Correo, Historias Que Ayudan A Pensar

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LOS PAVOS NO VUELAN

Un paisano encontró en Catamarca un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual,
y decidió llevarlo a su casa.
— ¿Será de un avestruz? —preguntó a su esposa.
—No. Es demasiado abultado —dijo el abuelo.
— ¿Y si lo rompemos? —propuso el ahijado.
—Es una lástima. Perderíamos una hermosa
curiosidad —respondió, cuidadosa, la abuela.
—Ante la duda, lo voy a colocar debajo de
la pava que está empollando huevos. Tal vez,
con el tiempo nazca ha —afirmó el paisano. Y así lo hizo.
Cuenta la historia que alos quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que
con mucha avidez comió todo el alimento que encontró a su alrededor.
Luego, miró a la madre con vivacidad y le dijo, entusiasta:
—Bueno, ahora vamos a volar.
La pava se sorprendió muchísimo por causa de la proposición de su flamante cría y le
explicó:
—Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer deprisa. Entonces, trataron de que el
pequeño comiera, más despacio, el mejor alimento y en la medida justa. El pavito
terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda, y les decía a sus hermanos:
— ¡Vamos a volar, muchachos!
Todos los pavos le explicaban, entonces, otra vez:
Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal la comida.
El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar. Y creció y murió en la pavada
general. ¡Pero era un cóndor! Había nacido para volar a siete mil metros de altura; pero,
como nadie volaba...
El riesgo de morir en la “pavada general” es muy grande, porque son muy pocos los que
vuelan. Muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra, y otras están cerradas
porque nadie las abre. El miedo al hondazo es terrible. Sin embargo, la verdadera
protección esté en las alturas. Especialmente cuando hay hambre de elevación y buenas
alas.
HISTORIA ÁRABE
Un rico mercader salió a vender mercancías en compañía de sus servidores y con una
caravana de doce camellos. Hicieron un alto a la noche en un oasis, y cuando el señor
ya estaba listo para dormir, llego su asistente y le informo:
Señor, tenemos un problema... Ya hemos amarrado once de los camellos, pero
olvidamos traer una estaca, y no sabemos qué hacer con el que nos falta.
—Muy sencillo —dijo el mercader-. Simula delante del animal que clavas la estaca y lo
amarras a ella. El camello, que es torpe, creerá que está sujeto y se quedara quieto. Los
servidores hicieron lo que dijo su señor, y sé fueron a dormir. Al amanecer, vieron que
todos los camellos se encontraban en su lugar.

Cuando estaban por partir, nuevamente el asistente se acercó al comerciante y le-dijo:


-Tengo los camellos listos para partir, pero no puedo poner en camino al camello número
doce.
El señor les dijo que simularan desatarlo...
—Seguramente cree que está amarrado a la estaca.
Así se hizo, y la caravana pudo seguir su camino.
COMPETENCIA DE SAPOS
Había una vez en una competencia de sapos. El objetivo era llegar a lo alto de una gran
torre. Había en el lugar una gran multitud mucha gente que vibraría y gritaría a por ellos.
Comenzó la competencia. Pero, cómo la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima
de aquella torre, lo que más escuchaba era: "¡Qué pena! esos sapos no lo van a
conseguir no lo van a conseguir…"
Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno, que persistía y continuaba subir
subiendo en búsqueda de la cima. La multitud continuaba gritando ¡Qué pena! Ustedes
no lo van a conseguir…"
Y los sapitos estaban dándose por vencidos, salgo a que el sapito que seguía y seguía,
tranquilo y ahora cada vez más con mayor fuerza.
Llegando al final de la competencia, todos los sapos desistieron... menos ese sapito que
curiosamente, en contra de todos, seguía y seguía hasta que, por fin pudo llegar a la
cima con todo esfuerzo Todos deseaban saber cómo lo había logrado, así que un sapito
le fue a preguntar: -¿Cómo conseguiste concluir la prueba?
Pero el Sapito no respondió, porque ¡era sordo!
EL GATO EDUCADO
En una corte se desarrollaba una gran discusión. El primer ministro decía la educación
cambiaba la naturaleza y los instintos de cualquier ser. El rey decía que solo le brinda un
buen revoque, pero que no cambia la verdadera naturaleza.
-Lo comprobaremos- propuso el primer ministro.
El hombre buscó un gato joven y comenzó a educarlo para que fuera el camarero del
rey. Le enseño a caminar en dos patas, a hacer reverencias, a llevar una bandeja con
copas y platos y a servir al rey.
Llegó el gran día. El ministro, ante los ojos asombrados de toda corte, presentó a su gato
amaestrado. El gato apareció con una gran bandeja con refrescos, y sirvió a todos los
presentes.
Un gran aplauso coronó la demostración, el ministro sonrió satisfecho:
El rey sonrió y le pidió:
-Tráetelo otra vez mañana, para hacernos otra demostración.
Muy satisfecho, el ministro lo llevó. Apareció el gato con su bandeja, atravesando muy
orondo el gran salón. Entonces, el rey sacó de su bolsillo una laucha y la soltó a su paso.
Al ver al rodeor, el gato se olvidó de su educación, se puso en cuatro patas y se lanzó a
perseguirlo sin importarle nada. Así quedó demostrado que la educación no cambia el
corazón.
Alguien si puede transformar el tuyo.
EL ALACRÁN
Un maestro oriental que vio como un alacrán se estaba ahogando decidió sacarlo del
agua, pero, cuando lo hizo, el alacrán lo pico. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó,
y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intento rescatarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo pico. Alguien que había
observado todo se acercó al maestro, le sugirió:
-Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua
lo picara?
El maestro respondió:
-La naturaleza del alacrán es picar, pero eso no va a cambiar la mía, que es ayudar.
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó el alacrán del agua y le salvó la
vida.
DEPENDE DE CÓMO LO DICES
Un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mando llamar
a un sabio para que interpretase su sueño.
- Que desgracia, señor – exclamo el sabio – Cada diente caído representa la pérdida de
un pariente de Vuestra Majestad.
-Cómo te atreves a decirme semejante cosa
El sultán llamo a la guardia y les ordeno que lo castigaran con cien latigazos.
Luego, llamo a otro sabio y le conto lo que había soñado. El hombre escucho con
atención y luego le dijo:
-Querido señor. ¡Gran felicidad se te ha reservado! El sueño significa que sobrevivirás a
todos vuestros parientes.
El semblante del sultán se ilumino, y con una gran sonrisa puso en las manos del sabio
cien monedas de oro.
-¡No es posible! – decían los guardias entre si-. Los dos hicieron la misma interpretación.
-Recuerda, amigo- dijo el sabio-, todo depende de la forma en que lo digas. Uno de los
grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
EL VIEJO CACIQUE
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla acerca de la vida con sus nietos.
-Una gran pelea está ocurriendo en mí interior y es entre dos lobos… Uno de los lobos
representa la maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la
arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el orgullo y la
competencia.
Los niños lo miraban expectantes.
-El otro- continuo el abuelo-, la bondad, la fe, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la
serenidad, la dulzura, la generosidad, la amistad, la verdad, la compasión y la humildad.
Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes, y dentro de todos los seres de la
tierra. Los niños lo pensaron unos minutos y uno de ellos pregunto:
-Abuelo… ¿Cuál de ellos ganara?
Y el viejo cacique respondió:
-¡El que alimentes, hijo! El que alimentes.
EL PRECIO DE UN AVE
Su nombre era Jorge Thomas, y era el pastor de una pequeña iglesias en un pueblo de
Nueva Inglaterra. Una mañana de domingo de Pascua, llego a la iglesia cargando una
oxidada, doblada y vieja jaula de pájaros. La puso sobre el pulpito y, arqueando unas
cejas, dijo:
‘’Ayer, caminando por el pueblo, vi un muchacho que venía mi balanceado esta jaula. Al
fondo de la jaula había tres pajaritos salvajes, temblando de frio y de miedo.
-¿Qué llevas ahí?-le pregunte.
-Solo estos pájaros viejos –me contesto.
-Y… ¿qué vas a hacer con ellos?
-Los llevare a casa, para divertirme un rato – me contesto-. Los hare pelear, les sacare
sus plumas, y cuando me aburra veré como los gatos se entretienen con ellos.
Lo mire en silencio, y luego le dije:
-¿Cuánto quieres por esos pájaros?
-¿Por qué? ¿Usted los quiere, señor? Ni siquiera cantan…
-¡Cuánto!.. –insistí
El muchacho me miro, y para probarme me sugirió:
-¿Le parece trescientos pesos?
Busque mi billetera, y sacando trescientos pesos los puse en las manos del muchacho,
que en un segundo desapareció.
Recogí la jaula, la lleve con cuidado al final del valle y la colgué de un árbol. Luego, abrí
la puertita y, con suaves toques en los barrotes, los libere.
Luego, el pastor conto otra historia:
Un día Satanás y Jesús estaban conversando.
-Les tendí una trampa; sabía que no podrían resistirla. ¡Y cayeron todos!
-Y, ¿qué vas hacer con ellos?- pregunto Jesús.
-Me voy a divertir, los hare sufrir, odiar, abusar, robar, matar y, por supuesto, también les
enseñare a destruirse entre sí.
-¿Para que los quieres…? Esa gente es mala. Tú los amas y ellos te odian, escupen tu
rostro, te maldicen y desprecian.
-¡Cuánto…! –insistió Jesús.
-Tu sangre, lágrimas y tu vida -respondió sarcásticamente.
-¡Trato hecho! Al terminar el relato, el pastor tomo la jaula, fue hasta la puerta de la
iglesia, abrió la puerta y se alejó.
LA CALLE DE LOS PERFUMES
Mientras caminaba por la calle de los vendedores de perfumes, un recolector cayó como
muerto al suelo. La gente trato de ayudarlo y revivirlo.
Algunos utilizaban riquísimos aromas y especias, pero lo único que lograban era
empeorar su estado.
Finalmente, apareció en el lugar un ex recolector, quien comprendió la situación.
Busco una inmundicia y la coloco bajo la nariz del pobre hombre, que levantándose grito:
-¡Esto sí que es un verdadero perfume!
BRINDÁNDONOS
Cierta noche, un hombre soñó que recibía un millón de dólares, y dejaba su trabajo
porque ya no necesitaba el dinero. Pero, al día siguiente, le habían cortado el servicio de
agua y la electricidad, el periódico no estaba en su puerta y los colectivos no pasaban
por la calle.
Pregunto qué sucedía, y alguien le conto que todos en el pueblo habían recibido un millón
de dólares y renunciado a sus tareas laborales, porque nadie necesitaba volver a
trabajar.
A fin de disfrutar de la vida necesitamos de las habilidades y los talentos de otros. No
trabajamos por dinero, sino por las personas.
El dinero es un beneficio que recibimos por nuestro servicio hacia los demás; sin
embargo, solamente por medio del servicio brindado a los demás podemos encontrar
verdadera satisfacción para nuestras almas.
LA CARRETERA VACÍA
Mientras caminaba una tarde con mi padre, se detuvo en una curva, y después de un
corto silencio me pregunto:
-¿Qué escuchas?
-El canto de los pájaros.
-¿Escuchas algo más?
Agudice mis oídos y poco después respondí:
-Escucho, también el ruido de una carreta…
-…de una carreta vacía.
-Papa, ¿cómo sabes que está vacía, sino la vemos?
Entonces, mi padre respondió:
Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, porque cuanto más vacía esta la
carretera mayor es el ruido que hace.
PARÁBOLA DEL LINGÜISTA
En una noche oscura, pasaba un maestro junto a un pozo seco, cuando oyó un grito de
auxilio desde el fondo.
-¿Qué sucede? –pregunto. -¿Hay alguien allí adentro?
-Soy lingüista, y como no conozco este camino caí en este profundo pozo. ¡No puedo
moverme! ¡Ayúdeme, por favor!
- ¡Agárrate fuerte, amigo, que voy a buscar una escalera y una soga, así puedo sacarte
del pozo.
-¡Un momento, por favor! – dijo el lingüista-. Tu gramática y pronunciación son
defectuosas; te hará bien corregirlas.
-Si eso es mucho más importante que lo esencial. – grito el maestro-, será mejor que tu
permanezcas donde estas, hasta que yo haya aprendido a hablar correctamente.
Y siguió su camino.
¿ES USTED JESUS…?
El grupo de vendedores quería llegar ese viernes, temprano a sus casas. Pero estaban
llegando retrasados al aeropuerto. Encontraron corriendo, con sus boletos y portafolios
agitándose en sus manos.
De repente… sin quererlo, uno de los hombres atropello una mesa con manzanas ¡y
todas las frutas se desparramaron por el suelo!
Sin detenerse ni mirar hacia atrás, todos los hombres siguieron corriendo, y apenas
llegaron a tiempo para subirse al avión y partir.
Todos, menos uno. Uno que se detuvo al experimentar un profundo sentimiento de
compasión hacia la dueña del puesto de manzanas.
-Llama mi esposa- había alcanzado a pedirle a uno de sus compañeros-. Dile que llego
en el próximo vuelo, por favor.
Luego miro a la vendedora de manzanas, y pudo observar que tanteaba el piso tratando
de hallar las manzanas, mientras la multitud pasaba a su lado alocadamente sin
detenerse, sin importarle su desdicha. Su sorpresa fue enorme al darse cuenta de que
la joven vendedora era ciega.
El hombre se arrodillo a su lado y junto las manzanas, las acomodo en la canasta de
frutas y la ayudo a ordenar el pequeño puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio
cuenta de que muchas de las manzanas se habían golpeado y estaban magulladas. Las
separo y coloco en otra canasta, y sacando su billetera le dijo:
-Esto es para que reparemos un poco el daño que hemos hecho. ¿Te parece bien?
La niña, con sus ojos llenos de lágrimas, mirando perdidamente asintió con la cabeza.
-¿Estas bien?
- Si, gracias.
-Espero que no hayamos arruinado tu día…
Miro por última vez aquellos ojos transparentes y comenzó a alejarse de la niña, para
hacer los preparativos y tomar el siguiente vuelo.
No estaba muy lejos cuando escucho:
-¡Señor…!
Se detuvo, Entonces, la vendedora continua:
-¿Es usted Jesús…?
UNA VIDA POR UN ALMUERZO
Un minero cristiano tenia todos los días su momento de descanso y buscaba la luz del
sol para disfrutar con alegría el almuerzo que le preparaba su esposa. Una mañana, al
llegar su ansiado momento, abrió el recipiente y se asombró con la preparación y aquel
aroma que lo inundo todo.
Muy agradecido cerró su ojos y oró con fervor agradeciendo esos momentos, el alimento,
y por la maravillosa esposa que con amor cuidaba de toda la familia.
Cuando terminó la oración y abrió sus ojos, se encontró con una desagradable sorpresa:
¡el almuerzo había desaparecido!
Se enojó mucho. Tanto que levanto los ojos al cielo y dijo:
-Como permites, Señor, que mientras te agradezco alguien me robe la comida que mi
esposa preparo.
Enojado, reviso sus bolsillos y solo tenía el dinero del pasaje para regresar a su casa,
que estaba a dos kilómetros. Pero se dirigió hasta la panadería más cercana para
comprar algo de comida, porque tenía hambre y necesitaba renovar sus fuerzas para
terminar de realizar el trabajo pesado.
Se detuvo solamente un segundo antes de comer el pan y dijo a secas:
-Señor, ¡bendicelo!
Fue en ese momento que escucho una gran explosión proveniente de la mina, y una
densa columna de tierra y de humo llego hasta donde él estaba.
Solo pudo caer de rodillas y susurrar
-¡Gracias, Señor!
UNA CLASE ESPECIAL
El Dr. Smith era conocido por sus excelentes clases. Un día, al llegar a la clase pudimos
ver, pegada en la pared, una hoja en blanco sobre un telgopor, y en el escritorio una
buena cantidad de dardos.
-Alumnos… dijo, para comenzar la clase.
Todos hicimos silencio y el profesor, después de saludarnos, nos propuso:
-Dibujen en una hoja la imagen de una persona que los haga poner furiosos, cuya
compañía prefieren evitar, y la colocaremos para practicar puntería.
Todos nos sonreímos. Mi amiga dibujo a la chica que le había quitado el novio. Yo pensé
en un compañero que me molestaba siempre y que tenía su cara llena de granitos, que
destaque con especial saña.
Nos pusimos en fila para arrojar los dardos. Uno a uno lo fuimos haciendo, algunos con
tanto enojo que rompían sus blancos.
Me llene de decepción cuando el Dr. Smith, por cuestiones de tiempo, pidió que
volviéramos a nuestros lugares, sin haber tenido la ocasión de lanzar el dardo. En
silencio, el profesor comenzó a quitar los dardos del telgopor y también cada una de las
ilustraciones, que se habían ido amontonando. Finalmente tomo la hoja, que todos
pensábamos que estaba en blanco, y en silencio, frente a la mirada atenta de todos, la
dio vuelta.
Un murmullo recorrió el aula: ¡era Jesús!
Los agujeros y las marcas de los dardos habían perforado su rostro.
El Dr. Smith nos miró, y solo dijo estas palabras:
-Lo que le hagas a tus hermanos, me lo haces a mi…
SEMILLAS PARA LA CORONA

En un pueblo lejano, el rey convoco a todos los jóvenes y les dio el siguiente mensaje.
-Estoy buscando a mi sucesor. Los que deseen serlo pueden realizar el siguiente trabajo.
Les voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros. Al cabo de seis meses deben
traerme, en una maceta, la planta que haya crecido; el dueño de la más bella de todas
será mi sucesor.
Durante esos seis meses, los jóvenes de ese reino no dejaban de hablar y de mostrar
las hermosas plantas y flores que habían sembrado en hermosas macetas. Pero había
uno que planto su semilla y la cuido con esmero, pero la semilla nunca germino.
Cuando llego la fecha, cabizbajo y muy triste se unió al grupo de compañeros, que con
hermosísimas y exóticas plantas entraban en el palacio. Todo el grupo hablaba de sus
plantas, sus cuidados. Hasta que repentinamente el alboroto fue interrumpido por el
ingreso del rey. Al pasar entre las plantas, todos los presentes hicieron sus respectivas
reverencias. El rey escuchó el informe de cada joven. Observó y admiró las plantas, y
entre ellos, también vio al muchacho que tenía la maceta vacía. Al terminar, el rey se
ubicó en un lugar donde todos podían verlo, llamó al muchacho de la maceta vacía y
anunció:
- ¡Este es el nuevo heredero del trono! Un murmullo recorrió la sala...
- A todos les di una semilla hibrida, y han tratado de engañarme con estas hermosas
plantas. Sin embargo, este muchacho tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta
vacía, siendo sincero, veraz y valiente; cualidades muy valiosas para un futuro rey.
Y el soberano le colocó la corona.
LA ESCULTURA
En el siglo XV, en Florencia, Rep. De Italia, un grupo de administradores de la Catedral
observaba un enorme bloque de mármol de aproximadamente cuatro metros de altura.
Era un bloque defectuoso abandonado cuarenta años atrás por la mano de un torpe
escultor. "No se puede hacer nada con él" pensaban ellos. Sin embargo, una mañana,
un joven erigió una valla alrededor del bloque abandonado, y durante cuatro años golpeó
la piedra fría con su cincel, tallando la piedra. Cuando la obra estuvo terminada, se
derribaron las tablas, y los florentinos, maravillados, pudieron contemplar una verdadera
obra de arte: la magnífica estatua del "David" de Miguel Ángel Buonarroti.
De aquel bloque frio e informe había surgido. Bajo el cincel del maestro, un milagro de
belleza.
LA MÚSICA QUE DIOS HACE
En la iglesia, un organista practicaba una pieza de Félix Mendelssohn. Como no la estaba
interpretando bien, recogió las partituras, y se disponía a salir cuando un extraño se
acercó.
- ¿Me permites interpretar la pieza? - preguntó.
- No permito que nadie toque el órgano de esta iglesia - respondió bruscamente.
Finalmente, después de recibir dos peticiones amables y poniendo varias condiciones,
el organista otorgó su permiso. El extraño se sentó en la banqueta y llenó el santuario
con una música fantástica. Al concluir, miró nuevamente al organista.
- ¿Quién es usted? - preguntó el músico de la iglesia, temblando de emoción.
- Yo soy Félix Mendelssohn, el creador de esas piezas.
¡Cuántas veces tratamos de ejecutar los acordes de nuestra vida y le impedimos a
nuestro Creador que interprete en nosotros, sus criaturas, su música maravillosa?
EL AGUA HIRVIENDO
Una joven y su padre conversaban acerca de la vida. Ella le contaba lo difícil que era
alcanzar las metas, a cuántas cosas debía renunciar Y. cuando parecía que todo estaba
resuelto, algo nuevo aparecía. Su padre la escuchó con tierno amor, y la llevó hasta la
cocina. Tomó tres cacerolas, les puso agua y las colocó en el fuego. En una colocó
huevos, en otra zanahorias y en la última un puñado de granos de café. Después de un
tiempo, apagó los fuegos y colocó los ingredientes en otros recipientes.
Todos estos alimentos ¿han en afrentado la misma adversidad? - preguntó el padre a su
hija.
Sí, papá, todos han estado en el agua hirviendo...
- Pero, observa, hija, cómo reaccionó cada uno. Tócalas...
La joven tocó la zanahoria y notó que estaba blanda, el huevo se había endurecido y los
granos de café habían transformado el agua. - Así sucede con nosotros - agregó el padre-
o La misma adversidad debilita a unos, hace fuertes a otros, y a muchos les da la
capacidad de transformarla. ¿De qué forma reaccionas tú?
CUELGA TUS PROBLEMAS
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar el granero había tenido un
día difícil. La motosierra se había roto, y ahora su viejo camión no quería arrancar.
Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio, amargado y pensativo. Al llegar, me
bajé para ayudarle a cargar unas maderas. Mientras caminaba hacia su casa, el hombre
extendió sus brazos bajo un pequeño árbol, y tocó las puntas de las ramas. Cuando la
puerta se abrió, su rostro bronceado mostraba una gran sonrisa. Abrazó a sus hijos y
besó a su esposa. Luego. Acarreamos los tablones y cargamos otra caja de
herramientas.
Cuando emprendimos el viaje nuevamente hacia el campo.
Curioso le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer.
El carpintero sonrió y dijo: -¡Oh! Ese es mi árbol de problemas... - contestó- Muchas
veces no puedo evitarlos, pero trato de que esos problemas no lleguen a mi casa. Así
que, simplemente, los cuelgo en el árbol cuando llego a casa y por la mañana los tomo
otra vez.
Hizo una pausa y continuó.
- Lo bueno es - continuó sonriendo- que, cuando salgo a la mañana, no hay tantos como
los que colgué el día anterior...
¿CUADRADA O REDONDA?
El ex presidente estadounidense Ronald Reagan tenía una tía muy generosa, que para
su cumpleaños le regaló un par de zapatos a medida.
El muchacho fue a ver al zapatero y el hombre le preguntó:
- ¿Quieres los zapatos con puntera cuadrada o redonda? Ronald titubeó; no sabía lo que
quería.
- Está bien, ven dentro de unos días; me dices lo que quieres y yo te haré los zapatos.
El muchacho no regresó, sin embargo, se encontraron unos días después caminando
por la calle. Entonces, el zapatero aprovechó para preguntarle:
- ¿Quieres los zapatos con la puntera cuadrada o redonda?
- No sé... - respondió Ronald.
Entonces, el zapatero le dijo:
- Ven la próxima semana, ¡los zapatos estarán listos!
El ex presidente contaba que, cuando fue a buscar los zapatos, uno tenía la puntera
cuadrada y el otro redonda. Al entregárselos, el zapatero lo miró y le dijo:
- Muchacho, los hice así para que recuerdes que cuando no tomas tus propias decisiones
otros lo harán por ti, y eso no es bueno.
EL ECO
Un pequeño niño jugaba en el campo montado en su caballo de palo de escoba. Y
gritaba:
-¡Arre! ¡Arre, Caballito!
Se detuvo al oír que alguien decía lo mismo desde el otro lado del bosque.
-¿Quién eres? - preguntó, entre admirado y curioso.
- ¿Quién eres? - repitió la voz misteriosa. El niño le gritó entonces:
- ¡Tú eres un tonto! Inmediatamente la voz repitió las mismas palabras.
Entonces, el niño, cada vez más enojado, lanzó palabras más agresivas en contra del
desconocido que, escondido entre el follaje. Repetía con la máxima fidelidad cada una
de sus palabras.
Abandonó el palo de escoba y buscó en el conocido bosque al insolente, pero no
encontró a nadie. Entonces, se volvió a su casa para contarle a su mamá lo que había
sucedido.
- Hijito, lo que has oído es el eco de tus propias palabras - observó la mamá- Si tu
hubieras dicho palabras amigables. La voz te hubiera respondido palabras amigables.
Entonces, el niño, volvió al bosque y jugó con las palabras, y comprendió que recibimos
aquello que damos.
LOS TRES LEONES, (FABULA)
En la selva vivían tres leones. Un día, el mono, que era el representante de los animales,
los reunió a todos y anunció:
- En esta selva hay tres leones, y los tres son muy fuertes.
Debemos decidir cuál de ellos será nuestro rey. Los leones estuvieron de acuerdo.
Luchar entre ellos, no querían, porque eran amigos, así que les dieron a los animales la
posibilidad de decidir.
Todos los animales de la selva deliberaron, y cuando tomaron la decisión, el mono se la
comunicó a los leones:
- Hemos decidido que el león que escale la Montaña Difícil y llegue primero a la cima,
ése será nuestro rey. Los leones aceptaron el desafío, y como ninguno se quería perder
la escalada, llegaron hasta el pie de la montaña.
El primer león intentó subir, pero no pudo llegar. El segundo león comenzó con fuerzas,
pero volvió agotado. También lo intentó el tercer león, pero volvió derrotado.
Y ahora, ¿cómo elegirían al rey?
En ese momento, el águila se posó en una roca y pidió la palabra.
- Yo volaba cerca de ellos cuando volvían, y escuché lo que le dijeron a la montaña. El
primer león reconoció:
"¡Montaña, me has vencido¡"
El segundo león dijo:
"¡Montaña, me has derrotado!"
Y el tercero dijo:
"¡Montaña, me has vencido por ahora! Tú ya llegaste a tu tamaño final, pero yo todavía
estoy creciendo."
Todos los animales escuchaban con atención. El águila continuó. - La diferencia entre
ellos es la actitud. Yo propongo que el rey de esta selva sea aquel que reconoció la
dificultad, pero no temió el volver a enfrentarla.
¡Los animales aplaudieron entusiasmados!
LA MIRADA
Dos reclusos estaban en un oscuro calabozo al que solo entraba un poco de luz, por una
ventana pequeña ubicada en la parte alta. Cierto día, se pusieron de acuerdo para mirar
hacia afuera, permitiendo que cada uno se subiera a los hombros del otro. Subió el
primero, y al poco tiempo bajó malhumorado. Trepó el segundo y bajó cuando su
compañero, cansado de sostenerlo, le pidió que se bajara.
- ¿Qué viste? - le preguntó el segundo al primero.
- Basura, suciedad y mal olor. ¡Un lugar repugnante! Y añadió:
- Y tú, ¿por qué bajaste tan contento?
- Porque el cielo se veía azul y las aves revoloteaban. Porque pude ver el sol y las nubes.
Los dos hombres habían mirado por el mismo tragaluz. Uno miró hacia abajo; el otro miró
hacia arriba, y obtuvo una mirada de fe y alegría.
AMARNOS COMO HERMANOS
Había dos hermanos agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero. Pero
trabajaban juntos, y eran muy buenos socios. Cada vez que cosechaban, repartían la
ganancia a medias.
Una noche, el soltero pensó: "No es justo que mi hermano, que tiene mujer e hijos, reciba
la misma porción de la cosecha que yo, que estoy solo. Iré por las noches a su montón
de trigo y le añadiré varias bolsas sin que él se dé cuenta".
Esa noche también el casado pensó: "No es justo. Yo tengo mujer e hijos, y mi futuro
está asegurado con ellos. En cambio, mi hermano está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por
las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que se dé cuenta.
Los dos salieron de sus casas. Y ¡oh, sorpresa!: los dos se encontraron en el camino
llevando bolsas para el otro. Se miraron, comprendieron lo que sucedía y se abrazaron
fuertemente.
CUANDO EL VIENTO SOPLA
Un hacendado tenía tierras junto al litoral Atlántico. El trabajo allí era duro, el clima hostil,
y los peones temían a las tormentas, que barrían aquella región haciendo estragos. Un
día, un hombre delgado y de mediana edad consultó por el trabajo.
- ¿Conoce el trabajo del campo? - preguntó el hacendado.
- Bueno, yo puedo dormir cuando el viento sopla - le respondió el hombre.
La respuesta lo dejó confuso, pero la necesidad lo hizo tomar la decisión. El hombre
estaba empleado. Con el pasar de los días, el peón hizo muy bien su trabajo. Se mantuvo
ocupado desde la mañana hasta la noche, y el hacendado estaba satisfecho.
Pero, una noche el viento sopló ruidosamente.
- ¡Levántate! ¡Llegó la tormenta! Ayúdame a atar las cosas antes de que se vuelen.
No, señor; yo le dije que puedo dormir cuando el viento sopla.
Enfurecido con la respuesta el hacendado se apresuró a salir a asegurar las cosas;
después se ocuparía de su empleado.
Pero, al recorrer el campo, se quedó asombrado. Encontró que todas las parvas de heno
habían sido cubiertas y aseguradas. Las vacas estaban bien protegidas en el corral, los
pollos encerrados en el gallinero, y todas las puertas bien trabadas. Las ventanas y las
puertas aseguradas. Entonces, el hacendado comprendió. Ahora, él también podría
dormir cuando el viento soplara.
Cuando estás preparado, no hay nada que temer.
EL APRENDIZ Y EL MAESTRO
El alumno terminó su cuadro y llamó al maestro para que lo evaluara. El maestro se
acercó y observó la obra detenidamente durante unos cuantos minutos.
- Tráeme la paleta y los pinceles - pidió.
Con gran destreza, cruzo unos cuántos trazos aquí y allá. La contempló nuevamente, y
agregó tres pinceladas más, Cuando terminó, volvió a observar la obra.
El alumno quedó asombrado: ante sus propios ojos, la obra había pasado de mediocre
a sublime.
Maestro - le preguntó con admiración-, ¿cómo es posible que, con unos toques simples
y algunos detalles, hayas cambiado así mi obra?
El maestro respondió:
- Es que en los pequeños detalles está el arte. Un ave que canta, una flor que se abre,
un amigo que te abraza; si se suman, hacen la diferencia en nuestra existencia.
LEE TU AVISO
E l dueño de una pequeña propiedad era amigo del gran poeta Olavo Bilac. Cierto día,
lo encontró en la calle y le pidió un favor:
-Amigo, estoy necesitando vender mi propiedad; la que tú conoces... ¿Podrías redactar
un aviso para poner en el diario?
Olavo Bilac tomó un lápiz y un papel, y escribió:
"Se vende una maravillosa propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer, y extensas
arboledas bordean las aguas de un cristalino riachuelo. Donde el sol baña la tierra e
ilumina una casa que ofrece sombra tranquila en los días de verano."
Algunos meses después. El poeta se encontró nuevamente con el comerciante y le
preguntó:
-Y... ¿cómo te fue con la venta de la casa?
-No pensé más en eso - dijo el hombre-. Después de leer el aviso, me di cuenta de lo
maravillosa que es mi propiedad, y no me había dado cuenta.
A SU GUSTO
Cuentan que un campesino le pidió a Dios que le permitiera tener autoridad sobre la
naturaleza, para que le rindieran mejor las cosechas. El pedido le fue concedido. Así
que, cuando el campesino deseaba lluvia ligera, la tenía; cuando pedía sol, todo se
iluminaba con sus rayos; si necesitaba agua, llovía ligeramente.
Cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron muy grandes, porque
resultó un total fracaso.
Desconcertado y molesto, preguntó qué había sucedido.
- Tú pediste lo que quisiste, pero no lo que convenía. Nunca pediste tormentas, y estas
son muy necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar las aves y los animales que la
consumen, y purificarla de plagas que la destruyen.
El campesino, entonces, comprendió que es mejor permitirle a Dios que conduzca la
vida.
RECIBE SU REGALO
Un padre y su hijo tenían una relación muy difícil. El hijo estaba tan enojado que se había
fugado de la casa. Su padre lo había buscado por todas partes y, desesperado, en su
último intento por encontrarlo colocó un anuncio en el diario de la ciudad. Decía: "Querido
hijo, te espero en la plaza, frente a la catedral, mañana al mediodía. Estás perdonado.
Te quiere, papá".
Al día siguiente, al mediodía, frente a la catedral había ochocientos hijos, que buscaban
el perdón y el amor de sus padres.
No lo olvides... ¡El Padre todavía perdona!
LA SILLA VACÍA
Un anciano estaba muy enfermo, y la familia llamó al pastor. Al entrar en la habitación,
el pastor notó que habían colocado una silla junto al enfermo, para que se sentara. Pero
le llamó la atención que del otro lado de la cama había otra silla vacía.
- ¿Espera más visitas? - preguntó el pastor.
- No - respondió el anciano- o Esa silla está siempre ocupada.
Frente a la mirada sorprendida del pastor, el hombre continuó:
Desde que era un hombre joven, cada vez que me arrodillaba a orar imaginaba que
Jesús estaba sentado en esa silla, y hablaba con él como con un amigo. He hecho eso
desde entonces; me siento acompañado. Pocos días después, llamó la hija del anciano
al pastor, para agradecerle su visita y comunicarle que su padre había fallecido.
- Pastor, papá se quedó dormido; y lo extraño es que una de sus manos estaba sobre la
silla vacía que había aliado de su cama.
- No es extraño... Yo lo comprendo.
UN MUNDO DESAFINADO
Un hombre que vivía en las colinas de una campiña lejana, cada domingo por la noche
escuchaba un programa de música clásica. Una noche, después de oír el concierto
escribió una nota a la estación de radio, con una solicitud poco común.
Decía:
"Apreciados amigos:
"Disfruto cada semana, desde mi casa, el programa de música clásica. Estos parajes son
muy solitarios Y. por lo tanto, nuestra mayor compañía es la radio.
"Tengo un viejo violín que hace años no toco porque está muy desafinado. 11e pregunto
si será posible, para ustedes, tomar un momento en su próximo programa y tocar el "do"
en su piano, para que yo pueda afinar mi violín de nuevo."
Cuando llegó la esquela, resultó muy graciosa, pero en la emisora decidieron cumplir con
el pedido. El siguiente domingo por la noche, cuando el programa estuvo en el aire, fue
interrumpido varias veces para poner al aire la nota do. Y lejos, en el campo, un violinista
consiguió tocar en el tono correcto.
Afina tu vida de acuerdo con la del Maestro, no importa cuán desafinada esté; permite
que te dé el tono correcto y que haga de tu vida una dulce melodía.
LAS COLUMNAS
Sir Wren, un famoso arquitecto inglés, diseñó la cúpula de una iglesia. Mientras se
construía, sus colegas levantaron tanta polémica que las autoridades obligaron al
arquitecto a agregar dos columnas para sostener la cúpula y evitar que se derrumbara.
Wren se opuso, porque confiaba en la solidez y el diseño que había creado; sin embargo,
las columnas fueron añadidas al diseño.
Cincuenta años después, cuando el arquitecto ya no vivía, fue necesario limpiar y pintar
la vieja iglesia. V, al realizar el trabajo, descubrieron que los dos pilares que habían sido
agregados eran más cortos, de tal manera que no tocaban en la cúpula y, por lo tanto,
no sostenían nada.
Así como Wren tuvo confianza en su obra de arquitectura, todos nosotros también
podemos confiar y permitir que Dios construya nuestra vida.
SOLO UNA CUERDA

Una noche, la sala de concierto estaba repleta. Cuando la orquesta entró en el escenario
seguida por el maestro, todo el público los ovacionó. Sin embargo, cuando surgió la figura
de Paganini, el público multiplicó los aplausos y los vivas.
El músico colocó su violín en el hombro y las fusas, las blancas y las corcheas danzaban
entre las cuerdas al toque de sus ágiles dedos.
De repente, un sonido extraño se mezcló con la melodía. El maestro detuvo la orquesta,
pero Paganini no se detuvo. Atento, siguió extrayendo los deliciosos sonidos de las tres
cuerdas que quedaban. Rápidamente el maestro dio las indicaciones y la orquesta
comenzó a tocar nuevamente, acompañado al violinista.
El público se puso de pie, admirando al músico. En ese momento, el mismo chirrido se
mezcló con la melodía. Nuevamente la orquesta se detuvo, pero el talentoso violinista,
como si nada hubiese ocurrido, siguió tocando las notas de la partitura, claras y exactas.
La orquesta volvió a tocar. Todos, impresionados y admirados, sacaron de sus
instrumentos los sonidos más sublimes.
En ese momento, la tercera cuerda del violín de Paganini se cortó, paralizando a los
músicos y deteniendo la respiración del público.
El concertista continuó y, como si fuese un contorsionista, ejecutó todos los sonidos con
la única cuerda tensa que quedaba en el instrumento. El maestro se animó, la orquesta
nuevamente lo acompañó y esa noche, como nunca antes, Paganini alcanzó la gloria.
El público delira, aplaude, grita y repite: ¡Qué maravillosa música puede ejecutar el
Maestro aunque el instrumento sea imperfecto!
TODOS SOMOS IGUALES
En un avión que cubría un vuelo entre Johannesburgo y Londres, a una señora blanca
le tocó sentarse aliado de un hombre de color. Disgustada por la coincidencia, pidió que
la cambiaran de asiento.
Señora - responde la azafata- , todas las plazas en clase turista están ocupadas. Solo
hay un lugar en Clase Ejecutiva. Hablaré con el capitán, para solicitar su pedido.
Pocos minutos después regresa la señorita:
- Señora - explicó la azafata- , es totalmente inusitado que la Compañía realice este
procedimiento, pero el capitán consideró que es mejor evitar que una persona se sienta
mal por sentarse aliado de alguien que no desea.
La señora sonrió satisfecha. Y comenzó a prepararse para abandonar su asiento.
Señor -dijo la azafata dirigiéndose amablemente al hombre de raza negra- , ¿sería tan
amable de tomar sus pertenencias y acompañarme? He preparado un asiento cómodo
para usted, en primera clase.
ABRE TU CORAZÓN
Un hombre había pintado un bello cuadro. El día de la presentación al público, asistieron
autoridades locales, fotógrafos, periodistas y mucha gente, pues se trataba de un famoso
pintor y reconocido artista.
Llegado el momento, se retiró el paño que velaba el cuadro. Un caluroso aplauso surgió
de los presentes.
El cuadro mostraba la figura de Jesús, que golpeaba la puerta de una casa. Jesús
parecía muy real. Con el oído junto a la puerta, trataba de escuchar si dentro de la casa
alguien respondía. Todos admiraron la hermosa obra de arte, entre ellos, un observador
muy curioso, que encontró una falla en el cuadro: la puerta no tenía cerradura.
Se acercó al artista y le recriminó:
- Señor - comentó- , su obra es muy hermosa, pero hay algo que me llama la atención:
la puerta no tiene cerradura. ¿Cómo se hace para abrirla?
El pintor respondió:
Esa puerta sólo se abre por el lado de adentro...
DIOS ESTÁ
En esa mañana de clases el profesor de inglés nos pidió que realizáramos un trabajo con
una persona mayor de 70 años. Como mis abuelos eran más jóvenes, y yo no conocía a
nadie mayor de setenta, me sugirieron que visitara un geriátrico que estaba cerca de
casa.
Cuando entré en el edificio de ladrillos a la vista y pisos muy limpios, me acerqué a la
encargada y le expliqué cuál era mi tarea. Amablemente, y mirándome por sobre sus
anteojos, me indicó la habitación número 3, que quedaba muy cerca del recibidor.
¡Pasa! Me animó.
En la habitación número 3 había una cama, una silla, un escritorio y un cuadro con una
rosa en la pared. En la silla, estaba sentada la señora Rossi, que inclinada hacia adelante
tejía, haciendo que las agujas cantaran una música muy especial.
Golpeé.
La señora Rossi levantó la vista y sonrió.
- ¿Sí?
El profesor de inglés nos pidió que hiciéramos un trabajo con una persona mayor de 70
años...
- Entra... L a luz del pasillo no me permite verte.
La señora Rossi dejó las agujas a un lado y palmeó la cama que estaba a su lado.
¡Siéntate aquí!
Entré lentamente en la habitación luminosa y con aroma a caramelo de limón. M e senté
en la cama. Mientras, ella se concentró nuevamente en su tejido.
- ¿Qué hace? - le pregunté
- Hago cosas para Dios- me respondió- o Él está en mi canasta.
Miré a mí alrededor, y junto a la silla descubrí la canasta de su tejido. Tenía varios ovillos
de lana. Me incliné para ver mejor.
- ¡Está ahí! - sonrió la señora Rossi.
- ¿Cómo lo sabe?
- Oré para que viniera, y lo hizo - me respondió la anciana, acompañándose por la dulce
música de la agujas y el compás de la hamaca. Le hice más preguntas, pero no
respondió. Finalmente me levanté, le di las gracias y salí al pasillo. Al verme, la
encargada me sonrió y me preguntó cómo habían salido las cosas.
- No muy bien - le contesté desilusionado-o Mi proyecto fracasó, la señora cree que Dios
está en su canasta de tejido.
- ¿Cómo te llamas? - quiso saber la encargada
- Mi nombre es Cristiano Creo que la señora Rossi está perdida.
Lo estaba, cuando llegó aquí. Al morir su marido se quedó sola. No tenían hijos, y ella
tampoco tenía familia. Lo único que quería era morir... Eso fue hace cinco años, y mira,
¡ya tiene 93! Una mujer que venía a dar talleres le enseñó a tejer, y en seis meses había
tejido medias para todos los ancianos del hogar.
Fue a la escuela del barrio como voluntaria, y les enseño a tejer a los niños. Los chicos
la invitaban a comer por lo menos tres veces por semana, y la señora Rossi se hizo muy
popular en nuestro barrio. Ella pasó a ser una mujer realmente feliz.
- Y ahora... ¿qué le sucede?
- Está olvidadiza; no recuerda los nombres de los chicos que la vienen a visitar y además
está enferma.
-Pero todavía puede tejer...
- Sí, Cristian, y no solo eso, también tiene paz.
No había podido completar mi trabajo, sin embargo, dos semanas más tarde, al llegar a
casa me encontré con una caja. En su interior había un suéter de lana marrón muy lindo,
justo de mi talle. Y dentro de un sobre blanco, una nota que decía:
"Querido Cristian: la señora Rossi nos pidió que te enviáramos este regalo. Pensó que
te gustaría tener un poquito de Dios, para darte calor. Murió hace tres días. Estaba muy
feliz. Pasa a visitarnos cuando quieras, La encargada".
CRECER ES OPCIONAL
Era el primer día de clases de ese año, en la universidad. Nuestro profesor se presentó,
y nos desafió a buscar a un compañero que no conociéramos todavía y saludarlo. Alguien
tocó mi hombro, y al mirar hacia atrás, vi a una anciana, pequeña, arrugada, que me
sonreía francamente.
- ¡Hola! Mi nombre es Rosa, y tengo 87 años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?
Sonreí y respondí:
- ¡Claro que puede!
Y ella me dio un gigantesco apretón.
Rosa, ¿qué está haciendo en la universidad? - pregunté asombrado.
Ella respondió juguetona:
-Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos... y
entonces jubilarme y viajar.
- ¿Está bromeando? - susurré.
Yo sentía curiosidad por saber qué la había motivado a entrar en este desafío a su edad.
Rosa sonrió y continuó:
- Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora puedo cumplir mi sueño.
Nos hicimos amigos instantáneamente. Al terminar las clases, caminamos hasta la
cafetería y compartimos un helado.
Ese trimestre cursamos juntos las materias. Ella hablaba con entusiasmo y yo la
escuchaba extasiado, oyendo a aquella "máquina del tiempo" compartir su experiencia y
sabiduría conmigo. Ese año, Rosa se transformó en el ícono del predio universitario.
Hacía amigos fácilmente, y siempre se la podía ver conversando con alegría con los
estudiantes. Siempre estaba bien vestida, arreglada y radiante. ¡Disfrutaba de la vida!
Al terminar el trimestre, como equipo de fútbol invitamos a Rosa a hablar en nuestro
banquete. Cuando pasó al frente y colocó sus hojas, tres de las cinco se cayeron. Sin
embargo, ella tomó el micrófono y nos dijo:
- ¡Estoy tan nerviosa! ¡Discúlpenme! Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de
nuevo, así que déjenme hablarles sobre lo que sé... Sus palabras salieron a borbotones;
se detuvo. Sonrió.
Mientras aplaudíamos y reíamos, ella despejó su garganta.
- No dejamos de jugar porque envejecemos... Envejecemos porque dejamos de jugar.
Quiero compartir con ustedes tres secretos para que continúen siendo jóvenes, felices y
exitosos.
Un murmullo recorrió la sala, y los gritos de todos alegraron el lugar. - Se necesita reír y
vivir con humor, se necesita tener sueños, y fe para realizarlos. Cuando se pierden los
sueños uno muere. ¿Han visto vivos muertos caminando por ahí?
-¡Me gustan! ¿Y el tercero? - pregunté.
- Necesitan conocer la diferencia entre envejecer y crecer...
El silencio era absoluto. Ella recorrió con la vista a todo el grupo, sonrió y prosiguió.
- Cualquiera puede ponerse viejo; eso no exige talento ni habilidad. La idea es crecer,
encontrar siempre una nueva oportunidad. Los viejos generalmente no se arrepienten
por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer.
Cuando Rosa terminó de hablar el aplauso fue intenso, prolongado, acompañado por el
cariño de todos. Ese año, Rosa terminó la facultad. Una semana después de recibirse,
Rosa murió una noche de sueño tranquilo. Más de dos mil alumnos de la Universidad
fuimos a su funeral, en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, con su ejemplo, que
nunca es demasiado tarde para ser todo aquello que uno pudiera probablemente ser.
BOLITAS ROJAS
En mis recorridas, solía detenerme en un pequeño pueblo de Tdaho, Estados Unidos, en
el almacén del Sr. Miller, para comprar productos frescos de su granja. Un día, el
almacenero estaba embolsando mis compras, cuando vi a un niño que entraba y se
paraba frente al cajón de arvejas frescas.
- Hola, Barry, ¿cómo estás hoy?
- Hola, señor Miller. Estoy bien, gracias. Estaba admirando las arvejas, ¡se ven tan lindas!
- Sí, están muy buenas... ¿Cómo está tu mamá?
- Cada vez más fuerte, señor.
- Me alegro mucho. ¿Te puedo ayudar en algo?
- No, señor; solo admiraba las arvejas.
-¿Te gustaría llevar algunas a casa?
- No tengo dinero...
-¿Tienes algo para darme a cambio?
-¡Tengo mi bolita azul más valiosa!
-¿Puedo verla?
El señor Miller la observó con detenimiento, y luego exclamó:
- ¡Es una joya! El único problema es que es azul, y a mí me gustan las rojas. Pero
hagamos una cosa: llévate la bolsa de arvejas a casa, y la próxima vez que vengas trata
de traerme una roja.
¡Gracias, señor! Estoy seguro de que la conseguiré. La señora Miller se ac ercó y sonrió
con una mirada cómplice. Luego, me contó:
- Hay dos niños más como él en nuestro pueblo; todos muy pobres. A Jirn le encanta
hacer trueque con ellos por sus bolitas. Cuando vuelven con las rojas, porque siempre
vuelven, les dice que cambió de opinión, y los envía de vuelta a su casa con una bolsa
de alimentos y la promesa de traer una bolita naranja, o verde tal vez.
Tiempo después, me mudé más lejos y dejé de visitar aquel pueblo. Pasaron varios años,
cada uno más rápido que el anterior. Pero hace poco fui a visitar a unos amigos, en ese
pequeño pueblo de Idaho, y me enteré de que el señor Miller había muerto, así que decidí
acompañarlos al sepelio. Al llegar, vimos a tres hombres jóvenes que hablaban en forma
familiar con la señora Miller. Cada uno de ellos la abrazó, la besó y salió del lugar con
los ojos llenos de lágrimas. Entonces me acerqué. Le dije quién era y le recordé aquella
historia que no había olvidado. Entonces, ella, con los ojos brillando, me tomó de la mano
y me acercó al ataúd.
- Esos tres muchachos que se acaban de ir son los tres chicos de la historia. Uno es
militar; los otros dos, profesionales. Me acaban de decir cuánto significaron para ellos los
trueques de Jim, y ahora que Jim no podrá cambiar de parecer sobre el tamaño o el color
de las bolitas, vinieron a pagar su deuda.
Señaló las pálidas manos del hombre, y pude ver cómo asomaban por debajo de sus
dedos tres grandes bolitas de colores brillantes.
– Nunca hemos sido ricos –continuo-, pero estoy segura de que Jim, ahora, se
consideraría el hombre más rico del mundo.

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