Concepto Interdiccion

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INTERDICCIÓN

INTERDICCIÓN

 Situación jurídica de una persona que está total o parcialmente privada del goce o
del ejercicio de sus derechos en virtud de la ley o de una decisión judicial.

La interdicción judicial afectaba al demente y se seguía de una decisión de justicia; pero


fue suprimida por la ley del 3 de enero de 1968, que la reemplazó por la tutela.

La interdicción es la restricción de la capacidad jurídica generalmente aplicable a las


personas con discapacidad. A partir del modelo social de la discapacidad, que permea el
sistema jurídico mexicano desde la entrada en vigor en el 2008 de la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad, dicha institución del derecho civil es
inaceptable. Más aún, la interdicción se configura, en la práctica, como una forma de
muerte civil la cual sería incompatible en un paradigma de derechos humanos.

A juicio de la Corte, la interdicción es “una restricción desproporcionada al derecho a la


capacidad jurídica”. Además, considera que “es el más claro ejemplo del modelo de
sustitución de voluntad”. Por tanto, concluye que las restricciones o limitaciones a la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad son contrarias al derecho al igual
reconocimiento ante la ley. Así, la decisión del Alto Tribunal se encuentra en consonancia
con las consideraciones del Comité sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, respecto a que “el modelo de la discapacidad basado en los derechos
humanos implica pasar del paradigma de la adopción de decisiones sustitutiva a otro que
se base en el apoyo para tomarlas”.

Ahora bien, el estado de interdicción como un sistema de sustitución de la voluntad no


solo es inconstitucional por violar el derecho a la igualdad en relación a la capacidad
jurídica. El estado de interdicción, en sí mismo, se equipara a la muerte civil al negar la
participación de la persona interdicta del mundo jurídico, pues todo acto que pretenda
realizar tendría que ser por medio de su tutor. En consecuencia, como se observará
adelante, la interdicción debe considerarse como prohibida por el artículo 22
constitucional.

El primer párrafo de dicho precepto constitucional establece lo siguiente:

Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes,
los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y
cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales. Toda pena deberá ser
proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado.

Dicha disposición es una respuesta histórica a penas del mundo antiguo que eran
consideradas como “crueles, inhumanas, degradantes, producto de la tiranía y del
sadismo”. Por ello, fueron expulsadas paulatinamente del sistema jurídico mexicano hasta
su culminación en la prohibición antes mencionada. De esa forma, se configuró como un
límite de actuación del poder del Estado respecto de aquellas penas que producen una
grave afectación a la dignidad de las personas. 

Respecto a la redacción actual del artículo 22 constitucional, en la Contradicción de Tesis


21/2006-PL, la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció que el artículo 22
constitucional prohíbe “cualquier tipo de sanción excesiva, inusitada y trascendental (con
independencia de la materia de que se trate, penal, civil, administrativa, etcétera)”.
Asimismo establece que si la proscripción referida protege la integridad física y el
patrimonio de las personas se debería entender que también se extiende a las privaciones
excesivas que afecten los derechos de la personalidad, como en el caso materia de la
contradicción: la patria potestad.

En dicha resolución, el Alto Tribunal utiliza de manera equivalente los términos pena y
sanción. Así, en el entendido de que el vocablo sanción se refiere al “castigo o carga que
se impone al merecedor de ella”, se puede afirmar, como lo hizo la Corte, que el primer
párrafo del artículo 22 constitucional no solo es aplicable al derecho penal. De hecho, ello
sería congruente si se asume la figura del legislador racional pues sería absurdo pensar
que dicho precepto fuera exclusivo del ámbito penal, ya que eso permitiría la imposición
de las sanciones prohibidas en otras materias. En ese orden ideas, la proscripción de la
porción normativa en cuestión se refiere a las restricciones o privaciones de derechos
impuestas por el Estado a aquel que se ubica, por situaciones de hecho, en el supuesto
normativo que lo haga merecedor de ella, y que resultan en una grave afectación a los
derechos humanos por ser crueles, inhumanas y degradantes.

De manera análoga al artículo 22 constitucional, la Convención Americana de Derechos


Humanos establece en el artículo 5 numeral 2 que “nadie debe ser sometido a torturas ni
a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Por su lado la Primera Sala del Alto
Tribunal resolvió que el tormento de cualquier especie se refiere a “aquellos actos y
omisiones que afectan gravemente a la dignidad e integridad personales (como pueden
ser los actos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes)”[8]. Así, la
prohibición constitucional incluye en su catálogo dichos tratos ya que “son crueles por la
indiferencia y frialdad con la que se lastima a la víctima, inhumanos porque no se respeta
las personas como tales y degradantes por la humillación a la que se somete a la
persona”.[9]Más aún, los actos específicos enunciados en el artículo 22 constitucional
pueden ser considerados de este tipo ya que son afectaciones extraordinarias a los
derechos humanos y que se relacionan con formas antiguas y autoritarias del poder del
Estado, como la muerte civil. 

Ahora bien, la interdicción es un acto que anula a la persona del orden jurídico mediante
una examinación que, con base en sus características físicas y psicológicas, pretende dar
cuenta de su capacidad de gobernarse. La consecuencia directa de estos es la sustitución
de la voluntad de la persona interdicta mediante una representación forzosa. Ello lesiona
de manera evidente el derecho a la capacidad jurídica y, en consecuencia, a la
personalidad jurídica. Por tanto, dicha institución expulsa y anula del mundo jurídico a la
persona interdicta y provoca la sujeción de ésta a la voluntad y arbitrio de otra: su tutor. La
gravedad de la interdicción queda en evidencia por la afectación que la restricción a la
capacidad jurídica produce a otros derechos humanos. En ese sentido, el Comité sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad advierte que: 

En muchos casos, la negación de la capacidad jurídica a las personas con discapacidad


ha hecho que se vean privadas de muchos derechos fundamentales, como el derecho de
voto, el derecho a casarse y fundar una familia, los derechos reproductivos, la patria
potestad, el derecho a otorgar su consentimiento para las relaciones íntimas y el
tratamiento médico y el derecho a la libertad.

De igual manera la Corte, en el Amparo en Revisión 1368/2015 sostiene que:

el reconocimiento de la capacidad jurídica está vinculado de manera indisoluble con el


disfrute de muchos otros derechos humanos como: el derecho de acceso a la justicia, el
derecho a la igualdad y no discriminación, el debido proceso, el derecho de audiencia, el
derecho a una vida independiente, el derecho a la privacidad, el derecho a la libertad de
expresión, el derecho a la participación e inclusión en la sociedad.

Por ello, la interdicción resulta en una forma de la muerte civil pues implica “la pérdida de
los derechos civiles de la persona, es decir, supone, la pérdida en una persona de su
personalidad jurídica”. De hecho, la restricción de la capacidad jurídica implica la
disminución del estatus de persona como con la capitis diminutio del antiguo derecho
romano. En ese sentido, la posibilidad de restringir la capacidad jurídica implicaría asumir
que hay personas que son más persona que otras, dentro de un paradigma de derechos
humanos en el que no es posible asumir dicha gradualidad. 

Tan grave es la interdicción al representar un sistema que sustituye la voluntad y que


establece, implícitamente, grados de ser persona que incluso legitima el tratamiento
forzoso de las personas en estado de interdicción. En ese sentido, la Ley General de
Salud en su artículo 75 establece: 

Será involuntario el internamiento, cuando por encontrarse la persona impedida para


solicitarlo por sí misma, por incapacidad transitoria o permanente, sea solicitado por un
familiar, tutor, representante legal o, a falta de los anteriores, otra persona interesada, que
en caso de urgencia solicite el servicio y siempre que exista la intervención de un médico
calificado, que determine la existencia de un trastorno mental y del comportamiento y que
debido a dicho trastorno existe un peligro grave o inmediato para sí mismo o para
terceros.

De esa manera, con un precepto legal en materia de salud, la interdicción pone de


manifiesto su carácter cruel, inhumano y degradante al permitir que una persona realice
actos consistentes en privación ilegal de la libertad y tratamiento forzoso. Con esta
disposición la función de muerte civil de la interdicción queda expuesta. Con el tratamiento
forzoso las personas con discapacidad son consideradas, de manera implícita, como si
fueran cosas pues su voluntad resulta irrelevante e innecesaria.

La interdicción produce una restricción desproporcionada a la capacidad jurídica, que se


equipara con la muerte civil. A su vez, la muerte civil es un acto que afecta gravemente la
dignidad humana al configurarse como un trato cruel, inhumano y degradante. En
consecuencia, la interdicción, en tanto que muerte civil, debería ser considerada como un
acto prohibido por el artículo 22 constitucional.

En conclusión, la interdicción es una institución del derecho civil que, a la luz del modelo
social de discapacidad, resulta violatoria de los derechos humanos. Por un lado, es
discriminatoria por hacer una distinción no justificable respecto a la capacidad jurídica de
las personas. Por otro lado, se configura como un trato cruel, inhumano y degradante que
debe ser proscrito en relación a lo establecido por el primer párrafo del artículo 22
constitucional. Así, advertir tanto la gravedad de la interdicción, como las razones de su
inconstitucionalidad favorece la transición de un sistema de sustitución de la voluntad a un
sistema de apoyos, ajustes razonables y salvaguardias que reconozca plenamente el
derecho a la capacidad jurídica de las personas con discapacidad.

REQUISITOS

 Acta de nacimiento del interdicto

Acta de nacimiento del tutor interino y curador

Identificación oficial vigente (con fotografía)

Identificación oficial vigente de tres testigos (con fotografía)

Domicilio para notificar al interdicto, tutor o curador

Relato exacto y preciso de los hechos que motivan la petición

TUTELA
Artículo 449. - El objeto de la tutela es la guarda de la persona y bienes de los que no
estando sujetos a patria potestad tienen incapacidad natural y legal, o solamente la
segunda, para gobernarse por sí mismos.

«Institución que tiene por finalidad la guarda de personas incapaces de regirse por sí


mismas, tanto personal como patrimonialmente».

En los pueblos anteriores a la civilización romana no podía concebirse la tutela, por


la energíatan cerrada del grupo, que asumía tales funciones como desconocía
la personalidad individualde sus miembros. Es Grecia, y posteriormente Roma, la cultura
que comienza a poner las bases iniciales, al configurarse la tutela
como oficio público para defender los derechos de los agnados a la herencia; que Roma
perfiló en su alcance como instituto protector del incapaz por menor o mujer,
conjuntamente con la curatela del loco. La jurisprudencia romanista quiso perfilar la
diferenciación de ambas figuras remitiendo la tutela al cuidado personal y
la curatela al patrimonial; pero la aceptación del principio de la representación en el
Bajo Imperio dio nuevo sesgo a la figura, al tiempo que se iniciaba la influencia
del Derecho germánico, que concibió la tutela como instituto familiar.
Nuestro Derecho histórico reflejado en Las Partidas siguió la orientación romana,
separando tutela y curatela, entendida la primera como guarda de impúberes y la segunda
como de incapacitados, régimen que subsistió hasta la publicación del Código Civil, que
siguió la orientación del Code. Su actual régimen jurídico se debe a la Ley 13/1983, de 24
de octubre, que reformó totalmente la regulación contenida en el Código Civil.

Característica de la nueva ley es fijar la tutela como instrumento e institución para la


guarda de la persona y patrimonio de los menores o incapacitados, concibiéndose
la curatela como un medio de complementar la aptitud de las personas menores o
pródigas, concebidas siempre y destacadamente la primera como funciones de carácter
público, deberes conforme al artículo216 C.C.

Están sujetos a tutela: 1) los menores no emancipados que no estén bajo patria potestad;
2) los incapacitados, cuando la sentencia lo haya establecido; 3) los sujetos a la patria
potestadprorrogada, al cesar ésta, salvo que proceda la curatela (art. 222 C.C.).

Pueden instituir la tutela los padres y extraños. Los primeros,


mediante testamento o documento público notarial, nombrando al tutor, fijando órganos de
fiscalización, integrarlos y, en general, ordenar todo lo que estimen pertinente respecto de
la persona y bienes del tutelado (art. 223 C.C.), sin perjuicio de las facultades judiciales si
aquellas disposiciones no fueren conformes con las necesidades del menor (art. 224
C.C.), y en todo caso carecerán de eficacia si el disponente hubiere sido privado de
la patria potestad al adoptarlas. El extraño que disponga de bienes gratuitos a favor de un
menor o incapacitado puede fijar así mismo las normas de administración, designando la
persona o personas que hayan de ejercitarla, correspondiendo al tutor en sentido propio
las no asignadas al administrador. Están obligados a promover la tutela -aparte
las facultades del ministerio fiscal para pedir y del juez para disponer la constitución-,
incluso de oficio (art. 228 C.C.), desde el momento en que la conocieren de hecho,
los parientesllamados a la misma, el guardador del menor o incapacitado (arts. 229 y 239
C.C.).

Legitimados para poner en conocimiento del ministerio fiscal el hecho determinante de la


tutela lo están todas las personas.

La constitución de la tutela se realiza bajo la autoridad en


el procedimiento correspondiente, previa audiencia de los parientes más próximos, de las
personas que estime oportuno y del tutelado en todo caso, si tuviere suficiente juicio y
fuera mayor de doce años (art. 231 C.C.). En su caso, en la resolución podrá fijar el juez
las medidas de vigilancia y control adecuadas en beneficio del tutelado (art. 233 C.C.).

Sobrevenida la situación de hecho, deviene la designación de tutor. Para


su nombramiento se fijan en el artículo 234 las preferencias (cónyuge que conviva con el
tutelable, padres, personas designadas por éstos en su caso
mediante testamento, descendientes, ascendientes, hermanos), si bien no vinculan las
mismas al juez si, motivadamente, el beneficio del menor así lo exigiere. En defecto de los
anteriores, el juez puede designar a quien por sus relaciones con el tutelado estime
más idóneo.

La tutela puede adjudicarse a una sola persona, que es hipótesis normal; pero


cabe concurrencia si las circunstancias aconsejan discernir la tutela de
la administración patrimonial, o por situación personal del tutelado, si bien las decisiones
se tomarán conjuntamente; o cuando la ejercen los padres como en la patria potestad; o
si por designarse la tutela al hijo del hermano parece conveniente que la actúe con
el cónyuge; o, en fin, hayan sido designados así testamentariamente por los padres del
tutelado.

Pueden ser tutores todas las personas; pero las jurídicas si tuvieren finalidad no lucrativa
y figure entre sus fines la protección de menores e incapaces. Quedan excluidos de la
tutela quienes estén privados o suspendidos de la patria potestad o total
o parcialmente de los derechos de guarda y educación; los condenados a pena privativa
de libertad, mientras cumplan la condena; los legalmente removidos de una tutela anterior
y los condenados por cualquier delito que haga suponer fundadamente que no
desempeñarán el cargo (art. 243 C.C.); ni quienes tengan conflicto de intereses con el
tutelado; aquellos en quienes concurran imposibilidad absoluta de hecho; quienes tengan
enemistad manifiesta con el tutelado y los que no tengan medio de vida conocido o mala
conducta; los quebrados y concursados no rehabilitados si la tutela se extiende
al patrimonio.

Quienes incurran en causa de inhabilidad luego de la delación tutelar serán removidos de


la tutela.

Los designados tutores pueden excusar el cargo: por razones de


edad, enfermedad, ocupaciónpersonal o profesional, por ausencia de vínculos en el
tutelado o cualquier otra causa que haga el ejercicio de la tutela excesivamente gravoso.
Si el tutor lo fuese una persona jurídica, cuando carezca de medios suficientes para el
adecuado desempeño de la tutela. La excusa de las personas físicas debe señalarse
dentro de los quince días siguientes al nombramiento, salvo que fuese sobrevivida.

Son atribuciones del tutor: la de representar al menor o incapaz en los actos en que no
pueden intervenir éstos por sí solos; recabar el auxilio de la autoridad en el ejercicio de la
tutela, y corregir a los menores razonable y moderadamente; la retribución del
cargo, conforme a las posibilidades del patrimonio del tutelado (fijable entre el 4 por 100 y
21 por 100 de la rentabilidad de los bienes); hacer suyos los frutos de los bienes del
tutelado, si los padres, en testamento, lo autorizasen a cambio de prestarle alimentos.

Está obligado el tutor:

a) Al inicio del cargo: inventariar los bienes del tutelado dentro del plazo de sesenta días a
contar del que hubiese tomado posesión del cargo, siendo prorrogable el periodo por el
juez si existiese causa para ello. Dicho inventario se hará con citación del ministerio
fiscal y cuantas personas estime el juez conveniente. El tutor que no incluya en
el inventario los créditos que tenga contra el menor se entiende que los renuncia. Los
bienes de dinero, alhajas, objetos preciosos y, en general, los que a juicio de la autoridad
judicial no deban quedar en poder del tutor serán depositados en establecimiento al
efecto.

b) Durante el ejercicio del cargo: a velar por el tutelado, proporcionarle alimentos,


educarle y procurarle una formación integral, promover la recuperación o adquisición de
su capacidad y su mejor inserción social, e informar al juez anualmente sobre la situación
del menor, con rendición de cuentas. En todo caso, ejercer el cargo con diligencia debida
del buen padre de familia.

Son facultades del tutor, que requieren complemento mediante autorización judicial:


el internamiento del tutelado en establecimiento de salud mental o de educación especial;
enajenar o gravar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles o industriales, objetos
preciosos y valores mobiliarios de los tutelados, o celebrar actos o contratos susceptibles
de inscripción, salvo el derecho de suscripción preferente de acciones;
renunciar derechos, transigir o someter a arbitraje asuntos de interés del tutelado; realizar
la participación de herencia o división de la cosa común, que requerirán, además de
aquel consentimiento, la aprobación judicial.

El artículo 272 C.C. enumera una larga relación de actos para los que también es
necesaria la autorización judicial, actos todos ellos que pueden
significar detrimento del interés patrimonialdel tutelado.

Se extingue la tutela: por mayoría de edad del menor, salvo que antes hubiese


sido incapacitadojudicialmente; por la adopción del tutelado por el tutor; por
la concesión al menor del beneficiode mayoría; por fallecimiento del tutelado; por
modificación de la sentencia que modifique la guarda de tutela por curatela; cuando el
titular de la patria potestad la recupere, si ello fue causa de la tutela.

Al cesar en las funciones, debe el tutor rendir cuentas de su gestión, en el plazo de tres
meses prorrogables. La intervención judicial probando dichas cuentas no impedirá
el ejercicio de cualesquiera acciones que puedan asistir al tutelado o a
sus causahabientes. La acción para reclamar la rendición de cuentas prescribe a los cinco
años, contados desde la terminación del plazo establecido para efectuarlo.

En las situaciones en que quien ejerza la tutela pueda, aisladamente,


tener interés opuesto al tutelado, es dable nombrar un defensor judicial (art. 299 C.C.). 

CURATELA

ARTICULO 4.236. El tutor y el curador pueden desempeñar respectivamente la tutela o la


curatela hasta de tres incapaces. Si éstos son hermanos o son coherederos o legatarios
de la misma persona, puede nombrarse un solo tutor y un curador a todos ellos, aunque
sean más de tres.

La curatela se establece con el objetivo de intervenir de manera esporádica en


determinados actos de una persona que no puede valerse por sí misma.

¿Cómo se define la curatela?

Se define la capacidad de obrar como la facultad de desplegar efectos jurídicos frente a


terceros.
Todas las personas mayores de edad tienen plena capacidad de obrar, salvo que esta
sea limitada mediante un proceso (judicial) de modificación de la capacidad jurídica. Dicho
de otro modo, tanto los menores de edad como los incapacitados judicialmente tienen
ciertas limitaciones en el tráfico jurídico. Y para proteger sus intereses existen las figuras
de la tutela, la curatela y el defensor judicial.

¿Cuál es el objetivo de la curatela?

La curatela es una institución de protección del patrimonio del menor o del


incapacitado judicialmente. También puede aplicarse a los declarados pródigos.

Una persona sometida a curatela requerirá de la participación de su curador para realizar


determinados actos. Así, mientras que el tutor sustituye al tutelado en determinados
negocios jurídicos, el curador se limita a complementar la capacidad de obrar del
sometido a curatela, autorizándole para realizar determinados actos.

¿Cómo puede constituirse la curatela?

La curatela se instituye por medio de resolución judicial. Por tanto, es la autoridad judicial


quien debe determinar para qué actos necesitará autorización la persona sometida a
curatela y quién será su curador.

La función de la autoridad judicial no termina aquí ya que, como en el caso de la tutela, el


Juez supervisará las funciones del curador. Y es que, tales funciones deben ejercitarse en
beneficio de la persona cuya capacidad se complementa.

Hay que tener en cuenta que la institución de curatela se produce de oficio, si bien los
parientes cercanos del parcialmente inhabilitado o menor están obligados a promover el
procedimiento de designación de curador. Además, cualquier persona podría poner en
conocimiento del Juez o el Ministerio Fiscal la existencia de otra persona que necesita ser
sometida a curatela.

¿Quiénes se someten a curatela?

Aquellos que pueden someterse a curatela, serán los sujetos siguientes:

1. Menores emancipados que carezcan de progenitores o cuyos padres hayan sido


privados de la patria potestad. También los que recibieran el beneficio de la mayor
edad.
2. Personas declaradas interdictas.
3. Incapacitados parcialmente por sentencia judicial. En caso de que la
incapacitación fuera total, estas personas deberían someterse a tutela. Por tanto,
la sentencia determinará los actos para los cuales el incapacitado parcialmente
requiere de la autorización de un curador.

¿Cuáles son las funciones del curador?

El curador se limita a complementar la capacidad de obrar del sometido a curatela. En


particular, deberá intervenir siempre que éste pretenda:

 Tomar dinero a préstamo.


 Gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales,
así como objetos de extraordinario valor.
 En el caso del pródigo, realizar cualquiera de los actos que la sentencia determine
que deben ir acompañados de la autorización del curador.
 Se podrá observar que, a diferencia del tutor, el curador no puede tomar la
iniciativa para ninguna de estas actuaciones. Simplemente autorizará al sometido
a curatela cada vez que quiera realizar estos actos.
En caso de no contar con la autorización del curador, tales actos serán anulables por este
o la persona sujeta a curatela.

¿Qué límites tiene la figura del curador?

A modo de cautela se establecen ciertas prohibiciones, similares a aquellas a las que se


somete un tutor. Así, el curador no puede:

 Recibir liberalidades a título gratuito del sometido a curatela.


 Adquirir bienes o venderlos al sometido a curatela.
 Tampoco puede intervenir en aquellos negocios jurídicos económicos en que
existe conflicto de intereses.

¿Cómo puede extinguirse la curatela?

Para que se extinga la curatela deberá cesar la causa que la motivó. En particular:

1. Respecto a los menores emancipados y los que obtuvieron el beneficio de mayor


edad, se extinguirá la curatela cuando cumplan 18 años.
2. Y respecto a los pródigos o los parcialmente incapacitados por sentencia judicial
se extinguirá en caso de remoción de efectos de la sentencia.

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