LVR Vi
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LVR Vi
Esta
es la razón por la que hay una corona para aquellos creyentes que triunfan en la puerta del Valle y
entregándose al Señor fortalecen su carácter. Serás dichoso si al venir la prueba le permites a Jesús
darte la victoria. Sin embargo, serás desdichado, si al ver la maldad de tu corazón te justificas y no te
enfrentas a ti mismo. Acabarás tu vida culpando a otros por tus problemas y la amargura y el
resentimiento, ocuparán el lugar que un día tuvieron, el gozo y el amor que provienen de la victoria.
Santiago 1:12, Romanos 5:3-5.
Las pruebas son inevitables en la vida cristiana y de una forma o de otra tenemos que pasar por ellas.
Lo más importante no es la prueba en sí, sino la forma como la enfrentas y como sales de ella. Nada es
más triste que pasar a través de una prueba sin haber alcanzado el objetivo de la misma y tener que
esperar por otra oportunidad para madurar en tu vida. Este aspecto es el más importante de las pruebas
y tú debes permitirle a Dios durante ella que alcance el objetivo por el cual lo permitió en tu vida. Si no
apruebas la prueba Dios se verá obligado a permitir otra circunstancia en tu vida hasta que tú aprendas
la lección. Podemos saber que hemos aprobado la prueba, cuando una vez que esta termina descubres
tu corazón con un mayor gozo y con un anhelo mayor de alabar a Dios a través de tu vida. Una prueba
reprobada siempre deja en el creyente un sentimiento de amargura y de víctima.
Los hombres de Zanoa hicieron una de las reparaciones más amplias en la muralla, pues repararon 500
metros del muro y levantaron esta puerta del Valle.
En Nehemías 3:14 se nos habla de Malquías quien con todos los suyos, reparó la puerta del Muladar.
Este hombre era un oficial de alto rango en Israel.
Este valle del hijo de Hinnom fue convertido con el paso del tiempo en un basurero. Jesús comparó a
este lugar con el fuego que nunca se apaga y la gente relacionaba este sitio con el infierno mismo.
Algunos reyes de Israel cometieron en este valle los peores pecados y algunos hicieron pasar a sus hijos
por fuego en este lugar. Era precisamente por esta puerta del Muladar por donde se sacaba toda la
basura de Jerusalén para ser quemada y esta puerta solamente conducía a un sitio que solamente se
identificaba con el dolor y con la tristeza.
Esta puerta representa en nuestras vidas ese maravilloso medio de gracia que Dios ha puesto a nuestro
alcance y que es la confesión. Es por medio de la confesión la única forma como podemos sacar la
basura que se acumula en el interior de nuestras vidas. El pecado nunca puede traer otra cosa que
dolor y tristeza. El pecado corrompe la vida del ser humano y el creyente no está exento de los efectos
de corrupción que se producen en el interior del hombre.
En nuestro caminar por esta vida es imposible evitar que la basura llegue al interior de nuestro ser. La
presencia del viejo hombre, de una forma o de otra, imparte corrupción a nuestras vidas. Esa basura
que se acumula afecta nuestra relación con el Señor y nos impide ser útiles en las manos de Dios. En el
buen funcionamiento de Jerusalén esta puerta era clave y en la vida del creyente la confesión es una
condición para ser útil en las manos de Dios. No existe ningún creyente que no peque y por esta razón
Dios puso a nuestro alcance esta puerta. No es la vida perfecta la que Dios bendice, sino la vida honesta
de alguien que al ver sus faltas anhela ser limpiado para no afectar su comunión con Dios.
La confesión es el medio para sacar la basura de nuestras vidas. Nunca debemos cometer el error de
utilizar este medio de gracia para justificar la presencia de lo que está mal. Aunque Dios sabe que no
eres perfecto él puede darte la victoria constante y la confesión será el medio para restaurar y mantener
tu comunión con el Señor.
La confesión implica disposición para ser limpiado. Si tú confiesas sin desear que él cambie tu vida, la
basura no saldrá del corazón y poco a poco afectará, de una manera más profunda, tu comunión con
el Señor. La más grande posesión que tenemos como creyentes es nuestra comunión con Dios y la
confesión es el medio para mantener esta comunión. 1Juan 1:5-9. La basura que no sea quemada a
través de esta puerta, finalmente se quemará en el tribunal de Cristo. Esta puerta representa uno de
los actos de confianza de Dios hacia nosotros más grande, pues en la confesión Dios te da la
oportunidad de juzgar y limpiar tu vida y así evitar el juicio que él tiene que traer sobre nuestras faltas.
Si no confiesas, el juicio lo tendrá que llevar a cabo él, pero la basura se tiene que sacar por la puerta
del Muladar. 1Corintios 11:31-32.
Esta puerta se encontraba exactamente al sur de la ciudad, en exacta oposición a la puerta de las Ovejas
y de los diferentes accesos al templo. Mientras que a través de la puerta de las Ovejas tú buscas y
desarrollas tu relación con el Señor, a través de la puerta del Muladar reconoces lo que ha afectado
esta comunión. El creyente que Dios usa no es el que nunca peca o el que no tiene debilidades, sino
es aquel que continuamente limpia su vida y ve en la confesión el medio para restaurar su continua
comunión con el Señor.
Una enseñanza tan fundamental como la confesión suele ser abandonada con facilidad por los
creyentes. El primer paso para abandonar este medio de gracia es empezar a confiar en nosotros
mismos. De esta manera dejamos de ver la necesidad de ser limpiados y dejamos de ver en una íntima
comunión con el Señor el único medio para vivir victoriosos y ser útiles. Cuando tú confías en ti mismo
ya no ves la necesidad de depender del poder de Dios y esto te hace menospreciar la limpieza que es
necesaria para ser útil en las manos de Dios. Aprendes a confiar en lo que sabes y no en el que cambió
tu vida y piensas que con el conocimiento suplirás la necesidad del poder de Dios en ti. El que ha
dejado de confesar sus faltas continuamente muchas veces es engañado por los resultados. Tú y yo
tenemos que recordar que la relación con Dios no puede cimentarse en las emociones, sino que debe
estar fundada en la Palabra. Si no hay limpieza no hay comunión, no importa qué sientas o qué hagas.
Este es exactamente el tema que Jesús enseñó en la última cena. En la parábola de la vid, en la promesa
del Espíritu y cuando lavó los pies de sus discípulos él enfatizó la confesión y la limpieza como la única
forma que nos permite tener parte con el Señor. La gran preocupación de Jesús antes de partir de esta
vida a la otra fue el hecho de que nosotros tuviéramos claro la importancia de la comunión y cómo
mantenerla con él. Qué fácil es empezar a preocuparse por un lugar de importancia en el servicio y
olvidar la necesidad de estar limpios para tener una verdadera comunión con el Señor. Salmo 66:18,
Juan 13:8-10, Juan 15:5. Tú que has nacido de nuevo ya no necesitas un cambio de corazón, pero sí
requieres de una continua limpieza. Juan 13:10.
En Nehemías 3:15 Dios nos habla de Salum, un oficial de importancia en Israel, quien con todos los
suyos reedificaron la puerta de la fuente. Ellos hicieron reparaciones muy importantes en el sureste de
Jerusalén. De esta forma repararon la muralla que estaba frente al estanque de Siloé. Repararon
también la muralla frente al huerto del rey y toda el área de las escalinatas de lo que se llamaba la
ciudad de David. Esta ciudad de David era un barrio dentro de Jerusalén en el cual se encontraban
edificaciones de gran importancia. Ahí estaba el huerto del rey, las gradas de la ciudad de David y ahí
se encontraba el acueducto que mandó construir Ezequías. 2Reyes 20:20, 2Crónicas 32:30. Era un área
estratégica dentro de la ciudad, porque ahí se encontraban las fuentes principales de aguas que había
dentro de la ciudad.
Esta puerta representa para nosotros la fuente de gozo. Ese lugar donde bebemos cada día con el
propósito de llenar nuestras vidas. En forma concreta representa para nosotros el Espíritu Santo que es
la fuente de gozo y de vida en la vida del creyente. Cuando terminó aquella gran fiesta en donde el
sumo sacerdote culminaba la ceremonia derramando una garrafa de agua en el estanque de Siloé,
Jesús se volteó con la gente y habló a los creyentes acerca de la necesidad de beber continuamente
de la fuente que es el Espíritu Santo. El enseñó en ese pasaje que la sed de los hijos de Dios se mitiga
bebiendo de la llenura del Espíritu. Jesús enseñó que esta acción debería ser continua en la vida del
creyente que quería continuar gozando en el Señor. Juan 7:37-39.
Quien ha cruzado la puerta del Muladar llevando fuera de su vida la basura que ha encontrado, debe
acudir a la puerta de la Fuente para que el Espíritu Santo vuelva a llenar su vida. El trabajo del Espíritu
y su acción de llenar nuestra vida consiste concretamente en hacer real ante nosotros a la persona de
Jesucristo. De esta realidad de Cristo en nuestras vidas deriva el gozo que experimentamos en seguirlo.
Esta acción del Espíritu de llenarnos consiste también en producir en nosotros el temor de pecar o lo
que la Biblia llama el temor del Señor. También cuando él llena nuestras vidas el Espíritu produce el
gozo de la obediencia, pues no sólo nos guía a obedecer sino también nos hace gozar en ello. Juan
15:11. En realidad todas las cosas de Dios en nuestra vida provienen directamente de nuestra relación
con el Espíritu. Una vida que confiesa y abandona sus faltas será llenada continuamente por el Espíritu
Santo y no dejará de gozar en su relación con el Señor. Juan 16:14,15,22,24.
Cuando el creyente apaga y entristece su relación con el Espíritu Santo su primera tentación es suplir
el gozo del Espíritu con las cosas de esta vida. Muchas de ellas no tienen en sí nada de malo, pero
nunca podrán llenar la necesidad del corazón humano. Juan 4:13,14, Jeremías 2:13,18,19.
Es necesario pues volver al gozo de Cristo enmaderando esta puerta de la Fuente y colocando con
firmeza sus barras y cerrojos; buscando así que nuestro gozo, el gozo del Espíritu no vuelva a ser
afectado. Nehemías 8:10. La confesión es necesaria pero después debemos hacer nuestra petición de
volver a ser llenos del Espíritu, pidiéndole a Dios que lo haga y creyéndole que lo ha hecho. Mateo
21:22. Sólo así volverás a gozar en tu relación con el Señor, Efesios 5:18-21, y sólo así volverás a
experimentar la vida de Cristo en ti. Qué gran verdad es el hecho de que el verdadero avivamiento no
es otra cosa que volver a los principios que nos dieron vida y nos dieron gozo. Apocalipsis 2:4,5,
Colosenses 2:6.
En Nehemías 3:16 Dios nos habla de otro oficial de alto rango quien también cumplió con su
responsabilidad e hizo reparaciones en la parte del muro que estaba enfrente del sepulcro de David.
Hechos 2:29. Sus reparaciones incluyeron la parte del estanque artificial y concluían frente a la casa de
los valientes o de los héroes. Es muy apropiada esta mención aquí, pues después de todo lo que hemos
visto, al final de cuentas el reino de los cielos sólo es arrebatado por los valientes. Muchos tienen la
oportunidad de recibir las enseñanzas, la gracia está al alcance de todos, pero sólo aquellos que con
valor y honestidad se enfrentan a sí mismos, son los que reciben la gracia y apropian las promesas.
Hebreos 11:32-40, 2Corintios 6:1.
Nuestro viejo hombre está viciado (no ha cambiado) con deseos engañosos fundados en una falsa
concepción de la realidad. A pesar de la verdad que Dios pone una y otra vez delante de nosotros
siempre habrá quienes insistan en el engaño y en la mentira. Estamos frente a una parte muy importante
en la reconstrucción, en donde Dios nos habla de los héroes como David y muchos otros a quienes
Dios engloba con la expresión "los valientes o los héroes". Ellos son un ejemplo para nosotros, porque
teniendo las mismas pasiones que todos nosotros, tuvieron el valor y la honestidad para entregar su
vida a Dios y el Señor pudo usarlos con su generación. Santiago 5:17,18. Tú puedes pasar frente a este
lugar y verlo de dos formas: como un museo o como el reto que Dios tiene para tu vida.
En Nehemías 3:17,18 Dios nos habla del trabajo de los levitas, los cuales también tomaron su
responsabilidad en esta restauración del muro. Dos le los que se mencionan aquí gobernaban el distrito
llamado Keila. Ha sido evidente que muchos de los que hicieron la obra eran personas que tenían
grandes responsabilidades. Sin embargo, descubrimos que cuando hay un verdadero avivamiento, las
cosas de Dios y la vida de él vuelven a tomar el lugar de preeminencia en nuestras vidas. Un síntoma
de debilidad espiritual es ese momento cuando dejamos que las cosas de Dios pierdan el lugar más
importante en nuestra vida. El plan de Satanás nunca ha sido destruirte en un día, sino ir afectando
poco a poco tus convicciones para que pierdas de vista lo que realmente es importante en la vida. Un
creyente puede tener grandes responsabilidades, pero si él vive para Cristo, Cristo tendrá el primer
lugar en su vida.
Muchos creyentes son afectados por los valores de esta vida y caen en la tentación de tratar de
encontrar una seguridad en las cosas que esta vida ofrece. Esto provoca que no tengan tiempo para
servir y que las cosas de Dios ocupen un lugar secundario en sus vidas. La debilidad espiritual los
conduce a poner en segundo lugar la vida de Dios y siempre están haciendo compromisos en los
tiempos que comprometieron con Dios. Tú debes vigilar tu vida para no tomar en tus manos lo que ya
habías puesto en las manos de Dios.
En Nehemías 3:19 se nos habla de Ezer, quien reparó junto con los suyos en una de las esquinas al este
de Jerusalén. En este lugar se encontraba la armería o el arsenal de la ciudad. Este era un lugar
estratégico dentro de la ciudad y sobra decir por qué razón. Este lugar representa en nuestras vidas un
área que debe ser reparada con mucho cuidado y con mucha atención. Si en alguna parte de nuestras
vidas el muro debe ser fuerte, es en este lugar.
Cuando un creyente se enfría en su relación con el Señor esta es quizás la primera área que se afecta.
La debilidad nos lleva a luchar en nuestras fuerzas y las armas de nuestra milicia se vuelven carnales y
dejan de ser espirituales. Empezamos a ver la vida sin fe y confiados únicamente en nuestras fuerzas y
esto nos lleva a cometer muchísimos errores. No hay peor error que luchar en una batalla espiritual con
un armamento inadecuado y las armas carnales son completamente inapropiadas para la batalla que
estás librando. Lo más triste de toda esta situación es que muchos creyentes en tiempo de debilidad
libran batallas cruciales de su vida y en lugar de depender del Señor luchan en su propia fuerza y
deciden bajo su propia visión.
Esta área debe construirse en nuestra vida y volver a echar mano de las armas espirituales de nuestra
milicia. Sólo de esta forma se pueden volver a conquistar las áreas que en nuestra vida están otra vez
bajo el control del enemigo. La falta de entrega sólo produce rebelión en el corazón y pone en libertad
a todos los pensamientos que se oponen al conocimiento de Dios. 2Corintios 10:3-6. Sin entrega estas
áreas nunca serán reconquistadas y una y otra vez promoverán la rebelión en el corazón. Tú tienes que
volver a vivir por fe y entregarle tu vida a Dios para que él pueda capturar a todos los pensamientos
que, por falta de entrega, hoy transitan con toda libertad en nuestra vida.
En Nehemías 3:20 nos encontramos con un creyente llamado Baruc, el cual hizo una serie de
reparaciones desde la armería hasta la parte donde se encontraba la casa del sumo sacerdote Eliasib.
El como todos los demás a quienes Dios ha reconocido su ministerio hizo su parte y cumplió con su
trabajo. Sin embargo, hay una diferencia que el Creador resalta en el trabajo de Baruc. Dios que ve el
corazón nos revela que él no sólo cumplió con su parte, sino que también lo hizo con todo fervor. En
realidad, es el único en toda esta construcción en quien Dios vio un fervor profundo. Sin duda alguna
todos trabajaron dentro de este avivamiento, pero el fervor de Baruc contribuyó mucho más de lo que
parece.
A la luz de esta enseñanza tenemos que pensar en nuestras vidas y en aquel día cuando pasaremos
ante el tribunal de Cristo. Ese día Dios revelará las intensiones del corazón en todo lo que hicimos para
él y cada uno recibirá la alabanza de Dios. Para mí esta parte es muy profunda dentro de la enseñanza,
pues Dios reconoce el trabajo de todos los que participaron en la obra, pero sólo alaba a Baruc por su
fervor. Todos estamos haciendo el trabajo de Dios, pero sólo Dios conoce quien lo hace con todo
fervor. Hay quienes hacen la obra y hay quienes la hacen como si fuera para Dios. Muchos cumplen su
responsabilidad, pero hay algunos que buscan agradarlo en todo.
Nuestro trabajo está recibiendo las impresiones de nuestras intensiones y motivos. El servicio hecho
con fervor producirá gentes fervientes. La obra hecha por compromiso sólo producirá gente
comprometida, pero no con el Señor. Esta enseñanza nos revela que no toda la muralla tenía la misma
calidad. Toda fue levantada, pero hubo algunas reparaciones que destacaban por su calidad y que no
solamente buscaban proteger la ciudad. Esto nos ayuda a comprender cómo habrá edificaciones que
resistan el fuego y otras que no. Hubo partes del muro que no solamente fueron levantadas, sino que
verdaderamente alababan a Dios.
Es posible que el trabajo de Baruc haya tenido esta característica de fervor como un sentido de gratitud
hacia Eliasib, quien junto con Nehemías y Esdras fueron responsables de este avivamiento. Lo que haya
influido en Baruc, sólo Dios lo conoce, lo importante es la forma como cumplió su trabajo. Tú debes
aprovechar esta oportunidad para examinar tu vida y darle a tu servicio la característica que lo hace
eterno. No vallas a caer en el error de simplemente cumplir con una responsabilidad, lo cual sin duda
te robaría de grandes recompensas. Si ya estás haciendo la obra, hazla como si fuera para Dios.
Es un hecho que la eternidad revelará que muchos intervinieron en la obra, pero pocos que lo hicieron
con todo el corazón. Muchos están cumpliendo un compromiso, pero a la luz de los que Dios nos revela
con Baruc, son contados los que lo hacen con todo fervor. 1Corintios 9:16-19.
En Nehemías 3:21 Dios nos habla de otro levita que reparó el muro que también se encontraba enfrente
de la casa de Eliasib. Qué hermoso es ver la fidelidad de Dios revelada en esta parte de la
reconstrucción, pues mientras Eliasib reparaba frente al templo, Nehemías 3:1, Dios movía a otros a
reparar con todo fervor frente a su casa. Esto sólo nos confirma que cuando nosotros cuidamos el
cumplir la voluntad de Dios, esto le permite a Dios cuidar lo que es nuestro y lo que amamos. Cuando
Josué entró a la tierra prometida Dios sólo le pidió que cuidara su relación con el Señor y el Creador le
prometió que él se encargaría de las batallas y de la victoria. Josué 1:5-9. La voluntad de Dios no sólo
es buena y agradable, sino que busca fundamentalmente que nosotros seamos felices y disfrutemos
nuestra relación con Cristo. Vivir para Cristo le permitirá a Dios construir tu vida. Mientras tú haces la
voluntad de Dios, él puede hacer su obra en ti, y mientras hablas de Cristo él forma a Cristo en tu
interior. Colosenses 3:1-4.
En Nehemías 3:22-24 se nos habla de cómo la fortificación de la muralla fue protegiendo varias casas
de quienes participaban en esta reconstrucción. Al final de cuentas todo el trabajo que estamos
haciendo para Dios es algo que Dios planeó para nosotros, no sólo como las obras que él preparó para
nosotros, sino también como la herencia que él quiso darnos como sus hijos. Aunque él sólo va a
recompensar lo que fue hecho para él, al final de cuentas ésta será tu herencia en la eternidad. Es
viviendo para Cristo como tú encontrarás lo que realmente es tuyo y la herencia que te acompañará
para siempre en la eternidad. Satanás siempre intentará que olvides estas cosas para luego invitarte a
vivir por las cosas que perecen. Nunca lo olvides, las cosas que no se ven, nuestro anhelo de vivir para
Cristo, nuestra honestidad para servirlo y nuestro amor por él, son las cosas eternas que te acompañarán
para siempre. 2Corintios 4:17,18, 1Tesalonicenses 1:3.
Esta área se encontraba prácticamente a espaldas del templo y en ella vivían una parte de los
sacerdotes y levitas. Esto sólo nos confirma que quienes sirven deben estar muy cerca de aquél para
quien lo hacen.
En Nehemías 3:25 Palal y su familia se encargaron de hacer reparaciones en la parte del muro que
protegía el palacio real. En este sitio había también una torre, la cual también fue reparada por ellos.
En Nehemías 3:26 se nos habla de los sirvientes del templo. Ellos se encargaban de las tareas más
sencillas que se hacían en el templo de Jerusalén, pero no por eso eran menos importantes. Si algo nos
revela esta reconstrucción es que la obra de Dios no es la obra de un sólo hombre, sino de todos los
que han nacido de nuevo y entienden su responsabilidad en el servicio. Aunque no es la obra de una
persona, cuando hay unidad todos trabajan con un sólo propósito y Dios puede poner en el corazón
un mismo objetivo. La reconstrucción no fue la obra de una sola persona, pero todos la hicieron como
si hubieran sido uno solo. Nehemías 8:1.
Estos sirvientes habitaban en esta área de la ciudad que se llamaba "la colina de Ofel" la cual iba desde
las puertas de las aguas hasta la torre que podríamos llamar de Ofel. Nehemías 11:21.
Los siervos del templo hicieron reparaciones en el muro y se encargaron de levantar y enmaderar la
puerta de las aguas. Es casi seguro que aquí se encontraba un estanque que servía para proveer las
grandes cantidades de agua que se usaban en el templo para la limpieza ceremonial. Frente a esta
puerta se encontraba una gran plaza pública, donde después de restaurada la muralla tuvo lugar un
gran avivamiento con Esdras y Nehemías al frente. Nehemías 8:1-3. La reconstrucción fue el principio,
pero el avivamiento se dio en la puerta de las aguas.
Esta parte representa en nuestra vida espiritual el área central y más estratégica en la vida del creyente.
Este sitio simboliza el lugar de la Palabra de Dios en nuestra vida. El lugar que ocupa la Palabra de Dios
en la vida del creyente es realmente el lugar que ocupa Jesús en nuestra vida. La relación que
guardamos con la Palabra, tanto en su lectura como en su obediencia, es en realidad la relación que
tenemos con el Señor. Es un error medir nuestra relación con el Señor por medio de las emociones o
guiándonos por nuestros sentimientos. La única medida exacta, que nos puede dar una verdadera
seguridad, es nuestra relación con la Palabra de Dios. Quien anda en comunión con Cristo anda en
comunión con su Palabra. Cuando alguien se enfría y se aleja tú puedes afirmarle con toda seguridad
que él está apartado de la Palabra.
Cristo prometió a sus discípulos y a los que creyeren en él por la Palabra de ellos, Juan 17:20, que él se
manifestaría a ellos después de su muerte. El les afirmó que en esta futura manifestación el mundo ya
no lo vería, pero los creyentes si. Judas Tadeo preguntó: ¿cómo sería esto? A lo que Cristo contestó:
"El que me ama mi Palabra guardará y yo me le manifestaré". Quien vive en íntima relación con la
Palabra de Dios continuamente ve a Cristo manifestado en su vida. Juan 14:19-24.
La limpieza era un elemento fundamental en el servicio que había en el templo. De estas aguas se
obtenía la limpieza ceremonial, sin la cual era imposible acercarse a Dios. Sin las aguas de su Palabra,
que limpian nuestra vida, será imposible experimentar la limpieza que le permite a Dios utilizar nuestras
vidas. Juan 15:3.
Al hombre que plantara su vida junto a las aguas de la Palabra, Dios le prometió un éxito completo en
todo lo que emprendiera. Salmo 1:1-3, Josué 1:8. Si ahora necesitamos un avivamiento en nuestras
vidas es la consecuencia directa de habernos apartado de su Palabra. Si nuestra relación con Dios ya
no es tan íntima como antes, es porque nuestra relación con la Palabra ya no es la misma que antes. Si
queremos volver a la relación que satisface profundamente, la Palabra debe volver a llenar nuestras
vidas y nuestras mentes.
Cuando el avivamiento se dio después de la reconstrucción, fue el resultado directo del trabajo de la
Palabra. El pueblo pasó horas y días escuchando la Palabra. El efecto fue la corrección, la enseñanza y
el ser redargüidos y movidos al arrepentimiento. Al paso de los días la gente empezó a llorar. La Palabra
iluminó sus vidas, les explicó la raíz de sus problemas, los enfrentó a sí mismos y finalmente produjo la
fe para volver a confiar en el Señor. Si tú buscas arrepentirte sin meditar en la Palabra, posiblemente
experimentes dolor por tus faltas, pero nunca tendrás la confianza en el amor de Dios que tú necesitas
para volver a confiar en él. Una vez que la multitud fue quebrantada, Esdras y Nehemías alentaron a la
gente para volver a gozar en Cristo. Nehemías 8:9. El avivamiento fue tan intenso debido al trabajo
personal que hicieron los levitas y a la forma como le enseñaron a la gente a entender y a apropiar la
Palabra. Nehemías 8:5-8.
Esta fiesta fue el mes séptimo, en el cual se llevaban a cabo dos de las grandes festividades que Dios
mandó cumplir al pueblo de Israel. La primera fiesta era la del día de la expiación, la cual se llevaba a
cabo el día diez de este mes y era la fiesta de mayor solemnidad en Israel. Levítico 23:24-27. La segunda
fiesta era la fiesta de los tabernáculos la cual se llevaba a cabo del día 15 hasta el día 22 de este mes.
Levítico 23:34.
Sin duda alguna Dios hace alternar siempre los tiempos y las circunstancias. Daniel 2:21. A tiempo Dios
le recordó al pueblo de Israel la Palabra de Dios que ellos tenían que cumplir. Preparado el corazón
por la reconstrucción, estuvieron listos para la obediencia. En sí el avivamiento es un acto de obediencia
y un regreso a la obediencia.
Las fiestas fueron profundamente apropiadas a la necesidad. En el mes séptimo, que Dios hace resaltar
aquí como el tiempo de él, el pueblo fue movido a vivir otra vez en la Palabra. En la fiesta de la expiación
el pueblo volvió a recordar el perdón completo que Dios pone a nuestra disposición en Cristo. Esta
fiesta también es recordada la redención que es la forma como Dios nos invita a vivir una nueva vida. Si
alguien tenía que recordar esto era el pueblo al cual el pecado le había causado tanto daño.
El pueblo también recordó aquí que a través del mediador (Cristo), ellos tenían un acceso seguro a la
presencia de Dios. Ellos necesitaban renovar toda su confianza en el Señor. Ahora ellos volvían a
apreciar las cosas que habían olvidado por completo.
La muerte y resurrección de nuestro Señor es algo que se aprecia viviendo llenos del Espíritu Santo.
Esto es lo que nos motiva hacia la entrega. cuando apagamos al espíritu también dejamos de apreciar
lo que tiene valor y aquellas cosas que un día fueron vitales, con increíble facilidad se olvidan.
La falta de entrega nos conduce a confiar en nosotros mismos y nos hace olvidar todos los beneficios
recibidos. A la luz de lo que hemos aprendido entendemos mejor por qué David oraba a Dios,
pidiéndole que le ayudara a no olvidar los beneficios que había recibido del Señor. Salmo 103:1-5.
Después de esta fiesta el pueblo celebró la fiesta de los tabernáculos. En ella Israel recordaba su
trayecto por el desierto, pero sobre todo la fidelidad de Dios que nunca faltó a pesar de la condición
del pueblo. El maná nunca dejó de caer y la nube nunca se apartó de ellos. En esta fiesta Dios también
aprovechaba la enseñanza para recordarles que esta vida es tan solo un trayecto. Es verdad que Dios
nos ha provisto en todas las áreas todo lo necesario, para que el trayecto, no sólo sea maravilloso, sino
también una verdadera oportunidad para conocer su amor y su fidelidad. Con esta fiesta Dios les
recordaba que todo lo que vemos es temporal.
Estamos viviendo en este cuerpo, el cual Dios nos lo ha dado como nuestra tienda temporal. 2Corintios
5:1,2. Esta vida no es el fin, ni lo que Dios finalmente tiene para nosotros. Nuestra herencia está en los
cielos, Hebreos 10:34, Filipenses 3:20, y todo lo que ha planeado Dios para nosotros, él nos lo dará en
la eternidad. Nada nos ayudará más a vivir para Cristo que celebrar esta fiesta de los tabernáculos,
morando en esa tienda espiritual, donde día a día esperamos ser llevados a nuestra residencia
permanente. Hebreos 11:13-16.
Si analizamos con cuidado estos principios descubriremos que esta vida sólo se puede disfrutar
viviendo de acuerdo a esta revelación de Dios. Si fijamos nuestros ojos en las cosas eternas, aquellas
que se ven por la fe, podremos disfrutar también las temporales, pero sin concentrar nuestros afectos
en ellas, entendiendo el objetivo de las mismas, sin esperar de ellas lo que no nos pueden dar. En
cuanto a nuestros afectos debemos fijar también nuestra atención en las cosas mejores que Dios tiene
para cada uno, entendiendo que, si hoy podemos disfrutar a nuestros seres queridos y el amor de
nuestros hermanos, en el cielo nos está esperando un amor mucho más grande y una relación
infinitamente más profunda. Vivir así te llevará a tener un cargo por las almas sabiendo que lo mejor,
para cada persona, está en el cielo y no en esta vida.
En la fiesta de los tabernáculos Jesús enfatizó estos principios. Primero le hizo ver a sus hermanos que
nuestro tiempo de partir puede suceder en cualquier momento. Juan 7:4-6. Con esto les enseñó la
necesidad de la conversión y de vivir en las tiendas que se alcanzan por la fe. En segundo lugar, al
terminar la fiesta, Jesús alzó su voz y se dirigió a toda la multitud en Jerusalén diciéndoles que la sed
que produce el caminar por este desierto sólo se mitiga bebiendo de Cristo. Juan 7:37-39. Caminar por
la vida produce insatisfacción y sólo el beber de Cristo puede convertir nuestro andar por la vida en
ríos de agua viva.
Estas dos fiestas nos ayudarán a alcanzar el avivamiento y aunque ya no vivimos bajo la ley, si podemos
vivir de acuerdo a los principios que Dios nos enseña en estas dos ceremonias. Es curioso observar que
en el momento que el pueblo acabó esta construcción majestuosa, Dios les recordó que si él no guarda
la ciudad en vano vela la guardia. Cuántas veces confiamos en lo que alcanzamos y dejamos de hacerlo
en aquel que nos ayudó a lograrlo. La ciudad estaba construida y la trampa era volver a confiar en estas
murallas y dejar de hacerlo en quien les había dado la gracia para alcanzar sus metas. Ante esta
construcción majestuosa no debían olvidar lo temporal de su estancia. Nuestro servicio se hace en la
tierra, pero se verá y se recompensará en los cielos.
Este tiempo era una buena oportunidad para el pueblo de apropiar el perdón y la gracia que Dios puso
a su alcance. Ellos lo hicieron y sus corazones fueron restaurados. El efecto de la Palabra fue el
avivamiento; y el efecto del avivamiento fue la restauración de la obediencia; y el efecto de la
obediencia fue el gozo. Nehemías 8:11-18. Estos son los pasos que debemos dar y el orden de los
mismos se dará de una manera natural. Debemos volver a oír la Palabra de Dios. Esto producirá la
limpieza que necesitamos. Quebrantará el endurecimiento que produce el pecado y la obediencia
volverá a tener el lugar que debe en nuestras vidas. Siguiendo estos pasos el gozo volverá a enmarcar
nuestra manera de vivir. Si queremos este avivamiento debemos volver a pasar tiempo en la Palabra.
Nehemías 8:18.
Si alguna puerta debe volver a levantarse como un poderoso acceso a la presencia de Dios es la puerta
de las Aguas. Si lo hacemos el avivamiento vendrá. Recuerda que el avivamiento no es el fin de lo que
buscamos, sino la restauración de nuestra relación con el Señor y con su Palabra. El hombre que Dios
seguirá usando es el hombre de la Palabra que vive en ella y por ella. Isaías 66:2.
A sólo un mes de terminada la reconstrucción, Nehemías 6:15, el pueblo descubrió que la
reconstrucción no era la meta, sino el restaurar su relación con Dios. Reconstruir nuestras vidas no es
un trabajo fácil. Si tomó tiempo debilitarnos, tomará tiempo avivarnos. Sin embargo, necesitamos volver
a la obediencia. Desde los días de Josué el pueblo no había celebrado esta fiesta como Dios lo había
enseñado. Yo podría añadir "mil años sin aquel gran regocijo". Así podemos pasar mucho tiempo sin
experimentar el gozo de vivir para Cristo. Quienes trabajen en restaurar su relación con el Señor
volverán a la Palabra y quien se transforme por la Palabra volverá a disfrutar su relación con Cristo.
Durante el cautiverio el pueblo no cumplió con las fiestas y menos tuvo la oportunidad de leer
públicamente la Palabra. También tenemos que reconocer que fueron siglos de indiferencia y
desobediencia los que llevaron al pueblo a la cautividad. Cuando el pecado gobierna nuestras vidas
nuestros deberes espirituales se olvidan y se empiezan a sustituir por medio de obras muertas. Dios
nos está llamando a la libertad espiritual que produce el avivamiento, en donde el Espíritu nos empieza
a liberar de todo aquello que se opone a la entrega. Más que luchar contra nuestros pecados debemos
volver al Señor con todo nuestro corazón y entonces él nos dará la victoria sobre todo aquello que se
opone a Dios. Hebreos 2:18, Hebreos 9:14.
Es tiempo para todos nosotros de volver a celebrar estas fiestas y permitirle a Dios que todos estos
principios vuelvan a reinar y a gobernar en nuestras vidas. Debemos volver a las tiendas en donde viven
los peregrinos y quienes se consideran extranjeros al mundo. Es tiempo de volver a vivir por las mejores
cosas, aquellas que Dios tiene para nosotros.
Inmediatamente después de la reconstrucción se hizo un empadronamiento, el cual les permitió
descubrir el daño de la rebelión. Sería bueno que tú examinaras tu vida e hicieras una cuenta sobre el
fruto que te ha producido dejar de vivir en íntima relación con el Señor. Si lo haces descubrirás que la
pérdida ha sido grande, aunque te darás cuenta de su verdadera magnitud cuando Dios vuelva a
producir su vida en ti. El pecado sólo produce pérdidas, aunque en el momento puede ofrecer ciertas
cosas temporales. Sin embargo, a la larga descubriremos que el carácter del pecado no ha cambiado
y que su capacidad para robarnos es mucho mayor de lo que podemos entender. Siempre hay pérdidas
por el pecado y algunas irreparables. Sin embargo, como Israel hoy tenemos que ver hacia adelante y
permitirle a Dios que él nos vuelva a bendecir. Nehemías 7:1-5, 73.
En Nehemías 3:27 Dios nos habla de los tecoítas, quienes reconstruyeron una parte del muro que iba
desde la torre del palacio real hasta el muro de Ofel (Ofel era un área de la ciudad construida sobre
una pequeña colina).
En Nehemías 3:28 nos encontramos con el área en donde vivían los sacerdotes. Esta sección se
encontraba a espaldas del templo y del palacio real. Aquí los sacerdotes repararon frente a sus casas e
incluyeron en su trabajo la puerta de los Caballos. Esta puerta dominaba el valle del Cedrón. Desde
este lugar se podía contemplar el huerto de Getsemaní. Juan 18:1. Era una puerta que no se encontraba
en la muralla sino en el interior de la ciudad y servía de enlace entre Ofel y la zona norte de la ciudad,
donde se hallaba el templo y el palacio real.
Esta puerta de los Caballos en el sentido espiritual, representa uno de los aspectos más importantes y
definitivos en la vida del creyente. Esta puerta interior, que no se ve desde afuera, y que comunica a los
lugares más prominentes, representa al orgullo.
Debemos comprender lo que en forma tan clara Dios recalca a través de esta puerta. Hay grandes
llamados y grandes ministerios que nunca llegarán a alcanzarse y ni siquiera a conocerse. Cuando el
orgullo es grande las recompensas son pequeñas y los creyentes son privados de alcanzar las grandes
metas que Dios trazó para sus vidas. Los lugares más prominentes de Jerusalén se alcanzaban cruzando
esta puerta y las grandes recompensas se apropian cuando el creyente deja trabajar a Dios en esta
área.
En la vida del creyente el orgullo es la diferencia entre un ministerio con gracia y uno que carece de
ella. Entre una vida donde la Palabra guía y orienta y una donde ni la verdad misma de Dios puede
ayudar a la persona. Los hombres se pierden principalmente por el orgullo que les impide reconocer y
aceptar la necesidad de ser salvados por Cristo. Todos los que estamos aquí tuvimos que hacer a un
lado nuestro orgullo para salvarnos, sin embargo, el mismo orgullo que hiciste a un lado puede hacerte
olvidar lo que Cristo hizo por ti. Ningún pecado causa tanto daño como el orgullo y si tú lo permites,
lejos de ser la excepción confirmarás esta regla.
Cuando Dios describe al caballo en el libro de Job, lo presenta como el símbolo del orgullo. En este
pasaje recalca sus características y lo presenta como un animal impetuoso, bello, por los mismo
arrogante y sin temor. Con esta descripción Dios trata de hacernos entender el gran peligro que es el
orgullo para el creyente.
En Job 39:19-25 Dios describe las características del orgullo en este animal. En primer lugar, nos enseña
a un ser confiado en su propia fuerza. El orgullo es el gran sustituto del poder de Dios y es lo que
conduce al creyente a rodearse de recursos humanos para tratar de hacer un trabajo divino. Cuando
caemos en esta trampa toda nuestra confianza se deposita en nuestra habilidad y capacidad. Podemos
llegar a luchar tan intensamente como es posible. Hay tenacidad en el orgullo que es muy diferente a
la constancia de Dios. Servir en el orgullo y en nuestra propia fuerza ha sido el principio de la tragedia
de muchas vidas. Cuando alguien sigue este pecado se entrega a muchas cosas para suplir el poder de
Dios. Así se entregan los creyentes al conocimiento, buscando suplir con la sabiduría humana la falta
de poder que hay en sus vidas. 1Corintios 8:1-3.
En Job 39:19a Dios habla de la fuerza del caballo, como una de las características que lo define. Aunque
nadie será fuerte en su propia fuerza, 1Samuel 2:9, sin embargo, cuando el creyente se debilita y cae
en la trampa del orgullo, empieza a buscar crecer en áreas en donde dependa de sí mismo y de su
propia fuerza. Aún se pueden tener metas espirituales, pero intentar alcanzarlas a través del esfuerzo
de uno y no de la gracia de Dios. Un creyente en esta condición siempre busca crecer en el
conocimiento para no tener que depender de la gracia. Tú nunca debes olvidar 1Corintios 4:20.
Detrás de esta actitud hay una consciente falta de entrega y esta es en el fondo la razón por la que el
creyente quiere continuar creciendo, pero no en los términos divinos. Sin embargo, la rivalidad, la
envidia, la codicia, y el trabajo de la conciencia, hacen que el creyente en orgullo empiece a luchar en
su propia fuerza. No hay nada de malo en aprender, por el contrario, el crecer en todas las áreas debe
ser nuestra meta. 3Juan 2. Sin embargo, la entrega es un elemento fundamental para madurar en la
vida cristiana, la cual nos conduce siempre a depender de la gracia de Dios. Es de este tipo de creyentes
en donde nacen los conceptos torcidos de la Palabra de Dios y también muchas herejías. 2Pedro 3:15-
18. En este tipo de creyentes siempre hay una tendencia para contender sobre palabras, conceptos y
nuevas ideas, que conducen a la perdición y no a la madurez. Este tipo de creyentes nunca se somete
a la sana doctrina y su búsqueda de conocimiento es sólo una forma de escapar de la entrega. El más
grande peligro en el que puede caer un creyente es aprender a confiar en sí mismo y en los recursos
que Dios le ha dado y no en aquel que transformó su vida. Isaías 30:1-3.
El creyente que confía en su fuerza buscará aumentar el número de convertidos para crecer sólo en el
apoyo humano. Cuando hay falta de entrega crecer es una tragedia. La iglesia debe crecer, pero junto
con ello debe crecer nuestra dependencia hacia Dios. Gente no significa mucho, aunque Dios quiere
bendecirnos con muchas conversiones. Lo que realmente vale es la gente entregada y el crecimiento
que da Dios. Las multitudes siempre rodearon a Jesús, pero su trabajo profundo lo hizo en los que
estaban entregados.
En Job 39:19b Dios nos habla de la belleza del caballo. El orgullo nos conduce a confiar en nuestros
atributos personales, dones naturales y aún en los dones espirituales. Hay muchos talentos naturales,
que por la falta de entrega sólo sirven para alimentar la gloria humana. No hay nada de malo en un
talento natural, pero éste debe estar en las manos de Dios para que él pueda usarlo para su gloria. En
esta trampa también se incluye la prosperidad material que también puedas experimentar. No hay nada
de malo en tener y aún tener mucho, lo malo es confiar en ello y no en el Señor. Muchos oran hasta el
día de la prosperidad.
En Job 39:20-23 Dios habla de la falta de temor que hay en este animal. El orgullo no sólo nos conduce
a confiar en nosotros, sino que también nos hace perder el temor de Jehová, que es el principio de la
sabiduría. El confiar en nosotros nos conduce a desafiar a Dios y a vivir abiertamente en contra de sus
mandamientos. El orgullo crea una falsa doctrina la cual empezamos a creer y nos aleja de las sanas
palabras de Dios. Sansón tenía su propia teología; Saúl tenía su propia interpretación de la entrega. El
orgullo nos hace creer en nuestra palabra y no en la de Dios. 1Samuel 15:22-25.
Al igual que el caballo, el creyente orgulloso se burla de lo que debió temer y deja de creer (lo que es
temer a Dios) la Palabra de Dios. El caballo es un animal que sin cuidado alguno corre a su destrucción
y el creyente que ha cedido ante el orgullo es imposible que no sufra grandes problemas. Esta actitud
orgullosa traerá una terrible cosecha en el futuro y lo más triste, un profundo fraude al que se entregó
a este pecado. Quien quiera alcanzar las cosas de Dios en estos términos, realmente se aleja de ellas.
A Dios no le interesa darte una obra, sino una vida en comunión con él y el servir a Dios será una
consecuencia de la entrega.
En Job 39:24,25 Dios nos enseña que el caballo no escucha los avisos y su ímpetu lo lleva a lo más
intenso de la batalla. Dios ha dejado a nuestro alcance la Palabra de él como una trompeta que nos va
dirigiendo en cada aspecto de la vida cristiana. Números 10:9,10, 1Corintios 15:51,52, 1Tesalonicenses
4:16. Cuando el creyente está entregado a la Palabra de Dios orienta su vida y lo guarda de salir del
camino. Cuando los creyentes caen en esta trampa oyen los avisos, pero no hacen caso de ellos. Es
después de graves problemas, y a un alto costo, como suelen reaccionar y en ocasiones sólo el partir
al cielo los hará cambiar. Muchos de los creyentes de Corinto solamente reaccionaron en la eternidad;
Saúl aprendió a amar a David en el cielo. Las pérdidas de estas vidas son incalculables y sólo la
eternidad podrá manifestar la diferencia entre los que sirvieron a Dios con su corazón y los que por el
orgullo nunca quisieron arreglar sus vidas. Sólo debe quedar claro que la diferencia será infinita.
Malaquías 3:13-18.
Este tipo de creyentes no son guiados, sólo pueden ser sujetados por medio de problemas y
dificultades. Nada es más triste que el camino de lo mío y de lo que yo quiero y nada nos aleja más de
lo nuestro y del Señor, que el tomar nuestra vida en nuestras manos. Mientras más tomas de tu vida
más te alejas de tu propia satisfacción. Todos anhelamos ser felices, pero el único que nos puede llevar
a este fin es el que siempre ha pensado en nuestra felicidad. Jeremías 29:11.
Dios puede usar estas vidas, pero nunca las conduce y difícilmente las guía. El que camina en el orgullo
vive bajo el imperio de la voluntad egoísta y nunca entiende ni disfruta el señorío de Jesús y el gobierno
de su Palabra. Colosenses 3:15-17.
En el Salmo 32:8 Dios nos ha dado tres extraordinarias promesas. En primer lugar, promete hacernos
entender. El entregar tu vida le permite a él enseñarte y conducirte. El tomar tu vida en tus manos te
priva de este discernimiento espiritual que nos permite escoger entre lo que es de Dios y lo que no es
de él. Hebreos 5:13,14. La segunda promesa es enseñarnos el camino en el que debemos andar. Este
camino es el camino de su voluntad y tenemos que aprender a caminar por él. Salmo 139:23,24, Salmo
143:10. Existe otro camino que no necesitamos aprender el cual es el camino de nuestra voluntad. La
entrega hace la diferencia entre conocer lo que Dios planeó para nosotros o el privarnos de nunca
llegar a conocerlo. La tercera promesa es: "Sobre ti fijaré mis ojos". Esto no significa que Dios esté
atento a nuestras tonterías y a nuestra necedad. Esto habla más bien de la actitud de un padre hacia
un hijo que él quiere guiar. Al hijo obediente le basta sentir la mirada del padre y es para este tipo de
creyentes para los que Dios ha dirigido, no sólo esta promesa, sino toda su atención. Esta mirada de
Dios indica dirección y orientación y sobre todo guardarnos del peligro. Sin embargo, esta mirada
también indica que el hijo voltee a ver al padre para saber lo que tiene que hacer. Salmo 27:8, Salmo
123:2.
El mandamiento de Dios es claro ante este gran peligro, Salmo 32:9: "No seáis como el caballo". El
peligro consiste en perder el entendimiento acerca del plan y de la voluntad de Dios que tiene para
nuestras vidas. Dejar de entender algo tan fundamental nos robaría de la parte más hermosa que hay
en esta vida y sin duda alguna nos afectaría en la eternidad.
Tú y yo debemos recordar que el entendimiento o la capacidad espiritual para juzgar las cosas, no viene
por el conocimiento, sino por el ejercicio en la obediencia hacia la Palabra de Dios. 1Juan 2:14, Hebreos
5:14. Es en la obediencia en donde se descubren los aspectos vivos de la Palabra de Dios. Es en la
obediencia donde se experimenta la vida de Dios.
Dios se ha comprometido a hacerte entender, a enseñarte el camino y a estar pendiente de tu vida, tu
compromiso es la obediencia. En la vida del creyente orgulloso la obediencia a la Palabra no es vital y
por eso los verás una y otra vez quebrantar los mandamientos de Dios y seguir creyendo que están
sirviendo al Señor. 1Samuel 15:20.
El caballo sólo se puede guiar con un freno. No es alguien a quien diriges, sino alguien a quien domas.
A este tipo de creyentes Dios no les puede colocar su mirada, sino tan solo su freno. El trabajo de Dios
en sus vidas es sólo impedir que logren sus codicias y guardarlos de mayores daños, tanto en su persona
como en la obra.
Sin el freno no se acercan a Dios. Finalmente, la entrega hace una gran diferencia en la relación con
Dios. Mientras algunos anhelan la comunión, otros son forzados a ella. Dios tiene que permitir muchos
problemas para mantenernos cerca. Su plan es que conozcas la comunión y que ella te atraiga. Después
de la prueba lo que él espera es que hayas aprendido a seguirlo voluntariamente y su plan es cambiar
el freno por la mirada.
Dios tiene el control de todas las cosas, aún de estos creyentes. Dios evita con este freno muchas
tragedias, pero las pérdidas personales son inevitables. Como Pablo dijo a la tripulación que no
escuchó: "Hubiera sido mejor escucharme". Hechos 27:21. Todos los que hemos vuelto a nacer
llegaremos a la otra orilla. Unos como náufragos, con grandes pérdidas y sus obras y otros lo harán con
gran gozo y con grandes recompensas. 1Timoteo 1:18-20, 2Timoteo 4:6-8.
Al escribir estas líneas, deberías hacer algunas anotaciones en el corazón y dejar que el Espíritu grave
en lo profundo de tu ser esta gran lección: "No seáis como el caballo".
Debilitar nuestra relación con Dios fortalece el área de nuestra voluntad, en donde el viejo hombre
domina las vidas. Entre nosotros hemos sufrido mucho por el orgullo y seguramente el orgullo seguirá
haciendo estragos entre los creyentes. Sin embargo, Dios te está invitando a levantar esta puerta,
enmaderarla y poner fuertes cerrojos que te impidan ceder frente a este terrible enemigo.
Tú debes escoger entre la guía que trae entendimiento y dirección o el camino duro y difícil del orgullo.
Quien cae en esta trampa se acercará a Dios sólo a través de las dificultades y nunca disfrutará de la
buena, agradable y perfecta comunión con Dios. Salmo 32:10.
En Nehemías 3:29-31 se habla de dos puertas interiores que comunicaban a los servicios del templo.
Aquí se habla de Semaías el cual era un levita que fungía como portero. El se encargaba de cuidar la
puerta Oriental que se encontraba al este de Jerusalén. Ezequiel 43:1,2. La otra puerta interior que se
menciona aquí es la del Juicio o de la Inspección. Esta última puerta estaba frente al área que se usaba
para quemar los sacrificios por el pecado. Ezequiel 43:21. Estas dos puertas interiores están
íntimamente relacionadas con todo el contenido de la enseñanza espiritual que hemos estudiado.
Podríamos decir que en ellas culmina todo lo que hemos aprendido y que finalmente todas estas
puertas reconstruidas nos conducen hasta estos dos accesos que representan nuestra comunión con
Dios.
El objetivo final de nuestro estudio es volver a la comunión íntima con el Señor y renovar todas las áreas
que hayan sido afectadas durante el tiempo de debilidad. Lo que buscamos es volver a disfrutar nuestra
comunión con Dios sobre la seguridad que trae el reconstruir nuestras convicciones. A donde queremos
llegar, no es sólo a unos muros y a unas puertas seguras, sino al mismo lugar santísimo en donde Dios
se encuentra con el creyente.
En la puerta del Juicio se quemaba el sacrificio por el pecado. Ese sacrificio había sido ordenado por
Dios para aquél que se daba cuenta que había fallado delante de Dios. Levítico 4:1-3,11,12. Cada uno
de nosotros ha estado enfrentando, al menos intelectualmente, todos los aspectos de la entrega. Sin
duda hemos descubierto áreas que han afectado nuestra relación con el Señor. En esta puerta se
quemaba el sacrificio del hombre que reconocía su pecado y que a través de este holocausto quería
renovar su consagración. Esta puerta representa para nosotros la confesión sincera, la cual no
solamente incluye reconocer lo que se ha hecho mal, sino también el deseo profundo de ser limpiado.
Levítico 6:7, Levítico 5:5, 1Juan 1:9. Esta puerta interior, no es algo que se ve desde afuera. Tú y Dios
saben lo que está pasando y tú eres el que está decidiendo si le permites a Dios arreglar las cosas que
no están bien en tu vida. Aquí estamos hablando de los grandes propósitos del corazón y de las grandes
resoluciones del creyente. Jueces 5:15,16. Tal vez pienses que aún no es el momento de tomar una
decisión tan trascendente, sin embargo, el posponer tu decisión es en realidad una decisión en contra.
Consiente o no, esperando hacerlo o haciéndolo, tú estás tomando grandes decisiones.
El que ha decidido volver a su comunión con Cristo tiene que pasar por esta puerta, reconocer lo que
ha hecho mal y poner su vida en las manos del Sumo Sacerdote de nuestra fe. Sólo así podemos ser
limpiados. Aquello que está mal debe ser completamente quemado y consumido por este fuego que
purifica.
Esta puerta representa la decisión concreta de abandonar aquello que ha afectado nuestras vidas y ha
contribuido a enfriar nuestra relación con el Señor. Todo el que entre por esta puerta es alguien que
lleva un sacrificio en sus manos y que está dispuesto a que sea consumido en el altar. El pecado
finalmente será juzgado. Dios lo puede hacer en tres lugares: En esta puerta, limpiándote y haciéndote
útil en sus manos; en tu vida disciplinándote por aquello que no quieres entregar; y en el tribunal de
Cristo, como una pérdida para siempre. Este es un tiempo de decisión, ya sea que te entregues o que
no lo hagas, pero lo que hagas trascenderá.
La puerta Oriental es la puerta que está a nuestro alcance cuando hemos pasado por la puerta del
Juicio y hemos limpiado nuestras vidas. Esta es la meta de quienes han reconstruido sus vidas y en un
sentido es también el fruto de volver a vivir para Cristo. Esta es la puerta de la gloria de Dios, el extremo
opuesto (en sentido espiritual) de la puerta de los Caballos. Ezequiel 43:1,2.
Han pasado casi cien años desde que el pueblo regresó a Jerusalén bajo la guía de Zorobabel. Hemos
podido comprobar que el trabajo de reconstrucción no es fácil y toma tiempo. Sin embargo, es el único
camino que nos permite volver a ver trabajar a Dios en nuestras vidas. Después de grandes esfuerzos
la muralla ha quedado terminada y con ello culmina todo un proyecto divino de restauración. Si el plan
de Dios es que vivamos para él, con mayor razón podemos estar seguros que su plan es restaurar
nuestras vidas. Nehemías y Esdras han visto cumplidos las palabras que Dios profetizó a través de
Jeremías. Jeremías 29:14. No debemos olvidas que si Dios pone en nuestro corazón volverlo a buscar
es porque Dios siempre nos está buscando a nosotros. Este es el compromiso que Dios adquirió con
cada creyente, no sólo salvarlo, sino también proveerle todo lo necesario para vivir para él.
La obra de reconstrucción ha sido un milagro en todos sentidos, tanto en la disposición de la gente,
como en el tiempo en que se llevó a cabo. Nehemías 6:15. Ahora cada puerta está levantada y las
murallas proveen la seguridad que Dios planeó para Jerusalén. En cada puerta, patente en las del
templo fueron colocados porteros, quienes a partir de este momento volverían por el buen
funcionamiento de cada acceso. En el templo ha restablecido la adoración, en términos más completos
de cómo se venía haciendo antes. Nehemías ha promovido la obediencia al Señor y sin duda ha sido
impactado por Dios por todas las respuestas que Dios trajo a sus oraciones. Nehemías 1:6-11. La
respuesta divina ha sido muy amplia y nada faltó para llevar a cabo esta obra. Esto debe impactarnos y
movernos a orar, pues tú y yo vimos a Nehemías arrancar por fe y ahora lo vemos culminar en la
dedicación de todo lo que Dios le contestó. Sin duda alguna el problema no está en Dios, ni en su
capacidad para proveer, sino en nuestra lentitud para crecer.
Nehemías ha colocado también hombres de fe para cuidar el orden espiritual en toda la ciudad.
Nehemías 7:1-4. Más que una vigilancia militar, Jerusalén necesitaba un cuidado espiritual. Nehemías
sabía que si Dios no guardaba la ciudad era inútil el trabajo de la guardia. Hoy se requiere en nuestra
vida, no sólo seguir los pasos de Nehemías en la reconstrucción, sino seguirlo también en el cuidado
que él tuvo para no echar a perder todo el trabajo que Dios le había confiado. El mayor peligro en
nuestras vidas es no volver a cuidar con atención las áreas que ahora hemos visto necesario reconstruir.
Debemos ser un portero que esté atento a lo que cada una de estas puertas representa en nuestra vida
y velar para que estén cerradas cuando sea el tiempo y abiertas cuando sea necesario. Se requiere de
nosotros, como Hananías, fidelidad y temor de Dios. Si no velamos los muros volverán a caer y las
puertas volverán a ser consumidas por el enemigo.
Una vez terminada la obra Nehemías y Esdras movieron a todos los que participaron en la
reconstrucción a dedicar el muro, es decir, buscar la bendición de Dios sobre estas nuevas paredes y
estas nuevas puertas. Los que lo reconstruyeron decidieron dedicarlo recorriéndolo en dos grupos. Un
grupo al frente de Esdras partió de la puerta de las Ovejas en dirección a la puerta del Muladar.
Nehemías 12:31-36. El segundo grupo fue liderado por Nehemías quien partió de la puerta de Efraín y
se dirigió hacia la casa de Dios. Los dos grupos finalmente se encontraron en el templo. Nehemías
12:38-40.
Podemos estar seguros que todos ellos iban entonando el Salmo 136. El recorrer estos muros era sólo
la oportunidad de ver una vez más manifestada la misericordia de Dios para Israel, la cual es para
siempre. Debe haber sido impactante recorrer estas paredes, cuando apenas dos meses atrás todo era
desorden y destrucción. Pienso que a cada paso ellos fueron conmovidos, no por la obra que habían
hecho, sino por el milagro que todo esto representaba. Sería bueno que hiciéramos un recorrido por
nuestras vidas el cual nos permitiría volver a apreciar todo lo que Dios ha hecho en nosotros. Si partimos
desde aquel día en que todo era destrucción y desorden, no podremos hacer otra cosa que admirarnos
de la misericordia de Dios para nuestras vidas, el cual cambió nuestra desolación en una vida útil en sus
manos. Esta es la verdadera dedicación, aquella que nace como un fruto de volver a apreciar su
misericordia y cuidado por nosotros. Ni ellos ni nosotros tenemos nada que ofrecer, pero sí podemos
reconocer y apreciar con todo el corazón los que Dios ha podido hacer en nuestras vidas.
Debemos entonarnos con este coro, que ha sido cantado por todos los que han aprovechado la
oportunidad y han arreglado sus vidas. Debemos recorrer otra vez estas puertas y examinar cómo han
quedado afirmadas. En este recorrido podemos encontrar cosas que aún no se han corregido bien y
después de hacerlo y dedicar otra vez cada puerta a Dios debemos culminar como ellos en la casa de
Dios.
Todos los que servían y los que habían sido llamados al ministerio fueron invitados a esta dedicación.
Nehemías 12:27-30. Ninguno que ha puesto la mano en el arado puede ahora quedarse atrás. Todos
nosotros hemos sido invitados a esta nueva dedicación y ninguno de los que está aquí debe
desaprovechar esta oportunidad. Cada uno de nosotros debe volver a tomar su responsabilidad y
regresar con el corazón renovado al servicio que Dios nos ha encomendado. Nehemías 12:44-47.
Si decides volver a vivir para Dios, tu decisión afectará a muchas personas y Dios nunca olvidará el que
le hayas permitido cumplir sus promesas en ti. Nehemías 13:30-31.