Mision Sucre
Mision Sucre
Mision Sucre
Misión:
La Fundación tiene como misión desarrollar y ejecutar planes y programas
destinados a garantizar a los bachilleres venezolanos su legítimo derecho a la
educación universitaria, con el fin de dar fiel cumplimiento al mandato
constitucional que prevé el derecho de la educación gratuita y de calidad, el
desarrollo de potencial creativo del ser humano y el pleno ejercicio de su
personalidad en una sociedad democrática, participativa y no excluyente. Así
mismo, la Fundación Misión Sucre podrá formular y ejecutar los programas y
proyectos de construcción de obras de Aldeas Universitarias que se requieran
para el desarrollo de la educación universitaria en el país.
Visión:
La Fundación tiene como visión instituirse como una organización pública de
vanguardia y de referencia nacional, generadora de procesos transformadores
inspirados en el pensamiento bolivariano y socialista, a través de la investigación
y desarrollo de programas educativos universitarios que respondan a las
necesidades del país.
Valores:
*Eficacia.
*Eficiencia.
*Transparencia.
*Inclusión.
*Participación.
*Innovación.
*Humanismo.
*Solidaridad.
*Correspondencia Social.
*Cultura de Servicio.
Estructura Organizativa
Marco Normativo Institucional
Antonio José de Sucre nació en Cumaná el 3 de febrero de 1795. Fue hijo del teniente Vicente de Sucre y
Urbaneja y de María Manuela de Alcalá. En sus 35 años de vida, logró ser General en Jefe del Ejército de
Venezuela, Colombia y Ecuador; Gran Mariscal; político de altura y gran estadista. Fundó la República de
Bolivia y consumó la independencia del Ecuador y Perú.
Fue indoblegable en su actitud vigilante por la probidad. Castigaba sin vacilar, con rigor extremo, los crímenes,
vicios y corruptelas. Sin embargo, fue magnánimo con enemigos y adversarios vencidos. Sobre todo
resaltan en Sucre sus conceptos del patriotismo americano, del honor, de la gratitud y la lealtad.
En la última carta de Antonio José de Sucre a Simón Bolívar, escrita en Bogotá el 8 de mayo de 1830,
consta “...el dolor de la más penosa despedida...”, y así, de su propia mano, escribe:
“No son palabras las que pueden fácilmente explicar los sentimientos de mi alma respecto a Ud.: Ud. los
conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado
el más tierno afecto a su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y me lisonjeo
que Ud. me conservará siempre el aprecio que me ha dispensado. Sabré en todas circunstancias merecerlo.
Adiós, mi general, reciba Ud. por gaje de mi amistad las lágrimas que en este momento me hace verter la
ausencia de Ud. Sea Ud. feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicios y con la gratitud de
su más fiel y apasionado amigo”.
“El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas
con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el
Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las
cadenas del Perú rotas por su espada”. Fueron palabras del propio Simón Bolívar al escribir con su puño y
letra la biografía de su más leal soldado en Lima (Perú) en el año 1825.
Sucre, tan humilde y tan glorioso al mismo tiempo, fue un cumanés admirable y digno de seguir sus pasos,
aún más cuando al recordar su arenga al iniciar la Batalla de Ayacucho: “¡Soldados!, de los esfuerzos de
hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable
constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!”. Demostrando aquí el esmero
a la lucha y la constancia, el amor a la unión de la América del Sur y la lealtad a Bolívar.
Sucre, tu tierra natal te esperaba de regreso. Los cumaneses saben que quisiste retornar, pero no te lo
permitieron. La espada traidora de la unión suramericana se volvió en contra tuya, en contra de la libertad y
la justicia, dándote muerte de la manera más traicionera y cobarde, dejándote tirado en el suelo ya
moribundo al lado de la esperanza de un pueblo que fenecía al lado del hombre más glorioso de América.
Aquella montaña de Berruecos se enlutó gritando de pena y dolor un 4 de junio de 1830.
Antonio José de Sucre vivirá siempre en nuestras reminiscencias, en nuestra sangre, en nuestras fibras, en
nuestras ideas... ¡Viva Sucre! ¡Viva el Mariscal de América!
Después habría de enlistarse en el ejército y en 1810 asciende a alférez. En 1812 asciende bajo el
mando de Francisco de Miranda a teniente. Entre 1813 y 1817 viajó bajo distintas órdenes y
organizando diferentes ejércitos. Hasta que regresa para continuar sus esfuerzos para la
independencia. En 1817 es nombrado coronel por parte de Simón Bolívar con quien se fue para el
cuartel general donde se ofreció su discurso de Angostura. Éste no fue su último ascenso pues
habría de ser designado como General de la Brigada por Francisco Zea.
Por esa época Bolívar comenzaba a cumplir su sueño político; la conformación de una gran
federación con las colonias liberadas del dominio español. En 1819 se consolida la liberación de
Venezuela, pero también la liberación del virreinato de Nueva Granada tras el triunfo en la batalla
de Boyacá. En el congreso de Angostura, su ya llamada cuartel general, se creó la República de
la “Gran Colombia”, conformada por Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.
En angostura, Antonio José de Sucre se hizo muy cercano de Bolívar pues se ganó su amistad y su
respeto; lo describía como un buen militar y un elevado sentido de la moralidad. Desde esa época, su
amistad hacia Bolívar y su compromiso con la Gran Colombia se haría parte de sus prioridades. Fue
enviado a la Antillas para obtener armas para su ejército para después lograr el armisticio y la
regulación de la guerra en Santa Ana de Trujillo en 1820 con el general Pablo Morillo.
Se le encomendó la campaña del Sur que constaba de liberar los territorios correspondientes a la
Real Audiencia de Quito e intentar adherirlo a la Gran Colombia, logrando así una hegemonía. Pero
no todo fue sencillo puesto que, aunque ya se habían alzado en armas contra España, no estaban de
acuerdo con la integración a la Gran Colombia (Preferían Perú o ser autónomo). Aun así, logró la
victoria y se anexo Ecuador quedando expedito el camino para la liberación de Perú. Un poco
después en febrero de 1824 Bolívar tomó los poderes de Perú y se hizo cargo de las operaciones
militares.
En su labor política, Sucre tuvo que abandonar la presidencia porque los peruanos estaban
presionando al oponerse a la independencia de Bolivia que llevaron a las revueltas en el motín
de Chuquisaca el 18 de abril de 1828. Sucre fue herido en el brazo derecho y encargo a José
María Pérez de Urdininea que lo sustituyese.