a El, de impregnar la historia de la humanidad
con los trazos de su proyecto, mediante el anuncio, la acción, el testimonio de vida y la:
denuncia de las falsas propuestas de solución defendidas por el mundo.
Como Iglesia, la juventud tiene una misión especial. Como afirman los obispos
en Medellín: "La juventud es el símbolo de la Iglesia, llamada a una constante
renovación de sí misma, o sea, a un incesante rejuvenecimiento" (Medellín 5,12). Por
eso esta misma juventud debe profundizar el conocimiento, el sentido de pertenencia a
la Iglesia, liberadora y profética, además de fortalecer tanto su amor como su
compromiso de renovarla constantemente.
Casi todo militante vive una vida agitada, con expectativas de realizar sus sueños
y deseos, para proyectarse en nuevos horizontes. Este Proyecto personal de Vida
elaborado deberá estar abierto a los cambios, a las adaptaciones, en la medida que vayan
surgiendo situaciones nuevas. Él nos obliga a tomarnos la vida en serio y nos hace
entrar en un proceso de autenticidad y crecimiento personal. Hay que prever, por eso,
momentos concretos de evaluación (reformulación, readaptación, maduración...) del
proyecto de vida.
Nuestro Proyecto de Vida debe ser escrito, aprovechando los recursos que
tenemos, con una profunda simpleza e interioridad. Nos ayudan las siguientes
orientaciones:
Redactarlo con claridad.
Retomar las reflexiones y anotaciones hechas a lo largo del proceso.
Procurar concretizar bien lo que se propone.
Sintetizar las ideas en pocas líneas.
Confrontarlo siempre con la realidad en la que uno está actuando.
Procurar que sea muy concreto, madurando estrategias que sean de corto,
mediano y largo plazo.
Incluir todas las dimensiones de la persona humana.
Capítulo 7:
La llamada al seguimiento.
En la llamada que Jesús hace a sus discípulos para que le sigan podemos
distinguir los siguientes elementos característicos:
Esta iniciativa por parte de Jesús es indicada en los Evangelios con tres verbos.
Dos de ellos se refieren a lo que él hace: «pasa» al lado de los que luego le seguirán y
los «ve». El otro verbo se refiere a la llamada explícita: Jesús les dijo: «Venid conmigo»,
o simplemente, «sígueme».
Jesús «pasa junto a» y «ve». Estos verbos aparecen tanto en los sinópticos como
en Juan cuando nos hablan de la vocación de los primeros discípulos: «Pasando a lo
largo del lago de Galilea vio a Simón...» (Mc. 1,16; cf. Mt. 4,18), «Al día siguiente...
Juan fijó la vista en Jesús que pasaba...» y «Jesús viendo que lo seguían...» (Jn.
1,35.36.38).
que vengan a él. Va a su encuentro y lo hace en los lugares donde éstos desarrollan sus
actividades normales: a los primeros discípulos, como pescadores que eran, los
encontrará en el lago de Tiberíades (cf. Mc. 1,16), a Mateo en su lugar de trabajo, como
recaudador de impuestos (cf. Mt. 9, 9-17). La llamada al seguimiento no se sitúa en un
espacio sagrado, en un momento religioso, sino en un cuadro profano. La llamada se
realiza siempre en el contexto histórico de la persona que es llamada.
La relación de amor se traduce, por parte de Jesús, en la acogida del llamado tal como
es, en su elección, en la confianza que deposita en él y en la amistad con que le honra:
«Ya no os llamo siervos, sino amigos» (Jn. 15,15). Todo discípulo es siempre «el
discípulo al que ama Jesús» (cf. Jn. 13,23), por el cual murió y se entregó (cf. Gál.
2,20). Todo discípulo es su amigo y ha de sentirse incondicionalmente amado por él (cf.
Rm 15,6-10). Llamado a seguirle y a compartir sus pruebas, es también llamado a
compartir con él los secretos de su Padre (cf. Jn 15,15). Por este motivo, los vínculos
que se crean entre el llamado y Jesús son tan estrechos como los que existen desde
siempre entre Jesús y el Padre (cf. Jn 15,9).
En esta misión el punto de partida es estar con Jesús: «Los llamó para que
estuvieran con él y enviarlos a predicar» (Mc. 3,14). No puede haber predicación,
«misión», si no es a partir de una estrecha vinculación con Jesús. Sólo quien le conoce,
quien «permanece» con él (cf. Jn. 1,39); sólo quien permanece en su amor (cf. Jn. 15,9),
puede dar fruto, como el sarmiento da fruto sólo si permanece unido a la vid (cf. Jn.
15,4-5).
La misión es urgente.
Esta urgencia aparece claramente indicada en los relatos vocacionales del
Antiguo Testamento a través de la repetición, por parte de Dios, del nombre del
llamado: «Abraham, Abraham» (Gén. 22,11); «Moisés, Moisés» (Ex. 3,4); «Samuel,
Samuel» (1 Sam. 3,10). Dios parece tener prisa. La misión a la que llama a Abraham,
Moisés y Samuel es urgente. En esta misma línea de pensamiento debemos leer las
disposiciones de Jesús a los discípulos cuando estos van por el mundo: «No llevéis
dinero, ni dos túnicas, ni alforjas...» (Mt. 10, 9-10). La misión urge, no hay tiempo que
perder en preparativos que podrían luego entorpecer la misión.
La misión es ardua.
La misión lleva siempre un aspecto de incomodidad, de desgarre, de coraje y de
oposición. Este carácter de la misión se ve claramente por la exigencia de «ir». «Vete»,
es la palabra clave en el Antiguo Testamento para indicar la misión. «Ven», dirá Jesús a
los suyos. Ahora bien, para ir hay que partir, hay que dejar, es necesario estar
disponibles. Las lágrimas son frecuentes en los inicios y también durante la misión
misma. La alegría se conquista después, en el esfuerzo por adecuarse a los compromisos
más duros de la vocación-misión (cf. Mt. 10,16).
Por otra parte hay que notar que Jesús no da explicaciones ni ofrece la
posibilidad de hacer demasiadas preguntas. A quien le pregunta «¿dónde vives?»,
responderá simplemente: «Venid y veréis» (Jn. 1, 38-39). La exclusividad que pide
Jesús es también una opción radical de fe, al estilo de la fe de Abraham (cf. Gén. 12,1-
4) o de Moisés (cf. Ex. 3,12-15; 4,18-20). Con la palabra, Jesús invita a sus futuros
discípulos a entrar en su propio movimiento. Como ya hemos insinuado anteriormente,
ser discípulo es seguir a Jesús, ponerse a caminar con él, establecer profunda comunión
con él, entrar a formar parte del grupo de su exclusiva pertenencia. Y esto sólo es
posible desde la fe y la confianza absoluta en él.
«inmediatamente» (euthus), los pescadores dejan las redes (cf. Mc. 1,18), el oficio y al
padre (cf. Mc. 1,20), lo dejan todo (cf. Lc. 5,11.28). La llamada no permite dilaciones.
La respuesta ha de ser decidida, inmediata, generosa e incondicional.
a. La fe.
camino sin saber a donde va (cf. Hb. 11,8), de aceptar un camino que es imprevisible
(cf. Mt. 8, 19-20), de fiarse de la palabra del Maestro, dejando a un lado la evidencia
que le dan sus propias certezas: «...mas, porque tú lo dices, echaré las redes» (Lc. 5,5).
En estrecha relación con esta opción por Jesús, está la opción por el Reino,
realidad misteriosa revelada a los sencillos (cf. Mt. 11,25) y a los discípulos (cf. Mt. 13,
11). Gracias a esta revelación algunos llegan a descubrir el tesoro escondido, la perla
preciosa. Este hallazgo produce tal fascinación y alegría, que se justifica el venderlo
todo a fin de poseer dicho tesoro, dicha perla (cf. Mt. 13,44-46). Tanto es su valor, que
algunos incluso están suficientemente motivados como para renunciar al matrimonio. El
Reino absorbe y fascina de tal modo a algunos (se trata de una gracia que sólo es dada a
algunos), que se hacen «eunucos», es decir, personas incapacitadas para vivir en
matrimonio (cf. Mt. 19,10-12). De este modo quedan completamente libres, a
disposición del Reino.
b. El desprendimiento.
simple proyección hacia un más allá lejano o nebuloso, sino una hermosa realidad
presente.
Dejándolo todo y acercándose a Jesús, el discípulo muestra con su propia vida
que ante Jesús todos los demás valores palidecen. Ni las riquezas, ni las conquistas
humanas, ni los éxitos terrenos son valores definitivos: sólo Dios-Jesús-el Reino basta.
Por otra parte, también el desprendimiento, la separación y la renuncia, como antes la
negación a uno mismo, están en función de la libertad para la misión. El discípulo no
puede dedicarse enteramente a la misión si no se siente plenamente libre de las riquezas
o de cualquier otro vínculo o seguridad que no sea Cristo, pues éstas son absorbentes y
tienden a acaparar el corazón de quien las posee (cf. Mt. 6,24). La riqueza y todo lo que
«ata» al hombre ofrece tal fascinación que llega a sofocar la palabra (cf. Mc. 4,18-19).
El discípulo, liberado de toda preocupación terrena, queda completamente liberado para
dedicarse enteramente al servicio del Evangelio: «Los escoge –escribe el Crisóstomo– y
los libra de toda preocupación terrena para interesarlos completamente a un único
cuidado, el de la predicación» (14).
c. El seguimiento.
d. Dejarse hacer.
tener sus mismos sentimientos (cf. Fil. 2,5), entonces, quien sigue a Jesús no puede
nunca considerarse discípulo ya hecho, terminado. El discípulo nunca termina de serlo,
está siempre haciéndose, o mejor, está siempre dejando hacerse.
«Os haré pescadores de hombres» (Mc. 1,17). «Os haré», por encontrarse en
primera persona de singular, indica claramente que Jesús mismo será el maestro, el
artífice (cf. Jn 13,13), puesto que sin Él no podemos hacer nada (cf. Jn. 15,6). De este
modo Jesús es la fuente, no sólo de la llamada, sino también de la respuesta-misión del
discípulo. Por otra parte, el verbo está en futuro. Esto indica que vocación-llamada y
misión no coinciden en el tiempo. Entre una y otra hay todo un trabajo de formación por
parte de Jesús gracias al cual se van introduciendo, poco a poco, en el conocimiento de
los misterios del Reino (cf. Lc. 8,10) (17). A la luz de cuanto hemos dicho se
comprende lo que dice Marcos cuando habla de la elección de los doce: «Los llamó para
que estuvieran con él y mandarlos a predicar» (Mc. 3,14). Estando con Jesús, el
discípulo se hace, se forma.
Capítulo 8:
Conclusión
1. El concepto de vocación.
creen condiciones en las que el llamado pueda responder libremente a la llamada del
Señor. El acompañamiento no puede nunca condicionar la libertad de la respuesta. El
acompañante es sólo mediador entre dos libertades: la libertad de Dios que llama a
quien quiere y la libertad del llamado que responde afirmativa o negativamente a la
propuesta de Dios.
a. Compartir el hallazgo.
Nuestra vocación es la de ser sal, luz, levadura, fermento (cf. Mt. 5,13-16.33),
expresiones todas ellas que denotan dinamicidad y fuerza. Así como no se enciende una
luz para poderla debajo de la cama, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los
de la casa (cf. Mt. 5,15), así el que recibe la gracia de la vocación no puede menos de
hacer partícipes a los otros de ese tesoro escondido que ha encontrado y de la fortuna
recobrada (cf. Lc. 15,9). Una buena prueba para valorar nuestra consagración consiste
en saber si es comunicativa: Fue al encuentro de su hermano y «lo condujo a Jesús» (Jn.
1,41-42). La dimensión apostólica es esencial a la vocación.
«Era como la hora décima...» (Jn. 1,39). Si la vocación es una relación de amor
entre Jesús y cada uno de los suyos, en un mundo como el nuestro donde nadie tiene
reparo alguno en manifestar sus amores –limpios o menos–, los que hemos sido
llamados a seguir a Cristo estamos llamados también a manifestar sin rubor nuestro
amor apasionado por Jesús, haciendo memoria gozosa de la «hora» de nuestra llamada.
Nuestra vida tiene sentido desde el amor apasionado de Jesús por nosotros, que
le lleva a mirarnos con cariño (cf. Mc. 10,21), y desde una respuesta de amor
apasionado hacia Él que nos lleva a gritar con Francisco: «El amor no es amado». Sólo
cuando nos mueva el amor apasionado por Cristo podremos ser luz para los que viven
en tinieblas. Sólo con esta condición podremos invitar a otros a compartir ese mismo
amor.
«Venid» y «veréis». Dos verbos. Uno invita a seguirle, otro a descubrirle. Uno
en presente, el otro en futuro. El primero exige la inmediatez del compromiso; el otro, la
paciencia de la búsqueda. El mundo dice: «Primero veo y después voy». Este puede ser
un criterio prudente y razonable en las relaciones entre los hombres. El comportamiento
de la fe –y por lo mismo del seguimiento– es totalmente diverso, opuesto. Caminar con
Cristo significa vivir una experiencia con Él. No es posible tener esa experiencia sin
ponerse en camino detrás de Él.
b. El seguimiento es un proceso.
Ser discípulo es dejarse formar por aquel con el cual uno quiere configurarse.
Este proceso se inicia cuando uno tiene conciencia de ser llamado, y termina con la
visita de «la hermana muerte corporal». Esto exige que desde un principio uno acepte
entrar en este camino de conversión-formación permanente y continua a fin de asimilar,
progresivamente, los sentimientos de Cristo (cf. Fil. 2,5; Vita consecrata 65). Exige,
también, que a lo largo del camino uno esté dispuesto a purificar las motivaciones
vocacionales, para reconducirlas incesantemente a Cristo el Señor. El único, el esencial
en una vida (cf. Col. 1,16-17). Exige, finalmente, que uno manifieste una voluntad firme
de obediencia al «Señor y Maestro» (Jn. 13,13). Porque un «seguimiento» sin
compromiso de obediencia es, en realidad, opción sin Cristo.
Notas:
La llamada a la «sequela», es decir, el seguimiento de Jesús, es lo que da unidad
a todo el Evangelio de Marcos que termina con las palabras: «Él os precede en
Galilea. Allá lo veréis, como os ha dicho» (Mc. 16,7). En Galilea es donde
precisamente Jesús llamó a los discípulos a que le siguieran (cf. Mc. 1,17ss).
Cabe señalar que la iniciativa de Jesús de llamar a los que él quiere contrasta con
la praxis judía. En el judaísmo, en efecto, el discípulo escoge a su maestro. Los
rabinos no llaman, son llamados.
Jesús «ve» como «ve» Yahvé en el A. T. Éste mira para intervenir, liberar, elegir
y confiar una misión (cf. Ex 3,7-8; Gén. 22,8; Os. 9,10).
Este aspecto es claramente subrayado por Lucas. El tercer Evangelista –el más
«helenista» de los cuatro–, en su relato de la vocación de Mateo, pone la llamada
de Jesús en el modo imperativo y en el tiempo de presente para indicar una
acción duradera. Contestando a la llamada, Mateo «se puso a seguirle»
(ékolouthe autói). Aquí el verbo está en indicativo imperfecto. De ese modo se
indica que el seguimiento será duradero.
Marcos, que parece reflejar la versión más antigua del relato, pone la petición en
boca de los dos hermanos. Mateo, que escribe más tarde, cuando los apóstoles
eran ya venerados como «columnas de la Iglesia» (cf. Gál. 2,9), no osa poner la
petición de sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda del Señor en boca de
los discípulos y por eso la pone en boca de la madre, como queriendo disculpar a
los discípulos.
quien será el más grande. Aunque acompañan a Jesús, en realidad los discípulos
no le siguen.
Este trabajo de formación de los doce por parte de Jesús aparece claramente
indicado en los Evangelios. Jesús no se conforma con la instrucción que los
discípulos escuchan cuando se dirige a la multitud. A los discípulos Jesús les
instruirá «a solas» (cf. Mc. 4,10-20.34; 6,31; 9,2.28-29; 13,3; Mt. 10,5-42;
17,19; 24,23; Lc. 9,10; 10,23).
Pablo VI, Guardate a Cristo e alla Chiesa, Mensaje para la XV Jornada mundial
de oración por las vocaciones (16/04/1978).
CAPÍTULO 9:
Discernimiento vocacional
El discernimiento vocacional.
2. Fuerzas regresivas.
Situación socia.l
Sociedad urbana postindustrial.
Familias fragiles.
Ambiente de pobreza.
Cultura narcisista.
MCS orientan al hedonismo.
5. Etapas psicológicas.
A. Yo-egocéntrica : pubertad.
Características:
Conciencia nuevas energías: ansiedad, variabilidad…
Conciencia de ser autosuficiente.
Necesidad de autoafirmación, independencia, …
Necesidad de autonomía, juicio personal, …
En el amor sólo está en función de sí.
No ve el subjetivismo.
Orientación vocacional: falta de seguridad en sí mismo.
Búsqueda de estado de vida que satisfaga.
B. idolo-idealización: ADOLESCENTE.
Características:
Busca identificarse: así se siente protegido.
Se relaciona cuando el otro responde a sus esperanzas.
En el amor admira los aspectos idealizados del otro.
No percibe la totalidad de su persona.
Orientación vocacional: asemejarse o representar.
Es una etapa a superar.
Características:
Puede desarrollar su capacidad y hacerlo en la sociedad.
Percibe al otro objetivamente.
Ama como al otro como es y no como lo sueña.
Orientación vocacional: siente una especie de amor por Cristo que le empuja al
don total de sí mismo.
En una forma determinada de vida consagrada.
a. La emoción privilegiada.
Egocéntrica.
Se identifica la vocación con esa emoción subjetiva.
Cultivar la vocación es mantener viva esa emoción.
Si se pierde la emoción desaparece la vocación
Idealización.
Se rechaza todo lo que contradice la emoción.
Se ignoran y minimizan los riesgos y posibles dificultades.
Sociocéntrica.
Se considera la emoción como una señal de vocación, pero no se absolutiza y se
contrasta con la consideración y el consejo de otras personas.
Egocéntrica.
La atención se fija en la persona modelo no en lo que esta representa.
No se toma en consideración la posibilidad o no de ejercer esa vocación.
Idealización.
Sólo se ve en el modelo lo que satisface y tranquiliza.
Se elige la vocación del modelo sin considerar sus consecuencias y sin evaluar la
capacidad real de imitar el modelo.
Sociocéntrica.
No se es prisionero del personaje idealizado. Se ven sus "fallos" y se admiten
otros posibles modelos.
Se busca en el modelo la experiencia de su vida y lo que revela de Dios (lo que
significa).
Egocéntrica.
No se admiten otras alternativas vocacionales para la propia persona.
No se piensa que las motivaciones puedan ser egocéntricas.
Idealización.
Sólo se quieren ver los aspectos atractivos de la vocación y se minimizan los
negativos o difíciles.
Se elige en función de necesidades o insatisfacciones personales.
Sociocéntrica.
Se elige en función de los valores propios de cada vocación.
La elección vocacional se contempla como un camino posible a recorrer, pero
admite la posibilidad de otros.
Busca contrastar y completar el punto de vista personal.
9. Criterios humano-psicológicos.
Pero también la libertad interna que puede estar limitada por impulsos y deseos
inconscientes, o por expectativas contrarias a la vocación. La falta se manifiesta por
mecanismos inconscientes. Estas inclinaciones íntimas se manifiestan en la falta de
coherencia, pues el individuo busca tener, poseer afecto, aceptación, comprensión,
estima, confianza.
La identidad en la vocación.
La vocación supera las posibilidades del sujeto. Por encima del tener y parecer,
está el nuevo ser, recibido como don de Dios.
La vocación es “llamada”, viene de afuera.
La totalidad: en la decisión está impliocados el corazón, la mente y la voluntad.
Hay madurez vocacional cuando se la vive como un don, como exigencia, para
los otros y con los otros en la Iglesia.
INDICE
Presentación
……………………………………………………………………………………1
Capítulo 1: Relación entre Pastoral Vocacional y Pastoral de Juventud
…………………3
Asociaciones juveniles y vocaciones
………………………………………………………...4
Capítulo 4: Integración de la PJ en la PV
…………………………………………………..29
1. Las tareas de la PJ en la PV
……………………………………………………………….29
2. La situación
…………………………………………………………………………………30
Capítulo 8: Conclusión
……………………………………………………………………....79
1. El concepto de vocación
…………………………………………………………………...79
2. El cuidado pastoral de las vocaciones y los animadores del mismo
………………….80
3. El cuidado pastoral de las vocaciones y los llamados
………………………………….81