Curso CANAPRED-RESPUESTAS
Curso CANAPRED-RESPUESTAS
Curso CANAPRED-RESPUESTAS
En en el
año 2001, con la inclusión de la cláusula discriminatoria en el texto constitucional, se
logró el consenso político y social acerca de la urgencia de combatir las restricciones y
los obstáculos para acceder a derechos y oportunidades como consecuencia de
prejuicios y estigmas depositados de manera arbitraria sobre ciertas personas y grupos.
La creación de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (LFPED) y el
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), en 2003, la reforma
constitucional en materia de derechos humanos del año 2011 y la reforma a la propia
LFPED para incluir medidas para la igualdad en 2014, pueden situarse en esta línea. Las
autoridades y la sociedad civil se han apropiado de estos contenidos normativos y los han
incorporado a sus tareas cotidianas, lo que ha sentado las bases del tejido social
necesario para asumir con seriedad y eficacia esta tarea de importancia nacional.
Este curso, “El ABC de la igualdad y la no discriminación” , constituye un aporte para
construir la cultura de inclusión y valoración positiva de las diferencias. Su público
objetivo son las y los ciudadanos, incluidos quienes ocupan posiciones públicas, para
quienes el tema de la no discriminación constituye un universo por explorar, así como
cualquier persona interesada en el tema. Aquí se sientan las bases para comprender
cómo el reconocimiento del derecho a la igualdad y no discriminación ha generado
responsabilidades y obligaciones que involucran a toda la sociedad. Por supuesto, el
actor principal es el Estado, quien debe crear las condiciones para que todos y todas
puedan ejercer este derecho, así como generar las competencias, sinergias y la voluntad
política para que las acciones legislativas y las intervenciones de política pública
fortalezcan esta tarea. Pero, de manera complementaria, la sociedad civil tiene que
sumarse a estos esfuerzos y ser crítica respecto de los discursos y las prácticas
cotidianas con que se estigmatiza y demerita a personas que históricamente se les ha
impuesto un menor valor sólo por ser consideradas diferentes. Conjuntando acciones
públicas y sociales se estará en posibilidad de construir el tejido institucional que permita
reconocer un país diverso, cuya fortaleza radica en su pluralidad. Entonces, hay que
cambiar las dinámicas institucionales, los marcos normativos, las actitudes cotidianas
hacia las demás personas y para ello se debe comenzar por un punto de partida en
común. Así, el propósito de este curso introductorio es brindar la información necesaria
para conocer y comprender, de manera general, el vasto fenómeno de la discriminación.
Para la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
los Derechos Humanos son derechos inherentes a todas las personas, sin distinción
alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, religión,
lengua, o cualquier otra condición. Todos y todas tienen los mismos derechos y abarcan
libertades, facultades, instituciones, prerrogativas o reivindicaciones que garantizan una
vida digna para las personas, grupos y sociedades.
Los derechos humanos han sido el medio para contraponerse a cualquier ideología o
jerarquía que suponga que los seres humanos merecen más o menos oportunidades y
libertades dependiendo de su género, edad, posición económica, condición social,
nación, etnia, etcétera. Con base en el marco jurídico internacional y nacional, el Estado
mexicano tiene la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos. En el plano individual, además de hacer respetar estos derechos, todas las
personas deben respetar los de las demás.
Los derechos humanos abarcan todos los aspectos de la vida. Su ejercicio permite a
hombres y mujeres conformar y determinar su propia vida en condiciones de libertad,
igualdad y respeto a la dignidad. En el pasado, se pensaba que las personas eran dignas
de consideración y respeto por su origen familiar, su posición social, su riqueza o, incluso,
en vista de las creencias religiosas que mantenían. El día de hoy, entendemos a la
dignidad como una característica inherente al hecho de existir una persona, y que tiene
como resultado que haya un conjunto de derechos humanos destinados a protegerla.
Última modificación: miércoles, 29 de enero de 2020, 12:27
Para la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
los Derechos Humanos son derechos inherentes a todas las personas, sin distinción
alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, religión,
lengua, o cualquier otra condición. Todos y todas tienen los mismos derechos y abarcan
libertades, facultades, instituciones, prerrogativas o reivindicaciones que garantizan una
vida digna para las personas, grupos y sociedades.
Los derechos humanos han sido el medio para contraponerse a cualquier ideología o
jerarquía que suponga que los seres humanos merecen más o menos oportunidades y
libertades dependiendo de su género, edad, posición económica, condición social,
nación, etnia, etcétera. Con base en el marco jurídico internacional y nacional, el Estado
mexicano tiene la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos. En el plano individual, además de hacer respetar estos derechos, todas las
personas deben respetar los de las demás.
Los derechos humanos abarcan todos los aspectos de la vida. Su ejercicio permite a
hombres y mujeres conformar y determinar su propia vida en condiciones de libertad,
igualdad y respeto a la dignidad. En el pasado, se pensaba que las personas eran dignas
de consideración y respeto por su origen familiar, su posición social, su riqueza o, incluso,
en vista de las creencias religiosas que mantenían. El día de hoy, entendemos a la
dignidad como una característica inherente al hecho de existir una persona, y que tiene
como resultado que haya un conjunto de derechos humanos destinados a protegerla.
Última modificación: miércoles, 29 de enero de 2020, 12:27
1.2 ¿Cuáles son las características de los derechos humanos?
Los derechos humanos de las personas presentan ciertas características que permiten identificarlos como tales. Todos los derechos
son universales, indivisibles, interdependientes y son obligatorios. La comunidad internacional debe tratar a los derechos humanos de
manera integral, justa y equitativa, en pie de igualdad y dándoles a todos el mismo peso. Debe tenerse en cuenta la importancia de las
particularidades nacionales y regionales, así como de las diversas tradiciones históricas, culturales y religiosas, pero los Estados
tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos y las
libertades fundamentales (Declaración y Programa de Acción de Viena, 1993). De hecho, la historia de muchas sociedades revela
cómo la protección de los derechos de ciertas personas, como ocurre con las mujeres, implica posicionarse frente a la tradición o las
costumbres que señalan jerarquías y establecen restricciones a la libertad. No obstante, gradualmente se ha ido convenciendo más de
la centralidad de los derechos en democracia, y se han motivado cambios igualitarios en sociedades que anteriormente se resistían.
Así, los derechos humanos tienen cuatro características esenciales:
a) Universalidad: Los derechos corresponden a todos los seres humanos con independencia de cualquier contexto temporal,
espacial, político o cultural. Esto significa que son indispensables e inalienables; no deben suprimirse, salvo en determinadas
situaciones y según las debidas garantías procesales.
b) Interdependencia: En su conjunto, los derechos humanos integran un cuerpo de protección y están interrelacionados o
interconectados; esto quiere decir que, el ejercicio de un derecho favorece el avance de los demás derechos, de la misma
manera que la privación de un derecho afecta negativamente en el goce y ejercicio del resto. De ahí que el cumplimiento de
unos incide en el cumplimiento de los otros.
c) Indivisibilidad: Todos los derechos tienen como origen común la dignidad humana, por lo que no puede existir ninguna
jerarquía entre ellos. Dado que los derechos humanos constituyen un bloque, quien quiere exigir un derecho debe estar en
disposición de respetarlos todos. Dicho de otro modo, no se puede, en nombre de la reivindicación de unos derechos, sentirse
autorizado a ignorar o quebrantar otro. Están ligados entre sí formando un conjunto indisociable de derechos; todos deben ser
respetados y garantizados por el Estado, ya que merecen la misma atención y urgencia.
d) Obligatoriedad: Deben ser respetados tanto por los Estados como por las personas, independientemente de sus creencias o
de sus sistemas políticos, económicos y culturales. Esto quiere decir que los Estados asumen obligaciones y deberes de
respetar, proteger y adoptar medidas compensatorias para facilitar el disfrute de los derechos, como consecuencia de su
reconocimiento en la Constitución, los tratados internacionales y la reglamentación secundaria. Si las sociedades y la
comunidad internacional se han puesto de acuerdo en dar a los derechos este estatus de obligatoriedad, es porque existe un
amplio reconocimiento de la importancia de volverlos exigibles en todo momento.
1.3 ¿Cómo se clasifican los derechos humanos?
Los derechos humanos han sido clasificados de diversas maneras. En este curso se retoma una clasificación que tiene carácter
histórico y toma en cuenta su reconocimiento por parte de los órdenes jurídicos normativos de cada país. Este criterio permite
entender la evolución de los derechos y el incremento de su número, en vista de la ampliación de la idea de justicia que lograron los
movimientos sociales a partir del siglo XX. No obstante, debe recordarse que, en última instancia, todos los derechos tienen el mismo
estatus de obligatoriedad. Por esto se dice que, aunque la evolución de los derechos humanos ha sido un proceso que ha ido
desagregando protecciones y libertades, en última instancia los derechos son interdependientes; es decir, que su ejercicio tiene que
ser simultáneo y la cancelación de alguno de ellos generalmente tiene consecuencias para el resto de los derechos. Así, los derechos
humanos se clasifican en:
1. Derechos civiles y políticos: Se refieren a las protecciones de la vida, la integridad física y moral, las libertades individuales,
la igualdad ante la ley y la participación política, entre otras, que son reconocidos por el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos de 1966.Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A
(XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 23 de marzo de 1976, de conformidad con el artículo 49 Lista de los
Estados que han ratificado el pacto.
2. Derechos económicos, sociales y culturales: Son derechos que disfrutan las personas para configurar mínimos estándares
de calidad de vida material que son deseables de universalizar, dado que constituyen la condición para el ejercicio del resto de
los derechos sin temor a experimentar pobreza o exclusión extremas. Estos derechos demandan que el Estado implemente
acciones, programas y estrategias para que las personas tengan derecho a la seguridad social, al trabajo, a la educación, a la
vivienda, a la salud, a seguridad social, etcétera. Dichos derechos están reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de 1976. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en
su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 3 de enero de 1976.
3. Los derechos de los pueblos o derechos de solidaridad: Surgen como respuesta a la necesidad de cooperación entre las
nacionales y dentro de los distintos grupos que las integran. Entre ellos están los relativos al medio ambiente, a la
autodeterminación y desarrollo digno de los pueblos indígenas y de las naciones del tercer mundo, al mantenimiento de la paz
y la seguridad internacionales.
2. Las violaciones por omisión se refieren a lo que el Estado no hizo y tenía la obligación de hacer, por ejemplo:
3. Las violaciones por aquiescencia son las acciones que realizan terceros que violan los Derechos Humanos de alguna grupo o
persona y que además tiene consentimiento o protección del Estado, por ejemplo:
La exclusión de la población afrodescendiente de los beneficios de los programas sociales por no ser reconocida como una
población específica en situación de pobreza o discriminación.
La preferencia de contratación a hombres en menoscabo de la contratación de mujeres bajo pretextos de “mayor eficiencia
debido a que los hombres no se embarazan.”
La restricción de oportunidades laborales a las y los jóvenes porque se piensa que son poco confiables o que no pueden
desarrollar competencias en el corto plazo o no tienen suficiente experiencia.
b) Modalidad
El acto de discriminación, además, ocurre si la persona que lo realiza tiene o no conciencia del daño que provoca; es decir, si se
discrimina por acción directa u omisión. Se le suma a esto el grado de posibilidad de que lo haga con o sin intención. En cualquier
caso, para efectos del combate institucional de la discriminación, el Estado tiene que centrarse en sus consecuencias y no en la
intencionalidad.
Si una persona oficial de migración niega la atención a una joven hondureña simplemente por no reconocer que cualquier
persona tiene derecho a la atención humanitaria, independientemente de su nacionalidad, estará cometiendo una acción con
intención discriminatoria.
Si a una persona mayor le niegan la entrada a un hospital debido a que no viene acompañado por un “familiar que se
responsabilice de él”, se le está negando intencionalmente el derecho a la salud.
Si un funcionario considera, por sus creencias religiosas, que lo mejor es que un niño sea criado en una familia tradicional, y en
consecuencia niega la adopción a parejas de personas del mismo sexo, su acción es discriminatoria, aunque su intención sea
seguir los preceptos de su credo.
Se impide la obtención de un crédito para comprar un departamento a una madre soltera alegando que por su “condición no hay
seguridad de que pueda pagar en tiempo y forma”, lo cual viola su derecho a la vivienda.
Al criminalizar la protesta social se está obstaculizando el derecho a la partición política, al tiempo que se afectan los valores
democráticos al asumir que las personas que marchan se comportan de manera violenta en general.
Cuando se impide el acceso a un restaurante o cine a una pareja de personas del mismo sexo, no sólo se restringe su derecho
a la cultura o el esparcimiento a causa de la discriminación; sino que también se refuerza la homofobia y los prejuicios sociales
que conducen a agresiones y crímenes de odio.
Es de vital importancia recordar lo que dice la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación donde se señala la total
prohibición de todo acto discriminatorio en el país:
Queda prohibida toda práctica discriminatoria que tenga por objeto o efecto impedir o anular el reconocimiento o ejercicio de los
derechos y la igualdad real de oportunidades en términos del artículo 1o. constitucional y el artículo 1, párrafo segundo, fracción III de
esta Ley.
Última modificación: viernes, 24 de enero de 2020, 13:30
2.2 ¿Cuáles son las dimensiones en que se materializa la discriminación?
La discriminación es un proceso que inicia nombrando de manera peyorativa las identidades y adscripciones grupales de ciertas
personas, que se materializa en representaciones negativas de ellas en la cultura, el espacio público y los medios de comunicación, y
que termina cancelándoles derechos y oportunidades, pero también situándoles en espacios de violencia, empobrecimiento e
impunidad. Entonces, ¿cómo es que algo inmaterial y hasta sutil como un prejuicio o un estigma se concreta en violaciones a
derechos humanos? A este respecto se podría apuntar que las conductas discriminatorias se manifiestan en diferentes dimensiones,
que van de lo personal a lo estructural. Aunque la discriminación está prohibida por nuestro marco normativo en todos los niveles,
debemos reconocer la magnitud, localización y consecuencias de cada acto discriminatorio para poder dar una respuesta institucional
y un acompañamiento adecuado a la víctima. Distinguir esta diversidad de niveles permite la acción pública diferenciada. Porque no
es lo mismo que, por ejemplo, las autoridades sensibilicen y frenen las conductas de un estudiante que ejerce acoso escolar sobre
otro a causa del tono de su piel o de hablar una lengua indígena, que intervenir cuando las y los directivos de la escuela lo califican
como un hecho menor que solo corresponde a los jóvenes resolver y que no amerita ninguna protección o atención especial para la
víctima.
Los factores que producen y reproducen la discriminación involucran cuatro niveles principales: el estructural, el institucional, el
cultural y el personal, mismos que se apoyan y refuerzan recíprocamente para articular un orden que sistemáticamente niega
oportunidades y derechos a ciertas personas y grupos.
a) La dimensión personal
Se da cuando el acto discriminatorio se origina en una relación entre dos o más personas. Una persona concreta trata de manera
desigual a otra persona sin tener una causa justificada para ello. Las diferencias que existen entre las personas se constituyen en las
causas por las que se discrimina. Otros factores que pueden provocar discriminación son las relaciones de poder y control político que
generan relaciones asimétricas entre las personas, las inercias culturales o los aprendizajes sociales, es decir la trasmisión de
conocimientos e ideas de una generación a otra. Esto ocurre, por ejemplo, con el machismo en la sociedad mexicana. La ignorancia
es otra causa por la cual se puede originar un acto de discriminación. Por ejemplo:
Una familia se encuentra en una situación económica desfavorable, y por ello se tiene que tomar la decisión de sacar de la
escuela a uno/una de sus hijos/hijas. La familia decide que la niña dejará la escuela para que ayude a la madre en la
preparación de alimentos para vender.
En este caso, el padre y la madre le están dando a su hija un trato diferenciado y le están negando el derecho a la educación por
motivos de género. La elección se fundó en la creencia de que los varones son los que deben y tienen que mantener a su familia.
Ilustración 10 Una sociedad que despejara de obstáculos el derecho a la educación, por ejemplo, en el caso de las niñas indígenas
que sistemáticamente han sido impedidas de ejercerlo, se vería enriquecida por sus aportaciones y capital humano.
Fotografía: Antonio Saavedra
b) La dimensión cultural
Se trata de ideas constitutivas acerca de cómo debe ser la sociedad, cómo se debe vivir, quiénes son unos y quiénes los demás. En
una sociedad discriminatoria, las perspectivas culturales de los grupos dominantes se imponen explícita e implícitamente a las
personas y a las instituciones, quienes difícil o raramente las cuestionan, justificándolas. Tales perspectivas abarcan la concepción de
la vida, el lenguaje, los estereotipos, los mitos, las definiciones de lo bueno, lo normal, lo raro, así como las reacciones de la gente
ante esos comportamientos. En términos generales, esta dimensión de la discriminación se caracteriza por un rechazo a lo diferente y
por una negación sistemática de derechos a quienes no se sujetan a los valores y pautas de comportamiento de la mayoría, abrigando
fuertes componentes de misoginia, racismo, xenofobia y homofobia. Estas formas del odio y la exclusión poseen el peso de la
costumbre al ser transmitidas y afianzadas por la familia, la escuela, las asociaciones y comunidades, las normas legales, los medios
de comunicación y por las políticas públicas. Por ejemplo:
c) La dimensión institucional
Se refiere al funcionamiento de los órganos y estructuras del Estado y de instituciones privadas cuyo actuar en relación con
determinados grupos sociales y minorías se lleva a cabo sobre la base de criterios sexistas, étnicos, socioeconómicos, entre otros,
que permiten caracterizar a estos grupos como inferiores o distintos respecto de la norma institucional hegemónica. Se presenta en
contextos en que el acto discriminatorio se produce de manera regular debido a que su origen no solo reside en el prejuicio de una
persona concreta, sino en criterios de conducta previamente establecida en textos o documentos –tanto informales como con rango
legal–, así como en acuerdos no explícitos que rigen el funcionamiento de una determinada institución. Por ejemplo:
Ausencia de páginas web accesibles para lectores de pantalla para personas ciegas en un Institución en específico.
En algunas congregaciones religiosas, las mujeres no pueden ser pastoras, sacerdotisas o guías espirituales por el sólo hecho
de ser mujer.
Empresas cuya política de contratación se basa en la apariencia: "buena presentación".
Falta de intérpretes de lengua de señas o traductores/traductoras de lenguas indígenas en procesos judiciales.
Ausencia de facilidades institucionales para las y los empleadores que desean afiliar a la seguridad social a las empleadas del
hogar que les apoyan.
d) La dimensión estructural
Se refiere a las formas desiguales en las que el acceso a los bienes está distribuido dentro de la sociedad, desde las estructuras
físicas, políticas y jurídicas. Se caracteriza en razón de que el acto discriminatorio se presenta de manera sistemática, lo cual se debe
a que el orden social está dispuesto de manera tal que, casi sin excepción, ciertas personas o grupos de personas experimentan la
limitación o la negación de sus derechos o libertades. En esta dimensión la discriminación se torna objetiva, en el sentido de que no
depende directamente de los sujetos evitarla o revertirla, sino del orden objetivo de las cosas condicionado por las estructuras
sociales. Se da discriminación estructural contra un colectivo cuando las posiciones consideradas inferiores se mantienen durante un
largo período de tiempo, que puede incluso alcanzar a varias generaciones. Dicho período es tan extenso que esta discriminación
llega a considerarse un comportamiento normal. Este tipo de discriminación genera una distinción y exclusión a permanente y
cotidiana en la vida de las personas (mujeres, indígenas, personas con discapacidad, etcétera) La “normalidad” de este tipo de
discriminación radica principalmente en su enraizamiento en las conductas y códigos sociales de muchas culturas alrededor del
mundo. Recordemos cómo, durante muchos años, a las mujeres se les negó el acceso a la educación; a las parejas del mismo sexo,
el derecho a formar una familia; a las y los indígenas, el derecho a conservar su lengua a través de la educación bilingüe, etcétera.
Dentro de la dimensión estructural, existe la discriminación jurídica que se fundamenta en la existencia de leyes, ordenanzas,
reglamentos y/o decretos de tipo discriminatorio, los cuales norman un tratamiento diferenciado para ciertos grupos, colocándolos en
una situación de desventaja legal en relación con el resto de la población. Por ejemplo:
Las parejas del mismo sexo no pueden darse muestras de cariño en público por temor a experimentar agresiones.
El maltrato hacia niños y niñas, afianzado en la idea de que sólo entienden a golpes y no con razones.
La desatención y falta de respeto hacia las opiniones de las personas jóvenes, dada la idea extendida de la falta de racionalidad
en sus decisiones.
Los reglamentos de las instituciones de seguridad pública que no permiten proporcionar servicio de guardería a los/las
derechohabientes que son madres y padres y que requieren de esta prestación.
Ausencia de páginas web accesibles en todo el mundo.
Las personas discriminadas se perciben ellas mismas como indefensas frente a los procesos estructurales de exclusión y dejan
de ver sus cualidades, pues se deteriora su sentido del respeto propio. Éste tiene bases sociales, en la medida que las personas
pueden reconocer o no que sus semejantes y las instituciones políticas constituyen medios y no obstáculos para la realización
de sus propios planes de vida. Si la sociedad y las instituciones dan un trato excluyente y hacen sentir a quienes experimentan
la discriminación que no tienen valor, entonces estas personas carecerán del impulso para exigir respeto y combatir la injusticia.
Por otro lado, las personas discriminadas pueden llegar a creer que merecen o son responsables de esto, ya que han
internalizado como legítimos los estereotipos y prejuicios de la sociedad dominante.
Las personas discriminadas tienden a aislarse para evitar ser agredidas, y por este temor a la violencia suelen abandonar sus
espacios de crecimiento y las oportunidades de desarrollo. Ellas pueden dejar de estudiar, solicitar atención médica, buscar
mejores puestos de trabajo, asistir a lugares de esparcimiento, etcétera.
Las personas discriminadas adoptan el papel que la sociedad les ha atribuido, es decir, reproducen el comportamiento
prejuiciado. Llegan incluso a renegar de sus características y adoptan las del grupo dominante; ocultan su pertenencia al grupo
discriminado y ya no se identifican con la realidad a la que éstos se enfrentan. Además, y de manera paradójica, afectan a
personas en su misma situación y a otras que están en grupos de mayor desventaja, contribuyendo a mantener al grupo
dominante y a la discriminación.
Las personas discriminadas reconocen como injusta la situación en la que están y utilizan su fuerza para hacer válidos sus
derechos y así establecer condiciones de igualdad. Esta es una reacción que, aunque se presenta con menos frecuencia en las
personas que experimentan discriminación, realmente genera cambios a favor de la igualdad y la eliminación de estereotipos y
prejuicios.
En lo social y económico la discriminación también tiene efectos devastadores. Entre ellos, por ejemplo:
Muchas personas y grupos utilizan a la discriminación para mantener privilegios económicos y sociales en detrimento del resto
de la sociedad.
La discriminación permite la manipulación de las diferencias con el propósito de eliminar y señalar a ciertos grupos como “chivos
expiatorios”, lo que genera odio, división y ruptura de los lazos de solidaridad y comunidad que permiten el desarrollo de
cualquier sociedad.
La discriminación naturaliza las relaciones desiguales entre particulares y permite que la falta de regulación o intervención del
Estado pase desapercibida como injusta por la sociedad.
En el aspecto político, la discriminación obstaculiza y niega los derechos fundamentales, el ejercicio de las libertades y el libre acceso
a las oportunidades socialmente disponibles; también establece relaciones asimétricas entre las personas, pues provoca que unas
personas tengan acceso efectivo a derechos y otras no. Todo esto obstaculiza la construcción y fortalecimiento de un régimen
democrático capaz de alcanzar sus metas de libertad, progreso, desarrollo y bienestar para todos los seres humanos.
3.1 ¿Qué son los prejuicios, los estereotipos y los estigmas?
En muchos casos, la discriminación es una forma de la desigualdad que no tiene su origen en las diferencias de ingresos sino, más
bien, en las representaciones culturales y/o prácticas sociales (creencias, patrones de conducta o representaciones socioculturales de
un determinado grupo) que se dan en los procesos de identificación y demarcación de los grupos sociales. En este sentido, por
ejemplo, la discriminación hacia personas homosexuales, lesbianas, trans e intersexuales es el común denominador,
independientemente de que algunas de ellas tengan mayor poder adquisitivo que otras.
Así pues, se puede hablar de una forma de desigualdad, con efectos precisos sobre los derechos y calidad de vida de las personas,
cuyo origen está en el terreno de las representaciones subjetivas de la sociedad y que identificamos con los conceptos de prejuicio,
estereotipo y estigma. Por eso conviene detenerse brevemente en éstos.
a) Estereotipo:
Son creencias, valores, juicios y suposiciones, tanto positivas como negativas, asignados a miembros de un grupo basados en
información incompleta que generaliza las características de algunos individuos hacia todos los demás. Se comparten socialmente.
El problema más obvio con los estereotipos es que se aplican de forma indiscriminada e injusta a las personas con base en su
pertenencia (real o supuesta) a un grupo; con frecuencia se recurre a ellos para injuriar y dañar moralmente. Por ejemplo:
o “Todas las personas musulmanas son terroristas”
o “Todas las personas alemanas son nazis”
o “Las y los indígenas son dóciles e ignorantes”
o “Las y los rockeros son drogadictos”
o “Las mujeres sólo les interesa ir de compras y al salón de belleza”
o “Las personas migrantes quitan puestos de trabajo a la población nacional”
o “Hay que vigilar a las trabajadoras del hogar para que no se roben la comida”
Ilustración 15 Espectacular que genera estereotipos hacia una población históricamente discriminada.
(Consulta con fines educativos, de difusión y no lucrativos, los cuales pertenecen a sus creadores/as).
Fotografía: Contaminación visual.blog.
b) Prejuicio:
Son creencias aprendidas y juicios previos de valor positivo y negativo, que se formulan sin ningún sustento real. Pueden ir dirigidos a
un solo sujeto o a grupos. Y a diferencia del estereotipo, no son necesariamente compartidos por la sociedad. Por ejemplo:
o “Son centroamericanos, ten cuidado”
o “La Dirección General será ocupada por una mujer, seguro es lesbiana”
o “Juan es indígena, no sabrá manejar estos programas de computación”
o “Rosa es una anciana, seguro no sirve para nada”
o “No quiero que mi hijo vaya a una escuela donde también van niños discapacitados”.
Ilustración 16 La discriminación genera espacios de vulneración e impunidad que deben erradicarse: esto ocurre con las personas
migrantes, quienes a lo largo de sus desplazamientos enfrentan prejuicios y estigmas que se traducen en violencia y
empobrecimiento.
Fotografía: Antonio Saavedra
c) Estigma:
Es la desacreditación, culturalmente establecida, que se considera negativa hacia una persona o grupo de personas por sus
características físicas o simbólicas. Quién posee un atributo estigmatizado ya ha sido rechazado de antemano porque existe, con
anterioridad, en la sociedad un conjunto de prejuicios que lo ponen en desventaja. Por ejemplo:
o “Si tiene tatuajes y piercings seguro es un delincuente”
o “Laura estuvo en la cárcel, seguro no es de fiar”
o “No te juntes con él, tiene SIDA”
o “No voy a dejar ir a mi hijo a la fiesta de Rodolfo, porque su papá es ministro protestante”
o “No podemos dejarle toda la responsabilidad laboral a Luis, acuérdate que fue alcohólico”
Por lo tanto, en esta primera etapa, se genera la diferencia como factor de oposición entre un “tipo” de persona y otra.
Etapa 2: Posteriormente, en esta nueva etapa, se genera un sistema de evaluación positiva de un rasgo considerado como “superior”
y la consecuente consideración de que es un rasgo esencial y valioso para ser una persona supuestamente “verdadera y superior”.
Esta fase también implica la evaluación negativa de quienes carecen de él (son “inferiores”).
Las personas que hablamos español somos mejores, quienes no pueden son inferiores.
Es mejor que sólo contratemos a personas católicas, porque las de otra religión son conflictivas.
Incrementemos los requisitos para conceder visados para la entrada en nuestro país, así sólo lo harán quienes más se parezcan
a nosotros.
En esta etapa la diferencia normaliza conductas que se traducen en la existencia de jerarquías, como una forma de interpretar la
diversidad humana.
Etapa 3: El juicio de inferioridad-superioridad se transforma en legitimación del derecho de los “superiores” a dominar, anular, ignorar,
utilizar y maltratar a los/las pretendidamente inferiores. El supuesto de que hay “gente superior e inferior” promueve la justificación de
acciones discriminatorias. En esta etapa se van estableciendo los parámetros de lo que se considera “normal” y, por tanto, bueno y
deseable.
“Dado que yo entiendo todo muy rápido porque soy más grande y tengo más experiencia, entonces soy más fuerte, superior y
mejor y yo decido lo mejor para las personas jóvenes inferiores”
“Ojalá que las mujeres candidatas a diputadas pierdan en la elección. Porque siempre es más difícil ponerse de acuerdo con
ellas: son emocionales y todo lo toman personal. Solo los hombres sabemos hacer acuerdos políticos”
“Como las trabajadoras del hogar no saben leer ni escribir, no es necesario que les expliques que tienen derechos. Así te
ahorras el aguinaldo y el seguro social. Ese dinero mejor gastarlo en algo que valga la pena, como unas vacaciones”
Los prejuicios, estigmas y estereotipos se convierten en elementos que identifican a las personas y les otorga una identidad colectiva
como “superiores o inferiores”. Sin embargo, este tipo de posturas no pueden, o podrán, pasar la prueba de la validez lógica y/o
científica, es decir, resulta insostenible e indemostrable asegurar que, por ejemplo:
Un hombre, desde el momento de su nacimiento, se sitúa en un mejor lugar que la mujer; por el simple hecho de ser hombre,
tiene garantizados una serie de privilegios y libertades que irán modelando su actuar en el mundo.
Lograr el matrimonio igualitario no es una prioridad en materia de derechos humanos. Importan más otras cosas, como la
pobreza o la violencia. Además, las parejas de personas del mismo sexo son inestables, no duran, por las constantes
infidelidades de quienes las integran. No pasa nada si no se les concede el derecho al matrimonio.
Pensemos cómo, socialmente, es más aceptado que un hombre sostenga, al mismo tiempo, relaciones con varias mujeres;
salga a divertirse de noche; exprese sus opiniones y/o salga a trabajar, en lugar de quedarse en casa cuidando a los/las
hijos/as. En contraparte, la mujer no goza aún de la misma certidumbre, libertad y aceptación social para realizar las mismas
actividades.
Con este ejemplo, se ve claramente como un prejuicio puede orientar y hasta definir un comportamiento que da ventajas u orienta los
beneficios de los derechos humanos que deberían ser universales a un colectivo particular o sujetos específicos.
Otros ejemplos podrían ser:
Las personas jóvenes no saben qué es lo que les conviene, así que debemos exigirles una vestimenta adecuada, quitarles
piercings y cortarles el cabello.
Las personas jóvenes sólo entienden a gritos y con amenazas; razonar con ellos/ellas es una pérdida de tiempo.
Un niño o niña es incapaz de saber si tiene frío o calor, así que, aunque no quiera le voy a poner una chamarra de invierno.
En concreto, se puede señalar que desde niño/niña el padre, madre, hermanos y/o hermanas, amigas y amigos, diversas instituciones
y/o los medios de comunicación enseñan que hay grupos de personas que pueden tratar mejor o peor de manera directa o indirecta.
Muchas veces, este trato coincide con el nivel socio-económico de la persona, con la edad, la orientación sexual, con el aspecto físico,
con la pertenencia o no a un grupo religioso, étnico, etcétera.
Analizando a mayor detalle, estas diferencias de trato también están basadas en relaciones de dominio y abuso de poder que unos
grupos de personas tienen sobre otros. Por ejemplo:
Las personas pobres aprenden a respetar a las ricas, pero sólo algunas personas ricas aprenden a respetar a las pobres.
Los hijos e hijas aprenden a respetar a su papá y mamá, pero sólo algunos papás y mamás son recíprocos.
El alumnado aprende a respetar a sus docentes, pero no todos los maestros y maestras aprenden a respetar a sus alumnas y
alumnos.
Todos estos tratos diferenciados y relaciones de poder tienen como base y sustento un estereotipo, prejuicio o estigma hacia el
“dominado”, mientras que por otro lado mantienen un trato preferencial, exclusivo o de favoritismo hacia los “dominadores”. En este
contexto, una persona joven se sitúa socialmente en una condición de desventaja que, en algunos casos, puede orientar su conducta
a la autoexclusión, a la dependencia y al aislamiento social.
La mayoría heterosexual vs la población LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgenérico, travesti e intersexual)
La mayoría católica vs congregaciones protestantes (cristianos, testigos de Jehová, mormones, luteranos, etcétera.)
El poder de los roles masculinos vs los roles femeninos.
La minoría rica y mestiza vs la mayoría pobre e indígena.
2. Factores socioeconómicos: Hacen referencia a las estructuras y procesos socioeconómicos de desigualdad y pobreza como
causantes de la vulnerabilidad y, de manera colindante, de discriminación. Es en este tipo de causas discriminatorias se pueden
encontrar el efecto de las consecuencias de ciertos modelos económicos y de desarrollo cuyos resultados son el aumento de la
pobreza, la segregación y el aislamiento de ciertos colectivos sociales. Por otra parte, a nivel cultural se pueden encontrar el dominio
histórico y geográfico que muchas comunidades o grupos han generado sobre otros. Es en este nivel de causas de discriminación
donde se puede ver la negación de “diversos modelos de vivir” que son anulados, suprimidos o conquistados lo que provoca que unas
sociedades terminen exterminando o dominando a otras.
A pesar que lo económico juega un rol muy importante en este tipo de causas, existen aspectos no económicos que se vinculan a la
vulnerabilidad. Algunos de estos son los siguientes: poder político, relaciones intrafamiliares, estrategias de afrontamiento de la crisis,
redes sociales de ayuda mutua entre otras.
3. Factores situacionales: Hay causas discriminatorias que surgen de situaciones contextuales o coyunturales. Estas situaciones que
ponen en riesgo o en situación de vulnerabilidad a una persona en particular pueden vincularse con: percepciones subjetivas, bagaje
cultural, creencias religiosas, control de las redes sociales y capacidad de decisión y actuación. Bajo este enfoque, se puede apreciar
que la pobreza no es el único generador de vulnerabilidad o riesgo, o que pueda provocar discriminación. Así, se puede observar a
personas de clase media con un alto índice de vulnerabilidad que es provocada por situaciones muy específicas. Por esto mismo, este
nivel de causas discriminatorias advierte de la posibilidad latente de ser discriminados más allá de los factores socio-culturales e
identitarios.
No obstante, hay grupos o personas que son menos proclives a ser discriminadas o que no lo han sido históricamente, pero que están
en riesgo de estar en una situación de este tipo por las cambiantes relaciones sociales y sobre todo por los mecanismos de ejercicio
de derechos (mayor acceso a servicios básicos, educación más o menos inclusiva, modelos de desarrollo, entre otras). Por esto
mismo se puede hablar que hay grupos que son y han sido discriminados, pero hay otros que más bien están en riesgo o proclives a
serlo. Este es el caso de las personas que están envejeciendo y que, de continuar la inercia en la discriminación hacia las personas
mayores, experimentarán la discriminación cuando lleguen a edades avanzadas.
En México, los grupos más discriminados son los siguientes:
3.4 ¿Cómo percibimos la discriminación las y los mexicanos?
Ilustración 21 La ENADIS 2017 da cuenta de las percepciones de la sociedad en relación con la discriminación.
Fuente: Conapred
El consenso social y político que permitió la creación del marco normativo e institucional para prevenir la discriminación
futura y combatir la presente, requirió el reconocimiento previo de que este fenómeno existe en el país. Parece algo
evidente, pero durante mucho tiempo dominó la visión del mestizaje triunfante, según la cual las diferencias identitarias,
culturales e ideológicas estarían superadas a causa de la fusión de todas ellas en el crisol de lo que el filósofo mexicano
denominó en la primera mitad del siglo XX como raza cósmica. Entonces, si a partir de este punto de vista la identidad
como nación no era ni indígena ni española sino una mezcla equilibrada de ambas, la discriminación no fue reconocida
como un problema social y como una fuente de desigualdad de la que las instituciones tuvieran que hacerse cargo. No
obstante, gracias a algunos instrumentos estadísticos se demostró la contundencia de la discriminación en la vida
pública en pleno siglo XXI.
En este sentido, la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 (ENADIS 2010), fue realizada por el
Conapred y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, para conocer lo que opinan quienes sufren, y han
sufrido históricamente, las consecuencias directas de la discriminación y que han permanecido invisibles ante las
autoridades y la sociedad. Asimismo, recoge la percepción sobre la discriminación en todo el país, explora las opiniones
de las personas en su doble papel de discriminadas o discriminadoras y ofrece una visión amplia acerca de las
percepciones sobre el tema entre la población en general y desde distintos grupos sociales.
Datos más importantes de la ENADIS
Arriba del cincuenta por ciento de la población encuestada a nivel nacional, piensan que la mayoría de las y los
jóvenes son irresponsables. Siendo Michoacán, Guerrero, Sinaloa, Nayarit y Colima, los estados con los
porcentajes más altos.
Alrededor del cuarenta y cinco por ciento de la población encuestada afirman que mientras se permita el ejercicio
de más religiones, se crearán muchos más conflictos sociales.
Cuatro de cada diez mexicanas y mexicanos no estarían dispuestos a permitir que en su casa vivieran personas
homosexuales y tres de cada diez afirman lo mismo en el caso de personas que viven con VIH o SIDA.
Una tercera parte de las personas encuestadas manifiestan que convivir con personas con VIH o SIDA, nunca
dejará de ser un riesgo. Misma población que afirma, no estarían dispuestos a rentar un cuarto de su vivienda a una
persona con VIH o SIDA.
Alrededor del veinte por ciento de la población nacional encuestada piensa que las mujeres deben ayudar en los
quehaceres domésticos más que los hombres. Siendo Chiapas, Michoacán, Campeche y Tabasco los estados con
mayor porcentaje.
Un alto porcentaje de la población encuestada opina que las personas con bajos recursos económicos se esfuerzan
poco por salir de su pobreza; y que la pobreza de las personas indígenas se debe principalmente a su cultura.
Una de cada diez personas opina que las autoridades deben reubicar a los protestantes en otra parte y uno de cada
veinte que deben obedecer lo que decidió la mayoría y sacar a los protestantes. En contraste, más de la mitad
afirma que se deben defender los derechos de los no católicos.
Casi una cuarta parte de las personas encuestadas afirman que las personas con alguna discapacidad son de poca
o nula ayuda en cualquier ambiente laboral. Mientras que alrededor del treinta por ciento de las personas con
discapacidad encuestadas, opinan que las principales problemáticas a las que se enfrentan, es la falta de
accesibilidad en vialidades, calles e instalaciones, y la falta de oportunidades laborales.
El 87.7% de las personas trabajadoras del hogar, declararon que han desempeñado sus labores, sin contar con
ninguna prestación de ley.
Alrededor del 10% de las personas encuestadas asegura que algunas de las mujeres que son violadas, es a causa
de que provocan a los hombres. Mientras que una tercera parte de las mujeres encuestadas aseguran que el
principal problema que viven es la violencia directa hacia ellas.
Algunos datos de interés por grupo discriminado o en posibilidad de serlo. Para consultar el contenido completo de la encuesta da
clic aquí.
Diversidad sexual Una de cada dos personas lesbianas, homosexuales o bisexuales considera que el principal problema que enfrenta es la discriminac
Origen étnico y El principal problema que perciben las minorías étnicas es la discriminación; seguido de la pobreza y el apoyo del gobierno. Es impor
afrodescendientes problemas.
Jóvenes La falta de oportunidades de empleo y experiencia son considerados como los principales problemas de las y los jóvenes en México,
Tres de cada diez personas que pertenecen a alguna minoría religiosa consideran que su principal problema es el rechazo, la falta de
Diversidad religiosa
considera que su principal problema son las burlas, las críticas y la falta de respeto; solamente el siete por ciento considera que no tie
Dos de cada diez personas consideran que el principal problema de las mujeres es la falta de empleo, seguido por los problemas rela
Mujeres
porcentajes muy bajos aparecen los problemas relacionados con la salud.
Niños y niñas Casi tres de cada diez niñas y niños dijeron que sus papás les han hecho llorar, y uno de cada cuatro, les han pegado en su casa.
Personas mayores El principal problema percibido, por cuatro de cada diez personas mayores, es la dificultad para encontrar trabajo, en porcentajes me
Personas con Los tres problemas que más señalan las personas con discapacidad son el desempleo, la discriminación y el no ser autosuficientes; s
discapacidad espacios públicos adecuados y el respeto a sus derechos.
Migrantes Seis de cada diez personas migrantes consideran que en México se respetan poco sus derechos. Uno de cada diez señala que no se
Trabajadoras del hogar Una tercera parte de las personas que se dedican al trabajo del hogar señala que el principal problema para quienes realizan estas ta
.1 ¿Cuáles son los mecanismos de protección y defensa del derecho a la igualdad y no discriminación?
El no discriminar “no es asunto de buenos modales, caridad o beneficencia, sino una cuestión de derechos". Todas las personas
tienen garantizado este derecho en diversos instrumentos jurídicos nacionales e internacionales.
La lucha por la igualdad y la no discriminación debe darse en varios terrenos: en el de la educación, en la cultura, en la familia, en las
prácticas institucionales y en el ámbito del derecho. Es importante saber que hasta el año 2001 se incorporó el derecho a la no
discriminación como un derecho fundamental a todas las personas, mediante la adición del tercer párrafo al artículo 1º de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Este Artículo experimentó una modificación importante como consecuencia de la reforma constitucional en materia de derechos
humanos del año 2011, en tres sentidos que resultan relevantes para el ejercicio del derecho a la igualdad y no discriminación: en
primer lugar, se afirma que el Estado no otorga sino que reconoce derechos que son inherentes al hecho de existir las personas, y que
por tanto aquél tiene como obligación protegerlos y tutelarlos sin restricciones, en condiciones de universalidad, interdependencia y
progresividad; en segundo lugar, se afirma que la interpretación de las normas que incidan sobre el ejercicio de los derechos humanos
deben ser interpretadas conforme a lo dispuesto en la propia Constitución y los tratados internacionales aplicables, con el objetivo
explícito de dar a la persona la protección más amplia y otorgarle los mayores beneficios en este rubro; y, finalmente, el
reconocimiento de las preferencias sexuales como aquéllas que constituyen una categoría sospechosa de discriminación y que se
vuelve relevante visibilizar como motivo de exclusión, violencia y limitación de derechos. Cabe señalar que, sobre todo después de
esta reforma del 2001, al convertirse la no discriminación en una de las primeras y más importantes tareas del Estado, se sientan las
bases para crear una sociedad más igualitaria, que está en posibilidad de revisar críticamente los prejuicios y estigmas heredados y
que, además, se hace cargo de las deudas de justicia histórica hacia ciertas personas y poblaciones. Así, ningún marco normativo,
código institucional o regla de convivencia que tenga como consecuencia la limitación o restricción de derechos u oportunidades a
causa de prejuicios y estigmas discriminatorios, debe ser tolerado a la luz de lo dispuesto por la Constitución y, de paso, por los
tratados internacionales en materia de derechos humanos.
La efectividad de estas herramientas jurídicas depende, en gran medida, del conocimiento que todas las personas tienen, en su
calidad de servidora o servidor público o como particular; considerando el cuándo, ante quién y cómo, los alcances y limitaciones de
cada una de ellas. Los mecanismos e instrumentos jurídicos constituyen un conjunto de acciones que facilitan la relación entre las
personas residentes en México y la administración pública federal, estatal y municipal; porque permiten a las personas conocer lo que
hace la administración pública y las razones que la sustentan, manifestar sus recomendaciones o exigencias frente a ella y alertar
sobre los posibles riesgos de la gestión pública.
En 2011 se llevó a cabo una reforma constitucional para la protección efectiva de los Derechos Humanos, la cual eleva a rango
constitucional todos los Derechos Humanos protegidos por los tratados internacionales y ratificados por México (Constitución
Federal). A la fecha, en el marco del Sistema de Naciones Unidas, México ha ratificado el Pacto Inernacional de Derechos Civiles y
Políticos y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ambos de 1966), así como tratados sectoriales para la protección
y promoción de derechos específicos o de grupos sociales históricamente vulnerados, entre otros factores, por la discriminación: La
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965), la Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979), la Convención contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanas o degradantes (1984), la Convención sobre los Derechos de la Niñez (1989), la Convención internacional sobre la
protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares (1990), la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad y la Convención Internacional para la protección de todas las Personas contra las Desapariciones
Forzadas (ambas de 2006).
Adicionalmente, se han signado instrumentos similares provenientes del Sistema Interamericano, que han hecho consciencia de los
recursos institucionales que los países tienen que desplegar y, en muchos casos, crear para garantizar el derecho a la no
discriminación para personas y grupos específicos.
Ilustración 25. A partir de enero de 2017 entra en vigor, para los países que integran la Organización de Estados Americanos, la
Convención Interamericana de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, que no solo crea un nuevo vocabulario para
reivindicar la dignidad e igualdad de estas personas, sino que les observa como sujetos plenos de derechos en ámbitos de los que
históricamente se les ha excluidos, como el empleo justo, la participación política o el ejercicio de los derechos sexuales y la cultura.
Actualmente las organizaciones de y para personas mayores están presionando para que México ratifique el tratado.
(Consulta con fines educativos, de difusión y no lucrativos, los cuales pertenecen a sus creadores/as)
La arquitectura jurídica del derecho a la igualdad y no discriminación, es decir, la relación de éste con los diversos marcos normativos
que rigen la vida pública, señala que existen mecanismos jurisdiccionales y no jurisdiccionales para que las personas puedan hacer
efectivo un derecho, buscar justicia en caso de que le haya sido violado, así como promover medidas de reparación del daño y
garantías de no repetición.
4.1.1 Mecanismos jurisdiccionales
Son aquellos que se llevan a cabo ante el Poder Judicial, a través de un procedimiento detallado y riguroso donde las y los jueces se
encargan de escuchar a las partes en conflicto, analizar las pruebas presentadas y dar una resolución mejor conocida como
sentencia. Entre dichos mecanismos está principalmente el juicio de amparo (además del juicio de amparo, la protección de los
derechos fundamentales se puede hacer por medio de las acciones de inconstitucionalidad y las controversias constitucionales,
mecanismos sumamente técnicos que se llevan ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por lo que no serán abordados en
este curso), como instrumento protector de los Derechos Humanos contra leyes y actos de autoridad.
Si alguna autoridad administrativa, judicial o legislativa viola los derechos o produce daño o agravio por descuido, inexperiencia o mala
fe se puede solicitar que una o un juez de amparo ordene la restitución de los derechos. Si el daño causado no se puede reparar, el
juicio de amparo sirve para solicitar que se pague una indemnización al agraviado o agraviada, y que se sancione al servidor o
servidora pública que cometió la violación.
Para el año 2017, el Congreso del Estado de Nuevo León promulgó su propia ley antidiscriminatoria, con lo que actualmente todas las
entidades federativas cuentan con un marco normativo para combatir la discriminación en el ámbito local. Asimismo, es importante
mencionar que algunos estados, como la Ciudad de México, han tipificado el delito de discriminación en sus códigos penales que
sancionan con la imposición de penas de prisión, trabajo comunitario y multas. A pesar de que esto significa un avance importante en
materia de la defensa del derecho a la igualdad y no discriminación, son escasas las denuncias por este delito. La explicación puede
ser entre otras, la falta de conocimiento de dicha legislación.
4.1.2 Mecanismos no jurisdiccionales
Los mecanismos no jurisdiccionales se refieren a las denuncias de las acciones discriminatorias que se pueden hacer en las
comisiones públicas de Derechos Humanos (La Comisión Nacional de Derechos Humanos atiende los casos de violación de derechos
por autoridades del nivel federal y las comisiones estatales se enfocan a la violación a los Derechos Humanos realizada por
autoridades de los propios estados) y en el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), organismos que, sin
depender del poder judicial, tienen competencia para atender violaciones de derechos. Estas instituciones no están facultadas para
emitir sentencias obligatorias, sino que hacen recomendaciones para que cese la violación de derechos o aplican medidas
administrativas para reparar el derecho afectado.
De manera esquemática, dicha arquitectura puede presentarse de la siguiente manera:
4.2 ¿Cuáles son las facultades del Consejo Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación?
El Conapred es un organismo descentralizado sectorizado a la Secretaría de Gobernación, con personalidad jurídica y patrimonio
propios, además contar con autonomía técnica y de gestión, que tiene por objeto:
Para cumplir dicho objeto, y de manera resumida, el Consejo tiene las siguientes atribuciones:
Fungir como el organismo coordinador de la política del Estado mexicano en materia de igualdad y no discriminación, a partir de
la creación del Programa Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación conforme a la legislación aplicable, del cual
emanen los objetivos generales y específicos, estrategias y líneas de acción que permitan a las distintas dependencias de
gobierno diseñar, operar y evaluar políticas públicas contra la discriminación.
Brindar asesoría y acompañamiento a las entidades públicas, privadas y sociales para que desarrollen sus propios planes
institucionales antidiscriminatorios, con la inclusión de medidas de nivelación, de inclusión y acciones afirmativas que redunden
en la creación de espacios seguros y libres de discriminación.
Desarrollar, fomentar y difundir estudios, tanto de carácter cualitativos como cuantitativos, sobre las prácticas discriminatorias en
los ámbitos político, económico, social y cultural.
Analizar el estado del marco normativo nacional, estatal y local que incide en el ejercicio del derecho a la igualdad y no
discriminación, para verificar su adecuación con los estándares internacionales más altos en la materia y, en su caso, sugerir
vías para acortar la distancia entre uno y otros.
Desarrollar estrategias de vinculación con los medios de comunicación, la academia y la sociedad civil para, en cada uno de
estos ámbitos, desarrollar estrategias contra la discriminación que deriven en la construcción de una cultura política democrática,
incluyente y que valora positivamente la pluralidad.
Investigar presuntos actos y prácticas discriminatorias, en el ámbito de su competencia, así como brindar asesoría y orientación
entre las personas y grupos en situación de discriminación para promover la presentación de denuncias por actos que puedan
dar lugar a responsabilidades previstas en diversas disposiciones legales.