La Teoría Procesal y Los Procesos Constitucionales

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FACULTAD DE DERECHO Y HUMANIDADES

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO


CENTRO ULADECH: CHIMBOTE

ASIGNATURA:
DERECHO DE CONTRATOS
“LA TEORÍA PROCESAL Y LOS PROCESOS
CONSTITUCIONALES”

DOCENTE:
JOSE DANIEL MONTANO AMADOR
ALUMNA:
URQUIAGA VALVERDE LORENA ALESSANDRA

CHIMBOTE—PERÚ
2022
.
LA TEORÍA PROCESAL Y LOS PROCESOS
CONSTITUCIONALES

El aprendizaje del derecho procesal tiene posibilidades alternas para comprender sus

contenidos. Muchas veces el enfoque se orienta hacia la técnica y razona la disciplina como

puramente instrumental. Vale decir, aceptando que es una “herramienta de los derechos

sustanciales”, y dando a entender que constituye, ni más ni menos, que un sistema para poner

en práctica los derechos subjetivos. De este modo, se conoce la finalidad y los medios para

lograrlo.

Otros, decididamente, resuelven sus temas desde la función que cumplen en el proceso

judicial jueces y partes, de manera que los estudios se vinculan exclusivamente a la ciencia

del proceso. Aquí se aprende el arte y oficio de abogar y juzgar, cada uno en su campo.

No faltan quienes reducen el problema estableciendo posiciones diferentes según se

interprete que “lo procesal” es una parte del derecho privado de las personas que, al llevar

sus conflictos al proceso, solicitan la aplicación del derecho objetivo, oponiéndose a algunos

más que sostienen que el derecho procesal es derecho público, porque desde el proceso se

protegen los intereses de la comunidad y los bienes jurídicos individuales. Digamos que este

es un terreno donde abona la política procesal.

En el derecho procesal, las fuentes llegan tanto desde el derecho positivo como de la

conducta con sus valores y arquetipos. Ellas son las que permiten al juez adoptar criterios de

solución, y los que las partes y sus abogados, aprovechan para la argumentación jurídica

(exposición del caso).

En orden de importancia son fuentes: a) la ley y la costumbre; b) la jurisprudencia, y

c) la doctrina (Placio, 1979, p.36)


También se define el objeto de la ciencia como el estudio de las normas y funciones

del poder jurisdiccional del Estado, de manera que la perspectiva tiene una inmediata

connotación de contenido constitucional. La polémica se encuentra desde los comienzos

teóricos de la disciplina y, en líneas generales, presenta la concepción ideológica del proceso,

y como tal, condiciona los poderes, deberes y obligaciones de las partes y del tribunal.

Con el tiempo y el desarrollo de las ideas, el dogma se fue extendiendo para ocuparse

de los procedimientos que tienen otras áreas del saber científico, provocando reclamos de

autonomía desde el derecho procesal administrativo o el derecho procesal del trabajo, y el

más reciente y encumbrado, derecho procesal constitucional (Gozaíni, s/f, p.15).

Como la Constitución es la norma suprema del Estado, requiere de institutos jurídicos

que permitan garantizar dicha supremacía. Por ello, el constituyente peruano ha previsto una

serie de instrumentos de naturaleza judicial para resguardar no solo su posición dentro del

ordenamiento jurídico1, sino también asegurar la vigencia efectiva de los derechos,

principios y valores que reconoce y garantiza2. Asimismo, ha previsto un instituto para la

resolución de las controversias que surgen entre los poderes públicos y los diferentes niveles

de gobierno.

Estos instrumentos son los procesos constitucionales que se encuentran incorporados

en los artículos 200 y 202.3 de la Constitución:

– El proceso de inconstitucionalidad y la acción popular, cuya finalidad es garantizar

la supremacía jurídica de la Constitución frente a la ley, las ordenanzas regionales y

locales y demás normas administrativas;

– Los procesos de amparo, hábeas corpus, hábeas data y cumplimiento que tienen por

objeto proteger los derechos fundamentales frente a hechos o actos de las autoridades
públicas (leyes, resoluciones judiciales, actos administrativos) y de los particulares;

– El conflicto de competencias mediante el que se resuelven las controversias entre los

poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), organismos

constitucionalmente autónomos (JNE, BCRP, SBS, entre otros) y los niveles de

gobierno central, regional y municipal, por el ejercicio de competencias y funciones

asignadas por la Constitución.

La incorporación de estos instrumentos en el seno de la Constitución lleva a reflexionar

en torno a su relación con el proceso. Su entendimiento resulta medular para comprender

cómo el proceso, influenciado por la Constitución, se constituye como un mecanismo de

protección de los derechos, principios y reglas constitucionales y, a su vez, como el

instrumento que permite concretizar y actualizar sus contenidos normativos.

Por ello, debemos partir de una idea de Constitución como norma suprema del

ordenamiento, la fuente de las fuentes del sistema jurídico a la que todas se subordinan, que

es también una realidad viva que responde a una formación histórica que legitima el presente

a través de los hechos del pasado. Estos dos aspectos constituyen, respectivamente, un

concepto racional-normativo y un concepto histórico. Adicionalmente, debemos tener

siempre en cuenta un concepto sociológico, es decir la realidad del momento actual o los

casos en que se aplica la norma.

Derecho procesal constitucional como derecho constitucional concretizado

Esta concepción conlleva una serie de consecuencias. Por un lado, permite comprender

que el CPConst. constituye la concreción de diversas disposiciones constitucionales, por lo


que la lectura de sus disposiciones debe realizarse a partir de los contenidos materiales de la

Constitución (derechos, principios y valores).

En dicho sentido, el artículo I del Título Preliminar del CPConst. establece que este

«regula los procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo, hábeas data, cumplimiento,

inconstitucionalidad, acción popular y los conflictos de competencia, previstos en los

artículos 200 y 202 inciso 3 de la Constitución.

De la disposición citada también se desprende la idea de que el Código, como tal, viene

a ser la concreción y desarrollo no solo de las disposiciones contenidas en los artículos 200

y 202.3 de la Constitución, sino de otras vinculadas con la materia procesal constitucional,

tales como los artículos 201 (estatus constitucional del TC), 202 incisos 1 y 2 (competencias

del TC sobre los procesos constitucionales), 203 (legitimación activa en los procesos de

inconstitucionalidad), 103 in fine, 204 (efecto de las decisiones del TC en los procesos de

inconstitucionalidad) y 205 (apertura hacia la jurisdicción supranacional), así como de otros

que puedan resultar relevantes, como los artículos 1 (dignidad humana como fin supremo de

la sociedad y del Estado), 2 (catálogo de derechos), 3 (cláusula de derechos no enumerados),

4 (deberes del Estado frente a poblaciones vulnerables), 9 (derecho a la salud), 10 (derecho

a la seguridad social), 11 y 12 (derecho a la pensión), 13 a 19 (derecho a la educación), 22 a

28 (derecho al trabajo), 51 (supremacía constitucional), 103 (hechos cumplidos), 138

(control difuso), 139 (derecho a la tutela jurisdiccional y al debido proceso y otros derechos

procesales), 142 (prohibición del amparo contra decisiones del JNE y del CNM), 181

(prohibición de revisión judicial de las decisiones del JNE), entre otras. De lo señalado, el

CPConst. debe entenderse como una concreción en términos procesales de diversas

disposiciones constitucionales (Landa, 2018, p.24).


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Gozaíni, O. (s/f) Elementos De Derecho Procesal Civil. Disponible.


https://gozaini.com/wp-content/uploads/2018/08/Elementos-de-DPC-
Ediar.pdf

Landa, C. (2018) Derecho Procesal Constitucional. 1era Ed. Lima.

Palacio, L. (1979) Derecho Procesal Civil. Tomo I, Abeledo Perrot. Buenos Aires,

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