Orlando Fals Borda y La Investigación Acción Participativa
Orlando Fals Borda y La Investigación Acción Participativa
Orlando Fals Borda y La Investigación Acción Participativa
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Esta crítica, producto de un debate iniciado dentro de la Facultad
de Sociología, les permitió a Fals Borda y al equipo de profesores
con quienes trabajaba, en especial a Camilo Torres, abrir una veta
importante en el cuestionamiento al canon dominante en la
producción del conocimiento “científico”, en la medida en que
empezaron a surgir preguntas que interpelaban a quiénes y desde
dónde se producía tal conocimiento. Al mismo tiempo, se pasó a
debatir el carácter restringido que suponía incorporar y mantener
la llamada “lógica” científica como la única vía para la comprensión
de lo social.
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Es en el Simposio Internacional de Cartagena, realizado en 1977,
donde Fals Borda empieza a fundamentar varias de las categorías
que surgieron como mecanismos de distanciamiento frente al
positivismo, las cuales pudieron crear las condiciones para
empezar a considerar a la investigación-acción participativa como
un paradigma alternativo. El punto de partida que debemos
considerar, entonces, es que la propuesta elaborada por Fals Borda
y presentada en el Simposio de Cartagena, se constituyó en la
síntesis del trabajo de investigación que había desarrollado en el
contexto rural colombiano entre 1970-1975.
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visualizar una compleja red de causas y efectos que sólo podía ser
explicable por medio de análisis estructurales, los cuales
obviamente tenían que alejarse de las pautas mecanicistas y
organicistas expuestas por el paradigma dominante (1989). Un
segundo aspecto que se desprende de la relación entre la ciencia y
la realidad es el que tiene que ver con el concepto de “constatación
del conocimiento”. Éste es producto del traslado de una noción
epistemológica perteneciente a las ciencias naturales, a las
ciencias sociales sin ningún tipo de mediación. La crítica aquí se
centra en la figura de un “observador” externo concebido desde la
ciencia natural como poseedor innato de una serie de virtudes,
tales como la neutralidad valorativa y la objetividad científica
(1989: 18).
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se propuso cuatro objetivos de índole intelectual y político:
primero, propiciar el intercambio de conceptos o preconceptos con
los hechos o sus percepciones; segundo, constatar mediante la
acción en la base lo que se quería conceptualizar; tercero,
“retornar” sobre este conjunto experimental para profundizar en
la conceptualización; y como un cuarto aspecto, volver sobre el
ciclo de la investigación para culminar en la acción (1989: 24).
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definiciones de “praxis” y conocimiento las que le dan fundamento
al nuevo paradigma (1989: 28). El punto de partida en la
comprensión de la praxis se sustentaba en el accionar político
como estrategia para transformar estructuralmente la sociedad.
Por tanto, es el ejercicio de la praxis política e investigativa el que
permite, según lo expuesto por la investigación-acción
participativa, la producción de un conocimiento científico
“militante”, alternativo a los parámetros instituidos por la ciencia
clásica. Por esto, y tomando en cuenta que el criterio básico en la
construcción de conocimiento era la aprensión de la “realidad”, la
praxis fue considerada como unidad dialéctica que integraba tanto
la teoría como la práctica. Ésta es la idea básica que define la
relación entre praxis y conocimiento dentro de la perspectiva que
Fals Borda denominó como “ciencia popular”.
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del pensamiento occidental, y el reconocimiento y agencialidad de
“otros” conocimientos.
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Desde esta lectura, y con la certeza de que el desarrollo del
conocimiento moderno no había sido fruto exclusivo de Europa, y
que más aun, era posible la construcción de un conocimiento propio,
igualmente válido y científico desde la periferia, Fals Borda
concluyó en Ciencia propia y colonialismo intelectual que mantener
la idea de un eurocentrismo umbilical se hacía cada vez más
insostenible, ya que la sociedad y la ciencia europea:
[...] son en sí mismas el fruto histórico del encuentro de culturas
diferentes, incluyendo las del actual mundo subdesarrollado. Es
natural preguntarse, por ejemplo, si Galileo y los demás genios de
la época hubieran llegado a sus conclusiones sobre la geometría, la
física o el cosmos sin el impacto del descubrimiento de América,
sus productos y culturas, o sin la influencia deslumbrante de los
árabes, hindúes, persas y chinos que bombardearon con sus
decantados conocimientos e invenciones a la Europa rudimentaria
del pre-Renacimiento. (Fals Borda, 1970: 156)
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llamada historia oficial, y su compromiso en la construcción de una
memoria del poder.
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