A.la Labor Del Abogado
A.la Labor Del Abogado
A.la Labor Del Abogado
REACREDITADA INTERNACIONALMENTE
UNIVERSIDAD PARADIGMÁTICA
FILIAL SICUANI
TEMA:
CLIENTE
esa línea se contempla que los abogados pueden ejercer un sin fín de tareas profesionales,
principios básicos de actuación de jueces y tribunales, entre los que se encuentran sin lugar
principios rectores que orientan a la impartición de justicia, si bien es cierto que los abogados
no tienen la capacidad para dictar una sentencia, no es menos cierto que su labor es necesaria
que son los que de primera mano hacen acopio de las pretensiones del ciudadano para
ajustarlas a derecho (Martí, 2002) y garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva. Uno de
los retos a los que se enfrentan los abogados como defensores de la justicia, es el que resulta
del marco normativo al que deben estar sometidos y por el que se apuesta desde la ética
profesional. Cuando hacemos referencia a una conducta ética dentro del ámbito jurídico, nos
referimos al comportamiento lógico y exigible que deben respetar los operadores jurídicos
aunque puede afirmarse que “las relaciones entre Ética y Deontología, como tantos conceptos
campo profesional; la Deontología sería, pues, una especificación de la Ética, como Ética
aplicada a una profesión” y, puede afirmarse que derivado de esa interpretación, “la ética
frecuente entre los estudiosos de los sistemas normativos, referirse a la moral y a la ética
como conceptos sinónimos. Es por ello que resulta necesario concretar aspectos
diferenciados. La ética, en este sentido, constituye una pauta conductual del comportamiento.
La ética viene entendida como una corriente filosófica cuyo objetivo prioritario es el análisis
del comportamiento humano. Como ciencia, la ética explica las cosas por sus causas. La
Abogacía es una profesión libre e independiente, que asegura la efectividad del derecho
libertades de las personas. Los Abogados deben velar siempre por los intereses de aquellos
cuyos derechos y libertades defienden con respeto a los principios del Estado social y
ante un conflicto en su actuación como asesor o consejero, indicando al cliente cuáles son
sus derechos y obligaciones. También puede operar como evaluador, analizando los asuntos
caso, el abogado deberá actuar con su cliente transmitiéndole el marco legal y los límites
legales de cualquier acción que pretenda realizar, señalando la mejor manera de actuar en la
encontrarse con situaciones en las que sea difícil mantener el sentido de justicia. Imaginemos que
se encuentra con un cliente que no quiera continuar el procedimiento tal y como establece el marco
normativo o con pretensiones irreales y fraudulentas. Ello no significa, que el abogado quede
que deriven de la elección realizada por su cliente. Pues, como se indica, la pretensión final del
principalmente de la justicia.
Puede suceder también, que un abogado ante una dilatación del proceso en la justicia
superar la ralentización que sufren los juzgados por el número de asuntos, o el coste que
justicia que reclama su cliente, mediante técnicas legales y conformadoras del Derecho,
participando así de la efectividad de la justicia. En todo caso, la labor primordial del abogado
como operador al servicio del Derecho en cualquiera de las funciones que represente, no es
más que la de gestionar los asuntos del cliente, tratando siempre que a éste le resulte
conflicto con eficacia y sentido de la justicia. La visión que se proyecta en la figura del
la defensa y garantía de los derechos del justiciable ante la tutela judicial efectiva desde una
visión de justicia social. Así lo entiende Sánchez-Stewart cuando defiende que “el abogado
es un operador esencial e irremplazable en la administración de justicia y en el
funcionamiento de uno de los poderes del estado y es pieza fundamental en la confianza que
dispensa (o no dispensa) a ese servicio público. El rol del abogado en el ejercicio constituye,
en este sentido, una función de orden social como garantía en la defensa de los derechos
humanos. En esta línea, surge el planteamiento del por qué siendo la abogacía la una
profesión libre, tal y como se defiende en el propio Estatuto de la Abogacía, requiere que el
abogado para el ejercicio de profesión como litigante deba estar al amparo de un Colegio
Profesional regulado por el derecho público”. Así lo indica la Ley 2/1974 de 13 de febrero
sobre Colegios Profesionales, en su artículo 1.1., cuando establece que los Colegios
Profesionales son corporaciones de derecho público, amparadas por la Ley y reconocidas por
el Estado, con personalidad jurídica propia y plena capacidad para el cumplimiento de sus
fines.
abogado, como profesional, se debe a su cliente. Es por ello, que la confianza se presenta
como una prioridad de primer orden. En cuanto al vínculo que une a un abogado con su
cliente, esa relación de confianza, debe respetar una serie de principios que responden a la
complementarias. El abogado por tanto mediante la utilización del discurso jurídico intentará
GRACIAS