Modulo 4 Clase 3

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Modulo IV: Temas relevantes en Psicología

Educacional: El Profesor

CLASE 3:
Autoestima de los Profesores

El gesto del profesor valió más que la propia nota de diez que le dio
a mi redacción. El gesto del profesor me daba confianza de que era
posible confiar en mí […]” (Paulo Freire)
La Autoestima del Docente es fundamental para el aprendizaje del alumno.

El proceso de enseñanza requiere de planeación, creatividad y compromiso,


estas labores no se pueden realizar sin la participación de profesores
motivados y empoderados, seguros de sí mismos y de la importancia de su
labor.

Las principales competencias emocionales que requiere un docente son:

 Conciencia de sí mismo
 Autorregulación emocional
 Motivación
 Empatía
 Habilidades sociales

Estas cinco competencias se pueden dar solo a través de un docente con una
autoestima alta. 

“Un docente con baja autoestima no actúa en las mejores condiciones


para la formación de sus alumnos, ni para su propio desarrollo
profesional. Concretamente, la baja autoestima docente parece actuar
como fuente generadora de dificultades de aprendizaje del propio

1
profesor, relacionada con la práctica de la enseñanza”, (De la Herrán
Gazcón, 2004).

La autoestima del docente es plataforma para el desarrollo de competencias


emocionales necesarias para procurar un adecuado proceso de enseñanza y
aprendizaje. La técnica pedagógica no es suficiente, ya que la eficiencia en la
ejecución de estas prácticas será determinada por las emociones del docente.

Las competencias emocionales del docente impactan directamente en los


diferentes elementos que construyen el ambiente de enseñanza y
aprendizaje como son:

1. Presentación personal
2. Planeación de clase
3. Empleo de recursos didácticos
4. Entusiasmo e interés manifestados
5. Secuencia didáctica integral
6. Resolución de problemas en el grupo
7. Motivación para el aprendizaje del grupo

Todos estos elementos requieren de energía, esfuerzo, creatividad y por


tanto de alta motivación por parte del docente; motivación fundamentada en
una autoestima que propicia la resiliencia y creatividad.

Por lo tanto, es menester de las instituciones educativas contar con espacios y


programas que fomenten en el docente el interés y conciencia de buscar su
desarrollo y cuidado personal.

La tarea de encontrar una definición del concepto autoestima es una tarea muy
compleja, ya que son muchos los autores que lo han hecho y como resultado
son muchas las definiciones que encontramos en las diferentes fuentes de
información. Por ejemplo, Cava y Musitu (2000) sostienen que el término
autoestima “incluye necesariamente una valoración, y expresa el concepto que
uno tiene de sí mismo, según unas cualidades subjetívales y valorativas”. Estas
cualidades provienen de la experiencia del sujeto y de su consideración como
positivas o negativas. Así, el concepto de autoestima surge como conclusión
2
final de este proceso de autoevaluación y se define como “la satisfacción
personal del individuo consigo mismo, la eficacia de su propio funcionamiento y
una actitud evaluativa de aprobación” (Cava y Musitu, 2000). Hoy en día
encontramos numerosas investigaciones psicopedagógicas sobre la autoestima
que destacan la importancia decisiva de la misma para el pleno desarrollo del
potencial dinámico de la persona. Para la profesora P. Saura (1996) la
autoestima es uno de los bienes básicos que una persona necesita para ser
feliz. Sin la convicción de que tenemos capacidad para proponernos proyectos
y de llevar a cabo al menos algunos de ellos, nos faltan el ánimo y la ilusión, y
no tenemos ganas de emprender nada que valga la pena. Por otro lado, la
autoestima es la suma de la confianza y el respeto que debemos sentir por
nosotros mismos y refleja el juicio de valor que cada uno hace de su persona
para enfrentarse a los desafíos que presenta nuestra existencia (Gil, 1977); y
sus principales componentes o factores son los sentidos de seguridad,
autoconcepto, autoaceptación, pertenencia, motivación y competencia, algunos
de los cuales hablaremos en uno de los siguientes apartados. Siguiendo con
Gil (1997) algunas respuestas para educar la autoestima, y así más preparados
estaremos para afrontar las adversidades y resistir las frustraciones, más
posibilidades de ser creativos..., serian: Necesidad de liberarse
progresivamente de sentimientos negativos, de ideas erróneas y de caretas de
interpretación, para llegar a aceptarse a sí mismo. Reconocer qué no es la
autoestima. Aprender a evaluar la conducta propia sin caer en sentimientos de
culpabilidad o neurosis de angustia. Aceptar que las apariencias no son lo más
importante. Vivir activamente. Asumir responsabilidades. Perder el miedo a
revelar los sentimientos y debilidades propios a los amigos. Desarrollar
habilidades sociales. Suscitar conductas asertivas. Vivir según el propio
sistema de valores, no dejándose invadir. Derribar barreras internas para tener
éxito en el trabajo y en las relaciones con otras personas. Ser auténtico y
consecuente en las relaciones. Fomentar la autoestima de los otros. Tener el
coraje de aceptarse cada vez más, comprendiendo que ése es un derecho
básico e irrenunciable. Practicar la relajación y la autosugestión positiva.
Aprender a tomar decisiones. Entrenarse en la solución de problemas.

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En conclusión, autoestima es la apreciación de la propia valía e importancia y
asunción por el propio individuo de su responsabilidad hacia sí mismo y hacia
sus relaciones intra e interpersonales. Características: Cuando una persona
tiene una buena autoestima, una autoestima sana, por regla general posee las
siguientes características: Aprecio: Es la estimación genuina de uno mismo
como persona, igual a otra persona, pero con diferencias de personalidad que
son apreciadas por los aspectos positivos que poseen. Al que se aprecia a sí
mismo, le encantan sus cualidades manifiestas. Aún más, es consciente de que
es capaz de desarrollarlas y de favorecer otras que se encuentran en estado
latente. El/la que se aprecia adecuadamente disfruta de sus logros y conquistas
sin pedantería, pero sin falsa modestia a la vez. Aceptación: Se considera un
ser humano lleno de limitaciones, de debilidades y, como consecuencia, un ser
humano falible y proclive a los fracasos y a los errores, como los demás,
porque él/ella no puede ser la excepción de la regla general. Reconoce con
serenidad los aspectos desagradables de su personalidad y se responsabiliza
de todos sus actos. Su meta es la de hacer las cosas bien, prefiriendo el triunfo
al fracaso, aunque no le asustan sus defectos, que intenta corregir. Afecto: Un
talante positivo hacia uno mismo. Una actitud amistosa, comprensiva y
cariñosa que irradie la paz y no la guerra con los propios pensamientos y
sentimientos; con su propia imaginación. Una disposición dirigida a una
evaluación objetiva, pero sin complejos. Atención: En el sentido de cuidar
debidamente sus necesidades reales, físicas y psíquicas, intelectuales y
espirituales. La persona que se autoestima positivamente prefiere la vida a la
muerte. Elige el gozo al sufrimiento, el placer al dolor, pero sin la finalidad en
ellos mismos, ya que la persona que se autoestima es capaz de comprender y
aceptar el dolor y el sufrimiento por causas y motivos nobles que escapan al
hedonismo. En efecto, que es desprendido, sublima el sacrificio de una
donación de órganos; la solidaridad, justa y legítima, se sintoniza con las
necesidades ajenas, ejemplificándose en dignidad. Componentes de la
autoestima.

La autoestima está compuesta por los siguientes:

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componentes básicos: El sentido de seguridad. Es básica para la autoestima,
no existe acción o reacción de la persona que no sea de alguna forma el
resultado de una suficiente seguridad tanto en la parte personal, como en la
profesional, social, etc. Cuando tenemos seguridad, sentimos libertad para
pensar, actuar, reaccionar de la forma que parece más oportuna y efectiva en
cualquier contexto y situación.

El sentido de autoconcepto. El sentido de autoconcepto se refiere a la forma


cómo nos vemos o percibimos a nosotros mismos como individuos y como
personas. El docente con un buen nivel de autoconcepto: Está abierto para
tomar decisiones, corre riesgos y entra en acción para conseguir resultados. No
le afectan las críticas destructivas (sabe lo que es, lo que quiere, y es capaz de
conseguir). Se adapta rápidamente a los cambios, porque se siente preparado
para asumir responsabilidades. Sabe que puede confiar en sí mismo y en los
demás.

El sentido de pertinencia. El sentido de pertenencia se refiere a la capacidad


de sentirse cómodo y a gusto con la gente. Sentir que todos formamos parte de
un grupo familiar, de trabajo, de diversión, de estudios, etc. El docente con un
buen sentido de pertenencia. Colabora, contribuye, participa activamente.
Demuestra sensibilidad y comprensión. Coopera y comparte fácilmente. Es un
constante emprendedor de acciones.

Tiene características sociales positivas. El sentido de motivación. El sentido de


motivación es el que impulsa a las personas a actuar de una determinada
forma y a proponerse objetivos específicos, efectivos, concretos y alcanzables.
El docente con elevado sentido de motivación: Sabe cómo actuar para lograr
sus metas. Se siente preparado para emprender nuevas actividades. Crea él
mismo el contexto para utilizar habilidades y destrezas. Es consciente que está
en un proceso de aprendizaje continuo, y los errores no lo desmotivan.

El sentido de competencia. En el sentido de competencia interviene el


reconocimiento de lo que hemos aprendido, de lo que somos capaces de
aprender, que estamos aprendiendo continuamente, y tenemos un potencial sin
límites de aprendizaje. Un docente con un buen sentido de competencia: Busca

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su propia autosuperación y acepta riesgos. Comparte sus gustos, ideas y
opiniones con los demás. Es consciente de sus virtudes y destrezas. Acepta
sus debilidades como oportunidades de crecimiento personal. Reconoce sus
éxitos, los ensalza y es capaz de hablar de ellos

Teorías motivacionales de a autoestima. A la hora tanto de describir como de


analizar los componentes de la autoestima, nombrados anteriormente, se tiene
en cuenta las diferentes teorías motivaciones relacionadas con esta. Estas son
las que nos proporcionan una base y una explicación sobre el origen y la
importancia de la autoestima en la conducta de las personas, es por ello que
las nombramos en la fundamentación teórica.

La teoría de Maslow. En primer lugar, encontramos la teoría de la motivación


de Maslow, según la cual Maslow (1954) establece una jerarquía de
necesidades, que comienza por las de bajo nivel, las cuales son: supervivencia,
seguridad, pertenencia y autoestima, y concluye con las de nivel superior, entre
las que encontramos: logro intelectual, apreciación, autorrealización. Cuando
quedan satisfechas las necesidades de un determinado nivel, la persona se
siente motivada para satisfacer otras superiores.

Esto se puede ver representado sobre una pirámide, denominada “La Pirámide
de Necesidades de Maslow”. La Pirámide de Necesidades de Maslow 15
Fuente: recuperado de es.slideshare.net, marzo de 2011. Las personas pueden
pasar por varios de estos estamentos, destacando en diferentes de ellos en
determinados momentos de su vida. Esta teoría resulta muy importante para
nuestra investigación, puesto que sigue estando en vigencia y es
perfectamente aplicable no solo a la autoestima de los seres humanos sino
también a la autoestima en la educación, en concreto en el docente, los dos
temas centrales que en este documento tratamos. Gracias a ella podemos
conocer en qué situación se encuentra el individuo a través del estamento en el
que este se encuentro. La teoría del logro. En segundo lugar, encontramos la
Teoría del Logro: En todas las personas se halla presente tanto la necesidad
del logro, de conseguir una determinada meta, como la de sustraerse al
fracaso. David McClelland y John Atkinson figuraron entre los primeros en
interesarse por el estudio de la motivación de logro, y esta puede definirse

6
como el intento de aumentar o mantener lo más alto posible la propia habilidad
en todas aquellas habilidades en las cuales se considera obligada una norma
de excelencia y cuya realización, por tanto, puede lograrse o fracasar. Además,
Atkinson añadió una nueva consideración a la teoría del logro con su concepto
de temor al fracaso, advirtiendo la necesidad de sustraerse a un fallo. Este
último autor cree que en todas las personas y en diferentes niveles se
encuentran presentes tanto la necesidad de logro como la necesidad de
sustraerse al fracaso.

La teoría de la atribución. Por último, dentro de las teorías motivacionales,


hablaremos de la teoría de la atribución: 16 Se trata de una teoría de origen
social desarrollada por Heider en 1958. Este la definió como un método para
evaluar cómo la gente percibe su propio comportamiento y el de los otros.
Coincidimos con este autor en que todos queremos entender porque ocurren
las cosas de una manera determinada, y esto lo conseguimos atribuyéndoles
unas determinadas causas. Esta búsqueda de causas o esta atribución puede
depender: Locus: se encuentra íntimamente relacionada con la autoestima del
sujeto. o Interno: la base de la causa viene del sujeto, como por ejemplo la
habilidad, la personalidad, esfuerzo o Externo: la causa no depende del
individuo. En este caso podríamos hablar de la suerte, las acciones de terceras
personas… Estabilidad: se trata de la valoración que hace el individuo acerca
de la relativa estabilidad o inestabilidad en el tiempo del problema al que se
enfrenta. o Estable. o Variable. Controlabilidad: será la estimación que el
individuo tiene sobre si el fracaso no depende de él. o Controlable. o No
controlable. Partiendo de estas características a la hora de hacer atribuciones
causales descubrimos diferentes patrones, entre ellos el más importante para
nosotros sería el considerado como indefensión. Este patrón se caracteriza por
que los éxitos se atribuyen a causan externas, variables y no controlables, y los
fracasos a causas internas, percibidas como estables y no controlables. Este
sería sin duda el patrón típico de una persona con una autoestima baja y para
ayudarla deberíamos enseñarla a atribuir tanto fracasos como éxitos a causas
internas, variables y controlables.

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El autoconcepto y la autoimagen. Por último, en este capítulo, profundizaremos
también en otros dos conceptos, el autoconcepto y la autoimagen, ya que para
esta investigación ambos conceptos están importantemente vinculados con la
autoestima. Esta idea está apoyada por muchos teóricos, como por ejemplo R.
Gil Martínez (1997), el cual nos habla de que la autoestima se articula sobre el
autoconcepto; de ahí su relación directa con ella. Tiene lugar, por tanto, sobre
la autoimagen, la autoaceptación, la identidad, las características personales, la
competencia, etc., y sobre la representación que la persona se hace de lo que
los demás piensan o sienten. También encontramos a Gallego (2009) quien
dice que la autoestima es el aspecto afectivo que junto con el aspecto cognitivo
(autoimagen).

. Por lo que el autoconcepto, según una definición integradora de Epstein


(1974), “es un conjunto de conceptos internamente consistentes y
jerárquicamente organizados, es una realidad compleja, integrada por diversos
autoconceptos más concretos, como el físico, social, emocional y académico;
es una realidad dinámica que se modifica con la experiencia, integrando
nuevos datos e informaciones; se desarrolla a partir de las experiencias
sociales, especialmente con las personas significativas”. Pero más allá de la
definición encontramos a Oyarbide (2001), el cual nos dice que el autoconcepto
está integrado por distintos aspectos: Yo Real (es la percepción y
representación de las características que la persona se atribuye a sí misma),
Yo Ideal (es la representación de las características que le gustaría tener), Yo
Deber (es la representación de las características que debería tener). Por otro
lado, la autoimagen, es la imagen mental que nos formamos acerca de
nosotros mismos. Se trata del filtro a través del cual uno mira su mundo y en
relación con el cual organiza e interpreta todas sus percepciones y
experiencias. Abarca muchos aspectos: el propio esquema corporal, la familia,
los roles y funciones que la persona desempeña, sus características de
personalidad, sus relaciones, etc. En conclusión, en esta sección queremos
destacar tanto el autoconcepto como la autoimagen, dedicándoles unos
párrafos, ya que consideramos que están fuertemente vinculados con uno de
los elementos más importantes de nuestro TFG, la autoestima.

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LA AUTOESTIMA EN EL DOCENTE. En la actualidad, mediante una revisión
bibliográfica sobre la naturaleza y las implicaciones educativas de la autoestima
en la docencia, nos hacemos consciente de que solo interesa la autoestima de
los alumnos dentro de la literatura científica relacionada con la Psicología de la
Educación, la Orientación Educativa y la Didáctica General. Estando, por lo
tanto, la autoestima del docente en un ámbito que se ha definido y
comprendido menos. A su vez es menos investigado todavía, el estudio de su
propio desarrollo personal y profesional y a la enseñanza. (Herrán, 2002). Esa
argumentación está apoyada por autores como Arzola y Collarte (1992),
Carrasco (1993), Sebastián (1997), Huici (2000), Andrade (2000) Matta (2002)
y Miranda (2002), los cuales coinciden en señalar que los estudios
concernientes a la autoestima son numerosos, pero son pocos los que analizan
la autoestima desde el punto de vista de los docentes. Dentro del contexto
nacional, uno de los elementos que más ha marcado al gremio docente, es la
baja autoestima que poseen sobre su trabajo (Montes, 1996; MINEDUC, 1999;
Núñez, 1999). Es conocido por todos, que, en la educación española, el
profesor está en permanente contacto con sus alumnos y con sus compañeros,
pero también con las familias y, aunque habitualmente más alejados, con las
autoridades educativas. Todas estas relaciones tienen como consecuencia una
fuente continua de experiencias emocionales, unas más satisfactorias que
otras, pero que suelen dejar una huella en el docente al final de su jornada de
trabajo. Por otro lado, la actitud de los alumnos en las clases es responsables
de la autoestima y el desempeño de los docentes, ya que la falta de atención y
los bajos resultados de los alumnos pueden producir cicatrices en la desarrollo
personal y profesional los profesores. Estos son motivos más que suficientes

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para tener una especial atención al cuidado y al mantenimiento del equilibrio
emocional, con el fin de facilitar la autoestima y bienestar profesional. Ada
Abraham (1986, 1987) aporto mucho, en Europa y en Canadá, para que la
investigación prestara atención al mundo interior de los profesores. Además,
fundó como primera presidenta la Association Internationale de Recherche sur
la Personne de l'Enseignant (AIRPE). Por otro lado, J.M. Esteve, vicepresidente
de esta Asociación, organizó en Málaga (1982) un coloquio internacional bajo
el lema "Repercusiones de la práctica profesional sobre la personalidad de los
profesores". Esto provoco que, a partir de ese momento, en España, “el
malestar docente” (J.M. Esteve, 1986) se convirtió en tema académico, al que
prestarle atención. por último, dentro de las pocas investigaciones que existen
sobre el tema que aquí tratamos, encontramos el estudio dedicado al trabajo,
salud y bienestar de los docentes (Cornejo y Quiñonez, 2007). Siguiendo con la
búsqueda también damos con el estudio Stress Impact, dirigido en 2006 por
Fred Zjilstra, catedrático de la Universidad de Maastrich realizado durante
cuatro años en varios países de Europa, el cual nos dice que la profesión
docente ha sido considerada junto con la profesión sanitaria, una de las
profesiones de mayor riesgo laboral por estrés. Las causas de este estrés
muchas veces son más subjetivas que objetivas. Y es que, la profesión docente
requiere de un esfuerzo inicial importante al tener que superar unos estudios de
grado y una oposición, y lo que es más importante, por una continua exposición
a alumnos, familias y sociedad. Esto conlleva, en muchas ocasiones en la
sociedad actual, descalificaciones frecuentes en los medios de comunicación
en el sentido de una feroz crítica al horario de docencia y, sobre todo, al
disfrute de largas vacaciones a lo largo del año. Es por estos y otros muchos
motivos por lo que de la docencia es una profesión abocada en muchas
ocasiones al malestar docente. Influencia de la autoestima en el docente. En la
labor del profesor, una característica especialmente dura es que él mismo es
objeto del conocimiento de sus alumnos. Y es que no solo se trata de la
comunicación explícita, de aquello que el profesor dice y explica, sino que
también comunica muchas otras cosas como, las maneras de razonar, los
estilos cognitivos, la personalidad, las actitudes y los valores. El problema
surge cuando un profesor tiene una baja autoestima, pues tendrá todas las
características de una persona con autoestima empobrecida, y lo peor aún, lo

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trasladará a sus alumnos. Sin embargo, si el profesor goza de confianza en sí
mismo, se cumplirá lo que hemos nombrado al principio de este párrafo, podrá
ayudar a crecer a alumnos con autoconfianza, seguros de sí mismos, y con
motivación y atención, condiciones indispensables para que se produzca el
aprendizaje. Esta relación entre la autoestima y la labor del docente es lo que
llamamos la autoestima profesional docente. Este concepto está apoyado por
numerosas investigaciones que plantean la existencia de correlaciones
significativas entre la formación permanente y el desarrollo de competencias
socio-afectivas de los docentes, entre las cuales se destaca el fortalecimiento
de la autoestima (Collarte, 1992; Carrasco, 1993; Sebastian, 1997;Matta,
2002). Centrándonos ahora en una perspectiva intrapersonal del docente,
cualquier profesional de la enseñanza, entiende que su propia autoestima es
un tema relevante, sobre todo si ésta es insuficiente o frágil. Es por ello que la
formación del profesorado ha de ser tan profunda como sea necesaria y la
práctica educativa requiere de la mejor formación docente posible. Para ello
esa formación se debe centrar en algunos factores de la personalidad que
pueden ser especialmente relevantes en la práctica de la profesión: la
autoestima docente es uno de ellos, porque su satisfacción pudiera
comprenderse como buena condición para emprender procesos didácticos, de
desarrollo profesional y personal con mayores garantías de éxito. Siguiendo
con la condición intrapersonal, el cual nos dice que “al profesor le ayudará
especialmente el análisis personal de uno mismo desde la perspectiva de los
cinco componentes básicos de la autoestima: seguridad, identidad, integración,
finalidad y competencia” (Voli, 1997), y es así como analizaremos la autoestima
de los docentes en nuestra investigación. En conclusión, un docente con una
buena autoestima está en muy buenas condiciones iniciales para favorecer la
formación de sus alumnos y para a su vez llevar una vida propia estable y
saludable. Estos argumentos fundamentan, una vez más, la importancia de
esta investigación.

Características del profesor. Características del profesor con autoestima. A


estas alturas, es obvio que la autoestima alta es importante para todas las
personas, pero no es tan evidente que esto es especialmente importante para
los docentes, pues les aporta una mayor seguridad, confianza a la hora de

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conducir el proceso de enseñanza aprendizaje, les permite tener una
valoración propia de sus posibilidades de actuar en un momento dado a partir
de sus conocimientos y de poder determinar hasta dónde puede llegar en una
actividad determinada, además les otorga más valor a lo que sabe y a lo que
puede ofrecer, se proponen nuevas metas, son más creativo y les inspiran
confianza y seguridad a los alumnos, lo cual le permite desarrollar con éxito su
labor. Para conseguir la autoestima alta, de la que tanto hablamos a lo largo de
esta investigación, necesitamos que el docente tengo un bienestar, de esta
manera el profesor se siente preparado y competente en su desempeño
profesional; cuando percibe que su esfuerzo merece la pena por los resultados
que obtiene; cuando trabaja en una cultura profesional en la que se reconoce y
valora el buen hacer; y cuando siente que los responsables de la educación se
preocupan por mejorar sus condiciones de trabajo y sus posibilidades
profesionales futuras. Como evidencia y a la vez recompensa, de que el
docente realiza su trabajo con éxito gracias a una buena autoestima, entre los
docentes muchas veces se habla de la experiencia cuando estos son
abordados por alumnos, por alumnas que pasados los años recuerdan la
imborrable huella positiva que en ellos, en ellas dejamos. El docente con una
buena autoestima tiene por norma general un buen desempeño laboral, y este
tiene que ver con sus roles laborales y su eficiente cumplimento. Es por ello
que como indicadores del buen desempeño y por lo tanto de una buena
autoestima no fijaremos en los siguientes roles: El rol facilitador: Se considera
como la capacidad para mediar en el desarrollo del proceso de enseñanza,
entre los objetivos propuestos en los diferentes programas y el logro de los
mismos en los alumnos. Para cimentar este rol encontramos a Izarra, D.,
López, M. y Prince, E. (2003) los cuales afirman lo siguiente: El educador debe
contribuir con el desarrollo cognitivo de sus estudiantes, ampliando cada día el
campo del saber, diseñando estrategias apropiadas, estimulando la lectura y
desarrollando el pensamiento lógico y creativo. El rol planificador: Se trata de
una dimensión del desempeño docente, se define como una capacidad
integrativa, que demuestra el educador, para diseñar, proponer y aplicar
proyectos educativos, con alternativas reales y viables a sus estudiantes,
tomando en consideración los aspectos educativos, sociales y económicos. El
rol investigador: Son un conjunto de indicadores de actitudes intelectuales,

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creativas, innovadoras, que fomentan el hábito vital y necesario de la
investigación constante, como forma de ser y de hacer del educador. Y por
último el rol orientador: Una dimensión importante que conforma el perfil del
desempeño docente ideal, se asume como esa capacidad vocacional y
especial, que en primer lugar apunta hacia el conocimiento de sí mismo de
cada educador; y luego, le hace posible establecer relaciones de comunicación
eficaz con todos los miembros de la comunidad educativa, principalmente con
los alumnos; a fin de considerar las características particulares de los
estudiantes y establecer acciones concretas, para favorecer el crecimiento
académico y personal de todos los participantes en el proceso educativo. Pero
las características que definen a un profesor con autoestima son las siguientes
(Voli Franco, 1998): Creen en su importancia como educadores y son
conscientes de que enseñando están creciendo y madurando ellos mismos
cada día más. Llegan a proyectar a sus alumnos una visión positiva de su
propia esencia como personas. Alientan la reflexión y la conciencia sobre la
capacidad y los potenciales propios y de cada alumno. Estimulan el sentido de
cooperación, competencia, motivación y autoconcepto. Practican y enseñan
desde el concepto de la interdependencia de las personas y las cosas.

Respetan y dan confianza a sus alumnos. Le aceptan tal y como son. Suscitan
admiración, respeto y cariño en sus alumnos por su forma abierta y cariñosa de
actuar y relacionarse. Estimulan, motivan y ayudan a sus alumnos a buscar y
encontrar las soluciones a sus propios problemas y conflictos. Se sienten
cómodos en sus relaciones con sus alumnos y desarrollan mutuamente la
interacción y el sentido de pertenencia. Se relacionan de forma positiva y
constructiva con sus colegas del claustro de profesores. Piden y aceptan el
apoyo de los padres de los alumnos. Disfrutan de lo que hacen y de los
resultados que consiguen, sean cuales sean. Están seguros de su capacidad
de generar disciplina en su clase.

Características del profesor con baja autoestima. Cuando un docente tiene


problemas con la autoestima presenta una serie d de características tanto
personales como comunicativas según Herrán, A. de la (2004): a) Inseguridad
emotivo-cognoscitiva de base o personal aplicada a lo profesional: Hay menor

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confianza general en sí mismo, infravaloración general de las propias
cualidades profesionales, sensación de disponer de escasos recursos
comunicativos, ocasional sensación de incapacidad para afrontar desafíos
ligados al trabajo del día a día, fragilidad yoica (mayor sensibilidad a reacciones
de los demás), menor tolerancia general a la frustración, menor tolerancia a la
frustración, peor manejo de defensas y recursos en situaciones comunicativas,
minusvaloración reactiva en situaciones de logro o de competencia, evitación
de responsabilidades, motivación fundamental de huida de fracaso y
consecuente vivencia excesiva de miedo al fracaso, irascibilidad, especial
sensibilidad a la agresividad percibida o a la agresividad imaginada de otros,
culpabilidad por sentir que se ha podido herir a otros, una confianza variable en
los demás y recurrencia a argumentos y sentimientos negativos. b) Mayor
influibilidad o dependencia relacional: Se produce una distorsión valorativa
general (una sobreestimación de los demás por subestimación propia),
atención sensible a la valoración de los demás, práctica de estrategias para
atraer la consideración de los demás y reforzar su propia autoestima
(necesidad de provocar admiración de los demás…), comparación continua con
el yo ideal, supervaloración (reactiva, compensatoria) de alguna de sus
cualidades aceptadas por los demás, atribución externa o culpabilización
exógena para lo negativo. c) Algunos procesos cognoscitivos asociados a la
formación de un autoconcepto erróneo (como fijaciones: Minimización de lo
positivo, abstracción selectiva… o inconsistencias lógicas: conclusiones sin
datos, auto personalización de motivos). d) Baja autoestima intensa o
agravada: 23 En los casos más agudos, la baja autoestima puede desprender
una autoimagen permanente valorada como escasa, peor, inferior
incompetente e imperfecta.

En conclusión, un docente con baja autoestima no actúa en las mejores


condiciones para la formación de sus alumnos, ni para su propio desarrollo
profesional. Concretamente, la baja autoestima docente parece actuar como
fuente generadora de dificultades de aprendizaje del propio profesor,
relacionadas con su propio desarrollo profesional y la práctica de la enseñanza.
De un modo especial incide en aquellas actuaciones didácticas potencialmente
favorecedoras de la motivación y la creatividad de sus alumnos, así como de su

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propia motivación y creatividad, lo cual puede cerrar el bucle en el que
transcurre su vida profesional cotidiana.

Nivel de autoestima e implicaciones didácticas. En este apartado seguiremos


hablando del mismo autor, Herrán, A. de la (2004), para conocer y entender
mejor los comportamientos didácticos del docente de baja autoestima: a)
Motivación profesional centrada en el binomio influencia-consideración:
Influencia desde figuras externas con capacidad de ascendencia profesional o
de suministro afectivo, y consideración como efecto generado en otros
(autoridades, alumnos) con cuya expectativa definir la propia identidad
profesional. b) Conservadurismo didáctico o espacio de profesionalización
disminuido, entendido como:  Inhibición de la confianza en sí mismo, en tanto
que generador de conocimiento. Consecuente refugio en la autoridad
académica.  Por extensión, minusvaloración y desconfianza general de los
alumnos.  Dificultad para desarrollar en sí y en el alumno un rol de
investigador, innovador, creador, reflexionador, crítico... c) Organización
dependiente, rígida o inmadura:  Rechazo a la transgresión, a la equivocación,
a la herejía normativa, al error, a las salidas de tiesto.  Organización
preventiva de la dinámica del aula centrada en los límites y en lo que no se
puede (porque no se debe) hacer.  Buen funcionamiento en marcos de
relación de dependencia (seguridad personal y visto bueno de la autoridad). 
Necesidad de cantidad (asistencia, regularidad) y calidad (atención,
implicación) de participación didáctica. d) Menor presencia de recursos
metodológicos que favorezcan un clima de aprendizaje especialmente
orientado a la promoción de la auto estimación de los alumnos, por ejemplo,
mediante el cultivo de:  Un substrato de confianza, expectativa positiva sobre
la competencia general del grupo y de todos y cada uno de los alumnos y de
reconocimiento en las propias posibilidades y diversidad.  El establecimiento
de sentimientos de aceptación y aprecio mutuo, de (auto) importancia de la
persona en el grupo, y de la sensación de validez.  El refuerzo natural y
específico hacia comportamientos de los alumnos, (conductas nuevas,
conductas difíciles…)  La cohesión entre los miembros del grupo, la
receptividad y escucha de todas las personas,  Espacios de autonomía y

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participación, de confianza básica en la iniciativa y responsabilidad del alumno,
 La creatividad en función de la propia formación.  Las habilidades sociales y
el asertividad como técnica instrumental para la mejor adaptación a las
situaciones vitales ordinarias.  La asunción de retos para poder disfrutar de los
logros.  La eventual prioridad de lo personal sobre lo académico, la relevancia
del proyecto personal de cada alumno, Y todo ello, mediante la ejemplaridad,
precisamente porque se pueda disponer de una autoestima fuerte, empática y
solidaria que articule un yo lo más consciente y lo menos egocéntrico posible
(A. de la Herrán, 1997,1998). 2.3. La formación del docente en otros países. No
todos los países tiene el mismo método educativo ni por lo tanto los mismo
resultados académicos entre sus alumnos. Ejemplo de Finlandia. El mejor
sistema educativo lo podemos encontrar un país de tan solo cinco millones de
habitantes, hablamos de Finlandia. Teniendo en cuenta estos datos nos vemos
a centrar en el sistema educativo de Finlandia y en su formación de los
docentes. Pero llegar a ser los mejores se debe a varios factores como, la
responsabilidad de los padres hacia la formación de sus hijos y la competencia
de los padres y los profesores. Es la formación de estos últimos en lo que nos
centraremos. En primer lugar, destacar que en Finlandia el sistema educativo
es público, por lo que no existen los colegios privados y son muy pocos los
concertados. Por otro lado, por lo que al acceso a la formación como docente
se refiere hay grandes diferencias entre el país nórdico y España. En España
durante muchos años, para ser profesor de Primaria había que cursar durante
tres años la carrera de Magisterio y, después, opositar para ejercer en un
colegio público. Pero cuando se implanto el Plan Bolonia, en el 2009, esto
cambio, de manera que en la actualidad es un título de grado, de 4 años. Hasta
ahora para acceder a estos estudios no se ha exigido una nota alta en
Selectividad, es más muchas veces, bastaba un cinco para empezar a estudiar
Magisterio. Esto ha conllevado un problema ya que, para muchos, ese fácil
acceso ha lastrado la formación de los profesores, sobre todo al mirar hacia
Finlandia, un ejemplo para una gran parte de la comunidad educativa. Sin
embargo, en Finlandia la situación es muy diferente, ya que allí sólo escogen a
los mejores alumnos para ser maestros, convencidos de que los mejores
docentes deben situarse en los primeros años de la enseñanza. Como primer

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requisito deben superar un proceso de selección muy exigente para acceder a
los estudios universitarios para ser profesor, debiendo tener una nota media de
bachillerato y de la reválida mayor de nueve sobre diez. En segundo lugar, se
presentan a una prueba nacional para acceder a la carrera docente, donde
también se tiene en cuenta si el aspirante lleva a cabo actividades de
voluntariado, tiene experiencia profesional, otros estudios., aquí solo un 10%
de los aspirantes superan la prueba. Por consiguiente, este 10% pasan a la
segunda fase en la que cada universidad realiza las pruebas que estima
oportunas, como la entrevista, donde se comprueba que el aspirante tiene las
propiedades necesarias: capacidad de comunicación, actitud social y empatía.
Por lo que a temporalización se refiere el título de grado equivale a cinco años
y las prácticas se realizan desde el principio, en periodos más cortos durante
los tres primeros años y más largos en los dos últimos. En último lugar, el
aspirante realiza una tesina de fin de carrera y si aprueba entra en el mercado
de trabajo y será seleccionado por el director de algún colegio. Como vemos
formase como docente en Finlandia es mucho más complejo que conseguirlo
en España, y se cree que este es uno de los motivos que nos diferencian. Otro
punto por el que destaca Finlandia es el prestigio social de los docentes, y es
que estos “Son valorados y respetados por padres, alumnos, el director del
colegio... Se confía en ellos. Y eso contribuye a que tengan mayor autonomía y
altas dosis de motivación”, Los resultados extraídos del informe McKinsey
muestran que el factor clave en educación son los profesores, es decir lo
importante no es tanto la inversión en edificios ni materiales, sino en la
inteligencia y la preparación del profesor. Por contrario el informe también
demuestra que medidas son menos exitosas, como invertir más dinero en la
educación de manera general, dar más autonomía a los centros escolares sin
cambiar otra cosa, disminuir el número de alumnos por grupo o aumentar los
salarios de los profesores sin cambiar nada más. Pero, si se cree que parte del
secreto del éxito del país nórdico reside en el docente, ¿Cómo es un docente
finlandés? Y ¿Qué tiene de diferente en comparación con la española? A priori,
se podría pensar que los docentes finlandeses reciben una mayor
compensación económica que los españoles pero eso no correcto ya que son
estos últimos los que más ganan, por lo tanto descartamos la motivación
puramente extrínseca. En Finlandia la docencia atrae a los jóvenes inteligentes

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y ambiciosos, y es que como hemos hablado anteriormente, solo los mejores
consiguen ser profesores. Esta cantidad de candidatos, se presentan 10
solicitudes por una plaza como educador en la universidad, es parte del éxito,
pues los futuros docentes están acostumbrados a dar lo mejor de sí mismo y a
esforzarse por conseguir el objetivo. Esto desemboca en un aumento de los
sentidos de motivación, competencia y autoconcepto, los cuales son básicos en
una buena autoestima. Además, en el país nórdico se acepta la autoridad, es
decir los docentes aceptan seguir el currículo, y tanto los alumnos como los
padres aceptan la autoridad del docente para organizar la actividad, recibiendo
así respeto y apoyo social. Esto hace que los docentes tengan un gran sentido
de seguridad y de pertinencia, cosa que no ocurre en España. En nuestro país
el respeto por los docentes se está perdiendo a un ritmo vertiginoso, ya que
son cada vez más frecuentes los casos en los que se producen agresiones
(físicas, verbales, poner en duda el trabajo del profesional…) hacia el profesor
por parte tanto de los alumnos, como de los padres de estos. Como resumen a
este apartado destacaremos que el truco de Finlandia está en los docentes y
en cómo son considerados por la sociedad, tiene un importante grado de
respeto, lo cual les ayuda a desarrollar sus competencias, su autoconcepto, les
motiva y les produce seguridad tanto en su trabajo como en su vida personal ,
es decir tiene una autoestima sana.

La importancia de la autoestima

    La autoestima es un aspecto central del psiquismo humano. Como señalan


Clean y Bean (1993) es un “aglutinante” que liga nuestra personalidad en las
primeras etapas de la vida y conforma una estructura positiva, homogénea y
eficaz.

    Necesitamos valorarnos a nosotros mismos. Estimarse a sí mismo es una


necesidad básica cuya insatisfacción provoca trastornos. De hecho, detrás de
cualquier problema psicológico encontramos como denominados común una
baja o defectuosa autoestima.

    Todos estamos condicionados por la autoestima y por el autoconcepto que


tenemos. Las relaciones con las que nos vinculamos, las decisiones que

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tomamos, el rendimiento en el estudio o trabajo, la elección de pareja, nuestro
estilo docente… está influido por esta vivencia psicológica.

    Una vivencia que se traduce en una serie de actitudes hacia uno mismo que
nos hace sentirnos aptos, perecederos y preparados para vivir y no vegetar.

Respeto y confianza en un a mismo

    Una de las definiciones que recoge el significado de lo que es estimarse a


uno mismo es la sugerida por Branden (1983). Para este teórico, “la autoestima
es la suma integrada de la confianza y el respeto por uno mismo. Refleja el
juicio implícito que cada uno hace de de su habilidad para enfrentar los
desafíos de la vida (para comprender y superar los problemas) y su derecho a
ser feliz (respetar y defender sus intereses y necesidades)”

    Resumiendo, la persona que se valora a sí misma se caracteriza por estos


dos sentimientos básicos, por una parte se siente digna de valoración y
respeto; y por otra parte, confía en sus propios recursos para poder afrontar y
resolver todo aquello que la vida le depare.

    Ahora, aunque esta suma “respeto + confianza” nos parezca sencilla, sin
embargo lleva consigo una gran complejidad.

Sentirse digno de ser querido

    ¡Qué tontería! Podemos pensar, si todo el mundo tiene derecho a ser
querido… sí pero aunque esto sea así, día a día nos encontramos que este
sentimiento está ausente en muchas personas, y que además en ocasiones es
difícil poderlo transmitir dado lo dañaba que están su percepción y valoración
personal.

    Para podernos sentir con derecho a ser valorados y queridos es necesario
que fundamentalmente en los primeros estadios del desarrollo, personas
significativas de nuestro entorno familiar, y escolar nos hayan transmitido que
somos signos de valoración, de respeto y aceptación.

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    Necesitamos habernos sentido cuidados, tomados en consideración,
tratados con cariño, rodeados de seguridad, reconocidos en nuestra
individualidad…

    Para aprender que el respeto y la aceptación hacia uno mismo es un


derecho y n o un bien que hay que comprar. Como tampoco debería tener
precio sentirnos con capacidad para desenvolvernos autónomamente.

“El profesor que acepta, ayuda y confía en sus alumnos producirá en ellos una
autovaloración positiva” Coorpersmith

Sentirnos competentes para vivir

    Sentirnos competentes para vivir no significa ser Superman es, ni tampoco
está reñido con un gran esfuerzo, con equivocarnos. O con que las cosas no
salgan a nuestro gusto.

    Nos sentimos competentes porque conocemos y confiamos en nuestra


capacidad de pensar, de tomar decisiones y de resolver problemas; porque
sabemos que contamos con una serie de recursos propios o ajenos que nos
vana a ayudar a enfrentar las dificultades que puedan presentarse; porque
hemos aprendido que podemos influir en lo que ocurre en nuestra vida.

    Ahora, como decía anteriormente, esta vivencia psicológica no es innata.


Nos sentimos competentes y seguros de sí mismos si en nuestro entorno
familiar, escolar y social personas significativas para nosotros confiaron en
nuestras posibilidades, y nos dieron la oportunidad de aprender a pensar, y
poder desarrollar con éxito nuestras capacidades.

La etapa de escolarización

    Después de la familia, la etapa de escolarización juega un papel primordial


en la formación y desarrollo del autoconcepto y autoestima.

    Numerosos estudios coinciden en señalar cómo los educadores formamos


parte de ese conjunto de personas significativas que inciden notablemente en

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que los estudiantes se sientan dignos de respeto y aceptación, así como
capaces de pensar y competentes para vivir.

    Quizás este sea uno de los mayores retos de la nuestra labor educativa:
hacer del aula un medio que contribuya a favorecer el crecimiento y bienestar
personal, permitiendo un aprendizaje que prepare para vivir autónomamente.

    De ahí que para crear unas condiciones que favorezcan el desarrollo de un
autoconcepto positivo, sea necesario que nuestra intervención educativa tenga
como horizonte humanizar el aula y proporcionar un buen aprendizaje.

Humanizar el aula + Proporcionar un buen aprendizaje

    Humanizamos el aula cuando generamos un clima cálido y acogedor;


cuando nos preocupamos e interesamos por cada estudiante, y le transmitimos
nuestro afecto, aceptación y apoyo; cuando les tomamos en serio y evitamos
situaciones de marginación.

    Por otra parte, proporcionamos un buen aprendizaje cuando ayudamos a los
alumnos a descubrir y reconocer sus capacidades, y les damos diferentes
oportunidades para que las desarrollen con éxito.

    Transmitimos que confiamos y que tenemos fe en ellos cuando tenemos en


cuenta sus opiniones y les ayudamos a que aprendan a aceptar
responsabilidades, tomar decisiones y resolver situaciones problemáticas.

    Todo esto dignifica que el educador no establezca normas, no evalúe, o


corrija. Por el contrario, unas normas y límites claros, flexibles y razonables son
esenciales para un buen desarrollo de la autoestima. Es importante que los
alumnos se den cuenta que sus acciones tienen consecuencias y que no todo
vale ni está bien. Educar también supone inculcar unos valores, unos criterios
que guíen la manera de comportarse. Como también supone evaluar y corregir
sin tener que descalificar a la persona. Podemos señalar que esa suma está
mal hecha sin tener que decir frases como “eres un torpe” o “si ya lo sabía yo…
eres un negado”.

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    Es importante que caigamos en la cuenta que la opinión que nos formamos
de los alumnos y las expectativas que tenemos sobre ellos tienen una gran
influencia en su propio desarrollo. En muchos casos son profecías que tarde o
temprano se cumplen, ya que dependiendo mucho de la edad, loa alumnos
apenas cuentan con una capacidad crítica que les permita cuestionar lo que en
muchas ocasiones es una visión subjetiva del profesor.

Los educadores como modelos

    Es importante que nos detengamos en uno de los aspectos relevantes: la


autoestima de los educadores.

    Reflexionar sobre una pedagogía de la autoestima no sólo nos exige


centrarnos en la autoestima de los alumnos, también nos obliga a que nos
interpelemos sobre la actitud valorativa que tenemos hacia nosotros mismos.
¡Es difícil transmitir aquello que no se tiene!

    De ahí que sea fundamental que revisemos nuestra propia autoestima, que
nos planteemos qué opinión valorativa tenemos de nosotros mismos. Si no nos
aceptamos y respetamos ¿cómo vamos a tener estas actitudes hacia los
demás? si no nos sentimos competentes y capaces de tomar decisiones cómo
vamos a enseñarlo a nuestro alumno.

    Como decía anteriormente uno de los mayores retos que nos encontramos
los educadores es orientar nuestra labor educativa hacia una pedagogía de la
autoestima.

    En nuestra mano está instruir conocimientos o enseñar a pensar; llenar la


cabeza de conceptos u ofrecer la oportunidad de que los alumnos desarrollen
con éxito sus capacidades, sintiendo que son dignos de valoración y respeto.

    Asumir este reto es una decisión personal, un reto que creo que merece la
pena superar.

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    “Cuando el profesor orienta y crea condiciones que facilitan el aprendizaje,
el alumno se percibe a sí mismo como valioso y competente, lo que le da
seguridad, y permite la construcción de un autoconcepto positivo”. Yamamoto

    “No hay juicio de valor más importante para la persona humana, no hay
factor más decisivo en su desarrollo psicológico y en su motivación que la
evaluación que uno hace de sí mismo”. Branden

    “Si el niño es querido y aceptado, aprenderá a amar y aceptar; si el niño es


valorado positivamente se formará un autoconcepto positivo de sí
mismo”. Machargo

Referencias bibliográficas

 BRANDEN, N (1993). El respeto hacia uno mismo. Buenos Aires.


PAIDOS

 CLEMES, H; BEAN, R (1993). Cómo desarrollar la autoestima en los


niños. Madrid. DEBATE

 MACHARGO, J. (1991). El profesor y el autoconcepto de los


alumnos. Madrid. ESCUELA ESPAÑOLA.

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