Recital de Poesías

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Canto del cisne.

Jacobo Fijman

Demencia:
El camino más alto y más desierto.
Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.

Roncan los extravíos;


Tosen las muecas
Y descargan sus golpes
Afónicas lamentaciones.

Semblantes inflados;
Dilatación vidriosa de los ojos
En el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.


La mucha luz alaba su inocencia.
El patio del hospicio es como un banco
A lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.


Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quien llamar?
¿ A quien llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,


Y ahorca mi gañote
Con sus enormes manos sarmentosas;
Y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!
CANCIÓN DE LA VISIÓN REAL DE LA GRACIA. Jacobo Fijman

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer


de la tierra y el cielo.

Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.


El signo de tus manos ata el secreto del mundo.

Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.


La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.

Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos


el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.

Amén, Amén, Amén,


niño de alba de la tierra y el cielo.
Poema XVIII. Jacobo Fijman

Nos levanta la cruz hacia el río de los aromas.


Entre sí suben las criaturas mansas tendidas
en amor a Cristo.

Entre sí las criaturas fuertes sobre asientos


de paz
que cuidan las espadas en amor de Cristo.

Amor abre la luz, y se derraman soles y bailan los


corderos.

Tu alma canta, mi alma reza en los días cerrados,


en las noches cerradas,
en la vida cerrada, en la muerte cerrada bajo los vuelos
abiertos de los cielos.

Entre sí suben las criaturas mansas


en los asientos puros de olorosos maderos.
Amada,
afuera nos besaremos desnudos de tinieblas y pavores,
tendidos en amor de Cristo.
CENA. Jacobo Fijman

Cenas de mi soledad en hosco abatimiento;


eterna como Dios, profunda de universo.

¡He sido el más ausente: el juntador de formas!

Cenas de mi soledad...
El sudario más frío es uno mismo.

¡Buscar y qué buscar!


¿Encrucijadas puras donde zapatean los truenos
en un constante mediodía?

Cenas de mi soledad en hosco abatimiento.


Pan y sal. Lamentos.

Piernas que saltan; salidas de cortejo;


vacilación de luz que viene abajo.

¡Extremaunción de un armonioso herrero!

Ir; pero no ir nunca;


en algodón de olvido sumir todos mis días.
Anuncios que deslizan;
canción de gallos en la mañana azul de mi esperanza
continuación de tiempos fundamentados en dolor.

Fui un desaparecido, el más ausente:


el juntador de formas.

Amanecer desentonado...
Miel de este panal. Daniel Degol

Todo está escrito,

Todo está inventado,

Voces en gritos

Recuerdo que no he olvidado.

Me pregunto si todo dura,

Como el agua en sus tres estados,

O el néctar de la flor mas pura,

Si el poder nos mantiene atados.

El viento cartero de auxilio,

La lluvia se robó lágrimas.

Mi puerta golpeó esta mañana

La limosna de hambre que a su hijo ama.

Todo gira en su rumbo,

Todos viven su mundo

Todos luchan con la pobreza,

Y cada uno a Dios le reza.

Que me depara el futuro,

Si el pan no está en mi mesa

A mi hijo no lo curo,

Y la cruz mas me pesa.

Que nos espera que oscuridad

Solo nos queda nuestra amistad,

Ayudando al bien, se esfuma el mal,

Y lograremos que el futuro

Sea miel de este panal.


Loca guerra. Daniel Degol.

Yo puedo describirte la guerra…

esa que en espíritu y mente se combate.

Las voces son las granadas.

La contención los tanques.

Las inyecciones las balas.

Y las pastillas el casco de almohada.

Yo puedo contarte mi guerra que nace de la impotencia,

cuando la puerta se cierra y se pierde la paciencia.

Pareciera que luchara por mí.

Pero no!

Más bien por los caídos, que a sus ideales reprimidos,

también tratados de idos, los quisieron callar.

Por nuestros delirios no pudimos batallar,

éramos como un rio donde solo se podía pescar vegetales que han de dopar.

Imponiendo las ideas, como cual pecera,

donde hacia ningún lugar se ha de nadar,

y la baba es lo que hemos de callar

y los puchos los sueños que se han de esfumar

y el mate poción, elixir de compartir

y de estar en acción.

La comida nunca gusto, pero si un busto residencial,

que para la mano venia justo haciéndonos mas demencial.

Era una guerra de entes.

Cuando uno se sentía el elegido lo aislaban

para que no frecuente a los más “cuerdos”

¡matarlo! estaba en sus mentes,

como endemoniados cerdos,

o simples creyentes.

Lo cierto es que cada uno tenía su propia jerarquía en combate,


Unos con mayor tiempo en el tratamiento.

Otros con conocimiento del terreno.

Y otros inseguros y con distintos cuentos.

Que se contaban en las noches

antes que el sueño sorprenda y muchas veces sin derroche se sacaban las vendas.

Guerra!

Si, sin armas, solo la palabra reprimida.

Las miradas disfrazadas, que ironía.

Saber que no morí.

Pero vivo la pos guerra.

¡Porque tú me ignoras la palabra!

He experimentado la traición, humillación, abandono, discriminación, blasfemia,

injusticias,

he sido ignorado, despreciado,

he conocido la vileza, la pobreza del alma.

Así y todo sigo erguido.

Nunca perdí la calma.

Me siento querido.

Y amo al que tiene llagas en sus palmas.

Ya soy libre, porque de eso se trató.

Ahora me encontré y estoy bien.

Ya no me atan ni me ato.

Y ya no intento volarme la sien.


A todos ellos. Cristina Martin

A los que se quedaron dormidos en el nunca,


a los que sueñan sus verdades y se las niegan,
a los que tienen mucho miedo,
y lloran por cualquier cosa
y se ocultan la cara de vergüenza.
A los tímidos,
a los solos, a los raros,
a los que dudan y dudan
y les llaman inmaduros, débiles,
A los que duermen en la fría cama del psiquiátrico,
a las madres que cogen la mano de su hijo ingresado,
os digo que no nos vendan verdades, que la verdad no existe,
la verdad y la razón son creaciones del hombre
para doler, para medir,
Hay que luchar contra el silencio,
y la ignorancia,
no somos enfermos.
Quién tiene la verdad absoluta, la realidad absoluta,
que la muestre, que la enseñe si puede,
es mentira, mentira, no existe.
A los que llevan cicatrices de haberse rajado las venas,
a los que consiguieron no rajárselas,
a los que les paraliza la angustia,
les paraliza para ser, amar , soñar,
a los que llaman vagos, idiotas, locos, débiles.
No escuchéis la voz de los que viven solo para tener
A los que, la ansiedad, les hace fumar dos paquetes diarios,
a los que no son sociables, ni aptos, ni lúcidos,
ni extrovertidos, ni empáticos, ni asertivos, ni normales,
a los que nunca superaran un test psicotécnico,
a los que llevan medicación en el bolso y el monedero vacío,
a los que ahora están atados a una cama y no nos oyen,
a los psiquiatras que abrazan a sus pacientes
y pidieron alguna vez consejo a un esquizofrénico,
A los que tenemos certificado de disminución
y leemos a Lorca y a Nietszche y lo que haga falta,
a los que no soportaron el túnel y se fueron para siempre,
a los que atravesamos cada día el túnel
agarrados aunque sea a las paredes negras,
a todos los que saben o quieren escucharnos,
y no se fían sólo de los manuales, libros, tesis,
estudios y estadísticas,
a los psicólogos que dan besos,
A los que hemos pasado ya el infierno y el cielo
y no queremos volver nunca más allí.
A los que roban dolor y devuelven sonrisas, dice Sabina.
Y sobretodo
a todas esas pupilas dilatadas de tanta química
que miran aturdidas y absortas
pero tienen la luz más hermosa

"Que no existe la locura sino gente que sueña despierta"


Sin título. Cristina Martin.

Seguramente se desgaste la aurora

Y la locura entre

a manos llenas en tus ojos

Entonces no desesperes

Y recoje tus sueños como bártulos

Ojea el horizonte

Reza a un futuro mejor 

Cree en lo no visible 

Cree en lo no palpable 

Aférrate a la poesía 

Ella es la única

Que puede salvarte de la muerte. 


Sin título. Cristina Martin.

/yo me acosté mientras en la ciudad


aullaban los desaparecidos,
yo te buscaba en los bordes de la vida,
en los límites de la alucinación...

fui una niña, ahora soy una piedra,


no lloro ni pregunto,
sólo escalofríos de preguntarme hacia donde...

las periferias de mí se congelaban en sus ojos,


gritaba su piel alucinada...

no hay camino, no hay camino,


sólo una ensoñación que destruye
 mi corazón y mis dientes diminutos...
Comeré de los fantasmas nocturnos,
que pueblan mis nocturnidades..

Cientos de calambres
por haber visto lo irreconocible,
aquello que petrifica
mi alma de mariposa desaparecida/
Sin título. Cristina Martin.

/llora en mi hombro
y yo te oculto de la noche,
tantos callejones oscuros,
tantos espejos que devuelven la mentira,
que reflejan los huesos bajo la piel...

Eres el soñador de las enredaderas,


eres el caos de lo inefable...

¿Dónde encontrar los caminos y


la eliminación del vacío?
¿Dónde preguntar lo que no se entiende?

En la oscuridad aparecen los fantasmas


de sangre de Litio...

Y no sé apartarlos de la noche desmedida...

Llora en mis manos


que yo arrancaré los vientos y
pondré en tu rostro la fuente y el escalofrío,
que yo enjuagaré tu lágrima,
que yo apalearé al suicidio que te persigue...
llora bajo mi vientre
que yo haré venir al perseguidor de quimeras
y al recitador de versos,
para acunarte en la tiniebla
con una retahila de poemas invencibles
ante el frío o el delirio/

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