Familia de Acogida Tarea

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INTRODUCCION

El acogimiento familiar ha sido un recurso social para las diferentes modalidades de familia a lo
largo de la historia. Durante siglos esta práctica se llevó a cabo sin un marco regulatorio y
básicamente con la aceptación de las partes y de la comunidad. Sin embargo, los cambios relevantes
que han enfrentado las familias en las últimas décadas han significado muchas veces el
debilitamiento o la ausencia de las redes de apoyo social que existían tradicionalmente. Varios son
los factores que en la actualidad han llevado a un aislamiento de las familias frente a situaciones de
crisis; entre ellos, destacan las transformaciones en la estructura familiar, la disminución de las
familias extensas y el aumento de las nucleares y de las monoparentales, los procesos migratorios
del campo a la ciudad y entre los países, además de las políticas de vivienda que han generado
erradicaciones masivas, rompiendo el tejido social del barrio o vecindad. Estos cambios en la
estructura social, familiar y política han tenido como consecuencia la intervención cada vez más
relevante de los servicios sociales frente a las situaciones de crisis familiar, las que anteriormente
eran resueltas informalmente. En este contexto, se ha desarrollado en diferentes países la modalidad
de acogimiento familiar como una respuesta a la situación de niños, niñas y adolescentes que no
cuentan con una familia o que, producto de una situación de vulneración de sus derechos y
considerando su interés superior, han sido separados de su familia de origen.

Desde hace aproximadamente dos décadas, en la mayoría de los países occidentales, los
acogimientos en familia extensa han entrado a formar parte de los sistemas de protección infantil,
siguiendo una evolución creciente en cuanto a número y peso especifico como recurso de
acogimiento. Las investigaciones sobre este fenómeno son aún recientes y escasas como también lo
son los programas dirigidos a esta población. En el presente artículo presentamos los resultados de
un estudio descriptivo sobre los acogimientos en familia extensa en la ciudad de Barcelona, donde
se recogen datos de los principales agentes implicados en este fenómeno. Desde la perspectiva de
los estudios de la calidad de vida se analizan las percepciones, evaluaciones, y satisfacción
expresada, por parte de los acogedores, los niños/as acogidos y los profesionales de los Equipos de
Atención a la Infancia y Adolescencia (EAIA) que se encargan del estudio y seguimiento de estos
acogimientos. La investigación presenta unos resultados acordes con los estudios que actualmente
se realizan en este ámbito y sienta las bases para el despliegue futuro de programas dirigidos a los
acogimientos en familia extensa.

Tradicionalmente, cuando los progenitores no han podido atender a sus hijos/as a causa de
fallecimiento, enfermedad, encarcelamiento o de ausencia por motivos laborales, la crianza de los
niños/as ha recaído en sus familiares, siendo ésta una decisión de ámbito privado en la mayoría de
las culturas. Lo que es nuevo y relativamente reciente, desde hace dos décadas aproximadamente, es
que una parte de estos acogimientos de hecho entren a formar parte de los sistemas de protección
infantil como una medida administrativa de acogimiento alternativa a la familia biológica, del
mismo modo que lo son los acogimientos en los centros residenciales y en familia ajena, las dos
alternativas básicas del sistema hasta finales de la década de los 80 ’. Su entrada en el sistema viene
motivada, o bien por la petición de los familiares que asumen al niño/a y buscan amparo legal, o
bien porque se detecta una situación de riesgo y los servicios proponen a los familiares como
acogedores. Asimismo, este fenómeno ha venido acompañado de varios factores. Por una parte, el
decreciente número de familias de acogida (ajenas) en activo, especialmente en países donde este
recurso estaba muy implantado. Las tendencias demográficas nos indican cambios en los patrones
de empleo y en la composición familiar, que han contribuido como es el caso de los EUA al
descenso de una tercera parte en el número de familias de acogida (Hegar y Scannapieco, 1999).
Por otra parte, el recurso residencial, tampoco ha crecido en número de plazas sino al contrario, los
macrocentros, alejados del paradigma de la normalización, desaparecen progresivamente, y los
centros más idóneos (añadiríamos, necesarios) por su ubicación y reducido número de plazas
requieren unas condiciones económicas que no todas las Administraciones están dispuestas a
costear.

El acogimiento familiar ha sido un recurso social para las diferentes modalidades de familia a lo
largo de la historia. Durante siglos esta práctica se llevó a cabo sin un marco regulatorio y
básicamente con la aceptación de las partes y de la comunidad. Sin embargo, los cambios relevantes
que han enfrentado las familias en las últimas décadas han significado muchas veces el
debilitamiento o la ausencia de las redes de apoyo social que existían tradicionalmente. Varios son
los factores que en la actualidad han llevado a un aislamiento de las familias frente a situaciones de
crisis; entre ellos, destacan las transformaciones en la estructura familiar, la disminución de las
familias extensas y el aumento de las nucleares y de las monoparentales, los procesos migratorios
del campo a la ciudad y entre los países, además de las políticas de vivienda que han generado
erradicaciones masivas, rompiendo el tejido social del barrio o vecindad. Hoy existe consenso –
refrendado por las Directrices– que, frente a situaciones de vulnerabilidad o vulneración de
derechos, la intervención más adecuada es aquella que consigue que, con el apoyo necesario y
utilizando sus propios recursos, sea la propia familia la encargada de superar sus crisis. Sin
embargo, cuando esto no es posible, la opción prioritaria debe ser asegurar que el niño, niña o
adolescente pueda vivir en un entorno familiar, mientras se busca una alternativa definitiva. El alto
consenso de la relevancia que tiene el derecho del niño a vivir en familia y la priorización de las
familias de acogida como una alternativa al sistema residencial, se plasmó recientemente en el
Acuerdo Nacional por la Infancia elaborado por el actual gobierno. Es en este escenario que
UNICEF contrata al Centro Iberoamericano de Derechos del Niño (CIDENI) para la realización del
Estudio de revisión y análisis de programas de familias de acogida especializada de administración
directa y colaboradores, con el fin de contribuir al mejoramiento del diseño e implementación del
citado programa de cuidado alternativo, de responsabilidad del SENAME, considerando tanto la
modalidad de familias de acogida implementada por los organismos colaboradores de dicho
Servicio (FAE PRO) como aquellos de administración directa de SENAME (FAE AADD). El
presente documento resume los principales hallazgos de esta investigación.

Acogimiento familiar: una medida de


cuidado temporal urgente para
nuestra niñez
La violencia es un fenómeno que expulsa a niñas, niños y adolescentes de sus familias y
comunidades de origen, en el último censo de Centros de Asistencia social se reportaron 33
mil 118 niñas, niños y adolescentes en 879 centros de asistencia social (INEGI, 2015). Las
medidas de cuidado alternativo residenciales son necesarias en ciertos casos, sin embargo,
los efectos de la institucionalización en el desarrollo infantil han sido ya bastante
estudiados y descritos por expertos en neurociencias y psicología infantil, por lo que es
crucial crear medidas de cuidado que contemplen ambientes familiares sanadores para
niñas, niños y adolescentes que han perdido los cuidados parentales, es decir, que no
cuentan con adultos responsables en sus familias de origen o extensa que puedan cuidar de
ellas y ellos.

Cuando la separación familiar de niñas, niños y adolescentes es necesaria desde el enfoque


del interés superior de ellas y ellos es crucial contar con cuidados alternativos temporales
de calidad que provean la garantía de sus derechos y su desarrollo pleno.

Una modalidad de cuidado alternativo crucial para evitar los efectos adversos ya bastante
conocidos de la institucionalización en niñas, niños y adolescentes es el acogimiento
familiar delineado en la Ley General de Derechos de NNA en el artículo 26.

El acogimiento familiar, como modalidad alternativa de cuidado implica que, en un


ambiente familiar positivo, se restituyan los derechos de una niña, un niño o un adolescente
que ha perdido los cuidados parentales temporal o definitivamente, mientras se desarrollan
paralelamente escenarios que permitan una resolución de cuidado definitivo (reintegración
en la familia nuclear o extensa, adopción o vida independiente).

En los casos donde niñas, niños y adolescentes en estas condiciones han experimentado
violencia y otras experiencias adversas desde temprana edad, que han impactado en su
desarrollo, los cuidados que requieren no se limitan a la restitución de derechos; sino al
desarrollo de un ambiente terapéutico que permita procesar emocionalmente dichas
experiencias. Estos ambientes también deben permitir el aprendizaje y desarrollo de formas
no violentas de vincularse.

Este tipo de cuidados requiere de familias de acogida terapéuticas, las cuales son las
familias altamente entrenadas en teoría, metodología y herramientas para brindar cuidados
especializados. Estos cuidadores/as se convierten en parte de un equipo terapéutico en
alianza con los equipos multidisciplinarios de respaldo y acompañamiento, que brindará la
oportunidad a niñas, niños y adolescentes de crecer y fortalecerse a través de asistencia
especializada dentro de dicho ambiente. El entrenamiento de estas familias incluye
información detallada respecto a las necesidades de niñas, niños y adolescentes desde la
perspectiva de la salud mental lo que les permitirá enfocar su cuidado de manera adecuada
y eficaz.

Desde el enfoque de fundación JUCONI comprendemos “lo terapéutico”, como un


conjunto de estrategias educativas, psicológicas y lúdicas que tienen el propósito específico
de acompañar a niñas, niños adolescentes y sus familias, a través de una relación segura,
para ayudarla a comprender sus experiencias de vida, desarrollar su autoestima y bienestar
emocional, además de construir relaciones saludables que les permitan reajustar sus
respuestas al estrés y sustituir estrategias de adaptación dañinas por respuestas más
efectivas. Este entendimiento y práctica es producto de años de trabajo con poblaciones
afectadas por trauma y es útil, tanto en cuidado residencial, como para otros tipos de
cuidado alternativo con este tipo de poblaciones.

Dicha modalidad de cuidado alternativo, aunque lleva ya muchas décadas implementándose


en países de Europa y en Estados Unidos es relativamente nueva en México. La ley general
de derechos de niñas, niños y adolescentes en la que delimita esta modalidad de cuidado
alternativo desde el año 2014. Fruto del esfuerzo de sociedad civil y gobierno para buscar
mejorar el acceso a derechos de niñas, niños y adolescentes.

Desde Fundación JUCONI México A.C. estamos implementando un programa de


Acogimiento familiar terapéutico para niñas, niños y adolescentes sin cuidado parental en
alianza con DIF Nacional y el ACNUR México.

Si deseas tener mayor información sobre la problemática y la atención , te invitamos a que


visites el Instituto JUCONI en www.institutojuconi.org.mx, página en que compartimos
información, un blog, cursos y entrenamientos relacionados con este y otros temas cruciales
para la niñez, adolescencia y sus familias.

Si quieres ser una de las familias de acogida que ayuden a cambiar el futuro de nuestras
niñas y niños, puedes comunicarte el teléfono 222 183 1413 con Ariel Flores Quijano
Coordinador del Programa de Acogimiento familiar de Fundación JUCONI México A.C.

Nuestro país, al firmar la Convención Americana de Derechos humanos en 1990, acepta


todas las cláusulas de dicha Convención lo que registra en la Aprobación de la Convención
Americana sobre los derechos humanos, denominada “Pacto de San José de la Costa” en
cual señala:
“Los Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social” 1

1
Decreto 873, Pacto San José de Costa Rica: 1991

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