Instituto Caro y Cuervo 2018 Diccionario
Instituto Caro y Cuervo 2018 Diccionario
Instituto Caro y Cuervo 2018 Diccionario
Después de 25 años desde que Günther Haensch y Reinhold Werner publicaran el Nuevo
diccionario de colombianismos (1993), se hacía necesaria una revisión. «Actualizar el dicciona-
rio del profesor Haensch era un anhelo institucional, alimentado durante años» (p. 10), explican
las lexicógrafas María Clara Henríquez Guarín y Nancy Rozo Melo. La idea de este proyecto
surgió en 2010 en el seno de la Academia Colombiana de la Lengua, como consta en los Preli-
minares de la obra, y fue acogida con el mismo entusiasmo por el Instituto Caro y Cuervo. Los
trabajos de redacción se llevaron a cabo entre 2015 y 2018, año en que apareció la primera edi-
ción, agotada en cuestión de semanas.
El Diccionario de colombianismos reúne 6.000 entradas, 8.000 definiciones y 4.500 ejem-
plos. Incluye además más de 1.500 expresiones dentro de los artículos lexicográficos (pasar de
agache, desgajarse un aguacero, prenderse las alertas, almuerzo de maromero, sacar los chiros
al sol, dejar o quedar viendo un chispero, pasarse por la faja a alguien, a precio de huevo,
saltar matojos, hacerse el de la oreja gacha o mocha, robar en la nuca, etc.) con sus respectivas
explicaciones. Las voces van acompañadas de la marca gramatical y, cuando ha sido preciso, de
una marca regional o una marca de uso. En la elaboración del Diccionario de colombianismos
(en adelante DiCol-2018) se han tenido en cuenta diez regiones lingüísticas con sus correspon-
dientes dialectos: caribe, pacífico, antioqueño-caldense, santandereano, caucano-valluno, cun-
diboyacense, nariñense, tolimense-huilense, llanero y amazónico. La Caracterización léxica de
los dialectos del español de Colombia según el «ALEC» (Atlas lingüístico-etnográfico de Co-
lombia), de Siervo Mora Monroy et al. (2004), ha servido de referencia para acotar las diversas
variedades. Es cierto que algunos filólogos colombianos dan preferencia al término andino, en
lugar de nariñense (cfr. Vásquez 2013), pero las coordinadoras del DiCol-2018 han escogido la
denominación de Mora Monroy, considerándola más adecuada. En la medida de lo posible se ha
procurado que la presencia de regionalismos sea equilibrada, pues, como se comenta en las
páginas preliminares, «uno de los objetivos principales de este Diccionario es incluir términos
de todas las regiones lingüísticas de Colombia» (p. 22).
El Diccionario define colombianismo en sentido diferencial como término, expresión o sen-
tido que «se usa en cualquier región de Colombia, pero no en el español peninsular» (p. 17). Sin
embargo, alguna vez aparecen palabras que sí se usan en España con el mismo significado.
Veamos un par de ejemplos:
dobladillo m. En una prenda de vestir, doblez en la parte inferior que se cose hacia
adentro. (DiCol-2018)
dobladillo 1. m. Pliegue que como remate se hace a la ropa en los bordes, doblándola
un poco hacia adentro dos veces para coserla. (DLE-2014)
pila f. En gran cantidad, mucho. (DiCol-2018)
pila 2. coloq. montón (༴ cantidad considerable). Pila de años, de gente. (DLE-2014)
taburete m. Asiento rústico individual, generalmente sin respaldo y sin brazos. (Di-
Col-2018)
taburete 1. m. Asiento sin brazos ni respaldo, para una persona. (DLE-2014)
vacilar v. Hacer bromas o burlarse de alguien. (DiCol-2018)
vacilar 5. tr. Engañar, tomar el pelo, burlarse o reírse de alguien. (DLE-2014)
yoyó m. Juguete formado por dos discos de 7 cm de diámetro unidos por un eje, que
se hace subir y bajar por medio de una cuerda enrollada al eje. (DiCol-2018)
yoyó 1. m. Juguete de origen chino que consiste en dos discos pequeños unidos por un
eje en torno al cual se ata y enrolla una cuerda por la que se lo hace subir y bajar de
manera sucesiva a impulsos de la mano. (DLE-2014)
A estas voces se podrían añadir otras como: azafate, finca, gago, garrafa, mondongo, pachu-
lí, sartén, sortija, ventanear, vida de perros, tuna, turistear, etc.
Aunque se trata de un diccionario diferencial (respecto al español peninsular) y dialectal (en
cuanto que recoge colombianismos), puede suceder que algunas de esas voces se compartan con
países colindantes o con otros países de Hispanoamérica. Es el caso de: ají, alfajor, altoparlante,
amiguero, arepa, castañear, carpa, celular, chicha, chismosear, chueco, colectivo, colorinche,
cuy, empacar, estampilla, gringo, guacamole, guagua, guachimán, maguey, malecón, mamey,
manzana de Adán, nana, noticiero, ocelote, ojota overol, piyama, plata, rasuradora, regadera,
regio, res, saco, sudadera, tamal, tomacorriente, tragamonedas, trapear, etc.
Respecto a las marcas de uso, el DiCol-2018 diferencia entre marcas diacrónicas (histórico,
obsolescente), geográficas (urbano, rural) y de contexto comunicativo (formal e informal).
Según se explica en la Guía de uso (pp. 20-26), otras marcas están relacionadas con grupos o
disciplinas. A las primeras pertenece delincuencial (v. choro, jíbaro, quebrar, sicariato, tostar,
etc.), con un número de voces considerable. También forman parte del grupo de las jergas las
marcas estudiantil (v. costura, primíparo, quedar, semillero) y juvenil (v. parche, pogo, solle,
tocata, traga, verga, verguero, visajoso), que a primera vista podrían confundirse. No obstante,
lo que parece presentar una dificultad, se resuelve en el interior del diccionario, pues las palabras
que llevan la marca estudiantil suelen añadir indicaciones adicionales como «en el ámbito aca-
démico», «en el ámbito universitario», etc. En otras ocasiones es la misma definición la que
justifica la marca.
Las marcas drogadicción y narcotráfico resultan con frecuencia intercambiables (v. bazuco,
pase 2., pasto 2., raspachín, sayayín o pericazo). Otras veces se omite, pero podría llevar cual-
quiera de esas dos (por ejemplo en bareta, maracachafa, marimbear, olla, patrón).
Entre las marcas de disciplinas también se encuentra informática; si bien no hemos encon-
trado ninguna voz de este campo. Quizás se podrían haber señalizado digitador y computación.
También existe una marca para el deporte. La mayor parte de las voces pertenecen al fútbol y al
béisbol, lo cual refleja la afición colombiana por dichos deportes. Con frecuencia los redactores
del DiCol-2018 han preferido emplear expresiones como: «en el fútbol» (ancho, bañar, gambe-
tear, habilitar, palomita, saque, utilero), «en el fútbol y otros deportes» (cuidapalos, tapar) «en
el fútbol y deportes similares» (bailar, muletear, puntero, taponazo, tocar), «en el béisbol»
(bambinazo, diamante, entrada, jardinero, novena, pícher, ponchar, toletero), «en deportes»
(blanquear, hexagonal, onceno, repechaje), en lugar de la abreviación de la marca y en algunos
casos se han omitido ambas (v. pelotero, picado, seleccionado, tejo, umpire). Por otro lado, son
escasas las voces relacionadas con otros deportes (fondismo, garrocha, tenimesista, saltamon-
tismo).
También se emplea todo tipo de expresiones para señalar el campo o disciplina al principio
de la definición. Algunos ejemplos: casino: en el ejército, […]; causal: en el derecho, […];
chiporro: en las labores de la pesca, […]; chiripiado: en la industria marroquinera, […]; churo
4.: en la orfebrería artesanal, […]; coto: en la medicina, […]; encerrado: en la arriería, […];
engolletar: en a labor artesanal, […]; enmermelar: en la política, […]; pondo: en la minería
artesanal, […]; relisar: en la alfarería, […]; remellón: en la industria panelera, […]; remudar: en
la arriería […]; rusa: en la construcción, […], etc.
RESEÑAS 209
Al grupo de las marcas de uso, pertenecen también afectivo, despectivo, humorístico, insulto,
irónico y vulgar.; todas ellas manifiestan, según los redactores de la obra, una actitud. La más
frecuente es despectivo (v. chupa, pachulí, patetarro, queca, sacamicas, sapear, soco, táparo,
tomba, ventajoso, voltiarepas, uñilargo, etc.).
Sumamente interesante es la llamativa cantidad de interjecciones ¡chay! (indica repugnancia
o de frío), ¡chite! (para espantar a los animales, especialmente a los perros), ¡chos! (se usa para
expresar desprecio por alguien o la poca importancia que tiene), ¡chulo! (expresa el deseo de que
algo tenga éxito), ¡gas! (indica desagrado o repudio), ¡güepa! (se usa para expresar alegría y
para motivar), ¡jueldiablo! (expresa admiración desconcierto o sorpresa), ¡mamola! (indica que
la persona no se deja engañar), ¡nomejoñe! (se usa para enfatizar que algo molesta o produce
enojo), ¡paila! (se usa para indicar la condición de gravedad o preocupación de una persona o
situación), ¡shio! (para espantar a las aves de corral, especialmente a las gallinas), etc. Algunas
son de uso general, mientras que el uso de otras se limita a una región concreta.
Respecto al origen de los préstamos, predomina —como era de esperar— el inglés. El Di-
Col-2018 contiene anglicismos puros (briquet, jean, liquid paper, man, out, panty, penthouse,
stop, strapless, etc.), destacados en cursiva, y anglicismos adaptados. Estos últimos resultan
especialmente interesantes por su grafía: guachimán de watchman, masmelo de marshmallow,
nocaut de knockout, rin de ring, sánduche de sandwich, etc. Los préstamos de otras lenguas son
escasos; por ejemplo, algunos galicismos como brasier, manicure, pedicure, o el derivado de un
germanismo prekínder.
Otra de las características del DiCol-2018 es que una gran parte de las voces y expresiones
van acompañadas de una cita, que en el Diccionario reciben el nombre de ejemplos. Aproxima-
damente 700 citas de las 4.500 que contiene la obra han sido extraídas de los bancos de datos de
la Real Academia Española (CORDE, CORPES, CREA), otras se han sacado del Corpus del
Español de Mark Davies CEMD) y el resto de la web (WEB). A veces se indica entre paréntesis
TEXTO, sin que se indique otra información (v. chequear, copón, corozo. 2, cumbión, cuñado.
2, friaje, higuerón, jurgo, muendear. 2, prisprás, shio, tuco, tucusito, etc.). Por razones de espa-
cio, en ningún caso se recoge la fuente sino simplemente la sigla correspondiente. Por ejemplo:
cununo […]. Alguien toca unos cununos para animar a los concurrentes y echarle buena ener-
gía a los vencidos por la borrasca marina (CORPES). El Instituto Caro y Cuervo planea publi-
car más adelante una versión digital donde se especifique con precisión las fuentes. En las pági-
nas preliminares se comenta: «en muchos casos fue necesario que los redactores hicieran ejem-
plos (ad hoc). Estos no llevan ningún dato que haga referencia a la fuente» (p. 24). También
pude suceder que algunas voces no cuenten ni con citas ni con ejemplos creados.
Otro aspecto destacable es la presencia de sinónimos al final del artículo lexicográfico mar-
cados en negrita (atorarse, atronado, borugo, cachiporro, cutusa, despulpar, empegotar, etc.).
El Diccionario de colombianismos contiene abundante número de voces pertenecientes a la
flora y fauna del país, así como también gran cantidad de palabras de la cultura y folclore, espe-
cialmente relacionadas con la gastronomía (bebidas y platos típicos) y la música (bailes, instru-
mentos, tipo de música). Otro campo que destaca es el de los juegos populares.
Por último, cabe mencionar que la obra lexicográfica del Instituto Caro y Cuervo posee un
bello diseño en el que se combinan el rojo y el negro y que hace atractiva la lectura. Cada letra
se introduce con una cita de un autor colombiano. Al final de la obra se recogen tres apéndices;
el primero con los gentilicios de departamentos, ciudades y municipios del país (algo más de mil
gentilicios); el segundo con las lenguas indígenas, la familia a la que pertenecen y la región
donde se hablan, además de dos lenguas criollas (el criollo de San Andrés y el palenquero) y dos
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lenguas gitanas (el romanés y el rumeniaste); el tercer apéndice con una lista de siglas y acróni-
mos usados en Colombia.
Por todo lo dicho hasta aquí solo nos queda subrayar que el Diccionario de colombianismos
del Instituto Caro y Cuervo es una excelente obra de consulta, un trabajo realizado a conciencia
que desea y consigue mostrar la riqueza del español de Colombia. Las definiciones están redac-
tadas de forma clara y sencilla y son comprensibles para cualquier usuario. Como se lee en la
Presentación: «El Instituto Caro y Cuervo entrega con orgullo esta obra, que, esperamos, conta-
gie curiosidad, alegría, admiración y respeto por la riqueza del español de Colombia, sentimien-
tos que nos acompañaron durante los años (2015-2018) en que estuvimos trabajando para hacer-
la posible». No cabe duda que esa meta se ha alcanzado con creces.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
HAENSCH, Günther y Reinhold WERNER (1993): Nuevo diccionario de colombianismos, Santa Fe de
Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.
MORA MONROY, Siervo et al. (2004): Caracterización léxica de los dialectos del español de Co-
lombia según el «ALEC», Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del Español
(Corde). http://www.rae.es.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORPES XXI) [en línea]. Corpus del Español del Siglo
XXI (Corpes). http://www.rae.es.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español
actual. http://www.rae.es.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2014): Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa [DLE-2014].
RUIZ VÁSQUEZ, Néstor Fabián (2013): «La diacronía de las lenguas de Colombia», Signo y Seña, 23,
pp. 103-118.