Parashat Haazinu
Parashat Haazinu
Parashat Haazinu
HA- AZINU
CAPITULO XXXII
1 – ¡ESCUCHAD, OH CIELOS, Y HABLARE; Y OIGA LA TIERRA LOS DICHOS DE
MI BOCA!
1 – ESCUCHAD, OH CIELOS, Y HABLARE. El cántico de Moshé se articula a la vez en
su composición y profundas intenciones, según Najmánides, conforme al esquema siguiente:
“Este cántico viene a anunciar un testimonio verídico y fiel sobre todas las peripecias de
nuestra Historia. Comienza por recordarnos los favores con los que Dios nos ha colmado
cuando nos escogió. Recuerda enseguida como el exceso de abundancia ha engendrado la
rebelión contra el Eterno y la idolatría, provocando ellas mismas la ira Divina y sus
consecuencias: la peste, el hambre, y la espada que asolan el país; y por último la dispersión a
todos los confines de la tierra. Y todo esto, se sabe, se ha cumplido y se ha revelado con
exactitud. El cántico también anuncia que al final Dios se vengará de nuestros enemigos y
castigará a aquellos que nos odian. Es en efecto por odio hacia el Santo, Bendito sea El, que nos
han causado todo este mal. Si ellos odian a Israel no es porque éste haya, como ellos,
practicado la idolatría, sino solo porque ha actuado contra ellos, porque ha servido al Eterno,
guardando Sus preceptos, rehusado contraer matrimonios con ellos y comer de sus sacrificios,
porque no ha habido sino desprecio por el culto a los astros, culto que ellos practicaban y
porque El ha hecho desaparecer sus lugares altares, todo esto resumido en el versículo: “Antes
por Tu causa somos muertos todos los días, somos como ovejas para el matadero”(Salm.
XLIV,23). Así que es por odio a Dios que ellos nos hacen sufrir todos estos males: ellos son sus
enemigos, ellos Le odian y El se vengará de ellos.
Es evidente, además, que la liberación anunciada tiene que ver con el futuro y no con la época
del Segundo Templo cuya profecía – “Regocijaos, oh naciones, con Su Pueblo” (Deut.
XXXII,43) – estaba lejos de realizarse: los pueblos [entonces] se burlaban de Israel, por el
contrario, diciendo “ ¿Qué están haciendo estos débiles judíos?” (Nejemiyáh III, 34), los altos
estaban sometidos a su tutela. Dios no se había “vengado de Sus enemigos” en ese momento.
No había “deparado la expiación a Su tierra y a Su Pueblo” (Deut.XXXII,43). La realización de
las palabras de este cántico no está subordinada al arrepentimiento de Israel, viene simplemente
a dar testimonio de que haremos el mal y recobraremos el terreno ya que Dios, por una parte
nos perseguirá con Su Ira pero no nos hará desaparecer, y sintiendo piedad por nosotros,
tomando venganza de nuestros enemigos por la espada, perdonará nuestros pecados por el amor
a Su Nombre. Así este cántico, a despecho de lo que afirman los herejes, habla de la liberación
futura. Esto es lo que hace resaltar el Sifré cuando dice: “este cántico está lleno de grandeza; él
abarca a la vez el presente, el pasado y el futuro, este mundo y el mundo futuro”. Y es la
mención por medio de la Toráh de la palabra “todas”, en el versículo “Moshé recitó todas las
palabras de este cántico”(ibíd.44) donde se hace referencia a los sucesos futuros que se
encuentran, entre otros, presagiados en el mismo.
Si este cántico no fuera sino la predicción de un astrólogo, convendría otorgarle fe, dado que
todo lo que ella anuncia se ha realizado al pie de la letra: ¡Cuánto más, con mayor razón,
debemos tener fe en las palabras de Dios, transmitidas por el más fiel de Sus profetas y
aguardar, de todo corazón, su cumplimiento!
En el Talmúd, Tratado de Rosh ha-Shanáh 31a, se nos enseña que las divisiones de la lectura de
la Sidrá de HaÁzínu האזינו, el Shabbat, deben ser las siguientes. Ellas dan con sus iniciales las
dos palabras {hazív laj} הזיו לך, que significan “el esplendor será para ti”. El cántico es en
efecto una celebración del futuro de Israel, en todo su esplendor, en los tiempos mesiánicos
(Rabí Bajyéh). Las divisiones se presentan entonces como sigue: {ha-Azínu} (1 a 6) que
muestran a Dios y las características de la Providencia general y particular por el mundo y por
Israel; {Zejor.. recuerda} ( זכור7 a 12), Israel, su vocación y la historia de sus orígenes;
{yarkivéhu} (13 a 18), la dicha de Israel y sus infidelidades en la dicha; {vayár} (19 a 26), la
pérdida de Israel después de su infidelidad; {lulé} (27 a 35), el objeto de su dispersión entre las
naciones, como advertencia; {ki yadín} (36 a 43), la salvación del Pueblo Judío y las
perspectivas de la moral del Judaísmo y las naciones del mundo.
Esta interpretación no tiene en cuenta lo que comenta Rashí en el vers. 43: el cántico, a partir
del vers. 43 se interpreta de otra manera en el Sifré, donde Rabí Yehudáh explica todo con
relación a Israel, mientras que Rabí Nejemiyáh lo interpreta a la luz de las naciones: Rashí
termina por adherirse a la explicación de Rabí Nejemiyáh.
Y OIGA LA TIERRA LOS DICHOS DE MI BOCA. El Medrásh Tanjumáh comienza sus
consideraciones sobre la presente Sidrá: “Feliz el hombre que habla a los cielos como le habla
un rey a sus súbditos, diciéndoles: ¡Prestad oído y escuchad!” Existen dos interpretaciones en
cuanto a la naturaleza del cielo y de la tierra que Moshé ha convocado como testigos. La
primera es aquella que se designa bajo los términos de “cielos inferiores” y que Rashí explica
de la siguiente manera: “Si son dignos, los testigos vendrán a recompensarles: la viña dará su
fruto, la tierra su producto, y los cielos su rocío. Si son culpables, la mano de los testigos los
golpeará en primer término… ̶ El cerrará los cielos y no habrá más lluvia y la tierra no rendirá
mas su cosecha (Deut. XI,17); y enseguida: “pereceréis pronto” por la mano de las naciones.
La segunda interpretación afirma que Moshé se dirigió al cielo y a la tierra en el sentido
superior donde se habla de ellos en la creación. Esta es la interpretación del Zóhar, trasmitida,
entre otros, por Najmánides, Racanati, etc. Moshé hace un llamado a los cielos en la
inmensidad del firmamento. Rashí dice que el argumento de Moshé era el siguiente: “Yo soy de
carne y hueso, mañana voy a morir; si alguna vez Israel dice: no hemos aceptado la Alianza,
¿quién podrá desmentirla? Es por lo que él tomó como testigos contra Israel a los cielos y la
tierra, testigos que subsistirán eternamente.
No obstante, Moshé se dirigió a los cielos como se dirige uno a sus allegados. El les dijo: {ha-
Azínu} “prestad oído”, que es una formula reservada a aquellos que son allegados. Mientras
que, como desde su punto de vista, la tierra era lejana, él se dirigió a ella diciendo: “Que la
tierra escuche”. En efecto, Moshé estaba más próximo de los cielos que de la tierra. ¿No había
permanecido tres veces durante cuarenta días en los cielos, en medio del entorno de los ángeles
y después de haber sido acogido como un novio bajo su cubierta nupcial? (Ver Com. Exo.
XXIV, 18).
El Profeta Yeshayáhu, cuyo don de profecía no alcanzaba al de Moshé, se contentó con decir, a
la inversa de éste: “¡Oíd, cielos, y escucha, oh tierra! (I,2)”. El se sentía cerca de la tierra y lejos
del cielo. (Tanjumáh).
El cielo y la tierra tienen sus propias personalidades. En verdad ellos sabes expresar sus
opiniones, por un medio diferente al nuestro, pero sus afirmaciones o negaciones tienen otra
vehemencia. Esto se manifiesta por una efervescencia que puede abarcar al mundo entero.
Cuando Moshé vino a pedirle una respuesta al cielo ante su convocatoria, se le respondió: ¿Qué
necesidad tienes de llevar la agitación a los cielos?” El precisó: “porque soy yo quien habla”,
mientras que el Profeta Yeshayáhu, en la convocación citada más arriba, especificó: “porque es
Dios quien habla” (ibíd.); (del Zóhar).
El cielo y la tierra habían sido los dos testigos de la Alianza entre Dios e Israel (Deut. IV,26);
Najmánides). Por consiguiente, su declaración no carecería de valor por el advenimiento de los
sucesos. ¿Pero cómo se puede vislumbrar la liberación de Israel en los tiempos Mesiánicos, si
estos testigos están siempre allí para acusar a Israel? Es por esto que el Targúm Yonatán habla
de los nuevos cielos, que estarán allí de ahora en adelante y no podrán llevar acusación, como
lo dice el Profeta Yeshayáhu: “¡Sí! Porque he aquí que voy a crear nuevos cielos y una tierra
nueva, y las cosas anteriores no serán recordadas, ni vendrán al pensamiento. Más alegráos
vosotros, y regocijaos hasta la eternidad en lo que voy a crear; pues he aquí que voy a crear a
Jerusalén, que sea un regocijo, y su Pueblo, un gozo” (LXV,17-18).
Bajo el título de “Testimonio de Universo”, Rabí S.R. Hirsch da cuenta del papel del testimonio
como sigue: el cielo y la tierra están destinados para servir de testigos de la verdad Divina.
Nuestros sabios han dado numerosas explicaciones para la razón de este testimonio singular.
Una de las más bellas es la siguiente. La obediencia de Israel a la ley es una de las condiciones
fundamentales del orden cósmico. Todo se estremece cuando Israel se aparta del camino de la
Alianza. Las repercusiones de nuestros actos son incalculables y sobrepasan, en todo caso, la
esfera inmediata experimental. El universo es un vasto encadenamiento cuyas categorías físicas
y morales apenas si pueden separarse. Ambas participan de una tercera categoría de la cual
emanan: la de la verdad de Dios. La acción moral Israel tiene influencia sobre la situación,
incluso física, del mundo. El mantenimiento, en su orden natural, del cielo y de la tierra está
pues subordinado al comportamiento moral de Israel. Estos dos testigos están directamente
interesados, su existencia depende de la actitud que tomará Israel.