La

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La 

estructura del texto argumentativo es sencilla: introducción, desarrollo y conclusión.


Veamos de qué van:
Introducción
Se presenta la o las ideas a desarrollar de manera convincente y segura, para lo cual es
conveniente usar citas, anécdotas, ejemplos o establecer de una vez la pregunta que
vamos a responder.
Esta idea también puede ser una tesis u opinión. En todo caso, cómo empezar un texto
argumentativo debe ser algo breve pero que llame la atención para enganchar al
público.
Es el momento para crear una polémica, generar una actitud de apoyo hacia el punto o
reforzar el sentimiento/razones de quienes escuchan o leen. 
Desarrollo
Aquí debes presentar tu argumento, aquello que justifique, explique y confirme la idea
o ideas que plasmaste al inicio. 
Apoyas o refutas una tesis, para lo cual te vales de fundamentos teóricos, pruebas,
características, relaciones de causa efecto, inferencias, ejemplos y, en líneas generales,
una base sólida que demuestre tu punto.
En el cuerpo del qué es un texto argumentativo, debes aportar conocimientos y
contrastes que apelen a la razón o a los sentimientos de las personas, a fin de
convencerlas, reforzar, modificar opiniones.
Conclusión
Se trata de una síntesis de lo que has explicado a lo largo del texto, es decir, retomas tu
idea central y recuerdas los principales argumentos, de forma muy condensada, para
finalizar la presentación.
Si hiciste una pregunta al iniciar, debes responderla; llamar a la acción sobre algo que
planteaste, presentar soluciones, sugerencias, terminar de persuadir al público para
cerrar.
Las partes del texto argumentativo lógicamente deben guardar una relación estrecha,
reafirmarse entre sí y seguir una misma línea, no subordines ideas ni pierdas tiempo en
explicar aristas del tema, enfócate en argumentar lo preciso para obtener la conducta
esperada en el receptor.
JIAN JAJAJA
Las características del texto argumentativo más importantes
Como en cualquier escritura que hagamos, podemos elegir entre una diversidad de
estilos, más o menos formales, con uno u otro tipo de lenguaje, o mostrando una
mayor o menor cercanía al lector.
En función de nuestro objetivo, podremos, por ejemplo, optar por un estilo más
aséptico, utilizando siempre formas verbales impersonales, o bien utilizar un método
más subjetivo, hablando en primera persona y en singular.
Si el texto va dirigido al público general, deberemos escribir nuestras ideas de una
forma más neutra, pero si contamos con la ventaja de tener un público objetivo al que
conocemos en mayor o menor medida, podremos adaptar nuestra escritura de manera
que resulte especialmente interesante para dichas personas.
Como ya hemos visto, esta clase de escritos nos permiten utilizar una variedad de
estilos diferentes a la hora de redactar, pero es muy importante tener en cuenta
que una vez hemos comenzado a escribir utilizando uno de ellos, hemos de
mantenerlo hasta finalizar, para que esta distorsión no causa un efecto negativo a la
hora de persuadir al lector.
Argumentos
Representan el núcleo de un texto argumentativo, y son todos aquellos razonamientos
con los que pretendemos causar un efecto en la opinión de la persona que nos lee.
Su tipología puede ser variada, como comprobaremos a continuación.
1. Causal
Uno de los más frecuentes y de los más poderosos. Se trata de establecer una relación
de causa y efecto entre dos elementos, de la manera más obvia posible.
2. Lógico
Semejante al anterior, pero tratando de la manera más neutra posible. Es el clásico
silogismo filosófico de, si p entonces q, y si q entonces r. Si se da p, necesariamente se
ha de dar r.
Ejemplo: cuando llueve, el suelo se moja. El suelo está mojado, por lo que ha tenido
que llover.
Pero cuidado, algunos avispados argumentadores pueden mostrarnos una secuencia
lógica que aparentemente parece correcta, pero igual no lo es tanto. Es posible que
esto lo hagan de una manera inconsciente (porque estén equivocados sin saberlo) o
bien que lo hagan deliberadamente. En este caso estaríamos cayendo en el uso de un
argumento falaz o de una falacia.
Ejemplo: el suelo está mojado, así que igual ha llovido, o alguien ha tirado agua, o ha
pasado el servicio de limpieza, o han regado un jardín cercano...
3. Analogía
Con este tipo de argumento lo que tratamos es de equiparar una situación a
otra, haciendo ver las semejanzas que existen entre las dos, de manera que si un
razonamiento es válido para la primera, también debería serlo para la segunda.
Ejemplo: alguien contrató su línea telefónica con la compañía X, tuvo una incidencia y
recibió muy mal servicio, por lo que si tú contratas a la misma compañía,
necesariamente vas a sufrir el mismo problema.

4. Generalización
Similar al anterior, pero exponiendo una serie de casos y alegando que si un
determinado hecho ocurre en todas esas situaciones, es razonable pensar que
también se da en las condiciones que nosotros estamos exponiendo.
Ejemplo: esta película le ha gustado mucho a todas las personas que conozco que la
han visto, por lo que seguro que a mí también me va a encantar.
5. De autoridad
Se trata de basar la razón en que una persona (aparentemente experta en el campo
del conocimiento que estamos tratando) se inclina a favor de la tesis que
proponemos, ya sea a través de artículos, experimentos u otros medios, por lo que
debemos estar en lo cierto. Ejemplo: la OMS afirma que los azúcares son dañinos para
nuestra salud, por lo que debemos reducir al máximo la ingesta de los alimentos que
los contengan en exceso.
6. Sentido común
A veces caemos en un tipo de argumentación que se reduce a alegar que es algo sabido
por todos, que todo el mundo sabe que es así, o que siempre se ha hecho de
determinada manera. Se basarían en el aparente poder de la tradición. Se puede ver
claramente con la utilización de refranes y dichos populares, que supuestamente
atrapan el saber popular de generaciones pasadas.
El problema es que esto, en realidad, no nos está garantizando nada, y a veces es fácil
desmontarlos mediante argumentos de carácter más científico.
Ejemplo: en un determinado pueblo se lleva a cabo una celebración tradicional desde
hace muchos años, y como “siempre ha sido así”, nadie se plantea realmente si es
beneficiosa para todos o alguien está siendo perjudicado de alguna manera con dicho
acto.
7. Apelación a lo emocional
Puede que en determinado momento nos interese más valernos del estado
emocional del receptor que de las razones objetivas de nuestro argumento. Es algo
que hacen constantemente los políticos, especialmente en los mítines electorales.
Ejemplo: un político aparece indignado por la decisión tomada por el líder del partido
contrario, y muestra ante su audiencia su gran descontento, pero no se preocupa de
explicar racionalmente cuáles son los efectos negativos que para él implica dicha
decisión.
8. Ad hominem
Es un tipo de falacia o argumentación falaz en el que atribuimos una característica
negativa al emisor sin que tenga relación con la tesis abordada, y establecemos
erróneamente que por lo tanto no puede tener razón en su razonamiento. Estaríamos
atacando a la persona en vez de al argumento.
Ejemplo: esta persona me cae mal, así que su trabajo seguro que es incorrecto.
9. Prolepsis
Pero, si existe una forma realmente eficaz de argumentar y convencer, es yendo un
paso por delante y estudiando en profundidad cuáles son todos los posibles
argumentos en contra de nuestra tesis. Esta estrategia se conoce como prolepsis, y ya
bien estudiada y utilizada por los antiguos pensadores griegos, especialmente por
aquellos que seguían las corrientes del estoicismo o del epicureismo.
ZHIGUA

Características de los textos expositivos


Son varias las características que definen a los textos expositivos.
1. Estructura y lenguaje
Los textos expositivos pueden exponer una gran variedad de temáticas, como
acontecimientos históricos, descripción de procesos biológicos, fenómenos sociales,
jardinería...
Sea cual sea el tema, la información es presentada con una clara estructura, estando el
texto organizado en varias secciones.
El tipo de lenguaje e preciso, adecuado para el tema que se está tratando. Se evita el
uso de términos ambiguos, aunque tampoco se pretende entrar con demasiada
profundidad en temas diferentes al principal.
Se consideran textos formales, dado que no usan un lenguaje coloquial, sino uno más
educado y que no dependa del contexto para ser comprendido.
2. Contenido
El objetivo del texto expositivo es exponer una idea y ayudar al lector a aprender sobre
un tema en concreto.
Es por esto que el contenido no viene únicamente en forma de texto redactado, sino
que, también, puede acompañarse con índices, tablas de contenido, glosarios,
apéndices y otros recursos, en función de lo pertinente que sea con el tópico expuesto
en el mismo texto.
También, a modo de soporte mnemotécnico y organizativo, el texto viene acompañado
fotografías, subtítulos, ilustraciones, gráficos, diagramas, tablas y cronogramas.
3. Objetividad
El texto expositivo trata de ser objetivo. Es por ello que no se debe presentar ninguna
opinión personal sobre el tema expuesto. Durante la redacción de un texto de este
tipo se trata de recoger toda la información apropiada y los hechos que sean
pertinentes.
A la hora de escribir sobre un tema se debe asumir que el lector no conoce, para nada,
sobre la temática que se está exponiendo, por lo que debe escribir con todo detalle,
incluso cosas que pudieran parecer obviedades.
4. Centrado en el tema principal
Es muy importante que en un texto expositivo no se pierda el rumbo del mismo. Es
decir, se debe permanecer centrado en el tema que se está exponiendo, sin deambular
en otros asuntos.
También se debe evitar explicar información que no resulta relevante para hacer más
comprensible la temática principal.
5. Contrastación de la información
Uno de los métodos que se usan en la escritura expositiva es la discusión de similitudes
y diferencias entre la temática expuesta y alguna que esté relacionada, sin entrar en
demasiados detalles sobre esta segunda.
No se necesita enumerar todas las similitudes y características divergentes, pero sí
elegir algunas de las más importantes para resaltar cuán diferentes son y ayudar al
lector a diferenciarlos.
6. Causa y efecto
En el texto expositivo, sobre todo si la temática tiene que ver con las ciencias sociales y
las naturales, se explica cómo las cosas se influyen mutuamente, es decir, relaciones
de causa y efecto. Puede comenzar, por ejemplo, introduciendo un hecho y después
nombrar y analizar las causas que hicieron que se produjera ese hecho en concreto.

La estructura del texto expositivo


Todo texto expositivo se estructura partiendo del siguiente esquema:
 Introducción: es el primer contacto del auditorio con la exposición, por lo que es
fundamental que en la introducción se explique de forma sencilla y concisa cuál
será el tema sobre el que se desarrollará el texto expositivo.
 Desarrollo: es la parte más importante de la exposición ya que es donde se
presenta de forma clara y ordenada la información principal sobre el tema del
texto expositivo. Así, el desarrollo supone el cuerpo del texto, donde se pueden
añadir detalles y argumentos que faciliten la comprensión de la exposición por
parte del público.
 Conclusión: la exposición se da por finalizada a través de la conclusión. En esta
parte final del texto expositivo es donde se sintetizan las ideas principales de toda
la exposición. Para terminar, es importante resumir los aspectos más importantes
de la exposición con el objetivo de que sean lo último que el público escuche y por
tanto, retenga en su cabeza.
JOSUE

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