Este documento discute la doctrina protestante de Sola Scriptura, que sostiene que la Biblia es la única autoridad infalible en materias de fe y práctica cristiana. Explica que la Reforma se basó en esta doctrina y la Biblia, y no en la tradición o la Iglesia. Afirma que la Biblia enseña esta doctrina a través de varios pasajes, incluyendo los escritos de Pablo y el ejemplo de Jesús apelando a las Escrituras. Concluye que la Biblia debe ser la autoridad final para los cr
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Este documento discute la doctrina protestante de Sola Scriptura, que sostiene que la Biblia es la única autoridad infalible en materias de fe y práctica cristiana. Explica que la Reforma se basó en esta doctrina y la Biblia, y no en la tradición o la Iglesia. Afirma que la Biblia enseña esta doctrina a través de varios pasajes, incluyendo los escritos de Pablo y el ejemplo de Jesús apelando a las Escrituras. Concluye que la Biblia debe ser la autoridad final para los cr
Este documento discute la doctrina protestante de Sola Scriptura, que sostiene que la Biblia es la única autoridad infalible en materias de fe y práctica cristiana. Explica que la Reforma se basó en esta doctrina y la Biblia, y no en la tradición o la Iglesia. Afirma que la Biblia enseña esta doctrina a través de varios pasajes, incluyendo los escritos de Pablo y el ejemplo de Jesús apelando a las Escrituras. Concluye que la Biblia debe ser la autoridad final para los cr
Este documento discute la doctrina protestante de Sola Scriptura, que sostiene que la Biblia es la única autoridad infalible en materias de fe y práctica cristiana. Explica que la Reforma se basó en esta doctrina y la Biblia, y no en la tradición o la Iglesia. Afirma que la Biblia enseña esta doctrina a través de varios pasajes, incluyendo los escritos de Pablo y el ejemplo de Jesús apelando a las Escrituras. Concluye que la Biblia debe ser la autoridad final para los cr
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Sola Scriptura: La Escritura sola como máxima
autoridad 1 OCTUBRE, 2021 | JONATHAN BOYD
El fallecimiento de alguien hace que se escuchen
varias creencias relacionadas con el tema de la muerte y la ultratumba. Algunos pensarán que está con el Señor; otros que está en un mejor lugar, pero que debíamos rezar por su alma. Otros quizás piensen que está en el purgatorio. Un suceso tan lamentable sirve para que expresemos lo que creemos. ¿Por qué creemos lo que creemos? Cada uno tiene miles de creencias sobre muchos temas y nos basamos en varias fuentes de autoridad para sostener dichas creencias. Desde la perspectiva cristiana, las creencias de mayor trascendencia tienen que ver con Dios y nuestra salvación. Según la enseñanza bíblica de Sola Scriptura, la única fuente inerrante e infalible para encontrar respuestas a estas preguntas es la Escritura. Esta enseñanza no es popular. Hoy en día sigue levantándose oposición a la autoridad de las Escrituras. El posmodernismo afirma: «No hay una verdad absoluta». Otros creen que la ciencia prueba que la Biblia está equivocada y hay algunos que afirman que una tradición oriental nos puede orientar mejor que una colección de sesenta y seis libros «anticuados». Un entendimiento sólido de la doctrina de Sola Scriptura nos dará firmeza en medio de las tormentas y nos ayudará a decidir sobre asuntos doctrinales y éticos. Nos guardará también de un individualismo malsano y, por encima de todo, nos llevará a entender la salvación. Sola Scriptura definida La Reforma protestante tuvo que ver con dos asuntos primordiales que llevaron a la ruptura entre la Iglesia católica romana y las iglesias protestantes: la justificación por la fe sola (Sola Fide, lo cual supone las doctrinas de Sola Gratia y Solus Christus) y las Escrituras como la autoridad final para nuestra fe y vida (Sola Scriptura). Lutero llegó a entender la justificación por la sola fe a través de su estudio de las Escrituras, específicamente los Salmos, Romanos y Gálatas.[3] Él pensó por un tiempo que la Iglesia católica escucharía sus ideas, pero una disputa en 1519 con el defensor del catolicismo lo llevó a comprobar que eso era imposible. La expresión de su nuevo principio formal se hizo pública en una reunión imperial en la que Lutero estaba siendo juzgado: A menos que se me convenza por testimonio de la Escritura o por razones evidentes, puesto que no creo en el papa ni en los concilios [de la Iglesia católica romana]… estoy encadenado por los textos de la Escritura que he citado y mi conciencia es una cautiva de la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada.[5] Otra expresión temprana de la enseñanza Sola Scriptura son las Diez conclusiones de Berna (1528), el resultado de una disputa entre los católicos y los protestantes en Suiza. La segunda conclusión sintetiza bien esta doctrina: La Iglesia de Cristo no formula ninguna ley ni mandamiento aparte de la Palabra de Dios; por tanto, las tradiciones humanas no son obligatorias para nosotros excepto en la medida en que estén fundamentadas en la Palabra de Dios o prescritas en ella.[6] De esa manera, podemos concluir que Sola Scriptura enseña que la única autoridad infalible hoy en día es la Escritura. Por tanto, toda enseñanza y práctica debe ser evaluada a la luz de la Palabra de Dios y, si en algo se desvía de esa autoridad, se debe rechazar. Una autoridad final es inevitable Quinientos años después, este principio formal sigue definiendo las diferencias entre los cristianos evangélicos y los católicos romanos. El Catecismo de la Iglesia Católica resalta que los términos del debate no han cambiado, pues afirma: 81. «La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo». «La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación». 82. De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación «no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción».[7] Al leer estas afirmaciones, la pregunta que surge es: ¿Qué pasa si la Iglesia se desvía de la enseñanza correcta de la Escritura? Si hay un conflicto entre lo que la Iglesia enseña y la Escritura, ¿qué se podría hacer? La respuesta es que, aunque en teoría la Escritura y la interpretación de la Iglesia católica tienen la misma autoridad, en la práctica una de las dos fuentes tiene que predominar. Solo una autoridad puede ser final para determinar una cuestión de fe. De manera amplia, podríamos hablar de varios candidatos que podrían servir como esta autoridad final: los textos sagrados, la tradición, la razón o la experiencia. Nuestras creencias dependen inevitablemente de una autoridad final. En otras palabras, la pregunta que debemos hacernos no es si tenemos una autoridad final o no, sino si ella es la Escritura o no. El fundamento bíblico Desde la Reforma protestante, una pregunta debatida entre católicos y protestantes ha sido si las Escrituras enseñan la doctrina de Sola Scriptura. La respuesta es un rotundo sí. Esta enseñanza es constante a lo largo de la Escritura. Considera las palabras del salmista: ¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando Tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; No dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón he atesorado tu palabra, Para no pecar contra Ti (Sal 119:9-11). Todo el salmo 119 resalta la importancia central de las Escrituras y el salmista toma la Palabra de Dios como su máxima autoridad para vivir de una manera que agrada a Dios. A lo largo del salmo, su autor anhela conocer los estatutos del Señor y así andar en la verdad. Él considera las palabras de Dios como el estándar para entender toda la vida. «Tú estás cerca, SEÑOR, y todos tus mandamientos son verdad» (v. 151). Luego, en Isaías, vemos cómo toda palabra debe ser evaluada a la luz de la ley y el testimonio escrito de Dios: Y cuando les digan: «Consulten a los adivinos y a los espiritistas que susurran y murmuran», digan: «¿No debe un pueblo consultar a su Dios ? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos?». ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer (Is 8:19-20). Esto significa que cualquier afirmación o experiencia, incluso las que parecen ser sobrenaturales, deben ser filtradas por la ley y el testimonio escrito de Dios. En la Biblia también leemos cómo el mismo Señor Jesucristo afirmó la autoridad final de la Palabra. En el relato de la tentación en el desierto, Jesús refutó a Satanás tres veces de la misma forma: «escrito está», seguido de una cita del Antiguo Testamento (Mt 4:4,7,9). Para nuestro Señor, las Escrituras tenían autoridad para entender su realidad y para confrontar al enemigo. También tenían autoridad sobre cualquier tradición humana, un hecho que dejó en claro al exhortar a los líderes religiosos de su época (Mr 7:8»Dejando el mandamiento de Dios, ustedes se aferran a la tradición de los hombres»). Si nuestro Señor apeló a las Escrituras como autoridad final, ¿no debemos hacer lo mismo? El apóstol Pablo indica lo mismo sobre la autoridad final de la Escritura. En su última carta dirigida a su discípulo Timoteo, escribió: Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra (2 Ti 3:15-17). La palabra «inspirada por Dios» indica el origen divino de la Escritura y, dado que Dios «no miente», su Palabra inspirada tiene que ser verdadera y, por lo tanto, nuestra autoridad final. Juan Calvino lo expresa bien al decir que «le debemos a la Escritura la misma reverencia que le debemos a Dios; porque ha procedido solo de Él».[9] Este pasaje también enseña que la Escritura es suficiente para llevarnos a la salvación y equipar al creyente para la vida cristiana. La Escritura mencionada por Pablo sería el Antiguo Testamento, pero la verdad sobre la inspiración aplica también al Nuevo Testamento, ya que se considera Escritura (2 P 3:16) y contiene el evangelio de salvación que Pablo menciona en su carta a Timoteo (2 Ti 3:15). Para entenderlo mejor, considera lo que Pablo enseña en sus cartas a los tesalonicenses: Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen (1 Ts 2:13). Así que, hermanos, estén firmes y conserven las doctrinas que les fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra (2 Ts 2:15). Estos versículos enseñan que la Palabra de Dios, comunicada por los apóstoles, tiene la autoridad de Dios. Vemos que la doctrina cristiana llegó a los tesalonicenses a través de las palabras orales de los apóstoles y sus cartas. Pero ¿en dónde encontramos estas palabras hoy día? ¡En las Escrituras! Ellas mismas obran para brindar convicción sobre su autoridad y podemos concluir que lo hacen mediante la obra del Espíritu Santo quien las inspiró (1 Co 2:12-14; 2 P 1:20-21). Pablo confió en la autoridad máxima de la Escritura que él producía porque sabía que era inspirada por Dios. ¿Puedes empezar a ver cómo Sola Scriptura se enseña a lo largo de toda la Biblia? Después de la muerte de los apóstoles, las Escrituras son la única fuente infalible e inerrante de esta tradición. Vayamos a la Escritura Muchas personas hoy dicen creer en lo que significa Sola Scriptura, pero no entienden qué significa esta enseñanza fundamental. Determinan qué creer según otras autoridades: lo que les parece, lo que experimentan o lo que otra persona dice. Otras quieren obviar dos mil años de historia de la Iglesia. Para recuperar la doctrina de Sola Scriptura, podemos someternos conscientemente a las Escrituras en cada área de nuestra vida y ministerio, podemos estudiar las confesiones históricas y leer más sobre la historia y la teología de la Reforma. ¿Por qué creemos lo que creemos? Que a la hora de responder esta pregunta, cuando se trate de las verdades más importantes en el mundo, podamos ir a la Biblia para justificar nuestra respuesta. «¡A la ley y al testimonio!». Sola Scriptura: La Escritura sola como máxima autoridad | TGC