De La Opresión A La Esperanza

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DE LA OPRESIÓN A LA

ESPERANZA
Aportaciones de Paulo Freire a la
educación

RESUMEN
Aportaciones del pedagogo Paulo Freire en torno al papel de la educación, de los maestros y
de los estudiantes. La pedagogía de Freire es una de las pioneras en provocar una nueva
mirada a la educación; desde la sociología crítica. Se trata de plantear que todo acto
educativo es eminentemente un hecho político, y que, consecuentemente, los maestros no
realizan un trabajo objetivo, sino que cada una de sus acciones están eminentemente ligadas
a un proyecto ideológico, cualquiera que éste sea. Se plantea la necesidad de entender
conceptualmente qué significa la criticidad, la capacidad de mirar al mundo desde una
posición humanista, crítica y solidaria. Se analiza el papel fundamental de cambio en la
llamada Escuela Nueva, movimiento al que perteneció la pedagogía de Freire, y se hace un
análisis de las diferencias entre aquella y la pedagogía de Freire. Finalmente se hace un breve
estudio en torno a la pregunta: ¿Para qué educar?

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

Leticia Sesento García (2016): “De la opresión a la esperanza. Aportaciones de Paulo Freire a
la educación”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (junio 2016). En línea:
http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/06/opresion.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/ATLANTE-2016-06-opresion

Introducción:
El ser humano ha evolucionado a través del tiempo; nuestros ancestros fueron nómadas,
posteriormente sedentarios, esto se debe a la capacidad del hombre de razonamiento e
inteligencia para transformar la naturaleza y permanecer de ella. El hombre se ha adaptado   a
su entorno  mediante transformaciones, para satisfacer  las necesidades de este. Por lo tanto
modifica, adapta y se apropia de esos cambios.
Con todos esas modificaciones que han germinado en relación a las  necesidades del mismo,
estas han trascendido en varios niveles ya sea económicos, sociales, culturales, políticos por
mencionar algunos. Se podría considerar que una de sus virtudes, es la adaptabilidad que
este tiene ante un presente en constante cambio.
La educación no podría  quedarse atrás, ante la demanda  de una sociedad en progreso
constante, por la cual la educación se ha tenido  que adecuar de acuerdo  a las necesidades 
una organización social diferente. Toda esta reestructuración dentro  de la educación  es con
ayuda y aportación de otras ciencias tales como: filosofía, pedagogía, psicología, arqueología
por mencionar algunas, tienen como finalidad el bienestar del educando. El ser humano  es un
ser educable, y la educación es un medio eficaz  para formar  a un individuo, la axiología
ayuda a formar  individuos para tener  una armonía  entre la sociedad. Por tal motivo en el
presente trabajo se analiza la importancia del papel del educador como generador de
conocimientos y sin dejar de lado el compromiso social tiene.
PRESENTACIÓN
Paulo Freire es quizá el educador de mayor influencia en la pedagogía de los últimos   tiempos
en Latinoamérica; leer a Freire desde su perspectiva sociológica en la educación y sus
impacto en las ideas pedagógicas en nuestra actualidad, es ante todo un deleite, ya que es
trascendental conocer su pensamiento, analizar su proyecto social, político , su visión ética, el
cual estimula a reflexionar y a tomar providencias en nuestra vida personal, social y
académica. Uno de los principales aportes de Freire a la educación es su crítica a la
educación tradicional, o llamada educación bancaria; una pedagogía centrada en el maestro y
no en el alumno, una pedagogía que no toma en cuenta la experiencia y conocimientos de los
estudiantes. Freire le apuesta a la formación de un sujeto crítico y reflexivo. De ahí su crítica a
la educación autoritaria. Si bien Freire inicia su trabajo con el problema de la alfabetización,
sus aportaciones van más allá de la misma. Para Freire todos nacemos con la capacidad de
leer la realidad, pero esta lectura es una lectura un tanto ingenua; se trata de partir de esta
lectura ingenua y convertirla en una lectura crítica.
LA EDUCACIÓN; UN ACTO POLÍTICO Y ÉTICO
El primer aspecto que revisaremos en relación a Freire es su sentido ético y su compromiso
para que exista la educación, a partir de la forma de conciencia crítica frente al mundo; una
realidad llena de contradicciones e injusticias; la dificultad es que ya no nos conmovemos ante
estos hechos, donde vemos día a día la deshumanización del hombre; pues en nuestro
contexto, la mentira, el robo, la calumnia, la violación  de los derechos humanos, lo vemos
como algo casi del orden natural, cotidiano, y dejamos se instalen en nuestro cómoda
inconsciencia. El riesgo de esta situación es asumir esto, como Freire lo ha llamado, el
establecimiento social en la cultura referente a la normalidad. La realidad en el México de hoy,
es que nada sorprende, todo es normal; cada vez más existe entre nosotros una mayor apatía
ante la importancia del sentido ético. ¿Podemos aprender y enseñar ética? Si observamos
que en lo cotidiano día a día nuestros valores se deterioran, y no hacemos nada por trabajar
en favor de ellos, de alguna forma nos hacemos cómplices.
Frente a esta situación ética, Freire (1997) señala que debemos retomar posiciones que nos
lleven a comprometernos a una búsqueda de consecuencias y alternativas de solución para,
de esta forma, ser coherentes en nuestro trabajo personal, como ciudadanos, como maestros
en el aula o en donde quiera que estemos. Freire habla de un compromiso ético que todo
educador debe asumir. Para Freire (1997), cuando hablamos de ética y de postura
esencialmente democrática, porque al no ser neutra la práctica educativa, la formación
humana, implica elecciones, rompimientos y disposiciones. Estar en favor de un sueño y
contra de alguien es imperativo exigir la eticidad del educador, su necesaria militancia
democrática, la obligación a tener una relación coherente, permanentemente; coherencia
entre el discurso y la práctica.
La educación y el educador no logran solo adjudicarse y trabajar sobre la idea de una
aparente neutralidad, la enseñanza envuelve el testimonio ético del profesor, porque no se
puede dar clase de libertad o igualdad y hacer del examen un acto perverso. Esto implica una
responsabilidad y una conciencia histórica y social, como educador y persona. Por tal motivo
señala Freire “Estoy profundamente convencido de la naturaleza ética de la práctica
educativa, en cuanto práctica especialmente humana. El ser humano es un ser ético,
cualquiera que sea  su marco  ético: la ética  de la vida, la ética humanista, o cómo hemos
adquirido y adherido a la ética del mercado”. (Rocha, 2003:120).
A través de una educación para la libertad "los educandos van desarrollando su poder de
captación y de comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta, no ya
como una realidad estática, sino como una realidad en transformación, en proceso. ... La
tendencia entonces, tanto del educador-educando como la del educando-educador, es la de
establecer una forma auténtica de pensamiento y acción: pensarse a sí mismo y al mundo,
simultáneamente, sin dicotomizar este pensar de la acción”. (Freire, 2003: 43)
LA EDUCACIÓN COMO IDEOLOGÍA
Desde su perspectiva, Freire muestra que el educar requiere examinar la educación desde un
punto de vista de la ideología, sin embargo, se oculta y en lugar de ser conscientes, solo
consentimos dócilmente que lo que vemos es la realidad sin dudar, admitiendo dócilmente en
todo lo que nos es impuesto; acarreando a las trasgresiones en el plano de la ética universal
del ser humano, impuestas por sistemas capitalistas, neoliberales, en aras de la globalización.
Por todo lo descrito, corresponde al profesor estar atento del poder de la ideología, de su
discurso, de su atracción, con la influencia adormecedora y distorsionada de la realidad. Es
deber del educador cambiar la realidad. Como señala Freire: “Es cierto que las mujeres y los
hombres pueden cambiar el mundo para mejor, para hacerlo menos injusto, pero partiendo de
la realidad concreta a la que llegan en su generación, y no fundadas o fundados en devaneos,
sueños falsos sin raíces, puras ilusiones”. (Freire, 2001: 64).
Por otro lado, los estudiosos del currículo analizan la influencia del gobierno en la educación
donde no existe nada objetivo, sino que la ideología, la lucha por el poder y las ideas están en
constante pugna. Dentro de la teoría curricular se ha establecido el término curriculum oculto,
para designar justamente lo que está detrás de toda propuesta educativa (Stenhouse: 1998).
Por eso la función del maestro es más importante de lo que se aprecia a primera vista. Es
compromiso de cada uno abrir horizontes y ser conscientes de nuestro entorno, ser
autocríticos y no abandonar a las masas, porque el docente es finalmente también un
trabajador, un asalariado que vive propiamente las injusticias sociales; sino por el contrario,
desarrollar conciencia en ellas, a fin de tomar un posicionamiento frente al mundo.
(Stenhouse, 1998).
Dentro del pensamiento de Freire, se dispone la libertad en la enseñanza, sin embargo, todos
desconocemos o tendemos a encontrar esos límites sin los  cuales la libertad degenera en
libertinaje; nos volvemos autoritarios por ese temor. Esta libertad se adquiere asumiendo
posturas, aun cuando éstas sean erróneas, porque solo decidiendo se aprende a decidir y
asumiendo la consecuencia del acto de decidir. La autonomía se forma todos los días. Esta
actitud protectora se extiende a todos los ámbitos; la idea de que los jóvenes no saben, no
aportan conocimientos, porque se tiene la idea equivocada de que no saben, sin embargo
desestimamos su poder de decisión, su alcance y el beneficio que la responsabilidad y la toma
de acción les puede hacer sujetos críticos, autónomos y más libres de pensamiento.
Un punto de vista adicional que tiene Freire es su compromiso sociopolítico, asumiendo
permanentemente a la educación como un acto político (Freire: 1997:120) sin  tratarse de
política partidista, sino solo de ser conscientes que la educación se  encuentra  en un contexto
y quehacer  político. Por otra parte, Freire no pretende evidenciar el analfabetismo o la no
asistencia a las escuelas, por la ineptitud de los padres o por el resultado de sus bajos
ingresos, para él la educación y las posibilidades que ella brinda de progreso a la humanidad,
son esenciales para la emancipación de los personas y su inserción  en las sociedades, pero
en unas sociedades más justas, donde la educación no sea libresca, sino que tenga sentido lo
que se aprende dentro del aula con la realidad fuera de ella.
De la misma forma Freire (1997) rechaza la postura en relación a la neutralidad de la ciencia,
misma que es el resultado de la carencia de un compromiso; la imparcialidad no existe,
porque no hay acción humana desprovista de intención de un objetivo; y todos ocupamos un
tiempo, espacio, históricos y políticos. Esto no se debe confundir, con el tipo de ideología que
tomamos, o el partidismo político, sino de tener opción política, tomar conciencia y
compromiso ideológico por una causa. Todo acto educativo, afirma Freire, es un acto político,
pero un acto donde el docente está realmente comprometido con los demás y con él mismo.
Ahí radica la grandeza del pensamiento de este educador.
El desarrollo de la criticidad ineludible ante nuestro medio, nos impulsa a vislumbrar nuestra
actitud inocente al pensar que las clases dominantes organizarían una educación en favor de
las clases desprotegidas. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestra aportación en la sociedad
y nuestra toma de acciones para definir a favor de quién y a quién se está educando. Al
explorar  la dimensión  política y adoptar ciertos modelos pedagógicos, decidimos a  favor de
qué y para quién desarrollamos nuestra actividad educativa. Los profesores no trabajan con
máquinas, con materias primas, son seres humanos los que se tienen en cada aula; en cada
estudiante existe un ser humano, social, activo, autónomo, con  inteligencia, capacidades y un
sentido de vida propio; mismo que tenemos el compromiso de desarrollar sus capacidades al
máximo.
Para Freire (1997), la educación requiere comprenderla como una forma de  intervención en el
mundo, ya que como individuos coexistimos en el mundo y somos capacitados para prestar
atención, comprobar, valorar, resolver, interesarse, elegir y formarnos como seres éticos.
Como profesores  e intelectuales, debemos estar a favor de la lucha constante contra
cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de las grandes empresas
capitalistas hacia los individuos.
Por otra parte, para Freire (1997), la actividad de enseñar contenidos es importante, ya si es
enseñada como un testimonio ético de lo enseñado, la práctica, implica un esfuerzo al
reproducir la ideología de lo enseñado, la práctica, implicando un esfuerzo  al reproducir  la
ideología dominante así como su desenmascaramiento. Esta doble dualidad que siempre 
tenemos que trabajar y  tener visible en nuestra práctica docente,  porque en la medida  que
tengamos  un  objetivo, un por qué y para qué, a quién  y en contra  de qué  o quién, al
intentar  implementar el acto educativo, en esa medida es que el ser humano se desarrolla en
nuestra aula. El concepto de ideología, que ya había sido planteado por Gramsci
anteriormente, es vital en el discurso educativo de Freire. Él estaba convencido que a los
ciudadanos se les puede o se les debe enseñar la democracia cada que hacen la democracia,
cuando la ejercen, analizan, o debaten los problemas y tienen una participación genuina.
FREIRE FRENTE AL MOVIMIENTO DE LA ESCUELA NUEVA
La Escuela Nueva como movimiento pedagógico de principios del siglo XX, mediante
instrumentos sencillos y concretos,  muestra una gama de actividades donde se promueve el
aprendizaje activo, el aprendizaje colaborativo, y el fortalecimiento con la relación escuela-
comunidad y un mecanismo de promoción flexible adaptado a las condiciones y necesidades
de la niñez (Alcaraz: 2002).  La escuela será vista bajo un modelo centrado en el niño, su
contexto, comunidad, incrementando la retención escolar, reduciendo la deserción y la
repetición y ha demostrado mejoramientos en logros académicos, así como en la formación de
comportamientos democráticos y de convivencia pacífica. Podemos darnos cuenta que la
Escuela  Nueva transforma a la escuela convencional y su manera de aprender.
El punto de partica de su propuesta conceptual y metodológica es el nuevo paradigma de
aprendizaje de una Escuela Nueva, que pretende mejorar la efectividad y calidad de la
educación. El modelo de la Escuela Nueva intenta modificar el modelo educativo convencional
centrado en el docente, hacia un modelo participativo y colaborativo centrado en el estudiante,
donde se toma la escuela como la unidad fundamental de cambio para mejorar la cobertura,
calidad y  equidad de la educación.
La forma  de trabajar del maestro dentro de la Escuela Nueva se transforma, deja de ser
instructor como anteriormente se presentaba en la escuela tradicional, convirtiéndose  en un
acompañante auxiliar del libre aprendizaje y desarrollo del alumno. Este es considerado  como
un individuo que piensa y actúa en forma libre y espontánea. La relación que se establece
entre maestro-alumno es horizontal, pero con fines específicos. La participación de los padres
de familia dentro de la Escuela Nueva es fundamental, ya que su vivencia se refleja en la
experiencia del niño y ésta servirá de base a la educación intelectual, mediante el empleo
adecuado de trabajos  manuales  y la educación moral.
La Escuela Nueva retoma el naturalismo, (Palacios, 1984: 51) para Ferriere, la educación 
intelectual de las escuelas nuevas puede caracterizarse en dos palabras: como una
educación  en la que no se impone la ciencia a los niños de fuera a dentro, sino que se les
coloca en situación de poderla descubrir, o mejor  dicho, de crearla  dentro  a fuera; y, por otra
parte, las actividades son libres; se pretende desarrollar en el niño la imaginación, la iniciativa
y la facultad creador a través de dibujos, pinturas  y modelos  libres, trabajos libres ,
exposiciones libres. Hasta llegar a los  textos libres; los recursos y materiales empleados,
será  naturales o elaborados  que logren mantener el interés del niño.
Las formas de evaluar en la Escuela Nueva, parten de registros de evaluación diaria, de
carácter formativo en los que se valoran habilidades, destrezas y actitudes, además de
considerar una autoevaluación. Esperando que con esta formación los alumnos sean capaces
de mejorar su entorno, y a la vez les propicie mejores condiciones de vida, llevándose a cabo,
la actividad, libertad, individualidad y colectividad, son rasgos que caracterizan la forma de
enseñanza en la escuela nueva. Un aspecto  fundamental es el interés del niño, partiendo de
la experiencia que éste tiene, es decir, el trabajo individual se coloca en primer plano, cada
uno avanza a su ritmo y el trabajo en grupo reúne a los que tienen preferencias comunes   e
igual  nivel de progreso. Por último se recurre a la investigación (Alcaraz, 2002), el estudiante
inicia sus primeros trabajos sistemáticos cuando busca el conocimiento por sí mismo, pero
siempre con la conducción del docente.
PARA QUÉ EDUCAR
Una de las preguntas que hacían los filósofos de la educación era el para qué de la
educación. Siguiendo a Freire, el fin de la educación es mantener y acrecentar el potencial del
niño, salvaguardar su impulso  vital, que no  necesita que se le provea de los medios de
ejercitarse; de acrecentar sus recursos y capacidades. De ahí que el primer objetivo de la
nueva educación será aumentar  la potencia  espiritual y la  capacidad  de trabajo  productivo
del estudiante. Para ello, habrá que saber no solo leer textos, sino fundamentalmente
aprender a leer la realidad, donde contexto y texto se funden en uno solo. (Freire, 1984: 95)
El camino  para lograr este objetivo es triple  por un lado, conservar y acrecentar la  energía, el
impulso vital, corporal y espiritual más importante que cualquier conocimiento técnico, por otro
lado, el aprendizaje de una técnica, sea intelectual o manual, no se justifica sino como medio
para alcanzar ese fin; por último los conocimientos teóricos están subordinados a la técnica
misma, como medios  a utilizar para alcanzar el fin expreso. El propósito esencial de la
educación es propiciar la actividad  centrada en el niño, la que parte de la voluntad y  de la
inteligencia personal para desembocar en un enriquecimiento intelectual, moral y espiritual del
sujeto. No debemos  presionar sobre  el alumno,  sino estimularle para que a través de la
praxis, se conforme en un ciudadano nuevo.
La metodología utilizada por Freire sigue la misma línea dialéctica: teoría y método. La
metodología surge de la práctica social para volver, después de la reflexión, sobre la misma
práctica y transformarla. De esta manera, la metodología está determinada por el contexto de
lucha en que se ubica la práctica educativa: el marco de referencia está definido por lo
histórico y no puede ser rígido ni universal, sino que tiene que ser construido por los hombres
y las mujeres, en su calidad de sujetos cognoscentes, capaces de transformar su realidad. En
la manera en que Freire concibe la metodología, queda expresada en principales variables
que sirven de coordenadas al proceso educativo como acto político y como acto de
conocimiento; éstas son:
1. La capacidad creativa y transformadora del ser humano;
2. La capacidad de asombro, que cualquier persona tiene, sin importar la posición que ocupe
en la estructura social;
3. La naturaleza social del acto de conocimiento y la dimensión histórica de éste.
Por ser una pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a
la evolución dinámica a la reformulación. Si el ser humano es un ser inacabado, y este ser
inacabado es el centro y motor de esta pedagogía, es obvio que el método tendrá que seguir
su ritmo de dinamicidad y desarrollo como una constante reformulación. Según Freire (Blanco,
1992), la educación debe comenzar por superar la contradicción educador- educando. Debe
basarse en una concepción abarcadora de los dos polos en una línea integradora, de manera
que ambos se hagan a la vez educadores y educandos. Es imprescindible que el  educador
humanista tenga una profunda fe en el ser humano, en su poder creador y transformador de la
realidad. El educador debe hacerse un compañero de los educandos, y más que eso, un igual
a ellos en el sentido de que ambos son al final seres humanos.
LA PEDAGOGÍA ANTES DE FREIRE
La idea de que la educación debía ser transformada no es nueva, por ejemplo, el inglés John
Locke (1632-1704) había publicado La educación de los niños en 1693, obra en la que se
critica a la pedagogía libresca y se aconseja  a los maestros  utilizar  métodos que pongan  a
los niños en contacto con la vida. Asimismo, Michel de Montaigne (1533-1592) publica su
ensayo sobre la instrucción de los niños, donde impulsan una educación dulce, aislada, en
contacto con la naturaleza y con gran atención al cuerpo. Por otro lado,  Montaigne quiere
enseñar a jugar  y a vivir  a los niños (Rocha, 2013).
Es Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) quien  aporta una concepción  de conjunto,  una
nueva visión del niño y de su educación, Giovanni Enrique  Pestalozzi ( 1746-1827), su
discípulo, suizo alemán nacido en Zúrich, es ya un precursor de los métodos nuevos; se trata 
de cómo llevar a la práctica, en la escuela, los principios  teóricos. Se puede apreciar que ya
existía una nueva manera de pensar la educación, donde lo teórico aprendido en el aula debía
ponerse en práctica en situaciones reales. Pestalozzi corrige uno de los puntos capitales de
Rousseau, al descubrir que la escuela  es una verdadera sociedad en la que  los niños
aprenden, de la que hay que servirse para educar a los niños, negando así del individualismo
rousseauniano. Friedrich Froebel (1782-1852), discípulo de Pestalozzi, pone en el centro la
idea  de actividad, en la importancia del juego, pues es su máximo  teórico y su más  ilustre 
realizador práctico. Pero todos ellos no dejan de ser precursores.
Para Jean Piaget, (Palacios: 1984) los nuevos métodos solo se han construido
verdaderamente  con la elaboración de una psicología sistemática de la infancia; la aparición
de los métodos nuevos data de la aparición de esta última. La psicología genética moderna
está inmersa prácticamente en la Escuela Nueva. Piaget lo sostuvo  siempre en el  origen de
los nuevos métodos. Para pensadores como él, toda didáctica no es neutral, sino que está en
correspondencia con una nueva manera de pensar la psicología del niño.  
Si analizamos las aportaciones  de cada uno de los educadores más representativos de esta
propuesta educativa hicieron, nos damos cuenta inmediatamente que su fundamento es
eminentemente psicológico. La mayoría de los hombres que transforman la educación no
eran  pedagogos, sino médicos  y psicólogos los cuales  llevaron al campo de la escuela los
conocimientos que sobre  el ser humano  adquirían  en sus  respectivas  disciplinas (Pérez:
2002). La Escuela  Nueva solo instituyó  que existían diferencias  en cada etapa de la vida  del
niño, sino que las conoció de manera más objetiva; la escuela nueva representa todo un
movimiento, a través  de un desarrollo  histórico en el que cada uno  de los integrantes está
sometido a cambio y evolución, esta educación se dirige a la conducta y a la vida total del
educando, así como a todas sus manifestaciones  orgánicas, psíquicas y espirituales
poniendo  énfasis todo a la vida física, activa y la originalidad de sus alumnos (Alcaraz, 2002).
La función de la Escuela  Nueva es establecer  para el educando un mundo  real  a su
medida  y se familiarice con lo esencial  de la vida, proporcionándole material para observar,
tocar, jugar, y trabajar  y evitar  que se sienta desamparado o inútil.
Actualmente la Escuela Nueva integra de manera sistemática cuatro componentes con
estrategias curriculares, comunitarias, de capacitación y seguimiento  administrativo. Cada
componente contempla estrategias y elementos sencillos y concretos que promueven un
aprendizaje activo, participativo y cooperativo centrado en los estudiantes, un currículo
relevante relacionado con la vida diaria del estudiante (Carr, 1998). El calendario y sistemas
de evaluación y promoción deben ser flexibles, toma en cuenta la formación de valores y
actitudes democráticas y de participación, donde la formación de los docentes corresponde
ser más efectiva y práctica, como anteriormente  lo hemos  mencionado  el rol del maestro
debe ser el de un facilitador.
El objetivo de esta Escuela Nueva es que los alumnos desarrollen diferentes habilidades en
las apliquen conocimientos en diferentes situaciones a las que están expuestos, y a
enfrentarse a un mundo cada vez más complejo. Que como maestros le enseñamos a que
aprendan por sí mismos. Podemos desarrollar su habilidad de pensamiento, logrando la
expresión de manera individual, así podremos mejorar su autoestima al hacerlo participativo
en clase. Así mismo, el alumno podrá  desarrollar actitudes democráticas, de cooperación y
solidaridad.
Conclusiones:
Con lo investigado y expuesto anteriormente sobre las aportaciones de Paulo Freire a la
educación, y con los aportes de la Escuela Nueva, podemos mencionar que es importante que
como sociedad sepamos el significado y métodos que lleva a cabo  dicha escuela, al igual del
concepto, las características  y objetivos en generar que en la Escuela Nueva se manejan. El
saber un poco sobre los precursores y desarrolladores de la Escuela Nueva, podemos
analizar la forma en que ellos  perciban la educación  en ese momento y perspectiva que
tenían acerca de cualquier método que  implementaban para  la mejorar  la educación.
El pensamiento de Freire está enraizado sobre su concepción de hombre y de mujer
entendiéndolo como un ser en el mundo y con el mundo. Lo propio del hombre, su posición
fundamental, de un ser en situación; es decir, un ser engarzado en el espacio y en un tiempo
que su conciencia intencionada capta y trasciende. El método de concientización de Freire
busca rehacer críticamente el proceso dialéctico de la historización. No busca hacer que el
hombre conozca su posibilidad de ser libre, sino que aprendan a hacer efectiva su libertad, y
la ejerciten en bien de todos.
Pero el ser humano no sólo está en el mundo, sino que también están con el mundo. Estar
con él, es estar abierto al mundo, captarlo y comprenderlo; es actuar de acuerdo con sus
finalidades para transformarlo. El hombre y la mujer responden a los desafíos que el mundo
les va presentando y con ello lo van cambiando, dotándolo de su propio espíritu. Las personas
y el mundo están en constante interacción, no pueden ser entendidos fuera de esta relación,
ya que el uno implica al otro. Como un ser inconcluso y consciente de su inconclusión, el
hombre es un ser de búsqueda permanente. No podría existir el hombre sin la búsqueda,
como tampoco existiría la búsqueda sin el hombre.
Es necesario comprender que la vida humana sólo tiene sentido en la comunión con los
demás, ya que nuestra condición implica el intercambio significativo con otros parientes
simbólicos que confirman nuestra condición. (Savater, 1997: 42) Que el pensamiento del
educador sólo gana autenticidad en la autenticidad del pensar de los educandos,
mediatizados ambos por la realidad y, por ende, en la intercomunicación. Se trata de pensar a
un educador como un intelectual. (Giroux, 1997). Un intelectual comprometido consigo mismo
y con los demás, un educador que conciba al ser humano como inacabado, en constante
renovación.
El educador ya no es sólo aquel que educa, sino también aquel que es educado por el
educando en el proceso de educación (Freire: 1998) a través del diálogo que se sostiene.
Tanto el educador como el educando son a su vez educando y educador en un proceso
dialéctico. Es así como ambos se transforman en sujetos centrales del proceso en un
crecimiento mutuo; aquí la autoridad requiere estar al servicio, siendo con las libertades y en
ningún caso contra ellas. Es fundamental, para realizar una educación como práctica de la
libertad, negar la existencia del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo y, de
la misma manera, negar la realidad del mundo separada de los seres humanos.
Claramente aparece lo inacabado del proceso de la educación como algo propio y único del
ser humano que corresponde a su condición de ser histórico y de historicidad. Sólo si el
educando puede tomar conciencia de su verdadera condición puede apropiarse de su realidad
histórica y transformarla. Se trata de una búsqueda que va en la línea de "ser cada vez más",
de humanizar al ser humano.
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Recibido: 26/04/2016 Aceptado: 28/06/2016 Publicado: Junio de 2016

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