Examen Comprension 9
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Así, si una persona al oír un balazo le dice a otra “¡cielos!”, no está representando una cierta entidad
sino una emoción; y si alguien, en esas circunstancias, se pusiera a mirar el cielo, simplemente no
habría entendido el uso de esa palabra. En otros términos, según Wittgenstein, esa persona no sabría
participar del juego del lenguaje de su comunidad. En efecto, este filósofo denominó el lenguaje que
usan las comunidades de hablantes, juego del lenguaje (language game), pues cada comunidad de
hablantes, al igual que cada juego, tiene sus propias reglas que se establecen al interior mismo de la
comunidad. En consecuencia, no hay reglas que valgan en general; así, la ciencia física tiene su juego
lingüístico, de la misma manera que la lógica, pero también los médicos, los mecánicos e inclusive las
pandillas.
3. De acuerdo con el texto, si una madre va a servir la cena a sus hijos y dice ¡comida!, esta
palabra supone
a) una descripción de los alimentos.
b) una llamada a sentarse a la mesa.
c) una expresión emotiva.
d) un listado de nombres.
Todas las culturas, además de una concepción propia de lo bello, han tenido siempre una idea propia de
lo feo, aunque a partir de los hallazgos arqueológicos normalmente es difícil establecer si lo que está
representado realmente era considerado bello o feo: a los ojos de un occidental contemporáneo ciertos
fetiches o ciertas máscaras de otras civilizaciones parecen representar seres horribles y deformes,
mientras que para los nativos pueden o podían ser representaciones de lo bello.
Según distintas teorías estéticas, desde la Antigüedad hasta la Edad Media, lo feo es una antítesis de lo
bello, una carencia de armonía que viola las reglas de la proporción en las que se basa la belleza, tanto
física como moral, o una carencia que sustrae al ser lo que por naturaleza debería tener. Por eso, Platón,
en sus Diálogos, discute en varias ocasiones acerca de lo bello y de lo feo, pero ante la grandeza moral
de Sócrates se ríe del aspecto deforme de este. En cualquier caso, se admite un principio que es
respetado de manera casi uniforme: si bien existen seres y cosas feos, el arte tiene el poder de
representarlos de manera hermosa, y la belleza (o, al menos, la fidelidad realista) de esta imitación hace
aceptable lo feo. Abundan testimonios de esta concepción, desde Aristóteles hasta Kant.
De modo que si nos detenemos a reflexionar, la cuestión es sencilla: existe lo feo que nos repugna en la
naturaleza, pero que se torna aceptable y hasta agradable en el arte que expresa y denuncia “bellamente”
la fealdad de lo feo, tanto en sentido físico como moral. Pero ¿hasta qué punto una bella representación
de lo feo (y de lo monstruoso) lo transforma en algo sublime? No es casual que, en la época clásica
tardía y sobre todo en la era cristiana, la problemática de lo feo se vuelva más compleja. Lo expresa muy
bien Hegel en una página donde advierte que, con la llegada de la sensibilidad cristiana y del arte que la
expresa, adquieren una importancia central (especialmente en relación con la figura de Cristo, sus
seguidores y aun sus perseguidores) el dolor, el sufrimiento, la muerte, la tortura y las deformaciones
físicas que sufren tanto las víctimas como los verdugos.
a) Evocación.
b) Negación.
c) Hipérbole
d) Síntesis.
a) Al principio estético que explica la aceptación de lo feo por medio del arte.
b) A la evolución de las diversas teorías estéticas desde la lejana Antigüedad.
c) A la historia de la discusión filosófica sobre el concepto cultural de belleza.
d) Al choque cultural entre Oriente y Occidente sobre la valoración de lo bello.
a) Los artistas habrían tenido que inventar una nueva concepción de lo bello.
b) El arte durante la era cristiana habría revalorado la estética del arte clásico.
c) El concepto de belleza física sería radicalmente opuesto al de belleza moral.
d) La teorización estética exigiría una reinterpretación de lo bello y lo feo.