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4. Generalización
Similar al anterior, pero exponiendo una serie de casos y alegando que si un
determinado hecho ocurre en todas esas situaciones, es razonable pensar que
también se da en las condiciones que nosotros estamos exponiendo.
Ejemplo: esta película le ha gustado mucho a todas las personas que conozco que la
han visto, por lo que seguro que a mí también me va a encantar.
5. De autoridad
Se trata de basar la razón en que una persona (aparentemente experta en el campo
del conocimiento que estamos tratando) se inclina a favor de la tesis que
proponemos, ya sea a través de artículos, experimentos u otros medios, por lo que
debemos estar en lo cierto. Ejemplo: la OMS afirma que los azúcares son dañinos para
nuestra salud, por lo que debemos reducir al máximo la ingesta de los alimentos que
los contengan en exceso.
6. Sentido común
A veces caemos en un tipo de argumentación que se reduce a alegar que es algo sabido
por todos, que todo el mundo sabe que es así, o que siempre se ha hecho de
determinada manera. Se basarían en el aparente poder de la tradición. Se puede ver
claramente con la utilización de refranes y dichos populares, que supuestamente
atrapan el saber popular de generaciones pasadas.
El problema es que esto, en realidad, no nos está garantizando nada, y a veces es fácil
desmontarlos mediante argumentos de carácter más científico.
Ejemplo: en un determinado pueblo se lleva a cabo una celebración tradicional desde
hace muchos años, y como “siempre ha sido así”, nadie se plantea realmente si es
beneficiosa para todos o alguien está siendo perjudicado de alguna manera con dicho
acto.
7. Apelación a lo emocional
Puede que en determinado momento nos interese más valernos del estado
emocional del receptor que de las razones objetivas de nuestro argumento. Es algo
que hacen constantemente los políticos, especialmente en los mítines electorales.
Ejemplo: un político aparece indignado por la decisión tomada por el líder del partido
contrario, y muestra ante su audiencia su gran descontento, pero no se preocupa de
explicar racionalmente cuáles son los efectos negativos que para él implica dicha
decisión.
8. Ad hominem
Es un tipo de falacia o argumentación falaz en el que atribuimos una característica
negativa al emisor sin que tenga relación con la tesis abordada, y establecemos
erróneamente que por lo tanto no puede tener razón en su razonamiento. Estaríamos
atacando a la persona en vez de al argumento.
Ejemplo: esta persona me cae mal, así que su trabajo seguro que es incorrecto.
9. Prolepsis
Pero, si existe una forma realmente eficaz de argumentar y convencer, es yendo un
paso por delante y estudiando en profundidad cuáles son todos los posibles
argumentos en contra de nuestra tesis. Esta estrategia se conoce como prolepsis, y ya
bien estudiada y utilizada por los antiguos pensadores griegos, especialmente por
aquellos que seguían las corrientes del estoicismo o del epicureismo.
ZHIGUA