Catedra Morazanica
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Cátedra Morazánica
Introducción
El presente trabajo nos remonta a estudiar con mayor profundidad la vida y obra del ilustre y
preclaro hombre insigne de Centroamérica, Morazán, que por su avanzado pensamiento rebaso
las circunstancias del contexto histórico en que le tocó vivir a principios del siglo XIX. José
Francisco Morazán Quezada nació el 3 de octubre de 1792 en Tegucigalpa, entonces parte de la
Independencia de Comayagua, Capitanía General de Guatemala, durante los últimos años del
dominio de la colonia española. Lo maravilloso es que se formó como autodidacta por lo atrasada
que se encontraba la sociedad, aun cuando las colonias españolas se aventuraban a constituirse
como repúblicas independientes, por lo que era de suma importancia el aporte de los hombres
que de alguna manera les toco dirigir los destinos de las nacientes naciones. Morazán desde la
perspectiva del aporte en materia de educación sencilla para sacar al pueblo de la ignorancia y
formar al nuevo ciudadano, el interés de utilizar el método lancasteriano en tan noble empresa y
debido a la escases del recurso docente. Otro de sus aportes fue como reformador y constructor
del estado naciente, con la implementación de leyes como el código Livingston, habeas corpus y
los juicios por jurado con ello nos muestra la historia que Morazán, un civil que por circunstancias
especiales tomo las armas, era todo un estadista por que bebió de la fuente primaria los
planteamientos políticos, filosóficos que fundamentaban el naciente sistema económico capitalista
teniendo como palanca del desarrollo la educación del pueblo. Una vez hecho el estudio del
pensamiento Morazánico nos damos cuenta que en la actualidad siguen vigentes las mismas
causas por las que el lucho ahora nos corresponde a nosotros como docentes retomar su legado
con mayor conciencia por que formamos los nuevos ciudadanos y que está pendiente la
construcción de la identidad nacional y una sociedad justa para todos sus hijos.
Presentación
Al hablar de educación somos conscientes que es un tema complejo, pero de suma importancia
para el desarrollo intelectual, científico, social, etc. De todo individuo que forma parte de la
sociedad.
En los últimos años en honduras se han venido implementando proyectos de cambio de una
manera lenta tanto en su Estructura como en su innovación curricular, para garantizar la
implementación de una educación con calidad e igualdad convencidos que es el motor de una
educación cada vez más baja y a veces hasta absurda se le exige demasiado a los alumnos
cuando estos no cuentan con las necesidades básicas para una óptima educación, y ni hablar de
las condiciones, didácticas, las bases en los contenidos, y las condiciones pedagógicas que
necesita el docente para transmitir sus conocimientos a sus educandos. De ahí que es prioridad
entonces rescatar y reforzar los conceptos relacionados con los valores y el patriotismo que de
apoco también se han ido deteriorando de forma abrumadora por una sociedad más que
materialista y de consumo aplastando la cultura, la identidad nacional y la conciencia de nuestras
raíces con el presente material se pretende orientar y estimular el impulso de un nuevo proyecto
educativo que vendrá a reforzar esa imperante necesidad de recuperar el amor a la patria a la
memoria histórica de nuestros orígenes y antecedentes sobre la
la práctica de valores patrióticos como el compromiso social y amor a la patria en todos sus
escenarios a nivel nacional e internacional.
Se promoverán actividades en el proceso formativo de los jóvenes y jovencitas de la patria y en el
desarrollo académico como una forma de fortalecer los valores éticos, personales y profesionales.
En el marco de la Cátedra, se desarrollará el Seminario Vida y Obra de Francisco Morazán, dicho
seminario tendrá su propia normativa que regule los aspectos pedagógicos de esta actividad
académica garantizando así su integración a contenidos transversales en distintas asignaturas a
través de la readecuación curricular en el proceso de formación permanente.
El Seminario Vida y Obra de Francisco Morazán es uno de los pilares de la Cátedra Morazánica,
a fin de dar cumplimiento a lo establecido como uno de los requisitos de promoción para todos los
estudiantes de noveno grado.
Índice de Contenido.
Temática
El General José Francisco Morazán Quezada, primer soldado de la patria, es la figura inmortal de
la historia y uno de los valores más prominentes de la América. Su genio militar, la serenidad
justiciera en su misión unionista y su ilustre pensamiento de estadística, lo convirtieron en el
paladín de las causas supremas de las nuevas Naciones de Centroamérica. Nació el 03 de
octubre de 1772 en Tegucigalpa, siendo sus padres José Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe
Quezada Borjas; Eusebio Morazán era hijo del don Juan Bautista Morazzini proveniente de la isla
de Córcega, Francia estableciendo su residencia en Yuscarán, Departamento de El Paraíso. En
1802 a la edad de 10 años Francisco Morazán ingresa al Convento San Francisco donde se
impartían clases de gramática latina, escritura, aritmética, filosofía y religión. Posterior a la
Libros: Vida, obra y pensamiento, la patria de los amigos de la libertad, el manifiesto de David,
memorias del benemérito general
Cónyuge: (m. 1825–1842) El 30 de diciembre de 1825, el General contrae matrimonio en la
Catedral de Comayagua con María Josefa Lastiri Lozano quien era proveniente de una de las
familias más ricas de Honduras, siendo su padre Juan Miguel Lastiri, considerado como un
personaje importante en el desarrollo del comercio hondureño y su madre, Margarita Lozano.
De este matrimonio nació en San Salvador, la única hija de Morazán conocida como Adela
Morazán Lastiri.
Entierro: 17 de febrero de 1849, Cementerio Los Ilustres, San Salvador, El Salvador
Padres: Guadalupe Quezada Borjas, José Eusebio Morazán Alemán
Hijos fuera del matrimonio: Francisco Morazán Moncada, Adela José Antonio Ruiz, Josefa
Fuentes Morazán, Nicolás Fuentes Morazán
3. Matrimonio y familia
Fuera de su matrimonio, Francisco Morazán fue padre de un hijo, Francisco Morazán Moncada,
quien nació el 4 de octubre 1827 de la relación del General con Francisca de Moncada, hija de un
conocido político nicaragüense llamado Liberato Moncada. Francisco Morazán hijo vivió en la
casa del matrimonio Morazán - Lastiri, y acompañó a su padre en Guatemala, El Salvador,
Panamá, Perú y finalmente en Costa Rica. Después de la muerte de su padre, Francisco Morazán
Moncada se radicó en Chinandega, Nicaragua, donde se dedicó a la agricultura. Murió en 1904 a
los 77 años de edad. El General Morazán también tuvo también un hijo adoptivo llamado José
Antonio Ruiz. Él era el hijo legítimo de Eusebio Ruiz y la dama guatemalteca Rita Zelayandía,
quien entregó a su hijo al general Morazán, cuando este tenía solamente 14 años de edad. José
Antonio acompañó a su padre adoptivo en las varias acciones militares y se convirtió en un
General de Brigada. Murió en Tegucigalpa en 1883.
El 28 de noviembre de 1821 llegó a Guatemala una nota del General Agustín de Iturbide
sugiriendo que el Reino de Guatemala y el Virreinato de México formarán un gran imperio bajo el
Plan de Iguala y el Tratado de Córdova.[15] La Junta Provisional Consultiva declaró que esta no
era una orden inmediata para tomar tal determinación, sino una opción; por lo que era necesario
explorar la voluntad y escuchar la opinión del pueblo de Centroamérica.[16] Con esta idea, se
celebraron cabildos abiertos en diferentes partes del Reino, ya que la nueva forma de gobierno
debía ser decidida por el congreso que se reuniría en 1822.[15]
5. Asenso de Poder
En 1826, el Gobierno Federal encabezado por Manuel José Arce pretendía disolver el
Congreso federal y convocó a una reunión que se celebraría en Cojutepeque el 10 de octubre
de 1826, para elegir a un congreso extraordinario.[19] Esta medida de orden inconstitucional
fue rechazada por el Jefe de Estado de Honduras, Dionisio de Herrera. Sin embargo, el
presidente Arce no reconocía la autoridad de Herrera, alegando que el mandato provisional de
Herrera había expirado, y que él estaba en el poder ilegítimamente. Por esta razón, la
Asamblea Nacional había convocado a nuevas elecciones en Honduras, pero Herrera había
hecho caso omiso de este decreto y se mantuvo en el poder. Por estas razones, pero bajo el
pretexto de proteger las plantaciones de tabaco en Copán propiedad del gobierno federal,
Arce decidió expulsar a Herrera.[20]
Esta misión fue confiada al coronel Justo Milla, quien el 9 de abril de 1827, al mando de 200
hombres y se apoderó de Comayagua (la capital del estado) le dio captura a Herrera y lo envió
a una prisión de Guatemala. Mientras Milla se ocupaba de consolidar el poder en Comayagua,
Morazán escapó de las tropas federales. Salió de la sitiada capital en compañía de los
coroneles Remigio Díaz y José Antonio Márquez, con el propósito de obtener refuerzos en
Tegucigalpa. Su plan era regresar y liberar a la capital del estado. A su regreso de
Tegucigalpa, sus hombres se enfrentaron con las fuerzas de Milla en el rancho "La
Maradiaga".[21] Esta confrontación, no tuvo mayores consecuencias para ninguno de los
Pero Francisco Morazán logró escapar de sus captores y se fue a La Unión, El Salvador, con
la intención de emigrar a México. En esta localidad, se encontró con Mariano Vidaurre, un
enviado especial de El Salvador en Nicaragua. Vidaurre convenció a Morazan de que, en ese
país, él podría encontrar el apoyo militar que necesitaba para expulsar a Milla del territorio
hondureño. Francisco Morazán se trasladó a la ciudad de León, Nicaragua, donde se reunió
con el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Nicaragua, José Anacleto "Cleto"
Ordóñez. Para Morazán la reunión dio sus frutos, el líder nicaragüense le proporcionó armas y
un contingente de 135 hombres. A estos milicianos se les unieron las tropas del Coronel
Zepeda de El Salvador, y algunas columnas de voluntarios de Honduras en Choluteca,
Honduras.
6. Independencia de Honduras
Francisco Morazán incluyó una cláusula final en su testamento que "trasladarse sus restos
a El Salvador, por ser el pueblo que más bien le había correspondido, y cuya cláusula no
había consignado en su testamento porque lo dictó en medio del tumulto". Así, al filo de las
seis de la tarde, de aquel 15 de septiembre de 1842, en la ciudad de San José, capital de
Costa Rica, los generales Morazán y Villaseñor eran llevados al patíbulo. Sobre aquel
trágico suceso el historiador hondureño Medardo Mejía escribió:
“Morazán, con serenidad y grandeza de alma despidióse de todos los conocidos, y listos
los tiradores pidió el mando de fuego, diciéndoles: ‘Apunten bien, hijos; aquí, directamente
aquí’, señalándose el pecho. Ya iba a dar la voz de fuego, cuando observó que una
puntería estaba errada; corrigióla, y luego con voz enérgica dijo: ‘Ahora bien... fuego’. Una
gran detonación rompió el silencio de la plaza. Villaseñor murió en el acto; pero Morazán
levántose en el humo de la descarga, exclamó: ‘¡Estoy vivo, acaben de matarme!’. Una
nueva descarga terminó con aquella gloriosa existencia. Era la hora del Angelus, en el
augusto Día de la Patria, cuando el hombre más valioso de Centro América bajaba a la
tierra para convertirse en tierra y su ejemplo quedaba resplandeciendo como un sol para
innumerables generaciones americanas”.
ACTA DE INDEPENDENCIA
1º.- que siendo la Independencia del Gobierno español la voluntad general del pueblo de
Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el
señor jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serian temibles en caso
de que la proclamase de hecho el mismo pueblo.
2º.- que desde luego se circulen oficios a las provincias, por correos extraordinarios, para que sin
demora alguna se sirvan proceder a elegir Diputados o Representantes suyos, y éstos concurran
a esta capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de Independencia y fijar, en caso de
acordarla, al forma de gobierno y ley fundamental que debe regir.
3º.- Para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas electorales
de provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes.
4º.- que el número de estos Diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos
sin excluir de la ciudadanía a los originarios de África.
5º.- que las mismas juntas electorales de provincia, teniendo presente los últimos censos, sirvan
determinar, según esta base, el número de Diputados o Representantes que deban elegir.
6º.- Que en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacerlas elecciones de modo
que, el día 1º de marzo del próximo año de 1822, estén reunidos en esta capital todos los
Diputados.
8º.- Que el señor Jefe Político, Brigadier Don Gabino Gaínza, continúe con el Gobierno Superior
político y militar; y para que éste tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se
forme una Junta Provisional Consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta
Diputación Provincial y de los señores Don Miguel Larreynaga, Ministro de esta Audiencia; Don
José del Valle, Auditor de Guerra; Marqués de Aycinena; Doctor José Valdés, Tesorero de esta
Santa Iglesia: Doctor don Angel María Candina; y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 3º
Constitucional: el primero, por la provincia de León, el segundo, por la de Comayagua, el tercero,
por Quezaltenango, el cuarto, por Sololá y Chimaltenango, el quinto, por Sonsonate y el sexto,
por al Ciudad Real de Chiapas.
9º.- Que esta Junta Provincial consulte al señor Jefe Político en todos los asuntos económicos y
gubernativos de su atención.
10º.- Que la religión Católica, que hemos profesado en los siglos anteriores y profesaremos en lo
sucesivo se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha
distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos, seculares y regulares,
y protegiéndoles en sus personas y propiedades.
11º.- Que se pase oficio a los dignos prelados de las Comunidades religiosas para que
cooperando a la paz y al sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de
un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia a los que
estando unidos en el sentimiento general de independencia, deben estarlo también en todo lo
demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos y producen funestas
consecuencias.
13º.- Que el señor Jefe Político publique un manifiesto haciendo notorio a la faz de todos, los
sentimientos generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de
este Gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor
Alcalde 1º, a pedimento del pueblo, el juramento de Independencia y fidelidad al Gobierno
Americano que se establezca.
15º.- Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la
solemnidad y señale el día en que el pueblo debe hacer la proclamación y juramento expresado
de Independencia.
17º.- Que imprimiéndose esta Acta y el Manifiesto expresado se circule a las Excelentísimas
diputaciones provinciales, ayuntamientos constitucionales y demás autoridades eclesiásticas
regulares, seculares y militares para que siendo acordes en los mismo sentimientos que ha
manifestado este pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto.
18º.- Que se cante, el día que designe el señor Jefe Político, una misa solemne de gracias, con
asistencia de la Junta Provisional, de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose
salvas de artillería y tres días de iluminación.
Gabino Gaínza, Antonio García Redondo, Francisco de Paula Vilches, Mariano Gálvez, José
Matías Delgado, Miguel Larreynaga, Tomás O`Horán, Serapio Sánchez, José Francisco Córdova,
Santiago Milla, José Antonio Larrave, Mariano de Aycinena, Antonio Rivera Cabezas, Isidoro del
Valle y Castriciones, Pedro Molina, Francisco Barrundia, Pedro de Arroyave, Mariano Beltranena,
Angel María Candina, José Mariano Calderón, Manuel Antonio Molina, José Domingo Diéguez,
Secretario y Lorenzo Romaña, Secretario.
Este es el documento que jamás ha sido pensado públicamente, aunque ha sido y es mencionado
de manera grandilocuente, es referido a la Patria, pero no a las condiciones políticas e históricas,
no es trabajado con referencia a los intereses de los protagonistas que lo concibieron, redactaron
y aprobaron; en fin, el acta ha sido despojado de su valor histórico propio, y en consecuencia, ha
sido enterrado y soterrado, hasta ahora.
En el bloque de los funcionarios estaban los que no querían la independencia de España, los que
estaban dispuestos a firmar un acta de independencia para anexionarse después al Virreynato de
Nueva España (México), y en el caso de los criollos de San Salvador, los que querían, sobre todo,
los que querían sacudirse el predominio económico de los criollos de Guatemala sobre la
provincia de San Salvador.
Vistas las cosas así, resulta que los hombres reunidos el 15 de septiembre de 1821, en el Palacio
Nacional de Guatemala, no eran rigurosamente independentistas frente a la metrópoli española, y
que los verdaderamente independentistas eran el pueblo que estaba en la calle exigiéndola a
gritos, y metiéndoles miedo a los señores que vacilaban al interior del palacio.
Esta lógica es la que explica el texto del acta, porque como sabemos, para interpretar un texto
hay que conocer su contexto, y en este caso su contexto histórico. El acta en referencia puede
La tercera parte, que va del número 10 al 11, establece el poderío de la iglesia católica, en tanto
que el número 12 es el texto que garantiza el orden y tranquilidad, y del 13 al 18, se establece el
protocolo y los actos oficiales correspondientes.
Lo cierto es que revela la existencia de la confrontación real entre los sectores populares
realmente independentistas y la de los funcionarios y miembros de las elites políticas y
económicas que consideraban que era necesario evitar que el pueblo hiciera en realidad la
independencia, porque en ese caso, dicen los señores en su texto, que las consecuencias serían
temibles.
Pero, además, los señores disponen formar “una Junta Provisional Consultiva” para que el
gobierno continuista de Gaínza “tenga el carácter que parece propio de las circunstancias”. Por si
esto fuera poco, ocurre que esta Junta Provisional Consultiva, que debía ser consultada por
Gaínza, es la que debía consultar al señor jefe político “en todos los asuntos económicos y
gubernativos”. Esto quiere decir, ayer, hoy y siempre, que estos no eran independentistas, y no
tenían interés en romper con la metrópoli.
La iglesia católica tenía un papel político muy importante en los acontecimientos y el texto le
asegura el monopolio de esta fe, los cargos ocupados y, además, a los ministros eclesiásticos
seculares y regulares les garantiza protección “en sus personas y propiedades”, y se les da la
tarea política de sofocar la pasión independentista del pueblo para que no se dividan los ánimos y
no se produzcan “funestas consecuencias”.
En esta parte, el texto llega a ser perverso y antipopular y nos muestra el miedo profundo que se
le tenía al pueblo independentista, al que había que controlar mediante la fuerza y el trabajo
El mayor fracaso histórico que se engendraba en 1821 era que Centroamérica, como realidad
política, necesaria, vital e imprescindible, actualmente, no estaba apareciendo en las cabezas, en
los bolsillos y en los propósitos de las fuerzas, personas e intereses, reunidos en el Palacio
Nacional de Guatemala, y hasta hoy, 5 pequeños, pobres y atrasados países, se debaten entre la
miseria de los pueblos y la opulencia ofensiva de los dominadores.
Día del aniversario de la independencia cuya integridad he procurado mantener. En el nombre del
autor del universo en cuya religión muero. Declaro: Que todos los intereses que poseía, míos y de
mi esposa, los he gastado en dar un Gobierno de Leyes a Costa Rica, lo mismo que dieciocho mil
pesos y sus réditos, que adeudo al señor General Pedro Bermúdez. Declaro: Que no he merecido
la muerte, porque no he cometido más falta que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz a la
República. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se
me ha juzgado ni oído. Yo no he hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea, en
consonancia con mis deseos de reorganizar la República. Protesto que la reunión de soldados
que hoy ocasiona mi muerte, la he hecho únicamente para defender el departamento de El
Guanacaste, perteneciente al Estado, amenazado, según las comunicaciones del comandante de
dicho departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua.
Que si ha cabido en mis deseos el usar después de algunas de estas fuerzas para pacificar la
República, solo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran marchar, porque jamás
se emprende una obra semejante con hombres forzados. Declaro: Que al asesinato se ha unido
la falta de palabra que me dio el comisionado Espinach, de Cartago, de salvarme la vida. Declaro:
Que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a
este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de
morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se
encuentra. Declaro: Que no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro contra mis
Francisco Morazán
“Cuando los traidores a la patria ejercen los primeros Destinos, el Gobierno es opresor”–
MONTESQUIEU
¡Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y
mezquino interés! Con vosotros hablo, enemigos de la independencia y de la libertad.
Si vuestros hechos, para procuraros una patria, pueden sufrir un paralelo con los de aquellos
centroamericanos que perseguís o habéis expatriado, yo, a su nombre, os provoco a presentaros.
Ese mismo pueblo que habéis humillado, envilecido y traicionado tantas veces, que os hace hoy
los árbitros de sus destinos y nos proscribe por vuestros consejos, ese pueblo será nuestro Juez.
Si la lucha que os propongo es desigual, todas las ventajas de ella están de vuestra parte.
Que podéis hacer uso de vuestra autoridad para procuraros acusadores, y que nosotros no
encontramos tal vez ni un testigo.
Que os habéis constituido en nuestros jueces, y declarado que somos vuestros reos.
Que nuestra voluntaria retirada de los negocios públicos, con un objeto más noble que el que ha
podido caber en vuestros corazones, la habéis interpretado como fuga.
Que vosotros, que no os atrevisteis nunca a vernos cara a cara, no insultáis atrozmente en
vuestra imprenta; y añadiendo el escarnio a la venganza, habéis tomado la mano misma que os
ha envilecido para trazar los caracteres de un nombre funesto que no podemos pronunciar sin
oprobio, y nuestra expatriación se ha decretado. (**)
Cuando vosotros disfrutabais de una patria, no podíamos nosotros pronunciar ese dulce nombre.
Recordadlo. Vosotros habéis gozado muchos años de los bienes de esa patria que buscáis hoy
en vano. ¿Encontraréis en la República de Centro América algunas señales de ella? Aunque le
dais hoy este nombre, más extranjeros sois por vuestros propios hechos en el pueblo que os vio
nacer, que nosotros en Méjico, en el Perú y en la Nueva Granada.
Por la identidad de nuestros principios con los que sirven de base a los Gobiernos de estas
Repúblicas, nosotros hemos hallado en ellas simpatías que vosotros no encontraréis en el propio
suelo de vuestros padres (que ya no os pertenece) desde el momento mismo que se descubre
vuestros engaños.
Pero si aún queréis buscar vuestra patria, la hallaréis sin duda por las señales que voy a daros.
Oíd y juzgad.
En vuestra patria, los nombres del Marqués d Aycinena y su familia… se hallaban colocados en
los primeros empleos del Gobierno absoluto, y los nuestros se ocultaban en la multitud.
En vuestra patria cometías culpas que se olvidaban por unas tantas monedas, y a nosotros se
nos exponía a la vergüenza pública.
En vuestra patria perpetrabais los más atroces delitos, a los que se les daba el nombre de
debilidades para dejarlos sin castigo, y nosotros sufríamos la nota de infames hasta nuestra
quinta generación.
En vuestra patria ejecutabais crímenes que siempre se quedaban impunes, porque vosotros
mismos erais los jueces; y nosotros perdíamos la salud en los calabozos y la vida en los
cadalsos.
En vuestra patria teníais la gloria de apellidaros los opresores del pueblo, y gemíamos nosotros
bajo la opresión.
Y cuando en vuestra patria, ensanchando la escala de los opresores, descendía hasta los
infames oficios de carceleros y de verdugos, a nosotros se nos exigían los reos y las víctimas.
Y para que nada faltase a vuestra dicha y a nuestra desgracia, así en la tierra como en el cielo,
¡hasta los santos sacabais de vuestras propias familias! Y los malvados, a vuestro juicio, sólo se
encontraban en las nuestras.
Vosotros oíais continuamente en sus revelaciones la felicidad que os aguardaban, en tanto que a
nosotros sólo se nos anunciaban desgracias.
Y por último, para llenar la medida de vuestro poder y nuestro infortunio, aún más allá de la
tumba, en tanto que las almas de nuestros padres vagaban sin consuelo en derredor nuestro,
para demandarnos los medios de lograr su eterno descanso –vosotros comprabais el cielo que no
habíais merecido, con los tesoros que os proporcionaban las leyes de un infame monopolio.
He aquí vuestra patria. Recordadla. Pero si aún insistiereis en disputarnos la que por tantos títulos
nos pertenece, exhibid vuestras pruebas, que nosotros daremos las nuestras; y si resultase un
solo hecho en vuestro favor contra mil que presentemos nosotros, consentiremos gustosos en ser
a los ojos del mundo lo que hoy somos a los vuestros.
No es vuestra patria: –Porque en 1812, que por la primera vez se ventilaron los derechos de los
americanos, vosotros hacíais de injustos jueces, de viles denunciantes y de falsos testigos contra
los amigos de la independencia del Gobierno absoluto.
Es nuestra patria: –Porque en la misma época nos la procurábamos, difundiendo ideas de libertad
y de independencia en el pueblo, sin que vuestras amenazas nos arredrasen ni nos intimidase la
muerte, ya sea que se nos presentase en la copa de
Sócrates, que la encontrásemos al cabo del dogal que quitó la vida al Empecinado o que se
pronunciase en vuestros inicuos tribunales.
No es vuestra patria: –Porque cuando triunfaron las ideas de libertad en la metrópoli, cuando los
patriotas españoles quitaron algunos eslabones a la pesada cadena de nuestra esclavitud,
revelándonos de este modo lo que éramos y lo que podíamos ser, vosotros conspirasteis contra
el Gobierno constitucional que se estableciera en toda la monarquía. Como enemigos de las
luces, cooperasteis con aquellos que pretendieron entonces independerse del Gobierno de las
cortes y trasladar a la América el Gobierno absoluto de los Borbones.
No es vuestra patria: — Porque en 1821 acreditasteis con un hecho, que más a los ojos del
mundo un grave crimen, vuestro tardío arrepentimiento por haber cometido otro crimen que no es
menos grave a los vuestros. Los remordimientos de vuestra conciencia por haber cooperado a la
independencia de un pueblo indócil, que convirtió en su provecho lo que era destinado al vuestro,
quisisteis aquietarlos sacrificando a un gran conspirador los derechos de este mismo pueblo; y en
lugar de un viejo monarca, nos disteis el escándalo de un emperador de farsa, más opresor
Es nuestra patria: — Porque cuando vosotros, al lado del General mejicano don Vicente Filísola,
hicisteis los mayores esfuerzos por conservar la dominación del Emperador Iturbide en los
pueblos que habías subyugado por la intriga, aunque sin éxito, nosotros procuramos evitarla.
Cuando muchos de vosotros, a la retaguardia de aquel General, erais testigos de los últimos
esfuerzos del heroico pueblo salvadoreño, que mal defendido y cobardemente abandonado por
su jefe en el momento mismo del peligro (***), sucumbió noblemente, y con más gloria que la que
pudo caber a sus vencedores; nosotros por este mismo tiempo, en el propio teatro de la guerra,
en Guatemala, Honduras y Nicaragua, corríamos la suerte de los vencidos, por la identidad de
nuestras opiniones.
El pueblo salvadoreño, sin armas y abandonado a su propia suerte, hizo impotente la negra
intriga que se formara en su seno con innobles miras (****) Defendió por largo tiempo la más
hermosa de todas las causas, adquiriendo por digna recompensa de sus grandes hechos, la
inmarcesible gloria de dar al mundo el grandioso espectáculo de un pueblo libre que se regenera,
obteniendo en su propia derrota la reivindicación de los mismos derechos que se la ocasionaran;
en tanto que sus injustos agresores pierden todas las ventajas que les diera su malhadado triunfo.
Por un distinguido favor de la Providencia, los últimos cañonazos que quitaron la vida a los
mejores hijos de El Salvador y completaran en el Reino de Guatemala la dominación de Iturbide,
eran contestados por los que se disparaban en Méjico, para celebrar la completa destrucción de
un imperio que sólo apareció al mundo para oprobio de sus autores. Y por justo resultado de
estos hechos, del Reino de Guatemala, libre del dominio del Emperador Iturbide, en donde
habíais creado vuestra nueva patria, se formó la nuestra, bajo un sistema democrático, con el
nombre de República Federal de Centro América.
Si ya que no podéis negar estos hechos, que todo el pueblo ha presenciado, pretendiereis, en
vuestro despecho, arrojar de nuevo vuestra acusación favorita, a saber: Que muchos de nosotros
nos hemos enriquecido defendiendo la independencia y la libertad, — no pretendiendo dejaros ni
este miserable recurso.
Tal como es para mí de falsa e insultante la proposición, yo la levanto del suelo, en donde la ha
colocado el desprecio público, con la fundada esperanza de tirárosla a la cara con doble fuerza.
Si se puede llamar riqueza la que obtuvieron algunos de vuestros jefes militares en el sitio de
Mejicanos, por medio de un mezquino monopolio estamos todos de acuerdo. Pero si los bienes
de los regulares componen la única riqueza que se ha podido encontrar en Centro América,
levante la mano el más atrevido de vosotros, y clave en nuestra frete la nota de infame a los que
la hubiéramos merecido, por este hecho u otro semejante.
Volvamos al asunto. Después de la caída de Iturbide ¿Cuál ha sido la conducta que habéis
observado? Yo os la recordaré.
Vuestra debilidad os hizo firmar la Constitución Federal de 1824, y combatirla vuestra perfidia en
1826,27 y28.
Vuestra razón de Estado llevó por segunda vez la guerra a muerte a los pueblos de El Salvador,
que perpetuaron vuestros jefes por interés.
Vuestra venganza iluminó por mucho tiempo las oscuras noches de estío con el incendio de
poblaciones indefensas, para que la rapaz y mezquina codicia de vuestros militares, que se
ejercitaba a media noche, encontrase alumbrado el camino por donde se condujeran a vuestro
campo los miserables despojos que habían librado de las llamas……..
Esta devastación, esta mina, que sólo habría terminado con la dominación a que aspirabais, y
que se os escapara de las manos por la invisibilidad y cobardía de vuestros guerreros,
desapareció con los triunfos de Gualcho, Mejicanos y Guatemala, y los liberales vencedores
acreditaron con la completa reorganización de la República, que eran dignos de regir los destinos
de un pueblo libre.
Vuestra venganza, jamás satisfecha, y vuestros deseos de dominar, nunca extinguidos, trajeron
otra vez la guerra a la República para dar un nuevo testimonio al mundo de vuestras miras, y a
los centroamericanos una prueba de todo lo que debiera esperar y temer de sus enemigos.
El Coronel Domínguez, que defendiera vuestra causa con tanto empeño en 1828, invadió los
puertos del Norte en 1831, se introdujo con fuerzas en el Estado de Honduras, para presenciar
sus derrotas, y encontró por último la muerte en la ciudad de Comayagua.
El ex -presidentes Arce, que apareció en el mismo tiempo por Escuintla de Soconuzco con tropas
mejicanas que habían destruido la Independencia nacional, fue completamente batido por el
valiente General N. Raoul.
No pudiendo aquel desgraciado jefe imitar a Moreau, que murió combatiendo contra su país natal
con un valor que atenuara su crimen; ni a Coriolona, que obligado a retirarse de las puertas de
Roma por las súplicas de la que lo llevara en el vientre, acreditó que no le faltaban virtudes, siguió
el ejemplo de tantos griegos que se unieran con los enemigos de su patria para combatirla, y
sufrió, con ellos, el digno castigo en su propia derrota y en las dobles maldiciones de los
mercenarios extranjeros vencidos y de sus conciudadanos vencedores.
Esta injusta guerra se terminó con la ocupación del castillo de San Fernando de Omoa, en donde
el malvado Guzmán, que sirviera en vuestras filas como soldado en 1828, enarboló la bandera
española.
Después de una lucha obstinada de cinco meses, que diezmara nuestro ejército, y de la epidemia
que lo quitara, fue abatida esa señal oprobiosa de nuestra antigua esclavitud por el valiente y
sufrido General Guzmán, que hizo rendir la fortaleza.
Y para dar al mundo un testimonio de los extremos opuestos a que pueden conducir
No pretendo asegurar que todos vosotros hayáis aplaudido aquel crimen; si puede afirmarse que
hubiesen algunos de vosotros que lo vieran con indignación, permítaseme preguntar a los demás:
¿si tiene alguna analogía con la rendición de la plaza de San Salvador en 1823? ¿Si Fernando VI
y la bandera española tienen algo de común con las del Imperio mejicano y Agustín I? ¿Si las
garras de la joven Águila que se ven pintadas en ésta, oprimen o hieren con más fuerza que las
del viejo León hispano que se mira en las armas de aquella que dominara la América por tres
siglos?
Esta guerra, tan fecunda de hechos que ilustraron las armas del Gobierno Nacional, que no fue
menos abundante en sucesos que justificaron más y más la causa de los liberales vencedores,
arrojó sin embargo, elementos funestos de discordia.
A éstos se unió el descontento, que naturalmente, debió producir una Administración de diez
años, continuamente contrariada por los hábitos que dejara el Gobierno absoluto, cuyos resortes
tocasteis con oportunidad para preparar la revolución de 1840.
La profesión de los derechos del pueblo- la ley de la libertad de imprenta- la que suprimió las
comunidades religiosas, la que creara la Academia de Ciencias, en que se enseñaban los
principales ramos del saber humano, repuesta por vosotros con la antigua Universidad de San
Carlos- la del hábeas corpus -los códigos de pruebas, de procedimientos y de juicios, obra del
inmortal Livinsgton, adoptados con el mejor éxito, y tantas otras, fueron al momento derogadas
por vosotros, y el vacío que dejaran estos monumentos del patriotismo, lo llenasteis con nombres
odiosos, que recordarán al pueblo su antigua esclavitud y sus tiranos.
En los Estados de Nicaragua y Honduras, los justos deseos de reformas, no satisfechos con las
que hiciera el Congreso en 1831 y 1835, fueron de nuevo excitados por dos folletos que escribió
el ex marqués de Aycinena. En ellos pretendía éste probar que no estábamos bien constituidos,
porque los Estados, como en Norte América, no fueron antes que la nación, y porque la
Constitución Federal es más central que la de aquella República.
Pretender que las Constituciones de nuestros Estados debieran existir antes que la general, es
pedir un imposible, porque los españoles, que nunca fueron tan ilustrados, ni tan generosos como
los ingleses con sus colonos, no permitieron otra ley que la voluntad del Soberano.
Asegurar que por esta falta no estamos bien constituidos y somos desgraciados, es ignorar las
causas que han contribuido a la felicidad de aquel pueblo afortunado.
Afirmar que la Constitución Federal de Centro América es más central que la de los Estados
Unidos del Norte, es un insulto que no podrá sufrir con paciencia el que haya hecho una
comparación de estas leyes.
En fin, atreverse a asegurar ante el público tantas falsedades juntas, se abusa demasiado de su
sencillez y buena fe, y del silencio que han observado los centroamericanos ilustrados, que
conocen que ni los norteamericanos pudieron hacer su felicidad copiando las Constituciones
democráticas que habían servido a otros pueblos, ni el de Centro América, en su actual estado,
hará la suya adoptando la Ley Fundamental de aquella República si no puede trasplantar al
mismo tiempo el espíritu que le da vida.
Pero Aycinena sólo ha tenido por mira, al propalar estas doctrinas, producir una revolución. ¡Ojala
sea más afortunado esta vez que lo fuera con su familia en la del Imperio mejicano, que
defendieron con tanto ardor!
Ni el oro del Guayape, ni las perlas del Golfo de Nicoya volverán a adornar la corona del Marqués
de Aycinena; ni el pueblo centroamericano verá más la señal oprobiosa de su antigua esclavitud;
pero si alguna vez brillase en su frente este símbolo de la aristocracia, será el blanco de los tiros
del soldado republicano.
Y para que nada faltase de ignominioso y funesto a la revolución que habéis últimamente
promovido, apareció en la escena el salvaje Carrera, llevando en su pecho las insignias del
fanatismo, en sus labios, la destrucción de los principales liberales, y en sus manos, el puñal que
asesinara a todos aquellos que no habían sido abortados, como él, de las cavernas de
Mataquescuintla.
Este monstruo debió desaparecer con el cólera morbos asiático que lo produjo. Al lado de un
fraile y de un clérigo (*****) se presentó por la primera vez revolucionando los
pueblos contra el Gobierno de Guatemala, como envenenador de los ríos que aquellos
conjuraban, para evitar, decían, el contagio de la peste. Y contra este mismo Gobierno, fue el
apoyo de los que en su exasperación le dieron parte en la ocupación de la ciudad de Guatemala.
Fue su peor enemigo cuando éstos quisieron poner término a sus demasías y vandalismo, y su
más encarnizado perseguidor y asesino cuando el salvaje se uniera con nosotros.
Es necesario que no se ignore la conducta de este insigne malvado, que ha excedido con sus
crímenes a todos los tiranos sin conocerlos. Su vida forma una cadena no interrumpida de delitos,
acompañada de circunstancias horrendas.
En seguida hizo colocar al Juez Zapata en el lugar destinado al suplicio, a tiempo que pasaban de
camino, para la ciudad de El Salvador, las señoritas Juana y Guadalupe Delgado. Juzgando sin
duda, el malvado asesino, que todos tenía un corazón que se complaciera como el suyo con la
muerte de la inocente víctima, las obligó a presenciar la ejecución, a pesar de sus súplicas y
lágrimas para evitarla, y de sus esfuerzos para separarse de aquella escena de horror.
El rapto entre tantos raptos, de una joven doncella que vivía con sus padres en la hacienda de la
Laguna de Atescatempa, fue acompañado de circunstancias que no deben ignorarse. Carrera,
que había visitado a tan honrada familia, y de ella recibió diversa insinuaciones de cariño, quiso
retribuirlas con un crimen, como acostumbra.
Para ocultar el malvado su perfidia a la que era el objeto de sus torpes deseos, recurrió a otro
crimen, que pudo producir peores consecuencias por el gran compromiso en que puso a su
Gobierno. Hizo disfrazar a un oficial para que, a la cabeza de algunos soldados que debieran
suponerse salvadoreños, y por consiguiente enemigos, ocupasen en la noche la casa de la
hacienda. A pretexto que los dueños de ella hicieron servicios a Carrera, tenían orden de
reducirlos a prisión y conducir a la joven hacia el Estado de El Salvador. El bandido, con un
considerable número de soldados debía encontrarse con ellos en el camino, y estos al ¿quién
vive? El Salvador, libre A esta palabra de guerra se convinieron en hacerse mutuamente fuego las
dos fuerzas, sin usar de las balas, dispersarse los fingidos salvadoreños en seguida y dejar en
sus manos la causa inocente de tanta maldad para exigirle su deshonra en premio de haberla
salvado.
La noticia de este hecho obligó a separarse del Gobierno al Presidente del Estado de Guatemala,
ciudadano Mariano Rivera Paz, para andar 27 leguas de mal camino, con el único fin de expresar
al malvado el sentimiento que le causara ver derramar la sangre preciosa del caudillo adorado de
los pueblos Sangre que con estas mismas palabras, tuvo el descaro de reclamar al Gobierno del
Estado de El Salvador, llevando adelante, para paliar el crimen cometido por Carrera, la infame
trama que éste urdiera para ocultarlo.
La muerte del Diputado Cayetano Cerda, que lo obligara Carrera a cenar a su mesa en señal de
amistad, y lo mandara asesinar en seguida por el mismo centinela que lo guardaba.
La muerte que dio con su propia lanza a un elector de Guajiniquilapa, que se negó a prestarle su
voto.
La muerte que dio a cuarenta de los más distinguidos ciudadanos de Quezaltenango, en cuyo
número se cuenta las autoridades municipales, después de haber rescatado a muchos de ellos la
vida, esposas y hermanas con grandes sumas de dinero que Carrera recibió, son los menores
delitos que ha cometido este malvado.
A este monstruo estaba reservada la invención diabólica de acompañar con su propia guitarra los
movimientos del señor Lavangnini, a quien obligaba a danzar, y los últimos ayes de las cuarenta
víctimas que asesinó el 2 de abril en la misma plaza de Quezaltenango, para acostumbrar así los
oídos del pueblo y prepararlo a nuevas matanzas.
A este monstruo estaba reservado el acto de mayor inmortalidad y perfidia, que ejecutó en la
propia ciudad de Quezaltenango. Habiendo prevenido al pueblo que se presentase en la plaza a
una hora señalada, bajo la pena de muerte; cuando se encontraba ya reunido, mandó saquear a
su tropa toda la ciudad, que contiene 25.000 habitantes.
A este monstruo estaba también reservado enterrar a los vivos, como lo ejecutó con un vecino
respetable del pueblo de Salamá, porque le faltaban mil pesos en que había valorado su vida. A
pesar de que su familia le presentó alhajas en doble valor, lo introdujo, sin embargo, en la
sepultura que le había obligado a cavar, y lo cubrió de tierra hasta la garganta, dándole después
grandes golpes en la cabeza, que le produjeron la muerte; lo abandonó a su inocente familia, que
en su desolación derramaba lágrimas sobre el cadáver, cargando en seguida el bandido con el vil
precio de su infame
asesinato………………………………………………………………………………………………………
………………… ……..
Pero ¿cuál es el delito que no ha podido perpetrar ese malvado? Existe uno ¡quién lo creyera!
Que sólo estaba reservado a vosotros: ¡dar a Carrera, en premio de tanto crimen, el poder
absoluto que hoy ejerce en el Estado de Guatemala por vuestros votos!!!
Que nuestros conciudadanos que han presenciado todos estos hechos, desde las prisiones de
Belén en 1812, hasta las matanzas de Carrera en la ciudad de Quezaltenango en 1840, juzguen y
decidan ahora si tenéis algún título para llamaros centroamericanos, y cuáles son los nuestros.
Y si, como esperamos, la justicia decide en nuestro favor; si los pueblos patrióticos de que se
componen los Estados de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Los Altos y parte del de Guatemala,
Si, en vano, porque la libertad que habéis combatido tantas veces, derramando la sangre de sus
mejores defensores, ha recobrado el imperio del orbe, que por un don del cielo ejercía en los
primeros tiempos.
Los pueblos de ambos mundos profesaban ya su culto; los Gobiernos del nuevo son obra suya, y
los del antiguo caen y se precipitan a su voz para no reaparecer más sobre la tierra.
Durante 94 años Honduras no tuvo Himno Nacional. Desde la Independencia, en 1821, hasta
1915 los himnos que se utilizaron fueron: La Granadera, El Himno Marcial, Un Salva Hondureño
(de autor desconocido), Himno Nacional (Valentín Duron); en tiempos de Medina "Marcha a
Gerardo Barrios" del autor belga Coussin y el Himno Hondureño.
En 1904, cuando llegó al poder el general Manuel Bonilla a nales de septiembre, no existía aún
un Himno Nacional reconocido y fue en ese preciso momento en que un grupo de distinguidos
intelectuales presentó al presidente la propuesta para la creación de la letra de nuestro Himno
Nacional.
En la Revista del Archivo y Biblioteca Nacional se publicaron los trabajos presentados por
diversos poetas, que parecen estar sujetos, de manera exible, a ciertas estipulaciones para llenar
los requisitos especiales que se les pedía: un poema que pudiera representar y ser símbolo
nacional del pueblo de Honduras.
Entre esos intelectuales que participaron estuvieron Valentín Durón, Santos B. Tercero, Jerónimo
Reyna, Juan Ramón Molina, Alfonso Guillén Zelaya y Augusto C. Coello, quien fue el ganador.
La mayor parte de las propuestas de poemas se centraban en temáticas como la independencia
de Honduras y de su pueblo.
Letra
El poema de Augusto C. Coello cumplió con los requisitos, ya que alaba los símbolos nacionales,
habla de nuestra Historia de tres siglos de sufrimiento y hace un homenaje a la identidad
hondureña.
Dos símbolos nacionales fueron de especial inspiración para la creación de la letra del Himno
Nacional: la Bandera y el Escudo Nacional, decretados en el año de 1866 durante el Gobierno de
José María Medina.
Por ejemplo, un fragmento del himno dice: "Y se ven en su fondo sagrado, cinco estrellas de
pálido azul". En ello podemos ver la variabilidad que ha tenido el tono del azul en la bandera a lo
largo del tiempo, pues para la época en que se escribió el himno aún no se había establecido el
azul turquesa como color oficial de nuestra bandera, sino casi medio siglo después.
Anteriormente se utilizaban también los colores azul celeste y zaro.
Sobre el Escudo Nacional, el himno describe "...de un volcán tras la cima desnuda, hay un astro
de nítida luz". En el decreto de ocialización del Escudo Nacional, emitido en 1866, se hace la
aclaración de que "El Escudo de armas nacional será el que actualmente se usa; con solo la
diferencia de llevar un sol poniente, en vez del gorro frigio que hoy contiene.
El 13 de noviembre de 1915, bajo decreto No. 42 el presidente de la República, doctor Alberto
Membreño, dio vida ocial al Himno Nacional, siendo ministro de Educación en esa época el doctor
El Himno Nacional está compuesto de un coro y siete estrofas que relatan eventos históricos por
los cuales atravesó Honduras. Dada su extensión, durante el mandato del presidente Miguel Paz
Barahona, el entonces ministro Presentación Centeno dispuso que los alumnos de educación
primaria, secundaria y normal solo cantaran el coro y la séptima estrofa.
En su estructura moderna (métrica, ritmo y rima) el Himno Nacional de Honduras tiene muchos
más rasgos románticos que modernistas; el tipo de versos y métrica son decasílabos y son
precisamente los más utilizados por los modernistas.
El Himno Nacional es además monorrítmico; es de señalar también la presencia de la rima,
manteniendo en toda su extensión la misma combinación de rimas asonantes, consonantes y
versos libres con predominio de rimas consonantes; en cuanto al verso, su estructura es por su
cantidad de sílabas decasílabo.
Música
La creación de la música del Himno Nacional estuvo a cargo del músico Carlos Hartling. Hartling
nació en la ciudad de Schlotheim, en Alemania, el 2 de septiembre de 1869. El 27 de junio de
1896 viajó a Tegucigalpa al ser contratado por el doctor Policarpo Bonilla para ser maestro de
música y maestro de bandas, comenzando el 23 de septiembre del mismo año. Hizo su primera
presentación en un concierto en el Parque Morazán.
El presidente y general Manuel Bonilla había encargdo a un grupo de poetas la redacción del
himno de Honduras y del concurso quedó como ganador el poema «Canto a Honduras» o «Canto
a mi patria» y a Carlos Hartling se le pidieron los arreglos musicales; escribió la música del poema
en 1903, y así surgió el actual Himno Nacional. Sin embargo, cabe resaltar que anteriormente
este había escrito las partituras del himno, sin embargo, aún no se contaba con la letra del
mismo.
Aspectos importantes
Actividades sugeridas
2.- Conversatorios
5. Exposiciones
9. drama
11. plenaria