Silvio Frondizi
Silvio Frondizi
Silvio Frondizi
Licenciatura en Filosofía
Directora de TFL: Carla Galfione
Co-director de TFL: Santiago Liaudat
Beca de Iniciación a la Investigación FFyH UNC (2017)
Recibido: 27/05/20 - Aceptado: 07/07/20
Resumen
En este trabajo exponemos de forma sumaria y sistemática el Trabajo Final de Licenciatura en Filosofía
defendido en 2019, a través del cual nos propusimos realizar un ejercicio situado de filosofía política. Para
hacerlo, nos sumergimos en un breve segmento de la obra de Silvio Frondizi (1959-1964) y nos propusimos
mostrar: 1) que en sus escritos se elabora una filosofía de la praxis integral de carácter humanista, que
permite concebir al marxismo latinoamericano como un método dinámico abierto a reelaboraciones en
función del devenir histórico; 2) que, fuertemente influenciada por la Revolución Cubana, se puede observar
en su obra una reelaboración en clave nacional de la propuesta política de democratización y revolución
social; 3) que a partir de los puntos anteriores, podemos leer a Silvio Frondizi como expresión de una época
de radicalización política y reestructuración identitaria, y considerar a sus intervenciones intelectuales como
uno de los afluentes que desemboca en la conformación de la nueva izquierda en los sesenta y setenta.
Su particular perspectiva teórica nos permitió tematizar al marxismo como continente abierto en conexión
crítica con otras regiones del pensamiento latinoamericano y con acontecimientos históricos efectivos; a la
dificultad por proponer una realización democrática en una sociedad económicamente desigual y los
posibles caminos para proponer una autodeterminación popular; y a la reflexión filosófica y la intervención
intelectual como modos de práctica guiada por la teoría, es decir de praxis.
1. Introducción
El presente artículo es una exposición sumaria del Trabajo Final de Licenciatura defendido en
febrero de 2019. El objetivo es sistematizar las conclusiones en una presentación esquemática,
suponiendo un sacrificio del análisis pormenorizado de citas y archivo. Antes que una búsqueda
individual, entendemos que toda producción de conocimiento es social. Es impensable sin el
alimento de debates, discusiones y conversaciones que hicieron de la voz propia el refugio de una
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multitud casi indescifrable, un coro jamás reducible a lo uno. Por ello optamos para la escritura
por la primera persona del plural, “nosotros”, antes que un impersonal “se” o un solitario “yo”.
Nos propusimos realizar un ejercicio situado de filosofía política, con el desafío de reinventar la
teoría que la realidad nos exige a quienes desde la izquierda pretendemos transformar la
realidad. Para hacerlo, nos sumergimos en un breve segmento de la obra de Silvio Frondizi (1959-
1964) y nos propusimos mostrar que:
1. en sus escritos se elabora una filosofía de la praxis integral de carácter humanista, que
permite concebir al marxismo latinoamericano como un método dinámico abierto a
reelaboraciones en función del devenir histórico.
2. fuertemente influenciada por la Revolución Cubana, se puede observar en su obra una
reelaboración en clave nacional de la propuesta política de democratización y revolución
social.
3. a partir de los puntos anteriores, podemos leer a Silvio Frondizi como expresión de una
época de radicalización política y reestructuración identitaria, y considerar a sus
intervenciones intelectuales como uno de los afluentes que desemboca en la
conformación de la nueva izquierda en los sesenta y setenta.
¿Por qué hacer filosofía política a través de una investigación histórica? Recurrimos a las
herramientas y recorridos que brinda la historia intelectual o conceptual como un campo
interdisciplinar que nos permite abordar la complicada relación entre ideas y fenómenos
histórico-políticos y así dar cuenta de procesos culturales de mayor amplitud que aparecen por
detrás de las grandes figuras políticas o teóricas. Antes que “<teorías> autónomas, imponentes
carcasas de navíos naufragados en las costas del pasado”, el enfoque asumido analiza a las ideas
del pasado como “<casos testigo> que hay que recolocar en un contexto más general de
interpretación e investigación” (Ibidem: 45-46).
El foco se situó en las tensiones subyacentes a los conceptos en consideración y su dimensión
aporética, partiendo de la complejidad de lo real. La democracia, el marxismo, la actividad
intelectual, no solo tienen una historia: son una historia. Nos propusimos por tanto rastrear el hilo
de las experiencias y de los tanteos, de la comprensión y elaboración de sí mismos de los
conceptos. Su puesta a prueba, sus antinomias, límites y puntos de equilibrio.
Esto nos llevó a identificar tres niveles diferenciables en el discurso político. Un primer nivel más
cercano a lo acción del momento, donde se realizan caracterizaciones, lecturas sobre actores y
sujetos, acontecimientos y conflicto, dando sentido a una coyuntura y proponiendo líneas de
acción. Un segundo nivel con mayor grado de abstracción, donde se delinean tareas políticas de
largo aliento, una manera de entender la política y una estrategia, dando lugar a conceptos que
trascienden actores y coyunturas puntuales. Finalmente, un tercer nivel que a falta de mejor
nombre hemos llamado “filosófico”, en general implícito o supuesto en los discursos políticos y
que contiene una filosofía de la historia, una lógica y en definitiva una ontología general al
interior de la cual es comprendido el mundo político en sí. Nuestro enfoque histórico, supone que
no hay una primacía jerárquica entre cada nivel y se implican mutuamente. Los textos analizados
nos permitirán ir y venir entre estas capas, en la medida en que nuestro autor explicita y elabora
teóricamente su mirada sobre los tres niveles de forma continua.
Silvio Frondizi no es un nombre que haya sido estudiado en profundidad por la filosofía ni por la
historia de las izquierdas, salvo contadas excepciones. Sin embargo, presenta una trayectoria
destacable: publicó un original tratado de interpretación sociológica titulado La Realidad
Argentina; fue una personalidad importante de la izquierda argentina como dirigente del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Praxis) – en adelante MIR Praxis; su obra inspiró diversas
experiencias militantes a nivel latinoamericano como los MIR de Venezuela, Chile, Bolivia y Perú;
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una vez disuelto el MIR siguió siendo profesor, abogado y militante; fue candidato a Senador por
el Frente de Izquierda Popular de Abelardo Ramos en 1972 y referencia pública del Frente
Antiimperialista y por el Socialismo que impulsó el PRT-ERP. Fue asesinado en el año 1974 por un
comando de la Alianza Anticomunista Argentina, quienes lo llamaron “traidor de traidores,
comunista y bolchevique” e “infiltrador de ideas comunistas en nuestra juventud” (Tarcus, 1996:
427) en el comunicado en que hicieron conocer su muerte.
Nuestro recorrido de lecturas tomó el estudio inaugural de Tarcus como base, y a ello sumó una
variedad de aportes disponibles (Amaral, 2005; Barbero, 2014; Díaz, 2017a, 2017b; Georgieff,
2008; Rath, 2015). En la obra de Frondizi se suele resaltar un tránsito desde un liberalismo crítico
al marxismo en sus primeros años, y aquí nos concentramos en estudiar el período de 1959 a
1964, donde ya es plenamente marxista y desarrolla en profundidad una búsqueda que se
encarna en una concepción filosófica, una teoría política y una práctica militante original y
articulada. Se trata del intento por generar un marxismo potente para transformar la realidad
argentina y latinoamericana que es a la vez un punto de modulación de la conciencia colectiva en
que se reconfigura la “racionalidad política” (Rosanvallon, 2002) del momento. Silvio Frondizi fue
un intelectual político en la medida en que fue uno de aquellos que “crean, facilitan y critican las
creencias e ideas que sostienen o atacan las clases dirigentes, las instituciones y las políticas de
gobierno (Georgieff, 2008: 13-14) y dentro de ellos perteneció a una franja de intelectuales
contestatarios, críticos o de izquierda en la medida en que “promovieron un cambio <radical> de
las estructuras sociopolíticas” (Ibidem: 14).
reinvente, revise los planteos originales y profundice en la fundamentación teórica general para
superar un marxismo definido como economicista, lineal u ortodoxo y representado icónicamente
en el Partido Comunista Argentino. En “De la filosofía idealista…”, al referirse a la filosofía de
Hegel explicita su modo de entender la dialéctica, en una fórmula que aplicó él mismo a Marx:
Pero cuando el método dialéctico se cristaliza “indebidamente”, cuando cree haber
logrado esa determinada identidad o ausencia de contradicción entre el movimiento
interior como proceso y las formas que ha adoptado, arribamos a una falsa resolución del
método que, como en el caso de la concepción hegeliana del estado prusiano, alcanza un
contenido reaccionario (Frondizi, 1964: 154).
Nuestro autor recurre a un conjunto de estrategias para hacer emerger una voz propia
posicionada al interior del materialismo, para crear un singular modo de ser marxista desde una
perspectiva humanista y dialéctica. Por un lado, se propone enfrentar debates filosóficos clásicos,
tomando postura desde el marxismo y mostrando cómo así se resuelven problemáticas centrales
de la filosofía moderna. De este modo se propone integrar al marxismo “en el proceso general de
la cultura moderna y contemporánea, como continuidad y superación de ella” (Ibidem: 147). Por
el otro, crea un itinerario de lectura propio, que da sentido a la obra de Marx a partir de los
escritos de juventud y a partir de una interpretación de El Capital y la crítica económica como
parte de una lectura más integral del hombre y su realidad cotidiana. Por último, amplía el
repertorio de autores disponibles para enriquecer la teoría desde dentro del marxismo (mediante
los aportes de Mondolfo, Lefebvre, Lukács y Gramsci) y desde fuera (con intérpretes de filosofía
clásica, psicólogos y psicoanalistas) y logra así visualizar otras dimensiones del hombre o de la
fundamentación filosófica.
Finalmente, despliega operaciones conceptuales que le permiten hacer de praxis la piedra angular
de su materialismo. En primer lugar, postula una teoría del conocimiento centrada en la
permeabilidad que debe tener la teoría a los cambios sociales y teóricos. En “Interpretación
materialista…” Frondizi se propone mostrar cómo la verdad teórica es resultado de la actividad
crítico-práctica, de la interacción, de las actividades humanas. Toma de Lukács la frase “la verdad
reside en el proceso mismo de la praxis” (Frondizi, 2014: 134), y la afirmación de Lenin de que la
humanidad participa del conocimiento teórico por medio de la actividad revolucionaria. Esto
último tiene un alcance metafísico en la medida en que el conocimiento humano no sólo refleja el
mundo objetivo sino que también lo crea. De este modo, se extrae como corolario que toda
teoría debe estar articulada con la práctica y la época.
Aún más, para Frondizi el principal aporte de Marx es la ruptura con la posición filosófica
contemplativa que entiende al hombre desde la figura del sujeto pensante. El corolario práctico-
teórico es la afirmación de que es la objetividad histórica quien le va exigiendo al pensamiento la
creación de un nuevo estilo de vida destinado a superar los problemas actuales. Una auténtica
teoría revolucionaria debe contribuir a superar la praxis histórica, colaborando en la objetivación
de la voluntad colectiva en una acción transformadora sobre las cosas. Según Frondizi “cualquier
fuerza social que quiera reemplazar a la burguesía en la conducción del mundo, debe desarrollar
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Realidad remite a praxis. Praxis remite a voluntad. Voluntad remite a historia. De este modo se
aprecia el hilo conceptual que sustenta su mirada. La apelación a la historia es necesaria, en la
medida en que esa
… voluntad humana no está aislada, o no cuelga metafísicamente sobre la realidad, sino
que esa voluntad sólo existe en la medida en que exista una realidad, y es más, está
condicionada por esa realidad. Que esa voluntad exista como tal, en la medida en que
actúa sobre esa realidad es el verdadero sentido de la historia; esa es la historia. (Ibidem:
156)
Cuba permite plantear el problema desde “un punto de vista más concreto y más próximo a
nosotros” (Ibidem: 11). El problema es cómo un país dependiente semicolonial puede no sólo
realizar su revolución democrático-burguesa, sino sobre todo continuar su marcha e
“incorporarse al desarrollo general” (Ibidem: 12), el surgimiento del socialismo ante un
capitalismo declinante. Frondizi plantea que la experiencia cubana es posible por la ruptura del
equilibrio entre las potencias capitalistas y el surgimiento de una creciente necesidad de
explotación de los países subdesarrollados por el avance del socialismo. De esta forma, se
produce una mayor tensión social que “determinará la ruptura de la cadena por los eslabones
más débiles, como es el caso de Latinoamérica” (Ibidem: 16), avanzando sobre los esquemas
reformistas y el fatalismo geográfico que reza que “es imposible realizar ningún movimiento
revolucionario en la retaguardia imperialista” (Idem).
En esta segunda estación el pueblo toma mayor relieve: sujeto con densidad continental en la
medida en que reconoce intereses comunes de los pueblos latinoamericanos y es el protagonista
de la revolución, activo y demandante. Frondizi incorpora la expresión “pueblo en armas”, que
pertenece a Fidel Castro, como un sujeto que permite la implementación de una democracia
directa desde la demanda, exigencia y organización. “Una vez armado una parte del pueblo, el
gobierno se transforma en su prisionero; es decir que ya no puede detenerse so pena de ser
rebasado” (Ibidem: 79). Respecto a la nación, hay una valoración encontrada. Por un lado, es leída
como un factor primitivo de la ideología de los revolucionarios que en verdad encuentran su
rumbo a medida que delinean posiciones clasistas, pero por el otro nuestro autor encuentra que
allí se nuclea un programa y frente antiimperialista que da inicio a la transformación
revolucionaria del país. Finalmente, la democracia está asegurada por el “pueblo en armas” antes
que por una formación económica de características socialistas. Es el gobierno del pueblo a través
de un ejercicio directo de la soberanía el que marca la profundidad de la revolución para nuestro
autor: “Las masas armadas son quienes dan el empuje necesario para “una revolución que va
quemando etapas, superándose a sí misma, en una marcha que no se detiene jamás” (Ibidem: 80).
En estas experiencias de autoorganización resuena la preocupación roussoniana por la
democracia y soberanía popular como principios fundantes de otra sociedad. “Ha llegado el
momento del triunfo de la concepción roussoniana, a través de la praxis marxista” (Ibidem: 155),
plantea en medio de una discusión respecto a las libertades democráticas, que los críticos de la
experiencia cubana cuestionaban severamente. Si la experiencia cubana es el triunfo de la praxis
marxista, no ha de extrañarnos que en esa sección de su libro Frondizi plantee que la democracia
directa es la que transforma un país, y traiga a colación el artículo de nuestra Constitución
Nacional que plantea que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes.
Frondizi toma a Cuba como ejemplo para una experiencia que espera “se desarrolle también en
nuestro país, a través de la lucha para afirmar la fundamental autonomía de las municipalidades”
(Ibidem: 157).
En el impacto que tuvo la experiencia cubana sobre la formulación de una propuesta política para
nuestro país se ubica nuestra tercera estación. Tomamos aquí cuatro folletos, proclamas o
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manifiestos publicados entre los años 1961 y 1964: “Bases y punto de partida para una solución
popular” de 1961 (“Bases…”), “Al pueblo de la nación argentina” de 1962 (“Al pueblo…”), “La crisis
argentina: caos o reconstrucción” de 1963 (“La crisis…”) y “Manifiesto de la reconstrucción
nacional” de 1964 (“Manifiesto…”). Los analizamos en conjunto, ya que encontramos temas y
preocupaciones comunes, planteos similares y contrastables con lo dicho anteriormente. Estos
escritos se publican mientras el MIR Praxis atraviesa la parálisis de su actividad, fuertes debates y
concluye con su disolución.
En todos estos textos Frondizi comienza describiendo una crisis profunda de carácter mundial y
estructural; que ahora no es sólo estructural (económica y política) sino que involucra al conjunto
de la vida social. Georgieff atribuye a este Frondizi el retrato de una Argentina escindida. Si la
teoría de la integración mundial analizaba cómo el proceso de integración de un capitalismo en
crisis era al mismo tiempo un proceso de desintegración, en esta etapa de su producción nuestro
autor identifica dicha desintegración con la forma en que los sectores porteños escindieron a la
nación y relegaron al interior, generando un presente de descomposición nacional. Marcada por
el escepticismo, se abre una situación de desintegración política que es descripta en
“Manifiesto…”:
De allí también que el país entero, y sobre todo las masas populares, no se sientan en
absoluto representadas ni expresadas por los partidos tradicionales que pretenden seguir
ejerciendo un liderazgo ficticio. No escapan siquiera a esta afirmación el peronismo y
demás fuerzas políticas de tendencia popular, incapaces de movilizar al pueblo argentino
(Frondizi, 2014: 168).
Esta crisis tiene como origen un cambio global de las relaciones de fuerza entre las clases y los
Estados; donde la clase dirigente se vuelve incapaz de ejercer tal función, por lo que se llega a un
estado de descomposición social. Utiliza el concepto de “crisis total”, el cual encontramos
emparentado con la “crisis orgánica” de Gramsci1.
Un sistema que cesa de expandirse y caduca pierde un elemento fundamental de
coherencia entre las distintas clases y grupos. El equilibrio social se rompe. Se resquebraja
la connivencia entre las clases y dentro de cada clase.
Se desencadena un proceso de desintegración, que afecta a todo el país y a sus distintos
componentes, debilita el sentido de la comunidad, y puede llegar a ser irreversible. Clases
sociales, partidos políticos, fuerzas armadas, organizaciones profesionales, universidades;
nadie está al margen de la disgregación y la anarquía que amenazan en volver e
impregnar la realidad total del país. (…)
Las organizaciones políticas tradicionales se desintegran y pierden necesariamente
representatividad. Se convierten en aparatos formales, carentes de contenido, divorciados
de la realidad, y obligados por consiguiente a negar en su seno las premisas democráticas
que proclaman en su propaganda para el país. (…)
El país se encuentra a mitad de camino entre un sistema que agoniza y otro nuevo que
comienza a nacer. (Ibidem: 167-169)
La solución impulsada por Frondizi para enfrentar tal cuadro crítico es resumida bajo una fórmula
que aparecerá replicada en todos estos textos: “nacional con sentido universalista, de respeto a la
autodeterminación de los pueblos, popular y humana” (Ibidem: 159). La ‘solución nacional’ remite
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la medida en que permite incorporar a la historia al pueblo que en plena ebullición democrática
se convierte en protagonista de la reinvención de nuestro país.
Hay autores que ven en este período un tránsito del marxismo al nacional-populismo. Toman
como fundamento la incorporación de un discurso que reivindica lo nacional, que como vemos se
da a partir de una incorporación de la experiencia cubana, la cual horadó los cimientos teóricos y
políticos que habían estructurado la intervención de Frondizi. A nuestro juicio, el marxismo no es
asimilable a alguna concepción política específica. Si el marxismo de Frondizi en la confrontación
con el liberalismo afirmó e incorporó el ideal democrático, la experiencia cubana producirá una
reelaboración en clave nacional. Planteamos esto en la medida en que no desparece en nuestro
autor el cuestionamiento de la dominación capitalista en tanto que proyecto moderno de
exclusión y el planteo de una alternativa civilizatoria basada en esa crítica, sino que ésta
alternativa mantiene su eje en la autodeterminación popular y encuentra a la cuestión nacional
como canal de expresión para la realización de esa pulsión democrática.
En esta clave creemos que debe ser leído el viraje de Frondizi: el tren de la historia está próximo y
es preciso ajustar los postulados teóricos si queremos tomarlo. Es perceptible una búsqueda de
dialogar con experiencias ligadas al peronismo o la guerrilla. Sin embargo, no avanza más que en
una búsqueda de confluencia. Será recién en los setenta cuando haya algún tipo de acercamiento
directo, aunque siempre con claras delimitaciones respecto al método guerrillero o el liderazgo
de Perón2. Los quiebres teóricos son expresión de una búsqueda por ampliar la llegada de su
prédica a través de una lectura de la potencia que el discurso nacional tuvo en la Revolución
Cubana. Paradójicamente, esto no fue acompañado por una expansión del MIR Praxis sino por su
disolución. Como señala Tarcus, durante los sesenta Frondizi ensaya diversos reagrupamientos de
organizaciones vecinales. Ante la ausencia de una superación del peronismo como fuerza y la
falta de aparición de un nuevo actor político, Frondizi se enfoca en desarrollar núcleos comunales.
De la entrevista como dirigente relevante de la izquierda argentina que interpreta acabadamente
la realidad económico-política del país hasta las intervenciones fragmentarias en proclamas,
folletos y manifiestos, pasando por el extenso libro donde documenta la experiencia cubana
como analista y sociólogo. Libro atravesado por un evento histórico en desarrollo, que incorpora
elementos de última hora y en su avance pierde sistematicidad. Los llamados a la acción están
presentes y hasta implican tareas para nuestro país, pero son de una gran generalidad:
profundizar la revolución e impulsar procesos similares en otros países. El recorrido culmina con
textos breves de barricada, de fuerte intervención política y guiados por un interés inmediato:
manifestar una nueva orientación política, establecer una línea de acción ante algún evento
electoral o proponer un programa que sirva como herramienta de intervención para el
movimiento popular en general. No por ello menos ricos, sino más exploratorios, más sometidos
al diálogo con la coyuntura. Esta reescritura en clave nacional del marxismo de Frondizi, entonces,
no es tan sólo una reestructuración de conceptos sino también de los mecanismos de expresión y
comunicación.
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6. Conclusión
Nuestra investigación se propuso indagar en la obra de Silvio Frondizi en busca de reconstruir sus
conceptos y reflexionar así filosóficamente reparando en la forma en que este autor expresó una
reconfiguración de la racionalidad política epocal. Encontramos una filosofía de la praxis integral
que le permitió concebir al marxismo latinoamericano como un método dinámico abierto a
reelaboraciones en función del devenir histórico. A lo largo del período estudiado, Frondizi
desarrolla una perspectiva política original e influenciada por un acontecimiento, la Revolución
Cubana, que consiste en la reelaboración del marxismo en clave nacional, la cual se puede
rastrear desde el análisis de los conceptos de “pueblo”, “nación” y “democracia” centralmente.
Para nuestro autor, el marxismo no puede ser ajeno a la voluntad transformadora de las masas y
la historia, de su acción creativa. Por ello es que el marxismo es entendido como dialéctico y se
critica a posiciones caracterizadas como lineales. De esta manera se abre la teoría a la experiencia
histórica. La propia teoría debe medir su efectividad en su capacidad de hablar a las masas
populares, de plantear la liberación integral: “Una posición teórica y práctica es negativa o
positiva, según tienda a liberar el hombre o no de la alienación que le aplasta” (Frondizi, 2014:
143).
Poner al día a la teoría en relación a la praxis histórica exige responder a esta doble demanda: ser
capaz de entender y analizar las nuevas experiencias históricas que se desarrollaron y colaborar
en la liberación del hombre en la generación de esa voluntad creadora que se afirma en la praxis.
Quizás no lo sabía cuando eligió el nombre para su organización, o quizás una secreta fascinación
por la noción de praxis anunciaba una intuición teórica: que praxis sería el centro de un método,
de un modo de acceso al marxismo. Este concepto al sujeto con la realidad objetiva. Este último
Frondizi es aquel que consideramos no ha sido aún muy explorado. El Frondizi que reformula sus
planteos en función de acercarse a una praxis histórica posible. Autores clásicos como Rousseau o
Marx van perdiendo terreno ante referencias a experiencias históricas pasadas, presentes o
futuras que mejor anclaje puedan dar a sus ideas. La tradición federal y la experiencia cubana son
expresión de dicho proceso.
El marxismo es más que una doctrina o conjunto de preceptos. Estudiar al marxismo
latinoamericano hoy implica partir de su historia y dar cuenta de su heterogeneidad, de sus
procesos de recomposición sin por ello diluirlo deconstructivamente (Acha & D’Antonio, 2010).
Allí encontraremos una marxismo que forma parte de la historia del pensamiento latinoamericano
y se enraiza en una variedad de conexiones críticas que estableció con “otros aspectos del
conocimiento humano” para acceder a más porciones de lo real (Cortés, 2015: 41). El marxismo
latinoamericano es un continente abierto (Ibidem), antes que una mera suma de experiencias
nacionales, ya que hay procesos diversos pero compartidos en “recepción, circulación y
articulación” (Tarcus, 2016: 15) así como un legado colonial, un vínculo con Estados Unidos como
potencia imperialista y la repercusión constante de las políticas internacionalistas de diversas
corrientes de la izquierda mundial (Acha & D’Antonio, 2010).
Esta investigación permitió reconocer el entramado de diversas zonas culturales como la
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7. Notas
(1 ) Para el autor italiano la crisis orgánica se trata de: 1) una fase históricamente compleja, de larga
duración y de carácter mundial donde las clases dominantes ya no pueden responder con las
soluciones que se encontraban a mano anteriormente; 2) un proceso que involucra al conjunto de la
vida social y por tanto excede a las variables económicas: “es difícil en los hechos separar la crisis
económica de las crisis políticas, ideológicas, etcétera, si bien ello es posible científicamente, o sea con
una labor de abstracción” (Gramsci, 1999: 178); 3) tiene como origen un cambio global de las
relaciones de fuerza entre las clases y entre los Estados; 4) la crisis, para ser orgánica, debe ser también
una crisis de hegemonía, donde se rompen los automatismos, surgen nuevos comportamientos
colectivos y la clase dirigente se vuelve incapaz de ejercer tal función: “Los viejos dirigentes
intelectuales y morales de la sociedad sienten que se les hunde el terreno bajo los pies, se dan cuenta
de que sus “prédicas” se han convertido precisamente en “prédicas”, es decir, en algo ajeno a la
realidad, en pura forma sin contenido” (Gramsci, 1962: 185-186). En este Frondizi la crisis argentina es
un episodio de la crisis internacional, que se expande de lo económico-político hacia el conjunto de la
vida social, manifestando tanto el desarrollo del proletariado y la agudización de la confrontación
entre clases como el desarrollo de EEUU y su rol como potencia rectora tras el Plan Marshall, dando
como resultado la caducidad de la clase dirigente e incluso de las fuerzas de anclaje popular donde lo
nuevo no termina de nacer.
(2) Para desarrollar este punto, sería más que interesante estudiar en profundidad la participación de
Frondizi en la revista Nuevo Hombre junto a referentes de peso del peronismo de izquierda como
Alicia Eguren o Enrique Walker, así como su participación en el Frente Antiimperialista y por el
Socialismo impulsado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores e integrado entre otras
agrupaciones por el “Frente Revolucionario Peronista 17 de Octubre” y un desprendimiento del
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