Hora Santa para Jueves Santo
Hora Santa para Jueves Santo
Hora Santa para Jueves Santo
INTRODUCCIÓN:
Uno de los ritos del Jueves Santo, dentro de la celebración de la Cena del Señor, es la reserva del
Pan consagrado para la adoración de los fieles. Es lo que en nuestra tradición conocemos como "la
oración del Santísimo ante el Monumento" o altar donde se deposita el Cuerpo del Señor.
Nació como un gesto práctico en siglos XIII-XIV para favorecer la adoración en la tarde-noche del
Jueves Santo. Antes este monumento era una especie de "sepulcro" donde se guardaban la
Eucaristía, hasta nuestros días esta devoción se ha quedado en una hora santa, un momento de
oración breve, profunda, meditativa, de alabanza, iniciando la Pascua del Señor.
Jesús ha vivido unos momentos intensos. Los discípulos quieren descansar, pero no le dejan solo.
Las palabras y signos de Jesús confiados a sus discípulos fueron tantos y tan densos que esta noche
queremos recordarlos, volver a meditarlos.
En este momento los invito a que todos nosotros seamos Getsemaní. Cristo está aquí. Y vamos
adorar y agradecer la entrega de su Cuerpo y de su Sangre, en los signos de la Nueva Alianza del
Pan y el Vino que iniciaron el misterio pascual de su muerte y resurrección.
En este momento queremos estar a tu lado, mientras muchos se fueron, permítenos Señor estar
contigo demostrar nuestro amor y cercanía.
Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos. Jesús les dijo: Todos vais a caer,
como está escrito: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”. Pero cuando resucite, iré antes
que vosotros a Galilea. Pedro replicó: Aunque todos caigan, yo no. Jesús le contestó: Te aseguro,
que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres. Pero él insistía:
Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y los demás decían lo mismo. Fueron a una finca,
que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras voy a orar. Se llevó a Pedro, a
Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: Me muero de tristeza: quedaos aquí
velando.
Jesús nos dice esta noche que es posible orar al Padre desde toda situación humana.
Especialmente en esta realidad desgarradora de la Pandemia del COVID19, en la angustia, en la
debilidad, en la enfermedad, en las persecuciones, en los terremotos, así como también en los
momentos familiares de convivir en la alegría, especialmente cuando hemos superado la prueba
de la enfermedad. Se puede hablar con el Padre, siempre. Porque el Padre está con Jesús, con
nosotros, con todos.
Señor Jesús, gracias por quedarte con nosotros. No llegamos a alcanzar lo que es tu presencia en la
Eucaristía, en la Escritura, pero creemos en ti. Eres luz, fuerza, amor. Es de noche, pero nos
iluminas, te sientes débil ahora, pero sigues dando fuerza, nos pides que amemos, pero tú nos
amas primero.
Señor Jesús, gracias por tu presencia. No olvidamos que muchos se sienten solos hoy día, que
están enfermos, que sufren, que son perseguidos a causa de la justicia, que no pueden dar de
comer a sus hijos, que sufren la guerra de los poderosos, ... Es el Getsemaní muy actual y muy
vivo; pero ahí estás tú. También nosotros queremos estar unidos a todas esas personas; contigo en
ellos, Señor.
De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez
dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo: -Ya
podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.
Llegada la hora de la traición de Judas, el momento cumbre, Jesús se entrega en servicio por
todos. Parece como si todo estuviera perdido. Las tinieblas se ríen de la luz; el odio parece triunfar
sobre el amor. La muerte parece regodearse de la vida. Y, en la oración, Jesús ha vencido la
angustia, ha recobrado las fuerzas, y sale decidido a proclamar la fuerza del amor, la belleza de la
vida, la gratuidad de la luz.
Y Judas dijo a los soldados, al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto. Y en cuanto
llegó, se acercó y le dijo: Maestro y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los
presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja ’al criado del sumo sacerdote.
Jesús tomó la palabra y les dijo: ¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de
un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se
cumplan las Escrituras. Y todos lo abandonaron y huyeron.
Oración:
Señor te quedas solo; será un rato. Nosotros siempre estamos aquí contigo, esperando tu amor
definitivo Tú eres realmente, el Cristo, el que ha de venir. Tú eres el amor de Dios. Un amor que
ayuda, acoge, alienta, abraza; un amor de amigo, de padre, de alguien que no nos abandona.
Haznos ser más seguidores tuyos, que podamos parecernos a ti que acojamos a todos con un
corazón grande como el tuyo. En el triduo Pascual que celebramos queremos ser como Tú, y estar
más cerca de ti y de nuestros hermanos necesitados.
Señor Jesús, queremos poner ante nuestros ojos a cuantos están marcados por el dolor y la
angustia, por la soledad o el sinsentido, por la desgracia a causa de la maldad en el mundo y están
amenazados por la Pandemia del COVID19. Queremos poner cerca de Ti a aquellos torturados,
marginados, en la miseria, o la cárcel, aquellos humillados por el poder de este mundo y condena
a muerte por la violencia, pues sabemos que en cada uno sigue Tú agonía.
Pedimos:
Por los agonizantes y enfermos terminales, que además de los paliativos, no les falte el
ángel del consuelo. Rogamos al Señor
Por los que viven en la miseria y el olvido, que lleguen a todos sus gritos silenciosos.
Rogamos al Señor
Por los que son víctimas del terror, de la guerra, de los secuestros y la tortura, que a todos
nos interpele su martirio. Rogamos al Señor
Por los ancianos que no son queridos y se sienten solos, que encuentren personas que los
acompañen y valoren. Rogamos al Señor
Por las mujeres maltratadas, víctimas de la violencia de género, la trata y el comercio de
personas, que puedan recuperar su dignidad y su libertad. Rogamos al Señor
Por los niños esclavizados, vendidos, prostituidos, militarizados, que encuentren los
medios para rehacer sus vidas. Rogamos al Señor
Por los que no tienen trabajo, por los fracasados, que no les falten nuevas oportunidades.
Rogamos al Señor
Por todos los que están marcados por el desamparo o el vicio y las adicciones, que no
pierdan la esperanza de una liberación. Rogamos al Señor
Por los inmigrantes, que tienen que afrontar tantos riesgos y separaciones, que puedan
ser integrados socialmente y alcanzar sus proyectos. Rogamos al Señor
CONSIDERACIÓN FINAL
Hemos pasado unos momentos acompañando al Señor. Las prolongadas horas de la agonía de
Jesús han transcurrido ya para dar lugar a una jornada de tormentos y aflicciones y a las tres
últimas horas de agonía sobre la cruz. Son acontecimientos que conmueven a todo creyente.
Vivamos la Pasión de Señor a través de la visión gloriosa de Cristo resucitado. En el silencio de la
fe, adoremos y demos gracias.
OREMOS:
Señor Jesús tú que dijiste: como yo os he amado, te pedimos que nos ayude a sentir esta noche la
fuerza de tu amor, y tu misericordia y tu ternura. Queremos pedirte Jesús que nos enseñe a amar
y que nos capacite para amar como Tú lo has hecho hasta el final. AMEN