Pena de Muerte Por Germán Rojas Fernández

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Pena 

de Muerte
Por: Lic. Germán Rojas Fernández

Es claro que vivimos en un país que la violencia se apodera cada día más de las
calles, en que las personas viven situaciones de estrés que se incrementan cada
momento, la inseguridad se apodera de muchas personas y la criminalidad va en
aumento. Conforme se viven tiempos de incertidumbre social, muchas personas
toman ideas de que ciertos crímenes deben ser castigados según lo que se
conoce como la Ley de Talión, un apartado descrito por el Rey Hammurabi que
popularmente se conoce como “ojo por ojo y diente por diente”. Con esto me
refiero, a que en la actualidad muchas personas son del pensamiento que, ante un
hecho punible tipificado, el castigo que reciba el agente debe ser de igual
proporcionalidad del hecho cometido, cobrando así venganza; esto es, si la
persona causa muerte, su pena no podrá menor al mismo delito cometido por
consiguiente la muerte y, de igual manera, parte de la sociedad se justifica que
otros delitos atroces también deben ser castigados con la pena de muerte.
Muchos son los países que han abolido la pena de muerte de su legislación,
considerando es una pena excesiva independientemente del delito, motivados
también por legislaciones internacionales que están a favor de la vida, y que
establecen tales medidas como crueles e innecesarias, situando el derecho a la
vida como un pilar principal.
En nuestro país, la pena de muerte está referenciada en la Constitución Política
del año 1844, en su artículo 29 indica: “No se impondrá pena de muerte sino en
los casos que los que la ley establezca, y no podrá establecerse sino para el
asesinato u homicidio premeditado o seguro, y por delitos que atenten
directamente contra el orden público del Estado”
Posterior a eso, el siete de diciembre del año 1871 en la carta Magna se establece
la pena de muerte para los siguientes casos:
I.- En el delito de homicidio premeditado y seguro, o premeditado y alevoso.
2.- En los delitos de alta traición; y
3.- En los de piratería

Como se puede apreciar es similar a lo que se indicaba anteriormente, con


ampliación. La pena de muerte estaba instaurada en delitos que atentaban contra
la vida de otros en primera instancia ya sea este planeado previamente o bien
aprovechándose de las condiciones de vulnerabilidad de otros; los delitos de alta
traición que podríamos entender hoy día como aquellos delitos que atenten contra
la nación, o se tomare armas contra el gobierno e inclusive de piratería.
Siendo Tomás Guardia presidente, es quién instaura la pena de muerte, y durante
su gobierno, es donde se toma la decisión de eliminarla también.
Se sabe de un primer momento que se dio la abolición, mediante la Ley de
garantías en el año 1877, la cuál en su primer artículo indica: “La vida de los
habitantes de Costa Rica es inviolable”, por lo que a partir de ese momento (17 de
octubre) Costa Ria se convierte el cuarto país en abolir la pena de muerte.
Internacionalmente se conoce a Costa Rica como el tercer país en abolirla, sin
embargo, Colombia estaba entre los tres primeros y luego volvió a instaurarla,
siendo el año de 1910 que la elimina nuevamente, para entonces ya Costa Rica la
había eliminado.
Posteriormente fue en el año de 1882, que mediante decreto se modifica la
Constitución Política en su artículo 45, estableciendo lo anterior. Abolida la pena
capital, Costa Rica inicia su trayectoria internacional como propulsor de los
derechos humanos.
Se dice que la inclusión de este artículo en la Constitución Política, fue un regalo
de bodas del presidente Tomás Guardia a su esposa, quién había perdido
familiares cercanos por fusilamiento.
Para el año de 1895, a causa de un homicidio y un intento de homicidio contra el
entonces presidente, se abrió debate para establecer nuevamente la pena de
muerte en nuestro país; dos bandos se formaron entre los diputados, el bando de
quiénes defendían la vida, y el bando de diputados que consideraban necesario la
pena de muerte para mantener el orden público. Se nombró una comisión que
decidiría, dicha comisión acordó reinstalar la pena de muerte bajo algunas
condiciones, sin embargo, a pesar de estar acordado, no prosperó en asamblea
por lo que la modificación no se llevó a cabo.
En el año de 1917, hubo otro intento fallido de establecer la pena de muerte, ya
entonces el gobierno estaba a cargo de Tinoco.
En la Asamblea Constituyente de la Constitución Política de 1949, el tema pareció
estar bastante claro, se defendió en ese entonces la inviolabilidad a la vida
humana, cerrándose cualquier portillo por establecer la pena de muerte como un
precepto constitucional.
Los anteriores argumentos que han sido sujetos de discusión, no son alejados de
la realidad que nos atañe en la actualidad, pues los argumentos que plantean
muchos, son base de discusión para quienes atacan dichas explicaciones con
ideas contrarias a las que se pueden plantear.

Cuando el tema sea de ejecutar la pena de muerte, esta tendrá defensores que lo
puedan considera necesario para establecer un orden social, otros que se pueden
identificar también dentro de este grupo, que será defensor de establecer la pena
de muerte, pero para ciertos delitos.
Según Barbero Santos, la pena de muerte es defendida por estos grupos
argumentando seguridad colectiva, intimidación y retribución, siendo estos de
correcta eficiencia, para mantener el orden público y la seguridad social.
Se establece por estos seguidores que existe un orden social, y la persona que no
encaje en este orden social debe eliminarse.
Si una persona es ejecutada por cometer un delito reprochable o cualquier delito
tipificado que su pena sea la de muerte, estos delitos se dejarán de cometer; al
menos esta es la creencia que se tiene por parte de los defensores de la
aplicación de la pena de muerte. La criminalidad debe ser castigada, y el castigo
debe ser la muerte.
La idea de generar estas penas, es que mientras más severas sean las penas, los
delincuentes no se verán motivados a realizar dichos actos, por lo que los delitos
deberán ir en decrecimiento en favor de la sociedad.
Aunado a lo anterior, los defensores de la pena de muerte justifican que una
persona puede cometer hechos censurables merecedores de la privación de la
vida, pero en el tanto la persona será castigada de esta manera, no volverá a
cometer el mismo delito u otro similar, erradicando lo que sería un problema social
y utilizado la ejecución como advertencia para quienes quieran cometer el mismo
delito. Adicional a esto, defienden la idea que a la persona se le libera de tener
que estar gran tiempo recluido en una celda, y generaría un costo menor al no
tener que esa persona ser mantenida por el Estado mientras esté privado de su
libertad. También defienden la idea de que, si la persona pasa mucho tiempo en la
cárcel, si llegaran a quedar en libertad estas personas no podrían reintegrase con
facilidad a la sociedad y volverían a delinquir hasta en mayor medida, pues se
cree que las cárceles son escuelas que enseñan a violentar el orden público.
Para alcanzar la paz es necesario la pena de muerte, y si es establecida para
ciertas penas, al momento de que una persona comete el delito tipificado para tal
pena en pleno uso de sus facultades, este individuo está renunciando a su
derecho a la vida por voluntad propia, por lo que debe ser ejecutado.

Por otro lado, están quiénes defienden la vida a pesar de que el acusado pueda
haber cometido los delitos más reprochables, pues, ante todo, la vida es un
derecho humano inviolable que otros no tienen derecho a quitar, y en los tiempos
actuales, hay medidas que se pueden adoptar para no incurrir en semejante
crueldad, teniendo opciones de reparar su daño con medidas adicionales es
innecesario y cruel una pena como esta. Inclusive, hay quienes apoyan la cadena
perpetua, en lugar de la pena de muerte, pues la idea es que la persona sea
castigada y no que se vaya a destruir la vida de una persona.
Al cometerse un delito reprochable socialmente, la idea de castigo debe ser privar
al culpado de todo aquello que represente importancia para él, por lo que la idea
de establecer la pena de muerte, plantea una situación de venganza más que de
justicia, suponiendo en parte, que el agresor tenga un sufrimiento igual al que tuvo
la víctima, sin embargo, esto no e del todo cierto, pues los crímenes se cometen
con en circunstancias y ambientes diferentes que en ningún caso, igualarán al
probable sufrimiento al que podrá exponerse un sentenciado a muerte.
La persona que está expuesta a la pena de muerte, sufre tormento sicológico
antes de su ejecución, por lo que podría considerarse esto como una medida de
tortura que también está prohibida por la legislación.
“Defienden los abolicionistas que la pena de muerte se trata del castigo más cruel,
inhumano y degradante, el cual se traduce en estados de angustia profunda
generado por violencia física y mental durante todo el proceso, en especial
después de la condena. La violencia física se ve demostrada, por ejemplo, en los
casos practicados por medio de electrocución, se ha tenido que dar más de un
choque porque el condenado no muere en el primero”
“Por otro lado, el argumento relacionado a las condenas erróneas se relaciona
directamente con la inviolabilidad del derecho a la vida, pues en el momento
cuando se ejecuta una condena de muerte no hay forma de retrotraer sus efectos,
destruyendo cualquier posibilidad de revisión del caso ante la aparición de
pruebas nuevas, lo cual no sucedería si se diera la aplicación de cualquier otra
pena.”
En Estados Unidos, entre el año de 1973 y el año 2000, se revocaron 130 penas
de muerte, después de haberse comprobado su inocencia, la pena de muerte una
vez ejecutada, no tiene resarcimiento.
Así, por ejemplo, en los Estados Unidos cunado se sabe que una persona es
condenada a la pena capital, al día de hoy se realizan manifestaciones que si bien
es cierto no impiden la ejecución, sirven como protesta con la esperanza de que
se pueda abolir esta pena en el futuro.
Históricamente se consideró justo que se privara la vida del culpable cuando se
cometió delito grave, conforme pasan los años, la tendencia eliminar ese castigo
de toda legislación, con gran apego de muchos gobiernos.
Doctrina 
García Bauer habla de proteger la observancia de los derechos humanos,
refiriéndose con esto, que la vida debe protegerse desde la concepción misma
hasta la muerte.
Campos Monge, desde un punto de vista religioso menciona que la vida humana
es concebida como el fundamento y la condición necesaria para toda actividad
humana, sea desde la perspectiva individual o colectiva… es un don del amor de
Dios y por ello se está en la obligación de protegerla y hacerla fructificar, y como
Él la da, sólo Él la puede quitar.
El Santo Padre Juan Pablo II escribió que solo Dios es el señor de la vida desde
su comienzo hasta su término, y referencia lo escrito en el Santo Evangelio
Mt19,18: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás…
Solano Gómez dice que la vida humana recibe la tutela de todos los órdenes
normativos.
Como puede apreciarse en los anteriores enunciados, la doctrina utilizada es
provida, en un esfuerzo por manifestar que la muerte de una persona a manos de
otra es un acto reprochable desde cualquier punto de vista, y si es para determinar
un castigo, considerar que existen alternativas con la suficiente sanción que se
considere para resarcir el daño.

La declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 3 dice:


“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona”.
Así mismo, y con un escrito bastante similar, fomentado una misma idea de lo que
se busca a nivel internacional, La Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre en su artículo primero indica:“Todo ser humano tiene
derecho a la vida, a la libertad y a la integridad de su persona”.
El Pacto de San José, en su artículo 4 menciona que “Toda persona tiene
derecho a que se respete su vida, este derecho está protegido por Ley y, en
general, a partir del momento de la concepción nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente.
La Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas ha
declarado que la pena de muerte es una violación irreversible al principal derecho
de todo individuo; la vida.
Al día de hoy alrededor de 160 países han abolido la pena de muerte de alguna u
otra manera.
“Es posible concluir en la presente sección que el estado global actual de la pena
de muerte en la cultura jurídica costarricense se puede denominar como
translúcido, es decir, ésta se encuentra 100% abolida por la legislación y, por
ende, no hay forma de ver un lado más allá de la no aplicación, pero latente dentro
del pensamiento de una gran cantidad de la población, la cual la ve como una
posible y eficiente solución al problema de la inseguridad ciudadana que afecta al
país.”

Yo no estoy a favor de la pena de muerte, un tema que va más allá de mis


creencias religiosas (católico), la vida es algo que se debe respetar, a sabiendas
que yo ni mi familia cercana se ha visto afectada por algún crimen que me haga
pensar lo contrario, a Dios gracias.
Pero dejando de lado estas prácticas más personales, nuestra constitución política
nos dice que la vida humana es inviolable tal como lo establece el artículo más
pequeño de la Constitución Política (21), frase constituida cuando se abolió la
pena de muerte durante el gobierno de Tomas Guardia en el año de 1877. En
concordancia con este artículo, todo aquello que atente contra la vida de una
persona es inconstitucional, la vida debe protegerse y así lo estipula el artículo 41
de nuestra constitución dónde prohíbe las penas perpetuas, puesto que se
considera estas penas innecesarias y crueles.
Más allá de lo que se pueda regular en nuestra legislación, la amnistía
internacional declara inviolable el derecho a la vida, y a las penas de crueldad a
las que pueda someterse a una persona, tal y como se establece en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el artículo 3 establece que
“todo individuo tiene derecho a la vida…” esta frase no hace excepción si la
persona ha cometido delito, sino que como indica más adelante la misma
declaración, todas las personas son iguales ante la ley, y a todas personas las
protege la ley.
Esto no quiere decir que una persona puede cometer delito y este quedar impune,
sino que las penas que le fijen no “pueden degradar a la persona, ni esta puede
ser sometida a torturas, penas crueles”, ni mucho menos la muerte.
En el llamado Pacto de San José, se estable que nadie puede ser privado de la
vida arbitrariamente. Esta afirmación es un llamado al respeto de la vida,
conciencia que debemos tener hacia los demás, y este respeto está regulado
legalmente con la finalidad de que no se solo no se vaya a privar de una persona
de su vida arbitrariamente, sino, que de ninguna manera se debe probar de este
derecho fundamental.
Socialmente muchas personas estarán a favor de la pena de muerte, máxime
cuando se quiere aplicar aquel refrán de “ojo por ojo y diente por diente”; y querrán
que ciertos delitos se castiguen de igual manera o merecidamente según su
pensar, sin embargo, es mi pensar que la vida es un regalo divino, un derecho
natural, que por más delito que se cometa, existirán penas de privación de libertad
suficientes como para que su castigo sea pagado, de tal manera, que se pueda
mantener la vida como el derecho que nadie en la tierra tiene la potestad de
privarlo.

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