Leyendas Del CP Santa Rosa 10
Leyendas Del CP Santa Rosa 10
Leyendas Del CP Santa Rosa 10
Una tarde salió a buscar leña como de costumbre, ya había cortado algunos
palitos, cuando vio acercarse a su mama al mirarle los pies vio abundante
vellosidad, pero al niño no le llamo la atención. Pues creía que se había
envuelto con pelos de caballo para curarse del reumatismo, Ella le dijo: Hijito,
ya tengo lista la leña ven a cargarla. El niño obediente la siguió pero al llegar
junto a una acequia, aquella mujer lo desnudo y lo metió para que se bañara,
luego le dio unos biscochos al parecer eran muy ricos porque el niño lo comía
con mucho gusto.
Mientras tanto la verdadera mama del niño estaba esperándole en su casa.
Como el niño le gustaba ser puntual le pareció algo raro que su hijo no llegara,
la mama lo fue a buscar casi a oscuras. Ella llega a la acequia y vio con espanto
a su hijo que estaba desnudo y que estaba comiendo pasto de caballo, la
madre lo llamo y el niño le respondió dando muestras de locura.
Dicen la gente que al poco tiempo el niño murió y además ven al niño que sale
por las noches en el potrero.
LA CHANCHA CON CADENA
Cuentan que una señora llamada Clotilde , vivía en la avenida Alameda cerca del cementerio
de Pueblo Nuevo.
Tenía un hijo de 18 meses de edad y criaba una chancha en el corral de su vivienda.
Envuelta en el dolor de haber perdido a su único hijo, Clotilde recoge parte del cuerpo del
niño y fue a denunciar el hecho a las autoridades. Cuando esas se constituyeron al lugar se
percataron con asombro que la chancha había desaparecido como arte de magia, sin dejar
rastros de sangre, ni otra evidencia de lo que había ocurrido, concluyendo que se trataba del
demonio convertido en animal.
Desde entonces son muchas las personas que dicen haber visto a la chancha que sale a las
12 de la noche en dirección al cementerio y que arrastraba una pesada cadena; paseándose
por todas las calles del pueblo asustando a la gente que por diversas circunstancias transitan
en altas horas de la noche.
EL JINETE SIN CABEZA
Un poblador de Santa Rosa había ido al potrero, por ese lugar
tenía muchas tierras. Al regreso a su casa, con la oscuridad de
la noche.
Trabajaba como peón eventual en el campo, se levanta muy temprano y todos los días
después de barrer y regar su casa, salía a sonar su silbato recorriendo todo Santa Rosa casa
por casa gritando ¡A Barrer las Fronteras!, ¡A Barrer las Fronteras!, ¡A Levantarse Señores, a
barrer las fronteras!; luego limpiaba la basura que arrojaba la ge+nte detrás de unas casas y
la quemaba. Al terminar su tarea recorría de nuevo el pueblo y a las casas que no habían
sido barridas y regadas, tocaba su puerta y a la ama de casa le instaba a que cumpla con su
deber “Señora todos ya han barrido y regado sus fronteras, solo usted falta que lo haga”
“Las calles de un pueblo tienen que asearse como se asea el cuerpo o su casa, porque un
pueblo limpio es un pueblo culto” ¿Usted se imagina lo que dirían de nosotros si llegaran
algunos forasteros?. Pero esto muy pocas veces fue necesario, porque nuestras laboriosas
madres siempre lo entendieron como un mandato cívico y un deber moral, que incluso antes
de escuchar el silbato ya se apresuraban a cumplirlo.
Don Fermín también ponía en orden a punta de silbato a los niños de ese entonces, que en
su inocencia jugaban dañando los jardines o los pocitos de agua limpia que se hacían en
tiempo de sequía.
El tocaba el tambor cuando se difundía las ordenanzas municipales de aquella época,
costumbre que era de ir esquina por esquina con el Bando Municipal dándose a conocer a
viva voz a la población los asuntos acordados por la Municipalidad.
Un 6 de Junio del año 1968, la gente se levantó muy temprano y muy confundida, se
escuchaba decir ¡Se Quema la Casa de don Fermín! ¡Agua por favor traigan agua!, hicieron
muchos esfuerzos y al romper la puerta, don Fermín ya estaba quemado sobre su vieja cama
de fierro, no pudo salir y así murió atrapado por el fuego provocado por una vela. A esto
surgieron comentarios como: “Ha Sido el Diablo, se lo ha llevado” y cosas así Hoy, las calles
de Santa Rosa lucen empedradas, pavimentadas y con sus veredas. En aquel tiempo las
casitas eran de adobe y quincha, las calles eran solo de tierra y sin veredas; pero esas calles
lucían bien regadas y tan limpias, que pintaban un cuadro hermoso donde la pobreza, la
sencillez y la humildad se dibujaban más hermosas que nunca. Hoy ya no está don Fermín y
tampoco muchas de esas madres.
LA CUEVITA DEL ALTO SAN ILDEFONSO
Según la historia, dice que una vez unas personas que vivían en Pueblo Nuevo viajaron al
cerro que se encuentra al frente del AA. HH. El Alto San Ildefonso jurisdicción del C.P. Santa
Rosa. Mientras caminaban por el cerro llegaron a una cueva allí había una imagen entonces
ellos como eran de Pueblo Nuevo la recogieron y la llevaron a ese lugar poniéndole el
nombre del patrón el Alto San Ildefonso el cual lo traía todos los días y realizándole una
fiesta y es por eso que allí nace el nombre del Alto San Ildefonso.
Cierta vez una imagen a la llegada de San Ildefonso cuando al llegar la imagen la dejaron
tiempo en esa cueva, cuando se iban las personas de Pueblo Nuevo encontraron a la imagen
con la cabeza rota y también encontraron a la cuevita del Alto San Ildefonso quemada.
Llegando las personas de Pueblo Nuevo, encontraron una cruz, del Alto San Ildefonso le
decían que todos los días vienen a rezar y todas las mañanas vienen a traerles flores para la
imagen.
LAS ESCONDIDAS
Una tarde yo tenía Cinco años de edad, en mi comunidad
“Santa Rosa” se acostumbra a jugar a “Las Escondidas” juego
que consistía en esconderse por el lugar más recóndito que
había con la finalidad de no ser encontrado. Cada uno de mis
amigos corría a esconderse en diferentes lugares, Yo elegí un
lugar donde nadie podría encontrarme, el cual estaba ubicado
al lado de una acequia. Me encontraba bien escondido cuando
de repente observe un pequeño ser que sale, pero un ser
común, sino Extraño, de color verde y orejas grandes el cual se
dirigía hacia mí.
Se cuenta que hace muchos años había una señora a la cual apodaban “la vieja
chismosa”.
Esta señora tenía la costumbre de sentarse en la noche a curiosear lo que
pasaba.
Cierto día., un primero de noviembre, cundo la señora se encontró como de
costumbre a las 12 de la noche, pasó una procesión con personas vestidas de
negro. Le dijeron que se alegraban de encontrarla ahí y en mérito le regalaron
una vela.
La señora contenta se metió a su casa, se la puso a San Martín de Porres y se
fue a dormir.
Al siguiente día se levantó y vio con la desagradable vela que se había
convertido en un hueso (que era de un muerto). La señora muy asustada fue a
la iglesia y comentó con el padre y este le dijo que estaba en peligro que le
llevarán su alma. Entonces el dio un consejo: a las doce de la noche los
esperará con dos niños y cuando se presentaran pellizcara a los niños hasta que
estos lloraran. La señora hizo lo indicado pellizcando a los niños tanto que
lloraban fuerte, entonces el que le había dado la vela le dijo que si no fuera por
esos niños que lloraban por ella ya estuviera caminando “con la procesión de
los muertos”.