ACCIÓN PAULIANA Código DF, Tesís para Título

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 135

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA

DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES


ARAGÓN.

“LA ACCIÓN PAULIANA EN EL CÓDIGO CIVIL PARA EL


DISTRITO FEDERAL”.

TESIS
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE:

L I C E N C I A D O E N D E R E C H O.

P R E S E N T A N:

ERIK JACIEL REYES BAUTISTA.

ASESOR:
MTRO. LEOPOLDO RANGEL CANCINO.

México, 2014.
UNAM – Dirección General de Bibliotecas
Tesis Digitales
Restricciones de uso

DERECHOS RESERVADOS ©
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL

Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México).

El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea


objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro,
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el
respectivo titular de los Derechos de Autor.
“LA ACCIÓN PAULIANA EN EL CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO
FEDERAL.”

ÍNDICE.

INTRODUCCIÓN. I

CAPÍTULO 1. GENERALIDADES DE LA ACCIÓN PAULIANA. 1

- 1.1. El Proceso en General. 1

- 1.2. Concepto de la Acción Pauliana. 9

- 1.3. Naturaleza de la Acción Pauliana. 19

- 1.4. Elementos de la Acción Pauliana. 36

CAPÍTULO 2. ANTECEDENTES DE LA ACCIÓN PAULIANA. 53

- 2.1. Roma. 53

- 2.2. Código Napoleónico. 60

- 2.3. Derecho Español. 61

- 2.4. Códigos Civiles de 1870 y 1884. 62

CAPÍTULO 3. LA ACCIÓN PAULIANA EN EL CÓDIGO


CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL. 68

- 3.1. Procedencia de la Acción Pauliana en el


- Código Civil para el Distrito Federal. 68

- 3.2. Naturaleza de la Acción Pauliana en el


- Código Civil para el Distrito Federal. 75

- 3.3. Elementos Constitutivos de la Acción


- Pauliana para el Distrito Federal. 78
- 3.4. Carga de la Prueba de la Insolvencia
- en el Código Civil para el Distrito Federal. 95

CAPÍTULO 4. PROPUESTA DE REFORMA AL CAPÍTULO I,


INCISO II, DEL TÍTULO IV, DE LA PRIMERA PARTE, DEL
LIBRO CUARTO DEL CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO
FEDERAL. 98

- 4.1. Rescisión como Verdadera Naturaleza de la


- Acción Pauliana. 98

- 4.2. Simplificación de los Elementos Constitutivos


- de la Acción Pauliana. 102

- 4.3 Venta Judicial de los bienes objeto de la


- Acción Pauliana y Ejercicio de la Acción Oblicua
- como efecto de la Acción Pauliana. 114

4.4 Propuesta de Reforma al Capítulo I, inciso II, del


Título IV, de la Primera Parte, del Libro Cuarto del
Código Civil para el Distrito Federal. 114

CONCLUSIONES 121

BIBLIOGRAFÍA. 124
I

INTRODUCCIÓN.

El presente trabajo tiene como finalidad la obtención del Título de


Licenciado en Derecho por parte del sustentante, en la Facultad de Estudios
Superiores Aragón, Universidad Nacional Autónoma de México.

Asimismo, el tema fue escogido derivado de la inconformidad que resultó


de la resolución de un asunto real que declaró procedente la acción pauliana sin
valorar todos los puntos que se abordan en el presente trabajo. En este juicio el
acreedor se fundó en un título de crédito (pagaré), para demandar, en la vía
ejecutiva mercantil, el pago de la cantidad que amparaba ese documento a los
deudores principales y a los avalistas, no obstante que ya estaba pagado,
aunque en dicho documento no constaran los pagos parciales hechos.

Al iniciar el juicio ejecutivo mercantil, el acreedor embarga un inmueble


propiedad de los avalistas (personas a quienes representé en juicio) y acciones
de una sociedad mercantil también de los avalistas, sin embargo, al momento
de que el actor solicitó la anotación del embargo en el registro público de la
propiedad y del comercio del Distrito Federal, se le negó tal inscripción, pues el
bien inmueble ya había sido transmitido a un tercero a través de una donación
gratuita (el tercero adquiriente es descendiente en primer grado de los
avalistas-su hijo-). Ante esta situación, no obstante de que, como ya se dijo, se
encontraba pagado el crédito, el acreedor ejercita la acción pauliana en contra
únicamente de los avalistas, reclamando la ineficacia de la donación gratuita
mencionada en su favor exclusivo, narrando en su demanda que tiene la
calidad de acreedor en términos de las copias certificadas del juicio ejecutivo
mercantil pendiente de resolución; asimismo, que tenía conocimiento de que
existen deudores diversos a los avalistas y que tenía conocimiento de que
había otros bienes propiedad de los avalistas además del bien inmueble cuyo
embargo pretendió; a su vez, afirmó que los avalistas habían donado el bien
II

inmueble cuyo embargo pretendió en perjuicio suyo, pues habían quedado en


estado de insolvencia.

Así pues, al dar contestación a la demanda, se alegó que no se reunían


presupuestos procesales y los elementos constitutivos de la acción, pues el
actor no tenía reconocido el carácter formal de acreedor, es decir, que no se
había declarado por un juez que efectivamente le asistía el derecho al cobro del
crédito que alegaba, precisamente porque los deudores habían hecho pago
total del crédito; de igual forma, se sostuvo vía excepción, que no se
actualizaba el elemento de la insolvencia, pues si el núcleo de la acción
pauliana (supuesto de procedencia) es la imposibilidad del acreedor de hacer
efectivo su crédito, en la especie no se actualizaba esta hipótesis ya que
existían diversos acreedores respecto de los cuales ni siquiera se había
alegado que sus patrimonios tampoco fueran suficientes para satisfacer el
crédito reclamado; por su parte, se alegó que el actor tenía la carga de la
prueba de acreditar la insolvencia que argumentaba, precisamente porque tenía
conocimiento de diversos bienes además del que salió del patrimonio de los
demandados, habida cuenta que el artículo 2178 del Código Civil para el Distrito
Federal establece que cuando el acreedor conozca bienes del deudor distintos
del que salió de su patrimonio, necesita demostrar, para revertir la carga de la
prueba de la insolvencia al deudor, que los bienes conocidos por él no son
suficientes para saldar su crédito, a efecto de justificar la afectación de la esfera
patrimonial del deudor con la procedencia de la acción pauliana; en la especie,
se alegó esta excepción, precisamente porque como se adelantó, el acreedor
desde su demanda inicial narró y acreditó, con copias certificadas de la
diligencia de embargo, que dicha medida precautoria recayó sobre el bien
inmueble objeto de la donación gratuita cuya ineficacia se demandó y sobre
acciones de la sociedad mercantil, sin que para el caso alegara que el valor de
esas acciones no eran suficientes para saldar el supuesto crédito que decía
tener, mucho menos probó a través de la prueba pericial contable respectiva,
III

que dichas acciones, una vez valuadas conforme a los activos y pasivos de la
sociedad mercantil, fueran insuficientes para saldar el crédito.

De esta forma, llegada la sentencia, no obstante las excepciones que se


consideraban fundadas, la sentencia declaró procedente la acción pauliana y
condenó a las prestaciones reclamadas a los demandados, fundándose para
ello en un argumento que no abordó el tema central de tales excepciones, pues
se limitó a decir que el actor tenía la apariencia de acreedor y que si existía el
pago eso sería materia de la sentencia que se dictara en diverso juicio ejecutivo
mercantil, pero que para la acción pauliana no significaba un obstáculo para su
procedencia; de igual forma, sostuvo el juzgador que el actor había alegado la
insolvencia y no el conocimiento de diversos bienes, así como el hecho de que,
tratándose de obligaciones solidarias no existe litisconsorcio pasivo necesario,
sin que tomara en cuenta que ello sólo es para los juicios que versen sobre el
cumplimiento de la obligación solidaria, pero no así respecto de la acción
pauliana, en la que interesa demostrar si el acreedor está impedido totalmente
de hacer efectivo su crédito respecto de todos sus deudores y no sólo de uno o
unos, pues los patrimonios de los demás deudores son una expectativa de
cobro viable para el acreedor, máxime que en el caso a estudio no sólo
demandó a los avalistas –demandados en la acción pauliana-, sino también a
los deudores principales del título de crédito, por lo que en el mismo juicio
estaba en posibilidades de embargar bienes de su propiedad y hacer efectivo
su crédito.

Es el caso que en el juicio ejecutivo mercantil, después de la declaración


de ineficacia de la donación gratuita referida, se logró acreditar la excepción de
pago del crédito que indebidamente reclamó el actor; sin embargo, quedó
subsistente la declaración de ineficacia de la donación del inmueble referido, el
cual registralmente, frente a terceros, es propiedad del donatario, pero frente al
actor en dicho juicio, es propiedad del deudor.
IV

Así las cosas, dentro de esta investigación se analizará la Acción


denominada Pauliana, que es una de acción dada a los acreedores para la
defensa de su crédito; la cual lamentablemente ha caído en desuso por la gran
dificultad para acreditar sus elementos.

Asimismo, el presente trabajo se desarrolló entrando al estudio de las


diferentes teorías sobre la naturaleza de la acción pauliana, entre ellas, la
inexistencia, la nulidad, la revocación, la resolución, la acción indemnizatoria
por daños y perjuicios, la inoponibilidad, la ineficacia y, por supuesto, la
rescisión.

De igual forma, en el presente trabajo se desarrollarán diversas


instituciones y figuras como lo son la Prenda General Tácita, el crédito, el
fraude civil, la insolvencia, el perjuicio del acreedor, los actos de
empobrecimiento y los de enriquecimiento, con el fin de dar el panorama
completo de los elementos de procedencia de la acción objeto del presente
trabajo.

Aunado lo anterior, es importante señalar que el presente trabajo fue


elaborado conforme a los métodos Método Histórico, Método Deductivo,
Método Explicativo, Método Fenomenológico, Método Sistemático, Método
Teleológico, Método Dogmático.

Así pues, en el Capítulo Primero se lleva a cabo una explicación general


de lo que es el proceso, el concepto de la Acción de mérito, su naturaleza y sus
elementos según la doctrina.

En el Capítulo Segundo, se encontrará una reseña histórica de la


evolución de la acción pauliana, desde su nacimiento en Roma, con el interdicto
fraudatorio y la restitutio in integrum, pasando por el Código Napoleónico, el
Derecho Español y finalmente los Códigos Civiles de 1870 y 1884.
V

Por otra parte, en el Tercer Capítulo, se desarrolló el marco jurídico de la


Acción Pauliana en el Código Civil para el Distrito Federal, donde abordamos
temas como los supuestos contra los que procede, su naturaleza, los elementos
constitutivos de la misma y la carga de la prueba del elemento insolvencia.

Finalmente, se encontrará un apartado de Conclusiones, en el que se ha


tratado de resumir los puntos sobre los cuales se desarrolló el presente trabajo,
emitiéndose un punto de vista al respecto.
1

CAPÍTULO 1. GENERALIDADES DE LA ACCIÓN PAULIANA.

1.1. El Proceso en General.

En términos del artículo 17 de la Constitución Política de los Estado


Unidos Mexicanos, Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni
ejercer violencia para reclamar su derecho; en consecuencia, el mismo
precepto establece el Derecho de todos los gobernados a una Administración
de Justicia que deberá ser impartida por Tribunales que estarán expeditos para
impartir la misma, de una forma pronta, completa e imparcial.

En efecto, el artículo antes citado prevé literalmente lo siguiente:

“Artículo 17. Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni


ejercer violencia para reclamar su derecho.
“Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por
tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y
términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera
pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en
consecuencia, prohibidas las costas judiciales.
“El Congreso de la Unión expedirá las leyes que regulen las acciones
colectivas. Tales leyes determinarán las materias de aplicación, los
procedimientos judiciales y los mecanismos de reparación del daño.
Los jueces federales conocerán de forma exclusiva sobre estos
procedimientos y mecanismos.
“Las leyes preverán mecanismos alternativos de solución de
controversias. En la materia penal regularán su aplicación, asegurarán
la reparación del daño y establecerán los casos en los que se requerirá
supervisión judicial.
“Las sentencias que pongan fin a los procedimientos orales deberán
ser explicadas en audiencia pública previa citación de las partes.
“Las leyes federales y locales establecerán los medios necesarios para
que se garantice la independencia de los tribunales y la plena ejecución
de sus resoluciones.
2

“La Federación, los Estados y el Distrito Federal garantizarán la


existencia de un servicio de defensoría pública de calidad para la
población y asegurarán las condiciones para un servicio profesional de
carrera para los defensores. Las percepciones de los defensores no
podrán ser inferiores a las que correspondan a los agentes del
Ministerio Público.
“Nadie puede ser aprisionado por deudas de carácter puramente civil.”
Del citado artículo se desprenden dos cuestiones cuya explicación
resulta importante llevar a cabo, a saber:

a) el proceso,

b) partes en el proceso,

c) la jurisdicción,

d) la competencia,

e) el derecho a instar,

f) la acción, entre otros.

Así pues, por proceso puede entenderse el conjunto de procedimientos


vinculados y sucesivos, ejecutados por las partes y el Juez, encaminados a que
este último resuelva una controversia conforme al Derecho que le es aplicable.

Así pues, el maestro Eduardo Pallares, al dar la definición de proceso,


cita diversas definiciones y autores como las siguientes1: “La palabra proceso,
dice Menédez y Pidal, viene del derecho canónico y se deriva de “procedo”,
término equivalente a avanzar”. Agrega que “es la coordinada sucesión de
actos jurídicos derivados del ejercicio de la acción procesal”. Por su parte,
Carnelutti lo define de diversas maneras. Dice algunas veces que el proceso es
“el conjunto de todos los actos que se realizan para la solución de un litigio”.
También afirma que el “proceso como procedimiento, indica una serie o una

1
PALLARES, Eduardo. Derecho Procesal Civil. Porrúa. México, 1961. p.p. 66-67.
3

cadena de actos coordinados para el logro de una finalidad”; en el proceso


jurisdiccional, esta finalidad consiste en “la composición del litigio”.

De lo anterior, se aprecia que el proceso se integra por un conjunto de


actos ejecutados por los sujetos que intervienen en el mismo, es decir, por las
partes y el Juez; asimismo, que dichos actos procesales son coordinados, pues
van seguidos unos de otros y, además, están vinculados entre sí, pues los
posteriores no tendrían validez sin los que le preceden; finalmente, que dichos
actos procesales están encaminados a un fin, el cual no es otro más que el
Juzgador dicte una resolución que, en la mayoría de los casos se llama
sentencia, a través de la cual resuelva la controversia puesta a su
consideración, conforme a la Ley que es aplicable al caso concreto.

Cabe señalar que por partes2 en el proceso el maestro José Becerra


Bautista señala que deben entenderse como “la persona que exige del órgano
jurisdiccional la aplicación de una norma substantiva a un caso concreto, en
interés propio y ajeno”, es decir, por parte o partes se entiende a aquel o
aquellos sujetos que tienen interés en que la autoridad declare o constituya un
derecho o imponga una condena y aquel o aquellos que tengan interés en
contrario; el primero recibe el nombre de actor, que es la persona que inicia el
procedimiento a través de su demanda, mientras que el segundo se denomina
demandado, que es la parte contra la que se dirige la demanda y que tiene
interés contrario al actor.

Asimismo, por sentencia3 se debe tener a aquel acto de naturaleza


jurisdiccional, por virtud del cual el Juez decide los puntos discutidos ante su
potestad, es decir, el acto por virtud del cual, el Estado, a través de los órganos
jurisdiccionales, imparte la justicia a sus gobernados.

2 BECERRA BAUTISTA, José. El Proceso civil en México. Porrúa. 14ª edición. México, 1992. P.19.
3
Cfr. PALLARES, Eduardo. Op cit. P. 102.
4

Así las cosas, se ha tratado de explicar que es el proceso, así como las
partes en el mismo y la sentencia; por lo que es de suma importancia para el
presente trabajo, que se aborden los conceptos de jurisdicción y
competencia, habida cuenta que de no hacerlo quedarían ambiguos los temas
antes tocados.

Así pues, la jurisdicción4 puede ser entendida como la facultad


concedida por el Estado a un juez, para dirimir una controversia.

Por su parte, la competencia, delimita la jurisdicción y se puede explicar


como el ámbito de acción de un funcionario público, al momento de resolver
una controversia, en otras palabras, la competencia se traduce en la facultad y
deber de un juez de conocer de determinados asuntos o controversias.5

A su vez, cabe señalar que la competencia puede analizarse desde dos


aspectos, el objetivo y el subjetivo6; subjetivamente la competencia puede
referirse al tribunal o a las partes; por lo que desde el punto de vista del tribunal,
la competencia se entiende como la facultad del juez de conocer y resolver
determinados juicios y, desde el punto de vista de las partes, se traduce en el
derecho de los gobernados de recibir justicia de un órgano jurisdiccional
específicamente determinado y no de otro alguno.

Objetivamente, “la competencia es el conjunto de normas que


determinan, tanto el poder deber que se atribuye a los tribunales en la forma
dicha, como las relativas al derecho y al deber de las partes de someterse y
acudir al competente”.7

4
Cfr. Íbidem. p.p. 283.

5 Cfr. BECERRA BAUTISTA, José. Op cit. P. 14.


6
Cfr. PALLARES, Eduardo. Op cit. P. 283-296.
7
Cfr. Íbidem. p. 285.
5

De lo anterior se puede apreciar que la competencia en sentido objetivo


está integrada por todos los ordenamientos legales, en los cuales se precisan
las reglas a seguir para fijar la competencia de determinados asuntos a los
diversos jueces que existen.

Así las cosas, la competencia se delimita conforme al territorio, a la


cuantía, a la materia y al grado o función; la primera, se refiere al espacio
territorial donde el Juez tiene potestad para impartir justicia; la segunda, es
decir, la cuantía, se refiere al monto del negocio, es decir, la cuantificación en
dinerario de la demanda; por su porte, la materia, se refiere al contenido del
juicio, es decir, si la misma es de carácter penal, civil, administrativo, mercantil,
fiscal, etcétera; finalmente, el grado o función, se refiere a la instancia que toca
conocer a determinados órganos jurisdiccionales, por lo que se clasifican como
de Órganos de Primera y Segunda Instancia, correspondiendo a los primeros el
estudio del proceso jurisdiccional, mientras que los segundos de los recursos
que se interponen en contra de los actos o resoluciones emitidas por los
órganos de Primera Instancia, con la finalidad de que estos sean valorados de
nueva cuenta y se determine si fueron apegados a derecho, confirmándolos, o
bien, no lo fueron, procediendo a su modificación o revocación y emisión de
otro.

Así pues, una vez explicado lo anterior, resulta pertinente referirse a la


acción, la cual tiene diversas acepciones8, tales como:

1.- El Derecho o Facultad de los gobernados de instar al Estado para que


resuelva una controversia, el cual es correlativo al deber del Estado de impartir
justicia a los mismos,

2.- El medio para obtener el respeto del derecho violado y,

8
Cfr. CALAMANDREI, Piero. Derecho Procesal Civil. “Instituciones de Derecho Procesal Civil según el
nuevo Código”. Volumen I. Traducción de la Segunda Edición Italiana y Estudio Preliminar por Santiago
Sentis Melendo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires, Argentina, 1986. PP. 241-246.
6

3.- El mismo derecho sustantivo que tiene un gobernado cuya observancia o


cumplimiento busca a través del proceso.

En este orden de ideas, en palabras del maestro Piero Calamandrei, por


acción podemos entender “el recurso con el que el ciudadano invoca, en su
propio favor, la fuerza pública del Estado: no ya la actividad encaminada a
sujetar directamente al obligado, sino la actividad que se realiza para poner en
movimiento, en defensa del propio derecho, el ejercicio del poder jurisdiccional
del Estado”.9

De lo antes expuesto se infiere que el autor citado se refiere a la acción


como la facultad, o más bien, derecho del gobernado de instar al aparto judicial
para el efecto de que resuelva la controversia por él planteada en su favor y
obligue al demandado a respetar el derecho del actor o a que cumpla con
determinada prestación de dar, hacer o no hacer.

Según el maestro Froylán Bañuelos Sánchez, los conceptos tradicionales


de la acción, son los de acción-derecho y acción-medio;10 el primero de los
conceptos citados identifica a la acción como el derecho de obtener lo que nos
es debido; mientras que el segundo concepto explica la acción como la vía para
obtener lo que nos es debido; sin embargo, dicho autor señala que con
posterioridad, la acción ya no era entendida como derecho o medio, sino que
era identificada como sinónimo del derecho material mismo, cuya violación o
falta de observancia se alega.11

Así las cosas, puede precisarse que actualmente la disputa se centra en


determinar si la acción es sinónimo del derecho sustantivo que se dice

9
Íbidem. pp 229 y 230.
10
BAÑUELOS SÁNCHEZ, Froylán. Nueva Práctica Civil Forense. Tomo I. 11ª Edición. Editorial Sista, S. A.
de C.V. México, 1998. pp 193-199.
11
Cfr. Íbidem. p.196-198.
7

amenazado o violado, o bien, es un derecho independiente y autónomo del


derecho sustantivo o es un medio para obtener lo que nos es debido.

En este orden de ideas, puede establecerse que la facultad o derecho de


acudir a un Juez para que resuelva una controversia es el derecho a una
administración de justicia a cargo del Estado, garantizada por el artículo 17 de
nuestra carta magna; la acción, en sentido amplio, es el medio por virtud del
cual los gobernados acuden al Estado para solicitar la impartición de justicia y
ver que les sea entregado o cumplido lo que les es debido; mientras que la
acción en sentido estricto, es la figura jurídica, nominada o innominada,
conforme al cual el particular, acreditando los elementos constitutivos de la
misma, según corresponda, pide al estado el pago o cumplimiento de diversas
prestaciones; razón por la cual, puede afirmarse que la acción es independiente
y autónoma del derecho subjetivo, pues la acción es una creación abstracta de
la ley y, por tanto, latente y futura de realización incierta, que puede estar
regulada expresamente en la misma o puede derivarse de la interpretación de
la norma, mientras que el derecho sustantivo es un hecho, acto o negocio real
que se presenta con anterioridad al ejercicio de la acción y que da sustento o
base a ésta última, lo que permite concluir que conforme al derecho sustantivo,
se determina la acción a ejercitar y no a la inversa; afirmación que se ve
robustecida, si se toma en cuenta que cuando un contrato es cumplido a
cabalidad y las partes se dan por satisfechas del mismo, no será ejercida la
acción que pudo llegar a configurarse, mientras que el derecho sustantivo de
ambas partes existió con independencia de ello.

Así pues, cabe precisar que cada acción en particular, tiene sus propios
elementos constitutivos, los cuales, si no son acreditados, no se podrá
obtener una sentencia favorable, pues el Juez, aún ante el silencio del
demandado, debe estudiar de oficio los citados elementos y, en caso de no
reunirse, absolver al demandado.
8

En esta tesitura, se puede dar como ejemplo: la acción reivindicatoria


que, en términos del artículo 4 del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal, es aquella que se otorga al propietario de un bien, del cual no
tiene la posesión y su efecto será el de declarar que el actor tiene dominio
sobre la misma, así como condenar al demandado a la entrega del bien con sus
frutos y accesiones.

De lo anterior, se puede precisar que los elementos constitutivos de la


acción reivindicatoria son:

1.- La propiedad del bien en favor de quien intenta la acción, así como que
dicha propiedad provenga de quien o quienes fueron titulares de dicho bien.

2.- Que el actor no tenga la posesión.

3.- Que el demandado tenga la posesión del bien.

Asimismo, se puede proporcionar como otro ejemplo, a la Acción de


Responsabilidad Civil por hecho ilícito, la cual se otorga a quien sufrió un daño
o un perjuicio, a causa de un hecho ilícito y su objeto es el resarcimiento del
daño y del perjuicio.

Así pues, puede afirmarse que la acción antes apuntada, tiene como
elementos constitutivos, los siguientes:

1.- El hecho ilícito.

2.- El daño o el perjuicio.

3.- El nexo causal, que es la relación existente y necesaria entre el primer


elemento y el segundo.

Lo anterior cobra relevancia para el presente trabajo, habida cuenta que


más adelante se abordará el tema de los elementos de la acción pauliana, por
lo que resultaba pertinente explicar que cada acción tiene elementos especiales
o particulares, que son necesarios para su procedencia en juicio.
9

1.2. Concepto de la Acción Pauliana.

La Acción Pauliana es definida por el maestro Manuel Borja Soriano,


siguiendo el artículo 1687 del Código de 1884 y el artículo 2163 del Código de
1928, en la siguiente forma: “Cuando un deudor celebra un contrato, o en
general un acto del que resulta su insolvencia perjudicando a su acreedor, éste
puede pedir la rescisión o anulación de ese acto. El ejercicio de este derecho
constituye la acción conocida con el nombre de pauliana…”12

En esta tesitura, se tiene que la acción pauliana se traduce como la


facultad o derecho del acreedor, de impugnar el acto o negocio jurídico por
virtud del cual, su deudor resultó insolvente, a efecto de que sea anulado o
rescindido.

Por su parte, el maestro Ernesto Gutiérrez y González, señala que la


Acción Pauliana es: “la facultad que otorga la Ley a la víctima de un hecho
ilícito, para que la autoridad judicial nulifique o revoque según sea el caso, el o
los actos de disposición de sus bienes pecuniarios que real y verdaderamente
ejecutó su deudor y que produjeron su insolvencia. El efecto de esta acción es
obtener una sentencia que revoque, o nulifique esos hechos del deudor y hacer
que vuelvan al patrimonio de éste los bienes que enajenó y con el valor de
ellos, se haga pago al acreedor que ejercita la acción.”13

De lo anterior se confirma que, en efecto, la acción que nos ocupa, sólo


puede ser ejercitada por quien tiene la calidad de acreedor, contra su deudor, a
efecto de que sea revocado o nulificado, el acto que produjo la insolvencia del
deudor; precisando que dicho acto debe ser real y verdadero y que el efecto

12
BORJA SORIANO, Manuel. Teoría General de las Obligaciones. Editorial Porrúa. Vigésima Edición.
México, 2006. p. 529.
13
GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Derecho de las Obligaciones. Editorial Cajica, S.A. Quinta Edición.
México, 1974. p. 578.
10

será que los bienes objeto de los actos de disposición que ejecutó el deudor en
perjuicio de su acreedor, vuelvan a su patrimonio a fin de que con los mismos,
se haga pago única y exclusivamente al acreedor que ejercitó la acción.

Por otro lado, el maestro Rafael Rojina Villegas, señala que: “Se dice que
el deudor ejecuta un acto de fraude de acreedores, cuando lleva a cabo una
enajenación o renuncia de derechos, que provoca o aumenta su insolvencia, y
que por consiguiente perjudica al acreedor. En estas condiciones, éste tiene el
derecho de pedir la nulidad del acto ejecutado por el deudor, que originó su
insolvencia y lo perjudica. Tradicionalmente se conoce esta acción, con el
nombre de pauliana.”14

Así pues, de las definiciones antes señaladas, se puede concluir que la


acción pauliana es el medio de defensa del crédito que la ley otorga al acreedor
para que un juez, únicamente en favor de quien la ejercita, declare la rescisión
de los actos ejecutados por su o sus deudores con la participación de un
tercero, que ocasionen la insolvencia de los primeros y le imposibiliten el cobro
de su crédito; se dice que es un medio de defensa, habida cuenta que dicha
acción es la garantía que la ley otorga al acreedor, a fin de que no vea frustrado
su derecho de cobro, ante el incumplimiento de su deudor; este medio de
defensa es concedido únicamente a aquellos que tengan un crédito frente a otra
persona, es decir, está pensado para los acreedores, contra sus deudores, con
la limitante de que sólo el acreedor que la intente será beneficiado con sus
efectos, es decir, los efectos de la sentencia que declare procedente la acción
pauliana son relativos; aunado lo anterior, la acción pauliana tiene como base
medular, la insolvencia del deudor, ya que no todo acto ejecutado por un deudor
puede ser atacado por su acreedor, sino sólo aquellos por virtud de los cuales
se cause su insolvencia o se aumente la misma y es que los actos ejecutados

14
ROJINA VILLEGAS, RAFEL. COMPENDIO DE DERECHO CIVIL. Teoría General de las Obligaciones.
Tomo III. Décimo Sexta Edición. Editorial Porrúa. México, 1989. p. 414 y 415.
11

por el deudor, deben causar un perjuicio al acreedor, perjuicio que no es otro


que la imposibilidad de este último para hacer efectivo su crédito.

A efecto de dar mayor claridad al inciso que nos ocupa se abordará


brevemente el tema de la obligación y sus elementos, los cuales son: a)
sujetos, acreedor y deudor, b) objeto o prestación y c) vínculo o relación
jurídica15, así como la prenda general tácita, pues son la base de la institución
protectora del acreedor, llamada acción pauliana.

Así pues, la obligación, desde Roma, ha sido definida como: Obligatio


est iuris vinculum, quo necessitate adstringimur alicuius solvendare rei
secundum nostrae civitatis iura. “La obligación es el un vínculo de Derecho, por
el que somos constreñidos con la necesidad de pagar alguna cosa según las
leyes de nuestra ciudad”16

De la anterior definición se desprende claramente los elementos de la


obligación antes aludidos, sujetos, objeto y vínculo jurídico o relación jurídica.

En este orden de ideas, en Derecho se distingue entre personas físicas y


morales, la primera está constituida por el hombre, mientras que las segundas,
son conjuntos de hombres a los cuales el Derecho les reconoce una identidad;
así pues, por persona jurídica, física o moral, se debe entender a aquel ente
capaz de derechos y obligaciones, es decir, es aquel ente capacitado por el
derecho para actuar como sujeto activo o pasivo en las relaciones jurídicas17;
así pues, el primer sujeto, como elemento de la obligación, es el “Acreedor” el
cual es entendido como el “Elemento personal activo de la una relación
obligatoria”.18

15 BORJA SORIANO, Manuel. Op cit. P. 79.

16 Ídem.

17 ROJINA VILLEGAS, RAFEL. COMPENDIO DE DERECHO CIVIL. Teoría General de las Obligaciones.

Tomo I. Décimo Sexta Edición. Editorial Porrúa. México, 1989. P. 75.


18
Cfr. DE PINA, Rafael et al. Diccionario de Derecho. 33ª edición. Porrúa. México 2004. P. 45.
12

De la anterior definición se toma el hecho de que sólo puede ser


“acreedora” una persona, física o moral, pues sólo éstas son sujetos de
derechos y obligaciones.

Por su parte, el maestro Fausto Rico Álvarez señala respecto de este


elemento personal de la obligación, que es sujeto activo el que cuenta con el
derecho de crédito.19

Así, se concluye, que el acreedor es la persona que tiene a su favor un


crédito, frente a otra que deba satisfacerlo.

Por otro lado, será deudor, aquel que corre a cargo con el deber; es
decir, aquel que tiene del deber de satisfacer el crédito del sujeto activo de la
obligación.

Por regla general frente a un derecho existe una obligación y viceversa;


por tanto, en las relaciones crediticias, por una parte, el deudor tiene el derecho
de recibir una prestación de su acreedor al momento de celebrar un negocio
jurídico, o con posterioridad a éste; por otra, el acreedor, una vez cumplida su
obligación tendrá el derecho de obtener una prestación a cambio de la que su
deudor recibió, ya sea también, en el momento de la celebración del contrato, o
bien, en un momento posterior.

Cabe precisar, que puede existir pluralidad de sujetos activos y de


sujetos pasivos de la obligación, pudiendo incluso ser indeterminado el sujeto o
sujetos pasivos, con la sola limitante de que el deudor deberá ser determinado
al momento del cumplimiento de la obligación, es decir, se admite la
indeterminabilidad determinable20, es decir, la persona del deudor debe ser
cierta e individualizada al momento en que sea exigible la obligación.

19
Cfr. RICO ÁLVAREZ, Fausto. Et al. Teoría General de las Obligaciones. 3ª edición. Porrúa. México,
2007. P. 45.
20
Ibídem. p. 45.
13

En esta misma tesitura, ante la pluralidad de sujetos activos y pasivos de


la obligación surge la mancomunidad, solidaridad e indivisibilidad de las
obligaciones, las cuales son denominadas como modalidades de la obligación,
en el Código Civil para el Distrito Federal, al encontrarse reguladas en el
Capítulo denominado Modalidades de las Obligaciones.

Aunado a lo anterior, el segundo elemento de la obligación, es el objeto


o prestación, el cual puede ser identificado como aquello que está obligado a
dar o ejecutar el deudor, es decir, aquello que puede ser exigido por el acreedor
al deudor.

De esta manera, el objeto de la obligación se puede traducir en tres


supuestos, un dar, un hacer o un no hacer; el primero, dar, se puede traducir en
la prestación o entrega de una cosa, mientras que el segundo, el hacer, en la
ejecución de un hecho y, finalmente, el tercero, el no hacer, se traduce en una
abstención de parte del deudor, o lo que es lo mismo, el dejar de hacer algo o
tolerarlo.21

Por otro lado, por Relación Jurídica se puede entender como: “El
Vínculo establecido entre personas regido por el derecho. Los elementos de la
relación jurídica son –en el concepto generalmente admitido- tres: el sujeto, el
objeto y el acto jurídico, pero, este es, en definitiva, también objeto del
derecho…”22

De lo anterior podemos afirmar que la Relación Jurídica es el nexo o lazo


reconocido y sancionado por el derecho, existente entre dos o más personas
respecto de un objeto.

21 BORJA SORIANO, Manuel. Op cit. P. 84.


22
Íbidem. P. 438.
14

En este mismo sentido, para Sánchez Román, la Relación Jurídica es “la


conexión o concurso de dos o más personas en un objeto de derecho; el
vínculo que hace coincidir al sujeto activo con el pasivo en la cosa objeto del
derecho.”23

Así podemos seguir afirmando que la relación jurídica es un nexo


existente entre dos personas, el cual importa al derecho, pues produce
consecuencias que son reconocidas por el mismo. Además, dicha relación
existe en razón de los sujetos que vincula, mismos que son denominados
acreedor y deudor.

Por su parte, el maestro Fausto Rico Álvarez, define a la relación jurídica


como “el elemento que permite que el acreedor demande ante el deudor el
cumplimiento de la prestación prometida, y es con base en él, precisamente,
que las obligaciones se distinguen en civiles y naturales, pues en éstas falta la
coercibilidad que caracteriza a las primeras.”24

De lo anterior, se desprende que efectivamente la relación jurídica está


reconocida por el Derecho pues ocasiona consecuencias de derecho, es decir,
otorga la facultad para exigir coercitivamente el cumplimiento de la prestación a
que tiene derecho el acreedor. En efecto, el vínculo jurídico se caracteriza por
dos elementos, uno de ellos el “deber” de cumplir lo pactado, otro, la
“responsabilidad” o “coerción” como medio para obtener el cumplimiento
forzoso del deber incumplido.

Las dos características antes apuntadas se encuentran inmersas en la


doctrina como la Teoría del Shuld und Haftung, fundada en la necesidad de
proteger al acreedor en el caso de que el deudor incumpla y en la idea
económica de la obligación, es decir, en un inicio, existe el derecho del
acreedor de recibir lo que le es debido; pero en caso de incumplimiento, tendrá

23
Íbidem. P. 439.
24
Íbidem. p. 48.
15

derecho pedir la ejecución forzosa de su crédito, en razón de la responsabilidad


(haftung) que surge con dicho incumplimiento, la cual se resuelve en el estado
de sometimiento en que se colocan los bienes que forman el patrimonio del
deudor, mediante el cual, el acreedor puede hacer valer su derecho adoptando
medidas para su realización, con la finalidad de conseguir la satisfacción de su
interés; interés que había quedado pendiente de satisfacerse a causa del
incumplimiento.25

En suma, se puede concluir que la relación jurídica o vínculo jurídico es


el nexo existente entre dos sujetos, virtud el cual, uno de ellos, denominado
acreedor, tiene el derecho de obtener del otro sujeto, denominado deudor, una
prestación, incluso de forma coactiva en caso de incumplimiento.

De lo anterior se desprende la base de la prenda general tácita, que es


el derecho de todo acreedor, de hacer efectivo su crédito sobre los bienes
presentes y futuros de su deudor; Prenda General que, como puede apreciarse,
se traduce en una garantía tácita de la satisfacción del crédito del acreedor26.

Por prenda se entiende el Derecho Real constituido sobre un bien


enajenable para garantizar el cumplimiento de una obligación y su preferencia
en el pago.27 Definición que resulta del artículo 2856 del Código Civil para el
Distrito Federal.

Por otro lado, al referir la palabra tácita entendemos aquellas


manifestaciones indirectas que hacen entender el consentimiento o expresión
de voluntad en cierto sentido.

De lo anterior, podemos inferir que la prenda general tácita, se refiere al


derecho real, con que el acreedor cuenta sobre los bienes presentes y futuros

25
Cfr. Ibídem. P. 40.

26 Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. La Acción Pauliana. Editorial Porrúa. México 2007. P. 5.
27
Cfr. DE PINA, Rafael et al. Op cit. p. 414.
16

del deudor, hasta la fecha en que el deudor cumpla con su obligación voluntaria
o forzosamente; prenda tácita la cual se entiende en todas las obligaciones por
disposición de ley, sin que obste a lo anterior el derecho de las partes a
constituir en el momento de la contratación una garantía expresa.

En efecto, el artículo 2964 del Código Civil para el Distrito Federal,


establece literalmente lo siguiente: “El deudor responde del cumplimiento de
sus obligaciones con todos sus bienes, con excepción de aquellos que,
conforme a la ley, son inalienables o no embargables.”.

Del artículo antes transcrito se desprende la base legal del deber de


cumplimiento del deudor, así como el ámbito de aplicación de la Prenda
General Tácita, estableciendo un vínculo o nexo entre el sujeto activo de la
obligación, denominado acreedor, y los bienes que integran el patrimonio del
sujeto pasivo de la misma, identificado como deudor; es decir, en el artículo
antes mencionado se ha plasmado la prenda general tácita, con que el sujeto
activo de la obligación cuenta desde que adquiere la calidad de acreedor frente
a otra persona; la cual implica “el sometimiento del patrimonio del deudor al
poder coactivo del acreedor. Sin embargo, la afirmación anterior halla límite en
la prudencia que aconseja haber meditado más profundamente en sobre la
cuestión. En realidad el acreedor no tiene un poder absoluto sobre el patrimonio
del deudor, sino en la medida de que se lesione su derecho de crédito. Por
tanto, aquel no puede atrofiar impunemente, y de manera absoluta, el derecho
del deudor de seguir disponiendo de su patrimonio. El deudor sigue
conservando su autonomía patrimonial en la medida de que esta actividad no
perjudica a sus acreedores”.28

En efecto, por regla general, lo pactado entre unos, no puede afectar a


otros que no fueron parte en dicho pacto; por lo cual, el acreedor por el sólo
hecho de tener esa calidad frente a otro sujeto no puede afectar la esfera

28
MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. P. 5.
17

jurídica de éste último, sin que tal afectación se encuentre justificada; menos
aún, el acreedor puede afectar relaciones celebradas entre terceros y el deudor,
salvo cuando la ley así se lo permite.

No obstante lo anterior, la prenda general tácita se debe entender como


la garantía que el acreedor tiene sobre los bienes y derechos de los que sea
titular el deudor, para hacer efectivo su crédito, sin que pueda interferir aquel en
los derechos de éste último relacionados con los citados bienes y derechos,
salvo causa justificada prevista por la ley.

Lo anterior se puede apreciar en el contenido de los artículos 16, 830 y


840 del Código Civil para el Distrito Federal, que establecen el derecho del
propietario de disponer de sus bienes, con la única limitante de que no sea en
perjuicio de terceros, como pudieran ser sus acreedores.

Los artículos antes mencionados establecen literalmente lo siguiente:

“Artículo 16. Los habitantes del Distrito Federal tienen obligación de


ejercer sus actividades y de usar y disponer de sus bienes en forma
que no perjudique a la colectividad, bajo las sanciones establecidas en
este Código y en las leyes relativas.”
El artículo que se transcribe otorga el derecho a los habitantes del
Distrito Federal a ejercer sus actividades y a usar sus bienes como mejor les
aproveche, imponiendo a su vez la obligación de no perjudicar con ello a la
colectividad.

“Artículo 830. El propietario de una cosa puede gozar y disponer de ella


con las limitaciones y modalidades que fijen las leyes.”

Tal y como lo prevé el numeral antes transcrito, los gobernados


podemos disponer de los bienes de nuestra propiedad, siempre respetando
las normas que regulen la actividad o el uso que se les pretende dar, pues
dichas normas se encuentran dictadas en beneficio de la colectividad.
18

“Artículo 840. No es lícito ejercitar el derecho de propiedad de manera


que su ejercicio no dé otro resultado que causar perjuicios a un tercero,
sin utilidad para el propietario.”
El artículo antes aludido establece la ilicitud civil de cualquier acto
ejercido por el propietario de un bien, cuando fue ejecutado con el sólo
propósito de dañar a un tercero. Por lo que del cúmulo de Artículos antes
aludidos y transcrito puede sustraerse la protección que el estado otorga a
los particulares a través de la norma, bajo la premisa de que los actos
ejecutados por una persona, aún sobre sus propios bienes, no puede
lesionar intereses de terceros. Trasladando esta idea al caso en concreto,
podemos concluir que los actos celebrados por los deudores, no pueden
perjudicar los intereses de sus acreedores, lo que se traduce en aquello
denominado como prenda general tácita, que es una figura establecida en la
ley, la cual puede entenderse como la obligación que la ley impone a todo
deudor consistente en que antes de disponer de sus bienes presentes o
futuros, deberá satisfacer sus obligaciones, a fin de que los acreedores no
se vean perjudicados con esas disposiciones.

En efecto, la prenda general tácita es una disposición de la ley, que se


funda en la buena fe del acreedor y del deudor, la cual consiste en la confianza
o creencia de parte del acreedor y la promesa del deudor, de que éste último
cumplirá con su débito, cuenta habida que no emana de la voluntad de las
partes (autonomía privada), ya que aunque no se constituya una garantía
expresa para el cumplimiento de la obligación a cargo del deudor, el texto de la
ley, como defensa de la buena fe antes mencionada y principalmente del
acreedor, la establece. Siendo esta disposición o la necesidad de evitar que el
acreedor se vea defraudado, la base de la defensa del crédito, así como la
razón legal de la acción pauliana.
19

1.3. Naturaleza de la Acción Pauliana.

En principio, cabe señalar que no existe uniformidad en la doctrina o en


la legislación en cuanto a la naturaleza de la acción Pauliana, ya que, por un
lado, la conciben como acción de nulidad, mientras que en otro lado, la definen
como de revocación y en muy variados como de nulidad e indemnizatoria, entre
otras.

Por lo anterior, se señalará la naturaleza que le atribuyen a la acción que


nos ocupa, entrando al estudio de las acciones de inexistencia, nulidad,
revocación, resolución, de indemnización por daños y perjuicios, de
inoponibilidad y de ineficacia.

En primer término, es necesario señalar que se entiende por acto


jurídico; así pues, acto jurídico según el maestro Bonnecase, es “una
manifestación exterior de voluntad, bilateral o unilateral, cuyo fin directo es
engendrar, fundándose en una regla de derecho, en contra o en provecho de
una o varias personas, un estado, es decir, una situación jurídica general y
permanente, o, al contrario, un efecto de derecho limitado que conduce a la
formación, a la modificación o a la extinción de una relación de derecho”29.

De lo que se desprende que los actos jurídicos constituyen actuaciones


del hombre que pueden ser apreciadas en la realidad, es decir, que han sido
exteriorizadas, las cuales pueden provenir de una o más personas, teniendo
como fin, el producir efectos jurídicos, creando, transfiriendo, modificando o
extinguiendo situaciones, derechos u obligaciones.

Así pues, conforme a la definición antes transcrita, el acto jurídico


requiere, para tenerse como tal, de dos elementos: 1.- una o más voluntades
(consentimiento) y 2.- que esas voluntades tengan como fin producir

29
BORJA SORIANO, Manuel. Op. Cit. p. 84.
20

consecuencias sancionadas por el derecho (objeto);30 por lo que será


inexistente un acto cuando carezca de consentimiento o de objeto.

En este mismo sentido, la Teoría Clásica de las Ineficacias establece que


los actos pueden ser Inexistentes o Nulos; respecto de lo actos inexistentes,
dicha teoría sostiene que un acto será inexistente cuando le falte algún
elemento esencial, es decir, cuando le falte algún elemento que supone su
naturaleza o su objeto.31

Por su parte, el maestro Bonnecase señala que habrá inexistencia,


cuando “al acto jurídico le faltan uno o todos sus elementos orgánicos o
específicos. O sean los elementos esenciales, de definición.”,32 dichos
elementos esenciales o de definición, se reducen a dos, el primero es la
manifestación de la voluntad o acuerdo de voluntades (consentimiento) y, el
segundo, es el objeto del acto. Estos elementos se agrupan conforme a las
siguientes clases:

a) Psicológico: Que se representa por la manifestación de la voluntad


(unilateral) o el acuerdo de voluntades, bilateral, que en estricto sentido es el
consentimiento.

b) Materiales: Que pueden ser de dos formas:

1.- El objeto del acto, es decir, la cosa que se vende, lo que se paga o lo que se
ejecuta.

30
Cfr. GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Op. cit. p. 132.
31
Cfr. BORJA SORIANO, Manuel. Op. Cit. p. 94.
32
GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Op. cit. p. 150.
21

2.- La solemnidad, que es una especie de forma que deben revestir ciertos
actos en su celebración, los cuales son señalados expresamente por la ley; un
ejemplo de ello es el matrimonio.33

En este orden de ideas, como se señaló, para el maestro Bonnecase, en


ausencia de los elementos antes aludidos, el acto resulta inexistente.

Cabe señalar que la doctrina no es uniforme en cuanto a la postura de la


Inexistencia; en efecto, el maestro antes mencionado ha insistido siempre que
la inexistencia es la verdad de todos los siglos, a tal criterio se oponen otros
autores como el maestro Mazeaud, tachándola de falsa e inútil mientras que el
maestro Diez-Picazo la juzga como una construcción artificiosa de la doctrina
francesa.34

En efecto, no se puede hablar de un acto jurídico inexistente, pues ello


afirma y niega al mismo tiempo la existencia del mismo, pues para que un acto
sea llamado jurídico necesita reunir todos los elementos de existencia que la ley
señala, es decir, requiere nacer a la vida jurídica, aunque sea imperfecto. Es
por ello, que parte de la doctrina no admite la teoría de la inexistencia, pues
aunque reconocen que dicha figura rodea toda la teoría de las nulidades, la
misma no es útil ya que una vez que las partes han celebrado un acto el cual ha
producido efectos, resultaría ilógico tachar de inexistente al mismo, negando los
efectos que haya producido y dejando en estado de indefensión a alguna de las
partes al no poder obtener inmediatamente una restitución de lo que haya
entregado en cumplimiento al acto o negocio, como sí acontecería en la acción
de nulidad, ya sea absoluta o relativa. En otras palabras, resulta ilógico
pretender demandar o reclamar la declaración de inexistencia, pues si no
existe, nada tiene que declararse en ese sentido.

33
Cfr. Íbidem. p.p. 150 y 151.
34
Cfr. MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Teoría General de las Nulidades. 4ª edición. Editorial Porrúa.
México 2008. p. 11.
22

Así las cosas, la causa de pedir en la Acción Pauliana no reside en una


ausencia de consentimiento o de objeto, sino en el perjuicio del acreedor
accionante, ocasionado por un acto ejecutado en fraude de acreedores; el cual,
dicho sea de paso, existe, es válido y oponible al acreedor, ya que si no fuera
existente, ningún perjuicio ocasionaría al acreedor.

En razón de lo anterior, señalaremos que la Acción Pauliana no es una


acción tendiente a obtener una declaración de inexistencia, habida cuenta que
el acto del deudor impugnado por el acreedor es un acto real y, por tanto, ya
nació a la vida jurídica, produciendo efectos jurídicos, los cuales dañan o
perjudican al acreedor.

Ahora bien, la Acción Pauliana es tratada por algunos autores, como una
acción de nulidad, sin embargo, a nuestro juicio no puede ser catalogada
como tal, en razón de lo siguiente:

Conforme al maestro Bonnecase, hay nulidad “cuando el acto jurídico se


ha realizado imperfectamente en uno de sus elementos orgánicos, aunque
éstos, se presentan completos.”35

De lo que se desprende, que la nulidad se desenvuelve ya en la vida del


acto, pues parte del hecho de que se ha realizado o ha nacido el acto a la vida
jurídica, aunque imperfecto o enfermo.

Asimismo, la nulidad puede tener grados, a saber, Absoluta o Relativa; la


nulidad absoluta se establece en beneficio del interés general, y se presenta
cuando el acto contraviene leyes prohibitivas o de interés público; este tipo de
nulidad permite al acto producir sus efectos provisionalmente, ya que una vez
declarada por resolución judicial, serán destruidos retroactivamente; puede
invocarse por cualquier interesado, no desaparece por la confirmación del acto,
ni por prescripción.

35
GUTIÉRREZ Y GONZÁLEZ, Ernesto. Op. cit. p. 150.
23

Por su parte, la nulidad relativa, según el mismo maestro, es toda nulidad


que no encuadre en la hipótesis de la nulidad absoluta; esta nulidad está
regulada en favor de personas determinadas, las cuales son las únicas que
pueden alegar dicha nulidad; esta es convalidable por confirmación o
prescripción; requiere ser declarada por una autoridad judicial y al igual que la
absoluta, destruye los efectos del acto retroactivamente.36

Cabe señalar que la consecuencia de la procedencia de la acción de


nulidad será la restitución recíproca de lo que han recibido o percibido las
partes en virtud o por consecuencia del acto anulado, siempre que la acción sea
ejercitada por uno de los contratantes.

Conforme lo anterior, podemos preciar ciertas diferencias entre la acción


pauliana y la de nulidad:

1.- Mientras en la acción de nulidad el acto jurídico está viciado en


alguno de sus elementos, en la acción pauliana, el acto impugnado es válido y
eficaz, además de oponible al acreedor, lo que lo legitima para atacarlo.

2.- En la acción de nulidad, las partes quedan obligadas a restituirse lo


que en virtud del acto recibieron o percibieron, cuando la acción es ejercitada
por un contratante, mientras que en la acción pauliana, la acción es ejercitada
por un tercero en beneficio del cual, de ser procedente la acción, se reintegrará
al patrimonio del deudor el bien que había salido del mismo con motivo del acto
atacado, hasta el monto del crédito del acreedor actor.

3.- La restitución de lo recibido o percibido derivado del acto anulado,


beneficia a cualquier acreedor, pues frente a cualquier persona los bienes
reintegraron al patrimonio del deudor; mientras que la restitución que produce la
acción pauliana es única y exclusivamente en beneficio del acreedor o
acreedores que hayan intentado la acción.

36
Cfr. Íbidem. p.p. 154 y 155.
24

4.-La acción de nulidad absoluta produce la destrucción retroactiva de los


efectos del acto o negocio jurídico, sin embargo, la pauliana no destruye dichos
efectos, ya que el acto entre el deudor y el tercero subsistirá en cuanto al
excedente del crédito del acreedor.

5.- La acción de nulidad relativa se da únicamente se concede a las


partes que intervinieron en el acto o negocio, sin embargo, como se aprecia, la
acción pauliana se otorga en beneficio de un tercero como lo es el acreedor del
deudor.

Es por lo anterior que la acción pauliana no es una acción de nulidad, no


obstante que parte de la doctrina la señala como tal, pues como se vio la acción
pauliana se funda en lo dañino del acto celebrado en perjuicio de acreedores,
mientras que la nulidad sanciona conductas antijurídicas que lesionan intereses
públicos o privados, cuando la Ley lo permite.

Por otro lado, parte de la doctrina, señala a la acción pauliana como una
acción revocatoria, bajo el argumento de que el Juez debe revocar los actos
celebrados en fraude de acreedores.

Al respecto, cabe señalar que la revocación es una figura de naturaleza


unilateral, a través de la cual, por voluntad de una persona se dejan sin efectos
un acto o negocio jurídico unilateral previo, llevado a cabo por la misma
persona, cuando la Ley lo permite. Por revocación entendemos la facultad de
una persona de cancelar su evocación o declaración previa.

En virtud de esta figura, un negocio jurídico que ha nacido perfectamente


válido puede interrumpir ex-nunc la producción normal de sus efectos merced a
una nueva declaración volitiva unilateral. El Diccionario Jurídico Mexicano
define a la revocación como un “acto jurídico que deja sin efecto otro anterior
por voluntad del otorgante. La revocación es una de las formas de terminación
25

de los contratos o de extinción de los actos jurídicos por voluntad del autor o de
las partes”37

Los actos que principalmente admiten ésta figura como extintiva de los
mismos, son los testamentos y las donaciones, en los casos que la Ley lo
prevé, casos que obedecen a aspectos morales, como la ingratitud de los
donatarios.

Así las cosas, la acción pauliana no se funda en una declaración


unilateral de la voluntad del acreedor que la intenta, sino en el daño ocasionado
por el deudor a través del acto o negocio jurídico atacado.

Por otro lado, la acción pauliana también ha sido tildada de acción de


resolución; así pues, la Resolución, es la figura a través de la cual un
contratante puede privar de efectos a un acto o negocio jurídico, por el
incumplimiento de la otra.

La voz resolución proviene de la palabra latina resolutio, de resolveré,


que significa resolver, desatar o desligar, es decir, dar por terminado. El
maestro Rafael Álvarez Vigaray, afirma que la resolución “es el derecho de
impugnación del contrato bilateral, ejercitable por la parte cumplidora, mediante
demanda judicial o por declaración dirigida a la otra parte y encaminadas a
producir la extinción (generalmente retroactiva) del contrato, por haber
desaparecido la composición de intereses inicial en el contrato, en virtud del
incumplimiento culpable de la otra parte.”. Por su parte el tratadista Alberto G.
Spota señala que la resolución contractual “constituye una causa de extinción
del negocio jurídico que no emana de un vicio de éste, sino de un
incumplimiento contractual”; aunado lo anterior, el autor Raymundo M. Salvat

37
MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Teoría General de las Nulidades. 4ª edición. Editorial Porrúa.
México 2008. P. 11.
26

sostiene que “La resolución es la extinción de un contrato en virtud de una


estipulación expresa o implícita contenida en el mismo…”.38

De lo que se puede concluir que la Resolución es el derecho otorgado a


una parte contratante, para extinguir un contrato a causa de incumplimiento del
otro contratante.

Así las cosas, en la doctrina se reconocen tres causas de resolución, a


saber:

1.- Resolución por Incumplimiento, que a su vez se divide en tres


supuestos:

a) El primero se traduce en la facultad de una de las partes de pedir el


cumplimiento o ejecución forzosa del contrato o negocio o bien, a elección de la
misma, la resolución del mismo.

La elección antes señalada hace importante aclarar que si el afectado


por el incumplimiento del otro contratante opta por la resolución del contrato no
podrá optar después por la ejecución forzosa del contrato; sin embargo, en el
caso contrario, si opta por el cumplimiento forzoso del acto o negocio y éste no
resultare posible, podrá pedir la resolución del mismo.

En la Doctrina se sostiene que conforme a éste supuesto, la parte


cumplidora del negocio podrá fijar a la otra parte un término para cumplir con el
negocio, mediante notificación que se le haga a ésta, para que una vez
concluido el plazo sin que se haya verificado el cumplimiento del negocio, se
tenga por resuelto el contrato.

Lo anterior pugna con el marco Constitucional de nuestro derecho,


particularmente con el artículo 17 que entraña la intención del Legislador de que
toda controversia suscitada en el territorio nacional, sea resuelta por un Juez, al

38
Ibídem. P. 318.
27

disponer que “ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer
violencia para reclamar su derecho”.

b) El segundo supuesto se encuentra inmerso en la exceptio inadempliti


contractus, que se explica como la negativa al cumplimiento de lo que se obligó,
en función del incumplimiento de la otra parte.

c) Finalmente, el tercer supuesto se explica como la faculta de suspender


el cumplimiento de la prestación a cargo de una parte cuando por una alteración
en las condiciones económicas de la contraria, se pone en peligro el
cumplimiento de la contraprestación.

2.- Resolución por Imposibilidad Superveniente. Ésta se refiere a los


contratos con prestaciones recíprocas y opera facultando al otro contratante
para liberarse de la obligación con base en el incumplimiento de la obligación
de la otra parte a causa de una imposibilidad sobrevenida que recaerá sobre la
contraprestación pactada en el contrato.

3.- Resolución por Onerosidad Excesiva. Sólo opera en actos o negocios


de tracto sucesivo, a fin de reconducir a la equidad.39

Esta causa de resolución se presenta cuando por circunstancias ajenas a


la voluntad del deudor, las prestaciones que éste tiene que otorgar se vuelven
demasiado onerosas, en proporción a lo que se obligó su contraparte, a grado
tal que de haber predominado las mismas en el momento de la contratación, el
deudor no habría contratado en esos términos; por lo anterior, se faculta al
deudor para pedir la reducción equitativa de la obligación.

La facultad antes apuntada se traduce en la cláusula conocida como


Rebus Sic Stantibus, está en contradicción con el Pacta Sunt Servanda
(Cualquier Pacto debe ser observado por las partes), pues postula que la fuerza

39
Cfr. Íbidem. p. 159.
28

obligatoria del contrato perdura sólo en tanto que las circunstancias


permanezcan tal y como eran al momento de la celebración del acuerdo.40

Nuestro Código Civil vigente recoge el supuesto señalado en el inciso a)


de la primera causa de resolución, al disponer literalmente lo siguiente:

“Artículo 1949. La facultad de resolver las obligaciones se entiende


implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no
cumpliere lo que le incumbe.
El perjudicado podrá escoger entre exigir el cumplimiento o la
resolución de la obligación, con el resarcimiento de daños y perjuicios
en ambos casos. También podrá pedir la resolución aún después de
haber optado por el cumplimiento, cuando éste resultare imposible.”
De lo antes expuesto se puede concluir que la Resolución es una figura a
través de la cual se extingue el acto o negocio, básicamente por el
incumplimiento de la obligación por una de las partes contratantes. Por ello, la
facultad de resolver las obligaciones sólo se da en favor de la parte contratante
perjudicada con el incumplimiento de la otra.

De esta forma, también podemos concluir que la acción pauliana no


puede clasificarse como una resolución, pues como se dijo, no se ejercita por
un contratante, sino por un tercero que es el acreedor perjudicado con el acto
fraudulento y, además, no se funda en el incumplimiento de las obligaciones del
acto o negocio celebrado en perjuicio del acreedor, sino en la imposibilidad del
acreedor para hacer efectivo su crédito a causa de la celebración del acto
impugnado.

Aunado lo anterior, la acción pauliana ha pretendido ser catalogada como


una acción indemnizatoria por daños y perjuicios; al respecto cabe señalar
que dicha acción indemnizatoria, tiene como fin restablecer las cosas al estado
que guardaban antes del daño, mediante la restitución de los daños y el pago
de los perjuicios.

40
Cfr. RICO ÁLVAREZ, Fausto. Et Al. Op. Cit. P. 188.
29

Al respecto cabe aclarar que por daño se entiende la pérdida o


menoscabo sufrido en el patrimonio por falta de cumplimiento de una
obligación, tal y como lo refiere el artículo 2108 del Código Civil.

Por su parte, el artículo 2109 del mismo Ordenamiento Legal citado,


define al perjuicio como la privación de cualquier ganancia lícita que debiera
haberse obtenido con el cumplimiento de la obligación.

La fuente de la obligación de indemnizar los daños y perjuicios se


encuentra prevista por el artículo 1910 del Código Civil para el Distrito Federal,
que al efecto dispone lo siguiente: “El que obrando ilícitamente o contra las
buenas costumbres cause daño a otro, está obligado a repararlo, a menos que
demuestre que el daño se produjo como consecuencia de culpa o negligencia
inexcusable de la víctima”.

Asimismo, cabe precisar que los supuestos de procedencia de la acción


de mérito, son los siguientes:

a) LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA (RIESGO CREADO), previsto por


el artículo 1913 del Código Civil, que prevé lo siguiente:

“Artículo 1913. Cuando una persona hace uso de mecanismos,


instrumentos, aparatos, vehículos automotores o substancias
peligrosas por sí mismos, por la velocidad que desarrollen, por su
naturaleza explosiva o inflamable, por la energía de la corriente
eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, está obligada a
responder del daño que cause, aunque no obre ilícitamente, a no ser
que demuestre que ese daño se produjo por culpa o negligencia
inexcusable de la víctima.
“En todos los casos, el propietario de los mecanismos, instrumentos,
aparatos, vehículos automotores o sustancias peligrosas, será
responsable solidario de los daños causados.”
b) DAÑO MORAL, regulado por el artículo 1916 del Código Civil que al
efecto señala:

“Artículo 1916. Por daño moral se entiende la afectación que una


persona sufre en sus sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor,
30

reputación, vida privada, configuración y aspecto físicos, o bien en la


consideración que de sí misma tienen los demás. Se presumirá que
hubo daño moral cuando se vulnere o menoscabe ilegítimamente la
libertad o la integridad física o psíquica de las personas.
“Cuando un hecho u omisión ilícitos produzcan un daño moral, el
responsable del mismo tendrá la obligación de repararlo mediante una
indemnización en dinero, con independencia de que se haya causado
daño material, tanto en responsabilidad contractual como
extracontractual. Igual obligación de reparar el daño moral tendrá quien
incurra en responsabilidad objetiva conforme a los artículo 1913, así
como el Estado y sus servidores públicos, conforme a los artículos
1927 y 1928, todos ellos del presente Código.
“La acción de reparación no es transmisible a terceros por acto entre
vivos y sólo pasa a los herederos de la víctima cuando ésta haya
intentado la acción en vida.
“El monto de la indemnización lo determinará el juez tomando en
cuenta los derechos lesionados, el grado de responsabilidad, la
situación económica del responsable, y la de la víctima, así como las
demás circunstancias del caso.
“Derogado.”
c) LOS HECHOS ILÍCITOS, regulado por el artículo 1910 del Código Civil
antes transcrito.

d) EL ABUSO DE UN DERECHO, previsto por el artículo 1912 del


Ordenamiento Legal en cita, que dispone:

“Artículo 1912. Cuando al ejercitar un derecho se cause daño a otro,


hay obligación de indemnizarlo si se demuestra que el derecho sólo se
ejercitó a fin de causar el daño, sin utilidad para el titular del derecho.”
Así pues, se considera que la Naturaleza de la Acción Pauliana no puede
ser Indemnizatoria, habida cuenta que el acto celebrado entre el deudor y el
tercero en fraude de acreedores no constituye un riesgo creado, pues no
constituye el uso de mecanismos, instrumentos, aparatos, vehículos
automotores o substancias peligrosas por sí mismos, por la velocidad que
desarrollen, por su naturaleza explosiva o inflamable, por la energía de la
corriente eléctrica que conduzcan o por otras causas análogas, ni mucho
31

menos un daño moral, por no atentar contra los sentimientos, afectos,


creencias, decoro, honor, reputación, vida privada, configuración y aspecto
físicos, o bien en la consideración que de sí misma tienen los demás.

A mayor abundamiento, aunque se pretendiera sostener la naturaleza


indemnizatoria de la acción pauliana por la existencia de mala fe o por la
intención de defraudar a los acreedores, ello no sería suficiente pues sólo
explicaría la procedencia de la misma en el caso de los actos onerosos, pero no
así en los actos gratuitos donde procede la acción aun cuando exista buena fe
por parte del deudor y del tercero que contrató con él, por lo que se concluye
que la acción pauliana no es una acción tendiente a la indemnización de daños
y perjuicios.

No obsta a lo anterior, que el artículo 2169 prevea literalmente lo


siguiente:

“Artículo 2169. El que hubiere adquirido de mala fe las cosas


enajenadas en fraude de los acreedores, deberá indemnizar a éstos de
los daños y perjuicios, cuando la cosa hubiere pasado a un adquirente
de buena fe, o cuando se hubiere perdido.”
En efecto, el artículo antes trascrito no puede servir de fundamento para
esclarecer la naturaleza de la acción pauliana, pues tan sólo prevé una especie
de cumplimiento sustituto a través de la indemnización de daños y perjuicios,
cuando no obstante haber acreditado la procedencia de la acción pauliana, el
bien enajenado en fraude de acreedores adquirido de mala fe ha pasado a
manos de un adquiriente de buena fe o cuando se hubiere perdido.

En diverso sentido, al pretender fijar la naturaleza de la acción Pauliana,


algunos han pretendido incorporarla a la inoponibilidad.

Sobre la figura de la inoponibilidad el maestro Luigi Cariota Ferrara


señala que “se tiene inoponibilidad del negocio cuando no puede tener valor
contra el tercero, en el sentido de que respecto de éste las cosas se hallan
32

como si el negocio no existiere; su situación jurídica no está influida en absoluto


por el negocio”,41

Cabe precisar que la inoponibilidad tiene un contenido eminentemente


preferencial, pues tal y como se desprende de la definición antes transcrita, se
tendrá como inoponible aquel negocio que no puede valer respecto a un
tercero, cuya situación jurídica no está influida por el negocio, es decir, la
inoponibilidad presupone la ausencia de un perjuicio al tercero. Además,
también es importante precisar que al referir que las cosas se mantendrán
como si el negocio no existiera, se está reafirmando que el derecho del tercero
(acreedor) no se ve si quiera amenazado por el acto inoponible.

Podemos distinguir como causa de inoponibilidad, la ausencia de


requisitos de publicidad establecidos en beneficio de terceros.

En esta tesitura, la inoponibilidad no es una sanción pues no tiene como


fin modificar o destruir el acto inoponible, sino únicamente es la figura a través
de la cual se reconoce la prevalencia del derecho adquirido por un tercero
frente a otro acto.

De lo anterior tenemos que la acción pauliana no tiene la naturaleza de


inoponibilidad, habida cuenta que un acto inoponible no reporta perjuicio alguno
al tercero, precisamente por no haber cumplido con ciertos requisitos previstos
por la Ley que para darlo a conocer a terceros a fin de que les sea oponible,
mientras que el acto o negocio combatido por la Acción Pauliana sí le es
oponible al acreedor, afectando el derecho de éste inclusive al grado de
imposibilitar su realización, al estar revestido de todos los requisitos que la Ley
establece para ser válido y eficaz frente a terceros; de ahí que la inoponibilidad
de un acto o negocio no requiere para su reconocimiento del ejercicio de una
acción al ser dicha inoponibilidad inherente al mismo, mientras que los efectos

41
MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Op. Cit. p. 357.
33

del remedio Pauliano objeto de nuestro estudio, requieren de la declaración


judicial previo el ejercicio de la acción.

Finalmente, otro sector de la doctrina, ha catalogado a la acción


pauliana, como una acción de ineficacia; así pues, la ineficacia se traduce en
la idea de algo que no ha producido, debía o podía producir, es decir, una
carencia de efectos o de resultados, una expectativa –en suma- que no llegó a
culminar. Analógicamente, el contrato ineficaz supone una frustración del
propósito querido y buscado por las partes negociantes. En tal virtud, la figura
contractual elegida ha resultado, por la causa que fuere, inservible o inútil para
los fines que se esperaban obtener.42

De lo anterior tenemos que la ineficacia no es una sanción pues no tiene


como fin modificar o destruir el acto, sino únicamente es la figura a través de la
cual se reconoce la carencia de efectos de un acto jurídico válido e
inimpugnable.

Al respecto resulta oportuno citar los siguientes argumentos que esgrime


el autor Emilio Betti para diferenciar la invalidez de la ineficacia:

“Un negocio de la vida real puede o no ser apto para desplegar, al menos en
forma duradera, todos los efectos que el Derecho acompaña al tipo abstracto a
que aquel pertenece. La calificación de inválido o ineficaz que entonces se le
adjudica, presupone, precisamente un cotejo, entre el negocio concreto que se
considera y el tipo o género de negocio que éste pretende representar. Y
expresa una apreciación negativa que es, en cierto modo, el reverso de aquella
otra, positiva, que hace la ley respecto al negocio-tipo, al que faculta para
producir nuevas situaciones jurídicas. El juicio negativo puede depender, tanto
de que la circunstancia de los elementos constitutivos y los presupuestos
concomitantes del negocio concreto no correspondan a los elementos
esenciales y a los presupuestos necesarios del tipo legal, como del hecho de

42
Cfr. Íbidem. p. 337.
34

que, aun no faltando la necesaria correspondencia entre unos y otros, se


opone, sin embargo, a la producción de los efectos propios del tipo legal, un
impedimento extraño al negocio concluido, en sí considerado.

“De aquí la distinción elaborada por la doctrina entre invalidez e ineficacia en


sentido estricto. Alguno niega que esta distinción sea operante y útil. Y se
puede convenir en que su utilidad es, al menos, predominantemente, expositiva
y sistemática; el negocio es nulo no es ineficaz de manera distinta al ineficaz en
sentido estricto. Pero la distinción aun si su cometido sea únicamente el de
aportar orden y claridad al estudio de los varios y complejos fenómenos de la
ineficacia del negocio jurídico, es siempre igualmente indispensable. Es
evidente la oportunidad de clasificar diferentemente la carencia de efectos,
según que dependa de efectos intrínsecos o de circunstancias extrínsecas al
negocio jurídico, en sí considerado; ponderables, los primeros, en el momento
mismo en que el negocio o debe tomar en vigor; los segundos, en cambio, sólo
sobre el negocio concluido y perfecto, y tales que dan lugar a la caducidad. El
criterio discriminador es el ahora enunciado. Se denomina inválido,
propiamente, el negocio en el que falte o se encuentre viciado alguno de los
elementos esenciales, o carezca de uno de los presupuestos necesarios al tipo
de negocio al que pertenece. Invalidez es aquella inidoneidad para producir los
efectos esenciales del tipo que deriva de la lógica correlación establecida entre
requisitos y efectos por el dispositivo de la norma jurídica y es, conjuntamente,
la sanción del deber impuesto a la autonomía privada de utilizar medios
adecuados para la consecución de sus fines propios. Se califica, en cambio, de
simplemente ineficaz el negocio en el que están en regla los elementos
esenciales y los presupuestos de validez cuando, sin embargo, impida su
eficacia una circunstancia de hecho extrínseca a él.”43

De lo anterior se desprende que, en estricto sentido, la ineficacia de un


negocio jurídico es un criterio o tratamiento jurídico aplicable al mismo, no así

43
BETTI, Emilio. Op Cit. P. 348 y 349.
35

una sanción. Dicho tratamiento está constituido por el análisis o comparación


entre el negocio creado por las partes y el tipo previsto en la Ley al cual se
quisieron sujetar las partes, a fin de establecer si el negocio valorado en sí
mismo puede producir los efectos previstos por el tipo previsto por la Ley o no.

En la Doctrina el maestro Sánchez Medal cree que:

“Hay veces que aunque el contrato en sí mismo sea válido e inimpugnable,


porque tenga todos sus elementos de existencia y de validez ya indicados; sin
embargo, dicho contrato no puede producir efectos que son propios de ese
contrato. Esta ineficacia del contrato en cuestión obedece a que le falta un
presupuesto de eficacia, el cual debe ser de distintas clases: un presupuesto
voluntario, como la condición o bien un presupuesto legal, como la
legitimación.”44

De lo anterior se puede desprender el hecho de que la ineficacia


presupone, en primer lugar, que el negocio analizado es válido, es decir que no
puede ser nulo o anulable y, en segundo lugar, que el mismo es inimpugnable,
es decir, que se encuentra constituido perfectamente y que no existe causa
para atacarlo, pero que sin embargo, no produce efectos por no encontrarse
cumplido algún pacto entre partes o requisito previsto por la Ley para
desencadenar sus efectos, tales como la condición a que refiere el Autor antes
señalado o la muerte del testador en el caso del testamento.

Así las cosas, la ineficacia estricto sentido puede entenderse como la


ausencia de efectos en un negocio jurídico, no obstante su validez e
inimpugnabilidad, por causa legal o convencional y se entiende inter partes,
pues tiene como fin verificar la producción de efectos de un negocio jurídico,
frente al tipo general previsto en la Ley, el cual de ser ineficaz será inoponible a
terceros.

44
MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Op. Cit. P. 339.
36

Por lo anterior, la acción pauliana no puede tener la naturaleza de una


acción de ineficacia en estricto sentido, pues si bien con la procedencia de la
acción quedará sin efectos el negocio impugnado, ello no puede servir de base
para sostener tal naturaleza, pues un negocio nulo, uno resuelto, uno revocado
o uno caduco, también carece de efectos y no por ello la acción en base a la
cual se impugnó es de ineficacia.

1.4. Elementos de la Acción Pauliana.

A continuación, pasaremos a estudiar cada uno los Elementos


Constitutivos de la Acción Pauliana, haciendo las anotaciones respectivas que
servirán de base para el planteamiento del problema y propuesta de solución
que se formula en el presente trabajo.

El elemento central del negocio jurídico es el contenido de la declaración


del comportamiento45, este contenido está caracterizado por las convenciones
de las partes, realizadas conforme a la autonomía privada46 con que cuentan
con los particulares al momento de contratar; dichas convenciones se traducen
en innumerables prestaciones que las partes pueden acordar en beneficio de
cada una.

Las convenciones antes mencionadas pueden consistir en prestaciones


de dar, hacer y no hacer. Las primeras se refieren a la entrega de una cosa
cierta y determinada o determinable; las segundas se traducen en la ejecución
de un hecho ya sea por el propio deudor o incluso a cargo de un tercero por
cuenta del deudor; finalmente las prestaciones de no hacer se explican como la

45
Cfr. BETTI, Emilio. Op. cit. p. 119.
46
La autonomía privada es la libertad con que cuentan los particulares para establecer un marco de
derechos y obligaciones, con la única limitante de que no podrán renunciar a derechos de carácter público,
ni ir en contra de las buenas costumbres ni la moral, reconocida por el artículo 1839 del Código Civil para
el Distrito Federal.
37

abstención de ejecutar actos o tolerar la ejecución de ciertos actos del acreedor,


por ejemplo, en no desposeer al arrendatario del bien arrendado.

Estos tres tipos de prestaciones contienen un carácter patrimonial pues


pueden ser valoradas en económicamente; en efecto, el objeto de los contratos
debe:

1. Existir en la naturaleza;

2. Ser determinada o determinable en cuanto a su especie; y

3. Estar en el comercio.

De esta forma, podemos aclarar que el interés en que tiene el acreedor


para que se cumpla la prestación que le es debida, puede o no ser de carácter
patrimonial, puede tener un carácter meramente moral, mientras que la
prestación en sí misma siempre será objeto de valoración pecuniaria.

Así pues, el crédito consiste en la prestación que una persona


denominada deudor, está obligada a entregar a otra denominada acreedora.

Así, Rafael de Pina en su “Diccionario de Derecho” define al crédito como


el Derecho que tiene una persona (acreedora) de recibir de otra (deudora), la
prestación a que ésta se encuentra obligada.47

El crédito en estricto sentido es una obligación de dar, pues representa


siempre numerario, es decir, constituye una obligación de dar una cantidad
cierta; así, el crédito en todo momento tiene un carácter patrimonial en sí
mismo.

Ante esto, el CRÉDITO es el primer elemento de la acción pauliana y es


la base de la misma, pues debe existir el derecho al cobro de parte del acreedor
para poder justificarse una afectación de la esfera patrimonial del deudor y de

47
Cfr. DE PINA, Rafael, et al. Op cit. P. 203.
38

un tercero con el que contrate éste último. Además, el crédito debe revestir
ciertas características que la propia Ley establece.

En efecto, el crédito o prestación que le es debida al acreedor debe de


EXISTIR, es decir, debe surgir del consentimiento de las partes, acreedor y
deudor, o bien, surgir de una causa extracontractual; asimismo, el objeto de
dicha prestación debe existir en la naturaleza, ser determinado o determinable
en su especie y debe estar en el comercio.

Lo anterior, es lo único que en la práctica se requiere para obtener la


procedencia de la Acción Pauliana; sin embargo a nuestro juicio, no sólo deben
ser probados los elementos de existencia, sino también debe probarse la
legitimación del acreedor, es decir, se debería exigir como elemento constitutivo
de la acción, el reconocimiento judicial, previo o en el mismo juicio, del carácter
formal de acreedor, ya que la Acción Pauliana podría ser usada para el fin que
pretende combatir, el fraude de acreedores.48

El crédito a su vez, debe de ser VÁLIDO, es decir, debe cumplir con los
requisitos que la Ley le impone a las partes para que sea válido, es decir, debe
ser pactado por personas con capacidad y legitimación para contratar, estar
libre de vicios la voluntad de los contratantes, ser lícito en su motivo o fin y debe
revestir la forma que la Ley prevé para su manifestación.

De esta forma, si el crédito está afectado de nulidad absoluta, no podrá


demandar la rescisión del acto jurídico celebrado por el deudor; pero para el

48
Debe distinguirse entre carácter material de acreedor (el que se da por el simple hecho de tener el
instrumento que ampara el negocio jurídico) y formal (el que se da una vez reconocido judicialmente) de
acreedor, pues podría darse el caso de que se suscriba un título para simular el carácter de acreedor, ante
la facilidad de la elaboración de este tipo de documentos, para así demandar la rescisión de los actos
celebrados por el deudor con un tercero, ya que cualquier alegación en relación con la existencia o
vigencia del crédito, tales como la simulación o pago, se reservarían para hacerlas valer en el juicio donde
se exija el pago, máxime si tomamos en consideración que la acción pauliana tal y como se encuentra
regulada, sólo busca la consolidación o conservación del patrimonio del deudor.
39

caso de que el crédito esté viciado de nulidad relativa, deberá purgar los vicios
antes de ejercitar la Acción Pauliana.49

Cabe precisar, que para la procedencia de la Acción Pauliana, no se


requiere que el crédito sea EXIGIBLE, partiendo de la base de que si la acción
Pauliana se basa en la insolvencia del deudor, éste ha perdido el derecho a
usar el plazo; razón por la cual, el acreedor podrá ejercitar válidamente la
acción que nos ocupa, a pesar de que aún no haya llegado la fecha de
vencimiento del crédito.

Aunado lo anterior, para el Licenciando Fernando Martínez García de


León, la LIQUIDEZ del crédito no es necesaria para ejercitar la Acción Pauliana,
pues el artículo 2163 del Código Civil para el Distrito Federal, no prevé ese
requisito para que proceda la acción; robusteciendo lo anterior dicho autor, con
el argumento consistente en que la liquidez de la deuda sólo repercute en el
momento en que se determine el monto a revocar del acto reclamado y no así
al momento de la presentación de la demanda.50

Así pues, a nuestro juicio, no le asiste la razón al autor antes citado, ya


que si conforme a la actual regulación de la acción pauliana es necesario
acreditar la insolvencia del deudor o su agravamiento a casa de sus actos
jurídicos, y que la insolvencia existe, en términos del artículo 2166 del Código
Civil para el Distrito Federal, cuando la suma de los bienes y créditos del
deudor, estimados en su justo precio, no iguala al importe de sus deudas,
resulta indudable que sí es necesario al menos contar con la cantidad líquida de
la obligación principal, pues para alegar la insolvencia es necesario saber al
menos a cuánto asciende la deuda del acreedor, para poder determinar
conforme al patrimonio del deudor si existe un estado de insolvencia; siendo

49
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. P. 28.
50
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. p. 29.
40

esta objeción una razón más por la cual en el siguiente capítulo se sostiene que
la insolvencia no puede ser el núcleo o causa de pedir de la acción pauliana.

Aunado lo anterior, el crédito del acreedor que intenta la Acción Pauliana,


DEBE DE SER ANTERIOR AL ACTO FRAUDULENTO, ya que los bienes que
salieron del patrimonio del deudor con antelación a la celebración del acto
jurídico, no pueden ser perseguidos a través de ésta acción, al haber aceptado
el acreedor contratar o negociar con su deudor en el estado en que se
encontraba el patrimonio de éste último y, ante ello, no sería válido pretender
afectar situaciones creadas con anterioridad al derecho del acreedor.

En este mismo aspecto, se pretende la opción de conceder la Acción


Pauliana a los acreedores cuyo crédito es posterior al acto de enajenación del
deudor, cuando desconocieron que dicha enajenación fue anterior, o bien,
contrataron pensando que un determinado bien estaba en el patrimonio del
deudor;51 dicho supuesto a nuestro juicio no es materia de acción pauliana, por
dos razones, la primera, la anterioridad del crédito es un requisito elemental de
la acción pauliana, al cual no puede ser relevado el acreedor bajo el argumento
de que desconocía la enajenación del bien, pues el mismo aceptó contratar sin
constituir una garantía sobre el inmueble cuya salida del patrimonio del deudor
pretende desconocer, lo cual sólo le es imputable al mismo y, la segunda,
porque el desconocimiento de ese hecho se traduce en un error irrelevante o
error de ignorancia pues se refiere a una expectativa de pago y no así a un
elemento esencial del contrato o al motivo determinante de la voluntad; dicho
error indiferente si bien perjudica a quien lo sufre, no lo excusa o le da acción
para anular un acto celebrado bajo ese error.

En efecto, el error es un vicio que afecta la autonomía de la voluntad, el


cual consiste en una creencia contraria a la realidad; sin embargo, no todo error
produce la nulidad del acto. Así las cosas, sólo los errores llamados obstáculo y

51
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. p. 31.
41

error motivo producen la inexistencia o nulidad absoluta y la nulidad relativa,


respectivamente, sin que el error indiferente produzca efecto alguno destructor
del acto.

De esta forma, al celebrar el acto jurídico con la falsa representación de


que en caso de incumplimiento se podría saldar el crédito con un bien, que no
se sabía salió del patrimonio del deudor con anterioridad, no vicia la voluntad ni
la destruye, pues recae en cuestiones esenciales del contrato ni en el motivo
determinante.

Ahora bien, para el caso de que se quisiera sostener, como lo hace el


autor antes citado, que el desconocimiento de la enajenación de determinado
bien es una causa que legitima para ejercitar la Acción Pauliana, habrá que
decirse que de ninguna forma sería acción pertinente la pauliana, sino la de
nulidad.

En suma, el crédito debe ser anterior al acto fraudulento en perjuicio de


acreedor, pues de otro modo, el acreedor no podría acceder al remedio
pauliano.

Por otro lado, dentro de ésta misma característica de anterioridad, cabe


la duda de si el crédito debe ser de fecha cierta, pues ante tal laguna en la
regulación de la Acción Pauliana, dicha acción se podría prestar para cometer
actos fraudulentos en perjuicio de los acreedores, a pesar de que esta creada
precisamente para combatirlos.

Así las cosas, ante el problema antes apuntado del abuso de la acción
pauliana, creando actos jurídicos simulados con el único fin de defraudar
acreedores, es que se propone que el acreedor obtenga el reconocimiento
formal de acreedor, ya sea en juicio previo en contra del deudor, en ejercicio de
la acción que origine el incumplimiento del negocio que hayan celebrado, o
bien, en el mismo juicio pauliano, donde el Juzgador estará obligado a conocer
de las cuestiones sobre la eficacia del crédito, tales como el pago o la
42

compensación, en caso de existir, pues no podría hablarse de un perjuicio al


acreedor si ya se efectúo el pago o si el acreedor a su vez tiene una obligación
para con el deudor la cual, incluso a través de la compensación pudiera llegar a
extinguir la del acreedor.

El segundo elemento de la Acción Pauliana, es el consistente en


acreditar que el Acto Jurídico celebrado en perjuicio de acreedor, es REAL y no
simulado; lo anterior es así, ya que la Acción Pauliana sólo combate actos
jurídicos reales, celebrados por el deudor en perjuicio de su acreedor, ya que
sólo se puede hablar de insolvencia cuando los bienes han salido del patrimonio
del deudor, es decir, cuando el acto celebrado por el deudor trae como
consecuencia que el patrimonio del deudor disminuya y como consecuencia de
esa disminución, resulta insuficiente para hacer frente a sus obligaciones.

En efecto, la Acción Pauliana tiene como primer fin la consolidación del


patrimonio del deudor, a través de la rescisión de los actos del deudor que si
bien no lo empobrecen, evitan que éste se enriquezca para que pueda hacer
frente a sus obligaciones, tales como las renuncias o repudiaciones a derechos,
a fin de que los acreedores puedan beneficiarse de los derechos que el deudor
pretendió renunciar y, como segundo fin, el de la conservación del patrimonio
del deudor, que consiste en reintegrar o reingresar aquellos bienes que salieron
del patrimonio del deudor, mediante la rescisión de los actos celebrados por
éste último.

Así las cosas, si el acto no fuera real, sino simulado, la Acción Pauliana
sería improcedente, pues éste supuesto de simulación, sólo es combatible
mediante la diversa Acción de Nulidad por Simulación; al respecto, Merlín
Repertoire, diferencia la Acción Pauliana de la acción de nulidad por simulación
en lo siguiente:

“1. Ésta (Acción Pauliana) tiene por objeto atacar los actos y contratos que han
tenido una existencia real y verdadera, y que se han celebrado con el objeto de
43

defraudar los derechos de los acreedores, a fin de que vuelvan al patrimonio del
deudor los bienes que salieron de él.

“La rescisión (sic) (Acción de Nulidad por Simulación), por el contrario tiene por
objeto combatir los actos y contratos que no tienen una existencia real y
verdadera, sino fingida, a fin de obtener la declaración de que los bienes sobre
que han recaído no han salido del patrimonio del deudor, y por lo mismo
permanecen en él.

“2. En que la Acción Paulina sólo puede ejercitarse por acreedores anteriores a
los actos o contratos fraudulentos; mientras que la rescisión de los simulados
puede pretenderse aún por los acreedores que hubiesen contratado
posteriormente con el que ejecutó tales actos y los consintió.

“3. En que es preciso, para que la acción pauliana produzca los efectos que le
atribuye la Ley que los acreedores prueben el fraude del deudor y de la persona
con quien contrato y, que por el contrato quedó en la insolvencia. Por el
contrario el que intenta la rescisión tiene solamente que probar la simulación de
los actos o contratos que combatan, pues la Ley no toma en cuenta para
rescindirlos la circunstancia de si han producido o aumentado o no la
insolvencia del deudor.52

No obstante los anterior, puede resultarle difícil o a veces imposible al


acreedor determinar si el acto celebrado por el deudor es real o simulado, ya
que regla general es ajeno a dicho acto; un ejemplo de lo anterior, podría ser el
caso de una compraventa donde no existe certeza en el pago de la cosa objeto
de la compraventa, pues por un lado, si el precio fue cubierto por el vendedor,
dicho acto sería un acto real, por el contrario, si sólo hay una manifestación de
que el precio fue enterado, sin que ello haya sido cierto, el acto es simulado,

52
Cfr. MATEOS ALARCÓN, Manuel. Estudios sobre el Código Civil del Distrito Federal. Tomo III. Editorial
Anales de Jurisprudencia y Boletín Judicial, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. México,
1992. P. 363 y 364.
44

ambas situaciones que el acreedor no conoce y por ello, resulta difícil escoger
la acción a ejercitar.53

Ante esta problemática, la solución que se puede encontrar radica e el


principio de que corresponde al Tribunal dar el Derecho, mientras que a las
partes dar los hechos; en razón de lo cual, corresponderá únicamente al actor
proporcionar los siguientes elementos:

A) La prestación que se exija.

B) El título o causa de la acción.

De esta forma, la prestación estaría constituida por la petición del


acreedor de la protección de su crédito contra el acto de su deudor que le
perjudica al dejarlo sin poder hacer efectivo su crédito.

Mientras que el título o la causa de la acción, lo constituirá el título a


través del cual se legitima el actor y la causa será la imposibilidad del acreedor
para hacer efectivo su crédito, como consecuencia del acto ejecutado por el
deudor.

Sin embargo, a pesar del contenido del artículo antes transcrito, la acción
sólo procede cuando son probados los hechos sobre los cuales descansa la
misma, lo que se traduce en la necesidad de precisar si el acto es real o
simulado, precisando en un hecho en específico si se estima simulado el acto y
porqué, o bien, si el acto es real pero en fraude del acreedor.

Ante esta situación, nuestros Tribunales de Amparo han resuelto que la


acción de Simulación y Pauliana no son contradictorias, por lo que pueden ser
ejercitadas simultáneamente, en una misma acción.

53
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. P. 29.
45

Tal criterio está fijado en las siguientes tesis que a continuación


transcribo.

Registro No. 269524


Localización:
Sexta Época
Instancia: Tercera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Cuarta Parte, CXXII
Página: 12
Tesis Aislada
Materia(s): Civil

ACCIONES PAULIANA Y DE SIMULACION. NO SON


CONTRADICTORIAS, PERO SI EXCLUYENTES. EFECTOS.
Las acciones pauliana y de nulidad por simulación no son
contradictorias, porque ambas tienen el mismo fin que es el de obtener
la nulidad del acto celebrado en fraude de acreedores; pero lo que
sucede es que son excluyentes, porque si el acto es simulado, ya no
podrá darse la hipótesis de la acción pauliana, que exige para su
ejercicio la certeza o realidad de la operación, en la que efectivamente
hay traslado de dominio del enajenante al adquirente, y de aquí que
cuando se ejercitan ambas acciones deba entenderse como preferente
la de simulación, que por su propia naturaleza excluye la pauliana. Por
consiguiente, demostrada la simulación del acto, esta misma
comprobación de la nulidad del acto simulado, hace innecesario el
estudio de la mala fe del quejoso como comprador aparente, que sólo
amerita demostrarse cuando se trata de la acción pauliana, que por ser
un acto real, sí requiere la comprobación de la mala fe del tercero que
contrata con el deudor que queda en estado de insolvencia.
Amparo directo 5467/65. José López Muñoz. 4 de agosto de 1967.
Cinco votos. Ponente: Mariano Azuela.

Véanse: 

Semanario Judicial
de la Federación, Sexta Época, Volumen LXX, Cuarta Parte, página 9
tesis de rubro "ACCIONES CONTRARIAS Y ACCIONES
SUBSIDIARIAS.".

Apéndice al Semanario Judicial de la Federación
1917-1985, Cuarta Parte, Tercera Sala, primera tesis relacionada con
la jurisprudencia 5, página 18, tesis de rubro "ACCIONES PAULIANA Y
DE SIMULACION, NO SON CONTRARIAS O CONTRADICTORIAS.".
Nota: En el Semanario Judicial de la Federación, Volumen CXXII,
página 12 se señala que el Volumen LXX, página 9, corresponde a un
precedente de esta tesis; sin embargo de su contenido se desprende
que es un criterio relativo al mismo tema, pero con un tratamiento
diverso, por lo que en este registro se coloca bajo la leyenda "Véase"
46

Registro No. 211982


Localización:
Octava Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
XIV, Julio de 1994
Página: 817
Tesis Aislada
Materia(s): Civil

SIMULACION Y ACCIÓN PAULIANA.


Cuando se intentan las acciones de simulación y pauliana, la
preferencia en el estudio de ellas corresponde a la de simulación, pues
es indudable que si ésta procede, no habiendo contrato, es
improcedente la pauliana, que sólo puede prosperar si no existe la
simulación.

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO DEL SEXTO
CIRCUITO.
Amparo directo 357/88. Elena Molina de Romero y coags. 28 de
noviembre de 1988. Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo
Rangel. Secretario: Jorge Alberto González Álvarez.

Véase: Apéndice
de Jurisprudencia 1917-1985. Tesis 276, pág. 782.

Registro No. 271452

Localización:
Sexta Época
Instancia: Tercera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Cuarta Parte, XXXIV
Página: 22
Tesis Aislada
Materia(s): Civil

ACCIONES PAULIANA Y DE SIMULACION, NO SON


CONTRADICTORIAS (LEGISLACIONES DEL DISTRITO FEDERAL Y
DE JALISCO).
Tanto el artículo 27 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de
Jalisco como el artículo 31 del Código de Procedimientos Civiles del
Distrito y Territorios Federales prohíben que se acumulen en la misma
demanda acciones contrarias o contradictorias. Se ha querido dar a
estos preceptos la interpretación que pudiéramos llamar dialéctica o
logicista, pretendiendo interpretarlas en función de las reglas de la
lógica formal sobre proposiciones contrarias, y aplicarlas a las
acciones. Nada más propio, porque en el derecho no rige la lógica
47

dialéctica con la misma pureza porque se trata de la lógica del deber y


no del ser de razón, y por lo tanto, es finalista y busca resultados. En
consecuencia, serán contrarias o contradictorias las acciones cuando
tienden a producir resultados incompatibles; por ello no puede
demandarse la nulidad del testamento y con fundamento en él, al
mismo tiempo, ejercer la acción de petición de herencia, porque los
resultados son opuestos. Ahora bien, las acciones pauliana y de
simulación pueden coexistir, porque ambas tienden a lograr la
declaración de ineficacia del acto; así, puede afirmarse que es nulo el
acto real que se celebra en fraude de acreedores, si deja insolvente al
deudor, pero que es igualmente nulo el acto simulado que se realiza en
fraude de acreedores, si también deja insolvente al deudor, sólo que en
este último supuesto, la simple simulación en los casos que la ley
determina, puede fundar por sí misma la nulidad, independientemente
de la insolvencia del deudor. Por ende, es jurídico concluir que la
simulación no elimina la posibilidad del fraude, ni este excluye la
posible existencia de aquélla, por lo que no puede aceptarse que las
acciones aludidas se encuentren dentro de la prohibición de los
preceptos legales mencionados.
Amparo directo 435/59. Carlos López Chavarría. 20 de abril de 1960.
Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.

Lo anterior, si bien en un inicio se podría estimar contraria a derecho, ya


que no puede estimarse al mismo tiempo simulado y real un determinado acto,
se justifica en razón de la necesidad de reprimir el fraude a los acreedores y de
que el acreedor es ajeno al acto que le perjudica, ya que la pretensión de un
acreedor que acude ante el Órgano Jurisdiccional no es otra que la Protección
de su Crédito, precisamente con base en el acto jurídico celebrado con su
deudor con anterioridad al que le perjudica; por lo que corresponde al Juzgador
determinar cuál es la acción que procede, conforme a los hechos narrados en la
demanda y probados en juicio.

Así pues, el tercer elemento de la Acción Pauliana, radica en el FRAUDE


o FRAUDE PAULIANO, el cual se entiende como el conocimiento y aceptación
del deudor y tercero con el que contrata aquel, respecto del estado de
insolvencia o la agravación del mismo que ocurrirá con la celebración del acto;
48

este conocimiento y aceptación fue conocido en un inicio como consilium


fraudis.54

Existen dos teorías que explican el fraude pauliano; la primera señala


que se entenderá como fraude para la Acción Pauliana, la intención que tenga
el deudor y el tercero que contrate con él de causar un daño al acreedor del
primero; esta teoría denota una dificultad grave para llevarla al campo de las
cargas probatorias, inclusive imposible, ya que la “intención de defraudar” es
una cuestión subjetiva, donde se tendría que probar que el deudor al momento
de ejecutar el acto lo celebró con la intención de causar perjuicio a su acreedor,
lo cual quedaría desvirtuado con la simple negativa del deudor demandado, ya
que la carga de demostrar esa cuestión corresponde al actor y no así al
demandado, quien estaría en la ventajosa posición de haber negado, mientras
que el actor, si el fraude pauliano se entendiera de la forma antes apuntada,
tendría que acreditar que el deudor al momento de celebrar el acto jurídico tuvo
en su fuero interno o voluntad la intención de dañar o causar un perjuicio al
acreedor.

Ante esta dificultad probatoria, surge la teoría más seguida por la


doctrina, la cual sostiene que el fraude pauliano consiste en el conocimiento del
déficit que resultará en el patrimonio del deudor, como consecuencia del acto
jurídico celebrado,55 precisamente porque representa una carga probatoria
menor para el actor en dicha acción.

Así pues, éste conocimiento de la insolvencia o la agravación de la


misma se presume en tratándose del deudor, sin embargo, cuando se trata del
tercero que contrato con él tiene dos tratamientos, dependiendo si el acto que
se combate con el remedio pauliano es gratuito u oneroso.

54
Cfr. Íbidem. P. 53.
55
Cfr. Íbidem. p. 54.
49

En efecto, cuando se trata de actos gratuitos no interesa si el tercero


contratante actúa con mala fe o sin ésta, ello obedece al hecho de que mientras
el acreedor se busca evitar un perjuicio, el tercero busca un provecho, situación
en la cual debe fallarse en favor de quien desea evitarse un perjuicio, en este
caso, del acreedor.

Por el contrario, cuando el acto oneroso, la mala fe es requisito sin el


cual no puede proceder la acción pauliana, ya que en el caso de un acto
oneroso el tercero que adquirió erogó una cantidad o efectúo un servicio para
poder adquirir el bien que salió del patrimonio del acreedor.

Así las cosas, el fraude pauliano o consilium fraudis debe ser probado
por el demandante, ante el principio probatorio consistente en que quien afirma
debe probar; sin embargo, tomando en consideración que probar el
conocimiento del déficit que debió tener el tercero que adquirió con el deudor
resulta aún muy dificil, es que se admite la prueba refractaria o presuncional
humana a fin de demostrar el fraude que nos ocupa, deduciendo dicho
conocimiento del hecho conocido consistente en la enajenación o renuncia, así
como de la relación que pudiera existir entre el deudor y el tercero e incluso con
el acreedor, tales como una relación de parentesco, entre otras.56

Ante esta dificultad probatoria, el legislador ha determinado ciertos actos


como presuntamente fraudulentos y, al estar señalados en la propia Ley, se
convierten en presunciones legales que admiten prueba en contrario, donde el
acreedor sólo tendrá que probar que se trata de los actos señalados por la Ley
para que quede acreditado el fraude pauliano, correspondiendo al demandado
acreditar que no hay mala fe.

Entre las presunciones legales de fraude en perjuicio de acreedores, se


encuentran:

56
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op cit. P. 61.
50

1.- Que el acto o contrato impugnado haya sido celebrado en los treinta
días anteriores a la declaración judicial de la quiebra o del concurso, y que tiene
por objeto dar a un crédito ya existente una preferencia que no tiene.

2.- Que existe una sentencia condenatoria en cualquier instancia o que


ha sido expedido un mandamiento de embargo y que la enajenación a título
oneroso se hizo con posterioridad al dictado de las mencionadas resoluciones.

De esta forma, al acreditar lo anterior, el acreedor revierte la carga de la


prueba a su deudor y al tercero con quien contrató, a fin de que sean ellos
quienes prueben que actuaron de buena fe, bajo riesgo que en caso de no
probarlo procederá la acción.

Por lo anterior, tenemos que el acreedor, salvo cuando existen los


supuestos de presunción de fraude, se encuentra ante la dificultad o
imposibilidad de acreditar que el tercero tuvo mala fe al contratar con el deudor,
lo que indudablemente ha hecho que caiga en desuso la acción Pauliana, no
obstante que la base de la misma, a nuestro juicio, no es la sanción de la
conducta del deudor, sino evitar que se consolide el fraude a los acreedores.

Aunado a lo anterior, existe otro supuesto que se debe tomar en


consideración respecto de éste elemento de la acción pauliana, que lo
constituye la adquisición de un tercer poseedor, tercer adquiriente o
subadquiriente, es decir, aquel que ha adquirido del tercero que contrato con el
deudor.

Por analogía derivada del tratamiento que se le da al tercero que contrato


con el deudor de forma gratuita, cuando se trate de un subadquiriente a título
gratuito debe proceder la acción pauliana, pues ningún perjuicio se le ocasiona
a dicha persona al haber recibido de forma gratuita el bien cuyo reingreso al
patrimonio del deudor se pretende con el ejercicio de la acción que nos ocupa;
mientras que tratándose de un acto oneroso, requerirá acreditar la mala fe con
que se condujo el subadquiriente.
51

El cuarto elemento de la Acción Pauliana, lo constituye la INSOLVENCIA,


la cual no es otra cosa que es un estado patrimonial de las personas, el cual se
puede definir como: la falta o insuficiencia de bienes, estimados en su justo
precio, con los cuales hacer frente a obligaciones por parte de una persona
determinada.

Además de lo anterior, es preciso mencionar que el estado de


insolvencia es un hecho que se presenta con antelación incluso al conocimiento
judicial, es decir, es una cuestión que sólo se reconocerá por el juzgador en la
resolución que dicte en el procedimiento respectivo, sin embargo es preciso
obtener la declaración judicial de la misma, ya que sólo a través de dicha
resolución se tendrá certeza de que existe tal estado y de la fecha en que inició,
ya que el juzgador deberá declararlo, conforme a los hechos y pruebas puestos
a su consideración.

Asimismo, es preciso señalar que no sólo los actos que producen la


insolvencia son combatibles mediante la acción Pauliana, ya que también es
combatible el acto que el deudor ejecuta para agravar su insolvencia, pues esa
es la razón legal de la acción que nos ocupa.57

Finalmente, el quinto elemento de la Acción Pauliana es el PERJUICIO


DEL ACREEDOR, el cual se refiere a la afectación al derecho del acreedor, es
decir, que el acreedor se ve imposibilitado para satisfacer su crédito.

De esta forma, tenemos que el acreedor sólo podrá intentar la acción


Pauliana cuando no tenga más garantías para satisfacer su crédito, o lo que es
lo mismo, si el acreedor además de tener el patrimonio del deudor como su
garantía, tiene a su vez una garantía expresa como una hipoteca o una fianza,
no podrá intentar el remedio pauliano.58

57
Cfr. RICO ÁLVAREZ, Fausto. Et al. Op cit. P. 475.
58
Cfr. ROJINA VILLEGAS, RAFEL. COMPENDIO DE DERECHO CIVIL. Teoría General de las
Obligaciones. Tomo III. Décimo Sexta Edición. Editorial Porrúa. México, 1989. P. 423.
52

Hasta aquí hemos concluido el aspecto doctrinal que envuelve a la


Acción Pauliana, por lo que en el siguiente Capítulo, abordaremos los
antecedentes de la Acción que nos ocupa.
53

CAPÍTULO 2. ANTECEDENTES DE LA ACCIÓN PAULIANA.

2.1. Roma.

Como la gran parte de las instituciones de derecho moderno, la acción


Pauliana tuvo su origen en el derecho romano; sin embargo, los doctrinarios no
se han puesto de acuerdo en la etapa del derecho romano en que surgió.

Cabe señalar que en Roma existieron tres periodos relativos a las


acciones, a saber: a) El periodo de las acciones de la ley, b) El periodo
formulario, c) El periodo extraordinario.

El primer periodo de las acciones de la ley se caracterizó por la


existencia de cinco acciones que se encontraban previstas en la ley de las doce
tablas; estas acciones eran la actio sacramenti, la judicis postulatio, la condictio,
la picnoris captio y la manus injectio. Estas acciones se encontraban dentro de
un derecho demasiado rígido y reservado casi exclusivamente para los
patricios.

Las tres primeras acciones eran los medios para ventilar el juicio y
obtener una decisión judicial, eran acciones propiamente dichas. Las dos
restantes constituían lo que hoy llamamos vía ejecutiva o de apremio,59 es
decir, las tres primeras constituían los procedimientos a través de los cuales se
podía instar los jueces para llegar a una sentencia que dirimiera la controversia,
mientras que los dos últimos eran los medios para dar cumplimiento a las
sentencias obtenidas de los procedimientos antes mencionados.

Este periodo fue muy rígido en cuanto al ejercicio de las acciones por lo
que si la persona que buscaba justicia carecía de alguno de los elementos

59
Cfr. PALLARES, Eduardo. Tratado de las Accione Civiles. Comentarios al Código De Procedimientos
Civiles. Editorial Porrúa. Cuarta edición. México, 1981. p. 11.
54

constitutivos de las acciones antes señaladas, no podía acceder a un


procedimiento donde defender su derecho.

Por lo anterior, inició el segundo periodo de las acciones, conocido como


Formulario, con el propósito de suavizar la rigidez del primer periodo; en efecto,
la ley ya no era la única fuente de las acciones, pues el magistrado, a través de
fórmulas creaba acciones derivadas de las previstas en la ley, sustituyendo ó
prescindiendo de diversos elementos que en cada caso particular podían o no
reunirse por parte del accionante e inclusive, teniendo por acreditados otros a
fin de no dejar en estado indefensión al actor, un ejemplo de ello es la Acción
Publiciana que deriva de la reivindicatoria, en la cual, por una ficción legal, al
poseedor con justo título, a pesar de no ser propietario aún, se le faculta para
obtener la restitución de la cosa.

En este segundo periodo los procedimientos judiciales tenían dos etapas


como fueron el jus y el judicium, el primero era el trámite ante el magistrado o
pretor de quien se obtenía la fórmula, el segundo, consistía en el estudio del
asunto por parte del juez.

Por otro lado, el tercer periodo, conocido como Extraordinario, se


caracterizó por la facultad casi discrecional del pretor para resolver éste, el
asunto puesto a su consideración, o bien, remitirlo al juez para su resolución.

En razón de lo anterior, la mayoría de los autores no son coincidentes en


la época y origen de la acción Pauliana, sin embargo, concuerdan en que el
fraude de acreedores (fraus creditorum) es la causa que justifica la existencia
de la acción Pauliana; fraus creditorum que en derecho romano se daba cuando
el deudor con toda intención realizaba actos que provocaban su insolvencia. De
esta forma, los romanos crearon figuras como el interdictum fraudatorium y la
restitutio in integrum, las cuales sirvieron como base y antecedente para la
creación de la acción que nos ocupa.
55

En esta tesitura, cabe señalar que el interdictum fraudatorium era el


remedio virtud del cual los acreedores recuperaban la posesión de las cosas
transmitidas por el deudor. Por su parte la restitutio in integrum era el medio a
través del cual las cosas volvían al estado anterior de la celebración del acto
fraudulento,60 es decir, las cosas volvían a la posesión del demandado.

Estos dos remedios contra el fraude de acreedores, fueron las primeras


manifestaciones del derecho a la defensa del crédito, las cuales tenían como fin
el obtener la posesión de las cosas que el deudor había sacado de su
patrimonio, con el único fin de evitar el cumplimiento de su obligación, o bien,
obtener la restitución de las cosas al patrimonio del deudor, mediante la in
integrum restitutio, pero tenían la limitante de que sólo podían intentarse, una
vez que se habían agotado las posibilidades de pagos de los acreedores.

En efecto, el interdicto fraudatorio, sólo podía utilizarse cuando el


eventus damni (perjuicio del acreedor) se había actualizado y esto no ocurría
hasta la venditio bonorum sub hasta, pues era en este momento cuando se
conocía el precio efectivo de los bienes que componían el patrimonio del
deudor, y si eran suficientes para cubrir las deudas del concursado; por lo que
una vez que se conocía la insuficiencia del activo, se consideraban
retroactivamente perjudiciales a los acreedores, las enajenaciones realizadas
por el deudor concursado después de hallarse en insolvencia o del
incumplimiento de una obligación.

Así pues, el curator bonorum, que es el representante o síndico de la


masa de acreedores es el que está legitimado activamente para intentar el
interdicto fraudatorio, el cual se dirigía contra el tercero que a partir de la
insolvencia del deudor concursado adquirió los bienes a título oneroso, con
conocimiento del fraude o del perjuicio que el deudor causaría al acreedor o

60
Cfr. VENTURA SILVA, Sabino. Derecho Romano. Curso de Derecho Privado. Editorial Porrúa. Cuarta
edición. México, 1978. p. 393.
56

acreedores.61 Desde aquí se puede apreciar que el Tercero que contrató con el
deudor tenía legitimación pasiva en la causa, cuando conocía que con el acto
que celebraba se podía causar perjuicio a acreedores.

De lo antes expuesto, se puede apreciar que los acreedores, en lo


individual, no podían ejercitar la acción pauliana, pues el único que se
encontraba legitimado para ello, era el curator bonorum, quién actuaba en
representación de toda la masa, como el síndico actualmente en el concurso.

Cabe señalar que el interdicto fraudatorium consistía en una medida


provisional, la cual se traducía en el hecho de que el magistrado podía ordenar
provisionalmente, sin entrar a estudiar el supuesto derecho violado, la
suspensión del acto considerado lesivo del derecho de crédito del quejoso,62 es
decir, a través de dicho interdicto las cosas se mantenían en el estado en que
se encontraban hasta en tanto se resolviera el asunto de fondo, determinando si
existía o no fraude a acreedores.

Así pues, encontramos como una diferencia clara entre el antecedente


de la Acción Pauliana que nos ocupa y ésta, el hecho de que el interdicto de
mérito es una medida provisional, mientras que la Acción Pauliana es una
acción principal.

Aunado lo antes expuesto, la Restitutio In Integrum, era una acción


rescisoria, la cual daba el pretor cuando se quería rescindir un acto jurídico de
naturaleza civil o pretoria, cuyos efectos causan un perjuicio patrimonial a una
de las partes; ésta podía ser a voluntad de las partes, por medio de la
concesión de la acción de rescisión o bien, de una excepción que se deriva de
la acción de un acto jurídico rescindido. Así las cosas, la restitutio in integrum o
restitución por el total, no implica la devolución de una cosa por parte de quien

61
Cfr. BETANCOURT, Fernando. Derecho Romano Clásico. Editorial Universidad de Sevilla. p. 214.
62
Cfr. GALINDO GARFIAS, Ignacio. Teoría General de los Contratos. Editorial Porrúa. México, 1996. p.
365.
57

la retiene, sino la concesión, por el Pretor, de los medios jurídicos necesarios


para restablecer un derecho;63 de lo que se desprende que dicha figura podía
ser ejercitada vía acción o excepción. Sin embargo, la consecuencia lógica de
dichos medios jurídicos es el restablecimiento del estado que tenían las cosas
antes del acto jurídico llevado al cabo sin derecho.64

De lo anterior, si bien se trata de uno de los antecedentes de la Acción


Pauliana, se puede apreciar la verdadera naturaleza de dicha acción, es decir,
una acción rescisoria, fundada en la necesidad, de carácter económica, de
paliar los efectos perjudiciales de un acto, para una de las partes o inclusive
para un tercero, como lo es el acreedor.

No obstante lo anterior, la corriente predominante señala que la Acción


Pauliana tuvo su origen en Roma, en la Época del Imperio, atribuyéndole la
creación de este remedio al Pretor Paulo (Magistrado Romano en funciones de
Ley), de quien tomó su nombre.65

De lo anterior, podemos agregar que conforme a la precisión antes


apuntada, la acción Pauliana surgió en la etapa del Procedimiento
Extraordinario, precisamente porque los Pretores tuvieron las funciones de Juez
en ese periodo.

Así pues, la acción pauliana fue creada en el derecho pretorio y aún lleva
el nombre de su introductor; esta acción se caracterizaba por ser una acción
colectiva, que se intentaba por un administrador, en nombre de los acreedores
de un mismo deudor, que en Roma recibía el nombre de curator bonorum
vendedorum y el resultado de la misma beneficiaba a toda la masa,66 situación
similar que acontece en la acción revocatoria que actualmente se prevé en la
63
Cfr. Ibidem. p. 182.
64
Cfr. Íbidem. p. 365.
65
Cfr. VENTURA SILVA, Sabino. Op cit. 390.
66
Cfr. Íbidem. 235.
58

Ley de Concursos Mercantiles y que corresponde ejercitar al síndico en


representación de la masa de acreedores.

De lo anterior podemos apreciar ciertas diferencias con la actual


regulación de la acción pauliana, tales como el hecho de que la acción ha
dejado de ser colectiva, así como que los efectos de la sentencia que declara
procedente la acción pauliana, sólo beneficiará al acreedor que la intente, no
así a los demás acreedores que pudiesen existir, no obstante tener un crédito
anterior al acto impugnado.

A mayor abundamiento, como sus principales características, el tratadista


Gaudemet señala: “tenía dos caracteres originales: debía ejercerse por el
curator bonorum vendedorum, especie de síndico de una quiebra, en nombre
de la masa de acreedores, en la venditio bonorum, Además tenía el carácter
penal, represiva del delito de fraus creditorum… En el Antiguo derecho, perdió
su carácter colectivo, con la desaparición de la venditio bonorum, a la vez, su
carácter penal.”67

Dicha Acción, no llevaba directamente a la revocación del acto, sin


embargo, era posible obtener la reparación del daño en especie; tratándose de
una acción arbitraria, al demandado no se le condenaba a una indemnización,
sino a falta de Restitución.68

De lo anterior se desprende que en sus inicios la Acción Pauliana era


una acción colectiva, se ejercía por la colectividad de acreedores a través del
representante de dicha colectividad, que recibía el nombre de curator bonorum.

Asimismo, encontramos otra diferencia sustancial con la regulación


actual de la Acción Pauliana, la cual consiste en que antes la Acción Pauliana

67
Ibidem. p. 361.
68
Cfr. Ibidem. p. 362.
59

tenía una naturaleza Penal, represora de delito, en este caso, del delito de
fraude a acreedores.

Finalmente, la Acción Pauliana en sus orígenes no tenía como fin


inmediato la revocación del acto, sino la sanción a la conducta delictiva; sin
embargo, como se dijo, se podía obtener la restitución o indemnización a falta
de ésta, como reparación del daño por el delito cometido.

Resulta importante hacer notar lo que señala el autor Eugéne Petit: “La
acción Pauliana puede ejercitarse cualquiera que sea la naturaleza del acto; la
enajenación, obligación o remisión de deuda. Pero es preciso que se trate
siempre de un acto por el cual el deudor haya disminuido su patrimonio. Los
acreedores no pueden atacar aquellos por los cuales no haya podido
enriquecerse. El demandante debe demostrar que el acto atacado ha sido en
fraude de los acreedores, fraudationis causa.”69

En esta tesitura, la Acción Pauliana, contrario a los alcances que


actualmente tiene, sólo procedía contra actos de empobrecimiento, por lo que la
repudiación de herencia, la falta de aceptación de una donación o cualquier
acto que no le permitiera mejorar su situación (de no enriquecimiento) quedaba
fuera de los alcances de la Acción Pauliana.

De lo anterior, podemos precisar que la Acción Pauliana tenía como


elementos constitutivos, los siguientes:

A) Un acto ejecutado por el deudor.

B) Que el acto ejecutado por el deudor ocasione un perjuicio a los


acreedores, perjuicio que se demuestra con la producción del Estado de
Insolvencia en que se haya colocado el deudor.

69
Íbidem. p. 362.
60

C) El Consilium fraudis, que se traduce en el conocimiento que el deudor


tenía del perjuicio que se ocasionaría a los acreedores, al colocarse en estado
de insolvencia.

Cabe hacer notar que la acción pauliana era arbitraria, por lo que el Juez
daba la orden al perdedor en dicho juicio, de restablecer las cosas en el estado
en que se encontraban antes del acto contra el cual la acción pauliana fue
dirigida.70

Finalmente, cabe señalar que los efectos de la acción Pauliana


beneficiaban a la colectividad de acreedores y no así, a sólo uno de ellos, como
contrariamente ocurre en la actualidad.

2.2. Código de Napoleón.

En un inicio no tuvo importancia la acción Pauliana para el Derecho


Francés, pues los acreedores que tenían derecho ejecutivo mediante
comparecencia ante notario, tenían una hipoteca general sobre el patrimonio
del deudor; situación que trajo como consecuencia el desuso de la Acción que
nos ocupa.71

En efecto, al existir una hipoteca general sobre todos los bienes del
deudor, los acreedores podían perseguir sus bienes, sin importar a quien
habían sido transmitidos, precisamente porque la hipoteca es una garantía real,
de las llamadas propter rem, es decir, que persiguen la cosa.

No obstante lo anterior, al desaparecer la hipoteca general y con la


publicación del Código de Napoleón, la acción Pauliana recobró su importancia.

70
Cfr. PETIT, Eugene. Tratado Elemental de Derecho Romano. Traducción de Manuel Rodríguez
Carrasco. Editorial Cárdenas Editor. México, 1989. p. 707.
71
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op. Cit. p. 17.
61

En dicho Cuerpo Legal encontramos en la Sección VI (“Del efecto de los


pactos con respecto a un tercero”), del Capítulo III (“Del efecto de las
obligaciones”), del Título III (“De los Contratos, o de las obligaciones
convencionales en general”):

“Artículo 1167.- Podrán igualmente por sí mismos (los acreedores)


impugnar los actos hechos por su deudor en fraude de sus derechos.
“Pero con todo, en cuanto a los derechos de que se trata el título de
las herencias, y en el de las capitulaciones matrimoniales y de los
derechos respectivos de los cónyuges, deben sujetarse a las reglas allí
prescritas.”
Éste artículo constituye la única reglamentación de la figura, y parece
que pueden referirse tanto a los actos verdaderos, como a los simulados.72

No obstante ser el único artículo que regula a la Acción Pauliana, el


mismo fue suficiente para establecer las bases de procedencia de la acción
Pauliana, como medio protector del derecho del Acreedor, al establecer el
derecho de los acreedores de impugnar los actos que fueren en fraude de sus
derechos.

2.3. Derecho Español.

En el Derecho Español existieron referencias de la Acción Pauliana en la


Ley de las Siete Partidas (Ley 7ª, Tít. 15, de la Partida 5ª; Leyes VIII, XI, Título
XI, partida 5ª). Se identificaba el fraude con el dolo, en una relación de especie
a género.

Cabe señalar que en España fue el primer lugar donde se conocieron las
presunciones de fraude propias de la acción Pauliana. Por ejemplo, -como lo
cita Romero Sánchez siguiendo a Hevia bolaños-, se presumían fraudulentas
las enajenaciones de todos los bienes o de la mayor parte de ellos a precio

72
Cfr.RICO ÁLVAREZ, Fausto. Et al. Op. Cit. p. 471.
62

inferior a su valor real, o bien, cuando el deudor siquiera en posesión de los


bienes vendidos. En el siglo XII es claro que la en España se conocían las
presunciones en que se apoya a acción, aún antes que en Italia y Francia
(Ordenanzas de Lyon 1667), y por esta sola circunstancia, las siete Partidas
son el puente que une al Derecho Moderno con el derecho Romano posclásico.
Éste fue el primer ordenamiento medieval en referirse a la Pauliana, por ello con
facilidad se comprende la importancia histórica que dicho Ordenamiento legal
representa para el estudio de esta acción.73

En efecto, como lo apunta el citado autor, el citado ordenamiento legal


resultó de vital importancia, pues la prueba del fraude en muchas ocasiones
resulta casi imposible de acreditar, al ser un elemento subjetivo, por lo que las
presunciones de fraude en que se sustenta la acción Pauliana, vinieron a
renovar y mantener el uso de la Acción de mérito, evitando su desaparición por
desuso a consecuencia de una imposible acreditación en todos los casos.

Posteriormente, el anteproyecto de Código Civil de García Goyena,


estableció por primera vez una regulación sistemática y ordenada en los
artículos 1176 al 1182, previendo diversas hipótesis que se dan en fraude de
acreedores.

2.4. Códigos Civiles de 1870 y 1884.

Ahora pasaremos al estudio de los Códigos Civiles de 1870 y 1884, en


conjunto, por contener una regulación más o menos parecida entre sí.

En esta tesitura, diremos que el Código Civil de 1870 fue más claro en su
regulación, al señalar, por ejemplo, que la acción Pauliana procede contra actos
“realmente” celebrados por el deudor en perjuicio de su acreedor, con lo que

73
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op Cit. P. 18.
63

quedó diferenciada de la acción de simulación, que busca la nulidad de los


actos simulados.

Aunado lo anterior, en éste Código se establecieron los requisitos que


actualmente subsisten para la procedencia de la Acción, tratándose de actos
gratuitos y onerosos; asimismo, establece la procedencia de la Acción Pauliana
contra actos de empobrecimiento, como contra actos de no enriquecimiento, así
como que entre el acto fraudulento y la insolvencia exista una relación de
causalidad.74

Por su parte el Código Civil de 1884 se diferenció del Código de 1870 en


que estableció en su artículo 1694 la rescindibilidad de cualquier acto o contrato
celebrado treinta días antes de la declaración de quiebra, que tuviera por objeto
dar a un crédito ya existente una preferencia que no tenía.

Así las cosas, a continuación haremos una referencia de los artículos en


que se encontraba prevista la acción Pauliana en los Códigos Civiles de 1884.

El artículo 1801 del Código Civil de 1870, al igual que su correlativo 1687
del Código Civil de 1884, establecía que los actos o contratos realmente
celebrados por el deudor en perjuicio de su acreedor pueden rescindirse a
petición de éste, si del acto o contrato resulta la insolvencia del deudor.

Por otro lado, el artículo 1774 del Código Civil de 1870, disponía que la
acción para pedir la rescisión duraba cuatro años. Misma regulación se
encuentra en los artículos 1687 y 1660 del Código de 1884.

Prescripción que en el Código Vigente no se encuentra determinada, sin


embargo, a juicio del suscrito, el derecho a impugnar un acto o negocio jurídico,
ejecutado en perjuicio de los acreedores, subsiste por todo el tiempo en que el
derecho mismo del acreedor subsista.

74
Cfr. Ídem. p. 19.
64

Aunado lo anterior, el artículo 1806 del Código Sustantivo de 1870,


disponía que la acción pauliana puede tener lugar en los casos en que el
deudor enajena bienes que efectivamente posee, como aquellos en que
renuncia derechos constituidos a su favor y cuyo goce no fuera exclusivamente
personal. Disposición que se reproduce en el artículo 1692 del Código de 1884.

De lo anterior, podemos desprender el hecho de que desde el Código de


1870 ya se había admitido la posibilidad de impugnar actos o negocios jurídicos
de no empobrecimiento, por parte del deudor, con la única limitante de que no
fueran derechos de los llamados intuitu personae, es decir personalísimos.

En congruencia con lo anterior, el artículo 1807 del ordenamiento civil de


1870, así como su similar 1693 del Código de 1884, dispone que sea también
rescindible el pago hecho por el deudor insolvente antes del vencimiento del
plazo.

Por otro lado, el artículo 1804 del Código del 70, disponía que había
insolvencia cuando la suma de los bienes y créditos del deudor, estimados en
su justo precio no iguala al importe de sus deudas; en cuyo caso la mala fe
consiste en el conocimiento de ese déficit. Dicha regla se encontraba dentro del
diverso Código de 1884, en su artículo 1690 del Código Civil de 1884.

La mala fe, como se desprende del artículo antes mencionado, ha sido


trasladada de la misma forma al Código Civil vigente, sin embargo, como se
abordará en capítulos posteriores, dicho elemento se considera un obstáculo
para la procedencia de la acción, en lugar de un elemento que da certeza
jurídica.

Aunado lo anterior, el artículo 1811 del Código de 1870, indicaba que si


para acreditar la insolvencia del deudor, prueba el acreedor que pretende la
rescisión, que el importe de las deudas de aquel excede al de sus bienes
conocidos, le impone la obligación de acreditar que tiene bienes suficientes
65

para cubrir esas deudas. Cabe señalar que la misma regulación se encuentra
plasmada en el artículo 1698 del Código Civil de 1884.

Esta disposición pasó en la misma forma al Código Civil vigente, pues


resulta lógico exigir al acreedor que conoce bienes diversos del deudor,
demostrar que éstos no son suficientes para satisfacer su crédito y, por ende,
acreditar su interés jurídico en juicio.

Por otra parte, la acción pauliana es esencialmente subsidiaria, y sólo


puede ejercitarse para obtener el pago cuando los bienes que posee el deudor
son insuficientes para cubrir el monto total del crédito. Esta condición esencial
para el ejercicio de la acción se justifica perfectamente, recordando el principio
según el cual no basta tener derecho, sino que es además necesario tener
interés; y tal interés en el caso de la Acción Pauliana existe, solamente cuando
no se puede obtener el pago del crédito si no es por medio de la rescisión del
acto fraudulento.

Esta teoría, tomada del Derecho romano, se funda en la autoridad de


jurisconsultos respetables, que sostienen sin discrepancia la necesidad de la
excusión previa de los bienes del deudor para que pueda pretenderse la
rescisión del acto o contrato celebrado por éste con el tercer poseedor.

En efecto, siendo un requisito esencial para el ejercicio de la acción


Pauliana que el acreedor haya sufrido perjuicio por la enajenación hecha por el
deudor, es necesario demostrar que en efecto existe el perjuicio, y tal
demostración no se puede obtener sino es por la excusión de los bienes de
éste, a no ser que su insolvencia fuere notoria.

Esta razón adquiere un valor notorio cuando son varias las personas
deudoras, que están obligadas solidariamente al pago del crédito; porque
siendo responsables todas del importe total de éste, cuando alguna se hace
insolvente, con fraude o sin él, no se puede decir que el acreedor sufre perjuicio
66

alguno, supuesto que los demás deudores le están obligados y que puede exigir
de aquel que mejor le parezca el valor íntegro de su crédito.

En esta misma tesitura, el suscrito es de la idea de que no puede existir


perjuicio de un acreedor, cuando éste se abstiene de demostrar que todos y
cada uno de los deudores en obligaciones solidarias se encuentran en estado
de insolvencia, pues cada uno de ellos constituye una expectativa de pago, al
contar con patrimonios independientes con los cuales su crédito puede ser
satisfecho.

Los artículos 1802 y 1804 del Código Civil de 1870, los cuales resultan
idénticos a los artículos 1688 y 1690 del Código Civil de 1884 disponen que
habrá fraude en perjuicio de acreedores con el deudor y la persona que con él
contrate tienen conocimiento de que la suma de sus bienes y créditos,
estimados en su justo precio, no iguala al importe de sus deudas; o lo que es lo
mismo, en el conocimiento de esas personas, de que por sus actos se causa
perjuicio al acreedor. Es decir; que hay propósito de defraudar cuando el deudor
conoce su insolvencia, y a pesar de este conocimiento disminuye y enajena sus
bienes, aunque al obrar así no piense precisamente en defraudar a determinada
persona en particular.

Por otra parte, el artículo 1802 del Código Civil de 1870 dispone que si el
acto o contrato fuere oneroso, la rescisión podrá tener lugar a instancia del
acreedor perjudicado, si de ellos resulta la insolvencia del deudor, habiendo
mala fe tanto por parte de éste como del tercero que contrató con él. Misma
disposición se encuentra prevista en el artículo 1688 del Código Civil de 84.

Aunado lo anterior, el artículo 1807 del Código del 70 establece que


también es rescindible el pago hecho por el deudor insolvente del vencimiento
del plazo. En esta misma tesitura, el artículo 1693 del Código Civil de 1884
dispone la misma situación.
67

Por otro lado, el artículo 1805 del Código Civil de 1870, así como el 1691
del Código Civil de 1884, establecen que la acción pauliana podrá ejercitarse
contra el tercer poseedor, siempre y cuando haya existido en dicho tercero mala
fe, es decir, que haya conocido el déficit en el patrimonio del deudor.

Misma regulación existe en el Código Civil vigente, lo que en sí mismo


hace tantas veces improcedente la acción pauliana, al resulta muy difícil, sino
imposible, acreditar la mala fe en el tercero que contrató con el deudor. En esta
tesitura, es que el suscrito propondrá la supresión de este elemento, por
resultar un obstáculo mayor para el ejercicio de la acción pauliana y a efecto de
poder renovar el uso en la práctica de esta acción creada en defensa de los
acreedores.

Asimismo, el artículo 1810 de Código Civil de 1870, así como el


correlativo 1697 del Código Civil de 1884, disponían que cuando el fraude
consistía únicamente en la preferencia indebida a favor de un acreedor, en tal
caso el ejercicio y procedencia de la acción no importaban la pérdida del
derecho del acreedor preferido sin razón, sino la de esa injusta preferencia;
habida cuenta que el derecho de este acreedor existía, mientras que su
preferencia es la única fraudulenta.

Finalmente, el artículo 1812 del Código Civil de 1870, así como su


homólogo 1699 del Código Civil de 1884 disponían, siguiendo los principios del
derecho Romano, que rescindido el acto o contrato, deben volver los valores
enajenados a la masa de los bienes del deudor en beneficio de los
acreedores.75

De lo anterior, podemos desprender el hecho de que, contrario a lo que


actualmente se dispone en el Código Civil vigente, el efecto de la acción
pauliana en la anterior regulación beneficiaba a todos los acreedores y no así,
únicamente, a aquel que la intentó.

75
Cfr. MATEOS ALARCÓN, Manuel. Op. Cit. p.p. 367 a 382.
68

CAPÍTULO 3. LA ACCIÓN PAULIANA EN EL CÓDIGO CIVIL PARA EL


DISTRITO FEDERAL.

3.1. Procedencia de la Acción Pauliana en el Código Civil para el Distrito


Federal.

La procedencia de la Acción Pauliana se encuentra contemplada


únicamente en favor del acreedor que la ejercita y por el monto de su crédito, tal
y como se desprende del artículo 2175 del Código Civil para el Distrito Federal,
que a la letra dice:

“Artículo 2175. La nulidad de los actos del deudor sólo será


pronunciada en interés de los acreedores que la hubiesen pedido, y
hasta el importe de sus créditos.”
Así las cosas, la acción Pauliana es procedente contra todo ACTO DE
EMPOBRECIMIENTO ejecutado por el deudor, estos actos son todos aquellos
en los que los bienes objetos de los mismos, salen del patrimonio del deudor, al
ser enajenados.

Típicos casos de lo anterior son la Compraventa; la Donación;


Fideicomiso, cuando se transmite la propiedad; la constitución del patrimonio de
familia; el pago de una obligación prescrita, ya que en este caso no existía ya la
obligación de pagarla, al haberse extinguido el derecho del acreedor y haberse
convertido la obligación en natural; el pago hecho por el deudor insolvente de
una obligación cuyo vencimiento aún no se verificaba, precisamente porque aún
no era exigible dicha deuda y si existía otro acreedor con crédito exigible,
resulta evidente el perjuicio que se ocasiona con el pago anticipado; la remisión
y asunción de deudas, ya que al perdonar o asumir una deuda el patrimonio del
deudor se verá disminuido.

Lo anterior se encuentra previsto en los artículos 739, 2170, 2172 del


Código Civil para el Distrito Federal, que al efecto disponen:
69

“ARTICULO 739.- La constitución del patrimonio de la familia no puede


hacerse en fraude de los derechos de los acreedores.”
“ARTICULO 2,170.- La nulidad puede tener lugar, tanto en los actos en
que el deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en
aquellos en que renuncia derechos constituidos a su favor y cuyo goce
no fuere exclusivamente personal.”
“ARTICULO 2,172.- Es también anulable el pago hecho por el deudor
insolvente, antes del vencimiento del plazo.”

Como actos de empobrecimiento también quedan comprendidos aquellos


por los cuales el deudor otorga una preferencia indebida a uno de sus
acreedores, en perjuicio de los demás, por ejemplo, la constitución de una
hipoteca a un acreedor quirografario; lo anterior tiene su sustento en el hecho
de que si bien es verdad no habrá enajenación de bienes, la preferencia
otorgada ilegalmente afectará a los demás acreedores ya que el bien afectado
con la garantía no podrá ser ejecutado por éstos, hasta en tanto el acreedor
preferente haya saldado su crédito, lo cual indudablemente afecta el principio
general de derecho que establece la igualdad entre los iguales y equidad entre
los desiguales, también conocido, en tratándose de los acreedores, como par
conditio.

En esta tesitura, el efecto de la Acción Pauliana no será la rescisión del


acto o negocio jurídico entre el acreedor y el deudor, sino sólo la rescisión de la
preferencia dada, pues el negocio jurídico sí existía con antelación.

Es aplicable el artículo 2177 del Código Civil para el Distrito Federal que
a continuación transcribo.

“ARTICULO 2,177.- El fraude, que consiste únicamente en la


preferencia indebida a favor de un acreedor, no importa la pérdida del
derecho, sino la de la preferencia.”

Aunado lo anterior, la Acción Pauliana, procede contra ACTOS DE NO


ENRIQUECIMIENTO, los cuales podemos entenderlos como toda renuncia o
repudiación de un acto o derecho que podría mejorar el estado patrimonial del
Deudor.
70

Tal es el caso de la renuncia a una herencia o a un legado, aún cuando


sean onerosos, pues el beneficio de éstos radica en la diferencia que resulte de
aplicar la parte de la herencia o legado a la carga que pesa sobre éstos.

De igual forma, existe la renuncia a derechos adquiridos por el don de la


fortuna o la falta de aceptación de una donación.

Tiene su fundamento lo anterior, en los siguientes artículos.

“ARTICULO 2,171.- Si el deudor no hubiere renunciado derechos


irrevocablemente adquiridos, sino facultades por cuyo ejercicio pudiere
mejorar el estado de su fortuna, los acreedores pueden hacer revocar
esa renuncia y usar de las facultades renunciadas.”
“ARTICULO 1,673.- Si el heredero repudia la herencia en perjuicio de
sus acreedores, pueden éstos pedir al juez que los autorice para
aceptar en nombre de aquél.”
“ARTICULO 1,674.- En el caso del artículo anterior, la aceptación sólo
aprovechará a los acreedores para el pago de sus créditos; pero si la
herencia excediere del importe de éstos, el exceso pertenecerá a quien
llame la ley, y en ningún caso al que hizo la renuncia.”
“ARTICULO 1,675.- Los acreedores cuyos créditos fueren posteriores
a la repudiación, no pueden ejercer el derecho que les concede el
artículo 1,673.”
“ARTICULO 1,676.- El que por la repudiación de la herencia debe
entrar en ella, podrá impedir que la acepten los acreedores, pagando a
éstos los créditos que tienen contra el que la repudió.”
Algunos autores como Manuel Romero Sánchez76 y Fernando Martínez
García de León, señalan que la Acción Pauliana es procedente incluso contra
las sentencias dictadas en juicios fraudulentos.

Esta aseveración por parte de los autores señalados, se basa en el


artículo 93 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal que al
efecto prevé lo siguiente:

76
Cfr. ROMERO SÁNCHEZ, Manuel. La Revocación de los actos celebrados en fraude de acreedores.
Editorial Imprenta Aldina. México, 1941.
71

“Artículo 93.- El tercero puede excepcionarse contra la sentencia firme,


pero no contra la que recayó en juicio de estado civil, a menos que
alegue colusión de los litigantes para perjudicarlo.”
Sostienen dichos autores conforme a este artículo, que la sentencia
dictada en un procedimiento en el que el actor y demandado (deudor) para
poder perjudicar al acreedor del deudor, fingen ambos una conducta procesal,
es combatible mediante la acción pauliana.

El segundo de los autores mencionados, ejemplifica lo anterior con lo


siguiente: “Piénsese que el deudor haga notar a su antiguo acreedor que la
deuda está prescrita, y que por tanto no tiene derecho al pago. Pese a ello, bajo
una estrategia defraudatoria le anima a iniciar el cobro aludido, y obtenido éste,
el deudor tendrá derecho a recuperar parte de la cantidad entregada.”

Esta colusión de partes o colitigantes es el acuerdo entre el deudor y el


tercero que según los autores en cita es la causa que abre la puerta para que
otro acreedor que se vea afectado con dicha deuda ilegalmente renacida,
intente la acción pauliana en contra de la sentencia dictada en el procedimiento
respectivo.

A nuestro juicio, sí existe la posibilidad de combatir un juicio fraudulento,


donde existe colusión de colitigantes, sin embargo, creemos que la acción que
se ejercita no es un desdoblamiento de la acción pauliana, sino de la acción de
inexistencia por simulación.

Se sostiene lo anterior, ya que la colisión de los colitigantes no se


traduce en un acto real, pues en la actuación de los colitigantes la voluntad no
coincide con la manifestación de la misma.

En efecto, la simulación se traduce en una disconformidad consiente


entre lo que realmente se quiere y la manifestación de la voluntad, creando de
esa forma un acto aparente en su totalidad o en parte de él.
72

Así las cosas, en la colisión de los colitigantes antes apuntada, la


manifestación de la voluntad se traduce en la actuación procesal de las partes,
donde el deudor, en contubernio con su colitigante, aparenta que se defiende,
tal vez dando contestación a la demanda, pero omitiendo oponer las
excepciones tendientes a una verdadera y eficaz defensa.

De esta forma, los actos no son reales sino simulados ya que la


verdadera intención es permitir o incluso forzar la procedencia de la acción; en
el ejemplo dado, al ser la prescripción una cuestión que sólo puede ser alegada
por el demandado, el Juez no tendrá más remedio que declarar procedente la
acción, ante la omisión del demandado de oponer dicha excepción y, en
consecuencia, el Juez será el primer tercero perjudicado con dicha actuación,
ya que emitirá una sentencia que en la que reconocerá un derecho renacido a
través de un pacto ilícito y de actuaciones procesales simuladas.

A mayor abundamiento, la acción pauliana sólo procede contra actos


reales, por lo que cualquier conducta que implique la confabulación entre dos
personas para obtener un beneficio, aparentando un acto en su totalidad para o
en parte de él, no es combatible mediante la acción pauliana, no obstante que
se trate de proteger el derecho de un acreedor perjudicado con dicha
confabulación, sino a través de la acción de inexistencia por simulación antes
apuntada.

En efecto, el derecho a la defensa del crédito no se limita o se torna


nugatorio con lo anterior, pues sólo se precisa que la acción que procede es la
de inexistencia por simulación, la cual también constituye una garantía de
defensa del crédito, al estar en el CAPÍTULO I, INCISO II, DEL TÍTULO IV, DE
LA PRIMERA PARTE, DEL LIBRO CUARTO DEL CÓDIGO CIVIL PARA EL
DISTRITO FEDERAL.

Así las cosas, la consecuencia de la procedencia de la Acción Pauliana,


como se vio con antelación, sólo beneficiará al acreedor que la intenta y ese
beneficio sólo opera hasta por el monto de su crédito.
73

En efecto, el artículo 2175 del Código Civil para el Distrito Federal señala
literalmente lo siguiente:

“ARTICULO 2,175.- La nulidad de los actos del deudor sólo será


pronunciada en interés de los acreedores que la hubiesen pedido, y
hasta el importe de sus créditos.”
Lo anterior genera un problema, ya que la rescisión del acto celebrado
por el deudor, produce una incertidumbre respecto de la titularidad del bien
objeto de dicho acto.

Piénsese en el caso de un inmueble donado por el deudor a su hijo; el


acreedor demanda la rescisión de dicha donación, así como la inscripción de la
sentencia en el Registro Público de la Propiedad y del Comercio; seguido el
proceso logra que la acción proceda, a pesar de que su crédito no está vencido
y tiene el plazo de diez años para ejercitar su crédito; de esta forma, ante la
procedencia de la acción pauliana, tal y como actualmente se encuentra
regulada, ocasionará que, frente al acreedor, el bien inmueble en este caso,
será propiedad de su deudor, mientras que, para los demás terceros, el mismo
bien será del hijo del deudor, claro está, que la rescisión del acto pronunciada
en la sentencia sólo será hasta el monto de la deuda o crédito. Sin embargo, a
la fecha en que se dicta la sentencia el acreedor aún no ha liquidado su crédito,
pensemos que dicho crédito genera intereses ordinarios y moratorios; así las
cosas, ni el deudor, ni el hijo de éste, ni los terceros sabrán que parte del bien
puede ser dispuesta por el hijo, ya que no existe certeza del monto del crédito.

Esta incertidumbre respecto de la titularidad del bien, se prolongará


durante todo el tiempo en que el crédito pueda ser exigido en la vía judicial, es
decir, hasta que el acreedor ejercite su acción en contra del deudor o prescriba
la misma.

Es por ello, que en el siguiente capítulo se presenta una propuesta de


solución a lo anterior.
74

Así las cosas, como lo hemos señalado, la procedencia de la Acción


Pauliana tendrá dos efectos, a saber, la conservación del patrimonio del deudor
o la consolidación del mismo. El primer efecto se entiende como la reintegración
de los bienes a la esfera patrimonial del deudor, mientras que el segundo de los
elementos se evidencia en la rescisión de las renuncias a derechos que el
deudor haya hecho a derechos o facultades, a fin de que tales derechos o
facultades regresen al dominio del deudor y el acreedor mediante diversa
acción, Oblicua, pueda reclamar esos derechos por el deudor si éste se
abstiene de hacerlo.

Así las cosas, se actualizará el primer efecto, la reintegración de bienes o


derechos que ya estaban en el patrimonio del deudor, cuando se trate de actos
de empobrecimiento; por otro lado, se presentará el segundo efecto, la
consolidación del patrimonio, cuando lo actos se traduzcan en actos de no
enriquecimiento.

Lo efectos antes apuntados, se encuentran previstos en los artículos


2168, 2170 y 2171 que a la letra rezan:

“ARTICULO 2,168.- Revocado el acto fraudulento del deudor, si


hubiere habido enajenación de propiedades, éstas se devolverán por el
que las adquirió de mala fe, con todos sus frutos.”
“ARTICULO 2,169.- El que hubiere adquirido de mala fe las cosas
enajenadas en fraude de los acreedores, deberá indemnizar a éstos de
los daños y perjuicios, cuando la cosa hubiere pasado a un adquirente
de buena fe, o cuando se hubiere perdido.”
“ARTICULO 2,170.- La nulidad puede tener lugar, tanto en los actos en
que el deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en
aquellos en que renuncia derechos constituidos a su favor y cuyo goce
no fuere exclusivamente personal.”
“ARTICULO 2,171.- Si el deudor no hubiere renunciado derechos
irrevocablemente adquiridos, sino facultades por cuyo ejercicio pudiere
mejorar el estado de su fortuna, los acreedores pueden hacer revocar
esa renuncia y usar de las facultades renunciadas.”
75

Cobra también relevancia los efectos de la Acción Pauliana en cuanto al


subadquiriente, previstos en artículo 2169 del Código Civil antes transcrito, ya
que conforme a éste numeral, si el tercero que contrató de mala fe con el
deudor, trasmitió el bien a un adquiriente de buena fe o lo perdió, responderá de
los daños y perjuicios que con ello se ocasione al acreedor. Lo cual deja ver
que la Acción Pauliana puede intentarse incluso con un subadquiriente, cuando
sea de mala fe y, a nuestro juicio, cuando sea a título gratuito.

3.2. Naturaleza de la Acción Pauliana en el Código Civil para el Distrito


Federal.

En el Código Civil para el Distrito Federal no existe un criterio unánime


respecto a la naturaleza de la acción pauliana; en efecto, los artículos 2163,
2164, 2165, 2170, 2172, 2173, 2174, 2175, 2178 de dicho Ordenamiento Legal,
hablan de una acción de nulidad o anulabilidad. Por su parte el artículo 2168,
2171 del mismo Ordenamiento Legal en cita, habla de una acción de
revocación.

En efecto, los artículos antes señalados son del tenor literal siguiente:

“Artículo 2163. Los actos celebrados por un deudor en perjuicio de su


acreedor, pueden anularse, a petición de éste, si de esos actos resulta
la insolvencia del deudor, y el crédito en virtud del cual se intenta la
acción, es anterior a ellos.”
El artículo transcrito establece la base de la procedencia de la acción
pauliana, estableciendo sus elementos constitutivos, tales como el acto
celebrado por el deudor, el perjuicio que dicho acto debe causar al acreedor, la
insolvencia del deudor como consecuencia del acto celebrado por éste mismo, el
crédito a favor del acreedor, así como la anterioridad del mismo.

“Artículo 2164. Si el acto fuere oneroso, la nulidad sólo podrá tener


lugar en el caso y términos que expresa el artículo anterior, cuando
76

haya mala fe, tanto por parte del deudor, como del tercero que
contrató con él.”
En este dispositivo se regula el elemento del fraude civil o mala fe en los
actos onerosos, de donde se desprende que dicho fraude es un requisito sin el
cual no puede prosperar la acción que nos ocupa.

“Artículo 2165. Si el acto fuere gratuito, tendrá lugar la nulidad aun


cuando haya habido buena fe por parte de ambos contratantes.”
Por su parte, este artículo regula el elemento del fraude antes aludido,
ahora en los actos gratuitos, desprendiéndose del mismo que, contrario al trato
que a este elemento se le da en los actos onerosos, en este caso no es
necesarios acreditar mala fe o fraude civil, precisamente porque el tercero
beneficiado del acto tildado de fraudulento no erogó cantidad alguna o esfuerzo
alguno para hacerse del bien objeto del citado acto.

“Artículo 2168. Revocado el acto fraudulento del deudor, si hubiere


habido enajenación de propiedades, éstas se devolverán por el que
los adquirió de mala fe, con todos sus frutos.”
El artículo antes transcrito establece uno de los efectos de la acción
pauliana, que se traduce en la conservación del patrimonio del deudor, con el
propósito de que el acreedor pueda ejecutar su crédito sobre los bienes
restituidos.

“Artículo 2170. La nulidad puede tener lugar, tanto en los actos en que
el deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en
aquellos en que renuncia derechos constituídos a su favor y cuyo
goce no fuere exclusivamente personal.”

Del artículo que antecede se puede apreciar los supuestos de


procedencia de la acción pauliana, que pueden enunciarse como Actos de
Empobrecimiento y Actos de No Enriquecimiento.

“Artículo 2171. Si el deudor no hubiere renunciado derechos


irrevocablemente adquiridos, sino facultades por cuyo ejercicio pudiere
mejorar el estado de su fortuna, los acreedores pueden hacer revocar
esa renuncia y usar de las facultades renunciadas.”
77

Del artículo antes enunciado se desprende el efecto que tendrá la acción


pauliana cuando se combaten actos de no enriquecimiento, tales como la
repudiación de una herencia en perjuicio de acreedores.

“Artículo 2172. Es también anulable el pago hecho por el deudor


insolvente, antes del vencimiento del plazo.”
El artículo en comento, establece expresamente la procedencia de la
acción pauliana en contra del pago hecho por el deudor con anticipación al
vencimiento de su obligación, el cual se traduce como un acto de
empobrecimiento.

“Artículo 2173. Es anulable todo acto o contrato celebrado en los


treinta días anteriores a la declaración judicial de la quiebra o del
concurso, y que tuviere por objeto dar a un crédito ya existente una
preferencia que no tiene.”

El artículo arriba transcrito, establece una presunción legal que facilita la


prueba del fraude civil en actos celebrados en los treinta días anteriores a la
declaración judicial de la quiebra o del concurso, cuando éstos tuvieren
por objeto dar a un crédito ya existente una preferencia que no tiene,
como pudiera ser la constitución de una hipoteca para garantizar un crédito
quirografario anterior.

“Artículo 2174. La acción de nulidad mencionada en el artículo 2163


cesará luego que el deudor satisfaga su deuda o adquiera bienes con
qué poder cubrirla.”
Del artículo en comento se desprende una causa que hace cesar la
procedencia de la acción pauliana, que es el pago de la deuda o la adquisición
de bienes por el deudor, pues en el primer caso al estar pagado el crédito, el
derecho a impugnar los actos del deudor cesa, mientras que en el segundo
supuesto, la adquisición de bienes por parte del deudor, hace que el acreedor
pierda el interés jurídico en la impugnación de los actos celebrados por su
deudor, al tener conocimiento de bienes sobre los cuales podría despachar
ejecución.
78

“Artículo 2175. La nulidad de los actos del deudor sólo será


pronunciada en interés de los acreedores que la hubiesen pedido, y
hasta el importe de sus créditos.”
En este artículo, se establece la relatividad de la procedencia de la acción
pauliana, pues ésta sólo beneficiará al acreedor que la haya intentado y será
única y exclusivamente hasta el monto de su crédito.

“Artículo 2178. Si el acreedor que pide la nulidad, para acreditar la


insolvencia del deudor, prueba que el monto de las deudas de éste
excede al de sus bienes conocidos, le impone al deudor la obligación
de acreditar que tiene bienes suficientes para cubrir esas deudas.”
En este artículo se establecen las bases de la carga de la prueba respecto
de la insolvencia, donde si el acreedor conoce diversos bienes del deudor, la Ley
le impone la obligación de probar que éstos son insuficientes para hacer frente a
su crédito, para que el deudor tenga que probar que tiene bienes suficientes para
satisfacer el crédito del deudor; situación que no será necesaria cuando el
acreedor no tenga conocimiento de diversos bienes al que haya sido objeto del
acto tildado de fraudulento.

Así pues, de lo anterior se confirma que efectivamente en el Código Civil


para el Distrito Federal, no hay uniformidad en la naturaleza de la Acción
Pauliana.

3.3. Elementos Constitutivos de la Acción Pauliana en el Código Civil para


el Distrito Federal.

Como se señaló a lo largo del Capítulo 1 del presente trabajo, en el


apartado relativo a los elementos de la Acción Pauliana, el crédito es uno de los
elementos de dicha Acción, tal y como puede apreciarse del contenido del
artículo 2163 del Código en cita que al efecto señala:

“Artículo 2163. Los actos celebrados por un deudor en perjuicio de su


acreedor, pueden anularse, a petición de éste, si de esos actos resulta
79

la insolvencia del deudor, y el crédito en virtud del cual se intenta la


acción, es anterior a ellos.”
De igual forma, el crédito debe ser existente y válido, sin embargo, de la
legislación en comento, no se desprende que el mismo tenga que ser exigible,
en razón de que como se anticipó, al encontrarse en insolvencia, el deudor
pierde el derecho a usar el plazo.

Al respecto, habremos de citar el contenido del artículo 2190 del Código


Civil para el Distrito Federal, que al efecto establece lo siguiente:

“Artículo 2190. Se llama exigible aquella deuda cuyo pago no puede


rehusarse conforme a derecho."
De lo cual tenemos que el acreedor sólo puede exigir su crédito, cuando
no exista causa legal en favor del deudor para rehusar el pago.

Así las cosas, el artículo 1953 del Código Civil para el Distrito Federal
establece que la obligación a plazo es aquella para cuyo cumplimiento se ha
señalado un día cierto y dice el artículo 1954 del mismo Ordenamiento, que es
día cierto aquel que necesariamente debe llegar, pues si existe incertidumbre
en la llegada del día, la obligación estará sujeta a condición y se regirá por las
reglas de éstas (artículo 1955).

Por su parte, el artículo 1958 del Código Sustantivo Civil establece que el
plazo se presume establecido a favor del deudor, a menos que resulte, de la
estipulación o de las circunstancias, que ha sido establecido en favor del
acreedor o de las dos partes, es decir, que por regla general el plazo se
encuentra establecido en favor del deudor, salvo prueba en contrario.

No obstante lo anterior, la fracción I el artículo 1959 del mismo Código,


dispone que perderá el deudor el derecho a utilizar el plazo, si después de
contraída la obligación, resultare insolvente, salvo que garantice la deuda.
80

Así pues, en la práctica se sostiene que los acreedores cuyas


obligaciones están sujetas a plazo, aun cuando no ha llegado el plazo, pueden
ejercitar la acción pauliana.77

Corroboran lo anterior, las siguientes tesis que a continuación transcribo.

No. Registro: 392,135


Jurisprudencia
Materia(s): Civil
Sexta Época
Instancia: Tercera Sala
Fuente: Apéndice de 1995
Tomo IV, Parte SCJN
Tesis: 8
Página: 7
Genealogía: APÉNDICE AL TOMO XXXVI: NO APA PG.
APÉNDICE AL TOMO L : NO APA PG.
APÉNDICE AL TOMO LXIV : NO APA PG.
APÉNDICE AL TOMO LXXVI: NO APA PG.
APENDICE AL TOMO XCVII: NO APA PG.
APENDICE '54: TESIS NO APA PG.
APENDICE '65: TESIS 4 PG. 30
APENDICE '75: TESIS 4 PG. 15
APENDICE '85: TESIS 5 PG. 17
APENDICE '88: TESIS 21 PG. 32
APENDICE '95: TESIS 8 PG. 7
ACCIÓN PAULIANA, REQUISITOS DE LA.
Los requisitos que deben concurrir para que la acción pauliana proceda
son: que de un acto resulte la insolvencia del deudor; que como
consecuencia de la insolvencia se cause un perjuicio al acreedor, y que
si el acto o contrato fuere oneroso, haya mala fe tanto en el deudor
como en el tercero que contrató con él.
Sexta Época:
Amparo directo 552/55. Roberto Díaz. 13 de octubre de 1955. Cinco
votos.
Amparo directo 5167/55. Leocunda Torres Prado. 30 de julio de 1956.
Unanimidad de cuatro votos.
Amparo directo 2608/60. Romero Pascasio Castellanos. 21 de abril de
1961. Unanimidad de cuatro votos.
Amparo directo 6729/59. Samuel Díaz Castellanos. 12 de enero de
1962. Unanimidad de cuatro votos.
77
Cfr. ROMERO SÁNCHEZ, Manuel. La Revocación de los actos celebrados en fraude de acreedores.
Editorial Imprenta Aldina. México, 1941.
81

Amparo directo 3899/61. Agustín Silveyra Avila. 8 de mayo de 1963.


Unanimidad de cuatro votos.
No. Registro: 356,301
Tesis aislada
Materia(s): Civil
Quinta Época
Instancia: Tercera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
LVIII
Tesis:
Página: 1301
ACCIÓN PAULIANA, PROCEDENCIA DE LA.
El Código Civil del Distrito Federal, en su artículo 2163, estatuye que
los actos celebrados por un deudor, en perjuicio de su acreedor,
pueden anularse a petición de este, si de esos actos resulta la
insolvencia del deudor, y el crédito en virtud del cual se intenta la
acción, es anterior a dichos actos; pero tal disposición no es absoluta,
ni tiene la amplitud que algunas veces se le atribuye, pues el artículo
siguiente establece que si el acto fuera oneroso, la nulidad solo podrá
tener lugar cuando haya mala fe, tanto por parte del deudor, como del
tercero que contrato con él. Los artículos 2166 y 2167 del propio
ordenamiento, estatuyen que hay insolvencia, cuando la suma de los
bienes y créditos del deudor, estimados en su justo precio, no iguala el
importe de sus deudas; que la mala fe en este caso, consiste en el
conocimiento de ese déficit, y que la acción concedida al acreedor
contra el primer adquirente, no procede contra el tercer poseedor, sino
cuando este ha adquirido de mala fe. Del texto de estas disposiciones,
se infiere que para que la acción pauliana sea procedente, se deben
acreditar plenamente los requisitos siguientes: que del acto o contrato
celebrado a título oneroso, por el deudor, resulte su insolvencia, en
perjuicio de su acreedor, y que el tercer poseedor, al contratar con el
deudor, haya tenido la deliberada intención de causar perjuicio al
acreedor, esto es, que hubiere adquirido de mala fe o que, cuando
menos, hubiera tenido conocimiento de que, por virtud del acto o
contrato, resultaba la insolvencia del deudor, con perjuicio de sus
acreedores. La comprobación plena de tales requisitos, como
elementos constitutivos de dicha acción, es de tal manera esencial, que
la falta de alguno de ellos viene a determinar su inexistencia.
Amparo civil directo 289/37. Castejón Espinosa Mario Aurelio y
coagraviada. 31 de octubre de 1938. Unanimidad de cinco votos. La
publicación no menciona el nombre del ponente.

No. Registro: 194,177


Tesis aislada
Materia(s): Civil
82

Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
IX, Abril de 1999
Tesis: I.8o.C.201 C
Página: 484
ACCIÓN PAULIANA. ES IMPROCEDENTE SI NO SE REÚNE UNO DE
SUS ELEMENTOS.
De conformidad con lo dispuesto por los artículos 2163 al 2166 del
Código Civil del Distrito Federal, se colige que los elementos de la acción
pauliana son: 1o. Que de un acto resulte la insolvencia del deudor; 2o.
Que como consecuencia de la insolvencia se cause un perjuicio al
acreedor; 3o. Que el crédito en virtud del cual se intenta la acción sea
anterior a ello; y 4o. Que si el acto o contrato fuere oneroso, haya mala fe
tanto en el deudor como en el tercero que contrató con él; por lo que si se
entabló esa acción en virtud de que los demandados donaron en favor de
terceros un bien inmueble, pero el actor no acreditó que con ese acto
resultara la insolvencia del deudor, es legal que la autoridad responsable
decrete la improcedencia de la acción, por no reunirse uno de sus
elementos.
OCTAVO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Amparo directo 548/98. Banco Nacional de México, S.A. 30 de junio de
1998. Unanimidad de votos. Ponente: María del Carmen Sánchez
Hidalgo. Secretaria: Edith Alarcón Meixueiro.
Véase: Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo LVIII,
página 1301, tesis de rubro: "ACCIÓN PAULIANA, PROCEDENCIA DE
LA.".

No. Registro: 184,366


Tesis aislada
Materia(s): Civil
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XVII, Mayo de 2003
Tesis: I.3o.C.399 C
Página: 1196
ACCIÓN PAULIANA, NATURALEZA, FINALIDAD Y PRESUPUESTOS
DE PROCEDENCIA DE LA (CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO
FEDERAL).
El análisis sistemático y armónico del contenido de los artículos 2163,
2164, 2166, 2174, 2178, 2179 y 2964, todos del Código Civil para el
Distrito Federal, lleva a establecer que la acción pauliana o revocatoria
tiene su fundamento principal en la garantía patrimonial que tienen los
83

acreedores sobre los bienes del deudor y que se traduce en una


obligación de respeto de la expectativa de satisfacción de los acreedores,
aunque también se basa en razones de justicia y equidad que exigen
reparar el daño que se ha causado a otro. Por tanto, son presupuestos
para que los acreedores impugnen un acto de enajenación celebrado por
su deudor, los siguientes: a) Que el deudor realice un acto que no sea
simplemente material, sino jurídico, puesto que está sujeto a ser anulado;
b) Que de la celebración del acto de enajenación resulte o se agrave
como consecuencia la insolvencia del deudor, por lo que mientras el
deudor no sufra estado de insolvencia y la garantía de los acreedores sea
suficiente, carecen de interés para impugnar los actos jurídicos realizados
por su deudor, aunque impliquen una disminución patrimonial; y, c) Que
la celebración del acto perjudique a los acreedores, en razón de que si no
hay perjuicio no tendría el acreedor ningún interés en ejercitar la acción
pauliana. Asimismo, debe tenerse en cuenta que si el acto de
enajenación es posterior a una sentencia condenatoria o a la expedición
de un mandamiento de embargo de bienes, se presume que la
enajenación a título oneroso es fraudulenta. De modo que la acción
pauliana tiene por objeto nulificar los actos y contratos celebrados por el
deudor en fraude de sus acreedores, es decir, se ejercita con la finalidad
de reconstruir el patrimonio del deudor, para que vuelvan a figurar en él
los bienes que hayan salido del mismo por virtud del acto indebido que ha
producido la insolvencia total o parcial del propio deudor.
TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER
CIRCUITO.
Amparo directo 12043/2002. Casa Aries, S.A. de C.V. 11 de octubre de
2002. Unanimidad de votos. Ponente: Neófito López Ramos.
Secretario: Williams Arturo Nucamendi Escobar.

Sin embargo, de los artículos citados en primer término en este


subinciso, se desprende el hecho de que por regla general las obligaciones
sujetas a plazo no son exigibles por parte del deudor, hasta que dicho plazo se
verifica, salvo el caso de que después de haber contraído la obligación el
deudor quedare en insolvencia, sin embargo, no precisa el artículo 1959 antes
mencionado cuál es el procedimiento para llegar a la insolvencia que ocasiona
la pérdida del derecho a usar el plazo.

Luego entonces tenemos que acudir a la definición que da el artículo


2166 del Código Civil que dispone literalmente:
84

“Artículo 2166. Hay insolvencia cuando la suma de los bienes y


créditos del deudor, estimados en su justo precio, no iguala al importe
de sus deudas. La mala fe, en este caso, consiste en el conocimiento
de ese déficit.”
De lo anterior se desprende el hecho de que para que exista insolvencia
debe probarse que los bienes del deudor valuados en su justo precio no son
suficientes para pagar todas sus deudas, de lo que se sigue que es necesario
demostrar cuales son las deudas que tiene el deudor para poder demostrar
dicha insolvencia y no, como se pretende en la práctica, tenerlo por acreditado
con el simple dicho del acreedor.

Lo antes expuesto nos lleva a determinar, conforme a nuestra legislación,


cual es el procedimiento para obtener una declaración de insolvencia del
deudor; por lo cual, nos tenemos que remitir al contenido del Capítulo I
“Disposiciones Generales”, del Título Primero, de la Tercera Parte, del Libro
Cuarto del Código Civil, denominado “De las obligaciones”, para determinarlo;
así, el artículo 2965 del Código Civil para el Distrito Federal, el cual señala
literalmente lo siguiente:

“Artículo 2965. Procede el concurso de acreedores siempre que el


deudor suspenda el pago de sus deudas civiles, líquidas y exigibles. La
declaración de concurso será hecha por el juez competente, mediante
los trámites fijados en el Código de Procedimientos Civiles.”

Por su parte, el artículo 2966, establece literalmente lo siguiente:

“Artículo 2966. La declaración de concurso incapacita al deudor para


seguir administrando sus bienes, así como para cualquiera otra
administración que por la ley le corresponda, y hace que se venza el
plazo de todas sus deudas.
“Esa declaración produce también el efecto de que dejen de devengar
intereses las deudas del concursado, salvo los créditos hipotecarios y
pignoraticios, que seguirán devengando los intereses correspondientes,
hasta donde alcance el valor de los bienes que los garanticen.”
85

Así pues, el Capítulo I, del Título Décimo Tercero del Código de


Procedimientos Civiles para el Distrito Federal, contiene el procedimiento de
concurso civil.

Al efecto, los artículos siguientes del Código Adjetivo de la Materia


establecen lo siguiente:

“Artículo 738.- El concurso del deudor no comerciante puede ser


voluntario o necesario. Es voluntario cuando el deudor se desprende de
sus bienes para pagar a sus acreedores, presentándose por escrito
acompañando un estado de su activo y pasivo con expresión del
nombre y domicilio de sus deudores y acreedores, así como una
explicación de las causas que hayan motivado su presentación en
concurso. Sin estos requisitos no se admitirá la solicitud. No se
incluirán en el activo los bienes que no puedan embargarse.
“Es necesario cuando dos o más acreedores de plazo cumplido han
demandado o ejecutado ante uno mismo o diversos jueces a sus
deudores, y no haya bienes bastantes para que cada uno secuestre lo
suficiente para cubrir su crédito y costos.
“Artículo 739.- Declarado el concurso, el juez resolverá:
“I. Notificar, personalmente o por cédula al deudor la formación de su
concurso necesario, y por el Boletín el concurso voluntario;
“II. Hacer saber a los acreedores la formación del concurso por edictos
que se publicarán en dos periódicos de información que designará el
juez. Si hubiere acreedores en el lugar del juicio, se citarán por medio
de cédula por correo o telégrafo, si fuere necesario;
“III. Nombrar síndico provisional;
“IV. Decretar el embargo y aseguramiento de los bienes, libros,
correspondencia y documentos del deudor, diligencias que deberán
practicarse en el día, sellando las puertas de los almacenes y
despachos del deudor, y muebles susceptibles de embargo que se
hallen en el domicilio del mismo deudor;
“V. Hacer saber a los deudores la prohibición de hacer pagos o
entregar efectos al concursado, y la orden a éste de los bienes al
síndico, bajo el apercibimiento de segunda paga a los primeros y de
procederse penalmente en contra del deudor que ocultare cosas de su
propiedad;
86

“VI. Señalar un término, no menor de ocho días ni mayor de veinte,


para que los acreedores presenten en el juzgado los títulos
justificativos de sus créditos, con copia para ser entregada al síndico;
“VII. Señalar día y hora para la junta de rectificación y graduación de
créditos, que deberá celebrarse diez días después de que expire el
plazo fijado en la fracción anterior. El día de esta junta y el nombre y
domicilio del síndico, se harán saber en los edictos a que se refiere la
fracción I;
“VIII. Pedir a los jueces ante quiénes se tramiten pleitos contra el
concursado, los envíen para a su acumulación al juicio universal. Se
exceptúan los juicios hipotecarios que estén pendientes y los que se
promuevan después, y los juicios que se hubiesen fallado en primera
instancia; éstos se acumularán una vez que se decidan definitivamente.
Se exceptúan igualmente los que procedan de créditos prendatarios y
los que no sean acumulables por disposición expresa de la ley.”
“Artículo 743.- El concursado, en el caso de concurso forzoso deberá
presentar al juzgado dentro de los cinco días de la notificación del auto
que lo declare, un estado detallado de su activo y pasivo, con nombres
y domicilio de acreedores y deudores privilegiados y avalistas; si no lo
presentare lo hará el síndico.
“Artículo 744.- Todo acreedor podrá, hasta tres días antes de la fecha
designada para la reunión de la junta, presentarse por escrito
observando todos o algunos de los créditos reconocidos por el deudor,
o denunciando cualquier acto culpable o fraudulento del mismo,
precisando, al ofrecerlas, las pruebas de su dicho. Todo acreedor que
no haya sido incluido en el estado presentado por el deudor, podrá
presentarse al juzgado dentro del término fijado en la fracción VI,
expresando el monto, origen y naturaleza de su crédito, presentando,
en su caso, la prueba de sus afirmaciones.
“Los acreedores pueden examinar los papeles y documentos del
concursado, en la secretaría, antes de la rectificación de créditos.
“Artículo 745.- La junta de rectificación y graduación será presidida por
el juez, procediéndose al examen de los créditos previa lectura por el
síndico de un breve informe sobre el estado general activo y pasivo, y
documentos que prueben la existencia de cada uno de ellos. En este
informe del síndico estarán contenidos los dictámenes que rinda sobre
cada uno de los créditos presentados y de los cuales con anticipación
se le corrió traslado.
“Artículo 749.- Si el crédito no es objetado por el síndico, por el
concursado o acreedor que no represente la mayoría del artículo 748,
87

se tendrá por bueno y verdadero y se inscribirá en la lista de créditos


reconocidos.
“Esa lista contendrá los nombres de los acreedores e importe de cada
crédito. El crédito verificado puede ser objetado por cualquier acreedor
a su costa y por el trámite incidental.
“Artículo 750.- Si uno o más de los créditos admitidos por la mayoría,
fueren objetados por el deudor, por el síndico o por alguno de los
acreedores, se tendrán por verificados provisionalmente, sin perjuicio
de que incidentalmente pueda seguirse la cuestión sobre legitimidad
del crédito.
“El mismo trámite procederá si los objetantes fueran acreedores, sin
perjuicio de ser indemnizados hasta la concurrencia de la suma en que
su gestión hubiere enriquecido su concurso.”
De lo anterior se desprende que conforme a nuestro Código Civil, la
insolvencia debe ser reconocida mediante el procedimiento judicial, en este
caso con la declaración de concurso civil, para que posteriormente los
acreedores tengan acceso a sus efectos; efectos que pueden traducirse en la
pérdida del derecho al uso del plazo que refiere la fracción I del artículo 1959
del Código Civil ya transcrito con antelación, en el aseguramiento de los bienes
del deudor y su venta, previo reconocimiento de acreedores.

Lo anterior es así, ya que de estimar lo contrario y sostener, como lo


sostiene el Licenciado Fernando García Martínez García de León en su libro, no
podría combatirse el pago hecho por el deudor de una obligación cuyo plazo
aún no vencía, a pesar de que el artículo 2172 del Código Civil prevé como acto
combatible mediante la Acción Pauliana, el pago hecho por el deudor
insolvente, antes del vencimiento del plazo.

Por otro lado, además del vencimiento del plazo, dentro de la


característica de exigibilidad del crédito, tenemos que ocuparnos de estudiar si
el crédito está sujeto a condición, sea suspensiva o resolutoria.

Así pues, la condición es una modalidad de la obligación cuyo


fundamento se encuentra en el artículo 1938 del Código Sustantivo Civil, el cual
88

establece que la obligación será condicional cuando su existencia o resolución


dependan de la realización de un acontecimiento futuro e incierto.

De dicho artículo tenemos que la condición se define, en amplio sentido,


como todo acontecimiento que forzosamente debe ser de realización futura e
incierta, pues si dicho acontecimiento fuera de realización cierta, no sería una
condición sino un plazo.

En estricto sentido, la condición resolutoria es aquel acontecimiento de


realización incierta de cuyo cumplimiento depende la resolución de la
obligación. Con la verificación de la condición resolutoria la obligación se
extingue. Lo anterior se fundamenta en el artículo 1940 del Código Civil, el cual
señala que “La condición es resolutoria cuando cumplida resuelve la obligación,
volviendo las cosas al estado que tenían, como si esa obligación no hubiere
existido.”

Por su parte, la condición suspensiva es aquel acontecimiento de


realización incierta del cual depende la existencia de una obligación. Si no se
verifica la condición, la obligación no nace a la vida jurídica, es decir, el
incumplimiento de la condición suspensiva constituye una caducidad del
derecho. Lo anterior, se corrobora con el contenido del artículo 1939 del mismo
Ordenamiento Legal arriba citado.

Así las cosas, el derecho del acreedor de obligación sujeta a la


modalidad de condición resolutoria a ejercitar la acción pauliana está expedito,
pues el derecho, junto la obligación de su deudor, ya existen; la condición
resolutoria sólo afecta el tiempo o duración de la obligación, ya que una vez que
se verifique aquella, ésta dejará de existir.

Por el contrario, la obligación sujeta a condición suspensiva no ha


surgido a la vida jurídica, sólo es una expectativa, la cual, puede o no
materializarse y, para el caso de que no se cumpla, el acreedor expectante no
89

alcanzará la calidad de acreedor material, pues como se dijo, habrá caducado


su derecho sin siquiera nacer a la vida jurídica.

Es concordante con la anterior interpretación, el contenido del artículo


1942 del código Civil para el Distrito Federal, que otorga el derecho limitado al
acreedor en obligaciones sujetas a la modalidad que referimos, para que
ejercite todos los actos conservatorios de su derecho.

En la actualidad no existe unidad en el criterio acerca de si los


acreedores de obligaciones sujetas a condición suspensiva puedan ejercitar la
acción pauliana; por un lado, el Licenciado Fernando Martínez García de León,
refiere que estos acreedores sí tienen derecho a ejercitar ésta acción y funda su
criterio en el hecho de que tienen la facultad de ejercitar todos los actos
conservatorios de su derecho.78

Por el contrario, el maestro Manuel Borja Soriano, sostiene que el


acreedor en este tipo de obligaciones no está legitimado para ejercitar la acción
pauliana, precisamente porque esta acción excede la facultad del acreedor para
ejercitar los actos conservatorios de su posible derecho.79

En efecto, el artículo 1942 establece literalmente lo siguiente:

“Artículo 1942. En tanto que la condición no se cumpla, el deudor debe


abstenerse de todo acto que impida que la obligación pueda cumplirse
en su oportunidad.
“El acreedor puede, antes de que la condición se cumpla, ejercitar
todos los actos conservatorios de su derecho.”

De lo anterior se desprende la obligación del deudor en el sentido de


abstenerse de impedir que la obligación pueda cumplirse en su oportunidad, así
como el derecho del acreedor de ejercitar los actos tendientes a conservar su
derecho. Este artículo sólo puede ser entendido en el sentido de que el

78
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op. cit. P. 29.
79
Cfr. BORJA SORIANO, Manuel. Op. cit. 534.
90

acreedor podrá solicitar la garantía del cumplimiento de la obligación si llega a


cumplirse la condición, pero debe entenderse que dicha facultad sólo es en
relación inmediata y directa con la obligación pactada, es decir, con la
prestación de dar, hacer o no hacer, que se pactó; por lo que si se pactó como
prestación la entrega de una cosa determinada, el acreedor condicional sólo
podrá pedir garantía de la conservación del bien o del aseguramiento de la
misma, pero no podrá perseguir la cosa a través de la acción pauliana, pues
ésta excede de la facultad que prevé el artículo 1942 del Código Civil para el
Distrito Federal. Siendo esta interpretación la más aceptada conforme al autor
antes señalado.

Es por lo anterior, que a nuestro juicio, el crédito base de la Acción


Pauliana debe ser de plazo cumplido y no sujeto a condición suspensiva, ya
que sólo en el caso de que la obligación ya exista y una vez que la fecha del
vencimiento ha llegado, cuando el acreedor tiene derecho a exigir, inclusive
coercitivamente, el pago de su crédito y no antes; por lo que en el siguiente
capítulo nos ocuparemos de tratar de resolver esta cuestión a través de la
propuesta que ponemos a su consideración.

Aunado lo anterior, a nuestro juicio, el crédito debe ser líquido ya que si


conforme a la actual regulación de la acción pauliana es necesario acreditar la
insolvencia del deudor o su agravamiento a casa de sus actos jurídicos, y que la
insolvencia existe, en términos del artículo 2166 del Código Civil para el Distrito
Federal, cuando la suma de los bienes y créditos del deudor, estimados en su
justo precio, no iguala al importe de sus deudas, resulta indudable que sí es
necesario al menos contar con la cantidad líquida de la obligación principal,
pues para alegar la insolvencia es necesario saber al menos a cuánto asciende
la deuda del acreedor, para poder determinar conforme al patrimonio del deudor
si existe un estado de insolvencia; siendo esta objeción una razón más por la
cual en el siguiente capítulo se sostiene que la insolvencia no puede ser el
núcleo o causa de pedir de la acción pauliana.
91

Finalmente, como se desprende de la lectura al artículo 2163 del


Código Civil para el Distrito Federal, el crédito sí debe ser anterior al acto que
se pretende impugnar mediante la acción Pauliana.

Ahora bien, el segundo elemento de la Acción de mérito, consistente en


que el acto sea real y no simulado, se desprende del contenido de los
artículos 2166, 2168 y 2170 del Código en Cita, que a la letra dicen:

“Artículo 2166. Hay insolvencia cuando la suma de los bienes y


créditos del deudor, estimados en su justo precio, no iguala al importe
de sus deudas. La mala fe, en este caso, consiste en el conocimiento
de ese déficit.”

“Artículo 2168. Revocado el acto fraudulento del deudor, si hubiere


habido enajenación de propiedades, éstas se devolverán por el que
los adquirió de mala fe, con todos sus frutos.”

“Artículo 2170. La nulidad puede tener lugar, tanto en los actos en que
el deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en
aquellos en que renuncia derechos constituídos a su favor y cuyo
goce no fuere exclusivamente personal.”

Lo anterior es así, habida cuenta que de la lectura a los mismos se


desprende que el acto debe producir la insolvencia del deudor, al enajenar sus
bienes o al sacarlos de su patrimonio, lo cual sólo se lleva a cabo a través de
actos reales, aunado que la acción de simulación tiene un apartado específico
en el Código Civil para el Distrito Federal, que va del artículo 2180 al 2184 de
dicho Ordenamiento.

El tercer elemento de la Acción, consistente en el Fraude Pauliano, se


encuentra regulado en el Código Civil para el Distrito Federal, en los artículos
2164, 2165, 2167, 2169, 2177 y 2179 que a la letra rezan:
92

“Artículo 2164. Si el acto fuere oneroso, la nulidad sólo podrá tener


lugar en el caso y términos que expresa el artículo anterior, cuando
haya mala fe, tanto por parte del deudor, como del tercero que
contrató con él.”

“Artículo 2165. Si el acto fuere gratuito, tendrá lugar la nulidad aun


cuando haya habido buena fe por parte de ambos contratantes.”
“Artículo 2167. La acción concedida al acreedor, en los artículos
anteriores, contra el primer adquirente, no procede contra tercer
poseedor, sino cuando éste ha adquirido de mala fe.”
“Artículo 2169. El que hubiere adquirido de mala fe las cosas
enajenadas en fraude de los acreedores, deberá indemnizar a éstos
de los daños y perjuicios, cuando la cosa hubiere pasado a un
adquirente de buena fe, o cuando se hubiere perdido.”

“Artículo 2173. Es anulable todo acto o contrato celebrado en los


treinta días anteriores a la declaración judicial de la quiebra o del
concurso, y que tuviere por objeto dar a un crédito ya existente una
preferencia que no tiene.”

“Artículo 2177. El fraude, que consiste únicamente en la preferencia


indebida a favor de un acreedor, no importa la pérdida del derecho,
sino la de la preferencia.”
“Artículo 2179. Se presumen fraudulentas las enajenaciones a
título oneroso hechas por aquellas personas contra quienes se
hubiese pronunciado antes sentencia condenatoria en cualquiera
instancia, o expedido mandamiento de embargo de bienes, cuando
estas enajenaciones perjudican los derechos de sus acreedores.”

En efecto, de los artículos antes aludidos se desprende que cuando se


trata de actos gratuitos no interesa si el tercero contratante actúa con mala fe o
sin ésta, ya que el acreedor busca evitarse un perjuicio, mientras que el tercero
busca un provecho, por lo cual debe fallarse en favor de quien desea evitarse
93

un perjuicio, en este caso, del acreedor; mientras que tratándose de actos


onerosos, siempre se requerirá la mala fe del tercero para la procedencia de la
Acción Pauliana.

De la redacción de los artículos antes transcrito se desprende que, por


analogía derivada del tratamiento que se le da al tercero que contrato con el
deudor de forma gratuita, cuando se trate de un subadquiriente a título gratuito
debe proceder la acción pauliana, pues ningún perjuicio se le ocasiona a dicha
persona al haber recibido de forma gratuita el bien cuyo reingreso al patrimonio
del deudor se pretende con el ejercicio de la acción que nos ocupa; sin
embargo, tratándose de actos onerosos, siempre requiere de la mala fe de
dicho adquiriente.

Asimismo, en los numerales antes aludidos, se encuentran previstos las


presunciones legales que aligeran la carga de la prueba a los acreedores
respecto del elemento que nos ocupa.

Por otro lado, el elemento de la Acción consistente en la Insolvencia, se


encuentra expresamente regulado por el artículo 2166 antes transcrito.

Como se dijo con antelación, no sólo la insolvencia es la causa de la


procedencia de la acción pauliana, también lo es su agravamiento. Sirve de
sustento a lo anterior, la siguiente tesis que al efecto cito por resultar aplicable
al presente estudio.

Registro No. 193940


Localización:
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
IX, Mayo de 1999
Página: 985
Tesis: I.9o.C.58 C
Tesis Aislada
Materia(s): Civil

ACCIÓN PAULIANA. NO SÓLO LA INSOLVENCIA DA LUGAR A ELLA


94

SINO TAMBIÉN EL AGRAVAMIENTO DE LA YA EXISTENTE.


Si bien el artículo 2163 del Código Civil del Distrito Federal establece
que la llamada acción pauliana procede en contra de la validez de
actos celebrados por un deudor en perjuicio de su acreedor, cuando
éstos produzcan la insolvencia, debe concluirse que la redacción del
precepto resulta impropia, porque tal parece que sólo se restringen los
actos que originan la insolvencia, pero no los que la agravan y, desde
el punto de vista de la finalidad que persigue la acción, el acreedor
puede tener tanto interés en nulificar un acto que viene a provocar la
insolvencia del deudor, como aquel que viene a agravarla, por lo que la
expresión "... si de esos actos resulta la insolvencia del deudor ...",
comprende tanto los actos que generaron la insolvencia como los que
la agravan.

NOVENO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL
DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 9669/98. María de Lourdes Álvarez Suárez. 26 de
febrero de 1999. Unanimidad de votos. Ponente: Gonzalo Hernández
Cervantes. Secretario: Héctor Enrique Hernández Torres.

Registro No. 184366


Localización:
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XVII, Mayo de 2003
Página: 1196
Tesis: I.3o.C.399 C
Tesis Aislada
Materia(s): Civil

ACCIÓN PAULIANA, NATURALEZA, FINALIDAD Y PRESUPUESTOS


DE PROCEDENCIA DE LA (CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO
FEDERAL).
El análisis sistemático y armónico del contenido de los artículos 2163,
2164, 2166, 2174, 2178, 2179 y 2964, todos del Código Civil para el
Distrito Federal, lleva a establecer que la acción pauliana o revocatoria
tiene su fundamento principal en la garantía patrimonial que tienen los
acreedores sobre los bienes del deudor y que se traduce en una
obligación de respeto de la expectativa de satisfacción de los
acreedores, aunque también se basa en razones de justicia y equidad
que exigen reparar el daño que se ha causado a otro. Por tanto, son
presupuestos para que los acreedores impugnen un acto de
enajenación celebrado por su deudor, los siguientes: a) Que el deudor
realice un acto que no sea simplemente material, sino jurídico, puesto
que está sujeto a ser anulado; b) Que de la celebración del acto de
enajenación resulte o se agrave como consecuencia la insolvencia del
95

deudor, por lo que mientras el deudor no sufra estado de insolvencia y


la garantía de los acreedores sea suficiente, carecen de interés para
impugnar los actos jurídicos realizados por su deudor, aunque
impliquen una disminución patrimonial; y, c) Que la celebración del acto
perjudique a los acreedores, en razón de que si no hay perjuicio no
tendría el acreedor ningún interés en ejercitar la acción pauliana.
Asimismo, debe tenerse en cuenta que si el acto de enajenación es
posterior a una sentencia condenatoria o a la expedición de un
mandamiento de embargo de bienes, se presume que la enajenación a
título oneroso es fraudulenta. De modo que la acción pauliana tiene por
objeto nulificar los actos y contratos celebrados por el deudor en fraude
de sus acreedores, es decir, se ejercita con la finalidad de reconstruir el
patrimonio del deudor, para que vuelvan a figurar en él los bienes que
hayan salido del mismo por virtud del acto indebido que ha producido la
insolvencia total o parcial del propio deudor.

TERCER TRIBUNAL
COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.
Amparo directo 12043/2002. Casa Aries, S.A. de C.V. 11 de octubre de
2002. Unanimidad de votos. Ponente: Neófito López Ramos.
Secretario: Williams Arturo Nucamendi Escobar.

Finalmente, el PERJUICIO al acreedor, que es un elemento de la


acción Pauliana, se ve regulado en el artículo 2163 también ya transcrito.

3.4. Carga de la Prueba de la Insolvencia en el Código Civil para el Distrito


Federal.

El artículo 291 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito


Federal, señala que el que afirma está obligado a probar, por lo que la regla
general es que el actor debe probar

En el caso, tocante a la insolvencia no podría estarse a dicha regla


general imponiendo al actor la carga procesal de demostrar la insolvencia del
deudor, pues ello lo obligaría a demostrar que en cada uno de los Registros
Públicos de Propiedad no existen bienes en favor del deudor para demostrar
que existe el estado de insolvencia que se requiere para que proceda la acción
pauliana, sin contar, que por lo que hace a bienes inmuebles, no podría
96

demostrar por medio de una prueba diferente a la confesional, que no tiene


bienes suficientes para hacer frente a sus obligaciones; todo lo anterior una
imposibilidad material del actor para hacer prosperar la acción Pauliana.

Sin embargo, resulta importante mencionar que el estado de insolvencia


es la ausencia de bienes para hacer frente a las obligaciones contraídas por
determinada persona, es decir, la no existencia de bienes en el patrimonio del
deudor, lo que significa un hecho negativo, que se resume en “QUE EL
DEUDOR NO TIENE BIENES” para saldar sus deudas; hecho negativo que,
conforme al artículo señalado en primer término, no debe ser probado por el
acreedor actor; es decir, cuando el acreedor alega la insolvencia del deudor
arroja la carga de la prueba al deudor demandado para que demuestre que sí
tiene bienes para cumplir con sus obligaciones en caso de incumplimiento; lo
anterior tiene su justificante precisamente en la imposibilidad que el acreedor
tendría y que señalamos con antelación, así como el hecho de que el deudor
está en la posibilidad de acreditar que tiene bienes, pues nadie mejor que él
conoce su estado patrimonial y, por tanto, puede probar en juicio que tiene
bienes bastantes para que el actor haga efectivo su crédito.

De lo anterior, tenemos que en tratándose de Acción Pauliana, la carga


de la prueba del estadio de insolvencia, por regla general, corresponde al
deudor.

No obstante lo anterior, cabe señalar que existe otra excepción a la regla


de la prueba en la insolvencia antes señalada; en efecto, el artículo 2178 del
Código Civil para el Distrito Federal, establece literalmente lo siguiente:

“ARTICULO 2,178.- Si el acreedor que pide la nulidad, para acreditar


la insolvencia del deudor, prueba que el monto de las deudas de éste
excede al de sus bienes conocidos, le impone al deudor la obligación
de acreditar que tiene bienes suficientes para cubrir esas deudas.”
97

El artículo antes mencionado establece la excepción a la regla antes


señalada, pues impone la carga de la prueba al actor, cuando conoce bienes
distintos de los que salieron del patrimonio del deudor, de demostrar que éstos
bienes que aún están en el patrimonio del demandado, son insuficientes para
hacer frente a su crédito.

Así las cosas, si el actor no demuestra que los bienes que conoce del
deudor, no podrá acreditar la acción Pauliana, pues éste es un elemento
constitutivo de la acción impuesto por la propia Ley.
98

CAPÍTULO 4. PROPUESTA DE REFORMA AL CAPÍTULO I, INCISO II, DEL


TÍTULO IV, DE LA PRIMERA PARTE, DEL LIBRO CUARTO DEL CÓDIGO
CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL.

4.1. Rescisión como Verdadera Naturaleza de la Acción Pauliana.

Como se dijo en el último inciso del Capítulo pasado, en el Código Civil


para el Distrito Federal no existe uniformidad en cuanto a la naturaleza de la
acción Pauliana, por un lado ciertos artículos la conciben como acción de
nulidad, mientras que en otro lado, la definen como de revocación.

Por lo anterior, nos ocuparemos de establecer la verdadera naturaleza de


la acción que nos ocupa; ya en el capítulo 1 del presente trabajo, se abordó el
estudio de las acciones de inexistencia, nulidad, revocación, resolución,
indemnizatoria por daños y perjuicios, de inoponibilidad e ineficacia,
adelantando las causas por las cuales estimamos que la naturaleza jurídica de
la Acción que nos ocupa, no es ninguna de las anteriores.

Así pues, a nuestro juicio, la Acción Pauliana es una Acción


eminentemente económica y de protección del interés del Acreedor, por lo que
su verdadera naturaleza se estima es la de RESCISIÓN, al haber sido pensada
para combatir los efectos ocasionados por la mala fe del deudor, al celebrar
actos jurídicos que lo dejan en estado de insolvencia y al acreedor sin forma de
hacer efectivo su crédito.

En este orden de ideas, cabe señalar que “La rescisión tuvo su origen en
Roma en la actuación de los Pretores, porque muchos de los actos declarados
legalmente producían consecuencias frecuentemente injustas, porque no era
posible remediar dentro de ese contexto. Para aliviar tal estado de cosas, un
menor perjudicado con éste tipo de actos podía por ejemplo acudir ante ese
funcionario en virtud de un remedio procesal con el objeto de obtener una
restitución total (restitutio in integrum). Esta restitución tenía lugar, pues, como
99

consecuencia de una orden del Pretor o bien por una decisión judicial relativa al
acto… La palabra rescisión proviene del vocablo latino scindere, que significa
rasgar”. 80

De lo anterior tenemos que la rescisión es una acción nacida para


combatir los efectos desproporcionados y perjudiciales de las negociaciones
cuando existe lesión en perjuicio de uno de los contratantes o perjuicio
económico a un tercero ajeno a la relación contractual, precisamente porque el
acto es existente y válido, es decir, cuenta con todos los elementos necesarios
para que se considere perfecto, sin embargo, por causas económicas
(desproporcionadas o perjudiciales), se concede dicha acción a fin de disminuir
el perjuicio económico originado.

En esta tesitura, el anterior texto del artículo 17 del Código Civil


establecía el derecho a la rescisión para el caso de lesión.

En virtud de lo anterior, tenemos que la rescisión es una figura paliativa


de un estado de inequidad o desproporción económica que opera en favor del
perjudicado.

En este mismo sentido, el Licenciado Fernando Martínez García de León,


sostiene que: “En un principio la acción Pauliana fue considerada por los
Códigos Civiles de 1870 y de 1884 como una acción de rescisión. ¿Dichos
ordenamientos legales estaban en lo correcto? Creemos que no. En efecto,
toda acción de rescisión sólo puede intentarse por las partes que intervienen en
la celebración del acto jurídico a rescindir y nunca por los terceros. En otras
palabras la acción de rescisión se concede exclusivamente a las partes y nunca
a los acreedores. ¿Por qué? Sin duda porque la facultad de resolver las
obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que una de

80
MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Op. Cit. P. 327.
100

las partes incumpla lo que le corresponda, según lo determina el artículo 1949


del Código Civil.”81

Cabe precisar, que el argumento que emplea el citado autor, en el


sentido de que “la acción de rescisión se concede exclusivamente a las partes y
nunca a los acreedores. ¿Por qué? Sin duda porque la facultad de resolver las
obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que una de
las partes incumpla lo que le corresponda,” no es compartido por el sustentante,
habida cuenta que la rescisión no es la misma figura que la resolución, como
implícitamente lo sostiene el mismo; en efecto, la rescisión no obedece al
incumplimiento de las obligaciones de uno de los contratantes, sino a un
perjuicio económico que afecta a uno de los contratantes o a un tercero, lo que
en sí mismo no es un incumplimiento a las obligaciones nacidas del contrato.

Amén de lo anterior, en algunas legislaciones se considera a la Acción


Pauliana como de naturaleza rescisoria, siguiendo el contenido eminentemente
económico de la rescisión. Un ejemplo de lo anterior, es el Derecho Civil
Español, donde en el artículo 1291 del Código Civil, establece como causa de
rescisión, entro otros, los actos celebrados en fraude de acreedores, cuando
éstos no pueden de otro modo cobrar lo que se les deba.82 Lo anterior se
explica tomando en consideración que el núcleo de la acción pauliana radica en
el perjuicio económico sufrido por el acreedor, que se traduce en la
imposibilidad del mismo para hacer efectivo su crédito, lo cual en sí mismo
constituye el perjuicio que es necesario acreditar para tener acceso a los
efectos de la rescisión.

Aunado lo anterior, tenemos que la rescisión tiene como mecanismo la


figura de la reducción, la cual opera disminuyendo los efectos
desproporcionados a fin de generar un equilibrio en las condiciones de

81
Cfr. MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. Op. Cit. P.P. 106 y 107.
82
Cfr. MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Op. Cit. P. 329.
101

contratación;83 tal y como se presenta al proceder la Acción Pauliana, ya que la


rescisión del acto impugnado será única y exclusivamente hasta el monto del
crédito del acreedor, o lo que es lo mismo, habrá una disminución en aquello
que fue trasladado al tercero por el deudor, hasta el monto del crédito del
acreedor.

Por lo anterior, a juicio del sustentante, la acción Pauliana es una acción


de rescisión, pues a través de la misma se IMPUGNA el negocio jurídico
celebrado en perjuicio del acreedor con el fin de destruirlo aunque sea
únicamente en proporción al crédito del acreedor que la intente y no solamente
con el fin de que los efectos de dicho negocio no puedan ser eficaces o mejor
dicho oponibles al accionante; dicha acción es ejercitada por la persona que
reciente el perjuicio económico, que puede ser un tercero, como lo es el
acreedor, siendo la causa de pedir en la misma, el perjuicio económico que
sufre el acreedor como consecuencia del negocio celebrado fraudulentamente
por su deudor, que lo imposibilita para hacer efectivo su crédito la causa de
pedir.

Cabe señalar, que el efecto de la Acción Pauliana consistente en la


rescisión del negocio hasta el monto del crédito del acreedor, es congruente
con el mecanismo de la reducción con que se encuentra revestida la acción de
rescisión.

Al respecto, cabe citar el siguiente criterio que entraña el verdadero


núcleo de la acción pauliana o causa de pedir de la misma:

No. Registro: 190,414


Tesis aislada
Materia(s): Civil
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XIII, Enero de 2001

83
Cfr. BETTI, Emilio. Op Cit. P. 372.
102

Tesis: XVI.4o.3 C
Página: 1673

ACCIÓN PAULIANA. CASO EN QUE NO SE SATISFACEN LOS


SUPUESTOS PARA SU EJERCICIO (LEGISLACIÓN DEL ESTADO
DE GUANAJUATO).
Como se advierte de los artículos 1654 al 1670 del Código Civil del
Estado de Guanajuato y de la tesis temática sustentada por la entonces
Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en el
Tomo IV, Parte SCJN, página 7, del Apéndice al Semanario Judicial de
la Federación 1917-1995, Sexta Época, de rubro: "ACCIÓN
PAULIANA, REQUISITOS DE LA.", el núcleo de la acción pauliana lo
constituye el que el demandado haya celebrado actos que dejen a su
acreedor sin manera alguna de alcanzar el cumplimiento de la
obligación contraída con éste; de ahí que si en relación con el crédito
del cual se hace derivar el reclamo existe además del obligado principal
otra persona sujeta a ese mismo vínculo jurídico, y al encausar la
acción en comento no se adujo que el patrimonio de este último
tampoco resultaba suficiente para cubrir el monto de la obligación y ni
siquiera se le llamó a juicio para el efecto, es claro que no se colmaron
los extremos de la acción pauliana.

CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO SEXTO CIRCUITO.

Amparo directo 305/2000. Antonia Barajas Borja. 10 de noviembre de


2000. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Manuel Arredondo Elías.
Secretario: Salvador Álvarez Villanueva.

Es por todo lo anterior, que a nuestro juicio la Naturaleza de la Acción


Pauliana es eminentemente económica y de protección del interés del
Acreedor, por lo que se estima es una Acción de RESCISIÓN.

4.2. Simplificación de los Elementos Constitutivos de la Acción Pauliana.

En el presente inciso nos ocuparemos de estudiar los elementos


constitutivos de la acción, abordando los problemas que apuntamos en los
Capítulos 1 y 3 del presente trabajo, tales como la calidad de Acreedor en
conjunto con la posibilidad que el Juez que conozca de la acción pauliana
resuelva las excepciones tendientes a demostrar que el crédito del que se dice
103

acreedor ha sido saldado; la existencia de otros deudores en la misma relación


crediticia; las modalidades a que se encuentra sujeta la obligación, las cuales
pueden producir a nuestro juicio la improcedencia de la acción de mérito; la
causa de pedir en la acción pauliana, partiendo de la base de que es una acción
de naturaleza eminentemente económica; algunas reglas de la carga de la
prueba en la insolvencia; entre otras consideraciones.

Tal y como lo anticipé, el Código Civil para el Distrito Federal no exige


mayores requisitos que la exhibición del título justificativo del derecho que alega
el actor, para que se tenga como acreedor; mientras que el estudio del pago del
crédito o cumplimiento de la obligación se reserva al diverso juicio que se
ejercite con base en el mencionado título.

Lo anterior tiene el inconveniente de favorecer sentencias contradictorias,


pues ante el hecho de que el estudio del pago del crédito se reserva a un
diverso juicio, así como la imposibilidad en algunas ocasiones de oponer
excepciones como la conexidad de la causa o de solicitar, en otros casos, la
suspensión del juicio por necesitar la resolución de una cuestión previa,
ocasiona que frente al mismo deudor, una persona en un primer juicio se tenga
como acreedor y como procedente la acción pauliana, mientras que en otro,
donde sí se valora la subsistencia del crédito del acreedor, se reconoce que la
misma persona carece de la calidad de acreedor y pagado el crédito que
reclamó.

En efecto, existen diversas formas de extinguir una obligación, como el


pago hecho por el deudor directamente al acreedor, el pago hecho por un
tercero en beneficio del deudor, la compensación o la novación, entre otras; sin
embargo, éstas circunstancias están sujetas a prueba, algunas veces de forma
más sencilla que otras, por parte del que las alega, en éste caso del deudor; no
obstante, hasta en tanto no las justifique en el juicio respectivo donde se
resuelva de fondo el derecho de quien se dice acreedor, el deudor podría
resentir los efectos de la Acción Pauliana, habida cuenta que la subsistencia del
104

crédito no es materia de estudio en la acción Pauliana, situación que en sí


misma, a juicio del suscrito ocasiona una inseguridad jurídica.

Efectivamente, existe la inseguridad antes apuntada, pues a pesar de


que pudiera estar pagado el crédito con anticipación y que exista o no juicio
tendiente al cobro de lo que se obligó el deudor, el deudor está a merced de la
Acción Pauliana, ya que como se entiende actualmente sólo requiere justificar
el derecho que el acreedor tiene en contra del deudor, sin que inclusive importe
si el crédito aún no llegaba a la fecha de vencimiento, pues al alegar la
insolvencia, aparentemente se tiene por vencido automáticamente el plazo, lo
que genera en el deudor la falta de seguridad, pues verá un negocio celebrado
por él destruido, a pesar de saber que ha sido pagado el crédito en que se
fundó el mismo acreedor para intentar la Acción Pauliana.

Es por lo anterior que a juicio del sustentante, debe modificarse el texto


del Código Civil para establecer que el Juez estará facultado para tomar en
consideración las excepciones tendientes a demostrar que el crédito base del
acreedor ha sido cubierto o por alguna cuestión se ha extinto, como condición
de procedencia de la Acción Pauliana.

Ya en capítulos anteriores nos ocupamos de señalar y definir las partes


de la relación contractual, por lo que ahora nos ocuparemos de señalar y
desarrollar ciertas particularidades que a nuestro juicio son relevantes para
nuestro tema, en particular, para el elemento del CRÉDITO y que se presentan
cuando existe pluralidad de deudores.

Las obligaciones no siempre son entre dos sujetos, uno en carácter


acreedor y otro como deudor, en ocasiones pueden existir pluralidad de sujetos,
ya sea acreedores, o bien, deudores.

En este punto nos ocuparemos de los segundos, es decir, de la


pluralidad de deudores. Al respecto, cabe señalar que la existencia de diversos
deudores puede originar una mancomunidad en el cumplimiento de la
105

obligación, es decir, que cada deudor sólo estará obligado por una parte de la
obligación y a falta de convenio en contrario, los codeudores estarán obligados
en partes iguales frente a su acreedor.

Por otro lado, también existe la solidaridad, la cual no puede presumirse,


sólo surge como consecuencia de acuerdo entre partes o por disposición legal,
tal y como lo señala el artículo 1988 del Código Civil para el Distrito Federal.

Conforme el artículo 1989 del Código Sustantivo de la Materia, La


solidaridad entraña la facultad del acreedor para pedir el cumplimiento total de
la obligación a todos sus deudores o a uno sólo, a su elección, por lo que tiene
tantas expectativas de pago, como deudores a quienes reclamar el
cumplimiento de la obligación o pago del crédito, en otras palabras, tiene tantos
patrimonios con los cuales cobrar su crédito, como deudores solidarios tenga.

Al respecto, cabe señalar que el fin de la solidaridad no es en sí la


facultad del acreedor de dirigirse contra cualquiera de los deudores, sino el
hecho de que quede plenamente cubierto del riesgo de insolvencia en
cualquiera de ellos.84

Por lo anterior, a juicio del proponente, tenemos que la insolvencia de


uno sólo de los deudores, cuando exista solidaridad, no faculta al acreedor para
demandar la rescisión de los actos celebrados por el deudor insolvente en su
perjuicio, ya que no existe un perjuicio real en sí mismo, cuenta habida que
puede demandar a cualquier otro o a todos los demás deudores, en conjunto, el
pago de su crédito; en su caso, para que proceda la Acción Pauliana el
acreedor deberá demostrar que todos sus deudores están insolventes a fin de
probar el perjuicio real que requiere la Acción Pauliana para su procedencia.

84
Cfr. CAFFARENA LAPORTA, Jorge, et al. Las obligaciones Solidarias. Jornadas de Derecho Civil en
Murcia. Editorial Tirant Lo Blanch. Valencia, 2002. P. 93.
106

Cabe señalar que existe criterio de nuestro más alto Tribunal en el


sentido de que no existe litisconsorcio pasivo necesario cuando hay deudores
solidarios, el cual es del tenor literal siguiente:

No. Registro: 172.475


Jurisprudencia
Materia(s): Civil
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XXV, Mayo de 2007
Tesis: VI.2o.C. J/285
Página: 1800

LITISCONSORCIO PASIVO NECESARIO. ES INEXISTENTE


TRATÁNDOSE DE OBLIGACIONES SOLIDARIAS.
El litisconsorcio necesario presupone la afectación a una pluralidad de
sujetos con motivo del derecho litigioso que se deduce en juicio, ya sea
en forma activa o pasiva, de tal forma que la decisión que se dicte, de
manera ineludible les afecte a todos, de ahí que cuando dos o más
personas ejercen la misma acción u oponen la misma excepción se
actualiza esta figura jurídica. Ahora bien, debe distinguirse entre el
litisconsorcio voluntario y aquel de carácter necesario; el primero se da
cuando la acción se insta o dirige indistintamente por o contra cada uno
de los que están ligados por una misma obligación y deciden litigar en
forma conjunta; el segundo acontece cuando es indispensable dar
intervención a todos los interesados en el juicio para que puedan
quedar vinculadas con lo resuelto en la sentencia que llegue a dictarse,
esto es, que el proceso no puede iniciarse válidamente sino con la
pluralidad de partes que intervienen en el acto objeto del litigio, de tal
manera que no es posible pronunciar sentencia válida y eficaz sin oír a
todas ellas; así, en tratándose del de naturaleza pasiva no sería posible
condenar a uno de los demandados sin que ésta alcance al otro u
otros. Sin embargo, en el caso de obligados solidarios, no se actualiza
el supuesto del litisconsorcio pasivo necesario, habida cuenta que el
artículo 1987 del Código Civil Federal, y sus correlativos de similar
contenido en las entidades federativas, definen a la solidaridad pasiva
como la obligación de dos o más deudores de prestar, cada uno por sí,
en su totalidad, la prestación debida; de manera que si cada deudor
responde por la totalidad de la obligación, no es requisito indispensable
para su procedencia en juicio, que indefectiblemente se exija a todos
los obligados solidarios, pues válidamente se puede pedir a uno de
ellos la satisfacción de la totalidad de lo adeudado.
107

SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEXTO


CIRCUITO.
Inconformidad 4/2004. Sergio Antonio Guerra Funes. 30 de agosto de
2004. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Armando Pallares Valdez.
Secretario: Raúl Ángel Núñez Solorio.
Amparo en revisión 378/2004. Rosendo Toxqui Hernández. 5 de
noviembre de 2004. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Armando
Pallares Valdez. Secretario: Eduardo Iván Ortiz Gorbea.
Amparo directo 283/2005. Gilberto Nader Márquez. 8 de septiembre de
2005. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Armando Pallares Valdez.
Secretaria: Gabriela Guadalupe Rodríguez Escobar.
Amparo en revisión 379/2006. Jorge Gómez Carranco. 11 de enero de
2007. Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Armando Pallares Valdez.
Secretaria: Gabriela Guadalupe Rodríguez Escobar.
Amparo en revisión 72/2007. Carlos Alberto o Carlos García Aguilar. 26
de marzo de 2007. Unanimidad de votos. Ponente: Gustavo Calvillo
Rangel. Secretario: José Zapata Huesca.

No obstante lo anterior, la existencia de una posibilidad de cobro en cada


uno de los deudores solidarios en favor del acreedor, para efectos de la acción
pauliana no debe ser entendida como la necesidad de llamar a juicio a todos los
deudores solidarios, sino a un elemento constitutivo de la acción, pues en la
Acción que nos ocupa, la cuestión a dilucidar no es quién debe cumplir la
obligación, sino el hecho de que existe o no un perjuicio del acreedor, que torne
procedente la acción pauliana.

En efecto, ni en la acción causal tendiente al cobro del crédito ni en la


Pauliana, el acreedor está obligado a llamar a todos los deudores solidarios,
para la existencia de un procedimiento válido; sin embargo, en la acción
Pauliana, aunque el acreedor demande a uno sólo de los deudores, tendrá que
demostrar que existe una causa por la cual ninguno de los patrimonios de sus
deudores es suficiente para cubrir su crédito, la cual podría ser la insolvencia de
los mismos, a fin de acreditar uno de los elementos constitutivos de la acción,
que se traduce en el perjuicio sufrido.

Aunado lo anterior, tal y como se mencionó en el Capítulo 1 del presente


trabajo, el crédito debe haber nacido para el derecho y resultar válido para
108

poder servir de base para ejercitar la Acción Pauliana. En esa virtud, no


referiremos mayor pronunciamiento al respecto.

Asimismo, tal y como se apuntó en el Capítulo 1 de la presente


investigación, el criterio imperante en la práctica de la Acción Pauliana, en
relación al Plazo del crédito del acreedor, es en el sentido de que al existir
insolvencia, la cual es alegada únicamente por el actor en la demanda, el
deudor pierde el derecho a usar el plazo.

Lo anterior, a juicio del sustentante, carece de sustento legal, habida


cuenta que bajo ese argumento, cualquier obligación con fecha de vencimiento
puede darse por vencida de forma anticipada, alegando la insolvencia del
deudor, no obstante que no exista un procedimiento que lo declare.

A diferencia de lo que los demás autores señalan y a las interpretaciones


que se le dan a éste requisito del crédito, a juicio del sustentante, SÍ DEBE SER
DE PLAZO CUMPLIDO EL CRÉDITO, habida cuenta que no es hasta la fecha
de vencimiento cuando el acreedor tendrá derecho a exigir el pago de su
crédito, por lo que con antelación a ello, carece de un interés jurídico para
vulnerar la esfera patrimonial del deudor o de un tercero que haya contratado
con él.

En efecto, resulta ilegal y carente de certeza jurídica, que el acreedor


pueda ejercitar la Acción Pauliana en contra del deudor antes del vencimiento
de la obligación, habida cuenta que, no obstante que el deudor haya dispuesto
de sus bienes con antelación a la fecha de vencimiento, ello no implica que a la
llegada del aludido vencimiento haga pago de su crédito, no obstante que
carezca de bienes.

No obsta a lo anterior, el hecho de que el deudor pueda detener la acción


pauliana garantizando el pago del crédito o incluso pagándolo, como lo prevé el
artículo 2174 del Código Civil, pues ello implica una afectación a la libertad del
deudor de administrar y disponer de sus bienes como más le acomode, ya que
109

como se dijo, la disposición de los bienes no implica que llegada la fecha del
cumplimiento de su obligación la incumplirá.

En esa virtud, es que resulta ilegal pretender que la Acción Pauliana


pueda ser ejercitada, alegando el vencimiento anticipado de la obligación a
causa de insolvencia, pues aunado que el acreedor no contaba con el derecho
para exigir el pago de su crédito, por un lado la pretendida insolvencia sería
aparentemente declarada o reconocida hasta la sentencia definitiva, mientras
que por otro, la misma sentencia se basaría en el hecho de que a la fecha de la
presentación de la demanda ya se tenía certeza de dicho estado patrimonial,
para poder dar entrada a la demanda del acreedor alegando el vencimiento
anticipado por causa de insolvencia.

En este orden de ideas, a juicio del proponente, se estima que el


acreedor sólo puede tener acceso a la Acción Pauliana cuando su crédito es de
plazo cumplido, pues no será sino hasta ese momento (fecha en que sea
exigible la obligación a cargo del deudor) cuando surja el interés jurídico
necesario en el acreedor para impugnar algún acto o negocio del deudor
ocurrido con posterioridad a su crédito, en razón de que si el acreedor no tiene
aún el derecho de exigir el pago de su crédito, conforme las convenciones
celebradas entre partes, menos aún tendrá derecho para preparar su cobro,
ante la posibilidad de que llegada la fecha de vencimiento, el deudor pague
voluntariamente.

Aunado lo anterior, cabe señalar que también existe controversia entre


los autores en relación a las obligaciones sujetas a condición, habida cuenta
que algunos señalan que los acreedores en obligaciones sujetas a condición
suspensiva sí tienen acceso a la Acción Pauliana, mientras que otros sostienen
que no pueden ejercitarla.

Al respecto, es importante referir que una obligación no ha surgido a la


vida jurídica cuando no se ha verificado el acontecimiento futuro de realización
incierta al cual se sujetó (condición).
110

En esta tesitura, el acreedor en obligaciones sujetas a dicha condición no


puede ejercitar la Acción Pauliana, habida cuenta que excedería la facultad de
ejercitar todos los actos conservatorios de su crédito, precisamente porque el
ejercicio de dicha acción tiende al cobro del crédito, no así a la existencia o
subsistencia del crédito mismo, amen que sólo existe una expectativa de
derecho cuando no se ha cumplido la condición.

Por lo anterior, es que se concluye que el crédito sujeto a condición


suspensiva no es idóneo para fundar en él la acción Pauliana.

Por otro lado, en relación a la liquidez del crédito, únicamente queda


precisar que el crédito del acreedor debe contener una cantidad líquida a la
fecha en que se ejercite la Acción Pauliana, habida cuenta que el monto del
crédito será el margen a reducir en el negocio celebrado en perjuicio del
acreedor, de ser procedente la acción, sin perjuicio de lo que resulte al liquidar
los accesorios del crédito.

Asimismo, como se vio con antelación, el crédito del acreedor que intenta
la Acción Pauliana, debe de ser anterior al acto a rescindir, ya que los bienes
que salieron del patrimonio del deudor con antelación a la celebración del acto
jurídico, no pueden ser perseguidos a través de ésta acción, al haber aceptado
el acreedor contratar o negociar con su deudor en el estado en que se
encontraba el patrimonio de éste último y, ante ello, no sería válido pretender
afectar situaciones creadas con anterioridad al derecho del acreedor, tal y como
lo prevé el artículo 2163 del Código Civil para el Distrito Federal.

De igual forma, cabe reiterar que la Acción Pauliana sólo combate actos
jurídicos reales, celebrados por el deudor en perjuicio de su acreedor, pues en
términos de los artículos 2163 y 2166 del Código Civil, sólo se puede hablar de
insolvencia cuando los bienes han salido del patrimonio del deudor, es decir,
cuando el acto celebrado por el deudor trae como consecuencia que el
patrimonio del deudor disminuya y como consecuencia de esa disminución, no
es suficiente para hacer frente a sus obligaciones.
111

En esta tesitura, el negocio que se impugne por el acreedor a través de


la acción pauliana, debe ser real y tener como consecuencia la imposibilidad
para el acreedor de hacer efectivo su crédito.

Por otro lado, como se precisó en el Capítulo 1 del presente trabajo, el


Fraude Pauliano se entiende como el conocimiento y aceptación del deudor y
tercero con el que contrata aquel, respecto del estado de insolvencia o la
agravación del mismo que ocurrirá con la celebración del acto; este
conocimiento y aceptación fue conocido en un inicio como consilium fraudis.

No obstante lo anterior, conforme la naturaleza de la acción Pauliana y a


la propuesta que se desarrolla en el presente trabajo, se estima procedente
sustituir el elemento de fraude civil de la acción Pauliana, por el de PERJUICIO
ECONÓMICO sufrido por el acreedor como base de la acción pauliana.

En efecto, la rescisión tiene como fin contrarrestar un perjuicio


económico, mientras que la acción Pauliana siempre ha tenido como fin el evitar
que los acreedores vean frustrados sus créditos, lo que es compatible con la
naturaleza económica antes apuntada.

Por lo anterior, a juicio del proponente, la Acción Pauliana debe proceder


contra el deudor y el primer adquiriente, sin importar si el acto es gratuito u
oneroso.

Sin perjuicio de lo anterior, cuando el bien haya sido trasladado a un


tercer adquiriente, se deberá analizar si el acto es oneroso o gratuito, en el
primer caso, la acción pauliana sólo procederá si hay mala fe en el tercero y, en
el segundo de los supuestos, en todos los casos, pues frente al enriquecimiento
sin carga del tercero, está el empobrecimiento del acreedor, el cual debe ser
protegido por la acción pauliana.

Lo anterior resulta procedente, no obstante el principio de buena fe, ya


que lo que se sanciona no es en sí la intención de defraudar o dañar al
112

acreedor, como se hace ahora, sino evitar el perjuicio al acreedor derivado de la


insatisfacción de su crédito.

A mayor abundamiento, con la anterior propuesta no se ve afectada la


certeza en las negociaciones, habida cuenta que el tercero que adquiera del
deudor tendrá a su alcance el derecho al saneamiento para el caso de evicción,
el cual deberá ser materia de pronunciamiento en la misma sentencia que
declare procedente el acción, sin que quede sujeta la devolución de los bienes
que salieron del patrimonio del deudor al pago del citado saneamiento, sin
perjuicio de la responsabilidad penal en que incurra el deudor, por haberse
hecho de un beneficio indebido, mediante el engaño, traducido en la apariencia
de poder disponer libremente del bien, sin responsabilidad posterior frente a
tercero.

De esta forma, el perjuicio ocasionado al acreedor, que se traduce en la


imposibilidad de poder hacer efectivo su crédito, se convertirá en el núcleo de la
acción pauliana, tal y como lo refiere la tesis que a continuación se transcribe:

No. Registro: 190,414


Tesis aislada
Materia(s): Civil
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XIII, Enero de 2001
Tesis: XVI.4o.3 C
Página: 1673

ACCIÓN PAULIANA. CASO EN QUE NO SE SATISFACEN LOS


SUPUESTOS PARA SU EJERCICIO (LEGISLACIÓN DEL ESTADO
DE GUANAJUATO).
Como se advierte de los artículos 1654 al 1670 del Código Civil del
Estado de Guanajuato y de la tesis temática sustentada por la entonces
Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en el
Tomo IV, Parte SCJN, página 7, del Apéndice al Semanario Judicial de
la Federación 1917-1995, Sexta Época, de rubro: "ACCIÓN
PAULIANA, REQUISITOS DE LA.", el núcleo de la acción pauliana lo
constituye el que el demandado haya celebrado actos que dejen a su
acreedor sin manera alguna de alcanzar el cumplimiento de la
113

obligación contraída con éste; de ahí que si en relación con el crédito


del cual se hace derivar el reclamo existe además del obligado principal
otra persona sujeta a ese mismo vínculo jurídico, y al encausar la
acción en comento no se adujo que el patrimonio de este último
tampoco resultaba suficiente para cubrir el monto de la obligación y ni
siquiera se le llamó a juicio para el efecto, es claro que no se colmaron
los extremos de la acción pauliana.
CUARTO TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO SEXTO CIRCUITO.
Amparo directo 305/2000. Antonia Barajas Borja. 10 de noviembre de
2000. Unanimidad de votos. Ponente: Juan Manuel Arredondo Elías.
Secretario: Salvador Álvarez Villanueva.

En esta tesitura, la acción Pauliana no sólo será procedente en el caso


de insolvencia del deudor, sino también en el caso de iliquidez, cuando los
fondos del deudor se encuentren invertidos o aportados al capital de una
sociedad; otro ejemplo contra el que procedería la Acción Pauliana, sería la
afectación de los bienes a un fideicomiso.

Aunado lo anterior, resulta pertinente precisar, que cuando la acción se


base en la insolvencia del deudor, por regla general el corresponderá a éste
demostrar que cuenta con bienes para hacer frente a sus obligaciones y por
excepción, en términos del artículo 2178 del Código Civil para el Distrito
Federal, cuando el acreedor conozca bienes del deudor, éste deberá demostrar
el estado de insolvencia del demandado, acreditando que los bienes que
conoce no son suficientes para satisfacer su crédito.

De esta forma, aumentaría la amplitud de la acción pauliana para dar


mayor seguridad y protección al acreedor, siendo procedente la acción en
contra de cualquier acto que imposibilite al acreedor el pago de su crédito.
114

4.3. Venta Judicial de los Bienes objeto de la Acción Pauliana y ejercicio


de la Acción Oblicua como efectos de la Acción Pauliana.

En congruencia con la propuesta desarrollada en el presente trabajo, la


acción pauliana, una vez que ha procedido, por virtud de que el actor demostró
que cuenta con la calidad de acreedor y, asimismo, demostró el derecho que le
asiste al mismo en el juicio plenario, el sustentante es de la opinión que en lugar
de que la acción de mérito se limite a consolidar el patrimonio del deudor y a fin
de que los bienes no se mantengan en estado sui generis que ahora se produce
con la procedencia de la acción pauliana, donde frente a terceras personas son
propiedad del tercero que contrato con el deudor, pero frente al acreedor
vencedor en juicio pauliano, dichos bienes son propiedad del deudor, con la
consecuente limitación del derecho de propiedad, es que se propone que la
sentencia que declare procedente la acción que nos ocupa ordene el trance y
remate de los bienes y con su producto se haga pago del crédito del acreedor.

Ahora bien, otro de los efectos de la Acción Pauliana, tratándose de


renuncias a derechos del deudor, será la posibilidad de que los acreedores
ejerzan la acción oblicua a fin de hacer valer los derechos que el deudor
pretendió dejar de ejercitar, todo ello con el propósito de satisfacer su crédito.

4.4 Propuesta de Reforma al Capítulo I, inciso II, del Título IV, de la Primera
Parte, del Libro Cuarto del Código Civil para el Distrito Federal.

Así las cosas, a efecto de guardar congruencia con lo antes desarrollado,


a continuación nos permitimos elaborar una modificación al Capítulo I, inciso II,
del Título IV, de la Primera Parte, del Libro Cuarto del Código Civil para el
Distrito Federal.

II.- EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES CON RELACIÓN A TERCERO

CAPITULO I
115

DE LA ACCIÓN PAULIANA O RESCISIÓN DE LOS ACTOS CELEBRADOS EN


PERJUICIO DE LOS ACREEDORES.

Texto anterior.- Artículo 2163. Los actos celebrados por un deudor en


perjuicio de su acreedor, pueden anularse, a petición de éste, si de
esos actos resulta la insolvencia del deudor, y el crédito en virtud del
cual se intenta la acción, es anterior a ellos.

Texto Reformado.- Artículo 2163. Los actos celebrados por un deudor pueden
rescindirse, a petición del acreedor, si de esos actos resulta una imposibilidad
para hacer efectivo el crédito de éste último, y el crédito en virtud del cual se
intenta la acción, es anterior a ellos.

Texto Anterior.- Artículo 2164. Si el acto fuere oneroso, la nulidad sólo


podrá tener lugar en el caso y términos que expresa el artículo
anterior, cuando haya mala fe, tanto por parte del deudor, como del
tercero que contrató con él.

Texto Reformado.- Artículo 2164. La acción pauliana o de rescisión procede


contra actos gratuitos y onerosos, aun existiendo buena fe por parte del deudor
y del tercero que contrató con él.

Texto anterior.- Artículo 2165. Si el acto fuere gratuito, tendrá lugar la


nulidad aun cuando haya habido buena fe por parte de ambos
contratantes.

Texto Reformado.- Artículo 2165. En la sentencia que se declare la procedencia


de la acción pauliana el Juez deberá condenar al deudor al saneamiento por
evicción, según el caso; sin perjuicio de la responsabilidad que conforme al
Código Penal pudiera existir por parte del deudor.
116

Texto anterior.- Artículo 2166. Hay insolvencia cuando la suma de los


bienes y créditos del deudor, estimados en su justo precio, no iguala al
importe de sus deudas. La mala fe, en este caso, consiste en el
conocimiento de ese déficit.

Texto Reformado.- Artículo 2166. La insolvencia da lugar a la rescisión de los


actos celebrados por el deudor conforme los términos de éste capítulo. Hay
insolvencia cuando la suma de los bienes y créditos del deudor, estimados en
su justo precio, no iguala al importe de sus deudas. La mala fe, en este caso,
consiste en el conocimiento de ese déficit.

Texto anterior.- Artículo 2167. La acción concedida al acreedor, en los


artículos anteriores, contra el primer adquirente, no procede contra
tercer poseedor, sino cuando éste ha adquirido de mala fe.

Texto Reformado.- Artículo 2167. La acción concedida al acreedor, en los


artículos anteriores, contra el primer adquirente, no procede contra tercer
poseedor, sino cuando éste ha adquirido de mala fe y el acto es oneroso. Si el
acto es gratuito procederá la acción en todos los casos.

Texto anterior.- Artículo 2168. Revocado el acto fraudulento del


deudor, si hubiere habido enajenación de propiedades, éstas se
devolverán por el que los adquirió de mala fe, con todos sus frutos.

Texto Reformado.- Artículo 2168. El que hubiere adquirido de mala fe las cosas
enajenadas en fraude de los acreedores, deberá indemnizar a éstos de los
daños y perjuicios, cuando la cosa hubiere pasado a un adquirente de buena fe,
o cuando se hubiere perdido.
117

Texto anterior.- Artículo 2169. El que hubiere adquirido de mala fe las


cosas enajenadas en fraude de los acreedores, deberá indemnizar a
éstos de los daños y perjuicios, cuando la cosa hubiere pasado a un
adquirente de buena fe, o cuando se hubiere perdido.

Texto Reformado.- Artículo 2169. Rescindido el acto fraudulento del deudor, si


hubiere habido enajenación de propiedades, éstas se devolverán por el que los
adquirió y se sacaran a pública subasta y con su producto se hará pago al
acreedor actor.

Texto anterior.- Artículo 2170. La nulidad puede tener lugar, tanto en


los actos en que el deudor enajena los bienes que efectivamente
posee, como en aquellos en que renuncia derechos constituídos a
su favor y cuyo goce no fuere exclusivamente personal.

Texto Reformado.- Artículo 2170. La rescisión puede tener lugar, tanto en los
actos en que el deudor enajena los bienes que efectivamente posee, como en
aquellos en que renuncia derechos constituidos a su favor y cuyo goce no fuere
exclusivamente personal.

Texto anterior.- Artículo 2171. Si el deudor no hubiere renunciado


derechos irrevocablemente adquiridos, sino facultades por cuyo
ejercicio pudiere mejorar el estado de su fortuna, los acreedores
pueden hacer revocar esa renuncia y usar de las facultades
renunciadas.

Texto Reformado.- Artículo 2171. Si el deudor no hubiere renunciado derechos


irrevocablemente adquiridos, sino facultades por cuyo ejercicio pudiere mejorar
118

el estado de su fortuna, los acreedores pueden hacer rescindir esa renuncia y


usar de las facultades renunciadas.

Texto anterior.- Artículo 2172. Es también anulable el pago hecho


por el deudor insolvente, antes del vencimiento del plazo.

Texto Reformado.-Artículo 2172. Es también rescindible el pago hecho por el


deudor insolvente, antes del vencimiento del plazo.

Texto anterior.- Artículo 2173. Es anulable todo acto o contrato


celebrado en los treinta días anteriores a la declaración judicial de la
quiebra o del concurso, y que tuviere por objeto dar a un crédito
ya existente una preferencia que no tiene.

Texto Reformado.- Artículo 2173. La acción de rescisión mencionada en el


artículo 2163 cesará luego que el deudor satisfaga su deuda o adquiera bienes
con qué poder cubrirla.

Texto anterior.- Artículo 2174. La acción de nulidad mencionada en el


artículo 2163 cesará luego que el deudor satisfaga su deuda o
adquiera bienes con qué poder cubrirla.

Texto Reformado.- Artículo 2174. La rescisión de los actos del deudor sólo será
pronunciada en interés de los acreedores que la hubiesen pedido, y hasta el
importe de sus créditos.
119

Texto anterior.- Artículo 2175. La nulidad de los actos del deudor sólo
será pronunciada en interés de los acreedores que la hubiesen pedido,
y hasta el importe de sus créditos.

Texto Reformado.- Artículo 2175. El tercero a quien hubiesen pasado los bienes
del deudor, puede hacer cesar la acción de los acreedores satisfaciendo el
crédito de los que se hubiesen presentado, o dando garantía suficiente sobre el
pago íntegro de sus créditos, si los bienes del deudor no alcanzaren a
satisfacerlos.

Texto anterior.- Artículo 2176. El tercero a quien hubiesen pasado los bienes
del deudor, puede hacer cesar la acción de los acreedores satisfaciendo
el crédito de los que se hubiesen presentado, o dando garantía suficiente
sobre el pago íntegro de sus créditos, si los bienes del deudor no
alcanzaren a satisfacerlos.

Texto Reformado.- Artículo 2176. La preferencia indebida a favor de un


acreedor, no importa la pérdida del derecho, sino la rescisión del acto que dio la
preferencia.

Texto anterior.- Artículo 2177. El fraude, que consiste únicamente en la


preferencia indebida a favor de un acreedor, no importa la pérdida del
derecho, sino la de la preferencia.

Texto Reformado.- Artículo 2177. Si el acreedor que pide la rescisión, para


acreditar la insolvencia del deudor, prueba que el monto de las deudas de éste
excede al de sus bienes conocidos, le impone al deudor la obligación de
acreditar que tiene bienes suficientes para cubrir esas deudas.
120

Texto anterior.- Artículo 2178. Si el acreedor que pide la nulidad,


para acreditar la insolvencia del deudor, prueba que el monto de las
deudas de éste excede al de sus bienes conocidos, le impone al
deudor la obligación de acreditar que tiene bienes suficientes para
cubrir esas deudas.

Texto Reformado.- Artículo 2178. El Juez estará obligado a estudiar todas las
excepciones que el deudor y el tercero codemandado opongan y que tengan en
contra del acreedor, incluidas las que se refieran a la existencia, validez y pago
del crédito en que se base la acción.

Texto anterior.- Artículo 2179. Se presumen fraudulentas las


enajenaciones a título oneroso hechas por aquellas personas contra
quienes se hubiese pronunciado antes sentencia condenatoria en
cualquiera instancia, o expedido mandamiento de embargo de bienes,
cuando estas enajenaciones perjudican los derechos de sus
acreedores.

Artículo 2179.- Se deroga.

En suma, con la presente propuesta de reforma se busca rescatar un


remedio en contra de los actos fraudulentos celebrados por el deudor en
perjuicio de su acreedor, que ha caído en desuso debido a la dificultad en la
prueba de sus elementos, particularmente de la mala fe o fraude civil que se
requiere en el tercero que contrato con el deudor en actos onerosos, otorgando,
además, mayor protección y certeza jurídica, tanto al acreedor como al deudor.
121

CONCLUSIONES.

Al haber finalizado el presente trabajo, podemos llegar a las siguientes


conclusiones.

PRIMERA: Se propone que La Acción Pauliana sea una acción de


rescisión, cuenta habida que es una acción de contenido eminentemente
económico, nacida para proteger a los acreedores de los actos celebrados por
su deudor en su perjuicio, donde se impugna un acto que es existente y válido,
es decir, cuenta con todos los elementos necesarios para que se considere
perfecto, sin embargo, por causas económicas (desproporcionadas o
perjudiciales), se concede dicha acción a fin de disminuir el perjuicio económico
originado. Es una acción a través de la cual se impugna el acto perjudicial y se
busca su destrucción, no sólo su inoponibilidad.

Cabe señalar, que el efecto de la Acción Pauliana consistente en la


rescisión del negocio hasta el monto del crédito del acreedor, es congruente
con el mecanismo de la reducción con que se encuentra revestida la acción de
rescisión.

SEGUNDA: Se propone que el actor en esta acción, deba demostrar su


calidad de acreedor a fin de que pueda lograr una sentencia favorable; por lo
cual, el Juzgador podrá conocer y pronunciarse en relación con la existencia,
validez y pago del crédito del acreedor, tornando el juicio en plenario.

TERCERA: Se propone que cuando existan deudores solidarios, el


acreedor que intente la Acción Pauliana deba demostrar que todos los
patrimonios de todos los deudores son insuficientes para hacer efectivo su
crédito.
122

CUARTA: Se propone establecer claramente que los acreedores en


obligaciones sujetas a condición o de plazo pendiente estén imposibilitados
para ejercitar la acción Pauliana.

QUINTA: Se propone que una vez que la acción pauliana ha procedido,


por virtud de que el actor demostró que cuenta con la calidad de acreedor y,
asimismo, demostró el derecho que le asiste al mismo en el juicio plenario, la
sentencia que declare procedente la acción que nos ocupa ordene el trance y
remate de los bienes y con su producto se haga pago del crédito del acreedor,
en lugar de que la acción de mérito se limite a consolidar el patrimonio del
deudor, a fin de que los bienes no se mantengan en estado sui generis que
ahora se produce con la procedencia de la acción pauliana, donde frente a
terceras personas son propiedad del tercero que contrato con el deudor, pero
frente al acreedor vencedor en juicio pauliano, dichos bienes son propiedad del
deudor, con la consecuente limitación del derecho de propiedad. Otro de los
efectos de la Acción Pauliana, tratándose de renuncias a derechos del deudor,
será la posibilidad de que los acreedores ejerzan la acción oblicua a fin de
hacer valer los derechos que el deudor pretendió dejar de ejercitar, todo ello
con el propósito de satisfacer su crédito.

SEXTA: Se propone que la acción pauliana o de rescisión proceda


contra actos gratuitos y onerosos, aún existiendo buena fe por parte del deudor
y del tercero que contrató con él.

Por lo anterior, se propone también que en la sentencia que se declare la


procedencia de la acción pauliana el Juez deberá condenar al deudor, además
de los efectos de la acción pauliana, al saneamiento por evicción, según el
123

caso; sin perjuicio de la responsabilidad que conforme al Código Penal pudiera


existir por parte del deudor.

SÉPTIMA: Se propone que el núcleo de la Acción Pauliana sea la


imposibilidad de que el acreedor haga efectivo su crédito y no sólo la
insolvencia como actualmente limitadamente se acepta.

OCTAVA: Se propone que la prueba de la causa que imposibilita al


acreedor a hacer efectivo su crédito corra a cargo del actor; sin embargo,
cuando la acción se base en la insolvencia del deudor, por regla general
corresponderá a éste demostrar que cuenta con bienes para hacer frente a sus
obligaciones y, por excepción, en términos del artículo 2178 del Código Civil
para el Distrito Federal anterior y 2177 reformado, cuando el acreedor conozca
bienes del deudor, éste deberá demostrar el estado de insolvencia del
demandado, acreditando que los bienes que conoce no son suficientes para
satisfacer su crédito.
124

BIBLIOGRAFÍA.

BAÑUELOS SÁNCHEZ, Froylán. Nueva Práctica Civil Forense. Tomo I. 11ª


Edición. Editorial Sista, S. A. de C.V. México, 1998.

BECERRA BAUTISTA, José. El proceso Civil en México. Editorial Porrúa.


México, 1992.

BETANCOURT, Fernando. Derecho Romano Clásico. Editorial Universidad


de Sevilla.

BETTI, Emilio. Teoría General del Negocio Jurídico. Editorial Revista de


Derecho Privado. Segunda Edición. Madrid, 1959.

BORJA SORIANO, Manuel. Teoría General de las Obligaciones. Editorial


Porrúa. Vigésima Edición. México, 2006.

CAFFARENA LAPORTA, Jorge, et al. Las obligaciones Solidarias.


Jornadas de Derecho Civil en Murcia. Editorial Tirant Lo Blanch.
Valencia, 2002.

CALAMANDREI, Piero. Derecho Procesal Civil. “Instituciones de Derecho


Procesal Civil según el nuevo Código”. Volumen I. Traducción de la
Segunda Edición Italiana y Estudio Preliminar por Santiago Sentis
Melendo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires,
Argentina, 1986.

DE PINA, Rafael et al. Diccionario de Derecho. 33ª edición. Porrúa. México


2004.
125

GALINDO GARFIAS, Ignacio. Teoría General de los Contratos. Editorial


Porrúa. México, 1996.

MÁRQUEZ GONZÁLEZ, José Antonio. Teoría General de las Nulidades. 4ª


edición. Editorial Porrúa. México 2008.

MARTÍNEZ GARCÍA DE LEÓN, Fernando. La Acción Pauliana. Editorial


Porrúa. México 2007.

MATEOS ALARCÓN, Manuel. Estudios Sobre el Código Civil del Distrito


Federal. Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. México,
1992.

PALLARES, Eduardo. Derecho Procesal Civil. Editorial Porrúa. México


1961.

PALLARES, Eduardo. Tratado de las Accione Civiles. Comentarios al


Código De Procedimientos Civiles. Editorial Porrúa. Cuarta edición.
México, 1981.

PETIT, Eugene. Tratado Elemental de Derecho Romano. Traducción de


Manuel Rodríguez Carrasco. Editorial Cárdenas Editor. México,
1989.

RICO ÁLVAREZ, Fausto. Et al. Teoría General de las Obligaciones. 3ª


edición. Porrúa. México, 2007.

ROJINA VILLEGAS, RAFEL. Compendio de derecho civil. “Teoría General


de las Obligaciones”. Tomos I y III. Décimo Sexta Edición. Editorial
Porrúa. México, 1989.
126

ROMERO SÁNCHEZ, Manuel. La Revocación de los actos celebrados en


fraude de acreedores. Editorial Imprenta Aldina. México, 1941.

VENTURA SILVA, Sabino. Derecho Romano. Curso de Derecho Privado.


Editorial Porrúa. Cuarta edición. México, 1978.

COMITÉ ACADÉMICO DE LA CARRERA DE LICENCIADO EN DERECHO,


Bases Técnico Metodológicas para la Realización de Trabajos de
Investigación en la Carrera de Derecho, México, 2006.

GARCÍA FERNÁNDEZ, Dora, Manual para la elaboración de Tesis. Normas


de Estilo y Redacción para juristas. Ed. Porrúa, México.

KREIMERMAN, Norma. Métodos de Investigación para tesis y trabajos


semestrales. Universidad Nacional Autónoma de México. México,
1975.

LEGISLACIÓN.

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDO MEXICANOS.

CÓDIGO DE COMERCIO.

LEY DE CONCURSOS MERCANTILES.

LEY GENERAL DE TÍTULOS Y OPERACIONES DE CRÉDITO.

CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO FEDERAL VIGENTE.

CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS CIVILES PARA EL DISTRITO FEDERAL.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy