Jenika Snow - Serie Captured 01 - The Wolf's Capture
Jenika Snow - Serie Captured 01 - The Wolf's Capture
Jenika Snow - Serie Captured 01 - The Wolf's Capture
~ Sinopsis
~ Capítulo 1
~ Capítulo 2
~ Capítulo 3
~ Capítulo 4
~ Capítulo 5
~ Capítulo 6
~ Capítulo 7
~ Capítulo 8
~ Epilogo 1
~ Epilogo 2
Sinopsis
Me acechó, me persiguió.
Debería haber corrido más rápido, debería haberme esforzado más. Pero
la verdad era que me gustaba que me persiguiera.
Solo yo, una cabaña en el bosque, poder caminar para despejar mi cabeza... y nada más.
Era lo que desesperadamente necesitaba.
También podría haber gastado mi tiempo y mi dinero yendo a algún lugar tropical o
exótico, o tal vez ir a Europa y explorar ciudades y culturas antiguas, pero la verdad era
que hacer un viaje por carretera, sin nada más que la inmensidad y mi propia compañía,
sonaba bastante emocionante.
Por lo que puse la última de mis maletas en la parte trasera de mi coche y cerré el
maletero.
A los veintitrés, estaba lista para un descanso del mundo real. Con mi única familia, mi
mamá y mi papá, viviendo a cinco estados de distancia, y mis únicos "amigos" siendo mis
compañeros de trabajo, no era ajena a estar sola. Lo anhelaba incluso, y no me molestaba.
Siempre me había encantado la soledad, por lo que salir durante estos catorce días fue
perfecto para mí.
Soy una persona solitaria, no hay nadie ni nada importante cerca de mí. Por eso, trabajé
día tras día, dando lo mejor de mí en el trabajo, y pude pagar mis deudas. Para ser
honesta, tenía una vida aburrida y simplista. Trabajé duro, intenté no comprar cosas caras
para no desperdiciar, ahorré todo lo que pude, comprando únicamente lo esencial y,
gracias a eso, ya no tenía deudas.
Había alquilado una cabaña a una hora de donde vivía, en el corazón de las montañas.
Ni siquiera creo que tuviera electricidad, pero salir de la red y volver a desconectar de todo
era la perfección en este momento.
Trabajar para una editorial como columnista de consejos en América corporativa, donde
estaba rodeada de hormigón y rascacielos, era sumamente agotador y estresante, y no era
lo que realmente quería hacer. Demonios, a mi edad tendría que tener un sueño, saber lo
que quería hacer, pero no era así y me sentía deprimida. Intenté practicar actividades y
relajarme después de mi horario de trabajo, pero nada parecía poder hacerme sentir
mejor. Aunque la cabaña no tenía electricidad, me aseguré que no me faltara nada. Tenía
preparados cargadores portátiles, una pequeña estufa de propano, una caja de pilas, todo
lo necesario para las próximas dos semanas. No tendría que abandonar la cabaña con
todos los suministros que había cogido.
Una vez sentada detrás del volante, miré hacia el asiento del pasajero, hacia la funda
de mi portátil. Para mí, era como un viejo amigo de confianza. Aunque mi intención era
desconectarme del trabajo, las redes sociales y la tecnología en general, traje mi portátil
con la esperanza de tener un poco de tiempo para concentrarme en el libro que estaba
escribiendo. Era solo unos recuerdos míos, algo que probablemente nadie leería aparte de
mi pero, en su momento, me ayudaba a aclarar mi mente y cuando necesitaba relajarme.
El lugar que alquilé solo era una pequeña cabaña de un dormitorio en el bosque, ni
siquiera tenía agua corriente, sino una cisterna. Pero no estaba preocupada, tenía en el
maletero suficientes botellas de agua para un par de semanas. Bañarse, por otro lado,
sería una hazaña interesante. Así que trabajaría en mi libro hasta que mi computadora
portátil decidiera morir. Entonces solo seremos yo y yo, esta vez permitiéndome
concentrarme en absolutamente nada.
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El cielo estaba tan claro aquí afuera, las estrellas tan brillantes. No había luces como en
la ciudad, ni alboroto a mi alrededor. Era agradable y pacífico, pero tenía un poco de
miedo y no podía deshacerme de este sentimiento irracional, a pesar de saber que era
porque estaba sola aquí, en el medio de la nada. Que ni siquiera mi teléfono tenía
cobertura si necesitaba llamar para pedir ayuda.
Tenía miedo, pero también estaba emocionada, lo cual era una combinación extraña. Sin
embargo, esto es lo que quería, ¿verdad? Por supuesto, era una pregunta retórica. Solo
necesitaba que saliera el sol, poder ubicar las cosas, colocar la comida, y mi mente
comenzaría a aclararse.
Regresé adentro, cerré la puerta con llave y caminé hacia la habitación. Ya había dejado
mi maleta en el colchón. El aroma a pino era fuerte. Observé la linterna, el pequeño
dispositivo proyectaba abundante luz blanca en la habitación. Una vez me pude una
sudadera y una camisa de gran tamaño, me subí a la cama. Recostada sobre el colchón,
tenía las manos detrás de la cabeza y miraba las vigas de madera que formaban el techo.
Estaba demasiado cansada para encender un fuego esta noche, pero eso estaba en mi
lista de cosas por hacer mañana. Había un poco de leña al lado de la cabaña, el dueño me
hizo saber que podía usar toda la que quisiera. Tuve la suerte de encontrar este lugar por
el amigo de un amigo que me habló maravilla de él. Esta era una propiedad privada que no
se alquilaba a cualquier. Y fue perfecto.
Wolf
Como estaba sin electricidad, no había traído nada que necesitara refrigeración. La leche
en polvo no era exactamente sabrosa, pero tendría que servir para los cereales del
desayuno y para ponerla en mi café. Agarré uno de los cuencos y comencé a poner un poco
de fruta fresca en él. Cenas en caja, productos enlatados, pasta, salsa, todo eso era lo que
estaría comiendo durante las próximas dos semanas. No era exactamente una
alimentación de lo más saludables, pero no era un gran sacrificio si, en cambio, tenía algo
de paz y tranquilidad durante los próximos catorce días.
Tomé una manzana y me dirigí al porche, me senté y hundí los dientes en la carne
crujiente. El sol había salido hace un par de horas y, aunque probablemente hacía un calor
sofocante en la ciudad, aquí en esta altitud, la temperatura era perfecta.
La soledad era maravillosa. Una ardilla corriendo por el suelo, un pájaro volando por
encima y aterrizando en una rama de árbol cercano. Casi deseé poder quedarme aquí para
siempre, sin preocuparme por nadie ni por nada.
Terminé la manzana y puse el núcleo sobre la barandilla. Levantando mis pies, los
coloqué en la otomana de mimbre, cerré los ojos y me relajé. Se levantó una brisa ligera y
un mechón de pelo acarició mi mejilla. Sentí como el sueño se apoderaba de mí pero,
cuando escuché el sonido de las ramas rompiéndose cerca de la cabina, abrí los ojos y me
senté.
Una vez de pie, rodeé la barandilla de madera con las manos y contemplé el bosque.
Había un camino de tierra que conducía a la cabaña a mi derecha pero, aparte de eso, me
rodeaban gruesos árboles. No escuché nada más durante largos segundos, pero sentí que
alguien me estaba mirando. Era la misma sensación que uno tenía cuando sabes que no
estás solo, cuando te das cuenta de que hay algo más, alguien más, y un escalofrío subió
por mis brazos.
No vi nada, no escuché nada, pero pude sentir algo, como si quien quiera que estuviera
allí fuera, lo que fuera que estuviera allí fuera, traspasaba la distancia y acariciaba mi piel
con sus dedos. Todo mi cuerpo se tensó y me alejé de la barandilla. Mi corazón latía
rápido, mis palmas comenzaban a sudar. Mis manos temblaron ligeramente mientras las
apretaba a mi lado.
Wolf
Incluso desde esta distancia podía olerla. Su aroma embriagador ponía mi polla dura y
tenía cada instinto posesivo de mi cuerpo en alerta. Me contuve, impedí que mi lado
salvaje tomara el control de la situación. Pero estaba al limite, a la mínima podía
derrumbarme, dejar que mis impulsos más bajos anularan todo lo demás.
Quería ir a verla, exigirle que fuera mía, decirle que me la llevaba a casa.
Era un demonio en este momento, al verla supe al instante que ella sería mía. La quería
y la tendría. No había forma de evitarlo, no iba a tratar de detenerlo.
~3~
Ruby
Caminé durante una hora, y el sudor comenzó a bajar por el valle entre mis pechos.
Podría acostumbrarme a esto, la paz y la tranquilidad, la soledad. Encontré un pequeño y
bonito claro con algunos troncos volcados. Eran unos asientos perfectos, así que decidí
pararme. Emocionada por abrir mi ordenador y dejar salir las palabras, me acerqué a unos
de los troncos, sin dudar ningún momento.
Estaba a punto de sentarme cuando escuché unas ramas rompiéndose detrás de mí.
Sentí como mi respiración se aceleró cuando el miedo se apoderó de mí. No estaba sola, y
no me refería a los animales salvajes que me rodeaban.
Había una persona cerca. De hecho, desde el preciso momento en que salí de la cabaña,
sentí que alguien me estaba vigilando. Aunque nunca había visto a nadie, la sensación de
ser observada era fuerte e intensa.
Wolf Jagger, un hombre un poco extraño, un solitario que solo llegaba a la ciudad cada
luna azul para comprar suministros. No hablaba con la gente, ni siquiera los miraba. Solo
lo había visto un par de veces a lo largo de los años, pero era imposible no estar
impresionada por su cuerpo grande y musculoso.
Me di la vuelta lentamente, viéndolo a solo unos pocos metros de mí. Su cuerpo era
masculino, fuerte, con unos bíceps abultados y hombros anchos. Una bestia, con el pelo
oscuro y peludo y una barba de hombre de montaña. La perfección en su estado puro.
Ninguno de los dos habló durante largos segundos, pero nuestras miradas lo hicieron
por nosotros. Era un momento intenso y consumidor, el aire entre nosotros era espeso y
sudoroso. Era como si ningún ruido nos rodeara, solo su aura, su presencia que parecía
filtrarse en cada parte de mi cuerpo.
Sin saber por qué, me encontré dando un paso atrás. No tenía miedo, no era lo que
sentía en ese momento. Wolf era un hombre grande y fuerte, y me hacía sentir
extremadamente femenina. Lo mismo me pasó esas dos veces que lo había visto por la
cuidad, mi cuerpo reaccionaba, se calentaba.
La verdad era que una parte de mí no quería alejarse. Deseaba quedarme atrapada en
este momento, rodeada por su presencia. Era un sentimiento muy extraño, casi fuera de
lugar, pero era tan real.
Él no dijo nada y me encontré dando otro paso hacía atrás. Lamiéndome los labios una
vez más, vi como su mirada se posaba sobre mis labios. Mi corazón comenzó a acelerarse y
mi pulso se volvió loco. Se sentía como un tambor de guerra tocando una y otra vez.
Golpe. Golpe. Golpe.
El dolor explotó en mi cabeza y bajó por todo mi cuerpo cuando mi cráneo crujió contra
el duro suelo del bosque. Empece a ver unas estrellas blancas bailar adelante de mis ojos,
mientras mi mejilla estaba presionada contra la tierra, y lo único que pude hacer fue
parpadear varias veces. Los latidos detrás de mis sienes se intensificaron a medida que
pasaban los segundos.
Wolf
Tomó todo en mí no acercarme a ella, arrojarla sobre mi hombro, darle una palmada a
ese dulce trasero y llevarla de regreso a mi casa.
Pero estaba seguro que ella ya lo sabía. La forma en que sus pupilas se habían dilatado,
su pulso latiendo rápidamente debajo de su oreja. Su respiración se hizo más pesada, más
rápida. Sus pezones se endurecieron, presionados contra el material delgado de su
camiseta.
La dejé alejarse, vi como desaparecía detrás del grueso revestimiento de los árboles,
pero sin poder controlarme, mis pies se movieron solos, llevándome hacia ella, negándose
a dejarla ir. Necesitaba decirle que era mía, que estar conmigo era lo correcto. No
importaba que ella no supiera quien era, que no me conociera. No importaba que mi
posesividad y obsesión bordearan el acecho en este momento.
No había estado con una mujer desde hacía mucho tiempo, años para ser honesto, y
nunca me había interesado una como lo estaba con esta belleza. Solo tenía que
convencerla de quedarse conmigo. Estar en el medio de la nada no significaba que no
podía darle todo lo que necesitaba, todo lo que deseaba.
Fui sigiloso mientras la seguía. Podía oler el dulce aroma de las flores y la miel que
provenía de ella. Dejé su perfume invadir mis sentidos, me emborraché con él,
incrementando mi necesidad de ella.
Pero cuando empezó a caerse, no fui lo suficientemente rápido como para llegar a ella
y vi, a camera lenta, como su cabeza chocaba contra el suelo. Cuando por fin pude
alcanzarla, me arrodillé ante ella, envolviendo su cuerpo inconsciente y curvilíneo con mis
brazos, abrazándola. Se sentía perfecta, su cuerpo presionado contra el mío, tan
jodidamente perfecta que nunca iba a dejarla ir.
~4~
Ruby
Sentí algo frío y húmedo a lo largo de mi frente y fruncí el ceño, mis ojos aún cerrados.
El dolor en mi cráneo palpitaba y solo pude quejarme cuando empezó a taladrar mi cabeza.
Abrí los ojos y parpadeé varias veces mientras escuchaba el sonido del fuego crepitando
cerca, su calor filtrándose en mí. Miré al techo, las tablillas de madera se entrecruzaban,
formaban un patrón intrincado, casi en espiga. Este no era mi techo. Una gota de agua se
deslizó por mi mejilla como una caricia, como un beso suave. Intenté en vano recordar lo
que había sucedido, pero me dolía mucho la cabeza.
Mi cabeza parecía a punto de explotar pero, de repente, recordé lo que había sucedido.
Gemí, levantando mi mano y colocándole sobre mis ojos tratando de detener el dolor. Me
caí y me golpeé la cabeza como una tonta. No necesitaba preguntar por qué estaba aquí
para entender lo que había sucedido. Claramente, Wolf me había llevado de vuelta a su
cabaña después de que me golpeé la cabeza y quedé inconsciente.
Cuando trajo un vaso de agua, me senté, apoyando las dos manos en el firme colchón
debajo de mí. La manta y la almohada tenían su olor, un aroma masculino a madera que
me aceleró el pulso.
Tomé la taza de su mano y la llevé a mi boca, bebiendo la mitad del líquido antes de
finalmente tomar un respiro. No me había dado cuenta de lo sedienta que estaba hasta
que me ofreció la bebida.
El fuego crujió fuertemente y algunos de los troncos cayeron a un lado. Miré hacia la
pared y vi las brasas y las llamas inundando la chimenea, mientras me daba cuanta que a
fuera ya estaba oscuro.
Me quitó el vaso sin contestar. Puso la taza sobre la mesa al lado de la cama. La cabaña
solo tenía una habitación, con la cocina a la derecha y la sala de estar a la izquierda. La
cama estaba en la esquina de la habitación, pero lo suficientemente cerca del fuego como
para mantenerla caliente y no tener frío durante las noches de invierno.
Se quedó allí por largos segundos, solo mirándome. Era muy consciente de cómo me
rodeaba su esencia, no en sentido literal sino figurado. Me miraba como si me conociera,
como si... me quisiera como suya. Tragué y apreté mis manos, la manta ocultando
parcialmente mi reacción física.
-Ya es tarde. Deberías quedarte -sus palabras fueron cortas, gruñonas. Una orden. Me
di cuenta de que ni siquiera era algo que pensaba discutir.
Probablemente no era inteligente pasar la noche aquí con él, pero tampoco era seguro
intentar volver a mi cabaña a estas horas. Además, si hubiera querido lastimarme, podría
haberlo hecho mucho antes.
Asentí, ni siquiera intenté discutir o luchar contra él. No es como si fuera un extraño,
en absoluto. Wolf era conocido en la ciudad y, aunque nunca habíamos hablado
personalmente, sabía lo suficiente sobre él, gracias a los rumores de la fábrica, para
sentirme relativamente segura en su presencia. Además, no me sentía en peligro, al
contrario, mi cuerpo estaba caliente, y eso no tenía nada que ver con las llamas cercanas.
Tenía todo que ver con mi excitación, que parecía totalmente fuera de control en este
momento, pero era totalmente innegable.
No sabía cuánto tiempo había estado aquí pero, antes de que pudiera volver a
preguntar, mi estómago se quejó, respondiendo a la pregunta de Wolf.
No dijo nada, pero sí miró por encima de su hombro, la comisura de la boca se inclinó
hacia arriba cuando escuchó la reacción de mi cuerpo.
-Te he visto en la ciudad -dije finalmente. Mi voz era suave pero con un tono un poco
tenso. No dijo ni una palabra pero empezó a moverse para hacerme algo de comer. El
sonido de unos platos y cubiertos golpeándose entre si llenó rápidamente la pequeña
habitación. -Quiero decir, te he visto en la ciudad varias veces a lo largo de los años.
Mi garganta se apretó y lamí mis labios, mi boca se sintió repentinamente seca. Me
incorporé un poco más y apoyé la espalda contra la cabecera de la cama. Enrosqué mis
manos alrededor de las sábanas y las acerqué a mi pecho. No tenía frío, pero quería
ocultar el hecho de que mis pezones estaban bastante duros en ese momento.
Todavía no había hablado, pero era consciente de que me escuchaba atentamente, sin
perder ningún detalle. Cuando se dio la vuelta con el plato en una mano y otro vaso de
agua en la otra, me llamó la atención el hecho de que este hombre era brutalmente guapo.
Grande y fuerte, lo que me hizo estirar el cuello hacia atrás para poder mirarle a la cara,
parecía un guerrero o un bárbaro del norte de Europa. Yo era tan pequeña comparándome
con él. Sus músculos abultados y hombros anchos, me hacían sentir más mujer que nunca.
Me levanté de la cama y me senté en el borde, mis manos alrededor del colchón. Dejó la
comida a mi lado, un plato y una taza de agua colocados en una bandeja de madera, y se
alejó para avivar el fuego. La camisa que llevaba se estiraba sobre su espalda ancha y
musculosa, la tenía metida en sus jeans gastados y desteñidos mostrando su cintura
estrecha. Sentí como mi pulso se aceleraba mientras lo miraba, el sonido del viento
aullando afuera era casi tan fuerte que el latido de mi corazón.
Lo miré, sintiendo como un deseo fuera de control subía por mi cuerpo. Debería haber
descansado más, pero no podía dormir. Aunque solo había estado aquí por muy poco
tiempo, solo unas horas, sentí que mi necesidad por él crecía. Era grande y fuerte y sabía
que estar con él me mantendría a salvo, protegida. Lo que quería hacer con Wolf no era
normal, y mucho menos realista.
Me sentía como obsesionada con él, como si mi cuerpo no fuera mío, como si solo
necesitara entregarle cada parte de mí. Era una locura, un delirio, pero lo quería más de lo
que había deseado cualquier cosa antes.
Se puso de pie y me dio la espalda. Lamí mis labios, mi pulso retumbó tan fuerte que
me pregunté si él también lo podía oír. Me levanté y me encontré acercándome hasta que
pude extender la mano y tocar su espalda. Vi la forma en que se tensaba y me pregunté si
sabía lo cerca que estábamos el uno de otro.
-No puedo dejarte ir -dijo con voz ronca, todavía de espaldas a mí. -Quise hacerte mía
desde la primera vez que te vi. Ahora que estás aquí, la idea de que te vayas me es
insoportable, no es algo que voy a permitir que suceda -entonces se dio la vuelta, las
sombras bailaban en su rostro, su cuerpo parecía aún más grande que antes.
Dio un paso hacia delante y me encontré moviéndome uno hacia atrás. Mi corazón se
aceleró y comencé a respirar más rápido y más fuerte. El aire en la habitación se volvió
espeso, casi insostenible. Era como si un tipo de miel cubriera mi cuerpo, arropándome.
Mientras daba otro paso hacia mí, su enorme cuerpo eclipsó el mío y su olor se infiltró por
todos los poros de mi piel.
-¿Q-qué? -mi voz salió suave, pero no pude evitar tartamudear las palabras . Oh,
entendí exactamente lo que dijo, pronunció las palabras con tanta convicción, tanta
determinación que las sentí en cada parte de mi cuerpo.
Su expresión era feroz, casi severa. Me miró a los ojos, y la oscura profundidad de su
mirada encendió algo en lo profundo de mi vientre. Estaba ardiendo.
-Cosas materiales -dijo esas dos palabras con voz ronca y dio otro paso hacia mí. -La
vida no se trata de lo que tenemos, sino de lo que logramos -levantó su mano y
suavemente envolvió sus dedos alrededor de mi garganta, su palma era mucho más
grande que mi cuello. -Tener una conexión con esa persona que posee cada parte de ti,
crear una familia con ella… -su voz había bajado una octava. -Eso es lo importante. De eso
se trata la vida -tragué saliva, sintiendo esa ligera presión de su mano, sabiendo que mis
pezones estaban duros y mi coño se había mojado. Todo por un simple toque suyo. -No
hay nada más importante que tú, que nosotros, Ruby. Eres mía.
Jadeé por la intensidad de ese único beso, por la forma en que me abrazó, por como
usó su cuerpo y su mano en mi garganta para moverme hacia atrás, hasta golpear la
pared. Presionó la parte inferior de su cuerpo contra el mío, su erección masiva, gruesa y
larga presionaba mi vientre. Sentí su calor y unas gotas de sudor cubrieran mi columna y
puntearon el valle entre mis pechos.
Me quedé quita, atrapada por su intensidad, al sentir por primera vez sus labios sobre
los míos. Cuando acarició mi boca con su lengua, mi clítoris se estremeció, nunca me había
sentido más excitada en toda mi vida. Sus labios eran firmes, llenos, y su sabor me
recordaba al desierto, al peligro que nos rodeaba. Mis dedos comenzaron a hormiguear y
sentí que mi corazón se aceleraba, latiendo fuertemente detrás de mis costillas.
Tal vez era la adrenalina que bombeaba por mis venas o el hecho de que no podía negar
que estaba muy excitada, pero había, definitivamente, una química fuerte e innegable
entre nosotros. No tenía el control de mis emociones en ese momento, pero no quería
volver a la realidad.
Apoyé mis manos en sus gruesos bíceps, sabiendo que firmaba mi rendición,
permitiendo a ese hombre tomar posesión de mí. Eso cambiaría para siempre el curso de
las cosas, significaría que era irrevocablemente suya.
Pero en ese momento no me importaba. Nada tenía importancia porque lo único que
quería era a Wolf.
Entonces, por fin, me di cuenta de que no había ninguna forma de alejarme. No tenía ni
la menor duda, lo supe incluso antes de que me exigiera ser suya o afirmara que no me iba
a dejar ir. Lo quería, y eso era la verdad absoluta.
~5~
Wolf
Ella era dulce y tan jodidamente suave contra mí. Sabía que ella era mía. Incluso antes
de tocarla. El hecho se volvió realidad, y pasase lo que pasase, no me importaba nada
más. Porque con Ruby en mis brazos, todo se sentía bien... todo era perfecto.
Ella clavó sus uñas en mis brazos, haciendo que mi polla se sacudiera como si tuviera
vida propia. La quería, quería reclamarla. Quería mi marca en ella, mi semen en ella... mi
bebé creciendo en su útero.
Pero, ahora mismo, necesitaba que ella admitiera que era mía. Agarré la parte de atrás
de su cabeza al mismo tiempo que acarició su lengua con la mía, necesitando su sabor en
mi boca, necesitando la mía impresa en la de ella. Jadeó contra mí, sus labios se abrieron
ligeramente, su deseo era más que evidente. Comencé a caminar hacia atrás, el lado
primitivo y posesivo de mí levantándose y rugiendo para tomarla, para reclamarla porque
era mía de todas las jodidas formas posibles.
Puso sus manos sobre mi pecho y me empujó hacia atrás. Me costó alejarme, pero me
retiré, dándonos espacio, dejándonos a los dos aspirar grandes bocanadas de aire. Sus
mejillas estaban rosadas, sus labios separados y brillantes, sus pupilas dilatadas. Estaba
locamente excitada. Demonios, por un instante pensé que mi polla iba a atravesar mis
jeans por lo duro que estaba.
Me incliné para que nuestras caras estuvieran solo a una pulgada de distancia e inhalé
profundamente. Olía tan jodidamente bien, como a lavanda y miel.
>>Apuesto a que estás mojada en este momento, ¿no? -ella comenzó a respirar más
fuerte, más rápido. -Apuesto a que tu dulce coño duele -ella jadeó y se lamió los labios.
Gemí ante la vista y el sonido. -Dime -tuvo un momento de duda, pero luego hizo
exactamente lo que le dije.
-Sí -susurró.
La miré fijamente a los ojos y acerqué una de mis manos a su rostro para poder pasar el
pulgar por la concha de su oreja. Con su boca abierta, su cálido y dulce aliento saliendo en
pequeñas ráfagas de aire, todo lo que quería hacer era reclamarla hasta que no pudiera
caminar en línea recta mañana. Exigir que fuera mía, que se quedara aquí conmigo, a mi
lado, mi esposa, la madre de mis hijos.
¿Sabía ella lo serio que era? Me incliné una pulgada más hasta que nuestros labios
estuvieron tan cerca que cuando empecé a hablar, se rozaron.
-Dios, ¿esto realmente está pasando? -ella susurró casi para sí misma.
-Joder, sí.
No pude detener el sonido bajo que salió de mi garganta. Levanté la mano y aparté la
larga caída de su cabello de su cuello, dejando al descubierto la delgada columna. Vi como
su pulso latía frenéticamente debajo de su oreja, ese movimiento rítmico combinaba con el
mío. No pude evitarlo. Inclinándome, pasé mi lengua por su pulso, sintiendo que se
aceleraba bajo mis labios, sabiendo que su pequeño corazón estaba agitado en este
momento por lo emocionada que estaba.
>>No te equivoques al pensar que puedes huir de mí, que te dejaré ir. No puedo, Ruby.
No lo haré -pasé el dedo por el costado de su garganta, su pulso latía salvajemente por
debajo de mi toque. -Y si corrieras, te encontraría. No hay ningún lugar en este planeta al
que puedas ir donde no pueda encontrarte, hacerte mía.
-No. Es la perfección. Es nuestra realidad -la escuché jadear y supe que podía sentir mi
polla presionando contra su estómago, cavando en la suave piel de su vientre. -¿Sientes
eso? -pregunté, pero ella no respondió, solo se lamió los labios. -Voy a reclamarte
empujando mi gran polla en lo más profundo de ti, seremos un solo cuerpo, una sola
mente -mi polla se sacudió después de decir esas palabras y vi como sus ojos se abrieron.
Ella respiraba más fuerte, más rápido. Me recosté para que ella pudiera mirarme a los ojos
nuevamente y coloqué mi mano sobre su vientre, sintiendo que se movía hacia arriba y
abajo mientras casi hiperventilaba. -Y cada vez que meta mi polla en ti, me aseguraré de
llenarte con mi semen, hacerte tomar hasta la última gota -un pequeño sonido de deseo,
de lujuria, de incredulidad, se escapó de su boca y fue directo a mi polla.
-No creo que entiendas completamente lo que significa ser mía pero, Ruby, bebé, lo
harás. Ninguno de los dos hablamos durante largos segundos, pero por la forma en que
me miraba, con los ojos muy abiertos, y por su calor corporal chocando contra mi cuerpo,
sabía que estaba aquí conmigo.
>>No quieres luchar contra esto, ¿verdad? -moví mi mano hacia su boca y pasé el
pulgar por su labio inferior. -No quieres pelear conmigo -dije susurrando las palabras. -
No te resistas, prácticamente puedo oler el deseo que emana desde lo más profundo de ti
-agregué más presión a su labio, empujando el dedo suavemente en su boca hasta que se
abrió para mí y sentí su lengua moverse a lo largo de la almohadilla.
-No, no quiero pelear contigo. No quiero luchar contra esto -ella me miró con los ojos
muy abiertos. Estaba intoxicada por ella.
Mi polla se sacudió de nuevo. Tenía que probar a esta mujer, mi mujer. Inhalé
profundamente otra vez, bebiendo su aroma, impregnando mi cuerpo con su esencia.
Estábamos respirando el mismo aire, experimentando la misma electricidad y excitación.
>>Tómame -dijo esas palabras suavemente, tal vez sorprendida de que vinieran
de ella. La sentí temblar contra mí.
-¿Me tienes miedo? -ella sacudió su cabeza. Y entonces Ruby extendió la mano, curvó
sus manos alrededor de mis bíceps y me acercó. Durante largos segundos nos miramos a
los ojos y pasé un mal rato, sabiendo que tenía que ser cauteloso, que no podía tomarla
como quería: feroz, áspera, irrevocable.
Quería ir despacio, al menos para nuestra primera vez. Pero, joder, no era lo que quería.
Quería mostrarle toda la pasión que sentía por ella.
>>Solo serás mía, Ruby -retrocedí un centímetro para mirarla fijamente a la cara. Tenía
la barbilla levantada y el cuello al descubierto mientras me miraba a los ojos. -Mi polla
será la única polla dentro de ti desde este momento en adelante. No habrá otras manos
tocando tu cuerpo suave y flexible -apreté mi polla contra ella otra vez, su jadeo llenó mi
cabeza. -Ahora, dime cuán lista estás.
Los siguientes momentos fueron como una mancha borrosa, ropa desgarrándose,
pasiones corriendo y mi salvajismo interno tratando de salir y dominarlo todo. Quería ser
dulce con ella esta primera vez, empujarla lentamente, acostumbrarla al monstruo que
lucía entre mis muslos, pero la verdad era que apenas estaba seguro que me quedaba un
poco de cordura en ese momento.
Nunca me había sentido tan vivo antes e, incluso si hubiera actuado correctamente,
mejor que dejarme llevar y actuar como un loco posesivo y territorial, podía ver que estaba
allí conmigo.
Cuando ambos estuvimos desnudos, la sostuve en mis brazos durante unos segundos,
consciente de la pequeña herida en su sien mientras la besaba profundamente, y la llevaba
hasta mi cama. Por mucho que me gustaría haberla follado contra la pared, frente a la
chimenea o, al infierno, incluso en el mostrador de la cocina, quería a mi mujer boca arriba
con las piernas abiertas y cubierta por mi aroma.
Di un paso atrás y admiré la vista una vez que estuvo sobre el colchón, su cuerpo
gloriosamente desnudo y perfecto luciendo como una maldita oferta.
-Muéstrame, bebé. Muéstrame lo que será mío -ella instantáneamente hizo lo que le
dije. Cuando sus muslos se abrieron y su coño estuvo a la vista, un fuerte gemido salió de
mi garganta. -Joder, tan perfecta -unos segundos después estaba de rodillas ante ella.
Necesitaba probarla, que toda su crema cubriera mi boca y se deslizara por mi garganta.
Pasé mis manos sobre sus muslos y enrosqué mis dedos en su carne suave. Luego separé
aún más sus piernas, oliendo el dulce aroma de su coño, la euforia invadió mis sentidos.
Me incliné hasta que solo hubo una pulgada entre ella y su lindo coño. Un pequeño ruido
de necesidad la abandonó.
-Esto es todo para mí, ¿no? -se lamió los labios y asintió. -Dime. Di las palabras.
Un sonido bajo salió del fondo de mi garganta, ni siquiera traté de ser civilizado en ese
momento. Deslizando mi mano entre sus piernas, no toqué su coño de inmediato, solo
mantuve mis dedos justo en la parte interna de su muslo, justo al lado de ese pliegue
donde su pierna se unía con la pequeña y apretada parte de ella.
Abriendo sus muslos a aún más con mi otra mano, me descontrolé. Ya no iba a esperar.
No podía porque estaba a punto de perder la cabeza. Toqué su coño y ella separó los
labios, jadeando. Moví mis dedos a través de su raja mojada y empapada, gruñendo por lo
excitada que estaba. Tan preparada para mí, tan malditamente lista que mi polla goteaba
pre-semen, lista para enterrarse profundamente en su coño.
-Dime cuánto deseas mi gran polla -no habló durante largos segundos, pero vi como se
lamió los labios y asintió, respondiendo sin decir ninguna palabras. -Necesito oírtelo decir,
bebé.
-Mierda -gruñí, enloquecido porque eso era todo lo que necesitaba escuchar para
finalmente reclamarla.
~6~
Ruby
Dios, no podía creer qué estaba sucediendo. Pero lo quería todo y mucho más. Solo con
Wolf.
Gracias a él, por fin había recobrado mi cordura, me di cuenta de que la vida que había
estado viviendo era aburrida, sin sentido. Al estar con Wolf, incluso por ese corto tiempo,
me sentía... viva.
Se echó hacia atrás, una mirada oscura y excitada cubría su rostro, y me mojé aún más.
Miró a lo largo de mi cuerpo, sus ojos brillaban de deseo, de lujuria.
-Entrégate a mí, déjame mostrarte lo bien que puedo hacerte sentir, lo feliz que puedo
hacerte -Wolf estaba entre mis muslos, su rostro justo al lado de mi coño, su cálido
aliento provocando la parte más sensible de mí. Levantó su mirada de entre mis piernas y
me miró a los ojos. -Voy a hacerte sentir tan jodidamente bien que no caminarás derecha
mañana -hablaba bajo, el placer se filtraba en sus palabras, en su tono. -Voy a llenarte
con mi esperma y hacértelo tomar todo -respiraba más pesado. -Voy a bombear tanto
dentro de ti que cuando estés parada, mi semilla se deslizará por tus muslos internos -me
di cuenta de que sus propias palabras lo estaban excitando, llevándolo a querer todavía
más de mí. Sus palabras sucias casi me llevaron al borde. Deseaba rogar y suplicar como
una esclava a su amo, para que me follara, y yo no era así, en absoluto. Nunca me había
metido en la cama con hombres que apenas conocía. Demonios, había pasado mucho
tiempo desde que incluso había tenido una cita con un chico. Pero con Wolf era diferente.
Quería mucho más. No solo el sexo sucio que sin duda tendríamos... deseaba quedarme
con él irrevocablemente. Se inclinó más cerca, así que tenía su boca cerca de mi oído. Sus
palabras oscuras y deliciosas me apretaron el coño. -Di mi nombre, bebé. Cerré los ojos y
me estremecí.
-Wolf.
-Estás preparada para mí, ¿verdad? -susurró.
-Sí -susurré de vuelta. Me encontré gimiendo y empujando mis senos contra su pecho
duro y musculoso.
Alisó su mano sobre mi pecho y la colocó justo entre mis senos. Su gran cuerpo
bloqueaba todo detrás de él, pero no me importaba nada, no quería ver nada más que a él.
Sentí sus labios a lo largo de mi mandíbula, me encantó el roce de su barba, ya que abrasó
ligeramente mi carne. Inhalando profundamente, percibí su aroma embriagador, un aroma
masculino y poderosa.
Movió su boca a lo largo de mi cuello, acarició mi piel con su lengua y, Dios, se sintió
tan bien. Sabía que era una persona ruda y que le sería fácil tomar todo lo que quisiera de
mí. Era tan imponente, tan fuerte y grande. Pero en ese momento, estaba siendo
terriblemente dulce.
-¿Estás lista para mí? ¿Estás lista para tomar mi polla dura en ese pequeño coño
apretado tuyo?
No podía respirar, sus palabras eran tan eróticas que me prendieron fuego. Estaba
mareada, necesitada, y tan mojada que sentía como mi crema cubría mis muslos internos.
-Estoy lista -las palabras salieron por sí solas. -Por favor -su polla dura presionó
contra mi pierna, era grande y larga, dura, y casi hizo que gimiera de desesperación.
-Me tienes tan al borde que apenas estoy aguantando -dijo mientras nos miramos a
los ojos. -Estoy a punto de correrme y ni siquiera estoy dentro de ti, bebé -vi como algo
cambiaba en sus ojos, como aparecía de pronto toda la ternura del mundo. Pasó un dedo
por mi mejilla, su mirada en mi boca. Poco después sentí sus labios sobre los míos, su
lengua clavándose entre ellos, sabía potente, poderoso. Sabía a hombre, y era todo lo que
necesitaba. -Mía -gimió contra mis labios, su voz era más profunda, su necesidad de mí
haciéndose evidente . -No se trata solo de poseerte -dijo casi para sí mismo. -Porque soy
tuyo de la misma manera que tú eres mía.
Debería estar asustada por el hecho de que hablara de mí con tanta posesión pero, por
extraño que fuera, no tenía miedo. Quería sentir más. Estar con Wolf me hizo abrir los
ojos, me hizo sentir cosas que nunca, ni en mis sueños, pensé que eran posibles. Cuando
vivía en la cuidad, mi vida era la de un robot, me marchitaba día tras día. Pero aquí,
encerrada en su cabaña en el medio del bosque, por fin me sentía viva y feliz.
Movió su pulgar a lo largo del pulso justo debajo de mi oreja, esa suave presión me hizo
relajarme aún más. Wolf me mordió suavemente el labio, el aguijón me hizo jadear
ligeramente. Me puse más húmeda.
>>Tócame -dijo, exigiéndome. Tenía mis manos sobre su pecho, sus músculos firmes
debajo de mis palmas. Dios, era tan fuerte, tan grande y tan musculoso. Estaba claro que
trabajó largas y duras horas haciendo de este lugar un hogar... nuestro hogar.
Dios, realmente estaba haciendo esto. Todo estaba sucediendo muy rápido, pero no me
importaba, no tenía intensión de detenerlo.
A sentir su erección contra mi trasero, cerré los ojos y me mordí el labio. El sabor a
sangre me cubrió la lengua y me di cuenta de que me había roto la piel del labio inferior.
-Joder -gimió.
Un segundo después, Wolf se alejó de mí, pero solo el tiempo suficiente para quedarse
desnudo por completo. Miré por encima de mi hombro y sentí que mis ojos se abrían como
platos mientras miraba la erección masiva que tenía.
Su polla era larga, gruesa, enorme, y mi coño se apretó al pensar en él empujando todo
eso dentro de mí.
Gemí ante su mirada. Sus ojos estaban clavados en mí, como si quisiera devorarme.
Un segundo más tarde, estaba de nuevo encima de mí, su polla dura presionando mi
trasero, el calor de su cuerpo envolviéndome. Unos escalofríos subieron por mis brazos al
sentir el pre-semen manchar mi piel caliente.
Puso sus manos a cada lado de mis muslos externos y, lentamente, las movió hacia
arriba. Se sentían cálidas, grandes y ligeramente callosas sobre mi piel, demostrándome el
intenso trabajo manual que hizo aquí para sobrevivir.
-!Dios, sí¡
Sus palabras eran bajas y profundas, y contuve el aliento mientras esperaba que me
reclamara. Pero en lugar de penetrarme, sentí a Wolf moverse a lo largo de mi cuerpo, su
cálido aliento deslizándose por la parte superior de mi trasero. Besó y lamió mi carne,
enviándome casi al límite. Luego agarró las mejillas de mi trasero y apretó los dedos
alrededor de los montículos, haciendo que el placer y el dolor se mezclaran.
>>Tan jodidamente perfecta -gruñó. -Tan jodidamente mía -cuando extendió mis
mejillas, el aire frío se filtró por mi pliegue. No podía respirar, me sentía mareada por el
placer. -Tan... increíblemente... jugoso -pasó un dedo por mi raja y me mordí el labio con
más fuerza.
-Por favor -le rogué, sin importarme cuán necesitada o desesperada sonara. Me dio
una bofetada en la mejilla derecha, el sonido de la carne golpeada llenando el habitación.
-Me anhelas -me acarició nuevamente, moviendo su mano entre mis piernas,
demostrando que por su palmada estaba aún más húmeda.
-Sí.
>>Dios, sí -exhalé involuntariamente. Chupó aún más fuerte y me quedé sin aliento. El
placer parecía no tener fin, me robaba el aliento y me mareaba.
-Soy el único hombre que puede satisfacer tus necesidades -pasó sus dientes por mi
coño mientras
jadeaba.
Empujó más mis piernas y, antes de que si quiera pudiera entender lo que estaba
sucediendo, me volvió a acostar boca arriba. Una vez más, inmovilizó mis dos muñecas en
una de sus manos, empujándolas sobre mi cabeza. Estirándome, se inclinó entre mis
muslos y volvió a ponerme la boca en el coño, devorándome.
Fue implacable mientras frotaba mi clítoris, moviendo ese grueso dedo alrededor de la
abertura de mi cuerpo, sin penetrarme, pero prometiendo que podría llevarme como
quisiera.
Cuando comenzó a penetrarme con su dedo, solo un dedo grueso, me hizo jadear. Con
su mano sobre mi vientre, me mantuvo inmovilizada, haciéndome tomar lo que él quería.
Wolf movió su lengua de un lado a otro sobre mi clítoris mientras me follaba lento y fácil.
>>Hmmm -tarareó y jadeó. -Tan jodidamente bueno -su aliento me calentó hasta la
médula. -Mío -murmuró contra mi carne. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir sus
labios sobre mí, esa palabra solitaria me conmovió profundamente.
Nos mantuvimos mirando fijamente el uno al otro durante varios segundos, y luego
chocamos nuestras bocas al unísono. Gemidos se derramaron de nosotras bocas, mientras
él movía sus manos detrás de mí y clavando sus dedos en la carne justo encima de mi
trasero. Las imágenes de nosotros juntos, la piel húmeda de sudor, los músculos estirados
y tensos, llenaron mi cabeza. Sentí que mis nervios se desvanecían, que mi lado femenino
se levantaba dentro de mí, seguro de si mismo. Me agaché y agarré su enorme polla.
Cuando la punta estuvo justo en mi entrada, un momento de quietud se estrelló entre
nosotros.
-No hay vuelta atrás después de esto, Ruby -cuando se deslizó otra pulgada,
estirándome poco a poco, todo lo que hice fue asentir.
-No quiero que pares -y Dios, nunca quise decir eso más de lo que lo hice en ese
momento. -Bésame -le susurré. No me hizo esperar. Gemí contra sus labios y apreté mi
coño alrededor de su eje. -Estoy tan llena, y aún no has entrado -él jadeó después de que
yo hablara, mientras descansaba su frente contra la mía, su respiración entrecortada.
-Todavía no has sentido nada -con un movimiento rápido de cadera, se abrió camino
dentro de mí, penetrándome profundamente.
Cerré los ojos, incapaz de mantenerlos abiertos por más tiempo, y Wolf comenzó a
moverse dentro y fuera de mí más rápido y más duro.
>>Cristo -gime mientras me bombeaba como un loco. Envolví mis piernas alrededor de
sus caderas, estabilizándome mientras me follaba. Wolf comenzó a penetrarme sin parar.
Los sonidos de nuestra carne golpeándose una contra la otra, de mi piel húmeda
moviéndose a lo largo de la suya de una manera muy sucia y erótica, hicieron que mi
placer aumentara.
La raíz de su polla golpeaba mi clítoris cada vez que se estrellaba contra mí.
>>Te sientes tan jodidamente bien -murmurando las palabras, cerró los ojos por un
segundo antes de volver a abrirlos y mirarme. El sudor goteaba por su frente mientras se
estrellaba contra mí todavía más fuerte, dejando salir un gemido bajo de placer. Jadeé por
la potencia de sus empujes.
>>Quiero verte venir -metió la mano entre nosotros, presionando su pulgar contra mi
clítoris. -Quiero sentirte ordeñando mi polla -estaba respirando con dificultad, como si
hubiera corrido una maratón. -Quiero correrme contigo. Quiero que nos unamos -frotó el
paquete de nervios de un lado a otro, mantuvo esa presión sobre mí hasta que giré mis
caderas pidiendo más. Quería me penetrara más profundo. Presionó su boca contra mi
oído, lamiendo, chupando y besando mi piel. Empezó a gemir, incapaz de controlarse, y
me di cuenta de que él también estaba cerca de venirse. -Eres mía -se estrelló contra mí
una vez, dos veces, y a la tercera aplicó más presión sobre mi clítoris hasta que estuve a
punto de venirme de nuevo. Pero justo cuando estaba muy cerca, él disminuyó la
velocidad. Antes de que pudiera rogarle que me follara más duro, se agarró a mis caderas
con fuerza. -Dime que eres mía -estaba empujando como un loco ahora, dentro y fuera,
más rápido y más duro, y ahí es cuando me perdí entre el placer, el olor y el poder que
provenía de él. Me sentí caer al borde una vez más. Llegué largo y duro, y lo escuché gemir
contra mi cuello. -Dilo -me ordenó Wolf gruñendo las palabras.
-Soy tuya -dije al instante. No pude evitar darle lo que quería, porque era lo que yo
también quería.
Cuando mi placer se desvaneció y ambos estábamos jadeando bruscamente, Wolf se
retiró de mí con un gruñido y se tumbó a mi lado, acercándome y envolviendo sus brazos a
mi alrededor. Giré la cabeza y cerré los ojos, respirando su aroma. Era oscuro e
intoxicante, y me tenía necesitada de nuevo. Me abrazó como si fuera valiosa, como si
pudiera romperme en cualquier momento. Me abrazó como si fuera realmente suya.
-Lo eres -murmuró por lo bajo. Su voz gruesa y profunda, afirmando un echo que tanto
uno como el otro sabíamos, que era irrevocable.
Lo nuestro era una locura y revolucionó mi mundo, pero me sentía completa y feliz. Era
como un sueño, pero Wolf lo estaba haciendo muy real.
Me abrazó aún más y supe en ese momento, que mi vida antes que él había sido una
serie de acontecimientos sin sentido.
~8~
Ruby
Me apoyé en el porche, mirando el bosque, y me llevé la taza de café a la boca. Tomé
un sorbo lento y profundo del líquido caliente, la cafeína instantáneamente se filtró por mi
torrente sanguíneo, haciéndome cobrar vida. Estaba adolorida, y el tirón que sentía entre
mis muslos, mantenía fresco en mi mente los recuerdos de la noche anterior. Lo que Wolf y
yo compartimos.
Esta mañana me despertó queriendo más y, aunque me había mostrado una pasión que
nunca había imaginado, todavía lo deseaba. No podía saciarme de sus caricias, de sus
toques.
Dejé mi taza de café sobre la barandilla, me acerqué a las escaleras y salí del porche.
Caminé por el perímetro de la cabaña, viendo una serie de arreglos destinados a ayudar a
sobrevivir cuando estás en el medio de la nada: la leñera, un tendedero, un pequeño jardín
cercado... Arbustos de moras y frambuesas crecían a lo largo del borde del bosque, las
bayas me llamaron la atención, y me encontré caminando hacia ellas. Escogí algunas y,
cuando las metí en mi boca, el sabor dulce pero también agrio explotó en mi lengua.
Todo estaba tan tranquilo aquí, sereno. Cerré los ojos y sentí la brisa levantarse,
moviendo los mechones de mi cabello a lo largo de mis hombros. Podía verme aquí,
viviendo con Wolf y sin preocuparme por nada ni por nadie. Era una locura, pero no podía
impedir a mi mente contemplar esa posibilidad.
Con mis ojos aún cerrados, sentí como unos fuertes brazos me envolvieron, tirando de
mí para atraerme y arroparme. El olor a Wolf invadió mi nariz, haciéndome sentir mareada
y necesitada. Me recosté contra su torso duro, dejando que mi cabeza descansara sobre su
pecho, disfrutando de que me abrazara mientras todavía estábamos aquí en el medio del
bosque.
Sentí como Wolf apretaba su agarre sobre mí y luego besaba la parte superior de mi
cabeza. El sonido de los pájaros chirriando, de las ramitas partiéndose en la distancia, del
sol en mi cara y el viento en mi cabello, me hicieron sentir como en casa.
Todo eso me hizo querer dejar todo, enviar a la mierda mis responsabilidades, mi
trabajo... y quedarme aquí con Wolf.
-Entonces quédate -dijo con una voz grave y ronca. Abrí los ojos justo cuando él se
alejó, dejando sus manos sobre mis hombros para que pudiera darme la vuelta para
mirarlo. Nos miramos a los ojos durante largos segundos y luego ahuecó mis mejillas y se
inclinó para besarme suavemente. -Quédate aquí conmigo -murmuró contra mi boca.
>>Quédate conmigo, Ruby. El hecho de que estés conmigo no significa que tengas que
renunciar a tu vida -pasó su mano sobre mi cabello y me apoyé en su toque. -Sabes que
no puedo dejarte ir, y no lo haré. ¿Cómo puedo dejar que mi mundo se vaya? -sonaba
como un loco cuando pronunció estas palabras, pero entendía perfectamente a lo que se
refería. Me sentía de la misma manera.
-Esto es una locura -susurré,- pero siendo honesta, la idea de no tener esto nunca más
me asusta -esa última parte lo dije tan bajo que ni siquiera sabía si me había escuchado o
si realmente lo había dicho en voz alta.
Se inclinó y me besó.
-¿Quién dice que la locura no es a veces sensata? ¿Quién puede decir que todos los
demás están haciendo las cosas bien? ¿Tal vez estar aquí, tú y yo, es lo correcto? A
lo mejor es lo que se supone que tiene que ser. Solo nosotros.
Todo tenía mucho sentido. Pero tal vez me estaba engañando a mi misma. Tal vez solo
quería esto por mis ganas de dejarme llevar por mis sentimientos. Seguir sintiendo lo
bueno y correcto que era dejar toda racionalización.
¿Tal vez no debería preocuparme por todo lo demás y hacer lo que me hacía feliz, por
una vez?
Pensé en ese lugar que alquilaba. No era un hogar, solo dormía y comía allí. Y cuando
quería escribir, lo hacía en la esquina de un pequeño escritorio, una lámpara de pie
emitiendo un tenue resplandor amarillo. Eso definitivamente no se podía considerar un
hogar.
La sensación que tenía ahora en los brazos de Wolf, mientras sus palabras resonaban
dentro de mí una y otra vez, me dejaron claro todo lo que necesitaba saber. Anhelaba
estar con Wolf, aquí era exactamente donde quería estar.
-Está bien -susurré. -Me quedaré contigo, soy tuya.
No es que tuviera otra opción, como él dijo, desde el momento en que nos conocimos,
mi destino estaba sellado al suyo. Y, por Dios, eso se sentía increíble.
Epilogo 1
Ruby
Un mes después
Me podrían haber dicho mil veces lo completamente loca que estaba, bueno, tal vez lo
era, solo un poco, pero la verdad es que no me importaba, me sentía tan bien. En ese
momento, lo que estaba haciendo, bueno, a punto de hacer, era la elección correcta. Estar
con Wolf, dejar de lado mis inhibiciones para, simplemente, ser libre, al final resultó ser la
cosa más sensata que había hecho.
-¿Estás lista? -preguntó Wolf con esa voz gruñona que siempre me hacía temblar las
rodillas y querer que me inclinara sobre el capó de un coche. Dios, yo era insaciable en lo
que a él respetaba.
No había estado mintiendo cuando dijo que era suya, que no había vuelta atrás, que no
tenía ninguna posibilidad de deshacerme de él. Era una locura pero, después de solo un
mes de conocerlo, estaba perdidamente enamorada de este hombre, y quería empezar una
nueva vida... donde sería irrevocablemente suya.
-Sí, cuando quieras nos vamos -dije y me puse de puntillas, envolviendo mis brazos
alrededor de su cuello y acercando mis labios para besar los suyos. La suavidad de su
barba me hizo cosquillas en la cara, pero fue su esencia tan masculina lo que hizo que mi
coño se mojara al instante.
-No creo que tenga muchas otras alternativas. ¿Si te digo que no, me dejarías ir?
Cuando me miró, tenía en la cara una gran sonrisa que mostraba sus dientes blancos y
rectos, haciéndolo parecer más a un depredador que a cualquier otra cosa.
Cuando me miró, tenía en la cara una gran sonrisa que mostraba sus dientes blancos y
rectos, haciéndolo parecer más a un depredador que a cualquier otra cosa.
-No, no lo haría -admitió mientras me abrazaba. -No hay lugar en este jodido planeta
al que puedas ir y donde no te encuentre -suspiré.
Me estaba mudando a las montañas, dejándome llevar por mis sentimientos, dejándolo
todo atrás para seguir mi corazón. Había negociado un acuerdo bastante bueno con mi
empresa. Uno que me permitía trabajar, en su gran mayoría, desde casa. Iba a ser
complicado con los pocos recursos que tenía en la cabaña, pero la idea era hacer viajes
quincenales a la ciudad para entregar todas mis columnas y documentos, aprovechando
para hacer la compra de los víveres que necesitábamos al mismo tiempo. Así que me
pareció una buena solución y decidí seguir trabajando.
Ser suya no significaba que tenía que perder mi independencia. Anhelaba ser una
persona autónoma, ser la mujer que quería ser… pero también deseaba tener a mi lado el
hombre que amaba.
-¿Estás segura de esto? -me preguntó por centésima vez desde que le dije que no
quería vivir en la cuidad, que me gustaría vivir con él, en el bosque.
-Esto es lo que quiero -sonreí y extendí la mano para tomar la suya en la mía. Me di
cuenta de lo incómodo que estaba, sabía que no era una persona demasiada sociable. Tuvo
una existencia solitaria, y fue elección suya, bueno, hasta que me conoció. Era la única
persona con la que quería pasar su vida... y el sentimiento era mútuo. Sentía lo mismo que
yo, pero con más intensidad, y Dios, lo amaba aún más por eso.
Así que me deshice de mi piso, empaqueté las cosas que quería conservar, vendí el
resto, y ahora estaba a punto de mudarme con mi hombre salvaje.
Un año después
Pero ella entendió y aceptó esta vida. Estaba intentando que ella viniera a cazar
conmigo de vez en cuando, no solo para enseñarle a usar el rifle como un artilugio que le
proporcionaría comida, sino también para poder protegerse si era necesario.
Había regresado a casa de su viaje mensual a la ciudad hace treinta minutos. Solo me
dio un rápido asentimiento mientras se dirigía al baño y había estado allí desde entonces.
Miré hacia la puerta cerrada, esperando que ella estuviera bien. Estaba un poco
preocupado, pero el golpeteo de los armarios, la descarga del inodoro y el lavabo en
funcionamiento me indicaron que estaba bien.
Entonces Ruby cerró los ojos y exhaló lentamente, sacudiendo la cabeza. Se relajó
visiblemente mientras sonreía suavemente.
-Tranquiló, no ha pasado nada -dijo ella, pero escuché la forma en que su voz se volvió
más aguda en esa última palabra.
-Algo está mal. Puedo sentirlo -tenía mis manos ahuecando cada lado de su cuello,
sintiendo su pulso correr debajo de mi pulgar. -Háblame. Dime cómo arreglar lo que no
está bien.
Ella sacudió la cabeza y sonrió de nuevo, y pude ver que era genuino.
Como a camera lenta, levantó la mano enseñándome un palo blanco. Podría haber sido
un solitario toda mi vida, viviendo lejos de la civilización, pero sabía que era una prueba
de embarazo.
Tomé el palo de su mano y miré las dos líneas rosadas. No necesitaba preguntarle qué
significaba, no necesitaba leer el folleto que venía dentro de la caja. En el palo decía que
dos líneas significaban que estaba embarazada. Sentí mi corazón caer en mi vientre, mi
pulso acelerarse. Mirando a la mujer que amaba, todo lo que podía pensar era que la
perfección estaba frente a mí.
Parecía nerviosa y preocupada, tal vez pensando que esto no era lo que yo quería, o
que era demasiado pronto. A pesar de que le dije miles de veces que iba a ser la madre de
mis hijos, era obvio que tenía miedo de mi reacción.
-Un bebé -le dije, mirándola fijamente. Vi como se lamía los labios y como su garganta
se movía mientras tragaba. Ella asintió lentamente, con los ojos aún muy abiertos y las
pupilas dilatadas.
-Es demasiado pronto, ¿no? No sabía qué hacer, si decírtelo ahora o esperar un poco...
Tenía mis labios sobre los de ella antes de que ella pudiera terminar de hablar,
besándola con fuerza, demostrándole todo el amor que sentía por ella. Cuando me aparté,
respiraba con dificultad. Tomé su mano y ahuequé su mejilla con la otra, alisando mi
pulgar a lo largo de su labio inferior.
La besé una y otra vez hasta que no pude respirar. Luego me puse de rodillas y le subí
la camisa, dejando al descubierto su vientre. Apoyé mi frente sobre su piel suave, cerré los
ojos y me deleité con el hecho de que iba a ser padre. Besé su ombligo, mi posesividad y
mi naturaleza territorial creciendo dentro de mí más fuerte que nunca.
Ella era mi mujer y llevaba a mi hijo. Si una vez había pensado que mi necesidad por
ella había sido fuerte antes, es que todavía no conocía al alfa que alzaba la cabeza en ese
mismo momento, mientras se despertaba dentro de mí.
Mi mujer.
Mi esposa.
Fín
Jenika Snow