Junto Con El Boom Minero Que Atravesó El País
Junto Con El Boom Minero Que Atravesó El País
Junto Con El Boom Minero Que Atravesó El País
Antecedentes
La evolución y el dinamismo alcanzados por la economía peruana durante casi una
década (2003-2012) han estado acompañados del crecimiento de varias
actividades abiertamente ilícitas: tala y minería ilegales y narcotráfico son algunos
de los rubros que se han expandido en diferentes zonas del país, y su influencia ha
sido y continúa siendo manifiesta en los territorios donde se han implantado. El
caso de la minería es bastante especial, en la medida en que en Perú esta
actividad juega un rol gravitante: actualmente representa algo más de 12% del PIB,
Ahora bien, cuando se habla del boom de la minería en Perú, se suele hablar
sobre todo de la expansión de la gran minería. Sin embargo, lo ocurrido en las dos
últimas décadas muestra que la expansión de esta actividad se dio en los
diferentes estratos en los que se clasifica la producción minera: gran minería,
mediana minería, pequeña minería y minería artesanal (este último estrato se
introdujo en la legislación peruana en 2002).
Lo cierto es que, en medio del boom minero y el aumento sostenido del precio
internacional de los metales, las zonas con presencia de minería en pequeña
escala, informal e ilegal también aumentaron notoriamente. Además de las cuatro
ya mencionadas, en los últimos años se constata que hay actividad minera
informal e ilegal en 21 de las 25 regiones del país. Por características geológicas y
por los propios pisos ecológicos que se presentan en Perú, se desarrolla este tipo
de minería tanto en yacimientos de llanura aluvial, sobre todo en zonas de
Amazonia baja (como Madre de Dios, una parte de Puno, Loreto, etc.), como en
yacimientos filoneanos o de vetas diseminadas, sobre todo en zonas de los Andes
y de Costa.
Por otro lado, hasta hace unos años, el estrato de la gran y mediana minería no
compartía territorios con la pequeña minería y la minería informal e ilegal. Por lo
general, la pequeña minería se implantaba en zonas que no eran atractivas para
las grandes empresas mineras y no competía directamente por los mismos
yacimientos. Sin embargo, esta situación fue cambiando, sobre todo a partir del
periodo de bonanza minera y del incremento de los precios de los metales. En la
actualidad ya se identifican zonas de convivencia con la gran minería, como ocurre
en regiones como Apurímac, Cuzco, La Libertad, etc. En muchas de estas zonas,
la fiebre del oro ha provocado que comunidades enteras se vuelquen a la
extracción en zonas próximas a operaciones y en concesiones de empresas de la
minería formal grande y mediana. En algunos de estos casos, la convivencia
termina generando competencia y disputa abierta por el acceso a las concesiones.
A estos tres factores se les pueden agregar otros, como la histórica e influyente
presencia de la minería en varias regiones del país, que ha provocado una suerte
de especialización productiva de trabajadores que en varias zonas desempeñan
sus labores tanto en la minería formal como en la de pequeña escala, informal e
ilegal. Esta suerte de «conocimiento minero» y especialización productiva se
constata en varias zonas de implantación de mineros informales e ilegales y
también en sus propias organizaciones representativas: muchos dirigentes de los
mineros informales provienen de experiencias sindicales de la minería formal.
Es así como en este contexto de expansión se hicieron cada vez más visibles
algunos conflictos en zonas de presencia de minería informal e ilegal. Cabe
señalar que, en Perú, el crecimiento de la minería ha estado acompañado de un
aumento importante de la conflictividad social: según los informes regulares que
emite la Defensoría del Pueblo, alrededor de la mitad de los conflictos sociales que
se producen en el país tienen su origen en problemas ambientales, y de ellos, la
gran mayoría (64%) son conflictos mineros.