Explotación de Hidrocarburos
Explotación de Hidrocarburos
Explotación de Hidrocarburos
el petróleo guatemalteco vive hoy sus horas más bajas. Desde el año 2003, la producción no ha
parado de caer. Esta depende en un 90% de un campo petrolífero en vías de agotamiento: el
campo Xan operado por la empresa franco-británica Perenco. Así, la producción de 2015 (3.6
millones de barriles) es la mitad de lo que era hace apenas 10 años.
A esta debacle se le suma, desde 2013, la caída de los precios del crudo a nivel internacional. De
US$96 por barril en 2011, éste pasó a US$41 en 2016. Por lo tanto, los ingresos petroleros para el
Estado de Guatemala han sufrido un descalabro considerable. En 2011, uno de los puntos más
altos de la renta petrolera, el Estado ingresó a sus arcas Q1,100 millones de quetzales. En el
2015, apenas logró captar Q205 millones.
En Venezuela, por poner un caso extremo, la caída del precio del barril ha tenido consecuencias
dramáticas para la población. Las exportaciones del país suramericano dependen en un 96% del
petróleo, y, por lo tanto, el país presidido por Nicolás Maduro vive al ritmo de los precios
internacionales del barril.
En Guatemala, en cambio, los efectos son menos dramáticos. Incluso en los mejores años en
términos de ingresos, 2008 y 2011, el petróleo apenas representó un 0.7% del PIB nacional. La
producción petrolera ocupa el puesto 11 dentro de los principales productos de exportación,
quedando por detrás del azúcar, el café, el cardamomo, el papel o los productos farmacéuticos.
En 1974, llegó al país la empresa registrada en las Bahamas, Basic Resources para explotar el
campo Xan, situado en el área de la Laguna del Tigre, municipio de San Andrés, Petén. Basic
Resources fue absorbida en 2001 por la franco-británica Perenco, una petrolera “junior” (en
comparación con empresas “senior” como Texaco o Shell) especializada en campos petrolíferos
modestos y de mediana rentabilidad.
Hoy en día, el campo Xan produce más del 90% del crudo nacional. Pero tras 40 años de
explotación continua, está en neta decadencia. “El campo está condenado a dejar de producir”,
explica Luis Ayala Vargas, director de hidrocarburos del Ministerio de Energía y Minas (MEM). “Lo
que se hace son trabajos para evitar que el declive sea muy rápido. Por ejemplo, se reinyecta el
agua de la producción en el subsuelo o se intervienen los pozos para limpiarlos de ceras
acumuladas”.
Otra razón de la caída de la extracción en el campo Xan, según Ayala, es que no se han perforado
nuevos pozos. En 2010, cuando se le renovó el contrato petrolero a Perenco por 15 años más, la
empresa se comprometió a cavar cinco pozos nuevos en el campo Xan. Pero éstos no se han
realizado, explica Ayala, porque el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) no ha
aprobado los Estudios de Impacto Ambiental.
Perenco ingresó al MARN varios instrumentos ambientales después de la prórroga del contrato, y
éstos nunca recibieron respuesta ni por parte del MARN ni por parte del Consejo Nacional de
Áreas Protegidas (Conap). En cambio, se dieron varias anomalías: un estudio de impacto
ambiental se “perdió” en el Conap, y, a finales de 2015, un diagnóstico de impacto ambiental fue
reencontrado en el archivo muerto del MARN sin que los funcionarios lo hubieran estudiado. Estas
situaciones muestran la indecisión de las autoridades ambientales frente a Perenco: ni el MARN ni
el Conap han querido pagar el precio político, ni las posibles consecuencias legales, de aceptar o
rechazar una explotación petrolera realizada en el corazón de un parque nacional de gran
importancia ambiental, protegido tanto por las leyes nacionales como por tratados internacionales.
CONTRATO 2-85
El contrato exploración y explotación petrolera del campo Xan vence en agosto del 2025 y la
compañía Perenco debe entregar al Ministerio de Energía y Minas (MEM) el 15 de agosto del
2022 el plan de restauración ambiental, como parte del proceso de conclusión de sus operaciones.
La explotación de ese campo, que se situó en 2.85 millones de barriles en el 2021, representa el
82% de la producción nacional de petróleo y en el primer semestre del presente año sumó 1.1
millones de barriles, según datos del MEM.
El contrato 2-85 entró en vigencia en 1985 con un plazo de 25 años, y cuando se creó Fonpetrol,
se estableció que los contratos vigentes se podían ampliar por 15 años más, por lo que nueva
fecha de vencimiento es el 12 de agosto del 2025.
Ante eso, el gobierno presentó en enero pasado una iniciativa para reformar la Ley de
Hidrocarburos (Decreto 109-83) y crear la figura denominada Límite Económico, con la que un
campo puede seguir operando, con autorización, mientras los ingresos sean mayores que los
costos. La iniciativa también permitiría que el presidente de la República, en Consejo de Ministros,
aprobara prórrogas bajo esa figura.
Con estos cambios, tanto ese como otros contratos que están por vencer, podrían ser ampliados.
Pero la iniciativa no ha recibido dictamen de la Comisión de Energía del Congreso, aunque el
MEM argumentó que los cambios se propusieron ante la necesidad de seguir fomentando la
inversión en extracción petrolera, con las consiguientes regalías para el Estado.
Efectos ambientales: contaminación en la Laguna del Tigre
El Parque Nacional Laguna del Tigre, además de contar con la categoría más restrictivas de
protección, se encuentra adscrito al Tratado Internacional Ramsar de protección de los
humedales. En principio, solo debería estar destinado a la investigación científica y al turismo
naturalista. En esta zona predominan las lagunas y zonas inundables, con una vegetación de
bambusáceas; aunque también cuenta con parte de bosque alto del denominado bosque de
Tehuatenpec.
El área de explotación petrolífera se encuentra superpuesta al Biotopo Laguna del Tigre Río
Escondido, cerca de un pequeño relicto de encino que ocupa 2367 hectáreas. Este crece en una
zona inundable junto a otras especies como el pucté, El proyecto consistió en la evaluación de la
calidad fisicoquímica del agua en ríos y lagunas del Parque Nacional Laguna del Tigre, por medio
de la determinación de los niveles de diferentes parámetros físicos, químicos y biológicos
relevantes para considerar las causas naturales y antropogénicas. Se tomaron muestras de agua
durante cinco giras de campo efectuadas en 2002, habiéndose considerado sitios ubicados en las
partes occidental y oriental del parque, presentando la primera un mayor impacto por actividad
humanas como la agricultura, la ganadería, y la exploración y extracción petrolera.
Se observó que la mayor parte de las lagunas presentan un estado eutrófico, debido a las
concentraciones de nutrientes y la presencia de organismo de fitoplancton que pueden
considerarse como indicadores de mala calidad del agua. En algunos casos, como el rio San
pedro y lagunas de la parte occidental del Parque, los niveles de contaminación se ven
incrementados por la presencia de comunidades humanas asentadas en sus márgenes. Algunos
parámetros fisicoquímicos presentan variaciones estacionales, lo cual se debe a la
descomposición de la metería orgánica.
Se concluye que la calidad del agua se encuentra deteriorada y se debe tomar medidas como la
implantación de programas de educación ambiental y de conservación para evitar que el
incremento en el deterioro ambiental provocado por la deforestación y el incremento del uso del
suelo para ganadería extensiva y agricultura. Es por lo tanto necesaria la continuación del
monitoreo de la calidad del agua como base para la toma de decisiones para la conservación del
humedal, que es la principal fuente de agua para el área protegida de mayor extensión del país.
Recordemos además que John D. Park estaba ligado a los intereses de la poderosa familia
Rockefeller, propietaria de la empresa Standard Oil devenida posteriormente Exxon, o Esso, y que
fue en los años setenta que la influencia de la élite económica guatemalteca en Basic Resources
se hizo evidente, a través de directores locales como Rudy Weissemberg Martínez, Enrique
Novella Camacho, Manuel Ayau Cordón y Ernesto Rodríguez Briones.
Con esas conexiones, y en un contexto político marcado por la represión, Basic Resources inicia
en los años setenta la exploración de potenciales yacimientos petroleros y, en 1980, ya con el
general Romeo Lucas García (1978-1982) en el poder, su explotación comercial.
En 1997, luego de su primera misión a la Laguna del Tigre, el equipo de expertos de Ramsar
recomendó “que las autoridades competentes limiten los permisos para realizar actividades
petroleras dentro del Biotopo a lo contemplado estrictamente en el contrato 2-85”.[14] Además,
exhortó a que “una vez finalizado este contrato, se recomienda no comprometer más áreas dentro
del Biotopo y el Parque Nacional Laguna del Tigre, con actividades no contempladas en el artículo
8 del Reglamento de la Ley de Áreas Protegidas[15]”.[16]
En ese mismo año, un biólogo estadounidense señalaba también que “la presencia de
hidrocarburos en ciertas aguas de superficie del PNLT” generaba, entre otros, “daños genéticos a
los peces y especies acuáticas del PNLT”.[18]
Otros estudios realizados para determinar el impacto de la explotación petrolera sobre el Parque
Nacional Laguna del Tigre coincidían en señalar los efectos negativos, ya evidentes, de dicha
actividad en esa área protegida. Con no pocos detalles, la organización Parkswatch enumeraba en
2003, 1) contaminación del aire y del suelo; 2) tala de árboles para la construcción de los pozos
(deforestación); 3) reducción anormal del número de pájaros cerca de los pozos; 4) apertura de
brechas, caminos y carreteras para el mantenimiento del oleoducto, lo cual motiva la instalación
de las comunidades (deforestación e “invasiones”); 5) deforestación, quema de partes del bosque
por las comunidades instaladas; así como 6) irresponsabilidad de la empresa con respecto a la
colonización humana del PNLT.[19]
He ahí los impactos negativos señalados por diversos estudios sobre la actividad petrolera en la
Laguna del Tigre. Pero debemos indicar que existe otra versión de los hechos ligada a los
intereses de Perenco. En medios de prensa, más bien, se atribuye el desastre ambiental a las
comunidades indígenas y campesinas que, según ellos, han invadido el PNLT y provocado la
deforestación de la zona y los impactos ambientales que de ella se derivan. Esta versión,
debemos decirlo, intenta trasladar la responsabilidad de los hechos a los pobladores que en las
últimas décadas y en diferentes circunstancias han migrado hacia la región en busca de tierras,
justificando de esa manera la presencia de la transnacional y la continuidad en la explotación del
petróleo.
Pero los diversos estudios ambientales en el PNLT coinciden en un hecho contundente: según
ParksWatch, “la actividad petrolera en el Parque Nacional Laguna del Tigre ha jugado un papel
fundamental para que existan otros problemas como las invasiones y las amenazas relacionadas
con la presencia humana permanente, expansión de la frontera agrícola y ganadera e incendios”.
[20]
Sin negar los problemas derivados de la “presencia humana permanente” en la zona, ése como
otros estudios de impacto ambiental señalan la responsabilidad de la empresa en ese asunto. Si la
empresa no hubiera construido carreteras para la explotación petrolera (o lo que es lo mismo: si
no se hubiese autorizado la explotación petrolera en la zona), las comunidades indígenas y
campesinas asentadas en ciertas áreas del PNLT hubieran tenido mucho menos probabilidades
de hacerlo. Es eso, precisamente, lo que indicó oportunamente el CONAP en la versión original
del plan maestro del PNLT. Según este documento, modificado ilegalmente sin informar ni
consultar a la junta técnica y científica responsable de su validación justo antes de renovar el
contrato 2-85 a Perenco G. L., “las carreteras construidas en el marco de la explotación de los
pozos Xan habían favorecido la ocupación de las tierras del PNLT”.[21]
Por ello, y por otros problemas ambientales derivados de la presencia de Perenco en la zona, el
texto original del plan prohibía la presencia de nuevas explotaciones petroleras, y recomendaba
además “la evaluación del contrato petrolero para poder reclamar a la empresa Perenco G.L. la
reparación de los daños causados al PNLT por sus actividades”.[22]
Lamentablemente, los intereses en juego pudieron más que el informe objetivo de la versión
original del plan, llevando a que éste fuera alterado misteriosamente justo en el sentido que
interesaba a la petrolera. Así, y pese a que un grupo de diputados alemanes enviaron una carta al
presidente Álvaro Colom proponiéndole una alternativa similar a la que su homólogo Rafael
Correa propuso en Ecuador unos años antes,[23] el Gobierno accedió a las peticiones de la
petrolera y puso en evidencia su sumisión total a los intereses transnacionales. Los efectos
sociales de la explotación petrolera en el PNLT son igualmente evidentes.
La repartición de los ingresos del petróleo entre las empresas y el Estado ha sido motivo de
controversia. Como señal de la dureza del debate, basta mencionar el título del informe sobre
producción petrolera realizado en 2010 por el entonces diputado independiente Aníbal García:
“Petróleo, historia de una traición a Guatemala”.
Para entender este debate, hay que entender el sistema de repartición de estos ingresos. El
dinero obtenido por cada barril de petróleo producido se divide en tres partes: las regalías, los
costos de producción y los hidrocarburos recuperables. Esta división genera debate en sus tres
componentes.
Las regalías
Esto, dice Luis Ayala, tiene una explicación histórica que ha perdido vigencia. Cuando se aprobó
la Ley de Hidrocarburos en 1983, el petróleo pesado que producía Guatemala se vendía muy mal
en el mercado internacional. Su alta densidad hacía más difícil su transporte y su refinación. Su
alta concentración de azufre, sustancia altamente corrosiva, todavía hace que muchos puertos y
refinerías prefieran no lidiar con el petróleo guatemalteco. Por estas características, el precio del
crudo guatemalteco era apenas una fracción del barril de petróleo estándar. Por lo tanto, con
cierta lógica, las regalías que se le imponían eran bajas.
Esta situación ha cambiado en un mercado cada vez más ávido de petróleo. En 2015 el crudo de
referencia se vendió a US$51 por barril mientras que el crudo nacional se vendió a US$41. La
diferencia, que suele oscilar entre los US$9 y los uS$11 por barril, es pequeña comparada con la
de los años 80.
Esta leve diferencia de precio entre el petróleo estándar y el petróleo del campo Xan ya no justifica
las bajas regalías que se le cobran. Sin embargo, según el exdiputado Aníbal García, durante las
discusiones por la Ley del Fondo para el Desarrollo Económico de la Nación (Fonpetrol), y durante
los debates por la prórroga del contrato de Perenco, ese nunca fue un tema de discusión en el
Congreso. Con esta prórroga no hubo mejora en los ingresos por regalías para el Estado de
Guatemala.
Costos de producción
En Guatemala, la producción petrolera es un negocio que no se rige por las leyes del capitalismo.
Dentro de una economía de mercado, una empresa invierte su capital, acepta un riesgo y, si tiene
éxito, recupera capital y ganancias. En el caso del petróleo guatemalteco, la empresa invierte el
capital del Estado, quien asume todo el riesgo, y luego, recupera la mayor parte de las ganancias.
En otras palabras, la empresa apuesta el dinero de los guatemaltecos.
Todas las inversiones que realiza la empresa para producir petróleo le son devueltas por el
Estado. Son los llamados costos recuperables definidos de esta forma en la Ley de Hidrocarburos:
“costos de capital, exploración, explotación, desarrollo, operación y gastos administrativos”.
En 2004, el gobierno de Óscar Berger reescribió la lista de gastos de las empresas que el Estado
debe asumir. La lista es larga, y conlleva los gastos por sueldos y salarios, carreteras, perforación
de pozos, geología, gastos de medio ambiente, productos químicos, vestuario para el personal de
campo.
No acaba allí. El Estado paga las consultorías por temas legales y fiscales de la empresa. Paga
los programas de responsabilidad social destinados a las poblaciones locales. Paga una parte
(hasta 1% del total de los costos recuperables) de los gastos administrativos y gerenciales de la
casa matriz en su país de origen.
Como ejemplo, entre 2010 y 2015, Perenco exigió al Estado la devolución de $453 millones en
costos recuperables, que equivalen al 27% de la producción petrolera. El costo promedio de
producción de un barril ha sido de $13. Pero este costo varía mucho entre las empresas. Por
ejemplo, la Empresa Petrolera del Istmo necesita $33 para producir un barril, mientras que Petro
Energy necesita $66. Esta empresa es la menos eficiente. De 2009 hasta 2015, Petro Energy
produjo petróleo por US$30.136 millones. En ese mismo periodo, pidió, en costos recuperables un
poco más: $30.330 millones. En otras palabras, el Estado pierde dinero y pierde petróleo
confiando en Petro Energy. Sin los beneficios que el Estado de Guatemala le otorga, esta
empresa hubiera quebrado años atrás.
¿Cómo hacen las empresas para que se les devuelva su inversión? Cada trimestre, éstas
entregan al MEM un pliego en el que detallan los gastos que pretenden recuperar. Y cada
trimestre, los auditores del Ministerio revisan ese pliego. Nunca están de acuerdo con todo, y en
cada ocasión, señalan, en un “pliego de ajustes”, los desembolsos que el Estado no tiene por qué
asumir. Los montos que el MEM disputa suelen ser relativamente pequeños. Para hacerse una
idea, el primer trimestre 2010, Perenco reportó $8,8 millones en costos recuperables, de los
cuales, el Ministerio decidió no devolverle $151,202.
Pero, aunque los montos que el Ministerio pelea sean modestos, el listado de los gastos que los
auditores rechazan tiene su interés. Muestran, acaso, el poco respeto que tienen las empresas por
el ministerio que las tutela, y por el Estado de Guatemala en general. Así lo muestra el pliego de
ajustes del primer trimestre 2010 consultado por Plaza Pública.
Algunas facturas que Perenco intentó colar dentro de sus costos de producción eran puramente
anecdóticas: repuestos para bolígrafos marca Cross, comprados en la Boutique Mont-Blanc por el
ingeniero Antonio Minondo Ayau (Q146); Llamadas internacionales realizadas por los directivos a
Gabón, Perú y Colombia (Q4,784); Bebidas ingeridas durante una excursión al volcán Pacaya
(Q62); Tres facturas del restaurante Tapas y Cañas (Q4,123).
Otros gastos rechazados resultan más problemáticos, como, por ejemplo, en ese mismo trimestre,
el “transporte de tres camionadas de aserrín y tres de estiércol para la remediación de la finca n°2
por rebalse del tanque, derrame de la línea de producción Xan 1, fuga en el acarreo de crudo en
Torre Alta. Este gasto (Q29,196), indica el MEM, no es de producción, puesto que es fruto de “la
negligencia o imprudencia del contratista”.
Pero el grueso de los cobros que ni el MEM ni Perenco quieren asumir, venían los bonos a
directivos de Perenco como Fredy Misael Gudiel, gerente legal, Antonio Minondo Ayau, gerente de
seguridad industrial o Erick Oswaldo Campos, supervisor general de mantenimiento mecánico.
Siete altos cargos de la empresa recibieron ese trimestre Q971,664 en bonificaciones que
pretendían cargarle al Estado. También pretendían cargarle el alquiler de las casas de los
expatriados franceses de la empresa: Q12,768 mensuales por la casa de Olivier Aberlin, gerente
financiero; Q17,936 por la casa de Geoffroy Martin, gerente general.
Casi todos los trimestres, sucede lo mismo. El MEM rechaza algunos gastos, Perenco impugna la
decisión mediante largos oficios donde explica por qué dichos gastos sí son necesarios para la
producción petrolera. El MEM vuelve a decir que no, y el expediente va a parar a las Salas de lo
Contencioso. Empieza un largo proceso judicial que contribuye a la mora del sistema de justicia.
En el caso del diferendo por el primer trimestre de 2010, la Sala tardó cuatro años en darle la
razón al Ministerio, con lo cual, Perenco se fue a Casación, y luego a la Corte Suprema de
Justicia. Tras movilizar a la Procuraduría General de la Nación, la CSJ dio la razón al MEM en julio
de 2015.
Dato curioso: en diciembre 2005, Perenco pidió al MEM que le devolviera el dinero que gastó con
el bufete Beltranena, de la Cerda y Chávez (Q11,103). Estos abogados representaron a la
empresa en un pleito en Corte de Casación… contra el MEM. No lo lograron colar, ya que solo se
pueden considerar como gastos de producción las asesorías legales que no van contra el Estado.
En el juego de intentar colar gastos superfluos, las otras empresas petroleras no se quedan atrás.
Así, en diciembre de cada año, la lista de costos de producción se tiñe de espíritu navideño. En
2010, la Empresa Petrolera del Istmo, trató de recuperar los Q38,848 de las canastas navideñas,
los Q3,400 de un show de payasos, los Q81,607 de los uniformes deportivos, playeras para niños
y gorras con el texto “Desarrollo petrolero sostenible”. El MEM no quiso jugar a Santa Claus, y
rechazó las facturas.
Hidrocarburos compartibles
Una vez que al barril se le han restado las regalías que percibe el Estado, y los gastos que
recupera la empresa (que suelen ser entre tres y siete veces mayores a las regalías), queda la
ganancia que se reparten en partes desiguales el Estado y el contratista. El término técnico para
esto es “hidrocarburos compartibles”.
Esta repartición varía según los contratos, los precios internacionales y los barriles diarios
producidos. En la actualidad, según el contrato 1-2005 con Latin American Resources, 30% de la
ganancia es para el Estado y 70% para la empresa. Con la producción actual de Perenco, el
Estado recibe el 42% y la empresa el 58%.
Según los contratos firmados con estas empresas, esta “participación del contratista” constituye “la
remuneración total por sus servicios y por sus compromisos técnicos y financieros”.
Cuando los precios son bajos y los costos de operación elevados, lo que queda en hidrocarburos
compartibles es mínimo. En el caso de Perenco, entre 2012 y 2015, los ingresos del Estado
cayeron de US$106 millones a US$19 millones.
Peor aún: Latin American Resources, que explota campos en el norte de Alta Verapaz, no ha
brindado al Estado un dólar de ganancias desde 2013, año en que retomó el contrato 1-2005 que
poseía la empresa Petro Latina. Petro Energy tampoco ha aportado nada desde 2004.
“Estas empresas pequeñas han tenido problemas económicos por los precios bajos y le adeudan
al Estado. El MEM ya ha iniciado las acciones legales para que se realice el pago”, asegura Luis
Ayala, director de Hidrocarburos
Lo cierto es que sus gastos de operación son tan elevados, que superan a veces los ingresos de
la venta del petróleo.
En general, los importadores de petróleo gozarán de un crecimiento más rápido, menor inflación y
posiciones externas más sólidas, y la mayoría escapará a presiones fiscales significativas. Los
países exportadores de petróleo tenderán a experimentar una desaceleración del crecimiento y un
debilitamiento del saldo de la cuenta corriente externa, y algunos se verán sometidos a presiones
fiscales, dado que muchos dependen de ingresos directos vinculados al petróleo. Un caso
destacado es el de Venezuela, que ya sufría graves desequilibrios económicos antes de que los
precios del petróleo comenzaran a caer, y ahora se encuentra en una situación aún más precaria.
Para adaptarse a este nuevo entorno mundial, muchos países están permitiendo que la caída de
los precios internacionales del petróleo se traduzca en un abaratamiento de los costos energéticos
internos. Esto aumenta el ingreso disponible de los consumidores y las empresas, ya que bajan
los precios del transporte y la electricidad. Esta política respalda el crecimiento y alivia las
presiones inflacionarias. También contribuye a estabilizar el saldo de la cuenta corriente externa al
estimular la demanda de importaciones no petroleras, lo cual puede compensar en parte la
disminución de las importaciones petroleras. En América Latina y el Caribe, según nuestras
estimaciones, 60% de estos países tal como en el caso de Barbados, Costa Rica y Guatemala
permitirán que la caída de los precios internacionales de los combustibles se traslade
completamente a los precios internos para fines de 2015, en tanto que menos del 30% impedirán
hasta el más mínimo traslado.
Para los importadores netos, los precios internacionales del petróleo pueden influir en los saldos
fiscales de distintas maneras que podrían terminar compensándose. La recaudación por
impuestos sobre las importaciones petroleras (tanto los impuestos sobre el valor agregado como
los derechos de importación ad valorem) probablemente disminuya, pero los subsidios a los
combustibles también podrían abaratarse, especialmente si el gobierno no permite un traslado
total de la baja de los precios internacionales del petróleo. Nuestro análisis nos lleva a concluir que
la situación fiscal de la mayoría de los países que son importadores netos de petróleo mejoraría
moderadamente gracias a la caída de los precios internacionales del petróleo. La situación fiscal
de algunos de estos países se está fortaleciendo porque los gobiernos no están permitiendo que
el retroceso de los precios internacionales se vea reflejado en los precios internos. Pero el efecto
de los precios internacionales del petróleo en la situación fiscal de los exportadores netos de
petróleo (Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Trinidad y Tobago y Venezuela) es negativo. En la
mayoría de estos países, el sector está dominado por una empresa petrolera estatal, que genera
ingresos fiscales a través de impuestos sobre la renta, dividendos y regalías pagadas al gobierno.
Estas empresas pueden tener el monopolio de las ventas nacionales de derivados del petróleo y
pueden cargar con los costos de los subsidios internos a los combustibles. Ecuador, México y
Trinidad y Tobago ya han comenzado a recortar el gasto para compensar la disminución del
ingreso vinculado a los hidrocarburos. El gobierno mexicano está incrementando el precio interno
de la gasolina un 1,9% en 2015, lo cual reforzará el ingreso generado por las ventas nacionales, y
contrató un seguro en el mercado que contribuyó a limitar la contracción del ingreso relacionado
con el petróleo en 2015. El gobierno tendrá que emprender un ajuste fiscal adicional en 2016
porque la protección del seguro no se extiende más allá de 2015. Colombia mantiene una regla
fiscal que distribuye el ajuste según la fluctuación de los precios internacionales del petróleo. Esto
significa que el déficit fiscal se profundizará en 2015, con la caída del ingreso fiscal vinculado al
petróleo. Sin embargo, en los años venideros, el gobierno tendrá que recaudar ingreso no
petrolero para alcanzar las metas del balance fiscal estructural impuestas por ley y proteger al
mismo tiempo programas de gasto críticos. Bolivia sufrirá una pérdida significativa de ingresos,
dado que el precio de sus exportaciones de gas natural está atado a los precios internacionales
del petróleo, pero el gobierno cuenta con una protección considerable en forma de depósitos y
reservas internacionales netas que le dará margen de maniobra a corto plazo. La situación fiscal
de Venezuela será la que más se deteriorará como consecuencia del abaratamiento internacional
del petróleo, dado que gran parte del ingreso del sector público se deriva de las exportaciones de
petróleo. Además, se prevé que el precio interno de la gasolina se mantenga cerca de cero, lo que
prácticamente elimina todo ingreso potencialmente generado por las ventas nacionales. Las
dificultades fiscales de Venezuela podrían someter a presión a los países que importan su
petróleo a través de Petrocaribe, un programa venezolano de asistencia energética para algunos
países de América Central y el Caribe. En muchos de estos países, la disminución del valor de las
importaciones petroleras excede el financiamiento proyectado recibido de Petrocaribe. Sin
embargo, muchos países utilizan el componente de subsidios del financiamiento de Petrocaribe
para sustentar el gasto a largo plazo, y podrían verse enfrentados a un ajuste fiscal espinoso si
esta fuente de financiamiento desapareciera. El nuevo panorama de los precios internacionales
del petróleo beneficiará a algunos países y planteará retos a otros. En general, este nuevo
panorama no hace peligrar la estabilidad macroeconómica de la región porque la mayoría de los
países continuarán manteniendo marcos de política sólidos. Venezuela es la excepción, ya que la
pérdida significativa de ingresos de exportación de petróleo agravará una situación de por sí frágil.
Para los países que aún no lo han hecho, la baja de los precios del petróleo representa una buena
oportunidad para eliminar subsidios mal focalizados y establecer mecanismos de fijación de
precios que hagan posible un ajuste automático de los precios internos ante variaciones de los
precios internacionales de los combustibles. El nuevo entorno mundial también pone de relieve la
importancia de diversificar las fuentes de ingreso fiscal para evitar una dependencia excesiva de
las exportaciones o las importaciones de petróleo.