La Novela Bizantina
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La novela bizantina
ISBN - 84-9822-183-8
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© 2005, E-EXCELLENCE – WWW.LICEUS.COM
Julia Barella Vigal y Ana E. Soto Conesa – La novela bizantina
La novela bizantina florece a lo largo de los siglos XVI y XVII después del
redescubrimiento de las novelas de Heliodoro y Aquiles Tacio. Como señala González
Rovira [1996:19] en el siglo XV apenas se conocían, sólo tenemos noticia de la
traducción de algunos fragmentos de la novela de Heliodoro en las Misceláneas de
Poliziano en 1498.
No será hasta el siglo siguiente, con el descubrimiento de otro manuscrito
durante el saco de Budapest, cuando la figura de Heliodoro tome una posición
destacada y empiecen a brotar por Europa diversas traducciones, adaptaciones
teatrales, versiones bilingües y representaciones pictóricas de algunos de sus motivos.
Los humanistas valoraron muy positivamente estas novelas griegas, se
ajustaban al criterio de verosimilitud, dotaban de prestigio al nuevo género de la
narrativa y respetaban los valores morales, la castidad, la valentía, la nobleza, el
honor...
La acción de la novela de Heliodoro comienza con el típico inicio in medias
res que refuerza la suspensión de la trama y atrapa al lector: unos bandidos
descubren entre los restos de un banquete a una dama llorando junto al cuerpo
herido de su amante. Este inicio nos remite a la historia de los dos amantes,
Teágenes y Clariclea, su historia contrastará a lo largo de la novela con otras que
ejemplifican amores adúlteros e incestuosos.
El marco de la peregrinación de los dos personajes se extiende desde Egipto
a Etiopía, camino en el que no faltarán las tormentas, naufragios y cautiverios en
manos de bandidos y corsarios.
Especial relevancia adquieren en la novela de Heliodoro los elementos
mágicos y premonitorios, como los sueños, las pequeñas pruebas como anillos y
collares reales o las cartas, que unidos a diversos enigmas que refuerzan la tensión,
revelarán finalmente la propia identidad de Clariclea.
De la novela de Heliodoro tenemos varias adaptaciones en España, entre las
que cabe destacar la traducción del texto griego en 1548 de la mano del humanista
Francisco de Vergara, la traducción de Fernando de Mena, elogiada por el mismo
Quevedo, la versión en quintillas de Agustín Collado, la adaptación teatral de Pérez
Montalbán y la versión de Fernando Manuel Castillejo La nueva Cariclea (1722) .
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Tanto los libros sentimentales como los libros de caballerías lograron atraer la
atención del lector de la época a pesar de las duras críticas de los erasmistas,
humanistas y de la propia Iglesia por su falta de verosimilitud y por el mal ejemplo que
ofrecían a los lectores. Sin embargo, no por ello dejaron de ser éxitos comerciales,
buena muestra de ello son las numerosas reimpresiones y toda la saga de amadises,
palmerines y adaptaciones a lo divino con las que contamos.
Como señala Teijeiro Fuentes [1987: 20], los relatos bizantinos lograron aunar,
por un lado, el esquema argumental amoroso de la novela sentimental del siglo XV y,
por otro, las aventuras dentro de un paisaje exótico, de seres fantásticos, de justas y
torneos que se narraban en las novelas de caballerías. Se consiguió conciliar ambos
esquemas y establecer un equilibrio, consiguiendo la aprobación de la corriente
erasmista por su verosimilitud y de los preceptistas por su didactismo y orígenes
clásicos.
El escenario exótico de ínsulas imaginarias en que se desarrollaban las
aventuras narradas en los libros de caballerías es acogido por el género bizantino; el
descubrimiento del Nuevo Mundo, el enfrentarse a lugares desconocidos que
despiertan la sensación de aventura y peregrinaje se adaptaba al gusto del lector de la
época. Ahora bien, el hilo conductor de las aventuras narradas vendrá forjado por la
Divina Providencia y no por el azar; y los lugares donde se desencadene la acción, ya
sean lugares lejanos o próximos, serán reconocidos por el lector. Además, no hay que
olvidar, que el receptor mayoritario de estas novelas es el público femenino, a quien
concretamente Núñez de Reinoso, por ejemplo, dirige su obra. De ahí que frente a las
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2.1.4. El azar
Los golpes de azar conforman una de las constantes que va unida al motivo
central de la novela bizantina, el viaje. El mar, simboliza la idea de la inestabilidad de
la vida del hombre y los obstáculos fortuitos con los que se topa a lo largo de su
existencia y que debe ir superando. El naufragio debido a una tormenta o el
secuestro serán motivos repetidos incesantemente en la novela bizantina, un golpe
de azar, una circunstancia climatológica puede provocar la separación de los dos
amantes o su repentino encuentro. La dama puede resultar secuestrada por piratas y
sufrir cautiverio en algún lugar exótico y desconocido, o bien ambos amantes pueden
terminar en una ínsula extraña, donde los protagonistas se ven asediados por
caníbales o tribus de indígenas con peligrosas costumbres, viéndose objeto de
diversos ritos o sacrificios de los cuales lograrán escapar.
La intervención de un misterioso ermitaño, los oráculos o la disposición de las
estrellas sirven para reavivar la esperanza de un posible encuentro entre los
amantes, o para informarles de la realidad o falsedad de los rumores o mentiras
divulgadas por sus adversarios. La esperanza hará que los amantes se mantengan
fieles a su promesa y se produzca el feliz reencuentro que les conducirá al
matrimonio.
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2.3. El viaje
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Así, el peregrinaje traza una trayectoria sobre el caos del mundo, instaura
cierto orden en el desorden, un punto de referencia para afirmar lo conocido y
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textos clásicos. Textos que para los más puristas constituían un garante más que
suficiente para demostrar que lo que se presentaba en estos relatos no era ficción sino
historia y, por tanto, de mimesis de la realidad. De ahí que los primeros novelistas de
novela bizantina del Renacimiento traten de seguir fielmente el modelo griego.
En este contexto hemos de situar la obra de Núñez de Reinoso, Clareo y
Florisea. La peregrinación surge de forma inmotivada, hay un juramento inicial de
Clareo con la promesa de regresar antes de un año para casarse con Clarea, mientras
tanto caminarán en calidad de hermanos, he ahí otro de los tópicos, el parentesco
ficticio para no despertar sospechas. La pareja de enamorados viaja a varias ínsulas
donde tienen lugar justas y torneos a la manera de los libros de caballerías. Reinoso
recoge de Tacio el obligado juicio final, pero en este caso Reinoso ya anticipa lo que
será el futuro del género, recurre a las estrategias retóricas, utiliza tanto la brevitas
como la amplificatio para dar mayor extensión a la carga sentimental de la historia,
(lloros y lamentaciones de amor), reduciendo la carga del juicio final, que tanta
relevancia tenía en la obra primigenia.
Más libre resulta la recreación de Contreras en La Selva de aventuras, en la
que se narra la peregrinación de Luzmán, quien desdeñado por su amada, inicia el
viaje en busca de consuelo. En este aspecto, como señala González Rovira [1996:
187], más que una adaptación del modelo griego, se asemeja más bien a la lírica
amorosa de la línea de Ovidio y de Petrarca.
Si la novela bizantina había seguido los moldes clásicos a lo largo del siglo
XVII, en el Barroco sufrirá algunas transformaciones ajustándose al espíritu de la
Contrarreforma, convirtiéndose en “la novela de peregrinos”. Cisneros había alentado
con la reforma de la religión y de los abusos que se estaban produciéndose en el
seno de la misma, un tipo de vida ascética de un marcado cariz místico, abogando
por un tipo de vida de recogimiento y austeridad. En este sentido, la novela bizantina
podía ser un ejemplo perfecto de la vivencia de la religión.
La peregrinación se mostrará como medio de autodescubrimiento y de
desvelamiento. Es por ello de esperar que sea ahora la Divina Providencia la que
guíe al protagonista en su viaje y no el azar, y que lo haga no sólo por tierras
exóticas, sino por lugares cercanos y conocidos por el lector.
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El juego de Cervantes es tan sutil que los héroes actúan tras el telón de las
identidades despobladas, tras la máscara de su actividad, no de la actividad
de su razón de ser. Aparentan ser para el mundo cuando, en realidad, son
para ser. El mundo les prueba y ellos consiguen superar los obstáculos,
penetrar en el centro (Roma), renacer. [Bardavio, 1977:114].
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es contemplar, desde un prisma moral, una realidad que se presenta poliédrica y que
trata de transmitir el sentido profundo de la existencia humana. Así es descrita por
Santos Alonso como “una alegoría prolongada, una novela filosófica en que se
mezclan la narración y la doctrina, lo novelesco y la sátira social, los personajes y la
crítica, los símbolos y la cultura, los conceptos y el estilo” [Gracián,2001: 23].
Como novela bizantina, se plantea una peregrinatio amoris, en este caso,
como señala Deffis de Calvo [1999: 139] la pareja de amantes es sustituida por Critilo
y Andrenio, padre e hijo en busca de la esposa y madre a la vez, Felisinda.
En El Criticón, los protagonistas, Critilo, el hombre de la razón, y Andrenio, el
hombre primitivo de los instintos, no funcionan como los tradicionales protagonistas
de la novela bizantina, en este caso dejan de ser actores de las peripecias vividas
para funcionar como espectadores de la visión de mundo que Gracián trata de
plasmar en su obra. La amada buscada ya deja de ser una dama de carne y hueso,
para ser simplemente un ideal del arquetipo de la felicidad.
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BIBLIOGRAFÍA
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