El Caballo Perdido
El Caballo Perdido
El Caballo Perdido
Paulo Coelho
Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un labrador con su hijo. Su único bien material,
aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.
Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos, que lo
respetaban mucho por su honestidad y diligencia, acudieron a su casa para decirle lo mucho que
lamentaban lo ocurrido. Él les agradeció la visita, pero preguntó:
-¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?
Alguien comentó en voz baja con un amigo: "Él no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que
quiera, con tal de que no se entristezca por lo ocurrido".
Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.
Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como
compañía. Al saber eso, los habitantes de la aldea, alborozados porque sólo ahora entendían la
respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador, para felicitarlo por su suerte.
¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?
Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon,
comentando por el camino: "¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un
regalo?"
Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar la yegua. Pero el animal saltó de una manera
inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna.
Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la
aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre, diciendo que todos estaban muy tristes por
lo que había sucedido.
El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó: -¿Cómo podéis vosotros saber si lo
ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?
Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que el accidente de
un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí: "Realmente se
ha vuelto loco, su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún duda que lo ocurrido es una
desgracia".
Transcurrieron algunos meses y Japón le declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador
recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar
a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes, excepto al hijo del labrador, quien tenía la pierna rota.
Ninguno de los muchachos regresó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron
vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y
ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos. Siempre que alguno de
ellos se quejaba, el labrador decía: "¿Cómo sabes si esto es una desgracia?" Si alguien se alegraba
mucho, él preguntaba: "¿Cómo sabes si eso es una bendición?" Y los hombres de aquella aldea
entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.
1. Identifica las características del texto que acabas de leer, tomando en cuenta la información
del cuadro.
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6. En la historia se utilizan expresiones como, “Una semana después”, “Pasado un mes”, etc.
Explica por qué el autor las usa.
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7. ¿Qué sucedió en la aldea cuando Japón le declaró la guerra a China?
a. Ninguno de los hijos que fueron a la guerra regresó vivo.
b. Buscaron a jóvenes para ser enviados al campo de batalla.
c. Reclutaron a todos los jóvenes, menos al hijo del labrador.
d. Eligieron solo a jóvenes saludables para la batalla
El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios
con él en todos los momentos. Siempre que alguno de ellos se quejaba, el labrador decía: “¿Cómo sabes
si esto es una desgracia?”. Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba: “¿Cómo sabes si eso es una
bendición?”. Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene
otros significados.
La dama y el viajero1
Cuando me disponía venir a Lima conocí a don Guillermo, que muy amablemente me invitó a subir a su
camión en donde transportaba cereales a la capital desde Huancavelica; subí en la Oroya. Le dije que
tenía el mismo nombre de mi abuelo ya fallecido, que también se dedicaba en sus años de juventud a
viajar transportando alimentos de Huancayo a Huancavelica y viceversa.
Te cuento lo que me pasó en el pueblo de Pampas, cuando viajaba para Huancayo trayendo carga -me
dijo-.
“Cuando salía de Pampas, ya muy de noche y bajo una interminable lluvia, pude avistar a una mujer en el
camino; ella iba caminando muy lentamente en la carretera, debiste verla con aquel vestido blanco
totalmente empapado. Frené suavemente pues también iba despacio por el mal estado de la carretera.
Le hice una señal para que suba al camión y así pudiera protegerse de la lluvia, ella asintió y se sentó en
el mismo lugar en donde estás tú. Era una mujer muy joven y bella, al verla en esas condiciones le ofrecí
mi casaca para que pudiera abrigarse, me agradeció y en su rostro vi dibujada una sonrisa tierna.
Al acercarnos al poblado la Mejorada, ella me pidió bajarse del camión; pues tenía familia allí. Como aún
llovía y era apenas las dos de la madrugada, le dije que se quede con mi casaca, que en otro momento iría
por ella. Solo le pedí la dirección de su casa.
Pasó una semana y cuando volví a la Mejorada, fui a buscarla hasta su casa. Grande fue mi sorpresa
cuando salió su madre y me dijo que Virginia -así me dijo que se llamaba-, había muerto hace diez años
atrás. Precisamente en un accidente de carreteras, cuando el bus que los transportaba de Pampas se fue
directo al barranco; en el lugar donde la recogí.
Yo no le creí a la señora y pensé que se querían quedar con mi casaca. Para confirmar los hechos, su
madre me llevó hasta el cementerio del pueblo y allí pude corroborar que en verdad la joven y bella
Virginia estaba muerta. La fotografía en el nicho era la misma chica que vi hacia como una semana. Pero
lo que más me sorprendió, fue ver mi casaca a un costado, junto al nicho de la joven. Su madre no tenía
1
explicación alguna por lo sucedido, solo me dijo que era la cuarta vez que pasaba eso; habían preguntado
por su hija que había subido al camión en la carretera a Pampas.”
Quizá sea un relato cierto, porque mi abuelo Guillermo me contó lo mismo. Para poder confirmar esta
historia fascinante, viajé hasta el poblado la Mejorada en Huancavelica, no busqué precisamente el
domicilio de la joven Virginia; sino me fui directamente hasta el cementerio y busqué su nicho toda la
mañana de un sábado de junio de 2000.
Cuando me sentía desanimado y listo para salir del lugar, vi algo que me llamó la atención. Me acerqué
rápidamente hasta aquel sitio y noté algo al costado de un nicho; era una bolsa, y dentro de ella pude ver
una chompa de alpaca de color marrón y franjas blancas. Era el nicho que estaba en un extremo del
cementerio, casi escondido, casi olvidado. En la lápida semidestruida pude distinguir el nombre de Virginia
Matos, fallecida en 1989. Aunque no pude ver la fotografía.
Dejé las cosas en su lugar y salí del cementerio, ya era de tarde; sentí el deseo de ir a la casa de Virginia.
Al volver a Huancayo me preguntaba ¿Cómo pudo llegar aquella bolsa con una chompa hasta ese lugar?
¿Por qué precisamente ahora que fui a confirmar la historia? ¿Será que Virginia me tenía algo preparado
como bienvenida? Quizá apenas haya sido una mala pasada de mi imaginación.
Grande fue mi sorpresa cuando salió su madre y me dijo que Virginia -así me dijo que
se llamaba-, había muerto hace diez años atrás.
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