Pueblos Aborigenes
Pueblos Aborigenes
Pueblos Aborigenes
creencias religiosas,
relación con las tierra, actividades económicas y técnicas de cultivo para los
sedentarios,
distribución del trabajo por género,
gobierno y distribución del poder (Quiénes tenían a cargo la jefatura y administración
en cada caso)
organización social,
mitos y leyendas de los pueblos seleccionados.
Los incas
Tenían un rey cuya posición era hereditaria y se realizaban concursos entre los hijos
del emperador para escoger el más apto.
Realizaban sacrificios humanos como ofrendas para los dioses.
Sus pobladores eran pequeños, de piel morena, cabellos negros y lacios.
El líder del imperio inca fue Túpac Amaru.
Los gobernadores utilizaban objetos de oro para decorar sus trajes.
El Imperio inca inicia con la expansión territorial conocida como Tahuantinsuyo.
Usaban el trueque como forma de pago.
Creían que las piedras tenían poderes especiales y por eso las adoraban
Religión
Dioses
Su principal dios era el sol a quien llamaban por el nombre de Inti. También rendían culto a
la Pachamama, quien era la diosa de la tierra, a Quilla, quien era la diosa del agua y al dios
del rayo llamado Illapu. Para los incas, existía también el dios que había creado todo lo que
les rodeaba y le llamaban Viracocha.
Agricultura
Lengua
La lengua de la cultura inca fue el quechua. Se daban clases de gramática en las escuelas
para que los niños aprendieran la entonación y los significados.
Eran pueblos que vivían en chozas con techos de paja, sin ventanas y de una sola
habitación. Cuando un niño nacía sus padres lo llevaban al río más cercano para bañarlos y
luego ayunaban y oraban para que la buena suerte le acompañara. Las madres
acostumbraban a ponerles dos tablas en la cabeza a los recién nacidos
para alargar su cabeza, característica propia de la cultura.
Adoraban al sol y los sacerdotes eran astrónomos. El emperador era muy rico y se cubría el
cuerpo con oro una vez por año.
El estado creó un sistema fiscal en el cual cobraban impuestos para ayudar a las personas
ancianas y a los enfermos y para guardar cosechas en momentos de crisis. Llevaban un
sistema de contabilidad por medio del quipu, que eran cordones atados en nudos que
usaban para señalar sus cuentas.
Economía
Las montañas y las laderas de sus pueblos fueron utilizados para la siembra por medio de
un sistema conocido como terrazas. También fabricaron telas y vestidos de algodón y
criaron alpacas para utilizarlas como medio de transporte y para ganadería.
Alimentación
Historia
El ancestro principal de los diaguitas fue la cultura Ánimas. Esto se sabe porque los diseños
y la forma que tenían las vasijas de la cultura Diaguita muestra en cada una de ellas nítidas
invocaciones de estilo de la primera. Con la incorporación de los diaguitas al Imperio
Inca, los diaguitas se convirtieron en agentes importantes de la expansión incaica
hacia Chile Central. A raíz de esto cuando los españoles llegaron a las tierras los diaguitas
lograron extenderse aún más de lo que lo habían hecho y lograron alcanzar
incluso regiones trasandinas.
Ubicación
Vivían en los cerros y valles del noroeste de Argentina, Tucumán, La Rioja, norte de San
Juan, extremo noroeste de Córdoba y el Norte Chico de Chile, en los valles transversales de
Atacama y Coquimbo. Los diaguitas llegaron desde el Noroeste Argentino al Norte
Chico chileno durante los siglos V y VI reemplazando al complejo agro alfarero de Las
Ánimas. Se distribuyeron en un área ubicada entre los paralelos 27º S y el 32º S poblando
los valles de Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí, Casapa y Choapa.
Forma de vida
La forma de vida de los diaguitas se caracteriza por su buena organización social, por
su lengua, su impresionante arquitectura, economía y vestimenta. Los inicios de sus
actividades se originaron según estudios hace 12000 años.
Organización política y social
Se caracterizaba por ser un sistema dual, en el cual los valles se dividían en dos sectores,
uno alto y uno bajo. Había buena relación entre el control político del ejército y el espacio
territorial, estos sectores eran mandados por un señor y un jefe, o dos caciques que tenían
que actuar de común acuerdo a pesar de las rivalidades o desacuerdos para trabajar en
conjunto.
Los caciques tenían privilegios, mejores ropas y sus hogares eran mejores que los demás.
Tenían tierras cultivadas y trabajadas por pobladores. Estos privilegios solo podían
obtenerse por medio de sucesiones. Podían contraer matrimonio con diez o doce mujeres,
y el sistema social de los diaguitas era patriarcal. No tenían tampoco un gobierno único
permanente y hubo muchos caciques, siendo uno de los principales don Juan Calchaquí.
Economía de los diaguitas
Fueron excelentes agricultores, especializados en el manejo de la tierra y recursos
naturales respetando al equilibrio ecológico de la región. De hecho, ningún sistema
posterior pudo dar alimento a tanta población sin afectar los recursos naturales.
Usaron terrazas y canales de riego tan efectivos que algunos de ellos aún se usan. Tenían
una ganadería muy desarrollada, cazaban vicuña y criaban llama, alpaca y guanaco. Estos
animales eran utilizados para llevar cargas y con su lana y cuero confeccionaban ropas,
bolsas y ojotas. Recolectaban frutos, molían el maíz y otros granos y fabricaban harina de
algarroba y bebidas como chicha a partir del maíz, y aloja y añapa a partir de la algarroba.
Costumbres y tradiciones
Los diaguitas tenían diferentes idiomas dependiendo del lugar en donde se ubicaran.
Vivieron en valles semiáridos por lo que tuvieron que inventar sistemas y técnicas para
regar los suelos. Su agricultura por esta razón fue muy desarrollada y sus villas eran
construidas subterráneamente. Hacían sus construcciones en zonas estratégicas para evitar
invasiones de sus enemigos. Creían en los chamanes y los representaban en sus cerámicas.
Utilizaban un sistema patriarcal y leyes para el matrimonio el cual era polígamo.
Vivienda
Eran elaboradas en piedra dispuestas en forma de pirca, la cual era una forma de construir
por medio de superposición de piedras, no usaron ningún tipo de cemento y eran
construidas también de forma rectangular y cuadrangular. Las viviendas tenían
varias habitaciones que se comunicaban entre ellas y sus puertas son angostadas.
Vestimenta
Su vestimenta constaba de una camisa de algodón o lana de llama que llegaba por debajo
de la rodilla y en ocasiones se lo ceñían en la cintura. A veces sobre ella llevaban un poncho
y en la cabeza un gorro. Calzaban ushutas, sandalias de cuero con cordeles de lana o cuero.
También usaban vinchas, prendedores, aros y coloridas pecheras, de plumas, huesos,
piedras y metales.
Arte y artesanías
Se destacaron principalmente en la alfarería, y también fabricaban vasos, urnas funerarias,
cacharros, pipas y jarros. Forjaron la piedra para poder elaborar hachas, morteros,
amuletos y puntas de flechas. También trabajaban el cobre, el oro y la plata. Dominaban la
cestería y eran excelentes tejedores. Sus cerámicas eran decoradas con figuras humanas en
relieve, grabados geométricos y pinturas de animales.
Lengua de los diaguitas
El idioma de los diaguitas era el kakán, también llamado kaká, caca, kaka y chaka. Su lengua
ya está extinta, pero se conservan algunos topónimos y algunas palabras en el habla
coloquial de los habitantes de las zonas del norte de Chile, Argentina y sur de Bolivia. Los
sacerdotes Alonso de Barzana y Pedro Añasco hicieron varios
preceptos gramaticales y vocabularios; Barzana también escribió doctrina cristiana,
catecismo, homilías, sermones, confesionario y plegarias en kakán, en el idioma, pero
nunca lo publicó. pero nunca llegaron a ser publicados.
Creencias
En cuanto a la religión y creencias adoraban al sol y a los fenómenos que sucedían en la
naturaleza. Creían ciegamente en el rayo y en el trueno, y eran considerados como dioses
de los Andes, los cuales a su vez estaban conectados con la Madre Tierra. Sus hechiceros
dirigían las ceremonias, y también curaban las enfermedades.
Existía un tipo de cementerios llamado “párvulos en urnas”, en donde sepultaban a los
adultos. Muchas veces los cuerpos de los niños se daban en sacrificios propiciatorios de
la lluvia. Celebraban rituales de la fertilidad de los campos y daban culto a los muertos
como transito crucial en el ciclo de vida de la cultura.
Símbolos
Algunos de los símbolos utilizados por los diaguitas eran los siguientes:
Jaguar: era venerado por su gran poder y representaba también la vida.
Serpiente: era la encargada de cuidar los muertos y tesoros para que no fueran
robados.
Pinzas y cinceles tenían un significado de ritual y eran considerados como símbolos
de diferenciación.
Alimentación
Los diaguitas obtenían su alimentación de frutos que eran recolectados de la tierra que
ellos mismos cultivaban en sus terrazas en donde el maíz era el cultivo más importante.
Tenían también otros alimentos como por ejemplo la papa, quinua, zapallo, ajíes y kiwicha.
Algunos de los frutos silvestres que recolectaban eran el copao, algarrobo y chañar.
También se dedicaban a la ganadería de la cual obtenían la carne que luego era secada al
sol para obtener charqui.
Los Ranqueles
Historia
Hacia 1795, uno de estos grupos pehuenches llamados “ranquilinos” porque habitaban la
zona de Ranquil (área próxima a la Cordillera de los Andes en el actual norte neuquino), por
motivos de una guerra tribal con otro grupo de la misma etnia (pehuenches de Malalhue),
se traslada al Mamüll Mapu (país del Monte), zona del caldenal pampeano en la actual
provincia de La Pampa, donde establecen sus tolderías. Allí interactúan con los günun a
küna, produciéndose la llamada “araucanización” entre los tehuelches (fundamentalmente
estos adoptaron la lengua mapuche) y la “tehuelchización” entre los pehuenches (estos
adoptaron el toldo y algunas deidades de los günun a küna), naciendo de esta relación el
pueblo ranquel. El nombre Ranquel cuyo significado es “gente del carrizal o de los carrizos”,
aparecen en documentaciones de fines del siglo XVIII.
Entre 1770 y 1800 se producen grandes incursiones de estos pehuenches ranquilinos y de
los huilliches sobre las fronteras de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y San Luis. Para ello
usaban rastrilladas o caminos aborígenes. Uno de ellos, el más antiguo que pasaba por
nuestra zona, era el de Las Tunas, que fue el más utilizado en los malones. · En 1777 se
erigen los fuertes de India Muerta y Melincué en el sur santafesino. · En el invierno de 1779,
una expedición militar española liderada por Diego de las Casas y Ventura Echeverría, pasa
rumbo al sur, en proximidades de donde hoy se halla Vivero, por la rastrillada de Las Tunas,
con el objetivo de amedrentar a los indígenas y de “censarlos”. · Entre fines de junio y
principios de julio de 1806 atraviesa nuestra región el explorador Chileno Luis de la Cruz,
alcalde de Concepción, quien buscaba un camino más directo entre su ciudad y Buenos
Aires. En su paso menciona algunos lugares en nuestra zona, como Pinchilob, Blancomanca
(Blanca Manca), Chicalcó, Lauquencó, Ramada, Nahuelcó, Chipaylauquen. Fue el primer
español en avistar la Laguna La Picasa. · En 1864 se establece la primer línea de frontera
con los indios en el sur de Santa Fe, con comandancia en Melincué.
Vida cotidiana: vivienda, actividades económicas y división social
Los toldos (ruka) eran viviendas móviles, con postes clavados en la tierra sobre los que se
extendían cueros de caballo o de vaca, en caso de no disponer de los primeros. Para la
preparación del toldo unían 6 a 8 pieles grandes de potro, cosiéndolas con tendones de
ñandú por las orillas y dejando el pelo hacia arriba. Algunos toldos tienen forma cónica con
una abertura superior para la salida del humo. En el centro del toldo hacían una excavación
donde ponían excremento de vacas, huesos y palos (si tenían) y con ello encendían el
fuego. Los toldos presentaban divisorios internos, como un zaguán, una sala central (que
sirve para reuniones, labor de las indias y fogones en días de temporal) y los dormitorios,
que a su vez tenían subdivisiones que separaban a los hijos de las hijas y a éstos de la pareja
progenitora. Dentro de los mismos se podían encontrar catres o camas para cada
integrante, fabricadas con horquetas y cueros. Junto a cada cama había unos sacos de
cuero donde los indígenas guardaban sus cosas. Generalmente los toldos ranqueles tenían
una sola abertura o puerta. Se sabe que esta etnia adoptó el toldo de los günün a küna
(tehuelches septentrionales), aunque el de estos últimos tenían casi siempre dos aberturas.
La estructura estaba precedida por la enramada. Allí se recibía a visitantes y se desarrollaba
gran parte de la vida. Los toldos de los lonkos contaban con asientos forrados con pieles de
felinos. El toldo del cacique siempre era el más grande y vistoso. El conjunto, asentado en
lugares con agua y pastos se llamaba “toldería”. Los toldos podían estar bastante cerca uno
de otros, o en ocasiones a cierta distancia. En ese lugar vivían además de indios, cautivos
que muchas veces acompañaban a los primeros en los malones.
Las actividades económicas estaban relacionadas con la caza, la recolección, la fabricación
de utensilios (cerámica) y prendas (tejidos), en menor medida el cultivo y en la cría y
apropiación de ganado en la frontera y las estancias. Cabe destacar que los indígenas no
tenían la concepción de propiedad privada como es habitual en el mundo occidental, por lo
que la extracción de ganado de las pampas no era para ellos considerada un robo. Por lo
general comerciaban con otros pueblos indígenas, también con criollos y euroamericanos;
para esto se utilizaron las rastrilladas que eran caminos que se habían formados por
intercambio comercial.
Las actividades económicas estaban relacionadas con la caza, la recolección, la fabricación
de utensilios (cerámica) y prendas (tejidos), en menor medida el cultivo y en la cría y
apropiación de ganado en la frontera y las estancias. Cabe destacar que los indígenas no
tenían la concepción de propiedad privada como es habitual en el mundo occidental, por lo
que la extracción de ganado de las pampas no era para ellos considerada un robo. Por lo
general comerciaban con otros pueblos indígenas, también con criollos y euroamericanos;
para esto se utilizaron las rastrilladas que eran caminos que se habían formados por
intercambio comercial.
Este tipo de actividades propiciaba la división sexual del trabajo, los hombres por lo general
se dedicaban a las actividades más arduas, en ese contexto existían los caciques que eran
líderes y jefes de guerra, también estaban los guerreros que se dedicaban a la caza y la
guerra. Mientras que las mujeres se encargaban de sus hijo/as se dedicaban a las
actividades domésticas, a la construcción de toldos y elaboración de vestimentas.
Vida cotidiana: utensilios, armas para cazar y el uso del caballo
Los utensilios más utilizados se fabricaban con piedras que pertenecían a la zona de las
sierras de Córdoba y Tandil como morteros y conanas (para moler maiz) y piedras en punta
que se utilizaban para cortar la carne, aunque con el tiempo adquirieron utensilios propios
de los euroamericanos. Así lo manifiesta Lucio V. Mansilla en su célebre viaje a los toldos de
Leuvucó: “A los cinco minutos de estar en el toldo nos sirvieron de comer. A cada cual le
pusieron delante un gran plato de madera con puchero abundante de choclos y zapallo,
cubiertos -cuchara, tenedor, cuchillo- y agua” (Mansilla: 282). Los ranqueles son un pueblo
poseedor de una cerámica muy destacada, la cual realizan con arcilla. Los utensilios
domésticos habituales en los toldos eran: chaiwe (colador de cerámica), challa (olla), charu
(jarra), chasa (taza), chikovuwe (tenedor), kan (cántaro de arcilla para el agua), kankawe
(asador), kura trelav (cuchillo de piedra), kumpilla (bombilla), rali (plato), rüvüwe o
kumadera (espumadera), tranawe (mortero), trelav o kuchillo (cuchillo), witrü (cuchara de
madera), entre otros. Los ranqueles consideraban su manjar favorito a la carne de yegua
cruda, y además bebían la sangre caliente del animal recién muerto. También comían carne
de vaca y de cordero (asada), gallinas y animales silvestres que cazaban. Entre los vegetales
preferían choclos, mazamorra, zapallos y sandía.
La guerra del ranquel con el huinca fue muy prolongada, difícil y desigual, ya que contaba
con armas muy primitivas, más apropiadas para la caza que para la guerra. Tampoco
contaban con conocimientos de táctica y estrategia militar, la que fueron adquiriendo con
los años de lucha. El arma predilecta de los ranqueles se llamaba rüngi (lanza), y su
importancia era tal que se medía el poder de una tribu, por el número de lanzas. Estaba
hecha de una caña tacuara bien curada, de unos 5 metros de largo, con una punta afilada,
primero de piedra y después metálica. También tenían, junto a la punta, penachos de
plumas de loro coloreadas generalmente de rojo. Las boleadoras o lükay eran asimismo
muy importantes para los rankülches. La boleadora está formada por una soga y una o más
piedras, las que pueden tener surcos donde pasaban los tientos que las sujetaban. Existen
tres tipos de boleadoras: de una sola piedra o “bola perdida” o “bola guacha”, la de dos
piedras o ñanducera o avestrucera y la de tres piedras o “tres marías” o “guanaquera” o
“potrera”.
El caballo constituyó un elemento fundamental en la vida del pueblo ranquel. Desde muy
pequeños los indios sabían montar y andar a caballo. La forma de domarlos era muy
diferente a la que practican los gauchos, ya que el ranquel los amansaba con caricias, hasta
que el animal se dejaba montar. El caballo adiestrado por los indígenas era muy superior al
usado por los huincas, y ello se observa permanentemente en los partes de guerra del
ejército, en los cuales se puede leer en innumerables ocasiones, “que fue imposible dar
alcance a los indios”, debido al mejor estado de su caballada. El caballo era utilizado para
distintas funciones y de acuerdo a ellas era adiestrado, por ejemplo para la guerra, que se
utilizaban en combates y malones o para trasladar tolderías o arrear ganado.
Vida cotidiana: vestimenta, creencias y música
La vestimenta se fabricaba en su mayoría con cueros de animales y de otros tipos de
materiales que compraban a otros pueblos en intercambios comerciales. La vestimenta
ranquel, en el caso de las mujeres, estaba conformada por un chamall (vestido), una pieza
entera de tejido, que se cruzaba sobre el cuerpo y al no poseer los indígenas modo de coser
las piezas, las sujetaban con una polkü (faja en la cintura) y un tupu (prendedor). El vestido
también poseía breteles que indicaban, si eran dos, que la mujer era soltera, si era uno, que
estaba comprometida. Las mujeres del lonko cacique solían adornarse con platería. Uno de
esos adornos era el maimatu (se colocaba en el pecho), el traripel o traipel (collar) y el
trarilonko (en la cabeza, como si fuera una vincha, pero de plata). Ha sido particularmente
conocida en la comunidad ranquel, la destacada personalidad del cacique Ramón Cabral “El
Platero”, que era un orfebre muy detallista. Había aprendido su oficio de orfebres
mapuches y transmitió ese conocimiento a las generaciones venideras, cuyo arte aún se
pueden disfrutar.
En el caso de los hombres la vestimenta estaba conformada por el makuñ (poncho). Solían
utilizar también un trai lonko (vincha). Tanto mujeres como hombres protegían sus pies
usando el sumel (botas de potro).
La cosmovisión del pueblo Ranquel tiene el círculo como figura sagrada. “En él se
representa la totalidad donde se reúnen cuatro puntos en armonía que marcan el
encuentro entre el cielo y la tierra. Del este emerge la luz sagrada, la fuerza espiritual, que
ayuda a proteger el equilibrio que proveen los espíritus benéficos. Todos los ciclos de la
vida comienzan y terminan en el mismo punto, como el sol que sale y se pone describiendo
un arco circular. Por esta razón, encontramos en las ceremonias espacios y movimientos
circulares” (Lazzari, Roca, Vacca. 2016: 34). Asimismo el número 4 es sagrado para los
ranqueles: “El choique (ñandú), lejos de simbolizar un mero animal, interviene en los
significados y valores culturales de este pueblo, en tanto se lo identifica como una entidad
o elemento sostén y equilibrador del “cosmos entero”, de todo lo demás. La mención a sus
cuatro patas como pilares se relaciona con la “cuaternidad” otro símbolo que se reconoce
dentro de la perspectiva totalizadora propia de lo indígena (Martínez Sarasola 2004). Según
la misma, el cuatro es un número sagrado: cuatro son las etapas de la vida, cuatro son los
vientos, cuatro los puntos cardinales, cuatro los cielos o estaciones, cuatro los elementos
del universo (agua, aire, fuego y tierra). Desde esta visión, es a partir del número cuatro que
se ordena el mundo, estructurado más concretamente en cuatro planos: 1) El cielo, donde
residen las fuerzas positivas, los espíritus del bien y el gran Wenu Püllü (Güenú Pillan)
(Espíritu del cielo), 2) La Mapu, (la tierra) como madre de todos los seres vivos, 3) El
subsuelo o inframundo donde residen las fuerzas negativas, 4) El che (hombre)
vinculándose con el cosmos, elaborando lazos con los aspectos sagrados” (Giacomasso.
2016). Vuta Chao o Ngünechen (Nguenechén) es el dios supremo del pueblo ranquel. Según
la tradición, Vuta Chao es quien llevó a los primeros ancestros humanos de los ranqueles al
lugar que hoy habitan, y es él quien está a cargo de dar guía y velar por el bienestar de todo
26 el pueblo Ranquel. Es por esta razón que en la Mapu (Tierra), el espíritu Vuta Chao es el
encargado de dirigir los destinos humanos hacia el buen camino, y es quien los protege.
Walichu (Gualicho) sería un espíritu maligno que se caracteriza por provocar daños y
enfermedades. Gualicho podría presentarse bajo distintos aspectos, ya sea en forma
agresiva, engañosa o a través del amor. Agresiva, por ejemplo, cuando se produce una
disputa violenta en lo mejor de una fiesta, sin motivo aparente, generalmente impulsada
por efectos del alcohol o al recordar de pronto alguna vieja y al parecer olvidada rencilla
que ya se creía superada. Engañosa, cuando se cae en una trampa natural: una barranca, un
río, un pantano, una herida provocada por descuido, una espina que se encona, etc., pero
el más difícil de superar es el engualichamiento del amor y este mal es provocado casi
siempre a pedido de alguien. El Gualicho es propio de la cosmovisión günün a küna
(tehuelche septentrional), pero en llamado proceso de tehuelchización que sufrieron los
ranqueles incorporaron esta deidad. Organizaban rituales para realizarle pedidos y ofrenda
a sus dioses como por ejemplo el “nguillatún, es decir, la reunión de la gente para rogar,
agradecer y pedir en común por el bienestar de la comunidad, las personas, los animales y
los frutos de la vida en general. Esta ceremonia tiene lugar al amanecer cuando,con los
brazos apuntando hacia el primer sol, se realizaba el ruego.” (Lazzari, Roca Vacca. 2016: 34).
Para la danzas sagradas se utilizaban distintos tipos de instrumentos musicales que ellos
mismos fabricaban como el kultrun, la trutruka y la pivilka. El kultrun es un instrumento de
percusión, una especie de tambor hecho con un tronco ahuecado, recubierto por un único
parche hecho con cuero de caballo, tensado por su parte inferior. Mide 25 cm de ancho y
tiene una altura variable que va de 20 a 30 cm. El parche generalmente es decorado con
dos líneas rectas que se cruzan, como los puntos cardinales, y que finalizan en forma de
pata de ñandú. En cada espacio delimitado por esas líneas, se dibujan figuras importantes
en la cosmovisión ranquel, como la luna, las boleadoras, el zorro, etc. La trutruka es un
instrumento de viento, similar a una trompeta, fabricado con una caña colihue muy larga,
ahuecada y recubierta con intestino de caballo. Finaliza en un cuerno de vaca atado con
lana o hilo a la caña de colihue. Puede llegar a medir hasta 7 metros de largo y su diámetro
oscila entre 2 y 10 cm. La trutruka se utiliza como señal a distancia, grito de guerra o como
acompañamiento musical en actividades sociales y religiosas. Se usa durante el ngillatun
para dar inicio a la rogativa, y para marcar el compás, como complemento del kultrun. La
pivilka es un instrumento de viento, originalmente tallado en madera aunque luego
reemplazado por una caña, que tiene un orificio en la parte superior y asas laterales para
colgarse. Lleva un agujero longitudinal, pero sin traspasar el fondo. Mide aproximadamente
25 cm. El instrumento emite un solo sonido, su única nota se mezcla en el curso del canto o
del conjunto instrumental sin relación rítmica. Cada pivilka tiene un sonido diferente.
Además, en las tolderías del siglo XIX, también se manipulaban instrumentos que fueron
tomados de los europeos, como la guitarra criolla y el acordeón.
La lengua Ranquel
El ranquel es un dialecto del mapudungun, el idioma hablado por los mapuches. Otros
dialectos de esta lengua son el huilliche, el pehuenche y el picunche. El ranquel o
chedungun presenta algunos modismos, y nuevas palabras, para designar características y
cosas que veían en el nuevo hábitat que les tocaba vivir: el caldenal pampeano y la llanura.
También difiere en la pronunciación de algunas letras, siendo el ejemplo más usual el que la
“f” del mapudungun se vocaliza como v en ranquel. Así “lauquen” (laguna) se escribe en
mapudungun: lafken y en ranquel lavken. El ranquel era una lengua sin escritura al igual
que el mapudungun. Sólo durante la conquista se trató de interpretar su fonética utilizando
las letras del alfabeto español. Pero para adaptar mejor los símbolos a los sonidos, la
Sociedad Chilena de Lingüística elabora en 1986 el "Alfabeto Unificado Mapuche". Todavía
no se ha logrado una estandarización para la lengua mapuche o mapudungun, por lo que
existen otros sistemas de alfabetos como el "Raguileo", el "Azümchefe", el "Nhewenh", el
"Wirizüŋun", etc; sin embargo el citado "Alfabeto Unificado Mapuche" es el más extendido,
y es el que ha sido adoptado por la comunidad rankülche. Consta de 24 letras: a, ch, d, e, g,
i, k, l, ll, m, n, ng, ñ, o, p, r, s, t, tr, u, ü, v, w, y (tiene 3 sonidos menos que el mapudungun,
que cuenta con 27 letras). Los signos de puntuación siguen las reglas del castellano, pero no
se utiliza el punto y coma (;) y también suelen omitirse los signos de interrogación ya que
hay palabras que por si mismas denotan esa intención. En caso de colocarse estos, solo se
utiliza el de cierre (?). Las palabras provenientes de otros idiomas se adaptan a la fonética
ranquel. Si bien la mayoría de las palabras del ranquel existen en el mapudungun, algunas
de ellas son exclusivas del rankülche, por ejemplo: chocha (víbora) (en mapudungun es filu);
lo, loo o low (médano) (esta acepción no existe entre los mapuches de ambos lados de la
cordillera de los Andes, ya que los médanos son propios del área pampeana), kelise (iguana,
lagarto overo) (es un término inexistente en mapudungun ya que procedería del günün a
yajütshü (tehuelche septentrional)), etc. El trabajo tesonero e incansable de la doctora en
ciencias del lenguaje y especialista en lenguas indígenas Ana Fernández Garay, ha logrado
rescatar del olvido a esta lengua. En 1983 comenzó el relevamiento de material lingüístico,
en diferentes áreas de la provincia de La Pampa, contactándose con hablantes del ranquel.
Este trabajo le demandó al menos tres años. Comenzó así una relación entre la Universidad
Nacional de La Pampa con la comunidad ranquel que continúa hoy día, y que ha significado
en un fortalecimiento en el conocimiento de la lengua y de las medidas a tomar para evitar
su desaparición.