Las Torres Gemelas
Las Torres Gemelas
Las Torres Gemelas
Culminaba el primer año propiamente dicho del siglo XXI aquel martes 11 de
septiembre de 2001, sin que nadie en Nueva York ni en ningún lugar de Occidente
sospechara siquiera los eventos que tendrían lugar esa mañana. Eventos que parecen
sacados de una película de Hollywood, pero que causaron daños muy reales y muy
emblemáticos en el corazón de la urbe estadounidense: la destrucción de las Torres
Gemelas del World Trade Center y de todas sus estructuras aledañas.
Luego de apenas 20 minutos de vuelo, la sobrecargo Betty Ong, del primer vuelo,
informó a la oficina de reservaciones de la empresa que el vuelo parecía estar siendo
secuestrado. La información llegó minutos después al Mando de Defensa Aérea
estadounidense (NORAD, por sus siglas en inglés). Y mientras tanto, dos vuelos más
emprenden sus recorridos habituales: a las 8.21 am el vuelo 77 de American Airlines
abandonó el Aeropuerto Internacional Dulles de Washington D.C. con rumbo a Los
Ángeles y 64 personas a bordo; y el vuelo 93 de United Airlines despegó del
Aeropuerto Internacional de Newark, en Nueva Jersey, con rumbo a San Francisco y
44 personas a bordo.
A las 8:40 am, alrededor de 14.000 personas hacían vida normalmente en las dos
torres del World Trade Center de Nueva York, uno de los edificios más icónicos de la
ciudad, emblema del capitalismo corporativo americano y atracción turística
inaugurada en 1973. Era imposible prever que dos aviones, a tan solo unos kilómetros
de allí, enfilaran sus trayectorias hacia las dos torres, tras haber sido secuestrados por
agentes suicidas de la agrupación terrorista islámica Al-Qaeda.
Cuando faltaban menos de quince minutos para las 9:00 am, lo impensable se hizo
realidad. Frente a los ojos atónitos de turistas y trabajadores, el vuelo 11 de American
Airlines se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center, causándole una
herida inmensa en un costado, de la cual no tardó en manar humo negro. Los ojos del
mundo se posaron en el edificio, en lo que parecía ser un lamentable y desafortunado
accidente.
Pero a las 9:03 am, un segundo avión —el vuelo 175 de United Airlines, secuestrado
mediante el mismo modus operandi— embistió la Torre Sur ante la mirada atónita de
las cámaras de la prensa. Una bola de fuego envolvía la estructura, mientras que el
gobierno reaccionaba ante lo que se hacía ya obvio: estaban siendo víctimas de un
atentado terrorista.
Ante las cámaras del mundo y los ojos desesperados de quienes intentan evacuar las
torres y las edificaciones cercanas, el incendio continuaba. Fue entonces cuando unas
200 personas tomaron, en palabras del periodista David James del diario británico The
Sunday Times, “una decisión imposible”: para huir de las flamas infernales causadas
por el combustible del avión, se arrojaron a una muerte segura, cayendo cientos de
metros.
Finalmente, a las 9:59 am, luego de estar en llamas durante 56 minutos, la Torre Sur
del World Trade Center cedió ante su propio peso y colapsó estrepitosamente. La
gigantesca nube de polvo y hormigón que su caída levantó fue tan grande que abarcó
manzanas enteras y causó daños en las edificaciones cercanas, muchas de las cuales
fueron incendiadas o tuvieron luego que ser demolidas. Y a las 10:28 am, luego de
arder durante más de hora y media, la Torre Norte imitó a su compañera: dos colosos
de hormigón de 110 pisos cada uno yacían ahora en escombros, y se llevaron consigo
manzanas enteras a la redonda.
Poco quedó del World Trade Center al final de ese día. Horas más tarde, el edificio 7
del World Trade Center, hasta entonces de pie, se derrumbó también, sumando sus
47 pisos a la desgracia del día. En total, las víctimas del atentado en el estado de
Nueva York rondaron las 2600 personas, incluidos los pasajeros de ambos aviones,
cuyos últimos minutos de vida fueron de un indescriptible terror. Numerosas personas
permanecieron desaparecidas durante semanas y meses, e incluso algunas lo están
todavía (24 personas).
El atentado no solo fue trágico en términos humanos, sino que fue un golpe inmenso
e inesperado en la autoestima nacional estadounidense. Esa misma noche, en su
alocución a la nación de las 8:30 pm, George W. Bush anunció el inicio de la guerra al
terrorismo, una declaración que vaticinaba las guerras venideras en Afganistán y
Oriente Medio, y a partir de ese momento el mundo entero pisó con firmeza el suelo
ensangrentado del siglo XXI.
Fuente: https://www.ejemplos.co/cronica-periodistica-de-las-torres-gemelas/
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