Negociación Contractual y Desigualdades Negociales
Negociación Contractual y Desigualdades Negociales
Negociación Contractual y Desigualdades Negociales
473
RESUMEN:
Se plantea la necesidad de analizar conforme a la moderna Teoría General del
contrato, recurriéndose al análisis económico del Derecho y a los principios jurídicos el
proceso de negociación contractual y las diferentes categorías contractuales (contratos
discrecionales, contratos de adhesión y contratos de consumo), analizándose la proble-
mática de las cláusulas y de la interpretación conforme a la Buena Fe.
ABSTRACT:
Arises the need to analyse according to modern General Theory of contract, use
the economic analysis of the law and to the legal principles the process of contract nego-
tiation and different contractual categories (contracts discretionary, membership con-
tracts and contracts of consumption), analysed the problems of the clauses and the inter-
pretation according to the Bona fides.
475
I. PUNTO DE PARTIDA
10 Cabe recordar los clásicos fallos de Corte Suprema Cine Callao, Horta, Ercolano, Peralta y mas
recientemente los referidos a la emergencia económica, Smith, San Luis, Bustos.
11 VALLESPINOS, G- “El contrato por adhesión a condiciones generales” “cit”; GARRIDO R. F.-
ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”; MOSSET ITURRASPE, J.- “Contratos” “cit”.
12 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” ”cit”; VALLESPINOS, C. G.-
“El contrato por adhesión a condiciones generales” “cit”.
13 ALTERINI A. A.- “Contratos, Teoría General” “cit”.
14 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La Buena fe como pauta de interpretación en los contra-
tos” en “Tratado de la Buena fe en el derecho” “cit”.
15 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La negociación contractual y el análisis económico del
Derecho” en “Análisis Económico” (Ed. Heliasta); MOSSET ITURRASPE, J. y PIEDECASAS, M.-
“Contratos, aspectos generales” (Ed. Rubinzal-Culzoni).
Se dice que contrato perfecto solo constituye un juego de ideas o una ficción a la
que se recurre como referencia ya que los altos costes de transacción sobre todo de
información solo permiten contratos cuyos riesgos estén incompletamente identifica-
dos, pero creemos que tiene una importancia practica ya que representa el sistema cen-
tral de referencia del legislador y la Jurisprudencia.
Shafer y Ott en su magnifica obra, consideran que el derecho contractual desde
la perspectiva del análisis económico del derecho, es el intento de reconstruir el con-
trato perfecto y de imputar los riesgos sobre los que las partes no se han puesto de
acuerdo ya sea expresa o tácitamente, de tal forma que se logra maximizar las venta-
jas del contrato20.
Por ello hemos dicho que la tarea de la legislación y la jurisprudencia ante un
contrato alterado en el cual esa alteración no haya sido prevista en el contrato, será, la
de maximizar racionalmente la utilidad, ello consiste en imputar el riesgo a aquel que
puede reducirlo o absorberlo al menor costo.
El Derecho determina a posteriori como seria el contrato perfecto si se hubiera
actuado de manera inteligente en la previsión.
También actúa cuando se afecta la base o fundamento del negocio jurídico y
hay que encontrar una solución paralela a los intereses de las partes, sostenemos que
indefectiblemente la reconstrucción del contrato perfecto nos llevara a la base del
negocio jurídico y a los institutos correctores que cada derecho recepte, pero sobre
todo también a la celebración, interpretación y ejecución de los contratos conforme a
la buena fe.
En nuestro derecho, institutos como la lesión y la imprevisión son claros ejemplos
normativos y la frustración el fin del contrato uno de interpretación jurisprudencial.
El derecho contractual tiene entonces una función que consiste en gran medida
en la tarea de reconstrucción del contrato perfecto imputando consecuencia a través de
normas supletorias del contrato.
Para Torres López que solo le atañe al Derecho la resolución eficiente de situa-
ciones de incumplimiento de mala fe sino además los incumplimientos totales o par-
ciales de las obligaciones que se deriven incluso de la buena fe, señalando también este
autor que el Derecho cumple una importante función informativa, consistente en el
establecimiento de las condiciones generales que eviten la negociación particular de
todas las contingencias, se superpone a la autonomía de las partes y solo cuando los
beneficios esperados de un apartamiento del sistema de derecho regulado en las nor-
mas son superiores a los costes de la modificación, la regla privada contractual apare-
ce como necesaria21.
Al buscar ejemplos concretos en la legislación argentina surgen inmediatamente
figuras como el Pacto Comisorio Tácito previsto en el 1204 del CC Arg y la ya men-
cionada Imprevisión prevista en el 1198 2da parte, los institutos de la Lesión, el Abuso
de Derecho, las normas relativas a las garantías de evicción y vicios previstas por el
Código Civil y también los de la Ley del consumidor, las normas que establecen los
alcances de la responsabilidad contractual, etc.
Siguiendo a Kornhauser frente al caso se puede distinguir las aproximaciones
que tienen, por un lado la teoría económica del derecho contractual, que ve a la cues-
tión como la redacción judicial de una cláusula omitida por las partes, de la que tiene la
doctrina jurídica que al haber desarrollado categorías conceptuales tales como oferta,
consentimiento, objeto, etc., con el fin de poder analizar y ordenar las normas de dere-
cho contractual, realiza una tarea partiendo de clasificar un asunto como de interpreta-
ción, justificación o incumplimiento22.
El reconocimiento jurídico de la libertad contractual abre a los sujetos la posibi-
lidad de regular sus asuntos y sus relaciones mutuas mediante acuerdos de carácter
negocial según su libre albedrío y su responsabilidad, es la expresión del principio de
autonomía, pilar básico para la estructura del derecho contractual como lo concebimos,
una vez mas debemos recalcar que reconocemos esta autonomía dentro de los marcos
establecidos por el derecho mediante las normas de orden publico y respetando los prin-
cipios generales del derecho23.
En virtud de esta libertad contractual cada cual determina por si mismo con quien
quiere mantener relaciones contractuales y a que debe referirse esta (libertad de contra-
tación) y determinan por si mismos sus obligaciones mutuas y sus modalidades (auto-
nomía reguladora), pero aclaremos una vez mas que desde una perspectiva económica
solo estaremos frente a un contrato valido cuando un determinado acuerdo cumple la
función económica de utilidad a ambas partes, a no ser que estemos frente al supuesto
de que una de ellas renuncie conscientemente a sus preferencias24.
Este planteo es el que lleva necesariamente a la idea de que el derecho contrac-
tual solo y exclusivamente puede derivarse y explicarse desde la racionalidad económi-
ca, o sea en el sentido de la eficiencia en la asignación del recurso.
Recordemos que las premisas del contrato perfecto son que los contratantes actú-
an racionalmente, que disponen de todas las informaciones contractualmente relevan-
tes, que regulan todos los puntos igualmente relevantes, que el contrato se ha conclui-
do de buena fe, suponiéndose que el engaño, amenazas y la influencia de poder o mono-
pólico quedan excluidas.
La reconstrucción del contrato perfecto se realiza mediante la interpretación
judicial supliendo la voluntad hipotética de las partes teniendo en cuenta lo que ellas
habrían acordado si hubieran contratado con un comportamiento honrado, con un exa-
men calculado de sus intereses según la buena fe, se trata según lo reseñado por
Schafer y Ott de un criterio objetivo que refiere a la conducta de partes honradas, en
colaboración leal, que hubiesen acordado observando los parámetros de buena fe y la
costumbre del lugar de forma razonable y equitativa para obtener una compensación
justa de intereses25.
Nos interesara en esta oportunidad dentro del orden público económico, el orden
público de protección ya que tiende a resguardar a una de las partes contratantes consi-
derada la mas débil y particularmente tiende a mantener el equilibrio interno del con-
trato haciendo a la justicia del contrato o mejor dicho a la justicia conmutativa.
22 KORNHAUSER, L.- “Derecho de los contratos” Elementos del análisis económico del derecho
(Ed. Rubinzal Culzoni).
23 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La interpretación de los actos jurídicos”, en “Revista
Zeus” “cit”.
24 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La negociación contractual y el análisis económico del
Derecho” en “Análisis Económico” “cit”; SHAFER, H. B. Y OTT, C- “Manual de Análisis económico del
derecho” “cit”.
25 SHAFER, H. B. Y OTT, C- “Manual de Análisis económico del derecho” “cit”.
33 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La Buena fe como pauta de interpretación en los contra-
tos” en “Tratado de la Buena fe en el derecho” “cit”.
34 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”; MOSSET ITURRASPE,
J. y PIEDECASAS, M. “Contratos, aspectos generales” “cit”; ALTERINI, A. A.- “Contratos – Teoría
General” “cit”; LORENZZETTI, R.- “Tratado de los Contratos Parte General” “cit”.
35 Ver art. 899 del Proyecto de Unificación y nota de elevación.
36 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”; BAROCELLI, S. S.-
“¿Existe obligación de contratar? Análisis de supuestos particulares”. Doctrina judicial.
37 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”; MOSSET ITURRASPE,
J. y PIEDECASAS, M. “Contratos, aspectos generales” “cit”; ALTERINI, A. A.- “Contratos – Teoría
General” “cit”; LORENZZETTI, R.- “Tratado de los Contratos Parte General” “cit”.
38 PORTO MACEDO JR. R.- “Contratos relacionales y defensa del consumidor” “cit”.
39 RISOLIA, M. A.- “Soberanía y Crisis del contrato” “cit”.
40 ALTERINI, A. A.- “Contratos – Teoría General” “cit”.
41 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “Contratos Civiles y Comerciales” en actualización de
GARRIDO R. F.- ZAGO J. A. “cit”.
42 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”.
43 VALLESPINOS, G- “El contrato por adhesión a condiciones generales” “cit.
44 VALLESPINOS, G- “El contrato por adhesión a condiciones generales” “cit.
45 SPOTA A. G.- “Instituciones de Derecho Civil- Contratos” “cit”.
46 GARRIDO R. F.- ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” “cit”; BAROCELLI, S. S.-
“¿Existe obligación de contratar? Análisis de supuestos particulares” “cit”.
útil y necesaria y además las infinitas variantes en la negociación atípica hacen que la
realidad las supere.
En las legislaciones se emplea a veces mecanismos de listas negras y listas gri-
ses, en las primeras las cláusulas son inválidas, en las segundas pueden ser invalidadas
por el tribunal.
La ley Alemana de 1977 contiene ambas, la Directiva europea 13/93 trae una
lista indicativa de cláusulas que pueden ser consideradas abusivas, en España habría una
lista negra sin perjuicio de merituar el carácter abusivo de otras cláusulas 61.
El art.3.1 de la directiva 13/93 sienta como principio que la cláusula predispues-
ta es abusiva cuando ofendiendo la exigencia de Buena Fe da origen a un desequilibrio
significativo entre los derechos de las partes resultante del contrato en detrimento del
consumidor.
En el Proyecto Argentino del 98 se preveé que si son celebrados por escrito
deben redactarse de manera clara, completa y fácilmente legible y las Condiciones
Generales ser asequibles al no pre-disponente.
En lo que atañe a la interpretación, estas cláusulas deben ser interpretadas en sen-
tido favorable a la parte no pre- disponente si esta no actúa profesionalmente en la acti-
vidad a la que corresponde el contrato; cuando es dudosa la existencia de una obliga-
ción se presume la liberación y cuando son dudosos los alcances de la obligación, se
esta por la menos gravosa.
Se ha sostenido que la práctica de las cláusulas abusivas no constituye usos y
costumbres y el Proyecto de Unificación lo dice expresamente al establecer los alcan-
ces de la actividad contractual.
En el proyecto se tienen por no convenidas las estipulaciones que por si sola o
combinadas con otra desnaturalizan las obligaciones de las partes, limitan las responsa-
bilidad del pre-disponente por daños al proyecto de vida, limitan su responsabilidad por
daños patrimoniales sin una adecuada equivalencia económica, importan renuncias o
serias restricciones a los derechos del no pre-disponentes o una ampliación de los dere-
chos del pre-disponente.
La excepción de oponibilidad al no pre-disponente (salvo desnaturalización y
daño al proyecto de vida) se da cuando se pruebe que antes de concluir el contrato la
parte las ha conocido o hubo de haberlas conocido y que las ha aprobado expresa y
especialmente por escrito, siempre que esto resulte razonable sin embargo tal excepción
no se aplicaría de ser un contrato celebrado por adhesión.
67 MARTINEZ SANZ, F.- “Principios de derecho europeo de los contrato- proyecto Lando”, en
“Derecho Privado Europeo” (Ed Colex).
68 ROCA TRIAS E.- “El Study Group a European Civil Code” en “Derecho Privado Europeo” (Ed
Colex).
69 GARCÍA CANTERO, G.- “El anteproyecto de Código Civil europeo de contratos - proyecto
Gandolfi o del Grupo de Pavia” en “Derecho Privado Europeo” (Ed Colex).
70 CAMARA LAPUENTE, S.- “El nucleocomun del derecho privado europeo- proyecto de Trento”
en “Derecho Privado Europeo” (Ed Colex).
71 MARTINEZ SANZ, F.- “Principios de derecho europeo de los contrato- proyecto Lando”, en
“Derecho Privado Europeo” “cit”.
72 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “Reseña Bibliografiíta sobre El Código Europeo de
Contratos de la Academia de Pavía Traducción de José Luis De Los Mozos y Agustín Luna Serrano” (Ed.
La Ley); DE LOS MOZOS, J. L.- “Los tratos Preparatorios del Contrato y el proyecto de Pavia” en
“Revista General de Legislación y Jurisprudencia” (Ed. Reus), ROGEL VIDE, C.- “En torno a la conclu-
sión de los contratos en el Proyecto de Código de Pavia” en “Revista General de Legislación y
Jurisprudencia” (Ed. Reus).
V.1. La Interpretación:
La mayoría de la Doctrina “ius privatista” alude a la acción de interpretar con un
criterio restrictivo, haciendo referencia a situaciones en las que existe discrepancia en
cuanto a los alcances del “negocio jurídico”, sea ello por oscuridad o ambigüedad en los
términos contractuales. Recordemos que con la palabra “oscuro” suelen referirse a algo
que no se comprende acabadamente y con el término “ambiguo” aquello que tiene sig-
nificados imprecisos o contradictorios.
Sin embargo Fernando López de Zavalia apoyándose indudablemente en una de
las escuelas Filosóficas establece que la interpretación es necesaria mas allá de los
extremos mencionados, siempre que sea menester algún esfuerzo, alguna aplicación de
conocimientos, por clara que sea la manifestación de voluntad; los términos claros del
contrato también son objeto de interpretación, lo es todo el contrato74.
La interpretación seria siempre un proceso de comprensión que fija el contenido
y el valor de una declaración, sus alcances, teniendo en cuenta las circunstancias del
caso, considerándose la declaración de voluntad común con relación al ambiente socio-
económico dentro del cual se ha producido75.
Recordemos que en este tema se distingue usualmente entre “medios de inter-
pretación” y “criterios interpretativos”, los primeros son elementos atinentes al caso
concreto y los segundos son máximas y principios que trascienden el “casus” y que el
intérprete infiere de la experiencia común y de la conciencia social.
Es importante separar la llamada “calificación” de la interpretación, la primera
se da cuando se incorpora el “negocio jurídico” a una categoría, guiándose para ello, por
su naturaleza jurídica, por los fines que la figura persigue, en ese caso concreto por la
trama de sus prestaciones y significa analizar los elementos y requisitos distintivos del
“tipo” al incluirlo en una determinada categoría, este procedimiento se realiza mas allá
del “nomen iuris” dado por las partes; en este sentido, recordemos el ejemplo clásico
del leasing en relación a los contratos de compraventa y de locación76.
73 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “La Buena fe como pauta de interpretación en los contra-
tos” en “Tratado de la Buena fe en el derecho” “cit”.
74 LOPEZ DE ZAVALIA, F.- “Teoría general de los Contratos” (Ed. Zavalia).
75 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “Interpretación en los contratos” en GARRIDO R. F.-
ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” 1ª Edicion.
76 GARRIDO CORDOBERA, L. M. R.- “Interpretación en los contratos” en GARRIDO R. F.-
ZAGO J. A.- “Contratos Civiles y Comerciales” 1era Edicion “cit”.
sición a “forma”, por lo tanto puede haber unicidad de contenido y diversidad de fun-
ciones según su aplicación concreta (esto se ve en el diferente trato normativo), pero
también la “buena fe”, suele ser considerada un “principio problemático” llamado a
actuar en cada momento de la interpretación.
De los Mozos expresa que se califica de “bona fides” lo que de una manera u otra
coincide con el ideal general expresado en virtud de conexiones casuística y retóricas
(topoi) que responden a una misma sustancia, la fidelidad81.
Se relaciona también a la “buena fe” con los móviles de la conducta, con la
correspondencia entre lo normado, la voluntad de los autores, y las necesidades socia-
les y nuestra Corte Suprema ha dicho que el principio de la “buena fe” informa todo el
ordenamiento jurídico tanto publico como privado al enraizarlo en las mas sólidas tra-
diciones éticas y sociales de nuestra cultura82.
Demolombe que se refería a la “buena fe” como el alma de las relaciones socia-
les, Clemente de Diego alude a ella como al alma que ha de presidir la convivencia
social y todos los actos83.
Alsina Atienza señala el gran contenido ético y moral de la “buena fe” y expre-
sa que el hombre lleva en si la intuición de lo honesto, su sentido, siendo condición de
la vida social y que fue plasmada por los romanos en la expresión “honeste vivere”84.
Sostiene que el deber de conducirse con probidad se traduce en las reciprocas relacio-
nes de las partes contratantes, en sus relaciones con el orden publico, en el ejercicio de
los derechos y hasta en las reglas de la prueba.
Fuzier y Hernán se refieren a la “buena fe” en el derecho Civil en dos acepcio-
nes diferentes, una designando a la equidad en tanto esta debe presidir a la interpreta-
cion y a la ejecución de las convenciones según la común intención de los contratantes
y la otra acepción designando la opinión errónea de una persona que cree obrar en el
ejercicio de un derecho.
La Doctrina en general, suele referirse a la “buena fe” también en dos acepcio-
nes, la “buena fe objetiva” y la “buena fe subjetiva”, con la primera suele aludirse a cri-
terios de lealtad, honestidad, probidad y con la segunda a un estado de conciencia.
Diez Picazo expone que si la “buena fe” es un modelo o arquetipo de conducta
social, y una norma jurídica que impone a la persona el deber de comportarse de “buena
fe” en el trafico jurídico, cada persona debe ajustar su propia conducta al arquetipo de
la conducta social reclamada por la idea imperante, se exige esta conducta no solo desde
la limitación de una conducta deshonesta sino además en una exigencia positiva siendo
ejemplo los deberes de cooperación y de diligencia85.
Betti señala la necesidad que tendremos de comprender los alcances de la “buena
fe” y poder abarcar la múltiples exigencias de una comunidad al fijar los deberes para
los particulares, y es obedeciendo a esas exigencias que la ley pide a los contratantes el
respeto mutuo de la “buena fe”, tanto al momento de la formación del vinculo obliga-
torio, sea durante su desarrollo y en la posterior ejecución de la obligación.
En todos los ordenamientos afines a la tradición jurídica ibérica la “buena fe” se
reconoce como un principio de derecho, lo que supone con su utilización la continua
renovación de la comunicación entre los valores éticos y los formales e institucionales
del Derecho86.
Para Barassi, la “buena fe” obliga a los contratantes a tener en cuenta el fin y las
razones que determinan la formación de las relaciones obligacionales; es cierto que el
deudor debe cumplir, pero también lo es que el acreedor no puede pedir más que lo que
armonice con la equidad y la “buena fe”, atendiendo a las circunstancias del caso, a las
particularidades de persona, tiempo, lugar y al tipo de negocio jurídico.
86 DE LOS MOZOS J. L.- “Buena fe” en “Enciclopedia jurídica de Responsabilidad civil” (Ed.
Abeledo-Perrot).
87 MAZEAUD, H. L y J y CHABAS F- “Tratado de Derecho Civil” (Ed. Zavalía).
88 RIPERT, G. y BOULANGER, J.- “Tratado de Derecho Civil” (Ed. La Ley).
89 PUIG BRUTAU, J.- “Fundamentos de Derecho Civil” “cit”.
90 DIEZ PICAZO L. y GULLON A.- “Sistema de Derecho Civil” (Ed. Tecnos).
Recalcan los mencionados autores, que la reforma ha tenido presente una califi-
cada jurisprudencia nacional que venía sosteniendo que en la interpretación de un con-
trato, se debe investigar la voluntad real de las partes, sin atenderse al sentido literal de
las expresiones empleadas, ya que la voluntad, no consiste sólo en los términos con que
se exterioriza, sino en las circunstancias externas con las cuales ha podido contar el
autor de la declaración, para determinar el alcance exacto de ellas y tal interpretación se
debe regir por los principios de “buena fe”, observado en la medida que las particulari-
dades del caso lo permiten, sobre la base del principio del equilibrio económico o prin-
cipio de equilibrio de las prestaciones.
Nuestra jurisprudencia en virtud del artículo 16 del Código Civil, que permite la
aplicación de la analogía para la solución de los casos planteados, recurrió y recurre a
las normas establecidas en el Código de Comercio, sobre todo en sus artículos 217, 218
y 220, y ha elaborado todo un sistema, en cuanto a la interpretación en la modalidad
contractual de los contratos por adhesión y que se ven reflejados en lo atinente a la pro-
tección del consumidor en los artículos respectivos de la Ley de Protección al
Consumidor.
El eje rector es que las palabras de los contratos y convenciones deben enten-
derse en el sentido que les da el uso general, aunque el obligado pretenda que las ha
entendido de otro modo, y es sumamente importante que las partes hayan puntualizado,
llegado el caso que sentido no “usual” o común, sino técnico le daban a sus palabras y
que por lo tanto, ambos hayan comprendido acabadamente los alcances de su manifes-
tación de voluntad; llevándonos esto al tema más genérico de la formación del consen-
timiento contractual y se vincula indudablemente con el “consentimiento informado”.
Podemos decir ciertamente, que la “buena fe” ilumina toda la vida del contrato,
desde la creación de los deberes a cargo de los contratantes, antes del nacimiento del
mismo contrato, el momento de la formación o en la que se plasma el consentimiento
donde se manifestará con deberes específicos de claridad, coherencia, congruencia, el
tiempo de su cumplimiento, donde también deberá prestarse colaboración y aún con
posterioridad, donde deberá, por ejemplo, guardar reserva de aquello que le hubiera sido
confiado en virtud de la relación negocial.
Es cierto que la “buena fe” es asimismo una pauta para la interpretación del con-
trato, ya que es ella la que ordena las conductas probas, leales, dignas y descarta todo
procedimiento contrario (suele hablarse aquí de “buena fe” objetiva) y también es la que
manda ajustarse a la apariencia a lo que el otro contratante pueda entender o creer para
no defraudar la confianza suscitada (es la “buena fe” objetiva).
El Proyecto del Código Civil de la República Argentina Unificado con el Código
de Comercio en sus fundamentos expresa que en la realidad negocial moderna existe
desde que las partes entraron en conversaciones con miras a la celebración de un con-
trato, esto es, antes de que haya sido emitida una oferta, en esta etapa las partes deben
comportarse de “buena fe” para no frustrar injustamente, las tratativas contractuales, y
además debe ponerse al alcance de la otra futura parte, toda la información adecuada de
los hechos relativos al contrato, que puedan tener actitud para influir sobre su decisión
de aceptar. Las partes, también deben actuar de “buena fe” durante la ejecución del con-
trato, se generan obligaciones secundarias, que abarcaría a lo que razonablemente se
había obligado un contratante cuidadoso y previsor, se incluye las consecuencias vir-
tualmente comprendidas en el contrato, conforme a la naturaleza, a las negociaciones
previas, a la conducta ulterior, a las prácticas establecidas entre las partes, a los usos no
excluidos expresamente, y a la equidad, teniéndose siempre presente, la finalidad del
acto y las expectativas justificadas de la otra parte. Como se ve, es esencial la idea de
que el contratante se obliga en la medida que genera confianza en la otra parte.
Es hora de volver como nos gusta decir al civismo contractual, el contrato preci-
sa la mediación de cualidades como la conformidad con el orden público y las buenas
costumbres, la sinceridad, la confianza, el honor de la palabra empeñada y por sobre
todo, el intento de realizar la Justicia en esta norma particular, con dimensión social.